Las Transfiguraciones de Espíritus ... Así es cómo se verifican las transfiguraciones, que son siempre un reflejo de las cualidades y sentimientos predominantes del Espíritu. Éste fenómeno, cómo acaba de decirse, es el resultado de una transformacion fluídica; una especie de aparición Periespirituales ...
LOS FLUIDOS. Libro de Génesis Espiritista, CAPÍTULO XIV, #35 al #39, Libro codificado, escrito y publicado por Allan Kardec el 6 de enero del año 1868.
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TEMA : Jesús habló con Moisés y Elías, pues ésos Espíritus se materializaron frente a Jesús. Así lo expresa la Biblia en Mateos 17:1-15. Éste es el programa : Activando la Moral Programa #1 Estudio Libro Los Espíritus, Soy Espírita
Tema: Las Transfiguraciones o Apariciones de Espíritus materializados momentaneamente...
Veamos el Libro de Génesis Espiritista...
CAPÍTULO XIV.
#35. —El periespíritu es invisible para nosotros en su estado normal, pero como está formado de materia etérea, el Espíritu puede, en ciertos casos, hacerle sufrir por un acto de su voluntad, una modificación molecular que le haga momentáneamente visible. Así es cómo se producen las apariciones, que, así cómo los otros fenómenos, no están fuera de las leyes naturales. Éste no es más extraordinario que el del vapor, que es invisible cuándo está rarificado, y que se hace visible cuándo está condensado.
Según el grado de condensación del fluido periespiritual, la aparición es a veces vaga y vaporosa, otras, más claramente definida, teniendo a veces todas las apariencias de la materia tangible; y aún puede llegar hasta la tangibilidad real, hasta el punto de equivocarse acerca de la naturaleza del ser que se tiene a la vista. (a)
(a) (Nota de Frank Montañez, añadida: "Es creer que es real lo que se está viendo, que es un cuerpo carnal materialmete el mismo ser que ya está desencarnado, pero no es así")
Las apariencias vaporosas son frecuentes, y acontece a menudo, que algunos individuos se presenten después de su muerte a las personas que han amado con predilección.
(1) Ejemplos de curaciones instantáneas referidas "en la Revue Spirite; el Principe Hohenlohe; Diciembre de 1860: Jacob, Octubre y Noviembre 1880: Octubre y Noviembre (de 1867: Simonet, Agosto 1867: Caid-Hossan, Octubre 1807: el Cura Gassnes, NoTiembre 1807.
Las apariciones tangibles son más raras, aunque haya ejemplos de ellas bastantes numerosos y perfectamente comprobados. Sí el Espíritu quiere hacerse reconocer, dará a su envoltura todos los signos exteriores que ofrecía en vida.
#36. —Es de notar que las apariciones tangibles no tienen sino las apariencias de la materia carnal, y no sus cualidades; a causa de su naturaleza fluídica no pueden tener la cohesión de la carne ni sus demás cualidades, porque en realidad no es carne.
Se forman y desaparecen instantáneamente y se desvanecen por la desunión o dispersión de las moléculas fluídicas. Los seres que se presentan en estás condiciones no nacen ni mueren como los demás hombres: tan pronto se los vé como desaparecen, sin saber de dónde vienen, ni cómo han venido, ni a dónde van; no se les puede ni herir, ni encadenar, ni aprisionar, puesto que no tienen cuerpo carnal, los golpes que se les dirijan darán en el vacío.
Tal es el carácter de los agéneres, con quienes se puede estár en conversación sin apercibiese de lo que son, pero que no hacen nunca larga estancia ni pueden hacerse comensales habituales de una casa, ni figurar entre los miembros de una familia. Hay además, en toda su persona, en su porte y maneras algo de extraño y de insólito que participa de la materialidad y de la espiritualidad; su mirada vaporosa y penetrante a un mismo tiempo, no tiene la limpieza de la mirada común; su lenguaje, casi siempre conciso y sentencioso no tiene la claridad ni la volubilidad del lenguage
humano, su aproximación hace experimentar una sensación particular indefinible de sorpresa, que inspira cierto temor, y sin dejar de considerarlos como personas iguales a los demás, se exclama involuntariamente: hé aquí un sér extraño (1). ^
(1) Ejemplos de apariciones vaporosas o tangibles y de agéneret Revue Spirite 1858 p. 24: Octubre de 1858 p. 291.—Febrero de 1859 p. 80.—Enero de 1859 p. 11. Noviembre de 1859 p. 303. Agosto de de 1859 p. 210. Abril de 1850 p. 117. Mayo de 1860 p. 150. Julio de 1861 p. 199. Abril de 1836 p. 120 el labrador Martin presentado a Luis XVIII, detalles completos; Diciembre de 1866 p. 353.
