Presentimientos
Libro de Los Espíritus
522. El
presentimiento, ¿es siempre una advertencia del Espíritu protector?
“El presentimiento es el consejo íntimo y oculto
de un Espíritu que os quiere bien.
No obstante, también está presente en la intuición de la elección que se ha
hecho. Es la voz del instinto. Antes
de encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de las principales fases que tendrá
su existencia, es decir, del género de pruebas a las que se compromete. Una vez
encarnado, cuando esas pruebas poseen un
carácter relevante, conserva de ellas una especie de impresión en su fuero
interior. Esa impresión, que es la voz
del instinto, al despertarse cuando se acerca el momento de la prueba, se
convierte en presentimiento.”
523. Los
presentimientos y la voz del instinto siempre tienen cierta vaguedad. ¿Qué
debemos hacer ante la incertidumbre?
“Cuando tengas dudas, invoca a tu Espíritu bueno, o ruégale a Dios, Nuestro Señor,
que te envíe uno de sus mensajeros, uno de nosotros.”
524. Las
advertencias de nuestros Espíritus protectores, ¿tienen como único objeto la
conducta moral, o también la conducta a observar en los asuntos de la vida
privada?
“Todo. Ellos tratan de haceros vivir lo mejor
posible. No obstante, muchas veces cerráis los oídos a las advertencias
saludables y sois desdichados por vuestra culpa.”
Los Espíritus protectores nos ayudan con sus consejos mediante la voz de la conciencia, a la
que hacen hablar en nosotros. Sin embargo, como no siempre concedemos a la
conciencia la importancia necesaria, los Espíritus nos dan esos consejos de
modo más directo, para lo cual se sirven de las personas que nos rodean.
Examine cada uno las diversas circunstancias, felices o desdichadas, de su
vida, y verá que
en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre aprovechó, y que le
habrían evitado bastantes disgustos si los hubiese escuchado.
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Catalepsia. Resurrecciones
La
Génesis - Capítulo XIV
29. La materia inerte es insensible; el fluido
periespiritual también lo es, pero transmite la sensación al centro sensitivo
que es el Espíritu. Las lesiones dolorosas del cuerpo repercuten, pues, en el Espíritu
como un choque eléctrico, por intermedio del fluido periespiritual, cuyos hilos
conductores parecen ser los nervios. Se trata del influjo nervioso de los
fisiólogos, quienes, por desconocimiento de las relaciones de ese fluido con el
principio espiritual, todavía no han podido hallar una explicación para todos sus
efectos. Esta interrupción puede ocurrir por la amputación de un miembro o por
algún nervio seccionado, pero también en forma parcial o general, y sin que
haya lesiones, en los momentos de emancipación, de gran sobre excitación o
preocupación del Espíritu. En ese estado el Espíritu no piensa en el cuerpo, y
en su actividad febril atrae hacia sí, por decirlo de algún modo, al fluido periespiritual
que, retirándose de la superficie, produce allí una insensibilidad momentánea.
Se podría también admitir que en ciertas circunstancias se produce en el propio
fluido periespiritual una modificación molecular, que le quita transitoriamente
la propiedad de la transmisión. A eso se debe que, muchas veces, en el ardor
del combate, un militar no perciba que está herido; que una persona, cuya
atención está concentrada en un trabajo, no oiga el ruido que se hace alrededor
suyo. Un efecto análogo, aunque más pronunciado, se produce en algunos
sonámbulos, en la letargia y en la catalepsia. Finalmente, del mismo modo se
puede explicar la insensibilidad de los convulsionarios y de ciertos mártires.
(Véase la Revista Espírita, enero de 1868: “Los Aïssaouas, o los convulsionarios de la
calle Le Peletier”.) La parálisis no tiene en absoluto la misma causa, pues allí
el efecto es puramente orgánico; los nervios mismos, los hilos conductores ya
no son aptos para la circulación fluídica; se trata de las cuerdas del
instrumento, que se han alterado.
