¿Sufre o No el ALMA en el momento de la muerte física?
Ésa es la gran pregunta... Todos estamos interesados en éstos temas que la misma ciencia no ha podido explicar y rehúye a éste tema por no saber cómo manejarlo. Es precisamente aquí dónde el espiritismo aporta conocimiento basado en las comunicaciones Mediúmnicas con espíritus desencarnados que describen el proceso. Es también ésta área de conocimiento que define al Espiritismo como una ciencia de hechos entre el plano físico y el espiritista.
El siguiente es el enlace de éste contenido que se utiliza para discutí el tema de la Turbacion Espírita y el "Transito"... descubre y Educa tú Espíritu sobre éstos temas...
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Personalmente me interesa ésta área de conocimientos, y me embate la curiosidad de lo que ocurre en éste instante final para la vida física de los seres humanos, cuándo el Alma se emancipa y se desprende y sí ése desprendimiento causa dolor o no.
Me interesa sí se experimenta dolor en el desprendimiento y qué ocurre con el Periespíritu. Pues creo que éstas son las aéreas de mayor interés de todos. Además, de ser los temas que mas causan curiosidad, que más preguntan en mí página.Trataré de ayudar en el desarrollo del tema añadiendo algunos comentarios que resuman la posición del Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo 🌍, el Verdadero Espiritismo.
Definamos el concepto Alma...
Alma (2) Inmortal Espírita, es inmaterial, es preexistente y siempre sobrevive a la muerte física del cuerpo. El Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo, el Verdadero Espiritismo que se sostiene con los contenidos de los Libros 📚 Codificados por Allan Kardec, define ¿Qué es el Alma?, es el Elemento Vital definido en el Espiritismo, establece la razón de la Existencia del Alma Inmortal, prexisten e inmaterial que es lo mismo que el Espíritu.
Se define además, porque existe el Alma y dónde está localizada en el cuerpo físico. El Espiritismo se sostiene en sus creencias en la Existencia del Alma Inmortal, individual e inmaterial. El que predique algo diferente a lo que dijeron los Espíritus y que además, quedó por escrito, no son considerados Espiritistas, sino Espiritualistas, que no es lo mismo a ser Espiritista Verdadero.
Alma, Principio Vital, y Fluido Vital, según las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo...
Te invito a ver mí vídeo sobre el tema: "Activando la Moral - Programa #3 -- Estudio Libro de Los Mediums, Alma, Principio Vital, y Fluido Vital,según las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo - Soy Espírita" en YouTube, Frank Montañez,lo
El Tránsito : ¿Qué significa el Tránsito en el Espiritismo? ¿El ALMA sufre o no en el tránsito desde el cuerpo encarnado hacía el mundo espiritista como Espíritu desencarnado? Es decir cuándo se emancipa el Alma en el momento de la muerte física del cuerpo. Éstas preguntas serán contestadas en éste artículo con sus videos de referencia...
Ver mí vídeo sobre el tema: "El ALMA sufre o no en el Tránsito, cuándo ocurre la muerte Física Parte 1 de 2, Soy Espírita" en YouTube, Meg Cathey, 👌okp♥️,
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https://youtu.be/3sXUUTdF8iw 👌okp ♥️
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El Espiritismo es la Palabra de Dios a la humanidad...
Qué es el Espiritismo - Frank Montañez
https://soyespirita.blogspot.com/p/espiritismo-desde-su-fundacion-fue.html
Qué es y en qué cree el Espiritismo... http://soyespirita.blogspot.com/2018/07/que-es-y-en-que-cree-el-espiritismo.html
Ver mí vídeo sobre el tema: "Qué es el Espiritismo - Frank Montañez, según los contenidos de los Libros Codificados por Allan Kardec, Soy Espírita" en YouTube, frank5028,
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Soy Espírita por Convicción , ¿Que es Ser Espírita?, ¿Qué significa ese término? ¿Porque Soy Espírita?¿Porque Soy Espiritista? Quiero ser Espiritista...
¿Que es la Codificación Espírita, en el Espiritismo?
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Activando la Moral - Programa #2 - Estudio Libro de Los Espíritus - Soy Espírita" en YouTube, Frank Montañez,
https://youtu.be/J7Mf2JEETTc 👌okp21 ♥️, Frank Montañez
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La Revelación Divina es la Eterna Verdad, ABSOLUTA en el Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador, el carácter esencial de toda revelación debe ser la VERDAD.
