Acerca de la obsesión
Libro de Los Médiums,
Capítulo XXIII
El Libro de Los
Médiums, nos presenta la obsesión de manera concisa y lógica. Delinea las responsabilidades del Médium ante
las Obsesiones Espirituales, aunque no incluye toda la información que ya fue
discutida desde el ítem #237 en adelante hasta el #253, sí; nos ayuda a
comprender aspectos importantes que los Médiums, deben preocuparse a fin de
entender mejor las “Obsesiones Espirituales”. Este articulo # 254, junto a sus
referencias intercaladas en sus 7 secciones, sin lugar a dudas nos ayuda a
comprender mejor la Mediúmnidad en el Espiritismo.
Es menester
enfatizar que la Mediúmnidad es un don que Dios concede para su propio
mejoramiento Moral. Lo vemos expresado en el Ítem 197, por el Espíritu ERASTO,
y también expresado en el ítem #220, #3 y #14, todas las referencias están en
el Libro de Los Médiums. Veamos cómo lo dice:
La Mediumnidad es Únicamente para el mejoramiento Moral del Médium.
Ítem #197, Libro de Los
Médiums…
“Es
indiscutible, bien lo percibís, que al exponer de esta manera las cualidades y
los defectos de los médiums, se suscitarán contrariedades e incluso la
animosidad de algunos. Pero ¿qué importa?
La
Mediúmnidad se difunde cada vez más, y el médium que tome a mal estas
reflexiones demostrará una sola cosa: que no es un buen médium, es decir, que
lo asisten Espíritus malos. Por lo demás, como ya he dicho, todo esto es
pasajero, y los malos médiums, los que abusan o hacen mal empleo de sus
facultades, sufrirán lamentables consecuencias, conforme ya ha sucedido con algunos.
Aprenderán, a expensas de sí mismos, cuánto cuesta haber aplicado a favor de
sus pasiones terrenales un don que Dios les concedió únicamente para su adelanto moral.
Si no podéis hacer que vuelvan al camino del bien, lamentaos, porque os puedo
asegurar que Dios los reprueba.”
Erasto
Ítem #220, Libro de Los Médiums…
No. 3. ¿Cuál es la causa
que puede determinar el abandono de un médium por parte de los Espíritus?
“El uso que él hace de su facultad es lo que más influye en
los Espíritus buenos. Podemos abandonarlo cuando se vale de ella para cosas frívolas o con propósitos ambiciosos;
al igual que cuando se niega a transmitir nuestras palabras, o a mostrar los
hechos que producimos, a los encarnados que apelan a él o que tienen necesidad
de ver para convencerse. Ese don de
Dios no se le concede al médium para su deleite, y menos aún para que satisfaga
sus ambiciones, sino para contribuir a su propio mejoramiento y para dar a
conocer la verdad a los hombres. Si el Espíritu percibe que el médium
ya no corresponde a sus propósitos y no aprovecha las instrucciones ni los
consejos que le da, se aparta en busca de un protegido más digno.”
No. 14. Si se trata de una
misión, ¿por qué esa facultad no es privilegio de los hombres de bien, dado que
se concede a personas que no merecen ninguna consideración y que pueden abusar
de ella?
“La
facultad se les concede porque la necesitan para su mejoramiento, y también
para que reciban buenas enseñanzas….
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Te invito a leer
con detenimiento cada referencia, así como los 7 incisos que constituyen el
ítem #254, del Libro de Los Médiums.
Educa tu Espíritu,
y procura leer TODOS,
los Libros Codificados, así tu Espíritu,
que también desea realizar el bien común, activará su adelanto espiritual, que
es el propósito para el cual hemos encarnado en esta existencia.
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Así dice el ítem
#254, del Libro de Los Médiums…
254. Concluimos este capítulo con las respuestas que los Espíritus dieron a
nuestras preguntas, y que vienen a corroborar lo que hemos expresado:
No. 1. ¿Por qué algunos
médiums no consiguen liberarse de los Espíritus malos que se apegan a ellos?
Por otra parte, ¿a qué se debe que los Espíritus buenos, a quienes esos médiums
llaman, no sean lo bastante poderosos para alejar a los otros y comunicarse
directamente?
“No se trata de que al Espíritu bueno le falte poder. Sucede
que, por lo general, el médium no tiene
suficiente fuerza para ayudarlo. La naturaleza del médium se presta mejor a
ciertas relaciones, y su fluido se identifica más con un Espíritu que con otro.
Eso es lo que confiere tan amplio dominio a los Espíritus que quieren
engañarlo.”
No. 2. Sin embargo, nos
parece que hay personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, que a
pesar de eso se ven impedidas de comunicarse con los Espíritus buenos.
“Se
trata de una prueba. Además,
¿quién podría garantizaros que su corazón no está manchado con algo de mal, o que su orgullo no se oculta tras una
apariencia de bondad? Esas pruebas, al mostrar al obseso su debilidad,
deben hacer que se encamine hacia la humildad.”
“¿Acaso hay alguien, en la Tierra, que pueda considerarse
perfecto? El que tiene todas las apariencias de la virtud puede tener también
muchos defectos ocultos, un antiguo
fermento de imperfección. Así, por ejemplo, vosotros decís que aquel que no
hace daño y es leal en sus relaciones sociales es un hombre bueno y digno. Pero ¿sabéis si sus cualidades buenas no
están empañadas por el orgullo? ¿Sabéis si no hay en él un trasfondo de
egoísmo? ¿Sabéis si no es avaro, celoso, rencoroso, maldiciente y otras mil
cosas que no percibís, porque vuestras relaciones con él no os han permitido
descubrirlas?
