Los Espíritus se unen por afinidad Espiritual, si tú estas incorporando Espíritus, es porque tú no estas moralizado aún, porque sólo incorporan los Espíritus inferiores, en Médiums que son Naturales, no moralizados aún.
“S o y . E s p í r i t a”: Afinidad de Los Espíritus : Espíritus EVOLUCIONADOS en el Espiritismo, está bien definidos, y los evaluamos con el tema de la Identidad de los Espíritus en Libro de Los Médiums, las Mistificaciones y la Escala Espírita.
Los siguientes Ítems nos ilustran este tema de cómo distinguir si los Espíritus son afines, si son Evolucionados o no lo son.
Veamos el libro de Los Médiums ; Ítems 255 al 265, 268.1, 268.5, 303.3 y 303.4, y la "Escala Espírita" en el Libro de Los Espíritus Ítems 100 al 113.
http://soyespirita.blogspot.com/2019/03/ley-de-afinidad-de-los-espiritus-libro.html
Los Espiritistas que incorporan Espíritus, son afines con los Malos Espíritus, porque los Espíritus sólo se unen por afinidad Espiritual, y eso ocurre cuando se incorporan malos Espíritus.
“DIGA NO A LA INCORPORACIÓN de Espíritus Manifestados espontáneamente que siempre son Impuros e Imperfectos. Por ley de afinidad espiritual los Espíritus inferiores e impuros buscan a Médiums que no están Moralizados aún y que pueden incorporar sin permiso del Médium, convirtiendo al Médium involuntario o Natural, su presa fácil y los convierten en Médiums en Trance o Inconscientes. Esto es en contra de las enseñanzas del Espiritismo. Que también está en contra de las manifestaciones Espontaneas que el Libro de Los Médiums, artículo #269 explica.
La Mediúmnidad de Incorporación no tiene nada que ver con la Psicofonía o el Médium Parlante, es un hecho que no existe en el Espiritismo. Todo Espíritu que quiere comunicarse lo hace por la mente, y por Ley Natural, podrá utilizar los órganos físicos del médium que quiere incorporar, Sólo con el permiso del Espíritu Encarnado. Y se podrá comunicar sin necesidad de la incorporación, todo con el permiso del Espíritu encarnado, es decir que si un Espíritu que se manifiesta espontáneamente decide incorporar lo hace por afinidad ESPIRITUAL, es decir que el Médium que incorpora a Espíritus sufrientes , imperfectos e impuros que se manifiestan espontáneamente. Esa afinidad espiritual indica que el Médium Natural no está Moralizado y está al mismo nivel que el Espíritu intruso, que irrumpe y que no es dueño del cuerpo físico. Entonces si se da la incorporación por ley de afinidad espiritual es que se sabe que el Médium Natural no está moralizado. Por eso los Espíritus advirtieron que se tenían que convertir a Médiums Naturales en Médiums Facultativos ya Moralizados lo antes posible, pero ninguna casa Espirita que practica estas actividades, no les importa la Moral Espirita que es lo que neutraliza al Espíritu que quiere incorporar. Es una irresponsabilidad. Ignorantes espirituales.
Todo este Misticismo es culpa de los Espiritualistas y producto de no haberse interpretado los artículos #159 al #162, del Libro de Los Médiums, que es donde se define lo que es un Médium Natural y lo que es unMédium Facultativo. Más claro no canta un gallo.
Los Espíritus ⚠ advirtieron que era peligroso que el Médium Natural, que al caer en trance, no puede defenderse de los los malos Espíritus. Es que se recomienda que se conviertan en Médiums Facultativos los Médiums Naturales lo antes posible. (Libro de Los Médiums, Artículo #162).
Reitero nuevamente: Espíritus Ligeros, son los Espíritus Malignos que tratan de comunicarse, y lo hacen a través de la incorporación en Médiums Naturales.
El Espiritismo es coherente, es lógico y de puro razonamiento, los Médiums Naturales no son Espiritistas Verdaderos, son Espíritus encarnados Inferiores que deben ser Moralizados y concertidos en Médiums Facultativos, moralizados, que no caen en trance, y exigen a esos Espíritus inferiores que no son juguete de ellos. Si usted asiste a lugares donde se practica la incorporación de Espíritus, CORRA POR SU VIDA, y evite que Espíritus Obsesores le ocasionen daño con Obsesiones Subyugantes. El libro de los Médiums dice en el ítem 268.13ª ¿Cuando un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace siempre con una intención malévola? "No, si es un Espíritu ligero, se divierte mixtificando y no tiene otro objeto."
Entonces, veamos la definición de Espíritus Ligeros, en la Escala Espírita del libro de Los Espíritus, son Espíritus inferiores.
Libro de los Espíritus : Escala Espírita
103. Novena clase. ESPÍRITUS LIGEROS. Son ignorantes, malignos, inconsecuentes yburlones, y en todo se entrometen, y responden a todo sin cuidarse de la verdad. Secomplacen en ocasionar pequeños pesares y alegrías, en chismear, en inducir maliciosamenteen error por medio de engaños y en hacer travesurillas. A esta clase pertenecen los espíritusllamados vulgarmente duendes, trasgos, gnomos y diablillos, todos los cuales dependen de
los espíritus superiores, que frecuentemente les ocupan, como nosotros a nuestros criados.En las comunicaciones con los hombres, su lenguaje es a veces Ingenioso, y chistoso,pero casi siempre superficial, y aprovechan las extravagancias y las ridiculeces que exponenen frases mordaces y satíricas. Cuando usurpan algún nombre, lo hacen más por malicia quepor perversidad.
104. Octava clase. ESPÍRITUS DE FALSA INSTRUCCIÓN. (Falsos sabios.) Tienen
conocimientos bastantes vastos; pero creen saber más de lo que realmente saben. Habiendoprogresado algo en diversos sentidos, su lenguaje tiene cierto carácter grave que puedeengañar acerca de su capacidad y ciencia; pero no pasa de ser, con frecuencia, reflejo de las
preocupaciones y de las ideas sistemáticas de la vida terrestre, una mezcla de verdades yerrores absurdos, a cuyo través se descubren la presunción, el orgullo, los celos y la terquedadde que no han podido emanciparse.
105. Séptima clase. ESPÍRITUS NEUTROS. No son ni bastante buenos para practicar elbien, ni bastante malos para hacer el mal; se inclinan igualmente al uno y al otro, y no sesobreponen a la condición vulgar de la humanidad, ni moral ni intelectualmente. Tienenapego a las cosas de este mundo, cuyas alegrías groseras echan de menos.
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El Espiritismo es coherente, es lógico y de puro razonamiento, los Médiums Naturales no son Espiritistas Verdaderos, son Espíritus encarnados Inferiores que deben ser Moralizados y concertidos en Médiums Facultativos, moralizados, que no caen en trance, y exigen a esos Espíritus inferiores que no son juguete de ellos. Si usted asiste a lugares donde se practica la incorporación de Espíritus, CORRA POR SU VIDA, y evite que Espíritus Obsesores le ocasionen daño con Obsesiones Subyugantes. El libro de los Médiums dice en el ítem 268.13ª ¿Cuando un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace siempre con una intención malévola? "No, si es un Espíritu ligero, se divierte mixtificando y no tiene otro objeto."