La "Eterna Verdad" del Espiritismo, es Palabra de Dios a la humanidad, son Verdades Morales, es la Ley Natural de Dios (LM, CAPÍTULO XXXI, seccion lll).
https://soyespirita.blogspot.com/2018/11/en-la-verdad-si-solamente-un-hecho.html
El Espiritismo es la Palabra de Dios para la humanidad...
https://soyespirita.blogspot.com/2018/03/el-espiritismo-es-de-orden-divino-y-es.html
Espiritismo es de Orden Divino, Inspiración Divina...
Espiritismo es una Revelación Divina, Palabra de Dios, Eterna Verdad, Ley Natural de Dios
https://soyespirita.blogspot.com/2021/06/el-espiritismo-es-la-revelacion-divina.html
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Ver mí vídeo sobre éste tema : "Espiritismo es la Verdad Eterna Absoluta, Ley Natural de Dios, incrustada en la mente, Soy Espírita" en YouTube... "Moralízador Consolador".
Ver mí vídeo sobre el tema: "Mistificaciones y engaños en el Espiritismo", Soy Espírita" en YouTube, Moralizador y Consolador,
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Verdad Eterna es Absoluta, es Ley Natural de Dios, no es Verdad Relativa sino Absoluta, nadie la podrá cambiar, jamás, Soy Espírita
Ver mí vídeo sobre el tema: "Verdad Eterna es Absoluta, es Ley Natural de Dios, no es Verdad Relativa sino Absoluta, nadie la podrá cambiar, jamás, Soy Espírita" en YouTube, frank5028,
https://youtu.be/tv7aPc_-4F8 👌okp21♥️
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Ver mí vídeo sobre el tema: "Que es el Espiritismo, Espiritismo es Palabra de DIOS, Soy Espirita" en YouTube, Mickey Owsley ,
https://youtu.be/C9my1cLabg4 👌okp♥️ ________________________
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https://youtu.be/h1K2GDSlhtU
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CAPÍTULO I
El Tránsito
El tránsito
Libro del Cielo y el Infierno y la Justicia Divina...
Segunda parte, capítulo 1
1. No se excluyen por la confianza en la vida futura los temores del tránsito de esta vida a la otra. Muchos no temen la muerte por el hecho de morirse, lo que temen es el momento de la transición. ¿Se sufre o no se sufre en el tránsito? He aquí lo que les ocupa más, y la importancia de este asunto es tanto mayor cuánto con toda seguridad nadie puede evitarlo. Puede uno dejar de hacer un viaje terrestre, pero aquél camino han de recorrerlo todos, ricos y pobres, y por doloroso que sea, ni la clase social, ni la fortuna, pueden endulzar su amargura.
2. Al ver la calma de ciertas muertes y las terribles convulsiones de la agonía en algunas otras, se puede ya considerar que las sensaciones no son siempre las mismas. Pero, ¿quién puede hacernos una reseña respecto de esto? ¿Quién nos describiría el fenómeno fisiológico de la separación del alma y del cuerpo? ¿Quién nos dirá las impresiones que se sienten en este instante supremo? Sobre este punto, la ciencia y la religión enmudecen.
¿Y por qué? Porque falta a la una y a la otra el conocimiento de las leyes que rigen las relaciones del espíritu y la materia; la una se detiene en el umbral de la vida espiritual; la otra en el de la vida material. El Espiritismo es el lazo de unión entre las dos. Él solo puede referir cómo se opera la transición, y sea por las nociones más positivas que da de la naturaleza del alma, ya sea por lo que informan los que han dejado la envoltura material. El conocimiento del lazo fluídico que une el alma y el cuerpo es la clave de este fenómeno, así como de muchos otros.
3. La materia inerte es insensible, éste es un hecho positivo. Sólo el alma experimenta las sensaciones del placer y del dolor. Durante la vida, cualquier separación de la materia se refleja en el alma, quién recibe por ello una impresión más o menos dolorosa. El alma es la que sufre y no el cuerpo. Éste no es más que el instrumento del dolor, el alma es el paciente.
Después de la muerte, estando el cuerpo separado del alma, puede ser impunemente mutilado, porque nada siente. El alma, cuando está aislada, no sufre por la desorganización de este último. Tiene sus sensaciones propias, cuyo origen no está en la materia tangible. El periespíritu es la envoltura fluídica del alma, de la cual no se separa ni antes ni después de la muerte, con la que no forma, por expresarlo así, más que uno, porque no puede concebirse el uno sin el otro. Durante la vida, el fluido periespiritual penetra en el cuerpo en todas sus partes y sirve de vehículo a las sensaciones físicas del alma. Por este intermediario obra también el alma sobre el cuerpo y dirige sus movimientos.
