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A continuación la última contribución de Pierre Gaétan Leymarie en el Libro de Obras Póstumas, cuando terminó el libro de Obras Póstumas, comenzado por Allan Kardec. Creyó que su nombre se perpetuaría como uno de los grandes del Espiritismo, pero hoy sabemos que fue un Infame, que afectó el Espiritismo en su crecimiento por 145 años. El Espiritismo no experimentó la Marcha Gradual, desde Allan Kardec, que se debía esperar. Sino que se estancó por la intervención de Pierre Gaétan Leymarie, por eso sería dejado de lado. Así, lo dijeron los Espíritus en 1866.
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Conclusión del Libro de Obras Póstumas por Pierre Gaétan Leymarie:
(Nota añadida de Frank Montañez : "Éste es un Contenido apócrifo, añadido, sin el concurso de los Espíritus, ni la aprobación explícita de Allan Kardec", el Libro de Obras Póstumas, de Allan Kardec, también falsificado por Pierre Gaetan Leymarie)
PROCEDIMIENTOS Y MEDIOS
Es poco halagüeño, sin duda, verse uno obligado a entrar en consideraciones materiales para atender a una mira totalmente espiritual, pero se observa que la espiritualidad misma de la obra se refiere a la cuestión de la humanidad terrestre y de su bienestar; que no se contrae a la sola emisión de algunas ideas filosóficas, sino al fundamento de alguna cosa positiva y durable para la divulgación y consolidación de la doctrina, de la cual depende que produzca esta aquellos frutos sazonados que es susceptible de dar. Si nos figuramos encontrarnos todavía en los tiempos aquellos en que los apóstoles podían ponerse en camino con su bastón de viaje y sin preocuparse por el abrigo ni por el alimento, sería una ilusión que no tardaría en desvanecérnosla la cruda realidad. Para hacer cualquier cosa seria, hay que someterla a las necesidades que imponen los medios de la época en que se vive. Estas necesidades son muy otras que las de los tiempos de la vida patriarcal.
El interés mismo del Espiritismo exige que se calculen estos medios de acción para no tener que quedarse en el camino. Calculemos, pues, ya que vivimos en un siglo en que es preciso contar. Las atribuciones del Comité Central son bastante numerosas, como se ha visto, para no necesitar de una verdadera administración. Teniendo a su cargo cada miembro funciones activas y asiduas, podrían sufrir entorpecimiento fiándolas solamente a su buena voluntad, y no podría reprocharse a los negligentes. Para la regularidad de los trabajos y la expedición de los efectos, es necesario contar con hombres de cuya asiduidad se pueda disponer y cuyas funciones no sean simples actos de complacencia. Cuanto más necesiten estos de independencia para proporcionarse sus recursos personales, menos podrán dedicarse a las ocupaciones asiduas del comité; cuanto más necesiten del tiempo para sí, menos podrán dedicarlo a la propaganda. Es, pues, conveniente que el personal administrativo sea retribuido; la doctrina ganará en fuerza, en estabilidad, en puntualidad, al mismo tiempo que será un medio de rendir servicio a las personas que podrían necesitarlo.
Un punto esencial en la economía de toda administración previsora, es el de que su existencia no repose sobre los productos eventuales que pudieran faltar, sino sobre los recursos fijos y regulares que permitan que su marcha sea desembarazada. Esto impide a las personas llamadas a prestarle su concurso concebir inquietudes respecto se su porvenir. Luego, la experiencia demuestra que se debe considerar como esencialmente eventual todo recurso que no se base más que en el producto de contribuciones, siempre facultativas, sean cuales fueren las bases estipuladas para el cobro, que resulta casi siempre difícil. Asentar los gastos permanentes y regulares sobre los recursos eventuales, sería una falta de previsión que pudiera deplorarse un día. Las consecuencias son menos graves, sin duda, cuando se trata de fundaciones temporales que duran lo que pueden, pero esta es una cuestión de porvenir. La suerte de una administración como la de que tratamos, no puede ser subordinada a los cambios de un negocio comercial; debe ser desde su principio, si no floreciente, por lo menos estable. Cuanto más sólida sea la base, menos expuesta estará a los golpes de la intriga.
En semejante caso, la más vulgar prudencia advierte que a medida que lleguen los recursos, se deben capitalizar de un modo inalienable, a fin de constituir una renta perpetua al abrigo de todas las eventualidades. La administración, regulando sus gastos sobre sus rentas, en ningún caso puede comprometer su existencia, ya que tendrá siempre los mismos medios con que funcionar. Podrá, en el principio, organizarse en pequeña escala; los miembros del comité podrán limitarse provisionalmente a cinco o seis, y el personal y los gastos administrativos reducirse a su mínima expresión, pero tendrán medios de subsistencia y base sobre que desenvolverse a medida que los recursos sean mayores y las necesidades de la causa lo reclamen.
A preparar los caminos de esta instalación es a lo que hemos consagrado hasta hoy el producto de nuestros trabajos, y podemos decir muy alto, que si nuestros medios personales no nos permiten hacer mas, tendremos al menos la satisfacción de haber puesto la primera piedra.
Supongamos, pues, que por un camino cualquiera, el Comité Central entrará en funciones en un tiempo determinado, con una renta fija de 25 a 30.000 francos.