Espíritus Ligeros, son Espíritus inferiores.
Libro de los Espíritus : Escala Espírita
103. Novena clase. ESPÍRITUS LIGEROS. Son ignorantes, malignos, inconsecuentes yburlones, y en todo se entrometen, y responden a todo sin cuidarse de la verdad. Secomplacen en ocasionar pequeños pesares y alegrías, en chismear, en inducir maliciosamenteen error por medio de engaños y en hacer travesurillas. A esta clase pertenecen los espíritusllamados vulgarmente duendes, trasgos, gnomos y diablillos, todos los cuales dependen de
los espíritus superiores, que frecuentemente les ocupan, como nosotros a nuestros criados.En las comunicaciones con los hombres, su lenguaje es a veces Ingenioso, y chistoso,pero casi siempre superficial, y aprovechan las extravagancias y las ridiculeces que exponenen frases mordaces y satíricas. Cuando usurpan algún nombre, lo hacen más por malicia quepor perversidad.
104. Octava clase. ESPÍRITUS DE FALSA INSTRUCCIÓN. (Falsos sabios.) Tienen
conocimientos bastantes vastos; pero creen saber más de lo que realmente saben. Habiendoprogresado algo en diversos sentidos, su lenguaje tiene cierto carácter grave que puedeengañar acerca de su capacidad y ciencia; pero no pasa de ser, con frecuencia, reflejo de las
preocupaciones y de las ideas sistemáticas de la vida terrestre, una mezcla de verdades yerrores absurdos, a cuyo través se descubren la presunción, el orgullo, los celos y la terquedadde que no han podido emanciparse.
105. Séptima clase. ESPÍRITUS NEUTROS. No son ni bastante buenos para practicar elbien, ni bastante malos para hacer el mal; se inclinan igualmente al uno y al otro, y no sesobreponen a la condición vulgar de la humanidad, ni moral ni intelectualmente. Tienenapego a las cosas de este mundo, cuyas alegrías groseras echan de menos.
“S o y . E s p í r i t a”: Incorporación de Espíritus NO ES UNA CAPACIDAD MEDIÚMNICA, porque sólo Médiums no moralizados o Médiums Naturales son los que se prestan para esa actividad no avalada por el Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo, que es el Espiritismo Verdadero. Si fuera una capacidad Mediúmnica avalada por el Espiritismo, tanto Espíritus o Médiums Facultativos buenos, como los Médiums Naturales o inferiores podrían practica esa Mediumnidad sin problemas, pero los Médiums Facultativos no incorporan Espíritus. Es en sí una práctica estúpida, pues los Médiums que incorporan Espíritus, lo hacen sólo con malos Espíritus inferiores. Para poder dominar un Espíritu de Orden inferior, el Médium Natural o que cae en “Trance” deberá ser convertido en Médium Facultativo lo antes posible, para evitar caer en trance, donde no se puede defender de ese mal Espíritu. Sólo incorporan Espíritus, Médiums que no están Moralizados. Es decir, los Médiums NATURALES, no moralizados son Espíritus inferiores SIEMPRE.
https://soyespirita.blogspot.com/2014/10/para-poder-dominar-un-espiritu-de-orden.html?
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Eso quiere decir que no se puede perder tiempo, debe convertirse tan pronto un Médium Natural que cae en trance la primera vez. Pero no se hace así. Los directores de estos Centros son los primeros que andan diciendo que para desarrollar la mediúmnidad se tienen que pasar Espíritus. Charlatanes irresponsables. La comunicación con los Espíritus es siempre por la Mente, no se necesita permitir que un Espíritu Ligero se introduzca en tu cuerpo. Y eso ocurre si no estás moralizado y estás al mismo nivel de inferioridad que el Espíritu manifestado espontáneamente.
He tenido ejemplos, innumerables que luego que el Médium se adquiere una Obsesión de estos malos Espíritus se declaran que no son responsables, si son responsables de las obsesiones que se den en sus casas Espíritas. Lo único que quieren hacer es recibir regalías de Nosso Lar y libros que logren vender de Chico Xavier, Divaldo Pereira Franco y las Federaciones a los que están agremiados. No son Espiritistas Verdaderos los que promueven la incorporación de Espíritus.
He tenido ejemplos, innumerables que luego que el Médium se adquiere una Obsesión de estos malos Espíritus se declaran que no son responsables, si son responsables de las obsesiones que se den en sus casas Espíritas. Lo único que quieren hacer es recibir regalías de Nosso Lar y libros que logren vender de Chico Xavier, Divaldo Pereira Franco y las Federaciones a los que están agremiados. No son Espiritistas Verdaderos los que promueven la incorporación de Espíritus.
Toda esta ignorancia Espiritual, es promovida por las grandes Federaciones del Espiritismo. Es y ha sido un flaco servicio al Espiritismo. Pues los Espiritualistas no son Espiritistas Verdaderos. Ellos en realidad han percibido siempre que el Espiritismo es para dar lugar a las manifestaciones Espontáneas de Espíritus a través de incorporaciones. Y nunca entendieron que el Espiritismo no acepta las manifestaciones Espontaneas de Espíritus. Manifestaciones espontáneas son prohibidas en el Espiritismo y en las actividades Mediúmnicas.
Existen diferentes opiniones en el Espiritismo con relación a la Incorporación de Espíritus de Orden Inferior. La mayoría de los Espiritistas Mediums, son Mediums "Naturales", que son inconscientes o caen en el llamado "Trance".
Pero no existe la mediumnidad de Incorporación en el Espiritismo. Dicho se de paso, el Libro de Los Médium recomienda que un Médium natural sea convertido lo antes posible en un Médium facultativo. veamos las definiciones
Médiums que caen en “Trance” = Inconscientes
Médiums naturales o inconscientes – Los que producen los fenómenos espontáneamente, sin ninguna participación de su voluntad y, la mayoría de las veces, sin que lo sepan. (§ 161.)
Médiums que no caen en “Trance”= Consientes
Médiums facultativos o voluntarios – Los que tienen el poder de provocar los fenómenos por obra de su voluntad. (§ 160.)
“Por más firme que sea esa voluntad, ellos no pueden hacer nada si los Espíritus se rehúsan, lo que prueba la intervención de un poder extraño.”
lnvoluntarios o naturales son aquellos cuya influencia se ejerce sin que ellos lo sepan. No tienen conciencia de su poder y, a menudo, lo que sucede de anormal alrededor suyo no les parece en modo alguno extraordinario, pues forma parte de ellos mismos, como en el caso de las personas dotadas de doble vista, que ni siquiera lo sospechan. Esos sujetos son muy dignos de observación, y no debemos dejar de reunir y estudiar los hechos de esa clase que lleguen a nuestro conocimiento. Se manifiesta a cualquier edad, y muchas veces en niños pequeños. (Véase el capítulo V, “Manifestaciones Espontaneas de Espíritus.”.)
Esta facultad no constituye, de por sí, el indicio de un estado patológico, ya que no es incompatible con una salud perfecta. Si aquel que la posee está enfermo, eso se debe a una causa ajena a la Mediúmnidad. Por eso los recursos terapéuticos empleados son impotentes para hacerla desaparecer. En algunos casos, puede surgir después de una cierta debilidad orgánica, pero esta nunca es su causa eficiente. No existe, por lo tanto, desde el punto de vista de la salud, ninguna razón para inquietarnos.
