En la década de los 60, cuando estudiaba la serie de las obras de André
Luiz, psicografiadas por Francisco Cândido Xavier, naturalmente entusiasmado
con la riqueza de sus informaciones, recogidas en pasantías realizadas en varios
sectores de aprendizaje del Más Allá, y transmitidas con atrayente descripción
novelada, también tuve, como muchos hermanos, la
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André Luiz Cité la fisonomía porque la imagen de André Luiz ya había sido divulgada por el Anuario Espírita 1964, que la presentó conjuntamente con la entrevista de este Espíritu a través de los médiums Francisco Cândido Xavier y Waldo Vieira. (Publicada posteriormente en el Anuario Espirita, en español y en el dibujo de la portada de este Anuario Espírita 2004) Después de la entrevista, realizada en Uberaba, MG, contando con la presencia del hermano Jô (Joaquim Alves, 1911-1985), conocido artista, autor de numerosas portadas de libros espíritas, que solicitó al Dr. Waldo un esbozo de la imagen de André Luiz, fundamentado en su clarividencia. Atendido en su pedido, Jô, posteriormente, efectuó el arte final de aquel retrato. Por tanto, no encontrando una solución clara para la cuestión, en la primera oportunidad recurrí al médium amigo Chico Xavier, participándole de mi pesquisa. Él, como siempre, me oyó pacientemente, y, a continuación, me esclareció de forma incisiva: “—No pierda tiempo, pues la historia de André Luiz, en Nuestro Hogar, está toda truncada.” Con esta oportuna advertencia, cerré definitivamente mis investigaciones, entendiendo que existían, de hecho, razones muy serias para que el autor se ocultase, no solo con su seudónimo, sino también alterando su propia biografía, sin ningún perjuicio en la transmisión de las enseñanzas superiores de las cuales era portador. Finalmente, el médium nos elucida completamente El 20 de febrero de 1993, en un fin de semana, al visitar al médium amigo Chico Xavier, en su residencia, tuvimos una sorpresa feliz.
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Conjuntamen- te con tres familiares entramos en la sala de su casa, lugar habitual en que él recibía a los visi- tantes, encontrándo- lo sentado, conver- sando con algunos hermanos, entre ellos, Dorival Sortino, de Santo André, SP, y un médico, ya de edad, de Rio Grande del Sur, que integró el último grupo de alumnos del Dr. Carlos Chagas, en Rio de Janeiro. Éste, cuando residía en los Estados Unidos, ha- bía ayudado al médium en ocasión de uno de sus viajes a aquel país. Poco después que llegamos, Chico y el médico pasaron a dialogar sobre la figura del Prof. Dr. Carlos Chagas (1879- 1934), médico y científico brasileño, que se
tornó célebre por establecer, solito y simultáneamente, la etiología, caracte- rísticas patológicas y prevención de una nueva y grave enfermedad, que en su homenaje fue denominada mal de Chagas. A cierta altura de la conversación, Chico abordó la cuestión, que mucho me sorprendió, pues el esclarecimiento de la misma nunca había sido divulgado. Nos contó, entonces, con naturalidad, que, al terminar la psicografía del libro Prof. Dr. Carlos Chagas
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Conjuntamen- te con tres familiares entramos en la sala de su casa, lugar habitual en que él recibía a los visi- tantes, encontrándo- lo sentado, conver- sando con algunos hermanos, entre ellos, Dorival Sortino, de Santo André, SP, y un médico, ya de edad, de Rio Grande del Sur, que integró el último grupo de alumnos del Dr. Carlos Chagas, en Rio de Janeiro. Éste, cuando residía en los Estados Unidos, ha- bía ayudado al médium en ocasión de uno de sus viajes a aquel país. Poco después que llegamos, Chico y el médico pasaron a dialogar sobre la figura del Prof. Dr. Carlos Chagas (1879- 1934), médico y científico brasileño, que se tornó célebre por establecer, solito y simultáneamente, la etiología, caracte- rísticas patológicas y prevención de una nueva y grave enfermedad, que en su homenaje fue denominada mal de Chagas. A cierta altura de la conversación, Chico abordó la cuestión, que mucho me sorprendió, pues el esclarecimiento de la misma nunca había sido divulgado. Nos contó, entonces, con naturalidad, que, al terminar la psicografía del libro Prof. Dr. Carlos Chagas