Los recursos de todas clases de que dispondrá, los capitales y los productos eventuales, constituirán la Caja general del Espiritismo, que será objeto de una contabilidad fielmente rigurosa. Como por lo pronto tendrá el comité limitadas sus funciones, los gastos reglamentarios serán menores que la renta, y lo que de esta sobre, irá a engrosar el fondo común. Proporcionalmente a los recursos de este fondo, el comité proveerá a los gastos útiles al desenvolvimiento de la doctrina, pero cuidará de que jamás resulten estos gastos en provecho personal, ni que se haga con ellos una especie de especulación. El empleo de los fondos y la contabilidad en general, serán sometidos a la revisión y aprobación de comisarios especiales, delegados a este efecto por los Congresos y asambleas generales.
Uno de los primeros cuidados del comité, será el de ocuparse de las publicaciones que deba dar a luz, sin reparar en si podrá o no hacerlo ajeno a la ayuda de la renta. En realidad, los fondos invertidos en esta empresa no serán más que un anticipo, pues que con la venta de las obras, el fondo común se reintegrará con creces del desembolso. Será un negocio administrativo y nada más.
ALLAN KARDEC Y LA NUEVA Constitución
Preámbulo
(Nota añadida de Frank Montañez : "Éste es un Contenido apócrifo, añadido, sin el concurso de los Espíritus, ni la aprobación explícita de Allan Kardec", el Libro de Obras Póstumas, de Allan Kardec, también falsificado por Pierre Gaetan Leymarie)
Las consideraciones que incluye el extracto que aquí tomamos de la reseña hecha por Allan Kardec a la Sociedad de Paris el 5 de mayo de 1865, a propósito de la Caja del Espiritismo, fue el preludio de la nueva constitución del Espiritismo que él laboró y expuso según su particular criterio, precediéndola con el siguiente preámbulo:
"Se habla mucho de los productos que saco de mis obras. Ninguna persona seria creerá, seguramente, en mis millones, mal que pese a los que afirman saber de buena tinta que he logrado un tren de príncipe, un coche tirado por cuatro caballos y tener alfombrada mi casa con tapices de Aubusson (Revista de junio de 1862, página 179). Otro, el autor de un opúsculo que conocéis, ha probado también por cálculos hiperbólicos, que mi presupuesto de ingresos es superior a la lista civil del más poderoso soberano de Europa, puesto que en Francia solamente, veinte millones de espiritas son mis tributarios (Revista de junio de 1863, Pág. 175). Este es un hecho más auténtico que sus cálculos, aunque jamás he pedido nada a nadie, ni nadie me ha dado nada para mi provecho personal. No vivo a expensas de ninguna persona. De las sumas que voluntariamente me han sido confiadas para invertirlas en interés del Espiritismo, ni la más intima parcela ha sido distraída para mi provecho. (Esas sumas se elevan actualmente al total de 14.000 francos, y su empleo en provecho exclusivo de la doctrina está justificado – se refiere al 5 de mayo de 1865).
"Mis inmensas riquezas provendrían, por consiguiente, de mis obras espiritistas. Aunque estas obras hayan obtenido un favor inesperado, es suficiente estar un poco al tanto de los negocios de librería para saber que no es con libros filosóficos como se amasan los millones en cinco o seis años, y menos cuando el autor no percibe sino algunos céntimos por cada ejemplar vendido. Sin embargo, sea mucho o sea poco, este producto es fruto de mi trabajo y nadie tiene derecho a inmiscuirse en el empleo que de él haga.
"Comercialmente hablando, estoy en el caso de todo hombre que recoge el fruto de su trabajo. He corrido la suerte de todo escritor, que puede salir bien como puede salir mal en sus empresas.”
"Aunque sobre esto ninguna cuenta tenga que rendir, creo útil para la causa misma a que me he consagrado dar algunas explicaciones.”
"Quienquiera que esté al tanto de mis intimidades, puede atestiguar que en nada ha cambiado mi manera de vivir de hoy de cuando no me ocupaba de Espiritismo: todo continua con la misma simplicidad de otrora. Es, pues, cierto que mis beneficios, sean los que hayan sido, no han servido para darme los placeres del lujo. ¿En que se han invertido? “
"El Espiritismo, sacándome de la oscuridad, me ha lanzado a una nueva vida; en poco tiempo me he encontrado encadenado a un movimiento que estaba muy lejos de presumir. Cuando concebí la idea del El Libro de los Espíritus, mi intención era, la de no ponerme en evidencia y permanecer oculto, pero pronto reconocí que no era posible y hube de renunciar a mis gustos de retraimiento so pena de abdicar de la obra empezada y que de día en día iba adquiriendo colosales dimensiones.”
Esto me llevó a colocarme al frente de la propaganda y a empuñar las riendas de la dirección. A medida que el Espiritismo se desenvolvía, un horizonte más vasto se desarrollaba ante mí y más se retiraban los límites. Entonces comprendí la inmensidad de mi tarea y la importancia del trabajo que me restaba para completarla.
Las dificultades y los obstáculos, lejos de enfriarme, redoblaron mis energías: vi el objeto y resolví alcanzarlo con la asistencia de los buenos Espíritus.
Comprendí que no había tiempo que perder, y no lo perdí en visitas inútiles ni en ceremonias ociosas. Tal fue la obra de mi vida a la que he dado todo mi tiempo, a la que he sacrificado mi reposo y mi salud, porque el porvenir estaba escrito ante mí con caracteres irrecusables.”
