Las Manifestaciones Espontaneas de Espíritus, según el Libro de Los Espíritus, items #268, y #269, 👌 no son parte de las enseñanzas del Espiritismo… Allan Kardec
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Las Manifestaciones Espontáneas, no son parte de las enseñanzas del Espiritismo… El Libro de los Médiums, es enfático en decir que no se puede confiar de las manifestaciones espontáneas de los Espíritus. Sin embargo el supuesto "Espíritu Ismael", espíritu mentor de la Federación Espirita de Brasil (FEB), se manifestó espontáneamente en Brasil en el año de 1888, e indicó que las manifestaciones espontaneas eran correctas, y que se debían considerar los mensajes de los Espíritus que se manifiestan espontáneamente.
http://soyespirita.blogspot.com/2017/03/las-manifestaciones-espontaneas-no-son.html
Obviamente este "Ismael" es un mistificador en el Espiritismo. Aquí es una contradicción que delata a un Espíritu Embustero, pues los espíritus que se contradicen no son espíritus "Superiores". Los Espíritus realmente "Superiores", no se contradicen con las enseñanzas del Espiritismo.
Ésto lo advirtió, el Espíritu de Verdad a Allan Kardec en el artículo #268. Libro de Los Médium #268 Segunda Parte – Capítulo XXIV 268.
Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus. 1. ¿Mediante qué signos se puede reconocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
“Por su lenguaje, así como distinguís a un hombre sensato de uno atolondrado. Ya hemos dicho que los Espíritus superiores nunca se contradicen y sólo manifiestan conceptos beneficiosos. Sólo quieren el bien, que constituye su única preocupación.”Los Espíritus inferiores se encuentran todavía bajo el dominio de las ideas materiales. Sus discursos reflejan la ignorancia y la imperfección que los caracterizan. Sólo a los Espíritus superiores les es dado conocer todas las cosas y juzgarlas sin apasionamiento.”
Es decir que los Espíritus Verdaderamente Superiores les es dado conocer todas las cosas a fin de que nunca caigan en contradicciones, si el Espíritu cae en contradicción, se clasifica como Espíritus Impuros en el Espiritismo. No se necesitan las manifestaciones espontáneas, y nos hacen correr el riesgo de ser Mistificados. Veamos sobre las evocaciones a los espíritus, que es correcto y que no lo es.
Acerca de las evocaciones Libro de Los Médiums Capítulo XXV Consideraciones generales 269. Los Espíritus pueden comunicarse en forma espontánea, o bien en respuesta a nuestro llamado, es decir, presentándose mediante la evocación. Algunas personas piensan que no debemos evocar a ningún Espíritu, sino que es preferible esperar la llegada de cualquiera que desee comunicarse. Se basan en la opinión de que, cuando llamamos a un Espíritu determinado, no podemos tener la certeza de que sea él mismo quien se presenta, mientras que aquel que acude espontáneamente, por su propia iniciativa, prueba mejor su identidad, puesto que de ese modo manifiesta el deseo que tiene de conversar con nosotros. Por nuestra parte, opinamos que eso es un error.
Primero, porque siempre estamos rodeados de Espíritus, la mayoría de las veces de condición inferior, que no desean otra cosa que comunicarse. En segundo lugar, y precisamente por esa razón, el hecho de que no llamemos a ningún Espíritu en particular equivale a abrir la puerta a todos los que quieran entrar. En una asamblea, no ceder la palabra a nadie implica dejarla libre a cualquiera, y se sabe lo que de ahí puede resultar. El llamado directo que se hace a un Espíritu determinado establece un vínculo entre él y nosotros.
Lo convocamos porque es nuestro deseo, y de ese modo oponemos una especie de barrera a los intrusos. Si no existiera un llamado directo, la mayoría de las veces un Espíritu no tendría motivo alguno para acercarse a nosotros, a menos que fuera nuestro Espíritu familiar. Ambas maneras de actuar tienen sus ventajas, y el único inconveniente radicaría en que alguna de ellas fuera excluida de manera absoluta. Las comunicaciones espontáneas no acarrean ningún inconveniente si mantenemos el control de los Espíritus y estamos seguros de que los malos no lograrán dominarnos. En ese caso, por lo general es útil aguardar la buena voluntad de los que están dispuestos a manifestarse, porque su pensamiento no sufre ninguna presión, y de esa manera se pueden obtener cosas admirables. En cambio, puede suceder que el Espíritu a quien se llama no esté dispuesto a hablar, o no sea capaz de hacerlo en el sentido deseado.