#37. —Siendo lo mismo el periespíritu de los encarnados que el de los desencarnados, por un efecto completamente idéntico, un Espíritu encarnado puede aparecer en un momento de libertad, en otro punto que aquél en que su cuerpo descansa bajo su aspecto habitual y con todos los signos de su identidad. Éste fenómeno, de que se tienen ejemplos auténticos, es lo que ha dado lugar a la creencia de que hay hombres dobles (2).
(2) Ejemplos de aparición de personas vivas: Revue Spirite, Diciembre de 1858. Febrero de 1859. Agosto de idem, Noviemhre de 1860.
#38. —Un efecto particular a ésta clase de fenómenos, es que las apariciones vaporosas y aún tangibles no son perceptibles indistintamente por todo el mundo, los Espíritus no se presentan sino cuándo quieren y quién quieren. Un Espíritu podría presentarse en una reunión a uno o varios de los concurrentes, y no ser visto por los otros.
Ésto depende de que ésta clase de percepciones se efectúan por la vista espiritual y no por la corporal; y porque no solamente la vista espiritual no es dada a todos, sino que en caso necesario, el Espíritu puede quitársela a quién no quiere mostrarse, como puede dársela momentáneamente a quién no la tenga, sí lo juzgase necesario.
La condensación del fluido periespiritual en las apariciones, aún en los casos de tangibilidad no tiene las propiedades de la materia ordinaria; porque sí las tuviese, podrían verse con los ojos del cuerpo, y serían perceptibles por todas las personas presentes. (1)
(1) No deben aceptarse sin gran reserva las relaciones de apariciones puramente individuales, que, en ciertos casos podrían ser efecto de la imaginación sobre excitada, y otras sugeridas por una idea interesada. Conviene, pues, tener en cuenta las circunstancias, la formalidad de la persona y los motivos que pudieran inducirle a abusar de la credulidad de los asistentes.
#39. —Pudiendo el Espíritu producir ciertas transformaciones en la contextura de su envoltura periespiritual, y ésta irradiar en torno del cuerpo como una atmósfera fluídica, puede también producirse en la superficie del cuerpo mismo, un fenómeno análogo al de las apariciones. La forma real del cuerpo puede desaparecer más o menos completamente y revestir otras facciones bajo la capa fluídica; o bién las facciones primitivas vistas a través de la capa fluídica modificada, como a través de un prisma, tomar una expresión distinta.
Sí el Espíritu al desprenderse, está identificado con las cosas del mundo espiritual, la expresión de un rostro feo puede hacerse bello, radiante
y aún luminoso; y por el contrario, sí el Espíritu se halla agitado por malas pasiones, un rostro hermoso puede tomar un aspecto horrible.
Así es como se verifican las transfiguraciones, que son siempre un reflejo de las cualidades y sentimientos predominantes del Espíritu. Éste fenómeno, como acaba de decirse, es el resultado de una transformación fluídica; una especie de aparición periespiritual que se produce sobre el hombre mismo en estado de salud y a veces en el momento mismo de la muerte, en vez de producirse a lo lejos cómo en las apariciones propiamente dichas.
Lo que distingue y caracteriza las apariciones de éste género, es que son perceptibles para todos los asistentes y por la vista natural, precisamente porque tienen por base la materia carnal visible, mientras que en las apariciones puramente fluídicas no hay materia tangible. (1)
(1) Ejemplo y teoría de la transfiguracion: Revue Spirite, Mar zo de 1859, pág. 62. Libro de los Mediums, cap. VII"
40. - - Los fenómenos de las mesas móviles o giratorias y parlantes, de la suspensión en el aire de los cuerpos pesados, de la escritura Mediúmnica, tan antiguos como el mundo, pero comunes en la actualidad, ofrecen la explicación de algunos fenómenos análogos espontáneos, a los cuáles por ignorarse la ley que los rige se les había atribuido un carácter sobrenatural y milagroso. Ésos fenómenos se basan en las propiedades del fluido periespiritual, ya sea de los encarnados cómo de los Espíritus libres.