"Aun descartando mi género de vida, esta posición excepcional no ha dejado de crearme necesidades que no hubiera podido llenar con mis solos recursos, por cierto bien limitados. Es difícil concebir la multiplicidad de atenciones que ella entraña y que hubiera evitado sin su carácter de indispensable.
"¡Y bien, señores! Lo que me ha proporcionado estos recursos supletorios, es el producto de mis obras. Lo digo con orgullo: con el producto de mi propio trabajo, con el fruto de mis vigilias, he podido atender, en su mayor parte al menos, a las necesidades materiales de la instalación de la doctrina: he aportado una respetabilísima cuota a la caja del Espiritismo. No pueden, pues, decir, aquellos que contribuyen a la propagación de las obras, que trabajan por enriquecerme; puesto que el producto de todo libro vendido y de todo abono a la Revista, aprovecha a la doctrina y no al individuo.”
"Y no he tratado tan solo de proveer para el presente; he pensado para el porvenir y tratado de preparar una fundación que ayude a los que me reemplacen después de mi muerte a llevar a cabo la grande obra que tendrán que cumplir. Esta fundación, sobre la cual aun debo guardar silencio, va unida a la propiedad que poseo, y es en virtud de mis intentos por lo que dedico una parte de mis productos a mejorarla. Como estoy muy lejos de poseer los millones que gratuitamente me han atribuido, dudo mucha que, mal que pese a mis economías, pueda jamás con mis recursos dar a esta fundación el complemento que quisiera alcanzase durante mi vida, pero, puesto que su realización está en las miras de mis guías espirituales, si yo no lo hago, es probable que un día u otro llegue a su complemento. Mientras, elaboraré los planos.”
"Lejos de mí, señores, el pensamiento de envanecerme en lo mínimo por lo que acabo de exponeros; la perseverancia de ciertas diatribas me ha inducido, bien a mi pesar, a quebrantar el silencio sobre algunos de los hechos que me conciernen. Más tarde, todos aquellos a quienes el mal querer les ha conducido a desnaturalizar las cosas, verán claro en virtud de los documentes auténticos que se les presenten, pero el tiempo de estas explicaciones no ha llegado aún. La sola cosa que me importa por el momento, es que os hagáis cargo del destino de los fondos que la Providencia hace pasar por mis manos, cualquiera que sea su origen; yo no me considero más que como depositario de aquellos que yo gano y con más razón de aquellos que me han sido confiados.
“Uno me preguntó un día, sin curiosidad, bien entendido, y por puro interés por la causa, que haría yo de un millón si lo tuviera. Le contesté que lo emplearla de muy distinto modo que al principio. Entonces su destino inmediato hubiera sido el de la propaganda por medio de una gran publicidad, mientras que hoy reconozco que aquella hubiera sido completamente inútil, puesto que nuestros adversarios se hubieran dado maña en obstruirla. No contando entonces con grandes recursos, los Espíritus han querido probarme que el Espiritismo debe su progreso a su propia fuerza.”
“Hoy, cuando el horizonte se ha ensanchado, y el porvenir, sobre todo, se ha puesto de manifiesto, las necesidades de otro orden bien distinto se dejan sentir.
Un capital como aquel que suponéis, recibiría un empleo más útil. Sin entrar en detalles que serian prematuros, diré simplemente que una parte serviría para convertir mi propiedad en casa de retiro espirita, en la que sus moradores recogerían los beneficios de nuestra doctrina moral; y la otra parte, para constituir una renta inalienable destinada: 1º-, a los gastos de mantenimiento del establecimiento; 2º-, a asegurar una existencia independiente a aquel que me suceda y a los que le ayudarán en su misión;
3º-, a socorrer a las necesidades ordinarias del Espiritismo sin necesidad de recurrir al cambio de productos eventuales, como yo me he visto obligado a hacer, puesto que la mayor parte de sus recursos estriban en mi trabajo, que tendrá un término.
"Ved lo que yo haría, pero si esta satisfacción no me es dada, ya sé que, de una manera o de otra, los Espíritus que dirigen el movimiento proveerán a todas las necesidades en tiempo útil. Por esto no me inquieto inútilmente y me ocupo tan solo de aquello que es para mi esencial: la terminación de los trabajos que me restan. Hecho esto, partir gozoso cuando Dios me llame".
Esto que dijimos entonces, es en un todo aplicable a nuestros días. Luego que el comité esté organizado, formaremos parte de él a titulo de simple miembro, reclamando la parte de elaboración que nos corresponda, pero no queriendo supremacía, ni titulo, ni privilegio ninguno. Bien que seamos miembros activos del comité, no acarrearemos ninguna carga a su presupuesto, ni por emolumentos, ni por indemnizaciones de viajes, ni por ninguna otra causa. Si nunca hemos pedido nada a nadie en provecho propio, menos lo haremos desde este instante. Nuestro tiempo, nuestra vida, todas nuestras fuerzas físicas, morales e intelectuales pertenecen a la doctrina. Declaramos, pues, formalmente, que ninguna parte de los recursos con que cuente el comité será distraída en nuestro provecho.
