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ATAQUE de Odio de Malos Espiritualistas en contra de los vídeos publicados por Frank Montanez, Espírita por Convicción y no por Imposición SEPC ...
Notificación a los interesados a los temas del Espiritismo Verdadero Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo...
"Estoy teniendo un ataque de Odio de Malos Espiritualistas, que se dedican a dar quejas de mís vídeos 📹 para que no se publiquen. Es tanto el miedo de que se diga la "Verdad Eterna Absoluta" del Espiritismo, que están atacando en las sombras, con ODIO.
Te invito a compartir éste contenido con familiares y amigos, sólo copia el siguiente enlace y lo pegas en tú página de Facebook, Instagram y Twitter...
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Pero la buena noticia es que tenemos a los buenos Espíritus de nuestro lado, y ya se han motivado a muchos de nuestros amigos Espíritas, seres queridos a que abran canales en YouTube y así seguir publicando mís vídeos. Ya fueron borrados 800 vídeos de Frank Montanez, Soy Espírita, sin ninguna justificación, en YouTube.
La buena noticia es que los pude recobrar...
Ya muchos de mís amigos de muchos años, están abriendo canales de YouTube para publicar mís vídeos y evitar que sean eliminados.
Sí tienes vídeos guardados de Frank Montanez, te invito a que los publiques en tú canal de YouTube. Tienes mí permiso de hacerlo, aunque éstos videos, estén repetidos.
Sí estás interesado en publicar mís vídeos en YouTube te estoy dando permiso a que los publiques en tú canal de Youtube, te invito a que utilices mís vídeos y los publiques en los contenidos que publicas.
Ángel Alberto Serrano Villar, Cachorrito, él te orienta cómo hacerlo. Abres un canal de youtube y publicas mís vídeos, para que podamos seguir dando Educación Espírita a los nuevos Adeptos del Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo...
El libro del Evangelio Según el Espiritismo, Capítulo XII... habla de :
AMA A TÚS ENEMIGOS. p177
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS...
#9. La venganza es el último resto abandonado por las costumbres bárbaras, que tienden a borrarse de entre los hombres, así como el duelo, es uno de los últimos vestigios de las costumbres salvajes, entre las cuáles se retorcía la humanidad al principio de la era cristiana. Por ésto la venganza es un indicio cierto del estado atrasado de los hombres que se entregan a ella y de los Espíritus que la inspiran aún. Así pues, amigos míos, ése sentimiento, nunca debe hacer vibrar el corazón del que se llama y se afirma en ser espiritista.
Vengarse, ya lo sabes, es tan contrario a ésta prescripción de Cristo: «¡Perdonad a vuestros enemigos!» que el que rehusa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano.
La venganza es una Inspiración tanto más funesta, cuánto que la falsedad y la bajeza, son sus asiduas compañeras; en efecto, el que se abandona a ésa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta.
Cuándo es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apénas la vista de éste, inflama su pasión, su cólera y su ódio.
Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita, disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan; toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él, expiándole sin cesar; le tiende lazos odiosos y cuándo tiene ocasión derrama el veneno en su copa.
Cuándo su ódio no llega a tales extremos, entónces le ataca en su honor y en sus afectos; no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que cuándo aquél a quién persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en dónde otras veces los encontraba amigos y benévolos; queda estupefacto cuándo las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuándo sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él.
¡Ah! el cobarde que se venga de ése modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara.
Atrás, pues, ésas costumbres salvajes! Atrás ésos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno defigurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa: Sin caridad no hay salvacion! Pero nó, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia espiritista pueda nunca en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar.
(JULIO OLIVIER. París, 1862.)
El odio.
#10. Amaos unos a otros y serán felices. Procura sobre todo amar a los que te inspiran indiferencia, odio o desprecio. Cristo, vuestro modelo, les dió ése ejemplo de abnegación; misionero de amor, amó hasta dar su sangre y su vida.
El sacrificio que os obliga a amar a los que os ultrajan y os persiguen es penoso; pero ésto es precisamente lo que os hace superiores; sí los aborreciéseis como ellos os aborrecen, no valdríais más que ellos; es la hostia sin mancha ofrecida a Dios en el altar de vuestros corazones, hostia de agradable aroma, cuyos perfumes suben hasta él.
