No existe, ni existirá jamás, una 4ta, ni una 5ta Revelación Espírita...NUNCA, NUNCA, NUNCA, existirá una modificacion a la Tercera Revelación Divina, INMUTABLE, ABSOLUTA Y PERFECTA en el Espiritismo.
LIBRO TERCERO, LEYES MORALES CAPÍTULO I LEY DIVINA O NATURAL Carácteres de la ley natural. - Origen y conocimiento de la ley natural. -El bien y el mal. - División de la ley natural... Carácteres DE LA LEY NATURAL
614. ¿Qué debe entenderse por ley natural?
«La ley natural es la ley de Dios y la única verdadera para la dicha del hombre. Le indicalo que debe hacer o dejar de hacer, y es desgraciado aquel porque de ella se separa».
615. ¿Es eterna la ley de Dios?
«Es eterna e inmutable como el mismo Dios».
*** Nota 📝 añadida de Frank Montañez : "Eureka!!!!!, aquí lo tienes, item #615, una reiteración de que la Eterna Ley de Dios, es Eterna e Inmutable. Entonces, no puede ser un Espíritista Verdadero el que no reconozca que el Espiritismo no es una Eterna Verdad Absoluta."
616. ¿Ha podido Dios prescribir en una época a los hombres lo que les hubiese prohibido en otra?
«Dios no puede engañarse, y únicamente los hombres se ven obligados a cambiar sus leyes, porque son imperfectas; pero las de Dios son perfectas. La armonía que arregla al universo material y al MORAL está fundada en las leyes que Dios ha establecido para siempre».
617. ¿Qué objetos abrazan las leyes divinas? ¿Conciernen a algo más que a la conducta moral? «Todas las leyes de la naturaleza son divinas, puesto que Dios es autor de todas las cosas. El sabio estudia las leyes de la materia, el hombre de bien las del alma, y las practica».
617a. -¿Es dado al hombre profundizar las unas y las otras?
«Sí, pero no basta una sola existencia».
¿Qué son, en efecto, algunos años para adquirir todo lo que constituye al ser perfecto, si no se considera más que la distancia que separa al salvaje del hombre civilizado? La más larga existencia posible es insuficiente, y con mayor razón aún cuando es abreviada, como sucede en un gran número de casos. Entre las leyes divinas, las unas reglamentan el movimiento y las relaciones de la materia bruta, tales son las leyes físicas, cuyo estudio es del dominio de la ciencia. Las otras conciernen especialmente al hombre en sí mismo y en sus relaciones con Dios y sus semejantes, y comprenden así las regias de la vida del cuerpo, como las de la del alma. Tales son las leyes morales.
618. ¿Las leyes divinas son unas mismas para todos los mundos?
«La razón dice que deben ser apropiadas a la naturaleza de cada mundo y proporcionadas al grado de adelanto de los seres que los habitan».
ORIGEN Y CONOCIMIENTO DE LA LEY NATURAL. EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. #619 - #648
619. ¿Dios ha dado a todos los hombres medios de conocer su ley?
«Todos pueden conocerla; pero no todos la comprenden. Los que mejor la comprenden son los hombres de bien y los que quieren buscarla. Todos no obstante, la conocerán un día, porque es preciso que se realice el progreso».
Nota: "La justicia de las diversas encarnaciones del hombre es consecuencia de este principio; porque acada nueva existencia su inteligencia está más desarrollada, y comprende mejor lo bueno y lo malo. Sí todo para él debiese efectuarse en una sola existencia ¿cuál sería la suerte de tantos miles de seres quemueren cada día en el embrutecimiento del estado salvaje, o en las tinieblas de la ignorancia, no habiendo dependido de ellos el ilustrarse? (171-222)
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Item § 10. Sólo los Espíritus puros reciben la Palabra de Dios con la Misión de Transmitirla. No obstante, hoy se sabe que no todos los Espíritus son perfectos, y que existen algunos que se presentan bajo falsas apariencias, lo que llevó a san Juan a decir:“No creáis en cualquier Espíritu; ved antes sí los Espíritus son de Dios”. (Primera Epístola, 4:1.)