4. La extinción de la vida orgánica causa la separación del alma y del cuerpo por la rotura del lazo fluídico que los une, pero esta separación jamás es brusca. El fluido periespiritual se separa poco a poco de todos los órganos. de modo que la separación no es completa y absoluta sino cuando no queda un solo átomo del periespíritu unido a una molécula del cuerpo. La sensación dolorosa que el alma experimenta en semejante momento está en razón de la suma de los puntos de contacto que existe entre el cuerpo y el periespíritu, y de la mayor o menor dificultad y lentitud que ofrece la separación. Es preciso, pues, entender que, según las circunstancias, la muerte puede ser más o menos penosa. Estas diversas circunstancias son las que vamos a examinar.
5. Sentemos, desde luego, como principios los cuatro casos siguientes, que se pueden mirar como las situaciones extremas, entre las cuales hay una multitud de matices:
1.º Si en el momento de la extinción de la vida orgánica estuviese operada completamente la separación del periespíritu, el alma no sentiría absolutamente nada.
2.º Sí en éste momento la cohesión de los dos elementos está en toda su fuerza, se produce una especie de rasgadura que obra dolorosamente sobre el alma.
3.º Sí la cohesión es débil, la separación es fácil y se verifica sin sacudidas.
4.º Sí después del cese completo de la vida orgánica existen todavía numerosos puntos de contacto entre el cuerpo y el periespíritu, podrá el alma sentir los efectos de la descomposición del cuerpo hasta que el lazo se rompa enteramente.
De ésto resulta que el sufrimiento que acompaña a la muerte está subordinado a la fuerza de adherencia que une el cuerpo al periespíritu. Que todo lo que pueda menguar ésta fuerza y favorecer la rapidez de la separación hace el tránsito menos penoso. En fin, que sí la separación se opera sin ninguna dificultad, el alma no experimenta ninguna sensación desagradable.
6. En el tránsito de la vida corporal a la vida espiritual se produce también otro fenómeno de una importancia capital: es el de la turbación. En este momento, el alma experimenta un sopor que paraliza momentáneamente sus facultades y neutraliza, en parte al menos, las sensaciones. Está, por expresarlo así, cataleptizada, de modo que casi nunca es testigo consciente del último suspiro. Decimos casi nunca, porque hay un caso en que puede tener conciencia de ello, como veremos después. La turbación puede, pues, considerarse como el estado normal en el instante de la muerte. Su duración es indeterminada, varía de algunas horas a algunos años. A medida que se disipa, el alma está en la situación de un hombre que sale de un sueño profundo. Las ideas son confusas, vagas e inciertas. Se ve como al través de una niebla, poco a poco la vista se aclara, la memoria vuelve, y se reconoce.
Pero este despertar varía según los individuos. En unos es tranquilo y experimentan una sensación deliciosa, mientras que en otros está lleno de terror, de ansiedad, y produce el efecto de una terrible pesadilla.
7. El momento del último suspiro no es, pues, el más penoso, porque, ordinariamente, el alma no tiene conciencia de sí misma. Pero antes sufre por la desagregación de la materia durante las convulsiones de la agonía, y después, por las angustias de la turbación. Apresurémonos a declarar que este estado no es general. La intensidad y la duración de este sufrimiento están, como hemos dicho, en razón de la afinidad que existe entre el cuerpo y el periespíritu. Cuanto más grande es esta afinidad, mayor es y más penosos son los esfuerzos del espíritu para separarse de sus lazos.
Pero hay personas en las cuales la cohesión es tan débil, que la separación se opera por sí misma y naturalmente. El espíritu se separa del cuerpo como un fruto maduro cae de su tallo. Esto sucede con las muertes tranquilas y de apacible despertar en la otra vida.
8. El estado moral del alma es la causa principal que influye sobre la mayor o menor facilidad de la separación. La afinidad entre el cuerpo y el periespíritu está en razón de la adhesión del espíritu a la materia. Está en su máximum en el hombre cuyas preocupaciones se encuentran todas en la vida y goces materiales, y es casi nula en aquel cuya alma purificada se ha identificado con anticipación con la vida espiritual. Puesto que la lentitud y la dificultad de la separación están en razón del grado de depuración y desmaterialización del alma, depende de cada uno hacer el tránsito más o menos fácil o penoso, agradable o doloroso.
