Caridad dada en amor, tanto como deseos de hacer Bien Común, cómo dar bienes materiales, no es lo mismo que dar LIMOSNAS, según lo enseña el Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo...
CARIDAD Y AMOR AL PRÓJIMO...
Libro de Los Espíritus,
"El verdadero desinterés es una cosa rara en el mundo, que cuándo se presenta se le admira como un fenómeno. Ésa es la virtud de la Verdadera Caridad dada en amor, ese es El desinterés... Libro de los Espíritus #886 - #906...
886. ¿Cuál es el verdadero sentido de la palabra caridad tal como la entendía Jesús?
«Benevolencia para con todos, indulgencia con las imperfecciones de los otros, perdón de las ofensas».
El amor y la caridad son complemento de la ley de justicia; porque amar al prójimo es hacerle todo el bien que nos es posible y que quisiéramos que a nosotros se nos hiciese. Tal es el sentido de las palabras de Jesús: Amaos los unos a los otros como hermanos.
La caridad, según Jesús, no está reducida a la limosna, sino que comprende todas las relaciones que tenemos con nuestros semejantes, ya sean nuestros inferiores, iguales o superiores. Nos ordena la indulgencia; porque de ella necesitamos nosotros, y nos prohibe humillar al desgraciado, muy al contrario de lo que se hace con harta frecuencia. Sí es rica la persona que se presenta, se le tienen mil miramientos y consideraciones; pero, sí es pobre, parece que no hay necesidad de tomarse por ella ninguna molestia. Y, por el contrario, mientras más lastimera es su situación, más debe temerse aumentar con la humillación su desgracia. El hombre verdaderamente bueno procura, disminuyendo la distancia, realzar al inferior.
887. Jesús dijo también: Amad a vuestros enemigos. Y el amor a nuestros enemigos, ¿no
es contrario a nuestras naturales tendencias, y no proviene la enemistad de falta de simpatía
entre los espíritus?
«Es indudable que no se puede tener a los enemigos un amor tierno y apasionado, y no quiso decir ésto. Amar a los enemigos es perdonarles y devolverles bien por mal. Así se hace superior a ellos, al paso que con la venganza se hace inferior».
888. ¿Qué debe pensarse de la limosna?
«El hombre precisado a pedir limosna se degrada moral y físicamente, se embrutece. En una sociedad basada en la ley de Dios y en la justicia, debe proveerse a la subsistencia del débil sin humillarle. Debe asegurarse la existencia a los que no pueden trabajar, sin dejar su vida a merced de la casualidad y de la buena voluntad».
888a, -¿Censuráis la limosna?
«No, lo censurable no es la limosna, sino el modo como se hace a menudo. El hombre de bien que comprende la caridad según Jesús, sale al encuentro de la desgracia, sin esperar que le tienda la mano.
»La verdadera caridad es siempre buena y benévola, y consiste tanto en la forma como en el acto. Un favor hecho con delicadeza tiene doble precio; pero sí se hace con altanería, puede hacerlo aceptable la necesidad, más el corazón no se conmueve.
»Recordad también que la ostentación quita ante Dios todo el mérito al beneficio. Jesús dijo: "Que vuestra mano izquierda ignore lo que dé vuestra derecha", enseñándoos de éste modo a no manchar con el orgullo la caridad.
»Es preciso distinguir la limosna propiamente dicha de la beneficencia. No siempre el que pide es el más necesitado. El temor a la humillación retiene al verdadero indigente, y a menudo sufre sin quejarse. A éste es a quién el hombre verdaderamente humanitario sabe ir a buscar sin ostentación.
»Amaos unos a otros. Ésta es toda ley, ley divina por medio de la cuál Dios gobierna a los mundos. El amor es la ley de atracción para los seres vivientes y organizados: la atracción es la ley de amor para la materia inorgánica.
»No olvidéis nunca que el espíritu, cualesquiera que sean su grado de talento y su situación en la reencarnación o en la erraticidad, está siempre entre un superior que le guía y perfecciona, y un inferior respecto del cuál ha de cumplir idénticos deberes. Sed, pues, caritativos, no sólo con ésa caridad que os induce a sacar de vuestro bolsillo el óbolo que dais con frialdad al que se atreve a pedíroslo, sino que debéis salir al encuentro de las miserias ocultas. Sed indulgentes con las extravagancias de vuestros semejantes; en vez de despreciar la ignorancia y el vicio, instruid y moralizad; sed afables y benévolos con todos los que os son inferiores, practicad lo mismo respecto de los seres más ínfimos de la creación, y habréis obedecido a la ley de Dios.
