La Religiosidad de Fe Ciega, necesita varias generaciones para lograr ser erradicada de los Espíritus Religiosos encarnados y desencarnados. Los religiosos no creen sino ven las imagenes de yeso o madera...
El siguiente es el enlace de éste contenido sobre el tema del "Materialismo", según las enseñanzas del Espiritismo Verdadero...
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Obviamente los Espiritualistas cristianos por un lado religiosos y por el otro lado Racionalistas Laicos, nunca reconocieron las enseñanzas del Espiritismo, como una inspiración divina, una eterna verdad dad por Espíritus Puros y Perfectos a Allan Kardec, el codificador del Espiritismo Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo.
El tema que discutiré en éste artículo es sobre el MATERIALISMO:
Veamos el Libro de los Espíritus...
Ítem §147. ¿Por qué
los anatómicos, los fisiólogos y en general los que profundizan las ciencias naturales se
inclinan frecuentemente al materialismo?
Ítem § 148. ¿No es
lamentable que el materialismo sea consecuencia de estudios que debieran, por el
contrario, demostrar al hombre la superioridad de la inteligencia que gobierna
al mundo? ¿Debe
deducirse de ésto que son peligrosos?
«No es verdad que el materialismo sea
consecuencia de ésos estudios, sino que el hombre deduce de ellos consecuencias falsas;
porque puede abusar de todo, hasta de las cosas mejores. La nada, por otra parte, los horroriza más de
lo que quieren aparentar, y los despreocupados son a veces más fanfarrones
que valientes. La mayor parte son materialistas solamente; porque no saben cómo llenar
aquél vacío, y sí ante el abismo que a sus ojos se abre les ofrecéis un áncora de salvación,
se asirán solícitos a ella».
Por una
aberración de la inteligencia, hay personas que no ven en los seres orgánicos
más que la acción de la materia, y que refieren a ella todos nuestros actos. No
han visto en el cuerpo humano más que una máquina eléctrica; no han estudiado
el mecanismo de la vida más que en el funcionamiento de los órganos; la han
visto cesar con frecuencia por la ruptura de uno de sus hilos y no han visto
otra cosa más que ese mismo hilo; han indagado si quedaba aún algo, y como sólo
han encontrado la materia inerte ya y no han podido distinguir el alma que se
desprendía, ni han podido apoderarse de ella, han deducido que todo estribaba en las
propiedades de la materia, y que. por lo tanto, después de la
muerte. sólo la nada del pensamiento existe.
Triste
consecuencia, sí así fuese; porque entonces no tendrían objeto el mal y el bien; el hombre obraría
cuerdamente no pensando más que en sí mismo y en sobreponer a todo la
satisfacción de sus goces materiales; se romperían los lazos sociales y rotos
quedarían para siempre los más santos afectos. Afortunadamente, semejantes
ideas están muy lejos de ser generales, puede muy bien decirse que están muy
circunscritas y que sólo constituyen opiniones individuales; porque en ninguna
parte han sido erigidas en doctrina. Una sociedad
fundada en tales bases, llevaría en sí misma el germen de su disolución, y sus
miembros se despedazarían como fieras.
El
hombre tiene instintivamente la creencia de que todo no concluye para él con la
vida; tiene horror a la nada, y en vano se resiste a la idea del porvenir, pues
cuando llega el momento supremo, pocos son los que dejan de preguntarse qué
será de ellos; porque el pensamiento de cesar absolutamente en la vida es desconsolador.
¿Quién podrá, en efecto, mirar con indiferencia la separación absoluta y eterna
de todo lo que se ha amado? ¿Quién podrá, sin horrorizarse, ver cómo se abre a
su vista el inmenso abismo de la nada, donde irían a sepultarse para siempre
todas nuestras facultades, todas nuestras esperanzas?, y decirse: «¡Qué,
después de mí, nada, nada más que el vacío; todo acaba para siempre; dentro de
algunos días, mí recuerdo se borrará de la memoria de todos los que me
sobreviven; pronto no quedará vestigio de mí tránsito por el mundo, basta el
bien que he hecho será dado al olvido por los ingratos que he creado. y nada hallaré
en recompensa, nada más que la perspectiva de mí cuerpo roído por los gusanos!»
