Te has preguntado: ¿Qué pasará con mi Alma
Cuando desencarne? ¿Pasaré por una Turbación Dolorosa y desagradable cuando el
Alma despierte al otro lado?
Todos hemos tenido esa pregunta en nuestra
mente. ¿Qué pasará con mi Alma cuando muera o desencarne? Es ahí donde el Espiritismo hace una gran
diferencia en tu vida. Pero antes de discutir en detalles este tema, veamos cómo
es definido el ….
Hombre o Mujer de Bien
En el Libro de Los Espíritus:
VI.- Resumen de
la Doctrina de los Espíritus
….Las diversas existencias corporales del
Espíritu son siempre progresivas y jamás retrógradas. Pero la rapidez de su
progreso depende de los esfuerzos que realice para alcanzar la perfección.
Las cualidades del alma son las del Espíritu
que se halla encarnado. Así pues, el hombre de bien
constituye la encarnación de un Espíritu bueno, en tanto el hombre perverso es
la de un Espíritu impuro.”
XII.- De la
identificación de los Espíritus
…”De modo que, si en ciertos casos la identidad del Espíritu evocado
puede hasta cierto punto se establecida, no existe razón para que no lo sea en
otros, y si no tenemos, en lo que respecta a personas cuya muerte está más
lejos en el tiempo, los mismo medios de control de identidad, disponemos
siempre del que nos proporcionan el lenguaje y el carácter. Porque seguramente
que el Espíritu de un hombre de bien no
hablará del modo que lo hace el de un perverso o el de un libertino.”
Vea el siguiente vídeo complementario sobre este tema....
Vea el siguiente vídeo complementario sobre este tema....
III.- Turbación espírita
163. El alma, al dejar el cuerpo, ¿tiene de inmediato conciencia de sí
misma?
- Conciencia inmediata no es el término adecuado. Permanece algún tiempo en estado de turbación.
164. ¿Todos los Espíritus experimentan en el mismo grado y durante un lapso
idéntico la turbación que sigue a la separación del alma y el cuerpo?
- No, ello depende de su elevación. El que está ya
purificado vuelve en sí casi inmediatamente, porque se ha desprendido de la
materia durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya
conciencia no es pura, conserva durante mucho más tiempo la impresión de esa
materia.
165. El conocimiento del Espiritismo ¿ejerce influencia sobre la duración
más o menos prolongada de la turbación?
- Una influencia muy grande, por
cuanto el Espíritu comprende de antemano su situación. Pero, lo que más influye es la
práctica del bien y la conciencia pura.
En el momento de la muerte todo es al principio
confuso. Hace falta al alma algún tiempo para recobrarse. Se halla como
aturdida, al igual que el estado de un hombre que saliera de un sueño profundo
y que tratara de darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y el
recuerdo del pasado le vuelven conforme se va borrando el influjo de la materia
de que acaba de desembarazarse, y a medida que se disipa la especie de niebla
que oscurece sus pensamientos.
La duración de la turbación que sigue a la muerte
es muy variable. Puede ser de unas pocas horas como de varios meses, y hasta de
muchos años. Aquellos en quienes es más breve son los que se han identificado
en vida con su estado futuro, por cuanto comprenden de inmediato su situación.
La turbación presenta circunstancias
particulares, de acuerdo con el carácter de cada individuo y, sobre todo, según
el tipo de muerte experimentada. En las violentas, producidas por suicidio o
suplicio, accidente, apoplejía o heridas, etcétera, el Espíritu se encuentra
sorprendido, asombrado, y no cree haber muerto. Así lo sostiene con terquedad.
