Éste contenido de éste artículo es muy importanre para las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, pues establece la differencia entre el Adelantamiento Moral y el Adelantamiento intelectual del hombre...
Libro de los Espíritus... ✅
FACULTADES MORALES E INTELECTUALES DEL HOMBRE
Ítem # 361. -¿De dónde vienen al hombre las buenas o malas cualidades morales?
«Son las del espíritu que en él está encarnado. Mientras más puro es, más dado al bien es
el hombre».
Ítem # 361a. -¿Parece que resulta de ésto que el hombre de bien es la encarnación de un Espíritu Bueno, y la de uno malo el hombre vicioso?
«Sí; pero dí mejor un espíritu imperfecto, pues de otro modo podría creerse en espíritus
que son siempre malos, a los que vosotros llamáis demonios».
Ítem # 362. ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuáles se encarnan los espíritus duendes ligeros?
«Atolondrados, traviesos y a veces malhechores».
Ítem # 363. - ¿Los espíritus tienen otras pasiones además de las de la humanidad?
«No, pues de otro modo os las hubieran comunicado».
Ítem # 364. - ¿Es uno mismo el espíritu que da al hombre las cualidades morales y las
intelectuales?
«Ciertamente es el mismo, y las da en proporción al grado a dónde ha llegado. El hombre
no tiene dos espíritus».
Ítem # 365. - ¿Por qué los hombres muy inteligentes, los que revelan tener un espíritu superior, a
veces son al mismo tiempo los más radicalmente viciosos?
«Depende de que el espíritu encarnado no es bastante puro, y el hombre cede a la
influencia de otros espíritus más malos aún. El espíritu progresa ascendiendo
insensiblemente; pero el progreso no tiene lugar simultáneamente en todos sentidos, y en un
período puede adelantar científicamente, y en otro moralmente».
Ítem # 366. -¿Qué debe pensarse de la opinión, según la cuál las diferentes facultades
intelectuales y morales del hombre son producto de otros tantos espíritus diversos en él
encarnados, cada uno de los cuáles tiene una aptitud especial?
«Reflexionando, se comprende que es absurda. El espíritu debe tener todas las aptitudes,
y para poder progresar, le es precisa una voluntad única. Sí el hombre fuese una amalgama de
espíritus, aquélla voluntad no existiría, y no tendría individualidad; porque a su muerte, los
espíritus componentes vendrían a ser como un vuelo de pájaros escapados de la jaula. A
menudo se queja el hombre de comprender ciertas cosas, y es curioso el ver cómo multiplica
las dificultades, cuándo tiene a mano una explicación completamente sencilla y natural.
También se toma aquí el efecto por la causa, y se hace con el hombre lo que los paganos con
Dios. Creían en tantos dioses cuántos fenómenos hay en el universo: pero entre ellos las gentes sensatas no veían en tales fenómenos más que efectos, cuya causa única era un sólo
Dios».
El mundo físico y el mundo Moral nos ofrecen, bajo éste aspecto, numerosos puntos de comparación.
Mientras los hombres se han fijado en la apariencia de los fenómenos, se ha creído en la existencia
múltiple de la materia; pero hoy se comprende que ésos tan variados fenómenos pueden ser muy bien
modificaciones únicamente de una sola materia elemental. Las diversas facultades son manifestaciones de
una misma causa que es el alma, o espíritu encarnado, y no de muchas almas, como los diferentes sonidos
del órgano son producto de una misma especie de aíre, y no de tantas cuántos son los sonidos. Resultaría
de éste sistema que, cuándo el hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes e inclinaciones, provendría de
la venida o marcha de otros tantos espíritus, lo que haría del hombre un ser múltiple sin individualidad e
irresponsable, por lo tanto. Lo contradicen, por otra parte, los numerosos ejemplos de manifestaciones
por las cuáles prueban los espíritus su personalidad e identidad.
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Entonces, aparece una definición sencilla del Alma, en el pasado extracto se define qué es el Alma, y es sencillamente el Espíritu encarnado...