SAN VICENTE DE PAÚL».
889. ¿No hay hombres miserables por culpa suya?
«Sin duda: pero, sí una buena educación moral les hubiese enseñado a practicar la ley de Dios, no caerían en los excesos que ocasionan su perdición. De ésto depende especialmente el mejoramiento de vuestro globo». (707)
AMOR MATERNAL Y FILIAL
890. ¿El amor maternal es una virtud, o un sentimiento instintivo común a los hombres y
a los animales?
«Lo uno y lo otro. La naturaleza ha dado a la madre el amor a sus hijos con la mira de la conservación de éstos: pero semejante amor en los animales está limitado a las necesidades materiales. Cesa cuándo los cuidados son inútiles. En el hombre dura toda la vida, y es susceptible de una desinterés y de una abnegación que constituyen la virtud. Sobrevive hasta la muerte, y sigue al hijo hasta más allá de la tumba. Ya veis, pues, que hay en él algo más que en el animal». (205-385).
891. Puesto que el amor maternal es natural, ¿cómo hay madres que aborrecen a sus hijos
a menudo desde el nacimiento?
«A veces es una prueba elegida por el espíritu del niño, o una expiación, si ha sido unpadre malo, o mala madre, o mal hijo en otra existencia. (392) En todo caso, la madre malano puede estár animada más que por un espíritu malo que trata de entorpecer al del hijo, a finde que sucumba en la prueba que ha elegido. Pero esta violación de las leyes de la naturalezano quedará impune, y el espíritu del hijo será recompensado por los obstáculos que hayavencido».
892. Cuando los padres tienen hijos que les causan pesares, ¿no son excusables si no
sienten por ellos la ternura que hubiesen sentido en el caso contrario?
«No; porque es una carga que se les ha confiado, y su misión consiste en esforzarse por
atraerlos al bien. (582-583) Pero ésos pesares son con frecuencia resultado de la malatendencia que les han dejado adquirir desde la infancia. Los padres cosechan entonces lo que
han sembrado».
El verdadero desinterés es una cosa rara en el mundo, que cuándo se presenta se le admira como un fenómeno.
Libro de Los Espíritus, CAPÍTULO XII
PERFECCIÓN MORAL...
LAS VIRTUDES Y LOS VICIOS...
893. ¿Cuál es la más meritoria de todas las virtudes?
«Todas las virtudes tienen su mérito, porque todas son sefiales de progreso en el camino del bien. Hay virtud siempre que hay resistencia voluntaria a las solicitaciones de las malas inclinaciones; pero la sublimidad de la virtud consiste en el sacrificio voluntario del interés personal por el bien del prójimo. La virtud más meritoria está fundada en la caridad más desinteresada».
894. Hay personas que hacen el bien espontáneamente, sin que hayan de vencer ningún sentimiento contrario, ¿tienen éstos tanto mérito como los que han de luchar con su propianaturaleza, y la vencen?
«Los que no tienen que luchar es porque en ellos se ha realizado ya el progreso. Han luchado en otro tiempo y han vencido, y de aquí que los buenos sentimientos no les cuesten ningún esfuerzo y les parezcan muy naturales sus acciones; el bien se ha convertido para ellos en hábito. Débeseles honrar, pues, cómo a viejos guerreros que han ganado sus grados.
»Como estáis lejos aún de la perfección, ésos ejemplos os sorprenden por el contraste, y los admiráis tanto más cuánto más raros son; pero sabed que en los mundos más adelantados que el vuestro, es regla general lo que es excepción en el vuestro. En ellos es espontáneo por todas partes el sentimiento del bien; porque no están habitados más que por los espíritus buenos, y una sola mala intención sería allí una excepción monstruosa. He aquí por qué en
ellos los hombres son felices, y así sucederá en la Tierra cuándo la humanidad se haya transformado, y cuándo comprenda y practíque la caridad en su verdadera acepción».
