La murmuración y la adivinación convierte a cualquier persona en un Perturbador. El Espiritismo no fomenta la Murmuración y mucho menos la Adivinación. Amar a los enemigos es algo importante para lograr adelantamiento moral del Espíritu.
Lamentablemente las personas que murmuran en nuestros grupos, no son bienvenidos. No se trata de tolerancia, sino de murmuradores. Creo que ésta es una bella filosofía que rechaza a murmuradores. Es tiempo de que lean los libros y no cometan el error de la murmuración.
El Evangelio según el Espiritismo, capítulo XII, ítem #3,....
Volver bien por mal.
1. ¿Has oido que fué dicho: "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo". — Más yo les digo: "Ama a tus enemigos: haz bien a los que re aborrecen; y ruega por los que te persiguen y calumnian: — Para que sean hijos de tu Padre, que está en los cielos: el cual hace nacer su sol, sobre buenos y malos; y llueve sobra justos y pecadores. — Porque si amas a los que te aman, ¿qué recompensa vas a tener? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? — Y sí saludas tan solamente a tus hermanos, ¿qué haces de más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? Porque te digo, que si tu justicia no fuere mayor que la de los Escribas y Fariseos, no entrarás en el reino de los cielos. (S. Mateo, cap. V, v. de 43 a 47 y 20.)
2. Y sí amas a los que te aman, ¿qué mérito tendrás? porque los pecadores también aman a los que les aman a ellos. — Y si hicieras bien a los que te hacen bien, ¿qué mérito tendrías? porque los pecadores también hacen eso. — Y si le prestas a aquellos, de quienes esperas recibir, ¿qué mérito tendrás? porque también los pecadores prestan unos a otros, para recibir otro tanto. — Ama, pues, a tus enemigos: haz bien y da prestado; sin esperar por eso nada: y tu galardón será grande, y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno aún para los ingratos y malos. — Sean, pues, misericordiosos, como también nuestro padre es misericordioso. (S. Lucas, capítulo VI, v. de 32 a 36.)
3. Sí el amor del prójimo es el principio de la caridad, amar a sus enemigos es su aplicación sublime, porque esta virtud es una de las más grandes victorias contra el egoísmo y el orgullo. Sin embargo, generalmente se equivocan sobre el sentido de la palabra amar en esta circunstancia; Jesús no entendió, por esas palabras, que se deba amar su enemigo con el cariño que se tiene a un hermano o a un amigo; la ternura supone confianza, y no se puede tener confianza en aquel que se sabe que es capaz de hacernos mal, y no se pueden tener con Él las expansiones de la amistad, porque se sabe que sería capaz de abusar de ellas; entre las personas que desconfian unas de otras, no pueden existir los arranques de simpatía que existen entre aquellos que son de una misma comunión de pensamientos; en fin, no puede tenerse el mismo placer encontrándose con un enemigo que con un amigo. Este sentimiento es también el resultado de una ley física: la de la asimilación y de la repulsión de los fluídos; el pensamiento malévolo dirige una corriente fluídica cuya impresión es penosa; el pensamiento benévolo nos envuelve en una emanación agradable; y de aquí resulta la diferencia de sensaciones que se experimentan al aproximarse un amigo o un enemigo. Amar a sus enemigos no puede, pues, significar que no debe hacerse ninguna diferencia entre ellos y los amigos; este precepto parece difícil y aún imposible de practicar, porque se creé falsamente que prescribe que demos a ambos el mismo puesto en el corazón. Si la pobreza de las lenguas humanas obliga a servirse de la misma palabra para expresar diversos grados de sentimiento, la razón debe establecer la diferencia según los casos. Amar a sus enemigos, no es pues tenerles un afecto que no está en la naturaleza, porque el contacto de un enemigo hace latir el corazón de muy diferente modo que el de un amigo; es no tenerle, ni odio, ni rencor, ni deseo de venganza; es perdonarle sin segunda intención y sin condicionar el mal que nos hace; no poner ningún obstáculo a la reconciliación; desearles bien en vez de quererles mal; alegrarse en vez de afligirse del bien que les acontece; tenderles una mano caritativa en caso de necesidad; abstenerse en palabras y en acciones de todo lo que puede perjudicarles; en fin, volverles siempre bien por mal, sin intención de humillarles. Cualquiera que haga esto llena las condiciones del mandamiento: Amad a vuestros enemigos.
