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Mediúmnidad en los animales
Mediúmnidad en los animales
Libro de Los Médiums, Segunda Parte –
Capítulo XXII
236.
La cuestión de la mediúmnidad en los animales ha quedado absolutamente resuelta
en la disertación que sigue, ofrecida por un Espíritu cuya profundidad y
sagacidad ha sido posible apreciar
mediante las citas que hemos hecho anteriormente.
Para
captar debidamente la importancia de su demostración, es esencial que se tome
en cuenta la explicación que él ha dado acerca del rol de los médiums en las
comunicaciones, explicación que hemos reproducido en el § 225.
Esta comunicación fue recibida, luego de una discusión en torno al tema que nos ocupa, en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas:El rol del médium en las comunicaciones espíritasSegunda Parte – Capítulo XIX225. La disertación que sigue, brindada espontáneamente por un Espíritu superior que se dio a conocer mediante una comunicación de orden elevadísimo, resume del modo más claro y exhaustivo la cuestión del rol de los médiums:“Sea cual fuere la naturaleza de los médiums escribientes, ya sean mecánicos, semi mecánicos, o simplemente intuitivos, nuestros procedimientos de comunicación con ellos no varían en lo esencial. En efecto, con los Espíritus encarnados nos comunicamos de la misma forma que con los Espíritus propiamente dichos: sólo mediante lairradiación de nuestro pensamiento.”Nuestros pensamientos no requieren de la vestimenta de la palabra para que los Espíritus los entiendan, y todos los Espíritus perciben, en función de sus facultades intelectuales, el pensamiento que deseamos transmitirles, por el solo hecho de que lo dirijamos hacia ellos. Esto significa que determinado pensamiento puede ser comprendido por tales o cuales Espíritus, conforme a su adelanto, mientras que para otros no es comprensible, porque no les despierta ningún recuerdo, ningún conocimiento adormecido en el fondo de su corazón o de su cerebro. En este caso, el Espíritu encarnado que nos sirve de médium es más apto –para transmitir nuestro pensamiento a otros encarnados, aunque no lo entienda– que un Espíritu desencarnado y poco adelantado, si nos viéramos forzados a emplearlo como intermediario, porque el ser terrenal pone a nuestra disposición su cuerpo como instrumento, cosa que el Espíritu errante no puede hacer.”De esta manera, cuando encontramos un médium cuyo cerebro está repleto de conocimientos adquiridos en su vida actual, y su Espíritu es rico en conocimientos anteriores latentes, adecuados para facilitar nuestras comunicaciones, preferimos servirnos de él, porque con ese médium el fenómeno de la comunicación nos resulta mucho más sencillo que con uno de inteligencia limitada y de escasos conocimientos anteriores. Haremos que se nos comprenda mediante algunas explicaciones claras y precisas.”Con un médium cuya inteligencia actual o anterior está desarrollada, nuestro pensamiento se comunica en forma instantánea de Espíritu a Espíritu, gracias a una facultad inherente a la esencia misma del Espíritu. En ese caso, nosotros encontramos en el cerebro del médium los elementos apropiados para vestir a nuestro pensamiento con las palabras que le corresponden, ya se trate de un médium intuitivo, semi mecánico o mecánico puro. Por eso, sea cual fuere la diversidad de los Espíritus que se comunican con un médium, los dictados que este obtiene llevan, en cuanto a la forma y al colorido, su sello personal, aunque procedan de Espíritus diferentes. En efecto, a pesar de que el pensamiento le resulte completamente extraño, aunque el tema exceda los límites dentro de los cuales se mueve habitualmente, y aunque no provenga de él aquello que queremos manifestar, no por eso el médium dejará de ejercer una influencia sobre la forma, mediante las cualidades y propiedades inherentes a su individualidad. Es exactamente como si observarais diversos paisajes con lentes de color, verdes, blancas o azules: aunque los lugares u objetos observados sean por completo opuestos e independientes los unos de los otros, no por ello dejarán de adoptar la tonalidad que provenga del color de las lentes. Mejor aún, comparemos a los médiums con esos recipientes de vidrio, llenos de líquidos coloreados y más o menos transparentes, que se ven en las vitrinas de las farmacias.Pues bien, los Espíritus somos como focos que iluminan determinados paisajes morales, filosóficos e internos a través de médiums azules, verdes o rojos. De ese modo, nuestros rayos luminosos, forzados a pasar a través de vidrios tallados con mayor o menor precisión, y que poseen