Liga Francesa de la Enseñanza en Francia...
La biografia oficial de León Denís, no menciona que la iniciativa de éste movimiento social llamado la Liga Francesa de la Enseñanza era una de las actividades de la Masoneria de la época.Éste artículo, original es en PDF, explica lo que se conoció como la Liga Francesa de la Enseñanza, se cita literalmente ésta información de 8 páginas del artículo en que claramente dice que Leon Denís, no tuvo la iniciativa histórica de ser el responsable de éste movimiento, sino que era una iniciativa de la la Masonería, iniciada por Albert Pike, en el libro "Morals and Dogma" que León Denís y Pierre Gaetan Leymarie eran miembros. El enlace original es el siguiente:
LA FRANCMASONERÍA FRANCESA Y LA CUESTIÓN ESCOLAR: 1830-1880, de ANDRE COMBES... https://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/79507/1/La_Francmasoneria_francesa_y_la_cuestion.pdf
ANDRE COMBES
Al alba de la Restauración, una fracción muy minoritaria de la Francmasonería consideraba que su papel era difundir la instrucción y definir los fundamentos de una moral alejada de los dogmas religiosos. Ésta corriente, animada por deístas e ideólogos agnósticos, se vío reforzada por el crecimiento del movimiento republicano y del socialismo utópico dentro de la Institución, así como por un reclutamiento parcial llevado a cabo por la misma, entre el proletariado 1.
El Gran Oriente de Francia y la Obediencia del Rito Escocés, que solamente agrupaban unos 12,000 miembros, no poseían los medios financieros suficientes para pretender realizaciones de envergadura. Tampoco podían hacerlo ya que la Francmasonería no disfrutaba entonces de reconocimiento legal. Las logias, en cambio, podían suplir localmente las carencias de las Obediencias, pero sus efectivos eran demasiado inestables y a veces demasiado pobres para realizar obras duraderas. Sin embargo, paralelamente a la iglesia ⛪ en logias y masones dirigían asociaciones que actuaban en favor de la escolarización de niños y adultos. Así, la logia Perfecta Armonía de Mulhouse, bajo la dirección del industrial protestante y republicano Koechlin, abrió, en 1818, una escuela para hijos de obreros.
En Marsella, se asociaron las logias de la ciudad para fundar una casa para la instrucción de las jóvenes del pueblo; en Lyon, los hermanos regentaron la Sociedad de Instrucción Primaria del Ródano (1828) y el Patronato de niños pobres (1840). En Dunkerque y en Estrasburgo, en 1846, organizaron cursos nocturnos para obreros. Otros, en distintos lugares, montaron bibliotecas u ofrecieron becas de estudio a alumnos meritorios 2.
1- André COMBES, Les Trois Siècles de L· Franc-Maçonnerie française, París, Edimaf, pp. 72-94. 2-2- A.C., «De la philanthropie maçonnique sous la Monarchie libérale», Chroniques d' Histoire Maçonnique, n.° 28. Ver también las revistas masónicas de la Monarquía de Julio: Le Globe y La Revue maçonnique de Lyon et du Midi (1838-1853), que se conservan en la Biblioteca del Gran Oriente de Francia.
Tras la caída de la monarquía, la Francmasonería estuvo demasiado ocupada en proyectos de reformas internas para poder abordar un proyecto educativo de
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conjunto. Por otra parte, los republicanos se vieron apartados del poder en diciembre de 1848. La derecha, para preservar a la juventud de influencias revolucionarias, votó en marzo de 1850 la célebre ley Falloux. Ésta ley permitió el desarrollo de una enseñanza privada, generalmente en manos de las congregaciones religiosas, poniendo fin al monopolio universitario y situando la escuela pública, desde la primaria a la superior, bajo la servidumbre de notables y clérigos. Ello provocó, en los ambientes republicanos, el crecimiento de un anticlericalismo visceral, que se vío reforzado por la actitud política y religiosa mantenida por la Iglesia durante el Segundo Imperio.
El golpe de estado de 2 de diciembre de 1851 redujo al silencio a la opinión republicana, pero ésta renació, endurecida por los años de persecución, cuando el Imperio se liberalizó en 1860. La Francmasonería, adormecida durante el Imperio autoritario, se despertó con nuevo ardor. En su seno, una corriente joven rechazaba los sueños de los hombres del 48, se declaraba positivista y deseaba consagrar sus fuerzas al advenimiento de una democracia republicana. En ésta línea, las logias debían formar ciudadanos que difundiesen las «verdades adquiridas». Estas logias se convirtieron, pues, en escuelas de pensamiento en las que se generaron debates libres y apasionados.
