El siguiente es el enlace de éste contenido con relacion al tema de la "Elaboración del Espiritismo" :
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Libro de Génesis, Espiritista, codificado, escrito y publicado por Allan Kardec, el 6 de enero del 1868, en el capítulo 1... Ítems #9 - #23
El Espiritismo no puede ser actualizado justificado por nadie que quiera añadir "Opiniones Personales", aisladas que el Espiritismo no ha autorizado a través de los Espíritus responsables de su revelación, y comisionados por Dios. Entonces, las grandes preguntas deben ser: ¿Pueden ser ACTUALIZADAS las creencias y enseñanzas del Espiritismo? Dicho de otro modo, ¿Deberíamos considerar el actualizar las Enseñanzas del Espiritismo, luego de la publicación del Libro de Los Espíritus en el año 1857, junto los demás Libros Codificados por Allan Kardec? ¿ES correcto decir que el Espiritismo tiene que ser actualizado, porque ya está obsoleto, o que sólo aplicaba para los tiempos de Allan Kardec?
Es entonces, que deberías saber, ¿Qué es la Elaboración en el Espiritismo? Ésto No debe confundirse con ACTUALIZAR o Modificar ninguno de los contenidos de los Libros Codificados, ni las Revistas Espíritas publicadas por Allan Kardec (desde el año1858 hasta abril del año de 1869), ni tampoco actualizar ninguno de los Libros Escritos por Allan Kardec, que no sean parte de los 5 Libros Codificados.
TIENE QUE SER ACTUALIZADO, NUNCA LEYERON NI ENTENDIERON QUÉ SIGNIFICA LA INSPIRACIÓN DIVINA, que es "ETERNA VERDAD", que es por lo tanto la PALABRA DE DIOS PARA LA HUMANIDAD, porque nunca fueron ESPIRITISTAS VERDADEROS, sino meros "ESPIRITUALISTAS", que no es lo mismo que ser "Espiritistas Verdaderos" .
Sin tener ningún permiso o derecho legal en los contenidos originales de lo que es Espiritismo, incluyendo la mayoría de todas las organizaciones del Espiritualismo, que comprenden el Espiritualismo Moderno de León Denís, Chico Xavier y Divaldo Pereira Franco, TODOS se habían adjudicado el derecho de querer modificar, mutilar, falsificar o de manera más elegante decir que podían ACTUALIZAR LOS CONTENIDOS DE LAS ENSEÑANZAS Y CREENCIAS DEL ESPIRITISMO, por "Opiniones Personales", aisladas, de la cual el Espiritismo no es responsable. Es pretender corregir a Dios y los Espíritus. Una estupidez humana cargada de Egoísmo y orgullo y con falta de humildad, y compasión al querer cambiar lo que es inspiración divina para el consuelo a la humanidad. Hay que ser bastante imprudente, el querer corregir a DIOS y los Espíritus. Los que así pretenden hacerlo, demuestran ser ignorantes Espiritualistas, Egoístas y orgullosos no moralizados.
¿Sabes qué significa la Elaboración en el Espiritismo? No debe confundirse con ACTUALIZAR o Modificar ninguno de los contenidos de los Libro Codificados, ni las Revistas Espíritas (1858 hasta abril de 1869), ni tampoco ninguno de los Libros de Allan Kardec, pues estos libros y revistas, son de dominio público, un patrimonio de la humanidad, la Elaboración en los contenidos de los libros codificados , es un término definido en el libro de Génesis, Espiritual de Allan Kardec. No puede venir ningún Espíritu luego de la muerte de Allan Kardec (Marzo 31 de 1869), a dar nuevas revelaciones Espíritas, porque ya esa puerta se cerró con la "Eterna Verdad" revelada en los libros codificados como una "Inspiración Divina".
Veamos los ítems # 13 y # 14 del Libro de Génesis. Es decir los que andan diciendo que el Espiritismo tiene que ser actualizado con los adelantos tecnológicos, éso no es según las enseñanzas y creencias del Espiritismo Verdadero, porque las enseñanzas del Espiritismo son "Verdades Eternas" que ya están actualizadas y no tienen nada que ver con la ciencia. Así las Confederaciones, Federaciones o Consejos Espiritualistas, mienten al decir que el Espiritismo tiene que ser actualizado. Ni tan siquiera el Espíritu de Allan Kardec, o el Espíritu de Verdad, pueden hacer cambios a las creencias del Espiritismo Verdadero que es Moralizador y el Consuelo de los afligidos al Mundo, el Verdadero Espiritismo.
Nadie puede contradecir lo que está escrito en los Libros 📚 Codificados por Allan Kardec, con la excusa de que deben ser actualizados. Todo aquél que diga esa negacion a los enseñanzas del Espiritismo Verdadero, usted debe saber que essos son "Espiritualistas", y no Espiritistas Verdaderos que defienden las enseñanzas del Espiritismo.
Nadie tiene el permiso de los Espíritus para hacer cambios a ninguna de las enseñanzas contenidas en los Libros Codificados por Allan, porque nadie tiene derechos de Autor y nadie tiene la Autoridad Moral ni legal de cambiar lo que ya se considera como un Patrimonio de la Humanidad. El libro de los Espíritus, en la Introducción del Libro, especificamente en Prolegómenos y cito :
"Entre los Espíritus que cooperaron a la realización de ésta obra, muchos vivieron en la Tierra, en diversas épocas, predicando y practicando la virtud y la sabiduría. Otros no corresponden, por sus nombres, a ningún personaje cuyo recuerdo haya perpetuado la historia, pero su elevación es atestiguada por la pureza de su doctrina y su unión con aquellos que llevan nombres venerables.
He aquí los términos en que han dado ellos por escrito, y sirviéndose de diversos Médiums, la misión de organizar este libro:
“Ocúpate con celo y perseverancia de la tarea que has emprendido con nuestro concurso, porque éste trabajo es nuestro. En él hemos sentado las bases del nuevo edificio que se eleva y que debe un día reunir a todos los hombres en un mismo sentimiento de amor y caridad. Pero, antes de publicarlo lo revisaremos juntos, a fin de controlar todos sus pormenores.
Contigo estaremos cada vez que lo pidas y para ayudarte en tús otras labores, pues ésta sólo constituye una parte de la misión que se te confía, y que te ha sido revelada ya por uno de nosotros.
Entre las enseñanzas que se te imparten hay algunas que debes guardar para tí sólo, hasta nueva orden. Nosotros te indicaremos cuándo haya llegado el momento de publicarlas. En el ínterin, medítalas, a fin de estár preparado cuándo te avisemos.
Pondrás a la cabecera del libro el sarmiento que te hemos dibujado 18 porque es el emblema del trabajo del Creador. Todos los principios materiales que mejor pueden representar al cuerpo y al Espíritu se hallan reunidos en él: la rama representa al cuerpo. El Espíritu es el licor. El alma o Espíritu unidos a la materia constituyen el grano. El hombre destila el Espíritu por medio del trabajo, y tú sabes que sólo por el trabajo del cuerpo adquiere el Espíritu conocimientos.
Pero es necesario puntualizar que la Confederación Espírita de Brasil CEPA, ya sustituyó las enseñanzas del Espiritismo con "Cartas de Posicionamientos" para cambiar todas las enseñanzas del Espiritismo por sus propias "Opiniones Personales", y las hizo públicas en el año 2010 y el año 2012. Uno de los cambios más trascendentales ha sido el sustituir los libros codificados por Allan Kardec, por sus Opiniones Personales, aisladas, que el Espiritismo Verdadero no puede ser responsable. Como un ejemplo, tenemos la Reencarnación, han sustituido la Reencarnación por Palingenesia, y están tratando de sustituir la Expiación por Trascendencia. Ésos son los verdaderos hipócritas que andan por ahí poniendo nombre a sus organizaciones con el nombre de Allan Kardec y diciendo que son Espiritistas y no lo son.