¿No es
horroroso, no es glacial semejante cuadro? La religión nos enseña que no puede
suceder así, y la
razón viene en su apoyo. Pero esa existencia futura, vaga e indefinida, nada
tiene que satisfaga nuestro positivismo,
lo cual engendra dudas en muchos. Tenemos un alma, cierto; pero, ¿qué es
nuestra alma?
¿Tiene una forma, una apariencia cualquiera? ¿Es un ser limitado o indefinido? Unos
dicen que es un soplo
de Dios; otros, una chispa; éstos, una parte del gran Todo, el principio de la
vida y de la inteligencia;
pero ¿qué nos enseña todo eso? ¡De qué nos vale tener un alma, si al morir
nosotros, se pierde
en la inmensidad. como las gotas de agua en el océano! ¿La pérdida de la
individualidad no es lo mismo
para nosotros que la nada? Se dice también que el alma es inmaterial; pero lo
inmaterial no puede tener
proporciones definidas, y para nosotros es nada. La religión nos enseña también
que seremos felices o
desgraciados. según el bien o el mal que hayamos hecho; pero ¿qué dicha es la
que nos espera en el seno de
Dios? ¿Es una beatitud, una contemplación eterna, sin más ocupación que la de
cantar alabanzas al Creador? ¿Las llamas del Infierno son una realidad o un símbolo?
La misma Iglesia las toma en este ultimo sentido, pero ¿qué sufrimientos son
estos? ¿Dónde está ese sitio de suplicio? En una palabra, ¿qué se hace y qué se
ve en ese mundo que nos espera a todos? Nadie, se dice, ha vuelto de él para
traernos noticias. Esto es falso, y precisamente la misión del espiritismo es
la de ilustrarnos acerca de ese porvenir, haciéndonoslo, hasta cierto punto,
tocar con los dedos y ver con los ojos, no por medio de raciocinios, sino por
medio de hechos. Gracias a las comunicaciones espiritistas, no es ya el
porvenir una presunción, una probabilidad que cada uno compone a su modo, y que
los poetas embellecen con sus ficciones o siembran de imágenes alegóricas y
engañadoras, sino la realidad que sale a nuestro encuentro; porque los mismos
seres de ultratumba vienen a pintarnos su situación, a decirnos lo que hacen
permitiéndonos, por decirlo así, asistir a todas las peripecias de su nueva
vida y patentizándonos de este modo la suerte inevitable que nos está reservada,
según nuestros méritos y faltas. ¿Hay nada de irreligioso en esto? Todo lo
contrario; porque en ello
encuentran fe los incrédulos, y los indiferentes una renovación de fervor y
confianza. El espiritismo es por lo tanto, el auxiliar más poderoso de la
religión. Puesto que los hechos existen, es porque
Dios los permite, y los permite para alentar nuestras vacilantes esperanzas y
conducirnos al camino
del bien por medio de la perspectiva del porvenir.
Imágenes,
idolatría en el Espiritismo…
EL
LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
Ítem § 131.
¿Existen demonios, en el sentido que se da a esta palabra?
«Si
hubiese demonios, serían obra de Dios, y ¿hubiera procedido Éste con justicia y bondad
creando seres consagrados eternamente al mal y a la infelicidad? Si existen
demonios, en tu mundo inferior y en otros semejantes es donde residen, y son
esos hombres hipócritas que hacen de un Dios justo un Dios perverso y
vengativo, esos hombres que creen complacerle con las abominaciones que en su
nombre cometen».
La
palabra demonio no implica la idea de espíritu malo más que en su acepción
moderna; porque la palabra
daimon de que se forma significa genio, inteligencia, y se aplicaba
indistintamente a los seres incorporales
buenos o malos. Los demonios, en la acepción vulgar de la palabra, suponen
seres esencialmente maléficos que serían, romo todas las cosas, creación de
Dios, y Dios, que es soberanamente justo y bueno, no puede haber creado seres
arrastrados al mal por su naturaleza y eternamente condenados. Si no fuesen
obra de Dios, serían como él eternos, o bien habría muchos poderes soberanos.