30. En ciertos estados patológicos, en que el Espíritu ha abandonado
el cuerpo y el periespíritu sólo está unido a él por medio de algunos puntos,
el cuerpo presenta todas las apariencias de la muerte, de modo que se enuncia
una gran verdad cuando se dice que en esos casos la vida pende de un hilo. Ese
estado puede durar más o menos tiempo, e incluso ciertas partes del cuerpo pueden
entrar en descomposición, a pesar de que la vida no se ha extinguido
definitivamente. Mientras no se haya cortado el último hilo, el Espíritu puede,
ya sea por una acción enérgica de su propia voluntad
o por un influjo fluídico extraño, igualmente
poderoso, ser llamado de vuelta al cuerpo. Así se explican ciertos casos
en los que la vida se prolonga contra todas las probabilidades, así como
también algunas supuestas resurrecciones. Es una planta que vuelve a brotar,
como a veces sucede, de una única fibra de la raíz. Pero cuando las últimas
moléculas del cuerpo fluídico ya se han separado del cuerpo carnal, o cuando
este último llegó a un estado irreparable de degradación, el regreso a la vida
es imposible.74
74
Véanse ejemplos en la Revista
Espírita, “Sr. Cardon, médico”,
agosto de 1863; “Una resurrección” (La mujer corsa), mayo de 1866. (N. de Allan
Kardec.)
Curaciones
La
Génesis - Capítulo XIV
31. Como hemos visto, el fluido universal es el elemento
primitivo del cuerpo carnal y del periespíritu, los cuales son simples transformaciones
de aquel. Por la identidad de su naturaleza, ese fluido, condensado en el
periespíritu, puede ofrecer principios reparadores al cuerpo; el Espíritu,
encarnado o desencarnado, es el agente propulsor que infiltra en un cuerpo
deteriorado una parte de la sustancia de su envoltura fluídica. La curación se
opera mediante la sustitución de una molécula nociva por
otra molécula sana.
El poder curativo será proporcional a la pureza de la sustancia inoculada; pero
depende también de la energía de la voluntad, que provoca una emisión fluídica
más abundante y otorga al fluido mayor fuerza de penetración. Depende, además,
de las intenciones de quien desee realizar la cura, sea hombre o Espíritu.
Los fluidos que emanan de una fuente impura son como sustancias medicamentosas
alteradas.
32. Los efectos de la acción fluídica sobre los enfermos son
extremadamente variados, de acuerdo con las circunstancias. Algunas veces la
acción es lenta y requiere un tratamiento prolongado, como en el magnetismo
común; otras veces es rápida como una corriente eléctrica. Hay personas dotadas
de tal poder que en algunos enfermos producen curaciones instantáneas por medio
de la sola imposición de las manos, o incluso por un simple acto de la voluntad.
Entre los dos polos extremos de esa facultad hay infinitas graduaciones. Todas
las curaciones de ese tipo son variedades del magnetismo y sólo difieren por la
potencia y la rapidez de la acción. El principio es siempre el mismo: el fluido
desempeña el papel de agente terapéutico, y su efecto se encuentra subordinado a
su calidad y a circunstancias especiales.
33. La acción magnética puede producirse de muchas maneras:
1.º) Por el fluido del magnetizador, en cuyo caso se trata del
magnetismo propiamente dicho, o magnetismo
humano, cuya acción se encuentra subordinada a la potencia y,
sobre todo, a la calidad del fluido.
2.º) Por el fluido de los Espíritus, que actúan directamente
y sin intermediarios sobre un encarnado, ya sea para curarlo o calmar un
sufrimiento, sea para provocar el sueño sonambúlico espontáneo o para ejercer
sobre el individuo alguna influencia física o moral. Se trata del magnetismo espiritual, cuya calidad es proporcional a las cualidades del Espíritu.75
75
Véanse ejemplos en la Revista
Espírita, febrero de 1863; abril y
septiembre de 1865. (N. de
Allan
Kardec.)
3.º) Por el fluido que los Espíritus derraman sobre el
magnetizador, al cual este sirve de conductor. Se trata del magnetismo mixto,
semiespiritual o, si se prefiere, humano-espiritual.