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ELECCIÓN DE LAS PRUEBAS
258. En estado errante y antes de tomar una nueva existencia corporal, ¿tiene el espíritu conciencia y previsión de lo que le sucederá durante la vida?
«Elige por sí mismo el género de pruebas que quiere sufrir, y en esto consiste su libre albedrío».
258a. -¿No es, pues, Dios quién le impone como castigo las tribulaciones de la vida?
«Nada sucede sin el permiso de Dios; porque él estableció todas las leyes que rigen el universo. ¡Preguntad, pues, por qué ha hecho tal ley y no tal otra! Dejando al espíritu la libertad de elegir, le abandona toda la responsabilidad de sus actos y consecuencias; nada estorba su porvenir, y le pertenece así el camino del bien, como el del mal. Pero le queda, sí sucumbe, el consuelo de que no todo ha concluido para él y de que Dios, en su bondad, le deja en libertad de volver a empezar lo que ha hecho mal. Es preciso, por otra parte. distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios y lo que procede de la del hombre. Sí os amenaza un peligro, no sois vosotros, sino Dios, quién lo ha creado; pero vosotros sois libres de exponeros a él; porque lo consideráis un medio de progreso, y Dios lo ha permitido».
259. Sí el espíritu elige el género de pruebas que quiere sufrir, ¿síguese de ello que hemos previsto y elegido todas las tribulaciones que en la vida experimentamos?
«Todas no es la palabra; porque no puede decirse que hayáis previsto hasta las cosas más insignificantes de todo lo que os pasa en el mundo. Habéis elegido el género de prueba, y los hechos secundarios son consecuencia de la posición y a menudo de vuestras propias acciones. Sí el espíritu ha querido nacer entre malhechores, por ejemplo, sabía a qué peligros se exponía; pero no cada uno de los actos que realizaría, pues éstos son efecto de la voluntad y del libre albedrío. El espíritu sabe qué eligiendo tal camino, habrá de arrostrar tal género de lucha, conoce, pues. la naturaleza de las vicisitudes que encontrará, pero no sabe sí antes tendrá lugar éste acontecimiento que aquél otro. Los sucesos de detalle nacen de las circunstancias y de la fuerza de las cosas. Sólo están previstos los grandes acontecimientos, los que influyen en el destino. Sí eliges un camino lleno de atolladeros, sabes que has de tomar grandes precauciones, porque corres peligro de caer; pero no sabes en qué lugar caerás, y acaso lo evites, sí eres prudente. Sí pasando por la calle te cae una teja en la cabeza, no creas que estaba escrito como vulgarmente se dice».
260. ¿Cómo puede el espíritu querer nacer entre gentes de mal vivir?
«Preciso es que sea enviado a un centro en que pueda sufrir la prueba que haya pedido. Pues bien, es necesaria la analogía, y para luchar con el instinto del bandolerismo, es preciso que encuentre personas de ésa calaña».
260a. - Sí no hubiese, pues, gentes de mal vivir en la tierra, ¿el espíritu no podría encontrar la esfera necesaria a ciertas pruebas?
«¿Y os quejaríais de ello? Lo que tú dices sucede en los mundos superiores donde no tiene acceso el mal, y por ésto sólo los habitan Espíritus Buenos. Procurad que pase pronto lo mismo en vuestra tierra».
261. - En las pruebas que ha de sufrir para llegar a la perfección, ¿debe el espíritu experimentar todos los géneros de tentaciones? ¿Debe pasar por todas las circunstancias que pueden excitar en él, el orgullo, los celos, la avaricia, el sensualismo, etcétera?
«Ciertamente que no, puesto que sabéis que los hay que, desde el principio, toman un camino que los libra de no pocas pruebas; pero el que se deja arrastrar hacía el mal camino, corre todos los peligros de éste. Un espíritu, por ejemplo, puede pedir riquezas que le son concedidas, y siguiendo entonces su camino, puede ser avaro o pródigo, egoísta o generoso, o bien entregarse a todos los goces del sensualismo, sin que quiera ésto decir que deba pasar forzosamente por toda la serie de ésas inclinaciones».