Es por éso que la ley del Decálogo tiene todos los Carácteres de su origen, mientras que las otras leyes Mosaícas, esencialmente transitorias, muchas veces en contradicción con la ley del Sinaí, son obra personal y política del legislador hebreo.
Con el ablandamiento de las costumbres del pueblo, ésas leyes cayeron en desuso por sí mismas, mientras que el Decálogo permaneció siempre en pie como faro de la humanidad.
Cristo hizo de él la base de su edificio, y abolió las otras leyes. Sí éstas fuesen obra de Dios, las habría conservado intactas. Cristo y Moisés son los dos grandes reveladores que cambiaron la faz del mundo, y en éso está la prueba de su Misión Divina. Una obra puramente humana no habría tenido ése poder.
Ññññññññññ La nueva era
Evangelio según el Espiritismo
Item § 10. Un día Dios, en su caridad inagotable, permitió al hombre viera que la. verdad atravesaba las tinieblas; este día fue el advenimiento de Cristo. Después de la luz viva, volvieron las tinieblas; el mundo después de las alternativas de verdad y de obscuridad, se perdía de nuevo. He aquí porque los Espíritus, semejantes a los profetas del Antiguo Testamento, os hablan y advierten; el mundo está conmovido en sus cimientos; el trueno rugirá, estad firmes!
La nueva cruzada ha empezado; apóstoles de una paz universal y no de guerra, San Bernardos modernos, mira y marchen adelante: la ley de los mundos, es la ley del progreso. (Fenelon. Poitiers, 1861).
Si la doctrina espiritista fuese una concepción puramente humana no tendría otra garantía que las luces del que la hubiera concebido, y nadie en la tierra podría tener la pretensión fundada de poseer él solo la verdad absoluta.
Sí los espíritus que la han revelado se hubiesen manifestado a un sólo hombre, nada garantizaría su origen, porque sería menester creer bajo su palabra al que dijera que había recibido sus enseñanzas.
Concediéndole una completa sinceridad, a lo más, podría convencer a las personas que le rodeasen; podría tener secretarios, pero nunca conseguiría reunir a todo el mundo.
Dios ha querido que la nueva revelación llegase a los hombres por un camino más rápido y más auténtico, por ésto ha encargado a los Espíritus el llevarla de uno a otro polo, manifestándose en todas partes, sin conceder a nadie el privilegio exclusivo de oír su palabra. Un hombre puede ser engañado puede engañarse a sí mismo, más no podría suceder lo mismo cuándo millones de ellos ven y oyen la misma cosa: ésto es una garantía para cada uno y para todos. Por otra parte, puede hacerse desaparecer a un hombre, pero no puede hacerse que desaparezcan las masas; pueden quemarse los libros, pero no se pueden quemar los espíritus; pues sí se quemarán todos los libros, el origen de la doctrina no sería menos invulnerable, por lo mismo que no está en la tierra, sino que surge de todas partes y que todos pueden obtenerla. A falta de hombres para explicarla, habrá siempre espíritus que alcanzan a todo el mundo y a quienes nadie puede alcanzar.
En realidad, los mismos espíritus son los que hacen la propaganda, con el auxilio de innumerables Médiums que ellos mismos suscitan en todas partes: Sí no hubiesen tenido más que un intérprete, por favorecido que se viera, apenas se conocería el Espiritismo; éste mismo intérprete, a cualquier clase que perteneciese, sería objeto de prevención de muchas gentes, no le hubieran aceptado todas las naciones; mientras que comunicándose los espíritus en todas partes, a todos los pueblos, a todas las sectas y a todos los partidos, son aceptados por todos. El Espiritismo no tiene nacionalidad y está fuera de todos los cultos particulares; no se ha impuesto por ninguna clase de la sociedad, puesto que cada uno puede recibir instrucciones de sus parientes y de sus amigos de ultratumba. Así debía ser para que pudiese llamar a todos los hombres a la fraternidad, pues de no colocarse en un terreno neutral, hubiera mantenido las discusiones en vez de aclamarlas.
