- Nadie que no haya erradicado aún, su Egoísmo, hijo del Orgullo, y la Soberbia será capaz de amar a sus enemigos. Aunque todos tienen la capacidad de Amar a los demás, hasta a sus Enemigos...
Dar la otra Mejilla... Es también un tema aquí discutido además de otros temas son presentados en éste contenido : - - Presento una muestra de odio, - - La Moral - - El Bién y el Mal - - que le dijo Jesús a la Humanidad. - -
Jesús el nacido en Nazareth, nos enseñó a que debiamos amar a los Enemigos, a pagar bien por mal y a dar la otra mejilla. Muchos dicen que no es fácil, entonces no has vencido el Egoísmo, el Orgullo ni la Soberbia, tú Espíritu no progresa, estás perdiendo el tiempo. La Moral Espírita, se define en el Espiritismo, como Bien Común.
El siguiente es el enlace de éste contenido sobre el tema de cómo podemos amar a nuestros enemigos como nos enseñó Jesus, el nacido en Nazareth...
https://soyespirita.blogspot.com/2013/10/como-amar-tu-enemigo-es-posible.html
Dar la otra mejilla... 1, es doblegar el Orgullo... es esencial en el tema de amar a los enemigos...
¿Cómo puedo amar a un Enemigo? Sí aunque lo ame, él o ella no me ama, ¿Es posible doblegar el orgullo propio y amar aquel que desea mal para tí? CLARO QUE PUEDES !!! Jesús dijo: "Volver bien por mal, dile no a la venganza, sí alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra", por lo tanto dile SIEMPRE No, al odio.
https://soyespirita.blogspot.com/2018/10/conń mo-puedo-amar-un-enemigo-si-aunque-lo.html
En ocasiones son nuestros propios amigos o familiares, tu papá, tu mamá o tú hijo. Es un reto que no debe postergarse nunca. Pero te sorprenderás saber cómo Jesús el nacido en Nazaret, consideraba ésto y que en realidad no es tan difícil amar a los que nos desean mal. No podrás adelantar tú Espíritu, si no ama a los que te desean mal, debes devolver Bien por Mal, SIEMPRE, y lo más difícil es, Dar la otra Mejilla... (2)...
El siguiente es el enlace de éste contenido sobre el tema de cómo podemos amar a nuestros enemigos como nos enseñó Jesus, el nacido en Nazareth...
Dar la otra Mejilla.
https://soyespirita.blogspot.com/2013/10/como-amar-tu-enemigo-es-posible.html
El Orgulloso y Egoísta, no podrá AMAR a su Enemigo, hasta que no doblegue su Egoísmo, Orgullo, Soberbia y su modo de ver el bien común ... La Moral Espírita, se define en el Espiritismo, como Bien Común.
¿Cómo puedo amar a un Enemigo? Sí aunque lo ame, él o ella no me ama, ¿Es posible doblegar el orgullo propio y amar aquel que desea mal para tí? CLARO QUE PUEDES !!! Jesús dijo: "Volver bien por mal, dile no a la venganza, sí alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra", por lo tanto dile SIEMPRE No, al odio.
El Orgulloso y Egoísta, no podrá AMAR a su Enemigo, hasta que no doblegue su Egoísmo, Orgullo, Soberbia y su modo de ver el bien común ... La Moral Espírita, se define en el Espiritismo, como Bien Común.
¡CLARO QUE PUEDES, y debes hacerlo, SIEMPRE !!!♥ ♥ ♥
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TEMA : La Moral - El Bién y el Mal y que le dijo Jesús a la Humanidad - Soy Espírita "frank502 , okp21"...
ATAQUE de Odio de Malos Espiritualistas en contra de los vídeos publicados por Frank Montanez, Espírita por Convicción y no por Imposición SEPC ...
Notificación a los interesados a los temas del Espiritismo Verdadero Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo...
"Estoy teniendo un ataque de Odio de Malos Espiritualistas, que se dedican a dar quejas de mís vídeos 📹 para que no se publiquen. Es tanto el miedo de que se diga la "Verdad Eterna Absoluta" del Espiritismo, que están atacando en las sombras, con ODIO. Personalmente he sido el Resultado de haberme atacado por la espalda y más de 800 vídeos que con mucho esmero grabé, fueron borrados de YouTube, sin ninguna explicación, ni justificación. Sin embargo apelé ésta decisión y luego de 4 años, pude recobrar éstos Vídeos nuevamente.