262, ¿Cómo el espíritu, que en su origen es sencillo, ignorante e inexperto, puede escoger una existencia con conocimiento de causa, y ser responsable de ésta elección?
«Dios suple su inexperiencia trazándole el camino que debe seguir, como lo hacéis vosotros con el niño desde que nace; pero, poco a poco, le hace dueño de elegir a medida que se desarrolla su libre albedrío, y entonces es cuándo a menudo se extravía, tomando el mal camino, sí no escucha los consejos de los espíritus buenos. A ésto es a lo que puede llamarse la caída del hombre».
✅ 262a. -Cuándo el Espíritu disfruta de su Libre Albedrío, ¿la elección de la existencia corporal depende siempre exclusivamente de su voluntad, o ésa existencia puede serle impuesta como expiación por la voluntad de Dios?
«Dios sabe esperar y no apresura la expiación. Pero puede, sin embargo, imponer una existencia al espíritu, cuándo éste, por su inferioridad o mala voluntad, no es apto para comprender lo que le sería más saludable, y cuándo se ve que aquélla existencia, sobre servirle de expiación, contribuye a su purificación y adelanto».
263. ¿Hace el espíritu su elección inmediatamente después de la muerte?
«No; muchos creen en las penas eternas, lo cuál, según se os ha dicho, es un castigo».
264. ¿Qué es lo que dirige al espíritu en la elección de las pruebas que quiere sufrir?
«Las que son para él una expiación, dada la naturaleza de sus faltas, y que pueden hacerles progresar más pronto. Los unos pueden, pues, imponerse una vida de miseria y de privaciones para probar de soportarlas con valor; otros pueden querer probarse con las tentaciones de la fortuna y el poderío, mucho más peligrosos por el abuso y mal uso que puede hacerse y por las malas pasiones que engendran. y otros, en fin, quieren probarse con las luchas que han de sostener con el contacto del vicio».
Veamos el importante Ítem # 265, del Libro de Los Espíritus...
265. Sí hay espíritus que eligen como prueba el contacto del vicio, ¿los hay también que lo eligen por simpatía y deseos de vivir en un centro conforme con sus gustos. o para poder entregarse libremente a sus inclinaciones materiales?
«Cierto que los hay; pero sólo entre aquellos cuyo sentido moral está poco desarrollado aún, y entonces viene por sí misma la prueba y la sufren por más largo tiempo. Tarde o temprano comprenden que la saciedad de las pasiones brutales, les reporta deplorables consecuencias, que sufrirán durante un tiempo que les parecerá eterno, y que Dios puede dejarles en éste estado hasta que comprendan su falta y soliciten por sí mismos redimirla con pruebas provechosas».
266. ¿No parece natural la elección de las pruebas menos penosas?
«A vosotros, sí; pero no al espíritu. Cuándo está desprendido de la materia, cesa la ilusión y piensa de distinto modo».
El hombre en la tierra y bajo la influencia de las ideas materiales, sólo ve el aspecto penoso de las pruebas, y por ésto parécele natural elegir aquéllas que, a su modo de ver, pueden aliarse con los goces materiales; pero en la vida espiritual compara éstos goces fugitivos y groseros con la Inalterable felicidad que entrevé, y entonces ¿qué le son algunos sufrimientos pasajeros? El espíritu puede, pues, elegir la más ruda prueba, y, por lo tanto, la existencia más penosa con la esperanza de llegar más pronto a mejor estado, como el enfermo escoge con frecuencia el remedio más desagradable para curarse más pronto. El que desea unir su nombre al descubrimiento de un país desconocido, no escoge un camino sembrado de flores; sabe los peligros que corre; pero también la gloria que le espera, sí tiene buen éxito.