La cuestión escolar, junto a la cuestión social y estrechamente ligada a ella, apareció como el tema más frecuentemente abordado. En línea de continuidad con esta corriente ideológica, un grupo de masones aglutinado en torno a Massol, Brisson y Caubet, elaboró las bases de una «moral independiente» de las religiones, que emanaba de la conciencia y del libre examen. Fue la inspiradora de los redactores de las primeras obras de moral laica 3.
Poco a poco se estableció un consenso en las logias para que la enseñanza se convirtiera en gratuita y obligatoria, y posteriormente laica. El intento del ministro Victor Duruy (que no era masón) de abrir escuelas laicas para las jóvenes estuvo fuertemente apoyado por los masones, que esperaban con ello que éstas pudieran así escapar de la influencia clerical. Las revistas masónicas citan largos extractos de intervenciones de los oradores en las logias tratando el problema escolar. Entre ellos se encontraban publicistas y profesores despedidos de su trabajo tras el golpe de estado de 1851, como Massol, Carlos Ruelle, Ernesto Hendlé, Emilio Deschanel, de Jouvencel y, sobre todo, Carlos Sauvestre, todos ellos republicanos y fervientes anticlericales. Algunos enseñaron en establecimientos libres donde gozaban de una relativa independencia 4.
Las asociaciones para la promoción de la escuela o la defensa del cuerpo de magisterio animadas por francmasones se multiplicaron por doquier, y así
3- A.C., «Des loges activistes au sein du Grand Orient de France et leur influence», en Recueil des Actes de l'Institut d'Etudes et de Recherches Maçonniques, Paris , (1878).
1- André COMBES, Les Trois Siècles de L· Franc-Maçonnerie française, París, Edimaf, pp. 72-94. 2-2- A.C., «De la philanthropie maçonnique sous la Monarchie libérale», Chroniques d' Histoire Maçonnique, n.° 28. Ver también las revistas masónicas de la Monarquía de Julio: Le Globe y La Revue maçonnique de Lyon et du Midi (1838-1853), que se conservan en la Biblioteca del Gran Oriente de Francia.
Tras la caída de la monarquía, la Francmasonería estuvo demasiado ocupada en proyectos de reformas internas para poder abordar un proyecto educativo de
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conjunto. Por otra parte, los republicanos se vieron apartados del poder en diciembre de 1848. La derecha, para preservar a la juventud de influencias revolucionarias, votó en marzo de 1850 la célebre ley Falloux. Ésta ley permitió el desarrollo de una enseñanza privada, generalmente en manos de las congregaciones religiosas, poniendo fin al monopolio universitario y situando la escuela pública, desde la primaria a la superior, bajo la servidumbre de notables y clérigos. Ello provocó, en los ambientes republicanos, el crecimiento de un anticlericalismo visceral, que se vío reforzado por la actitud política y religiosa mantenida por la Iglesia durante el Segundo Imperio.
El golpe de estado de 2 de diciembre de 1851 redujo al silencio a la opinión republicana, pero ésta renació, endurecida por los años de persecución, cuando el Imperio se liberalizó en 1860. La Francmasonería, adormecida durante el Imperio autoritario, se despertó con nuevo ardor. En su seno, una corriente joven rechazaba los sueños de los hombres del 48, se declaraba positivista y deseaba consagrar sus fuerzas al advenimiento de una democracia republicana. En ésta línea, las logias debían formar ciudadanos que difundiesen las «verdades adquiridas». Estas logias se convirtieron, pues, en escuelas de pensamiento en las que se generaron debates libres y apasionados.
La cuestión escolar, junto a la cuestión social y estrechamente ligada a ella, apareció como el tema más frecuentemente abordado. En línea de continuidad con esta corriente ideológica, un grupo de masones aglutinado en torno a Massol, Brisson y Caubet, elaboró las bases de una «moral independiente» de las religiones, que emanaba de la conciencia y del libre examen. Fue la inspiradora de los redactores de las primeras obras de moral laica 3.