Aunque la ley de amor quiera que indistintamente seame a todos los hermanos, no endurece al corazón contra los malos procederes; por el contrario, la prueba es más penosa, lo sé, puesto que durante mí úiltima existencia terrestre, experimenté ése tormento; pero Dios existe y castiga en ésta vida y en la otra, a los que faltan a la ley de amor. No olvideis, queridos hijos, que el amor os aproxima a Dios y que el ódio os aleja de él. (FENELON. Bordeaux, 1861.).
EL DUELO. (Significa lo que hacían los hombres en batirse en un duelo a muerte para recobrar su orgullo herido o el agravio de alguién, éso no es conforme a las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, porque significa soberbia orgullo y Egoísmo).
#11. Sólo es grande aquél que, considerando la vida cómo un viaje que debe conducirle a un fin, hace poco caso de las asperezas del camino, y no se deja desviar un instante de la senda recta; dirijiendo sin cesar la vista hácia el término de la carrera, poco importa que los abrojos y las espinas del sendero amenacen arañarle; le rozan sin alcanzarle y no obstante no deja de seguir su curso. Exponer su vida para vengar una injuria, es retroceder ante las pruebas de la vida; es siempre un crimen a los ojos de Dios, y si no fueseis engañados como lo sois por vuestras preocupaciones, sería una ridícula y suprema locura a los ojos delos hombres.
En el homicidio por el duelo hay crimen; vuestra legislación misma lo reconoce; nadie tiene derecho en ningún caso a atentar 4 la vida de su semejante; crimen a los ojos de Dios, que os ha trazado vuestra línéa de conducta; en ésto más que en otra cosa, sois jueces en vuestra causa propia. Acordaos que se os perdonará del mismo modo que vosotros perdonareis; por el perdón os acercais a la Divinidad, porque la clemencia es hermana del poder. Miéntras que una gota de sangre humana se derrame en la tierra por la
mano de los hombres, el verdadero reino de Dios aún no habrá llegado; ése reino de paz y de amor que debe para siempre jamás desterrar de vuestro globo la animosidad, la discordia y la guerra. Entónces la palabra duelo ya no existirá en vuestro lenguaje sino como un lejano y vago recuerdo de un pasado que ya no existe; los hombres no conocerán entre ellos otro antagonismo que la noble rivalidad del bien. (ADOLFO, obispo de Argel. Marmande, 1861.)
#12. Sin duda que el duelo puede en ciertos casos ser una prueba de valor físico y del desprecio de la vida, pero incontestablemente es prueba de una cobardía moral, como en el suicidio. El suicida, no tiene el valor de afrontar las vicisitudes de la vida; el duelista no tiene el de afrontar las ofensas. ¿No os ha dicho Cristo que hay más honor y valor en presentar la mejilla izquierda al que ha herido la derecha, que en vengarse de una injuria? ¿No dijo también a Pedro en el jardín de los Olivos; «Vuelve tú espada en la vaina, porque el que matará por la espada, por la espada perecerá?» Con éstas palabras ¿no ha condenado Jesús el duelo para siempre? En efecto, hijos mios, ¿qué significa ése valor nacido de un temperamento violento, sanguinario y colérico que ruge a la primera ofensa? ¿En dónde está pues la grandeza de alma del que, a la menor injuria quiere lavarla con sangre?
¡Pero que tiemble! porque siempre en el fondo de su conciencia oirá una voz que le dirá: ¡Caín! ¡Cain! qué has hecho de tú hermano? Me ha sido preciso verter sangre para salvar mi honor, contestará; pero la voz repetirá: Tú has querido salvar ése honor ante los hombres, por algunos instantes que te restan de dvida en la tierra y no has pensado en salvarte ante Dios! Pobre loco! Cuánta sangre pues no os pediría Cristo por todos los ultrajes que recibió! No solamente lo habeís herido con espina y lanza, no sólo lo habeís atado a un patíbulo infamante, sino que aún en medio de su agonía, pudo oir las burlas que se le prodigaban. ¿Qué reparación os ha pedido después de tantos ultrages? El último grito del cordero fué una Oración por sus verdugos. Oh! perdonad como él, y rogad por los que os ofenden.