La Mediúmnidad sólo podría causar algún problema si el sujeto que la posee abusara de ella después de haberse convertido en médium facultativo, porque en ese caso podría haber una emisión demasiado abundante de fluido vital, con el consecuente debilitamiento del organismo.
162. La razón se revela ante la imagen de las torturas morales y corporales a que la ciencia ha sometido a veces a personas débiles y delicadas, con el fin de asegurarse de que no existía engaño de parte de ellas. Esas experimentaciones, hechas con mala intención la mayoría de las veces, son siempre perjudiciales para las organizaciones sensitivas, e incluso pueden ocasionar graves desordenes en la economía orgánica. Realizar semejantes pruebas es jugar con la vida. El observador de buena fe no necesita emplear esos medios. Aquel que está familiarizado con fenómenos de esa especie sabe, además, que corresponden al orden moral más que al físico, y que sería inútil buscar su solución en nuestras ciencias exactas.
Precisamente porque esos fenómenos son de orden moral, se debe evitar con un cuidado no menos escrupuloso todo lo que pueda sobrexcitar la imaginación. Como se sabe, el miedo puede ocasionar muchos accidentes, de modo que se cometerían menos imprudencias si se conocieran todos los casos de locura y epilepsia cuyo origen se encuentra en las leyendas de lobisones y de cucos. ¿Qué sucedería, pues, si las personas fueran convencidas de que detrás de esos fenómenos está el diablo? Quienes propagan semejantes ideas no saben la responsabilidad que asumen, pues pueden matar. Ahora bien, el peligro no existe sólo para el sujeto, sino también para los que lo rodean, que pueden quedar aterrorizados al pensar que la casa donde viven se ha convertido en una guarida de demonios. Esta creencia funesta fue la que causó tantos actos de atrocidad en los tiempos de ignorancia. Con todo, si los responsables de esos actos hubiesen tenido un poco más de discernimiento, deberían haber pensado que, por más que quemaran los cuerpos supuestamente poseídos por el diablo, no podrían quemar al propio diablo. Si lo que querían era librarse de él, a él debían dar muerte. La doctrina espírita, al ilustrarnos acerca de la verdadera causa de los fenómenos mediúmnico, le dio al diablo el golpe de gracia. Así pues, lejos de estimular aquella creencia, todas las personas –y este es un deber moral y humanitario– deben combatirla, dondequiera que exista.
Lo que se debe hacer cuando una facultad de esa naturaleza se desarrolla espontáneamente en un individuo, es dejar que el fenómeno siga su curso natural: la naturaleza es más prudente que los hombres. Por otra parte, la Providencia tiene sus planes, y el más humilde de los seres puede servir de instrumento a los designios más importantes. No obstante, debemos convenir en que algunas veces ese fenómeno asume proporciones agobiantes e inoportunas para todo el mundo.� Veamos el modo como hay que proceder en todos los casos. En el capítulo V, “Manifestaciones Físicas Espontáneas”, ya dimos algunos consejos al respecto, y hemos manifestado la necesidad de entrar en comunicación con el Espíritu, para saber lo que desea. El siguiente método también se basa en la observación.
Ítem #162
Los Seres invisibles que revelan su presencia por medio de efectos sensibles son, por lo general, Espíritus de orden inferior, que pueden ser dominados mediante el ascendiente moral. Ese ascendiente es el que debemos tratar de adquirir.
Para lograrlo, es necesario hacer que el sujeto pase del estado de médium natural al de médium facultativo. Se produce, entonces, un efecto análogo al que se observa en el sonambulismo.
Como se sabe, el sonambulismo natural cesa generalmente cuando es sustituido por el sonambulismo magnético. No se interrumpe la facultad que permite al alma emanciparse, sino que se le da otro curso. Lo mismo sucede con la facultad Mediúmnica. Con ese fin, en vez de obstaculizar los fenómenos –lo que raramente se consigue y que no siempre está exento de peligro–, es preciso estimular al médium a que los produzca según su voluntad, imponiéndose al Espíritu. De ese modo, el médium llega a someterlo, haciendo de ese dominador, a veces tiránico, un ser subordinado y a menudo muy dócil. Un hecho digno de nota, confirmado por la experiencia, es que en ese caso un niño tiene tanta autoridad como un adulto, y a veces más que este. Esa es otra prueba a favor de un punto fundamental de la doctrina espírita: el Espíritu sólo es niño a causa de su cuerpo, y posee un desarrollo necesariamente anterior a su encarnación actual, desarrollo que le puede dar ascendiente sobre los Espíritus que son inferiores a él.
Ítem #162 al final
“La moralización del Espíritu a través de los consejos de una tercera persona influyente y experimentada, en caso de que el médium no se encuentre en condiciones de hacerlo, constituye a menudo un recurso muy eficaz. Más adelante volveremos a tratar este asunto.”
6. Médiums sonámbulos
172. El sonambulismo puede ser considerado una variedad de la facultad Mediúmnica; o mejor dicho, ambos órdenes de fenómenos se encuentran juntos con mucha frecuencia. El sonámbulo actúa bajo la influencia de su propio Espíritu. Su alma, en los momentos de emancipación, ve, oye y percibe más allá de los límites de los sentidos. El sonámbulo extrae de sí mismo lo que expresa.
Asimismo, conviene interrumpir toda comunicación escrita tan pronto como se compruebe que procede de un Espíritu malo que no quiere entrar en razón, a fin de no darle el placer de que lo escuchen. En ciertos casos, puede incluso ser conveniente que el médium deje de escribir durante algún tiempo, lo que se determinará de acuerdo con las circunstancias. No obstante, si bien el médium escribiente puede evitar esas conversaciones absteniéndose de escribir, no sucede lo mismo con el médium auditivo, a quien el Espíritu obsesor persigue, a veces, a cada instante, con sus expresiones groseras y obscenas, y que ni siquiera dispone del recurso de taparse los oídos. Por lo demás, es preciso reconocer que algunas personas se divierten con el lenguaje vulgar de esa clase de Espíritus, a los que alientan y provocan al celebrar sus tonterías, en vez de imponerles silencio y moralizarlos. Nuestros consejos no pueden aplicarse a los que quieren ahogarse.