Sentado esto, a la vez como teoría y como resultado de la observación, nos queda por examinar la influencia de la clase de muerte sobre las sensaciones del alma en el último momento.
9. En la muerte natural, la que resulta de la extinción de las fuerzas vitales por la edad o la enfermedad, la separación se opera gradualmente. En el hombre cuya alma está desmaterializada y cuyos pensamientos se han desprendido de las preocupaciones terrestres, la separación es casi completa antes de la muerte real. El cuerpo vive todavía con vida orgánica cuando el alma ha entrado ya en la vida espiritual, y no está ligada al cuerpo sino por un lazo tan débil. que rompe a la última palpitación del corazón. En este estado, el espíritu puede haber recobrado ya su lucidez y ser testigo consciente de la extinción de la vida de su cuerpo, considerándose feliz por haberse librado de él. Para él la turbación es casi nula. Esto no es más que un momento de sueño pacífico, de donde sale con una indecible impresión de dicha y de esperanza. En el hombre material y sensual, aquel que ha vivido más para el cuerpo que para el espíritu, para quien la vida espiritual es nada, ni siquiera una realidad en su pensamiento, todo ha contribuido a aflojarlos durante la vida. Al aproximarse la muerte, la separación se hace también por grados continuos. Las convulsiones de la agonía son indicio de la lucha que sostiene el espíritu que, a veces, quiere romper los lazos que le retienen, otras se aferra a su cuerpo, del cual una fuerza irresistible le arranca violentamente, como si dijéramos a pedazos.
10. El espíritu se adhiere tanto más a la vida corporal cuanto no ve nada más allá. Siente que se le escapa y quiere retenerla. En lugar de abandonarse al movimiento que le arrastra, resiste con todas sus fuerzas, pudiendo así prolongar la lucha durante días, semanas y meses enteros. Sin duda en este momento el espíritu no tiene toda su lucidez. La turbación ha comenzado mucho tiempo antes de su muerte, pero por esto no sufre menos, y la vaguedad en que se encuentra, la incertidumbre de lo que vendrá a ser de él, aumentan sus angustias. Llega la muerte, y no se ha acabado todo. La turbación continúa, siente que vive, pero no sabe si es de la vida material o de la vida espiritual. Lucha todavía hasta que las últimas ligaduras del periespíritu se rompen. La muerte ha puesto término a la enfermedad efectiva, pero no ha tenido sus consecuencias. Mientras existen puntos de contacto entre el cuerpo y el periespíritu, el espíritu siente los achaques de aquél, y sufre.
11. Muy diferente es la posición del espíritu desmaterializado, aun en las más crueles enfermedades. Los lazos fluídicos que le unen al cuerpo, siendo muy débiles, se rompen sin ninguna sacudida. Después su confianza en el porvenir, que ha entrevisto ya con el pensamiento, algunas veces también en realidad, le hace mirar la muerte como una libertad y sus males como una prueba. De lo que resulta para él una tranquilidad moral y una resignación que endulzan el sufrimiento. Después de la muerte, rotos estos lazos en el mismo instante, ninguna reacción dolorosa se opera en él. Siente su despertar libre, dispuesto, aliviado de un gran peso, sobre todo contento porque no sufre ya.
12. En la muerte violenta, las condiciones no son exactamente las mismas. Ninguna desagregación parcial ha podido traer una separación anticipada entre el cuerpo y el periespíritu. La vida orgánica, en toda su fuerza, se para repentinamente. La separación del periespíritu no comienza, pues, sino después de la muerte, y en este caso, como en los otros, no puede operarse instantáneamente. El espíritu, sorprendido, está como aturdido, pero sintiendo que piensa, se cree aún vivo, y esta ilusión dura hasta que se da cuenta de su posición. Este estado intermediario entre la vida corporal y la vida espiritual es uno de los más interesantes para el estudio, porque presenta el singular espectáculo de un espíritu que toma su cuerpo fluídico por su cuerpo material, y que experimenta todas las sensaciones de la vida orgánica. Ofrece una variedad infinita de matices, según el carácter, los conocimientos y el grado de adelanto moral del espíritu. Es de corta duración para aquellos cuya alma está depurada, porque en ellos había un desprendimiento anticipado, y la muerte, incluso la más súbita, no hace más que apresurar su realización. En otros puede prolongarse durante años. Este estado es muy frecuente incluso en los casos de muerte ordinaria, y para algunos no tiene nada que sea penoso, según las cualidades del espíritu. Pero para otros, es una situación terrible. En el suicidio, sobre todo, ésta es la situación más penosa. El cuerpo, reteniendo al periespíritu por todas sus fibras, todas las convulsiones del mismo repercuten en el alma, y por esto siente atroces sufrimientos.
