Identidad de los Espíritus, »Es sumamente fácil distinguir los espíritus buenos de los malos; porque el lenguaje de los espíritus superiores es siempre digno, noble, inspirado por la más pura moralidad, desprovisto de toda pasión baja, y porque sus consejos respiran la más profunda sabiduría, teniendo siempre por objeto nuestro perfeccionamiento y el bien de la humanidad. El de los espíritus inferiores es, por el contrarío, inconsecuente, trivial con frecuencia y hasta grosero. Sí dicen a veces cosas buenas y verdaderas, con más frecuencia aún las dicen falsas y absurdas por malicia o por ignorancia, y abusan de la credulidad y se divierten a expensas de los que les consultan, dando pábulo a su vanidad y alimentando sus deseos con mentidas esperanzas. En resumen, solamente en las reuniones graves, en aquellas cuyos miembros están unidos por una comunidad íntima de pensamientos encaminados al bien, se obtienen comunicaciones graves en la verdadera acepción de la palabra.
Aunque es casi imposible, tanto demostrar que son buenos como Malos, por simplemente decir y hacer alarde de sus vidas pasadas, pero al evaluar lo que se tiene de ellos por escrito, es fácilmente demostrable su identidad de buenos o malos.
Se puede establecer fácilmente la identidad de éstos Espíritus. Cuándo se hace alusión a los personajes antiguos, es la tarea más difícil de comprobar y muchas veces imposible, concretándonos a la apreciación puramente moral.
Se juzga a los Espíritus como a los hombres, por su lenguaje; por lo que dicen y por los mensajes que han dado por escrito en libros apócrifos a las enseñanzas de los Espíritus y del Espiritismo. Los cuáles se convierten también en dudosos. Podemos evaluar la identidad de ésos Espíritus, cuándo notamos que han insinuado ser Espíritus Puros y Perfectos, y podemos determinar que ni tan siquiera son Espíritus buenos, y menos Superiores, para considerarse haber sido Espíritus Protectores y Guías de acuerdo a la Escala Espírita.
Permea en ellos la mentira y la decepción, y son instrumentos de dominación y misticismos.
Para que se consideren Espíritus Realmente SUPERIORES, éstos NUNCA se pueden contradecir, NUNCA pueden decir mentiras, y sus comportamiento NUNCA pueden ser de imposición, porque los coloca como Espíritus Inferiores y Malos Espíritus. Entonces, es muy fácil establecer la identidad de los Espíritus, según lo define el Libro de Los Médiums en los ítems #255 hasta el #267, #238, y #303, incluyendo las referenciad.
De éso se trata éste artículo, de poder aprender a descubrir la Identidad de Espíritus Mistificadores, Contradictorios y que Imponen sus criterios ante los demás.
Los Espíritus NUNCA se pueden Imponer, porque los clasifica como Espíritus Malos, según el Libro ¿Qué es el Espiritismo?, Escollos de los Médiums… ítem #72
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Veamos que dice el item #72: "Uno de los caracteres distintivos de los malos espíritus es el de imponerse; dan órdenes y quieren ser obedecidos. Los buenos no se imponen nunca: dan consejos, y si no se les escucha, se retiran. De esto resulta que la impresión de los malos espíritus es casi siempre penosa, fatiga y produce una especie de malestar; a menudo provoca una agitación febril, movimientos bruscos y desenfrenados; la de los buenos espíritus es, por el contrario, apacible, suave y produce un verdadero bienestar."
Además de violar la Ley del "Olvido del Pasado" y develar los Secretos de Dios, haciendo comunicaciones Mediúmnicas o realizando regresiones al pasado para buscar esa información, lo cual es en contra de las enseñanzas del Espiritismo. Si los Espíritus aludidos, y si sus comportamientos son de Espíritus contradictorios a las creencias de Espiritismo, se consideran como Malos e imperfectos. Pues los Espíritus realmente Superiores, NUNCA se contradicen, y no se imponen, con estos engaños no son nada de benefactores. si se comportan como contradictorios e impositivos, son Espíritus MALOS e inferiores, .
Veamos, ¿Qué son los secretos de Dios en el Espiritismo?
300. ¿Para qué sirve la enseñanza de los Espíritus –alegarán algunas personas–, si no nos ofrece mayor certeza que la enseñanza humana? La respuesta es fácil. No aceptamos con la misma confianza la enseñanza de todos los hombres y, entre dos doctrinas, preferimos aquella cuyo autor nos parece más ilustrado, más capaz y juicioso, y menos accesible a las pasiones. De la misma manera se debe proceder con los Espíritus. Si bien entre ellos los hay que no están por encima de la humanidad, muchos son también los que la han superado, y que pueden ofrecernos instrucciones que en vano buscaríamos entre los hombres más instruidos. Debemos dedicarnos, pues, a distinguirlos entre la multitud de los Espíritus inferiores, en caso de que queramos ilustrarnos. El conocimiento en profundidad del espiritismo nos conduce a que hagamos esa distinción. No obstante, esas instrucciones tienen un límite, porque si no es dado a los Espíritus saberlo todo, con más razón debe ser así en el caso de los hombres.
Por consiguiente, hay cuestiones sobre las cuales sería inútil interrogar a los Espíritus, ya sea porque se les prohíbe revelarlas, o porque ellos mismos las ignoran, de modo que al respecto sólo pueden darnos su opinión personal. Ahora bien, son precisamente esas opiniones personales las que los Espíritus orgullosos presentan como verdades absolutas. Insisten, sobre todo, en aquello que debe permanecer oculto, como el futuro y el principio de las cosas, a fin de dar la impresión de que están en conocimiento de los secretos de Dios. Por esa razón, son esos los puntos sobre los cuales existen más contradicciones. (Véase el capítulo precedente.)
Lo mismo ocurrío con Divaldo Pereira Franco con la historia de su Espíritu Protector y Guia, "Joanna de Angelis", 5 veces monja en sus reencarnaciones pasadas. Es como si Divaldo Pereira Franco estuviera obsesionado con la religion catolica y las monjas del pasado. Ninguna de esas supuestas reencarnaciones de "Joanna de Angelis" han sido corroboradas, ni por la historia, ni por mediums mediumnicos que no hayan sido el propio Divaldo Pereira Franco. Como si esto fuera poco, tenemos a Divaldo haciendo alarde de su propia reencarnacion pasada. Vea este video
La identidad del Espíritu de los personajes antiguos es la más difícil de comprobar y muchas veces imposible, concretándonos a la apreciación puramente moral. Se juzga a los Espíritus como a los hombres, por su lenguaje; si un Espíritu se presenta bajo el nombre de Fenelón, por ejemplo, y dice trivialidades o puerilidades, es muy cierto que no puede ser él; pero si dice cosas dignas del carácter de Fenelón y que este mismo no desmintiera, hay en este caso, sino una prueba material, al menos toda la probabilidad moral que pueda ser él.
http://soyespirita.blogspot.com/2018/10/existio-andre-luiz-realmente-existio.html
El libro de Génesis Espiritual de Allan Kardec CARÁCTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA, escrito por Allan Kardec, nos indicó que probaramos los Espíritus : Capitulo 1, ítem#10, Juan el Evangelista dijo:
10. —Los Espíritus puros son los únicos que reciben directamente la Palabra de Dios con encargo de tras mitirla. Pero se sabe ahora que no todos los Espíritus son perfectos ni mucho menos, y que los hay que revisten falsas apariencias; lo cual ha hecho decir a SanJuan:
«No creais a todo Espíritu; más ver antes si son de Dios.» (Epís. 1.a cap. IV n.° 4.).
Tambien el Libro de los Médiums,
#278. ¿Están confundidos los espíritus de diferentes órdenes?
«Si y no, es decir, se ven; pero se distinguen los unos de los otros. Se separan o se aproximan, según la analogía o antipatía de sus sentimientos, como sucede entre vosotros. Forman un mundo cuyo reflejo oscurecido es el vuestro. Los del mismo grado se reúnen por una especie de afinidad, forman grupos o familias de espíritus unidos por la simpatía y por el fin que se proponen: los buenos, por el deseo de hacer el bien, y los malos, por el de hacer el mal, por la vergüenza de su falta y por la necesidad de encontrarse entre seres semejantes a ellos». Lo mismo sucede en una gran ciudad, donde los hombres de todos los grados y de todas las condiciones se ven y se encuentran, sin confundirse; donde las sociedades se forman por analogía de gustos; donde el vicio y la virtud se codean sin relacionarse.
590. ¿No tienen las plantas, como los animales, un instinto de conservación que las conduce a buscar lo que les es útil, y a huir de lo que puede serles nocivo?