41. Cuándo estaba encarnado, el Espíritu obraba sobre su cuerpo vivo con el auxilio de su periespíritu. Ahora, desde el mundo espiritual, se manifiesta por intermedio de ése mismo fluido: actúa sobre la materia inerte y produce ruidos, movimientos de mesas y de otros objetos, a los cuáles levanta, derriba o transporta. Ése fenómeno no tiene nada de sorprendente, sí consideramos que entre nosotros los motores más poderosos se encuentran en los fluidos más enrarecidos e incluso imponderables, como el aire, el vapor y la electricidad. También con el auxilio de su periespíritu, el Espíritu hace que los médiums escriban, hablen o dibujen. Cómo ya no dispone de un cuerpo tangible para actuar ostensiblemente cuándo desea
manifestarse, se sirve del cuerpo de un médium, cuyos órganos toma en préstamo, y hace que obre como sí fuera su propio cuerpo, mediante el efluvio fluídico que derrama sobre él.
42. Mediante ése mismo proceso, el Espíritu actúa sobre la mesa, ya sea para que ésta se mueva, sin que su movimiento tenga un significado especial, o para que dé golpes inteligentes que indiquen las letras del alfabeto, lll a0 fin de que formen palabras y frases: fenómeno que se designa con el nombre de tiptología. La mesa no es más que un instrumento del que se vale el Espíritu, como se vale del lápiz para escribir, dándole una vitalidad momentánea por medio del fluido con que la impregna, aunque sin identificarse con ella. De ése modo, las personas que, embargadas por la emoción, abrazan la mesa cuándo se manifiesta un ser querido, realizan un acto ridículo; es exactamente como sí abrazasen el bastón de un amigo que se sirve de él para comunicarse por medio de golpes en el piso. Lo mismo hacen quienes dirigen la palabra a la mesa, como sí el Espíritu estuviera encerrado en la madera, o como sí la madera se hubiese convertido en Espíritu. Cuándo se transmiten comunicaciones por ése medio, hay que imaginarse que el Espíritu está, no en la mesa sino junto a ella, tal como se ubicaría sí estuviese vivo, y tal como sería visto en ése momento sí pudiera volverse visible. Lo mismo ocurre en las comunicaciones mediante la escritura: se vería al Espíritu al lado del Médium, guiando su mano o trasmitiéndole su pensamiento por medio de una corriente fluídica.
43. Cuándo la mesa se levanta del suelo y flota en el aire sin un punto de apoyo, el Espíritu no la levanta con la fuerza de su brazo, sino que la envuelve y penetra con una especie de atmósfera fluídica que neutraliza el efecto de la gravedad, como lo hace el aire con los globos y las cometas. El fluido que penetra en la mesa le confiere momentáneamente una mayor liviandad específica. Cuándo queda pegada al suelo, ésta se encuentra en una situación análoga a la de la campana neumática dentro de la que se produce el vacío. Éstas son simples comparaciones destinadas a mostrar la analogía de los efectos, pero no la similitud absoluta de las causas. (Véase El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Capítulo IV.)
De acuerdo con lo que se acaba de decir, se comprende que para el Espíritu no es más difícil levantar una persona que levantar una mesa, transportar un objeto de un lugar a otro, o arrojarlo dónde sea. Todos ésos fenómenos se producen por obra de la misma ley. 82
82 Ése es el principio del fenómeno de aportes, fenómeno muy real pero que no conviene admitir más que con suma reserva, puesto que es uno de los que más se prestan a la imitación y al fraude. La honradez indiscutible de la persona que los obtiene, su absoluto desinterés material y moral, así como la confluencia de las circunstancias accesorias, deben ser considerados seriamente. Sobre todo, es preciso desconfiar de ésos efectos principalmente cuándo éstos se producen con excesiva facilidad, y tener por dudosos los que se repiten con mucha frecuencia y, por así decirlo, a voluntad. Los prestidigitadores hacen cosas más extraordinarias aún. El levantamiento de una persona no es un hecho menos efectivo, pero sí mucho más raro, tal vez porque resulte mucho más difícil de ser imitado. Es notorio que el Sr. Home se elevó más de una vez hasta el techo y dio de ése modo la vuelta a la sala. Se dice que San Cupertino poseía la misma facultad, hecho que no es más milagroso con éste que con aquél. (N. de Allan Kardec.)