diversos grados de transparencia, es decir, a través de médiums con diferentes niveles de inteligencia, sólo llegan a los objetos que deseamos iluminar tomando la coloración, o mejor dicho, la forma de expresarse propia y particular de cada médium. Para concluir con una última comparación, diremos que nosotros, los Espíritus, somos como esos compositores que, con el propósito de ejecutar una pieza musical, cuentan con un solo instrumento, que puede ser un piano, un violín, una flauta, un fagot o un simple silbato. Es indudable que con el piano, la flauta o el violín ejecutaremos nuestra composición de un modo muy comprensible para nuestros oyentes. Aunque los sonidos producidos por el piano, el fagot o el clarinete sean esencialmente diferentes entre sí, no por eso la composición dejará de ser idéntica, excepto por los matices de sonido. En cambio, si sólo tuviéramos a nuestra disposición un silbato o un caño de desagüe, nos veríamos en dificultades.”De hecho, cuando estamos obligados a servirnos de médiums poco adelantados, nuestro trabajo se prolonga mucho y es más penoso, porque nos vemos en la necesidad de recurrir a formas incompletas, lo que constituye para nosotros una complicación. En ese caso, tenemos que descomponer nuestros pensamientos, dictando palabra por palabra y letra por letra, lo cual resulta molesto y agotador, al mismo tiempo que un verdadero obstáculo para la celeridad y el desarrollo de nuestras manifestaciones.”Por eso nos sentimos felices cuando encontramos médiums idóneos, bien equipados, provistos de recursos listos para ser empleados, en una palabra, buenos instrumentos, porque entonces nuestro periespíritu, al actuar sobre el periespíritu de aquel a quien mediumnizamos, no tiene que hacer otra cosa más que impulsar la mano que nos sirve de portaplumas o de lapicero. En cambio, con los médiums cuya capacidad es insuficiente, estamos obligados a hacer un trabajo análogo al que realizamos cuando nos comunicamos por medio de golpes, es decir, designando letra por letra y palabra por palabra cada una de las frases que traducen los pensamientos que queremos transmitir.”Por estas razones, para la divulgación del espiritismo, así como también para el desarrollo de las facultades mediúmnicas escriturales42, nos dirigimos preferentemente a las clases cultas e ilustradas, aunque en esas clases se encuentren los individuos más incrédulos, los más rebeldes e inmorales. Así como en la actualidad nosotros dejamos a los Espíritus farsantes y poco adelantados el ejercicio de las comunicaciones tangibles, de golpes y de aportes, así también los hombres poco serios prefieren el espectáculo de los fenómenos que impresionan susojos y sus oídos, en vez de los fenómenos puramenteespirituales y psicológicos.42 En el original francés se emplea un neologismo: scriptives. (N. del T.)”Cuando queremos transmitir dictados espontáneos actuamos sobre el cerebro, sobre los archivos del médium, y preparamos nuestros materiales con los elementos que él nos proporciona, sin que lo sepa en modo alguno. Es como si sacáramos el dinero de su cartera y ordenáramos las diferentes monedas según la disposición que nos pareciera más conveniente.”Sin embargo, cuando es el propio médium quien desea interrogarnos, será bueno que reflexione seriamente, a fin de que formule las preguntas con método. De ese modo facilitará nuestra tarea de responderle. Porque, como se os ha dicho en una instrucción anterior, vuestro cerebro se encuentra a menudo en un inextricable desorden, y es para nosotros tan penoso como difícil movernos dentro del laberinto de vuestros pensamientos. Cuando las preguntas las hace un tercero, conviene y es útil que sean comunicadas previamente al médium, para que este se identifique con el Espíritu del evocador y, por decirlo de algún modo, se impregne de él. En ese caso, nosotros mismos tendremos mucha mayor facilidad para responder, gracias a la afinidad que existe entre nuestro periespíritu y el del médium que nos sirve de intérprete.”No cabe duda de que podemos hablar de matemática a través de un médium que la ignore por completo. Con todo, muchas veces el Espíritu de ese médium posee dicho conocimiento en estado latente, es decir, posee un conocimiento que es propio del ser fluídico y no del ser encarnado, porque su cuerpo actual es un instrumento rebelde u opuesto a esa ciencia. Lo mismo sucede con la astronomía, con la poesía, con la medicina, con los diversos idiomas, así como con losdemás conocimientos peculiares de la especie humana. Por último, también tenemos el penoso medio de elaboración utilizado con los médiums