«Si se quiere es una especie de instinto, lo cual depende de la acepción que se dé a la palabra; pero es puramente mecánico. Cuando en las operaciones químicas veis cómo se reúnen dos cuerpos, es porque se conviene, es decir, porque existe afinidad entre ellos; más no lo llamáis instinto».
591. ¿En los mundos superiores, las plantas son, como los otros seres, de naturaleza más perfecta?
«Todo es más perfecto; pero las plantas siempre son plantas, como los animales animales y siempre hombres los hombres».El Libro, ¿Qué es el Espiritismo?
item 72. Uno de los Carácteres distintivos de los malos Espíritus es el de imponerse: dan órdenes y quieren ser obedecidos; los buenos no se imponen nunca: dan consejos, y si no se les escucha, se retiran. De esto resulta que la impresión de los malos Espíritus es casi siempre penosa, fatiga y produce una especie de malestar; a menudo provoca una agitación febril, movimientos bruscos y desenfrenados; la de los buenos Espíritus es, por el contrario, apacible, suave y produce un verdadero bienestar.Malos Espíritus es el término apropiado para Espíritus inferiores no Evolucionados, porque no puede ser evolucionado un Espíritu que imponga sus criterios sobre su protegido, interfiriendo, violando su derecho a decidir por el bien o por el mal. Si quitamos al hombre su libre Albedrío los convertimos en máquinas (Libro de los Espíritus, ítem #399).
El ítem #268.1, define un Espíritu realmente Superior como uno que NUNCA se contradice. No es aceptable el decir que los Espíritus se podían equivocar algunas veces, no es posible, porque su comportamiento es de Espíritus inferiores, no moralizados y NO EVOLUCIONADOS. No está aceptado en el Espiritísmo que los Espíritus Superiores, que se equivocan, se contradicen, mistfican y además se imponen sobre el criterio de sus protegidos, los llamemos benefactores, o Espíritus Evolucionados.
#268.1 Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus 1ª ¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
"Con su lenguaje, así como vosotros distinguís a un atolondrado de un hombre sensato. Ya lo hemos dicho: los Espíritus superiores no se contradicen NUNCA y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es su preocupación. Los Espíritus inferiores están aún bajo el Imperio de las ideas materiales; sus discursos se resienten de su ignorancia y de su imperfección. Sólo es dado a los Espíritus superiores el conocer todas las cosas y juzgarlas sin pasión."
Notemos, además, que los Espíritus son atraídos, los unos hacia los otros, por la semejanza de sus cualidades, y que de ese modo forman grupos o familias por simpatía.Ley de Afinidad de los Espíritus, Libro de Los Médiums #255… Segunda Parte – Capítulo XXIV, IDENTIDAD DE LOS ESPÍRITUS, ÍNDICE, Pruebas posibles de identidad
255. La cuestión de la identidad de los Espíritus es una de las máscontrovertidas entre los mismos adeptos del Espiritismo; en efecto, los Espíritus no nos traen una prueba de notoriedad, y se sabe con cuánta facilidad algunos de ellos toman nombres supuestos; después de la obsesión, es también una de las más grandes dificultades del Espiritismo práctico; por lo demás, en muchos casos, la identidad absoluta es una cuestión secundaria y sin importancia real. La identidad del Espíritu de los personajes antiguos es la más difícil de comprobar y muchas veces imposible, concretándonos a la apreciación puramente moral.
Chico Xavier y su hermano Andre Luis,
Se juzga a los Espíritus como a los hombres, por su lenguaje; si un Espíritu se presenta bajo el nombre de Fenelón, por ejemplo, y dice trivialidades o puerilidades, es muy cierto que no puede ser él; pero si dice cosas dignas del carácter de Fenelón y que este mismo no desmintiera, hay en este caso, sino una prueba material, al menos toda la probabilidad moral que pueda ser él. Sobre todo en este caso la identidad real es una cuestión accesoria; desde el momento que el Espíritu sólo dice cosas buenas, poco importa el nombre del que las da. Se objetará, sin duda, que el Espíritu que tomase un nombre supuesto, aún cuando sólo fuese para decir cosas buenas, no por eso dejaría de cometer un fraude y en tal caso no puede ser un Espíritu bueno. Aquí es en donde hay matices delicados bastante difíciles de comprender, y que trataremos de desenvolver.
256. A medida que los Espíritus se purifican y se elevan en la jerarquía, los carácteres distintivos de su personalidad se borran de cierto modo en la uniformidad de perfección y, sin embargo, no dejan de conservar su individualidad; esto tiene lugar en los Espíritus Superiores y en los Espíritus Puros. En esta posición, el nombre que tenía en la tierra, en una de las mil existencias corporales "efímeras" por las cuales pasaron, es una cosa enteramente insignificante.
Notemos también que los Espíritus son atraídos los unos hacia los otros por la semejanza de sus cualidades, y que de este modo forman grupos o familias simpáticas. Por otra parte, si se considera el número inmenso de Espíritus que desde el origen de los tiempos deben haber llegado al primer puesto, y si se compara con el número tan corto de hombres que dejaron un gran nombre sobre la tierra, se comprenderá que entre los Espíritus superiores que pueden comunicarse, la mayor parte no debe tener nombre para nosotros; pero como necesitamos nombres para fijar nuestras ideas, pueden tomar el de un personaje conocido, cuya naturaleza se identifica del mejor modo con la suya; por esto nuestros ángeles guardianes se dan a conocer muy a menudo con el nombre de uno de los santos que nosotros veneramos y generalmente con el de aquel por quién tenemos más simpatía.
De esto se sigue que si el ángel de la guarda de una persona toma el nombre de San Pedro, por ejemplo, no hay ninguna prueba material que éste sea, precisamente, el apóstol de este nombre; lo mismo puede ser el que un Espíritu enteramente desconocido, perteneciendo a la familia de los Espíritus de los que San Pedro forma parte; de aquí se sigue que cualquiera que sea el nombre bajo el cual se evoca a su ángel de la guarda vendrá al llamamiento que se le hace, porque se le atrae por el pensamiento, siéndole indiferente elnombre. Lo mismo sucede siempre que un Espíritu superior secomunica espontáneamente bajo el nombre de un personaje conocido; nada prueba que este sea el Espíritu de aquel personaje; pero si no dice nada que desmienta la elevación decarácter de este último, hay "presunción" que sea él y en todo caso puede decirse que si no lo es debe ser un Espíritu del mismo grado y quizás enviado por él.En resumen, la cuestión del nombre es secundaria, pudiendo ser el nombre considerado como un simple indicio del lugar que ocupa el Espíritu en la escala espiritista. La posición es otra cuando un Espíritu de un orden inferior se reviste de un nombre respetable para dar autoridad a sus palabras, y esto sucede con tanta frecuencia que no podríamos prevenimos bastante contra esta clase de substituciones; porque a favor de estos nombres prestados y sobre todo con la ayuda de la fascinación, ciertos Espíritus sistemáticos, más orgullosos que sabios, procuran acreditar las ideas más ridículas.
La cuestión de identidad es, pues, como lo hemos dicho, poco menos que indiferente cuando se trata de instrucciones generales, puesto que los mejores Espíritus pueden substituirselos unos a los otros sin que esto tenga consecuencias. Los Espíritus Superiores forman, por decirlo así, un todo colectivo, cuyas individualidades, con pocas excepciones, nos son completamente desconocidas. Lo que nos interesa no es su persona, sino su enseñanza; pues desde el momento que esta enseñanza es buena, poco importa que el que la da se llame Pedro o Pablo; se le juzga por su calidad y no por su título. Si un vino es malo, el rótulo no lo hará mejor. En cuanto a las comunicaciones íntimas, ya es otra cosa, porque es el individuo, su misma persona, la que nos interesa, y con razón en este caso procuramos asegurarnos si el Espíritu que viene a nuestro llamamiento es realmente el que se desea.
Nota de Frank Montañez : "En el Espiritismo, tenemos infiltrados Espiritualistas, cuyos Espiritus encarnados son Espiritus inferiores, imponentes con muchos deseos de ser reconocidos como grandes Personajes en la historia, pero los Espiritistas Verdaderos, ya no somos ignorantes y tenemos muchos recursos para desenmascararlos ante los demás."
