En la introducción del Libro de Los Espíritus, Allan Kardec, en la sección II, se refirió al término Alma y lo definió como Inmaterial e INMORTAL.
Siempre el Espiritismo tuvo cuidado de establecer que el Alma es Inmortal e Inmaterial.
II
Hay otra palabra acerca de la cual también es importante ponerse de acuerdo, porque es una de las claves de bóveda de toda doctrina moral 5, y la causa de numerosas controversias a falta de una acepción bien determinada. Nos referimos a la palabra alma.
Según algunos, el alma es el principio de la vida material orgánica; no tiene existencia propia y cesa con la vida. Se trata del materialismo puro. En este sentido, y por comparación, cuando se refieren a un instrumento roto, que ya no emite sonido, dicen que no tiene alma. De acuerdo con esta opinión, el alma sería un efecto y no una causa.
Después de la muerte, cada chispa retorna a la fuente común donde se confunde con el todo, como los arroyos y los ríos retornan al mar del que han salido. Esta opinión difiere de la precedente en que sostiene la hipótesis según la cual hay en nosotros algo más que materia y queda algo después de la muerte. No obstante, es casi como si no quedara nada, puesto que, al no existir más la individualidad, ya no tendríamos conciencia de nosotros mismos. Con arreglo a esta opinión, el alma universal sería Dios, y cada ser una porción de la Divinidad. Se trata de una variedad del panteísmo.
Según otros, finalmente, el alma es un ser moral, distinto, independiente de la materia y que conserva su individualidad después de la muerte. Esta acepción es, sin duda, la más general, porque con un nombre u otro la idea de ese ser que sobrevive al cuerpo se encuentra en estado de creencia instintiva e independiente de toda enseñanza, en todos los pueblos, sea cual fuere su grado de civilización. Esta doctrina, según la cual el alma es la causa y no el efecto, es la de los espiritualistas.
Sin discutir el mérito de dichas opiniones, y considerando tan sólo el lado lingüístico del asunto, diremos que esas aplicaciones de la palabra alma constituyen tres ideas distintas, cada una de las cuales requeriría un término diferente. Esta palabra tiene, pues, una triple acepción, y a cada uno lo asiste la razón, desde su punto de vista, en la definición que le da. El defecto está en el lenguaje, que sólo dispone de una palabra para tres ideas. A fin de evitar todo equívoco, sería preciso restringir la acepción de la palabra alma a una sola de esas ideas.
La elección es indiferente, pues la cuestión es ponerse de acuerdo, ya que se trata de un problema de convención. Nosotros creemos que es más lógico tomarla en su acepción más común, por eso llamamos ALMA al ser inmaterial e individual que reside en nosotros y que sobrevive al cuerpo. Aunque
este ser no existiera, y no fuese más que un producto de la imaginación, se requeriría un término para designarlo.
A falta de una palabra especial para cada una de las otras dos ideas, llamaremos:
Este sería entonces el fluido vital que, conforme a ciertas opiniones, no sería otro que el fluido eléctrico animalizado 7, designado también con los nombres de fluido magnético, fluido nervioso, etc.
Como vemos, todo esto es una cuestión de palabras, pero una cuestión muy importante sobre la cual tenemos que ponernos de acuerdo. De este modo, el alma vital sería común a todos los seres orgánicos: plantas, animales y hombres; el alma intelectual sería propia de los animales y de los hombres, y el alma espírita pertenecería al hombre únicamente.
Creímos que era nuestro deber insistir sobre estas explicaciones, tanto más porque la doctrina espírita se basa naturalmente en la existencia en nosotros de un ser independiente de la materia y que sobrevive al cuerpo. La palabra alma habrá de ser utilizada frecuentemente en el curso de esta obra, por lo que importaba fijar el sentido que le damos, a fin de evitar toda equivocación.
Queda muy claro el concepto Alma en el Espiritismo, según Allan Kardec es Alma Inmortal e Inmaterial, que es un concepto "Panenteista", espiritual e inmaterial, donde Dios esta sobre todo lo creado.
Siempre el Espiritismo tuvo cuidado de establecer que el Alma es Inmortal e Inmaterial.
