Explicación de la Ley Natural Moral de Destrucción, establecida por Dios Omnipotente... su lógica y su justificación de la razón de su existencia. También se explica la "Ley del Olvido del Pasado" y su justificación en las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero que es Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo...
¿Porqué Dios Permite que los seres vivos se coman unos a otros, siendo Él en sus atributos, inmensamente justo y bueno, y que ésto sea parte de la Ley de Destrucción, que es una Ley Moral y Natural?
Allan Kardec en el Libro de los Espíritus, nos dejó dicho: En el tema de Regreso a la Vida Corporal y el “Olvido del Pasado”, que lo que Dios hace, bien hecho está. Veamos el Ítem #394, del Libro de Los Espíritus:
Item # 394. - En los mundos más adelantados que el nuestro, donde los hombres no están sujetos a nuestras necesidades físicas ni a nuestras enfermedades, ¿Comprenden ellos que son más dichosos que nosotros? Por lo general, la felicidad es relativa; se la aprecia por comparación con un estado menos dichoso. Puesto que, en definitiva, algunos de ésos mundos –aunque mejores que el nuestro– no se encuentran en estado de perfección, los hombres que habitan en ellos deben tener motivos de pesar propios de su categoría. Así, entre nosotros, sí bien el rico no experimenta las angustías de las necesidades materiales como el pobre, no por éso deja de sufrir tribulaciones que tornan amarga su vida.
Ahora bien, pregunto sí, en su posición, los habitantes de ésos mundos se creen tan desdichados como nosotros y se quejan de su suerte, dado que no disponen del recuerdo de una existencia inferior que les permita compararla con la actual.
Te invito a ver mí video sobre éste tema : "Explicación de la Ley Natural y Moral de Destrucción en el Libro de Génesis Espiritista, codificado, escrito y publicado por Allan Kardec el 6 de enero del 1868, en YouTube. ...
https://youtu.be/92yo42ZrleM?si=TPdm-7nMZZqmpL3z
https://youtube.com/watch?v=92yo42ZrleM&si=TPdm-7nMZZqmpL3z
Éste vídeo fue publicado en el canal de YouTube de Frank Montañez Soy Espírita por Convicción el día 23 de agosto del 2016.
https://youtu.be/92yo42ZrleM?si=OTIWe0n8EbTCrl7F
Te invito a ver y compartir mí vídeo sobre éste...
TEMA : Explicación de la Ley Natural y Moral de Destrucción en el Libro de Génesis Espiritista, codificado, escrito y publicado por Allan Kardec el 6 de enero del 1868, en YouTube
“Es necesario dar a ésto dos respuestas distintas. Existen mundos, entre aquéllos que mencionas, cuyos habitantes tienen un recuerdo muy claro y preciso de sus existencias pasadas. Éstos, como comprenderás, pueden y saben apreciar la felicidad que Dios les permite disfrutar. Pero hay otros mundos en los que sus habitantes, pese a hallarse, como has dicho, en mejores condiciones que vosotros, no por éso dejan de sufrir grandes pesares e incluso desgracias. Éstos no aprecian su felicidad, por el hecho mismo de que no tienen el recuerdo de un estado aún más desdichado. No obstante, si no la aprecian como hombres, lo hacen como Espíritus.”
¿No hay algo de providencial en el olvido de esas existencias pasadas, sobre todo cuando han sido penosas? ¿No se revela en éso la sabiduría divina? En los mundos superiores, donde el recuerdo de las existencias desdichadas no es más que un mal sueño, es cuándo dichas existencias afloran a la memoria. En los mundos inferiores, en cambio, ¿no se verían agravadas las desdichas actuales por el recuerdo de las que se soportaron en el pasado? De ahí concluimos, pues, que todo lo que Dios ha hecho está bien hecho. No nos compete criticar sus obras ni decir de qué modo habría tenido Él que regular el Universo 🌌. El recuerdo de nuestras individualidades anteriores ocasionaría inconvenientes muy serios. Podría, en determinados casos, humillarnos de manera singular. En otros, exaltar nuestro orgullo y, por éso mismo, obstaculizar nuestro Libre 🆓 Albedrío. Dios nos ha dado, para que mejoremos, exactamente lo necesario y suficiente: la voz de la conciencia y nuestras tendencias instintivas. Nos quita lo que podría perjudicarnos.