El medio
más efectivo para combatir la influencia de los Espíritus malos consiste en
acercarse todo lo posible a la naturaleza de los buenos.”
No. 3. La obsesión que
impide a un médium obtener las comunicaciones que desea, ¿es siempre un signo
de indignidad de su parte?
“No he dicho que se trate de un signo de indignidad, sino que puede haber algún obstáculo que se
oponga a determinadas comunicaciones. El médium debe, pues, remover el
obstáculo que se encuentra en sí mismo. Si no lo hace,
sus plegarias y sus súplicas de nada le valdrán. No basta con que un enfermo le
diga a su médico: ‘Devuélvame la salud, pues quiero estar sano’. El médico no podrá hacer nada si el enfermo no hace lo
que le corresponde.”
No. 4. Así pues, la
imposibilidad de comunicarse con determinados Espíritus, ¿constituiría una
especie de castigo?
“En determinados casos puede constituir un verdadero castigo, así como la
posibilidad de comunicarse con ellos es
una recompensa que debéis esforzaros por
merecer.” (Véase “Pérdida y suspensión de la Mediúmnidad”, § 220.).
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Hacemos un paréntesis para ver el ítem #220.
Pérdida y suspensión de la Mediúmnidad,
Capítulo
XVII
Formación de los médiums
#220. La facultad Mediúmnica se halla sujeta a intermitencias y suspensiones transitorias,
tanto en lo que se refiere a las manifestaciones físicas, como a la escritura.
Veamos las respuestas de los Espíritus a algunas preguntas planteadas sobre
este asunto:
No. 1. Los Médiums, ¿pueden perder
su facultad?
“Eso sucede con frecuencia, sea cual fuere el género de la
facultad. Pero también, muchas veces, es sólo una interrupción transitoria, que
cesa con la causa que la produjo.”
No. 2. La causa de la
pérdida de la Mediúmnidad, ¿se debe al agotamiento del fluido?
“El médium, sea cual fuere la facultad de que esté dotado, nada puede hacer sin el concurso de los
Espíritus que simpatizan con él. Cuando no obtiene nada más, no siempre se
debe a que ha perdido la facultad. Sucede, muchas veces, que los Espíritus no quieren o no pueden servirse más de él.”
No. 3. ¿Cuál es la causa
que puede determinar el abandono de un médium por parte de los Espíritus?
“El uso que él hace de su facultad es lo que más influye en
los Espíritus buenos. Podemos abandonarlo cuando se vale de ella para cosas frívolas o con propósitos ambiciosos;
al igual que cuando se niega a transmitir nuestras palabras, o a mostrar los
hechos que producimos, a los encarnados que apelan a él o que tienen necesidad
de ver para convencerse. Ese don de Dios no se le concede
al médium para su deleite, y menos aún para que satisfaga sus ambiciones, sino para
contribuir a su propio mejoramiento y para dar a conocer la verdad a los
hombres. Si el Espíritu percibe que el médium ya no corresponde a
sus propósitos y no aprovecha las instrucciones ni los consejos que le da, se
aparta en busca de un protegido más digno.”
No. 4. El Espíritu que se
aparta, ¿no puede ser sustituido? En ese caso, ¿cómo se explica la suspensión
de la facultad?
“No faltan Espíritus que no piden otra cosa más que poder comunicarse,
y que siempre están dispuestos a sustituir a los que se retiran. Sin embargo,
cuando el que abandona al médium es un Espíritu
bueno, puede suceder que su alejamiento sea sólo transitorio, a fin de
privarlo durante cierto tiempo de toda comunicación, de modo que eso le sirva de lección y le demuestre
que su facultad no depende de él, razón por la cual no hay motivo para que se envanezca de ella. Esa imposibilidad
transitoria también sirve para dar al médium la prueba de que él escribe bajo
una influencia extraña, pues de lo contrario no se producirían intermitencias.
“Además, la interrupción de la facultad no siempre constituye
un castigo, pues a veces demuestra la dedicación del Espíritu hacia el médium,
a quien aprecia. De esa manera, El Espíritu cree conveniente proporcionarle un
descanso material, en cuyo caso no permite
que otros Espíritus lo sustituyan.”
No. 5. No obstante,
existen médiums muy meritorios, en el sentido moral, que no experimentan
ninguna necesidad de descanso, y que se sienten muy contrariados con esas
interrupciones, cuya finalidad no comprenden.
“Esas interrupciones
sirven para poner a prueba su paciencia
y para determinar su grado de perseverancia. Por ese motivo,
en general, los Espíritus no establecen ningún plazo para la suspensión de la
facultad, pues desean verificar si el médium se desanima.
Muchas veces, también, es para darle tiempo a que reflexione acerca de las
instrucciones que ha recibido. Mediante la reflexión acerca de nuestras
enseñanzas reconocemos a los espíritas en verdad serios. No podemos dar ese
nombre a quienes, en realidad, sólo son aficionados a las comunicaciones.”
No. 6. En ese caso, ¿es
necesario que el médium prosiga en sus intentos para obtener la escritura?
“Si el Espíritu se lo aconseja, sí. Pero si le dice que se
abstenga, no deberá continuar.”
No. 7. ¿Habrá algún medio
para abreviar esa prueba?