Pero la buena noticia es que tenemos a los buenos Espíritus de nuestro lado, y ya se han motivado a muchos de nuestros amigos Espíritas, seres queridos a que abran canales en YouTube y así seguir publicando mís vídeos. Ya fueron borrados 800 vídeos de Frank Montanez, Soy Espírita, sin ninguna justificación, en YouTube.
La buena noticia es que los pude recobrar... después de 4 años y fueron los Espíritus presididos por el Espíritu de Verdad quevayudaron a que ésto se logrará.
Ya muchos de mís amigos de muchos años, están abriendo canales de YouTube para publicar mís vídeos y evitar que sean eliminados.
Sí tienes vídeos guardados de Frank Montanez, te invito a que los publiques en tú canal de YouTube. Tienes mí permiso de hacerlo, aunque éstos videos, estén repetidos.
Sí estás interesado en publicar mís vídeos en YouTube te estoy dando permiso a que los publiques en tú canal de Youtube, te invito a que utilices mís vídeos y los publiques en los contenidos que publicas.
Ángel Alberto Serrano Villar, Cachorrito, él te orienta cómo hacerlo. Abres un canal de youtube y publicas mís vídeos, para que podamos seguir dando Educación Espírita a los nuevos Adeptos del Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo...
El libro del Evangelio Según el Espiritismo, Capítulo XII... habla de :
AMA A TÚS ENEMIGOS. p177
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS...
#9. La venganza es el último resto abandonado por las costumbres bárbaras, que tienden a borrarse de entre los hombres, así como el duelo, es uno de los últimos vestigios de las costumbres salvajes, entre las cuáles se retorcía la humanidad al principio de la era cristiana. Por ésto la venganza es un indicio cierto del estado atrasado de los hombres que se entregan a ella y de los Espíritus que la inspiran aún. Así pues, amigos míos, ése sentimiento, nunca debe hacer vibrar el corazón del que se llama y se afirma en ser espiritista.
Vengarse, ya lo sabes, es tan contrario a ésta prescripción de Cristo: «¡Perdonad a vuestros enemigos!» que el que rehusa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano.
La venganza es una Inspiración tanto más funesta, cuánto que la falsedad y la bajeza, son sus asiduas compañeras; en efecto, el que se abandona a ésa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta.
Cuándo es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apénas la vista de éste, inflama su pasión, su cólera y su ódio.
Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita, disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan; toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él, expiándole sin cesar; le tiende lazos odiosos y cuándo tiene ocasión derrama el veneno en su copa.
Cuándo su ódio no llega a tales extremos, entónces le ataca en su honor y en sus afectos; no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que cuándo aquél a quién persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en dónde otras veces los encontraba amigos y benévolos; queda estupefacto cuándo las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuándo sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él.
¡Ah! el cobarde que se venga de ése modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara.
Atrás, pues, ésas costumbres salvajes! Atrás ésos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno defigurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa: Sin caridad no hay salvacion! Pero nó, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia espiritista pueda nunca en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar.
(JULIO OLIVIER. París, 1862.)
El odio.
#10. Amaos unos a otros y serán felices. Procura sobre todo amar a los que te inspiran indiferencia, odio o desprecio. Cristo, vuestro modelo, les dió ése ejemplo de abnegación; misionero de amor, amó hasta dar su sangre y su vida.El sacrificio que os obliga a amar a los que os ultrajan y os persiguen es penoso; pero ésto es precisamente lo que os hace superiores; sí los aborreciéseis como ellos os aborrecen, no valdríais más que ellos; es la hostia sin mancha ofrecida a Dios en el altar de vuestros corazones, hostia de agradable aroma, cuyos perfumes suben hasta él.
Aunque la ley de amor quiera que indistintamente seame a todos los hermanos, no endurece al corazón contra los malos procederes; por el contrario, la prueba es más penosa, lo sé, puesto que durante mí úiltima existencia terrestre, experimenté ése tormento; pero Dios existe y castiga en ésta vida y en la otra, a los que faltan a la ley de amor. No olvideis, queridos hijos, que el amor os aproxima a Dios y que el ódio os aleja de él. (FENELON. Bordeaux, 1861.).