Son en realidad ESPIRITUALISTAS, enemigos de las enseñanzas del Espiritismo Verdadero. Ya los Espíritus lo habían advertido en el libro de Los Médiums, Capítulo XXXII que los Espiritualistas, se reían de las creencias del Espiritismo. Y que sería un error confundir a los Espiritistas con los Espiritualistas.
Del mismo modo los religiosos dirigidos por las siguientes organizaciones: Federación Espírita de Brasil FEB, Federación Espírita de España FEE, Consejo Espírita Internacional CEI, Confederación Espírita de Colombia CONFECOL, y la Confederación Espírita de Argentina CEA, todas organizaciones que predican el Espiritismo como una Religión, también se unieron al combo, y han proclamado el libro Nuestro Hogar o Nosso Lar como el sustituto de los libros codificados de Allan Kardec, además, de ser mistificadores son mentirosos e hipocritas, diciendo que son Espiritistas, que son ESPIRITUALISTAS, enemigos de las enseñanzas del Espiritismo.
Todos los que predican que el Espiritismo debe actualizarse para evolucionar, son Espiritualistas que se quedaron anclados al Ostracismo Religioso de Fe Ciega y le añadimos a los racionalistas Laicos que son como los Espiritualistas Religiosos.
Nunca entendieron lo que significa la "Elaboración" en el Espiritismo.
Las enseñanzas del Espiritismo no pueden actualizarse, ni se darán nuevas revelaciones por Espíritus EMBUSTEROS, MISTIFICADORES, CONTRADICTORIOS E HIPÓCRITAS, Nunca han entendido que el Espiritismo no es para evolucionar sus enseñanzas, sino para Elaborar, sus enseñanzas. Veamos lo que dice el libro de Génesis Espíritus l de Allan Kardec, en el capítulo 1, ítems #13 y #14.
Debemos preservar la integridad doctrinaria
del Espiritismo, en ésos contenidos mencionados.
La universalidad de la enseñanza de los Espíritus constituye el poder del espiritismo. Ahí reside también la causa de su rápida propagación. Mientras que la palabra de un sólo hombre, aunque este contara con el concurso de la prensa, tardaría siglos para llegar a los oídos de todos, ocurre que millares de voces se hacen oír simultáneamente en todos los lugares de la Tierra, para proclamar los mismos principios y trasmitirlos tanto a los más ignorantes como a los más sabios, a fin de que nadie sea desheredado. Se trata de una ventaja de la que no ha gozado ninguna de las doctrinas que aparecieron hasta ahora. Por consiguiente, dado que el espiritismo es una verdad, no le teme al desprecio de los hombres, ni a las revoluciones morales, ni a los cataclismos físicos del globo, porque nada de eso puede afectar a los Espíritus.Libro de Génesis
Espiritual
Carácteres
de la Revelación Espírita, Capítulo I,
Ítem # 13. Por su naturaleza, la Revelación Espírita
tiene un carácter doble: es a la vez una revelación divina y una revelación
científica. Es divina, porque su llegada es providencial y no es el resultado
de la iniciativa humana. Porque los puntos fundamentales de la Doctrina son el
producto de la enseñanza impartida por los espíritus, encargados de Dios de
revelar a los hombres cosas que éstos ignoraban y que no podían saber sin
ayuda, y porque es importante revelar estas cosas hoy, pues los hombres están
maduros para comprenderlas. Es científica, porque la enseñanza no es privilegio
de ningún individuo en especial, sino que es impartida a todos, por la misma
vía, y porque quienes la trasmiten y quienes la reciben no son de ninguna
manera seres pasivos, liberados del trabajo de la búsqueda y la observación,
así como no pierden su juicio y libre albedrío ni les está prohibido el control.
Por el contrario, se les recomienda ejercerlo para que la Doctrina no sea
dictada ni impuesta ciegamente, y para que ella sea el producto del trabajo del
hombre, de la observación de hechos que los espíritus les muestran y de la
instrucciones que les dan, instrucciones que el hombre estudia, comenta y
compara, y de las cuales él mismo saca las conclusiones. En una palabra, lo que
caracteriza a la Revelación Espírita es que su origen pertenece a Dios, la
iniciativa a los espíritus y su elaboración es obra del hombre.
Ítem #14. Cómo método de elaboración, el Espiritismo utiliza exactamente
el mismo que las ciencias positivas, es decir, aplica el método experimental.
Se presentan hechos de un orden nuevo que no pueden explicarse mediante las
leyes conocidas: el Espiritismo los observa, compara y analiza, y del efecto se remontan a la causay de ésta a la ley que los gobierna, luego deduce las consecuencias y buscaaplicaciones útiles. No establece ninguna teoría preconcebida, motivo
por el cual no ha formulado hipótesis sobre la existencia e intervención de los
espíritus, como tampoco sobre el periespíritu, la reencarnación ni ningún otro
de los principios de la Doctrina. Ha terminado por aceptar la existencia de los
espíritus cuando esa existencia se mostró evidente a través de la observación
de los hechos, y de igual manera se ha manejado con los demás principios. No
son los hechos los que han venido a confirmar la teoría, sino ésta es la que ha
llegado posteriormente para explicar y resumir los hechos. Es rigurosamente
exacto decir pues, que el Espiritismo es una ciencia de observación y no
producto de la imaginación. Las ciencias no progresaron seriamente hasta que
basaron sus estudios en el método experimental. Hasta hoy se pensaba que ese
método sólo era aplicable a la materia, mientras que lo es igualmente para las
cosas metafísicas.
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Dejemos el contenido de las obras de Allan Kardec
intactas. Entiéndase que la ELABORACIÓN, es una responsabilidad del hombre no tiene nada que ver con la actualización
y menos la Modificación de los contenidos que conforman la Tercera Revelación
Espirita, por lo tanto no hablemos de continuadores, sino de elaboradores de los contenidos de los Libros Codificados por Allan. .
El Espiritismo nos motiva a descubrir a los Mentirosos e hipócritas
del Espiritismo, que con Opiniones Personales, con actualizaciones,
modificaciones y Misticismos como lo es "Nosso Lar, UMBRAL, Colonias Espirituales, Caída del Espíritu, Redención, Cartas de
Posicionamientos apócrifas",
y que se diga que el Espiritismo es una Religión, a esos, hay que descubrirlos públicamente.
Así no dañan, ni engañan a nadie de los nuevos adeptos del Espiritismo. [Vea las Indulgencias en el
Espiritismo: Libro del
Evangelio Según el Espiritismo, Capitulo X, Ítem #21].
Ahora bien, ya sabemos lo que significa la "Elaboración en lo que es la Eterna Verdad", es la informacion ya dada. Ya sabemos cómo es desarrollado el tema a fin de que estemos muy conscientes, de que los Espíritus que por su iniciativa dictaron a Allan Kardec lo especifico en el Espiritismo basado en la Revelación divina, y que se constituyó en una Eterna Verdad, se enfatiza de ahora en adelante, la participación del hombre para elaborar los conceptos específicos de la información revelada, tomándose en cuenta que los Espíritus ya dieron la "Eterna Verdad" que no se puede cambiar. Veamos el Libro de Génesis los artículos #50 al #62.
50.—La tercera revelación, venida en una
época de emancipación y de madurez intelectual, en que la inteligencia
desarrollada no puede reducirse a un papel pasivo, en que el hombre no acepta
nada a ciegas y sin examen, si no que quiere ver a donde se le lleva, saber el
cómo y porqué de cada cosa; debía ser el producto de una enseñanza, y al mismo
tiempo el fruto del trabajo de la investigación y del libre examen: los
Espíritus no enseñan sino lo preciso para ponernos en el camino de la verdad ,
y se abstienen de revelar lo que
el hombre puede encontrar por sí mismo, dejándole el cuidado de discutir, de
comprobar y de someterlo todo al crisol de la razón, y aún dejándole a veces
adquirir la experiencia a su costa. Le dan el principio, la base y los
materiales, y le dejan el cuidado de aprovecharlos y ponerlos en obra (n.° 15).