“La resignación y la plegaria. Por lo demás, bastará con que haga
cada día una tentativa de algunos minutos, dado que será inútil perder su tiempo
en ensayos infructuosos. El intento tiene como único objetivo verificar si ha
recobrado o no la facultad.”
No. 8. La suspensión de la
facultad, ¿implica el alejamiento de los Espíritus que se comunican en forma
habitual?
“De ninguna manera. En ese caso, el médium se encuentra en la
situación de una persona que perdió transitoriamente la vista, aunque por esa
razón no ha dejado de estar rodeada de amigos, por más que no pueda verlos. Así
pues, el médium puede, e incluso debe, continuar comunicándose mediante el
pensamiento con sus Espíritus familiares, con la convicción de que lo escuchan.
La falta de Mediúmnidad puede privarlo de las comunicaciones materiales con
ciertos Espíritus, pero no de las comunicaciones morales.”
No. 9. ¿De modo que la
interrupción de la facultad Mediúmnica no siempre implica una reprobación de
parte de los Espíritus?
“No, sin duda, puesto
que puede ser una prueba de
benevolencia.”
No. 10. ¿Por medio de qué
señal se puede reconocer una reprobación en esa interrupción?
“Basta con que el médium interrogue a su conciencia y se pregunte
a sí mismo qué uso ha hecho de su facultad, cuál es el bien que ha resultado de
ella para los demás, qué provecho ha extraído de los consejos que le dieron, y
tendrá la respuesta.”
No. 11. El médium que
quedó imposibilitado de escribir, ¿puede recurrir a otro médium?
“Eso depende de la causa de la interrupción, pues a menudo esta
tiene por finalidad dejaros durante algún tiempo sin comunicaciones, después de
los consejos que se os han impartido, para que no os acostumbréis a no hacer
nada sin nosotros. En ese caso, el médium no tendrá éxito si recurre a otro
médium. Esto sucede, además, con el objetivo de probaros que los Espíritus son
libres y que no podéis obligarlos a proceder
según vuestro capricho. Por ese motivo, también, las personas que no son
médiums no siempre obtienen todas las comunicaciones que desean.”
OBSERVACIÓN
– De hecho, se debe tomar en
cuenta que quien recurre a otro médium para obtener comunicaciones, por lo
general no consigue nada satisfactorio a pesar de la calidad de ese médium, mientras
que en otras ocasiones las respuestas son muy explícitas. Eso depende de tal
modo de la voluntad del Espíritu, que el cambio de médium no sirve de nada. En
ese aspecto, parece que los Espíritus mismos se pasan la consigna, porque lo
que no se consigue de uno, tampoco habrá de obtenerse de ningún otro. Así pues,
abstengámonos de insistir y no perdamos la paciencia, si no queremos ser
víctimas de Espíritus mentirosos. En caso de que exijamos una respuesta, ellos
nos responderán, y los buenos dejarán que lo hagan, a fin de castigarnos por
nuestra insistencia.
No. 12. ¿Con qué objetivo
la Providencia ha dotado de Mediúmnidad especialmente a ciertos individuos?
“Se trata de una misión que se les
encomienda, y de la que se sienten dichosos. Ellos son los intérpretes entre
los Espíritus y los hombres.”
No. 13. Sin embargo, hay
médiums que sólo emplean su facultad con repugnancia.
“Son médiums
imperfectos. No conocen el valor de la gracia que se les ha concedido.”
No. 14. Si se trata de una
misión, ¿por qué esa facultad no es privilegio de los hombres de bien, dado que
se concede a personas que no merecen ninguna consideración y que pueden abusar de
ella?
“La facultad se les
concede porque la necesitan para su mejoramiento, y también para que reciban
buenas enseñanzas. Si no la aprovechan, sufrirán las consecuencias. ¿Acaso
Jesús no predicaba de preferencia a los pecadores, alegando que es necesario
dar a los que no tienen?”
No. 15. Las personas que
tienen un fuerte deseo de escribir como médiums, pero que no lo consiguen,
¿deberán sacar de ahí alguna conclusión contraria a sí mismas, en lo que
respecta a la benevolencia de los Espíritus para con ellas?
“No, porque es posible que Dios les haya negado esa facultad,
como puede haberles negado, por ejemplo, el don de la poesía o de la música. Si
no gozan de ese favor pueden, sin embargo, gozar de otros.”
No. 16. ¿Cómo puede un
hombre perfeccionarse mediante la enseñanza de los Espíritus cuando no dispone,
ni por sí mismo ni por la asistencia de otros médiums, de los medios necesarios
para recibir esa enseñanza en forma directa?
“¿Acaso no tiene los libros, como el cristiano tiene el
Evangelio?
Para practicar la moral de Jesús no es necesario que el
cristiano haya escuchado sus palabras en el instante mismo en que salían de la
boca del Maestro.”.
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Continuación con el tema del ítem #254, Libro de Los Médiums…
No. 5. ¿No se puede
también combatir la influencia de los Espíritus malos mediante su moralización?
“Sí,
pero eso nunca se hace, a pesar de que no hay que dejar de hacerlo, porque en
muchas ocasiones constituye una tarea que se os ha confiado, y que debéis
cumplir de manera caritativa y con religiosidad. Por medio de sabios consejos
se puede inducir a los Espíritus malos al arrepentimiento, a fin de acelerar su
progreso.”