257. La identidad se puede comprobar con mucha más facilidad, cuando se trata de Espíritus contemporáneos cuyo carácter y costumbres se conocen, porque no habiendo tenido aún tiempo de despojarse de sus costumbres, precisamente se dan a conocer por las mismas y decimos en seguida que son una de las señales más ciertas de identidad. El Espíritu puede, sin duda, dar las pruebas sobre la pregunta que se le ha hecho, pero no lo hace nunca sino cuando le conviene, y generalmente esto le hiere; por lo que debe evitarse. Dejando su cuerpo, el Espíritu no se ha despojado de su susceptibilidad, y se incomoda de toda pregunta que tiene por objeto ponerle a prueba. Se hacen "tales preguntas que no se atreverían hacérselas si se presentaba vivo" por temor de faltar a la educación; ¿por qué, pues, ha de tenérsele menos respeto después de la muerte? Si un hombre se presenta en un salón diciendo su nombre, ¿se le irá a decir a quemarropa que pruebe que es tal, exhibiendo sus títulos bajo el pretexto de que hay impostores? Este hombre tendría, seguramente, el derecho de recordar al preguntador las reglas de buena crianza. Esto es lo que hacen los Espíritus, no contestando o retirándose. Pongamos un ejemplo por comparación. Supongamos que el astrónomo Arago, cuando vivía, se hubiese presentado en una casa que no le conocieron y que se le apostrofase de este modo: "Decís que sois Arago, pero como no os conocemos, hacednos el favor de probárnoslo contestando a nuestras preguntas; resolved tal problema de astronomía; decidnos vuestros nombres, apellidos, los de vuestros hijos, lo que hicisteis tal día, a tal hora, etc. ¿Qué hubiera contestado? Pues bien! como Espíritu hará lo que hubiera hecho viviendo, y los otros Espíritus hacen lo mismo.
258. Mientras que los Espíritus se niegan a contestar a preguntas pueriles y descabelladas, que se hubiera tenido reparo en hacérselas cuando vivían, ellos mismos dan a menudo, y espontáneamente, pruebas irrecusables de su identidad, por su carácter, que se revela en su lenguaje, por el empleo de las palabras que le eran familiares, por la cita de diferentes hechos, particularidades de su vida, algunas veces desconocidas de los asistentes, y cuya exactitud ha podido probarse. Además las pruebas de identidad resaltan de una multitud de circunstancias imprevistas, que no siempre se presentan al primer golpe de vista, sino continuando la lo más conversación. Conviene, pues, esperarlas sin provocarías, observando con cuidado todas aquellas que pueden desprenderse de la naturaleza de las comunicaciones. (Véase el hecho referido número 70).
70. A bordo de un buque de la marina imperial francesa, enestación en los mares de la China, toda la tripulación, desde losmarineros hasta el estado mayor, se ocupaba en hacer hablar a las mesas. Se tuvo la idea de evocar al Espíritu de un tenientede este mismo buque, muerto hacía dos años. Vino, y despuésde diversas comunicaciones que llenaron a todos de asombro, dijo lo que sigue, por medio de golpes. "Os suplicoencarecidamente que paguéis al capitán la suma de… (indicabala cantidad) que le debo, y que siento no haberle podido reembolsar antes de mi muerte." Nadie conocía el hecho; elmismo capitán había olvidado este crédito, por cierto muyinsignificante; pero examinando sus cuentas, encontró elasiento de la deuda del teniente, y cuya cantidad era exactamente la indicada. Dígasenos de qué pensamientoprovenía el reflejo de esta indicación.
71. Se perfeccionó el arte de comunicar por los golpesalfabéticos, pero el medio era siempre muy largo. Sin embargose obtienen comunicaciones de cierta extensión así comointeresantes revelaciones sobre el mundo de los Espíritus. Estos indicaron otros medios, y a ellos debemos el de lascomunicaciones escritas. Las primeras comunicaciones de estegénero tuvieron lugar adaptando un lápiz al pie de una mesita ligera colocada sobre una hoja de papel. La mesita, puesta en movimiento por la influencia del médium, se puso a trazar carácteres, luego palabras y frases. Se simplificó sucesivamente este medio sirviéndose de mesitas tan grandes como la mano, hechas expresamente; después de cestitas, de cajas de cartón y, en fin, de simples tablitas. La escritura era tan corriente, tan rápida y tan fácil como con la mano; pero se reconoció más tarde que todos estos objetos no eran más, en definitiva, que apéndices, verdaderos lapiceros de los cuales no había necesidad, teniendo por sí mismo el lápiz; la mano, arrastrada por un movimiento voluntario, escribía bajo la impulsión dada por el Espíritu y sin el concurso de la voluntad, ni del pensamiento del médium. Desde entonces las comunicaciones de ultratumba no tuvieron más límites que la correspondencia habitual entre vivos. Volveremos sobre estos diferentes medios que explicaremos en detalle; los hemos bosquejado rápidamente para demostrar la sucesión de los hechos que han conducido a acreditar en estos fenómenos la intervención de inteligencias ocultas, o de otro modo, de los Espíritus.
259. El medio que se emplea algunas veces con buen resultado para asegurar la identidad, cuando el Espíritu que se comunica es sospechoso, consiste en hacerle afirmar, "en nombre de Dios Todopoderoso", que es el mismo que se nombra. Sucede a menudo que el que toma un nombre supuesto retrocede ante un sacrilegio, y después de haber empezado a escribir: "Yo afirmo, en nombre de…", se para y traza con cólera líneas insignificantes, o rompe el lápiz; si es más hipócrita, evade la cuestión por una restricción mental, escribiendo por ejemplo: "Os certifico que digo la verdad"; o bien: "Atestiguo en nombre de Dios, que soy yo el que os hablo", etc. Pero los hay que no son tan escrupulosos y juran todo lo que se quiere.
Uno de ellos se comunicó a un médium diciendo que era "Dios" y el médium, muy honrado por tan alto favor, no vaciló en creerle. Evocado por nosotros no se atrevió a sostener tal impostura, y dijo: Yo no soy Dios, pero soy, su hijo. Entonces, ¿sois Jesús? Esto no es probable porque Jesús está colocado muy alto para emplear un subterfugio. ¿Os atrevéis, pues, a afirmar, en nombre de Dios que sois Cristo? Yo no digo que sea Jesús; yo digo que soy el hijo de Dios, porque soy una de sus criaturas. Debe deducirse de esto que si rehúsa un Espíritu el afirmar su identidad en nombre de Dios, es siempre una prueba manifiesta de que el nombre que ha tomado es una impostura, pero que la afirmación sólo es una presunción y no una prueba cierta.
260. Puede también colocarse entre las pruebas de identidad la semejanza de escritura y de la firma, pero como por otra parte no es dado a todos los médiums el obtener este resultado, esto no es siempre una garantía suficiente; en el mundo de los Espíritus hay tantas falsedades como en éste; no es, pues, sino una presunción de identidad, que no adquiere valor sino por las circunstancias que la acompañan. Lo mismo sucede con todas las señales materiales que algunos dan como talismanes inimitables por los Espíritus mentirosos. Para los que se atreven a jurar a Dios en falso o falsificar una firma, un signo material cualquiera que sea, no puede ofrecerles mayor obstáculo. La mejor de todas las pruebas de identidad está en el lenguaje y en las circunstancias casuales.
261. Sin duda se dirá que si un Espíritu puede imitar una firma, del mismo modo puede imitar el lenguaje. Esto es verdad; nosotros hemos visto que tomando descaradamente el nombre de Cristo, y para engañar, simulaban el estilo evangélico y prodigaban a diestro y a siniestro estas palabras bien conocidas: "En verdad, en verdad yo os lo digo"; pero cuando se estudiaba el conjunto "sin prevenciones", cuando se escudriñaba el fondo de los pensamientos, la importancia de las expresiones; cuando al lado de las bellas máximas de caridad se veían recomendaciones pueriles y ridículas, hubiera sido preciso estar "fascinado" para engañarse. Sí; ciertas partes de la forma material del lenguaje pueden ser imitadas pero no el pensamiento; jamás la ignorancia imitará el verdadero saber, y jamás el vicio imitará la verdadera virtud; siempre habrá algo que hiera el oído; entonces es cuando el médium, así como el que evoca, tienen necesidad de toda la perspicacia y de todo su criterio para distinguir la verdad de la mentira. Deben persuadirse que los Espíritus perversos son capaces de todas las estratagemas, y cuando más elevado es el nombre bajo el cual se manifiestan, más debe inspirar desconfianza. ¡Cuántos médiums ha habido que han tenido comunicaciones apócrifas firmadas por Jesús, María o de un santo venerado! Distinción de los buenos y de los malos Espíritus
262. Si la identidad absoluta de los Espíritus es, en muchos casos, una cuestión accesoria y sin importancia, no sucede lo mismo con la distinción de los buenos o malos Espíritus; su individualidad puede sernos indiferente, su cualidad no lo es jamás. En todas las comunicaciones instructivas es en donde debe concentrarse más la atención, porque ésta sola es la que puede darnos la medida de la confianza que debemos tener con el Espíritu que se manifiesta, cualquiera que sea el nombre que tome. ¿El Espíritu que se manifiesta, es bueno o malo? ¿A qué grado de la escala espiritista pertenece? Aquí está la cuestión principal. (Véase "Escala Espiritista", Libro de los Espíritus, número 100).