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—¿Usted no era Oswaldo Cruz? …—indagué sin vacilar. —¡No! —¿Y por cuál motivo no se identificó desde el comienzo? —La obra del médium Xavier no necesitaba de mi nombre para conferirle credibilidad, y después, necesitábamos evitar problemas mayores para la Doctrina… —¿Se está refiriendo al caso que envolvió a la familia del escritor Humberto de Campos? —A él y al escándalo que la prensa lega habría de promover; si el propio Emmanuel constituye un seudónimo, ¿por qué yo no podría haber hecho lo mismo?… (Cap. 33) Este libro, que también aborda la desencarnación de Chico Xavier vista desde el Mundo Mayor, ha alcanzado gran éxito, con sucesivos tirajes. Y muchos de sus lectores declaran en artículos en la prensa espírita, han investigado la vida del Dr. Carlos Chagas, no encontrando, obviamente, conforme ocurrió conmigo décadas atrás, confirmación de algunos detalles de la última existencia física de André Luiz, narrados en Nuestro Hogar, con la biografía del célebre científico brasileño. Esta es la razón principal que nos motivó a traer a los lectores amigos la palabra esclarecedora de nuestro inolvidable médium Chico Xavier. “—Se parece con él.” Meses después de la identificación hecha por Chico Xavier, adquirimos dos ejemplares del libro Mi padre, lanzado por la Casa de Oswaldo Cruz — Fundación Oswaldo Cruz, de Rio de Janeiro, RJ, en 1993, rica biografía del científico Carlos Chagas, abundantemente ilustrado, con 294 páginas, de autoría de Carlos Chagas Filho (1911-2000), igualmente científico famoso, investigador honorario de la Fundación Oswaldo Cruz, miembro de la Academia Brasileña de Letras, destacándose también como presidente de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano, en el período de 1971 a 1988. La compra de dos volúmenes fue con la intención de regalar uno al médium amigo de Uberaba, lo que hicimos en la primera oportunidad. Al entregarle el libro, Chico nos agradeció y, después de observar atentamente la portada del mismo, ilustrada con la imagen del Dr. Carlos Chagas, en bella acuarela de Glauco Rodrigues, nos dijo: “—Se parece con él.” Refiriéndose evidentemente a la semejanza de la fisonomía del biografiado con André Luiz, Espíritu.
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“Recordaciones de Mi Padre” — un perfil de Carlos Chagas El último capítulo de la obra citada anteriormente (que presenta la expresiva dedicatoria: “A Evandro, mi hermano, cuyo espíritu me acompañó en este trabajo.”) narra las recordaciones íntimas del autor, constituyendo un bello perfil de la personalidad de su progenitor, del cual transcribiremos, a continuación, algunos fragmentos: “De su último período en Manguinhos, guardo la recordación de nuestras conversaciones. Eran horas y horas en que permanecía escuchándolo; por sus palabras pude penetrar en gran parte de su alma y conocer episodios de su vida. Fue el momento en el cual, ciertamente, más procuró influir en mí y formar mi personalidad, contándome sobre todo los errores —¡tan pocos!— que cometiera. Me enseñó la difícil tarea de comprender a las gentes y amarlas.” “Guardo de mi padre la certeza de que era un hombre sencillo, en lo que la palabra tiene de más auténtico. Honores, loas y actitudes de idolatría, nada le decían. Siendo un hombre fuerte, quería que los que le acompañasen fuesen así y no aceptasen sus palabras como irrebatibles. Su indiferencia frente a los aspectos materiales de la vida era total, a no ser la pequeña vanidad de que le gustaba vestirse con esmero, vanidad que al poco tiempo fue desapareciendo. Cuando murió no dejó bienes, salvo la casa de la rua Paissandu.” “Varias veces procuré saber cual era su posición con respecto a la religión. Siempre se mostró renuente a ese debate. Creo que su espíritu se dividía entre la profunda religiosidad de su madre y de sus tíos — muchos de los cuales