absolutamente ajenos al tema tratado, que consiste en reunir las letras y las palabras una por una, como se hace en las imprentas.”Como hemos dicho, los Espíritus no tienen necesidad de revestir su pensamiento, pues lo perciben y lo transmiten por el solo hecho de que existe en ellos. Los seres corporales, por el contrario, sólo pueden percibir el pensamiento en caso de que este se encuentre revestido. Así pues, mientras que, para percibir un pensamiento, aunque sea mentalmente, vosotros necesitáis letras, palabras, sustantivos, verbos, en suma, frases, nosotros los Espíritus no necesitamos ninguna forma visible o tangible.”ERASTO y TIMOTEOOBSERVACIÓN – Este análisis del rol de los médiums y de los procedimientos a través de los cuales los Espíritus se comunican, es tan claro como lógico. De él se infiere el principio de que el Espíritu extrae del cerebro del médium, no sus ideas, sino los recursos necesarios para expresarlas, y que cuanto más rico en recursos sea ese cerebro, tanto más fácil será la comunicación. Cuando el Espíritu se expresa en el idioma familiar del médium, encuentra en este, completamente formadas, las palabras necesarias para revestir la idea. Si lo hace en un idioma extraño al médium, no encuentra las palabras, sino simplemente las letras. Por eso el Espíritu se ve obligado a dictar, por así decirlo, letra por letra, exactamente como si nosotros exigiéramos que escribiera en alemán a una persona que no sabe ni una sola palabra de ese idioma. Y si el médium no sabe leer ni escribir, no dispone siquiera de las letras, de modo que es preciso que el Espíritu guíe su mano, como se hace con la de un niño que comienza a escribir, en cuyo caso la dificultad material que debe vencer es aún mayor. Por consiguiente, estos fenómenos son posibles, y hay numerosos ejemplos de ellos.Pero se comprenderá que esa manera de proceder es poco apropiada para comunicaciones extensas y rápidas, y que los Espíritus prefieren los instrumentos más sencillos o, como ellos dicen, los médiums bien equipados, desde su punto de vista.Si las personas que solicitan ver esos fenómenos, como un medio para convencerse, hubieran estudiado previamente la teoría, sabrían en qué condiciones excepcionales dichos fenómenos se producen.______________________________________________
“Trataré
hoy la cuestión de la mediúmnidad en los animales, planteada y defendida por
uno de vuestros más fervientes adeptos. Pretende él, en virtud del axioma
siguiente: Quien puede lo más, puede lo menos, que los Espíritus
podemos mediúmnizar a los pájaros y a otros animales, y servirnos de ellos en
nuestras comunicaciones con la especie humana.
Esto
es lo que en filosofía –o mejor dicho, en lógica– denomináis, pura y simplemente,
un sofisma. ‘Si vosotros podéis animar –dice él– la materia inerte, es decir,
una mesa, una silla o un piano, con mayor razón todavía podréis animar la materia
ya animada, y particularmente los pájaros.’ Ahora bien, en el estado normal del
espiritismo, eso no es así; no puede ser así.
”En
primer lugar, entendámonos bien acerca de los hechos. ¿Qué es un médium? Es el
ser, el individuo que sirve de lazo de unión a los Espíritus, a fin de que
estos puedan comunicarse fácilmente con los hombres, que son los Espíritus encarnados.
Por consiguiente, sin un médium no habrá comunicaciones tangibles, mentales,
escriturales 46, físicas, ni de ninguna otra clase.
”Existe
un principio –estoy seguro de ello– que todos los espíritas admiten: el de que
los semejantes actúan con sus semejantes y como sus semejantes. Ahora bien,
¿cuáles son los semejantes de los Espíritus, sino los Espíritus, encarnados o
no? ¿Habrá que repetiros esto sin cesar? ¡Pues bien!
Voy
a repetirlo una vez más: vuestro periespíritu y el nuestro son extraídos del
mismo medio, son de idéntica naturaleza; en una palabra, son semejantes. Entre
sus propiedades, el periespíritu tiene una capacidad de asimilación 47 más o
menos desarrollada, de imantación más o menos poderosa, que nos permite, a los
Espíritus y a los encarnados, ponernos en relación unos con otros muy pronto y
muy fácilmente. Es decir, lo que es propio de los médiums, lo que es inherente
a la esencia misma de su individualidad, es una afinidad especial y, al mismo
tiempo, una fuerza de expansión particular, que neutralizan en ellos toda
refractibilidad 48 y establecen, entre ellos y nosotros, una especie de
corriente, una especie de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Además,
esa refractibilidad propia de la materia es la que impide el desarrollo de la
mediúmnidad en la mayor parte de aquellos que no son médiums.