51.— Habiéndose dado los elementos de la
revelación espírita en una porción de puntos a un mismo tiempo y a hombros de
todas las condiciones sociales y de muy diferentes grados de instrucción; es
evidente que las observaciones no podían hacerse por todos y en todas partes
con el mismo fruto. Lo es también que las deducciones que sacan de los hechos,
la inducción de las leyes que rigen a esta clase de fenómenos, en una palabra,
que la conclusión que debía sentar y resumir las ideas, no podían salir sino
del conjunto y de la correlación de los hechos. Más cada centro aislado,
reducido a un círculo estrecho, no observando las más veces si no un orden
particular de hechos a menudo contradictorios en la apariencia; no teniendo
generalmente relación sino con una categoría de espíritus, y preocupado además
por las influencias locales y el espíritu de partido, se encontraba en la
imposibilidad material de abrazar el conjunto, y por lo mismo, de referir a un
principio común los hechos y observaciones aisladas. Apreciando cada cual los
hechos bajo el punto de vista de sus conocimientos y creencias anteriores o de
la opinión particular de los Espíritus que se manifiestan, habría pronto tantas
teorías y sistemas como centros, ninguno de los cuales hubiera podido ser
completo, por falta de elementos de comparación y de comprobación. Todos se hubieran
inmovilizado en su revelación parcial, por no saber que en otros cientos de
lugares se obtenía más y mejor.
52.—Es de notar, además , que en ninguna
parte se ha dado la enseñanza espírita de una manera completa: toca a tan gran
número de observaciones, en asuntos tan diversos, que exigen tantos y tan
variados conocimientos y aptitudes medianímicas especiales, que hubiera sido
imposible hallar reunidos en un mismo punto todas las condiciones necesarias.
Debiendo ser, además, la enseñanza colectiva y no individual, los espíritus han
dividido el trabajo, diseminando los asuntos o materias de estudio y de
observación, como en ciertas fábricas se reparte entre muchos obreros la
confección de cada parte de un mismo objeto.
De este modo la revelación resulta hecha
parcialmente en diversos lugares y por diferentes conductos, y así se prosigue
en estos momentos , porque todavía no está todo revelado. Cada centro encuentra
en los otros el complemento de lo que obtiene, y el conjunto, la coordinación
de todas las enseñanzas parciales, es lo que constituye la Doctrina Espírita.
Era necesario, pues, agrupar los hechos
esparcidos para ver su correlación, recoger los documentos diversos, las
instrucciones dadas por los Espíritus sobre todos los puntos y todos los
asuntos, para compararlos, analizarlos, y estudiar las analogías y las
diferencias. Dadas las comunicaciones por Espíritus de todas categorías, más y
menos ilustrados, había que apreciar el grado de confianza que la razón
permitía concederles; distinguir las ideas sistemáticas individuales y
aisladas, de las que tenían la sanción de la enseñanza general de los
Espíritus, las elucubraciones y las utopías,
de las ideas racionales y prácticas: había que entresacar las que eran
notoriamente desmentidas por los datos de la ciencia positiva y la sana lógica,
utilizar los errores mismos y las reseñas suministradas por los Espíritus aún
de inferior jerarquía, para deducir de ello el estado y modo de ser del mundo
invisible, y formar con los diferentes materiales un todo homogéneo. Se
necesitaba, por decirlo de una vez, un centro de elaboración, independiente de
toda idea preconcebida, de todo prejuicio de secta, resuelto a aceptar la
verdad hecha evidente, aún cuando fuera contraria a sus opiniones personales.
Este centro se ha formado por sí mismo, por la fuerza misma de las cosas y sin
designio premeditado (1).
(1) Un testimonio significativo, tan notable
como conmovedor, de esta comunión de pensamientos que se establece entre los
espiritistas por la conformidad de creencias, son las peticiones que se nos
dirigen de países muy lejanos, del Perú y de las extremidades del Asia, por
personas de religiones y nacionalidades diversas, a quienes jamás hemos visto
ni con ellas tenido relación de ninguna clase. Pídansenos plegarias y formulas
de evocación de los Espíritus. ¿No es ese un indicio de la grande unificación
que se elabora, y la prueba de las raíces que por todos partes va echando el
Espiritismo? Es cosa también de notar que de todos los
grupos que se han formado con la intención premeditada de provocar una
escisión, proclamando principios divergentes, lo mismo que los que por razones
de amor propio u otras, queriendo sustraerse a la ley común, se han creído
bastante fuertes para marchar solos, y con bastantes luces para poderse pasar
sin consejos; ninguno ha llegado a constituir una idea preponderante y viable.
Todos se han extinguido o han vegetado la sombra. ¿Cómo podía ser de otro modo,
cuando para distinguirse, en vez de esforzarse por dar mayor suma de
satisfacciones, desechaban de los principios de la doctrina lo que tienen de
más consolador, más atractivo y racional?
Si hubiesen comprendido el poder de los elementos morales que han
constituido la unidad. no se habrían forjado una ilusión quimérica; pero
tomando su pequeño círculo por el universo, no han visto en sus adeptos sino un
bando que fácilmente podía ser reemplazado por otro. Se equivocaron
lastimosamente en la apreciación de los caracteres esenciales de la doctrina, y
este error no podía acarrearles sino decepciones: en lugar de romper la unidad,
han roto el vínculo que les daba fuerza y vida. (Véase la Revista espírita.
Abril 1866, página. 106 y 111. El Espiritismo sin los Espíritus: el Espiritismo
independiente.
Verificar
del original de Bruno #53 al #62 - Ojo brinca pagina 35 al 40 falta ítem #54 en
la Barcelonesa.
53.— De este estado de cosas ha resultado
una doble corriente de ideas: la una que viene de las extremidades al centro;
la otra que va del centro a la circunferencia. Así es como la doctrina ha
marchado prontamente hacia la unidad a pesar de la diversidad de las fuentes de
que procede; como los sistemas divergentes se han desvanecido a consecuencia
del aislamiento y ante el ascendiente de las opiniones de la mayoría, por no
haber encontrado ecos simpáticos. Desde entonces se ha establecido una comunión
de pensamientos entre los diferentes centros parciales, que hablando el mismo
lenguaje espiritual se comprenden y simpatizan desde un extremo del mundo al
otro.
Los adeptos se han encontrado más fuertes;
han luchado con más valor; han marchado con paso más seguro, cuando no se han
visto aislados, cuando han
contado
con un punto de apoyo y un vínculo que los unía a la gran familia; Los
fenómenos de que eran testigos, no les parecían ya extraños, anormales,
contradictorios, pudiéndolos referir a leyes generales de armonía y abrazar de
un golpe de vista el edificio viendo en todo este conjunto un gran objeto
esencialmente humanitario. (1)
(1) .El libro de los Espíritus, la primera
obra que ha producido el Espiritismo en la vía filosófica, por la deducción de
las consecuencias morales resultante de los hechos, que ha abordado todas las
partes de la doctrina, toe ndo las cuestiones más importantes que ella suscita,
ha sido desde su aparición el punto de unión hacia que espontáneamente se han
hecho convergentes los trabajos individuales. Es notorio que de 1 1 publicación
de este libro data la era del Espiritismo filosófico, reducido hasta entonces»
al dominio de los experimentos de pura curiosidad. i>i este libro ha conquistado
la» simpatías de la mayoría, consiste en que era la expresión do los
sentimientos de esa mejoría y que respondía á sus aspiraciones: es tam
Sin
embargo, ¿cómo podemos saber si un principio se enseña en todas partes o si
sólo es el resultado de una opinión individual? Dado que los grupos aislados no
estaban en condiciones de saber lo que se sostenía fuera de ellos, era
necesario que un centro reuniese todas las instrucciones, para proceder a una
especie de depuración de las voces y transmitir a todos la opinión de la
mayoría (1).
(1) Ese es el objetivo de nuestras
publicaciones, que pueden ser consideradas como el resultado de dicha depuración.