Cuándo la mesa persigue a alguién, no significa que el Espíritu vaya en ésa dirección, pues él puede permanecer tranquilamente en el mismo lugar. Lo que sucede en ésos casos es que el Espíritu le da un impulso a la mesa por medio de una corriente fluídica, con cuyo auxilio está se mueve según su deseo. Cuándo se escuchan golpes en la mesa, o en otro lugar, el Espíritu no golpea con la mano o con algún objeto, sino que se limita a dirigir sobre el punto de dónde proviene el ruido un haz de fluido que produce el efecto de un choque eléctrico. El Espíritu modifica el ruido, así como cualquier persona es capaz de modificar los sonidos producidos por el aire. 83
83 Véanse ejemplos, tanto de manifestaciones materiales como de perturbaciones producidas por los Espíritus, en la Revista Espírita: “Manifestaciones físicas: La joven del Pasaje de los Panoramas”, enero de 1858; “El fantasma de la señorita Clairon”, febrero de 1858; “El Espíritu golpeador de Bergzabern”, relato completo: mayo, junio y julio de 1858; “El Espíritu golpeador de Dibbelsdorf”, agosto de 1858; “El panadero de Dieppe”, marzo de 1860; “El fabricante de San Petersburgo”, abril de 1860; “El trapero de la calle Noyers”, agosto de 1860; “El Espíritu golpeador del Aube”, enero de 1861; “Un Espíritu golpeador en el siglo XVI”, enero de 1864; “Manifestaciones en Poitiers”, mayo de 1864 y mayo de 1865; “El Espíritu golpeador de la hermana María”, junio de 1864; “Manifestaciones espontáneas en Marsella”, abril de 1865; “Manifestaciones en Fives, cerca de Lille (Norte)”, agosto de 1865;
“Los ratones de Équihen”, febrero de 1866. (N. de Allan Kardec.)
LA TRANSFIGURACIÓN. Relato Biblico, Mateo
Y seis dias después tomó Jesús consigo a Pedro, y a Santiago, y a Juan: y los llevó solos a un monte alto en lugar apartado, (1) y se transfiguró en presencia de ellos.
—Y sus vestidos se tornaron resplandecientes, y en estremo blancos como la nieve, tanto, que ningún batanero sobre la tierra los puede hacer tan blancos. —Y les apareció Elias con Moisés: y estaban conversando con Jesús. —Y tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Maestro, bien será que nos estemos aquí: y hagamos otras tiendas: para tí una, para Moisés otra, y para Elias otra:
— Porque no sabía lo que se decía: pues estaban atónitos de miedo. —Y vino una nube, que les hizo sombra: y salió una voz de la nube, que decía: Éste es mi Hijo el muy amado, oidle. —Y mirando luego alrededor, no vieron mas a nadie consigo, sino solamente a Jesús. —Y cuando bajaban del monte, les mandó, que a nadie dijesen lo que habian visto: hasta que el hijo del hombre hubiese resucitado de entre los muertos. —Y tuvieron el caso en secreto, preguntandose entre sí, qué sería aquello: Cuando hubiere resucitado de entre los muertos. (San Marcos C. IX v. v. de 1 a 9.)
(1) El Monte Mabor o Tabor al S. O. del lago de Tabarich, a 11 kilómetros S. E. de Nazaret; de unos 1000 metros de altura.
44. —Es támbien en las propiedades del fluido periespirital donde se puede encontrar la razón de este fenómeno. La transfiguración explicada en el capítulo XIV núm. 39, es un hecho bastante ordinario, que a consecuencia de la irradiación fluídica, puede modificar la apariencia de un individuo. Más la pureza del periespíritu de Cristo pudo permitir a su Espíritu darle un explendor extraordinario. Por lo que hace a la aparición de Moisés y Elías entra de lleno en el caso de todos los fenómenos del mismo género. (Capítulo XIV, núm. 35, y sigs. ,) De todas las facultades que se han revelado en Jesús, no hay una que esté fuera de las condiciones de la humanidad, y que no se encuentre en el común de los hombres, porque están en la naturaleza; más por la superioridad de su esencia moral y de sus cualidades fluídicas, alcanzaron en él proporciones superiores a las del vulgo. El nos representa, fuera de su envoltura carnal, el estado de los Espíritus puros.