EL DUELO. (Significa lo que hacían los hombres en batirse en un duelo a muerte para recobrar su orgullo herido o el agravio de alguién, éso no es conforme a las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, porque significa soberbia orgullo y Egoísmo).
#11. Sólo es grande aquél que, considerando la vida cómo un viaje que debe conducirle a un fin, hace poco caso de las asperezas del camino, y no se deja desviar un instante de la senda recta; dirijiendo sin cesar la vista hácia el término de la carrera, poco importa que los abrojos y las espinas del sendero amenacen arañarle; le rozan sin alcanzarle y no obstante no deja de seguir su curso. Exponer su vida para vengar una injuria, es retroceder ante las pruebas de la vida; es siempre un crimen a los ojos de Dios, y si no fueseis engañados como lo sois por vuestras preocupaciones, sería una ridícula y suprema locura a los ojos delos hombres.
En el homicidio por el duelo hay crimen; vuestra legislación misma lo reconoce; nadie tiene derecho en ningún caso a atentar 4 la vida de su semejante; crimen a los ojos de Dios, que os ha trazado vuestra línéa de conducta; en ésto más que en otra cosa, sois jueces en vuestra causa propia. Acordaos que se os perdonará del mismo modo que vosotros perdonareis; por el perdón os acercais a la Divinidad, porque la clemencia es hermana del poder. Miéntras que una gota de sangre humana se derrame en la tierra por la mano de los hombres, el verdadero reino de Dios aún no habrá llegado; ése reino de paz y de amor que debe para siempre jamás desterrar de vuestro globo la animosidad, la discordia y la guerra. Entónces la palabra duelo ya no existirá en vuestro lenguaje sino como un lejano y vago recuerdo de un pasado que ya no existe; los hombres no conocerán entre ellos otro antagonismo que la noble rivalidad del bien. (ADOLFO, obispo de Argel. Marmande, 1861.)
#12. Sin duda que el duelo puede en ciertos casos ser una prueba de valor físico y del desprecio de la vida, pero incontestablemente es prueba de una cobardía moral, como en el suicidio. El suicida, no tiene el valor de afrontar las vicisitudes de la vida; el duelista no tiene el de afrontar las ofensas. ¿No os ha dicho Cristo que hay más honor y valor en presentar la mejilla izquierda al que ha herido la derecha, que en vengarse de una injuria? ¿No dijo también a Pedro en el jardín de los Olivos; «Vuelve tú espada en la vaina, porque el que matará por la espada, por la espada perecerá?» Con éstas palabras ¿no ha condenado Jesús el duelo para siempre? En efecto, hijos mios, ¿qué significa ése valor nacido de un temperamento violento, sanguinario y colérico que ruge a la primera ofensa? ¿En dónde está pues la grandeza de alma del que, a la menor injuria quiere lavarla con sangre?
¡Pero que tiemble! porque siempre en el fondo de su conciencia oirá una voz que le dirá: ¡Caín! ¡Cain! qué has hecho de tú hermano? Me ha sido preciso verter sangre para salvar mi honor, contestará; pero la voz repetirá: Tú has querido salvar ése honor ante los hombres, por algunos instantes que te restan de dvida en la tierra y no has pensado en salvarte ante Dios! Pobre loco! Cuánta sangre pues no os pediría Cristo por todos los ultrajes que recibió! No solamente lo habeís herido con espina y lanza, no sólo lo habeís atado a un patíbulo infamante, sino que aún en medio de su agonía, pudo oir las burlas que se le prodigaban. ¿Qué reparación os ha pedido después de tantos ultrages? El último grito del cordero fué una Oración por sus verdugos. Oh! perdonad como él, y rogad por los que os ofenden.