En ellas todas las opiniones son discutidas, pero las cuestiones solamente son
presentadas en forma de principios después de que han recibido la consagración
de todos los exámenes, pues sólo ellos pueden otorgar a esos principios fuerza
de ley y dar lugar a afirmaciones categóricas. Por esa razón no preconizamos
apresuradamente ninguna teoría, y es precisamente por eso que la doctrina, al
ser consecuencia de la enseñanza general, no representa el producto de un
sistema preconcebido. También es eso lo que la hace fuerte y garantiza su
porvenir.
54. -- No existe ninguna ciencia que haya
salido concluida del cerebro de un hombre. Todas, sin excepción, son el fruto
de observaciones sucesivas, apoyadas en observaciones precedentes, como en un
punto conocido para llegar a lo desconocido. Así han procedido los Espíritus
con respecto al espiritismo, razón por la cual la enseñanza que impartieron es
gradual. Ellos no abordan las cuestiones sino a medida que los principios en
que se apoyan estén suficientemente elaborados, y la opinión haya alcanzado la
madurez necesaria para asimilarlos. También debemos tomar en cuenta que todas
las veces que los centros particulares han intentado tratar de modo prematuro
algunas cuestiones, no han obtenido más que respuestas contradictorias, nada
concluyentes. En cambio, cuando llega el momento oportuno, la enseñanza se
generaliza y se unifica en casi todos los centros.
Con todo, existe una diferencia sustancial
entre el avance del espiritismo y el de las ciencias: la de que estas no han
alcanzado el punto al que llegaron sino después de largos intervalos, mientras
que al espiritismo le bastaron unos pocos años, si no para subir hasta el punto
culminante, al menos para recoger una cantidad importante de observaciones para
constituir una doctrina. Ese hecho resulta de la inmensa multitud de Espíritus
que, por voluntad de Dios, se manifestaron simultáneamente, aportando cada uno
el caudal de sus conocimientos. De ahí resultó que todas las partes de la
doctrina, en vez de que fueran elaboradas sucesivamente a lo largo
de muchos siglos, lo han sido casi al mismo tiempo, en unos pocos años, y bastó
con reunirlas para que conformaran un todo. Dios quiso que fuese así, en primer
término, para que el edificio llegase más rápidamente a su culminación; y
luego, para que se pudiera, por medio de la comparación, tener un control de
alguna manera inmediato y permanente de la universalidad de la enseñanza. Dado
que ninguna de sus partes tiene valor ni autoridad más que por su conexión con
el conjunto, todas deben armonizarse, luego de que cada una llegue en su
momento y se ubique en el lugar que le corresponde.
Como Dios no confió a un solo Espíritu el
encargo de promulgar la doctrina espírita, quiso asimismo que tanto el pequeño
como el grande, fuera entre los Espíritus como entre los hombres, aportase su
piedra al edificio, a fin de que se estableciera entre ellos un lazo de
solidaridad cooperativa que le faltó a todas las doctrinas provenientes de una
fuente única. Por otro lado, dado que los Espíritus, al igual que los hombres,
sólo disponen de una limitada porción de conocimientos, individualmente no
tenían aptitudes para tratar ex profeso las numerosas cuestiones inherentes al
espiritismo. A eso se debe también que la doctrina, en cumplimiento de los
designios del Creador, no podía ser obra ni de un solo Espíritu ni de un solo
médium. Debía salir del conjunto de los trabajos, corroborados los unos con los
otros (1).
(1)- Véase, en El Evangelio según el Espiritismo, “Introducción”, pág. 27 y la Revista Espiritista, abril 1S64,' pág.;. 90. Autoridad de la doctrina espirita! comprobación universal de' la enseñanza los Espíritus.
55.—Otro carácter de la revelación espirita
que resulta de las condiciones mismas en que se hace, es que apoyándose en
hechos, no puede menos de ser esencialmente progresiva, como todas las ciencias
de observación. Por su esencia es aliada de la ciencia, que siendo la
exposición de las leyes de la naturaleza en un cierto orden de fenómenos, no 60 puede ser contraria a la
voluntad de Dios, autor de esas leyes. Los descubrimientos de las ciencias
glorifican a Dios en vez de rebajarle: no destruyen sino la que los hombres han
imaginado y las falsas ideas que fundado de Dios.
El Espiritismo no sienta como principio
absoluto si no lo que está demostrado con evidencia, o lo que resulta
lógicamente de la observación. En lo concerniente a los diferentes ramos de la
economía social a que presta el apoyo de sus propios descubrimientos, se
asimilará siempre todas las doctrinas progresivas, sean del orden que quieran ,
llegado que hayan a la categoría de verdades prácticas y salido del dominio de
la especulación científica; de otro modo se suicidaría: Dejando de ser lo que
es, se pondría en contradicción con su origen, y faltaría a su objeto
providencial.
El Espiritismo, marchando con el progreso,
nunca se verá arrollado ni quedará rezagado; porque si nuevos descubrimientos
le demostraran que está en el error en un punto dado, se modificaría en ese
punto , y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría. (1)
(1) Ante declaraciones tan precisas y
categóricas como las contenidas en este capítulo, se desvanecen todas las
acusaciones de tendencia al absolutismo y a la autocracia de los principios,
así como todas las falsas asimilaciones que gentes prevenidas o mal informadas
atribuyen a la doctrina. Estas declaraciones, por lo demás, no son de ahora:
las hemos hecho reiteradas veces en nuestros escritos para alejar y desvanecer
toda duda en este punto. Nos asignan, además, nuestro verdadero papel en la
escena del mundo, único que ambicionamos, y es el de simple trabajador.
56. —¿Cual es la utilidad de la doctrina
moral de los Espíritus, puesto que no es otra cosa que la del Cristo? ¿Tiene
el hombre necesidad de una nueva revelación, pudiendo encontrar en las
anteriores y en sí mismo lo que necesita para conducirse honestamente? Bajo el punto de vista moral no hay duda en
que Dios ha dado al hombre en su conciencia un guía que le dice:
«lo
que no quieras para tí no lo hagas a otro.» «La moral natural está realmente
inscrita en el corazón de los hombres; pero no todos saben leer en él. ¿No se
han desconocido nunca sus sabios preceptos? ¿Qué han hecho de la moral de
Cristo? ¿Cómo la practican los mismos que la enseñan ? ¿No ha llegado A ser
letra muerta, una bella teoría para los otros, y no para sí? No se puede
inculpar a un padre después de repetir diez y cien veces A sus hijos las mismas
instrucciones, si ve que no las aprovechan. ¿Porqué Dios ha de hacer menos que
un padre de familia? ¿Porqué no ha de enviar de tiempo en tiempo a los hombres
mensajeros especiales encargados de recordarles sus deberes, y de traerlos a
buen camino cuando se extravíen; y de abrir los ojos del entendimiento a los
que los tienen cerrados, del mismo modo que los hombres más adelantados envían
misioneros a las regiones salvajes y bárbaras?
Los Espíritus no enseñan otra moral que la
de Cristo por la excelente razón de que no la hay mejor ni más propia para
hacer la felicidad humana. Más entonces, ¿á qué su enseñanza, puesto que no
dicen si no lo que ya sabemos? Lo mismo
podría haberse dicho de la moral de Cristo que enseñaron antes Sócrates y
Platón en términos casi idénticos, y de todos los moralistas que después de él
repiten la misma cosa en todos los tonos y bajo todas formas. Pues bien, los
Espíritus vienen simplemente a aumentar el número de
los moralistas, con la diferencia de que, manifestándose por todas partes, se
hacen oír en la choza lo mismo que en el palacio, y por los ignorantes, lo
mismo que por las personas instruidas. Lo que la enseñanza de los Espíritus
añade a la moral del Cristo, es el conocimiento de los principios que unen a
los vivos y a los muertos , que completan las nociones vagas que se tenían del
alma, de su pasado y de su porvenir, y que dan por sanción a su doctrina las
leyes mismas de la naturaleza. Con auxilio de las nuevas luces aportadas por el
Espiritismo y los Espíritus, comprende el hombre la solidaridad que une a todos
los seres: la caridad y la fraternidad se hacen una necesidad social, y ejecuta
por convicción, lo que no hacía sino por temor y lo hace mejor.