II
Hay otra palabra acerca de la cual también es importante ponerse de acuerdo, porque es una de las claves de bóveda de toda doctrina moral 5, y la causa de numerosas controversias a falta de una acepción bien determinada. Nos referimos a la palabra alma.
5 [Téngase presente que la palabra moral posee, tanto en francés como en castellano, además de su sentido ético, uno que se aplica a cuanto es de orden espiritual, inmaterial o psíquico, por oposición a lo físico, material o corporal. Allan Kardec la emplea con esta acepción en numerosas oportunidades (Véase, por ejemplo, en esta Introducción y en el §139, la definición del alma como ser moral).]La divergencia de opiniones en torno a la naturaleza del alma proviene de la aplicación particular que cada uno hace de esa palabra. Una lengua perfecta, en la que cada idea estuviese representada por un término exclusivo, evitaría muchas discusiones. Con una palabra para cada cosa todos nos entenderíamos.
Según algunos, el alma es el principio de la vida material orgánica; no tiene existencia propia y cesa con la vida. Se trata del materialismo puro. En este sentido, y por comparación, cuando se refieren a un instrumento roto, que ya no emite sonido, dicen que no tiene alma. De acuerdo con esta opinión, el alma sería un efecto y no una causa.
Nota de Frank: Aquí tenemos el ejemplo de la Filosofía de Joaquín Trincado Mateos, que en ano 1911, indicó que el Alma es Material y Mortal. Por lo tanto Allan Kardec ya se había adelantado a estos hechos de filosofías humanas se referirían al Alma como Materia y Mortal. Y se refirió a eso como Panteísmo y Materialismo Puro.Otros piensan que el alma es el principio de la inteligencia, agente universal del que cada ser absorbe una porción. Según ellos, no habría en todo el universo más que una sola alma, que distribuye chispas entre los diversos seres inteligentes durante la vida de estos.
Después de la muerte, cada chispa retorna a la fuente común donde se confunde con el todo, como los arroyos y los ríos retornan al mar del que han salido. Esta opinión difiere de la precedente en que sostiene la hipótesis según la cual hay en nosotros algo más que materia y queda algo después de la muerte. No obstante, es casi como si no quedara nada, puesto que, al no existir más la individualidad, ya no tendríamos conciencia de nosotros mismos. Con arreglo a esta opinión, el alma universal sería Dios, y cada ser una porción de la Divinidad. Se trata de una variedad del panteísmo.
Según otros, finalmente, el alma es un ser moral, distinto, independiente de la materia y que conserva su individualidad después de la muerte. Esta acepción es, sin duda, la más general, porque con un nombre u otro la idea de ese ser que sobrevive al cuerpo se encuentra en estado de creencia instintiva e independiente de toda enseñanza, en todos los pueblos, sea cual fuere su grado de civilización. Esta doctrina, según la cual el alma es la causa y no el efecto, es la de los espiritualistas.
Sin discutir el mérito de dichas opiniones, y considerando tan sólo el lado lingüístico del asunto, diremos que esas aplicaciones de la palabra alma constituyen tres ideas distintas, cada una de las cuales requeriría un término diferente. Esta palabra tiene, pues, una triple acepción, y a cada uno lo asiste la razón, desde su punto de vista, en la definición que le da. El defecto está en el lenguaje, que sólo dispone de una palabra para tres ideas. A fin de evitar todo equívoco, sería preciso restringir la acepción de la palabra alma a una sola de esas ideas.
La elección es indiferente, pues la cuestión es ponerse de acuerdo, ya que se trata de un problema de convención. Nosotros creemos que es más lógico tomarla en su acepción más común, por eso llamamos ALMA al ser inmaterial e individual que reside en nosotros y que sobrevive al cuerpo. Aunque
este ser no existiera, y no fuese más que un producto de la imaginación, se requeriría un término para designarlo.
A falta de una palabra especial para cada una de las otras dos ideas, llamaremos:
Principio vital, al principio de la vida material y orgánica, sea cual fuere su origen. Este principio es común a todos los seres vivientes, desde las plantas hasta el hombre. Dado que la vida puede existir aunque carezca de la facultad de pensar, el principio vital es una cosa distinta e independiente. La palabra vitalidad no expresaría la misma idea. 6
6 [Véanse los §§ 67 y 67a.]Para algunos, el principio vital es una propiedad de la materia, un efecto que se produce cuando la materia se encuentra en determinadas circunstancias. Según otros, y esta es la idea más común, reside en un fluido especial, universalmente distribuido y del cual cada ser absorbe y asimila una parte durante la vida, así como vemos a los cuerpos inertes absorber la luz.