Poco a poco se estableció un consenso en las logias para que la enseñanza se convirtiera en gratuita y obligatoria, y posteriormente laica. El intento del ministro Victor Duruy (que no era masón) de abrir escuelas laicas para las jóvenes estuvo fuertemente apoyado por los masones, que esperaban con ello que éstas pudieran así escapar de la influencia clerical. Las revistas masónicas citan largos extractos de intervenciones de los oradores en las logias tratando el problema escolar. Entre ellos se encontraban publicistas y profesores despedidos de su trabajo tras el golpe de estado de 1851, como Massol, Carlos Ruelle, Ernesto Hendlé, Emilio Deschanel, de Jouvencel y, sobre todo, Carlos Sauvestre, todos ellos republicanos y fervientes anticlericales. Algunos enseñaron en establecimientos libres donde gozaban de una relativa independencia 4.
Las asociaciones para la promoción de la escuela o la defensa del cuerpo de magisterio animadas por francmasones se multiplicaron por doquier, y así
3- A.C., «Des loges activistes au sein du Grand Orient de France et leur influence», en Recueil des Actes de l'Institut d'Etudes et de Recherches Maçonniques, Paris , (1878).
4- La acción de las logias en el dominio escolar puede seguirse en distintos números de las revistas: La Chaîne d'Union, Le Monde Maçonnique γ L'Action Maçonnique (1864-1870). Ver también: «Une loge sous le Second Empire^ la Renaisence par les Emules d'Hiram», Humanisme, Paris, n.° 111, (1976), pp. 13-17.
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surgieron la Sociedad para la Instrucción Elemental, la Asociación de Miembros de la Enseñanza o la Sociedad Cooperativa de Enseñanza Independiente. Pero ninguna tuvo el éxito de la Liga de la Enseñanza, nacida en 1864 en Bélgica con objeto de luchar contra la intervención del clero en la escuela, paralelamente al combate dirigido por la sociedad librepensadora Solidarios para la propagación del entierro civil 5.
Un profesor de Beblenheim, Juan Macé, tras conocer la existencia de la Liga belga por un artículo aparecido en La Opinión Nacional lanzó una llamada en el mismo periódico, el 25 de octubre de 1866, a fin de fundar una Liga similar en Francia. Este llamamiento se debió a una iniciativa individual que no debe por lo tanto nada a la Masonería y, sin embargo, desde su origen, las actividades de la Liga estuvieron estrechamente ligadas a las de la institución fraternal 6.
Juan Macé fue iniciado, en junio de 1866, en la logia La Perfecta Armonía de Mulhouse. Esta logia financiaba parcialmente entonces la Sociedad de Bibliotecas Populares del Alto Rin, fundada por Macé, así como una sociedad de instrucción popular. Más aún, fue un francmasón, el hermano Vacca, profesor de instituto y Venerable de la logia de Metz, quien obtuvo por primera vez del gobernador civil la autorización para abrir un círculo de la Liga. De ésta forma creó una biblioteca y organizó en el local de la misma una serie de cursos que abarcaban toda la enseñanza universitaria excepto el griego y el latín. El obispo se amparó en el hecho de que el presidente del círculo era a la vez Venerable de una logia, para fulminar una «obra de estas sociedades secretas tantas veces condenadas por la Santa Sede» y un proyecto que excluía la religión en su programa de estudios. El ataque del obispo fue pan bendito para la Liga, puesto que le aseguró una amplia publicidad.
En Rouen, posteriormente, fue el hermano Eugenio Vienot, miembro del Consejo de la Orden del Gran Oriente de Francia, quien obtuvo también el apoyo del gobernador civil para abrir otro círculo. En París, por el contrario, los masones fueron muy minoritarios dentro del grupo fundador dirigido por profanos. Paradójicamente, el discreto apoyo dispensado a la Liga por el ministro de Instrucción Pública Victor Duruy, provocó reticencias hacia él por parte del ala más radical de la Masonería, que temía que con ello se adquiriese un compromiso con el poder. La Liga progresó, sin embargo, especialmente en los medios republicanos. En diciembre de 1867 contaba ya con 4.800 miembros, entre los que se encontraban los de quince logias que se habían adherido colectivamente. En febrero de 1870 se hallaban en actividad 59 círculos, agrupando a 17.850 socios protectores.