La doctrina de la libertad en la elección de nuestras existencias y de las pruebas que hemos de sufrir deja de parecer extraordinaria, sí se considera que los espíritus, desprendidos de la materia, aprecian las cosas de muy distinto modo que nosotros. Vislumbran el fin, fin mucho más grave para ellos que los goces fugitivos del mundo; después de cada existencia, ven el paso que han dado y comprenden lo que les falta purificarse aún para conseguirlo, y he aquí por qué se someten voluntariamente a todas las vicisitudes de la vida corporal, pidiendo por si mismos las que pueden hacerlos llegar más pronto. Sin razón, pues, se admiran algunos de que el espíritu no dé la preferencia a la existencia más placentera. En su estado de imperfección no puede gozar de la vida exenta de amarguras; la entrevé, y para conseguirla, procura mejorarse.
¿Acaso no se ofrecen todos los días a nuestros ojos ejemplos de lecciones semejantes? El hombre que trabaja una parte del día sin tregua ni descanso para procurarse el bienestar, ¿no se impone una tarea con la mira de buscar mejor porvenir? El militar que se ofrece para una misión peligrosa, y el viajero que desafía peligros no menores, en interés de la ciencia o de su fortuna, ¿qué hacen sino aceptar pruebas voluntarias que han de redundarles en honra y provecho, sí de ellas salen salvos? ¿A qué no se somete y expone el hombre por interés o gloria? Todos los certámenes ¿no son acaso pruebas voluntarias a que nos sometemos con la mira de elevarnos en la profesión que hemos elegido? No se llega a una posición social trascendental cualquiera en las ciencias, en las artes y en la industria, sino pasando por la serie de posiciones inferiores que son otras tantas pruebas. La vida humana está calcada sobre la espiritual, pues encontramos en aquélla, aunque en pequeño, las mismas vicisitudes de ésta. Luego, sí en la vida elegimos con frecuencia las más rudas pruebas con la mira de lograr un fin más elevado, ¿por qué el espíritu, que ve más que el cuerpo y para quién la vida corporal no es más que un incidente fugitivo, no ha de elegir una existencia penosa y laboriosa, sí le conduce a una felicidad eterna? Los que dicen que sí los hombres eligen la existencia pedirán ser principes o millonarios, son como los miopes que sólo ven lo que tocan, o como aquéllos niños glotones que, al ser preguntados acerca de la profesión que más les gusta, responden: pastelero o confitero.
Un viajero que se encuentra en medio de un valle oscurecido por la bruma, no ve ni la anchura, ni los extremos del camino, pero llega a la cumbre del monte, descubre el que ha recorrido y el que aún le falta recorrer, distingue el fin y los obstáculos que todavía le restan por vencer, y puede combinar con más seguridad entonces los medios de llegar al final. El espíritu encarnado está como el viajero que se encuentra al pie del monte; pero desprendido de los lazos terrestres, domina las cosas como el que ha llegado a la cima. El fin del viajero es el descanso después del cansancio; el del espíritu, la dicha suprema después de las tribulaciones y pruebas.
Todos los espíritus dicen que en estado errante inquieren, estudian y observan para elegir. ¿No tenemos ejemplo de éste hecho en la vida material? ¿No buscamos a menudo durante muchos años la carrera que libremente elegimos, porque la creemos más propicia a nuestro propósito? Sí salimos mal a una, buscamos otra, y cada carrera que abrazamos es una fase, un período de la vida. ¿No empleamos el día en buscar lo que haremos mañana? ¿Y qué son las diferentes existencías corporales para el espíritu, sino etapas, períodos, días de su vida espiritista, que, como ya sabemos, es la normal, no siendo la corporal más que transitoria y pasajera?
267. ¿Podría el espíritu hacer la elección durante el estado corporal?
«Puede influir en ella el deseo, lo que depende de la intención; pero en estado de espíritu
ve con frecuencia las cosas de muy diferente modo. Sólo el espíritu hace la elección; pero, lo
repetimos, puede hacerla en esta vida material; porque el espíritu tiene siempre momentos en
que es independiente de la materia que habita»,
-Muchas personas desean la grandeza y la riqueza, y ciertamente no lo hacen ni como
expiación, ni como prueba.