No obstante, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo, y no comprende que
se haya separado de él. Acude junto a las personas a quienes profesaba afecto,
les habla y no comprende por qué ellas no le oyen. Esa ilusión dura hasta que
el desprendimiento del periespíritu se ha consumado. Sólo entonces el Espíritu
se recobra y comprende que ya no forma parte de los vivientes. Este fenómeno se
explica con facilidad. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu está
aturdido por el brusco cambio que en él se ha operado. Para él, la muerte sigue
siendo sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como quiera que piense,
ve y entiende, en su opinión no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que
se ve dueño de un cuerpo similar al anterior, por su forma, pero cuya etérea
naturaleza no ha tenido todavía tiempo de estudiar. Lo cree sólido y compacto
como lo era el primero, y cuando se le llama la atención sobre este punto se
asombra de no poder palparlo. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos
noveles, que no creen estar dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de
suspensión de las facultades. Y puesto que piensan libremente y ven, en su
concepto no se hallan dormidos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad,
aun cuando la muerte no los haya sorprendido en forma imprevista. Pero sigue
siendo una particularidad más general en aquellos que, aunque enfermos, no
pensaban que morirían. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu
que asiste a su funeral como si se tratara del de un extraño, y hablando de él
como de una cosa que no le concierne, hasta el momento en que comprende la
verdad.
La turbación que sigue a la muerte no tiene nada
de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que
acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquel cuya conciencia no es
pura, está llena de ansiedad y de angustias, que aumentan a medida que va
comprendiendo su situación.
En los casos de muerte colectiva se ha observado que
todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato.
En la turbación que sigue a la muerte, cada cual va por su lado, preocupándose
tan sólo de aquellos que le interesan.
¿Qué es la Trasmigración del Espíritu?
El Libro de
Los Espíritus habla de este tema a partir de la pregunta #189.
http://youtu.be/VQbLvRY4u3c
Transmigración
De
Wikipedia, la enciclopedia libre
Transmigración es la moción o
peregrinación del Espíritu de un cuerpo-y-alma a otro, "moción" que
tiene lugar necesariamente siempre que un tal vehículo compuesto muere o se
genera otro, de la misma manera que el agua podría verterse de una vasija en el
mar, y ser introducida después en otra, con lo cual sería siempre
"agua", pero nunca, excepto en la medida en que la vasija parece
imponer una identidad y una apariencia pasajera a sus contenidos, un
"agua" propia.1
Se suele contraponer
al dogma cristiano de la resurrección de la carne.
Lo que se entiende
por la transmigración es un cambio de estado o de nivel de referencia que
excluye por definición la idea de un retorno a un estado o nivel que ya ha sido
pasado. La transmigración del Atman "individual"
(el espíritu) sólo puede distinguirse como un caso
particular de la transmigración del paramatman (el Espíritu, el Brahman), para lo cual, no obstante, puede
probarse deseable emplear algún término tal como "peregrinación".2
Se confunde
frecuentemente con la metempsicosis,
diferenciándose de esta en que involucra al ser real y no sólo la herencia
directa o indirecta de las características psicofísicas del difunto.3
También se le
confunde constantemente con la reencarnación, llegando a considerase sinónimos,
siendo la transmigración el paso del ser a otros estados de existencia, que están definidos por condiciones
enteramente diferentes de aquellas a las cuales está sometida la individualidad
humana (con la sola restricción de que, mientras se trate de estados
individuales, el ser está revestido siempre de una forma, pero que no podría
dar lugar a ninguna representación espacial u otra, más o menos modelada sobre
la de la forma corporal); quien dice transmigración dice esencialmente cambio
de estado,4 en cambio en la
reencarnación se vuelve generalmente al mismo estado humano, no así en la falsa
creencia sobre la metempsicosis, donde se puede encarnar en minerales,
vegetales o animales.
Dice el reputado
orientalista Ananda Coomaraswamy
sobre estas confusiones:
Al diferenciar la reencarnación de la
metempsicosis y de la transmigración, puede agregarse que lo que se entiende
por la metempsicosis es el aspecto psíquico de la palingenesis, o en otras
palabras la herencia psíquica, y que lo que se entiende por la transmigración
es un cambio de estado o de nivel de referencia que excluye por definición la
idea de un retorno a un estado o nivel que ya ha sido pasado.5
¿Qué es la Transmigración del Espíritu?
El Libro de
Los Espíritus habla de este tema a partir de la pregunta #189.