Agreguemos, además, que sí tuviéramos el recuerdo de nuestras acciones personales anteriores, del mismo modo tendríamos el de las acciones de los demás, y ése conocimiento podría generar los más nefastos efectos en las relaciones sociales. Puesto que no siempre podemos vanagloriarnos de nuestro pasado, a menudo es una dicha que se haya puesto un velo sobre él. Ésto concuerda perfectamente con la doctrina de los Espíritus acerca de los mundos superiores al nuestro. En ésos mundos, donde sólo reina el bien, el recuerdo del pasado no tiene nada de penoso. Por esa razón, sus habitantes recuerdan su existencia precedente así como nosotros recordamos lo que hemos hecho en la víspera. En cuánto a su permanencia en los mundos inferiores, su recuerdo –como hemos dicho– no es más que un mal sueño.
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Entonces, el hombre siempre está cuestionando la naturaleza de las cosas, y es ahí precisamente que se topa con la Sabiduría infinita de Dios. Dando lugar a la incredulidad y a no considerar seriamente lo que no entiende de lo que Dios ha hecho. Éso ocurre con la justificación de los designios de DIOS en el Universo que el creó. El Libro de Génesis Espiritista, nos ilustra la Ley de Destrucción.
Veamos:…
El Bién y el Mal...
Capítulo III, Libro de Génesis de Allan Kardec, Destrucción mutua de los seres vivos...✅
Ítem # 20. - La destrucción recíproca de los seres vivos es una de las leyes de la naturaleza que, a primera vista, menos parece concordar con la bondad de Dios. Uno se pregunta por qué Dios creó para ellos la necesidad de que se destruyan mutuamente, para alimentarse los unos a costa de los otros.
En efecto, a quién sólo ve la materia, y restringe su visión a la vida presente, podría parecerle que existe una imperfección en la obra divina. Éso se debe a que, en general, los hombres juzgan la perfección de Dios desde el punto de vista humano; miden la sabiduría divina de acuerdo con el propio juicio que se forman de ella, y suponen que Dios no podría hacer nada mejor de lo que ellos mismos harían. Como la limitada visión de que disponen no les permite apreciar el conjunto, no comprenden que un bien real pueda provenir de un mal aparente. Sólo el conocimiento del principio Espiritista, considerado en su verdadera esencia, así como el de la gran ley de unidad que constituye la armonía de la Creación, pueden otorgarle al hombre la clave de ése misterio, para mostrarle la sabiduría providencial y la armonía precisamente allí donde sólo ve una anomalía y una contradicción.
Item # 21. - La verdadera vida, tanto del animal como del hombre, no reside en la envoltura corporal, del mismo modo que no está en la vestimenta. Reside en el principio inteligente que preexiste y sobrevive al cuerpo. Ese principio necesita del cuerpo para desarrollarse a través del trabajo que le corresponde realizar sobre la materia bruta. El cuerpo se consume en ese trabajo, pero el Espíritu no se gasta; por el contrario, sale del cuerpo cada vez más fuerte, más lúcido y con mayor aptitud. ¡Qué importa, entonces, que el Espíritu cambie más o menos frecuentemente de envoltura! No por eso deja de ser Espíritu. Es exactamente como sí un hombre cambiase de ropa cien veces en el año: no por eso dejaría de ser hombre. Mediante el espectáculo incesante de la destrucción, Dios enseña a los hombres el poco caso que deben hacer de la envoltura material, y suscita en ellos la idea de la vida espiritual, haciendo que la deseen como una compensación.
Se alegará: ¿No podía Dios llegar al mismo resultado por otros medios, sin obligar a los seres vivos a que se destruyan mutuamente? Sí en su obra todo es sabiduría, debemos suponer que ésa sabiduría no existirá más en un punto que en otro; sí no lo comprendemos así, debemos atribuirlo a nuestro escaso adelanto.
Sin embargo, podemos intentar la investigación de la causa por la cuál nos parece defectuoso, tomando como orientador éste principio:
Dios debe ser infinitamente justo y sabio. Por lo tanto, busquemos en todo su justicia y su sabiduría, e inclinémonos ante aquello que supere nuestro entendimiento.