No. [5a] – En ese caso,
¿cómo puede un hombre ejercer más influencia que los propios Espíritus?
“Los Espíritus perversos se acercan a los hombres, a quienes
tratan de atormentar, antes que a los otros Espíritus, de los cuales se alejan
todo lo posible. En esa aproximación a los humanos, cuando encuentran a alguien que los moraliza, al principio no lo
escuchan, e incluso se burlan de él. Posteriormente, si este sabe interesarlos,
terminan por dejarse impresionar. Los Espíritus elevados sólo pueden
hablarles en nombre de Dios, y eso los espanta. Es evidente que el hombre no
tiene más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica
mejor con la naturaleza de los Espíritus inferiores, y cuando él comprueba el
influjo que puede ejercer sobre ellos, comprende mejor la solidaridad que
existe entre el Cielo y la Tierra.
“Además, el influjo que el hombre puede ejercer sobre los
Espíritus guarda relación con su superioridad
moral. Él no domina a los Espíritus superiores, ni siquiera a los que, sin
ser superiores, son buenos y benévolos, pero sí puede dominar a los Espíritus
que son inferiores a él en moralidad.” (Véase el § 279.)
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He aquí la explicación del ítem #279, uno de mis favoritos.
Acerca de las evocaciones, Libro de Los Médiums…
#279. El
ascendiente sobre los Espíritus inferiores sólo se ejerce a través de la superioridad moral. Los
Espíritus perversos reconocen la autoridad de los hombres de bien.
En cambio, contra quien sólo les opone la energía de la voluntad, que es una
especie de fuerza bruta, los Espíritus perversos luchan y suelen ser los más fuertes.
En cierta ocasión, alguien trataba de dominar a un Espíritu rebelde mediante la
exclusiva acción de su voluntad, y recibió la siguiente respuesta: Déjame en paz con esos aires de fanfarrón, pues no vales
más que yo. ¿Qué se diría de un ladrón que predicase moral a otro
ladrón? Algunos se asombran de que el nombre de Dios, invocado contra los
Espíritus malos, por lo general no produzca ningún efecto. San Luis explicó la
causa de ese hecho en la respuesta siguiente:
“El nombre de Dios sólo ejerce influencia sobre los Espíritus
imperfectos cuando aquel que lo pronuncia puede valerse de ese nombre con
autoridad, en función de las virtudes que posee. Cuando lo pronuncia alguien que no tiene
ninguna superioridad moral, es una palabra como cualquier otra. Lo mismo sucede
con las cosas sagradas, con las que se trata de dominar a esos Espíritus. El
arma más poderosa se vuelve inofensiva en manos inexpertas o incapaces de
manejarla.”
______________________
Continuamos con la discusión del Ítem #254, acerca de las
Obsesiones.
No. 6. La subyugación
corporal, llevada a cierto grado, ¿puede causar la locura?
“Sí, una especie
de locura cuya causa el mundo no conoce, pero que no tiene relación con la
locura común. Entre aquellos a quienes se considera loco, muchos son apenas
subyugados. Les haría falta un tratamiento moral, porque con los tratamientos corporales se los vuelve realmente
locos. Cuando los médicos conozcan bien el espiritismo, sabrán hacer
esa distinción y curarán más enfermos que con las duchas.” (Véase el § 221.).
Entonces, he aquí la explicación #221
Capítulo
XVIII, Libro de Los Médiums
·
Inconvenientes y
peligros de la Mediúmnidad
·
Influencia del
ejercicio de la Mediúmnidad en la salud, en el cerebro y en los niños.
Inconvenientes y peligros de la Mediúmnidad
#221.
No.1.
La facultad Mediúmnica, ¿es el indicio de algún estado patológico,
o simplemente de un estado anómalo?
“Anómalo, a veces, pero no patológico.
Hay médiums cuya salud es muy firme. Los que están enfermos se hallan así por
otras causas.”
No. 2. El ejercicio de la
facultad Mediúmnica, ¿puede producir cansancio?
“El ejercicio demasiado prolongado de cualquier facultad
provoca cansancio. La Mediúmnidad se encuentra en la misma situación, en
especial la que se aplica a los efectos físicos. Este tipo de Mediúmnidad ocasiona forzosamente un consumo de fluido
que provoca cansancio, y que se repara mediante el descanso.”
3. El ejercicio de la Mediúmnidad,
desde el punto de vista de la salud, ¿puede de por sí generar inconvenientes,
sin tomar en cuenta los casos de abuso?
“Hay casos en los que es prudente, y hasta necesario,
abstenerse de ella, o por lo menos moderar su uso. Eso depende del estado físico y moral del médium. Por otra
parte, el médium suele sentirlo, y cuando está cansado debe abstenerse.”
4. ¿Existen personas para
las cuales ese ejercicio genera más inconvenientes que para otras?
“He
dicho que eso depende del estado físico y moral del médium. Algunas personas deben evitar todas las
causas de sobreexcitación, y el ejercicio de la Mediúmnidad es una de ellas.” (Véanse los §§ 188 y 194.).
Libro de Los Médiums,
Capítulo
XVI
187.
Los médiums pueden dividirse en dos grandes categorías:
MÉDIUMS DE EFECTOS FÍSICOS – Los que tienen el poder de provocar efectos materiales o
manifestaciones ostensibles. (§ 160.)
MÉDIUMS DE EFECTOS
INTELECTUALES – Los que son más especialmente aptos
para recibir y transmitir comunicaciones inteligentes. (§ 65 y siguientes.).