Combinado con el fluido humano, el fluido espiritual le transmite a aquel las
cualidades que le faltan. En esas circunstancias, algunas veces el concurso de
los Espíritus es espontáneo, pero muy a menudo es provocado por la evocación
del magnetizador.
34. La facultad de curar mediante la influencia fluídica es
muy común y puede desarrollarse con el ejercicio; pero la de curar
instantáneamente con la imposición de las manos es más rara, y su apogeo puede
ser considerado excepcional. No obstante, en épocas diferentes, en el seno de
casi todos los pueblos han aparecido individuos que la poseyeron en grado
sobresaliente. En estos últimos tiempos han aparecido muchos
ejemplos notables, cuya autenticidad no puede ser
cuestionada. Dado que las curaciones de esta clase se basan en un principio natural,
y que el poder de producirlas no es un privilegio, se deduce que estas no
ocurren al margen de la naturaleza y que sólo son milagrosas en apariencia.76
76
Véanse los ejemplos de curaciones instantáneas relatadas en la Revista Espírita: “El príncipe de Hohenlohe, médium curador”, diciembre de
1866; sobre las curas del Sr. Jacob, octubre y noviembre de 1866 y de 1867;
“Simonet, médium curador de Bordeaux”, agosto de 1867; “El alcalde Hassan, o la
bendición de la sangre”, octubre de 1867; “El cura Gassner, médium curador”,
noviembre de 1867. (N. de Allan Kardec.)
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Laboratorio del mundo invisible
Capítulo VIII
Libro de Los Médiums
• Vestimenta de los Espíritus. • Formación espontánea de objetos
tangibles. • Modificación de las propiedades de la materia. • Acción magnética
curativa.
126.
Hemos dicho que los Espíritus se presentan
vestidos con túnicas, envueltos en amplios ropajes o incluso con la indumentaria
que usaban en vida. El ropaje amplio parece ser el modo de vestir generalizado
en el mundo de los Espíritus. Pero ¿adónde van a buscar la indumentaria que es
en todo semejante a la que usaban cuando estaban vivos, con la totalidad de los
accesorios? No cabe duda de que no se han llevado consigo los objetos reales, puesto
que aún podemos verlos aquí en la Tierra. ¿De dónde provienen, pues, los que
ellos usan en el otro mundo? Este asunto siempre ha sido bastante intrigante,
aunque para muchas personas no era sino un simple motivo de curiosidad. Con
todo, confirmaba una cuestión de principio muy importante, pues su solución nos permitió descubrir una ley general que
también se aplica en nuestro mundo corporal. Numerosos hechos han venido a complicar el problema y a demostrar las deficiencias de las
teorías con que intentaron explicarlo. Hasta cierto punto era posible
comprender la existencia de la ropa, puesto que de algún modo puede ser
considerada como si formara parte del individuo. Sin embargo, no sucede lo
mismo con los objetos accesorios, como la caja de rapé del visitante de la
señora enferma, a la que nos referimos en el § 116. Notemos que en ese caso no
se trataba de un muerto, sino de un vivo, y que el referido señor, cuando
volvió en persona, tenía en la mano una caja de rapé semejante en todo a la de
la aparición. ¿Dónde, pues, había encontrado su Espíritu la que tenía consigo
cuando estaba sentado junto al lecho de la enferma? Podríamos citar un gran
número de casos en los que Espíritus de muertos o de vivos aparecieron con
objetos diversos, tales como bastones, armas, pipas, lámparas, libros, etc. Entonces
se nos ocurrió la idea de que los cuerpos inertes podían tener sus
correspondientes cuerpos etéreos en el mundo invisible; que la materia condensada
que forma los objetos podía tener una parte quintaesenciada, que escapa a
nuestros sentidos. Esta teoría no se hallaba desprovista de verosimilitud, pero no explicaba todos los
hechos. Uno de ellos, principalmente, parecía frustrar todas las interpretaciones.