Amigos, acordaos de éste precepto: «Amaos unos a otros,» y entónces al golpe dado por el ódio contestareís con una sonrisa y al ultraje con el perdón. Sin duda el mundo se alzará furioso y os tratará de cobardes; levantad entónces la cabeza bien alta y mostrad que vuestra frente rio temerá tampoco en cargarse de espinas a ejemplo de Cristo, pero que vuestra mano no quiera ser cómplice de un asesinato, que autoriza, digámoslo así, una falsa horra que no es otra cosa que orgullo y amor propio. ¿Dios al crearos, acaso os ha dado el derecho de vida y muerte a los unos respecto de otros? Nó, sólo ha dado ése derecho a la naturaleza para reformarse 'y reconstruirse; pero a vosotros ni siquiera os ha dado el permiso de disponer de vosotros mismos. Como el suicida, el duelista será marcado con sangre cuándo comparezca ante Dios, y al uno y al otro el soberano juez prepara rudos y largos castigos. ¡Si amenazó con su justicia al que dice a su hermano Raca, cuánto más severa será la pena para el que comparezca ante él, con las manos teñidas en sangre de su hermano! (S. AGÜSTINT. París, 1862.)
#13. El duelo es, como lo que en otro tiempo se llamaba juicio de Dios, una de esas instituciones bárbaras que rigen aún en la sociedad. ¿Qué diríais vosotros, sin embargo, sí vieseis sumergir a los dos antagonistas en agua hirviendo, o sometidos al contacto de un hierro candente para dirimir la querella y dar la razón al que resistiria mejor la prueba? Calificaríais de insensatas ésas costumbres. El duelo es todavía peor que todo ésto. Para el duelista diestro, es un asesinato cometido a sangre fría y con toda la premeditación necesaria; porque está seguro del golpe que dirigirá; para el adversario casi cierto de sucumbir en razón de su debilidad y de su inexperiencia, es un suicidio cometido con la más fría reflexión. Ya sé que muchas veces se procura evitar ésta alternativa igualmente criminal sometiéndose a la suerte; pero en tal caso y bajo diferente forma no se vá a parar otra vez al juicio de Dios de la edad media? Y aún en aquella época era mucho ménos culpable; el nombre mismo de justicia de Dios, indica una fé sencilla, es verdad, pero en fin, una fé en la justicia de Dios que no podía dejar sucumbir a un inocente, miéntras que en el duelo se somete a la fuerza brutal, de tal modo que muy a menudo el ofendido es el que sucumbe.
¡Oh estúpido amor propio, tonta vanidad y loco orgullo! ¿Cuándo, pues, sereis reemplazados por la caridad cristiana, el amor al prógimo y la humildad cuyo ejemplo y precepto dió Cristo? Sólo entónces desaparecerán ésas monstruosas preocupaciones que aún gobiernan a los hombres, y que las leyes son impotentes para reprimir, porque no basta prohibir el mal y prescribir el bien, es menester que el principio del bien y el horror al mal estén en el corazón del hombre. (UN ESPÍRITU PROTECTOR. Bordeaux, 1861.)
#14. ¿Qué opinion formarán de mí, decis a menudo, si rehuso la reparación que se me ha pedido, o sí no la pido al que me ha ofendido? Los locos como vosotros, los hombres atrasados, os vituperarán; pero los ilustrados con la antorcha del progreso intelectual y moral, dirán que obrais según la verdadera prudencia.
Reflexionad un poco; por una palabra muchas veces dicha sin pensar, o muy inofensiva de parte de uno de vuestros hermanos, vuestro orgullo se resiente, le contestais de un modo picante y de aquí viene una provocación. Antes de llegar al momento decisivo, ¿os preguntais sí obrais como cristianos? ¿Qué cuenta da reis a la sociedad si la privais de uno de sus miembros? ¿Pensais acaso en el remordimiento de haber quitado un esposo a la esposa, un hijo a su madre, un padre a sus hijos? Ciertamente que el que ha hecho una ofensa debe una reparación, ¿pero no es mucho más honroso para él, el darla espontáneamente, confesando su error, que exponer la vida de aquel que tiene derecho a quejarse? En cuánto al ofendido, convengo que alguna vez puede ser gravemente maltratado, ya en su persona, ya con relacion a los individuos que nos atañen de cerca; no solo el amor propio es el herido, tambien lo es el corazón y sufre; pero además de que es una estupidez jugarse la vida con un miserable, capaz de una infamia, por ventura, muerto éste, no subsiste la afrenta, cualquiera que sea? Cuándo se derrama sangre se dá más publicidad a un hecho, que siendo falso, debe caer por su propio peso, y sí es verdad no debe ocultarse. No queda, pues, sino la satisfacción de saciarse con la venganza. Triste satisfaccion ay! que a menudo produce desde ésta vida dolorosos recuerdos.