siempre andaban de rosario en mano — y el agnosticismo, que era la tónica de la gran mayoría de los científicos de su generación. Profundamente respetuoso del sentimiento ajeno, nunca lo oí discutir este asunto, ni decir una frase de mínimo desacuerdo con el hecho de que, a partir de cierto momento, comencé a frecuentar la Iglesia. No importa intentar averiguar la intimidad de su sentimiento religioso. Lo importante es señalar que su vida se completó dentro de los preceptos más fundamentales del Evangelio.” “Mi padre no fue un científico académico, un hombre de laboratorio, interesado solamente en su propio progreso intelectual y en la ascensión de su reconocimiento internacional. Lo que deseó, en
verdad, fue servir al pueblo brasileño, sacando de su convivencia con los hijos de los colonos de las haciendas en que vivió, con las gentes con quien convivió en Lassance y con aquellos que amó en las vertientes Amazónicas, la fuerza para entregarse a lo que hay de más importante en la vida de un hombre: no vivir para sí, sino vivir para servir al prójimo. Analizando la vida de mi padre, pienso que él nos deja un gran mensaje: la de que la vida humana solo tiene significado cuando es utilizada para servir. Esta es la lección que él aprendió frecuentando la miseria que vio en Minas, en la Amazonia y un poco por todo Brasil.”
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“Incluso, cuando, en el año de su muerte, Gustavo Pitalunga, dirigiendo un grupo de patólogos europeos, le escribió pidiendo todas sus publicaciones y su currículum para presentarlo como candidato al premio Nobel de 1936, su emoción no llegó a modificarle el clima de vida, ni siquiera sus aspiraciones. Su interés por los de menor situación en la sociedad se traducía, perfectamente, en la manera suave y cariñosa con la cual se aproximaba a los pacientes en los hospitales que lo vi frecuentar. Para él, cada ser humano tenía una expresión propia que debía ser respetada en el más profundo sentido ético que tiene el substantivo “ser”. Su vida puede traducirse por la oposición que dio al “ser” con relación al “haber”.” “Cuando llegué a Lassance, 21 años después del momento en que mi padre descubrió la enfermedad de Chagas, las historias de su devoción a los enfermos y de su preocupación con los pobres que avistaba eran la moneda más corriente de los entretenimientos que tuve con la parte de la población que tan bien se recordaba de él.” “Durante el ejercicio de la medicina, en ocasión de su instalación poco duradera, en la rua de la Asamblea, muchas veces —como ya fue señalado— sacaba de su bolsillo la suma necesaria para pagar la receta que prescribiera en la consulta, las más de las veces ni cobrada. No por una injustificable soberbia, sino porque creía que la medicina debía ser ejercida gratuitamente. (…) Chagas era un hombre consagrado a su semejante, cualquiera que fuese su situación social o económica. Entretanto, el dinero que no recibía de los pacientes, o que les daba para aviamiento de la receta, faltaba, a veces, fuertemente, al presupuesto doméstico.” Estas “Recordaciones” representan un expresivo coronamiento de la extensa y rica biografía que recibió el título cariñoso de Mi Padre. Nos revelan al hombre virtuoso que cumplió elevada misión en la Tierra, pautando su vida a la luz del Evangelio. Por tanto, estaba preparado para desempeñar nueva y sublime tarea, bajo las bendiciones de Jesús, que se inició con el libro Nuestro Hogar*, valiéndose del seudónimo André Luiz. * Nota de la Redacción del Anuario Espírita en Español. El libro Nosso Lar, fue publicado por la Editorial Kier, en Argentina, con traducción del licenciado Luis Guerrero Ovalles, bajo el título: La Vida en el Mundo Espiritual — El Caso de la Colonia Nuestro Hogar.
curiosidad de saber cuál
era el autor desencarnado pocas décadas atrás, que se ocultaba bajo aquel
seudónimo.
Esta curiosidad fue aguzada por una observación de la revista
Reformador que, al divulgar el lanzamiento de una nueva obra de André Luiz,
por la FEB, lo identificó como un ilustre médico de Rio de Janeiro.