Nosotros aportaremos, por el contrario, nuestra cuota:
1º Con los productos que puedan dar nuestras obras hechas y por hacer.
2º Con el valor de nuestros bienes muebles e inmuebles. Luego que la doctrina esté organizada por la constitución del Comité Central, nuestras obras pasarán a ser propiedad del Espiritismo en la persona de este mismo comité, quien tendrá la gerencia y el cuidado de publicarlas por los medios más propios a su divulgación. Deberá ocuparse también de su traducción a las principales lenguas. La Revista ha sido hasta entonces una obra personal, como no podía menos de ser, atendido a que forma parte de nuestros libros doctrinales, aun sirviendo de anales al Espiritismo. En ella son elaborados y sometidos a estudio todos los principios nuevos. Fue necesario que conservara su carácter individual para la fundación de la unidad.
Hemos sido muchas veces solicitados para que la hiciéramos aparecer en épocas más próximas. Cualquiera que fuese nuestro deseo a este respecto, no hemos podido acceder a tal solicitación, al principio, porque el tiempo material no nos permitía acrecentar el trabajo, y en segundo lugar, porque ella no debía perder su carácter esencial, que no es ciertamente el de un periódico propiamente dicho.
Hoy, cuando nuestra obra personal toca a su término, las necesidades no son las mismas: la Revista pasará, como todas nuestras obras hechas y por hacer, a la propiedad colectiva del comité, quien tomará la dirección, para la más grande utilidad del Espiritismo, sin que renunciemos, por esto, a darle nuestra colaboración.
Para completar la obra doctrinal, nos resta publicar muchas obras, que no son, ciertamente, la parte menos difícil ni la menos dolorosa. Aunque nosotros no poseemos todos los elementos ni el programa esta trazado hasta el último capítulo, podemos prestar más atención y mas actividad a los trabajos, si por la constitución del Comité Central nos viéramos libres de detalles que absorben una gran parte de nuestro tiempo.
El primer periodo del Espiritismo fue consagrado al estudio de los principios y de las leyes que reunidas debían constituir la doctrina, en una palabra, a preparar los materiales al mismo tiempo que vulgarizar la idea. Esta fue la simiente esparcida, que, a semejanza de aquella de la parábola evangélica, no debía en todas partes fructificar del mismo modo. El niño ha crecido, es ya adulto, y ha llegado el momento en que, sostenido por los adeptos sinceros y devotos, debe marchar al fin que le está trazado, sin ser entretenido por los retardatarios.
Pero, ¿cómo hacer esta elección? ¿Quién osará cargar con la responsabilidad de un juicio que se contrae a las conciencias individuales? Lo mejor es que la elección se haga por sí misma, y esto resulta sumamente fácil; basta desplegar una bandera, y decir: “Aquellos que la adopten, que la sigan".
Al tomar la iniciativa de la constitución del Espiritismo, usamos de un derecho común, de aquel derecho que tiene cada cual de completar, como él lo entienda, la obra que principió y de juzgar de la mejor o peor oportunidad. Desde el instante que deja a todos en libertad absoluta de adherirse o no, no se le puede acusar de que ejerce presión arbitraria.
Nosotros creamos la palabra Espiritismo por las necesidades de la causa; nosotros tenemos el derecho, pues, de determinar sus aplicaciones y de definir las cualidades y las creencias del verdadero espiritista. (Revista espiritista de abril de 1866, página 3º). (Tomen nota de esto los disidentes y jefes de sectas que se llaman espiritistas)
Después de todo lo que precede, se comprenderá fácilmente cuán imposible y prematuro hubiera sido establecer desde el principio esta constitución. Si la doctrina espiritista estuviera formada de una sola vez, como toda concepción personal, nada hubiera sido más fácil que formular esta constitución desde el principio, puesto que desde el principio estaba la doctrina completada; pero como la doctrina se ha formado gradualmente en virtud de adquisiciones sucesivas, la constitución hubiera reunido a todos los amantes de novedades, pero pronto la hubieran abandonado cuantos no aceptasen todas sus consecuencias.
Pero, se nos dirá, ¿no es acaso una escisión la que preparáis entre los adeptos? Haciendo dos campos, ¿no buscáis dividir a la falange?
En todos aquellos que llamándose espiritistas no piensan del mismo modo acerca de todos los puntos, la división existe de hecho, y esta división es mucho peor que la que puede resultar de lo que preparamos, porque al fin, da por resultado no saber si en un espiritista hemos de ver a un adversario o a un adicto.
La unión es lo único que hace la fuerza, luego, una unión franca no puede existir entre gentes interesadas, moral o materialmente, en no seguir la misma ruta ni perseguir el mismo objetivo. Dos hombres sinceramente unidos por un pensamiento común, son más fuertes que ciento que no se entiendan. En semejante caso, la mezcla de miras divergentes obstruye la fuerza de cohesión de aquellos que quisieran marchar unidos, absolutamente igual que el líquido que se filtra por un cuerpo, es un obstáculo a la agregación de las moléculas de este.
Si la constitución da por efecto disminuir aparentemente el número de los espiritistas, tendrá por consecuencia inevitable dar más fuerza a los que marchen de común acuerdo a la realización del gran fin humanitario que el Espiritismo debe llenar. Se conocerán y se podrán tender la mano de uno a otro confín del mundo. Otro de sus efectos será oponer una barrera a los ambiciosos, que, si se impusieran, tratarían de desviar a la doctrina de su ruta para utilizarla en provecho propio. Todo está calculado para evitar tamaño resultado, y es lo mejor, nos parece, suprimir toda autocracia o supremacía personal.