4. Amar a sus enemigos, es un despropósito para los incrédulos; aquel para quien la vida presente es el todo, sólo vé en su enemigo, un ser pernicioso que turba su reposo y del que sólo la muerte puede desembarazarle; de aquí viene el deseo de venganza; no tiene ningún interés en perdonar si no es para satisfacer su orgullo a los ojos del mundo; aún perdonar, en ciertos casos, le parece una debilidad indigna de él, si no se venga, no deja por eso de conservar rencor y un secreto deseo de perjudicar. Para el creyente, pero sobre todo para el espiritista, la manera de ver es muy diferente, porque dirige sus miradas al pasado y al porvenir, entre los que la vida presente sólo es un punto; sabe que por el mismo destino de la tierra, debe esperar encontrar en ella, hombres malvados y perversos; que las maldades a que está expuesto forman parte de las pruebas que debe sufrir, y el punto de vista elevado en que se coloca, hace que las vicisitudes Ie sean menos amargas, ya provengan de los hombres o de las cosas; si no murmura de las pruebas, tampoco debe murmurar de los que son instrumentos de aquéllas; si en vez de quejarse, dá gracias a Dios porque le prueba, debe tambien dar gracias a la mano que le proporciona ocasión de manifestar su paciencia y su resignación. Este pensamiento le dispone natural mente al perdón; siente además que cuánto más generoso es, más se engrandece sus propios ojos y se •encuentra fuera del alcance de los tiros malévolos de su enemigo. • El hombre que ocupa un puesto elevado en el mundo no se considera ofendido por los insultos de aquel a quién mira como inferior; lo mismo sucede con el que se eleva en el mundo moral sobre la humanidad material; comprende que el odio y el rencor le envilecerían y le rebajarian; luego para ser superior a su adversario, es preciso que tenga el alma más grande, más noble y más generosa.
Los enemigos desencarnados».
5. El espiritista tiene aún otros motivos de indulgencia para con sus enemigos. En primer lugar sabe que la maldad no es el estado permanente de los hombres; que es una imperfección momentánea y que de la misma manera que el niño se corrige de sus defectos, el hombre malo, reconocerá un día sus malas obras y se volverá bueno. Sabe tambien que la muerte sólo le libra de la presencia material de su enemigo, pero que este puede perseguirle con su ódio, aún despues de haber dejado la tierra; que de este modo la venganza no consigue su objeto, sino que al contrario, tiene por efecto el producir una irritación más grande y que puede continuarse de una existencia a otra. Pertenecía al Espiritismo probar por la experiencia y la ley que rige las relaciones del mundo visible con el mundo invisible, que la expresión : Ahogar en sangre la ira, es radicalmente falsa, y la verdad es, que la sangre conserva el odio hasta más allá de la tumba; y dar, por consiguiente, una razon de ser efectiva y una utilidad práctica al perdon y a la sublime máxima de Cristo: Ama a tus enemigos. No hay corazon, por perverso que sea, que no se conmueva al ver un buen comportamiento, aún sin darse cuenta de ello con los buenos procederes, se quita por lo menos todo pretexto de represalias; de un enemigo puede hacerse un amigo antes y despues de la muerte. Con malos procederes se le irrita, y entónces el mismo sirve de instrumento a la justicia de Dios para castigar al que no ha perdonado.
6. Pueden, pues, tenerse enemigos entre los desencarnados y entre los encarnados; los enemigos del mundo invisible, manifiestan su malevolencia por las obsesiones y las subyugaciones a las que están sujetas tantas gentes, y que son una variedad en las pruebas de la vida; tanto estas pruebas como las otras ayudan al adelantamiento y deben ser aceptadas con resignación, y como consecuencia de la naturaleza inferior del globo terrestre; si no hubiese hombres malos en la tierra, no habría tampoco Espíritus malos a su alrededor. Si pues debemos tener indulgencia y benevolencia para con los enemigos encarnados, debe tenerse la misma para con los que están desencarnados. En otro tiempo se sacrificaban víctimas sangrientas para apaciguar a los dioses infernales, que eran los Espíritus malos.
A los dioses infernales, han sucedido los demonios que son la misma cosa. El Espiritismo viene a probar que esos demonios no son más que las almas de los hombres perversos, que aún no se han despojado de los instintos materiales; que no se apaciguan sino por el sacrificio de su odio, es decir, por la caridad; que la caridad no tiene sólo por efecto, el impedir que hagan el mal, sino el de conducirles al camino del bien y contribuir a su salvación. Así es que la máxima: Ama a tus enemigos, no está circunscrita al círculo estrecho de la tierra y de la vida presente, sino que entra en la gran ley de la solidaridad y de la fraternidad universal.
Si alguno te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
7. Has oido que fué dicho: Ojo por ojo y diente por diente. — Más yo te digo, que no resistas al mal, antes si alguno te hiere en la mejilla derecha, presentale tambien la otra. — Y a aquel que quiere ponerte en pleito, y tomarte la túnica, déjale también la capa. — Y al que te precisare a ir cargado mil pasos, vé con Él otros dos mil más . — Da al que te pida: y al que te quiere pedir prestado, no le vuelvas la espalda. (S. Mateo, cap. V, v. de 38 a 42.)