Paralelamente a la iniciativa de Macé, el Gran Oriente de Francia, pretendió crear su propia sociedad para la instrucción primaria. La idea partió del hermano Battaille, un profesor del conservatorio de música. Fue aprobada por el Gran 5
5- La Chaîne d'Union, París, nn. 1 y 2, (1864).
6- La única obra que trata los orígenes de la Liga en sus relaciones con las logias masónicas es: Dessoye, Jean Macé et la fondation de la Ligue de l'Enseignement, París, Flammarion, 1881, 289 pp.
Contiene un prólogo de Henri Martin.
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Maestre Mellinet. El Gran Consejo de la Orden nombró una comisión que elaboró los estatutos de una «Obra de enseñanza para la propagación de la instrucción primaria». Su objetivo consistía en abrir escuelas primarias y de clases para adultos, así como entregar premios a maestros y alumnos que los mereciesen. La Obra debía ser administrada por una comisión en la que figurase el Gran Maestro por derecho propio. La discusión del proyecto tuvo lugar en la sesión del Consejo de la Orden del 27 de agosto de 1866. Las críticas fueron muy afiladas y tres consejeros (Poulie, Massol y Caubet) se negaron incluso a asistir a la discusión de los estatutos que, no obstante, fueron aprobados el 12 de noviembre. Se consultó entonces a las logias y sus respuestas fueron analizadas en el curso de la asamblea general anual de 1867 7.
Únicamente respondieron 120 logias y, entre ellas, una muy pequeña mayoría se pronunció en contra del proyecto. Poulie explicó esta oposición ante la asamblea general: el Gran Oriente temía que con ello, la existencia de facto de la Obra adquiriera de iure la forma de una sociedad de utilidad pública y, teniendo en cuenta que toda sociedad de este tipo era objeto de un estrecho control por parte de la autoridad civil, los masones, preocupados por preservar su relativa independencia, rehusaron enérgicamente a la misma. A ello se añadía que las logias eran contrarias a toda forma de centralización administrativa y, además, la entrada en liza de la Masonería podía provocar una campaña clerical contra ella que podía resultarle perjudicial. El aplazamiento fue votado el 14 de junio de 1867. Al año siguiente la asamblea general decidió que el Gran Oriente debía «dejar a las logias la iniciativa en la elección de los medios apropiados para propagar la instrucción, animarlas en este camino y ayudarlas allanando todas las dificultades que pudieran encontrar». El Orador de la Asamblea, el protestante Garrison, en su discurso de clausura, lanzó una llamada a los talleres para que abrieran bibliotecas, fundaran escuelas y distribuyeran libros útiles.
No todas las logias habían esperado este llamamiento para actuar. Sin embargo, las iniciativas se multiplicaron a raíz del mismo. El hermano Brochier en Marsella creó y dirigió un comité de escuelas masónicas financiado por una cotización anual de 6 francos. De esta forma pudo regentar dos cursos de adultos para hombres y uno para mujeres, así como un curso de enseñanza profesional; la logia La Perseverancia de Saumur abrió igualmente una escuela para adultos, mientras que la de Saint Denis,
La Unión Filantrópica, asumió el costoso riesgo, con la ayuda de algunos otros talleres, de crear un establecimiento de enseñanza para internos y externos. Los jóvenes alumnos aprendían principalmente rudimentos de higiene y las bases de una moral independiente. Se organizaron cursos nocturnos para adultos en Epinal (logia La Fraternidad Vosguiana), en Dijon (logia Solidaridad y Progreso) y en Colmar. Otros talleres costearon bolsas de estudio,
7 Bulletin du Grand Orient de France (1866), pp. 545-549; (1867), pp. 225-228; (1869), p. 292.
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distribuyeron libretas de ahorros o ayudaron a sostener bibliotecas. Por otro lado la guerra contra Prusia abortó audaces proyectos escolares de las logias de Nantes y de Burdeos 8.
La Francmasonería y la Liga de la Enseñanza conjugaron de nuevo sus actividades en 1870. Juan Macé presentó a la logia de Estrasburgo, Los Hermanos Reunidos, un proyecto de solicitud en favor de la enseñanza obligatoria, para complementar el proyecto gubernamental de gratuidad de la instrucción primaria.
En esta ciudad se constituyó un comité que recibió la adhesión tanto de Victor Duruy, como la de Julio Simón y, el 15 de julio, la cifra de adhesiones ascendía a 350.000.
