Libro
de Los Médiums. Capítulo XXXI, #IX. Disertaciones espíritas, en su segunda edición,
verificado por Allan Kardec.
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Veamos
el extracto del Libro de Los Médiums en español y en francés:
Español>>>
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Ahora veamos en el idioma Francés, este contenido
traducido al Español.
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IX
“Vengo a ti, yo, tu salvador y tu juez. Vengo, como en otros tiempos,
hacia los hijos descarriados de Israel. Vengo a traer la verdad y a disipar
las tinieblas. Escuchadme. El espiritismo, como en el pasado lo hizo mi
palabra, debe recordar a los materialistas que por encima de ellos reina la
inmutable verdad: el Dios bondadoso, el Dios poderoso que hace que germinen
las plantas y se eleven las olas.
Yo revelé la doctrina divina. Como el segador, até en haces el bien
esparcido en la humanidad, y dije: “¡Venid a mí, todos los que sufrís!”. Pero
los hombres, ingratos, se desviaron del camino recto y amplio que conduce al
reino de mi Padre, y se han extraviado en los ásperos senderos de la
impiedad. Mi padre no quiere aniquilar a la raza humana; quiere que, ya no a
través de profetas y apóstoles, sino ayudándoos unos a otros, muertos y vivos
–es decir, muertos según la carne, porque la muerte no existe–, os socorráis,
y que la voz de aquellos que ya no viven en la Tierra se haga escuchar aún para
exclamar: “¡Orad y creed!” Porque la muerte es la resurrección, y la vida es
la prueba elegida, durante la cual las virtudes que hayáis cultivado habrán
de crecer y desarrollarse como el cedro.
Creed en las voces que os responden: son las almas de aquellos a
quienes evocáis. Muy rara vez me comunico. Mis amigos, los que estuvieron
presentes en mi vida y en mi muerte, son los intérpretes divinos de los
mandatos de mi Padre. Hombres débiles, que reconocéis el error de vuestras
oscuras inteligencias, no extingáis la antorcha que la clemencia divina
deposita en vuestras manos para iluminar vuestro camino y conduciros, como
niños perdidos, al regazo de vuestro Padre. En verdad os digo: creed en la
diversidad, en la multiplicidad de los Espíritus que os rodean. Estoy
embargado de compasión por vuestras miserias, por vuestra inmensa debilidad,
para no tender una mano caritativa a los infelices extraviados que, aunque
miren al Cielo, caen en el abismo del error. Creed, amad, comprended las
verdades que se os revelan. No mezcléis la cizaña con las buenas simientes,
ni los sistemas con las verdades.
¡Espíritas! Amaos, esta es la primera enseñanza. Instruíos, esta es
la segunda. Todas las verdades se encuentran en el cristianismo. Los errores
que se han arraigado en él son de origen humano. Y he aquí que desde más allá
de la tumba, a la que considerabais la nada, brotan voces que os advierten:
“¡Hermanos!
Nada perece. Jesucristo es el vencedor del mal, sed vosotros los vencedores
de la impiedad”.
OBSERVACIÓN – Esta comunicación, obtenida por uno de los mejores médiums
de la Sociedad Espírita de París, fue suscrita con un nombre que el respeto
no nos permite reproducir sino con la mayor reserva, tan importante sería el
insigne favor de su autenticidad, y porque en muchas ocasiones se ha abusado
de él en comunicaciones evidentemente apócrifas. Ese nombre es el de Jesús de Nazaret.
No dudamos en modo
alguno de que Él pueda manifestarse. Con todo, dado que los Espíritus
verdaderamente superiores sólo lo hacen en circunstancias excepcionales, la razón
nos inhibe de creer que el Espíritu puro por excelencia responda al llamado
del primero que se lo proponga. En todo caso, sería una profanación atribuirle
un lenguaje indigno de Él.
Sobre la base de estas consideraciones nos hemos abstenido siempre de
publicar algo que llevara ese nombre, y consideramos que nadie será en exceso
cuidadoso en lo atinente a publicaciones de este género, que sólo tienen
autenticidad para el amor propio, y cuyo menor inconveniente es proveer de
armas a los adversarios del espiritismo.
Como hemos dicho, cuanto más elevados en la jerarquía son los
Espíritus, con tanta mayor desconfianza deben ser acogidos sus nombres en las
comunicaciones. Sería preciso que alguien estuviera dotado de una enorme
dosis de orgullo para que se vanagloriase de tener el privilegio de
comunicarse con esos Espíritus, y que se considerase digno de conversar con
ellos, como si lo hiciera con sus iguales. En la comunicación precedente
reconocemos una sola cosa: la incontestable superioridad del lenguaje y de
las ideas. Dejamos que cada uno juzgue por sí mismo si Aquel cuyo nombre
lleva lo desaprobaría o no.35
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Esta nota fue añadida
por el Traductor, Gustavo N. Martinez
35 Compárese esta
comunicación con la que Allan Kardec transcribe en el Capítulo VI, § 5, de El
Evangelio según el espiritismo, Brasilia: CEI, 2009. (N. del T.)