Y sí es el ofendido el que sucumbe, ¿Dónde está la reparación?
Cuándo la Caridad sea la regla de conducta de los hombres, atemperarán sus actos y sus palabras a ésta máxima: «No hagais a los otros lo que no quisiérais que os hicieran a vosotros;» entónces desaparecerán todas las causas de disensiones y con ellas los duelos, y las guerras, que son los duelos de pueblo a pueblo.
(FRANCISCO JAVIER. Bordeaux, 1861.)
#15. El hombre de mundo, el hombre feliz, que, por una palabra que hiere, por una causa ligera, juega la vida que ha recibido de Dios, y juega la vida de su semejante que pertenece a Dios, es más culpable cien veces que el miserable, que empujado por la ambición, por la necesidad algunas veces, se introduce en una casa para robar lo que ambiciona y mata a aquéllos que se Aponen a su designio. Éste último es casi siempre un hombre sin educación, que no tiene más que nociones imperfectas del bien y del mal, miéntras que el duelista pertenece casi siempre a la clase más ilustrada; el uno mata brutalmente, el otro con método y finura, lo que hace que la sociedad le excuse. Asimismo digo que el duelista es infinitamente más culpable que el desgraciado que, cediendo a un sentimiento de venganza, mata en un momento de exasperación. El duelista no puede excusarse de que le arrastra la pasión, porque entre el insulto y la reparación hay siempre tiempo para reflexionar; obra, pues, friamente y con designio premeditado; todo está calculado y estudiado para matar con más seguridad a su adversario. Es verdad que también expone su vida, y ésto es lo que rehabilita el duelo a los ojos del mundo, porque se vé en ello un acto de valor, y un desprecio de la propia vida; pero ¿hay verdadero valor cuándo se está seguro de sí mismo? El duelo, resto del tiempo de la barbarie, en que el derecho del más fuerte era la ley, desaparecerá cuándo se haga más sana apreciación del verdadero punto de honor, a medida que el hombre tenga una fé más viva en la vida futura. (SAN AGUSTIN. Bordeaux, 1861.) •
#16. Observación. Los duelos van siendo cada día más raros, y sí de tiempo en tiempo vemos aún dolorosos ejemplos, el número no puede compararse con el de otros tiempos. Antiguamente un hombre no salía de su casa sin prevenirse para un encuentro y tomaba todas las precauciones en consecuencia. Una señal
característica de las costumbres del tiempo y de los pueblos es el uso de llevar habitualmente, ostensible u ocultamente, armas ofensivas y defensivas; la abolición de éste uso atestigua la suavidad de las costumbres, y es curioso -seguir la gradación desde la época en que los caballeros no cabalgaban nunca sino cubiertos de hierro y armados de lanza, hasta el uso de una simple espada, que vino a ser más bien un distintivo del blasón que un arma agresiva. Otro rasgo de las costumbres, es que en otro tiempo los combates singulares tenían lugar en medio de la calle, ante la multitud que se separaba para dejar el campo libre, y que hoy se ocultan. En el día, la muerte de un hombre es un acontecimiento que conmueve; ántes no se hacía caso de ello. El Espiritismo borrará ésos últimos vestigios de la barbarie, inculcando a los hombres el espíritu de caridad y fraternidad.
“S o y . E s p í r i t a”: Amar a tú enemigo... Significa también "Dar la otra mejilla", ¿Cómo Amar a tú enemigo? ¿Es posible doblegar tú orgullo y amar aquél que desea mal para tí ? Nadie que no haya erradicado su Egoísmo, la soberbia y el Orgullo será capaz de amar a sus enemigos. Aunque todos tienen la capacidad de Amar a los demás, hasta a tús Enemigos...
https://soyespirita.blogspot.com/2013/10/como-amar-tu-enemigo-es-posible.html
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800 vídeos, fueron borrados de Youtube, sin ninguna explicación, nunca dieron alguna explicación a Frank Montanez, Espírita por Convicción y no por Imposición SEPC...