Pasé, entonces, a investigar su identidad, consultando biografías de
figuras importantes de la medicina brasileña, aunque recordaba siempre la
advertencia de Emmanuel, conforme se lee en su prefacio para el libro Nuestro
Hogar, el primero de la serie: “En balde los compañeros encarnados procurarían
al médico André Luiz en los catálogos de convención. A veces, el anonimato es
hijo del legítimo entendimiento y del verdadero amor.”
Confirmando la advertencia del sabio Guía Espiritual del médium, mis
investigaciones fueron infructíferas. Ellas indicaban, como autor más probable,
al Dr. Álvaro Alvim (1863-1928), que escribió varios libros médicos y fue mártir
de la medicina brasileña. Algunos datos biográficos y su fisonomía, estampada
en la Enciclopedia Lello Universal, llevaban a esta hipótesis, que no satisfacía
nuestro objetivo.
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André Luiz Cité la fisonomía porque la imagen de André Luiz ya había sido divulgada por el Anuario Espírita 1964, que la presentó conjuntamente con la entrevista de este Espíritu a través de los médiums Francisco Cândido Xavier y Waldo Vieira. (Publicada posteriormente en el Anuario Espirita, en español y en el dibujo de la portada de este Anuario Espírita 2004) Después de la entrevista, realizada en Uberaba, MG, contando con la presencia del hermano Jô (Joaquim Alves, 1911-1985), conocido artista, autor de numerosas portadas de libros espíritas, que solicitó al Dr. Waldo un esbozo de la imagen de André Luiz, fundamentado en su clarividencia. Atendido en su pedido, Jô, posteriormente, efectuó el arte final de aquel retrato. Por tanto, no encontrando una solución clara para la cuestión, en la primera oportunidad recurrí al médium amigo Chico Xavier, participándole de mi pesquisa. Él, como siempre, me oyó pacientemente, y, a continuación, me esclareció de forma incisiva: “—No pierda tiempo, pues la historia de André Luiz, en Nuestro Hogar, está toda truncada.” Con esta oportuna advertencia, cerré definitivamente mis investigaciones, entendiendo que existían, de hecho, razones muy serias para que el autor se ocultase, no solo con su seudónimo, sino también alterando su propia biografía, sin ningún perjuicio en la transmisión de las enseñanzas superiores de las cuales era portador. Finalmente, el médium nos elucida completamente El 20 de febrero de 1993, en un fin de semana, al visitar al médium amigo Chico Xavier, en su residencia, tuvimos una sorpresa feliz.
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Conjuntamen- te con tres familiares entramos en la sala de su casa, lugar habitual en que él recibía a los visi- tantes, encontrándo- lo sentado, conver- sando con algunos hermanos, entre ellos, Dorival Sortino, de Santo André, SP, y un médico, ya de edad, de Rio Grande del Sur, que integró el último grupo de alumnos del Dr. Carlos Chagas, en Rio de Janeiro. Éste, cuando residía en los Estados Unidos, ha- bía ayudado al médium en ocasión de uno de sus viajes a aquel país. Poco después que llegamos, Chico y el médico pasaron a dialogar sobre la figura del Prof. Dr. Carlos Chagas (1879- 1934), médico y científico brasileño, que se
tornó célebre por establecer, solito y simultáneamente, la etiología, caracte- rísticas patológicas y prevención de una nueva y grave enfermedad, que en su homenaje fue denominada mal de Chagas. A cierta altura de la conversación, Chico abordó la cuestión, que mucho me sorprendió, pues el esclarecimiento de la misma nunca había sido divulgado. Nos contó, entonces, con naturalidad, que, al terminar la psicografía del libro Prof. Dr. Carlos Chagas