Cuando los hombres practiquen la moral de
Cristo, podrá decirse con razón que no tienen necesidad de moralistas
encarnados ni desencarnados; más entonces, tampoco Dios los enviará.
57.—Una de las cuestiones más importantes
entre las que se han propuesto al frente de este capítulo es la siguiente:
¿cuál es la autoridad de la revelación espírita, puesto que emana de seres
cuyos conocimientos son limitados y que no son infalibles?
La objeción sería grave, si la revelación no
consistiera sino en la enseñanza de los Espíritus; si debiéramos tenerla de
ellos exclusivamente, y aceptarla a ojos cerrados. Más no tiene valor alguno
desde que el hombre aporta el concurso de su inteligencia y de su juicio, y que
los Espíritus se limitan a ponerle en el camino de las deducciones que puede
sacar de la observación de los hechos. Las manifestaciones, en sus
innumerables variedades, son hechos: el hombre los estudia y busca su ley: los
Espíritus le auxilian en este trabajo y son Espíritus de todas clases, más bien
colaboradores que reveladores en el sentido usual de la palabra: somete lo que
dicen al crisol de la lógica y del buen sentido, da cuyo modo beneficia los
conocimientos especiales que los Espíritus deben a su posición sin abdicar el
uso de su propia razón. No siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los
hombres, al comunicar con ellos no nos salimos de la humanidad, circunstancia
de sumo interés que nunca debe perderse de vista. Los hombres de genio que han
sido las lumbreras de la humanidad, han salido del mundo de los Espíritus y a
él han vuelto al dejar la tierra. Puesto que los Espíritus pueden ponerse en
comunicación con los hombres, esos mismos genios pueden darles instrucciones
bajo la forma espiritual, como lo hicieron bajo la forma corporal; pueden instruirnos
después de su muerte como lo hicieron mientras Vivian, no habiendo otra
diferencia que la de ser invisibles en lugar de ser visibles. A eso se reduce
todo. Su ciencia y su experiencia no deben ser menores, y si su palabra como
hombres tenía autoridad, no debe tenerla menos ahora por hallarse en el mundo
de los Espíritus.
58. —Pero no son los Espíritus superiores
los únicos que se comunican; si no que lo hacen también los de todas las
órdenes , y así debe ser para iniciarnos en el verdadero carácter del mundo
espiritual, mostrándonoslo bajo todas sus fases. De este modo las relaciones
del mundo visible e invisible son más íntimas, y la conexidad entre ellos, más
evidente; vemos así
más claramente a donde vamos y de dónde venimos. Tal es el objeto esencial de
estas manifestaciones. Todos los Espíritus, pues , sea el que quiera el orden a
que pertenecen, nos enseñan algo; pero como son más o menos ilustrados, queda
reservado para nosotros el discernir lo que tienen de bueno o de malo, y sacar
el provecho de que sea susceptible su enseñanza. Todos, por lo demás, pueden
enseñarnos o revelarnos algo que ignoramos y que sin ellos no podríamos saber.
59.—Los grandes Espíritus encarnados son
individualidades poderosas sin duda alguna; más su acción es por necesidad muy
limitada y tardía su propaganda. Si uno solo de entre ellos, Moisés, Elías,
Sócrates o Platón, hubiese venido en estos últimos tiempos a revelar a los
hombres el estado del mundo espiritual ¿qué habría logrado la verdad de sus
aserciones en esta época de escepticismo? ¿No se le habría tenido por un
soñador o un utopista? Suponiendo que
estuviesen sus instrucciones en la verdad absoluta, hubieran pasado aún algunos
siglos antes que sus ideas hubiesen sido aceptadas por las masas. Dios, en su
sabiduría, no ha querido que fuera así, sino que la enseñanza se diese por los
Espíritus mismos, y no por encarnados, a fin de convencer de su existencia, y
que tuviese lugar en toda la tierra, ya para propagarla más rápidamente, ya
para que se encontrase en la coincidencia de la enseñanza una prueba de la
verdad, teniendo al mismo tiempo cada uno los medios de convencerse por sí
mismo.
60.—Los Espíritus no vienen a emancipar al
hombre del trabajo, del estudio y de las investigaciones: no
le comunican ninguna ciencia ya formada : sobre lo que el hombre puede
procurarse por sí mismo , le dejan abandonado a sus propias fuerzas: lo cual es
bien sabido ya por todos los espiritistas. Hace mucho tiempo que la experiencia
ha demostrado el error de la opinión que atribuía a los Espíritus todo saber y
toda ciencia, y que bastaba preguntar al primero que se presentase para
aprenderlo todo. Salidos los Espíritus de la humanidad son una de las fases de la
misma: como en la tierra, los hay superiores y vulgares, y por consecuencia los
hay que , científica y filosóficamente, saben menos que ciertos hombres: dicen
lo que saben, ni más ni menos; y como entre los hombres, los más adelantados
pueden instruirnos sobre más cosas, y darnos mejores consejos, que los más
atrasados. Pedir consejos a los Espíritus, no es, por lo tanto, dirigirse a
inteligencias superiores o sobrenaturales, sino a sus iguales, a los mismos a
quienes se habría dirigido si viviesen; a sus padres, a sus amigos o a
individuos más ilustrados que nosotros. He aquí lo que conviene no olvidar, y
lo que ignoran los que, no habiendo estudiado el Espiritismo, se forman una
idea completamente errónea acerca de la naturaleza del mundo de los Espíritus y
de las relaciones de ultra-tumba.
61. —¿Cuál es, entonces, la utilidad de
estas manifestaciones o si se quiere, de esta revelación, si los Espíritus no
saben más que nosotros, o si no nos dicen todo lo que saben?
En primer lugar, como ya lo hemos indicado,
se abstienen de darnos lo que podemos adquirir por nosotros mismos con el
estudio o el trabajo; y en segundo lugar,
hay cosas que no les es permitido revelar porque nuestro grado de adelanto no
lo consiente. Pero fuera de esto, las condiciones de su nueva existencia,
extienden el círculo de sus percepciones: ven lo que no veían en la tierra.
Libres de las trabas de la materia y de los cuidados de la vida corporal,
juzgan de las cosas bajo un punto de vista más elevado y por consecuencia más
juiciosamente: su perspicacia abraza un horizonte más extenso; comprenden sus
errores, rectifican sus ideas y se desembarazan de los prejuicios humanos.
En esto consiste la superioridad de los
Espíritus en la humanidad corporal, y sus consejos puedan ser, atendido su
grado de adelanto, más juiciosos y desinteresados que los de los encarnados. La
posición en que se hallan, les permite además iniciarnos en las cosas de la
vida futura que nosotros ignoramos, y que no podemos aprender por nosotros
mismos en la presente. Hasta ese día el hombre no había podido crear sino
hipótesis acerca de su porvenir; y he aquí porque sus creencias en esta materia
estaban divididas en sistemas tan numerosos y tan opuestos, desde el nihilismo
o aniquilamiento, hasta las fantásticas descripciones del paraíso y del
infierno. Hoy son testigos presenciales, los actores mismos de la vida de
ultratumba, los que vienen a decirnos lo que en eso hay, lo cual solo ellos
podrán hacerlo. Esas manifestaciones han servido, pues, para darnos a conocer
el mundo invisible que nos rodea y que ni siquiera sospechábamos ; cuyo
conocimiento, por sí sólo, es de una importancia capital, aun suponiendo que
los Espíritus no pudieran enseñarnos otra cosa. ¿Quién, si se encontrara en
un país desconocido, despreciaría las señas que pudiera darle el campesino más
humilde que al paso encontrará? ¿Rehusaría preguntarle, siquiera acerca del estado
del camino, porque fuera un pobre labriego? En verdad que no habría que esperar
de él profundas instrucciones; más en su esfera y por ser lo que es, podría en
ciertos puntos guiaros mejor que un sabio muy distinguido que no conociera el
país.