TEMA : Escala Espírita, Activando La Moral Programa #12 Item #93 #99 Soy Espirita.wmv "Carleen Branstetter, okp21"...
1. Habéis oído que fue dicho: Amarás a tú prójimo y aborrecerás a tú enemigo. -
Más yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y rogad por los que os persiguen y calumnian: - para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: el cual hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos y pecadores. -Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? - Y sí saludareis tan solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen esto mismo los gentiles? Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los Escribas y Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. de 43 a 47 y 20).
2. Y si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? porque los pecadores también aman a los que les aman a ellos. - Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tendréis? porque los pecadores también hacen esto. -Y sí prestareis a aquellos, de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis? Porque también los pecadores prestan unos a otros para recibir otro tanto. -"Amad, pues, a vuestros enemigos: haced bien y dad prestado"; sin esperar por esto nada: y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altísimo porque Él es bueno aún por los ingratos y malos. - Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro padre es misericordioso. (San Lucas, cap. VI, v. 32 a 36).
3. Si el amor del prójimo es el principio de la caridad, amar a sus enemigos es su aplicación sublime, porque esta virtud es una de las más grandes victorias contra el egoísmo y el orgullo. Sin embargo, generalmente se equivocan sobre el sentido de la palabra "amor" en esta circunstancia; Jesús no entendió, por esas palabras, que se deba amar a su enemigo con el cariño que se tiene a un hermano o a un amigo; la ternura supone confianza, y no se puede tener confianza en aquél que se sabe que es capaz de hacernos mal, y no se pueden tener con él las expansiones de la amistad, porque se sabe que sería capaz de abusar de ellas; entre las personas que desconfían unas de otras, no pueden existir los arranques de simpatía que existen entre aquellos que son de una misma comunión de pensamientos; en fin, no puede tenerse el mismo placer encontrándose con un enemigo que con su amigo. Este sentimiento es también el resultado de una ley física: la de la asimilación y de la repulsión de los fluidos: el pensamiento malévolo dirige una corriente fluídica cuya impresión es penosa; el pensamiento benévolo nos envuelve en una emanación agradable y de aquí resulta la diferencia de sensaciones que se experimentan al aproximarse un amigo o un enemigo. Amar a sus enemigos, no puede, pues, significar que no debe hacerse ninguna diferencia entre ellos y los amigos; este precepto parece difícil y aun imposible de practicar, porque se cree falsamente que prescribe que demos a ambos el mismo puesto en el corazón. Si la pobreza de las lenguas humanas obliga a servirse de la misma palabra para expresar diversos grados de sentimiento, la razón debe establecer la diferencia según los casos. Amar a sus enemigos, no es tenerles un afecto que no está en la naturaleza, porque el contacto de un enemigo hacer latir el corazón de muy diferente modo que el de un amigo; es no tenerle ni odio, ni rencor, ni deseo (le venganza; es perdonarle "sin segunda intención y sin condición" el mal que nos hace, sin Poner ningún obstáculo a la reconciliación; es desearles bien en vez de quererles ni al, alegrarse en vez de afligirse (leí bien que les acontece, tenderles una mano caritativa en caso (le necesidad, abstenerse "en palabras y en acciones" de todo lo que puede perjudicarles; es' en fin, volverles siempre bien por mal, "sin intención de humillarles". Cualquiera que haga esto, llena las condiciones del mandamiento: "Amad a vuestros enemigos".