13. El estado del espíritu en el momento de la muerte puede resumirse así: El espíritu sufre tanto más cuanto el desprendimiento del periespíritu es más lento. La prontitud del desprendimiento está en razón del grado de adelanto moral del espíritu. Para el espíritu desmaterializado, cuya conciencia es pura, la muerte es un sueño de algunos instantes, exento de todo sufrimiento, y cuyo despertar está lleno de suavidad.
14. Para trabajar en su depuración, reprimir sus tendencias malas, vencer sus pasiones, es preciso ver sus ventajas en el porvenir. Para identificarse con la vida futura, dirigir a ella sus aspiraciones y preferirla a la vida terrestre, es necesario no sólo creer en aquella, sino comprenderla. Es necesario representársela bajo un aspecto satisfactorio para la razón, en completa concordancia con la lógica, el buen sentido y la idea que uno se forma de la grandeza, de la bondad y de la justicia de Dios. De todas las doctrinas filosóficas, el Espiritismo es la que ejerce, bajo este aspecto, la más poderosa influencia por la fe inquebrantable que da. El espíritu formal no se limita a creer, cree porque comprende, y comprende porque se dirige a su entendimiento. La vida futura es una realidad que se descorre sin cesar a su vista. La ve y la toca, por expresarlo así, en todos los instantes. La duda no puede entrar en su alma. La vida corporal, tan limitada, se borra para él ante la vida espiritual, que es la verdadera vida. De ahí el poco caso que hace de las sinuosidades del camino y su resignación en las vicisitudes, de las cuales comprende la causa y la utilidad. Su alma se eleva por las relaciones directas que tiene con el mundo invisible, los lazos fluídicos que le adhieren a la materia se debilitan y así se opera un primer desprendimiento parcial que facilita el tránsito de esta vida a la otra. La turbación inseparable del tránsito dura poco tiempo, porque tan pronto como se ha franqueado el paso se reconoce a sí mismo. Nada le es extraño y se da cuenta de su estado.
15. Ciertamente el Espiritismo no es indispensable para obtener este resultado. Así es que no tiene pretensión de que sólo él puede asegurar la salvación del alma, pero la facilita por los conocimientos que procura, los sentimientos que inspira y las disposiciones en la cuales coloca el espíritu, a quien hace comprender la necesidad de mejorarse. Además, da los medios de facilitar el desprendimiento de otros espíritus en el momento en que dejan la envoltura terrestre, y de abreviar el término de la turbación por la plegaria y la evocación. Por la oración sincera, que es una magnetización espiritual, se provoca una desagregación más pronta del fluido periespiritual, por una evocación dirigida discretamente y con prudencia, y animando con palabras de benevolencia, se saca al espíritu del sopor en que se encuentra y se le ayuda a reconocerse más pronto. Si está sufriendo, se le incita al arrepentimiento, el único que puede abreviar los sufrimientos. (1)
1. Los ejemplos que vamos a citar presentan a los espíritus en las diferentes fases de dicha y de desgracia de la vida espiritual. No hemos ido sólo a buscarlos en los personajes más o menos ilustres de la antigüedad, cuya posición ha podido cambiar considerablemente desde la existencia que se les ha conocido y que por otra parte no ofrecerían pruebas suficientes de autenticidad. Los hemos tomado de las circunstancias más ordinarias de la vida contemporánea, porque son aquellas en que cada uno puede encontrar más similares y de donde se pueden sacar las instrucciones más provechosas por la comparación. Cuanto más cerca está de nosotros la existencia terrestre de los espíritus, por la posición social, las relaciones o los lazos de parentesco, tanto más interesan, y más fácil es comprobar su identidad. Las posiciones vulgares son las del mayor número, por esto cada uno puede aplicárselas más fácilmente. Las posiciones excepcionales atañen menos porque salen de la esfera de nuestras costumbres. No hemos acudido a las ilustraciones. Si en estos ejemplos se encuentran algunas individualidades conocidas, la mayor parte son completamente oscuras. Nombres retumbantes nada hubieran añadido a la instrucción, y habrían podido herir ciertas susceptibilidades. No nos dirigimos a los curiosos, a los que son amigos de escándalo, sino a los que quieren instruirse seriamente. Estos ejemplos podrían multiplicarse hasta el infinito, pero forzados a limitar el número, hemos hecho selección de los que podrían dar más luz sobre el estado del mundo espiritual, ya sea por la situación del espíritu, ya por las explicaciones que podían dar. La mayor parte son inéditos. Sólo algunos se han publicado ya en la
Revue Spirite. Hemos suprimido de éstos los detalles superfluos, no conservando más que las partes esenciales al fin que nos proponemos aquí, y hemos añadido a ellos las instrucciones complementarias a las cuales han podido dar lugar ulteriormente.