Ésta universalidad en la enseñanza de los espíritus constituye la fuerza del Espiritismo y esta es también la causa de su rápida propagación; mientras que la voz de un solo hombre, aun cuando hubiese tenido el auxilio de la prensa, hubiera tardado siglos en ser oída de todos. Ahora tenéis millares de voces que se hacen oír simultáneamente en todas partes para proclamar los mismos principios y transmitirlos, tanto a los más ignorantes como a los más sabios a fin de que nadie quede desheredado.
De ésta ventaja no ha gozado ninguna de las doctrinas que han aparecido hasta hoy. Sí, pues, el Espiritismo es una verdad, no teme ni la mala voluntad de los hombres, ni las revoluciones morales; ni los cataclismos físicos del globo, porque nada de todo ésto puede alcanzar a los espíritus.
Pero no es ésta la sola ventaja que resulta de semejante posesión excepcional: el Espiritismo encuentra en ella una garantía muy poderosa contra los cismas que podrían suscitarse, ya por la ambición de algunos, ya por las contradicciones de ciertos espíritus.
Ojo aquí a continuación, ésta parte fue adulterada en el libro Original del Evangelio según el Espiritismo, en el idioma francés.
Seguramente que éstas
contradicciones son un escollo; pero llevan consigo el remedio al lado del mal.
Se sabe que los espíritus, a consecuencia de la diferencia que existe entre sus capacidades, individualmente están lejos de poseer la verdad absoluta;
Ojo, Nota de Frank Montañez: "En el Original frances, dice "Verdad" solamente, no "Verdad Absoluta". Las nuevas versiones adulteraron y añadieron Absoluta. Ésto debería ser interpretado que el énfasis de absoluto es a que nadie tiene la Verdad Absoluta, que no aplica a los "Espíritus Puros y Perfectos" que no a todos les está dado el penetrar ciertos misterios; que su saber es proporcionado a su purificación, que los espíritus vulgares no saben más que los hombres, y menos que ciertos hombres; que hay entre ellos, como entre éstos últimos, presumidos y sabios de falsa instrucción, que creen saber lo que no saben; sistemáticos que toman sus ideas por la verdad, y, en fin, que los espíritus de un orden más elevado, los que están completamente desmaterializados, son los únicos que se han despojado de las ideas y de las preocupaciones terrestres; pero también se sabe que los espíritus mentirosos no tienen reparo en tomar nombres supuestos para hacer aceptar sus utopías. Resulta de esto, que todo lo que está fuera de la enseñanza exclusivamente moral, las revelaciones que cada uno puede obtener, tienen un carácter individual sin autenticidad, que deben ser consideradas como "Opiniones Personales" de tal o cuál espíritu y que se cometería una imprudencia aceptándolas y promulgándolas ligeramente como verdades absolutas.
La primera comprobación, sin duda, es la de la razón, a la que es preciso someter, sin excepciones, todo lo que viene de los espíritus; toda teoría en contradicción manifiesta con el buen sentido, con una lógica rigurosa, y con los datos positivos que se poseen, sea quién quiera el que la firme, debe ser rechazada. Pero ésta comprobación, es incompleta en muchos casos, a consecuencia de la insuficiencia de las luces de ciertas personas, y de la tendencia de muchos a tomar su propio juicio por único árbitro de la verdad. En caso semejante ¿qué hacen los hombres que no tienen confianza absoluta en sí mismos? Toman consejos del mayor número, y la opinión de la mayoría en su guía; así debe ser respecto a la enseñanza de los espíritus, cuyos medios nos proporcionan ellos mismos.
La concordancia en la enseñanza de los espíritus es, pues, la mejor comprobación; pero es menester también para ello que tenga lugar en ciertas condiciones. La menos segura de todas es la de un médium que pregunta a muchos espíritus sobre un punto dudoso, es evidente que, sí está bajo el imperio de una obsesión y sí tiene que habérselas con un espíritu mentiroso, éste espíritu puede decirle la misma cosa bajo nombres diferentes.