Se sacarían de sus indicaciones
consecuencias que quizás él mismo no podría sacar, sin que por eso hubiese
dejado de ser un medio muy útil para hacer ciertas observaciones, siquiera no
hubiese servido sino para darnos a conocer las costumbres de los habitantes del
país. Lo mismo puede decirse de las relaciones de los Espíritus, de los cuales
el más humilde, puede darnos muy útiles instrucciones.
62. —Una comparación vulgar hará comprender
mejor todavía la situación.
Un
navío cargado de emigrantes parte para un país lejano: lleva gentes de todas
condiciones, que dejan parientes y amigos numerosos. Corre la voz de que el
navío ha naufragado: no queda de él rastro, ni llega noticia alguna de su
suerte, por lo que se cree que todos los pasajeros han perecido, y se esparcen
el luto y la consternación en todas las familias. Sin embargo, todos sin
exceptuar uno solo, han arribado a una tierra desconocida, pero abundante y
fértil, donde viven bajo un hermoso cielo, alegres y felices. Pero esto se
ignora. Más un día otro navío llega a dicha tierra y encuentra a los náufragos
sanos y salvos: la noticia circula con la rapidez del rayo, y cada cual
felicita a los demás diciendo : « nuestros amigos viven»
y dan gracias a Dios. No pueden verse, más están en correspondencia regular, se
cruzan los testimonios de afecto, y la alegría sucede a la tristeza. Tal es la
imagen de la vida terrestre y de la vida de ultratumba antes y después de la
revelación moderna; esta, semejante al segundo navío nos trae la buena noticia
de la supervivencia de los que nos son queridos, y la certidumbre de irnos a
reunir con ellos algún día: la duda acerca de su suerte y de la nuestra ya no
existe; y la tristeza y el desaliento ceden supuesto a una risueña esperanza.
Pero otros resultados vienen a fecundar esta revelación. Juzgando Dios a la
humanidad dispuesta para penetrar los misterios de su doctrina y contemplar a
sangre fría nuevas maravillas ha permitido que se descorriese el velo que
separaba el mundo visible del invisible. El hecho de las manifestaciones no
tiene nada de extrahumano: es la humanidad espiritual que viene a conversar con
la humanidad corporal y a decirle: «Nosotros existimos, luego la nada no
existe; mirar ahora lo que somos y lo que vas a ser; este es tu porvenir, así
como el nuestro. Ustedes marchaban en las tinieblas, venimos a ilustrarte y a
mostrarte el camino; marchabas sin rumbo y a la ventura, y te enseñamos el
puerto. La vida terrestre lo era todo para ustedes, porque nada veían después
de ella, y nosotros les decimos, manifestando la vida espiritual que gozamos:
la vida terrestre es nada. Tu vista se detenía en los bordes de la tumba, y del
lado de allá existen horizontes espléndidos e interminables. No se daban cuenta
de la causa de tus sufrimientos, y ahora
verás en ellos la justicia de Dios; el bien, existía sin frutos aparentes para
lo futuro, más en lo sucesivo tendrá un gran objeto presente y será una
necesidad; la fraternidad es una utopía generosa, mira ahora como es una
realidad espléndida fundada en las leyes de la naturaleza. Bajo el influjo de
la creencia de que todo acaba con la vida del cuerpo, la inmensidad es el
vacío, el egoísmo impera entre ustedes y el mote de tu escudo y la última
palabra de tu moral es «cada uno para sí»; con la certidumbre del porvenir, los
espacios infinitos se pueblan al infinito, el vacío y la soledad no existen en
ninguna parte: la solidaridad une a todos los seres del lado de allá de la
tumba; y existe el reinado de la caridad con el mote en su escudo «cada uno
para todos y todos para cada uno.» En fin, al terminar la vida, darás un eterno
adiós de despedida a los que amas, y en lo sucesivo les dirás: «hasta la
vista.»
Tales
son, en resumen, los resultados de la nueva revelación. Ha venido a cegar el
vacío formado por la incredulidad; a reanimar los espíritus abatidos por la
duda o por la perspectiva de la nada, y dar a todo su razón de ser. ¿Dejará de
ser importante este resultado, porque los Espíritus no vengan a resolver estos
o los otros problemas de la ciencia y a regalar el saber a los ignorantes , y a
los perezosos el medio de enriquecerse sin trabajar? Sin embargo, los frutos que el hombre debe
reportar de ella, no solo se refieren a la vida futura: él los recogerá en la
tierra misma por la transformación que estas nuevas creencias deben realizar en
su carácter, en sus gustos, sus tendencias e inclinaciones, y por consecuencia,
en las costumbres y en las relaciones sociales. Poniendo fin al reinado
del egoísmo, del orgullo y de la incredulidad, preparan el del bien, que es el
reinado de Dios. La revelación tiene, pues, por objeto poner al hombre en
posesión de ciertas verdades que no habría podido adquirir por sí mismo y esto con
el objeto de activar el progreso. Estas verdades se limitan en general a
principios fundamentales destinados a ponerlo en la vía de las investigaciones,
y no a llevarle como con andadores: son los jalones que determinan la extensión
de su tarea y le muestran su objeto. Queda a su cargo estudiarlos, sacar las
consecuencias y hacer sus aplicaciones: En vez de emanciparle del trabajo, son
nuevos elementos y medios que se proporcionan a su actividad.
__________________________________________
Nadie es
dueño del Espiritismo. A continuación lo dijeron los Espíritus en el Libro El Evangelio Según el Espiritismo. Más claro, imposible
Si la doctrina espírita fuese una concepción meramente
humana no tendría otra garantía que las luces de quien la hubiera concebido.
Ahora bien, nadie en este mundo podría abrigar la pretensión fundada de poseer
sólo para sí la verdad absoluta. Si los Espíritus que la han revelado se
hubiesen manifestado a un hombre solamente, nada garantizaría su origen, pues
sería preciso creer en la palabra del que dijera haber recibido de ellos su
enseñanza.
En caso de que se admitiera una absoluta sinceridad de su
parte, a lo sumo podría convencer a las personas con quienes estuviera
relacionado; conseguiría adeptos, pero nunca llegaría a congregar a todo el
mundo.
Dios ha querido que la nueva revelación llegase a los
hombres por un camino más rápido y de mayor autenticidad. Por eso encargó a los
Espíritus que la transportaran desde uno a otro polo, y que se manifestaran en
todas partes, sin conceder a nadie el privilegio exclusivo de oír su palabra.
Es posible engañar a un hombre, incluso este puede engañarse a sí mismo, pero
no hay lugar a dudas cuando millones de personas ven y oyen lo mismo: eso es
una garantía para cada uno y para todos. Por otra parte, es posible hacer que
un hombre desaparezca, pero no se puede hacer que desaparezcan las masas; es
posible quemar los libros, pero no se puede quemar a los Espíritus. Aun así,
aunque se quemaran todos los libros, no por ello la fuente de la doctrina
dejaría de ser inagotable, puesto que no se encuentra en la Tierra, sino que
brota en todas partes y todos pueden apagar su sed en ella. A falta de hombres
para difundirla, siempre habrá Espíritus, que llegan a todos sin que nadie
pueda llegar hasta ellos.
En realidad son los propios Espíritus quienes hacen la
propaganda, con la ayuda de innumerables médiums a los que ellos estimulan en
todas partes. Si sólo hubiera habido un único intérprete, por más favorecido
que estuviese, el espiritismo apenas se conocería. Incluso, ese intérprete, sea
cual fuere la clase a la que perteneciera, habría sido objeto de prevenciones
por parte de muchas personas, y no todas las naciones lo habrían aceptado. En
cambio, como los Espíritus se comunican en todas partes, en todos los pueblos,
así como en la totalidad de las sectas y de los partidos, todo el mundo los acepta. El espiritismo no
tiene nacionalidad, no forma parte de ningún culto en particular, ni es impuesto
por ninguna clase social, porque cualquier persona se halla en condiciones de
recibir instrucciones de sus parientes y de sus amigos de ultratumba. Era
preciso que así fuera, para que pudiese convocar a todos los hombres a la
fraternidad.