Hasta entonces sólo se había tratado de imágenes o apariencias. Hemos
verificado que el periespíritu puede adquirir las propiedades de la materia y
hacerse tangible, pero esa tangibilidad es sólo momentánea, y el cuerpo sólido
se desvanece como una sombra. Este es de por sí un fenómeno extraordinario, pero más extraordinaria aún es
la producción de materia sólida persistente, lo cual ha sido probado por
numerosos hechos auténticos, sobre todo el de la escritura directa, de la que
trataremos en detalle en un capítulo especial. Sin embargo, como este fenómeno
se vincula íntimamente con el asunto que ahora tratamos, y constituye una de
sus aplicaciones más positivas, anticiparemos el orden en que debería aparecer.
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Laboratorio del mundo invisible
Capítulo VIII
Libro de Los Médiums
• Vestimenta de los Espíritus. • Formación espontánea de objetos
tangibles. • Modificación de las propiedades de la materia. • Acción magnética
curativa.
127. La escritura directa, o pneumatografía, es
la que se produce en forma espontánea, sin el concurso de la mano del médium ni
del lápiz. Basta con que se tome una hoja de papel en blanco –lo que se puede
hacer adoptando las precauciones necesarias para asegurarse de que no habremos
de ser víctimas de alguna superchería–, doblarla y depositarla en alguna parte:
en un cajón, o simplemente sobre un mueble. Hecho eso, si se dan las
condiciones favorables, al cabo de un tiempo más o menos prolongado
encontraremos en el papel letras, signos diversos, palabras, frases e incluso
disertaciones, la mayoría de las veces trazados con una sustancia grisácea semejante
al grafito, o con lápiz rojo, tinta común y hasta tinta de imprimir. Así es el
hecho en toda su simplicidad. Con todo, aunque poco común, su reproducción no
es tan rara, puesto que hay personas que lo obtienen con mucha facilidad. Si
junto al papel se pusiera un lápiz, podríamos suponer que el Espíritu se
serviría de él para escribir; pero dado que el papel se deja enteramente solo, es
evidente que la escritura se forma por medio de una materia depositada sobre
él. ¿De dónde sacó el Espíritu esa materia? Ese es el problema, cuya solución
hemos encontrado gracias a la caja de rapé a la que nos referimos poco antes.
128. El Espíritu de san Luis nos dio la solución en las
respuestas siguientes:
1.
Hemos citado un caso de aparición del Espíritu de una persona viva. Ese
Espíritu tenía una caja de rapé, cuyo polvo aspiraba. La sensación que él
experimentaba, ¿era idéntica a la que siente un individuo cuando toma rapé?
“No.”
2.
La caja de rapé tenía la misma forma de la caja que él usaba habitualmente, que
estaba guardada en su casa. ¿Qué era, pues, la caja que la aparición sostenía
con las manos?
“Una apariencia. Era para que la circunstancia fuera notada,
como realmente lo fue, y para que la aparición no fuera tomada por una
alucinación producida por el estado de salud de la vidente. El Espíritu quería
que la señora en cuestión creyese en la realidad de su presencia, y para eso
adoptó todas las apariencias de la realidad.”
3.
Dijiste que era una apariencia. Sin embargo, una apariencia no tiene nada de
real: es como una ilusión óptica. Querríamos
saber si esa caja de rapé era sólo una imagen sin realidad, o si había en
ella algo material.
“Por cierto lo había. Con la ayuda de ese principio material
el periespíritu adopta la apariencia de ropas semejantes a las que el Espíritu
usaba cuando vivía.”
OBSERVACIÓN – Es evidente, en este caso, que debemos
entender la palabra apariencia en el sentido de aspecto, de imitación. La caja
de rapé real no estaba ahí. La que tenía el Espíritu sólo era la representación de la real. Así pues, en
relación con la caja original, se trataba de una simple apariencia, aunque
estuviera formada de un principio material. La experiencia nos enseña que no
siempre debemos tomar al pie de la letra ciertas expresiones utilizadas por los
Espíritus. Si las interpretamos de acuerdo con nuestras ideas, nos exponemos a
cometer grandes equivocaciones. Por eso necesitamos profundizar el sentido de
sus palabras cada vez que presenten la menor ambigüedad. Se trata de una recomendación que los Espíritus mismos nos
hacen constantemente. Sin la explicación que provocamos, el término apariencia, repetido sin cesar en los casos análogos, podría prestarse a
una interpretación falsa.