VI.- Transmigración progresiva
189. ¿Goza el
Espíritu de la plenitud de sus facultades desde el principio de su formación?
- No, porque el Espíritu, igual que el hombre, tiene
también su infancia. En su origen, los Espíritus sólo poseen una existencia
instintiva y apenas si tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. La
inteligencia se desarrolla sólo poco a poco.
190. ¿Cuál es
el estado del alma en su primera encarnación?
- El estado de la infancia en la vida corporal. Su
inteligencia despunta apenas. El alma se ensaya para la vida.
191. Las de
nuestros salvajes 43
¿son almas en estado de infancia?
43 Como ya señalemos en una nota anterior, el término “salvaje” no es usado en término despectivo, y basándonos en la R.A.E 4ª acepción de la vigésimo primera edición del Diccionario de la Lengua Española podemos leer: “Dícese de los pueblos que no se han incorporado al desarrollo general de la civilización y mantienen formas primitivas de vida”, y es así como se debe entender tal palabra aquí. [N. del copista.]
- Infancia relativa, pues son almas ya desarrolladas, que
poseen pasiones.
191 a.
En consecuencia, ¿las pasiones constituyen un signo de desarrollo?
- De desarrollo, sí; pero no de
perfección. Son un indicio de actividad y de la conciencia del yo, en tanto que
en el alma primitiva la inteligencia y la vida se halla en estado de germen.
En su
conjunto, la vida del Espíritu recorre las mismas fases que observamos en la
existencia corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de la infancia,
para llegar, tras una sucesión de períodos, al estado de adulto, que es el de
perfección, con la diferencia de que en la vida del Espíritu, no hay
declinación ni decrepitud, como en la vida corporal acontece. Difiere, además,
en que su existencia, que tuvo un comienzo, no tendrá un fin; en que necesita
un tiempo inmenso, desde nuestro punto de vista, para pasar de la infancia
espírita a un completo desarrollo, y su progreso se cumple no en una sola
esfera, sino pasando por mundos diversos. La vida del Espíritu está integrada,
pues, por un serie de existencias corporales, cada una de las cuales representa
para él una oportunidad de progreso, del modo que cada vida corporal se compone
de una serie de días, en cada uno de los cuales adquiere el hombre un poco más
de experiencia e instrucción. Pero, así como en la vida humana existen jornadas
que no aportan ningún fruto, así también en la del Espíritu hay existencias
corporales que no dan provecho alguno, porque no supo aprovecharlas.
192. ¿Es
posible ya, en esta vida, y por medio de una conducta perfecta, franquear todos
los grados y convertirse en Espíritu puro, sin pasar por los grados
intermedios?
- No, porque lo que el hombre considera perfecto está
lejos de serlo. Hay cualidades que desconoce y no puede comprender. Podrá ser
tan perfecto como lo permita su naturaleza terrena, pero ello no será la
absoluta perfección. Sucede lo propio con un niño: por muy precoz que sea, ha
de pasar por la juventud antes de llegar a la edad madura. Así también ocurre
con el enfermo, que pasa por la convalecencia antes de recobrar por entero su
salud. Además, el Espíritu debe progresar en conocimientos y en moralidad. Si
sólo avanzó en uno de esos sentidos, precisa que adelante en el otro para
alcanzar el punto más alto de la escala. Pero, cuanto más progrese el hombre en
su vida presente, menos largas y penosas resultarán para él las pruebas que
sigan.
192 a. ¿Puede el hombre asegurarse en esta vida una
existencia futura menos llena de amargura?
- Por cierto que sí, le cabe abreviar la longitud y las dificultades del
camino. Sólo el despreocupado se encuentra siempre en el mismo punto.
193. ¿Podrá un
hombre, en sus nuevas existencias, descender a un punto más bajo que aquel en
que se hallaba?
- En su posición social, sí; pero como Espíritu, no.
194. El alma de
un hombre de bien
¿puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo de un malhechor?
- No, puesto que no le es posible degenerar.
194 a. El alma de un perverso ¿podría convertirse en la
de un hombre de bien?
- Sí, si se ha arrepentido, y en tal caso se trata de una recompensa.