”Los
hombres son siempre propensos a exagerarlo todo. Algunos, y no me refiero aquí
a los materialistas, niegan que los animales tengan alma, mientras que otros
quieren atribuirles una, por así decirlo, semejante a la nuestra. ¿Por qué se
pretende confundir de esa manera lo perfectible con lo imperfectible? No, no,
convenceos de eso, el fuego que anima a los irracionales, el soplo que los
impulsa a actuar, a moverse y a hablar en el lenguaje que les es propio, no
posee en la actualidad ninguna aptitud para mezclarse, unirse o fusionarse con
el soplo divino, con el alma etérea; en una palabra, con el Espíritu que anima
al ser esencialmente perfectible: el hombre, el rey de la creación. Ahora bien,
¿no es esa condición esencial de perfectibilidad la que constituye la superioridad
de la especie humana sobre las otras especies terrenales? ¡Pues bien!
Reconoced, entonces, que no se puede asimilar al hombre, el único ser
perfectible en sí mismo y en sus obras, con ningún individuo de las otras
especies que viven en la Tierra.
46 Véase la nota
n.º 42. (N. del T.)
47 Véase el § 473
de El Libro de los Espíritus, Brasilia: CEI, 2008. (N. del T.)
48 En el
original: réfractibilité. Se trata probablemente de un neologismo introducido
por el Espíritu
de Erasto. (N. del T.)
”El
perro, cuya inteligencia superior entre los animales lo ha convertido en el
amigo y comensal del hombre, ¿es perfectible de por sí, por iniciativa propia?
Nadie osaría sostener eso, porque el perro no hace progresar al perro; y el
mejor adiestrado entre ellos ha sido siempre instruido por su dueño.
Desde
que el mundo es mundo, la nutria construye su madriguera por encima del agua,
siguiendo las mismas proporciones y una regla invariable. Los ruiseñores y las
golondrinas jamás han construido sus nidos de un modo diferente a como lo han
hecho sus padres. Un nido de gorriones anterior al diluvio, así como un nido de
gorriones de la época moderna,
es siempre un nido de gorriones, construido en las mismas condiciones y con el
mismo sistema, basado en entrelazar ramitas y desperdicios recogidos durante la
primavera, en la época de la reproducción. Las abejas y las hormigas, en sus
pequeñas y bien administradas repúblicas, jamás cambiaron sus hábitos de
abastecimiento, su modo de proceder, sus costumbres, sus producciones. La
araña, por último, siempre teje su tela del mismo modo.
”Por
otra parte, si buscáis las chozas y las tiendas de las primeras edades de la Tierra, encontraréis en su lugar los palacios y castillos de la
civilización moderna. El oro y la seda han sustituido a las vestimentas hechas
con pieles sin curtir.
En
fin, a cada paso hallaréis pruebas de la marcha incesante de
la humanidad en el camino del progreso.
”De
ese progreso constante, imbatible, irrecusable de la especie humana,
y de ese estancamiento indefinido de las demás especies
animales, habréis de concluir conmigo que, si existen principios
comunes a todo lo que vive y se mueve en la Tierra –el
soplo y la materia–, no es menos cierto que sólo vosotros, Espíritus
encarnados, estáis sometidos a esa inevitable ley del progreso,
que os impulsa fatalmente hacia adelante, siempre hacia
delante. Dios puso junto a vosotros a los animales como auxiliares,
para alimentaros, vestiros y secundaros. Les otorgó cierta
dosis de inteligencia porque, para ayudaros, necesitan comprender,
pero condicionó esa inteligencia a los servicios que
deben prestar. Con todo, en su sabiduría, Dios no quiso que
estuviesen sometidos a la misma ley del progreso. Tal como
fueron creados, así se han conservado y se conservarán hasta
la extinción de sus especies.
”Se
ha dicho que los Espíritus mediumnizan la materia inerte, de
modo que hacen que se muevan las sillas, las mesas, los
pianos. Hacen que se muevan, en efecto, ¡pero no las mediumnizan!
Porque, repito una vez más, sin un médium
no
se produce ninguno de esos fenómenos. ¿Qué tiene de extraordinario
que, con la ayuda de uno o de muchos médiums, los
Espíritus hagamos que la materia inerte y pasiva se mueva, si es precisamente
en virtud de su pasividad y de su inercia que resulta apropiada para recibir
los movimientos y los impulsos que deseamos imprimirle? No cabe duda de que
para eso necesitamos médiums, pero no es necesario que el médium esté presente
o que sea consciente del hecho, pues
podemos obrar, con los elementos que él nos proporciona, sin
que lo sepa y aunque esté ausente, sobre todo para producir los fenómenos de intangibilidad y de aportes.
