Publicado 21st April 2011 por Frank Montañez
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El Porvenir y la Nada
¿Qué pasaría si te dijeran hoy, que vas a morir mañana o pasado mañana o dentro de un mes? ¿Qué harías si eres Espirita?
Presento a continuación la publicidad de la película 📽 “The Bucket List”, un tema muy relacionado a nuestra reflexión de hoy. Vemos como cada cual prioratiza lo que debe ser lo más importante en la vida, y la mayoría de las veces el hombre no moralizado prefiere escoger lo que satisface el EGO.
La mayoría, prefieren disfrutar, si tienen la oportunida, los goces materiales, y no piensan en su Espíritu.
Se prefiere dar los gustos materiales primero, como si se estuviera destinado a morir y desaparecer para siempre.
Si se entendiera que la vida no se acaba con la muerte, porque la muerte no existe, porque el alma es inmortal. Y lo importante es el cultivar el bien común y el lograr arreglar lo que redunde en la activación del ascenso espiritual. Claro, es que cuando el materialismo impera, los verdaderos valores son escasos y no es hasta que se realiza luego de desencarnar que se encuentra en la erraticidad y el tiempo vivido se ha desperdiciado.
Eso precisamente ilustra esta película 📽 de Hollywood, veamos el siguiente Clip:
A continuación un video 📹 para discutir mi punto de vista en esta reflexión sobre la NADA, es decir el NIHILISMO.
He aquí la consecuencia lógica de la Negación. Si este joven hubiese sido Espirita, habría sostenido:
“La muerte sólo destruirá mi cuerpo, que dejaré como un vestido viejo, pero mi espíritu vivirá siempre. Yo seré en la vida futura lo que habré procurado ser en ésta. Nada de cuanto pueda adquirir en cualidades morales e intelectuales será perdido, y redundará en provecho de mi adelanto. Todos los defectos de que me despoje son un paso más hacia la felicidad. Mi dicha o mi desgracia venideras dependen de la utilidad o inutilidad de mí existencia presente. Me interesa mucho aprovechar el poco tiempo que me queda, y evitar cuanto pueda debilitar mis fuerzas.” De estas dos doctrinas, ¿cuál es la preferible?
Cualesquiera que sean las consecuencias, si la Negación fuese una verdad habría que aceptarlo. Y no serían ni sistemas contrarios, ni el temor del mal que resultaría, los que podrían impedir que lo fuese. No hay, pues, que hacerse ilusiones.
El escepticismo, la duda, la indiferencia, aumentan cada día, a pesar de los esfuerzos de la religión. Si la religión es impotente contra la incredulidad es porque le falta algo para combatirla, de manera que si permaneciese inactiva en un tiempo dado, sería infaliblemente vencida. Lo que le falta en este siglo de positivismo, en el que se quiere comprender antes que creer, es la sanción de esas doctrinas por hechos positivos, así como la concordancia de ciertas doctrinas con los datos positivos de la ciencia. Si ésta dice blanco y los hechos dicen negro, hay que optar entre la evidencia o la fe ciega.
4. En tal situación, el Espiritismo viene a oponer un dique a la invasión de la incredulidad, no sólo con el raciocinio, no sólo con la perspectiva de los peligros que trae consigo, sino más bien con hechos materiales, haciendo palpables al tacto y a la vista el alma y la vida futura. Cada uno es libre, sin duda alguna, en su creencia, de creer algo o de no creer nada. Pero aquellos que quieren hacer prevalecer en la mente de las masas, de la juventud sobre todo, la negación del porvenir apoyándose en la autoridad de su saber y del ascendiente de su posición, siembran en la sociedad gérmenes de turbación y de disolución, y contraen una grave responsabilidad.
5. Hay otra enseñanza en nuestra filosofía o doctrina que asegura no ser materialista, porque admite la existencia de un principio inteligente fuera de la materia: es la de la absorción en el todo universal. Según esta enseñanza o doctrina, cada individuo se apropia desde su nacimiento una partícula de este principio, que constituye su alma, y le da la vida, la inteligencia y el sentimiento. A la muerte, esa alma vuelve al centro común y se pierde en el infinito, como una gota de agua en el océano.
Esta doctrina, sin duda alguna, es preferible al materialismo puro, puesto que admite algo, y el otro no admite nada. Pero las consecuencias son exactamente las mismas. Que el hombre sea sumido en la nada o en un depósito común, es igual para él. Si en el primer caso está destruido, en el segundo pierde su individualidad, esto es, como si no existiera. Las relaciones sociales quedan destruidas, lo esencial para él es la conservación de su yo. Sin esto, ¿qué importa ser o no ser? El porvenir para él es siempre nulo, y la vida presente es lo único que le preocupa e interesa. Desde el punto de vista de sus consecuencias morales, esta doctrina es tan malsana, tan desconsoladora, tan excitante del egoísmo como el materialismo puro.
EL CIELO Y EL INFIERNO SEGUN EL ESPIRITISMO. PRIMERA PARTE. DOCTRINA.
CAPÍTULO PRIMERO.
EL PORVENIR Y LA NADA.
1. — Vivimos, pensamos, obramos, he aquí lo positivo;
moriremos, esto no es menos cierto. ¿Pero dejando la tierra, adonde vamos? ¿Qué
es de nosotros? ¿Estaremos mejor o peor? ¿Seremos, ó no seremos? Ser o no ser,
tal es la alternativa; es para siempre ó para nunca jamás; es todo o nada; o
viviremos eternamente o todo se habrá concluido para siempre. Bien merece esto
la pena de pensar en ello. Todo hombre siente el deseo de vivir, de gozar, de
querer, de ser feliz. Decid a uno que sepa que va á morir, que vivirá todavía,
que su hora no ha llegado; decidle sobre todo que será más feliz que no ha
sido, y su corazón palpitará de alegría. ¿Pero á qué estas aspiraciones de
dicha si un soplo puede desvanecerlas? ¿Hay acaso algo más aflictivo que el pensamiento
de la absoluta destrucción? puros afectos, inteligencia, progreso, saber
laboriosamente adquirido, todo esto sería perdido, aniquilado. ¿Qué necesidad habría
de es forzarse en ser mejor, reprimirse para enfrenar sus pasiones, fatigarse
en adornar su inteligencia, sino debe recoger uno de esto fruto alguno, sobre
todo con el pensamiento de que mañana quizá no nos sir va ya para nada? Si así
sucediese, el destino del hombre seria cien veces peor que el del bruto, porque
el bruto vive enteramente en el presente, en la satisfacción de sus apetitos
materiales, sin aspiración al porvenir. Una intuición íntima dice que esto no
es posible.
2. — Con la creencia en la nada, el hombre concentra
forzosamente todos sus pensamientos sobre la vida presente; y no es posible, en
efecto, preocuparse lógicamente de un porvenir en el cual no se cree. Esa preocupación
exclusiva del presente conduce natural mente á pensar en sí mismo ante todo; es
pues el más poderoso estimulante del egoísmo, y el incrédulo es consecuente
consigo mismo cuando deduce esta conclusión: gocemos mientras estamos aquí,
gocemos lo más posible, puesto que con nosotros todo concluye; gocemos á prisa,
porque ignoramos cuánto durará esto; y este otro argumento, mucho más grave
para la sociedad: gocemos á pesar de todo; cada uno para sí; la dicha aquí os
del más listo. ¿Si el respeto humano detiene á algunos, qué freno quedaría
disuelta. A esto tiende la propaganda de la idea del nihilismo (1). Sean cuales
fueren las consecuencias, si el nihilismo fuese una verdad, habría que
aceptarlo, y no serian ni sistemas contrarios, ni el temor del mal que resultaría,
los que podrían impedir que lo fuese. No hay pues que hacerse ilusiones, el
escepticismo, la duda, la indiferencia, aumentan cada día, a pesar de los
esfuerzos de la religión; esto es positivo. Si la religión es impotente contra
la incredulidad, es porque la- falta algo para combatirla, por manera que si
que dase inactiva, en un tiempo dado, seria infaliblemente vencida. Lo que la
falta en este siglo de positivismo, en el que se quiere comprender antes de
creer, es la sanción de esas doctrinas por hechos positivos; es también la
concordancia de ciertas doctrinas con los da tos positivos de la ciencia. Si
esta dice blanco y los hechos dicen negro, hay que optar entre la evidencia y
la fé ciega.
3. — Supongamos que, por una circunstancia cual quiera, todo
un pueblo adquiere la certeza de que, dentro de ocho días, de un mes, de un año
si se quiere, habrá desaparecido; que ni un solo individuo sobre vivirá, y que
no quedará ni huella del mismo después de la muerte; ¿qué hará durante este
tiempo? ¿Trabajará para su mejoramiento, e instrucción? ¿Se sujetará al trabajo
para vivir? ¿Respetará los derechos, los intereses, la vida á su semejante? ¿Se
someterá á las leyes, a una autoridad, sea cual fuere, aún la más legitima: la
autoridad paternal? ¿Se obligará á algún deber? Seguramente que no. Pues bien,
lo que no sucede en masa, la doctrina del nihilismo lo realiza cada día
aisladamente. Si las consecuencias no son tan desastrosas como pudieran serlo,
es primeramente porque la mayor parte de los incrédulos, tienen más fanfarronería
que verdadera incredulidad, mas duda que convicción, y porque tienen más miedo
del que manifiestan, al anonadamiento; el título del espíritu fuerte lisonjea
su amor propio: además, los incrédulos absolutos están en ínfima minoría;
sufren á pesar suyo el ascendiente de la opinión contraria y son contenidos por
una fuerza material; pero si la incredulidad absoluta fuese un día la opinión
de la mayoría, la sociedad quedaría disuelta. A esto tiende la propaganda de la
idea del nihilismo
(1).
(1) Un joven de diez y ocho años
padecía de una enfermedad de corazón declarada incurable. La ciencia había
dicho: puede morir dentro de ocho días, como dentro de dos años; pero no pasará
de ahí. El joven lo sabia; inmediatamente abandonó los estudios y se entregó á
todos los excesos. Cuando se le decía lo peligroso que era, en su situación,
esa vida desordenada, contestaba: ¡qué me importa puesto que sólo he de vivir
dos años! ¿A qué cansar mi imaginación? Yo disfruto de lo que me resta y quiero
divertirme hasta el fin; he aquí la consecuencia lógica del nihilismo. Si este
joven hubiera sido espiritista, se habría dicho: la muerte sólo destruirá mí
cuerpo, que dejaré como un vestido viejo, pero mi espíritu vivirá siempre. Yo
seré en la vida futura lo que habré procurado ser en ésta: nada de cuanto pueda
adquirir en cualidades morales é intelectuales será perdido, y redundará en
provecho de mi adelantamiento; todos los defectos de que me despoje son un paso
más hacia la felicidad; mi dicha ó mi desgracia venideras dependen de la
utilidad ó inutilidad de mi existencia presente. Me interesa, pues, mucho aprovechar
el poco tiempo que me queda, y evitar cuanto pueda debilitar mis fuerzas. De
estas dos doctrinas, ¡cual f s la preferible?
Sean cuales fueren las consecuencias, si el nihilismo fuese
una verdad, habría que aceptarlo, y no serian ni sistemas contrarios, ni el
temor del mal que resultaría, los que podrían impedir que lo fuese. No hay pues
que hacerse ilusiones, el escepticismo, la duda, la indiferencia, aumentan cada
día, a pesar de los esfuerzos de la religión; esto es positivo. Si la religión
es impotente contra la incredulidad, es porque la- falta algo para combatirla,
por manera que si quedase inactiva, en un tiempo dado, seria infaliblemente
vencida. Lo que la falta en este siglo de positivismo, en el que se quiere
comprender antes de creer, es la sanción de esas doctrinas por hechos
positivos; es también la concordancia de ciertas doctrinas con los da tos
positivos de la ciencia. Si esta dice blanco y los hechos dicen negro, hay que
optar entre la evidencia y la fé ciega.
4. — En este estado de cosas, el Espiritismo viene a oponer
un dique á la invasión de la incredulidad, no sólo con el raciocinio, no sólo
con la perspectiva de los peligros que trae consigo, más bien sí con hechos materiales,
haciendo palpables al tacto y á la vista el alma y la vida futura. Cada uno es
libre, sin duda alguna, en su creencia, de creer alguna cosa ó de no creer
nada; pero aquellos que quieren hacer prevalecer en la mente de las masas. de
la juventud sobre todo, la negación del porvenir, apoyándose en la autoridad de
su saber y del ascendiente de su posición, siembran en la sociedad gérmenes de turbación
y de disolución, y contraen una grave responsabilidad.
5. — Hay otra doctrina que dice no ser materialista, porque
admite la existencia de un principio inteligente fuera de la materia, es la de
la absorción en el todo universal. Según esta doctrina, cada individué se
apropia desde su nacimiento una partícula de este principio que constituye su
alma, y le da la vida, la inteligencia, y el sentimiento. A la muerte, esa alma
vuelve al centro común y se pierde en el infinito, como una gota de agua en el
Océano. Esta doctrina sin duda alguna es preferible al materialismo puro, pues
que admite algo, y el otro no admite nada, pero las consecuencias son exactamente
las mismas. Que el hombre sea sumido en la nada ó en un depósito común, es
igual para él; si en el primer caso, está destruido: en el segundo, pierde su
individualidad; esto es, coma si no existiera; las relaciones sociales quedan
destruidas. Lo esencial para él es la conservación de su yo; sin esto, ¡qué le
importa ser ó no ser! El porvenir para él es siempre nulo, y la vida presente,
es la única cosa que le pre ocupa é interesa. Bajo el punto de vista de sus
consecuencias morales, esta doctrina es tan malsana, tan desconsoladora, tan
excitante al egoísmo como el materialismo puro.
6. — Se puede además, formular contra esa doctrina la objeción
siguiente: todas las gotas de agua procedentes del Océano se semejan y tienen
propiedades idénticas, como las partes de un mismo todo; ¿por qué las almas, si
proceden de ese grande Océano de la inteligencia universal, se semejan tan poco
? ¿Por qué el genio al lado de la estupidez? ¿Las virtudes más sublimes al lado
de los vicios más vergonzosos? ¿La bondad, la dulzura, la mansedumbre, al lado
de la maldad, de la crueldad y de la barbarie? ¿Cómo difieren tanto unas de
otras, las partes de un todo homogéneo? Se dirá acaso que es la educación la
que las modifica. Pero entonces ¿de dónde proceden las cualidades nativas, las
inteligencias precoces, los instintos buenos y malos, independientes de toda educación,
y muy a menudo poco en armonía con los centros en que se desarrollan?
La educación sin duda alguna, modifica las cualidades
intelectuales y morales del alma; pero aquí surge otra dificultad. ¿Quién da
al alma la educación para hacerla progresar? Otras almas que, siendo de un mismo
origen, no deben estar más adelantadas. Por otro lado, el alma, volviendo al
Todo Universal de donde salió, después de haber progresado durante la vida,
lleva allí un elemento más perfecto; de lo que se deduce que ese todo, con el
tiempo, debe encontrarse profundamente modificado y mejorado. ¿Cómo se hace que
incesantemente salgan almas ignorantes y perversas?
7. — En esa doctrina, el manantial universal de inteligencia,
que provee las almas humanas es independiente de la divinidad; no es
precisamente el panteísmo. El panteísmo propiamente dicho difiere porque
considera el principio universal de vida y el de inteligencia como
constituyendo la Divinidad. Dios es a la vez espíritu y materia; todos los
seres, todos los cuerpos de la naturaleza componen la Divinidad, de la que son
moléculas y elementos constitutivos; Dios es el conjunto de todas las
inteligencias reunidas; cada individuo, siendo una parte del todo, es Dios
mismo; ningún ser superior e independiente manda al conjunto; el universo es
una inmensa república sin jefe, o más bien, en ella cada uno es jefe con un
poder absoluto.
8. — A este sistema se pueden oponer numerosas objeciones,
de las que las principales son estas: no pudiéndose comprender la Divinidad sin
perfecciones infinitas, se pregunta uno ¿cómo un todo perfecto puede
componerse de partes tan imperfectas y que tienen necesidad de progresar?
Estando cada parte sometida a la ley del progreso, resulta que el mismo Dios debe
progresar; si progresa sin cesar, debió ser en el principio, muy imperfecto.
¿Cómo un ser imperfecto, compuesto de voluntades e ideas tan divergentes , pudo
concebir leyes tan armoniosas, de tan admirable unidad, sabiduría y previsión
que rigen el universo? Si todas las almas son porciones de la Divinidad, todas
han contribuido a formar las leyes de la naturaleza, ¿A qué se debe que estén
murmurando sin cesar contra esas leyes, que ellas hicieron? Una teoría no puede
ser aceptada como verdadera, más que con la condición de satisfacer la razón y
dar cuenta de todos los hechos que abraza; si solamente un hecho viene a
desmentirla, es porque no está en lo verdadero en absoluto.
9. — Bajo el punto de vista moral, las consecuencias son también
ilógicas; porque de pronto es para las almas, como en el precedente sistema, la absorción
en un todo y la pérdida de la individualidad. Si se admite según la opinión de
algunos panteístas, que conservan su individualidad, Dios no tiene ya una
voluntad única; es un compuesto de millones de voluntades divergentes. Cada
alma, pues, siendo parte integrante de la Divinidad, ninguna es dominada por
una potencia superior; no asume, por consiguiente, ninguna responsabilidad por
sus actos buenos o malos; no tiene interés alguno en hacer el bien, y puede
hacer el mal impunemente, puesto que es señora soberana.
10. — Además de que estos sistemas no satisfacen ni a la
razón ni a las aspiraciones del hombre, se tropieza, como lo vemos , con
dificultades insuperables , porque no pueden resolver todas las dudas de
hecho que suscitan. El hombre tiene, pues, tres
alternativas: la nada, la absorción, o la individualidad del alma antes y
después de la muerte. La lógica nos conduce inevitablemente a esta última
creencia; es también la que ha sido el fundamento de todas las religiones desde
que el mundo existe. Si la lógica nos conduce á la individualidad del alma, nos
trae también a esta otra consecuencia: que la suerte de cada alma debe depender
de sus cualidades personales, porque sería irracional admitir que el alma
rezagada del salvaje, y la del hombre perverso estuviesen al nivel de la del
sabio, y del hombre de bien. Según la justicia, las almas deben tener la
responsabilidad de sus actos; pero para que sean responsables, es menester que
sean libres de escoger entre el bien y el mal; sin el libre albedrío, hay
fatalidad, y con la fatalidad, no cabe responsabilidad.
11. — Todas las religiones han admitido igualmente el
principio de la suerte feliz o desgraciada de las al mas después de la muerte,
es decir, de las penas y de los goces futuros que se reasumen en la doctrina
del cielo y del infierno, que se encuentra en todas partes. Pero en lo que
difieren esencialmente, es en la naturaleza de esas penas y de esos goces, y
sobre todo, en las circunstancias que pueden merecer las unas y los otros. De
aquí puntos de fé contradictorios que han hecho surgir diferentes cultos, y los
deberes particulares impuestos por cada uno de ellos para adorar a Dios, y por
este medio ganar el cielo y evitar el infierno.
12. — Todas las religiones han debido, en su origen, estar
en proporción o relación con el grado de adelantamiento moral é intelectual de
los hombres; éstos demasiado materiales todavía para comprender el mérito de
las cosas puramente espirituales, han hecho consistir la mayor parte de los
deberes religiosos en el cumplimiento de formas exteriores. Durante cierto
tiempo, esas formas bastaron a su razón; más tarde, haciéndose la luz en su
inteligencia, sienten el vacío que dejan las formas tras sí, y si la religión
no llena este vacío, la abandonan y se vuelven filósofos.
13. — Si la religión, apropiada en el principio á los
conocimientos limitados de los hombres, hubiese siempre seguido el movimiento
progresivo del espíritu humano, no habría incrédulos, porque está en la
naturaleza del hombre la necesidad de creer, y creerá si se le da un alimento
espiritual en armonía con sus necesidades intelectuales. Quiere saber de dónde
viene y a donde va; si se le señala un fin que no corresponda ni á sus
aspiraciones ni a la idea que se forma de Dios, ni a los datos positivos que le
suministra la ciencia; si además se le imponen para alcanzarlo condiciones cuya
utilidad su razón no admite, todo lo rechaza; el materialismo y el panteísmo le
parecen aún más racionales, porque en ellos se discute y se raciocina; es un raciocinio
falso, es verdad, pero prefiere razonar en falso, a dejar de razonar. Pero que
se le presente un porvenir con condiciones lógicas, digno en todo de la
grandeza, de la justicia y de la infinita bondad de Dios, y abandonará el materialismo
y el panteísmo, cuyo vacío siente en su fuero interno, y que admitió únicamente
por no saber cosa mejor. El Espiritismo da algo mejor, por esto es acogido tan
fervorosamente por todos aquellos a quienes atormenta la punzante incertidumbre
de la duda, y que no encuentran ni en las creencias ni en las filoso fías
vulgares lo que buscan; tiene en su favor la lógica del raciocinio y la sanción
de los hechos, y por esto se le ha combatido inútilmente.
14. — El hombre tiene instintivamente la creencia en el
porvenir; pero no teniendo hasta hoy ninguna base cierta para definirlo, su imaginación
ha forjado sistemas que han traído la diversidad de creencias. No siendo la
doctrina espiritista sobre el porvenir una obra de imaginación más o menos
ingeniosamente expresada, y sí el resultado de la observación de hechos
materiales que se desarrollan hoy a nuestra vista, reunirá, como lo hace ya
actualmente, las opiniones divergentes o flotantes, y traerá poco a poco, y por
la fuerza natural de las cosas, la unidad de creencia sobre este punto,
creencia que no tendrá por base una hipótesis, pero sí una certeza. La unificación hecha en lo
relativo á la suerte futura de las almas, será el primer punto de contacto
entre los diferentes cultos, un paso inmenso hacia la tolerancia religiosa
primero y más tarde, hacia la fusión.
REFLEXIÓN FINAL
Hemos visto un ejemplo sencillo, pero muy instructivo que nos ilustra una situación que pasa todos los días en nuestro entorno. Y dirigimos esta reflexión, primero para levantar el polvo del conocimiento de algunos Espiritas y asegurarnos que si sabemos que hacer en un momento difícil como este y no nos unamos a la histeria que suele suceder y que nosotros en medio de ella debemos ser un faro y no una luz apagada.
No hay porque temer, porque sabemos de dónde venimos, porque estamos aquí y hacia dónde vamos. Aunque nos llamen locos, o nos tilden de tal vez no lucir desesperados y crean que estamos locos o que no tenemos sentimientos. Pero es una gran oportunidad a promover la paz y no el caos.
Cuantos llamados religiosos podrían actuar como los Espiritas, creo no sería así, porque sencillamente se predica que todos vamos a morir un día, pero no saben con certeza que pasará después con la susodicha muerte que no existe, porque el Alma es Inmortal. Entonces, es menester continuar con nuestros esfuerzos de divulgación y educación a fin de que se rompan corazones de piedra y convertirlos en corazones de carne.