La marcha de los Espíritus es progresiva y jamás
retrocede. Se elevan ellos de manera gradual en la jerarquía y no descienden
del rango que han alcanzado. En sus diversas existen-cias corporales pueden
descender en su condición humana, pero no como Espíritus. Así, el alma de un
poderoso de la Tierra podrá más tarde animar el cuerpo del más humilde de los
artesanos, y viceversa. Porque las categorías entre los humanos están, a
menudo, en razón inversa de la elevación de los sentimientos morales. Herodes
era rey, y Jesús, carpintero.
195. La
posibilidad de mejorar en otra existencia ¿no puede inducir a ciertas personas
a perseverar en un mal camino, por pensar que podrán siempre corregirse más tarde?
- El que así piense no cree en nada y la idea de un
castigo eterno ya no le hace mella, porque su razón la rechaza, y tal idea
lleva a la incredulidad acerca de todo. Si sólo se hubieran empleado medios
racionales para conducir a los hombres no existirían hoy tantos escépticos. Un
Espíritu imperfecto podrá pensar, en su vida corporal, como tú acabas de
decirlo, pero una vez desprendido de la materia reflexionará de otra manera, y
pronto comprenderá que ha hecho mal sus cálculos, y es entonces que adquirirá
un concepto distinto para aplicar en una nueva existencia. Así se lleva a cabo
el progreso, y he aquí por qué tenéis en la Tierra unos hombres más adelantados
que otros. Unos tienen ya una experiencia que otros no poseen aún, pero que
adquirirán poco a poco. De ellos depende acelerar su progreso o retardarlo
indefinidamente.
El hombre que se halle en mala
posición deseará cambiarla lo antes posible. El que esté persuadido de que las
adversidades de esta vida son la consecuencia de sus imperfecciones, tratará de
asegurarse una nueva existencia menos penosa. Y este pensamiento lo apartará
más de la senda del mal que la idea del fuego eterno, en el cual no cree.
196. Puesto que
no pueden los Espíritus mejorar si no es sufriendo las congojas de la
existencia corpórea, ¿se deduce de ello que la vida material sería una especie
de tamiz o depuratorio por el que deben pasar los Seres del Mundo Espírita para
llegar a la perfección?
- Sí, eso es precisamente. Mediante tales pruebas
mejoran, evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas
encarnaciones o depuraciones sucesivas alcanzan, en un tiempo más o menos
prolongado, según hayan sido sus esfuerzos, la meta a la cual tienden.
196 a. ¿El cuerpo es el que influye sobre el Espíritu
para mejorarlo, o el Espíritu el que influye sobre el cuerpo?
- Tu Espíritu lo es todo. Tu cuerpo constituye una vestidura que entra en
putrefacción: he ahí todo…
Hallamos una comparación material de los diversos grados de depuración
del alma en el zumo de la uva. Contiene éste licor denominado espíritu o
alcohol, pero debilitado por una cantidad de materias extrañas que alteran su
esencia. Sólo alcanza la absoluta pureza tras varias destilaciones, en cada una
de las cuales se va despojando de alguna impureza. El cuerpo es el alambique en
el que debe entrar para depurarse. Las materias extrañas son las que desecha el
periespíritu al purificarse, conforme el Espíritu se va acercando a la
perfección.
III.-
Facultades morales e intelectuales
361. ¿De dónde
le vienen al hombre sus cualidades morales, sean buenas o malas?
- Son las del Espíritu que se halla encarnado en él.
Cuanto más puro es el Espíritu, tanto más inclinado al bien es el hombre.
361 a. De ello parecería resultar que el hombre de bien sea la encarnación
de un Espíritu bueno, y el individuo vicioso, la de un Espíritu malvado…
- Sí, pero di más bien que es un Espíritu imperfecto, de otro modo se
podría creer en Espíritus siempre malos, a los que llamáis demonios.
362. ¿Cuál es
el carácter de las personas en quienes encarnan los Espíritus traviesos y
frívolos?
- Atolondrado, juguetón, y a veces malévolo.