El análisis escrupuloso que hemos aconsejado es, además, una garantía contra las malas comunicaciones. En las reuniones regulares, sobre todo en aquellas en las que se realiza un trabajo continuado, siempre hay Espíritus habituados a concurrir sin que se los llame, justamente porque están prevenidos a causa de la regularidad de las sesiones. A menudo toman la palabra de manera espontánea, para tratar un tema cualquiera, desarrollar una proposición o prescribir lo que se debe hacer, en cuyo caso son fácilmente reconocibles, sea por la forma del lenguaje, que es siempre idéntico, sea por la escritura, o bien por ciertos hábitos que les son peculiares. ____________________________ http://soyespirita.blogspot.com/2017/03/las-manifestaciones-espontaneas-no-son.html
Entonces, los Espiritistas Verdaderos, debemos comunicar esas diferencias abismales de lo qué es y qué no es Espiritismo.
Todas sus actividades llamadas "PARANORMALES", no han aportado nada para la "Elaboracion" del Espiritismo. El Espiritismo, no ha tenido ningun avance. Todos los que se dedicaron a estudiar los Fenómenos Paranormales, no aportaron nada al Espiritismo, comenzando con Leon Denis, Arthur Conan Doyle, Ernesto Bozzano, Robert Richet, William Crookes, y ninguno de ellos aportaron nada en beneficio de las enseñanzas y creencias del Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo 🌍, el Verdadero Espiritismo.
Todo lo relacionado a lo Paranormal, son contrarias a las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero.
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Paranormal
término usado para dar nombre a cierta clase de experiencias que se encuentran al margen de las experiencias normales.
Paranormal o fenómenos paranormales (del gr. παρά, pará, «al lado, al margen» y el adjetivo «normal») son términos usados para dar nombre a cierta clase de experiencias que se encuentran al margen del campo de las experiencias normales explicables científicamente. Los fenómenos paranormales no son asimilables a otros fenómenos no completamente entendidos, como, por ejemplo, la energía oscura.
La comunidad científica considera que no existe evidencia que apoye el conjunto de creencias que se engloban dentro de la etiqueta "paranormal", considerándolas pseudocientíficas.[1]
Descripción
Difusión actual
Con la publicación de la obra El retorno de los brujos de Bergier y Pauwels (1960) y de los bestseller de Erich von Däniken —como Recuerdos del futuro, etc.—, hubo una oleada de publicaciones similares donde el tema de lo paranormal se potenció en librerías y revista; a tal punto; de influenciar audiencias en televisión y cine. La aceptación de lo paranormal se ha difundido considerablemente, con un sinfín de películas y de series como la recordada The X-Files, y otras como Actividad paranormal, Supernatural, la serie Fringe o la Dimensión desconocida; programas de TV españoles tales como Cuarto Milenio y emisiones de radiodifusión como, entre otros, Milenio tres, Espacio en blanco o La rosa de los vientos.
Según un estudio de Gallup[11] en 2005 en EE. UU., 73% de los encuestados creían en al menos uno de diez fenómenos paranormales incluidos en la encuesta.
Los fenómenos eran los siguientes (número de respuestas positivas entre paréntesis):
- Percepción extrasensorial (41%)
- Casas embrujadas (37%)
- Fantasmas (32%)
- Telepatía (31%)
- Adivinación del futuro (26%)
- Astrología (25%)
- Brujas (21%)
- Comunicación con los muertos (21%)
- Reencarnación (20%)
- Canalización de entidades espirituales (9%).