Este sería entonces el fluido vital que, conforme a ciertas opiniones, no sería otro que el fluido eléctrico animalizado 7, designado también con los nombres de fluido magnético, fluido nervioso, etc.
7 [En su primera acepción, los términos animaliser y animalisation (al igual que sus equivalentes en español) expresan la transformación de las sustancias alimenticias en la sustancia animal que se nutre con ellas. En este pasaje, la palabra animalisé es empleadapara designar la propiedad específica del fluido que mantiene vivos a la totalidad de los cuerpos orgánicos (Véanse los §§ 60 a 70). El término fue introducido por Mesmer hacia 1775, y era de uso común entre los magnetistas del siglo XIX.]Sea lo que fuere, es un hecho indiscutible –pues se trata de un resultado de la observación– que los seres orgánicos tienen en sí una fuerza íntima que produce el fenómeno de la vida mientras esa fuerza existe; que la vida material es común a todos los seres orgánicos e independiente de la inteligencia y del pensamiento; que tanto la inteligencia como el pensamiento son facultades propias de ciertas especies orgánicas; por último, que entre las especies orgánicas dotadas de inteligencia y de pensamiento una de ellas está provista de un sentido moral 8 especial que le da una incontestable superioridad sobre las otras: la especie humana.
8 [sens moral: conciencia de la existencia de Dios y de una realidad espiritual, así como de laidea del bien y de la necesidad de llevarlo a la práctica. (Véanse los §§ 11, 265, 669 y 754.)]Se entiende que, con una acepción múltiple, la palabra alma no excluye al materialismo ni al panteísmo. El propio espiritualista puede muy bien entender al alma según una u otra de las dos primeras definiciones, sin perjuicio del ser inmaterial distinto, al que dará entonces cualquier otro nombre. Así pues, esa palabra no es representativa de una opinión, sino un proteo 9 que cada uno acomoda a su manera. De ahí el origen de tantas interminables disputas.
9 [protée: este vocablo suele utilizarse con el mismo sentido que en castellano y, además –como en este caso–, para referirse a cosas que son en extremo cambiantes. Más adelante (en la Sección X de esta Introducción), Kardec lo escribe con mayúscula inicial, en cuyo caso alude al dios mitológico que lleva ese nombre.]También se evitaría la confusión, aunque nos sirviéramos de la palabra alma en los tres casos, si se le añadiese un calificativo que especificara el punto de vista a la luz del cual se la considera, o la aplicación que se le da. Sería, entonces, una palabra genérica, que representaría a la vez el principio de la vida material, el de la inteligencia y el del sentido moral, y se la distinguiría mediante un atributo, así como los gases, por ejemplo, que se distinguen al añadirles las palabras hidrógeno, oxígeno o nitrógeno. Así, podríamos decir –y tal vez sería lo mejor– alma vital para nombrar el principio de la vida material, alma intelectual para el principio de la inteligencia, y alma espírita para el principio de nuestra individualidad después de la muerte.
Como vemos, todo esto es una cuestión de palabras, pero una cuestión muy importante sobre la cual tenemos que ponernos de acuerdo. De este modo, el alma vital sería común a todos los seres orgánicos: plantas, animales y hombres; el alma intelectual sería propia de los animales y de los hombres, y el alma espírita pertenecería al hombre únicamente.
Creímos que era nuestro deber insistir sobre estas explicaciones, tanto más porque la doctrina espírita se basa naturalmente en la existencia en nosotros de un ser independiente de la materia y que sobrevive al cuerpo. La palabra alma habrá de ser utilizada frecuentemente en el curso de esta obra, por lo que importaba fijar el sentido que le damos, a fin de evitar toda equivocación.
Allan Kardec
Queda muy claro el concepto Alma en el Espiritismo, según Allan Kardec es Alma Inmortal e Inmaterial, que es un concepto "Panenteista", espiritual e inmaterial, donde Dios esta sobre todo lo creado.
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