La universalidad de la enseñanza de los Espíritus
constituye el poder del espiritismo. Ahí reside también la causa de su rápida
propagación. Mientras que la palabra de un solo hombre, aunque este contara con
el concurso de la prensa, tardaría siglos para llegar a los oídos de todos,
ocurre que millares de voces se hacen oír simultáneamente en todos los lugares
de la Tierra, para proclamar los mismos principios y trasmitirlos tanto a los
más ignorantes como a los más sabios, a fin de que nadie sea desheredado. Se
trata de una ventaja de la que no ha gozado ninguna de las doctrinas que aparecieron hasta ahora. Por consiguiente,
dado que el espiritismo es una verdad, no le teme al desprecio de los hombres,
ni a las revoluciones morales, ni a los cataclismos físicos del globo, porque
nada de eso puede afectar a los Espíritus.
Sin embargo, esa no es la única ventaja que deriva de su
excepcional posición. El espiritismo encuentra en ella una garantía
todopoderosa contra los cismas que podrían suscitarse, tanto por la ambición de
algunos como por las contradicciones de determinados Espíritus. Sin duda, esas contradicciones constituyen un escollo, pero un escollo
que lleva consigo el remedio para su propio mal.
Es sabido que los Espíritus, a causa de la diferencia que
existe entre sus capacidades, lejos están en lo individual de poseer la verdad
absoluta; que no a todos les está dado el penetrar ciertos misterios; que el
saber de cada uno es proporcional a su purificación; que los Espíritus vulgares no saben más que los hombres, e incluso saben menos que
ciertos hombres; que entre ellos, tanto como entre los hombres, los hay
presuntuosos y seudocientíficos que pretenden saber lo que ignoran;
sistemáticos que adoptan sus propias ideas como verdades; por último, que sólo
los Espíritus de la categoría más elevada, los que ya están
absolutamente des materializados, son los que se han despojado de las ideas y de
los prejuicios terrenales. No obstante, también se sabe que los Espíritus
engañadores no tienen reparo en adoptar nombres que no les pertenecen, a fin de
que se acepten sus utopías. De ahí resulta que, en lo atinente a todo lo que
esté fuera del ámbito de la enseñanza exclusivamente moral, las revelaciones
que cada uno pueda recibir tendrán un carácter individual, sin la certeza
acerca de su autenticidad; y deben ser consideradas como opiniones personales
de tal o cual Espíritu, de modo que sería imprudente admitirlas y propagarlas a
la ligera como verdades absolutas.
El primero de los controles es, con toda seguridad, el de
la razón, a la que es necesario someter sin excepciones todo lo que proviene de
los Espíritus. Una teoría en evidente contradicción con el buen sentido, con
una lógica rigurosa y con los datos positivos que se poseen, debe ser
rechazada, por más respetable que sea el nombre con que esté firmada. Sin
embargo, en muchos casos ese control resultará incompleto debido a los
deficientes conocimientos de ciertas personas, como también a la tendencia de
muchos a considerar su propia opinión como juez exclusivo de la verdad. En
semejante caso, ¿qué hacen los hombres que no depositan una confianza absoluta
en sí mismos? Buscan el veredicto de la mayoría y adoptan como guía la opinión
de esta. Así se
debe proceder respecto a la enseñanza de los Espíritus,
pues ellos mismos nos proporcionan los medios para hacerlo.
La concordancia en la enseñanza de los Espíritus es,
pues, el mejor control. Con todo, es necesario realizarlo conforme a
determinadas condiciones. La menos segura de todas es que el propio médium
interrogue a Espíritus diferentes acerca de un punto dudoso. Evidentemente, si
él estuviera bajo el dominio de una obsesión o tratara con un Espíritu
engañador, ese Espíritu podría manifestarle la misma cosa con nombres
diferentes. Tampoco hay una garantía suficiente en la conformidad que haya en
lo que se puede obtener a través de varios médiums en un mismo centro, porque
es posible que todos estén bajo la misma influencia.
La única garantía seria en relación con la enseñanza de
los Espíritus está en la concordancia que debe existir entre las revelaciones
hechas espontáneamente, a través de un número importante de médiums de lugares
diferentes, que no se conozcan entre sí. Se entiende que no se trata aquí de
comunicaciones relativas a intereses secundarios, sino de las referidas
precisamente a los principios de la doctrina. La experiencia demuestra que
cuando se debe revelar un principio nuevo, este es enseñado espontáneamente en
diferentes puntos, al mismo tiempo y de una manera idéntica, si no en cuanto a
la forma, al menos en lo relativo al fondo. Por consiguiente, si satisface a un Espíritu formular un sistema
excéntrico, basado exclusivamente en sus ideas y ajeno a la verdad, téngase por
seguro que ese sistema quedará circunscrito y caerá ante la unanimidad de las
instrucciones que se proporcionen en todas partes, como ha quedado demostrado en abundantes ejemplos. Precisamente, a la
unanimidad se debió el fracaso de los sistemas parciales que surgieron en los
orígenes del espiritismo, cuando cada cual explicaba los fenómenos a su modo,
antes de que se conociesen las leyes que rigen las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible.
Esa es la base en que nos apoyamos cuando enunciamos un
principio de la doctrina. No se debe a que por estar conforme con nuestras
ideas lo tomamos por verdadero. No nos colocamos, en absoluto, como juez
supremo de la dad, ni tampoco decimos a nadie: “Creed en tal cosa porque nosotros lo decimos”. Desde nuestro punto de vista,
nuestra opinión sólo es una opinión personal, que puede ser verdadera o falsa,
puesto que no nos consideramos más infalibles que otros. Tampoco consideramos
que un principio sea verdadero por el hecho de que nos lo hayan enseñado, sino
porque ha recibido la sanción de la concordancia.
En la posición en que nos encontramos, dado que recogemos
comunicaciones de cerca de mil centros espíritas serios, diseminados por los
más diversos puntos del globo, estamos en condiciones de analizar los
principios en que se basa la concordancia. Ese análisis nos ha guiado hasta
hoy, y habrá de guiarnos en los nuevos campos que el espiritismo está llamado a
explorar. Así, mediante el estudio atento de las comunicaciones provenientes de
diferentes lugares, tanto de Francia como del extranjero, reconocemos, por la
naturaleza absolutamente especial de las revelaciones, que el espiritismo
tiende a ingresar en un nuevo camino, y que le ha llegado el momento de dar un
paso hacia adelante.
Esas revelaciones, formuladas a veces con palabras
veladas, a menudo han pasado desapercibidas a muchos de los que las han
obtenido. Muchos otros creen que son los únicos que las poseen. Tomadas en
forma aislada, no tendrían ningún valor para nosotros; sólo la coincidencia les
confiere autoridad. Más adelante, cuando llegue el momento de darlas a
publicidad, cada uno recordará haber obtenido instrucciones en el mismo
sentido. Ese movimiento general, que analizamos y estudiamos con la asistencia
de nuestros guías espirituales, es el que nos ayuda a determinar la
oportunidad para que realicemos o no alguna cosa.