Investigación y métodos
La investigación de los fenómenos paranormales y aún más su interpretación, son difíciles de encajar en el ámbito de las pautas metodológicas y las teorías científicas establecidas. Debe tenerse en cuenta el problema epistemológico que significa el calificar como "paranormales" precisamente aquellos hechos para los que no se haya podido encontrar explicación causal empleando la metodología de la ciencia positiva, la cual es, por tanto, de obligatoria aplicación previa en el proceso —multidisciplinar— de determinación de todo supuesto fenómeno paranormal. Puede decirse que la historia de las ciencias, secular y abierta, ha venido siendo la de la mutua referencia entre lo observado, como dato a definir con precisión, y la elaboración del orden de pautas de investigación a seguir en el proceso metódico de lograr dicha definición. Esto ha conducido a señalar que, si han de ser los hechos observados los que orienten la elaboración del método y no al contrario, es decir, no que los hechos se adapten a un método preestablecido (que podría, como consecuencia de su aplicación, desfigurar los rasgos definitorios que se buscan), los datos que nos ocupan están reclamando una adecuada metodología específica.
Sucesos paranormales como los clasificados más arriba no constituyen observaciones deducibles de las teorías e hipótesis científicas, uno de cuyos valores es el de ser predictivas y contrastables, además de coherentes con el paradigma científico vigente, del cual reciben su inspiración. Dentro de la metodología científico-natural, teorías e hipótesis empíricas incluyen siempre, precisamente por ser empíricas, la posibilidad tanto de anomalías como de refutaciones, entre las cuales destacarían los datos llamados paranormales. En este sentido, la discusión contemporánea muestra que, según unos, el estudio de tales fenómenos pretende iniciar su propia historia como ciencia injustificadamente, porque carece de un ámbito propio de objetos a definir, bien porque se juzga que tales datos no se han verificado o no se han replicado experimentalmente, bien porque se los considera de posible asimilación a datos ya conocidos, mientras que según otros, esa historia, aunque llena de dificultades, está ya plenamente iniciada, al estimarse que los hechos, comprobados algunos de ellos también en laboratorio, componen una casuística significativa con fisonomía específica y, por tanto, su negación o el rechazo de su investigación no responden al genuino espíritu científico, sino, en el caso más objetivo de rechazo, a la posición denominada cientificismo.
El gran número de fenómenos presuntamente paranormales de que se viene teniendo noticia documental desde tiempos remotos, los registros y comprobaciones referidos a fenomenología tanto espontánea como provocada, así como la atención prestada por algunos científicos a ciertos fenómenos vinculados a la doctrina espiritista (mesas y "médiums" parlantes, escritura automática, formaciones ectoplásmicas y otros), terminaron por animar la creación de sociedades (así, en 1882, la pionera Society for Psychical Research, de Londres, con su posterior filial norteamericana) e institutos de investigación (así, en 1919, el Instituto Metapsíquico Internacional de París, declarado oficialmente "de utilidad pública",[12] o el de Varsovia), con la promoción de conferencias y congresos sobre los datos que constituyen el objeto material de estudio del llamado, ya en nuestros días, "parapsicólogo". Cierta fenomenología espontánea que, como tal, es testimoniada desde experiencias vividas en condiciones no sometidas a control, también mereció interés por las posibles consecuencias científicas de lo que se descubriese respecto a sus procesos y causas, conduciendo progresivamente a una investigación que, objetivando su realidad bajo control experimental, lograse describir las leyes de su dinamismo. (Se prescinde aquí de la problemática epistemológica, general para todas las ciencias experimentales, que suponen las nociones de causalidad y de ley de la naturaleza, tal como ha venido siendo presentada a lo largo del siglo xx por científicos y filósofos de la ciencia).