4. Amar a sus enemigos es un despropósito para los incrédulos; aquél para quién la vida presente es el todo, sólo ve en su enemigo un ser pernicioso que turba su reposo y del que sólo la muerte puede desembarazarle. De aquí viene el deseo de venganza. No tiene ningún interés en perdonar si no es para satisfacer su orgullo a los ojos del mundo; aún perdonar, en ciertos casos, le parece una debilidad indigna de él; si no se venga, no deja por eso de conservar rencor y un secreto deseo de perjudicarle. Para el creyente, pero sobre todo para el espiritista, la manera de ver es muy diferente, porque dirige sus miradas al pasado y al porvenir, entre los que la vida presente sólo es un punto; sabe que por el mismo destino de la tierra, debe esperar encontrar en ella hombres malvados y perversos, que las maldades a que está expuesto forman parte de las pruebas que debe sufrir, y el punto de vista elevado en que se coloca hace que las vicisitudes le sean menos amargas, ya provengan de los hombres o de las cosas; "si no murmura de las pruebas, tampoco debe murmurar de los que son instrumentos de aquellas"; si en vez de quejarse da gracias a Dios porque le prueba, "debe también dar gracias a la mano que le proporciona ocasión de manifestar su paciencia y su resignación". Este pensamiento le dispone naturalmente al perdón; siente, además, que cuanto más generoso es, más se engrandece a sus propios ojos y se encuentra fuera del alcance de los tiros malévolos de su enemigo. El hombre que ocupa un puesto elevado en el mundo, no se considera ofendido por los insultos de aquél a quién mira como inferior, lo mismo sucede con el que se eleva en el mundo moral sobre la humanidad material; comprende que el odio y el rencor le envilecerían y le rebajarían; luego, para ser superior a su adversario, es preciso que tenga el alma más grande, más noble y más generosa.
5. El espiritista tiene aún otros motivos de indulgencia para con sus enemigos. En primer lugar, sabe que la maldad no es el estado permanente de los hombres; que es una imperfección momentánea, y de que de la misma manera que el niño se corrige de sus defectos, el hombre malo reconocerá un día sus malas obras y se volverá bueno. Sabe también que la muerte sólo le libra de la presencia material de su enemigo, pero que éste puede perseguirle con su odio aún después de haber dejado la tierra; que de este modo la venganza no consigue su objeto, sino que, al contrario, tiene por efecto el producir una irritación más grande y que puede continuarse de una existencia a otra. Pertenecía al Espiritismo probar por la experiencia y la ley que rige las relaciones del mundo visible con el mundo invisible, por la expresión "Ahogar en sangre la ira", es radicalmente falsa y que la verdad es que la sangre conserva el odio hasta más allá de la tumba, dando, por consiguiente, una razón de ser efectiva y una utilidad práctica del perdón y a la sublime máxima de Cristo: "Amad a vuestros enemigos". No hay corazón, por perverso que sea, que no se conmueva con los buenos procederes, aún sin darse cuenta de ello; con los buenos procederes se quita, por lo menos, todo pretexto de represalias; de un enemigo puede hacerse un amigo antes y después de la muerte. Con los malos procederes se le irrita, y entonces es cuando él mismo sirve de instrumento a la justicia de Dios para castigar al que no ha perdonado".
6. Pueden, pues, tenerse enemigos entre los desencarnados y entre los encarnados; los enemigos del mundo invisible, manifiestan su malevolencia por las obsesiones y las subyugaciones, a las que están sujetas tantas gentes, y que son una variedad en las pruebas de la vida; tanto estas pruebas como las otras ayudan al adelantamiento y deben ser aceptadas con resignación y como consecuencia de la naturaleza inferior del globo terrestre; si no hubiese hombres malos en la tierra no habría tampoco espíritus malos a su alrededor. Si, pues, debemos indulgencia para con los enemigos encarnados, debe tenerse la misma para con los que están desencarnados. En otro tiempo se sacrificaban víctimas sangrientas para apaciguar a los dioses infernales, que eran los espíritus malos. A los dioses infernales han sucedido los demonios, que son la misma cosa. El Espiritismo viene a probar que esos demonios no son más que las almas de los hombres perversos que aún no se han despojado de los instintos materiales: "que no se apaciguan sino por el sacrificio de su odio, es decir, por la caridad"; que la caridad no tiene sólo por efecto el impedir que hagan el mal, sino el de conducirles al camino del bien y contribuir a su salvación. Así es que la máxima: "Amad a vuestros enemigos", no está circunscrita al círculo estrecho de la tierra y de la vida presente, sino que entra en la grande ley de la solidaridad y de la fraternidad universal.
7. Habéis oído que fué dicho: Ojo por ojo y diente por diente. - Más yo os digo que no resistáis al mal, antes "si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra". - Y aquel que quiere ponerte a pleito, y tomarte la túnica, déjale también la capa. - Y al que te precisare a ir cargado mil pasos, ve con él otros dos mil más. - Da al que te pidiere; y al que te quiere pedir prestado, no le vuelvas la espalda. (San Mateo, capítulo V, v. de 38 a 42).