Todas
las demás variedades se relacionan más o menos directamente con una u otra de
esas dos categorías, y algunas participan de ambas. Si analizamos los
diferentes fenómenos producidos bajo la influencia Mediúmnica, veremos que en
todos ellos hay un efecto físico, y que a los efectos físicos se une casi
siempre un efecto inteligente. Algunas veces es difícil determinar el límite
entre los dos, pero eso no implica ninguna consecuencia. Incluimos bajo la denominación
de médiums de efectos intelectuales a los que pueden, más especialmente, servir
de intermediarios para las comunicaciones regulares y continuas. (§ 133.)
188.
Variedades comunes a todos los géneros de Mediúmnidad.
Médiums
sensitivos – Personas que son capaces de sentir la presencia
de los Espíritus a través de una impresión general o local, difusa o material. La mayoría de ellas distingue los Espíritus
buenos de los malos por la naturaleza de la impresión. (§ 164.)
“Los
médiums débiles y muy sensibles deben abstenerse de las comunicaciones con los
Espíritus violentos o cuya impresión es penosa, a causa de la fatiga que
resulta de ello.”
Médiums
naturales o inconscientes – Los que producen los fenómenos
espontáneamente, sin ninguna participación de su voluntad y, la mayoría de las
veces, sin que lo sepan. (§ 161.)
Médiums
facultativos o voluntarios – Los que tienen el
poder
de
provocar los fenómenos por obra de su voluntad. (§ 160.)
“Por
más firme que sea esa voluntad, ellos no pueden hacer nada si los Espíritus se
rehúsan, lo que prueba la intervención de un poder extraño.”
194.
4.º) Según las cualidades físicas del médium.
Médiums
tranquilos – Escriben siempre con cierta lentitud, sin
experimentar la más leve agitación.
Médiums
veloces – Escriben con una rapidez mayor a la que emplearían
de buen grado en su estado habitual. Los Espíritus se comunican por medio de
ellos con la rapidez del relámpago. Se diría que hay en ellos una
superabundancia de fluido, que les permite identificarse de manera instantánea
con el Espíritu. Esta cualidad presenta el inconveniente de que, algunas veces,
debido a la rapidez con que fue obtenido el texto, se torna muy difícil su lectura,
salvo que la realice el propio médium.
“Es
muy agotadora, porque el médium consume mucho fluido inútilmente.”
Médiums
convulsivos – Se hallan en un estado de sobreexcitación
casi febril. La mano y, algunas veces, todo el cuerpo se sacuden con un temblor
que no consiguen dominar. La causa principal de este fenómeno está, sin duda,
en la organización, pero también depende
mucho de la naturaleza de los Espíritus que a través de ellos se comunican. Los Espíritus buenos y
benévolos producen siempre una impresión suave y agradable. Los malos, por el
contrario, una impresión penosa.
“Sólo
muy raramente esos médiums deben valerse de la facultad
Mediúmnica,
pues su empleo demasiado frecuente podría afectarles el sistema nervioso.”
(Véase, en el capítulo “Identidad de los Espíritus”, la distinción entre los Espíritus buenos y los malos.)
_____________________________
Veamos
esta referencia en concreto en el Libro de Los Médiums, Capítulo XXIV
Posibles pruebas de identidad
#255.
El
problema de la identidad de los Espíritus es uno de los más controvertidos, aun
entre los adeptos del espiritismo. De hecho, los Espíritus no nos exhiben
ningún documento de identidad, y se sabe que algunos de ellos adoptan con mucha
facilidad nombres que nunca les pertenecieron. Precisamente por eso, este problema
constituye, después de la obsesión, una de las mayores dificultades que presenta
el espiritismo práctico. Además, en muchos casos, la certeza absoluta de la
identidad es una cuestión secundaria, que carece de real importancia. La identidad de los Espíritus de personajes
que vivieron en tiempos lejanos es la más difícil de comprobar, y muchas veces
incluso resulta imposible, de modo que quedamos limitados a una apreciación
puramente moral. Se juzga a los Espíritus, como a los hombres, por su lenguaje.
Si un Espíritu se presenta con el nombre de Fenelón, por ejemplo, y manifiesta
trivialidades o puerilidades, está muy claro que no puede ser él. En cambio, si
sólo dice cosas dignas del carácter de Fenelón, cosas que este no desaprobaría,
entonces existe, si no una prueba material, al menos una probabilidad moral de
que sea él. En casos como este, sobre todo, la identidad real se convierte en
una cuestión secundaria. Dado que el Espíritu sólo dice cosas buenas, poco
importa el nombre con el cual se identifique. Se objetará, sin duda, que si un
Espíritu adopta un nombre supuesto, aunque lo haga sólo para el bien, no por
eso deja de cometer un fraude y, por consiguiente, no puede ser un Espíritu bueno.
Aquí se presentan cuestiones delicadas, matices muy difíciles
de
captar, y que trataremos de desarrollar a continuación.