El Libro de los Espíritus, se refiere a este tema de la siguiente manera:
II.- Separación del alma del cuerpo
154. ¿Es dolorosa la separación del alma del cuerpo?
- No. El cuerpo muchas veces sufre más en el transcurso de la vida que en los instantes de la muerte. El alma ya no participa ni siente en tales momentos. Los sufrimientos, que en ocasiones se experimentan durante el proceso de la muerte, son un goce para el Espíritu, el cual ve llegar el término de su exilio.En la muerte natural, la que sobreviene por agotamiento de los órganos como consecuencia de la edad, el hombre deja la vida sin caer en la cuenta de ello. Es una lámpara que se apaga por falta de combustible.
155. ¿Cómo se opera la separación del alma y el cuerpo?
- Habiéndose roto los vínculos que la retenían, ella se desprende.
155 a. La separación ¿se lleva a efecto de manera instantánea, por una transición brusca? Entre la vida y la muerte ¿hay una línea de demarcación netamente trazada?Comentario de AK: Durante la vida el Espíritu se halla ligado al cuerpo por su envoltura semi-material, o periespíritu. La muerte destruye sólo al cuerpo y no a esa segunda envoltura, la cual se separa del cuerpo cuando cesa en éste la vida orgánica. La observación ha probado que en el proceso de la muerte el desprendimiento del periespíritu no se opera súbitamente por completo. Sólo se realiza en forma gradual y en un plazo muy variable, según los individuos. En algunos es bastante rápido, y se puede afirmar que tal proceso de liberación, se cumple en unas pocas horas. Pero en otros –sobre todo en aquellos cuya vida ha sido enteramente material y sensual- el desprendimiento es mucho menos rápido y en ocasiones se prolonga por días, semanas y hasta meses, lo que no implica que haya en el cuerpo la menor vitalidad ni la posibilidad de un retorno a la vida, sino que persiste una simple afinidad entre el cuerpo y el Espíritu, afinidad que siempre se halla en relación con la preponderancia que el Espíritu dio a la materia en el transcurso de la vida. En efecto, es razonable pensar que cuanto más se haya identificado el Espíritu con la materia tanto más laborioso le será el separarse de ella, mientras que la actividad intelectiva y moral y la elevación de pensamientos operan un principio de despren-dimiento, incluso durante la vida del cuerpo, y cuando llega la muerte, la separación es rápida. Este es el resultado de los estudios hechos sobre todos los individuos observados en el momento de la muerte. Esas observaciones prueban, inclusive, que la afinidad que en algunas personas subsiste entre el alma y el cuerpo es a veces sobremanera penosa, por cuanto el Espíritu puede sentir el horror de la descomposición de la materia. Este caso es excepcional y propio de ciertos géneros de vida y de algunos tipos de muerte. Se presenta en ciertos suicidas.
- No. El alma se desprende en forma gradual, no escapa como un pájaro cautivo que ha sido devuelto súbitamente a la libertad. Los dos estados se tocan, confundiéndose. Así, el Espíritu se desprende poco a poco de sus ataduras: éstas se sueltan, no se quiebran.
156. La separación definitiva del alma y del cuerpo ¿puede tener lugar antes de haber cesado por completo la vida orgánica?
- Durante la agonía, en ocasiones el alma ha abandonado al cuerpo. Sólo queda entonces la vida orgánica. El hombre no tiene ya conciencia de sí mismo, y no obstante le resta aún un soplo de vida. El cuerpo constituye una máquina movida por el corazón, y existe en tanto el corazón hace circular sangre por las venas, no necesitando al alma para ello.