La asamblea general del Gran Oriente de 1870, tras una proposición del miembro de la Liga Vienot, adoptó por unanimidad la siguiente proposición:
«La asamblea general, tomando en consideración el deseo formulado originalmente por el hermano Macé, desarrollado y apoyado en el seno de la Francmasonería por las logias Los hermanos Reunidos de Estrasburgo y Los Hijos de Hiram de Agen, decide por aclamación y unanimidad asociarse a esta manifestación en favor de la enseñanza gratuita, obligatoria y laica, y que el expediente de esta resolución sea enviado al Sr. Julio Simón para que lo haga llegar al despacho del órgano legislativo» .La solicitud de la Liga no contenía la palabra «laica», considerada demasiado cáustica, sino que fue añadida por el Gran Oriente obedeciendo el deseo de los delegados con el apoyo sorprendente del Gran Maestre Mellinet, a quien podría clasificarse como «bonapartista de izquierda». Esta asamblea general sentó un precedente, ya que hasta entonces ninguna otra se había atrevido a adoptar una moción de carácter tan partidista. La elección de Julio Simón como destinatario del expediente se explica porque hacía poco tiempo había entrado en una logia de rito escocés y, a la vez, dirigía la oposición republicana 10.
Tras la llegada de la República, la derrota militar frente a Prusia, la victoria electoral de los monárquicos, el aplastamiento de la Comuna y la caída de Thiers y su sustitución por un gobierno monárquico de orden moral, la Francmasonería se vio forzada a extremar la prudencia. Los francmasones fueron acusados de ser cómplices de los miembros de la Comuna incendiarios y asesinos de rehenes. Una
8- Figuran numerosas referencias a la acción educativa de las logias, en las revistas masónicas La Chaîne d'Union y Le Monde Maçonnique y en el Fondo Masónico de la Biblioteca Nacional de París, Departamento de Manuscritos, Serie F. Respecto a este último fondo ver los legajos de las logias L'Union Philanthropique (Saint Denis), La Reforme (Marseille), La Fraternité Vosguienne (Epinal), Solidarité et Progrès (Dijon). En 1869 se crearon dos revistas masónicas para apoyar la creación de escuelas laicas:
L'Avenir Maçonnique (Burdeos) y L'Ecole Maçonnique (Nantes), pero desaparecieron en 1870. Algunos ejemplares de ellas se conservan en la Biblioteca del Gran Oriente de Francia.
9- Bulletin du Gran Orient de France, (l870), p. 296.
10- Julio Simón fue iniciado en la logia Le Réveil Maçonnique de Boulogne el 3 de julio de 1870 {Le Monde Maçonnique, Agosto 1870). Entró en el Supremo Consejo del Rito Escocés en 1874 (Revista La Chaîne d'Union, 1874).
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ola clerical y antimasónica inundó Francia desde 1873 a 1875 y, después, en 1877 durante el período electoral. Los gobernadores civiles cerraron varias decenas de logias, acusándolas de haberse convertido en círculos republicanos, y, por otro lado, Monseñor Dupanloup, a pesar de representar la tendencia liberal en el seno de la Iglesia, presentaba en 1875 a los masones como los constructores de una sociedad sin Dios, democrática y social.
El poder de la Iglesia era aparentemente considerable: 35.000 sacerdotes seculares, 31.000 religiosos y 127.000 religiosas. La mitad de los niños eran educados en establecimientos sostenidos por el clero, y la enseñanza de la religión era obligatoria en el resto de las escuelas. Los maestros, en zonas rurales, debían enseñar el catecismo y la historia sagrada, conducir a los niños a los oficios religiosos, cantar en coro y abrir y cerrar las clases con una plegaria. La Francmasonería, mostrada como el peor enemigo de la Iglesia, sólo agrupaba a unos 25.000 cotizantes (no todos ellos militantes) y las logias no cubrían ni el conjunto del país. Era verdad, no obstante, que el censo electoral masculino votaba, sobre todo en zonas urbanas, a los candidatos republicanos y que muchos de ellos (una mayoría en París) eran masones. La Francmasonería, apareciendo como una fuerza activa, volvía a reclutar de nuevo adeptos tras un período baldío.