363. Los
Espíritus ¿tienen pasiones ajenas a la humanidad?
- No. Si así fuese, vosotros también las tendríais.
364. ¿Es un
mismo Espíritu el que da al hombre sus cualidades morales y las de la
inteligencia?
- Seguramente 57,
es el mismo, y esto en virtud del grado que ha alcanzado. El hombre no tiene en
sí dos Espíritus.
57 El original francés dice : « Assurément c'est le
même, et cela en raison du degré auquel il est parvenu. L'homme n'a pas deux
Esprits en lui. » Assurément, equivale a « asegurar », de ahí que el
sentido literal es « Seguramente », Salvador Gentile (edición de Mensaje
Fraternal) utiliza el equivalente « Ciertamente ». Tal es el sentido afirmativo
y no dubitativo, que pudiera traslucirse de la traducción. [N. del copista.]
365. ¿Por qué
hombres muy inteligentes –lo que denota en ellos un Espíritu superior- son a
veces, al mismo tiempo, profundamente viciosos?
- Porque el Espíritu encarnado no es lo bastante puro y
el hombre cede a la influencia de otros Espíritus que son peores aún. El
Espíritu progresa por una marcha ascendente insensible, pero su adelanto no se
verifica en forma simultánea en todos los sentidos. En un período puede avanzar
en conocimientos. En otro,
en moralidad.
366. ¿Qué
pensar de la opinión según la cual las diversas facultades intelectuales y
morales del hombre serían el producto de otros tantos Espíritus diferentes
encarnados en él, cada uno de los cuales poseería una aptitud especial?
- Al reflexionar, se llega a la conclusión de que es
absurda. El Espíritu debe poseer todas las aptitudes. Para poder progresar
necesita una voluntad única. Si el hombre fuera una amalgama de Espíritus, esa
voluntad no existiría y no habría en él individualidad, ya que a su muerte
todos esos Espíritus serían como un montón de pájaros volando de la jaula. El
hombre se queja a menudo de no comprender ciertas cosas, y es curioso ver cómo
multiplica las dificultades, mientras que tiene a mano una explicación enteramente
simple y natural. Una vez más es tomar el efecto por la causa. Aquéllos creían
en tantos dioses como fenómenos hay en el Universo, pero entre ellos mismos las
personas sensatas sólo veían en tales fenómenos efectos cuya causa era un Dios
único.
El mundo físico y el moral nos ofrecen a este
respecto numerosos puntos de comparación. Se ha creído en la multiplicidad de
la materia en tanto se detenían los observadores en la apariencia de los
fenómenos. Hoy en día, comprendemos que esos fenómenos tan variados pueden muy
bien no ser sino modificaciones de una única materia elemental. Las diversas
facultades son manifestaciones de una misma causa, que es el alma o Espíritu
encarnado, y no de muchas almas, así como los diferentes sonidos del órgano
constituyen el producto de una misma especie de aire, y no significan que haya
tantas clases de aire como sonidos existen. De esta hipótesis resultaría que
cuando un hombre adquiere o pierde ciertas aptitudes o tendencias, ello se
debería a otros tantos Espíritus que vienen a él o de él se marchan, lo cual lo
convertiría en un ser múltiple, carente de individualidad y, en consecuencia,
sin responsabilidad. Además, esto se contradice con los ejemplos tan numerosos
de manifestaciones mediante las cuales los Espíritus prueban su personalidad e
identidad.
475. ¿Le es
posible a una persona ahuyentar por sí misma a los malos Espíritus y liberarse
de su dominación?
- Siempre se puede cortar un yugo, con tal que se tenga
firme voluntad de hacerlo.
476. ¿Podría
suceder que la fascinación ejercida por el Espíritu perverso sea tal que la
persona subyugada no caiga en la cuenta de ello? En tal caso ¿puede una tercera
persona lograr que cese la dominación?