Amigos, acordaos de éste precepto: «Amaos unos a otros,» y entónces al golpe dado por el ódio contestareís con una sonrisa y al ultraje con el perdón. Sin duda el mundo se alzará furioso y os tratará de cobardes; levantad entónces la cabeza bien alta y mostrad que vuestra frente rio temerá tampoco en cargarse de espinas a ejemplo de Cristo, pero que vuestra mano no quiera ser cómplice de un asesinato, que autoriza, digámoslo así, una falsa horra que no es otra cosa que orgullo y amor propio. ¿Dios al crearos, acaso os ha dado el derecho de vida y muerte a los unos respecto de otros? Nó, sólo ha dado ése derecho a la naturaleza para reformarse 'y reconstruirse; pero a vosotros ni siquiera os ha dado el permiso de disponer de vosotros mismos. Como el suicida, el duelista será marcado con sangre cuándo comparezca ante Dios, y al uno y al otro el soberano juez prepara rudos y largos castigos. ¡Si amenazó con su justicia al que dice a su hermano Raca, cuánto más severa será la pena para el que comparezca ante él, con las manos teñidas en sangre de su hermano! (S. AGÜSTINT. París, 1862.)
#13. El duelo es, como lo que en otro tiempo se llamaba juicio de Dios, una de esas instituciones bárbaras que rigen aún en la sociedad. ¿Qué diríais vosotros, sin embargo, sí vieseis sumergir a los dos antagonistas en agua hirviendo, o sometidos al contacto de un hierro candente para dirimir la querella y dar la razón al que resistiria mejor la prueba? Calificaríais de insensatas ésas costumbres. El duelo es todavía peor que todo ésto. Para el duelista diestro, es un asesinato cometido a sangre fría y con toda la premeditación necesaria; porque está seguro del golpe que dirigirá; para el adversario casi cierto de sucumbir en razón de su debilidad y de su inexperiencia, es un suicidio cometido con la más fría reflexión. Ya sé que muchas veces se procura evitar ésta alternativa igualmente criminal sometiéndose a la suerte; pero en tal caso y bajo diferente forma no se vá a parar otra vez al juicio de Dios de la edad media? Y aún en aquella época era mucho ménos culpable; el nombre mismo de justicia de Dios, indica una fé sencilla, es verdad, pero en fin, una fé en la justicia de Dios que no podía dejar sucumbir a un inocente, miéntras que en el duelo se somete a la fuerza brutal, de tal modo que muy a menudo el ofendido es el que sucumbe.
¡Oh estúpido amor propio, tonta vanidad y loco orgullo! ¿Cuándo, pues, sereis reemplazados por la caridad cristiana, el amor al prógimo y la humildad cuyo ejemplo y precepto dió Cristo? Sólo entónces desaparecerán ésas monstruosas preocupaciones que aún gobiernan a los hombres, y que las leyes son impotentes para reprimir, porque no basta prohibir el mal y prescribir el bien, es menester que el principio del bien y el horror al mal estén en el corazón del hombre. (UN ESPÍRITU PROTECTOR. Bordeaux, 1861.)
#14. ¿Qué opinion formarán de mí, decis a menudo, si rehuso la reparación que se me ha pedido, o sí no la pido al que me ha ofendido? Los locos como vosotros, los hombres atrasados, os vituperarán; pero los ilustrados con la antorcha del progreso intelectual y moral, dirán que obrais según la verdadera prudencia.
Reflexionad un poco; por una palabra muchas veces dicha sin pensar, o muy inofensiva de parte de uno de vuestros hermanos, vuestro orgullo se resiente, le contestais de un modo picante y de aquí viene una provocación. Antes de llegar al momento decisivo, ¿os preguntais sí obrais como cristianos? ¿Qué cuenta da reis a la sociedad si la privais de uno de sus miembros? ¿Pensais acaso en el remordimiento de haber quitado un esposo a la esposa, un hijo a su madre, un padre a sus hijos? Ciertamente que el que ha hecho una ofensa debe una reparación, ¿pero no es mucho más honroso para él, el darla espontáneamente, confesando su error, que exponer la vida de aquel que tiene derecho a quejarse? En cuánto al ofendido, convengo que alguna vez puede ser gravemente maltratado, ya en su persona, ya con relacion a los individuos que nos atañen de cerca; no solo el amor propio es el herido, tambien lo es el corazón y sufre; pero además de que es una estupidez jugarse la vida con un miserable, capaz de una infamia, por ventura, muerto éste, no subsiste la afrenta, cualquiera que sea? Cuándo se derrama sangre se dá más publicidad a un hecho, que siendo falso, debe caer por su propio peso, y sí es verdad no debe ocultarse. No queda, pues, sino la satisfacción de saciarse con la venganza. Triste satisfaccion ay! que a menudo produce desde ésta vida dolorosos recuerdos.