«Sin duda la materia es la que desea la grandeza para disfrutarla, y el espíritu para
conocer sus vicisitudes».
268. ¿Sufre el espíritu constantemente pruebas, hasta llegar al estado de pureza perfecta?
«Sí, pero no son como las comprendéis vosotros, que llamáis pruebas a las tribulaciones
materiales. El espíritu, cuando llega a cierto grado, sin ser perfecto aún, deja de sufrir; pero
siempre tiene deberes que le ayudan a perfeccionarse y que no le son nada penosos, pues a
falta de otros, tendría el de ayudar a sus semejantes a perfeccionarse».
269. ¿Puede equivocarse el espíritu acerca de la eficacia de la prueba que elige?
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EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
«Puede escoger una superior a sus fuerzas, y entonces sucumbe, y puede también elegir
una que no le aproveche, como, por ejemplo, un género de vida ocioso e inútil; pero vuelto al
mundo de los espíritus, conoce que nada ha ganado, y solicita reparar el tiempo perdido».
270. ¿De qué depende la vocación de ciertas personas a la voluntad de preferir una
carrera a otra?
«Me parece que vosotros mismos podéis contestaros la pregunta. ¿Acaso no es
consecuencia eso que preguntáis de todo lo que hemos dicho sobre la elección de las pruebas,
y del progreso realizado en una existencia anterior?»
271. Estudiando el espíritu, en estado errante, las diversas condiciones con que podrá
progresar, ¿cómo cree poderlo hacer naciendo, por ejemplo, entre caníbales?
«Los espíritus adelantados no nacen entre caníbales, sino los de la misma naturaleza que
éstos, o que les son inferiores».
Sabemos que nuestros antropófagos no están en el grado más bajo de la escala, y que hay mundos
donde el embrutecimiento y la ferocidad no tienen análogos en la Tierra. Semejantes espíritus son, pues,
inferiores a los más inferiores de nuestro mundo, y el nacer entre nuestros salvajes es un progreso para
ellos, como lo seria para nuestros antropófagos el desempeíiar aquellos oficios que consisten en derramar
sangre. Si no tienen más altas miras, es por su Inferioridad moral, que no les permite comprender más
completo progreso. Sólo gradualmente puede avanzar el espíritu, y no puede salvar de un salto la
distancia que va de la barbarie a la civilización, lo cual nos manifiesta una necesidad de la reencarnación,
que está verdaderamente conforme con la justicia de Dios, pues a no ser así, ¿qué sería de esos miles de
seres que cada día mueren en el último estado de degradación, si no tuviesen medios de lograr el extremo
superior? ¿Por qué habría de desheredárseles de los beneficios concedidos a los otros hombres?
272. ¿Podrían nacer en nuestros pueblos civilizados espíritus que procediesen de un
mundo inferior a la Tierra, o de un pueblo muy atrasado, como los caníbales, por ejemplo?
«Sí, los hay que se extravían queriendo subir muy alto; pero entonces se encuentran fuera
de su centro; porque tienen costumbres e instintos contrapuestos a los vuestros».
Esos seres nos ofrecen el triste ejemplo de la ferocidad en med¡o de la civilización, y volviendo a
renacer entre caníbales no retrocederán, sino que volverán a ocupar su verdadero puesto, y acaso ganen
haciéndolo.
273. Un hombre perteneciente a una raza civilizada, ¿podría por expiación ser
reencarnado en un salvaje?
«Sí, pero esto depende de la clase de expiación. Un amo que ha sido duro con sus
esclavos, podrá a su vez ser esclavo, y sufrir los malos tratamientos que ha usado con los
demás; el que mandaba en cierta época puede, en una nueva existencia, obedecer a los que
antes se humillaban ante su voluntad. Será una expiación, si ha abusado de su poder, y Dios
puede imponérsela. Un espíritu bueno puede también, a fin de hacerlos progresar, escoger una
existencia influyente entre esos pueblos. y entonces desempeña una misión».
RELACIONES DE ULTRATUMBA
274. Los diferentes órdenes de espíritus, ¿establecen entre sI jerar
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