"Investigación psíquica" y "Metapsíquica", término este último utilizado por el premio Nobel de Fisiología francés Charles Richet, fueron los primeros nombres dados a la disciplina que se ocupa del estudio de los fenómenos paranormales. A partir de la I Conferencia Internacional sobre Parapsicología, celebrada en Utrecht (Holanda) en 1953, se impuso este último término, "Parapsicología", acuñado en 1889 por Max Dessoir, filósofo alemán de la Universidad de Berlín. Los científicos reunidos en la citada Conferencia convinieron en el interés de la investigación de los fenómenos paranormales hasta el punto de que, como consecuencia, en el mismo año 1953 un encargo de curso conferido en 1936 al profesor Willem H. C. Tenhaeff (1893-1981) se convirtió en una cátedra con un laboratorio anexo, el Instituto de Parapsicología de la Universidad de Utrecht. Una segunda cátedra, esta vez ya ordinaria, fue adjudicada al profesor Johnson en la misma universidad. Poco después, en 1954, la Universidad de Friburgo de Brisgovia (Alemania) confiaría una cátedra de Psicología y áreas limítrofes de la Psicología que acogería el Instituto para las áreas fronterizas de la Psicología y la Psicohigiene, al fundador de este en 1950: el médico, humanista y psicólogo Hans Bender, reconocida autoridad europea en la investigación paranormal. Por su parte, tras las experiencias de telepatía llevadas a cabo por Bechterev y mejoradas por el fisiólogo Leónidas Vassiliev, hasta el punto de interesar al gobierno de la URSS para fines militares, este último científico fundó en 1960 y dirigió en Leningrado hasta su muerte, en 1966, el Instituto de Bioinformación (término soviético para designar la telepatía), que su sucesor, P. Gulyaev, convirtió en el Laboratorio de Cibernética Biológica de la Universidad de Leningrado.[13]
La Parapsicología tiene sus orígenes en las investigaciones realizadas desde la segunda mitad del siglo xix por científicos ilustres (el ya mencionado Charles Richet, Oliver Lodge, William Crookes, Alfred Russell Wallace, F. Myers, William F. Barrett, William James, y otros). Aunque ya entre ellos se dieron antecedentes, la Parapsicología llamada "cuantitativa" y "empírica" comenzó su andadura a raíz de utilizarse un método experimental en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, EE.UU.) a finales de la década de 1920 y en la década de 1930, bajo los auspicios del psicólogo William McDougall, quien reclamó a un antiguo asistente suyo en Harvard: el catedrático de fisiología vegetal J. B. Rhine (1895-1980).[14] Este, en labor conjunta con su esposa, la Dra. Louise Ella Rhine, también botánica y naturalista, utilizó las "cartas Zener" y dados especiales, para experimentos orientados a constatar las manifestaciones de percepción extrasensorial y de psicocinesis, así como a encontrar correlaciones estadísticas en ellos.[15]
En 1957, en EE. UU. fue fundada la Parapsychological Association para el estudio metódico y sistemático de los fenómenos de este tipo. En 1969 la misma fue admitida en la prestigiosa Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.[16] Esa afiliación, junto con una apertura mayor hacia los "fenómenos psíquicos" en la década de 1970, tuvo como consecuencia un aumento de la investigación parapsicológica, con un renovado interés por la experimentación en laboratorio que dio lugar, por ejemplo, a las series de experimentos sobre visión remota realizadas en 1972 y 1973 en el Stanford Research Institute (California), con, entre otros sujetos, el artista neoyorquino Ingo Swann y el ex comisario de policía Patrick H. Price, así como las llevadas a cabo con el sujeto israelí Uri Geller, todas ellas bajo la dirección de dos físicos, pioneros investigadores del láser, que juzgaron satisfactorios sus resultados: Harold Puthoff y Russell Targ.[17]
El psicólogo John Beloff dio entrada a la Parapsicología en la Universidad de Edimburgo en 1962, habiéndose creado posteriormente en la misma Universidad la Unidad Arthur Koestler a partir del legado que, cumpliendo la última voluntad de este reconocido escritor, fallecido en 1983, se destinó a la investigación de los fenómenos paranormales.[18] También en el Reino Unido, un nuevo galardonado con el premio Nobel se ha sumado a los que ya prestaron atención a los fenómenos paranormales: el físico Brian Josephson,[19] de la Universidad de Cambridge.
En la URSS y en los países de su ámbito de influencia, hubo también mucho interés en el estudio de la Parapsicología en esos años, que vieron la fundación de múltiples cátedras y sociedades estatales especializadas que investigaron con arreglo a programas experimentales. Entre ellas estuvieron la Academia de Parapsicología y Medicina (1970), el Instituto de Paraciencia (1971), la Academia de Religión e Investigación Psíquica, el Instituto para las Ciencias Noéticas (1973), y la Asociación Internacional de Investigación Kirlian (1975).
En respuesta al creciente interés popular por la Parapsicología, también en los años setenta se crearon organizaciones escépticas, principalmente el Comité para la Investigación Científica de Afirmaciones Paranormales (1976), ahora llamado Committee for Skeptical Inquiry (Comité para la Investigación Escéptica), junto con su revista, el Skeptical Inquirer. En España la organización equivalente es la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, llamada por razones históricas ARP-SAPC, y el Círculo Escéptico.