- Si se trata de un hombre de bien, su voluntad puede
ayudar apelando al concurso de los buenos Espíritus, porque cuanto más hombre
de bien se es, tanto más poder se tiene sobre los Espíritus imperfectos
para alejarlos y sobre los buenos para atraerlos. Sin embargo, ese hombre sería
impotente si el subyugado no presta su cooperación: personas hay que se
complacen en hallarse bajo una dependencia que halaga sus gustos y deseos. En
todos los casos, aquel cuyo corazón no sea puro no podrá ejercer ninguna
influencia: los Espíritus buenos lo desprecian, y los malos no le temen.
477. ¿Tienen
las fórmulas de exorcismo alguna eficacia contra los malos Espíritus?
- No. Cuando esos Espíritus ven que alguien toma en serio
tales fórmulas, ríen de él y se obstinan en su propósito.
478. Existen
personas movidas por buenas intenciones y que no por eso dejan de estar
obsesas. ¿Cuál es el mejor recurso para liberarse de los Espíritus obsesores?
- Agotar su paciencia, no tomar en cuenta para nada sus
sugestiones, mostrarles que están perdiendo su tiempo. Entonces, cuando
comprenden que no tienen nada que hacer, se marchan.
479. ¿Es la
oración un medio eficaz para curar la obsesión?
- La plegaria es un recurso poderoso en todo. Pero,
creedme que no basta con musitar unas cuantas palabras para obtener lo que se
desea. Dios asiste a los que actúan y no a aquellos otros que sólo se limitan a
pedir. Es menester, entonces, que el obsedido haga por su parte lo necesario
para destruir en sí mismo la causa que atrae a los malos Espíritus.
CAPTÍULO I
LEY
DIVINA O NATURAL
I.- Caracteres de la ley natural
614. ¿Qué se
debe entender por la ley natural?
- La ley natural es la ley de Dios. Es la única verdadera
para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer, y sólo es
desdichado porque de ella se aparta.
615. ¿Es eterna
la ley de Dios?
- Es eterna e inmutable, como Dios mismo.
616. ¿Ha podido
Dios prescribir a los hombres, en una época lo que les hubiera prohibido en
otra?
- Dios no puede equivocarse. Son los hombres los que
están obligados a cambiar sus leyes, por ser ellas imperfectas. Pero las leyes
de Dios son perfectas. La armonía que rige al universo material y al universo
moral está basada sobre las leyes que Dios estableció de toda eternidad.
617. ¿Qué
objetos abarcan las leyes divinas? ¿Conciernen a algo más que la conducta
moral?
- Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas,
puesto que Dios es el autor de la totalidad de las cosas. El sabio estudia las
leyes de la materia, el
hombre de bien estudia las del alma y la práctica.
617 a. ¿Es dado al hombre profundizar unas y otras?
- Sí, pero una sola existencia no basta para ello.
¿Qué son, en efecto, unos pocos años para
adquirir todo lo que constituye el Ser perfecto, incluso si sólo tomamos en
cuenta la distancia que separa al salvaje del hombre civilizado? La vida más
larga posible resulta insuficiente, y con más razón cuando se ve abreviada,
como sucede a gran número de personas.
Entre las leyes divinas, unas regulan el
movimiento y las relaciones de la materia inerte. Son las leyes físicas. Su
estudio es del dominio de la ciencia. Otras conciernen, en especial, al hombre
en sí mismo, así como en sus relaciones con Dios y con sus semejantes.
Comprenden las reglas de la vida de cuerpo tanto como las de la vida del alma.
Éstas son las leyes morales.
618. Las leyes
divinas ¿son las mismas para todos los mundos?
- La razón dice que deben ser adecuadas a la naturaleza
de cada mundo y proporcionales al grado de adelanto de los seres que en esos
mundos residen.
I.- Caracteres
de la ley natural
614. ¿Qué se
debe entender por la ley natural?
- La ley natural es la ley de Dios. Es la única verdadera
para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer, y sólo es
desdichado porque de ella se aparta.
615. ¿Es eterna
la ley de Dios?
- Es eterna e inmutable, como
Dios mismo.
616. ¿Ha podido
Dios prescribir a los hombres, en una época lo que les hubiera prohibido en
otra?