250. Por consiguiente, sólo habrá disgustos, pero no peligro, para los médiums que no se dejen seducir, porque no podrán ser engañados. Muy diferente es lo que ocurre con la fascinación, porque en ese caso el dominio que adquiere el Espíritu sobre aquel de quien se ha apoderado no tiene límites. Lo único que se puede hacer con la víctima es tratar de convencerla de que está siendo engañada, para reducir su obsesión al nivel de la obsesión simple. No obstante, eso no siempre es fácil, y en algunas ocasiones resulta imposible. El ascendiente del Espíritu puede ser de tal intensidad, que este logra que el fascinado se vuelva reacio a todo tipo de razonamiento. Y si incurre en alguna burda herejía científica, puede incluso hacer que la víctima dude de la verdadera ciencia. Como ya hemos dicho, el médium fascinado suele recibir con desagrado los consejos que se le brindan. La crítica lo molesta, lo irrita y le hace tomar aversión a las personas que no comparten su admiración por el Espíritu que lo asiste. Sospechar de ese Espíritu le resulta poco menos que una profanación, y esa reacción es la que el obsesor incita, pues desea que todos se inclinen ante su palabra. Uno de ellos ejercía sobre una persona de nuestro conocimiento una fascinación extraordinaria. Lo evocamos, y después de algunas fanfarronadas, al comprender que no conseguía engañarnos en cuanto a su identidad, acabó confesando que no era aquel cuyo nombre usurpaba. Se le preguntó por qué seducía de tal modo a esa persona, y respondió con estas palabras, que revelan claramente el carácter de esta clase de Espíritus: Yo buscaba un hombre al que pudiera manejar. Lo encontré y con él me quedaré. Le dijimos que, si lográbamos que esa persona viera claro, ella lo expulsaría. A lo que respondió: ¡Ya lo veremos! Como no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, cuando se reconoce la inutilidad de todas las tentativas para abrir los ojos al fascinado, lo mejor que se puede hacer es dejarlo con sus ilusiones. No es posible curar a un enfermo que se obstina en conservar su enfermedad, y en ella se complace.
251. La subyugación corporal consume en muchos casos la energía que el obseso necesita para dominar al Espíritu malo. Por eso hace falta la intervención de otra persona, que actúe mediante el magnetismo, o bien con la fuerza de su propia voluntad. Si el obseso no colabora, esa persona deberá tener ascendiente sobre el Espíritu. No obstante, como ese ascendiente sólo puede ser moral, no podrá ser ejercido más que por un ser moralmente superior al Espíritu, y su poder será tanto mayor cuanto mayor sea su superioridad moral, en cuyo caso se impondrá al Espíritu, que se verá forzado a rendirse ante él. Por esa razón Jesús tenía tan extraordinario poder para expulsar a los que en aquella época recibían el nombre de demonios, es decir, a los Espíritus malos obsesores. Aquí sólo podemos ofrecer consejos de carácter general, ya que no existe ningún procedimiento material y, sobre todo, ninguna fórmula o palabra sacramental que tenga poder para expul sar a los Espíritus obsesores. Algunas veces, lo que falta al obseso es suficiente fuerza fluídica. En ese caso, la acción magnética de un buen magnetizador puede ser de gran ayuda. Por lo demás, siempre es conveniente que el obseso busque, a través de un médium seguro 30, los consejos de un Espíritu superior o de su ángel de la guarda.
252. Las imperfecciones morales del obseso constituyen, en muchas ocasiones, un obstáculo para su liberación. Veamos a continuación un ejemplo notable que puede resultar instructivo para todos: Hacía varios años que unas hermanas eran víctimas de vejaciones muy desagradables. Sus vestidos eran habitualmente dispersados por todos los rincones de la casa e incluso en los techos.
Aparecían cortados, rasgados y perforados, por más cuidado que pusieran en guardarlos bajo llave. Esas damas, confinadas en una pequeña localidad alejada de la capital, nunca habían oído hablar del espiritismo. La primera idea que se les ocurrió fue, naturalmente, que eran objeto de bromas de mal gusto. No obstante, la persistencia de esos actos, además de las precauciones que adoptaban para evitarlos, alejó de ellas esa suposición. Mucho tiempo después, a raíz de algunas sugerencias recibidas, pensaron que debían dirigirse a nosotros para averiguar la causa de aquellos perjuicios y, en lo posible, la manera de remediarlos. Sobre la causa no había dudas; en cuanto al remedio, era más difícil. El Espíritu que se ponía de manifiesto por medio de esos actos era, evidentemente, malévolo. Al evocarlo, se mostró de gran perversidad e inaccesible a los buenos sentimientos, aunque dio la impresión de que la oración ejercía sobre él una influencia saludable. Con todo, al cabo de un período de tregua, se reanudaron las vejaciones. Veamos el consejo que al respecto nos dio un Espíritu superior:“Lo mejor que esas señoras pueden hacer es rogar a sus Espíritus protectores que no las abandonen. No puedo darles un consejo más apropiado que proponerles que desciendan hasta el fondo de sus conciencias para confesarse a sí mismas, mediante un examen, si siempre han practicado el amor al prójimo y la caridad. No me refiero a la caridad que consiste en dar y distribuir, sino a la caridad de la lengua, porque lamentablemente esas señoras no saben frenar las suyas, ni demuestran mediante actos piadosos el deseo de liberarse de aquel que las atormenta. Son demasiado afectas a hablar mal del prójimo, y el Espíritu que las obsesiona busca su resarcimiento, pues en vida fue el blanco de las burlas a que ellas lo sometieron. Sólo deben buscar en sus recuerdos, y pronto descubrirán de quién se trata. “No obstante, si consiguen mejorarse, sus ángeles de la guarda se les acercarán, y su sola presencia bastará para expulsar al Espíritu malévolo. Él se ha apegado a una de ellas en particular, pues a consecuencia de sus actos reprensibles y malos pensamientos, su ángel de la guarda debió alejarse. Lo que ellas necesitan es hacer fervientes oraciones por los que sufren y, en especial, ejercitar las virtudes que Dios impone a cada persona, de acuerdo con su condición.” Como alegamos que esas palabras nos parecían un tanto severas, y que tal vez conviniera suavizarlas al transmitirlas, el Espíritu
agregó:
“Debo decir lo que digo, y del modo en que lo digo, porque las personas en cuestión tienen el hábito de suponer que no hacen daño alguno con la lengua, cuando en realidad lo hacen, y mucho. Por esa razón debemos impresionarlas, a fin de que sea para ellas una seria advertencia.” De esto se desprende una enseñanza muy importante: las imperfecciones morales dan motivo a los Espíritus obsesores, y
el medio más seguro de liberarnos de ellos consiste en atraer a los Espíritus buenos mediante la práctica del bien. Sin duda, los Espíritus buenos tienen más poder que los malos, y basta con su voluntad para alejar a estos últimos. No obstante, los buenos sólo asisten a quienes los ayudan mediante los esfuerzos que hacen para mejorar. De lo contrario, se apartan y dejan el terreno libre a los Espíritus malos, que de ese modo se convierten, en ocasiones, en instrumentos de castigo, dado que los buenos les permiten actuar con ese propósito.
253. Por otra parte, no debemos atribuir a la acción directa de los Espíritus todas las contrariedades que experimentamos, pues estas son a menudo la consecuencia de la desidia o de la imprevisión. Cierto día un labrador nos escribió una carta diciendo que en los últimos doce años le habían ocurrido todo tipo de desgracias con sus animales: a veces se morían las vacas, o dejaban de producir leche; otras veces se morían los caballos, los carneros o los cerdos. Había rezado muchas novenas que no remediaron sus problemas, y tampoco obtuvo nada con las misas que hizo celebrar, ni con los exorcismos que ordenó practicar. Entonces, conforme a la creencia supersticiosa que era común en el campo, quedó convencido de que habían hechizado a sus animales. Supuso, sin duda, que estábamos dotados de algún poder para exorcizar, y que ese poder era mayor que el del cura de su aldea, razón por la cual pidió nuestra opinión. Veamos la respuesta que nos dieron los Espíritus:
“La mortalidad o las enfermedades de los animales de ese hombre se deben a que sus corrales están infectados, y él no resuelve ese problema porque cuesta dinero”.