Credo Espiritista
Preámbulo
(Nota añadida de Frank Montañez : "Éste es un Contenido apócrifo, añadido, sin el concurso de los Espíritus, ni la aprobación explícita de Allan Kardec", el Libro de Obras Póstumas, de Allan Kardec, también falsificado por Pierre Gaetan Leymarie).
Los males de la humanidad tienen su origen en la imperfección del hombre: por sus vicios se damnifican unos a otros. En tanto que los hombres sean viciosos, serán malhechores, porque la lucha de los intereses engendrará sin cesar las miserias.
Las buenas leyes contribuyen sin duda al mejoramiento social, pero son impotentes para asegurar la dicha de la humanidad, porque reprimen y no extirpan las malas pasiones, porque son más coercitivas que moralizadoras, porque no fiscalizan más que los actos más salientes y dejan sin sojuzgar las causas. Por lo mismo, la bondad de las leyes está en razón de la bondad de los hombres, tanto, que aquellos que están dominados por el orgullo y el egoísmo, harán leyes en provecho de las ambiciones personales. La ley civil solo modifica la superficie; la ley moral es la que penetra en el fuero interno de la conciencia y la reforma.
Esta averiguado que para evitar el disgusto causado por el contacto de los vicios de los hombres malhechores, el solo remedio es elevar el nivel moral. La dicha aumenta a medida que los vicios disminuyen. Por buena que sea una institución social, si los hombres son malos, la falsearán desnaturalizando su espíritu para explotarla en su provecho. Cuando los hombres sean buenos, harán buenas y durables instituciones, porque tendrán interés en conservarlas.
La cuestión social no tiene su punto de partida en la forma de tal o cual institución; esta toda entera en el mejoramiento moral de los individuos y de las masas. Aquí está el principio la verdadera clave del bienestar de la humanidad, porque cuando esto se haya conseguido, los hombres no pensarán en matarse unos a otros. No es suficiente echar un velo sobre la corrupción; es preciso extirparla.
El principio del mejoramiento está en la naturaleza de las creencias, porque ellas son el móvil de las acciones que modifican el sentimiento. En las ideas inculcadas en la infanda e identificadas con el espíritu, y en las que se anexionan con el desarrollo ulterior de la inteligencia y de la razón, es donde hay que buscar la fuente de nuestra bienandanza futura. Por la educación, mejor que por la instrucción, lograremos transformar la humanidad.
El hombre que trabaja seriamente por su propio mejoramiento, asegura su dicha en esta vida, y además, obtiene la satisfacción de su conciencia, viéndose exento de las miserias materiales y morales, que son las consecuencias inevitables de sus imperfecciones. Obtendrá la calma, porque las vicisitudes no deshojarán la flor de sus ilusiones; obtendrá la salud, porque su cuerpo no se entregar jamás a los excesos; poseer riquezas, porque la riqueza mayor es saberse contentar con lo necesario; gozar de la paz del alma, porque no se rodeará de necesidades ficticias ni será atormentado por la sed de honores y de lo superfluo, porque no conocerá la fiebre de la ambición, de la envidia y de los celos.
Siendo indulgente para con las imperfecciones de otro, que le excitarán su piedad y no su cólera, evitando todo lo que pueda perjudicar a su prójimo en palabras y en acciones, y queriendo, por el contrario, todo aquello que pueda ser útil y agradable a los demás, nadie sufrirá con su contacto.
Se asegura su felicidad en la vida futura, porque, cuanto más esté depurado, más se elevará en la jerarquía de los seres inteligentes y más pronto abandonar este mundo de expiación y prueba por los mundos superiores; porque el mal que haya reparado en esta vida no tendrá que repararlo en otras existencias; porque, en la erraticidad, no encontrará más que seres amigos y simpáticos, y no estar atormentado por la vista incesante de aquellos que tuvieran que compadecerle. Que los hombres, viviendo unidos, están animados de estos sentimientos, y serán dichosos en la tierra; que, de poco en poco, estos sentimientos ganen todo un pueblo, toda una raza, toda la humanidad, y nuestro mundo figurar en el rango de los felices.
¿Es esto una quimera, una utopía? Si, para aquel que no cree en el progreso del alma; no, para el que cree en su perfectibilidad indefinida. El progreso general es el resultado de todos los progresos individuales, pero el progreso individual no consiste solamente en el desarrollo de la inteligencia, en la adquisición de algunos conocimientos: esto no es más que una parte del progreso, que por cierto no conduce necesariamente al bien, puesto que se ven hombres sabios que hacen muy mal uso de su saber. El progreso consiste, sobre todo, en el mejoramiento moral, en la depuración del espíritu, en la extirpación de los malos gérmenes que existen en nosotros: este es el verdadero progreso, el solo progreso que puede asegurar la dicha a la humanidad, porque es la negación misma del mal. El hombre más adelantado en inteligencia puede hacer mucho mal; el que lo está en sentimientos no hará más que bien. Hay, pues, interés por parte de todos, en el progreso moral de la humanidad.