El 5 de enero de 1874 fue admitido en la logia presidida por Massol, Los Émulos de Hiram, Manuel Vauchez, el secretario general de la Liga que le había impuesto la laicidad a la misma y el 8 de julio de 1875, Julio Ferry, Emilio
Littré 11 y Honorato Chavée (un lingüista) fueron iniciados en la logia La Clemente Amistad en presencia de dirigentes políticos, republicanos y masones como León Gambetta y Luis Blanc. Más adelante, Gregorio Wyrouboff, director de la logia La Filosofia Positiva, denunció los perjuicios de la ley escolar clerical de 12 de julio de 1875, presentó el estado de la enseñanza en Francia y expuso un programa de reformas en el que combinaba la enseñanza general y la profesional. Julio Ferry, por su parte, abordó enseguida el problema de la educación, de la moral y del laicismo, justificando la primacía de la sociedad civil sobre la razón de estado y sobre los dogmas religiosos. Wyrouboff consideró entonces la posibilidad de iniciar cursos de filosofía y de sociología en el Gran Oriente de Francia, idea que Gustavo Francolín aplicó con éxito.
La Francmasonería, que apenas era tolerada en aquellos difíciles años, se encontraba por tanto obligada a observar la mayor prudencia. Por ello, el Consejo de la Orden se opuso a cualquier actividad de las logias en pro de la amnistía de los miembros de la Comuna y en favor del laicismo escolar. El mismo Massol, como miembro del Consejo, prohibió que la logia de Dieppe preparase una instancia solicitando la escuela gratuita y obligatoria. El Gran Oriente, por deseo de su presidente, el Dr. de Saint-Jean, se limitó simplemente a organizar desde 1871, en su sede social de la calle Cadet, cursos gratuitos de alemán, inglés, geografía, historia, taquigrafía y literatura francesa. Mientras tanto las logias continuaron
11- Sobre la iniciación de Littré, el 8 de julio de 1875 en la logia La Clémente Amitié, ver La Chaîne d'Union, agosto y septiembre de 1875.
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trabajando en las actividades que habían iniciado antes de la guerra, aunque la escuela masónica de Saint Denis tuvo que ser clausurada por falta de medios económicos. En París, por ejemplo, se recogía dinero en las logias al acabar los trabajos de las mismas, para ayudar a financiar escuelas laicas libres de diversos distritos de la ciudad. El organizador de estas recolectas, el hermano Francisco Javier Trébois, presidía el consejo de administración del conjunto de estos establecimientos docentes. Otro masón, el hermano Godimus, fundó la Obra del Denario de Escuelas Laicas. La Masonería estaba pues presente, aunque indirectamente, en la batalla escolar 12.
Julio Simón, ministro de Instrucción Pública en el gobierno de Thiers, presentó un proyecto de ley para que volviese a exigirse la enseñanza obligatoria, pero tropezó con la mayoría monárquica que dominaba la comisión parlamentaria encargada de examinarlo. La Liga de la Enseñanza, bajo la cobertura de las siglas «Movimiento del céntimo contra la ignorancia», relanzó por entonces una campaña popular de ayuda en favor de las escuelas laicas similar a la orquestada en la ante-guerra. Impulsada por los hermanos J. Macé, M. Vauchez y C. Sauvestre, obtuvo un éxito considerable: la Liga disponía, el 6 de enero de 1873, de un total de 1.267.267 firmas, incluidas las que se obtuvieron bajo el Imperio, y cada firmante debía abonar un céntimo. Las listas fueron entregadas a la Asamblea Nacional por una comisión selecta de republicanos. Ahora bien, es de destacar que si bien la totalidad de los que se adhirieron a la campaña apoyaron la obligatoriedad escolar, solamente 348.265 de ellos pidieron su gratuidad y laicización. Estos resultados indicaban que el laicismo no disfrutaba todavía de la aceptación unánime de la izquierda, por lo que, a partir de ahí, se multiplicó la propaganda para difundirlo en el seno de las logias y de la nación.