254. Concluiremos este capítulo con las respuestas que los Espíritus dieron a nuestras preguntas, y que vienen a corroborar lo
que hemos expresado:
1. ¿Por qué algunos médiums no consiguen liberarse de los Espíritus malos que se apegan a ellos? Por otra parte, ¿a qué se debe que los Espíritus buenos, a quienes esos médiums llaman, no sean lo bastante poderosos para alejar a los otros y comunicarse directamente?
“No se trata de que al Espíritu bueno le falte poder. Sucede que, por lo general, el médium no tiene suficiente fuerza para ayudarlo. La naturaleza del médium se presta mejor a ciertas relaciones, y su fluido se identifica más con un Espíritu que con otro. Eso es lo que confiere tan amplio dominio a los Espíritus que quieren engañarlo.”2. Sin embargo, nos parece que hay personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, que a pesar de eso se ven impedidas de comunicarse con los Espíritus buenos.
“Se trata de una prueba. Además, ¿quién podría garantizaros que su corazón no está manchado con algo de mal, o que su orgullo no se oculta tras una apariencia de bondad? Esas pruebas, al mostrar al obseso su debilidad, deben hacer que se encamine hacia la humildad.”
“¿Acaso hay alguien, en la Tierra, que pueda considerarse perfecto? El que tiene todas las apariencias de la virtud puede tener también muchos defectos ocultos, un antiguo fermento de imperfección. Así, por ejemplo, vosotros decís que aquel que no hace daño y es leal en sus relaciones sociales es un hombre bueno y digno. Pero ¿sabéis si sus cualidades buenas no están empañadas por el orgullo? ¿Sabéis si no hay en él un trasfondo de egoísmo? ¿Sabéis si no es avaro, celoso, rencoroso, malediciente y otras mil cosas que no percibís, porque vuestras relaciones con él no os han permitido descubrirlas? El medio más efectivo para combatir la influencia de los Espíritus malos consiste en acercarse todo lo posible a la naturaleza de los buenos.”3. La obsesión que impide a un médium obtener las comunicaciones que desea, ¿es siempre un signo de indignidad de su parte?
“No he dicho que se trate de un signo de indignidad, sino que puede haber algún obstáculo que se oponga a determinadas comunicaciones. El médium debe, pues, remover el obstáculo que se encuentra en sí mismo. Si no lo hace, sus plegarias y sus súplicas de nada le valdrán. No basta con que un enfermo le diga a su médico: ‘Devuélvame la salud, pues quiero estar sano’. El médico no podrá hacer nada si el enfermo no hace lo que le corresponde.”4. Así pues, la imposibilidad de comunicarse con determinados Espíritus, ¿constituiría una especie de castigo?
“En determinados casos puede constituir un verdadero castigo, así como la posibilidad de comunicarse con ellos es una recompensa que debéis esforzaros por merecer.” (Véase “Pérdida y suspensión de la mediumnidad”, § 220.)5. ¿No se puede también combatir la influencia de los Espíritus malos mediante su moralización?
“Sí, pero eso nunca se hace, a pesar de que no hay que dejar de hacerlo, porque en muchas ocasiones constituye una tarea que se os ha confiado, y que debéis cumplir de manera caritativa y con religiosidad. Por medio de sabios consejos se puede inducir a los Espíritus malos al arrepentimiento, a fin de acelerar su progreso.”
[5a] – En ese caso, ¿cómo puede un hombre ejercer más influencia que los propios Espíritus?
“Los Espíritus perversos se acercan a los hombres, a quienes tratan de atormentar, antes que a los otros Espíritus, de los cuales se alejan todo lo posible. En esa aproximación a los humanos, cuando encuentran a alguien que los moraliza, al principio no lo escuchan, e incluso se burlan de él. Posteriormente, si este sabe interesarlos, terminan por dejarse impresionar. Los Espíritus elevados sólo pueden hablarles en nombre de Dios, y eso los espanta. Es evidente que el hombre no tiene más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica mejor con la naturaleza de los Espíritus inferiores, y cuando él comprueba el influjo que puede ejercer sobre ellos, comprende mejor la solidaridad que existe entre el Cielo y la Tierra.
“Además, el influjo que el hombre puede ejercer sobre los Espíritus guarda relación con su superioridad moral. Él no domina a los Espíritus superiores, ni siquiera a los que, sin ser superiores, son buenos y benévolos, pero sí puede dominar a los Espíritus que son inferiores a él en moralidad.” (Véase el § 279.)6. La subyugación corporal, llevada a cierto grado, ¿puede causar la locura?
“Sí, una especie de locura cuya causa el mundo no conoce, pero que no tiene relación con la locura común. Entre aquellos a quienes se considera locos, muchos son apenas subyugados. Les haría falta un tratamiento moral, porque con los tratamientos corporales se los vuelve realmente locos. Cuando los médicos conozcan bien el espiritismo, sabrán hacer esa distinción y curarán más enfermos que con las duchas.” (Véase el § 221.)7. ¿Qué debemos pensar de los que, viendo algún peligro en el espiritismo, creen que el medio de evitarlo sería prohibir las comunicaciones espíritas?
“Si bien pueden prohibir a ciertas personas que se comuniquen con los Espíritus, no pueden impedir que esas mismas personas reciban manifestaciones espontáneas, dado que no les resultar posible suprimir a los Espíritus, ni impedir que ejerzan su influencia oculta. Actúan como esos niños que cierran los ojos y por eso creen que nadie los ve. Sería una locura pretender suprimir un fenómeno que ofrece grandes ventajas, sólo porque algunos imprudentes pueden abusar de él. El medio de prevenir esos inconvenientes consiste, por el contrario, en hacer que ese fenómeno se conozca en profundidad.”
Acerca
de los médiums
•
Médiums de efectos físicos. • Personas eléctricas. • Médiums sensitivos
o impresionables. • Médiums auditivos. • Médiums parlantes.
• Médiums videntes. • Médiums sonámbulos. • Médiums curativos. • Médiums
pneumatógrafos.
159. Toda
persona que siente, con mayor o menor intensidad, la influencia de los
Espíritus es médium. Esa facultad es inherente al hombre, de modo que no
constituye un privilegio exclusivo, y son pocos los que no poseen algunos
rudimentos de ella. Por consiguiente, se puede decir que todas las personas,
poco más o menos, son médiums. Sin embargo, en la práctica, esa calificación sólo
se aplica a aquellos en quienes la facultad mediúmnica está netamente
caracterizada y se pone de manifiesto mediante efectos patentes, cuya
intensidad es indudable, lo que depende de una organización� más o menos sensitiva. Hay que señalar, además, que esta facultad
no se revela en todos de la misma manera.
Por lo general, cada médium tiene una aptitud
especial para tal o cual orden de fenómenos, de modo que existen tantas
variedades de médiums como especies de manifestaciones. Los principales son: médiums
de efectos físicos, médiums
sensitivos o impresionables, médiums
auditivos, médiums
parlantes, médiums
videntes, médiums
sonámbulos, médiums
curativos, médiums
pneumatógrafos, médiums escribientes
o psicógrafos.