Tampoco hay una garantía suficiente en la conformidad que se puede obtener por los Médiums de un sólo centro, porque todos pueden estár bajo la misma influencia.
"La única garantía formal de la enseñanza de los espíritus está en la concordancia que existe entre las revelaciones dadas espontáneamente con la intervención de un gran número de Médiums desconocidos los unos de los otros y en diversos países".
Se concibe que no hablamos ahora de las comunicaciones relativas a intereses secundarios, sino de lo que hace referencia a los mismos principios de la doctrina. La experiencia prueba que cuándo un principio nuevo debe recibir su solución, se enseñe espontáneamente en diferentes puntos a la vez, y de una manera idéntica, sino en la forma, al menos en el fondo. Sí, pues, le place a un espíritu formular un sistema excéntrico, basado sólo en sus ideas y fuera de la verdad, puede tenerse por seguro que éste sistema quedará circunscrito y caerá ante la unidad de las instrucciones dadas en las demás partes, como ha habido ya diferentes ejemplos. Ésa unanimidad es la que ha hecho caer todos los sistemas parciales, nacidos en el origen del Espiritismo, cuándo cada cuál explicaba los fenómenos a su modo y antes de que se conociesen las leyes que rigen las relaciones del mundo visible con el mundo invisible.
Tal es la base en que nos apoyamos cuándo formulamos un principio de la doctrina, sin que lo demos como verdadero porque esté conforme con nuestras ideas; de ninguna manera queremos ser árbitros supremos de la verdad, y no decimos a nadie: "Creed tal cosa porque la decimos nosotros". Nuestra opinión sólo es una opinión personal, que puede ser justa o falsa, porque no somos más infalibles que los otros, ni tampoco es verdadero para nosotros un principio porque se nos ha enseñado, sino porque ha recibido la sanción de la concordancia.
En nuestra posesión, recibiendo las comunicaciones de cerca de mil centros espiritistas formales, diseminados por todas las partes del globo, estamos en el caso de ver los principios en que se establece ésta concordancia; ésta observación es la que nos ha guiado hasta hoy, y la que nos guiará en los nuevos campos que el Espiritismo está llamado a explotar. Así es que, estudiando atentamente las comunicaciones que vienen de diferentes partes, tanto de Francia como del extranjero, notamos por las revelaciones de una naturaleza enteramente especial, que hay una tendencia a entrar en una nueva senda y que ha llegado el momento de dar un paso más. Éstas revelaciones, hechas a menudo con palabras encubiertas, han pasado desapercibidas para muchos de aquéllos que las han recibido; otros creen que sólo ellos las han recibido. Obtenidas aisladamente, no tendrían ningún valor para nosotros; pero su coincidencia les da mucha gravedad; cuándo llegue el momento de darlas toda a la publicidad, cada uno se acordará de haber recibido instrucciones en el mismo sentido. Éste es el movimiento general que observamos, que estudiamos con asistencia de nuestros guías espirituales, y que nos ayuda a juzgar de la oportunidad que hay para nosotros de hacer una cosa o abstenernos de ella.
Ésta comprobación universal es una garantía para la unidad futura del Espiritismo, y anulará todas las teorías contradictorias. En ésto se buscará en el porvenir el criterio de la verdad. Lo que ha contribuido a que tuviera buen éxito la doctrina formulada en el Libro de los Espíritus y en el Libro de los Médiums, es que, en todas partes, todos han podido recibir directamente de los espíritus la confirmación de lo que ésos libros contienen. Sí en todas partes los espíritus los hubiesen contradicho, hace tiempo que ésos libros hubieran sufrido la suerte de todas las concepciones fantásticas.
Ni aún el apoyo de la prensa les hubiera salvado del naufragio, al paso que, privados de él, no por ésto han dejado de hacer un camino rápido; porque han tenido el apoyo de los espíritus, cuya buena voluntad compensa con ventaja, la mala voluntad de los hombres.
Lo mismo sucederá con todas las ideas que, viniendo de los espíritus o de los hombres, no puedan soportar ésta comprobación, cuyo poder nadie puede negar.