ESCALA ESPIRITISTA 100.
Observaciones preliminares. La clasificación de los espíritus está basada en su grado de progreso, en las cualidades que han adquirido y en las imperfecciones de que han de despojarse aún. Esta clasificación, además, no es absoluta; cada categoría no ofrece en su conjunto más que un carácter saliente; pero la transición es insensible de un grado a otro, y en los límites desaparece el matíz como en los reinos de la naturaleza, en los colores del arco iris y también como en los diferentes períodos de la vida del hombre. Se puede, pues, formar un número mayor o menor de clases, según el aspecto que se elija para considerar esta cuestión. Sucede esto como en los sistemas de clasificaciones científicas, que pueden ser más o menos completos, más o menos racionales y cómodos para la inteligencia, sin que, cualesquiera que sean, cambien en nada el fondo de la ciencia. Los espíritus consultados sobre el particular han podido, pues, discordar en el número de categorías, sin que esto tenga trascendencia. Algunos han hecho un arma de esta contradicción aparente, sin reflexionar que los espíritus no dan importancia a lo que es puramente convencional, ya que para ellos el pensamiento lo es todo, dejando a nuestra voluntad la fomia, la elección de los términos, las clasificaciones, los sistemas, en una palabra. Añadamos otra consideración que nunca debe perderse de vista, a saber: que entre los espíritus, lo mismo que entre los hombres, los hay muy ignorantes, y que nunca se estará bastante prevenido contra la tendencia de creer que todos han de ser sabios, porque son espíritus. Toda clasificación requiere método, análisis y conocimiento profundo del asunto, y en el mundo de los espíritus, los que tienen conocimientos limitados no son. como no lo son los ignorantes en la tierra, hábiles para abarcar el conjunto y formular un sistema, y no conocen o sólo comprenden impedectamente las clasificaciones. Para ellos, todos los espíritus que les son superiores pertenecen al primer orden; sin que puedan apreciar los matices de saber, capacidad y moralidad que los distinguen, como entre nosotros se distingue el rústico del ilustrado, y hasta los mismos que son capaces de hacerlo.
263. Se juzga a los Espíritus, hemos dicho, como se juzga a los hombres, por su lenguaje. Supongamos que un hombre reciba veinte cartas de personas que le son desconocidas; por el estilo, por los pensamientos, por una multitud de señales conocerá, en fin, las que son instruidas o ignorantes, finas o mal educadas, superficiales, profundas, frívolas, orgullosas, formales, ligeras, sentimentales, etc. Lo mismo sucede con los Espíritus; debe considerárseles como corresponsales que jamás han visto, y preguntarse qué es lo que se pensaría del saber y del carácter de un hombre que dijera o escribiera semejantes cosas. Se puede poner como regla invariable y sin excepción, "que el lenguaje de los Espíritus está siempre en razón de su grado de elevación". Los Espíritus realmente superiores no sólo dicen grandes cosas, sino que las dicen en término que excluyen, de la manera más absoluta, toda trivialidad; por buenas que sean estas cosas, si están empañadas con una sola expresión que resienta la bajeza, es una señal indudable de su inferioridad y con mucha más razón si el conjunto de las comunicaciones hiere la decencia por su grosería. El lenguaje descubre siempre su origen, sea por el pensamiento que manifiesta, sea por su forma, y aun cuando un Espíritu quisiera engañarnos sobre su pretendida superioridad, basta conversar algún tiempo con él para conocerle.
264. La bondad y benevolencia son también atributos esenciales de Espíritus depurados; no odian ni a los hombres ni a los Espíritus; compadecen las debilidades, critican los errores, pero siempre con moderación, sin aversión ni animosidad. Si se admite que los Espíritus verdaderamente buenos sólo pueden querer el bien y decir cosas buenas, se deducirá en consecuencia que el lenguaje de los Espíritus que manifieste falta de bondad y benevolencia, no dimana de un Espíritu bueno.
265. La inteligencia está lejos de constituir un signo seguro de superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre van juntas. Un Espíritu puede ser bueno, afable, pero tener conocimientos limitados, mientras que otro, inteligente e instruido, puede ser muy inferior en moralidad. Por lo general se cree que, si se interroga al Espíritu de un hombre que en la Tierra ha tenido un conocimiento profundo en alguna especialidad, de él se obtendrá la verdad con mayor certeza. Esto es lógico, pero no siempre es cierto. La experiencia demuestra que los sabios, tanto como los demás hombres, en especial los que dejaron la Tierra recientemente, todavía se encuentran bajo el dominio de los prejuicios de la vida corporal, puesto que no se despojan de inmediato del espíritu de sistema 53. Por consiguiente, puede suceder que, bajo el influjo de las ideas que alimentaron cuando estaban vivos, y de las cuales hicieron para ellos mismos un título de gloria, vean con menos claridad de lo que creemos. Lejos estamos de presentar este principio como una regla. Sólo decimos que es algo que sucede. Así pues, la ciencia humana que ellos poseen no siempre constituye una prueba de su infalibilidad como Espíritus.
53 Esprit de système: propensión a juzgar las cosas mediante un sistema de ideas preconcebido, antes del tiempo oportuno o sin tener de ellas cabal conocimiento. (N. del T.).
266. Al someter todas las comunicaciones a un examen escrupuloso, escrutando y analizando el pensamiento y las expresiones de los Espíritus, como hacemos cuando se trata de juzgar una obra literaria, y rechazando sin vacilar todo lo que sea contrario a la lógica y el buen sentido, así como todo lo que desmienta el carácter del Espíritu que supuestamente se manifiesta, lograremos que los Espíritus embusteros se desalienten y terminen por retirarse, a partir del momento en que queden debidamente convencidos de que no podrán engañarnos.
53 Esprit de système: propensión a juzgar las cosas mediante un sistema de ideas preconcebido, antes del tiempo oportuno o sin tener de ellas cabal conocimiento. (N. del T.)
Una vez más decimos que este es el único medio de lograrlo, pero es infalible, dado que ninguna mala comunicación resiste a la crítica rigurosa. Los Espíritus buenos nunca se ofenden por eso, y ellos mismos nos aconsejan este procedimiento, pues no tienen motivo alguno para temer al examen. Solamente los malos se disgustan y tratan de eludir la crítica, porque tienen mucho que perder. De ese modo demuestran lo que son. Veamos el consejo que al respecto nos dio san Luis:
“Por legítima que sea la confianza que os inspiren los Espíritus que dirigen vuestros trabajos, hay una recomendación en la que nunca insistiremos demasiado, y que deberíais tener presente siempre que os entregáis a vuestros estudios: la de evaluar, analizar y someter al control de la razón más rigurosa todas las comunicaciones que recibís, así como no dejar de pedir las explicaciones necesarias para que podáis formaros una opinión, cada vez que un punto os parezca sospechoso, dudoso u oscuro.”________________________________________________
267. Los medios para reconocer la calidad de los Espíritus pueden ser resumidos en los principios siguientes:
1. No hay otro criterio para discernir el mérito de los Espíritus más que el buen sentido. Toda fórmula que a tal efecto den los Espíritus mismos es absurda, y no provendrá de Espíritus superiores.
2. Se juzga a los Espíritus tanto por el lenguaje que emplean como por sus acciones. Las acciones de los Espíritus son los sentimientos que inspiran y los consejos que dan.
3. Dado que los Espíritus buenos sólo pueden decir y hacer el bien, todo lo que es malo sólo puede provenir de un Espíritu malo.
4. El lenguaje de los Espíritus superiores es siempre digno, noble, elevado, sin ninguna mezcla de trivialidad. Todo lo dicen con sencillez y modestia. Jamás se vanaglorian, ni se jactan de su saber ni de la posición que ocupan en relación con los demás. En cambio, el lenguaje de los Espíritus inferiores o vulgares siempre tiene algún reflejo de las pasiones humanas. Toda expresión que deje traslucir bajeza, presunción, arrogancia, fanfarronería o acrimonia, es un indicio característico de inferioridad, o de engaño, en caso de que el Espíritu se presente con un nombre respetable y venerado.
5. No se debe juzgar a los Espíritus por la forma material de la comunicación, ni por la corrección del estilo. Es preciso sondear el sentido profundo, analizar sus palabras, evaluarlas fríamente, con madurez y sin prevenciones. Todo lo que se aparte de la lógica, de la razón y de la prudencia, no puede dejar dudas en cuanto a su origen, sea cual fuere el nombre con que se engalane el Espíritu. (Véase el § 224.)