1. Médiums de efectos físicos
160. Los médiums de efectos físicos son
más especialmente aptos para producir fenómenos materiales, como los
movimientos de cuerpos inertes, los ruidos, etc. Pueden ser divididos en médiums facultativos y médiums
involuntarios. (Véase la Segunda Parte, Capítulos II
y IV.)
Los médiums
facultativos son los que tienen conciencia de su
poder y producen fenómenos espíritas mediante un acto de su voluntad. Aunque
inherente a la especie humana, conforme ya hemos dicho, esta facultad está
lejos de existir en todos con la misma intensidad. No obstante, si bien son
pocas las personas en las que es absolutamente nula, más raras aún son las que
tienen aptitud para producir los grandes efectos, como la suspensión de cuerpos
pesados en el espacio, la traslación aérea y, sobre todo, las apariciones.
Los efectos más simples son la rotación de un objeto, los golpes
producidos mediante el levantamiento de ese objeto, o en su propia sustancia. A
pesar de que no atribuimos una gran importancia a esos fenómenos, recomendamos
que no se los descuide, porque pueden dar lugar a observaciones interesantes y
contribuir al convencimiento de quienes los presencien. De todos modos, conviene
notar que la facultad de producir efectos materiales raramente existe en los
que disponen de medios de comunicación más perfectos, como la escritura y la
palabra. En general, la facultad disminuye en un sentido a medida que se
desarrolla en otro.
161. Los médiums involuntarios o
naturales son aquellos cuya influencia se ejerce sin que ellos lo
sepan. No tienen conciencia de su poder y, a menudo, lo que sucede de anormal
alrededor suyo no les parece en modo alguno extraordinario, pues forma parte de
ellos mismos, como en el caso de las personas dotadas de doble vista, que ni
siquiera lo sospechan. Esos sujetos son muy dignos de observación, y no debemos dejar de reunir y
estudiar los hechos de esa clase que lleguen a nuestro conocimiento. Se
manifiestan a cualquier edad, y muchas veces en niños pequeños. (Véase el
capítulo V, “Manifestaciones físicas espontáneas”.)
Esta facultad no constituye, de por sí, el indicio de un estado
patológico, ya que no es incompatible con una salud perfecta. Si aquel que la
posee está enfermo, eso se debe a una causa ajena a la Mediúmnidad. Por eso los
recursos terapéuticos empleados son impotentes para hacerla desaparecer. En
algunos casos, puede surgir después de una cierta debilidad orgánica, pero esta
nunca es su causa eficiente. No existe, por lo tanto, desde el punto de vista
de la salud, ninguna razón para inquietarnos.
La Mediúmnidad sólo podría causar algún problema si el
sujeto que la posee abusara de ella después de haberse convertido en médium
facultativo, porque en ese caso podría haber una emisión demasiado abundante de
fluido vital, con el consecuente debilitamiento del organismo.
162. La razón se revela ante la imagen de
las torturas morales y corporales a que la ciencia ha sometido a veces a
personas débiles y delicadas, con el fin de asegurarse de que no existía engaño
de parte de ellas. Esas experimentaciones, hechas con mala intención la mayoría de las veces, son
siempre perjudiciales para las organizaciones sensitivas, e incluso pueden
ocasionar graves desordenes en la economía orgánica. Realizar semejantes
pruebas es jugar con la vida. El observador de buena fe no necesita emplear
esos medios. Aquel que está familiarizado con fenómenos de esa especie sabe,
además, que corresponden al orden moral más que al físico, y que sería inútil buscar su solución
en nuestras ciencias exactas.
Precisamente porque esos fenómenos son de orden moral, se
debe evitar con un cuidado no menos escrupuloso todo lo que pueda sobrexcitar
la imaginación. Como se sabe, el miedo puede ocasionar muchos accidentes, de
modo que se cometerían menos imprudencias si se conocieran todos los casos de
locura y epilepsia cuyo origen se encuentra en las leyendas de lobisones y de
cucos. ¿Qué sucedería, pues, si las personas fueran convencidas de que detrás
de esos fenómenos está el diablo? Quienes propagan semejantes ideas no saben la
responsabilidad que asumen, pues pueden matar. Ahora bien, el peligro no existe sólo
para el sujeto, sino también para los que lo rodean, que pueden quedar
aterrorizadosal pensar que la casa donde viven se ha convertido en una guarida de
demonios. Esta creencia funesta fue la que causó tantos actos de atrocidad en
los tiempos de ignorancia. Con todo, si los responsables de esos actos hubiesen
tenido un poco más de discernimiento, deberían haber pensado que, por más que
quemaran los cuerpos supuestamente poseídos por el diablo, no podrían quemar al
propio diablo. Si lo que querían era librarse de él, a él debían dar muerte. La
doctrina espírita, al ilustrarnos acerca de la verdadera causa de los fenómenos
mediúmnico, le dio al diablo el golpe de gracia. Así pues, lejos de estimular aquella creencia,
todas las personas –y este es un deber moral y humanitario– deben combatirla,
dondequiera que exista.
Lo que se debe hacer cuando una facultad de esa naturaleza se
desarrolla espontáneamente en un individuo, es dejar que el fenómeno siga su
curso natural: la naturaleza es más prudente que los hombres. Por otra parte,
la Providencia tiene sus planes, y el más humilde de los seres puede servir de
instrumento a los designios más importantes. No obstante, debemos convenir en que
algunas veces ese fenómeno asume proporciones agobiantes e inoportunas para
todo el mundo.� Veamos
el modo como hay que proceder en todos los casos. En el capítulo V,
“Manifestaciones Físicas Espontáneas”, ya dimos algunos consejos al respecto, y
hemos manifestado la necesidad de entrar en comunicación con el Espíritu, para
saber lo que desea. El siguiente método también se basa en la observación.
Ítem #162
Los Seres invisibles que revelan su presencia por medio de efectos sensibles son, por lo general, Espíritus de orden inferior, que pueden ser dominados mediante el ascendiente moral. Ese ascendiente es el que debemos tratar de adquirir.
Para lograrlo, es necesario hacer que el sujeto pase del estado de médium natural al de médium facultativo. Se produce, entonces, un efecto análogo al que se observa en el sonambulismo.
Como se sabe, el sonambulismo natural cesa generalmente
cuando es sustituido por el sonambulismo magnético. No se interrumpe la
facultad que permite al alma emanciparse, sino que se le da otro curso. Lo
mismo sucede con la facultad Mediúmnica. Con ese fin, en vez de obstaculizar
los fenómenos –lo que raramente se consigue y que no siempre está exento de
peligro–, es preciso estimular al médium a que los produzca según su voluntad,
imponiéndose al Espíritu. De ese modo, el médium llega a someterlo, haciendo de
ese dominador, a veces tiránico, un ser subordinado y a menudo muy dócil. Un
hecho digno de nota, confirmado por la experiencia, es que en ese caso un niño
tiene tanta autoridad como un adulto, y a veces más que este. Esa es otra
prueba a favor de un punto fundamental de la doctrina espírita: el Espíritu
sólo es niño a causa de su cuerpo, y posee un desarrollo necesariamente
anterior a su encarnación actual, desarrollo que le puede dar ascendiente sobre
los Espíritus que son inferiores a él.