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IX
Je viens, moi, ton Sauveur et ton juge; je viens, comme autrefois,
parmi les fils égarés d’lsraël; je viens appor ter la vérité et dissiper les
ténèbres. Écoutez-moi. Le spi—ritisme, comme autrefois ma parole, doit
rappeler aux matérialistes qu’au-dessus d’eux règne l’immuable vérité : Dieu
bon, le Dieu grand qui fait germer la plante et qui soulève les flots. J ‘ai
révélé la doctrine divine; j’ai, comme un moissonneur, lié en gerbes le bien
épars dans l’huma
nité, et j’ai dit: Venez à moi, vous tous qui
souffrez!
Mais les hommes ingrats se sont détournés de la voie
droite etlarge qui conduit au royaume de mon Père, et ils se sont égarés dans
les âpres sentiers de l’impiété. Mon Père ne veut pas anéantir la race
humaine; il veut, non plus par des prophètes, non plus par des apôtres, il
veut que vous aidant les uns les autres, morts et vivants, c’està—dire morts
selon la chair, car la mort n'existe pas, vous vous secouriez, et que la voix
de ceux qui ne sont plus se fasse entendre encore pour vous crier : Priez et
croyez! car la mort est la résurrection, et la vie, l’épreuve choisie pendant
laquelle vos vertus cultivées doivent grandir et se développer comme le
cèdre.
Croyez aux voix qui vous répondent : ce sont les
âmes elles-mêmes de ceux que vous évoquez. Je ne me com - munique que
rarement; mes amis, ceux qui ont assisté à ma vie et à ma mort sont les
interprètes divins des volontés
de mon Père.
Hommes faibles qui croyez à l’erreur de vos obscures
intelligences, n’éteignez pas le flambeau que la clémence divine place entre
vos mains pour éclairer votre route et vous ramener, enfants perdus, dans le
giron de votre Père.
Je vous le dis, en vérité, croyez à la diversité, à
la mul—tiplicité des Esprits qui vous entourent. Je suis trop touché de
compassion pour vos misères, pour votre immense faiblesse, pour ne pas tendre
une main secourable aux malheureux égarés qui, voyant le ciel, tombent dans l’abîme
de l’erreur. Croyez, aimez, comprenez les vérités qui vous sont révélées; ne
mêlez pas l’ivraie au bon grain, les systèmes aux vérités.
Spirites! aimez-vous, voilà le premier enseignement;
instruisez-vous, voilà le second. Toutes vérités se trouvent dans le
christianisme; les erreurs qui y ont pris
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Original Francés del Libro de Los médiums, Segunda edición revisada
por Allan Kardec.
Remarque. Cette communication, obtenue par un des meil—leurs médiums
de la société spirite de Paris, est signée d’un nom que le respect ne nous
permet de reproduire que sous toutes réserves, tant serait grande l’insigne
faveur de son authenticité, et parce qu’il en a été trop souvent abusé dans
des communica-tions évidemment apocryphes; ce nom est celui de Jésus de Nazareth.
Nous ne doutons nullement qu’il ne puisse se manifester; mais si les Esprits
vraiment supérieurs ne le font que dans des circonstances exceptionnelles, la raison nous
défend de croire que l’Esprit pur par excellence réponde à l’appel du premier
venu; il y aurait. dans tous les cas, profanation à lui attribuer un
langage indigne de lui.
C‘est par ces considérations que nous nous sommes toujours abstenu de
rien publier qui portât ce nom; et nous croyons qu’on ne saurait être trop
circonspect dans les publications de ce genre, qui n’ont d’authenticité que
pour l'amour-propre, et dont le moindre inconvénient est de fournir des armes
aux ad versaires du spiritisme.
Comme nous l’avons dit, plus les Esprits sont élevés dans la
hiérarchie, plus leur nom doit être accueilli avec défiance; il faudrait
être d0ué d’une bien grande dose d’orgueil pour se flat ter d’avoir le privilège
de leurs communications, et se croire digne de converser avec eux comme avec
ses égaux. Dans la
communication
ci-dcssus, nous ne constatons qu’une chose, c’est la supériorité
incontestable du langage et des pensées, laissant à chacun le soin de juger
si celui dont elle porte le nom ne la désavouerait pas.
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Nota de Frank Montañez:
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No
existe ninguna nota adicional de Allan Kardec, en este contenido original del
Francés.
·
Las letras negritas y
enfatizadas son de Frank Montañez. Pero todo texto italizado, pertenece al
original.
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La Génesis - Capítulo XV, Traducción de Gustavo N. Martinez,
Argentina
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Del Original francés,
Allan Kardec
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Superioridad de la naturaleza de Jesús
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OBSERVATIONS
PRÉLIMINAIRES.
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Los
milagros en el Evangelio
2.