224. No cabe duda de que el Espíritu que desea comunicarse comprende todos los idiomas, porque estos son la expresión del pensamiento, y porque es mediante el pensamiento que el Espíritu comprende. No obstante, para expresar ese pensamiento necesita un instrumento, y ese instrumento es el médium. El alma del médium, que recibe la comunicación de otro Espíritu, sólo puede transmitirla por medio de los órganos corporales. Ahora bien, esos órganos no pueden tener, para un idioma que el médium desconoce, la flexibilidad que manifiestan para el idioma que les resulta familiar. Un médium que sólo sepa francés podrá, ocasionalmente, dar una respuesta en inglés, por ejemplo, si al Espíritu le place hacerlo. Pero los Espíritus, que ya encuentran demasiado lento el lenguaje humano, en comparación con la rapidez del pensamiento –a tal punto que lo abrevian cuanto pueden–, se impacientan con la resistencia mecánica que encuentran en el médium, y por eso no siempre usan un idioma desconocido para él. Esa es también la razón por la cual un médium novato, que escribe trabajosamente y con lentitud, incluso en su propio idioma, por lo general no obtiene más que respuestas breves y sin desarrollo. Por eso, los Espíritus recomiendan que sólo se dirijan a través de esos médiums preguntas sencillas. Para las de mayor alcance se requiere un médium formado, que no ofrezca ninguna dificultad mecánica al Espíritu. Nosotros no elegiríamos para la lectura de un texto a un estudiante que apenas sabe deletrear. A un buen operario no le agrada servirse de herramientas defectuosas.
Agreguemos, respecto a los idiomas desconocidos, otra consideración de suma importancia. Los ensayos de este tipo se hacen siempre por curiosidad y a modo de experimentación. Ahora bien, nada es más antipático para los Espíritus que las pruebas a las que se intenta someterlos. Los Espíritus superiores nunca se prestan a ellas, y se apartan tan pronto como se pretenda entrar en ese camino. Así como se complacen en las cosas útiles y serias, les produce rechazo ocuparse de cosas fútiles y sin un objetivo. Los incrédulos dirán que esos ensayos sirven para convencerlos, y que ese fin es útil, ya que puede conquistar adeptos para la causa de los Espíritus. Pero los Espíritus les responden: “Nuestra causa no necesita de los que tienen suficiente orgullo para creerse indispensables. Llamamos a nosotros a los que queremos, y estos son, casi siempre, los más pequeños y humildes. ¿Acaso Jesús hizo los milagros que los escribas le pedían? ¿De qué hombres se sirvió para revolucionar el mundo? Si queréis convenceros, disponéis de otros medios, sin necesidad de exigir fenómenos extraordinarios. Comenzad por ser sumisos, pues no es normal que el estudiante imponga su voluntad al maestro”. De ahí resulta que, salvo algunas excepciones, el médium expresa el pensamiento de los Espíritus por los medios mecánicos que están a su disposición, y que la expresión de dicho pensamiento puede, e incluso debe, la mayoría de las veces, resultar afectado a causa de la imperfección de esos medios. Así, un hombre inculto, un campesino por ejemplo, podrá manifestar los más bellos conceptos, las ideas más elevadas, los pensamientos más filosóficos, valiéndose de las expresiones que lo caracterizan, pues como sabemos, para los Espíritus el pensamiento está por encima de todo. Esto responde a las objeciones de ciertos críticos a propósito de las deficiencias de estilo y de ortografía que es posible reprochar a los Espíritus, y que pueden provenir tanto de ellos como de los médiums. Apegarse a semejantes cosas es una futilidad. No menos pueril es ocuparse de reproducir esas deficiencias con minuciosa exactitud, como a veces hemos visto que se hace. Podemos, por lo tanto, corregirlas sin ningún escrúpulo, a menos que se trate de las características propias del Espíritu que se comunica, en cuyo caso es bueno conservarlas como prueba de identidad. De ese modo, por ejemplo, hemos visto a un Espíritu que escribía continuamente la palabra Jule (sin la letra ese), cuando se dirigía a su nieto Jules, porque cuando estaba vivo escribía de ese modo, aunque el nieto, que le servía de médium, supiera escribir perfectamente su propio nombre.
6. El lenguaje de los Espíritus elevados es siempre idéntico, si no en la forma, al menos en lo atinente al fondo. Los pensamientos son los mismos, en cualquier tiempo y en todo lugar. Pueden ser más o menos desarrollados, conforme a las circunstancias, a las necesidades y las facilidades que encuentren para comunicarse, pero nunca serán contradictorios. Si dos comunicaciones llevan el mismo nombre y se contradicen, es evidente que una de las dos es apócrifa, y la verdadera será aquella en la que NADA desmienta el carácter conocido del personaje. Por ejemplo, entre dos comunicaciones suscritas por san Vicente de Paúl, una de las cuales predique la unión y la caridad y la otra tienda a sembrar la discordia, no habrá persona sensata que pueda confundirse.
7. Los Espíritus buenos sólo dicen lo que saben. Se callan o confiesan su ignorancia sobre lo que no saben. Los malos hablan de todo con seguridad, sin preocuparse por la verdad. Toda herejía científica notoria, todo principio que atente contra el buen sentido, revela fraude en caso de que el Espíritu se presente como esclarecido.
8. Los Espíritus frívolos se reconocen también por la facilidad con que predicen el futuro, así como por la precisión con que aluden a hechos materiales que no nos es dado conocer. Los Espíritus buenos pueden hacernos presentir las cosas futuras, cuando ese conocimiento resulte útil, pero nunca dan precisión de fechas. Todo anuncio de un acontecimiento para una época determinada es un indicio de mistificación.
9. Los Espíritus superiores se expresan con sencillez, sin largos discursos. Su estilo es conciso, sin excluir la poesía de las ideas y las expresiones; es claro e inteligible para todos, y no demanda esfuerzo para ser comprendido. Poseen el arte de decir mucho con pocas palabras, porque emplean con propiedad cada vocablo. Los Espíritus inferiores, o pseudo sabios, ocultan bajo un estilo ampuloso y enfático el vacío de sus ideas. Su lenguaje suele ser presuntuoso, ridículo u oscuro, a fuerza de querer que parezca profundo.
10. Los Espíritus buenos nunca dan órdenes. No se imponen, sino que aconsejan; y si no son escuchados, se retiran. Los malos son autoritarios, imparten órdenes, quieren ser obedecidos y no se retiran, pase lo que pase. Todo Espíritu que se impone revela su origen. Son exclusivistas y absolutos en sus opiniones, y pretenden tener el privilegio de la verdad. Exigen que se les crea ciegamente, y jamás apelan a la razón, porque saben que a través de la razón serán desenmascarados.
11. Los Espíritus buenos no adulan. Aprueban lo que está bien hecho, pero siempre con discreción. Los malos exageran los elogios, estimulan el orgullo y la vanidad mientras predican la humildad, y tratan de exaltar la importancia personal de aquellos a quienes desean conquistar.
12. Los Espíritus superiores están, en todas las cosas, más allá de las puerilidades de la forma. Sólo los Espíritus vulgares dan importancia a detalles mezquinos, incompatibles con las ideas realmente elevadas. Toda prescripción minuciosa es indicio seguro de inferioridad, así como de engaño por parte de un Espíritu que adopte un nombre importante.
13. Se debe desconfiar de los nombres extravagantes y ridículosque algunos Espíritus adoptan cuando quieren imponerse a la credulidad. Sería completamente absurdo tomar en serio esos nombres.
14. Se debe, asimismo, desconfiar de los Espíritus que se presentan fácilmente con nombres muy venerados, y sólo hay que aceptar sus palabras con el máximo de reserva. En esos casos, sobre todo, es indispensable un control riguroso, pues muchas veces se trata de una máscara que adoptan para hacernos creer en supuestos vínculos de intimidad con Espíritus excelsos. Mediante ese procedimiento halagan la vanidad del médium, y muchas veces se aprovechan de ella para inducirlo a comportamientos lamentables y ridículos.
15. Los Espíritus buenos son muy escrupulosos en lo atinente a los comportamientos que aconsejan. En todos los casos, sólo se proponen un objetivo serio y eminentemente útil. Por lo tanto, debemos considerar sospechoso todo comportamiento que no exhiba esa característica o sea condenado por la razón, y reflexionar con madurez antes de adoptarlo, pues de lo contrario nos veríamos expuestos a desagradables mistificaciones.