895. Aparte de los defectos y vicios, respecto de los cuáles nadie puede equivocarse, ¿cuál es la señal más característica de la imperfección?
«El interés personal. Las cualidades morales son a menudo como el dorado de un objeto de cobre, que no resiste la piedra de toque. Un hombre puede poseer cualidades reales que le hacen un hombre de bien a los ojos de los otros; pero, aunque semejantes cualidades sean un progreso, no resisten siempre a ciertas pruebas, y basta a veces tocar la fibra del interés personal para descubrir la realidad. El verdadero desinterés es una cosa rara en el mundo, que cuándo se presenta se le admira como un fenómeno.
»El apego a las cosas materiales es una señal notoria de inferioridad; porque cuánto más
se apega el hombre a los bienes del mundo, menos comprende su destino. Con eldesinterés prueba, por el contrario, que contempla el porvenir desde más elevado punto».
896. Hay gentes desinteresadas sin discernimiento, que prodigan su hacienda sin provecho real y sin emplearla racionalmente; ¿tienen algún mérito?
«Tienen el del desinterés, pero no el del bien que podrían hacer. Sí el desinterés es una virtud, la prodigalidad irreflexiva es siempre una falta de juicio por lo menos. No se da a los unos la fortuna para que la despilfarren, como no se da a los otros para que la encierren en sus arcas. Es un depósito del que habrán de dar cuenta; porque habrán de responder de todo el bien que estaba en sus manos hacer, y que no hicieron; de todas las lágrimas que hubieran podido enjugar con el dinero que han dado a los que no lo necesitaban».
897. El que hace el bien, no con la mira de una recompensa terrena, sino con la esperanza
de que se le tomará en cuenta en la otra vida, y de que su posición será mejor en. consecuencia, ¿es reprensible y perjudica a su adelanto semejante pensamiento?
«Es preciso hacer el bien por caridad, es decir, con desinterés».
897a, -Cada uno, empero, tiene el natural deseo de adelantar para salir del penoso estado de
esta vida; los mismos espíritus nos enseñan a practicar el bien con este objeto. ¿Es, pues, un
mal el pensar que, haciendo el bien, puede esperarse mejor vida que en la tierra?
«Ciertamente que no, pero el que hace el bien desinteresadamente y por el sólo placer de
ser agradable a Dios y a su prójimo que sufre, se encuentra ya en un grado de adelanto que le
permitirá llegar a la dicha mucho antes que su hermano que, más positivista, hace el bien por
reflexión, y no por el natural impulso de su corazón». (894)
897b, -¿No ha de establecerse aquí una distinción entre el bien que pueda hacerse al prójimo yel cuidado que uno pone en corregirse de sus defectos? Concebimos que hacer el bien con laidea de que se nos tomará en cuenta en la otra vida, es poco meritorio; pero enmendarse,
vencer sus pasiones, corregir su carácter con la mira de aproximarse a los espíritus buenos y
elevarse ¿es igualmente señal de inferioridad?
«No, no. Por hacer el bien entendemos el ser caritativo. El que calcula lo que cada buena
acción puede reportarle así en la vida futura como en la terrestre, procede como un egoísta;
pero no existe egoísmo en mejorarse con la mira de acercarse a Dios, pues éste es el objeto a
que debe propender cada uno».
898. Puesto que la vida corporal no es más que una permanencia temporal en la tierra, y
que nuestro principal cuidado ha de ser el porvenir, ¿es útil esforzarse en adquirir
conocimientos científicos que sólo se relacionan con las cosas y necesidades materiales?
«Sin duda. Ante todo porque os pone en disposición de aliviar a vuestros hermanos, y después porque vuestro espíritu progresará más de prisa, sí ha progresado ya intelectualmente. En el intervalo de las encarnaciones, aprendéis en una hora lo que os costaría años en la tierra. No hay conocimiento alguno inútil; todos contribuyen más o menos al progreso, porque el Espíritu perfecto debe saberlo todo, y porque, debiendo realizarse el progreso en todos los sentidos, todas las ideas adquiridas favorecen el desarrollo del espíritu».
899. De dos hombres ricos que el uno ha nacido en la opulencia y nunca ha conocido la necesidad, y que el otro debe su fortuna al trabajo, y ambos la emplean exclusivamente en su satisfacción personal, ¿cuál es más culpable?