Item #162 al final
“La moralización del Espíritu a través de los consejos de una tercera persona influyente y experimentada, en caso de que el médium no se encuentre en condiciones de hacerlo, constituye a menudo un recurso muy eficaz. Más adelante volveremos a tratar este asunto.”
6. Médiums sonámbulos
172. El sonambulismo puede ser considerado
una variedad de la facultad Mediúmnica; o mejor dicho, ambos órdenes de
fenómenos se encuentran juntos con mucha frecuencia. El sonámbulo actúa bajo la
influencia de su propio Espíritu. Su alma, en los momentos de emancipación, ve,
oye y percibe más allá de los límites de los sentidos. El sonámbulo extrae de
sí mismo lo que expresa.
En general, sus ideas son más precisas que cuando se halla
en estado normal, y también son más amplios sus conocimientos, porque su alma
está libre. En una palabra, vive por anticipado la vida de los Espíritus. El
médium, por el contrario, es el instrumento de una inteligencia extraña. Es
pasivo, y lo que dice no proviene de él. En resumen, el sonámbulo expresa su
propio pensamiento, en tanto que el médium expresa el pensamiento de otro. No
obstante, el Espíritu que se comunica a través de un médium común, también puede
hacerlo a través de un sonámbulo. Muchas veces, incluso, el estado de
emancipación del alma que se produce durante el sonambulismo facilita esa
comunicación. Muchos sonámbulos ven perfectamente a los Espíritus y los
describen con tanta precisión como los médiums videntes. Pueden conversar con
ellos y trasmitirnos su pensamiento. Lo que dicen, fuera del ámbito de sus
conocimientos personales, casi siempre les es sugerido por otros Espíritus.
Veamos un ejemplo notable, en el que la doble acción –del Espíritu del
sonámbulo y del otro Espíritu– se revela de modo inequívoco.
173. Uno de nuestros amigos utilizaba como
sonámbulo a un joven de entre 14 y 15 años, de inteligencia muy vulgar y de instrucción
en extremo precaria. No obstante, en el estado de sonambulismo, dio pruebas de
una lucidez extraordinaria y de gran perspicacia. Se distinguía principalmente
en el tratamiento de las enfermedades, e hizo un gran número de curas que se
consideraban imposibles. Cierto día, en que atendía a un enfermo, describió la
enfermedad con absoluta exactitud. “No es suficiente –le dijeron–, ahora es
necesario que indiques el remedio.” “No puedo –respondió–, mi ángel doctor no está aquí.” “¿A qué te refieres cuando hablas de tu ángel doctor?” “Es
el que dicta los remedios.”
“Entonces, ¿no eres tú quien ve los remedios?” “¡Oh, no! Os
he dicho que es mi ángel doctor quien me los dicta.”
De ese modo, en el caso de este sonámbulo, la acción de ver la
enfermedad correspondía a su propio Espíritu, que para eso no precisaba de
asistencia alguna. En cambio, la indicación de los remedios se la daba otro
Espíritu. Si ese otro Espíritu no estaba presente, el joven no podía decir
nada. Cuando estaba solo, era apenas un sonámbulo; pero
asistido por aquel a quien denominaba su ángel doctor, era un sonámbulo médium.
174. La lucidez sonambúlica es una facultad
que depende del organismo, y es completamente independiente de la elevación, el
adelanto e incluso el estado moral del sujeto. Así pues, un sonámbulo puede ser
muy lúcido, pero incapaz de resolver ciertas cuestiones si su Espíritu es poco
adelantado. De modo que el sonámbulo que habla por sí mismo puede decir cosas
buenas o malas, exactas o falsas, ser más o menos delicado y escrupuloso en su proceder,
conforme al grado de elevación o de inferioridad de su propio Espíritu. Por eso
la asistencia de otro Espíritu puede suplir sus deficiencias. No obstante, un
sonámbulo también puede ser asistido por un Espíritu mentiroso, frívolo e
incluso malo, como sucede con los médiums. En este caso, sobre todo, las
cualidades morales ejercen una gran influencia para atraer a los Espíritus
buenos.
(Véase El Libro de
los Espíritus, “Sonambulismo”, § 425; y, en este
libro, el capítulo sobre la “Influencia moral del médium”.)
Capítulo
XV
Médiums escribientes o psicógrafos
•
Médiums mecánicos. • Médiums intuitivos. •
Médiums
semimecánicos. • Médiums inspirados o involuntarios.
• Médiums de presentimientos.
178. De
todos los medios de comunicación, la escritura manual es el más simple, el más
cómodo y, sobre todo, el más completo. Hacia él deben tender todos los
esfuerzos, porque permite que se establezcan con los Espíritus relaciones tan
continuadas y regulares como las que existen entre nosotros. Debemos dedicarnos
a ese tipo de escritura tanto más cuanto que, por su intermedio, los Espíritus
revelan mejor su naturaleza y el grado de perfección o de inferioridad que los
caracteriza. Debido a la facilidad con que pueden expresarse, nos revelan sus
más íntimos pensamientos y nos ponen así en condiciones de apreciarlos en su
justo valor. Además, para el médium, la facultad de escribir es la más
susceptible de ser desarrollada con el ejercicio.
Médiums mecánicos
179. Si examinamos ciertos efectos que se
producen en los movimientos de la mesa, de la cesta o de la tablilla que
escriben, no podemos dudar de que exista una acción ejercida directamente por el
Espíritu sobre esos objetos. Algunas veces la cesta se agita con tanta violencia
que escapa de las manos del médium, y no es raro que se dirija hacia ciertas
personas de la concurrencia para golpearlas. En otras ocasiones, sus
movimientos revelan un sentimiento afectuoso.
Lo mismo sucede cuando el lápiz está colocado en la mano del
médium. A menudo es arrojado lejos con fuerza, o bien la mano, como lo hacía la
cesta, se agita convulsivamente y golpea en la mesa de modo colérico, incluso a
pesar de que el médium se encuentre muy tranquilo y se sorprenda de no poder
controlarse. Digamos, de paso, que esos efectos denotan siempre la presencia de
Espíritus imperfectos. Los Espíritus realmente superiores son tranquilos,
dignos y benévolos en todo tiempo. Si no son escuchados de manera conveniente,
se retiran y otros toman su lugar. Así pues, el Espíritu puede expresar
directamente su pensamiento, ya sea mediante el movimiento de un objeto, al que
la mano del médium sirve apenas de punto de apoyo, o ejerciendo su acción sobre
la mano misma.
Cuando el Espíritu actúa directamente sobre la mano, le da un
impulso por completo independiente de la voluntad del médium. Mientras el
Espíritu tenga algo para decir, la mano se moverá sin interrupción y a pesar
del médium, y se detendrá cuando el Espíritu haya concluido.
En esta circunstancia, lo que caracteriza al fenómeno es que
el médium no tiene la menor conciencia de lo que escribe. En ese caso, el
desconocimiento absoluto determina que se lo llame médium pasivo o
mecánico. Se trata de una facultad valiosa, porque no da lugar a
dudas acerca de la independencia del pensamiento del Espíritu que escribe.
Médiums intuitivos
180. La transmisión del pensamiento también
se produce por intermedio del Espíritu del médium, o mejor dicho, de su alma,
ya que designamos con ese nombre al Espíritu encarnado.