16. También se reconoce a los Espíritus buenos por la prudente discreción que guardan sobre todos los temas que puedan comprometer a las personas. Les desagrada revelar el mal. En cambio, los Espíritus frívolos o malévolos se complacen en ponerlo en evidencia. Mientras los buenos procuran atenuar los errores, y predican la indulgencia, los malos los exageran y promueven la discordia por medio de pérfidas insinuaciones.
17. Los Espíritus buenos sólo prescriben el bien. Toda máxima o consejo que no se halle estrictamente conforme a la más pura caridad evangélica sólo puede ser obra de Espíritus malos.
18. Los Espíritus buenos sólo aconsejan lo que es perfectamente racional. Cualquier recomendación que se aparte de la línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de la naturaleza denuncia a un Espíritu atrasado y, por consiguiente, poco digno de confianza.
19. Los Espíritus malos, o simplemente imperfectos, también se traicionan por signos materiales, en relación con los cuales nadie puede confundirse. La acción que ejercen sobre el médium es a veces violenta, y le provoca movimientos bruscos y espasmódicos, una agitación febril y convulsiva, que contrasta con la calma y la dulzura de los Espíritus buenos.
20. Con frecuencia, los Espíritus imperfectos aprovechan los medios de comunicación de que disponen para dar consejos pérfidos. Fomentan la desconfianza y la animosidad contra aquellos que les resultan antipáticos. Las personas que pueden desenmascarar sus imposturas son, en especial, objeto de aversión de parte de ellos. Los hombres débiles se convierten en el blanco de sus esfuerzos para inducirlos al mal. En su intento de desviarlos del camino de la verdad, esos Espíritus se sirven de sofismas, o bien de sarcasmos, de injurias, e incluso de signos materiales que expresan el poder oculto del que disponen para convencerlos mejor.
21. En caso de que no se hayan liberado de la influencia de la materia, los Espíritus de los hombres que en la Tierra tenían una preocupación exclusiva, sea material o moral, continúan dominados por las ideas terrenales y son portadores de una porción de los prejuicios, las predilecciones e incluso las manías que los caracterizaban en este mundo. Todo eso se reconoce fácilmente por el lenguaje que emplean.
22. Los conocimientos de que algunos Espíritus se vanaglorian, por lo general con una especie de ostentación, no constituyen un signo de su superioridad. La verdadera piedra de toque, que prueba esa superioridad, es la pureza inalterable de los sentimientos morales.
23. No basta con interrogar a un Espíritu para conocer la verdad. Ante todo, debemos saber a quién nos dirigimos, porque los Espíritus inferiores, a consecuencia de la ignorancia en que se encuentran, tratan con frivolidad incluso las cuestiones más serias. Tampoco es suficiente que un Espíritu haya sido en la Tierra un hombre importante para que en el mundo espírita posea la soberana ciencia. Sólo la virtud, que lo purifica, tiene el poder de aproximarlo a Dios y ampliar sus conocimientos.
24. Las bromas de los Espíritus superiores por lo general son delicadas y sutiles, pero nunca vulgares. Entre los Espíritus burlones que no son groseros, la sátira mordaz suele ser muy oportuna.
25. Si se estudia cuidadosamente el carácter de los Espíritus que se presentan, sobre todo desde el punto de vista moral, se reconocerá su naturaleza y el grado de confianza que merecen. El buen sentido no podría engañarnos.
26. Para juzgar a los Espíritus, al igual que para juzgar a los hombres, es preciso, en primer lugar, que cada uno sepa juzgarse a sí mismo. Lamentablemente, muchas personas toman sus opiniones personales como medida exclusiva del bien y del mal, de lo verdadero y de lo falso. Todo lo que contradiga su manera de ver, sus ideas y el sistema que han concebido o adoptado, les parece malo. Es evidente que a estos individuos les falta la cualidad primordial para una apreciación sana: la rectitud del juicio. Pero ni siquiera lo sospechan. Ese es el defecto que más nos negamos a reconocer. Todas estas instrucciones son el resultado de la experiencia, así como de las enseñanzas que impartieron los Espíritus. Vamos a completarlas con las respuestas que dieron ellos mismos acerca de los puntos más importantes.____________________________________
Segunda Parte – Capítulo XXIV
268. Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los Espíritus
1. ¿Mediante qué signos se puede reconocer la superioridad o la inferioridad de los Espíritus?
“Por su lenguaje, así como distinguís a un hombre sensato de uno atolondrado. Ya hemos dicho que los Espíritus superiores nunca se contradicen y sólo manifiestan conceptos beneficiosos. Sólo quieren el bien, que constituye su única preocupación.
”Los Espíritus inferiores se encuentran todavía bajo el dominio de las ideas materiales. Sus discursos reflejan la ignorancia y la imperfección que los caracterizan. Sólo a los Espíritus superiores les es dado conocer todas las cosas y juzgarlas sin apasionamiento.”
2. La ciencia que un Espíritu posee, ¿es siempre un signo cierto de su elevación?
“No, porque si él todavía se encuentra bajo la influencia de la materia, es probable que tenga vuestros vicios y prejuicios. En el mundo hay algunas personas que son excesivamente envidiosas y orgullosas, ¿acaso creéis que tan pronto como lo dejen se liberarán de esos defectos? Después de su partida de allí, los Espíritus, en especial los que han alimentado pasiones intensas, permanecen envueltos en una especie de atmósfera que conserva todas esas cosas malas.
”Esos Espíritus medianamente imperfectos son más de temer que los Espíritus malos, porque en su mayoría combinan la astucia y el orgullo con la inteligencia. Mediante ese pretendido saber se imponen a las personas simples y a los ignorantes, que aceptan sin análisis sus teorías absurdas y falaces. Aunque esas teorías no puedan prevalecer sobre la verdad, no por eso dejan de producir un daño pasajero, porque obstaculizan la marcha del espiritismo, y porque los médiums cierran los ojos de buen grado en lo que concierne al mérito de esas comunicaciones. Esto exige un estudio profundo por parte de los espíritas esclarecidos y de los médiums, que deben concentrar toda su atención en distinguir lo verdadero de lo falso.”
3. Muchos Espíritus protectores se designan con nombres de santos o de personajes conocidos. ¿Qué debemos pensar al respecto?
“Ni siquiera todos los nombres de los santos, sumados a los de los personajes conocidos, alcanzarían para designar a los protectores de los hombres. Entre los Espíritus, pocos son los que tienen un nombre conocido en la Tierra. Por esa razón, la mayoría de las veces no declaran ninguno. Vosotros, no obstante, casi siempre queréis un nombre; en cuyo caso, para satisfaceros, los Espíritus toman el de una persona que conocisteis y que respetáis.”
4. ¿El uso de ese nombre prestado, no puede ser considerado un fraude?
“Sería un fraude si lo usara un Espíritu malo, que quisiera engañaros. Pero cuando es para bien, Dios permite que los Espíritus de la misma categoría actúen de ese modo, porque entre ellos existe solidaridad y semejanza de pensamientos.”
5. En ese caso, cuando un Espíritu protector manifiesta que es san Pablo, por ejemplo, ¿no se trata, pues, del Espíritu o alma del apóstol que tuvo ese nombre?
“De ninguna manera, pues hay miles de personas a las que se les ha dicho que su ángel de la guarda es san Pablo, o cualquier otro santo. Pero ¿qué os importa, con tal de que el Espíritu que os protege sea tan elevado como san Pablo? Ya lo he dicho, necesitáis un nombre, de modo que ellos adoptan uno para que podáis llamarlo y reconocerlo, así como usáis los nombres de pila para distinguiros de los demás miembros de vuestra familia. Los Espíritus protectores también pueden adoptar los nombres de los arcángeles Rafael, Miguel, etc., sin que eso acarree ninguna consecuencia.
”Por otra parte, cuanto más elevado es un Espíritu, tanto más amplia es su irradiación. Así pues, no os quepa duda de que un Espíritu protector de un orden superior puede tener bajo su tutela a centenares de encarnados. Entre vosotros, en la Tierra, hay administradores que se encargan de los negocios de cien o doscientas familias. ¿Por qué habríais de suponer que nosotros fuésemos menos aptos, espiritualmente hablando, para la orientación moral de los hombres, que los administradores para la orientación de sus intereses materiales?”
6. ¿Por qué los Espíritus que se comunican adoptan con tanta frecuencia los nombres de los santos?
“Los Espíritus que se comunican se identifican con los hábitos de aquellos a los se dirigen, y adoptan los nombres más apropiados para causar una fuerte impresión en los hombres, de acuerdo con las creencias de estos.”
7. Algunos Espíritus superiores a quienes evocamos, ¿acuden siempre en persona o, como algunos suponen, se hacen representar por mensajeros encargados de transmitirnos sus pensamientos?