4.
La materia inerte, ¿puede desdoblarse? ¿Acaso existe en el mundo invisible una
materia esencial, capaz de adoptar la forma de los objetos que vemos? En una
palabra, ¿tienen esos objetos su doble etéreo en el mundo invisible, del
mismo modo que los hombres están representados en él por los Espíritus?
“No sucede de ese modo. El Espíritu dispone, sobre los
elementos materiales que se hallan diseminados en todas partes en el espacio,
en vuestra atmósfera, de un poder que estáis lejos de sospechar. Puede
concentrar a voluntad esos elementos y darles la forma aparente adecuada a sus
proyectos.”
OBSERVACIÓN – Como se puede ver, esta pregunta era la
traducción de nuestro pensamiento, es decir, de la idea que nos formábamos
acerca de la naturaleza de esos objetos. Si las respuestas fueran, como algunos
pretenden, el reflejo del pensamiento, habríamos obtenido la confirmación de
nuestra teoría, y no una teoría contraria.
5.
Hago de nuevo la pregunta, en forma categórica, a fin de evitar cualquier
equívoco. Las ropas con que se cubren los Espíritus, ¿son algo?
“Creo que mi respuesta precedente resolvió el problema.
¿Acaso no sabéis que el periespíritu mismo es algo?”
6.
De esta explicación resulta que los Espíritus logran, a voluntad, que la
materia etérea sufra transformaciones. Así, por ejemplo, en el caso de la caja
de rapé, el Espíritu no la encontró hecha, sino que él mismo la hizo en el momento
en que la necesitó, mediante un acto de su voluntad. Y también pudo deshacerla.
Lo mismo debe de ocurrir con todos los demás objetos, como ropas, joyas, etc.
“Es evidente.”
7.
La caja de rapé fue visible para aquella señora a tal punto que produjo en ella
la ilusión de que era real. El Espíritu, ¿habría podido hacer que fuera
tangible para ella?
“Sí, habría podido.”
8.
Puesto que es así, ¿esa señora habría podido tomarla con las manos, convencida
de que sostenía una caja de rapé verdadera?
“Sí.”
9.
Si hubiera abierto la caja, probablemente habría encontrado rapé en su
interior. Y si lo hubiese aspirado, ¿el polvo habría hecho que estornudara?
“Sí.”
10.
Así pues, ¿el Espíritu puede darle a un objeto no sólo la forma, sino también
propiedades especiales?
“Sí, en caso de que lo desee. Sólo como consecuencia de ese principio
he respondido de manera afirmativa a las preguntas anteriores. Ya tendréis
pruebas de la poderosa acción que el Espíritu ejerce sobre la materia, acción
que estáis lejos de sospechar, como he dicho hace poco.”
11.
Supongamos, entonces, que el Espíritu quiera hacer una sustancia venenosa. Si
una persona la ingiere, ¿resultará envenenada?
“Puede hacer esa sustancia, pero no lo hará, porque no se le
permite.”
12.
¿Tiene poder para hacer una sustancia saludable, que sirva para curar una
enfermedad? ¿Se ha presentado un caso así?
“Sí, muchas veces.”
13.
Entonces puede hacer también una sustancia alimenticia.
Supongamos
que haga una fruta, algún manjar, ¿podría alguien comerlo y quedar saciado?
“Sí, sí. Pero no busquéis tanto para encontrar lo que es tan
fácil de comprender. Basta con un rayo de sol para que se vuelvan perceptibles
a vuestros órganos densos esas partículas materiales que colman el espacio en
que vivís. ¿No sabéis que el aire contiene vapores de agua? Si los condensáis,
volverán al estado normal. Privad de calor a esas impalpables e invisibles
moléculas, y se convertirán en un cuerpo sólido, muy sólido. Lo mismo pasa con
muchas otras sustancias, de las cuales los químicos extraerán maravillas aún
más sorprendentes. Sucede que el Espíritu dispone de instrumentos más perfectos
que los vuestros: la voluntad y el permiso de Dios.”