Nuestra
envoltura fluidifica, más imponderable y sutil que el más sutil e imponderable de
vuestros gases, se une, se liga, se combina con la envoltura fluídica animalizada del médium, cuyas propiedades de expansión y de
penetrabilidad escapan a vuestros sentidos densos –propiedades casi inexplicables
para vosotros–, a fin de permitirnos imprimir movimientos a los muebles, e
incluso romperlos dentro de habitaciones
donde no haya personas.
”Por
cierto, los Espíritus pueden volverse visibles y tangibles para los animales.
Muchas veces, ese súbito terror que se apodera de ellos, sin que percibáis la
causa, es provocado por la vista de uno o muchos Espíritus que tienen malas
intenciones para con los individuos presentes o los dueños de los animales. Muy
a menudo os encontráis con caballos que se niegan a avanzar y a retroceder, o
que se encabritan ante un obstáculo imaginario. ¡Pues bien! Tened por seguro
que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu o un grupo de Espíritus, que se complacen en impedir que los animales avancen. Recordad la burra
de Balaam que, al ver ante ella a un ángel, y temerosa de su espada flamígera,
se obstinaba en no moverse.49
Sucede
que, antes de manifestarse visualmente a Balaam, el ángel quiso hacerse visible
sólo para el animal. Con todo, vuelvo a repetirlo, los Espíritus no
mediumnizamos directamente ni a los animales ni a la materia inerte.
Necesitamos siempre del concurso consciente
o inconsciente de un médium humano, porque nos hace falta la unión de
fluidos
similares, lo que no encontramos ni en los animales ni en la materia bruta.
”El
Sr. T... dice que magnetizó a su perro. ¿Qué resultado obtuvo? Lo mató, porque
el desventurado animal murió tras haber caído en una especie de atonía, de
languidez, consecuencia de la magnetización. En efecto, al impregnarlo de un fluido
tomado de una esencia superior a la esencia especial de su naturaleza de perro,
lo aniquiló, pues actuó sobre el animal a semejanza de un rayo, aunque más
lentamente. Por lo tanto, dado que no es posible ninguna asimilación entre nuestro
periespíritu y la envoltura fluídica de los animales propiamente dichos, los
aniquilaríamos en forma instantánea en caso de que los mediumnizáramos.
49 Véase, en la
“Biblia”, el libro de los Números, 22:22 a 35. (N. del T.)
”Sobre
esta base, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes
diversas; que en ellos se desarrollan ciertos sentimientos y ciertas pasiones,
idénticos a las pasiones y a los sentimientos humanos; que son sensibles y
agradecidos, o vengativos y agresivos, según se los trate bien o mal. Eso se debe
a que Dios, que no hizo nada incompleto, ha dado a los animales que son
compañeros o servidores del hombre cualidades de sociabilidad que faltan por
completo en los animales salvajes que habitan en las regiones despobladas. No
obstante, de ahí a que puedan servir de intermediarios para la transmisión del
pensamiento de los Espíritus, hay un abismo. Ese abismo radica en la diferencia
que hay entre sus naturalezas.
”Vosotros
sabéis que los Espíritus extraemos del cerebro del médium los elementos
necesarios para dar a nuestro pensamiento una forma que os resulte perceptible
y aprehensible.
Con
la ayuda de los recursos que posee, el médium traduce nuestro pensamiento al
lenguaje común. ¡Pues bien! ¿Qué elementos encontraríamos
en el cerebro de un animal? ¿Habría en él palabras, números, signos semejantes
a los que existen en el hombre, incluso en el menos inteligente? ‘Sin embargo
–alegaréis–, los animales comprenden el pensamiento del hombre, y hasta llegan
a adivinarlo.’ Así es, los animales adiestrados comprenden ciertos pensamientos, pero ¿los habéis visto alguna vez reproducirlos? No. Por
consiguiente, debéis concluir que los animales no nos pueden servir de
intérpretes.
”Para
resumir, los fenómenos mediúmnicos no pueden manifestarse sin
el concurso consciente o inconsciente de los médiums; y solamente entre los
encarnados –que son Espíritus como nosotros– podemos encontrar a los que pueden
servirnos de médiums. En cuanto a adiestrar perros, pájaros u otros animales,
para que realicen tales o cuales ejercicios, es un asunto vuestro, no de
nosotros .”
ERASTO
NOTA – En la Revista Espírita,
de septiembre de 1861, se encontrará la explicación detallada de un
procedimiento empleado por los adiestradores de pájaros sabios, con el fin de
hacer que estos extraigan de un mazo de cartas aquellas que se les solicitan.