Las críticas a las prácticas y afirmaciones hechas por la parapsicología son amplias. El premio Nobel de Física Sir George Thomson, consideraba en los años 1950 que la prueba experimental aportada por Rhine en Estados Unidos y por Soal en Inglaterra era "buena, lo bastante buena para ser aceptada, si lo que estuviese en juego no fuera el trastorno fundamental de los sistemas de pensamiento que han adoptado los científicos más modernos y más técnicos", señalando que la importancia "del tema es enorme, y se trabaja demasiado poco sobre él. Si resulta ser cierto todo ello, se producirá una revolución en el pensar".[20] Así, Thomson ya adelantaba la misma crítica que Carl Sagan resumía en "Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias". Thomson también incidió en la falta de reproducibilidad de los resultados obtenidos y la poca calidad de la estadística disponible: "Las pruebas son buenas, pero no lo bastante, en parte porque son pocas las gentes que se han dedicado a su estudio", y también por el desacuerdo entre investigadores en cuanto a las hipótesis empleadas "para dar cuenta de resultados procedentes de experimentos bastante similares", admitiendo que "ello puede deberse a que, en conjunto, la idea se halla muy distante de nuestros pensamientos usuales".[21] El psiquiatra Carl G. Jung —a quien la fenomenología paranormal interesó vivamente—, después de estimar "los conocidos experimentos de Rhine" como "prueba científica", expresaba lo siguiente: "la psique en ocasiones funciona más allá de la ley de causalidad espacio-tiempo. (...) Una imagen del mundo perfecta debería, por así decirlo, ser ampliada con otra dimensión; solo entonces podría aclararse unitariamente la totalidad de los fenómenos. Por ello los racionalistas insisten todavía hoy en que no existen experiencias parapsicológicas, pues con ello se derrumba su ideología (...), porque es imperfecta".[22] (El término "racionalista" equivale aquí a "cientificista" y, en este contexto, a "escéptico"). La comprobación crecientemente rigurosa de los datos paranormales —sin la que, a pesar de las críticas, no se habría podido reconocer como científica la disciplina de la que son objeto— se ha venido proponiendo de las dos formas ya señaladas:
Enfoque en fenomenología espontánea
Muchos estudiosos han catalogado testimonios referidos a fenómenos paranormales espontáneos, desde los numerosos archivados por la pionera Society for the Psychical Research de Londres; entre ellos, por ejemplo, el trabajo de Charles Fort (1874-1932), que recopiló unos 40.000 fenómenos inexplicados, sobre los que escribió siete libros, de los cuales perduran cuatro: The Book of the Damned (1919), New Lands (1923), Lo! (1931) y Wild Talents (1932).
La mencionada Dra. Louise E. Rhine escribe —refiriéndose concretamente al campo de los fenómenos de efectos parafísicos— lo siguiente, sobre el valor del dato paranormal espontáneo:
Y, sentando su posición como experimentadora, continúa:
Cuando se trata de fenómenos espontáneos, el investigador que accede a ellos se introduce en el escenario de los hechos con una primera finalidad imprescindible: asegurar su autenticidad, descubrir o descartar un posible fraude. Necesitará colaboradores expertos que aporten los pertinentes datos psicológicos, sociológicos, culturales, ideológicos, etc., en relación con los sujetos o testigos de los hechos, cuyos testimonios estudiará detenidamente, así como la recabada información histórica, cuando la misma sea relevante, sobre el lugar en que los hechos se han producido o se producen. Cuando se haya podido descartar el fraude, corresponderá a colaboradores científico-naturales determinar si los hechos tienen su adecuada explicación dentro de sus ciencias. Solo ante la negativa fundamentada de tal explicación, se clasificarán los fenómenos en su debida conceptuación paranormal hipotética, buscando, como es lógico, que el equipo investigador pueda observarlos de forma directa, utilizando medios técnicos de análisis y de registro de imagen, sonido y otras variables físicas, que proporcionan certeza de objetividad, así como datos sobre las probables y siempre importantes constantes o los elementos comunes con fenómenos ya investigados, permitiendo la buscada definición precisa de lo sucedido.
La crítica escéptica insiste en las posibles desviaciones introducidas por el observador, así como en la posible falta de sistematización en la recolección de datos.