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Conjuntamen- te con tres familiares entramos en la sala de su casa, lugar habitual en que él recibía a los visi- tantes, encontrándo- lo sentado, conver- sando con algunos hermanos, entre ellos, Dorival Sortino, de Santo André, SP, y un médico, ya de edad, de Rio Grande del Sur, que integró el último grupo de alumnos del Dr. Carlos Chagas, en Rio de Janeiro. Éste, cuando residía en los Estados Unidos, ha- bía ayudado al médium en ocasión de uno de sus viajes a aquel país. Poco después que llegamos, Chico y el médico pasaron a dialogar sobre la figura del Prof. Dr. Carlos Chagas (1879- 1934), médico y científico brasileño, que se tornó célebre por establecer, solito y simultáneamente, la etiología, caracte- rísticas patológicas y prevención de una nueva y grave enfermedad, que en su homenaje fue denominada mal de Chagas. A cierta altura de la conversación, Chico abordó la cuestión, que mucho me sorprendió, pues el esclarecimiento de la misma nunca había sido divulgado. Nos contó, entonces, con naturalidad, que, al terminar la psicografía del libro Prof. Dr. Carlos Chagas
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—¿Usted no era Oswaldo Cruz? …—indagué sin vacilar. —¡No! —¿Y por cuál motivo no se identificó desde el comienzo? —La obra del médium Xavier no necesitaba de mi nombre para conferirle credibilidad, y después, necesitábamos evitar problemas mayores para la Doctrina… —¿Se está refiriendo al caso que envolvió a la familia del escritor Humberto de Campos? —A él y al escándalo que la prensa lega habría de promover; si el propio Emmanuel constituye un seudónimo, ¿por qué yo no podría haber hecho lo mismo?… (Cap. 33) Este libro, que también aborda la desencarnación de Chico Xavier vista desde el Mundo Mayor, ha alcanzado gran éxito, con sucesivos tirajes. Y muchos de sus lectores declaran en artículos en la prensa espírita, han investigado la vida del Dr. Carlos Chagas, no encontrando, obviamente, conforme ocurrió conmigo décadas atrás, confirmación de algunos detalles de la última existencia física de André Luiz, narrados en Nuestro Hogar, con la biografía del célebre científico brasileño. Esta es la razón principal que nos motivó a traer a los lectores amigos la palabra esclarecedora de nuestro inolvidable médium Chico Xavier. “—Se parece con él.” Meses después de la identificación hecha por Chico Xavier, adquirimos dos ejemplares del libro Mi padre, lanzado por la Casa de Oswaldo Cruz — Fundación Oswaldo Cruz, de Rio de Janeiro, RJ, en 1993, rica biografía del científico Carlos Chagas, abundantemente ilustrado, con 294 páginas, de autoría de Carlos Chagas Filho (1911-2000), igualmente científico famoso, investigador honorario de la Fundación Oswaldo Cruz, miembro de la Academia Brasileña de Letras, destacándose también como presidente de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano, en el período de 1971 a 1988. La compra de dos volúmenes fue con la intención de regalar uno al médium amigo de Uberaba, lo que hicimos en la primera oportunidad. Al entregarle el libro, Chico nos agradeció y, después de observar atentamente la portada del mismo, ilustrada con la imagen del Dr. Carlos Chagas, en bella acuarela de Glauco Rodrigues, nos dijo: “—Se parece con él.” Refiriéndose evidentemente a la semejanza de la fisonomía del biografiado con André Luiz, Espíritu.