#256. A medida que los
Espíritus se purifican y se elevan en la jerarquía espírita, las
características distintivas de su personalidad se borran, en cierto modo, en la
uniformidad de la perfección. Con todo, no por eso dejan de conservar su
individualidad. Esto es lo que sucede con los Espíritus superiores y con los
Espíritus puros. En esa situación, el nombre que tuvieron en la Tierra, en una
de las mil existencias corporales efímeras por las que pasaron, es algo
absolutamente irrelevante. Notemos, además, que los Espíritus son atraídos, los
unos hacia los otros, por la semejanza de sus cualidades, y que de ese modo
forman grupos o familias por simpatía. Por otra parte, si consideramos la
cantidad inmensa de Espíritus que, desde el origen de los tiempos, deben de
haber alcanzado las categorías más elevadas, y si la comparamos con la restringida
cantidad de hombres que dejaron un nombre ilustre en la Tierra, comprenderemos
que, entre los Espíritus superiores que pueden comunicarse, la mayoría debe de
tener nombres que no conocemos. Sin embargo, como necesitamos nombres para
fijar nuestras ideas, ellos pueden adoptar el de un personaje conocido, cuya
naturaleza se identifique mejor con la de ellos. De esa manera, nuestros
ángeles de la guarda se dan a conocer, la mayoría de las veces, con el nombre
de alguno de los santos que veneramos y, en general, con el de aquel que nos
inspira mayor simpatía. De ahí se deduce que, si el ángel de la guarda de una
persona se manifiesta diciendo que es san Pedro, por ejemplo, no habrá ninguna
prueba material de que sea precisamente el apóstol de ese nombre. Tanto podrá
ser él como un Espíritu completamente desconocido, pero perteneciente a la
familia de Espíritus de la que también forma parte san Pedro. También se deduce
que, sea cual fuere el nombre con
el que alguien invoque a su ángel de la guarda, este atenderá el llamado que se
le dirija, pues lo atrae el pensamiento, y no el nombre, que le resulta
indiferente. Lo mismo ocurre cada vez
que un Espíritu superior se comunica en
forma espontánea dando el nombre de un personaje conocido. Nada prueba que sea
exactamente el Espíritu de ese personaje, pero si no dice nada que contradiga
el carácter elevado de este último, existirá la presunción
de que
se trata de él, y en todos los casos se puede afirmar que, si no es él, debe
ser un Espíritu de la misma categoría, o tal vez alguien a quien él mismo ha
enviado.
En resumen, la cuestión del
nombre es secundaria. El nombre puede ser considerado como un simple indicio de
la categoría que el Espíritu ocupa en la escala espírita. Otra es la situación cuando un Espíritu que
pertenece a un orden inferior se adorna con un nombre respetable para que demos
crédito a sus palabras. Este caso es tan frecuente que, con el fin de prevenir
esa clase de sustituciones, toda precaución que se tome nunca será exagerada.
Gracias a esos nombres usurpados y, sobre todo, con la ayuda de la fascinación,
algunos Espíritus sistemáticos, más orgullosos que sabios, intentan hacer que
se admitan las ideas más ridículas. Así pues, la cuestión de la identidad, como
hemos dicho, resulta casi indiferente cuando las instrucciones son generales,
pues los Espíritus más adelantados pueden sustituirse mutuamente, sin mayores
consecuencias. Los Espíritus superiores forman, por así decirlo, un todo
colectivo, cuyas individualidades son para nosotros, con raras excepciones,
absolutamente desconocidas. Lo que nos interesa no es su persona, sino su
enseñanza. Ahora bien, si la enseñanza es buena, poco importa que quien la
imparte se llame Pedro o Pablo. Lo juzgamos por su calidad y no por sus
insignias. Si un vino es malo, la etiqueta no lo hará mejor. No sucede lo mismo
con las comunicaciones íntimas, porque ahí se trata del individuo: es su
persona la que nos interesa. Así, es lógico que, en esas circunstancias,
procuremos cerciorarnos de que el Espíritu que atiende nuestro llamado es
realmente aquel que deseamos.
#257.
La
identidad resulta mucho más fácil de comprobar cuando se trata de Espíritus
contemporáneos, cuyo carácter y hábitos son conocidos, porque son precisamente
esos hábitos, de los que todavía no han tenido tiempo para despojarse, los que
nos permiten reconocerlos. Diremos, desde ya, que esos hábitos son uno de los
signos más seguros de su identidad. El Espíritu puede, sin duda, brindar
pruebas de su identidad, en atención al pedido que se le haga en ese sentido,
pero sólo lo hace si le conviene. Por lo general, ese pedido lo ofende, razón por la cual es
preciso evitarlo. Al dejar el cuerpo, el Espíritu no se ha despojado de su susceptibilidad:
se molesta con las preguntas cuyo objetivo es someterlo a prueba. Hay preguntas que nadie osaría hacerle en vida, por temor de faltar a
los convencionalismos. ¿Por qué, pues, se lo tratará con menos consideración
después de su muerte? Si un hombre se presenta en un salón dando su nombre,
¿habrá alguien que le pida, bruscamente, que muestre sus documentos, con el pretexto
de que puede ser un impostor? Por cierto, a ese hombre lo asistiría el derecho
de recordar a su interlocutor las reglas de cortesía. Eso es lo que hacen los
Espíritus, cuando no responden o se retiran. Tomemos un ejemplo a modo de
comparación. Supongamos que el astrónomo Arago, en caso de que estuviera vivo,
se presentase en una casa donde nadie lo conociera, y fuese interpelado de este
modo: “Decís que sois Arago, pero como no os conocemos, tened a bien
demostrarnos vuestra identidad respondiendo a nuestras preguntas. Comenzad por
resolved este problema de astronomía; decidnos luego vuestro nombre y apellido,
los nombres de vuestros hijos, y lo que hicisteis tal día, a tal hora, etc.”.