Pero ¿qué hace por el mejoramiento y la dicha de las generaciones futuras aquel que cree que todo final con la vida? ¿Qué interés ha de tener en perfeccionarse, en sujetarse, en dominar sus pasiones, en privarse de algo por el bien de los otros? Ninguno: la lógica misma le dice que su interés está en gozar de la vida por todos los medios posibles, puesto que mañana, acaso, habrá dejado de existir.
La doctrina del nihilismo es la parálisis del progreso humano, porque circunscribe la vida del hombre al imperceptible punto de la existencia presente; porque restringe las ideas y las concentra exclusivamente en la vida material. Con esta doctrina, el hombre no era nada antes, nada será después; todas las relaciones sociales terminan con la vida; la solidaridad es una palabra vana; la fraternidad una teoría sin razón; la abnegación en provecho de otro una majadería; el egoísmo con su máxima "cada uno para si", un derecho natural; la venganza un acto equitativo; la felicidad es para los más fuertes y para los más diestros; el suicidio, el fin lógico de aquellos que carezcan de lo necesario… Una sociedad fundada en la doctrina del nihilismo llevaría en si el germen de su disolución inmediata.
Muy otros son los sentimientos de aquel que tiene fe en el porvenir, que sabe que nada de lo que haya adquirido en ciencia y moralidad puede perdérsele, que del trabajo de hoy recogerá mañana sazonado fruto, que él mismo formará parte de las generaciones futuras más adelantadas y más buenas. Sabe que trabajando para los otros, trabaja para sí propio. Su vida no se concreta a la tierra: abraza el infinito de los mundos que serán un día su morada; entrevé el lugar glorioso que será su herencia, como la de todos los seres llegados a la perfección.
Con la fe en la vida futura el círculo de las ideas se ensancha, el porvenir está en el presente, el progreso personal tiene un objeto, una utilidad efectiva. De la continuidad de relaciones entre los hombres nace la solidaridad; la fraternidad se funda en la ley de la naturaleza y en el interés de todos.
La creencia en la vida futura es, pues, el elemento del progreso, porque es el estimulante del Espíritu. Solo ella nos puede dar valor en las pruebas, porque solo ella nos suministra la razón de las mismas y nos exhorta a la perseverancia en la lucha contra el mal si queremos conseguir nuestro destino. Precisa, por consiguiente, llevar esta creencia al espíritu de las masas que desfallecen.
Por otra parte, esta creencia es innata en el hombre; todas las religiones la proclaman. ¿Por qué no ha dado hasta el día todos los resultados que se podía esperar? Porque generalmente ha sido presentada en condiciones inaceptables para la razón. Tal como se la muestra, rompe todas las relaciones con el presente; desde el momento que uno abandona la tierra, debe ser extraño a la humanidad; ninguna solidaridad existe entre los muertos y los vivos; el progreso es puramente individual; trabajando por el porvenir, no se trabaja más que por sí, no se sueña más que para sí, y aún con un fin vago, indefinido, que no tiene nada de positivo sobre lo que el pensamiento pueda reposar con confianza; en fin, la vida futura que se presenta, es más una esperanza que una certeza. Esto ha dado por resultado, en unos la indiferencia, en otros, una exaltación mística, que aislando al hombre de la tierra, es esencialmente perjudicial al progreso efectivo de la humanidad, porque conduce al olvido de los cuidados que reclama el progreso material que la naturaleza nos ha impuesto como un deber.
Y sin embargo, aunque sean incompletos sus resultados, no dejan de ser muy reales. ¿Qué de hombres no han sido vigorizaos y sostenidos en el camino del bien por esta vaga esperanza? ¡Cuántos no han sido detenidos en la pendiente del mal por temor a comprometer su porvenir! ¡Qué nobles virtudes no ha desarrollado esta creencia! No desdeñemos, no, las creencias del pasado, que por deficientes que fueran, conducían al bien y estaban en relación con el progreso de la humanidad.
Pero progresando esta, quiere las creencias en armonía con las nuevas ideas. Si los elementos de la fe permanecen estacionados, se distancian del Espíritu, pierden toda influencia, y el bien que han producido en otro tiempo no pueden producirlo ahora porque no están a la altura de las circunstancias.
Para que la doctrina de la vida futura proporcione en lo sucesivo los frutos que hay que esperar, precisa, ante todo, que satisfaga la razón; que responda a la idea que se tiene de la sabiduría, de la justicia y de la bondad de Dios; que no pueda ser desmentida por la ciencia; que no deje en el espíritu ni duda ni incertidumbre; que sea tan positiva como la vida presente, de la cual es continuación, del mismo modo que el mañana es continuación del hoy; que se la vea, que se la comprenda, que se la toque como si dijéramos con el dedo; precisa, en fin, que la solidaridad del pasado, del presente y del porvenir a través de las diferentes existencias, sea evidente.
Tal es la idea que el Espiritismo da de la vida futura; y esta idea, en la que tiene su pujanza, no es una concepción humana que pudiera ofrecerse como la más racional, pero no como más verídica que las otras, sino que es el resultado de los estudios hechos sobre los ejemplos presentados por las diferentes categorías de Espíritus que se comunican, que han permitido explorarla vida extra corporal en todas sus fases, desde el más alto al más bajo de los seres. Las peripecias de la vida futura no son una teoría, una hipótesis más o menos probable, sino el resultado de diferentes observaciones. Son los mismos habitantes del mundo invisible los que han venido a describir su estado, y su situación es tal, que ni aun la imaginación más fecunda hubiera podido concebirla si ellos mismos no la hubieran presentado a los ojos del observador.