“¿Por qué no habrían de acudir en persona, si pueden hacerlo? Con todo, si el Espíritu evocado no puede acudir, lo hará forzosamente un representante.”
8. Ese representante, ¿es siempre suficientemente esclarecidopara responder como lo haría el Espíritu que lo envía?
“Los Espíritus superiores saben a quién confían el encargo de sustituirlos. Además, cuanto más elevados son los Espíritus, tanto más se confunden en un pensamiento común, de manera que, para ellos, la personalidad es una cosa indiferente, como debería serlo también para vosotros. ¿Creéis, entonces, que en el mundo de los Espíritus superiores sólo están los que conocisteis en la Tierra, con capacidad para instruiros? Sois de tal modo inducidos a consideraros los modelos del universo, que siempre suponéis que fuera de vuestro mundo no existe nada más. En realidad, os asemejáis a esos salvajes que, como no han salido nunca de la isla donde viven, creen que el mundo termina allí.”
9. Comprendemos que esto sea así cuando se trata de unaenseñanza sería. No obstante, ¿cómo es posible que los Espíritus elevados permitan que otros, de condición inferior,adopten nombres respetables para inducir a los hombres alerror, a través de máximas que muchas veces son perversas?
“Los Espíritus inferiores no hacen eso con el permiso de los Espíritus elevados. ¿Acaso no sucede lo mismo entre vosotros? Los que engañan así a los hombres serán castigados, no os quepa duda, y ese castigo será proporcional a la gravedad de la impostura. Además, si no fueseis imperfectos, alrededor vuestro sólo tendríais Espíritus buenos. Si sois engañados, no os debéis quejar más que de vosotros mismos. Dios permite que las cosas sucedan de esa manera para poner a prueba vuestra perseverancia y vuestro juicio, y para enseñaros a distinguir la verdad del error. Si no lo hacéis, se debe a que no estáis lo suficientemente elevados y a que todavía os hacen falta las lecciones de la experiencia.”
10. Los Espíritus poco adelantados, pero animados de buenas intenciones y del deseo de progresar, ¿no son a veces delegados para sustituir a un Espíritu superior, a fin de que tengan la oportunidad de ejercitarse en la enseñanza?
“Eso nunca sucede en los centros espíritas importantes, es decir, en los centros serios, y cuando se trata de impartir una enseñanza general. Esos Espíritus poco adelantados siempre se presentan allí por iniciativa propia y, como vosotros decís, para ejercitarse. A eso se debe que sus comunicaciones, aunque buenas, lleven invariablemente el sello de su inferioridad. Solamente se los delega para comunicaciones de escasa importancia, y para aquellas que podemos denominar personales.”
11. Algunas veces, las comunicaciones espíritas ridículas estánentremezcladas con excelentes máximas. ¿Cómo conciliaresta anomalía, que pareciera indicar la presencia simultáneade Espíritus buenos y Espíritus malos?
“Los Espíritus malos, o los frívolos, también se entrometen para enunciar sentencias, aunque no lleguen a comprender debidamente su alcance o significación. ¿Acaso entre vosotros sólo las enuncian los hombres superiores? No; los Espíritus buenos y los malos no actúan juntos. Así pues, por la uniformidad constante de las buenas comunicaciones reconoceréis la presencia de los Espíritus buenos.”
12. Los Espíritus que nos inducen a error, ¿lo hacen siemprede manera consciente?
“No; hay Espíritus buenos, pero ignorantes, que pueden engañarse de buena fe. Cuando son conscientes de su incapacidad, aceptan el hecho y sólo hablan de lo que saben.”
13. El Espíritu que transmite una comunicación falsa, ¿estásiempre animado de una intención malévola?
“No; si se trata de un Espíritu frívolo, se divierte sin ningún otro objetivo más que mistificar.”
14. Dado que ciertos Espíritus pueden engañar con el lenguaje que emplean, ¿son capaces también de adoptar una falsa apariencia delante de un médium vidente?
“Sí, aunque es más difícil. No obstante, eso sólo sucede con una finalidad que esos Espíritus malos ignoran. Ellos sirven de instrumentos para dar una lección. El médium vidente puede ver Espíritus frívolos y embusteros, del mismo modo que otros médiums los escuchan o escriben bajo su influencia. Los Espíritus frívolos pueden aprovecharse de esa facultad para engañar al médium con falsas apariencias. Eso depende de las cualidades del Espíritudel médium.”
15. Para no ser engañado, ¿basta con que el médium estéanimado de buenas intenciones? Y los hombres serios, queen sus estudios no mezclan ningún sentimiento de vana curiosidad, ¿se hallan también expuestos a ser engañados?
“Menos que los otros, evidentemente. Pero el hombre siempre tiene algunos defectos que atraen a los Espíritus burlones. Se considera fuerte, aunque la mayoría de las veces no lo es. Por lo tanto, debe desconfiar de la debilidad engendrada por el orgullo y los prejuicios. Nadie toma suficientemente en cuenta esas dos causas de debilidad, que los Espíritus aprovechan, pues mediante el halago de los caprichos están seguros de que triunfarán.”
16. ¿Por qué permite Dios que los Espíritus malos se comuniquen con los hombres y digan cosas perjudiciales?
“Hasta en lo que es más perjudicial hay una enseñanza. Corresponde a vosotros saber aprovecharla. Es preciso que haya comunicaciones de toda índole, para que aprendáis a distinguir a los Espíritus buenos de los malos, y para que ellos os sirvan de espejo a vosotros mismos.”
17. ¿Pueden los Espíritus, por medio de comunicaciones escritas, inspirar desconfianza infundada contra ciertas personas, y sembrar la discordia entre amigos?
“Los Espíritus perversos y envidiosos pueden hacer, en el terrenodel mal, todo lo que hacen los hombres. Por eso es necesariocuidarse de ellos. En cambio, los Espíritus superiores son siempreprudentes y reservados cuando deben emitir una censura.No hablan mal de nadie, sino que advierten con cautela. Si quierenque dos personas, para su mutuo beneficio, dejen de tratarse,provocarán incidentes que las distanciarán en forma natural.Un lenguaje capaz de sembrar la discordia y la desconfianza es,en todos los casos, obra de un Espíritu malo, sea cual fuere elnombre con que se presente. Por consiguiente, recibid siemprecon reserva lo malo que un Espíritu pueda decir de alguno devosotros, sobre todo cuando un Espíritu bueno os haya habladobien de esa persona, y desconfiad también de vosotros mismosy de vuestras prevenciones. De las comunicaciones de los Espíritusconservad solamente lo que tengan de bueno, lo importante,lo racional, y lo que vuestra propia conciencia apruebe.”
18. Por la facilidad con que los Espíritus malos se entrometen en las comunicaciones, parece que nunca estaremos seguros de que se nos diga la verdad.
“Sí, podéis estar seguros, porque tenéis la razón para juzgar las comunicaciones. Cuando leéis una carta sabéis reconocer si quien la ha escrito es un hombre grosero o de buena educación, un tonto o un sabio. ¿Por qué no habríais de hacer lo mismo cuando os escriben los Espíritus? Al recibir la carta de un amigo que está lejos, ¿qué os garantiza que esa carta proviene de él? “Su caligrafía” –diréis–. Pero ¿acaso no hay falsificadores que imitan cualquier tipo de escritura? ¿No hay bribones que pueden saber acerca de vuestros negocios? Sin embargo, existen signos que os impiden equivocaros. Lo mismo sucede en relación con los Espíritus. Imaginad, pues, que es un amigo el que os escribe, o que leéis la obra de un escritor, y juzgad conforme a los mismos criterios.”
19. Los Espíritus superiores, ¿pueden impedir que los Espíritusmalos adopten nombres falsos?
“Claro que pueden. No obstante, cuanto más malos son los Espíritus, más obstinados se muestran, y muchas veces se resisten a las exhortaciones. También es preciso que sepáis que hay personas por las cuales los Espíritus superiores se interesan más que por otras y, cuando ellos lo consideran necesario, las preservan de los ataques de la mentira. Contra esas personas los Espíritus embusteros no pueden hacer nada.”
20. ¿Cuál es el motivo de esa parcialidad?
“No se trata de parcialidad, sino de justicia. Los Espíritus buenos se interesan por las personas que aprovechan sus consejos y trabajan con seriedad en su mejoramiento. Ellas son sus preferidas, y por eso las ayudan. En cambio, no se preocupan demasiado por aquellos que les hacen perder el tiempo con palabras que no dan ningún resultado.”
21. ¿Por qué Dios permite que los Espíritus cometan el sacrilegio de usar falsamente nombres venerados?