Supongamos, pues, que ciertos espíritus quieran dictar, bajo cualquier título, un libro en sentido contrario; supongamos además que con una intención hostil y con la mira de desacreditar la doctrina, suscitase la malevolencia de comunicaciones apócrifas; ¿Qué influencia podrían tener éstos escritos, sí son desmentidos en todas partes por los espíritus? Es menester asegurarse de la adhesión de éstos últimos antes de lanzar un sistema en su nombre. Del sistema de uno sólo al sistema de todos, hay la misma distancia que de la unidad al infinito. ¿Qué pueden todos los argumentos de los detractores sobre la opinión de las masas, cuándo millares de voces amigas, salidas del espacio, van a todas las partes del universo, al seno de cada familia, a batirlos en brecha?
La experiencia, con respecto a éste asunto, ¿no ha confirmado ya la teoría? ¿En qué han venido a parar todas ésas publicaciones que debían, digámoslo así, anonadar al Espiritismo? ¿Cuál es la que tan siquiera ha detenido su marcha? Hasta hoy no se había mirado ésta cuestión bajo éste punto de vista, cuestión de las más graves sin duda; todos han contado consigo mismo, pero no con los Espíritus.
El principio de la concordancia es también una garantía contra las alteraciones que podrían hacer experimentar al Espiritismo las sectas que quisieran apoderarse de él en provecho suyo y acomodarlo a sus miras.
Cualquiera que intentase desviarlo de su objeto providencial, fracasaría, por la sencilla razón de que los espíritus con la universalidad de su enseñanza, harían desaparecer toda modificación que se apartase de la verdad. De todo ésto resulta una verdad capital, y es, que cualquiera que pretenda poner trabas al curso de las ideas establecido y sancionado, podrá muy bien causar una pequeña perturbación local y momentánea, pero nunca dominará el conjunto, ni en el estado presente, ni en el porvenir.
También se desprende de ésto que las instrucciones dadas por los espíritus sobre les puntos de la doctrina, que aún no se han dilucidado, no pueden tener fuerza de ley mientras permanezcan aisladas, y que, por consiguiente, no pueden ser aceptadas sino con todas las reservas y a título de reseña.
De aquí la necesidad de tener en su publicación la mayor prudencia; y en el caso en que se creyese deber publicarlas, conviene no sean presentadas sino como opiniones individuales más o menos probables, pero teniendo en todo caso necesidad de confirmación. Ésta confirmación es la que es necesario esperar antes de presentar un principio como verdad absoluta, sí no se quiere ser acusado de ligereza o de credulidad irreflexiva.
Los espíritus superiores en sus comunicaciones, proceden con extremada prudencia y no abordan las grandes cuestiones de la doctrina sino gradualmente, a medida que la inteligencia es apta para comprender verdades de un orden más elevado y cuando las circunstancias son propicias para la emisión de una nueva idea. Por ésta razón no lo han dicho todo desde un principio ni tampoco lo han dicho todo hoy, no cediendo jamás a las instigaciones de las personas demasiado impacientes que quieren coger el fruto antes de estar sazonado.
[Nota de Frank Montañez añadida: "Es a esto que se adhiere la elaboración del hombre con los ingredientes espirituales, publicados en los 5 libros codificados, note que esta nota surge en el Libro del Evangelio según El Espiritismo, todavía faltaba de publicar el Cielo y el Infierno y el libro de Génesis. En éste último, con el Capitulo I, Carácteres de la Revelación Espírita"].
Sería, pues, superfluo querer precipitar el tiempo designado a cada cosa por la Providencia, porque entonces los espíritus verdaderamente formales niegan positivamente su concurso, y los espíritus ligeros, importándoles poco la verdad, contestan a todo; por esta razón, sobre todas las preguntas prematuras, siempre hay respuestas contradictorias.