Item # 22. - Una primera utilidad que se presenta de ésa destrucción, utilidad puramente física, por cierto, es la siguiente: los Cuerpos Orgánicos sólo se conservan con el auxilio de las materias orgánicas, pues sólo ellas contienen los elementos nutritivos necesarios para su transformación.
Como los cuerpos, instrumentos de acción del principio inteligente, necesitan ser renovados constantemente, la Providencia hace que sirvan para su mutuo mantenimiento. Es por éso que los seres se nutren unos de otros. Pero entonces, es el cuerpo el que se alimenta del cuerpo, sin que el Espíritu se aniquile o altere. Sólo queda despojado de su envoltura [Vvea la Nota # 12.]
Nota #12, Véase la Revista Espírita, de agosto de 1864, “Extinción de las razas”. (N. de Allan Kardec.)
Item # 23. - Existen también consideraciones morales de un orden más elevado. La lucha es necesaria para el desarrollo del Espíritu. En la lucha, ejercita sus facultades. ✅ Uno de los dos sucumbe; pero, en realidad, ¿qué fue lo que el más fuerte o el más hábil le quitó al más débil? La vestimenta de carne, nada más. El Espíritu, que no ha muerto, tomará otro cuerpo más adelante.
Item # 24. - En los seres inferiores de la Creación, en aquéllos a los que les falta el sentido moral, en los cuáles la inteligencia todavía no ha sustituido al instinto, la lucha no puede tener por objetivo más que la satisfacción de una necesidad material. Ahora bien, una de las necesidades materiales más imperiosa es la de la alimentación. Ellos, pues, luchan únicamente para vivir, es decir, para obtener o defender una presa, ya que no podría impulsarlos un motivo más elevado.
En ése primer período el alma se elabora y se prepara para la vida. En el hombre existe un período de transición, en el que apenas se diferencia de los irracionales. En las primeras edades domina el instinto animal, y el motivo de la lucha sigue siendo la satisfacción de las necesidades materiales. Más tarde, el instinto animal y el sentimiento moral se equilibran. Entonces, el hombre lucha, ya no para alimentarse, sino para satisfacer su ambición, su orgullo y la necesidad de dominar. Para éso, todavía necesita destruir. Sin embargo, a medida que el sentido moral obtiene preponderancia, se desarrolla la sensibilidad, y la necesidad de destrucción disminuye hasta que acaba por desaparecer, porque se vuelve detestable. En ése caso, el hombre tiene horror a la sangre. Con todo, la lucha siempre es necesaria para el desarrollo del Espíritu, pues incluso una vez que ha llegado a ése punto que nos parece culminante, todavía está lejos de ser perfecto.
Sólo a costa de su actividad conquista conocimientos, experiencia, y se despoja de los últimos vestigios de la animalidad. No obstante, en ésas circunstancias, la lucha, que antes era sangrienta y brutal, se vuelve puramente intelectual. El hombre lucha contra las dificultades, ya no contra sus semejantes [Nota #13.]
Nota # 13. - Sin prejuzgar las consecuencias que se puedan extraer de éste principio, apenas quisimos demostrar, mediante ésa explicación, que la destrucción mutua de los seres vivos en nada invalida la sabiduría divina, y que todo se encadena en las leyes de la naturaleza. Ésa concatenación se quiebra necesariamente sí se prescinde del principio espiritual. Muchas cuestiones permanecen insolubles porque se toma en cuenta solamente la materia. Las doctrinas materialistas llevan consigo el principio de su propia destrucción. Tienen en su contra no sólo el antagonismo con las aspiraciones de la generalidad de los hombres y sus consecuencias morales, que harán que sean rechazadas como disolventes de la sociedad, sino también la necesidad que el hombre experimenta de comprender todo lo que es resultado del progreso. El desarrollo intelectual conduce al hombre a la investigación de las causas. Ahora bien, por poco que éste reflexione, no tardará en reconocer la impotencia del materialismo para explicarlo todo. ¿Cómo es posible que doctrinas que no satisfacen al corazón, ni a la razón ni a la inteligencia, que dejan sin resolver las cuestiones más vitales, lleguen a prevalecer? El progreso de las ideas aniquilará el materialismo, así como ha destruido al fanatismo. (N. de Allan Kardec.)