44. Un fenómeno muy frecuente en la Mediúmnidad es la aptitud de ciertos Médiums para escribir en una lengua que les es extraña; y tratar, ya sea en forma oral o por escrito, temas que están fuera del alcance de la instrucción que recibieron. No es raro que se vean algunos que escriben de corrido sin que nunca hayan aprendido a escribir; otros componen poesías, sin que jamás en la vida hayan sabido hacer un verso; otros dibujan, pintan, esculpen, componen música y ejecutan un instrumento sin que conozcan dibujo, pintura, escultura o el arte musical. Es muy frecuente el hecho de que un Médium escribiente reproduzca a la perfección la escritura y la firma que los Espíritus que se comunican por su intermedio tenían cuándo estaban vivos, aunque jamás los haya conocido. Con todo, ese fenómeno no es más maravilloso que el que consiste en hacer que un niño escriba cuándo se le lleva la mano; de ése modo puede lograr que escriba todo lo que uno quiera. Sí a una persona se le dictan las palabras letra por letra, escribirá en un idioma que ignora. Lo mismo sucede con la Mediúmnidad, sí nos remitimos a la manera por medio de la cuál se comunican los Espíritus a través de los Médiums, pues éstos no son más que instrumentos pasivos. No obstante, sí el Médium conoce el mecanismo, sí ha vencido las dificultades prácticas, sí las expresiones le resultan familiares y, por último, sí posee en su cerebro los elementos de aquello que el Espíritu quiere hacerle ejecutar, entonces se encontrará en la posición del hombre que sabe leer y escribir de corrido; el trabajo resultará más fácil y más rápido; y el Espíritu no tendrá más que transmitir sus pensamientos al intérprete, para que éste los reproduzca por los medios de que dispone. La aptitud de un médium para cosas que le resultan extrañas proviene, la mayoría de las veces, de los conocimientos que poseyó en otra existencia, y de los cuáles su Espíritu conservó la intuición. Sí fue poeta o músico, por ejemplo, tendrá más facilidad para asimilar el pensamiento poético o musical que un Espíritu quiera hacerle expresar. La lengua que hoy ignora pudo haberle sido familiar en otra existencia, lo que explica la mayor aptitud de su parte para escribir mediúmnicamente en esa lengua. 84
84 La aptitud que algunas personas demuestran para las lenguas que dominan sin, por así decirlo, haberlas aprendido, no tiene otro origen más que el recuerdo intuitivo de lo que supieron en otra existencia. El caso del poeta Méry, relatado en la Revista Espírita de noviembre de 1864, es una prueba de lo que decimos. Es evidente que sí en su juventud Méry hubiera sido Médium, habría escrito en latín tan fácilmente como en francés, lo que para todos habría pasado como un prodigio. (N. Atribuida a Allan Kardec.)
Tempestad apaciguada.
#45. —Y aconteció, que un día entró él, y sus discípulos en un barco, y les dijo: Pasemos a la otra ribera delilago. Y se partieron. —Y mientras ellos navegaban, él se durmió: y sobrevino una tempestad de viento en el lago,y se henchían de agua, y peligraban. —Y llegándose a él, le despertaron, diciendo: Maestro, que perecemos. Y él levantándose increpó al viento, y a la tempestad del agua, y cesó: y fué hecha bonanza. —Y les dijo: ¿dónde está vuestra fé? Y ellos llenos de temor se maravillaron, y decían los unos a los otros: ¿Quién pensais es éste, que así manda a los vientos y al mar, y le obedecen'? (San Lucas,
e. VIII, v. v. 22 á 25.)
46. —Nosotros no conocemos aún bastante los secretos de la naturaleza, para afirmar sí hay o no inteligencias ocultas que presiden a la acción de los elementos. En ésta hipótesis, el fenómeno en cuestión podría ser el resultado de un acto de autoridad sobre ésas mismas inteligencias, y probaría una potestad que no es dado a ningún hombre ejercer.
En todo caso, Jesús durmiendo tranquilo durante
la tempestad, ostenta una tranquilidad que puede explicarse por el hecho de que su Espíritu veta que no había riesgo alguno y que la borrasca iba a apaciguarse.