8. Las preocupaciones del mundo sobre lo que se llama entre los hombres punto de honor, dan esa susceptibilidad sombría, nacido del orgullo y de la exaltación de la personalidad que conduce al hombre a volver injuria por injuria, herida por herida, lo que parece justo a aquel cuyo sentido moral no se eleva sobre las pasiones terrestres; por esto la ley mosaica decía: Ojo por ojo, diente por diente; ley en armonía con el tiempo en que vivía Moisés. Cristo vino y dijo: Volved bien por mal. Dijo más: "No os resistáis al mal que os quieran hacer; "sí os hieren en una mejilla presentadles la otra". Para el orgulloso, esta máxima parece una cobardía, porque no comprende que se necesita más valor para soportar un insulto que para vengarse, y esto siempre por la razón de que su vista no alcanza más allá del presente. ¿Pero se ha de tomar literalmente esta máxima? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo si nos es ocasión de escándalo. Llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aun cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serían víctimas suyas todos los buenos. El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa; sino que "condenó la venganza". Diciendo que se presenta una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir, bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal, que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más glorioso para él ser herido que herir, sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla él mismo; que vale más ser engañado que engañar y ser arruinado que arruinar a los demás. Es, al mismo tiempo, la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fe en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio y por esto decimos sin cesar: Dirigid vuestras miradas al porvenir, pues cuanto más os elevéis con el pensamiento sobre la vida material, menos os atormentarán las cosas de la tierra.
9. La venganza es el último resto abandonado por las costumbres
bárbaras que tienden a borrarse de entre los hombres, así como el duelo es uno de los últimos vestigios de las costumbres salvajes, entre las cuales se retorcía la humanidad al principio de la era cristiana. Por esto la venganza es un indicio cierto del estado atrasado de los hombres que se entregan a ella, y de los espíritus que la inspiran aún. Así, pues, amigos míos, ese sentimiento nunca debe hacer vibrar el corazón del que se llama y se afirma espiritista. Vengar-se, ya lo sabéis, es tan contrario a esta prescripción de Cristo.
"¡ Perdonad a vuestros enemigos!", que el que rehúsa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano. La venganza es una inspiración tanto más funesta, cuanto que la falsedad y la bajeza son sus asiduas compañeras; en efecto; el que se abandona a esa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta. Cuando es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apenas la vista de éste inflama su pasión, su cólera y su odio. Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita: disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan, toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo, que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él espiándole sin cesar: le tiende lazos odiosos, y cuando tiene ocasión, derrama el veneno en su copa. Cuando su odio no llega a tales extremos, entonces le ataca en su honor y en sus afectos, no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que, cuando aquél a quién persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en donde otras veces los encontraba amigos y benévolos; queda estupefacto cuando las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuando sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él. ¡Ah! el cobarde que se venga de ese modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara. ¡Atrás, pues, esas costumbres salvajes! ¡Atrás esos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno de figurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa:
"¡Sin Caridad , no hay salvación !"
Pero no, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia espiritista pueda nunca, en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar. (Julio Olivier. París, 1862).
10. Amaós unos a otros y seréis felices. Procurad, sobre todo, amar a los que os inspiran indiferencia, odio o desprecio. Cristo, vuestro modelo, os dió ese ejemplo de abnegación; misionero de amor, amó hasta dar su sangre y su vida. El sacrificio que os obliga a amar a los que os ultrajan y os persiguen, es penoso; pero esto es precisamente lo que os hace superiores; si los aborrecieseis como ellos os aborrecen, no valdríais más que ellos; es la hostia sin mancha ofrecida a Dios en el altar de vuestros corazones, hostia de agradable aroma cuyos perfumes suben hasta El. Aunque la ley de amor quiera que indistintamente se ame a todos los hermanos, no endurece el corazón contra los malos procederes; por el contrario, la prueba es más penosa, lo sé, puesto que durante mí última existencia terrestre, experimenté ese tormento; pero Dios existe y castiga en esta vida y en la otra a los que faltan a la ley de amor. No olvidéis, queridos hijos, que el amor os aproxima a Dios y que el odio os aleja de Él. (Fenelón, Bordeaux, 1861).
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