Ese control universal constituye una garantía para la
unidad futura del espiritismo, y anulará todas las teorías contradictorias. De
ese modo se buscará en el porvenir el criterio de la verdad. Lo que determinó
el éxito de la doctrina formulada en El Libro de los Espíritus y en El Libro de
los Médiums, fue que en todas partes todos pudieran recibir, directamente de
los Espíritus, la confirmación acerca del contenido de esos libros. Si de todas
partes los Espíritus hubieran venido a contradecirlo, haría mucho tiempo que
esos libros habrían sufrido la suerte de las concepciones fantasiosas. Ni con el apoyo de la prensa se hubieran
salvado del naufragio, mientras que, privados incluso de ese apoyo, no han
dejado de abrirse camino y de avanzar rápidamente. Esto se debe a que han
recibido el apoyo de los Espíritus, cuya buena voluntad no sólo compensó sino
superó la mala disposición de los hombres. Del mismo modo sucederá con todas
las ideas que, emanadas de los Espíritus o de los hombres, no puedan superar la
prueba de dicho control, cuyo poder nadie puede discutir.
Supongamos, por lo tanto, que ciertos Espíritus quieran
dictar, bajo cualquier denominación, un libro en sentido contrario; supongamos
además que con una intención hostil y con el propósito de desacreditar la
doctrina, la malevolencia suscitase comunicaciones apócrifas; ¿cuál sería la
influencia que podrían ejercer esos escritos, si en todas partes fueran
desmentidos por los Espíritus?
Necesitamos como garantía la adhesión de estos últimos,
antes de lanzar algún sistema en su nombre. Del sistema de uno solo, al sistema
de todos, existe la misma distancia que va desde la unidad al infinito. ¿Qué
podrán conseguir los argumentos de los detractores, por encima de la opinión de
las masas, cuando millones de voces amigas provenientes del espacio llegan de
todas partes del universo, para combatir tenazmente tales argumentos en el seno
de cada familia? Al respecto, ¿la teoría no ha sido confirmada ya por la
experiencia? ¿Qué ha sido de todas esas publicaciones que, según decían,
pretendían aniquilar al espiritismo? ¿Cuál es la que siquiera ha frenado su
marcha? Hasta el presente no se había enfocado esta cuestión desde ese punto de
vista: uno de los más importantes, sin duda. Cada uno contó consigo mismo, pero
no contó con los Espíritus.
El principio de la concordancia es también una garantía
contra las alteraciones que, para su propio provecho, podrían introducir en el espiritismo las sectas
que quisieran apoderarse de él y adaptarlo a su voluntad. Quien intentara
desviarlo de su objetivo providencial fracasaría, por la sencilla razón de que
los Espíritus, en virtud de la universalidad de su enseñanza, echarían por tierra cualquier modificación que se apartara de la
verdad. De todo esto se desprende una verdad fundamental: cualquiera que
intentara oponer trabas al curso de las ideas, ya establecido y sancionado,
podría por cierto provocar una pequeña perturbación local y momentánea, pero
nunca dominaría al conjunto, ni siquiera en el presente, pero menos todavía en
el futuro.
También se desprende de esto que las instrucciones que
han suministrado los Espíritus, acerca de los puntos de la doctrina que aún no
se han dilucidado, no se convertirán en ley mientras esas instrucciones
permanezcan aisladas, de modo que no deben ser aceptadas sino con todas las reservas y exclusivamente a título informativo.
De ahí la necesidad de tener la mayor prudencia al darlas
a publicidad; y en caso de que se considerase conveniente publicarlas, sólo
deben ser presentadas como opiniones individuales más o menos probables, pero
que en todos los casos necesitan ser confirmadas. Esa confirmación es la que se
debe aguardar antes de presentar algún principio como verdad absoluta, a menos
que se exponga a recibir la acusación de liviandad o de credulidad irreflexiva.
Los Espíritus superiores proceden en sus comunicaciones
con suma sabiduría. Sólo abordan las cuestiones principales de la doctrina en forma gradual, a
medida que la inteligencia es apta para comprender verdades de un orden más
elevado, y cuando las circunstancias son propicias para la emisión de una idea
nueva. A eso se debe que no hayan dicho todo desde el comienzo, ni que lo hayan
hecho hasta el día hoy, pues jamás ceden a la impaciencia de las personas
demasiado apresuradas que pretenden cosechar los frutos antes de
que hayan madurado. Sería, pues, superfluo querer precipitar el tiempo que la
Providencia asignó a cada cosa, porque entonces los Espíritus realmente serios
negarían decididamente su colaboración, y los espíritus frívolos, a quienes
poco les preocupa la verdad, responderían a todo. Esa es la razón por la que
las preguntas prematuras siempre reciben respuestas contradictorias.
Los principios precedentes no son el resultado de una
teoría personal, sino la consecuencia forzosa de las condiciones en que se
manifiestan los Espíritus. Es evidente que si un Espíritu dice una cosa en un
lugar, mientras millones de Espíritus dicen lo contrario en otro, la presunción
de verdad no puede hallarse de parte de aquel que es el único, o poco menos que
el único, que sostiene esa opinión. Ahora bien, que alguien pretendiera tener razón
contra todos sería tan ilógico de parte de un Espíritu como de parte de los
hombres. Los Espíritus que en verdad son sabios, si no se consideran
debidamente ilustrados sobre una cuestión, jamás la resuelven en forma
terminante; declaran que sólo la tratan desde su punto de vista y
aconsejan que se aguarde la confirmación.
Por grande, bella y justa que sea una idea, resulta
imposible que desde un principio congregue a la totalidad de las opiniones. Los
conflictos que de ella derivan son la consecuencia inevitable de la conmoción
que se produce; son necesarios incluso para hacer que la verdad resalte mejor,
y es conveniente que tengan lugar al comienzo, a fin de que las ideas falsas
sean pronto dejadas de lado. Los Espíritas que alimenten algún temor al
respecto pueden, pues, permanecer absolutamente tranquilos. Las pretensiones
aisladas fracasarán, por la fuerza de las circunstancias, ante el importante y poderoso criterio del control
universal.
No será a la opinión de un hombre que se aliarán los
demás, sino a la voz unánime de los Espíritus. No será un hombre, ni nosotros
ni cualquier otro, quien implantará la ortodoxia espírita. Tampoco será un
Espíritu quien venga a imponerse a quienquiera que sea: será la universalidad
de los Espíritus que se comunican en toda la Tierra por orden de Dios. Ese es
el carácter esencial de la doctrina espírita; esa es su fuerza, su autoridad.
Dios ha querido que su ley se apoyara en una base inconmovible, por eso no le
dio como fundamento la frágil cabeza de uno solo.
Ante tan poderoso areópago, que no conoce bandos ni
rivalidades celosas, ni sectas, ni naciones, caerán todas las oposiciones,
todas las ambiciones, todas las pretensiones de supremacía individual, pues nos
destruiríamos a nosotros mismos si quisiéramos sustituir sus decretos soberanos
por nuestras propias ideas. Sólo él resolverá los litigios, acallará las
disidencias y dará la razón a quien le corresponda. Ante ese imponente acuerdo
de todas las voces del Cielo, ¿cuánto puede la opinión de un hombre o de un Espíritu? Menos que
una gota de agua que se pierde en el océano, menos que la voz de un niño
sofocada por la tempestad.
La opinión universal: ese es el juez supremo, que se
pronuncia en última instancia. Esa opinión está constituida por las opiniones
individuales. Si alguna de ellas es verdadera, sólo tiene en la balanza un peso
relativo. Si es falsa, no puede prevalecer sobre las demás. En ese inmenso
conjunto las individualidades se extinguen, lo que representa un nuevo fracaso
para el orgullo humano.
Ese conjunto armonioso ya se esboza. No pasará este siglo
sin que brille en todo su esplendor, a fin de disipar las incertidumbres;
porque desde ahora hasta entonces, voces poderosas habrán recibido la misión de
hacerse oír, de modo de reunir a los hombres bajo el mismo estandarte, tan pronto como el campo esté suficientemente labrado.
Mientras tanto, aquel que fluctúe entre dos sistemas
opuestos podrá observar en qué sentido se ordena la opinión general: ese será
el indicio cierto del sentido en que se pronuncia la mayoría de los Espíritus
en los diferentes sitios en que se comunican, y una señal no menos segura de
cuál de los dos sistemas prevalecerá.
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