OBSERVACIÓN – El asunto de la saciedad es muy importante.
¿De qué modo puede provocar saciedad una sustancia cuya existencia y
propiedades son solamente temporarias y, en cierto modo, convencionales? Esa sustancia, mediante su contacto con el
estómago, produce la sensación de saciedad, pero no la saciedad que resulta de
la plenitud. Puesto que una sustancia de esa naturaleza puede obrar sobre la
economía animal y modificar un estado mórbido, puede también actuar sobre el
estómago y producir en él la impresión de la saciedad. No obstante, rogamos a
los señores farmacéuticos y dueños de restaurantes que no se sientan celosos ni
crean que los Espíritus vienen a hacerles competencia. Esos casos son raros,
excepcionales, y nunca dependen de la voluntad. De lo contrario, nos
alimentaríamos y nos curaríamos a muy bajo costo.
14.
Los objetos que se vuelven tangibles mediante la voluntad del Espíritu, ¿pueden
adquirir un carácter permanente y estable, y ser de uso frecuente?
“Eso puede suceder, pero no se hace. Está
fuera de las leyes.”
15.
¿Todos los Espíritus tienen en un grado similar el poder de producir objetos
tangibles?
“No cabe duda de que cuanto más elevado es el Espíritu, tanto
más fácilmente lo consigue. Sin embargo, eso también depende de las
circunstancias: los Espíritus inferiores pueden tener ese poder.”
16.
El Espíritu, ¿comprende siempre la manera en que produce su vestimenta y los
objetos cuya apariencia él muestra?
“No. A menudo contribuye a la formación de esas cosas
mediante un acto instintivo que él mismo no comprende, en caso de que no esté
suficientemente ilustrado para ello.”
17.
Dado que el Espíritu puede extraer del elemento universal los materiales que
necesita para la producción de todas esas cosas, y darles una realidad
temporaria, con sus propiedades, también puede extraer de allí lo que necesita
para escribir. Por consiguiente, eso parece darnos la explicación del fenómeno
de la escritura directa.
“¡Al fin has llegado a donde querías!”
OBSERVACIÓN – En efecto, ahí queríamos llegar con todas
nuestras preguntas anteriores. La respuesta demuestra que el Espíritu había
leído nuestro pensamiento.
18.
Si la materia de la que se sirve el Espíritu no tiene persistencia, ¿por qué
los trazos de la escritura directa no desaparecen?
“No saquéis conclusiones a partir de palabras. En primer lugar,
no dije nunca.
En aquella respuesta me refería a un objeto material voluminoso, mientras que
aquí se trata de signos escritos, que es útil conservar, y entonces se los
conserva. Quise decir que los objetos compuestos de esa manera por los
Espíritus no podrían convertirse en objetos de uso frecuente, porque en
realidad no hay en ellos agregación de materia, como en vuestros cuerpos
sólidos.”
129. La teoría precedente puede ser resumida de este modo: el
Espíritu actúa sobre la materia. Extrae de la materia cósmica universal los
elementos necesarios para formar, según lo desee, objetos que tengan la
apariencia de los diversos cuerpos que existen en la Tierra. También puede,
mediante su voluntad, operar sobre la materia elemental una transformación
íntima, que le confiera determinadas propiedades. Esta facultad es inherente a
la naturaleza del Espíritu, que la ejerce a menudo como un acto instintivo,
cuando es necesario, y sin percatarse de ello. Los objetos que el Espíritu
forma tienen una existencia temporaria, subordinada a su voluntad o a la necesidad.
Puede hacerlos y deshacerlos según lo desee. En ciertos casos, esos objetos
pueden tener en presencia de las personas vivas todas las apariencias de la
realidad, es decir, volverse momentáneamente visibles e incluso tangibles.
Existe formación, pero no creación, ya que el Espíritu no puede extraer cosa
alguna de la nada.