¿Qué hubiera respondido Arago? Pues bien, como Espíritu haría lo mismo que
hubiese hecho en vida, y los demás Espíritus proceden de igual manera.
#258. Si bien los Espíritus
se rehúsan a responder preguntas pueriles y ridículas, que cualquier persona
tendría escrúpulos en plantearles en caso de que estuvieran vivos, por otro
lado suelen dar espontáneamente pruebas irrecusables de su identidad, sea por su
carácter, que se revela en el lenguaje que usan, sea por el empleo de palabras
que les resultaban familiares, o bien por la cita de determinados hechos y
particularidades de su vida, que en ocasiones resultan desconocidos para los
asistentes y cuya exactitud se puede verificar. Las pruebas de identidad se
destacan, además, de una infinidad de circunstancias imprevistas, que no
siempre se presentan
de
inmediato, sino que surgen a lo largo de las manifestaciones. Conviene, pues,
esperar a que se produzcan, sin provocarlas, observando atentamente todas las
que puedan resultar de la naturaleza de las comunicaciones. (Véase el hecho
referido en el § 70.)
#259. Un medio que en
ocasiones se ha empleado con éxito para cerciorarse de la identidad de un
Espíritu cuya comunicación inspira sospecha, consiste en pedirle que afirme, en el nombre de Dios todopoderoso, que es realmente quien dice ser.
Ocurre a menudo que el Espíritu que se presenta con un nombre usurpado retrocede
antes de cometer un sacrilegio. Así pues, tras haber comenzado a decir: Afirmo, en el nombre de..., se detiene y traza, encolerizado, rasgos sin sentido en
el papel, o quiebra el lápiz. Si es más hipócrita, elude la cuestión mediante
una restricción mental y escribe, por ejemplo: Os
aseguro que digo la verdad; o bien: Atestiguo, en nombre de Dios, que
soy yo el que os habla,
etc. No obstante, hay algunos menos escrupulosos, que juran por todo lo que se
les pida. Uno de esos Espíritus se comunicó con un médium diciendo que era Dios,
y el médium, muy honrado con tan alta distinción, no vaciló en creerle. Evocado
por nosotros, el Espíritu no se atrevió a sostener su impostura, y dijo:
–No
soy Dios, pero soy su hijo.
–Entonces,
¿eres Jesús? Eso no es probable, pues Jesús es demasiado elevado para emplear
un subterfugio. Con todo, ¿te atreves a afirmar, en nombre de Dios, que eres
Cristo?
–No
digo que soy Jesús, sino el hijo de Dios, porque soy una de sus criaturas.
De
aquí debemos inferir que la negativa, por parte de un Espíritu, a confirmar su
identidad en nombre de Dios, constituye siempre una prueba evidente de que el
nombre que ha adoptado es falso. Con todo, el hecho de que lo afirme es apenas
una presunción, y no representa una prueba infalible.
#260. Podemos incluir
también, entre las pruebas de identidad, la semejanza de la escritura y de la
firma. No obstante, además de que no todos los médiums tienen capacidad para
obtener ese fenómeno, este no siempre representa una garantía suficiente. En el
mundo de los Espíritus también hay falsificadores, como los hay en la Tierra.
Por consiguiente, la semejanza de la escritura es apenas una presunción de
identidad, que sólo adquiere valor por las circunstancias que la acompañan. Lo
mismo sucede con todos los signos materiales. Algunas personas consideran esos
signos como talismanes imposibles de imitar por parte de los Espíritus
mentirosos.
Para
los que se atreven a cometer perjurio en nombre de Dios, o falsificar una
firma, ningún signo material puede constituir un obstáculo demasiado grande.
Por consiguiente, la mejor de todas las pruebas de identidad radica en el
lenguaje y en las circunstancias fortuitas.
#261. Por cierto, se
alegará que si un Espíritu puede imitar una firma, también puede imitar
perfectamente el lenguaje de otra persona. Es verdad. Hemos visto algunos
Espíritus que usurpaban descaradamente el nombre de Cristo y, para engañar
mejor, simulaban el estilo evangélico y emitían a tontas y a locas estas muy
conocidas palabras: En verdad, en verdad os digo. Con todo, cuando se
analiza la comunicación en su conjunto, sin
prejuicios,
escrutando el fondo de las ideas, así como el alcance de las expresiones, y se
encuentran recomendaciones pueriles y ridículas junto a bellas máximas de
caridad, sería preciso estar fascinado para dejarse engañar. En efecto, algunos aspectos formales del
lenguaje pueden ser imitados, pero no el pensamiento. La ignorancia nunca
imitará el verdadero saber, y el vicio nunca imitará la verdadera virtud. Estos
Espíritus siempre descubren la oreja por algún lado. En estos casos, tanto el
médium como el evocador precisan el máximo de perspicacia y discernimiento para
separar la verdad de la mentira. Deben persuadirse de que los Espíritus
perversos son capaces de todos los ardides y que, cuanto más elevado sea el
nombre con que un Espíritu se presente, tanta mayor desconfianza deberá
inspirar.
¡Cuántos
médiums han recibido comunicaciones apócrifas firmadas por Jesús, María o algún
santo venerado!
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Continua
el ítem #221
5. La Mediúmnidad, ¿puede
causar la locura?