En este caso, el Espíritu comunicante no actúa sobre la mano
del médium para hacer que escriba; no la toma ni la guía. Actúa sobre el alma,
con la cual se identifica. Bajo ese impulso, el alma del médium dirige la mano,
y esta dirige el lápiz. Señalemos ahora algo que es importante saber: el
Espíritu que se comunica no sustituye al alma del médium, visto que no podría
desplazarla, sino que la domina sin que esta lo sepa, y le imprime su propia
voluntad. En el tipo de Mediúmnidad que nos ocupa, el rol del alma no es enteramente
pasivo, pues recibe el pensamiento del Espíritu comunicante y lo transmite. En
esa situación, el médium tiene conocimiento de lo que escribe, aunque no se
trate de su propio pensamiento. Es lo que se denomina médium intuitivo.
En este caso –se dirá–, nada prueba que sea otro Espíritu el
que escribe, en vez del alma del médium. De hecho, algunas veces es bastante
difícil hacer la distinción, aunque es probable que eso no importe demasiado.
Con todo, el pensamiento sugerido por el Espíritu se puede reconocer por el
hecho de que nunca es preconcebido. Surge a medida que el médium escribe, y
muchas veces es contrario a la idea que este tenía previamente acerca del tema.
Incluso, ese pensamiento puede ser ajeno a los conocimientos
y a la capacidad del Médium. El rol del médium mecánico es el de una máquina. El médium intuitivo
actúa como lo haría un intérprete. De hecho, para transmitir el pensamiento, el
médium intuitivo necesita comprenderlo y, en cierto modo, apropiarse de él para traducirlo fielmente.
Sin embargo, ese pensamiento no es suyo, sino que sólo atraviesa su cerebro.
Ese es exactamente el rol del médium intuitivo.
Médiums semimecánicos
181. En el médium puramente mecánico, el
movimiento de la mano es independiente de la voluntad. En el médium intuitivo,
el movimiento es voluntario y facultativo. El médium semimecánico participa de
ambas características: siente que su mano recibe un impulso a pesar suyo, pero
al mismo tiempo tiene conocimiento de lo que escribe, a medida que las palabras
se forman. En el primero, el pensamiento es posterior al acto de la escritura.
En el segundo, lo precede. En el tercero, pensamiento y escritura son
simultáneos. Los médiums de esta última clase son los más numerosos.
Médiums inspirados
182. Toda persona que recibe, a través del
pensamiento, tanto en el estado normal como en el de éxtasis, comunicaciones ajenas
a sus ideas preconcebidas, puede ser incluido en la categoría de los médiums
inspirados. Se trata, como se ve, de una variedad de la Mediúmnidad intuitiva,
con la diferencia de que la intervención de un poder oculto es mucho menos
perceptible, porque en el médium inspirado es todavía más difícil distinguir el
pensamiento propio de aquel que le es sugerido. Lo que caracteriza a esta
variedad es, sobre todo, la espontaneidad. La inspiración procede de los
Espíritus que ejercen una influencia sobre nosotros, para el bien o para el
mal; pero se debe principalmente a los que quieren nuestro bien, en cuyo caso
cometemos el error de rechazar sus consejos con mucha frecuencia. La
inspiración se aplica a todas las circunstancias de la vida, en las
resoluciones que debemos tomar.
En ese aspecto, se puede decir que todos somos médiums,
porque no hay quien no tenga sus Espíritus protectores y familiares, que se
esfuerzan al máximo para sugerir ideas saludables a sus protegidos. Si todos
estuvieran plenamente convencidos de esta verdad, recurrirían con mucha más
frecuencia a la inspiración de su ángel de la guarda, en los momentos en que no
saben qué decir o qué hacer. Así pues, que cada uno invoque a su Espíritu
protector con fervor y confianza, en caso de que sea necesario, y muy a menudo se
sorprenderá de las ideas que le surgen como por encanto, ya sea para tomar una
resolución o para llevar algo a cabo. Si no surge ninguna idea, significa que
hay que esperar. La prueba de que la idea que se presenta es ajena a nosotros
reside en el hecho de que, si nos perteneciera, estaría siempre a nuestra
disposición, y no habría razón para que no surgiera conforme a nuestra voluntad.
El que no es ciego, no tiene más que abrir los ojos para ver, cuando así lo
desee. Del mismo modo, el que posee ideas propias las tiene siempre a su
disposición. Si no se le presentan cuando quiere, es porque está obligado a
buscarlas en otra parte, y no en sí mismo.
También se puede incluir en esta categoría a las personas que,
sin hallarse dotadas de una inteligencia fuera de lo común, y sin salir del
estado normal, tienen relámpagos de una lucidez intelectual que les
proporciona, momentáneamente, una facilidad inusitada de concepción y de
elocución, así como, en ciertos casos, el presentimiento de las cosas futuras.
En esos momentos, justamente considerados de inspiración, las ideas son
abundantes, surgen una tras otra y, por así decirlo, se concatenan por sí
mismas, mediante un impulso involuntario y casi febril. Nos parece que una
inteligencia superior viene a ayudarnos y que nuestro espíritu se ha
desembarazado de un fardo.
183. Los hombres de genio, de todas las
especies: artistas, científicos, literatos, son sin duda Espíritus adelantados,
capaces de comprender y de concebir grandes cosas por sí mismos. Ahora bien, precisamente
porque los juzgan capaces, los Espíritus que quieren concretar ciertos trabajos
les sugieren las ideas necesarias, de modo que la mayoría de las veces esos
hombres de genio son médiums sin saberlo. No obstante, tienen una vaga intuición de una asistencia extraña,
visto que todo el que apela a la inspiración no hace otra cosa que una evocación.
Si no esperase ser escuchado, ¿por qué exclamaría tan a menudo: “Mi buen genio,
ven en mi ayuda”?
Las respuestas siguientes confirman esta certeza:
1. ¿Cuál es la causa principal de la inspiración?“Un Espíritu que se comunica mediante el pensamiento.”
2. La inspiración, ¿no tiene otro objeto más que revelar cosas importantes?“No. Muchas veces está relacionada con las más triviales circunstancias de la vida. Por ejemplo, quieres ir a alguna parte, pero una voz secreta te dice que no lo hagas, porque correrás peligro; o te dice que hagas algo en lo que no pensabas. Se trata de la inspiración.Hay muy pocas personas que no hayan sido más o menos inspiradas en ciertos momentos.”
3. Un escritor, un pintor o un músico, por ejemplo, en los momentos de inspiración, ¿podría ser considerado médium?“Sí, porque en esos momentos su alma es más libre y se encuentra como desprendida de la materia. Recobra una parte de sus facultades de Espíritu, y recibe más fácilmente las comunicaciones de los otros Espíritus, que la inspiran.”
Médiums de presentimientos
184. El presentimiento es una vaga intuición
de las cosas futuras. Algunas personas tienen esa facultad más o menos
desarrollada. Su causa puede ser una especie de doble vista, que les permite
entrever las consecuencias de las cosas del presente, así como la conexión que
existe entre los acontecimientos. No obstante, muchas veces también es el
resultado de comunicaciones ocultas. En este caso, principalmente, quienes
están dotados de ella pueden recibir el nombre de médiums de presentimientos,
que constituyen una variedad de los médiums inspirados.