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“Recordaciones de Mi Padre” — un perfil de Carlos Chagas El último capítulo de la obra citada anteriormente (que presenta la expresiva dedicatoria: “A Evandro, mi hermano, cuyo espíritu me acompañó en este trabajo.”) narra las recordaciones íntimas del autor, constituyendo un bello perfil de la personalidad de su progenitor, del cual transcribiremos, a continuación, algunos fragmentos: “De su último período en Manguinhos, guardo la recordación de nuestras conversaciones. Eran horas y horas en que permanecía escuchándolo; por sus palabras pude penetrar en gran parte de su alma y conocer episodios de su vida. Fue el momento en el cual, ciertamente, más procuró influir en mí y formar mi personalidad, contándome sobre todo los errores —¡tan pocos!— que cometiera. Me enseñó la difícil tarea de comprender a las gentes y amarlas.” “Guardo de mi padre la certeza de que era un hombre sencillo, en lo que la palabra tiene de más auténtico. Honores, loas y actitudes de idolatría, nada le decían. Siendo un hombre fuerte, quería que los que le acompañasen fuesen así y no aceptasen sus palabras como irrebatibles. Su indiferencia frente a los aspectos materiales de la vida era total, a no ser la pequeña vanidad de que le gustaba vestirse con esmero, vanidad que al poco tiempo fue desapareciendo. Cuando murió no dejó bienes, salvo la casa de la rua Paissandu.” “Varias veces procuré saber cual era su posición con respecto a la religión. Siempre se mostró renuente a ese debate. Creo que su espíritu se dividía entre la profunda religiosidad de su madre y de sus tíos — muchos de los cuales siempre andaban de rosario en mano — y el agnosticismo, que era la tónica de la gran mayoría de los científicos de su generación. Profundamente respetuoso del sentimiento ajeno, nunca lo oí discutir este asunto, ni decir una frase de mínimo desacuerdo con el hecho de que, a partir de cierto momento, comencé a frecuentar la Iglesia. No importa intentar averiguar la intimidad de su sentimiento religioso. Lo importante es señalar que su vida se completó dentro de los preceptos más fundamentales del Evangelio.” “Mi padre no fue un científico académico, un hombre de laboratorio, interesado solamente en su propio progreso intelectual y en la ascensión de su reconocimiento internacional. Lo que deseó, en
verdad, fue servir al pueblo brasileño, sacando de su convivencia con los hijos de los colonos de las haciendas en que vivió, con las gentes con quien convivió en Lassance y con aquellos que amó en las vertientes Amazónicas, la fuerza para entregarse a lo que hay de más importante en la vida de un hombre: no vivir para sí, sino vivir para servir al prójimo. Analizando la vida de mi padre, pienso que él nos deja un gran mensaje: la de que la vida humana solo tiene significado cuando es utilizada para servir. Esta es la lección que él aprendió frecuentando la miseria que vio en Minas, en la Amazonia y un poco por todo Brasil.”
ANUARIO ESPÍRITA 41
“Incluso, cuando, en el año de su muerte, Gustavo Pitalunga, dirigiendo un grupo de patólogos europeos, le escribió pidiendo todas sus publicaciones y su currículum para presentarlo como candidato al premio Nobel de 1936, su emoción no llegó a modificarle el clima de vida, ni siquiera sus aspiraciones. Su interés por los de menor situación en la sociedad se traducía, perfectamente, en la manera suave y cariñosa con la cual se aproximaba a los pacientes en los hospitales que lo vi frecuentar. Para él, cada ser humano tenía una expresión propia que debía ser respetada en el más profundo sentido ético que tiene el substantivo “ser”. Su vida puede traducirse por la oposición que dio al “ser” con relación al “haber”.” “Cuando llegué a Lassance, 21 años después del momento en que mi padre descubrió la enfermedad de Chagas, las historias de su devoción a los enfermos y de su preocupación con los pobres que avistaba eran la moneda más corriente de los entretenimientos que tuve con la parte de la población que tan bien se recordaba de él.” “Durante el ejercicio de la medicina, en ocasión de su instalación poco duradera, en la rua de la Asamblea, muchas veces —como ya fue señalado— sacaba de su bolsillo la suma necesaria para pagar la receta que prescribiera en la consulta, las más de las veces ni cobrada. No por una injustificable soberbia, sino porque creía que la medicina debía ser ejercida gratuitamente. (…) Chagas era un hombre consagrado a su semejante, cualquiera que fuese su situación social o económica. Entretanto, el dinero que no recibía de los pacientes, o que les daba para aviamiento de la receta, faltaba, a veces, fuertemente, al presupuesto doméstico.” Estas “Recordaciones” representan un expresivo coronamiento de la extensa y rica biografía que recibió el título cariñoso de Mi Padre. Nos revelan al hombre virtuoso que cumplió elevada misión en la Tierra, pautando su vida a la luz del Evangelio. Por tanto, estaba preparado para desempeñar nueva y sublime tarea, bajo las bendiciones de Jesús, que se inició con el libro Nuestro Hogar*, valiéndose del seudónimo André Luiz. * Nota de la Redacción del Anuario Espírita en Español. El libro Nosso Lar, fue publicado por la Editorial Kier, en Argentina, con traducción del licenciado Luis Guerrero Ovalles, bajo el título: La Vida en el Mundo Espiritual — El Caso de la Colonia Nuestro Hogar.