Obsesiones y posesiones
45. Los Espíritus malos pululan alrededor de la Tierra a consecuencia de la inferioridad moral de sus habitantes. La acción maléfica de ésos Espíritus forma parte de los flagelos con los que la humanidad se debate en éste mundo. La obsesión, que es uno de los efectos de ésa acción, debe ser considerada, al igual que las enfermedades y las tribulaciones de la vida, como una prueba o una expiación, y aceptada cómo tal.
La obsesión es la acción persistente que un Espíritu Malo ejerce sobre un individuo. Presenta características muy diversas, que van desde la simple influencia moral sin signos exteriores notables, hasta la perturbación completa del organismo y de las facultades mentales. La obsesión anula las facultades mediúmnicas; en la Mediúmnidad Auditiva y Psicográfica, se pone de manifiesto por la obstinación de un Espíritu en querer manifestarse con exclusión de todos los demás.
46. Así como las enfermedades son el resultado de las imperfecciones físicas que hacen al cuerpo accesible a las influencias perniciosas exteriores, la obsesión proviene invariablemente de una imperfección moral que da lugar a un Espíritu malo. A una causa física, se opone una fuerza física; a una causa moral, es preciso que se anteponga una fuerza moral. Para preservarse de las enfermedades, se fortifica el cuerpo; para defenderse de la obsesión, es preciso fortificar el alma. De ahí que el obseso necesite trabajar para su propio mejoramiento, lo que la mayoría de las veces es suficiente para librarlo del obsesor sin el socorro de otras personas. Éste socorro se vuelve necesario cuándo la obsesión degenera en subyugación y en posesión, porque en ésos casos no es raro que el paciente pierda la voluntad y el libre albedrío. La obsesión pone de manifiesto casi siempre una venganza tomada por un Espíritu, cuyo origen muchas veces se encuentra en las relaciones que el obseso mantuvo con el obsesor en una existencia precedente. En los casos de obsesión grave, el obseso queda como envuelto e impregnado de un fluido pernicioso que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los rechaza. De ése fluido se lo debe liberar. Sin embargo, no siempre alcanza con ésta acción mecánica; también es preciso, de manera especial, actuar sobre el ser inteligente, al cuál hay que hablarle con autoridad. Ahora bien, sólo posee ésa autoridad quién tiene Superioridad Moral. Cuánto mayor sea la Superioridad Moral, tanto mayor será también la autoridad. Pero éso no es todo para asegurar la liberación, es necesario que el Espíritu perverso sea conducido a que renuncie a sus malos propósitos; que en él asome el arrepentimiento tanto cómo el deseo
del bien, por medio de instrucciones hábilmente trasmitidas, en evocaciones hechas particularmente con vistas a su Educación Moral.
Se podrá entonces tener la grata satisfacción de liberar a un encarnado, y de convertir a un Espíritu imperfecto. La tarea resulta más fácil cuándo el obseso comprende su situación y colabora con la voluntad y la plegaria. No sucede lo mismo cuándo, seducido por el Espíritu que lo domina, se engaña acerca de las cualidades de éste último y se complace en el error al que es conducido, porque entonces, en lugar de colaborar, el obseso rechaza la asistencia. Éste es el caso de la fascinación, siempre muchísimo más rebelde que la más violenta subyugación. (Véase El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Capítulo XXIII.)
En todos los casos de obsesión, la plegaria es el auxiliar más poderoso de que se dispone para oponerse a los propósitos maléficos del Espíritu obsesor.
47. En la obsesión, el Espíritu actúa externamente con la ayuda de su periespíritu, al cuál identifica con el del encarnado; en ése caso, éste último queda atrapado en una especie de trama y es obligado a comportarse en contra de su voluntad. En la posesión, en vez de actuar externamente, el Espíritu libre sustituye al Espíritu encarnado: elige su cuerpo para instalarse en él, aunque este no haya sido abandonado definitivamente por su dueño, pues éso sólo ocurre con la muerte. Por consiguiente, la posesión es siempre transitoria e intermitente, porque un Espíritu desencarnado no puede ocupar definitivamente el lugar de un Espíritu encarnado, sobre la base de que la unión molecular entre el periespíritu y el cuerpo sólo se produce en el momento de la concepción. (Véase el Capítulo XI, § 18.) Obtenida la posesión momentánea del cuerpo del encarnado, el Espíritu se sirve de él como si fuese su propio cuerpo; habla por su boca, ve por sus ojos y actúa con sus brazos, como lo haría si estuviese vivo. No es como en la mediumnidad parlante, en la que el Espíritu encarnado habla transmitiendo el pensamiento de un Espíritu desencarnado; en el caso de la posesión, el desencarnado es el que habla y actúa, de modo que quién lo haya conocido en vida, reconocerá su lenguaje, su voz, sus gestos y hasta la expresión de su fisonomía.
