Contratransferencia

Las distintas percepciones de Gilbert y Kelly sobre los acusados pueden ser causadas por la posible "contaminación" que puede afectar a los especialistas por su contacto cercano con el paciente. El fenómeno se llama contratransferencia.

"Cuando te sientas con alguien durante horas y horas, algo se te unta como terapeuta", explica el doctor Joel Dimsdale. "Todos tenemos sentimientos cuando interactuamos. Podemos no saber nada del sujeto (que analizamos) pero algo en su voz o cómo se porta nos recuerda a alguien que conocimos en el pasado y hacemos una transferencia de cómo nos hace sentir. Algunas veces son sentimientos positivos, otras veces muy negativos".

Como anécdota inquietante, Dimsdale resalta que Douglas Kelly tuvo una carrera bastante activa durante los siguientes diez años después de los juicios. Impartió innumerables seminarios sobre el tema, se destacó como profesor de criminología en la Universidad de California, Berkeley, rodeado de objetos recopilados en Núremberg. Su ritmo de trabajo era intenso, así como su alcoholismo e irritabilidad. En año nuevo de 1958, tras un ataque de furia, se suicidó en frente de su familia con cianuro.

"Tuvo que haber algo inusual en sentarse en una prisión con estos criminales de guerra", afirma el doctor Dimsdale. "Eran celdas pequeñas, húmedas, oscuras. Ambos se sentaban en un pequeño catre a hablar interminablemente, en entrevistas, con tests psicológicos y uno apenas se puede imaginar el sentido de horror de estos psicólogos y doctores de estar lado a lado de quienes habían perpetrado actos terribles".

No obstante, también les molestó que no hubieran podido encontrar una definitiva "marca de Caín" en estos criminales de guerra, dice el profesor de psiquiatría. "Creo que les sorprendió que no estuvieran sentados al lado de monstruos".

Dramatización de la BBC de una de las sesiones de Gustave Gilbert con un acusado de crímenes de guerra nazi
Pie de foto,

En esta imagen de una dramatización de la BBC de una de las sesiones de Gustave Gilbert con un acusado de crímenes de guerra nazi se aprecia la cercanía entre analista y paciente.

Resultados ocultos

Tal vez por eso y por las conclusiones distintas a las que llegaron Kelly y Gilbert, los resultados de las pruebas de Rorschach de los líderes nazis esencialmente se ocultaron. En épocas diferentes hubo intentos por revivir el interés pero ninguno de los analistas que recibieron las pruebas quiso responder sobre lo que veían.

Décadas más tarde, una psicóloga llamada Molly Harrower decidió hacer una prueba ciega con los resultados. Primero borró los nombres que identificaban a qué criminal de guerra pertenecían los resultados y los mezcló con los resultados de otras personas incluyendo pastores religiosos, estudiantes de medicina, enfermeras, ejecutivos y delincuentes juveniles. Luego los envió a expertos pidiéndoles que los ordenaran en grupos diferentes.

"Básicamente, en la interpretación ciega, no hubo diferencias palpables entre los criminales de guerra y el resto", contó Dimsdale a BBC Mundo. "El resultado de ese experimento no reveló nada en cuanto a las características psicológicas de los líderes nazis".

El tribunal en Núremberg como se ve en la actualidad
Pie de foto,

El tribunal en Núremberg como se ve en la actualidad y que forma parte de un museo que conmemora el proceso.

Hoy en día, las pruebas de Rorschach no se usan mucho, según Dimsdale. Desde los 80 se hacen entrevistas de diagnóstico psiquiátrico y se cuenta con un Manual de Diagnóstico Estadístico para el estudio y tratamiento de trastornos mentales que se actualiza anualmente.

"En el campo de la neurociencia se realizan trabajos con respecto al cerebro y el comportamiento", comenta el profesor. "Hay imágenes cerebrales que se pueden presentar ante los tribunales como una forma de defensa para argumentar que la persona acusada no es mala pero que tiene un cerebro defectuoso y así lograr algún tipo de clemencia. Este tipo de cosas pasarán más en el futuro, serán tema de debate en los tribunales", afirma.

"Hubiera sido más cómodo concluir que había algo absolutamente, definitivamente singular, profundamente malvado, patognomónicamente horrible con estos líderes nazis", dice.

"Tienen que ser monstruos. Eso es lo que queremos que sean. Si son algo menos que eso, nosotros tenemos que enfrentar el interrogante de '¿Qué hubiera hecho yo?¿Hubiera llegado tan lejos?' Esa es una muy dolorosa e inquietante pregunta para la gente".

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