Sin prejuzgar acerca de la naturaleza de Cristo, cuyo examen no está incluido
en el objeto de esta obra, y a partir de la hipótesis que lo considera apenas un
Espíritu superior, no podemos dejar de reconocer que Él es uno de
los Espíritus del orden más elevado, que por sus virtudes se encuentra muy
por encima de la humanidad terrestre.
A
consecuencia de los inmensos resultados que produjo, su encarnación en este
mundo ha sido, forzosamente, una de esas misiones que la Divinidad sólo
confía a sus mensajeros directos, para el cumplimiento de sus designios. En
el supuesto de que no fuera el propio Dios, sino un enviado de Dios, para
transmitir su palabra a los hombres, Jesús ha sido más que un profeta, porque
Él ha sido un Mesías divino.
Como
hombre, tenía el organismo de los seres carnales, pero como Espíritu puro, desprendido de la materia,
vivía más la vida espiritual que la vida corporal, cuyas debilidades no
padecía.
La Superioridad de Jesús con relación a los
hombres no era el resultado de las cualidades particulares de su cuerpo, sino
de las de su Espíritu, que dominaba a la materia de un modo absoluto, y de la cualidad de su periespíritu,
extraído de la parte más quintaesenciada de los fluidos terrestres. (Véase el
Capítulo XIV, § 9.)
Su
alma no se encontraba prisionera del cuerpo más que por los vínculos
estrictamente indispensables.
Constantemente
desprendida, ella le otorgaba la doble vista no sólo permanente,
sino de una penetración excepcional, muy superior a la que poseen los hombres
comunes. Lo mismo debía de darse en Él con relación a los fenómenos que
dependen de los fluidos periespirituales o psíquicos. La calidad de esos
fluidos le confería un inmenso poder magnético, secundado por el deseo incesante
de hacer el bien. ¿Actuaría como médium en las curaciones que
producía? ¿Se lo podría considerar un poderoso médium curativo? No, puesto que
el médium es un intermediario, un instrumento del que se sirven los Espíritus
desencarnados.
Ahora
bien, Cristo no precisaba asistencia; Él era quien asistía a los demás.
Obraba por sí mismo debido a su poder personal, como en ciertos casos pueden
hacerlo los encarnados, en la medida de sus fuerzas. Por otra parte, ¿qué Espíritu
osaría infundirle sus propios pensamientos y le encargaría transmitirlos? Si
acaso Él recibía algún influjo ajeno, este sólo podría provenir de Dios. Según la
definición dada por un Espíritu, Jesús era médium de Dios.
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LES
MIRACLES DE L'EVANGILE 331
2. — Sans rien
préjuger sur la nature du Christ, qu'il n'entre pas dans le cadre de cet
ouvrage d'examiner, en ne le considérant, par
hypothèse, que comme un Esprit supérieur, on ne peut s'empêcher de
reconnaître en lui un de ceux de l'ordre le plus élevé, et qu'il est placé
par ses vertus bien au-dessus de l'humanité terrestre.
Parles immenses
résultats qu'elle a produits, son incarnation en ce monde ne 'pouvait être
qu'une de ces missions qui ne sont confiées qu'aux messagers directs de la
Divinité pour l'accomplissement de ses desseins. En supposant qu'il ne fût
pas Dieu lui-même, mais un envoyé de Dieu
pour transmettre
sa parole, il serait plus qu'un prophète, car il serait un Messie divin. Comme homme, il avait
l'organisation des êtres char
nels ; mais comme
Esprit pur, détaché de la matière, il
devait vivre de la vie spirituelle plus que de la vie corpo relle, dont il
n'avait point les faiblesses.
Sa supériorité sur
les hommes ne tenait point aux qualités particulières de son corps, mais à
celles de son Esprit, qui dominait la matière d'une manière absolue, et à
celle de son périsprit puisé dans la partie la plus quintessenciée des
fluides terrestres. (Chap.XIV, n° 9).
Son âme ne devait
tenir au corps que par les liens strictement indispensables; con stamment
dégagée, elle devait lui donner une double vue non-seulement permanente, mais
d'une pénétration ex
ceptionnelle et bien autrement supérieure à
dium guérisseur? Non ; car le médium est un intermé diaire, un
instrument dont se servent les Esprits désin
carnés.
Or
forces. Quel
Esprit d'ailleurs eût osé lui insuffler ses propres pensées et le charger de
les transmettre? S'il re cevait un
influx étranger, ce ne pouvait être que de Dieu; selon la définition donnée par un Esprit, il était
médium
de Dieu.
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Nota de Frank: “Jesús era un Espíritu Superior,
con una Misión Divina, y Dios solo se comunica con Espíritus Puros y
Perfectos, que ya no están encarnados, sin embargo, lo que Dios hace, bien
hecho está (Este último comentario surgió de otro espíritu, pero yo acepto
como bueno pues Dios obra como quiere (Ítem 394, Libro de Los Espíritus)
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