157. En el proceso de la muerte ¿tiene a veces el alma una visión o éxtasis que le hace entrever el mundo al que va a reingresar?
- A menudo siente el alma quebrarse los lazos que la ligan al cuerpo. Realiza entonces todos los esfuerzos para romperlos por entero. Ya desprendida en parte de la materia, ve desarrollarse el porvenir ante ella y goza de antemano el estado de Espíritu.
158. El ejemplo de la oruga, que primero se arrastra por la tierra y después se enclaustra en su crisálida, en estado de muerte aparente, para renacer con una brillante existencia, ¿puede darnos una idea de la vida terrenal, luego la tumba y por última nuestro nueva existencia?
- Una idea aproximada. La comparación es buena, pero no habría que tomarla al pie de la letra, como con frecuencia hacéis.
159. ¿Qué sensación experimenta el alma en el instante en que vuelve en sí en el Mundo de los Espíritus?
- Ello depende. Si practicaste el mal con el deseo de realizarlo, te sientes en el primer momento muy avergonzado de haberlo hecho. Pero es muy diferente para el justo: el alma del justo está como aliviada de un gran peso, porque no teme ninguna mirada escrutadora.
160. ¿Vuelve el Espíritu a encontrar de inmediato a aquellos que conoció en la Tierra y que murieron antes que él?
- Sí, según el afecto que por ellos sentía y el que le profesaban a él. A menudo acuden a recibirlo al retornar al Mundo de los Espíritus y le ayudan a desprenderse de las envolturas de la materia. Además, vuelve a encontrar a muchos que había perdido de vista durante su estancia en la Tierra. Ve a los que están errantes y va a visitar a los que se hallan encarnados.
161. En la muerte violenta o accidental, cuando los órganos todavía no han sido debilitados por la edad o las enfermedades, la separación del alma y el cese de la vida ¿tienen lugar de manera simultánea?
- Por lo general ocurre así, pero en todos los casos el lapso que los separa es muy breve.
162. Después de la decapitación, por ejemplo, ¿conserva el hombre durante algunos momentos la conciencia de sí mismo?
- Muchas veces la conserva por algunos minutos, hasta que la vida orgánica se haya extinguido por completo. Pero, con frecuencia también, la aprensión de la muerte le ha hecho perder esa conciencia antes del instante del suplicio.
Comentario de A.K.: Se trata aquí de la conciencia que el condenado puede tener de sí mismo, como hombre y por intermedio de los órganos, y no en cuanto Espíritu. Si no perdió esa conciencia antes del suplicio, puede, pues, conservarla unos pocos instantes, pero que son muy breves, y la conciencia cesa, por fuerza, con la vida orgánica del cerebro, lo que no implica por ello que el periespíritu se haya desprendido por completo del cuerpo. Antes al contrario, en todos los casos de muerte violenta, cuando ésta no es producida por la extinción gradual de las energías vitales, los lazos que unen al cuerpo con el periespíritu son más tenaces y el desprendimiento completo se opera con mayor lentitud.
III.- Turbación espírita (Muy Importante tema)
163. El alma, al dejar el cuerpo, ¿tiene de inmediato conciencia de sí misma?
- Conciencia inmediata no es el término adecuado. Permanece algún tiempo en estado de turbación.
164. ¿Todos los Espíritus experimentan en el mismo grado y durante un lapso idéntico la turbación que sigue a la separación del alma y el cuerpo?
- No, ello depende de su elevación. El que está ya purificado vuelve en sí casi inmediatamente, porque se ha desprendido de la materia durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva durante mucho más tiempo la impresión de esa materia.
165. El conocimiento del Espiritismo ¿ejerce influencia sobre la duración más o menos prolongada de la turbación?
- Una influencia muy grande, por cuanto el Espíritu comprende de antemano su situación. Pero, lo que más influye es la práctica del bien y la conciencia pura.