Los republicanos ganaron las elecciones de 1877 y confirmaron su éxito en las de 1881. Julio Ferry, Presidente de la Izquierda Republicana y diputado por Vosges, ocupó la Cartera de Instrucción Pública durante los gobiernos de
Waddington (febrero de 1879), y de Freycinet, y después asumió también la presidencia del Consejo de Instrucción Pública. Bajo su impulso fueron llevadas a cabo, no sin dificultad, las grandes reformas escolares. Ferry restituyó al Estado la colación de grados universitarios, aunque no consiguió eliminar de la enseñanza de forma duradera a las congregaciones religiosas no autorizadas. Pero sobre todo hizo votar las leyes de gratuidad y de obligatoriedad escolar (hasta los 13 años cumplidos) y de laicidad de la enseñanza pública. El hermano Carlos Floquet, por su parte, llevó a término su proyecto de creación de caja de escuelas. La Francmasonería naturalmente fue acusada de haber inspirado el conjunto de esta obra. Así, un autor católico y monárquico, D'Avesne, publicó un libro en 1879 titulado La Franc-Maçonnerie et les projects Ferry, en el que volvía a tomar,
12- Sobre los Cursos Comerciales del Gran Oriente de Francia, ver: Bulletin du Grand Orient de France (1871), pp. 158, 229, 236, 243, 256 y 303, así como los rapports sobre sus actividades presentados en el transcurso de cada asamblea general del Gran Oriente de Francia. Los rapports de los consejos de administración de las escuelas libres de París, y de la propaganda en favor de la obra de Godimus, figuran en la mayor parte de los números de La Chaîne d'Union de 1872 a 1880.
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adaptándolos a la coyuntura, los ataques tradicionales a «la sociedad secreta» adornados por una lista más o menos exacta de diputados masones 13.
En realidad, la Francmasonería en su conjunto apoyó apasionadamente la acción del hermano J. Ferry. No deja de ser significativo constatar que Julio Simón (entonces grado 33 del Rito Escocés) se encontrase solo en su vana tentativa por lograr que fuese obligatoria la enseñanza de «los deberes para con Dios» y que, despechado, abandonase la Masonería. Sin embargo, el Gran Oriente de Francia decidió, en el transcurso de su asamblea general de 1880, abstenerse de enviar una moción de apoyo al hermano Julio Ferry, con el fin de que no pudiese ser acusado de servir la causa de la Obediencia. Además, aunque el presidente del Consejo de la Orden, Carlos Cousin, era un ferrista convencido y Ferry tenía numerosos amigos políticos masones, especialmente en los Vosgos, la mayor parte de los hermanos estaban situados a la izquierda del jefe del Gobierno. Estos aprobaron su actuación pero la encontraban insuficiente. Por otro lado, solamente una minoría de colaboradores inmediatos del ministro eran masones y entre ellos no se encontraban ni Félix Pécaud, ni Buisson, ni tampoco Paul Bert. Teniendo en cuenta todos estos factores, no puede afirmarse que el contenido de las leyes escolares fuese inspirado directamente en la reflexión de las logias.
La primera asamblea general de la Liga tuvo lugar del 18 al 21 de abril de 1881 en los locales del Gran Oriente de Francia. Por aquellas fechas ya había cambiado su nombre original por el de Liga Francesa de la Enseñanza. Su primer Consejo General, formado por 30 miembros, comprendía una corta mayoría de francmasones, entre los que se contaban Víctor Poupin, secretario del círculo parisino, los parlamentarios Duclaud y Testelin y dos antiguos Consejeros de la Orden: Carlos Fauvety (fundador de una religión laica) y Eugenio Viénot. Desde entonces se prepararon, en el seno del Gran Oriente, en vistas a la puesta en práctica de las leyes laicas y a la separación de las Iglesias del Estado. El Gran Oriente nombró, en 1879, una comisión para el examen y fomento de los libros a introducir en las escuelas y decidió, en 1880, reducir a la mitad para los maestros las tasas que debían pagarse por derechos de iniciación 14. Fue ésta una decisión feliz, porque a partir de ella los maestros poblaron las logias.
Desde entonces, y hasta nuestros días, el Gran Oriente de Francia consagró gran parte de sus trabajos y de sus esfuerzos a defender el laicismo, a mejorar la condición de los docentes, a organizar y desarrollar obras para escolares y a la adaptación del sistema educativo.
13 El trabajo más reciente sobre la obra de Julio Ferry es: Jean Michel GAILLARD,/«/« Ferry, París, Fayard, 1989, 730 pp. Ver también: Ε. d'AVESNE, La Franc-Maçonnerie et les projets Ferry, Marseille, Imprimerie du Citoyen, 96 pp.
14- Sobre la comisión de examen creada por el Gran Oriente de Francia: Bulletin du Grand Orient de France, (1880-1881), pp. 331-349.