La primera condición de toda doctrina es la de ser lógica, y la de los
demonios, en su sentido absoluto, flaquea por esta base esencial. Se concibe
que en la creencia de los pueblos atrasados que, no conociendo los atributos de
Dios, dan cabida a las divinidades maléficas, se admita a los demonios; pero
para todo el que acepte la bondad de Dios como el atributo por excelencia, es
ilógico y contradictorio suponer que haya podido crear seres consagrados al mal
y destinados a hacerlo perpetuamente, porque equivale a negar su bondad, Los
partidarios del demonio se parapetan en las palabras de Cristo, y no seremos
nosotros quienes neguemos la autoridad de su enseñanza que quisiéramos ver más
en el corazón que en los labios de los hombres; pero, ¿se tiene certeza del
sentido que daba Cristo a la palabra demonio? ¿No se sabe que la forma
alegórica es uno de los caracteres distintivos de su lenguaje, y que Todo lo
que contiene el Evangelio no debe tomarse literalmente? Sirva de prueba este
pasaje:
«Pero
luego, después de las tribulaciones de aquellos días, el Sol se oscurecerá, la
Luna no alumbrará, y las
estrellas caerán del cielo, las potestades de los cielos temblarán. Lo que os
aseguro es que no se acabará
esta generación, hasta que se cumpla todo esto» ¿No hemos visto la forma del
texto bíblico contradicha
por la ciencia en lo que se refiere a la creación y movimiento de la Tierra?
¿No puede suceder otro
tanto con ciertas figuras empleadas por Cristo, que debía hablar según los
tiempos y lugares? Cristo no pudo
decir a sabiendas una cosa falsa, y si, pues. en sus palabras hay asertos que
parece que repugnan a la
razón, es porque no los comprendemos o porque los interpretamos mal. Los
hombres han hecho con los demonios lo mismo que con los ángeles y así como han
creído en seres eternamente perfectos han tomado a los
espíritus inferiores por seres perpetuamente malos. La palabra demonio debe,
pues, entenderse con relación
a los espíritus impuros que a menudo no son mejores que los seres que con aquel
nombre se designan,
pero con la diferencia de que semejante estado no es más que transitorio. Son espíritus imperfectos
que murmuran de las pruebas que sufren, y que por la misma razón las sufren por
más tiempo,
pero que llegarán, a su vez, a la perfección cuando tengan voluntad de hacerlo.
Pudiera, pues, admitirse
la palabra demonio
con esta restricción, pero como actualmente se la toma en sentido exclusivo, podría
inducir en el error de hacer creer en la existencia de seres especiales creados
para el mal. Satanás es evidentemente la personificación del mal bajo una forma
alegórica, porque no puede admitirse un ser malo que lucha de potencia a
potencia con la Divinidad, y cuya única ocupación es la de contrariar sus
designios. Siendo necesarias al hombre imágenes y figuras que hieran su
imaginación, ha pintado a los seres incorporales bajo forma material con
atributos que recuerdan sus cualidades y defectos. Así es como, queriendo los
antiguos personificar el tiempo, lo pintaron en figura de anciano con una hoz y
un reloj de arena, pues la de un joven hubiese sido un contrasentido. Lo mismo
debe decirse de las alegorías de la fortuna; de la verdad, etcétera. Los
modernos han representado a los ángeles o espíritus puros por una figura
radiante, con alas blancas, emblema de la pureza, y a Satán con cuernos, garras
y demás atributos de las bestias, emblemas de las pasiones bajas. El vulgo, que
tomó las cosas literalmente, ha visto en el emblema una individualidad real,
como en otro tiempo a Saturno en la alegoría del tiempo.
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El Materialismo es algo que todo individuo, debe saber dominar en su vida, y reconocer como el Materialismo puede afectar tu adelantamiento espiritual, y lograr sacarlo de tu vida, modificando el comportamiento. El materialismo es una característica del Egoísmo.
El Materialismo es algo que todo individuo, debe saber dominar en su vida, y reconocer como el Materialismo puede afectar tu adelantamiento espiritual, y lograr sacarlo de tu vida, modificando el comportamiento. El materialismo es una característica del Egoísmo.
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