130. La existencia de una materia elemental única está hoy prácticamente
admitida por la ciencia, y los Espíritus la confirman, como acabamos de ver.
Esa materia da origen a todos los cuerpos de la naturaleza. También, mediante
las transformaciones que sufre, produce las diversas propiedades de esos mismos
cuerpos. Así, mediante una simple modificación, una sustancia saludable puede volverse
venenosa. La química nos ofrece numerosos ejemplos de ello. Todos saben que dos
sustancias inofensivas, combinadas en ciertas proporciones, pueden dar origen a
una que sea deletérea. Una parte de oxígeno y dos de hidrógeno, ambos
inofensivos, forman agua. Agregad un átomo de oxígeno y tendréis un líquido corrosivo.
Incluso sin modificar las proporciones, basta muchas veces con un simple cambio
en el modo de agregación molecular para modificar las propiedades. De esa forma
un cuerpo opaco podrá tornarse transparente, y viceversa. Ahora bien, dado que
el Espíritu, apenas mediante su voluntad, es capaz de ejercer una acción tan
poderosa sobre la materia elemental, se comprende que pueda no sólo formar
sustancias, sino también alterar sus propiedades, empleando como reactivo su
propia voluntad.
131. Esta teoría nos da la solución de un hecho muy conocido en
magnetismo, pero hasta hoy sin explicación: el del cambio de las propiedades
del agua mediante la voluntad. El Espíritu actuante es el del magnetizador,
casi siempre asistido por un Espíritu no encarnado. Aquel opera una
transmutación con la ayuda del fluido magnético, que, como hemos dicho, es la
sustancia que más se aproxima a la materia cósmica, o elemento universal. Ahora
bien, si el magnetizador es capaz de operar una modificación en las propiedades
del agua, también puede producir un fenómeno análogo en los fluidos del
organismo. De ahí el efecto curativo de la acción magnética convenientemente
dirigida. Sabemos acerca del papel capital que desempeña la voluntad en
todos los fenómenos del magnetismo. Pero ¿cómo explicar la acción material de
un agente tan sutil? La voluntad no es un ser, no es una sustancia. Ni siquiera
es una propiedad de la materia más etérea. La voluntad constituye el atributo
esencial del Espíritu, es decir, del ser pensante. Con la ayuda de esa palanca,
el Espíritu actúa sobre la materia elemental y, por medio de una acción
consecutiva, reacciona sobre sus componentes, cuyas propiedades íntimas pueden
así ser transformadas. La voluntad es un atributo del Espíritu encarnado tanto como
del Espíritu errante. Ahí radica el poder del magnetizador, poder que se sabe
es proporcional a la fuerza de voluntad. Así como el Espíritu encarnado puede
actuar sobre la materia elemental, también puede, dentro de ciertos límites,
modificar las propiedades de dicha materia, lo que explica la facultad de curar
mediante el contacto y la imposición de las manos, facultad que algunas
personas poseen en grado más o menos elevado. (Véase, en el capítulo Acerca de los médiums, los parágrafos referidos a los Médiums curativos.
Véase también, en la Revista
Espírita, de julio de 1859, los artículos: “El zuavo de Magenta” y
“Un oficial del ejército de Italia”18.)
18
Según puede leerse en el original de la
Revue Spirite, el título de este artículo es “Un oficial superior muerto en
Magenta”. (N. del T.)
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Los Fluidos Cósmicos Universales y Vitales, existen no solo desde el punto de vista de los Científicos con su llamada "Dark Matters", sino desde el lado Espiritual, que nos ayudan a lograr el Adelantamiento Espiritual de la Humanidad. Los científicos, no les interesa saber la conección con el mundo Espiritual, pero los nuevos adeptos del Espiritismo, es una informacion muy esencial para el desarrollo evolutivo de los Espíritus Encarnados y desencarnados.
Es un nuevo despertar en la humanidad. Los Espiritistas podemos compartir estos conocimientos con los humanos.
El Evangelio según el Espiritismo – Prefacio:[…]En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos.[…]
EL ESPÍRITU DE VERDAD