La llamada "Turbación" que sigue a la muerte no tiene nada de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquél cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedad y de Angustías, que aumentan a medida que va comprendiendo su situación.
Es decir cuándo se emancipa el Alma en el momento de la muerte física del cuerpo. La Turbación ocurre en el estado de erraticidad. Éstas preguntas serán contestadas en éste artículo...
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En los casos de muerte colectiva se ha observado que todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato. En la turbación que sigue a la muerte, cada cuál va por su lado, preocupándose tan sólo de aquéllos que le interesan.
¿Qué es ERRATICIDAD? ¿Sabes tú lo que significa?, Frank Montañez Soy Espírita por Convicción Soy Espírita - Buscar éste tema en Google....
Empecemos con el Libro de los Espíritus :
Item # 961. En el instante de la muerte, ¿cuál es el sentimiento que prevalece en la gran mayoría de los hombres: la duda, el temor o la esperanza?
- La duda, para los escépticos empedernidos. El temor, para los que son culpables. La esperanza, para los hombres de bien.
Veamos además qué ocurre con el Alma desencarnada cuándo está en Turbación:
¿Qué significa la Turbación Espírita?
Item # 163. El alma, al dejar el cuerpo, ¿tiene de inmediato conciencia de sí misma?
- Conciencia inmediata no es el término adecuado. Permanece algún tiempo en estado de turbación.
Item # 164. ¿Todos los Espíritus experimentan en el mismo grado y durante un lapso idéntico la turbación que sigue a la separación del alma y el cuerpo?
- No, ello depende de su elevación. El que está ya purificado vuelve en sí casi inmediatamente, porque se ha desprendido de la materia durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva durante mucho más tiempo la impresión de esa materia.
Ítem # 165. El conocimiento del Espiritismo ¿ejerce influencia sobre la duración más o menos prolongada de la turbación?
- Una influencia muy grande, por cuánto el Espíritu comprende de antemano su situación. Pero, lo que más influye es la práctica del bien y la conciencia pura.
En el momento de la muerte todo es al principio confuso. Hace falta al alma algún tiempo para recobrarse. Se halla como aturdida, al igual que el estado de un hombre que saliera de un sueño profundo y que tratará de darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado le vuelven conforme se va borrando el influjo de la materia de que acaba de desembarazarse, y a medida que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos.
La duración de la turbación que sigue a la muerte es muy variable. Puede ser de unas pocas horas como de varios meses, y hasta de muchos años. Aquéllos en quienes es más breve son los que se han identificado en vida con su estado futuro, por cuánto comprenden de inmediato su situación.
La turbación presenta circunstancias particulares, de acuerdo con el carácter de cada individuo y, sobre todo, según el tipo de muerte experimentada. En las violentas, producidas por suicidio o suplicio, accidente, apoplejía o heridas, etcétera, el Espíritu se encuentra sorprendido, asombrado, y no cree haber muerto. Así lo sostiene con terquedad. No obstante, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Acude junto a las personas a quienes profesaba afecto, les habla y no comprende por qué ellas no le oyen. Ésa ilusión dura hasta que el desprendimiento del periespíritu se ha consumado. Sólo entonces el Espíritu se recobra y comprende que ya no forma parte de los vivientes. Éste fenómeno se explica con facilidad.
Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu está aturdido por el brusco cambio que en él se ha operado. Para él, la muerte sigue siendo sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como quiera que piense, ve y entiende, en su opinión no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve dueño de un cuerpo similar al anterior, por su forma, pero cuya etérea naturaleza no ha tenido todavía tiempo de estudiar. Lo cree sólido y compacto como lo era el primero, y cuándo se le llama la atención sobre este punto se asombra de no poder palparlo. Éste fenómeno es análogo al de los sonámbulos noveles, que no creen estár dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades. Y puesto que piensan libremente y ven, en su concepto no se hallan dormidos.
Algunos Espíritus presentan ésta particularidad, aún cuándo la muerte no los haya sorprendido en forma imprevista. Pero sigue siendo una particularidad más general en aquéllos que, aunque enfermos, no pensaban que morirían. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como sí se tratara del de un extraño, y hablando de él como de una cosa que no le concierne, hasta el momento en que comprende la verdad. La turbación que sigue a la muerte no tiene nada de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquél cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedad y de angustias, que aumentan a medida que va comprendiendo su situación.
En los casos de muerte colectiva se ha observado que todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato. En la turbación que sigue a la muerte, cada cual va por su lado, preocupándose tan sólo de aquéllos que le interesan.
Éstos comportamientos del Alma al desencarnar, son muy predecibles, puesto que todo se basa en cuan Desmoralizados o cuan desprendida ha sido la vida al momento de la desencarnación con relación al apego material de la persona y de ésta Alma. Puede preverse que los comportamientos en el mundo espiritista tomarán su curso de acuerdo a ésta situación de Materialidad del Alma.
Para los que nos dedicamos a ésta misión de educar para lograr ofrecer una alternativa de vida y progreso del Espíritu, muchas veces tenemos que pagar con sufrimientos, vejaciones, de los orgullosos que no aceptan excepto sus propias conclusiones y también soportar las vejaciones de familiares y amigos que no concuerdan con nuestras predicas de Moral o Bien Común porque sus religiones pueden más que la verdad que exponemos.
La gran responsabilidad de llevar la educación de aquéllos que sí son religiosos, y que sí son orgullosos tiene un precio alto. Y lo percibimos cuándo en momentos de Angustías o pesares que todos pasamos en la vida, ni un pésame te dan porque es más importante la religiosidad o los criterios preconcebido que se tienen que del amor fraternal que hay que tener.
El llevar la educación no es convencerse a uno mismo que estamos actuando bien, sino poner un granito de arena en seguir llevando la información a quién no la conoce. Pues hemos visto cuan importante es la condición material al momento de la muerte orgánica y el desprendimiento del Alma desencarnada.
Es una misión hermosa el llevar éste mensaje de restauración y de progreso espiritual, a veces pensamos que nos da pena el decir que sí somos Espiritas. Pero cuándo evaluamos la importancia de que éste mensaje de bien comúnque es lo mismo que la Moral Espírita, sea dado a conocer, luchamos con el miedo a declararnos abiertamente como Espíritas, temiendo al que dirán. Sí todavía estás pensando que ser Espíritas es sólo sentirlo solamente, tengo noticias para tí, el ser Espíritas conlleva también la responsabilidad de declararlo sin temor a lo que lo eres.
Entones, ¿Cómo saber sí mí familiar fallecido está bien en el Mundo de los Espíritus, es decir, el mundo Espiritista --?
La gran pregunta, ¿Como puedo saber cómo está el Espíritu de mí familiar o amigo fallecido?
En éste vídeo te contesto ésa interrogante...
https://youtu.be/CqR25R242FQ?si=upDl7wmdks24VMN3
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