«El que ha conocido el sufrimiento. Sabe lo que es sufrir, conoce el dolor que no alivia, aunque con mucha frecuencia no se acuerde de ello».
900. El que acumula sin cesar y sin hacer bien a nadie, ¿tiene excusa valedera en la ideade que amontona para legar más a sus herederos?
«Eso es un compromiso con la mala conciencia».
901. De dos avaros, el uno se priva de lo necesario y muere de hambre junto a su tesoro,
y el segundo sólo es avaro respecto de los otros. Es pródigo para si mismo, y mientrasretrocede ante el más pequeño sacrificio para hacer un servicio o algo útil, nada le cuestasatisfacer sus gustos y pasiones. Sí se le pide un favor, siempre está en mala situación; perosiempre tiene lo suficiente para complacerse en sus caprichos. ¿Cuál de los dos es másculpable, y cuál tendrá peor lugar en el mundo de los espíritus?
«El que goza. Es más egoísta que avaro. El otro ha encontrado ya parte de su castigo».
902. ¿Es reprensible envidiar la riqueza, cuando sucede por deseo de hacer bien?
«El sentimiento, cuando es puro, es laudable, no cabe duda; pero semejante deseo, ¿essiempre completamente desinteresado y no encuentrá alguna pretensión personal? La primerapersona a quién se desea hacer bien, ¿no es con frecuencia a sí mismo?»
903. ¿Hay culpabilidad en estudiar los defectos de los otros?
«Si es para criticarlos y divulgarlos, hay mucha culpabilidad, porque es faltar a lacaridad; sí es para sacar provecho del estudio y evitarlos en si mismo, puede ser útil a veces,pero es preciso no olvidar que la indulgencia para con todos los defectos ajenos es una de lasvirtudes comprendidas en la caridad. Antes de reprochar a los otros sus imperfecciones, ved sí puede decirse otro tanto de vosotros. Procurad, pues, tener las cualidades opuestas a losdefectos que criticáis en otro, que este es el medio de haceros superiores. Le censuráis laavaricia, sed generosos; el orgullo, sed humildes y modestos; la dureza, sed amables; lapequeñez en las acciones, sed grandes en todas las vuestras, en una palabra: haced de modoque no se os pueda aplicar esta frase de Jesús: Ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en elsuyo».
904. ¿Hay culpabilidad en sondear los defectos de la sociedad y en descubrirlos?
«Depende del sentimiento que conduce a hacerlo. Si el escritor no tiene otra mira que
producir escándalo, se procura un goce personal, presentando esos cuadros que antes sirven
de malo que de buen ejemplo. El espíritu aprecia, pero no puede ser castigado por esa clase
de placer que experimenta revelando el mal».
904a, -¿Cómo podrá juzgarse, en caso semejante, de la pureza de las intenciones y de lasinceridad del escritor?
«Eso no siempre es útil. Si escribe cosas buenas, aprovechaos de ellas, pues si él obramal, ésa es cuestión de conciencia que sólo a él atafle. Por lo demás, sí desea probar susinceridad, tócale apoyar el precepto con el ejemplo propio».
905. Ciertos autores han publicado obras muy bellas y morales que favorecen el progreso
de la humanidad; pero de las cuáles se han aprovechado muy poco sus autores; ¿se les toma en cuenta, como aespíritus, el bien que han hecho sus obras?
«La moral sin las acciones, es la semilla sin trabajo. ¿De qué os sirve la semilla si no la
hacéis fructificar para alimentaros? Ésos hombres son los más culpables, porque tenían
inteligencia para comprender. No practicando las máximas que daban a los otros, han
renunciado a recoger el fruto».
906. ¿El que hace bien es censurable de conocerlo y confesárselo a si mismo?
«Puesto que puede tener conciencia del mal que hace, debe tener asimismo la del bien, afin de saber sí obra mal o bien. Pesando todas sus acciones en la balanza de la ley de Dios, y
sobre todo en la de la ley de justicia, de amor y de caridad, es cómo podrá decirse sí sonbuenas o malas, aprobarlas o desaprobarías. No puede, pues, ser reprensible porque conozcaque ha triunfado de las malas tendencias, y de estár satisfecho por ello, siempre que no se
envanezca, pues entonces caería en otro escollo». (919)
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