Y sí es el ofendido el que sucumbe, ¿Dónde está la reparación?
Cuándo la Caridad sea la regla de conducta de los hombres, atemperarán sus actos y sus palabras a ésta máxima: «No hagais a los otros lo que no quisiérais que os hicieran a vosotros;» entónces desaparecerán todas las causas de disensiones y con ellas los duelos, y las guerras, que son los duelos de pueblo a pueblo.
(FRANCISCO JAVIER. Bordeaux, 1861.)
#15. El hombre de mundo, el hombre feliz, que, por una palabra que hiere, por una causa ligera, juega la vida que ha recibido de Dios, y juega la vida de su semejante que pertenece a Dios, es más culpable cien veces que el miserable, que empujado por la ambición, por la necesidad algunas veces, se introduce en una casa para robar lo que ambiciona y mata a aquéllos que se Aponen a su designio. Éste último es casi siempre un hombre sin educación, que no tiene más que nociones imperfectas del bien y del mal, miéntras que el duelista pertenece casi siempre a la clase más ilustrada; el uno mata brutalmente, el otro con método y finura, lo que hace que la sociedad le excuse. Asimismo digo que el duelista es infinitamente más culpable que el desgraciado que, cediendo a un sentimiento de venganza, mata en un momento de exasperación. El duelista no puede excusarse de que le arrastra la pasión, porque entre el insulto y la reparación hay siempre tiempo para reflexionar; obra, pues, friamente y con designio premeditado; todo está calculado y estudiado para matar con más seguridad a su adversario. Es verdad que también expone su vida, y ésto es lo que rehabilita el duelo a los ojos del mundo, porque se vé en ello un acto de valor, y un desprecio de la propia vida; pero ¿hay verdadero valor cuándo se está seguro de sí mismo? El duelo, resto del tiempo de la barbarie, en que el derecho del más fuerte era la ley, desaparecerá cuándo se haga más sana apreciación del verdadero punto de honor, a medida que el hombre tenga una fé más viva en la vida futura. (SAN AGUSTIN. Bordeaux, 1861.) •
#16. Observación. Los duelos van siendo cada día más raros, y sí de tiempo en tiempo vemos aún dolorosos ejemplos, el número no puede compararse con el de otros tiempos. Antiguamente un hombre no salía de su casa sin prevenirse para un encuentro y tomaba todas las precauciones en consecuencia. Una señal
característica de las costumbres del tiempo y de los pueblos es el uso de llevar habitualmente, ostensible u ocultamente, armas ofensivas y defensivas; la abolición de éste uso atestigua la suavidad de las costumbres, y es curioso -seguir la gradación desde la época en que los caballeros no cabalgaban nunca sino cubiertos de hierro y armados de lanza, hasta el uso de una simple espada, que vino a ser más bien un distintivo del blasón que un arma agresiva. Otro rasgo de las costumbres, es que en otro tiempo los combates singulares tenían lugar en medio de la calle, ante la multitud que se separaba para dejar el campo libre, y que hoy se ocultan. En el día, la muerte de un hombre es un acontecimiento que conmueve; ántes no se hacía caso de ello. El Espiritismo borrará ésos últimos vestigios de la barbarie, inculcando a los hombres el espíritu de caridad y fraternidad.
“S o y . E s p í r i t a”: Amar a tú enemigo... Significa también "Dar la otra mejilla", ¿Cómo Amar a tú enemigo? ¿Es posible doblegar tú orgullo y amar aquél que desea mal para tí ? Nadie que no haya erradicado su Egoísmo, la soberbia y el Orgullo será capaz de amar a sus enemigos. Aunque todos tienen la capacidad de Amar a los demás, hasta a tús Enemigos...
https://soyespirita.blogspot.com/2013/10/como-amar-tu-enemigo-es-posible.html
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