“Podríais preguntar, también, por qué Dios permite que los hombresmientan y blasfemen. Los Espíritus, al igual que los seres humanos,tienen libre albedrío, tanto para el bien como para el mal.No obstante, ni unos ni otros eludirán la justicia de Dios.”
22. ¿Existen fórmulas eficaces para expulsar a los Espíritusembusteros?
“Las fórmulas son materiales. Es más valioso un buen pensamientodirigido a Dios.”
23. Algunos Espíritus han manifestado que disponen de signosgráficos que no se pueden imitar, especie de emblemasmediante lo cuales es posible reconocerlos y verificar suidentidad. ¿Es verdad eso?
“Los Espíritus superiores, para ser reconocidos, no disponen de otros signos más que la superioridad de sus ideas y de su lenguaje. Cualquier Espíritu puede imitar un signo material. En cuanto a los Espíritus inferiores, se traicionan de tantas maneras que sólo un ciego se dejaría engañar por ellos.”
24. Los Espíritus embusteros, ¿no pueden imitar también elpensamiento?
“Imitan el pensamiento del mismo modo que los decoradosteatrales imitan la naturaleza.”
25. Parece, entonces, que siempre es fácil descubrir el fraudepor medio de un estudio atento.
“No lo dudéis. Los Espíritus sólo engañan a los que se dejan engañar. Con todo, es preciso tener ojos de mercader de diamantes para distinguir la piedra verdadera de la falsa. Ahora bien, quien no sabe distinguir la piedra legítima de la falsa, va a consultar al lapidario.”
26. Algunas personas se dejan seducir con un lenguaje ampuloso, porque aprecian más las palabras que las ideas, e incluso toman ideas falsas y vulgares por sublimes. ¿De qué modo esas personas, que ni siquiera tienen capacidad para juzgar las obras de los hombres, pueden juzgar las de los Espíritus?
“Cuando esas personas son suficientemente modestas para conocer su ineptitud, no se fían de sí mismas. Cuando por orgullo se consideran más capaces de lo que son, cargan consigo el peso de su tonta vanidad. Los Espíritus embusteros saben bien a quién se dirigen. Existen personas simples y de escasa instrucción que son más difíciles de engañar que otras que son sagaces y sabias. Mediante el halago de las pasiones, esos Espíritus hacen del hombre lo que quieren.”
27. Cuando los Espíritus malos escriben, ¿se traicionan a vecesmediante signos materiales involuntarios?
“Los habilidosos no lo hacen. Los negligentes, por su parte, se equivocan. Todo signo inútil y pueril es un indicio seguro de inferioridad. Los Espíritus elevados no hacen nada inútil.”
28. Muchos médiums reconocen a los Espíritus buenos y alos malos por la impresión agradable o penosa que experimentan cuando se les aproximan. Deseamos saber si laimpresión desagradable, la agitación convulsiva, en una palabra, el malestar, son siempre indicios de la naturaleza maligna de los Espíritus que se manifiestan.
“El médium experimenta las sensaciones del estado en que se encuentra el Espíritu que se le aproxima. Cuando el Espíritu es feliz, se encuentra tranquilo, sereno, sosegado. Cuando es desdichado, está agitado, febril, y esa agitación se transmite naturalmente al sistema nervioso del médium. Por otra parte, lo mismo sucede con el hombre en la Tierra: el bueno es calmo y tranquilo; el malo está constantemente agitado.”OBSERVACIÓN – Existen médiums cuya impresionabilidad nerviosa es más o menos intensa, razón por la cual la agitación no se puede considerar como una regla absoluta. Aquí, como en todo, es preciso tomar en cuenta las circunstancias. El carácter penoso y desagradable de la impresión es un efecto de contraste, pues si el Espíritu del médium simpatiza con el Espíritu malo que se manifiesta, este lo afectará poco o nada. Además, no hay que confundir la velocidad de la escritura, que se debe a la extrema flexibilidad de algunos médiums, con la agitación convulsiva que los médiums más lentos pueden experimentar cuando toman contacto con Espíritus imperfectos.
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Nota de a Frank Montañez : Ahora bien, si la enseñanza es buena, poco importa que quién la imparte se llame Pedro o Pablo. Lo juzgamos por su calidad y no por sus insignias. Si un vino es malo, la etiqueta no lo hará mejor. No sucede lo mismo con las comunicaciones íntimas, porque ahí se trata del individuo: es su persona la que nos interesa. Así, es lógico que, en esas circunstancias, procuremos cerciorarnos de que el Espíritu que atiende nuestro llamado es realmente aquel que deseamos.El Libro de Los Médiums en el capítulo XXXII, define la Psicofonía de la siguiente manera!:
Definición de la Psicofonia: "Comunicación de los Espíritus por la voz de un médium parlante.
NO EXISTE la Mediumnidad de INCORPORACIÓN y menos aún confundirla con la Mediumnidad de Psicofonía o Médium Parlante. El Médium Parlante o Psicofónico, no puede ser lo mismo a Médium de Incorporación, porque eso no existe en el Espiritismo. Este artículo demostrará lo que es un Médium Psicofónico o lo que se le llama un Médium Parlante. El Espíritu que quiere establecer comunicación con un Médium Parlante, no necesita incorporarse, pues lo que hace es comunicarse primero con el Espíritu o el Alma del Médium Parlante por la Mente, para pedir permiso primero, para poder servirse de los órganos físicos del Médium y así transmitir su mensaje. Eso no requiere la incorporación del Espíritu manifestado espontaneamente. Es entonces que el Espíritu del Médium otorga su permiso. Pero este Espíritu manifestado, busca a Espíritus de Médiums que tengan afinidad espiritual. Debido a la ley de Afinidad, definida en el Libro de los Médiums, articulo #256, se estable la ley Natural de Afinidad Espiritual. Veamos en este artículo como es ese procedimiento.
El Médium Parlante, o de Psicofonía, es una Mediúmnidad, porque está definida en el Libro de Los Médiums. Para poderla entender, debemos saber lo que es un Médium Psicógrafo y el Médium Intuitivo, así podemos entender la Mediúmnidad de Psicofonía.
Eso lo encontramos en el Libro de Los Médiums Ítem #166, y tiene como complemento el artículo #180, que habla del Médium Intuitivo. El Médium Parlante o Psicofónico, es utilizado por el Espíritu manifestado, pero mediante previa comunicación con el Alma encarnada por la mente, la comunicación es mental y de Espíritu desencarnado a Espíritu encarnado. La Mediumnidad de Psicofonía no es una incorporación de Espíritu por definición, porque el espíritu que quiere manifestarse y es un Espíritu Impuro, inferior o imperfecto, puede ir contra la voluntad de un Espíritu bueno y moralizado. Tiene que pedir permiso al Espíritu encarnado, SIN CUYO PERMISO NO PUEDE COMUNICARSE a través de la voz del Médium de Psicofonía. _______________________
Entonces por la ley de afinidad espiritual, los Espíritus moralizados o buenos, no están en contacto con Espíritus inferiores, o Mediums NATURALES que incorporan Espíritus y caen en trance. Los pueden ayudar, orientar, pero no ser participe de sus actividades.
La incorporación de Espíritu son no obedece está ley espiritual. Se incorporan Espíritus en cuerpos cuyos Médiums son afines, los Espíritus son atraídos, los unos hacia los otros, por la semejanza de sus cualidades, y que de ese modo forman grupos o familias por simpatía. Sólo Espíritus inferiores buscan incorporarse, los buenos Espíritus nunca procuran la incorporación porque interfieren con el libre Albedrío de los demás.
________________Resumen a este tema:
Cada vez que un expositor del Espiritismo indique que que ha tenido tal o cual encarnación del pasado, o que haga alarde de que su Espiritu Protector o guía ha tenido diferentes encarnaciones, debe saber que eso es imposible de probar, que es puramente una ostentación, un misticismo que no ayuda en nada al adelantamiento del Espiritu. Se convierte en una razón para evaluar la identidad del Espiritu. Es un indicio de una Obsesión Fascinante y de que anda hablando de los Secretos de Dios que no deben revelarse. Y si a eso le añadimos que los Espíritus aludidos se puede demostrar que mienten, se contradicen con las enseñanzas del Espiritismo y además se imponen, Pues sin duda son Espíritus mistificadores embusteros, muy orgullosos aún, no evolucionados e inmorales. Tenemos ejemplo de esto a Chico Xavier y sus espiritus benefactores mistificadores, Emmanuel, Andre Luis, Ismael, y también Divaldo Pereira Franco con su Espiritu Protector y Guia de Joanna de Angelis.
Estos son casos muy fácilmente reconocibles.
http://soyespirita.blogspot.com/2018/09/afinidad-de-los-espiritus-libro-de-los.html
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