48. En la obsesión hay siempre un Espíritu maligno. En la posesión puede tratarse de un Espíritu bueno que quiere hablar y que, para causar mayor impresión a los oyentes, toma el cuerpo de un encarnado, que se lo presta voluntariamente cómo le prestaría su ropa a otra persona. Éso se lleva a cabo sin que haya perturbación ni malestar, y durante ése tiempo el Espíritu encarnado se encuentra en libertad como sucede en el estado de emancipación.
Además, la mayoría de las veces se mantiene al lado de su sustituto para escucharlo. Cuándo el Espíritu posesor es malo, las cosas ocurren de otro modo. No toma el cuerpo del encarnado, sino que se apodera de él en caso de que su titular no posea suficiente fuerza moral para resistirse. Y lo hace por maldad hacía él, a quién tortura y martiriza de todas las formas, incluso al extremo de intentar exterminarlo, sea por estrangulamiento, empujándolo al fuego o a otros lugares peligrosos. Valiéndose de los miembros y de los órganos del desdichado paciente, blasfema, injuria y maltrata a los que lo rodean, y se entrega a excentricidades y a actos que presentan todas las características de la locura furiosa. Los hechos de éste tipo, en diferentes grados de intensidad, son muy numerosos, y muchos casos de locura no tienen otra causa. Con frecuencia se suman a ellos desórdenes patológicos, que son meras consecuencias de ése proceso, y en oposición a los cuales de nada sirven los tratamientos médicos mientras subsista la causa que les ha dado origen. El espiritismo, así como da a conocer ésa fuente de dónde proviene una parte de las miserias humanas, también indica la manera de remediarlo: actuar sobre el autor del mal: un ser que, puesto que es inteligente, debe ser tratado con inteligencia. 85
85 Véanse ejemplos de curas de obsesiones en la Revista Espírita, diciembre de 1863; enero y junio de 1864; enero y junio de 1865; febrero de 1866; junio de 1867. (N. atribuida a Allan Kardec.)
49. La mayoría de las veces la obsesión y la posesión son individuales, pero no es raro que también sean epidémicas. Cuándo un aluvión de Espíritus malos se lanza sobre una localidad, es cómo sí un ejército enemigo la invadiese. En ése caso, la cantidad de los individuos atacados puede llegar a ser considerable. 86
86 Fue una epidemia de esa clase la que hace algunos años atacó la aldea de Morzine, en Saboya. (Véase el relato completo de ésa epidemia en la Revista Espírita de diciembre de 1862; enero, febrero, abril y mayo de 1863.) (N. de Allan Kardec.)..
Mateo 17Nueva Versión Internacional
La transfiguración
17 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, el hermano de Jacobo, y los llevó aparte, a una montaña alta. 2 Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué bueno sería que nos quedemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.
5 Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!»
6 Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados. 7 Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó.
—Levántense —les dijo—. No tengan miedo.
8 Cuándo alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.
9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó:
—No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre resucite.
10 Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?
11 —Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. 12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos.
13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
14 Cuando llegaron a la multitud, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él.
15 —Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.
17 —¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.
18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento.
19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, le preguntaron:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
20 —Por la poca fe que tienen —les respondió—. Les aseguro que, si tuvieran fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible.[a]
22 Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 23 Lo matarán, pero al tercer día resucitará». Y los discípulos se entristecieron mucho.
El impuesto del templo
24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del templo[b] se acercaron a Pedro y le preguntaron:
—¿Su maestro no paga el impuesto del templo?
25 —Sí, lo paga —respondió Pedro.
Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle:
—¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?
26 —A los demás —contestó Pedro.
—Entonces los suyos están exentos —le dijo Jesús—. 27 Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda.[c] Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo.