La Mediúmnidad es
una capacidad mental y psíquica, que permite las comunicaciones entre los Espíritus
Encarnados y los Espíritus desencarnados.
Éste don lo tienen todos los Espíritus encarnados, pues son precisamente
los Espíritus los que se comunican. No
debe ser utilizada para adivinar el porvenir o para mediante regresiones de
vidas pasadas, lograr que la mente de una persona sea reprogramada, con propósitos de curar traumas psíquicos.
Notece qué el Libro de Los Mediums hace una diferencia en la cuál debemos estár claros, para evitar confusión.
Influencia Moral del Médium
Libro de los Médiums, Capítulo XX
• Preguntas diversas. • Disertación de un Espíritu sobre la influencia Moral .
Item § 226. 1. El desarrollo de la mediumnidad, ¿tiene relación con el desarrollo moral del Médium?
“No. La facultad propiamente dicha depende del organismo; es independiente de la Moral. No pasa lo mismo con el uso que se hace de ella, que puede ser bueno o malo, de acuerdo con las cualidades del Médium.”
2. Siempre se ha dicho que la Mediúmnidad es un don de Dios, una gracia, un favor. ¿Por qué, entonces, no constituye un privilegio de los hombres de bien? ¿Por qué vemos personas indignas que la poseen en el más alto grado, y abusan de ella?
“Todas las facultades son favores por los cuales se debe dar gracias a Dios, pues hay hombres que están privados de ellas. Podríais también preguntar por qué Dios concede buena visión a los malhechores, destreza a los estafadores, elocuencia a quienes sólo la usan para el mal. Lo mismo sucede con la mediumnidad. Sí hay personas indignas que la poseen, es porque necesitan de ella más que las otras, para mejorarse. ¿Acaso suponéis que Dios niega los medios de salvación a los culpables? Por el contrario, los multiplica en el camino que recorren, los coloca en sus manos. Al hombre le corresponde aprovecharlos. Judas, el traidor, ¿no obró milagros y sanó enfermos en su condición de apóstol? Dios permitió que tuviera ese don para hacer que su traición fuera más detestable.”
3. Los médiums que hacen mal uso de su facultad, que no se valen de ella para el bien, o que no la aprovechan para instruirse, ¿sufrirán las consecuencias de esa falta?
“Sí la usan mal serán doblemente castigados, porque cuentan con un medio más para ilustrarse y no lo aprovechan. Aquél que ve con claridad, pero tropieza, es más censurable que el ciego que cae en una zanja.”
4. Hay Médiums que reciben comunicaciones espontáneas y casi continuas acerca de un mismo tema: sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo, o sobre determinados defectos. ¿Tiene éso una finalidad?
“Sí, y ésa finalidad es ilustrarlos acerca del asunto que se reitera con frecuencia, o para que se corrijan de ciertos defectos. Por éso a algunos Médiums los Espíritus les hablan sin cesar del orgullo, y a otros de la caridad. Sólo la insistencia con que son tratados ésos temas podrá, por fin, abrirles los ojos. No existe un Médium que abuse de su facultad, por ambición o por interés, o que la comprometa por causa de un defecto grave, como el orgullo, el egoísmo, la liviandad, etc., y que no reciba de tiempo en tiempo algunas advertencias de los Espíritus. Lo malo es que la mayoría de las veces no las toma como dirigidas a sí mismo.”
OBSERVACIÓN – Los Espíritus a menudo imparten sus lecciones con reserva. Lo hacen de modo indirecto, para no quitarle el mérito al que sabe aprovecharlas y las aplica a sí mismo. Sin embargo, el orgullo y la ceguera son tan grandes en algunas personas, que estas no se reconocen en el cuadro que los Espíritus les ponen delante de los ojos. Peor aún: Influencia Moral del médium si el Espíritu les da a entender que se refiere de ellas, se encolerizan y lo califican de embustero o de bromista de mal gusto. Con éso alcanza para probar que el Espíritu tiene razón.
5. Cuándo el Médium recibe lecciones de carácter general, sin una aplicación personal, ¿no actúa como un instrumento pasivo que sirve para instruir a los demás?
“Muchas veces ésos avisos y consejos no son dirigidos al Médium personalmente, sino a otras personas, a las cuáles sólo podemos llegar por intermedio de él. No obstante, el Médium debe asumir la parte que le toca, en caso de que no lo haya cegado su amor propio.
“No creáis que la facultad mediúmnica haya sido concedida para corregir tan sólo a una o dos personas. No, el objetivo es más elevado: se trata de toda la humanidad. Un Médium es un instrumento que, en cuánto individuo, tiene muy poca importancia. Por éso, cuándo damos instrucciones que deben beneficiar a la generalidad de las personas, nos servimos de aquéllos Médiums que ofrecen las facilidades necesarias. No obstante, tened por cierto que llegará el tiempo en que los buenos Médiums abundarán, de modo que los Espíritus buenos no se verán obligados a valerse de instrumentos inadecuados.”
6. Dado que las cualidades morales del Médium alejan a los Espíritus imperfectos, ¿a qué se debe que un Médium dotado de buenas cualidades transmita respuestas falsas o groseras?
“¿Conoces acaso todos los secretos de su alma? Por otra parte, sin que sea vicioso, el Médium puede ser liviano y frívolo; y a veces también necesita una lección, a fin de que mantenga una actitud vigilante.”
Libro de los Médiums, Capítulo XX...
7. ¿Por qué los Espíritus Superiores permiten que personas dotadas de gran poder como Médiums, y que podrían hacer mucho bien, sean instrumentos del error?
“Los Espíritus superiores tratan de influir sobre ellas. Con todo, cuándo ésas personas se dejan arrastrar por caminos equivocados, ellos no se lo impiden. Por éso se sirven de ellas con repugnancia, ya que la verdad no puede ser interpretada por la mentira.”
8. ¿Es absolutamente imposible que se obtengan buenas comunicaciones a través de un Médium imperfecto?
“Un médium imperfecto puede, algunas veces, obtener cosas buenas, porque sí dispone de una facultad valiosa los Espíritus buenos podrán servirse de él, a falta de otro, en circunstancias especiales. Pero sólo lo harán ocasionalmente, porque tan pronto como encuentren un Médium que les convenga más, darán preferencia a ése .”
OBSERVACIÓN – Se debe tomar en cuenta que, cuándo los Espíritus buenos consideran que un Médium deja de estár bien asistido, y a causa de sus imperfecciones se convierte en presa de Espíritus embusteros, por lo general favorecen la aparición de circunstancias que ponen en evidencia los defectos del intermediario, y lo apartan de las personas serias y bien intencionadas, de cuya buena fe se podría abusar. En ése caso, sean cuáles fueren las facultades que ése Médium posea, no hay razón para lamentarse.
9. ¿Cuál es el Médium que podríamos denominar perfecto?
“¿Perfecto? ¡Ah! Bien sabéis que en la Tierra no existe la perfección; de lo contrario no estaríais en ella. Decid, por consiguiente, un buen Médium, que ya es mucho, porque los buenos Médiums son escasos. El Médium perfecto sería aquel ante el cual los Espíritus malos nunca hubieran osado hacer la tentativa de engañarlo. El mejor Médium es el que, por el hecho de simpatizar exclusivamente con Espíritus Buenos, ha sido engañado con menos frecuencia.”
10. Sí el mejor Médium sólo simpatiza con Espíritus buenos, ¿cómo permiten éstos que sea engañado?
“A veces los Espíritus Buenos permiten que éso suceda con los mejores Médiums, a fin de que ejerciten su juicio, y para enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso. Además, por mejor que sea, un Médium nunca es tan perfecto como para que no pueda ser atacado por algún lado débil. Eso debe servirle de lección. Las comunicaciones falsas que de tiempo en tiempo recibe son advertencias para que no se considere infalible ni se deje envolver por el orgullo. El médium que obtiene las cosas más notables no tiene motivo para vanagloriarse, como tampoco lo tiene el organillero que produce las más hermosas canciones con solo accionar la manivela de su instrumento.”
11. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores llegue hasta nosotros pura, libre de cualquier alteración?
“Querer el bien; rechazar el egoísmo y el orgullo. Ambas cosas son necesarias.”
12. Si la palabra de los Espíritus superiores sólo nos llega pura en condiciones que son difíciles de cumplir, ¿no es eso un obstáculo para la propagación de la verdad?
“No, porque la luz siempre llega a quien desea recibirla. Todo aquel que quiera esclarecerse debe huir de las tinieblas, y las tinieblas están en la impureza del corazón. “Los Espíritus a quienes consideráis como personificaciones del bien no atienden de buen grado al llamado de los que tienen el corazón manchado por el orgullo, la codicia y la falta de caridad.
“Así pues, los que deseen esclarecerse, despójense de toda vanidad humana, y humillen su razón ante el poder infinito del Creador. Esa será la mejor prueba de la sinceridad que los anima. Se trata de una condición que todos pueden cumplir.”
________________________
Soy Frank Montanez, Soy Espírita por Convicción y no por Imposición SEPC, y creo fimemente que la Moralidad en los Mediums es un hecho consumado en los que pueden considerar como Médiums Buenos Moralizados.
En resumen un "Espiritista Verdadero", es todo aquél que practica las enseñanzas del Espiritismo que, "Sólo reconoce por adeptos suyos a los que practican su enseñanza, es decir, a los que trabajan en su propio mejoramiento moral, esforzándose en vencer sus malas inclinaciones, en ser menos egoístas y orgullosos, más afables, más humildes, pacientes, benévolos, caritativos para con el prójimo y moderados en todas las cosa, pues este es el signo característico del Espiritista Verdadero." Es entonces que puede decirse, que un Espiritista Verdadero es aquél que es un Espíritu Sincero.
______________________________
(…) la mediumnidad consiste en una disposición orgánica de la que puede
todo hombre estar dotado, como la de ver, oír y hablar. (…) La mediumnidad no
implica necesariamente relaciones habituales con los Espíritus superiores, sino
que es sencillamente una "aptitud" para servir de instrumento más
o menos flexible a los Espíritus en general. (…) El Evangelio Según el
Espiritismo Cap. XXIV, Ítem 12.
Éste artículo
pretende presentar información sobre la Mediúmnidad, bien comprendida, puedes
ayudar mucho en el adelanto espiritual del médium.
Veamos que nos dice un Espiritu llamado "Rafael", sobre su opinión de la Mediumnidad.
La facultad Mediúmnica es una oportunidad de aprendizaje, y es
una oportunidad para mejorar, pues los médiums tienen sin duda un compromiso
importante con ellos mismos, y un compromiso para aprender.
La Mediúmnidad es una herramienta que ayuda al espíritu deudor a aprender, a
reconocer, a entender que debe utilizar esta facultad para su mejoramiento
interior, y para ser útiles a los demás, no es necesario tener trabajos arduos
de propagación y demostrando a todos que uno es médium, de lo que se trata es
de ser útil, ser útil en el bien, y al igual que la Mediúmnidad puede ser de
gran utilidad, si no se utiliza bien, puede ser un sufrimiento, porque el hecho
de poder percibir la espiritualidad, eso hace que si no se tiene cuidado y
disciplina, la mala influencia, los enemigos de otras existencias tendrán mayor
facilidad para atormentar al médium, tendrán más facilidad para obsesarlo.
Es importante que dentro de la facultad Mediúmnidad haya estudio, haya
comprensión, pero lo más importante, haya empeño por querer mejorar, pues es
muy importante que el médium este siempre dispuesto a aprender, a cambiar
dentro de sí para mejor, derruir toda la moral interna mal sana, y construir el
bien, aunque sea poco a poco, pero siempre incesantemente hacia el bien.
Un buen médium es todo aquel que es menos engañado, ya
Kardec a través de los buenos espíritus lo decía claramente, no es preciso en
ningún momento tener buenas comunicaciones, pues muchas veces en comunicaciones
sencillas se recibe enseñanzas buenas, y claras, no son necesarias palabras
rebuscadas, pues los espíritus buenos, los espíritus que quieren el bien, no
utilizan palabras complejas ni frases muy adornadas, solo buscan que sean bien
entendidas.
La Mediúmnidad debe ser siempre trabajada, debe ser siempre en el bien y
siempre con utilidad, pues el médium es siempre médium, y siempre tiene que
trabajar en su mejoramiento, y lo que pasa muy a menudo es que un médium
primerizo siempre cree que tiene espíritu de renombre importante, cosa que es ahí
que hay que ir con prudencia, pues raros son los médiums que tengan espíritus
que en la tierra han sido importantes, a no ser que sean médiums con una
condición moral elevada, y que tengan un misión determinada, pero lo importante
es que sea la Mediúmnidad que sea es siempre importante el esfuerzo de
aprender, de mejorar de que cada día sea un día para ser distinto, y saber que
la facultad Mediúmnica es importante, pero lo más importante es el mejoramiento
moral.
Quien es médium debe siempre trabajar en el bien, debe siempre esforzarse para
ser mejor, romper las ataduras de lo material, orar al Padre, esforzarse
siempre en el bien, y los errores es normal que se cometan, entre tanto lo
importe es el aprender.
Y quien no es médium, el esfuerzo es el mismo, aprender, ser mejor, esforzarse
en el bien, pues como decía Kardec, todo somos médiums, en mayor o menor
intensidad, entre tanto, el mejorar compete a todos y la Mediúmnidad es una
herramienta, pero es cierto que la gran mayoría de médiums tienen esta facultad
por su indisciplina en otras existencias, porque son espíritus que han tenido
mucha dificultad para avanzar y solo a través de esta facultad pueden tener
mayor facilidad para continuar su camino, pero también es cierto que muchos
médiums fracasan, y si eso acontece sin duda el arrepentimiento es mayor, por
que quien es médium tiene un compromiso asumido delante de la espiritualidad, y
deberá responder por el mal uso que de ella haya cometido.
Por eso, seamos conscientes de eso, pues la Mediúmnidad no es para personas
especiales, es justamente para personas con mayores dificultades para aprender,
y con mayor facilidad para caer en el torbellino de la fascinación material,
pensemos en eso, y no se vea la facultad Mediúmnica como algo sobrenatural, pues
esta bella facultad cada vez será más extendida porque es parte propia de la
humanidad.
Espíritu Rafael
La Mediúmnidad es
dada a cada cual para ser desarrollada, y comienza su proceso, educando su Espíritu,
con la lectura de los Libros Codificados por Allan Kardec. El Libro de Los Espíritus, no necesita que “Manuales sistematizados”, reemplacen al Libro de Los Médiums, para desarrollar la Mediúmnidad. Al evaluar TODOS los manuales de todas las
organizaciones espiritistas, que dicen que sus manuales sistematizados es lo
que se necesita para desarrollar la Mediúmnidad, tienen contenidos en contra de
lo establecido en el libro de Los Médium.
Dicho sea de paso,
Allan Kardec no recomienda ningún manual sistematizado, que sustituya el libro de Los Médiums.
Según el libro de Los Médiums: La Mediúmnidad es Únicamente para el mejoramiento Moral del
Médium. Veamos estas referencias en el Libro de Los Médiums:
·
Ítem 197, (…) un don que Dios les había
concedido “Únicamente”, para su mejoramiento moral, … Si no podéis volver a
conducirlos al buen camino, compadecedlos, porque puedo decíroslo, son reprobados por
Dios.
·
Ítem 220, #3, (…) Este don de Dios no se
le concede al Médium para que se divierta, e incluso menos para servir su ambición, sino para su propia mejora y
para hacer conocer la verdad a los hombres.
·
Ítem 220, #13. Sin embargo, hay médiums que
sólo emplean su facultad con repugnancia. “Son médiums imperfectos. No conocen
el valor de la gracia que se les ha concedido.”
·
Ítem 220, #14, Se les da porque tienen
necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en
disposición de recibir buenas enseñanzas, sino se aprovechan de ellas, sufrirán
las consecuencias.
Libro de Los
Médiums:
·
Ítem 300, (…) Insisten, sobre
todo, en aquello que debe permanecer oculto, como el futuro y el principio de
las cosas, a fin de dar la impresión de que están en conocimiento de los
secretos de Dios. Por esa razón, son esos los puntos sobre los cuales existen
más contradicciones.
Conocimiento del porvenir, Libro de Los Espíritus:
·
868. El porvenir, ¿puede ser revelado
al hombre?
“En
principio, el porvenir se le oculta, y sólo en casos raros y excepcionales Dios
permite que le sea revelado.”
¿Qué es un Espiritista Verdadero? o un Verdadero Espírita
Introducción del
Libro de Los Médiums por Allan Kardec...continúa así:
Allan Kardec no
recomienda ningún manual de Educación sistematizada de las comunicaciones
Mediúmnicas, sino que debemos SIEMPRE utilizar el Libro de Los Médiums.
Libro de Los Médiums
Disertaciones espíritas
XV
Todos
los médiums son incontestablemente llamados a servir a la causa del Espiritismo
según la medida de su facultad, pero hay muy pocos que no se dejan prender en
el lazo del amor propio; es una piedra de toque que pocas veces deja de
producir su efecto; así es que sobre cien médiums, apenas encontraréis uno por
ínfimo que sea, que no se haya creído en los primero tiempos de su Mediúmnidad, llamado a obtener
resultados superiores y predestinados a grandes misiones. Los que sucumben a
esta vanidosa esperanza cuyo número es grande, vienen a ser presa inevitable de
Espíritus obsesores que no tardan en
subyugarles adulando su orgullo y tomándoles por la parte flaca; cuanto más se
han querido elevar, más ridícula es su caída, cuando no es desastrosa para
ellos. Las grandes misiones sólo se confían a los hombres elegidos, y Dios
mismo les coloca sin que ellos los busquen en el centro y en la posición en que
su concurso podrá ser eficaz. Nunca está demás recomendar a los médiums inexpertos
que desconfíen de lo que ciertos Espíritus puedan decirles, tocante al
pretendido papel que están llamados a representar; porque si lo creen así solo
recogerán defecciones en este mundo y un severo castigo en el otro. Que se
persuadan bien que en la esfera modesta y obscura en que están colocados pueden
prestar grandes servicios, ayudando a la conversión de los incrédulos o dando
consuelo a los afligidos; si deben salir de este círculo serán conducidos por
una mano invisible que preparará los caminos puestos en evidencia, por decirlo
así, a pesar suyo. Que se recuerden bien de aquellas palabras: “El que se eleva será abatido,
el que se abata será elevado”.
El Espíritu de Verdad
Sobre las sociedades espiritistas
Nota. — En el número de las comunicaciones
siguientes algunas se han dado en la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas o a su intención; otras que se nos han
transmitido por diferentes médiums, contienen consejos generales sobre las
reuniones, su formación y los escollos que se pueden encontrar.
Nota: Deberá haber recogimiento espiritual
para que la oración al inicio sea efectiva. XVI
¿Por
qué no empezáis vuestras sesiones por una invocación general, una especie de
plegaria que prepararía al recogimiento?
Porque es menester que sepáis que sin el
recogimiento solo obtendréis comunicaciones ligeras; los Espíritus buenos solo
van adonde se les llama con fervor y sinceridad. Esto es lo que no se comprende
bastante; a vosotros, pues, toca el dar ejemplo; a vosotros que si lo queréis
podéis llegar a ser una de las columnas del nuevo edificio. Vemos vuestros
trabajos con placer y los ayudamos, pero a condición de que nos secundéis desde
vuestro lado y que os mostréis a la altura de la misión que fuisteis llamados a
cumplir. Formad, pues, la unión y seréis fuertes y los Espíritus malos no prevalecerán
contra vosotros. Dios ama a los sencillos de espíritu lo que no quiere decir a
los necios, sino a aquellos que hacen abnegación de sí mismos y que vienen a Él
sin orgullo. Podéis llegar a ser un foco de luz para la Humanidad; sabed, pues,
distinguir el buen grano de la cizaña; sembrad sólo el buen grano y guardaos de
esparcir la cizaña porque ésta impedirá al buen grano de crecer, y vosotros
seríais responsables de todo el mal que haga, de la misma manera que seréis
responsables de las malas doctrinas que podríais propagar. Acordaos de que el
mundo podrá tener un día la vista sobre vosotros; haced, pues, que nada
obscurezca el resplandor de las cosas buenas que saldrán de vuestro seno, por
esto os recomendamos que oréis a Dios para que os asista.
San
Agustín
Rogado San Agustín para que diera una fórmula
de invocación general, respondió:
“Ya sabéis que no hay fórmula absoluta. Dios es
muy grande para dar más importancia a las palabras que al pensamiento. Además
no creáis que baste el pronunciar algunas palabras para separar a los malos
Espíritus; sobre todo guardaos de hacer una de esas fórmulas ligeras que se
recitan para descargo de la conciencia; su eficacia está en la sinceridad del
sentimiento que la dicta, está sobre todo en la unanimidad de la intención,
porque ninguno de aquellos que no se asociasen a ella de corazón, no podría
sacar beneficio ni hacer beneficiar a los demás. Redactarla vosotros mismos y
sometedla a mi examen si queréis yo os ayudaré.”
Nota. — La fórmula siguiente de evocación
general ha sido redactada con asistencia de los Espíritus que la han completado
en muchos puntos.
“Rogamos
a Dios Todopoderoso que nos envíe Espíritus buenos para asistirnos y aleje
aquellos que podrían inducirnos en error; dadnos la luz necesaria para
distinguir la verdad de la impostura. Separad también a los Espíritus malévolos
que podrían poner la desunión entre vosotros suscitando la envidia, el orgullo y
los celos. Si algunos intentasen introducirse aquí, en nombre de Dios, les
conjuramos a que se retiren. Espíritus buenos que presidís nuestros trabajos,
dignaos instruirnos y hacernos dóciles a vuestros consejos. Haced que todo
sentimiento personal se borre en nosotros ante el pensamiento del bien general.
Rogamos particularmente a..., nuestro protector especial, para que tenga a bien
prestarnos hoy su asistencia.
XVII
Amigos míos, dejadme que os dé un consejo,
porque vosotros marcháis sobre un terreno nuevo y si seguís la ruta que os indicamos
no os perderéis. Se os ha dicho una cosa que es muy verdadera y queremos
recordárosla; es que el Espiritismo solo es una moral, y no debe salir de los
límites de la filosofía ni un solo paso, si no
quiere caer en el dominio de la curiosidad. Dejad
a un lado la cuestión de las ciencias: la misión de los Espíritus no es de
resolverlas ahorrándoos el trabajo de la investigación, sino procurar haceros mejores porque de este modo es como
avanzares realmente.
San Luis.
Para hacer fácil la búsqueda de temas en el Libro de los Médiums,
a continuación tienen el bosquejo de temas del contenido del Libro de los
Médiums.
ÍNDICE
DE TEMAS – LIBRO DE LOS MEDIUMS
Introducción
.......................................................................................
7
PRIMERA
PARTE
Nociones
preliminares
CAPÍTULO
I – ¿Hay Espíritus? .................................................
11
CAPÍTULO
II – Lo Maravilloso y lo sobrenatural .................... 18
CAPÍTULO
III – Método ............................................................
28
CAPÍTULO
IV – Sistemas ..........................................................
41
SEGUNDA
PARTE
De
las manifestaciones espíritas
CAPÍTULO
I – Acción de los Espíritus sobre la materia .......... 60
CAPÍTULO
II – Manifestaciones físicas. – Mesas giratorias ... 67
CAPÍTULO
III – Manifestaciones inteligentes .......................... 71
CAPÍTULO
IV – Teoría de las manifestaciones físicas. –
Movimientos
y suspensiones. – Ruidos.
– Aumento y disminución
del peso de los
cuerpos ................................................ 75
CAPÍTULO
V – Manifestaciones físicas espontáneas. –
Ruidos, barahúndas,
alborotos y perturbaciones. – Objetos
lanzados. – Fenómeno
de los aportes ....................................... 88
462 ALLAN KARDEC
CAPÍTULO
VI – Manifestaciones visuales. – Preguntas sobre
las apariciones. –
Ensayo teórico sobre las apariciones. –
Espíritus glóbulos.
– Teoría de la alucinación ......................... 113
CAPÍTULO
VII – Bicorporeidad y transfiguración. – Apariciones
de Espíritus de
personas vivas. – Hombres dobles.
– San Alfonso de
Ligori y San Antonio de Padua. – Vespasiano.
– Transfiguración. –
Invisibilidad .................................. 135
CAPÍTULO
VIII – Laboratorio del mundo invisible. – Trajes
de los Espíritus. –
Formación espontánea de objetos tangibles.
– Modificación de
las propiedades de la materia. –
Acción magnética
curativa ....................................................... 145
CAPÍTULO
IX – De los lugares frecuentados por los Espíritus 154
CAPÍTULO
X – Naturaleza de las comunicaciones. – Comunicaciones
groseras, frívolas,
formales o instructivas ................. 160
CAPÍTULO
XI – Semasiología y Typtología. – Lenguaje de los
signos y de los
golpes. – Typtología alfabética ........................ 164
CAPÍTULO
XII – Pneumatografía o escritura directa. –
Pneumatofonía
........................................................................
170
CAPÍTULO
XIII – Psycografía. – Psycografía
indirecta: cestitas
y tablitas. –
Psycografía directa o manual ........................ 176
CAPÍTULO XIV – De los médiums. – Médiums de efectos
físicos.
– Personas eléctricas. – Médiums sensitivos o impresionables.
– Médiums auditivos. – Médiums parlantes. – Médiums
videntes. – Médiums sonámbulos. – Médiums curanderos.
– Médiums pneumatógrafos ..............................................
180
CAPÍTULO XV – Médiums escribientes o psycógrafos. – Médiums
mecánicos; intuitivos; semi-mecánicos; inspirados o
involuntarios; de presentimientos
............................................ 196
CAPÍTULO XVI – Médiums especiales. – Aptitudes especiales
de los médiums. – Cuadro sinóptico de las diferentes variedades
de médiums
.................................................................... 202
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
463
CAPÍTULO
XVII – Formación de los médiums. – Desarrollo
de la Mediúmnidad. –
Cambio de escritura. – Pérdida y suspensión
de la Mediúmnidad......................................................
222
CAPÍTULO
XVIII – Inconvenientes y peligros de la Mediúmnidad.
– Influencia del
ejercicio de la Mediúmnidad sobre la
salud. – Ídem sobre
el cerebro. – Ídem sobre los niños ........... 239
CAPÍTULO
XIX – Papel del médium en las comunicaciones
espiritistas.
– Influencia del
Espíritu personal del médium. –
Sistema de los
médiums inertes. – Aptitud de ciertos médiums
para las cosas que
no conocen: los idiomas, la música, el dibujo,
etc. – Disertación
de un Espíritu sobre el oficio de los
médiums
...................................................................................
243
CAPÍTULO
XX – Influencia moral del médium. – Cuestiones
diversas. –
Disertaciones de un Espíritu sobre la influencia
moral ........................................................................................
258
CAPÍTULO
XXI – Influencia del centro ................................... 268
CAPÍTULO
XXII – De la Mediúmnidad de los animales ......... 271
CAPÍTULO
XXIII – De la obsesión. – Obsesión simple. –
Fascinación.
– Subyugación. –
Causas de la obsesión. – Medios
de combatirla
.............................................................................
279
CAPÍTULO
XXIV – Identidad de los Espíritus. – Pruebas posibles
de identidad. –
Distinción de los buenos y los malos
Espíritus. –
Cuestiones sobre la naturaleza y la identidad
de los Espíritus
......................................................................... 296
CAPÍTULO
XXV – De las evocaciones. – Consideraciones generales.
– Espíritus que se
pueden evocar. – Lenguaje que
debe tenerse con los
Espíritus. – Utilidad de las evocaciones
particulares. –
Preguntas sobre las evocaciones. – Evocaciones
de los animales. –
Evocación de las personas vivientes.
–
Telegrafía humana ..................................................... 319
Espíritus
Puros tienen la Misión de transmitir la Palabra de Dios…
·
Génesis Cap. I -
#10, Allan Kardec según el Libro de Génesis: Ítem #10. “Sólo
los espíritus puros reciben la misión de transmitir la palabra de Dios,
pues hoy sabemos que los espíritus están lejos de ser todo perfectos y que
algunos intentan aparentar lo que no son, razón por la cual San Juan ha dicho:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”
(Primera Epístola Universal de San Juan Apóstol 4:1).
·
y en el
Evangelio Según el
Espiritismo: Artículo VI – Introducción: “El
Espiritismo dice también que los espíritus pueblan el espacio; que Dios no se
comunica con los hombres sino por mediación de los espíritus puros, encargados
de transmitir su voluntad; y que los espíritus comunican con ellos durante la
vela y durante el sueño.”
·
Primera Parte
- Capítulo III, #12, Libro el Cielo y el Infierno
Frank
Montañez – “Soy Espírita”. (…) “Los Espíritus puros
son los mesías o mensajeros de Dios que transmiten y ejecutan su voluntad.
Llevan a cabo las misiones de importancia, presiden la formación de los mundos
y la armonía general del universo, tarea gloriosa confiada sólo a quienes
alcanzaron la perfección. Los Espíritus del orden más elevado son los únicos
que participan de los secretos de Dios, porque se inspiran en su pensamiento y
son sus representantes directos.”
·
Ya hemos admitido al ser
espiritual y no podemos aceptar que su origen esté en la materia; pues bien,
¿cuál es, entonces, su punto de partida? En este terreno, los medios de
investigación se equivocan, como en todo lo que se refiere al principio de las
cosas. El hombre sólo es capaz de constatar aquello que existe. Sobre el resto,
únicamente puede emitir hipótesis. Y ya sea porque este conocimiento sobrepasa
el alcance de su inteligencia actual o porque tal conocimiento le pueda
resultar ahora inútil o inconveniente. Dios no se lo concede ni siquiera por medio de la revelación.
Lo que Dios revela a los hombres por intermedio de sus mensajeros y que, por otra parte, ellos
mismos podrían deducir por sí del principio de la justicia soberana, que
constituye uno de los atributos esenciales de la Divinidad, es que todos tienen
un mismo punto de partida. Todos son creados simples e ignorantes y
con idéntica aptitud para progresar mediante su actividad individual; que todos
alcanzarán el grado de perfección compatible con la criatura gracias a sus
esfuerzos personales y que todos, hijos de un mismo Padre, son objeto de igual solicitud,
razón por la cual nadie recibe privilegios o dones especiales ni nadie está
exento del trabajo que le es impuesto a los demás para alcanzar la meta.
(CAPÍTULO XI, Génesis Espiritual, El principio espiritual. Ítem #7)
Fluidos
Cósmicos Universales como una acción en la Oración.
Acción de
la oración. Transmisión del pensamiento.
Evangelio según el Espiritismo
"No. 10. El Espiritismo hace
comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el
pensamiento, ya sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o
que nuestro pensamiento llegue a el. Para formarse una idea de lo que sucede en
esta circunstancia, es menester representar a todos los seres, encarnados y
desencarnados, sumergidos con un fluido universal que ocupa el espacio, como aquí lo estamos en la atmósfera. Ese fluído
recibe una impulsión de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el
aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están
circunscritas, mientras que las del fluído universal se
extienden hasta el infinito.
Luego, cuando el pensamiento se dirige
hacia un ser cualquiera que está en la tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado,
se establece una corriente fluídica entre los, la cual transmite el ensamiento
como el aire transmite el sonido. La energía de la corriente está en razón con la del
pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es oída por los espíritus
en cualquier parte que se encuentren, como los espíritus se comunican entre sí,
como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a
distancia entre los encarnados.
Evangelio según
el Espiritismo – Prefacio:
[…]En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas
las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las
tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos.[…]
EL
ESPÍRITU DE VERDAD
Ángeles
de la guarda. Espíritus protectores, familiares o simpáticos
Libro
de los Espíritus. No. 489 - 524
Presentimientos
522. El presentimiento, ¿es
siempre una advertencia del Espíritu protector?
“El presentimiento es el
consejo íntimo y oculto de un Espíritu que os quiere bien. No obstante,
también está presente en la intuición de la elección que se ha hecho. Es la
voz del instinto. Antes de encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de
las principales fases que tendrá su existencia, es decir, del género de pruebas
a las que se compromete. Una vez encarnado, cuando esas pruebas poseen un carácter relevante, conserva de
ellas una especie de impresión en su fuero interior. Esa impresión, que es la voz del
instinto, al despertarse cuando se acerca el momento de la prueba, se convierte
en presentimiento.”
523. Los presentimientos y
la voz del instinto siempre tienen cierta vaguedad. ¿Qué debemos hacer ante la
incertidumbre?
“Cuando tengas dudas, invoca a tu Espíritu bueno, o ruégale
a Dios, Nuestro Señor, que te envíe uno de sus mensajeros, uno de nosotros.”
524. Las advertencias de
nuestros Espíritus protectores, ¿tienen como único objeto la conducta moral, o
también la conducta a observar en los asuntos de la vida privada?
“Todo. Ellos tratan de haceros vivir lo mejor posible. No obstante,
muchas veces cerráis los oídos a las advertencias saludables y sois desdichados
por vuestra culpa.”
Los Espíritus protectores nos ayudan
con sus consejos mediante la voz de la conciencia,
a la que hacen hablar en nosotros. Sin embargo, como no siempre concedemos a la
conciencia la importancia necesaria, los Espíritus nos dan esos consejos de
modo más directo, para lo cual se sirven de las personas que nos rodean.
Examine cada uno las diversas circunstancias, felices o desdichadas, de su
vida, y verá que
en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre aprovechó, y que le
habrían evitado bastantes disgustos si los hubiese escuchado.
¿Puedo ser
Espiritista?
"Se es
espiritista por el solo hecho
de simpatizar con los principios de la doctrina y de conformar a ella la
conducta. Es una opinión como otra
cualquiera, que cada uno ha de tener el derecho de
profesar, como se tiene el de ser judío, católico, protestante,
furierista, sansimoniano, volteriano, cartesiano, deísta y hasta
materialista"
"El Espiritismo proclama la libertad de conciencia como un
derecho natural y la reclama para los suyos como para todo el mundo.
Respeta todas las convicciones sinceras, pidiendo para sí la
reciprocidad.",
Allan Kardec,
Obras Póstumas
“El
Espiritismo no es hechicería, no es hacer brujerías, no es hacer amarres
amorosos, no es hacer ritos, ni cultos a imágenes de yeso o de madera. Los Espiritistas, amamos y predicamos el
mensaje de Jesús y el de los Espíritus Puros y Perfectos que dictaron los
Libros Codificados, que es en resumen: “No le hagas a otro lo que no te gustaría te hagan a ti”.
Esta es la Moral Espírita, una sola Moral, la Moral de Jesús de Nazareth.
El
Espiritismo SIEMPRE te conduce al
Bien Común = MORAL, que agrada a Dios. Todo acto en contra de algún ser
creado:”Humano, Animal o Medio Ambiente”, nunca se podrá justificar como un
acto agradable a DIOS. Todo acto
religioso en contra del libre pensar o libre albedrio de los demás es un acto
que tampoco es agradable al Dios, que es inmensamente justo y bueno, único,
perfecto, inmaterial, todopoderoso, inmutable y misericordioso que amamos y
dignificamos con nuestros actos en Bien.” – Frank Montañez, Soy Espírita.
PREFACIO – Evangelio según el
Espiritismo.
“Los espíritus del Señor que son las virtudes de los cielos, se
esparcen por toda la superficie de la tierra como un ejército inmenso, apenas
han recibido la orden; parecidos a las estrellas que caen del cielo, vienen a
iluminar el camino y a abrir los ojos a los ciegos.
“En verdad os digo, que han
llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su
verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y
glorificar a los justos.”
"El Espiritismo proclama la libertad de
conciencia como un derecho natural y la reclama para los suyos como para
todo el mundo.
Libro de
Los Médiums, Ítem 197, Médiums Serios
La
Mediúmnidad se difunde cada vez más, y el médium que tome a mal estas
reflexiones demostrará una sola cosa: que no es un buen médium, es decir, que
lo asisten Espíritus malos.
Por
lo demás, como ya he dicho, todo esto es pasajero, y los malos médiums, los que
abusan o hacen mal empleo de sus facultades, sufrirán lamentables
consecuencias, conforme ya ha sucedido con algunos. Aprenderán, a expensas de
sí mismos, cuánto cuesta haber aplicado a favor de sus pasiones terrenales
Un don que Dios les concedió
únicamente para su adelanto moral.
Si
no podéis hacer que vuelvan al camino del bien, lamentaos, porque os puedo
asegurar que Dios los reprueba.”
Erasto
Nadie ha visto a Dios, ¿cómo
aventurarse a decir que el hombre puede ser a semejanza o parecerse a DIOS?
Contradicciones
al Hombre Semejante de Dios:
Aquí dice que el hombre es semejante
a Dios, que nadie ha visto jamás:
Génesis 1:26-27
La Biblia de las Américas (LBLA)
Creación del hombre y de la mujer
· 26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza[a] dominio sobre los peces del mar, sobre
las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo
reptil que se arrastra sobre la tierra. 27 Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó.
Nuevo
Testamento:
Nadie
ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios,
que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer.
A
Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos
unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se
perfecciona en nosotros.
¿Cómo
armonizar ésto?
Libro de Los Médiums, Ítem 197, Médiums Serios
Aprenderán, a expensas de sí mismos,
cuánto cuesta haber aplicado a favor de sus pasiones terrenales un don que Dios les concedió únicamente para su
adelanto moral. Si no podéis hacer que vuelvan al camino del bien,
lamentaos, porque os puedo asegurar que Dios los reprueba.”
Erasto
Esto es una información general en cuanto a la información
publicada y resumida contenida en el libro de Los médiums, como ya he mencionado, escrito por Allan Kardec de los Espíritus
Superiores. No se pretende enseñar como ejercer la Mediúmnidad,
pues eso requiere que la persona se dedique a moralizarse para activar su
crecimiento espiritual y es a través de la educación contenida en La Codificación
Espírita que la persona que demuestre tener una o
más capacidades Mediúmnicas, pueda desarrollarlas con el propósito
de bien común y como un “Médium Serio” que conoce lo necesario
para servir responsablemente a las comunicaciones Mediúmnicas.
Comentarios de Allan Kardec, en su Libro Obras Póstumas y en el
libro de Los Médiums.
“La Videncia y la
Clarividencia o Doble Vista, estas dos facultades
son descritas en la Codificación Espírita y
son consideradas en el orden sensitivo, puesto que Los Médiums
videntes pueden, pues, ser asimilados a las personas que gozan de la vista
espiritual, pero sería acaso muy absoluto considerar a estos últimos como Médiums;
porque consistiendo la Mediúmnidad únicamente en la intervención
de los Espíritus, lo que hacemos por nosotros mismos no puede
considerarse como un acto mediúmnico. El que posee la vista espiritual ve
con su propio Espíritu, y nada implica para la extensión de su
facultad la necesidad del concurso de un Espíritu extraño.”
“La Videncia aunque se encuentra
clasificada en el grupo de las mediumnidades, en sí misma no lo es, pues no existe
la transmisión o comunicado de un Ser espiritual. La Clarividencia, también
conocida como “Doble vista”, o “segunda vista”. Hay grados
infinitos en la intensidad de la doble vista, desde
la sensación confusa, hasta la percepción tan clara y neta como en el
sonambulismo. Faltándonos un término para expresar este estado especial, y
sobre todo para designar a los individuos que de él son susceptibles, se ha
empleado la palabra vidente, y
aunque no exprese exactamente la idea, la adoptaremos hasta nueva orden, a
falta de otra mejor. Pues para el tiempo en que Kardec escribió
sobre esto, el termino Clarividencia no
estaba aun muy bien definido.”
Me propongo mencionar en esta reflexión lo que la Codificación Espírita tiene
que decir con relación a estos términos y también utilizaré lo que
expresó Kardec en su Libro Obras Póstumas. Aunque Obras
Póstumas, no forma parte de la Codificación Espírita o Los Libros
Codificados, forma parte de los escritos de Kardec. Y
resulta ser bastante esclarecedor de estos términos.
Veamos
lo que la Real Academia Española define la Clarividencia.
(De clarividente).
1. f. Facultad de comprender y discernir
claramente las cosas.
2. f. Penetración,
perspicacia.
3. f. Facultad paranormal
de percibir cosas lejanas o no perceptibles por el ojo.
4. f. Facultad de adivinar
hechos futuros u ocurridos en otros lugares.
Real Academia Española ©
Todos los derechos reservados
Veamos
además lo que dice Wikipedia, como referencia general a esta definición.
Clarividencia
De Wikipedia, la
enciclopedia libre
· La Clarividencia es
la supuesta capacidad de percepción
extrasensorial por la cual algunas personas recibirían
información por medios no-corporales y que escaparían a los explicados
científicamente por la física clásica. Aunque existen muchos testimonios de
personas que supuestamente tienen este don no existe ninguna evidencia
científica adecuada de que tal capacidad exista, ni ningún experimento ha
detectado fenómenos de clarividencia.
· Esta
percepción se caracterizaría por captar fenómenos que quedan fuera del alcance
de los cinco sentidos. La telepatía se
incluye en este tipo de percepciones. A diferencia de esta última, la
clarividencia explícitamente implicaría la "visión de imágenes"
reales físicas, de la mente (memoria) de otro individuo, de entidades
mitológicas o desconocidas por la ciencia actual, y no el hecho de captar
conceptos abstractos de otra mente. En las visiones de los clarividentes, no
tienen manera de saber si lo que se está viendo es un hecho actual, pasado o
futuro, ya que no tienen escala temporal.
Se consideraría un don innato, pero a diferencia de lo que se cree
comúnmente, se debería desarrollar por medio de meditaciones y cantos
mántricos.
Breve Diccionario de la Lengua Española y el
Espiritismo
Primera Edición
Clarividencia. (De clarividente.) f. Facultad
de comprender y discernir las cosas con perfecta claridad. // Penetración,
perspicacia. // Espirit. Facultad de adquirir conocimientos
precisos sin el socorro de los sentidos normales y sin lectura del pensamiento.
// Facultad por la cual la persona ve los espíritus con gran claridad. Mediúmnidad de videncia educada.
Gabriel Delanne la define como la
facultad de obtener conocimientos sin experimentar la influencia del
pensamiento de otras personas presentes y sin servirse de los órganos de los sentidos.
Ya
conoces tu Espíritu Protector
Ya tú te has
comunicado con tu Espíritu Guía, desde hace mucho tiempo. Tal vez deseas oír
una voz peculiar, pero él se comunica por los pensamientos, y es precisamente
la contestación de tus preguntas que se constituye en tu mente la voz de tu
Espíritu. Si preguntas, ¿Estás ahí? Y sientes que en tu mente surge un
pensamiento que dice: Si estoy aquí, Ese es el espíritu contestando la
pregunta.
Lo que necesitas en
realidad es sentirlo a tu lado, es una sensación agradable y es perceptible.
Cuando se aleja lo sientes que se aleja. Puedes practicar diciéndole, sepárate
in poco para poder percibir el vacio. Ahí te das cuenta cómo se siente su
sensación, y solo comienzas a comunicarte todo el tiempo.
“¿Ya te has comunicado con tu Espíritu
Protector o Guía?”
Sí; ya te has comunicado con tu Espíritu Protector o
Guía. Desde que tuviste conciencia de vida. Lo que ocurre es que no te
has enfocado en considerar como se comunica el Espíritu. Se comunica a través
de la mente, del corazón y tu conciencia. Siempre has tenido esa comunicación.
Pero debes educar tu Espíritu a través de la lectura de los Libros
Codificados. Eres Médium y siempre lo
has sido, pero no lo has reconocido, y es ahí donde la educación Espírita te
ayuda. Ya eres fruta madura, por solo desear conocer a tu Espíritu Protector o
Guía.
“Esa voz interior que nos habla en pensamientos buenos
es tu Espíritu Protector. Esa comunicación en tu interior se escucha a través
de la voz del corazón y de la inteligencia, pues no deja de ser su Espíritu
familiar quien los aconseja. Llamadlo espíritu, razón o inteligencia: en todos
los casos es una voz que responde a vuestra alma y os dicta buenas palabras.
Entonces, Sí; te has comunicado con tu Espíritu Protector, falta identificar
esa voz de la conciencia.” Frank
Montañez
En
el Espiritismo, TODOS SOMOS MÉDIUMS, Capitulo X, Libro de Los Médiums…
Libro
de Los Médiums - Sobre los Médiums - X Todos
los hombres son médiums, todos tienen un Espíritu que los orienta hacia el bien,
en caso de que sepan escucharlo. Ahora bien, poco importa que algunos se
comuniquen directamente con él a través de una Mediúmnidad especial, y que
otros sólo lo escuchen a través de la voz del corazón y de la inteligencia,
pues no deja de ser su Espíritu familiar quien los aconseja. Llamadlo espíritu,
razón o inteligencia: en todos los casos es una voz que responde a vuestra alma
y os dicta buenas palabras. Sin embargo, no siempre las comprendéis. No todos
saben proceder de acuerdo con los consejos de la razón, no de esa razón que se
arrastra y repta más de lo que camina, que se pierde en la maraña de los
intereses materiales y groseros, sino de esa razón que eleva al hombre por
encima de sí mismo y lo transporta a regiones desconocidas. Esa razón es la
llama sagrada que inspira al artista y al poeta, el pensamiento divino que
eleva al filósofo, el impulso que arrebata a los individuos y a los pueblos.
Razón que el vulgo no puede comprender, pero que eleva al hombre y lo aproxima
a Dios más que ninguna otra criatura; entendimiento que sabe conducirlo de lo
conocido a lo desconocido, y le hace realizar las cosas más sublimes. Escuchad, pues, esa voz interior, ese genio
bueno que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a oír a vuestro ángel
de la guarda, que desde lo alto del cielo os tiende la mano. Repito: la voz íntima que habla al corazón es la de los
Espíritus buenos, y desde ese punto de vista todos los hombres son médiums. Channing
El rol de los
Médiums Ítem No. 234, 235. 236, 225, LM
Pases
Magnéticos a los Animales
Libro de Los Médiums
#234 - #236, #225
Capítulo XXII
Mediúmnidad en los animales
No. 234. Los
animales, ¿pueden ser médiums? Muchas veces se ha planteado esta pregunta, y algunos hechos
parecieran responderla de manera afirmativa. Lo que ha dado crédito a esa
opinión radica, sobre todo, en los notables signos de inteligencia de algunos
pájaros adiestrados, que parecen adivinar el pensamiento del hombre y extraen
de un mazo de cartas la que responde con exactitud a una pregunta planteada.
Hemos observado esas experiencias con especial atención, y lo que más nos
sorprendió fue el arte que debió ser empleado para instruir a esos pájaros. No
se puede negar a tales animales una cierta dosis de inteligencia relativa,
aunque debemos convenir en que, en esta circunstancia, su perspicacia superaría
en mucho a la del hombre, dado que no hay ninguna persona que pueda
vanagloriarse de hacer lo que ellos hacen. Incluso sería necesario suponer que,
para ciertas experiencias, esos pájaros poseen un don de doble vista superior
al de los sonámbulos más clarividentes. En efecto, es sabido que la lucidez es
esencialmente variable, y que está sujeta a frecuentes intermitencias, mientras
que en esos animales sería permanente y
funcionaría en el momento preciso con una regularidad y una precisión que no se
observan en ningún sonámbulo.
En una palabra: nunca les faltaría. La mayoría de las
experiencias que hemos presenciado son del mismo tipo de las que llevan a cabo
los prestidigitadores, y no nos dejaron ninguna
duda acerca del empleo de algunos de sus procedimientos, sobre todo el de las
cartas marcadas. El arte de la prestidigitación consiste en disimular esos
recursos, pues de lo contrario el efecto perdería su encanto. Con todo, aun reducido
a esas dimensiones, el fenómeno no deja de ser muy interesante, y siempre habrá
que admirar el talento del instructor, tanto como la inteligencia del alumno,
porque la dificultad que se debe superar es mucho mayor que si el pájaro sólo
obrara en virtud de sus propias facultades.
Ahora bien, llevarlo a que haga cosas que superan el límite
de lo posible para la inteligencia humana es probar, por este simple hecho, el
empleo de un procedimiento secreto. Por otra parte, es un hecho constante que
los pájaros sólo alcanzan ese grado de habilidad al cabo de cierto tiempo, y
con la ayuda de cuidados especiales y perseverantes, lo que no sería necesario
si apenas interviniera su inteligencia. No es más extraordinario adiestrarlos
para que extraigan cartas que habituarlos a que repitan canciones o palabras.
Lo mismo sucedió cuando los prestidigitadores pretendieron
imitar la doble vista. Se obligaba al sujeto a esforzarse al máximo
para que la ilusión durase largo tiempo. Desde la primera vez que presenciamos
una sesión de ese género, no vimos otra cosa más que una imitación muy
imperfecta del sonambulismo,
que revelaba la ignorancia acerca de las condiciones más elementales de esa
facultad.
No. 235. Sea como fuere, la cuestión principal
permanece sin solución en lo atinente a las experiencias a las que nos acabamos
de referir, pues así como la imitación del sonambulismo no impide que esa
facultad exista, la imitación de la Mediúmnidad por
medio de pájaros nada prueba contra la posibilidad de que esos animales, u
otros, posean una facultad semejante. Se trata, pues, de saber si los
animales son aptos, como los hombres, para servir de intermediarios de los Espíritus a los efectos
de sus comunicaciones inteligentes. Incluso parece bastante lógico
suponer que un ser vivo, dotado de una cierta dosis de inteligencia, sea más
apropiado para ese efecto que un cuerpo inerte, sin vitalidad, como una mesa,
por ejemplo. Sin embargo, eso no sucede.
No. 236. La cuestión de la Mediúmnidad en los animales ha
quedado absolutamente resuelta en la disertación que sigue, ofrecida por un
Espíritu cuya profundidad y sagacidad ha sido posible apreciar mediante las
citas que hemos hecho anteriormente. Para captar debidamente la importancia de
su demostración,
es esencial que se tome en cuenta la explicación que él ha dado acerca del rol de los médiums en las
comunicaciones, explicación que hemos reproducido en el § 225.
No.
225. La
disertación que sigue, brindada espontáneamente por un Espíritu superior.
[Introducción:
Libro de Los Espíritus:
”Distinguir entre los Espíritus buenos
y los malos es en extremo fácil. El lenguaje de los Espíritus superiores es
invariablemente digno, noble; se halla impregnado de la más elevada moralidad,
libre de pasiones inferiores. Sus consejos reflejan la sabiduría más pura, y tienen siempre
por objeto nuestro mejoramiento y el bien de la humanidad. El
lenguaje de los Espíritus inferiores, por el contrario, es inconsecuente; suele
ser trivial e incluso grosero. Si de vez en cuando expresan cosas buenas y
verdaderas, la mayoría de las veces las dicen falsas y absurdas, por malicia o
por ignorancia. Juegan con la credulidad y se divierten a costa de quienes los
interrogan; halagan su vanidad y alimentan sus deseos con falsas esperanzas. En
resumen, las comunicaciones serias, en la más amplia acepción de la palabra,
sólo tienen lugar en los centros serios, cuyos miembros se hallan unidos por
una comunión íntima de pensamientos con miras al bien.]
que se dio a conocer mediante una comunicación de orden elevadísimo,
resume del modo más claro y exhaustivo la cuestión del rol de los médiums:
“Sea cual fuere la naturaleza de los médiums escribientes,
ya sean mecánicos, semi-mecánicos, o simplemente intuitivos, nuestros
procedimientos de comunicación con ellos no varían en lo esencial. En efecto,
con los Espíritus encarnados nos comunicamos de la misma forma que con los
Espíritus propiamente dichos: sólo mediante la
irradiación de nuestro pensamiento.
“Nuestros pensamientos no requieren de la vestimenta de la palabra
para que los Espíritus los entiendan, y todos los Espíritus perciben, en
función de sus facultades intelectuales, el pensamiento que deseamos
transmitirles, por el solo hecho de que lo dirijamos hacia ellos.
Esto significa
que determinado pensamiento puede ser comprendido por tales o cuales Espíritus,
conforme a su adelanto, mientras que para otros no es comprensible, porque no
les despierta ningún recuerdo, ningún conocimiento adormecido en el fondo de su
corazón o de su cerebro. En este caso, el Espíritu encarnado que nos sirve de médium es más apto
–para transmitir nuestro
pensamiento a otros encarnados, aunque no lo entienda– que un Espíritu desencarnado y poco adelantado, si nos
viéramos forzados a emplearlo como intermediario, porque el ser terrenal pone a
nuestra disposición su cuerpo como instrumento, cosa que el Espíritu errante no
puede hacer.
“De esta
manera, cuando encontramos un médium cuyo cerebro está repleto de conocimientos
adquiridos en su vida actual, y su Espíritu es rico en conocimientos anteriores
latentes, adecuados para facilitar
nuestras comunicaciones, preferimos servirnos de él, porque con ese médium el
fenómeno de la comunicación nos resulta mucho más sencillo que con uno de
inteligencia limitada y de escasos conocimientos anteriores. Haremos que se nos
comprenda mediante algunas explicaciones claras y precisas.
Nota: No se
necesita incorporación de Espíritus para lograr comunicación entre 2 espíritus
(Encarnado y desencarnado)
“Con un médium cuya
inteligencia actual o anterior está
desarrollada, nuestro pensamiento se comunica en forma instantánea de
Espíritu a Espíritu, gracias a una facultad inherente a la esencia misma del
Espíritu. En ese caso, nosotros encontramos en el cerebro
del médium los elementos apropiados para vestir a nuestro pensamiento con las
palabras que le corresponden, ya se trate de un médium intuitivo, semi-mecánico
o mecánico puro. Por eso, sea cual fuere la diversidad de los Espíritus que se
comunican con un médium, los dictados que este obtiene llevan, en cuanto a la
forma y al colorido, su sello personal, aunque procedan de Espíritus
diferentes. En efecto, a pesar de que el pensamiento le resulte completamente
extraño, aunque el tema exceda los límites dentro de los cuales se mueve
habitualmente, y aunque no provenga de él aquello que queremos manifestar, no
por eso el médium dejará de ejercer una influencia sobre la forma, mediante las
cualidades y propiedades inherentes a su individualidad.
Es exactamente
como si observarais diversos paisajes con lentes de color, verdes, blancas o
azules: aunque los lugares u objetos observados sean por completo opuestos e
independientes los unos de los otros, no por ello dejarán de adoptar la
tonalidad que provenga del color de las lentes. Mejor aún, comparemos a los
médiums con esos recipientes de vidrio, llenos de líquidos coloreados y más o
menos transparentes, que se ven en las vitrinas de las farmacias. Pues bien, los
Espíritus somos como focos que iluminan determinados paisajes morales,
filosóficos e internos a través de médiums azules, verdes o rojos. De ese modo,
nuestros rayos luminosos, forzados a pasar a través de vidrios tallados con
mayor o menor precisión, y que poseen diversos grados de transparencia, es
decir, a través de médiums con diferentes niveles de inteligencia, sólo llegan
a los objetos que deseamos iluminar tomando la coloración, o mejor dicho, la
forma de expresarse propia y particular de cada médium. Para
concluir con una última comparación, diremos que nosotros, los Espíritus, somos
como esos compositores que, con el propósito de ejecutar una pieza musical,
cuentan con un solo instrumento, que puede ser un piano, un violín, una flauta,
un fagot o un simple silbato. Es indudable
que con el piano, la flauta o el violín ejecutaremos nuestra composición de un
modo muy comprensible para nuestros oyentes. Aunque los sonidos producidos por
el piano, el fagot o el clarinete sean esencialmente diferentes entre sí, no
por eso la composición dejará de ser idéntica, excepto por los matices de
sonido. En cambio, si sólo tuviéramos a nuestra disposición un silbato o un
caño de desagüe, nos veríamos en dificultades. “De
hecho, cuando estamos obligados a servirnos de médiums poco adelantados,
nuestro trabajo se prolonga mucho y es más penoso, porque nos vemos en la
necesidad de recurrir a formas incompletas, lo que constituye para nosotros una
complicación. En ese caso, tenemos que descomponer nuestros
pensamientos, dictando palabra por palabra y letra por letra, lo cual resulta
molesto y agotador, al mismo tiempo que un verdadero obstáculo para la
celeridad y el desarrollo de nuestras manifestaciones. “Por eso
nos sentimos felices cuando encontramos médiums idóneos, bien equipados,
provistos de recursos listos para ser empleados, en una palabra, buenos
instrumentos, porque entonces nuestro periespíritu, al actuar sobre el
periespíritu de aquel a quien mediumnizamos, no tiene que hacer otra cosa más que impulsar la mano que nos sirve
de portaplumas o de lapicero. En cambio, con los
médiums cuya capacidad es insuficiente, estamos obligados a hacer un trabajo
análogo al que realizamos cuando nos comunicamos por medio de golpes, es decir,
designando letra por letra y palabra por palabra cada una de las frases que
traducen los pensamientos que queremos transmitir.
“Por estas
razones, para la divulgación del espiritismo, así como también para el
desarrollo de las facultades Mediúmnicas escriturales26,
nos dirigimos preferentemente a las clases cultas e ilustradas, aunque en esas
clases se encuentren los individuos más incrédulos, los más rebeldes e
inmorales. Así como en la actualidad nosotros dejamos a los Espíritus farsantes
y poco adelantados el ejercicio de las comunicaciones tangibles, de golpes y de
aportes, así también los hombres poco serios prefieren el espectáculo de los
fenómenos que impresionan sus ojos y sus oídos, en vez de los fenómenos
puramente espirituales y psicológicos.
26 En el original francés se emplea un neologismo: scriptives.
(N. del T.)
“Cuando
queremos transmitir dictados espontáneos actuamos sobre el cerebro, sobre los
archivos del médium, y preparamos nuestros materiales con los elementos que él
nos proporciona, sin que lo sepa en modo alguno. Es como si sacáramos el dinero
de su cartera y ordenáramos las diferentes monedas según la disposición que nos
pareciera más conveniente. “Sin embargo, cuando es el propio médium quien desea
interrogarnos, será bueno que reflexione seriamente, a fin de que formule las
preguntas con método. De ese modo facilitará nuestra tarea de responderle.
Porque, como se os ha dicho en una instrucción anterior, vuestro cerebro se
encuentra a menudo en un inextricable desorden, y es para nosotros tan penoso
como difícil movernos dentro del laberinto de vuestros pensamientos. Cuando las
preguntas las hace un tercero, conviene y es útil que sean comunicadas
previamente al médium, para que este se identifique con el Espíritu del
evocador y, por decirlo de algún modo, se impregne de él. En ese caso, nosotros
mismos tendremos mucha mayor facilidad para responder, gracias a la afinidad
que existe entre nuestro periespíritu y el del médium que nos sirve de
intérprete. “No cabe duda de que podemos hablar de matemática a través de un
médium que la ignore por completo. Con todo, muchas veces el Espíritu de ese
médium posee dicho conocimiento en estado latente, es decir, posee un
conocimiento que es propio del ser fluídico y no del ser encarnado, porque su
cuerpo actual es un instrumento rebelde u opuesto a esa ciencia. Lo mismo
sucede con la astronomía, con la poesía, con la medicina, con los diversos
idiomas, así como con los demás conocimientos peculiares de la especie humana.
Por último, también tenemos el penoso medio de elaboración utilizado con los
médiums absolutamente ajenos al tema tratado, que consiste en reunir las letras
y las palabras una por una, como se hace en las imprentas. “Como hemos dicho,
los Espíritus no tienen necesidad de revestir su pensamiento, pues lo perciben
y lo transmiten por el solo hecho de que existe en ellos. Los seres corporales,
por el contrario, sólo pueden percibir el pensamiento en caso de que este se
encuentre revestido. Así pues, mientras que, para percibir un pensamiento,
aunque sea mentalmente, vosotros necesitáis letras, palabras, sustantivos,
verbos, en suma, frases, nosotros los Espíritus no necesitamos ninguna forma
visible o tangible.”
Erasto
y Timoteo
OBSERVACIÓN –
Este análisis del rol de los médiums y de los procedimientos a través de los cuales los Espíritus se comunican, es tan clara como
lógica. De él se infiere el principio de que el Espíritu extrae del cerebro del
médium, no sus ideas,
sino los recursos necesarios para expresarlas, y que cuanto más rico en
recursos sea ese cerebro, tanto más fácil será la comunicación. Cuando el
Espíritu se expresa en el idioma familiar del médium, encuentra en este,
completamente formadas, las palabras necesarias para revestir la idea. Si lo
hace en un idioma extraño al médium, no encuentra las palabras, sino
simplemente las letras. Por eso el Espíritu se ve obligado a dictar, por así decirlo,
letra por letra, exactamente como si nosotros exigiéramos que escribiera en alemán
a una persona que no sabe ni una sola palabra de ese idioma. Y si el
médium no sabe leer ni escribir, no dispone siquiera de las letras, de modo que
es preciso que el Espíritu guíe su mano, como se hace con la de un niño que
comienza a escribir, en cuyo caso la dificultad material que debe vencer es aún
mayor. Por
consiguiente, estos fenómenos son posibles, y hay numerosos ejemplos de ellos.
Pero se comprenderá que esa manera de proceder es poco apropiada para
comunicaciones extensas y rápidas, y que los Espíritus prefieren los
instrumentos más sencillos o, como ellos dicen, los médiums bien equipados,
desde su punto de vista.
Si las personas
que solicitan ver esos fenómenos, como un medio para convencerse, hubieran
estudiado previamente la teoría, sabrían en qué condiciones excepcionales
dichos fenómenos se producen.
Esta comunicación fue recibida, luego de una discusión en
torno al tema que nos ocupa, en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas:
“Trataré hoy la
cuestión de la Mediúmnidad
en los animales, planteada y defendida por uno de vuestros más
fervientes adeptos. Pretende él, en virtud del axioma siguiente: Quien puede lo más, puede lo menos,
que los Espíritus podemos mediumnizar a los pájaros y a otros animales, y
servirnos de ellos en nuestras comunicaciones con la especie humana. Esto es lo
que en filosofía –o mejor dicho, en lógica– denomináis, pura y simplemente, un
sofisma.
Si vosotros
podéis animar –dice él– la materia inerte, es decir, una mesa, una silla o un
piano, con mayor razón todavía podréis animar la materia ya animada, y
particularmente los pájaros..
Ahora bien, en
el estado normal del espiritismo, eso no es así; no puede ser así. “En primer
lugar, entendámonos bien acerca de los hechos. ¿Qué es
un médium? Es el ser, el individuo que sirve de lazo de unión a los Espíritus, a
fin de que estos puedan comunicarse fácilmente con los hombres, que son los
Espíritus encarnados. Por consiguiente, sin un médium no habrá comunicaciones
tangibles, mentales, escriturales28, físicas, ni de ninguna otra
clase.
28 Véase
la nota n.º 42. (N. del T.)
42. Sistema de las causas físicas – Aquí nos apartamos
de los sistemas de la negación absoluta. Una vez comprobada la realidad de los fenómenos, la
primera idea que naturalmente acudió al espíritu de quienes los verificaron fue
la de atribuir los movimientos al magnetismo, a la electricidad o a la acción
de un fluido cualquiera; en una palabra, a una causa enteramente física y
material. Esta opinión no tenía nada de irracional, y habría prevalecido si el
fenómeno se hubiese limitado a la producción de efectos puramente mecánicos.
Una circunstancia parecía incluso corroborarla, pues en ciertos casos se
registraba en los efectos un aumento de la fuerza, que dependía directamente
del número de las personas presentes. Así, cada una de ellas podía ser
considerada como uno de los elementos de una pila eléctrica humana. Ya hemos
dicho que lo que caracteriza a una verdadera teoría es que esta pueda explicar
la causa de todos los hechos. Sin embargo, si un solo hecho la contradice, es
porque es falsa, incompleta o demasiado absoluta. Ahora bien, esto es lo que
pronto sucedió en relación con esta teoría. Los movimientos y golpes dieron
señales inteligentes, en obediencia a la voluntad y como respuesta al
pensamiento. Debían, por lo tanto, tener una causa inteligente. Puesto que el
efecto dejaba de ser puramente físico, por eso mismo la causa tenía que ser
otra. A eso se debe que el sistema de la acción exclusiva de un agente material haya sido abandonado, y sólo persiste
entre los que juzgan a priori,
sin haber visto nada. El punto principal consiste, pues, en que se compruebe la
acción inteligente, de la que puede convencerse cualquier persona que se tome
el trabajo de observar.
43. Sistema del reflejo –
44. Sistema del alma colectiva –
45. Sistema sonambúlico –
46. Sistema pesimista, diabólico o demoníaco – Con este sistema ingresamos
en otro orden de ideas. Una vez comprobada la intervención de una inteligencia
extraña, se trataba de saber cuál era la naturaleza de esa inteligencia. Sin
duda, el medio más simple consistía en preguntárselo. No obstante, algunas
personas consideraron que ese procedimiento no ofrecía una garantía suficiente,
y sólo han querido ver en las manifestaciones una obra diabólica. Según esas
personas, únicamente pueden comunicarse el diablo o los demonios. Aunque en la
actualidad ese sistema genera poca repercusión, durante cierto tiempo gozó de
algún crédito, debido al carácter mismo de los que trataban de hacer que
prevalezca. Con todo, destacaremos que los partidarios del sistema demoníaco no
deben ser clasificados entre los adversarios del espiritismo, sino todo lo
contrario. Se trate de demonios o de ángeles, los seres que se comunican
siempre son seres incorporales. Ahora bien, si se admite que los demonios
pueden manifestarse, entonces también se admite la posibilidad de que el hombre
se comunique con el mundo invisible o, al menos, con una parte de ese mundo. La
creencia en la comunicación exclusiva de los demonios, por más irracional que
sea, no hubiese parecido imposible en la época en que se consideraba a los
Espíritus como seres creados fuera de la humanidad. Pero desde que se sabe que
los Espíritus no son otra cosa que las almas de los hombres que ya han vivido,
esa creencia perdió todo su prestigio y,
se puede decir, toda verosimilitud. Admitirla implica sostener que todas esas almas
son demonios, aunque sean las de un padre, un hijo o un amigo, y que nosotros mismos,
al morir, nos convertiremos en demonios. Se trata de una doctrina poco
halagüeña y nada consoladora para muchas personas. Muy difícil será convencer a
una madre de que el hijo querido al que perdió, y que después de la muerte
viene a ofrecerle pruebas de su afecto y de su identidad, sea un secuaz de Satanás.
Es verdad que existen Espíritus que son muy malos y que no valen más que los denominados
demonios. Pero eso se debe a
una razón muy simple: la de que existen hombres muy malos, que por el hecho de
morir no se vuelven buenos en forma inmediata. La cuestión consiste en saber si
son ellos los únicos que pueden comunicarse con nosotros. A los que piensan de
ese modo les dirigimos las siguientes preguntas:
1.º ¿Existen los
Espíritus buenos y los Espíritus malos?
2.º ¿Es Dios más
poderoso que los Espíritus malos, o que los demonios, si así queréis llamarlos?
3.º Afirmar que sólo
los Espíritus malos se comunican con los hombres implica decir que los buenos
no pueden hacerlo. Si así fuera, una de dos cosas: eso ocurre por la voluntad
de Dios, o en su contra. Si es contra su voluntad, entonces los Espíritus malos
son más poderosos que Él. Y si es por su voluntad, ¿por qué Dios, en su bondad,
no permitiría que los Espíritus buenos se comunicaran, para contrabalancear la
influencia de los otros?
4.º ¿Qué pruebas
podéis dar acerca de la imposibilidad de que los Espíritus buenos se comuniquen
con nosotros?
5.º Cuando os oponemos
la sabiduría de ciertas comunicaciones, replicáis que el demonio emplea una
infinidad de máscaras para seducir mejor. En efecto, sabemos que hay Espíritus
hipócritas, que confieren a su lenguaje un falso barniz de sabiduría. No
obstante, ¿admitís que la ignorancia pueda imitar al verdadero saber, y que una
naturaleza malvada imite a la verdadera virtud, sin dejar ningún indicio que
denuncie el fraude?
6.º Si el demonio es
el único que se comunica, dado que él es enemigo de Dios y de los hombres, ¿por
qué recomienda que se ore a Dios, que nos sometamos a la voluntad de Dios, que soportemos
sin quejas las tribulaciones de la vida, que no ambicionemos honores ni
riquezas, que practiquemos la caridad y todas las máximas de Cristo; en suma,
que hagamos todo lo necesario para destruir su imperio? Si el que da esos
consejos es el demonio, tenemos que admitir que, por más astuto que sea, es
bastante torpe al proporcionar armas que se usan en su contra.�
7.º Dado que los
Espíritus se comunican con nosotros, eso se debe a que Dios lo permite. En
vista de que hay buenas y malas comunicaciones, ¿no será más lógico admitir que
Dios permite unas para probarnos y otras para aconsejarnos el bien?
8.º ¿Qué pensaríais de
un padre que dejara a su hijo a merced de ejemplos y consejos perniciosos, que
lo apartara de él y le prohibiese tener contacto con las personas que podrían
desviarlo del mal?
Un buen padre no haría
eso. ¿Debemos pensar, pues, que Dios, la bondad por excelencia, haga menos de
lo que haría un hombre?
9.º La Iglesia
reconoce como auténticas ciertas manifestaciones de la Virgen y de otros
santos, en apariciones, visiones, comunicaciones orales, etc. Esta creencia,
¿no está en contradicción con la doctrina de la comunicación exclusiva de los
demonios?
Creemos que algunas
personas han profesado esa teoría de buena fe. No obstante, también creemos que
muchos lo hicieron únicamente para no tener que ocuparse de esas cosas, debido
a las malas comunicaciones que todos están expuestos a recibir. Al decir que
sólo el diablo se manifiesta, han querido aterrorizar, más
o menos como se hace
con un niño al que se le dice: “No toques eso, porque quema”. La intención
puede haber sido loable, pero no llegó a su objetivo, puesto que la prohibición
sólo sirve para excitar la curiosidad, y el temor al diablo ya no refrena a
casi nadie. Todos quieren verlo, al menos para saber cómo es, y quedan muy asombrados
porque no les resulta tan feo como lo imaginaban. ¿No se podría hallar también
otro motivo para esa teoría exclusiva del diablo? Hay personas que consideran
que todos los que no son de su parecer están equivocados. Ahora bien, los que pretenden
que todas las comunicaciones son obra del demonio, ¿no serán inducidos a eso
por el temor de que los Espíritus no estén de acuerdo con ellos acerca de todos
los puntos, más aún sobre los que se refieren a los intereses de este mundo,
que sobre los relativos a los intereses del otro? Como no pueden negar los hechos,
han querido presentarlos con un aspecto aterrador. Sin embargo, ese medio no ha
tenido mejor resultado que los otros. Donde el temor al ridículo es impotente,
es preciso dejar que las cosas sigan su curso. Si un musulmán escuchara a un
Espíritu hablar en contra de ciertas leyes del Corán, seguramente creería que
se trata de un Espíritu malo. Lo mismo sucedería con un judío, en lo atinente a
algunas prácticas de la ley de Moisés. En cuanto a los católicos, hemos oído
afirmar a uno de ellos que el Espíritu que se comunicaba sólo podía ser el diablo,
porque se había permitido pensar de manera diferente a la de él acerca del
poder temporal, pese a que sólo había predicado la caridad, la tolerancia, el
amor al prójimo y la abnegación de las cosas de este mundo: máximas que Cristo
enseñó. Puesto que los Espíritus no son otros que las almas de los hombres, y
que los hombres no son perfectos, se sigue de ahí que existen Espíritus que
también son imperfectos, y cuyo carácter se refleja en sus comunicaciones. Es
un hecho indiscutible que existen Espíritus malos, astutos, profundamente
hipócritas, de los que es preciso estar prevenido. No obstante, el hecho de que
en el mundo se encuentren hombres perversos, ¿es motivo para que nos apartemos
de toda la sociedad? Dios nos ha dado la razón y el juicio para que valuemos
tanto a los Espíritus como a los hombres. El mejor medio de precavernos contra
los inconvenientes que puede presentar la práctica del espiritismo no consiste
en prohibirlo, sino en hacer que sea comprendido. Un temor imaginario sólo impresiona
por un instante y no afecta a todos, mientras que todos comprenden la realidad
si se la demuestra claramente.
47. Sistema optimista – Al lado de los que solamente ven en
esos fenómenos la
acción de los demonios, hay otros que sólo han
visto la acción de los
Espíritus buenos. Supusieron que el alma,
como se halla
desprendida de la materia, ya no dispone de ningún
velo que le oculte las
cosas, de modo que debe poseer la soberana
ciencia y la soberana
sabiduría. Su confianza ciega en la superioridad
absoluta de los seres
del mundo invisible ha sido, para muchas
personas, la causa de
no pocas decepciones. Aprendieron a costa de
sí mismos a desconfiar
de ciertos Espíritus, así como a no confiar
en algunos hombres.
48. Sistema uni espírita o mono espírita – Una variante del sistema optimista
consiste en la creencia de que un solo Espíritu se comunica con
los hombres, y que ese Espíritu es Cristo, el protector de la
Tierra. En virtud de las comunicaciones de la más baja trivialidad, de
una grosería indignante, llenas de malevolencia y ruindad, sería una
profanación y una irreverencia suponer que esas comunicaciones
pudiesen provenir del Espíritu del bien por excelencia. De todos
modos, se podría admitir esa ilusión, si los que creen en este
sistema sólo hubieran recibido comunicaciones irreprochables. Sin
embargo, la mayoría de ellos reconoce haber recibido algunas muy
malas, y explican que se trata de una prueba a la que el Espíritu
bueno los somete, al dictarles cosas absurdas.
Así pues, mientras que
unos atribuyen todas las comunicaciones al diablo, que puede
decir cosas buenas para tentar a los hombres, otros piensan que
únicamente Jesús se manifiesta, y que puede decir cosas malas para
ponerlos a prueba. Entre esas dos opiniones tan opuestas, ¿quién
decidirá? El buen sentido y la experiencia. Decimos la
experiencia, porque es imposible que los que profesan ideas tan exclusivas
hayan visto todo y bien. Cuando les presentamos
los hechos de identidad que, mediante las manifestaciones
escritas, visuales u otras, ponen de manifiesto la presencia de
parientes, amigos o conocidos, responden que se trata en todos
los casos de un mismo Espíritu, que adopta la
totalidad de las
formas: el diablo, según unos; Cristo, según otros.
Pero no nos explican
por qué los demás Espíritus no pueden comunicarse,
y tampoco nos dicen
con qué objetivo el Espíritu de Verdad vendría a
engañarnos, presentándose con falsas apariencias para burlarse de una
pobre madre, por ejemplo, al hacerle creer que tiene a su lado al
hijo por quien derrama lágrimas. La razón se rehúsa a admitir que
el más santo entre todos los Espíritus se rebaje al punto de
representar semejante comedia. Por otra parte, negar la posibilidad de
cualquier otra comunicación, ¿no sería despojar
al espiritismo de lo
que tiene de más piadoso: el consuelo de los
afligidos? Digamos
simplemente que este sistema es irracional y no
resiste un
análisis serio.
“Existe un principio –estoy seguro de ello– que todos los
espíritas admiten: el de que los semejantes actúan con sus semejantes y como
sus semejantes. Ahora bien, ¿cuáles son los semejantes de los Espíritus, sino
los Espíritus, encarnados o no? ¿Habrá que repetiros esto sin cesar? ¡Pues
bien! Voy a repetirlo una vez más: vuestro periespíritu y el nuestro son
extraídos del mismo medio, son de idéntica naturaleza; en una palabra, son
semejantes. Entre sus propiedades, el periespíritu tiene una capacidad de
asimilación� más o menos desarrollada, de imantación más o menos
poderosa, que nos permite, a los Espíritus y a los encarnados, ponernos en
relación unos con otros muy pronto y muy fácilmente. Es decir, lo que es propio
de los médiums, lo que es inherente a la esencia misma de su individualidad, es
una afinidad especial y, al mismo tiempo, una fuerza de expansión particular,
que neutralizan en ellos toda refractibilidad29
y establecen, entre ellos y nosotros, una especie de corriente, una especie de
fusión que facilita nuestras comunicaciones.
29 En el
original: réfractibilité. Se trata probablemente de un neologismo introducido
por el Espíritu de Erasto. (N. del T.)
Además, esa refractibilidad propia de la materia es la que
impide el desarrollo de la Mediúmnidad en la mayor parte de aquellos que no son
médiums. “Los hombres son siempre propensos a exagerarlo todo. Algunos, y no me
refiero aquí a los materialistas, niegan que los animales tengan alma, mientras
que otros quieren atribuirles una, por así decirlo, semejante a la nuestra.
¿Por qué se pretende confundir de esa manera lo perfectible con lo
imperfectible? No, no, convenceos de eso, el fuego que anima a los
irracionales, el soplo que los impulsa a actuar, a moverse y a hablar en el
lenguaje que les es propio, no posee en la actualidad ninguna aptitud para
mezclarse, unirse o fusionarse con el soplo divino, con el alma etérea; en una
palabra, con el Espíritu que anima al ser esencialmente perfectible: el hombre,
el rey de la creación. Ahora bien, ¿no es esa condición esencial de
perfectibilidad la que constituye la superioridad de la especie humana sobre
las otras especies terrenales? ¡Pues bien! Reconoced, entonces, que no se puede
asimilar al hombre, el único ser perfectible en sí mismo y en sus obras, con
ningún individuo de las otras especies que viven en la Tierra. “El perro, cuya
inteligencia superior entre los animales lo ha convertido en el amigo y
comensal del hombre, ¿es perfectible de por sí, por iniciativa propia? Nadie
osaría sostener eso, porque el perro no hace progresar al perro; y el mejor
adiestrado entre ellos ha sido siempre instruido por su dueño. Desde que el
mundo es mundo, la nutria construye su madriguera por encima del agua,
siguiendo las mismas proporciones y una regla invariable. Los ruiseñores y las
golondrinas jamás han construido sus nidos de un modo diferente a como lo han
hecho sus padres. Un nido de gorriones anterior al diluvio, así como un nido de
gorriones de la época moderna, es siempre un nido de gorriones, construido en
las mismas condiciones y con el mismo sistema, basado en entrelazar ramitas y
desperdicios recogidos durante la primavera, en la época de la reproducción.
Las abejas y las hormigas, en sus pequeñas y bien administradas repúblicas,
jamás cambiaron sus hábitos de abastecimiento, su modo de proceder, sus
costumbres, sus producciones. La araña, por último, siempre teje su tela del
mismo modo. “Por otra parte, si buscáis las chozas y las tiendas de las
primeras edades de la Tierra, encontraréis en su lugar los palacios y castillos
de la civilización moderna. El oro y la seda han sustituido a las vestimentas
hechas con pieles sin curtir. En fin, a cada paso hallaréis pruebas de la
marcha incesante de la humanidad en el camino del progreso. De ese progreso
constante, imbatible, irrecusable de la especie humana, y de ese estancamiento
indefinido de las demás especies animales, habréis de concluir conmigo que, si
existen principios comunes a todo lo que vive y se mueve en la Tierra –el soplo
y la materia–, no es menos cierto que sólo vosotros, Espíritus encarnados,
estáis sometidos a esa inevitable ley del progreso, que os impulsa fatalmente
hacia adelante, siempre hacia delante. Dios puso junto a vosotros a los
animales como auxiliares, para alimentaros, vestiros y secundaros. Les otorgó
cierta dosis de inteligencia porque, para ayudaros, necesitan comprender, pero
condicionó esa inteligencia a los servicios que deben prestar. Con todo, en su
sabiduría, Dios no quiso que estuviesen sometidos a la misma ley del progreso.
Tal como fueron creados, así se han conservado y se conservarán hasta la
extinción de sus especies. “Se ha dicho que los Espíritus Mediúmnizan la
materia inerte, de modo que hacen que se muevan las sillas, las mesas, los
pianos. Hacen que se muevan, en efecto, ¡pero no las Mediúmnizan! Porque,
repito una vez más, sin un médium no se produce ninguno de esos fenómenos. ¿Qué
tiene de extraordinario que, con la ayuda de uno o de muchos médiums, los
Espíritus hagamos que la materia inerte y pasiva se mueva, si es precisamente
en virtud de su pasividad y de su inercia que resulta apropiada para recibir
los movimientos y los impulsos que deseamos imprimirle? No cabe duda de que
para eso necesitamos médiums, pero no es necesario que el médium esté presente
o que sea consciente del
hecho, pues podemos obrar, con los elementos que él nos proporciona, sin que lo
sepa y aunque esté ausente, sobre todo para producir los fenómenos de
tangibilidad y de aportes. Nuestra envoltura fluídica, más imponderable y sutil
que el más sutil e imponderable de vuestros gases, se une, se liga, se combina
con la envoltura fluídica nimalizada del médium,
cuyas propiedades de expansión y de penetrabilidad escapan a vuestros sentidos
densos –propiedades casi inexplicables para vosotros–, a fin de permitirnos
imprimir movimientos a los muebles, e incluso romperlos dentro de habitaciones
donde no haya personas.
“Por cierto, los Espíritus pueden volverse visibles y
tangibles para los animales. Muchas veces, ese súbito terror que se apodera de
ellos, sin que percibáis la causa, es provocado por la vista de uno o muchos
Espíritus que tienen malas intenciones para con los individuos presentes o los
dueños de los animales. Muy a menudo os encontráis con caballos que se niegan a
avanzar y a retroceder, o que se encabritan ante un obstáculo imaginario. ¡Pues
bien! Tened por seguro que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu
o un grupo de Espíritus, que se complacen en impedir que los animales avancen.
Recordad la burra de Balaam que, al ver ante ella a un ángel, y temerosa de su
espada flamígera, se obstinaba en no moverse.� Sucede que,
antes de manifestarse visualmente a Balaam, el ángel quiso hacerse visible sólo
para el animal. Con todo, vuelvo a repetirlo, los Espíritus no mediúmnizamos
directamente ni a los animales ni a la materia inerte.
Libro de Los Médiums: No. 236.
[…] Necesitamos siempre del concurso consciente o inconsciente de un médium
humano, porque nos hace falta la unión de fluidos similares, lo que no
encontramos ni en los animales ni en la materia bruta. “El Sr. T... dice que magnetizó a su perro. ¿Qué resultado obtuvo? Lo
mató, porque el desventurado animal murió tras haber caído en una especie de
atonía, de languidez, consecuencia de la magnetización. En efecto, al
impregnarlo de un fluido tomado de una esencia superior a la esencia especial
de su naturaleza de perro, lo aniquiló, pues actuó sobre el animal a semejanza
de un rayo, aunque más lentamente. Por lo tanto, dado que no es posible ninguna
asimilación entre nuestro periespíritu y la envoltura fluídica de los animales
propiamente dichos, los aniquilaríamos en forma instantánea en caso de que los
mediumnizáramos. “Sobre esta base, reconozco perfectamente que en los animales
existen aptitudes diversas; que en ellos se desarrollan ciertos sentimientos y
ciertas pasiones, idénticos a las pasiones y a los sentimientos humanos; que
son sensibles y agradecidos, o vengativos y agresivos, según se los trate bien
o mal. Eso se debe a que Dios, que no hizo nada incompleto, ha dado a los
animales que son compañeros o servidores del hombre cualidades de sociabilidad
que faltan por completo en los animales salvajes que habitan en las regiones
despobladas. No obstante, de ahí a que puedan servir de intermediarios para la
transmisión del pensamiento de los Espíritus, hay un abismo. Ese abismo radica
en la diferencia que hay entre sus naturalezas. “Vosotros sabéis que los
Espíritus extraemos del cerebro del médium los elementos necesarios para dar a
nuestro pensamiento una forma que os resulte perceptible y aprehensible. Con la
ayuda de los recursos que posee, el médium traduce nuestro pensamiento al lenguaje
común. ¡Pues bien! ¿Qué elementos encontraríamos en el cerebro de un animal?
¿Habría en él palabras, números, signos semejantes a los que existen en el
hombre, incluso en el menos inteligente? ‘Sin embargo –alegaréis–, los animales
comprenden el pensamiento del hombre, y hasta llegan a adivinarlo.. Así es, los
animales adiestrados comprenden ciertos pensamientos, pero ¿los habéis visto
alguna vez reproducirlos? No. Por consiguiente, debéis
concluir que los animales no nos pueden servir de
intérpretes. “Para resumir, los fenómenos mediúmnicos no pueden manifestarse
sin el concurso consciente o inconsciente de los médiums; y solamente entre los
encarnados –que son Espíritus como nosotros– podemos encontrar a los que pueden
servirnos de médiums. En cuanto a adiestrar perros, pájaros u otros animales,
para que realicen tales o cuales ejercicios, es un asunto vuestro, no de
nosotros .”
Erasto
NOTA – En la Revista Espírita, de septiembre
de 1861, se encontrará la explicación detallada de un procedimiento empleado
por los adiestradores de pájaros sabios, con el fin de hacer que estos
extraigan de un mazo de cartas aquellas que se les solicitan.
Nota de Frank:
Los Fluidos Cósmicos Universales, cuando son enviados y derramados, tenemos
evidencia de testigos que los reciben que dan testimonio fidedigno de eso. Los
Fluidos Cósmicos de los Animales, son diferentes a los Fluidos Cósmicos de los
seres Humanos, NO RECOMIENDO PASES
MAGNETICOS A LOS ANIMALES. Así dice en El Libro de Los Médiums-Capítulo
XXII
El Sr. T. . .
dijo haber magnetizado a su perro; ¿hasta dónde llegó? Lo mató, porque este
desgraciado animal murió después de haber caído en una especie de atonía, de
languidez, consecuencia de su magnetización. En efecto, inundándole de un
fluido absorbido en una esencia superior a la esencia especial de su
naturaleza, lo ha aplastado y ha obrado sobre él, aunque más lentamente, de la
misma manera que el rayo. Pues como que no hay homogeneidad posible entre
nuestro periespíritu y la capa fluídica de los animales propiamente dichos les
aplastaríamos instantáneamente mediumnizándolos.
Establecido
esto, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes diversas;
que ciertos sentimientos, ciertas pasiones idénticas a las pasiones y a los
sentimientos humanos se desarrollan en ellos; que son sensibles y reconocidos,
vengativos e iracundos, según se les trata. Es que Dios, que no hace nada
incompleto, ha dado a los animales compañeros o servidores del hombre,
cualidades de sociabilidad que faltan completamente a los animales salvajes que
habitan los desiertos.
ERASTO.
Tratamiento
espiritual para animales
Reportaje del programa fantástico, muestra el trabajo de un centro espírita en
la zona norte de San Pablo (SP) donde se realizan tratamientos espirituales
para animales.
Hospitales Espiritas para dar Pases Magnéticos a los Animales
Entonces, veamos lo qu dice la Codificación con relación a este tema.
Acerca de los médiums
• Médiums de efectos físicos. • Personas
eléctricas. • Médiums
sensitivos o impresionables. • Médiums
auditivos. • Médiums
parlantes. • Médiums videntes. • Médiums
sonámbulos.
• Médiums curativos. • Médiums
pneumatógrafos.
No. 159. Toda persona que
siente, con mayor o menor intensidad, la influencia de los Espíritus es médium.
Esa facultad es inherente al hombre, de modo que no constituye un privilegio
exclusivo, y son pocos los que no poseen algunos rudimentos de ella. Por
consiguiente, se puede decir que todas las personas, poco más o menos, son
médiums. Sin embargo, en la práctica, esa calificación sólo se aplica a
aquellos en quienes la facultad Mediúmnica está netamente caracterizada y se
pone de manifiesto mediante efectos patentes, cuya intensidad es indudable, lo
que depende de una organización� más o menos
sensitiva. Hay que señalar, además, que esta facultad no se revela en todos de
la misma manera. Por lo general, cada médium tiene una aptitud especial para
tal o cual orden de fenómenos, de modo que existen tantas variedades de médiums
como especies de manifestaciones. Los principales son:
- médiums
de efectos físicos,
- médiums sensitivos o impresionables,
- médiums
auditivos,
- médiums parlantes,
- médiums videntes,
- médiums
sonámbulos,
- médiums
curativos,
- médiums pneumatógrafos,
- médiums escribientes o psicógrafos.
1.
Médiums de efectos físicos
No.
160. Los médiums
de efectos físicos son más
especialmente aptos para producir fenómenos materiales, como los movimientos de
cuerpos inertes, los ruidos, etc. Pueden ser divididos en médiums facultativos y
médiums involuntarios. (Véase la Segunda Parte, Capítulos II y IV.).
Los
médiums facultativos son los que tienen conciencia de su poder y producen
fenómenos espíritas mediante un acto de su voluntad. Aunque inherente a la
especie humana, conforme ya hemos dicho, esta facultad está lejos de existir en
todos con la misma intensidad. No obstante, si bien son pocas las personas en
las que es absolutamente nula, más raras aún son las que tienen aptitud para
producir los grandes efectos, como la suspensión de cuerpos pesados en el
espacio, la traslación aérea y, sobre todo, las apariciones.
Los
efectos más simples son la rotación de un objeto, los golpes producidos
mediante el levantamiento de ese objeto, o en su propia sustancia. A pesar de
que no atribuimos una gran importancia a esos fenómenos, recomendamos que no se
los descuide, porque pueden dar lugar a observaciones interesantes y contribuir al
convencimiento de quienes los presencien. De todos modos, conviene notar que la
facultad de producir efectos materiales raramente existe en los que disponen de
medios de comunicación más perfectos, como la escritura y la palabra. En
general, la facultad disminuye en un sentido a medida que se desarrolla en
otro.
No.
161. Los
médiums
involuntarios o naturales son aquellos cuya influencia se ejerce sin que ellos lo
sepan. No tienen conciencia de su poder y, a menudo, lo que sucede de anormal
alrededor suyo no les parece en modo alguno extraordinario, pues forma parte de
ellos mismos, como en el caso de las personas dotadas de doble vista, que ni
siquiera lo sospechan. Esos sujetos son muy dignos de observación, y no debemos
dejar de reunir y estudiar los hechos de esa clase que lleguen a nuestro
conocimiento. Se manifiestan a cualquier edad, y muchas veces en niños
pequeños. (Véase el capítulo V, “Manifestaciones físicas espontáneas”.)
Esta
facultad no constituye, de por sí, el indicio de un estado patológico, ya que
no es incompatible con una salud perfecta. Si aquel que la posee está enfermo,
eso se debe a una causa ajena a la Mediúmnidad. Por eso los recursos
terapéuticos empleados son impotentes para hacerla desaparecer. En algunos
casos, puede surgir después de una cierta debilidad orgánica, pero esta nunca
es su causa eficiente. No existe, por lo tanto, desde el punto de vista de la
salud, ninguna razón para inquietarnos. La
Mediúmnidad sólo podría causar algún problema si el sujeto que la posee abusara
de ella después de haberse convertido en médium facultativo, porque en ese caso
podría haber una emisión demasiado abundante de fluido vital, con el
consecuente debilitamiento del organismo.
No.162. La razón se
revela ante la imagen de las torturas morales y corporales a que la ciencia ha
sometido a veces a personas débiles y delicadas, con el fin de asegurarse de
que no existía engaño de parte de ellas. Esas experimentaciones, hechas con mala intención la mayoría de las veces, son
siempre perjudiciales para las organizaciones sensitivas, e incluso pueden
ocasionar graves desordenes en la economía orgánica. Realizar semejantes
pruebas es jugar con la vida. El observador de buena fe no necesita emplear
esos medios. Aquel que está familiarizado con fenómenos de esa especie sabe,
además, que corresponden al orden moral más que al físico, y que sería inútil
buscar su solución en nuestras ciencias exactas.
Capítulo
XIV
220
Precisamente
porque esos fenómenos son de orden moral, se debe evitar con un cuidado no
menos escrupuloso todo lo que pueda sobrexcitar la imaginación. Como se sabe,
el miedo puede ocasionar muchos accidentes, de modo que se cometerían menos imprudencias
si se conocieran todos los casos de locura y epilepsia cuyo origen se encuentra
en las leyendas de lobisones y de cucos. ¿Qué sucedería, pues, si las personas
fueran convencidas de que detrás de esos fenómenos está el diablo?
Quienes propagan semejantes ideas no saben la responsabilidad que asumen, pues pueden
matar. Ahora bien, el peligro no existe sólo para el sujeto, sino
también para los que lo rodean, que pueden quedar aterrorizados al pensar que
la casa donde viven se ha convertido en una guarida de demonios. Esta creencia
funesta fue la que causó tantos actos de atrocidad en los tiempos de
ignorancia. Con todo, si los responsables de esos actos hubiesen tenido un poco
más de discernimiento, deberían haber pensado que, por más que quemaran los cuerpos
supuestamente poseídos por el diablo, no podrían quemar al propio diablo. Si lo
que querían era librarse de él, a él debían dar muerte. La doctrina espírita,
al ilustrarnos acerca de la verdadera causa de los fenómenos mediúmnico, le dio
al diablo el golpe de gracia. Así pues, lejos de estimular aquella
creencia, todas las personas –y este es un deber moral y humanitario– deben
combatirla, dondequiera que exista. Lo
que se debe hacer cuando una facultad de esa naturaleza se desarrolla
espontáneamente en un individuo, es dejar que el fenómeno siga su curso
natural: la naturaleza es más prudente que los hombres. Por otra parte, la
Providencia tiene sus planes, y el más humilde de los seres puede servir de
instrumento a los designios más importantes. No obstante, debemos convenir en que
algunas veces ese fenómeno asume proporciones agobiantes e inoportunas para
todo el mundo.� Veamos el modo como hay que proceder en todos los casos. En
el capítulo V, “Manifestaciones
Físicas Espontáneas”, ya dimos algunos consejos al respecto, y hemos
manifestado la necesidad de entrar en comunicación con el Espíritu, para saber
lo que desea. El siguiente método también se basa en la observación. Los Seres invisibles que revelan su presencia
por medio de efectos sensibles son, por lo general, Espíritus de orden
inferior, que pueden ser dominados mediante el ascendiente moral. Ese
ascendiente es el que debemos tratar de adquirir. Para lograrlo, es necesario
hacer que el sujeto pase del estado de médium natural al
de médium facultativo. Se produce, entonces,
un efecto análogo al que se observa en el sonambulismo. Como se sabe, el
sonambulismo natural cesa generalmente cuando es sustituido por el sonambulismo
magnético. No se interrumpe la facultad que permite al alma emanciparse, sino
que se le da otro curso. Lo mismo sucede
con la facultad Mediúmnica. Con ese fin, en vez de obstaculizar los fenómenos
–lo que raramente se consigue y que no siempre está exento de peligro–, es
preciso estimular al médium a que los
produzca según su voluntad, imponiéndose al Espíritu. De ese modo, el médium
llega a someterlo, haciendo de ese dominador, a veces tiránico, un ser
subordinado y a menudo muy dócil. Un hecho digno de nota, confirmado por la
experiencia, es que en ese caso un niño tiene tanta autoridad como un adulto, y
a veces más que este. Esa es otra prueba a favor de un punto fundamental de la
doctrina espírita: el Espíritu sólo es niño a causa de su cuerpo, y posee un desarrollo necesariamente anterior
a su encarnación actual, desarrollo que le puede dar ascendiente sobre los
Espíritus que son inferiores a él.
La moralización
del Espíritu a través de los consejos de una tercera persona influyente y
experimentada, en caso de que el médium no se encuentre en condiciones de
hacerlo, constituye a menudo un recurso muy eficaz. Más adelante volveremos a
tratar este asunto.
No. 163.
Por
lo que parece, en esta categoría de médiums se deberían incluir las personas
dotadas de cierta dosis de electricidad natural, verdaderos peces
torpedo humanos, que producen mediante el simple contacto todos los efectos
de la atracción y la repulsión. Sería una equivocación, sin embargo,
considerarlas médiums, porque la verdadera Mediúmnidad
supone la intervención directa de un Espíritu. Ahora bien, en el caso del que hablamos,
experiencias concluyentes han probado que la electricidad es el único agente de
esos fenómenos. Esta extraña facultad, que casi se podría considerar una
enfermedad, puede en ocasiones estar relacionada con la Mediúmnidad, como se
verifica en la crónica del “Espíritu golpeador de Bergzabern”, aunque a menudo
es completamente independiente. Conforme hemos dicho, la única prueba de la
intervención de los Espíritus es el carácter inteligente de las
manifestaciones. Toda vez que ese carácter no exista, estamos autorizados a
atribuirlas a una causa puramente físicas. La cuestión es saber si las personas
eléctricas poseen mayor aptitud para convertirse en médiums
de efectos físicos. Creemos que sí, pero sólo la
experiencia podrá demostrarlo.
2. Médiums sensitivos o impresionables
No.
164. Designamos de este modo a las personas
capaces de sentir la presencia de los Espíritus por medio de una vaga
impresión, una especie de roce sobre todos los miembros, que ellas mismas no pueden
comprender. Esta variedad no presenta un carácter bien definido. Todos los
médiums son necesariamente impresionables, de modo que la impresionabilidad es
más bien una cualidad general que especial. Se trata de la facultad
rudimentaria indispensable para el desarrollo de todas las otras. Difiere de la
impresionabilidad puramente física y nerviosa, con la cual no debe ser
confundida; porque hay personas que no tienen los nervios delicados, pero que
sienten con mayor o menor intensidad el
efecto de la presencia de los Espíritus, al paso que otras, muy irritables, no
los sienten en absoluto. Esta facultad se desarrolla con el hábito, y puede
adquirir tal sutileza que aquel que la posee reconoce, por la impresión que experimenta,
no sólo la naturaleza buena o mala del Espíritu que está a su lado, sino
incluso su individualidad, del mismo modo que el ciego reconoce por un no sé qué la
aproximación de tal o cual persona. El sujeto se convierte, en relación con los
Espíritus, en un verdadero sensitivo. Un Espíritu bueno produce siempre una impresión
suave y agradable. En cambio, la impresión producida por un Espíritu malo es
penosa, angustiante y desagradable. Tiene como un cierto olor a impureza.
3. Médiums auditivos
No. 165. Son
los que oyen la voz de los Espíritus. Conforme ya hemos dicho al hablar de la
pneumatofonía, se trata a veces de una voz interior que se hace oír en el fuero
interno de las personas. En otras ocasiones es una voz exterior, clara y
distinta, como la de una persona viva. Los médiums auditivos pueden, de ese
modo, conversar con los Espíritus. Cuando tienen el hábito de comunicarse con
determinados Espíritus, los reconocen inmediatamente por la naturaleza de la
voz. Quien no esté dotado de esta facultad también puede conversar con un
Espíritu a través de un médium auditivo que desempeñe la función de intérprete.
Esta facultad
es muy agradable cuando el médium sólo oye a los Espíritus buenos, o solamente
a aquellos a quienes evoca. Sin embargo, no sucede lo mismo cuando un Espíritu
malo se ensaña con él y le hace oír a cada instante las cosas más
desagradables, y a veces las más inconvenientes. En ese caso, es necesario
tratar de librarse de esos Espíritus por los medios que indicaremos en el capítulo
acerca de la obsesión.
Capítulo
XIV
224
4. Médiums
parlantes
No. 166. Los médiums auditivos, que se limitan a transmitir lo que
oyen, no son, hablando con propiedad, médiums
parlantes. Estos últimos la mayor parte de las veces no oyen nada. En
ellos el Espíritu actúa sobre los órganos de la palabra, del mismo modo que lo hace
sobre la mano en el caso de los médiums escribientes.
Cuando quiere
comunicarse, el Espíritu se sirve de los órganos más dóciles que encuentra en
el médium. De uno, utiliza la mano; del otro, la palabra; de un tercero, el
oído. El médium parlante generalmente se expresa sin tener conciencia de lo que
dice, y muchas veces dice cosas que son completamente ajenas a sus ideas habituales,
a sus conocimientos e, incluso, que están más allá del alcance de su
inteligencia. Aunque en ese momento se encuentre perfectamente despierto y en
estado normal, raramente conserva el recuerdo de lo que dijo. En suma, en él la
palabra es un instrumento del que se sirve el Espíritu, con el cual una tercera
persona puede comunicarse, así como lo hace a través de un médium auditivo. La
pasividad del médium parlante no siempre es tan completa. Algunos tienen la
intuición de lo que dicen en el momento exacto en que pronuncian las palabras.
Volveremos a tratar sobre esta variedad de médiums cuando hagamos referencia a
los médiums intuitivos.
5. Médiums videntes
No. 167. Los
médiums videntes están dotados de la facultad de ver a los Espíritus. Algunos
gozan de esa facultad en estado normal, cuando están perfectamente despiertos,
y conservan el recuerdo preciso de lo que han visto. Otros sólo la poseen en
estado sonambúlico, o cercano al sonambulismo. Es raro que esta facultad sea
permanente. Casi siempre es el resultado de una crisis momentánea y pasajera.
Podemos incluir, en la categoría de los médiums videntes, a todas las personas
dotadas de doble vista. La posibilidad de ver a los Espíritus en los sueños es,
sin duda, producto de una especie de Mediúmnidad, pero quienes la experimentan
no son, hablando con propiedad, médiums videntes. Ya hemos explicado ese
fenómeno en el capítulo VI, “Manifestaciones Visuales”. El médium vidente cree
que ve con los ojos, como los que están dotados de doble vista. Pero en
realidad es el alma la que ve, razón por la cual ellos ven con los ojos
cerrados tanto como con los ojos abiertos. De ahí se sigue que un ciego puede
ver a los Espíritus del mismo modo que alguien cuya visión es normal. Sería interesante
hacer un estudio sobre este último punto, a fin de saber si esta facultad es
más frecuente en los ciegos. Espíritus que en la Tierra fueron ciegos nos han
dicho que, cuando estaban vivos, tenían la percepción de ciertos objetos a
través del alma, y que no se encontraban sumergidos en la negra
oscuridad.
No.168.
Es
preciso distinguir las apariciones accidentales y espontáneas de la facultad,
propiamente dicha, de ver a los Espíritus. Las primeras son frecuentes, sobre
todo en el momento de la muerte de personas a las que hemos amado o conocido,
que vienen para hacernos saber que ya no pertenecen a este mundo. Existen numerosos
ejemplos de hechos de esta naturaleza, sin mencionar las visiones durante el
sueño. En otras ocasiones se trata de parientes o amigos que, sin bien han
muerto hace algún tiempo, se aparecen para avisar acerca de un peligro, dar un
consejo o pedir un favor. El favor que el Espíritu puede solicitar consiste,
por lo general, en el cumplimiento de alguna cosa que no le ha sido posible hacer
en vida, o en el auxilio de las plegarias. Estas apariciones son hechos
aislados, que presentan siempre un carácter individual y personal, y no
constituyen el efecto de una facultad propiamente dicha. La facultad consiste
en la posibilidad –si no permanente, al menos muy frecuente– de ver a cualquier
Espíritu que se presente, aunque sea absolutamente desconocido. Esta facultad
es la que define, hablando con propiedad, a los médiums videntes. Entre los
médiums videntes existen aquellos que sólo ven a los Espíritus que han sido
evocados, cuya descripción pueden hacer con minuciosa exactitud. Describen
hasta en sus menores detalles los gestos, la expresión de la fisonomía, las
facciones del rostro, la vestimenta y hasta los sentimientos de que esos
Espíritus parecen animados. Hay otros médiums en quienes esta facultad es aún
más general, pues ven toda la población espírita que los circunda: Espíritus
que van y vienen y que, por decirlo así, se ocupan de sus negocios.
No. 169. Una
noche asistimos a una representación de la ópera Oberón, en
compañía de un muy buen médium vidente. En la sala había una gran cantidad de
lugares vacíos, aunque muchos de ellos estaban ocupados por Espíritus que daban
la impresión de participar del espectáculo. Algunos se colocaban junto a
ciertos espectadores y parecían escuchar sus conversaciones. En el escenario se
desarrollaba otra escena. Detrás de los actores, muchos Espíritus de humor
jovial se divertían en imitarlos, copiando sus gestos de modo grotesco. Otros,
más serios, parecían inspirar a los artistas, y hacían esfuerzos para
infundirles energía. Uno de ellos permanecía junto a una de las cantantes
principales, y pensamos que sus intenciones eran un tanto frívolas. Lo evocamos
luego de que concluyó uno de los actos. El Espíritu atendió el llamado y
reprobó con severidad nuestro juicio temerario: “No soy lo que suponéis, sino su
guía y su Espíritu protector; estoy encargado de orientarla”. Al cabo de unos
minutos de charla muy formal, se alejó, mientras nos decía: “Adiós; ella está
en su camarín; es preciso que vaya a cuidarla”. A continuación, evocamos al
Espíritu de Weber, el autor de la ópera, y le preguntamos qué opinaba de la
interpretación de su obra. “No es del todo mala, pero está floja. Los actores
se limitan a cantar. Falta inspiración.” Después agregó: “Espera, voy a
intentar darles un poco del fuego sagrado”. Entonces lo vimos en el escenario,
suspendido por encima de los actores. Partía de él una especie de efluvio que
se derramaba sobre todos ellos. En ese momento, la energía de los artistas
aumentó notablemente.
No.170.
Veamos
otro hecho que prueba la influencia que los Espíritus ejercen sobre los hombres,
sin que estos lo sepan. Asistíamos, como aquella noche, a una representación
teatral, con otro médium vidente. Conversamos entonces con un Espíritu
espectador, que nos dijo: “¿Estáis viendo a aquellas dos señoras que
están solas, en aquel palco? ¡Pues bien! Haré que se retiren de la sala”. En ese
momento, el médium vio que el Espíritu iba a ubicarse en el palco en cuestión y
hablaba con ambas. De pronto, las damas, que se mostraban muy atentas al
espectáculo, intercambiaron miradas y aparentemente se consultaron una a la
otra. Después se marcharon y no volvieron. El Espíritu nos hizo entonces un
gesto cómico, para mostrar que había cumplido con su palabra. No lo volvimos a
ver, para pedirle mayores explicaciones. De este modo, muchas veces hemos sido
testigos del rol que los Espíritus desempeñan entre los vivos. Los observamos
en diferentes lugares de reunión, en bailes, conciertos, sermones, funerales,
casamientos, etc., y por todas partes los hemos encontrado incitando malas
pasiones, fomentando la discordia, provocando disputas y regocijándose con
sus proezas.
Otros, por el contrario, combatían esas influencias perniciosas, aunque
raramente eran escuchados.
No.171.
No
cabe duda de que la facultad de ver a los Espíritus puede desarrollarse, pero
es una de aquellas cuyo desarrollo conviene que se produzca naturalmente, sin
provocarlo, de lo contrario nos exponemos a ser víctimas de la imaginación.
Cuando el germen de una facultad existe, esta se manifiesta por sí misma. En
principio,
debemos contentarnos con aquellas facultades que Dios nos concedió, sin que
busquemos lo imposible. El que quiera tener demasiado, correrá el riesgo de
perder lo que tiene. Cuando dijimos que los hechos de apariciones espontáneas son
frecuentes (§ 107), no quisimos decir que fueran muy comunes.
En cuanto a los
médiums videntes propiamente dichos, son aún más raros, y hay mucho que
desconfiar de los que pretenden gozar de esa facultad. Es prudente darles
crédito solamente ante pruebas positivas. No nos referimos siquiera a los que
alimentan la ridícula ilusión de ver a los Espíritus glóbulos, que hemos
descripto en el § 108, sino a los que dicen que ven a los Espíritus de modo
racional. No cabe duda de que algunas personas pueden engañarse de buena fe,
pero otras también simulan esta facultad por amor propio o por interés. En este
caso, es preciso tomar en cuenta especialmente el carácter, la moralidad y la
sinceridad que estos sujetos expresan habitualmente. No obstante, el medio de control
más seguro se encuentra, sobre todo, en las circunstancias particulares, ya que
algunas de ellas no pueden dar margen a ninguna sospecha, como sucede, por
ejemplo, cuando el médium retrata con exactitud a Espíritus a los que jamás
conoció cuando estaban encarnados. El hecho siguiente pertenece a esta
categoría. Una señora viuda, cuyo marido se comunica a menudo con ella, estaba
cierta vez en compañía de un médium vidente que no la conocía, como tampoco
conocía a su familia. En cierto momento el médium le dijo: “Veo un Espíritu
cerca de usted”. Ella respondió: “¡Ah!, sin duda es mi marido, que casi nunca
me deja”. “No –dijo el médium–, es una mujer de mediana edad; está peinada de
un modo especial; lleva una cinta blanca en la cabeza”. Por esa particularidad
y otros detalles descriptos, la viuda no dudó en reconocer a su abuela, en
quien no había pensado en absoluto en ese momento. Si el médium hubiera querido
simular la facultad, le habría resultado más fácil concordar con el pensamiento
de la señora, que estaba preocupada por su marido. En cambio, el médium vio una
mujer con una particularidad en el peinado, idea que nada ni nadie habría
podido sugerirle. Este hecho prueba también que la visión del médium no era el
reflejo de un pensamiento ajeno. (Véase el § 102.)
6.
Médiums sonámbulos
No. 172. El
sonambulismo puede ser considerado una variedad de la facultad Mediúmnica; o
mejor dicho, ambos órdenes de fenómenos se encuentran juntos con mucha
frecuencia. El sonámbulo actúa bajo la influencia de su propio Espíritu. Su
alma, en los momentos de emancipación, ve, oye y percibe más allá de los
límites de los sentidos. El sonámbulo extrae de sí mismo lo que expresa. En
general, sus ideas son más precisas que cuando se halla en estado normal, y
también son más amplios sus conocimientos, porque su alma está libre. En una
palabra, vive por anticipado la vida de los Espíritus. El médium, por el
contrario, es el instrumento de una inteligencia extraña. Es pasivo, y lo que
dice no proviene de él. En resumen, el sonámbulo expresa su propio pensamiento,
en tanto que el médium expresa el pensamiento de otro. No obstante, el Espíritu
que se comunica a través de un médium común, también puede hacerlo a través de
un sonámbulo. Muchas veces, incluso, el estado de emancipación del alma que se
produce durante el sonambulismo facilita esa comunicación. Muchos sonámbulos
ven perfectamente a los Espíritus y los describen con tanta precisión como los
médiums videntes. Pueden conversar con ellos y trasmitirnos su pensamiento. Lo
que dicen, fuera del ámbito de sus conocimientos personales, casi siempre les
es sugerido por otros Espíritus. Veamos un ejemplo notable, en el que la doble
acción –del Espíritu del sonámbulo y del otro Espíritu– se revela de modo
inequívoco.
No.173.
Uno
de nuestros amigos utilizaba como sonámbulo a un joven de entre 14 y 15 años,
de inteligencia muy vulgar y de instrucción en extremo precaria. No obstante,
en el estado de sonambulismo, dio pruebas de una lucidez extraordinaria y de
gran perspicacia. Se distinguía principalmente en el tratamiento de las enfermedades,
e hizo un gran número de curas que se consideraban imposibles. Cierto día, en
que atendía a un enfermo, describió la enfermedad con absoluta exactitud. “No
es suficiente –le dijeron–, ahora es necesario que indiques el remedio.” “No puedo
–respondió–, mi ángel doctor no está aquí.” “¿A qué te refieres cuando hablas de tu ángel doctor?”
“Es el que dicta los remedios.” “Entonces, ¿no eres tú quien ve los remedios?”
“¡Oh, no! Os he dicho que es mi ángel doctor quien me los dicta.” De ese modo,
en el caso de este sonámbulo, la acción de ver la
enfermedad correspondía a su propio Espíritu, que para eso no precisaba de
asistencia alguna. En cambio, la indicación de los remedios se la daba otro
Espíritu. Si ese otro Espíritu no estaba presente, el joven no podía decir
nada. Cuando estaba solo, era apenas un sonámbulo;
pero asistido por aquel a quien denominaba su ángel doctor, era un sonámbulo médium.
No.174.
La
lucidez sonambúlica es una facultad que depende del organismo, y es
completamente independiente de la elevación, el adelanto e incluso el estado
moral del sujeto. Así pues, un sonámbulo puede ser muy lúcido, pero incapaz de
resolver ciertas cuestiones si su Espíritu es poco adelantado. De modo que el
sonámbulo que habla por sí mismo puede decir cosas buenas o malas, exactas o
falsas, ser más o menos delicado y escrupuloso en su proceder, conforme al
grado de elevación o de inferioridad de su propio Espíritu. Por eso la
asistencia de otro Espíritu puede suplir sus deficiencias. No obstante, un
sonámbulo también puede ser asistido por un Espíritu mentiroso, frívolo e
incluso malo, como sucede con los médiums. En este caso, sobre todo, las
cualidades morales ejercen una gran influencia para atraer a los Espíritus
buenos. (Véase El Libro de los Espíritus,
“Sonambulismo”, § 425; y, en este libro,
el capítulo sobre la “Influencia moral del médium”.)
7. Médiums
curativos
No.
175. Solamente para no dejar de mencionarla,
hablaremos aquí de esta variedad de médiums, porque el asunto demandaría un
desarrollo demasiado extenso para los límites que nos hemos fijado en este
libro. Además, sabemos que un médico amigo nuestro se propone tratarlo en una
obra especial sobre medicina intuitiva. Diremos apenas que este género de Mediúmnidad
consiste principalmente en el don que poseen ciertas personas de curar con un
simple toque, con la mirada e incluso con un gesto, sin el auxilio de ninguna
medicación. Se dirá, sin duda, que esto no es más que magnetismo. Es evidente
que en este fenómeno el fluido magnético desempeña un papel importante. Pero cuando
se lo analiza con cuidado, fácilmente se reconoce que en él hay algo más. La
magnetización ordinaria es un verdadero tratamiento, continuado, regular y
metódico. En cambio, en la Mediúmnidad curativa las cosas ocurren de un modo
por completo diferente. Todos los magnetizadores son más o menos aptos para
curar, siempre que sepan conducirse convenientemente, mientras que en los
médiums curativos la facultad es espontánea, e incluso algunos la poseen sin
jamás haber oído hablar del magnetismo. La intervención de un poder oculto, que
caracteriza a la Mediúmnidad, se torna evidente en determinadas circunstancias,
sobre todo si consideramos que la mayoría de las personas que con razón pueden
ser calificadas de médiums curativos recurren a la plegaria, que es una
verdadera evocación. (Véase el § 131.)
No.176. Veamos
las respuestas que nos dieron los Espíritus a las preguntas que les hicimos
acerca de este asunto:
1.
¿Podemos considerar que las personas dotadas de poder magnético forman una
variedad de médiums?
“No cabe duda.”
2. Sin embargo,
el médium es un intermediario entre los Espíritus y el hombre. Ahora bien, el
magnetizador, dado que toma de sí mismo la fuerza que utiliza, no parece servir
de intermediario a ningún poder extraño.
“Es un error.
El poder magnético reside, sin duda, en el hombre, pero es aumentado por la
acción de los Espíritus a los que llama en su ayuda. Si magnetizas con el
propósito de curar, por ejemplo, y evocas a un Espíritu bueno que se interesa
por ti y por tu enfermo, ese Espíritu aumenta tu fuerza y tu voluntad, dirige
tu fluido y le confiere las cualidades necesarias.”
3. De todos
modos, hay muy buenos magnetizadores que no creen en los Espíritus.
“¿Supones
entonces que los Espíritus sólo ejercen su acción sobre los que creen en ellos?
Los que magnetizan para el bien son auxiliados por Espíritus buenos. Todo
hombre que alimenta el deseo del bien los llama sin proponérselo, del mismo
modo que, mediante el deseo del mal y las malas intenciones, llama a los
malos.”
4. El
magnetizador que creyera en la intervención de los Espíritus, ¿se desempeñaría
con mayor eficacia?
“Haría cosas
que consideraríais milagros.”
5. Algunas
personas, ¿tienen realmente el don de curar con el simple toque, sin el empleo
de los pases magnéticos?
“Sin duda.
¿Acaso no tenéis al respecto numerosos ejemplos?”
6. En ese caso,
¿existe una acción magnética, o sólo la influencia
de los
Espíritus?
“Ambas cosas.
Esas personas son verdaderos médiums, pues actúan bajo la influencia de los
Espíritus, lo que no quiere decir que lo hagan a la manera de los médiums
escribientes, según vosotros lo entendéis.”
7. Ese poder,
¿puede ser transmitido?
“El poder, no;
pero sí el conocimiento de lo necesario para ejercerlo en caso de que se lo
posea. Hay personas que dudarían de que
tienen ese poder, si no fuera porque creen que les ha sido transmitido.”
8. ¿Pueden
obtenerse curas por medio de la plegaria solamente?
“Sí, algunas
veces, si Dios lo permite. Puede suceder, sin embargo, que para el enfermo sea
bueno seguir sufriendo, en cuyo caso suponéis que vuestra plegaria no fue
escuchada.”
9. ¿Hay para
eso fórmulas de plegarias más eficaces que otras?
“Sólo la
superstición puede atribuir virtudes a ciertas palabras, y sólo los Espíritus
ignorantes o mentirosos pueden alimentar semejantes ideas mediante la
prescripción de fórmulas. Con todo, si se trata de personas poco ilustradas e
incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, puede suceder que el
empleo de una determinada fórmula contribuya a infundirles confianza. En
ese caso, la
eficacia no reside en la fórmula, sino en la fe, que aumenta gracias a la idea
asociada al uso de la fórmula.”
Médiums inspirados
No.
182. Toda persona que recibe, a través del
pensamiento, tanto en el estado normal como en el de éxtasis, comunicaciones
ajenas a sus ideas preconcebidas, puede ser incluido en la categoría de los
médiums inspirados. Se trata, como se ve, de una variedad de la Mediúmnidad
intuitiva, con la diferencia de que la intervención de un poder oculto es mucho
menos perceptible, porque en el médium inspirado es todavía más difícil
distinguir el pensamiento propio de aquel que le es sugerido. Lo que
caracteriza a esta variedad es, sobre todo, la espontaneidad. La inspiración
procede de los Espíritus que ejercen una influencia sobre nosotros, para el
bien o para el mal; pero se debe principalmente a los que quieren nuestro bien,
en cuyo caso cometemos el error de rechazar sus consejos con mucha frecuencia.
La inspiración se aplica a todas las circunstancias de la vida, en las
resoluciones que debemos tomar. En ese aspecto, se puede decir que todos somos
médiums, porque no hay quien no tenga sus Espíritus protectores y familiares,
que se esfuerzan al máximo para sugerir ideas saludables a sus protegidos. Si
todos estuvieran plenamente convencidos de esta verdad, recurrirían con mucha
más frecuencia a la inspiración de su ángel de la guarda, en los momentos en
que no saben qué decir o qué hacer. Así pues, que cada uno invoque a su
Espíritu protector con fervor y confianza, en caso de que sea necesario, y muy a menudo se
sorprenderá de las ideas que le surgen como por encanto, ya sea para tomar una
resolución o para llevar algo a cabo. Si no surge ninguna idea, significa que
hay que esperar. La prueba de que la idea que se presenta es ajena a nosotros
reside en el hecho de que, si nos perteneciera, estaría siempre a nuestra
disposición, y no habría razón para que no surgiera conforme a nuestra
voluntad. El que no es ciego, no tiene más que abrir los ojos para ver, cuando así
lo desee. Del mismo modo, el que posee ideas propias las tiene siempre a su
disposición. Si no se le presentan cuando quiere, es porque está obligado a
buscarlas en otra parte, y no en sí mismo. También se puede incluir en esta
categoría a las personas que, sin hallarse dotadas de una inteligencia fuera de
lo común, y sin salir del estado normal, tienen relámpagos de una lucidez intelectual
que les proporciona, momentáneamente, una facilidad inusitada de concepción y
de elocución, así como, en ciertos casos, el presentimiento de las cosas
futuras. En esos momentos, justamente considerados de inspiración, las ideas
son abundantes, surgen una tras otra y, por así decirlo, se concatenan por sí
mismas, mediante un impulso involuntario y casi febril. Nos parece que una
inteligencia superior viene a ayudarnos y que nuestro espíritu se ha
desembarazado de un fardo.
No.
183. Los hombres de genio, de todas las
especies: artistas, científicos, literatos, son sin duda Espíritus adelantados,
capaces de comprender y de concebir grandes cosas por sí mismos. Ahora bien,
precisamente porque los juzgan capaces, los Espíritus que quieren concretar
ciertos trabajos les sugieren las ideas necesarias, de modo que la mayoría de
las veces esos hombres de genio son médiums
sin saberlo. No obstante, tienen una vaga
intuición de una asistencia extraña, visto que todo el que apela a la
inspiración no hace otra cosa que una evocación. Si no esperase ser escuchado,
¿por qué exclamaría tan a menudo: “Mi buen genio, ven en mi ayuda”?
Las
respuestas siguientes confirman esta certeza:
1.
¿Cuál es la causa principal de la inspiración?
“Un
Espíritu que se comunica mediante el pensamiento.”
2.
La inspiración, ¿no tiene otro objeto más que revelar cosas importantes?
“No.
Muchas veces está relacionada con las más triviales circunstancias de la vida.
Por ejemplo, quieres ir a alguna parte, pero una voz secreta te dice que no lo
hagas, porque correrás peligro; o
te
dice que hagas algo en lo que no pensabas. Se trata de la inspiración. Hay muy
pocas personas que no hayan sido más o menos inspiradas en ciertos momentos.”
3.
Un escritor, un pintor o un músico, por ejemplo, en los momentos de
inspiración, ¿podría ser considerado médium?
“Sí,
porque en esos momentos su alma es más libre y se encuentra como desprendida de
la materia. Recobra una parte de sus facultades de Espíritu, y recibe más
fácilmente las comunicaciones de los otros Espíritus, que la inspiran.”
Médiums de presentimientos
184. El
presentimiento es una vaga intuición de las cosas futuras. Algunas personas
tienen esa facultad más o menos desarrollada. Su causa puede ser una especie de
doble vista, que les permite entrever las consecuencias de las cosas del
presente, así como la conexión que existe entre los acontecimientos. No
obstante, muchas veces también es el resultado de comunicaciones ocultas. En
este caso, principalmente, quienes están dotados de ella pueden recibir el
nombre de médiums
de presentimientos, que constituyen una variedad de los médiums inspirados.
Presentimientos
522. El presentimiento, ¿es
siempre una advertencia del Espíritu protector?
“El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un Espíritu que
os quiere bien. No obstante, también está presente en la intuición de
la elección que se ha hecho. Es la voz del instinto. Antes de
encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de las principales fases que tendrá su
existencia, es decir, del género de pruebas a las que se compromete. Una vez
encarnado, cuando esas pruebas poseen un
carácter relevante, conserva de ellas una especie de impresión en su fuero
interior. Esa impresión, que es la voz del instinto, al despertarse cuando se
acerca el momento de la prueba, se convierte en presentimiento.”
523. Los presentimientos y
la voz del instinto siempre tienen cierta vaguedad. ¿Qué debemos hacer ante la
incertidumbre?
“Cuando tengas dudas, invoca a tu Espíritu bueno, o ruégale a Dios, Nuestro Señor, que te envíe uno de sus mensajeros,
uno de nosotros.”
524. Las advertencias de
nuestros Espíritus protectores, ¿tienen como único objeto la conducta moral, o
también la conducta a observar en los asuntos de la vida privada?
“Todo. Ellos tratan de haceros vivir lo mejor posible. No obstante,
muchas veces cerráis los oídos a las advertencias saludables y sois desdichados
por vuestra culpa.”
Los Espíritus protectores nos ayudan
con sus consejos mediante la voz de la conciencia, a la que hacen hablar en
nosotros. Sin embargo, como no siempre concedemos a la conciencia la
importancia necesaria, los Espíritus nos dan esos consejos de modo más directo,
para lo cual se sirven de las personas que nos rodean. Examine cada uno las
diversas circunstancias, felices o desdichadas, de su vida, y verá que en
muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre aprovechó, y que le
habrían evitado bastantes disgustos si los hubiese escuchado.
Libro
de Los Médiums
CAPÍTULO XX - INFLUENCIA MORAL DEL MÉDIUM
Cuestiones diversas. – Disertaciones de un Espíritu sobre la
influencia moral.
No. 226.
1. ¿El desarrollo de la Mediúmnidad
está en razón del desarrollo moral del médium?
No;
la facultad propiamente dicha depende del organismo; es independiente de la
moral; no sucede lo mismo con el uso, que puede ser más o menos bueno, según
las cualidades del médium.
2. Se ha dicho siempre que
la Mediúmnidad es un don de Dios, una gracia, un favor. ¿Por qué, pues, no es
el privilegio de los hombres de bien y por qué se ven hombres indignos que
están dotados de ella al más alto grado y de la que hacen un mal uso?
Todas
las facultades son favores de que debe darse gracias a Dios, puesto que hay
hombres que son privados de ellos. ¿Podrías también preguntar por qué Dios
concede buena vista a los malhechores, destreza a los tramposos, la elocuencia
a aquellos que se sirven de ella para decir cosas malas? Lo mismo sucede en la Mediúmnidad;
son dotadas de ellas personas indignas, porque tienen necesidad de esta
facultad para mejorarse. ¿Acaso pensáis que Dios rehúsa al culpable los medios
de salvación? Los multiplica a su paso, se los pone en las manos; a ellos toca
el aprovecharse. ¿Judas, el traidor, no hizo milagros y sanó enfermos como
apóstol? Dios quiso que tuviese este don, para que su traición fuese más
odiosa.
3. Los médiums que hacen
mal uso de su facultad, que no se sirven de ella con las miras del bien o que
no se aprovechan para su instrucción, ¿sufrirán las consecuencias?
Si,
hacen mal uso de esta facultad, serán doblemente castigados, porque tienen un
medio más para ilustrarse y no se aprovechan. El que ve claro y tropieza es más
vituperable que el ciego que cae en el hoyo.
4. Hay médiums a quienes
éstos dan espontáneamente y casi constantemente comunicaciones sobre un mismo
motivo, sobre ciertas cuestiones morales, por ejemplo: sobre ciertos defectos
determinados. ¿Tiene esto objeto?
Sí;
este objeto es el de iluminarles sobre este punto muchas veces repetido, o para
corregirles de ciertos defectos; por esto a los unos les hablarán
incesantemente de orgullo, a otros de caridad; sólo la saciedad puede al fin
abrirle os ojos. No hay médiums que hagan mal uso de su facultad, por ambición
o por interés, o comprometiéndola por una falta capital, como el orgullo, el
egoísmo, la ligereza etcétera, que no reciba de tiempo en tiempo algunas
amonestaciones de parte de los Espíritus; lo malo es que la mayor parte de las
veces no toman esto para sí.
Observación. – Los Espíritus usan
muchas veces la prudencia en su lecciones, las dan de un modo indirecto para dejar
el mérito al que sabe aplicarlas y sacar provecho; pero la ceguedad y el
orgullo son tales entre ciertas personas, que no se reconocen en el cuadro que
se les pone delante de los ojos; tanto más el Espíritu les da a entender que se
dirige a ellas, se enfadan y tratan al Espíritu de mentiroso o bromista de mal
género. Esto solo prueba que el Espíritu tienen razón.
5. En las lecciones que se
dictan a un médium de una manera general y sin aplicación personal, ¿no obra
éste como instrumento pasivo para servir a la instrucción de otro?
Muchas
veces estos avisos y consejos no se dictan para él personalmente, sino para los
otros, a los cuales no podemos dirigirnos sino por la intervención de este
médium, pero el mismo debe tomar su parte si no le ciega el amor propio. No
creáis que la facultad medíanímica se haya dado para corregir sólo a una o dos
personas, no; el fin es más grande: se trata de la Humanidad. Un médium es un
instrumento muy poco importante como a individuo; por esto, cuando damos instrucciones
que deben aprovechar a la generalidad, nos servimos de aquellos que poseen
facilidades necesarias, pero admitid como cierto que vendrá un tiempo en que
los buenos médiums serán bastante comunes, para que los buenos Espíritus no
tengan necesidad de servirse de malos instrumentos.
6. Puesto que las
cualidades morales del médium alejan a los Espíritus imperfectos, ¿en qué
consiste que un médium dotado de buenas cualidades transmita contestaciones
falsas y groseras?
¿Conoces
tú, todos los pliegues de tu alma? Por lo demás, sin ser vicioso puede ser
ligero y frívolo; y algunas veces tiene necesidad de una lección a fin de que
esté preparado.
7. ¿Por qué permiten los
Espíritus superiores que las personas dotadas de un gran poder como médiums, y
que podrían hacer mucho bien, sean los instrumentos del error?
Ellos
procuran influirles, pero cuando se dejan arrastrar por el mal camino les dejan
ir. Por esto se sirven de ello con repugnancia, porque “la verdad no puede ser
interpretada por la mentira.”
8. ¿Es absolutamente
imposible tener buenas comunicaciones por un médium imperfecto?
Un
médium imperfecto puede, algunas veces, obtener cosas buenas, porque si tiene
una hermosa facultad, los Espíritus buenos pueden servirse de él a falta de
otro en una circunstancia particular; pero esto sucede sólo momentáneamente,
porque desde que encuentra uno que les conviene mejor le dan la preferencia.
Observación – Debe observarse que
cuando los buenos Espíritus juzgan que un médium cesa de estar bien asistido, y
por sus imperfecciones viene a ser presa de los Espíritus mentirosos, provocan
casi siempre circunstancias que descubren sus faltas y les separan de las
personas formales, y bien intencionadas, de cuya buena fe podría abusarse. En
este caso cualquiera que sean sus facultades no son de envidiar.
9. ¿Cuál es el médium que podríamos llamar perfecto?
¡Perfecto!
¡Ah! Vosotros sabéis que la perfección no está sobre la Tierra; de otro modo no
estarías en ella; di, pues, médium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros.
El médium perfecto sería aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran
atrevido jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no
simpatizando, sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces.
10. ¿Si solo simpatiza con
buenos Espíritus, cómo éstos pueden permitir que sea engañado?
Los buenos Espíritus lo
permiten algunas veces con los mejores médiums para ejercitar su juicio y
enseñarles a discernir lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea
un médium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún
flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que
recibe de vez en cuando son advertencias para que no se crea infalible y no se
enorgullezca, porque el médium que obtiene las cosas más notables no puede
envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce
muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento.
11. ¿Cuáles son las
condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores nos
llegue pura de toda alteración?
Querer el bien, desterrar el egoísmo y
el orgullo, lo uno y lo otro es necesario.
12. Si la palabra de los
Espíritus superiores no llega a nosotros pura, sino con las condiciones que con
dificultad se encuentran ¿no es esto un obstáculo para la propagación de la verdad?
No,
porque la luz llega siempre para aquel que quiere recibirla. El que quiere ver
claro debe huir de las tinieblas y las tinieblas están en la impureza del
corazón. Los Espíritus que vosotros miráis como la personificación de bien no
se presentan de buena gana al llamamiento de aquellos cuyo corazón está
manchado por el orgullo, la ambición y la falta de caridad. Aquellos, pues, que
quieren ver claro que se despojen de toda vanidad humana y humillen su razón
ante el poder infinito del Creador; esta será la mejor prueba de su sinceridad,
y esta condición cada uno puede llenarla.
No. 227. Si
el médium, desde el punto de vista de la ejecución, sólo es un instrumento,
ejerce con relación a la moral una gran influencia. Puesto que para comunicarse
el Espíritu extraño se identifica con el Espíritu del médium, esta
identificación no puede tener lugar sino cuando entre los dos hay simpatía y,
sí puede decirse así, afinidad. El alma ejerce sobre el Espíritu extraño una especie
de atracción o de repulsión, según el grado de su semejanza o diferencia; así,
pues, los buenos tienen afinidad por los buenos y los malos por los malos; de
donde se sigue que las cualidades morales del médium tienen una influencia
capital sobre la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su
intermediario. Si es vicioso, los Espíritus inferiores vienen a agruparse a su alrededor
y están siempre prontos para tomar el puesto de los buenos que se han llamado.
Las cualidades que atraen con preferencia a los buenos Espíritus son: la
bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, el
desprendimiento de las cosas materiales; los defectos que les alejan son: el
orgullo, el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la ambición, la sensualidad
y todas las pasiones por las cuales el hombre se une a la materia.
No. 228. Todas las imperfecciones morales son otras
tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos
explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse
a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas
facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles;
mientras que, habiendo sido presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han
pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto
humillado por las más amargas decepciones. El orgullo se traduce en los médiums
por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención
como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la
veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la
superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infabilidad del Espíritu
que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos
por que se creen el privilegio de la verdad. El prestigio de los grandes nombres
con los cuales se adornan los espíritus para justificar que les protegen, les
ofusca, y como su amor propio sufriría confesando que son engañados, rechazan
toda clase de consejos; los evitan aun alejándose de sus amigos y de cualquiera
que pudiese abrirles los ojos; si son condescendientes en escucharles, no hacen
caso de sus avisos, porque dudar de la superioridad de su Espíritu, es casi una
profanación. Se ofuscan por la menor contradicción, por una simple observación
crítica, y, algunas veces llegan hasta aborrecer a las personas que les han
hecho favores. Merced a este aislamiento provocado por los Espíritus que no
quieren tener contradictores, éstos están satisfechos con entretenerles en sus ilusiones;
de este modo les hacen aceptar a su gusto los más grandes absurdos por cosas
sublimes. Así, pues, confianza absoluta en la superioridad de lo que obtienen,
desprecio de lo que no viene de ellos, importancia irreflexiva dada a los
grandes nombres, no admitir consejos, tomar mal toda crítica, alejamiento de
aquellos que puedan dar avisos desinteresados, creencia en su habilidad a pesar
de su falta de experiencia; tales son los caracteres de los médiums orgullosos.
Es menester convenir también que el orgullo está excitado en el médium por
aquellos que le rodean. Si tiene facultades un poco transcendentales, es
buscado y elogiado; se cree indispensable y muy pronto afecta el aire de
suficiencia y desdén cuando presta su concurso. Más de una vez, nos lamentamos,
por los elogios que dimos a ciertos médiums, con el objetivo de animarlos.
No. 229. Al lado de eso pongamos a la vista el cuadro del
médium verdaderamente bueno, aquel en que se puede tener confianza. Supongamos,
en primer lugar, una facilidad de ejecución bastante grande para permitir a los
Espíritus el comunicarse libremente y sin inconvenientes por ninguna dificultad
material. Obtenido esto lo que más interesa considerar es la naturaleza de los
Espíritus que habitualmente le asisten, y para esto no es al nombre al que se debe
atender, sino al lenguaje. Jamás se debe perder de vista que las simpatías que
se granjeará entre los Espíritus buenos, estarán en razón de lo que hará para
alejar a los malos. Persuadido de que su facultad es un don, que le ha sido
concedido para el bien, no abusa y no se hace de ello ningún mérito. Acepta las
comunicaciones buenas que se le hacen, como una gracia de la que es menester
que se esfuerce en hacerse digno por su bondad, por su benevolencia y su
modestia. El primero se enorgullece por sus relaciones con los Espíritus
superiores; éste se humilla, porque nunca se cree merecedor de este favor.
No. 230. La instrucción siguiente se nos ha dado con este
objeto por un Espíritu del que ya hemos dado algunas comunicaciones.
Ya
lo hemos dicho: los médiums, en su calidad de médiums, sólo tienen una
influencia secundaria en las comunicaciones de los Espíritus; sus funciones son
las de una máquina eléctrica que transmite los despachos telegráficos de un
punto distante a otro de la Tierra. De este modo, cuando nosotros queremos
dictar una comunicación, obramos sobre el médium como el empleado del telégrafo
sobre su aparato; es decir, de la misma manera que el tac-tac telégrafo designa a distancia de
millares de leguas sobre una tira de papel los signos reproductores del
despacho, de la misma manera nosotros también comunicamos a través de distancias
inconmensurables, que separan el mundo visible del mundo invisible, el mundo
inmaterial del mundo encarnado, lo que nosotros queremos enseñaros por medio
del aparato mediúmnico. Pero también así como las influencias atmosféricas obran
y turban a menudo la transmisión del telégrafo eléctrico, la influencia moral
del médium, obra y turba algunas veces la transmisión de nuestros despachos de
ultratumba, porque nos vemos obligados a hacerles pasar por un ambiente que les
es contrario. Sin embargo, esta influencia se anula por nuestra energía y
nuestra voluntad y ningún acto perturbador se manifiesta. En efecto, los
dictados de una alta importancia filosófica, las comunicaciones de una perfecta
moralidad son transmitidas algunas veces por médiums poco a propósito para estas
enseñanzas superiores; mientras que por otro lado se transmiten algunas veces
comunicaciones poco edificantes por conducto de médiums que se avergüenzan de
haberles servido de conductor. En tesis general, se puede afirmar que los
Espíritus semejantes llaman a sus semejantes y que rara vez los Espíritus de
pléyades elevadas se comunican por aparatos malos conductores, cuando tienen a
la mano buenos instrumentos mediúmnicos, buenos médiums, en una palabra. Los
médiums ligeros y poco formales llaman, pues, a los Espíritus de la misma
naturaleza; por esto sus comunicaciones están llenas de elogios, frivolidades,
ideas sin continuidad y a menudo muy heterodoxas, espiritísticamente hablando. Ciertamente
pueden decir y dicen algunas veces cosas buenas; pero sobre todo en esto caso
es menester practicar un examen severo y escrupuloso; porque entre estas cosas
buenas, ciertos Espíritus hipócritas insinúan con habilidad y con una perfidia calculada
hechos calumniosos y aserciones mentirosas, a fin de
engañar
la buena fe de sus oyentes. Entonces debe uno quitar, sin consideración, toda
palabra, toda frase equívoca, y no conservar del dictado sino lo que la lógica
acepta o lo que la doctrina ha enseñado ya. Las comunicaciones de esta
naturaleza sólo son temibles para los espiritistas aislados, los grupos
recientes o poco instruidos; porque en las reuniones en que los adeptos están
más adelantados o han adquirido la experiencia, el grajo que se adorna con las
plumas del pavo real es siempre irremisiblemente despedido. No hablaré de los
médiums que se complacen en solicitar y escuchar comunicaciones obscenas;
dejemos que se complazcan en la sociedad de los Espíritus cínicos. Por lo
demás, las comunicaciones de este orden por ellas mismas buscan la soledad y el
aislamiento; en todo caso, sólo podrían despertar el desdén y el disgusto entre
los hombres de los grupos filosóficos y formales. Pero donde se hace sentir
realmente la influencia moral del médium, es cuando éste sustituye sus ideas
personales a las que los Espíritus esfuerzan en sugerirle; igualmente, cuando
saca de su imaginación teorías fantásticas que el mismo cree de buena fe que
resultan de una buena comunicación intuitiva. En tal caso puede entonces
hacerse la apuesta de mil contra uno que esto sólo es el reflejo del Espíritu
personal del médium; acontece también el hecho curioso de que la mano del
médium se mueve algunas veces casi mecánicamente impulsada por un Espíritu secundario
y burlón. Contra esta piedra de toque vienen a estrellarse las imaginaciones
ardientes; porque arrastrados por el ardor de sus propias ideas y por el oropel
de sus conocimientos literarios, los médiums desconocen el modesto dictado de
un Espíritu prudente, y abandonado la presa por la sombra lo sustituyen por una
paráfrasis pomposa. Contra este escollo terrible vienen igualmente a
estrellarse las personalidades ambiciosas que, en defecto de comunicaciones
buenas que los Espíritus buenos les rehúsan, presentan sus propias obras como
obra de los mismos Espíritus. Aquí tenéis por qué es preciso que los jefes de
los grupos espiritistas estén dotados de un tacto exquisito y de una rara sagacidad
para discernir las comunicaciones auténticas de aquellas que no lo son, y para
no herir a aquellos que se hacen ilusión a sí mismos. En la duda abstente, dice
uno de vuestros antiguos proverbios; no admitáis, pues, sino aquello que tenga
para vosotros una evidencia cierta. Desde que aparezca una opinión nueva, por
poco que la creáis dudosa, pasadla por el tamiz de la razón y de la lógica; lo
que la razón y el buen sentido reprueban, rechazadlo con vigor; más vale
rechazar diez verdades que admitir una sola mentira, una sola teoría falsa. En
efecto, sobre esta teoría podéis edificar todo un sistema que se derrumbaría al
primer soplo de la verdad como un monumento construido sobre la arena movediza,
mientras que si hoy rechazáis ciertas verdades porque no se os demuestran
lógica y claramente, muy pronto un hecho brusco o una demostración irrefutable
vendrá a afirmaros en la autenticidad. Sin embargo acordaos ¡oh espiritistas!,
que para Dios y para los buenos Espíritus no hay nada imposible sino la
injusticia y la iniquidad. El Espiritismo está bastante esparcido ahora entre
los hombres y ha moralizado suficientemente a los adeptos sinceros de nuestra
doctrina, para que los Espíritus no se vean precisados a emplear los malos
instrumentos de los médiums imperfectos. Si,
pues, un médium, cualquiera que sea, diere un legítimo motivo de sospecha, por
su conducta o sus costumbres, por su orgullo, por su falta de amor y caridad,
rechazad, rechazad sus comunicaciones, porque hay una serpiente oculta en las
matas. Aquí tenéis mi conclusión sobre la influencia moral de los médiums.
ERASTO”
A continuación los Ítems 190 – 199,
Libro de Los Médiums, con sus Referencias Añadidas.
No. 190. Médiums especiales para los efectos
intelectuales. – Aptitudes diversas
Médiums auditivos: los que oyen a los Espíritus.
Bastante comunes. (Núm. 165).
Hay muchos que se figuran oír lo que no está sino en su
imaginación.
3. Médiums auditivos
No. 165. Estos oyen la voz de los Espíritus; es como lo hemos dicho hablando de la
pneumatofonía: algunas veces una voz íntima que se hace oír en el fuero
interno; otras veces es una voz exterior clara y distinta como la de una
persona viva. Los médiums auditivos pueden entrar de este modo en conversación
con los Espíritus. Cuando tienen la costumbre de comunicar con ciertos
Espíritus, los reconocen inmediatamente con el metal de la voz. Cuando uno no
está dotado de esta facultad, se puede igualmente comunicar con un Espíritu a
través de un médium auditivo que hace el oficio de intérprete. Esta facultad es
muy agradable cuando el médium solo oye buenos Espíritus, o únicamente aquellos
que llama; pero no es lo mismo cuando un Espíritu malo se encarniza en él y le
hace oír a cada momento las cosas más desagradables y algunas veces las más
inconvenientes. Es preciso entonces procurar desembarazarse de aquel por los
medios que indicaremos en el capítulo de “La Obsesión”.
Médiums parlantes: los que hablan bajo la influencia de
los
Espíritus. Bastante comunes. (Núm. 166).
4. Médiums parlantes
No. 166. Los médiums auditivos que no hacen más que transmitir lo que ellos oyen, no
son propiamente hablando médiums parlantes; estos últimos muy a menudo
no oyen nada; en ellos el Espíritu obra sobre los órganos de la palabra, como
obra sobre la mano de los médiums escribientes. El Espíritu, queriendo comunicarse,
se sirve del órgano que encuentra más flexible en el médium; a uno toma
prestada la mano, a otro la palabra, a un tercero el oído. El médium parlante
se expresa, generalmente, sin tener conciencia de lo que dice, y muchas veces
dice cosas completamente fuera de sus ideas habituales, de sus conocimientos y
aún del alcance de su inteligencia. Aunque esté enteramente despierto y en un
estado normal, rara vez conserva el recuerdo de lo que ha dicho; digámoslo de
una vez, la palabra es un instrumento del cual se sirve el Espíritu, y con el
que puede entrar en comunicación una persona extraña, como puede hacerlo por mediación
del médium auditivo. El papel pasivo del médium parlante no es siempre tan
completo; los hay que tienen la intuición de lo que dicen en el mismo momento
en que pronuncian las palabras. Volveremos a hablar sobre esta variedad, cuando
tratemos de los médiums intuitivos.
Médiums videntes: los que ven a los Espíritus en
estado de vigilia o despiertos. La vista accidental y fortuita de un Espíritu
en una circunstancia particular es bastante frecuente; pero la vista habitual o
facultativa de los Espíritus sin distinción, es excepcional. (Número No. 167).
5. Médiums videntes
No. 167. Los médiums
videntes están
dotados de la facultad de ver a los Espíritus. Los hay que gozan de esta
facultad en estado normal, estando enteramente despiertos y conservando un
recuerdo exacto; otros no lo tienen sino en un estado de sonambulismo, o
próximo a él. Esta facultad rara vez es permanente; casi siempre es efecto de
una crisis momentánea y pasajera. Se pueden colocar en la categoría de los
médiums videntes todas las personas dotadas de la doble vista. La posibilidad
de ver los Espíritus en el sueño resulta, sin contradicción, de una especie de
Mediúmnidad, pero no constituye, propiamente hablando, los médiums videntes. Hemos
explicado este fenómeno en el capítulo VI, de las “Manifestaciones visuales”.
El médium vidente cree ver por los ojos como los que tienen la doble vista;
pero en realidad es el alma que ve, y esta es la razón por la cual ven tanto
con los ojos cerrados como con los ojos abiertos; de donde se sigue que un
ciego puede ver a los Espíritus como el que tiene la vista intacta. Se podría
hacer sobre este último punto un estudio interesante: el de saber si esta
facultad es más frecuente entre los ciegos. Espíritus que fueron ciegos nos han
dicho que en vida tenían por el alma la percepción de ciertos objetos y que no
estaban sumergidos en la negra obscuridad.
Es una aptitud a la cual se opone el estado actual de los
órganos; por esto es útil el no creer siempre bajo palabra a los que dicen ver
a los Espíritus. Médiums inspirados: aquellos cuyos
pensamientos son sugeridos por los Espíritus, lo más frecuente sin saberlo, ya
sea para los actos ordinarios de la vida, ya sea para los grandes trabajos de
la inteligencia. (Número No. 182).
Médiums
inspirados
No.
182. Toda persona que, ya
sea en estado normal, ya sea en estado de éxtasis, recibe por el pensamiento
comunicaciones extrañas a sus ideas preconcebidas, puede colocarse en la categoría
de médiums inspirados; como se ve, es una variedad de la Mediúmnidad intuitiva;
con la sola diferencia de que la intervención de esta potencia oculta es
todavía mucho menos sensible, porque en el inspirado es aún más difícil de
distinguir el pensamiento propio del que es sugerido. Lo que caracteriza a este
último, sobre todo, es la espontaneidad. La inspiración nos viene de los
Espíritus que nos influyen en el bien o en el mal, pero antes es la obra de
aquellos que nos quieran bien, y cuyos consejos dejamos de seguir muy a menudo;
se aplica a todas las circunstancias de la vida, en las resoluciones que debemos
tomar; bajo este aspecto se puede decir que todos son médiums, porque no hay
persona que no tenga sus Espíritus protectores y familiares que hacen todos sus
esfuerzos para sugerir a sus protegidos pensamientos saludables. Si nos
penetráramos de esta verdad, recurriríamos más a menudo a la inspiración de
nuestro ángel guardián en los momentos en que no sabemos qué decir o qué hacer.
Que se le invoque con fervor y confianza en caso de necesidad y
nos admiraremos de ideas que muchas veces surgirán como por encanto, ya sea que
debamos tomar un partido, ya sea que tenga que componerse alguna obra. Cuando
no acude ninguna idea es porque será preciso esperar. La prueba de que la idea
que sobreviene es extraña a uno mismo, es que si hubiera estado en nosotros siempre
hubiéramos sido dueños de ella y no habría motivo para que no se manifestarán
cuando quisiéramos. El que no es ciego abre los ojos para ver cuando quiere;
del mismo modo aquel que tiene ideas en sí las tiene siempre a su disposición;
si no acuden como lo desea, es porque está obligado a tomarlas en otra parte
que en su propio fondo. Se pueden también colocar en esta categoría las
personas que, sin estar dotadas de una inteligencia fuera de lo vulgar, y sin salir
del estado normal, tienen rayos de una lucidez intelectual que les da
momentáneamente una facilidad desusada de concepción y elocución, y en ciertos
casos el presentimiento de las cosas futuras. En estos momentos que se llaman
justamente de inspiración, las ideas abundan, se siguen, se encadenan, por
decirlo así, por ellas mismas y por una impulsión involuntaria y casi febril; nos
parece que una inteligencia superior viene a ayudarnos, y que nuestro espíritu
se desembaraza de un peso.
Médiums de presentimientos: personas que en
ciertas circunstancias tienen una vaga intuición de las cosas futuras vulgares.
(Núm. No.184).
Médiums de
presentimientos
No. 184. El presentimiento es una intuición vaga de la cosas futuras.
Ciertas personas tienen esta facultad más o menos desenvuelta; pueden deberla a
una especie de doble vista que les permite entrever las consecuencias de las
cosas presentes y la filiación de los acontecimientos; pero a menudo, también
en el hecho de comunicaciones ocultas, y en este caso, sobre todo, es cuando
podemos dar el nombre de médiums de presentimientos a los que están
dotados de ella y son una variedad de los médiums
inspirados.
Médiums proféticos: variedad de los médiums inspirados o
de presentimientos; reciben con el permiso de Dios y con más precisión que los
médiums de presentimientos la revelación de las cosas futuras de un interés
general, y que están encargados de hacer conocer a los hombres para su
instrucción. Si hay verdaderos profetas hay muchos más de falsos, que
toman los sueños de su imaginación por revelaciones, cuando no son embrollones
que se hace pasar por tales por ambición. (Véase El libro de
los Espíritus, núm. No. 624, “Caracteres del verdadero profeta”).
El Libro de los Espíritus
No. 624. ¿Cuál es la característica del auténtico profeta?
-
El profeta verdadero es un hombre de bien inspirado por Dios. Se puede
reconocerlo en sus palabras y en sus actos. Dios no puede servirse de los
labios del mentiroso para enseñar la Verdad.
625. ¿Cuál ha sido el arquetipo más perfecto que Dios haya otorgado al
hombre para servirle de guía y modelo?
-
Ved a Jesús.
Es Jesús para el hombre el arquetipo de la
perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo
ofrece como el modelo más perfecto, y la doctrina que ha enseñado es la más
pura expresión de su ley, porque estaba animado del Espíritu divino y fue el
Ser más puro que haya aparecido en la Tierra.
Si algunos de los que pretendieron instruir al hombre en la ley de Dios
han hecho que en ocasiones aquél se extraviara con falsos principios, esto ha
sido porque se dejaron dominar ellos mismos por sentimientos demasiado
terrenales y por haber confundido las leyes que rigen las condiciones de la
vida del alma con aquellas otras que regulan la existencia del cuerpo. Muchos
han presentado como leyes divinas lo que no era otra cosa que leyes humanas,
creadas para servir a las pasiones y dominar a los hombres.
Médiums sonámbulos: los que en estado
de sonambulismo están asistidos por los Espíritus (Núm. No. 172).
6. Médiums sonámbulos
No. 172. El sonambulismo puede ser considerado como una variedad de
la facultad Mediúmnica, o por mejor decir son dos órdenes de fenómenos que se
encuentran muy a menudo reunidos. El sonámbulo obra bajo la influencia de su
propio Espíritu; es su alma que en los momentos de emancipación ve, oye y
percibe fuera del límite de los sentidos; lo que expresa, lo toma de sí mismo;
sus ideas son en general más ajustadas que en el estado normal; sus
conocimientos más extensos, porque su alma es libre; es un palabra, vive con
anticipación la vida de los Espíritus. El médium, al contrario, es el
instrumento de una inteligencia extraña; es pasivo y lo que dice no proviene de
él. En resumen, el sonámbulo expresa su propio pensamiento, y el médium expresa
el de otro. Pero el Espíritu que se comunica a un médium ordinario puede
igualmente hacerlo a un sonámbulo; a menudo también el estado de emancipación
del alma, durante el sonambulismo, hace esta comunicación más fácil. Muchos
sonámbulos ven perfectamente a los Espíritus y a los describen con tanta
precisión como los médiums videntes; pueden conversar con ellos y transmitirnos
sus pensamientos; lo que dicen fuera del círculo de sus conocimientos
personales, les es muchas veces sugerido por otros espíritus. He aquí un
ejemplo notable en que la doble acción del Espíritu del sonámbulo y del
Espíritu extraño se revela de la manera menos equívoca.
Médiums extáticos: los que en estado de éxtasis reciben
revelaciones de parte de los Espíritus. Muchos extáticos son juguete de
su propia imaginación y de los Espíritus mentirosos que aprovechan su
exaltación. Los que merecen una entera confianza son muy raros.
Médiums pintores y dibujantes: los que pintan o
dibujan bajo la influencia de los Espíritus. Nosotros hablamos de aquellos que
obtienen cosas serias, porque no se podría dar este nombre a ciertos médiums
que los Espíritus burlescos les hacen dibujar cosas grotescas que desaprobaría
el último aprendiz. Los Espíritus ligeros son imitadores. En la época que
aparecieron los notables dibujos de Júpiter, salieron gran número de
pretendidos médiums dibujantes, con los cuales los Espíritus burlones se
divirtieron en hacerles las cosas más ridículas. Uno de ellos, entre otros,
queriendo eclipsar los dibujos de Júpiter, al menos por la dimensión ya que no
por la calidad, hizo dibujar a un médium un monumento que ocupaba un gran
número de hojas, hasta alcanzar la altura de dos pisos. Muchos otros hicieron
titulados retratos que eran verdaderas caricaturas. (Revista Espírita, agosto
de 1858).
Médiums músicos: los que ejecutan, componen o
escriben música bajo la influencia de los Espíritus. Hay médiums músicos,
mecánicos, semi-mecánicos, intuitivos e inspirados, como para las
comunicaciones literarias. (Véase “Médiums de efectos musicales”).
VARIEDADES DE LOS MÉDIUMS
ESCRIBIENTES
No. 191. 1º Según el modo de ejecución
Médiums escribientes o psicógrafos: los que tienen la
facultad de escribir ellos mismos, bajo la influencia de los Espíritus.
Médiums escribientes mecánicos: aquellos cuya mano
recibe una impulsión involuntaria, y que no tienen ninguna conciencia de lo que
escriben. Muy raros. (Número No. 179).
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
Médiums
mecánicos
No.
179. Si se examinan
ciertos efectos que se producen en los movimientos de la mesa, de la cestita o
de la tablita que escribe, no se puede dudar de una acción ejercida
directamente por el Espíritu sobre estos objetos. La cestita se agita a veces
con tanta violencia que escapa de las manos del médium; algunas veces también
se dirige hacia ciertas personas del círculo para golpearles; otras veces sus
movimientos atestiguan un sentimiento afectuoso. La misma cosa tiene lugar
cuando el lápiz está colocado en la mano; a menudo es lanzado a lo lejos con fuerza,
o bien la mano como la cestita se agita convulsivamente y golpea la mesa con
cólera, aun cuando el médium esté en la mayor calma y se admire de no ser dueño
de sí. Digamos, de paso, que estos efectos denotan siempre la presencia de
Espíritus imperfectos; los Espíritus realmente superiores están constantemente
tranquilos, son dignos y benévolos; si no se les escucha convenientemente se
retiran y otros toman su puesto. El Espíritu puede, pues, expresar directamente
su pensamiento, ya sea por el movimiento de un objeto, del cual la mano del
médium no es más que el punto de apoyo, ya sea por su acción sobre la misma
mano. Cuando el Espíritu obra directamente sobre la mano, da a ésta un impulso
completamente independiente de la voluntad. Marcha sin interrupción y a pesar
del médium, mientras el Espíritu tiene alguna cosa que decir, deteniéndose
cuando ha concluido. Lo que caracteriza el fenómeno en esta circunstancia es
que el médium no tiene la menor conciencia de lo que escribe; la falta de
conciencia absoluta en este caso constituye lo que se llaman médiums pasivos
o mecánicos. Esta facultad es preciosa, porque no puede dejar
ninguna duda sobre la independencia del pensamiento del que escribe.
Médiums semi-mecánicos: aquellos cuya mano
marcha involuntariamente, pero que tienen la conciencia instantánea de las
palabras o de las frases a medida que escriben. Los más comunes. (Núm. No. 181).
Médiums
semi-mecánicos
No.
181. En el médium
puramente mecánico el movimiento de la mano es independiente de la voluntad; en
el médium intuitivo, el movimiento es voluntario y facultativo. El Médium Semi-mecánico
participa de los otros dos, siente una
impulsión dada a su mano a pesar suyo, pero al mismo tiempo tiene conciencia de
lo que escribe a medida que se forman las palabras. En el primero, el
pensamiento sigue al acto de la escritura; en el segundo le precede; en el
tercero le acompaña. Estos últimos médiums son los más numerosos.
Médiums intuitivos: aquellos a quienes los Espíritus se
comunican por el pensamiento y cuya mano es guiada por la voluntad. Difieren de
los médiums inspirados en que estos últimos no tienen necesidad de escribir,
mientras que el médium intuitivo escribe el pensamiento que le es sugerido
instantáneamente sobre un asunto determinado y provocado. (No. 180). Estos
son muy comunes, pero también muy sujetos a error, porque muchas veces no
pueden discernir lo que proviene de los Espíritus o de ellos mismos.
Médiums
intuitivos
No.
180. La transmisión del pensamiento
tiene también lugar por intermedio del Espíritu del médium, o mejor dicho de su
alma, pues nosotros designamos bajo este nombre el Espíritu encarnado. El
Espíritu extraño en este caso no obra sobre la mano para hacerla escribir; no
la tiene, no la guía; obra sobre el alma con la cual se identifica. El alma,
bajo este impulso, dirige la mano y la mano dirige el lápiz. Observamos aquí
una cosa importante, a saber: que el Espíritu extraño no sustituye al alma,
porque no podría desalojarla; la domina sin que lo sepa y le imprime su
voluntad. En esta circunstancia, el papel del alma no es absolutamente pasivo;
ella es la que recibe el pensamiento del Espíritu extraño y lo transmite. En
esta situación, el médium tiene conciencia de lo que escribe, aunque esto no
sea su propio pensamiento; este es el que se llama médium intuitivo. Se
dirá que si así sucede nada prueba que el que escribe sea más bien un Espíritu
extraño que el del médium. La distinción es, en efecto, algunas veces bastante
difícil de hacer, pero puede acontecer que esto importe poco. Sin embargo se
puede reconocer el pensamiento sugerido en que nunca se ha concebido anticipadamente;
nace a medida que se escribe, y muchas veces es contrario a la idea previa que
uno se ha formado; también puede estar fuera de los conocimientos y de la
capacidad del médium. El oficio de médium mecánico es el de una máquina; el
médium intuitivo obra como lo haría un intérprete. Este, en efecto, para
transmitir el pensamiento debe comprenderle, apropiárselo de cierto modo a fin
de traducirlo fielmente, y no obstante no es su pensamiento; no hace más que
atravesar su cerebro. Tal es, exactamente, el papel del médium intuitivo.
Médiums polígrafos: aquellos cuya escritura cambia con
el Espíritu que se comunica, o que son aptos para reproducir la escritura que
el Espíritu tenía en vida. El primer caso es muy ordinario; el segundo, el de
la identidad de la escritura, es más raro. (No. 219).
Cambio de escritura
No. 219. El cambio de escritura, según los Espíritus que se
comunican, es un fenómeno muy común entre los médiums escribientes; lo más
notable es que la misma escritura se reproduce constantemente con el mismo
Espíritu, y a veces es idéntica a la que tenía cuando vivía; veremos más
adelante las consecuencias que de esto se pueden deducir en cuanto a la identidad.
El cambio de escritura no tiene lugar
sino en los médiums mecánicos o semi-mecánicos porque en ellos el movimiento de
la mano es involuntario y dirigido por el Espíritu; no sucede lo mismo con los
médiums puramente intuitivos, atendido que en este caso el Espíritu obra
únicamente sobre el pensamiento y la mano es dirigida por la voluntad como en
las circunstancias ordinarias; pero la uniformidad de la escritura, aun en un
médium mecánico, no prueba absolutamente nada contra su facultad; no siendo el
cambio una condición absoluta en la manifestación de los Espíritus, corresponde
a una aptitud especial, de la que los médiums más mecánicos no siempre están
dotados. Nosotros designamos a los que tienen esta aptitud con el nombre de médiums polígrafos.
Médiums políglotas: los que tienen la facultad de hablar
o de escribir en lenguas que le son extrañas. Muy raros.
Médiums iletrados: los que escriben como médiums, sin
saber leer ni escribir en el estado ordinario. Más raros que los
precedentes; hay más grandes dificultades materiales que vencer.
No. 192. 2º Según el desarrollo de la facultad
Médiums novicios: aquellos cuyas facultades no están
todavía completamente desarrolladas y les falta la experiencia necesaria.
Médiums improductivos: los que no llegan a obtener sino
cosas insignificantes, monosílabos, rasgos o letras sin sentido. (Véase el
capítulo de la “Formación de los médiums”).
Médiums hechos o formados: son aquellos cuyas facultades
Mediúmnicas están completamente desarrolladas que transmiten las comunicaciones
que reciben con facilidad, prontitud y sin vacilación. Se concibe que este
resultado solo pueda obtenerse con la práctica, mientras que en los
médiums novicios las comunicaciones son lentas y difíciles.
Médiums explícitos: las
comunicaciones que reciben tienen toda la amplitud y extensión que se
puede esperar de un escritor consumado. Esta aptitud depende de la
expansión y de la facilidad de combinación de los fluidos; los Espíritus los
buscan para tratar los asuntos que traen grandes desenvolvimientos.
Médiums experimentados: la
facilidad de ejecución es un asunto de práctica que se adquiere muchas veces en
poco tiempo, mientras que la experiencia es el resultado de un estudio serio de
todas las dificultades que se presentan en la práctica del Espiritismo. La
experiencia da al médium el tacto necesario para apreciar la naturaleza de los
Espíritus que se manifiestan, juzgar sus cualidades buenas o malas por las
señales más minuciosas, discernir la bellaquería de los Espíritus mentirosos
que se abrigan bajo las apariencias de la verdad. Se comprende fácilmente la
importancia de esta cualidad, sin la cual todas las otras son sin utilidad
real; lo malo es que muchos médiums confunden la experiencia, fruto del
estudio, con la aptitud, producto de la organización; se creen maestros con
título porque escriben fácilmente; repudian todos los consejos y vienen a ser
presa de los Espíritus mentirosos e hipócritas que captan la voluntad
lisonjeando su orgullo. (Véase más adelante el capítulo de “La Obsesión”).
Médium flexibles: aquellos
cuya facultad se presta más fácilmente a los diversos géneros de
comunicaciones, y por los cuales casi todos los Espíritus pueden manifestarse
espontáneamente o por evocación. Esta variedad de médiums es muy
parecida a los médiums sensitivos.
Médiums exclusivos: aquellos
por los cuales un Espíritu se manifiesta con preferencia, y aun con exclusión
de todos los otros, y responde por aquellos que se llaman por intermedio del
médium. Esto depende siempre de un efecto de flexibilidad; cuando el
Espíritu es bueno, puede adherirse al médium por simpatía y con un fin
laudable; cuando es malo es siempre con el objeto de poner al médium bajo su
dependencia. Esto es más bien un defecto que una cualidad, y muy vecino de la
obsesión. (Véase el capítulo de “La
Obsesión”).
Médiums de evocaciones: los
médiums flexibles son naturalmente los más propios a este género de
comunicación y a las preguntas de detalle, que se pueden dirigir a los
Espíritus. Hay bajo este aspecto médiums del todo especiales. Sus
respuestas se encierran casi siempre en un cuadro restringido, incompatible con
el desarrollo de los asuntos generales.
Médiums de dictados espontáneos: reciben
con preferencia comunicaciones espontáneas de parte de los Espíritus que se
presentan sin ser llamados. Cuando esta facultad es especial en un médium, es
difícil y aun imposible algunas veces hacer una evocación por su
conducto. Sin embargo tienen mejores instrumentos que los del grado
precedente. Comprended que por instrumentos se entiendan aquí los materiales
cerebrales, porque es menester muchas veces, mejor dicho, siempre mayor suma de
inteligencia para los dictados espontáneos que para las evocaciones. Entended
por dictados espontáneos los que merecen verdaderamente este nombre, y no
algunas frases incompletas o algunos pensamientos vulgares que se encuentran en
todas las cabezas humanas.
No. 193. 3º Según el género y
la especialidad de las comunicaciones
Médiums versificadores: obtienen
más fácilmente que otras comunicaciones versificadas. Bastante comunes para los
malos versos; muy raros par los buenos.
Médiums
poéticos: sin obtener
versos, las comunicaciones que reciben tienen alguna cosa de vaporoso, de
sentimental; nada demuestra la rudeza; son más propios que otros para la
expresión de los sentimientos tiernos y afectuosos. Todo es vaguedad y sería
inútil pedirles nada preciso. Muy comunes.
Médiums positivos: sus
comunicaciones tienen, en general, un carácter de limpieza y de precisión que
se presta voluntariamente a los detalles circunstanciados y a las noticias
exactas. Bastante raros.
Médiums literarios: no
tienen ni la vaguedad de los médiums poéticos ni la cautela de los médiums
positivos; pero disertan con facilidad; su estilo es correcto, elegante y a
menudo de una notable elocuencia.
Médiums incorrectos: pueden
obtener muy buenas cosas, pensamientos de una moralidad irreprochable, pero su
estilo es difuso, incorrecto, sobrecargado de repeticiones y de términos
impropios. La incorrección material de estilo depende generalmente de la
falta de cultura intelectual del médium, que bajo este aspecto no es para el
Espíritu un buen instrumento. El Espíritu da a eso poca importancia; para él,
el pensamiento es la cosa esencial, y os deja libres de darle la forma
conveniente. No sucede así con las ideas falsas e ilógicas que puede encerrar
una comunicación; éstas son siempre un indicio de la inferioridad del Espíritu
que se manifiesta.
Médiums historiadores: los
que tienen una aptitud especial para el desarrollo de los hechos históricos.
Esta facultad, como todas las otras, es independiente de los conocimientos del
médium, porque se ven gentes sin instrucción, y aun niños, tratar de asuntos
muy superiores a su alcance. Variedad rara de los médiums positivos.
Médiums científicos: nosotros
no decimos sabios, porque pueden ser muy ignorantes; y, no
obstante esto, son más especialmente propios para las comunicaciones relativas
a las ciencias.
Médiums medicinantes: su
especialidad es el servir más fácilmente de intérpretes a los Espíritus para
las prescripciones medicinales. Es preciso no confundirlos con los médiums
curanderos, porque absolutamente no hacen más que transmitir el
pensamiento del Espíritu, y no tienen por sí mismos ninguna influencia.
Bastante comunes.
Médiums religiosos: reciben
más especialmente comunicaciones de un carácter religioso o que tratan la
cuestión de religión, no obstante sus creencias y sus costumbres.
Médiums filósofos y moralistas: sus
comunicaciones tienen generalmente por objeto las cuestiones de moral y de alta
filosofía. Muy comunes para la moral. Todas estas diferencias, son
variedades de las aptitudes de los buenos médiums. En cuanto a aquellos que
tienen una aptitud especial para ciertas comunicaciones científicas,
históricas, medicinales u otras, fuera de su alcance actual, estad persuadidos
que han poseído estos conocimientos en otra existencia, y que han quedado en
ellos en estado latente; forman parte de los materiales cerebrales necesarios
al Espíritu que se manifiesta, éstos son los elementos que le facilitan el
camino para comunicar sus propias ideas porque estos médiums son para él
instrumentos más inteligentes y más flexibles de lo que lo sería uno que fuese
tosco. – ERASTO.
Médiums de comunicaciones triviales y
obscenas: estas palabras,
indican el género de comunicaciones que ciertos médiums reciben de costumbre, y
la naturaleza de los Espíritus que las hacen. Cualquiera que haya estudiado el
mundo espiritista en todos los grados de la escala, sabe que los hay en ésta
cuya perversidad iguala a los hombres más depravados y que se complacen en
expresar sus pensamientos en los términos más groseros. Otros, menos abyectos,
se contentan con expresiones triviales. Se comprende que estos médiums deben
tener el deseo de librarse de la preferencia que estos Espíritus les conceden,
y que deben tener envidia de aquellos que en las comunicaciones que reciben no
han tenido jamás una palabra malsonante. Sería preciso una extraña aberración
de ideas y haberse divorciado con el buen sentido, para creer que semejante
lenguaje pudiese ser el hecho de buenos Espíritus.
No. 194. 4º Según las
cualidades físicas del médium
Médiums tranquilos: escriben
siempre con cierta lentitud y sin probar la menor agitación.
Médiums veloces: escriben
con una rapidez más grande que podrían hacerlo voluntariamente en el estado
ordinario. Los Espíritus se comunican a ellos con la prontitud del rayo; se
diría que hay en los mismos una superabundancia de fluido que les permite
identificarse instantáneamente con el Espíritu. Esta cualidad tiene algunas
veces su inconveniente, y es que la rapidez de la escritura hace a ésta muy
difícil de leerse por cualquier otro que no sea el médium. Es también
muy fatigosa, porque hace gastar demasiado fluido inútilmente.
Médiums convulsivos: están
en un estado de sobreexcitación casi febril; su mano, y algunas veces toda su
persona, está agitada de un temblor que no pueden dominar. La primera causa de
esto se halla, sin duda, en la organización, pero depende también mucho de la
naturaleza de los Espíritus que se comunican con ellos; los Espíritus buenos y
benévolos hacen siempre una impresión dulce y agradable; los malos, al
contrario, la hacen penosa. Es preciso que estos médiums solo se sirvan
raras veces de su facultad Mediúmnica, cuyo uso demasiado frecuente podría
afectar su sistema nervioso. (Capítulo de “La Identidad”, distinción
de los buenos y de los malos Espíritus).
No. 195. 5º Según las
cualidades morales del médium
Hacemos de ellas una mención ligera, para
memoria y como para completar el cuadro, atendido que serán desenvueltas más
adelante en los capítulos especiales: De la influencia moral de los
médiums, de la obsesión, de la identidad de los Espíritus y otros,
sobre los cuales llamamos particularmente la atención; se verá la influencia
que las cualidades y las irregularidades de los médiums pueden ejercer sobre la
seguridad de las comunicaciones, y cuáles son aquellos que se pueden con razón
considerar como médiums imperfectos o buenos médiums.
No. 196. Médiums imperfectos
Médiums
poseídos: los que no pueden desembarazarse de Espíritus
importunos y mentirosos, pero que no se dejan engañar.
Médiums
fascinados: los que son
embaucados por Espíritus embusteros y se hacen ilusión sobre la naturaleza de
las comunicaciones que reciben.
Médiums
subyugados: los que sufren
una dominación moral y muchas veces material de parte de los malos Espíritus.
Médiums
ligeros: los que no toman
su facultad a lo serio, y no se sirven de ella sino por diversión o por cosas
fútiles.
Médiums
indiferentes: los que no sacan
ningún provecho moral de las instrucciones que reciben y no modifican en nada
su conducta y sus costumbres.
Médiums
presuntuosos: los que tienen la pretensión de estar
solos en relación con los Espíritus superiores. Creen en su infalibilidad y
miran como inferior y erróneo todo lo que no viene de ellos.
Médiums
orgullosos: los que tienen
vanidad de las comunicaciones que reciben; creen no tener ya nada que aprender
en Espiritismo, y no toman para ellos las lecciones que reciben a menudo de
parte de los Espíritus. Estos no se contentan con las facultades que poseen:
quieren tenerlas todas.
Médiums
susceptibles: variedad de los médiums orgullosos; se
resienten de las críticas de que pueden ser objeto sus comunicaciones; se
enojan de la menor contrariedad, y si enseñan lo que obtienen es para hacerlo
admirar y no para pedir pareceres. Generalmente toman aversión a las personas
que no les aplauden sin reserva, y desertan de las reuniones en que no pueden
imponerse y dominar.
Dejadles que se pavoneen en otra parte
y que busquen oídos más complacientes, o que se retiren en el aislamiento; las
reuniones que se privan de su presencia no pierden mucho.
ERASTO.
Médiums
mercenarios: los que explotan
su facultad.
Médiums
ambiciosos: los que sin poner
a precio sus facultades esperan sacar de ellas alguna ventaja.
Médiums
de mala fe: los que teniendo
facultades reales simulan las que no tienen para darse importancia. No se puede
dar el título de médium a las personas que no teniendo ninguna facultad
Mediúmnica no producen más efectos que los de la impostura.
Médiums
egoístas: los que solo se
sirven de su facultad para su uso personal, y guardan para ellos las
comunicaciones que reciben.
Médiums
celosos: los que ven con
despecho a otros médium mejor apreciados que les son superiores. Contra todas
esas malas cualidades hay también otras que son buenas.
CAPÍTULO
XVII
FORMACIÓN
DE LOS MÉDIUMS
Desarrollo
de la Mediúmnidad. – Cambio de escritura. – Pérdida y suspensión de la
Mediúmnidad Desarrollo de la Mediúmnidad
Desarrollo de la Mediúmnidad
No. 200. Trataremos
aquí especialmente acerca de los médiums escribientes, porque es el género de Mediúmnidad
más difundido y, al mismo tiempo, el más sencillo y cómodo. Además, es el que da
los resultados más satisfactorios y completos, así como el que todos ambicionan
poseer. Lamentablemente, no disponemos hasta hoy de ningún diagnóstico que nos
permita reconocer, aunque sea en forma aproximada, a las personas que poseen
esa facultad. Los signos físicos, en que algunos han creído ver indicios de
ella, nada tienen de seguro. Se la encuentra en los niños y en los ancianos, en
hombres y en mujeres, sean cuales fueren el temperamento, el estado de salud y
el grado de desarrollo intelectual y moral.
La única manera
de comprobar que existe es hacer el intento de llevarla a la práctica. La
escritura se puede obtener, como ya vimos, con la ayuda de cestas y tablillas,
o directamente con la mano. Dado que este ultimo medio es el más fácil y,
podemos decir, el único que se emplea en la actualidad, recomendamos que se lo
prefiera antes que cualquier otro. El proceso es de los más simples, pues
consiste únicamente en que la persona tome lápiz y papel y se ponga en la
posición de quien escribe, sin ningún otro preparativo. No obstante, para que
tenga éxito, son indispensables muchas recomendaciones.
No. 201. Como
disposición material, recomendamos que se evite interferir en el libre
movimiento de la mano. Incluso es preferible que esta no descanse por completo
sobre el papel. La punta del lápiz debe estar en contacto con la hoja lo
suficiente para que escriba, pero no a tal punto que ofrezca resistencia. Todas
estas precauciones se vuelven inútiles cuando se comienza a escribir
correctamente, porque entonces ningún obstáculo detiene la mano. Sólo son
disposiciones preliminares para el aprendiz.
No. 202.
Es
indiferente que se use pluma o lápiz. Algunos médiums prefieren la pluma,
aunque esta sólo es útil para los que están formados y escriben pausadamente.
Otros, en cambio, escriben con tanta velocidad que el empleo de la pluma sería
casi imposible o, al menos, muy incómodo. Lo mismo sucede cuando la escritura
es brusca e irregular, o cuando se manifiestan Espíritus violentos, que golpean
con la punta del lápiz y la quiebran, rasgando el papel.
No.203. El
deseo natural de todo aspirante a médium es el de conversar con los Espíritus
de las personas que le son queridas. No
obstante, debe moderar su impaciencia, porque la comunicación con un Espíritu
determinado suele presentar dificultades materiales que la tornan imposible
para el principiante. Para que
un Espíritu
pueda comunicarse es preciso que entre él y el médium haya relaciones fluídicas
que no siempre se establecen de inmediato.
Sólo a medida que la facultad se desarrolla el médium adquiere, poco a
poco, la aptitud necesaria para ponerse en comunicación sabe que son buenos y
por los que siente simpatía, y que pueden tener un motivo para responder al
llamado, tales como parientes o amigos. En
ese caso, la evocación se puede formular del siguiente modo: En
nombre de Dios todopoderoso, solicito que el Espíritu de tal persona se
comunique conmigo. O bien: Pido a Dios todopoderoso
que permita al Espíritu de tal persona comunicarse conmigo, o
cualquier otra fórmula que corresponda al mismo pensamiento. No es menos
necesario que las primeras preguntas sean elaboradas de tal manera que las
respuestas puedan ser dadas simplemente con un sí o un
no.
Por
ejemplo: ¿Estás ahí? ¿Quieres responderme? ¿Puedes hacerme escribir?,
etc. Más tarde, esa precaución será innecesaria. Al principio sólo se trata de
establecer una relación.
Lo esencial es que la pregunta no sea fútil, que no trate sobre cuestiones de
interés particular y, sobre todo, que sea la expresión de un sentimiento de
benevolencia y simpatía por el Espíritu a quien se dirige. (Véase más adelante
el capítulo especial “Acerca de las evocaciones”.)
No. 204. Algo
aún más importante que el modo en que se hace la evocación, es alcanzar la
calma y el recogimiento, sumados al deseo ardiente y a la firme voluntad de
obtener un buen resultado. Por voluntad no
entendemos aquí una intención efímera, que obra con intermitencias y a la cual
otras preocupaciones interrumpen a cada momento, sino una voluntad seria,
perseverante, continua, sin impaciencia ni deseo febril. La
soledad y el silencio, así como el aislamiento de todo lo que pueda ser causa
de distracción, favorecen el recogimiento. Entonces, no queda por hacer otra
cosa más que renovar todos los días el intento, durante diez minutos o un
cuarto de hora como máximo cada vez, a lo largo de quince días, un mes, dos
meses, o más si fuera preciso. Conocemos médiums que sólo se formaron después
de seis meses de ejercitaciones, mientras que otros escriben de corrido a
partir de la primera vez.
No. 205. Para
evitar tentativas inútiles se puede interrogar, a través de otro médium, a un
Espíritu serio y adelantado. Sin embargo, es bueno señalar que cuando se
propone a los Espíritus la pregunta para saber si somos o no médiums, casi
siempre responden afirmativamente, lo que no impide que muchas veces los
ensayos sean infructuosos. Eso se explica lógicamente. Cada vez que se hace al
Espíritu una pregunta de orden general, este responde de modo general. Ahora
bien, como se sabe, nada es más elástico que la facultad mediúmnica, ya que
puede presentarse con las más variadas formas y en grados muy diferentes. Por
consiguiente, una persona puede ser médium sin saberlo, y en un sentido
diferente del que se imagina. A esta pregunta indefinida: “¿Soy médium?”, el
Espíritu puede
responder que sí. Pero a esta otra más precisa: “¿Soy médium escribiente?”,
puede responder que no. También se debe tener en cuenta la naturaleza del
Espíritu al que se hace la pregunta. Hay Espíritus tan frívolos e ignorantes
que responden a tontas y a locas, como verdaderos atolondrados. Por eso
aconsejamos que la pregunta se dirija a Espíritus esclarecidos, que por lo
general responden de buen grado a esas preguntas e indican el mejor camino
a seguir, en
caso de que exista la posibilidad de obtener un resultado favorable.
No. 206. Un
recurso que muy a menudo da buen resultado consiste en que se emplee, como
auxiliar momentáneo, un buen médium escribiente, dúctil, ya formado. Si él pone
su mano, o sus dedos, sobre la mano del que debe escribir, es raro que esta
última no lo haga de inmediato. Es comprensible lo que ocurre en esta circunstancia:
la mano que sostiene el lápiz se convierte, en cierto modo, en un apéndice de
la mano del médium, como lo sería una cesta o una tablilla. Con todo, esto no
impide que ese ejercicio resulte sumamente útil, cuando es posible emplearlo,
dado que, repetido con frecuencia y regularidad, ayuda a superar el obstáculo material
y provoca el desarrollo de la facultad. A veces, basta con que se magnetice,
con esa intención, el brazo y la mano del que quiere escribir. A menudo,
incluso, el magnetizador se limita a apoyar la mano en el hombro del
principiante, y bajo esa influencia lo vemos escribir al instante. El mismo
efecto se puede producir también sin ningún contacto, sólo por medio de la
voluntad. Se comprende
fácilmente que, para producir ese resultado, la confianza que el magnetizador
tiene en su propio poder desempeña aquí un papel importante, y que un magnetizador
incrédulo ejercerá una acción escasa o nula. Además, la colaboración de un guía
experimentado suele ser muy útil para indicar al principiante una serie de
pequeñas precauciones que este descuida a menudo, lo que resulta en detrimento de
la rapidez de sus progresos. Es útil, sobre todo, para ilustrarlo acerca de la
naturaleza de las primeras preguntas y sobre la manera de plantearlas.
Su rol es el de un profesor, del que se prescinde tan pronto como uno está
debidamente preparado.
No.207.
Otro
medio que también puede contribuir significativamente para el desarrollo de la
facultad consiste en que se reúna un cierto número de personas, animadas en su
totalidad por el mismo deseo y las mismas intenciones. Una vez hecho eso, en absoluto
silencio y con un recogimiento religioso, todas ellas, simultáneamente, deben
intentar la escritura, apelando cada una a su ángel de la guarda o a un
Espíritu con el que simpatice. Otra opción es que una de ellas haga, sin una
designación especial y en nombre de todos los componentes de la reunión, un
llamado general a los Espíritus buenos, para lo que puede decir, por ejemplo:
En nombre de
Dios todopoderoso, rogamos a los Espíritus buenos que se dignen comunicarse por
intermedio de las personas aquí presentes. Es raro que entre
estas no haya algunas que en breve den señales de Mediúmnidad, o que incluso,
en poco tiempo, escriban de corrido. Fácilmente se comprende lo que sucede en
esas circunstancias. Las personas que se reúnen con la misma intención forman
un todo colectivo, cuyo poder y sensibilidad se incrementan por una especie de influencia
magnética, que contribuye al desarrollo de la facultad. Entre los Espíritus
atraídos por esa conjunción de voluntades, habrá algunos que descubrirán entre
los presentes el instrumento que les convenga. Si no es uno, será otro, y ellos
lo aprovecharán. Ese medio debe ser empleado sobre todo en los grupos espíritas
que no cuentan con médiums, o que no los tienen en número suficiente.
No.208.
Se
han buscado procedimientos para la formación de médiums, como también se han
buscado diagnósticos. Sin embargo, hasta el momento no conocemos otros que sean
más eficaces que aquellos que hemos indicado. Algunas personas, convencidas de
que el obstáculo para el desarrollo de la facultad es una resistencia por
completo material, pretenden vencerla mediante una especie de gimnasia, que
puede llegar a desarticular el brazo y la cabeza. No describiremos ese
procedimiento, que llegó del otro lado del Atlántico, no sólo porque no tenemos
ninguna prueba de su eficacia, sino también porque estamos seguros de que puede
ser peligroso para las personas de complexión delicada, debido a la conmoción
que produce en el sistema nervioso. Si no existen rudimentos de la facultad,
nada podrá producirlos, ni siquiera la electrización, que ha sido empleada sin
éxito con ese mismo objetivo.
No. 209. En
el médium aprendiz, la fe no es una condición de rigor. No cabe duda de que
secunda sus esfuerzos, pero no es indispensable. La pureza de intención, el
deseo y la buena voluntad son suficientes. Hemos visto personas absolutamente
incrédulas que quedaron sorprendidas porque escribían a pesar de sí mismas,
mientras que
creyentes sinceros no lo conseguían. Eso prueba que esta facultad depende de
una predisposición orgánica.
No.210.
El
primer indicio de una disposición para la escritura es una especie de
estremecimiento en el brazo y en la mano. Poco a poco, la mano es arrastrada
por un impulso que no es posible dominar.
Al principio, la mayoría de las veces sólo es capaz de trazar rasgos desprovistos
de significado. Posteriormente, los caracteres se vuelven cada vez más nítidos,
y la escritura termina por adquirir la rapidez de la escritura
normal. En todos los casos es preciso dejar que la mano se mueva de manera
natural, sin ofrecer resistencia ni darle impulso. Algunos médiums escriben de
corrido y con facilidad desde el principio, a veces incluso desde la primera
sesión, aunque eso es bastante raro. Otros, en cambio, trazan líneas y realizan
durante mucho tiempo verdaderos ejercicios caligráficos. Dicen los Espíritus que
eso es para soltarles la mano. Si tales ejercicios se prolongan demasiado, o
degeneran en signos ridículos, no quedará duda de que se trata de un Espíritu
que se divierte, porque los Espíritus buenos nunca hacen nada que sea inútil.
En ese caso, será necesario redoblar el fervor con que se pide la asistencia de
los Espíritus buenos. Si a pesar de todo no se produce ninguna modificación, el médium deberá
suspender la tentativa tan pronto como reconozca que no obtiene nada serio. Se
pueden reanudar los ejercicios todos los días, pero conviene interrumpirlos
ante las primeras señales equívocas, a fin de no dar lugar a los Espíritus
burlones. A estas observaciones un Espíritu agrega lo siguiente: “Hay médiums cuya
facultad no puede ir más allá de esas señales. Si al cabo de varios meses sólo
obtuvieron cosas insignificantes, tales como un sí o un
no, o
letras aisladas, es inútil continuar, pues no se hace más que desperdiciar
papel. Son médiums, pero médiums improductivos. Por
otra parte, las primeras comunicaciones obtenidas deben considerarse meros
ejercicios, que se confían a
Espíritus
secundarios. Por esa razón, no se les debe dar demasiada importancia, ya que
proceden de Espíritus que, por así decirlo, son empleados como maestros de
escritura, a fin de entrenar al médium principiante. No vayáis a creer que los
que se ocupan de que el médium haga esos ejercicios preparatorios sean
Espíritus elevados. Sucede que, si el médium no tiene un objetivo serio, esos Espíritus
secundarios se quedan y acaban por apegarse a él. Casi todos los médiums han
pasado por esa prueba para desarrollarse. A ellos corresponde hacer lo
necesario para conquistar la simpatía de los Espíritus en verdad superiores”.
No.211. El
escollo a que se enfrenta la mayoría de los médiums principiantes consiste en
relacionarse con Espíritus inferiores, y deben considerarse dichosos cuando
sólo se trata de Espíritus frívolos. Es preciso que toda su atención se
concentre en impedir que esos Espíritus se arraiguen, pues en caso de que eso
suceda no siempre les resultará fácil desembarazarse de ellos. Este punto
es tan
importante, sobre todo al comienzo, que si no se tomaran las precauciones
necesarias podrían perderse los frutos de las más preciosas facultades.
El primer punto
consiste en que el médium, animado de fe sincera, se coloque bajo la protección
de Dios y solicite la asistencia de su ángel de la guarda, pues ese Espíritu
siempre es bueno. En cambio, los
Espíritus familiares, dado que simpatizan con las cualidades del médium, tanto
si son buenas como si son malas,
pueden ser
frívolos o incluso malos. El segundo punto es aplicarse con minucioso cuidado a
reconocer, mediante todos los indicios que provee la experiencia, la
naturaleza de
los Espíritus que se comunican al principio, de los cuales siempre es prudente
desconfiar. Si esos indicios son sospechosos,
el médium debe dirigir un ferviente llamado a su ángel de la guarda, y
rechazar al Espíritu malo con todas sus fuerzas, demostrándole que no
conseguirá engañarlo, a fin de que se desanime. Por eso es indispensable el
estudio previo de la teoría, en caso de que se quiera evitar los inconvenientes
que son propios de la falta de experiencia. En relación con este asunto se
encontrarán instrucciones perfectamente desarrolladas en los capítulos “Acerca
de la obsesión” e “Identidad de los
Espíritus”. Aquí nos imitaremos a
manifestar que, además del lenguaje, se pueden considerar pruebas infalibles
de
la inferioridad de los Espíritus: los signos, figuras o emblemas inútiles
o pueriles; la
escritura extravagante, irregular, intencionalmente deformada, de dimensiones
exageradas, o que adopte formas ridículas e inusuales. La escritura puede ser
muy mala, e incluso poco legible, sin que por eso tenga nada de extraño, pues
depende más del médium que del Espíritu. Hemos visto médiums engañados de tal
manera, que relacionaban la superioridad de los Espíritus con el tamaño de los
caracteres, y que atribuían gran importancia a la letra de imprenta, como si fuera
de molde, puerilidad que evidentemente es incompatible con una auténtica
superioridad.
No. 212.
Así
como es importante que el médium no caiga –sin proponérselo– bajo la
dependencia de los Espíritus malos, más importante todavía es que no se someta
a ellos voluntariamente. Un deseo incontrolable de escribir no debe hacerle
creer que da lo mismo dirigirse al primer Espíritu que aparezca, en la
suposición de que, si no le conviene, podrá desembarazarse de él más tarde.
Sea cual fuere
la razón, no se solicita impunemente la asistencia de un Espíritu malo, pues él
puede exigir un pago muy alto por sus servicios. Algunas personas, impacientes
con el desarrollo de sus facultades Mediúmnicas, que a su juicio era muy lento,
tuvieron la idea de pedir la ayuda de un Espíritu cualquiera, aunque
fuese malo, suponiendo que podrían despedirlo inmediatamente después. Muchos
recibieron la asistencia que anhelaban, y escribieron enseguida. Pero el
Espíritu evocado, sin preocuparse por el hecho de que lo hubieran convocado a
falta de algo mejor, se mostró menos dócil a la hora de irse que a la de
llegar. Conocemos algunas personas que, por la presunción de considerarse suficientemente fuertes para apartarlos a
voluntad, fueron castigadas con años de obsesiones de
todo tipo, con las más ridículas mistificaciones, con una fascinación
persistente, y hasta con desgracias materiales y
las más crueles decepciones. El Espíritu, al principio, se mostró abiertamente malo,
y después actuó con hipocresía, a fin de
que se creyera en su conversión, o en el pretendido poder de su subyugado para
expulsarlo cuando quisiera.
No. 213.
La
escritura es a veces bien legible: las palabras y las letras se destacan
perfectamente. Sin embargo, en el caso de ciertos médiums, es difícil que otra
persona que no sea el propio médium pueda descifrarla, salvo que haya adquirido
el hábito de hacerlo. Con mucha frecuencia, la escritura está formada por
rasgos de gran tamaño; los Espíritus no se fijan demasiado en el ahorro de papel.
Cuando una palabra o una frase es poco legible, se solicita al Espíritu el
favor de que vuelva a escribirla, lo que en general hace de buen grado. Cuando
la escritura es ilegible de manera habitual, incluso para el propio médium,
este casi siempre logra que
sea más clara
por medio de ejercicios frecuentes y prolongados, en los que pone
toda su voluntad, y además ruega con fervor al Espíritu para que sea más
prolijo. Algunos Espíritus suelen adoptar signos convencionales, que pasan a
ser utilizados en las reuniones habituales. Así, por ejemplo, para expresar que
una pregunta les
disgusta, y que
no desean contestarla, trazan una línea larga, o algo equivalente.
Cuando el
Espíritu da por finalizado lo que tenía para decir, o no quiere responder más
preguntas, la mano queda inmóvil, y el médium, sea cual fuere su poder y su
voluntad, no consigue escribir ni una sola palabra más. Por el contrario, si el
Espíritu no ha terminado, el lápiz se mueve sin que la mano consiga detenerlo.
Cuando el
Espíritu desea manifestar algo espontáneamente, la mano toma el lápiz de manera
convulsiva y comienza a escribir sin que el médium pueda oponerse. Por otra
parte, el médium casi siempre experimenta en sí mismo algo que le indica si se
trata sólo de una interrupción momentánea, o si el Espíritu ha concluido. Es raro
que el médium no sienta que el Espíritu se marchó. Estas son las explicaciones esenciales que teníamos para
ofrecer en lo atinente al desarrollo de la psicografía. La experiencia revelará
durante la práctica ciertos detalles que, por carecer de utilidad, no deben ser
mencionados aquí, y respecto de los cuales los
principios
generales servirán de guía. Si muchos experimentaran, habría más médiums de lo
que en general se piensa.
No. 214.
Todo
lo que acabamos de expresar se aplica a la escritura mecánica. Esta es la
facultad que, con razón, todos los médiums procuran obtener. No obstante, la
mecanización pura es rarísima, pues con mucha frecuencia se une a ella, en
mayor o menor grado, la intuición. Cuando tiene conciencia de lo que escribe,
el médium se ve
naturalmente inducido a dudar de su facultad. No sabe si el mensaje proviene de
sí mismo o de otro Espíritu. No tiene que preocuparse por ello en absoluto, y
debe continuar pese a todo. Si se observara a sí mismo con detenimiento,
fácilmente descubriría en lo que escribe una infinidad de cosas que no estaban en
su pensamiento, y que hasta son contrarias a sus propias ideas,
lo cual es una
prueba evidente de que tales cosas no provienen de él. Que continúe, pues, y la
duda se disipará con la experiencia.
No. 215.
Cuando
no ha sido dado al médium ser exclusivamente mecánico, todos los intentos para
llegar a ese resultado serán infructíferos. Sin embargo, cometería un error si
por esa causa se considerase desheredado. Si sólo está dotado de Mediúmnidad
intuitiva, debe conformarse con la que tiene, pues ella no dejará de prestarle
importantes servicios, en caso de que sepa aprovecharla y no la rechace.
Si después de
intentos improductivos, realizados en forma reiterada durante algún tiempo, no
se produce ningún indicio de movimiento involuntario, o si esos movimientos son
demasiado débiles para dar buenos resultados, el médium no debe vacilar en escribir
el primer pensamiento que se le sugiera, sin preocuparse por saber si ese
pensamiento procede de sí mismo o de una fuente extraña, pues la experiencia le
enseñará a establecer la diferencia. Por
otra parte, muy a menudo sucede que el movimiento mecánico se desarrolla más
tarde. Hemos dicho que hay casos en los
que es indiferente saber si el pensamiento proviene del médium o de otro
Espíritu. Eso sucede, sobre todo, cuando un médium exclusivamente intuitivo o inspirado realiza
por sí mismo un trabajo de imaginación. Poco importa que él se atribuya un
pensamiento que se le ha sugerido. Si se le ocurren buenas ideas, debe
agradecerlas a su genio bueno,
que no dejará
de sugerirle otras. Esa es la inspiración de los poetas, de los filósofos y de
los científicos.
No. 216.
Supongamos
ahora que la facultad Mediúmnica esté completamente desarrollada, y que el
médium escriba fluidamente; que sea, en suma, lo que se denomina un médium
formado. Sería un grave error de su parte creer que puede prescindir de nuevas
instrucciones, pues apenas habrá vencido una resistencia material. En ese
momento comienzan para él las verdaderas dificultades, y va a precisar más que
nunca los consejos de la prudencia y de la experiencia, si no quiere caer en
las mil celadas que se le tenderán. Si pretende volar demasiado pronto con sus
propias alas, no tardará en ser víctima de Espíritus embusteros, que tratarán de
explotar su presunción.
No. 217.
Una
vez que se ha desarrollado la facultad, es esencial que el médium no abuse de
ella. La satisfacción que la Mediúmnidad proporciona a algunos principiantes
provoca en ellos un entusiasmo que necesita ser moderado. Deben tener presente
que esa facultad se les ha dado para el bien, y no para satisfacer una vana curiosidad.
Por eso es conveniente que la empleen tan sólo en las
ocasiones
oportunas, y no a cada momento. Dado que los Espíritus no se encuentran
constantemente a sus órdenes, los médiums corren el riesgo de ser embaucados
por mistificadores. Para evitar ese inconveniente, es bueno que trabajen en
días y horas determinados, porque de ese modo lo harán en condiciones de mayor recogimiento.
Además, los Espíritus que deseen asistirlos estarán prevenidos al respecto, y
se dispondrán a obrar en consecuencia.
No. 218. Si a
pesar de todas las tentativas la Mediúmnidad no se revela de ninguna manera,
será preciso renunciar a ella, así como se renuncia al canto cuando no se
poseen aptitudes vocales. Del mismo modo que se recurre a un traductor cuando
no se conoce un idioma, en este caso se debe hacer lo mimo, es decir, servirse
de
otro médium.
Con todo, si no se puede recurrir a ningún médium, no por eso deberemos
considerarnos privados de la asistencia de los Espíritus. La Mediúmnidad es
para ellos un medio de expresión, pero no la única forma de atraerlos. Los
Espíritus que nos guardan afecto se encuentran junto a nosotros, seamos o no
médiums. Un padre no abandona a su hijo por el hecho de que este sea sordo y
ciego, y no pueda oírlo ni verlo. Por el contrario, lo colma de atenciones, como hacen con nosotros los
Espíritus buenos. Si no pueden transmitirnos materialmente su pensamiento, nos
ayudan por medio de la inspiración.
No. 197. Buenos Médiums
Médiums formales: los que solo se sirven de su
facultad para hacer el bien y para cosas verdaderamente útiles; creerían
profanarla haciéndola servir para la satisfacción de los curiosos y de los
indiferentes o para fruslerías.
Médiums modestos: los que no se hacen ningún mérito de
las comunicaciones que reciben por buenas que sean; se consideran como extraños
a ellas y no se creen al abrigo de las mistificaciones. Lejos de huir de los
consejos desinteresados, los solicitan.
Médiums desinteresados: los que comprenden
que el verdadero médium tiene una misión que cumplir, y debe, cuando sea
necesario, sacrificar sus gustos, sus costumbres, sus placeres, su tiempo y aun
sus intereses materiales al bien de los otros.
Médiums seguros: los que además de la facilidad de
ejecución merecen la mayor confianza por su propio carácter, la naturaleza
elevada de los Espíritus por quienes están asistidos, y que son los menos
expuestos a ser engañados. Veremos más adelante que esta seguridad no depende
de ningún modo de los nombres más o menos respetables que toman los
Espíritus. Bien conocéis que es incontestable que el censurar así las
cualidades y las irregularidades de los médiums, suscitará contrariedades y aun
animosidades en algunos; ¿pero qué importa? la Mediúmnidad se extiende de día
en día más y el médium que tomara a mal estas reflexiones, probaría que no es
buen médium; esto es, que está asistido por malos Espíritus. Por otra parte,
como lo he dicho, todo esto sólo durará algún tiempo, y los malos médiums, los
que abusan o hacen mal uso de sus facultades, sufrirán tristes consecuencias,
como esto ha acontecido ya para algunos; aprenderán a sus costas lo que cuesta
el hacer volver en provecho de sus pasiones terrestres un don que Dios no les
había concedido únicamente sino para su adelantamiento moral.
Si no podéis volverles a conducir al buen camino, compadecedles, que, puedo
decíroslo, son réprobos de Dios. – ERASTO.
Este cuadro es de gran importancia, no solamente para los
médiums sinceros que buscarán de buena fe, leyéndole, se preservarán de los
escollos a que están expuestos; también para todos aquellos que se sirven de
médiums, porque él les dará la medida de lo que pueden racionalmente esperar de
ellos. Debería estar constantemente bajo la vista de cualquiera que se ocupe de
las manifestaciones, lo mismo que la Escala Espírita, de la cual
es el complemento; estos dos cuadros resumen todos los principios de la
doctrina, y contribuirán más de lo que creéis a conducir al Espiritismo a su
verdadero camino. – SÓCRATES.
No. 198. Todas estas variedades de médiums
presentan grados infinitos en su intensidad; hay muchos de estos que no
constituyen propiamente hablando más que matices, pero no dejan de ser el hecho
de aptitudes especiales. Se concibe que debe ser bastante raro que la facultad
de un médium se halle rigurosamente circunscripta a un solo género; el mismo
médium puede, sin duda, tener muchas aptitudes, pero siempre hay una que
domina, y es la que se debe procurar cultivar si es útil. Es un mal grave el
esforzarse en el desarrollo de una facultad cuando no se posee; es preciso
cultivar todas aquellas cuyo germen se reconoce en sí mismo; pero buscar las
otras es, desde luego, perder el tiempo, y en segundo lugar perder, quizá, o
seguramente debilitar aquellas de que se está dotado. Cuando el
principio, el germen de una facultad existe, se manifiesta siempre por señales
nada equívocas. Encerrándose en su especialidad, puede el médium descollar y
obtener cosas grandes y hermosas; ocupándose todo no obtendrá nada bueno.
Observad de paso que el deseo de extender indefinidamente el círculo de sus
facultades es una pretensión orgullosa que los Espíritus no dejan nunca impune;
los buenos abandonan siempre al presuntuoso que viene a ser así un juguete de
los Espíritus mentirosos. Desgraciadamente no es raro el ver médiums que no
están contentos de los dones que han recibido, y aspiran, por amor propio o
ambición, a poseer facultades excepcionales propias para hacerlas notables;
esta pretensión les quita la cualidad más preciosa: la de los médiums seguros.
SÓCRATES
No. 199. El estudio de la especialidad de los
médiums es necesario no sólo para éstos, sino también para el evocador. Según
la naturaleza del Espíritu que se desea llamar y las preguntas que se le quiere
dirigir, conviene elegir el médium más apto para la cosa; dirigirse al primero
que viene es exponerse a respuestas incompletas o erróneas. Pongamos una
comparación en los hechos usuales. No se confiará una redacción ni una
simple copia al primero que llega porque sabe escribir. Un músico quiere
hacer ejecutar un trozo de canto de su composición; tiene a su disposición
muchos cantantes, todos hábiles; sin embargo no los tomará al azar; elegirá por
intérprete suyo aquel cuya voz, la expresión, en una palabra, todas las
cualidades, respondan mejor a la naturaleza de la pieza. Los Espíritus hacen lo
mismo respecto de los médiums, y nosotros debemos hacer como los Espíritus. Es
de observar, además, que las diferencias que presenta la Mediúmnidad, y a las
cuales se podrían todavía añadir otras, no están siempre en relación con el
carácter del médium; así, por ejemplo, un médium naturalmente alegre y jovial
puede tener habitualmente comunicaciones graves, aun severas, y viceversa; esto
es también una prueba evidente que él obra bajo el impulso de una influencia
extraña. Volveremos sobre este objeto en el capítulo que trata de la Influencia moral del médium.
No pretendo que puedas
descansar en este resumen o bosquejo de temas sobre la Mediúmnidad como una
fuente sacramental ni única. Recomiendo que lo utilices como una guía
solamente. La Mediúmnidad es algo muy
hermoso que desarrollándola en el marco del Libro de los Médiums, te puede
motivar a lograr ser un Médium Serio, y muy difícil de ser engañado por
Espíritus ignorantes.
No dejes de inscribirte en mi blog, así podrás recibir
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alguien. Gracias por leer este blog. Frank
NOTA Importante: Si consideras que este articulo o reflexión es útil, y deseas
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favor haz una mención de que obtuviste la información de un articulo nuestro ya
publicado. Eso es actuar en
Moral y bien común. No permitas que el atribuirte consciente o
inconscientemente crédito por algo que copiaste de otro autor, afecte tu
espiritualidad, y que cometas faltas que se han de acumulan a las que ya
tienes. Si me mencionas o no, no es importante para mí, pero sí; es
una falta el atribuirte que la información publicada es de tu autoría al no
hacer mención alguna del autor original, si no das el crédito al que
originalmente lo creo, eso es propiedad intelectual y al no dar el crédito,
constituye una falta de moralidad. Recomiendo que añadas al final de tu
reflexión algo así:
Partes de esta reflexión ha sido tomada de un artículo
publicado por Frank Montañez de “Soy Espírita” en su blog: www.soyespirita.blogspot.com
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Eso
evitarás que actúes mal sin quererlo hacer, de eso se trata
la Educación Espírita.