8. Las preocupaciones del mundo sobre lo que se llama entre los hombres punto de honor, dán esa susceptibilidad sombría, nacida del orgullo y de la exaltación de la personalidad, que conduce al hombre a volver injuria por injuria, herida por herida, lo que parece la justicia para aquel cuyo sentido moral no se eleva sobre las pasiones terrestres; por esto la ley mosaíca decía: Ojo por ojo, y diente por diente, ley en armonía con el tiempo en que vivía Moisés. Cristo vino y dijo: «Devuelve bien por mal. Dijo más: «No te resistas al mal que te quieran hacer; si te hieren en una mejilla, presentale la otra. Para el orgulloso esta máxima parece una cobardía, porque no comprende que se necesite más valor para soportar un insulto que para vengarse, y esto siempre por la razón de que su vista no alcanza más allá del presente. ¿Pero hemos de tomar esta máxima al pie de la letra? No, lo mismo que la que dice que nos arranquemos el ojo, si nos es ocasion de escándalo; llevada adelante con todas sus consecuencias, seria condenar toda represión, aún cuando fuese legal, y dejar el campo libre a los malos, quitándoles todo miedo; si no se pusiera un freno a sus agresiones, muy pronto serian víctimas suyas todos los buenos.
El mismo instinto de conservación, que es una ley de la naturaleza, dice que no debe uno presentar voluntariamente el cuello al asesino. Con estas palabras, pues, Jesús no prohibió la defensa, sino que condenó la venganza. Diciendo que se presente una mejilla cuando se ha herido la otra, es decir bajo otra forma, que no debe volverse nunca mal por mal; que el hombre debe aceptar con humildad todo lo que tiende a rebajar su orgullo; que es más honroso para Él ser herido que herir; sobrellevar con paciencia una injusticia que cometerla Él mismo; que vale más ser engañado que engañar; ser arruinado que arruinar a los demás. Es al mismo tiempo la condenación del duelo que no es otra cosa que un alarde de orgullo. La fé en la vida futura y en la justicia de Dios, que nunca deja el mal impune, puede sólo dar la fuerza para soportar con paciencia los tiros dirigidos a nuestros intereses y a nuestro amor propio, por esto decimos sin cesar: Dirige tus miradas al porvenir, cuanto más te eleves con el pensamiento sobre la vida material, menos te atormentarán las cosas de la tierra.
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Agradezco la amistad de todos, pero, los murmuradores y adivinos se convierten en Mistificadores y en Murmuradores. Existen infinidad de grupos que no les importa las ENSEÑANZAS del Espiritismo. Cada cual debería saber que la murmuración y la adivinación los convierte en perturbadores del Espiritismo.
"El que Murmura a espaldas de los aludidos, no sólo comete faltas que deberán ser expiadas, sino que demuestra no ser amigo, ni haber perdonado. Su orgullo y egoísmo lo domina y no permite su adelanto Espiritual, está perdiendo su tiempo en esta existencia, y ocasiona que los que por ignorancia se hacen parte de la murmuración. También deberan que Expiar esa falta. Ya no es sólo una sola falta cometida individual, sino que se convierte en doble falta".
Frank Montañez,
Espírita por Convicción
Que no se maravillen, pues, los incrédulos, si Dios y los espíritus que son los agentes de su voluntad, no se someten a sus exigencias. Que se pregunten qué es lo que dirían si el último de sus servidores quisiera imponérseles. Dios impone sus condiciones y no las recibe; escucha con bondad a los que se dirigen a Él con humildad, y no a los que creen ser más que El.
Hoy día personalmente he oído quien predica públicamente que eso de lavar los pies a otra persona es anticuado y se mofan diciendo que eso de lavar los pies sucios de alguien no es lo que ellos enseñan en sus organizaciones. Y de primera intensión me causó revuelo oír una atrocidad como esa, donde claramente se observa una falta de humildad y compasión contrario a lo que nos enseñó Jesús. Este modo de pensar de muchos hoy día, es claramente un comportamiento egoísta y materialista. Otros dicen que todo lo que nos enseñó Jesús era de orden religioso, por tanto no es importante predicar eso porque el espiritismo es algo científico y filosófico solamente y nada que ver con los religiosos, puesto que el espiritismo no es una religión.
Todas estas corrientes de pensamiento tienen mi respeto, por cuanto cada cual tiene el libre albedrío de pensar como más lo crea apropiado. Pero no me quedaré cayado, porque del mismo modo que otros expresan su modo de pensar en cuanto al legado de Jesús para la humanidad y lo menosprecian, yo lo aplaudo y me regocijo que el modo de pensar de Jesús haya impactado mi vida, mi moral y mis pensamientos con relación a la vida.
Enseñaré humildad, compasión, caridad y amor, porque eso nos conduce al Bien Común, y eso es lo que Dios desea de los seres humanos. No se puede dar compasión, amor y caridad si no se es humilde de corazón. Porque no se puede dar lo que no se tiene para dar. Sí en mi trayectoria de vida tengo que lavar los pies de alguien, no solo le lavare los pies, sino que lo bañaré, lo vestiré y lo calzare si eso es necesario. No tengo problemas mentales con eso, porque no se puede educar sino se puede ilustrar los conceptos con nuestro ejemplo.
Es tiempo de olvidarse de las apariencias y de ser realista con lo que creemos y enseñamos.
Ahora bien, también encontré lo siguiente en este mismo libro:
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