Comentario de A.K.: En el momento de la muerte todo es al principio confuso. Hace falta al alma algún tiempo para recobrarse. Se halla como aturdida, al igual que el estado de un hombre que saliera de un sueño profundo y que tratara de darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado le vuelven conforme se va borrando el influjo de la materia de que acaba de desembarazarse, y a medida que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos. La duración de la turbación que sigue a la muerte es muy variable. Puede ser de unas pocas horas como de varios meses, y hasta de muchos años. Aquellos en quienes es más breve son los que se han identificado en vida con su estado futuro, por cuanto comprenden de inmediato su situación. La turbación presenta circunstancias particulares, de acuerdo con el carácter de cada individuo y, sobre todo, según el tipo de muerte experimentada. En las violentas, producidas por suicidio o suplicio, accidente, apoplejía o heridas, etcétera, el Espíritu se encuentra sorprendido, asombrado, y no cree haber muerto. Así lo sostiene con terquedad. No obstante, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Acude junto a las personas a quienes profesaba afecto, les habla y no comprende por qué ellas no le oyen. Esa ilusión dura hasta que el desprendimiento del periespíritu se ha consumado. Sólo entonces el Espíritu se recobra y comprende que ya no forma parte de los vivientes. Este fenómeno se explica con facilidad. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu está aturdido por el brusco cambio que en él se ha operado. Para él, la muerte sigue siendo sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como quiera que piensa, ve y entiende, en su opinión no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve dueño de un cuerpo similar al anterior, por su forma, pero cuya etérea naturaleza no ha tenido todavía tiempo de estudiar. Lo cree sólido y compacto como lo era el primero, y cuando se le llama la atención sobre este punto se asombra de no poder palparlo. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos noveles, que no creen estar dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades. Y puesto que piensan libremente y ven, en su concepto no se hallan dormidos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad, aun cuando la muerte no los haya sorprendido en forma imprevista. Pero sigue siendo una particularidad más general en aquellos que, aunque enfermos, no pensaban que morirían. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como si se tratara del de un extraño, y hablando de él como de una cosa que no le concierne, hasta el momento en que comprende la verdad.
La turbación que sigue a la muerte no tiene nada de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquel cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedad y de angustias, que aumentan a medida que va comprendiendo su situación.
En los casos de muerte colectiva se ha observado que todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato. En la turbación que sigue a la muerte, cada cual va por su lado, preocupándose tan sólo de aquellos que le interesan.
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Reflexión Final:
Esto es precisamente el mayor reto y a la vez el más grande propósito de Dios para el ser humano. Que tarde o temprano pueda utilizando, primero su intuición y luego su voluntad y libre albedrio a tomar el camino que lo conduzca hacia el bien común. “NO LE HAGAS A NADIE LO QUE NO TE GUSTARIA TE HICIERAN A TI”, Esta es la máxima de Jesús que constituye la definición sencilla de lo que es Moral.
Y precisamente es esto lo que determina nuestra vida de bien y nos dura hasta el mismo momento de nuestra desencarnación. Cuan moralicemos estamos es la razón a cuanto sufriremos al momento de la emancipación del alma y al desprendimiento del Periespíritu. Esta información es una muy importante para justificar aun más que el camino hacia la moralización es el camino correcto que además de activar nuestro adelanto y ascenso espiritual reduce el tiempo que debemos pasar en el proceso de expiación.
No todos están preparados para este mensaje como la fruta madura que se desprende de su tallo con tan solo mirarla, sino que a la mayoría les tomará más de una próxima reencarnación para darse cuenta de esta verdad espiritual.
Considérate más que privilegiado si puedes entender este proceso y comienzas temprano a moralizarte y a destilar los frutos de ese proceso que serán Amor, Caridad y Compasión.
Considérate más que privilegiado si puedes entender este proceso y comienzas temprano a moralizarte y a destilar los frutos de ese proceso que serán Amor, Caridad y Compasión.
Apresúrate pues a comenzar tu Transformación Moral hoy.
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
- El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo – Allan Kardec, CAPITULO I, El tránsito.
- El libro de Los Espíritus - Allan Kardec -1857
- El Evangelio Según El Espiritismo, Allan Kardec
- El Libro de Los Espíritus, Allan Kardec
- Obras Póstumas, Allan Kardec
- Génesis – Allan Kardec
- El Cielo Y el Infierno – Allan Kardec
- El Libro de Los Médiums – Allan Kardec
me ha gustado mucho y me ha parecido muy interesante el articulo y acorde a mis inquietudes sobre el tema
ResponderEliminarHola muy útil me ha sido tu articulo espero que actualices mas seguido con contenido que nos siga sirviendo a nosotros tus lectores.
ResponderEliminarVisitame en mi web personal: Oración a las 7 potencias para fortuna, dicha y salud