Dándonos la prueba de la existencia y de la inmortalidad del alma, nos inician en los misterios del nacimiento, de la muerte, de la, vida futura y de la vida universal, y nos hace tangibles las consecuencias inevitables del mal y del bien. Por esto, el Espiritismo, mejor que ningún otro credo, nos hace sentir la necesidad del mejoramiento individual, ya que por sabe el hombre de donde viene, a donde va y por que habita en la tierra: le presenta un fin, una utilidad práctica; no le forma tan solo para el porvenir: le forma para el presente, para la sociedad. Por su mejoramiento moral, los hombres preparan en la tierra el reinado de la paz y de la fraternidad. Por consiguiente, la doctrina espiritista es el más poderoso elemento moralizador, porque a la vez se dirige al corazón, a la inteligencia y al interés personal bien comprendido.
Por su esencia misma, el Espiritismo toca a todas las ramas de las ciencias físicas, metafísicas y morales; las cuestiones que abarca son innumerables; sin embargo, pueden resumirse en los principios siguientes, que están considerados como verdades adquiridas, constituyendo el programa del credo espiritista.
Principios Fundamentales De La Doctrina Espiritista
Reconocidos Como Verdades Adquiridas
(Nota añadida de Frank Montañez : "Éste es un Contenido apócrifo, añadido, sin el concurso de los Espíritus, ni la aprobación explícita de Allan Kardec", el Libro de Obras Póstumas, de Allan Kardec, también falsificado por Pierre Gaetan Leymarie).
La muerte corpórea de Allan Kardec suspendió las Obras póstumas de este Espíritu eminente. Este volumen se termina con un punto de interrogación, que muchos de los lectores, seguramente, hubieran querido ver resuelto con la lógica acostumbrada de nuestro docto maestro. Sin duda no debía ser así.
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MUCHA ATENCIÓN:
Esta nota fue añadida por Pierre-Gaetan Leymarie, al final del libro de Obras Póstumas de Allan Kardec. Esto no fue aprobado por Allan Kardec ni los Espíritus. El congreso del Espiritismo, nunca tuvo el aval de los Espíritus, para que se pronunciaron como acuerdos acordados por la convocación de Espíritus que aprobaran los cambios específicos ya dados y publicados en los 5 libros codificados. Todo los conceptos específicos, se constituyen como "Simples Opiniones", aisladas, que el Espiritismo no podía hacerse responsable. Se confundió la Elaboración, que todos deben contribuir, pero no se podía asumir que los adelantos científicos pudieran tener la aprobación de cambios específicos en los contenidos específicos de los libros codificados. Pierre Gaétan Leymarie se justificó en estas declaraciones, para justificar los cambios, adulteraciones y mutilaciones que el mismo había cometido en la 5ta revisión del libro de Génesis. Así se acordó, como dice aquí a continuación, y es cuando se abrió la puerta al Espiritualismo, la religión y el racionalismo, que cambiaron la ruta de ascenso del Espiritismo, a un estancamiento Doctrinario. Este estancamiento Doctrinario, afecto el Espiritismo hasta el día de hoy. Nadie podía decir nada, pues Allan Kardec, ni la viuda estaban vivos.
Veamos estas notas añadidas al libro de Obras Póstumas de Allan Kardec, copiado textualmente.
"En el Congreso Espiritista y Espiritualista de 1890, los delegados declararon que, desde 1869, los estudios sucesivos habían puesto de relieve cuestiones nuevas, y según la enseñanza preconizada por Kardec, algunos de los principios del Espiritismo sobre los cuales el maestro había basado su enseñanza, debían ponerse de acuerdo con la ciencia en general.
Esta corriente de ideas, común en los delegados venidos de todas las partes de la tierra, ha hecho palpable la conveniencia de dar a luz un nuevo volumen, con el objeto de poner en íntimo consorcio las enseñanzas de Kardec con aquello que constantemente nos ofrece el estudio de la verdad.
Esta será la obra del comité de propaganda. Nosotros contamos con los buenos servicios de nuestros hermanos en creencias, que han aprobado en el Congreso su competencia en las más altas cuestiones filosóficas, para secundar los trabajos del comité en la confección de esta obra colectiva, que a su vez será sometida a la revisión de un nuevo Congreso.
"La ciencia - ha dicho Allan Kardec- está llamada a constituir el verdadero Génesis según las leyes de la naturaleza".
"Los descubrimientos de la ciencia glorifican a Dios en lugar de rebajarle: no destruyen sino lo que los hombres han imaginado y las falsas ideas que han dado de Dios".
"El Espiritismo, marchando con el progreso, nunca se verá arrollado ni quedará rezagado, porque si nuevos descubrimientos le demostraran que está en el error en determinado punto, se modificará en este punto, y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría".
(El Génesis, capitulo l).