“No más que cualquier otra cosa, salvo que exista una
predisposición a la locura, cuya causa radica en la debilidad del cerebro. La Mediúmnidad
no producirá la locura si el principio de esta no existe. No obstante, si ese
principio existe, lo que fácilmente se reconoce por el estado moral de la
persona, el buen sentido nos indica que debemos ser cautelosos desde todo punto
de vista, dado que cualquier causa de conmoción podría ser perjudicial.”
6. ¿Hay algún
inconveniente en que se desarrolle la Mediúmnidad en los niños?
“Sin duda. E incluso sostengo que es muy peligroso, pues esas
organizaciones frágiles y delicadas experimentarían fuertes conmociones, y su
joven imaginación se sobreexcitaría demasiado.
Por eso los padres prudentes deben apartarlos de esas ideas,
o al menos sólo hablarles acerca de ellas en relación con sus consecuencias morales.”
7. Sin embargo, hay niños
que son médiums naturalmente, ya sea para los efectos físicos, para la
escritura o las visiones. En esos casos, ¿se presenta el mismo inconveniente?
“No. Cuando la facultad se manifiesta espontáneamente en un
niño, es porque está en su naturaleza y porque su constitución se presta a
ello. No sucede lo mismo cuando se la provoca y se la sobreexcita. Observad
que, por lo general, el niño que tiene visiones se impresiona poco con ellas,
pues le parecen algo completamente natural. Les concede escasísima atención, y
a menudo las olvida. Más adelante, esos hechos vuelven a su memoria, y entonces
logra entenderlos fácilmente en caso de que conozca el espiritismo.”
8. ¿A qué edad podemos
practicar la Mediúmnidad, sin que haya inconvenientes?
“No existe una edad determinada. Eso depende por completo del
desarrollo físico y, más aún, del desarrollo moral. Hay niños de doce años que
se verían menos afectados por la Mediúmnidad que algunas personas ya formadas.
Me refiero a la Mediúmnidad en general, pues la de efectos físicos es más
agotadora para el cuerpo. Por su parte, la Psicografía presenta otro
inconveniente: el que resulta de la inexperiencia del niño, en caso de que este
quiera practicarla a solas y convertirla en un entretenimiento.”
No quiero dejar fuera el #222, y por eso lo presento a
continuación.
222. La práctica del espiritismo, como veremos más adelante, exige mucho
tacto para desbaratar las intrigas de los Espíritus embusteros. Si hasta los hombres
maduros pueden ser burlados por ellos, más expuestos todavía se encuentran los
niños y los jóvenes, a causa de su inexperiencia. Se sabe, además, que el recogimiento
es una condición sin la cual no se puede tener trato
con los Espíritus serios. Las evocaciones que se hacen sin cuidado y en tono
de broma constituyen una verdadera profanación, que facilita el acceso a los
Espíritus burlones o dañinos. Como no se puede esperar de un niño la seriedad
necesaria para semejante acto, sería de temer que, librado a sí mismo, lo
convierta en un juego. Incluso en las condiciones más propicias, es preferible
que un niño dotado de la facultad Mediúmnica no la ejerza sino bajo la
vigilancia de personas con experiencia, que habrán de enseñarle, mediante el ejemplo,
el respeto que se debe a las almas de los que vivieron. De ahí se sigue que la
cuestión de la edad se halla subordinada tanto a las condiciones del
temperamento como a las del carácter. No obstante, lo que resalta con claridad
de las respuestas precedentes es que, cuando la Mediúmnidad no es espontánea, no se
debe forzar el desarrollo de esa facultad en los niños, y que en todos los
casos hay que emplearla con la mayor prudencia. Además, no hay que excitarla ni
estimularla en las personas débiles. Es necesario apartar del ejercicio de la Mediúmnidad,
por todos los medios posibles, a las personas que presenten síntomas, aunque
mínimos, de excentricidad
en las ideas o de debilitamiento de las facultades mentales, porque
en esas personas existe una predisposición evidente a la locura, que puede manifestarse por
efecto de cualquier sobreexcitación. En ese aspecto, las
ideas espíritas no ejercen más influencia que otras. Con todo, en caso de que
la locura se declare, tomará el carácter de la preocupación dominante, así como
tomaría un carácter religioso si la persona se consagrara en exceso a las
prácticas de devoción, y entonces
la responsabilidad recaerá en el espiritismo. Lo mejor que se
puede hacer, con toda persona que muestre la tendencia a una idea fija,
es dar otra dirección a sus preocupaciones, a fin de proporcionarle descanso a
sus órganos debilitados. A propósito de este tema, llamamos la atención de
nuestros lectores sobre el § XII de la “Introducción” de El Libro de los
Espíritus.
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Continuamos
con la discusión del ítem #254, del Libro de Los Médiums.
7. ¿Qué debemos pensar de
los que, viendo algún peligro en el espiritismo, creen que el medio de evitarlo
sería prohibir las comunicaciones espíritas?
“Si bien pueden prohibir a ciertas personas que se comuniquen
con los Espíritus, no pueden impedir que esas mismas personas reciban
manifestaciones espontáneas, dado que no les resultar posible suprimir a los
Espíritus, ni impedir que ejerzan su influencia oculta. Actúan como esos niños
que cierran los ojos y por eso creen que nadie los ve. Sería una locura
pretender suprimir un fenómeno que ofrece grandes ventajas, sólo porque algunos
imprudentes pueden abusar de él. El medio de prevenir esos inconvenientes
consiste, por el contrario, en hacer que ese fenómeno se conozca en
profundidad.”