Un típico religioso diría, “Hay que tener resignación a los Designios de Dios”, si para nada Dios tiene que ver con esto. Es algo que pasaría de acuerdo a lo ya determinado por nuestras decisiones al diseñar las pruebas que todos nos enfrentamos. Entonces ese es el momento a evaluar no solo las actuaciones de un Espirita, sino las actuaciones de un incrédulo que perdería su tiempo en cosas vanas y vacías. Estos últimos deberíamos evaluar el comportamiento de tristeza contagiosas ocasionadas por no tener el conocimiento de lo que nuestra filosofía nos provee.
Si al leer esta reflexión y además, eres Espirita y reaccionas como relacionó el muchacho del ejemplo de Kardec, que solo pensó en sí mismo y en desperdiciar el tiempo en cosas vanas, seria decepcionante, porque has perdido el tiempo hasta ahora. Y debes agradecer que hoy tengas esta revelación para corregir tu camino.
Pero deberíamos dar crédito a los que inmediatamente supieron que hacer y pensaron que ya sabían hacia donde van cuando desencarna y que dedicarían su tiempo a continuar en su transformación Moral y a continuar ascendiendo que es un buen Espirita.
Entonces nos quedarían dos grupos para evaluar, uno serían los incrédulos revestidos de lo que Kardec define como Negación, que los convierte en incrédulos o escépticos y que lejos de gozar o disfrutar el tiempo que le queda, estarían muy preocupados del tiempo que les falta vivir, y se resignarían a dedicarse a llorar en las esquinas de su casa o a presentarse como una víctima de las circunstancias delante de sus familiares y amigos.
Estos si necesitan ayuda urgente para lograr subirse en el tren de la educación y el conocimiento que nuestra filosofía ofrece.
Finalmente nos quedarían los religiosos que aseguran que todo lo saben y ni tan siquiera consolar pueden. Estos que en el velorio siempre dicen “QUE DESCACE EN PAZ”, que expresión más cómoda y sin sentido, como a que descansen en paz, dando lugar a pensar que estamos muertos para siempre y que nuestra alma moriría en el momento de la susodicha muerte, contradiciendo lo que predican de que Jesús vive.
Y si predican que Jesús vive y que aún vive luego de la crucifixión y después de 2,000 años y que hoy es Espíritu Elevado, entonces, se contradicen cuando anuncian la muerte como algo ineludible. Pero un Espirita sabe que el Alma es Inmortal y que estamos aquí venciendo obstáculos y limpiando y expiando nuestras Almas.
Otros se atreven a decir: “Y hoy estarán sentados a la diestra del Padre”. Otra gran falacia que por siglos alguien se la inventó, pero que la lógica te dice que es imposible que un espíritu pueda estar sentado en un lugar de privilegio como lo está la diestra de Dios sin haberse ganado ese lugar, porque nunca eliminaron el orgullo y el egoísmo mientras Vivian. Y ¿Por qué?, porque ese gran privilegio sentado sin hacer nada en el mundo espiritual, eso no tiene logica. Todavía nadie me ha probado que en el mundo espiritual es de vagos de gente inútil que se cansaría de estar sentados sin hacer nada. Por lo tanto todo debe ser evaluado con el uso de la razón, no con una fe ciega.
Trabajemos arduamente en nuestra transformación Moral y no tengamos miedo a la muerte, a los espíritus que le quieren llamar diablos o satanás, que no existen, o de catástrofes o tsunamis, que nada podemos hacer cuando estas catástrofes lleguen.
Abrimos nuestros ojos físicos y espirituales cuando nos dedicamos a obtener la educación en aquellas áreas que no conocemos como lo es no conocer la filosofía espirita.
He utilizado cortos de la película “The Bucket List” . No tengo el propósito de promocionar la película, solo de ilustrar un poco mejor la idea de mi reflexión, en la cual el que no es Espirita, siempre buscan las cosas que llenan el egoísmo, pero no se procurará buscar los comportamientos que agradan al espíritu.
Este libro como la biografía de Allan Kardec la encuentran en este blog.
Espero que esta reflexión nos induzca a pensar en estos puntos importantes que Allan Kardec nos reveló en la codificación. He utilizado en este estudio el Libro
El cielo y el Infierno, escrito por Allan Kardec.
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