P. G. LEYMARIE.
Hasta aquí el contenido copiado textualmente de lo que escribió Pierre Gaétan Leymarie. Todo lo que se le atribuye a ser comentarios de Pierre Gaétan Leymarie en el libro de Obras Póstumas de Allan Kardec, fue añadido sin permiso de los Espíritus ni de Allan Kardec. Facilito tu Estudio, señalando estos comentarios apocrifos de Pierre Gaétan Leymarie. (Nota añadida de Frank Montañez : "Éste es un Contenido apócrifo, añadido, sin el concurso de los Espíritus, ni la aprobación explícita de Allan Kardec", el Libro de Obras Póstumas, de Allan Kardec, también falsificado por Pierre Gaetan Leymarie)
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Los Espíritus le dijeron a Allan Kardec, lo siguiente con relación a su sucesor en el Libro de Obras Póstumas:
AÑO DE 1861 EN FRANCIA
Traducción de Gustavo N. Martínez y Marta H. Gazzaniga
(En mi casa; comunicación particular; médium: Sr. d’A…)
Mientras mantenía una conversación con los Espíritus fui inducido a hablar acerca de mi sucesor en la dirección del espiritismo, y formulé la siguiente pregunta:
Pregunta - Entre los adeptos, muchos están preocupados con lo que llegará a ser del espiritismo después de mí, y preguntan quién habrá de sustituirme cuando parta, dado que no se ve aparecer a nadie, en forma evidente, para tomar sus riendas.
Por mi parte, respondo que no alimento la pretensión de ser indispensable; que Dios es sumamente sabio para no hacer que una doctrina destinada a regenerar el mundo se asiente sobre la vida de un hombre; que además siempre me han advertido que mi tarea consiste en constituir la doctrina y que para eso se me concederá el tiempo necesario. La tarea de mi sucesor será, por lo tanto, mucho más fácil, porque ya encontrará trazado el camino y bastará con que lo siga. No obstante, si los Espíritus considerasen oportuno manifestarme al respecto alguna cosa más concreta, les quedaría muy agradecido.
Respuesta - Todo eso es rigurosamente exacto. Esto es lo que nos está permitido decirte además. Tienes razón al manifestar que no eres indispensable: sólo lo eres a los ojos de los hombres, porque era necesario que el trabajo de organización se concentrase en las manos de uno solo, para que hubiese unidad; pero no eres indispensable a los ojos de Dios. Has sido escogido y por eso te encuentras solo; pero no eres, como por otra parte bien lo sabes, el único capaz de desempeñar esa misión. Si por algún motivo esta se interrumpiese, no le faltarían a Dios otras personas que te sustituyeran. Así, pase lo que pase, el espiritismo no peligrará.
Hasta que el trabajo de elaboración esté concluido, es necesario que seas el único en evidencia, dado que hacía falta una bandera en torno de la cual las personas pudiesen agruparse. Era preciso, también, que las personas te considerasen indispensable, para que la obra que saliera de tus manos tuviera más autoridad en el presente y en el porvenir; era preciso incluso que temiesen las consecuencias de tu partida.
Si aquel que habrá de sustituirte fuera designado previamente, la obra todavía inconclusa podría sufrir dificultades; se formarían contra él oposiciones suscitadas por los celos; lo cuestionarían antes de que él diese alguna prueba; los enemigos de la doctrina intentarían enlodar su camino, y de ahí resultarían cismas y divisiones. El sucesor, por lo tanto, será revelado cuando llegue el momento.
Su tarea será más fácil porque, como tú dices, el camino estará perfectamente trazado; pero si él se apartase, se perdería como se han perdido cuantos han querido atravesarse en la carretera. Sin embargo, la referida tarea será más penosa en otro sentido, puesto que tendrá que sostener luchas más arduas.
A ti te incumbe la tarea de la concepción; a él la de la realización, razón por la cual deberá ser un hombre de energía y de acción. Admira aquí la sabiduría de Dios en la elección de sus mandatarios: tú posees las cualidades que eran necesarias para el trabajo que debes realizar, pero careces de las que serán necesarias a tu sucesor. Tú precisas la calma, la tranquilidad del escritor que madura las ideas en el silencio de la meditación; él precisará la fortaleza del capitán que comanda un navío según las reglas trazadas por la ciencia. Liberado del trabajo de creación de la obra, bajo cuyo peso tu cuerpo sucumbirá, él tendrá mayor libertad para aplicar todas sus facultades al desarrollo y la consolidación del edificio.
P. - ¿Podrías decirme si la elección de mi sucesor ya ha sido hecha?
R. - Lo está, sin estarlo, si se considera que en uso de su libre albedrío, el hombre puede retroceder en el último momento ante la tarea que él mismo eligió. Es preciso también que dé pruebas de capacidad, de devoción, de desinterés y de abnegación. Si se dejase llevar sólo por la ambición y por el deseo de destacarse, por cierto sería dejado de lado.
P. - Ya ha sido dicho varias veces que numerosos Espíritus superiores encarnarán para ayudar al movimiento.
R. - Sin duda, muchos Espíritus tendrán esa misión, aunque cada uno en su especialidad para proceder, según su posición, sobre tal o cual parte de la sociedad. Todos se revelarán por sus obras, y ninguno por la pretensión a la supremacía.
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Jaime Erick Baqueriso Sotomayor,
Presidente de FUES Kardec y Frank Montanez |
Pierre Gaétan Leymarie, seria dejado a un lado, así lo dijeron los Espíritus. No queda duda en mi, que el Espiritismo es una doctrina de los Espíritus.
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