- Dios no puede equivocarse. Son los hombres los que
están obligados a cambiar sus leyes, por ser ellas imperfectas. Pero las leyes
de Dios son perfectas. La armonía que rige al universo material y al universo
moral está basada sobre las leyes que Dios estableció de toda eternidad.
617. ¿Qué
objetos abarcan las leyes divinas? ¿Conciernen a algo más que la conducta moral?
- Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas,
puesto que Dios es el autor de la totalidad de las cosas. El sabio estudia las
leyes de la materia, el hombre de bien estudia las del alma y la practica.
617 a. ¿Es dado al hombre profundizar unas y otras?
- Sí, pero una sola existencia no basta para ello.
¿Qué son, en efecto, unos pocos años para
adquirir todo lo que constituye el Ser perfecto, incluso si sólo tomamos en
cuenta la distancia que separa al salvaje del hombre civilizado? La vida más
larga posible resulta insuficiente, y con más razón cuando se ve abreviada,
como sucede a gran número de personas.
Entre las leyes divinas, unas regulan el
movimiento y las relaciones de la materia inerte. Son las leyes físicas. Su
estudio es del dominio de la ciencia. Otras conciernen, en especial, al hombre
en sí mismo, así como en sus relaciones con Dios y con sus semejantes.
Comprenden las reglas de la vida de cuerpo tanto como las de la vida del alma.
Éstas son las leyes morales.
618. Las leyes
divinas ¿son las mismas para todos los mundos?
- La razón dice que deben ser adecuadas a la naturaleza
de cada mundo y proporcionales al grado de adelanto de los seres que en esos
mundos residen.
IV.- Caracteres
del hombre de bien
918. ¿Por qué
signos se puede reconocer en un hombre el progreso real que debe elevar a su
Espíritu en la jerarquía espírita?
- El Espíritu prueba su elevación cuando todos los actos
de su vida material ponen en práctica la ley de Dios y cuando comprende por
adelantado la vida espiritual.
El verdadero hombre de bien es aquel que practica la ley de justicia,
amor y caridad en su mayor pureza. Si interroga a su conciencia acerca de las
acciones que ejecuta, se preguntará si no ha violado esa ley; si no hizo mal;
si ha realizado todo el bien que pudo; si nadie tuvo que quejarse de él: en suma,
si ha hecho a los demás cuanto hubiera querido que se hiciese con él.
El hombre poseído por el sentimiento de caridad y amor al prójimo hace el
bien por el bien mismo, sin aguardar recompensa, y sacrifica en aras de la
justicia su propio interés. Es bueno, humanitario y benévolo para con todos,
porque en cada hombre ve un hermano, sin distinción de razas ni creencias.
Si Dios le concedió poder y riqueza, los considera como UN DEPÓSITO que
debe emplear para el bien. No se envanece por poseerlos, pues sabe que Dios, que
se los otorgó, podría quitárselos.
Si el orden social ha puesto hombres bajo su dependencia, les trata con
bondad y benevolencia, porque son sus iguales ante Dios. Utiliza la autoridad
que posee para elevar la moral de esos hombres y no para aplastarlos con el
orgullo. Es indulgente con las flaquezas ajenas, porque sabe que él también
necesita indulgencia, y recuerda aquella expresión de Cristo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella”.
Conclusión
Creo que he abordado este tema
y he incluido lo que el Libro de Los Espíritus nos describe lo qué es un Hombre/Mujer
de Bien. También despeje las dudas de lo
que pasa con un Hombre/Mujer de Dios al momento que desencarna. Pero lo más
impactante para mí ha sido el resaltar y entender lo que puede hacer al Alma
desencarnada, el conocimiento del Espiritismo.
La Educación Espírita es
sumamente importante para las Almas desencarnadas. El conocimiento del bien y la práctica,
adelanta el Alma.
Entonces, el Alma Inmortal
Moralizada no sufre en la turbación y garantiza una mejor vida futura. ¡Viva el
Espiritismo!
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
El Libro de Los
Espíritus, Allan Kardec
Frank Montañez
“Soy
Espírita”
Director de la Página
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