Los principios emitidos más arriba no son producto de una teoría personal, sino consecuencia forzosa de las condiciones en que se manifiestan los espíritus. Es evidente que si un espíritu dice una cosa por un lado, mientras que millones de espíritus dicen lo contrario por otro, la presunción de verdad no puede hallarse de parte del que está sólo, ni siquiera aproximarse a su parecer; por lo demás, pretender que uno sólo tenga razón contra todos, sería tan ilógico de parte de un espíritu como de parte de los hombres. Los espíritus verdaderamente sabios, si no creen estár bastante ilustrados sobre una cuestión, no la resuelven jamás de una manera absoluta; declaran que sólo la tratan desde su punto de vista, y aconsejan ellos mismos que se espere la confirmación. [Nota de Frank Montañez: "Pero la tercera revelación Espírita de origen divino, es una Verdad Eterna, porque era inspiración divina"].
Por grande, hermosa y justa que sea una idea, es imposible que desde su principio cuente con todas las opiniones. Los conflictos que de ello resultan son consecuencia inevitable del movimiento que se opera; son hasta necesarios para hacer resaltar más la verdad, y es útil que tenga lugar en su principio para que las ideas falsas se gasten más pronto. Los espiritistas que concibiesen sobre ello algún temor, deben estar bien tranquilos. Todas las pretensiones aisladas caerán por la fuerza de las cosas, ante el grande y poderoso criterio de la comprobación universal.
No se unirán a la opinión de un hombre, sino a la voz unánime de los espíritus; no será un hombre, y mucho menos yo, el que funde la ortodoxia espiritista; tampoco será un espíritu el que venga a imponerse a cualquiera que sea; será la universalidad de los espíritus, comunicándose en toda la tierra por orden de Dios; éste es el carácter esencial de la doctrina espiritista, y ésta es su fuerza, ésta es su autoridad.
Dios ha querido que su ley fuese asentada en una base indestructible; por ésto no ha querido que se apoyasen en la frágil cabeza de uno sólo.
Ante éste poderoso areópago, que no conoce ni espíritu de corporación, ni rivalidades celosas, ni sectas, ni naciones, vendrán a estrellarse todas las oposiciones, todas las ambiciones, todas las pretensiones a la superchería individual, "Sí nosotros quisiéramos substituir nuestras propias ideas a sus decretos soberanos, nosotros mismos nos estrellaríamos"; El sólo es el que resolverá todas las cuestiones litigiosas; el que acallará las disidencias y dará la razón a quién de derecho la tenga.
Ante éste imponente concierto de todas las voces del cielo, ¿Qué puede la opinión de un sólo hombre o de un espíritu? Menos que una gota de agua que se pierde en el Océano, menos que la voz del niño que la tempestad sofoca.
La Opinión Universal es el juez supremo, la que habla en definitiva y se forma de todas las opiniones individuales; sí una de ellas es verdadera, sólo tienen en la balanza su peso relativo; sí es falsa, no puede sobrepujar a las otras. En éste inmenso concurso las individualidades desaparecen, y éste es un nuevo jaque al orgullo humano.
Ese conjunto armonioso se dibuja ya, y no concluirá éste siglo sin que brille en todo su esplendor de una manera que fije todas las incertidumbres, porque de aquí a entonces, voces poderosas habrán recibido la misión de hacerse oír para reunir a los hombres bajo un mismo estandarte, apenas el campo esté suficientemente cultivado.
Mientras tanto, el que fluctúa entre dos sistemas opuestos, (Se refiere entre el Espiritismo y Espiritualismo) puede observar en qué sentido se pronuncia la opinión general; éste es el indicio cierto del sentido en que se manifiestan la mayoría de los espíritus en los diferentes puntos en que se comunican, y ésta es también la señal no menos cierta del sistema que vencerá.
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Nota adjudicada a Allan Kardec en un gesto de humildad dejó en claro, que el mensaje espiritual, no podía ser basado en la opinión personal de Allan Kardec, sino la de los Espíritus. Los Espíritus que no fueran Perfectos y Puros, siempre podrían ser cuestionados porque expresaron solo lo que sabían. No es lo mismo cuándo se trata de las comunicaciones de Espíritus Puros y Perfectos. La Verdad Absoluta que se le adjudica al Espiritismo es, la verdad eterna que surge como una inspiración divina, ampliamente explicada en el Libro de Génesis Espiritual. Frank Montanez
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