Hacer bien sin ostentación.
NO SEPA
Tu IZQUIERDA LO QUE HACE Tu DERECHA.
Libro de
del Evangelio según El Espiritismo
CAPÍTULO XIII.
1. Mirad que no hagáis vuestra justicia
delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera, no tendréis galardón
de vuestro Padre que está en los cielos. —Y así cuando haces limosna, no hagas tocar la trompeta
delante de tí, como los hipócritas hacen en las sinagogas, y en las calles,
para ser honrados de los hombres: En verdad os digo, recibieron su galardón.—Mas
tú, cuando haces limosna, lo sepa tu izquierda lo que hace tu derecha. —Para
que tu limosna sea en oculto, y tu Padre, que ve en lo oculto, te premiará. (S.
Mateo, cap. VI, v. 1 a 4.)
2. Y como descendió del monte, le siguieron
muchas gentes. —Y vino un leproso, y le adoraba diciendo: Señor, si quieres,
puedes limpiarme.—Y extendiendo Jesús la mano, le tocó, diciendo: Quiero. Sé
limpio. Y luego su lepra fue limpiada. —Y le dijo Jesús: Mira que no lo digas a
nadie: más ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece la ofrenda que mandó Moisés, en
testimonio a ellos. (S. Mateo, cap. VIII, v. 1 a 4.)
¡Cuántos hay que sólo
ofrecen protección con la esperanza de que el protegido publicará por todas partes
el bien que se le ha hecho; que á la luz del día darán una gran cantidad y en
la oscuridad no darán ni un ochavo! Por esto dijo Jesús: «Los que hacen bien
con ostentación han recibido ya la recompensa»; en efecto, el que busca su glorificación
en la tierra por el bien que ha hecho, él mismo se ha pagado; Dios ya no le debe
nada; sólo le falta recibir el castigo de su orgullo.
Que la mano izquierda no sepa lo que da la derecha,
es una figura que caracteriza admirablemente la beneficencia modesta; pero si
bien hay modestia real, la hay también aparente, que es la modestia
fingida; hay personas que ocultan la mano que da, teniendo
cuidado de hacer que se vea un poco y que alguien se aperciba que quieren
ocultarla. Indigna parodia de las máximas de Cristo! Si los bienhechores orgullosos son despreciados entre
los hombres, qué será ante de Dios! Estos también han recibido su recompensa en
la tierra. Se les ha visto; están satisfechos de haber sido vistos; esto es
todo lo que tendrán.
¿Cuál será, pues, la recompensa de aquel
que hace pagar caros sus beneficios la persona obligada, que le impone de
cierto modo muestras de reconocimiento y que le hace sentir su posición
encomiando el los sacrificios que se impone por él? Oh! para este, ni siquiera
hay la recompensa terrestre, porque está privado de la dulce satisfacción de oír
bendecir su nombre, y este es el primer castigo de su orgullo; las lágrimas que
enjuga en provecho de su vanidad, en vez de subir al cielo, vuelven a caer,
sobre el corazón del afligido, y lo ulceran. El bien que hace es sin provecho
para él, puesto que lo echa en cara, porque todo beneficio reprochado es una
moneda falsa y sin valor.
El beneficio sin ostentación tiene doble mérito;
además de la caridad material, es la caridad moral; modera la susceptibilidad
del obligado; le hace aceptar el bien sin que sufra su amor propio, y salvando su
dignidad de hombre, porque habrá quien acepte un servicio y no reciba una
limosna; así, pues, convertir el servicio en limosna por el modo como se hace,
es humillar a aquel que lo recibe, y hay siempre orgullo y maldad cuando se
humilla a una persona.