Enfoque experimental
Varias universidades del mundo e investigadores independientes emplean métodos experimentales (no necesariamente el uso del método científico, o su realización al 100%), para repetir bajo control en laboratorio algunos de estos fenómenos. Uno de los principales iniciadores en este campo fue el ya mencionado Joseph B. Rhine (1895 – 1980).[25]
Los resultados experimentales hasta ahora no han sido universalmente aceptados y en pocas ocasiones se ha admitido su publicación en revistas científicas con peer review (revisión por pares), el método normal de aceptación de artículos científicos.
La opinión de la comunidad científica
La posición de la comunidad científica establecida queda reflejada en el siguiente texto, cuyo autor es Martin Gardner: "¿En qué se equivocan, en mi opinión, los parapsicólogos? No hay una respuesta única a esto. Creo que en la mayoría de los casos sus resultados son fruto de un sesgo no intencionado en el diseño de los experimentos y en el análisis de los datos en bruto. (...) En resumen, a mi modo de ver hay tres fuentes principales de error en los experimentos psi clásicos: la propensión inconsciente del experimentador, el fraude deliberado por parte de los sujetos, y un fraude poco frecuente por parte de los investigadores. (...) No puedo decir que las fuerzas psi no existan. Sólo digo que la evidencia que tenemos de ellas es débil. Las declaraciones extraordinarias reclaman una evidencia mucho más extraordinaria que la que los parapsicólogos han sido capaces de reunir. Cuando los experimentos puedan ser repetidos fiablemente, cuando sea evidente que los controles guardan una proporción razonable con la magnitud de las pretensiones, y cuando magos sabios participen en el diseño de esos experimentos y sean testigos de los mismos, entonces no dudaré en cambiar de parecer".[26]
Otro miembro de la comunidad científica, el socio-psicólogo H. J. Eysenck, en obra de autoría común con el parapsicólogo Carl Sargent, escribe que, frente a informes de acontecimientos paranormales, a un lado "se sitúan aquellos que dicen: 'Está bien. Vayamos a echar un vistazo'. Para nosotros, esos son los verdaderos científicos. (...) Al otro lado tenemos a quienes no creen que puedan existir pruebas dignas de ser buscadas. (...) Algunos científicos no desean que lo paranormal sea investigado. Están convencidos en el interior de sus propias mentes de que tales cosas no pueden existir (...) Y aún más: cuando se realiza alguna investigación en el campo de lo paranormal, esas gentes tratan de desacreditar las posibles pruebas conseguidas, a menudo con argumentos (...) que de ningún modo resultan aceptables a la luz de la crítica científica. Rechazamos con firmeza ese escepticismo de andar por casa. En principio, debe ser posible investigar científicamente toda anomalía o anormalidad. Por otro lado (...) Debemos adoptar una postura crítica frente a las pruebas que se nos ofrezcan, e insistir en que esas anomalías 'paranormales' estén apoyadas por hechos innegables. Solo entonces podremos proceder a alterar o desafiar las ideas establecidas por la ciencia. Sin embargo, hay una diferencia crucial entre un punto de vista escéptico y un punto de vista crítico. (...) Nosotros debemos ser (...) críticos, pero no escépticos".[27]
Según los escépticos, cabe la posibilidad de considerar los fenómenos parapsicológicos no como fenómenos reales, sino dentro de la psicología individual y social, en estudios sobre el desarrollo de creencias.
La Psicología no se adhiere a los postulados de la parapsicología, aunque algunos psicólogos han sido prominentes parapsicólogos. Por ejemplo, en 1978 el catedrático de Psiquiatría checo Stanislav Grof, radicado en EE. UU., funda la "Asociación Transpersonal Internacional", impulsando el estudio y la investigación de los estados modificados de la conciencia. Su aporte a la Parapsicología ha sido básicamente el concebir la conciencia no sólo como un mero producto de nuestro cerebro, sino como algo que puede existir de un modo transmaterial y que trascendería por tanto los límites del tiempo y del espacio. Los fenómenos paranormales y los místicos tendrían cabida como objeto de estudio en este nuevo modelo de la psique humana que ha desafiado los postulados establecidos por la ciencia convencional.
Véase también
Referencias
- ↑ «Belief in the Paranormal or Pseudoscience». Nsf.gov. Archivado desde el original el 4 de febrero de 2012. Consultado el 7 de marzo de 2012.<