No te preocupes tanto por los que no piensan igual a tí, sí; preocúpate por ser mejor cada día y por rechazar todo lo que reconoces es lo que causa tus preocupaciones o tus tristezas. Procura hacer lo que está a tu alcance hacer, y llega a tu resignación tan pronto reconoces que has hecho todo lo posible por ir resolviendo cada uno de tus problemas o preocupaciones, y sabiendo que lo trataste todo, ya reconoces que el tiempo de la RESIGNACIÓN ha llegado. Verás que tu vida tomará un giro positivo, y además, ningún Espíritu malo y perverso podrá acosarte mintiendo en tu mente, porque además, tú no eres ningún juguete de los malos Espíritus… La virtud más meritoria es la que se basa en la más desinteresada caridad…
Libro de Los Espíritus
Libro tercero – capítulo XII
Las virtudes y los vicios 118
Perfección moral
118 [El texto original de este subtítulo es: “Cuestiones morales diversas”. Allan Kardec lo reemplazó por el definitivo en ediciones posteriores, según se observa en la 13.ª edición, de 1865 (R 39914 de la BNF).]
893. ¿Cuál es la más meritoria de las virtudes?
“Todas las virtudes tienen su mérito, porque todas son signos de progreso en el camino del bien.Hay virtud cada vez que existe una resistencia voluntaria a las incitaciones de las malas tendencias. Con todo, lo sublime de la virtud consiste en el sacrificio del interés personal por el bien del prójimo, sin segundas intenciones. La virtud más meritoria es la que se basa en la más desinteresada caridad.”
894. Hay personas que hacen el bien por un impulso espontáneo, sin que tengan que vencer ningún sentimiento contrario. ¿Poseen ellas tanto mérito como las que tienen que luchar contra su propia naturaleza y la dominan?
“Las que no tienen que luchar es porque en ellas el progreso ya se llevó a cabo. Lucharon anteriormente y triunfaron. Por eso, los buenos sentimientos no les cuestan ningún esfuerzo y sus acciones les resultan absolutamente naturales. Para ellas, el bien se ha convertido en un hábito. Se las debe honrar, pues, como a experimentados guerreros que conquistaron sus títulos.”Como vosotros aún estáis lejos de la perfección, esos ejemplos os asombran por el contraste, y los admiráis tanto más cuanto más raros son. No obstante, sabed bien que lo que en la Tierra constituye una excepción, en los mundos más adelantados que el vuestro es la regla. El sentimiento del bien es espontáneo en todas partes, porque en esos mundos sólo habitan los Espíritus buenos y una única mala intenciónsería una excepción monstruosa. Por esa razón los hombres son felices allí. Lo mismo sucederá en la Tierra cuando la humanidad se haya transformado y cuando comprenda y practique la caridad en suverdadera acepción.”
895. Además de los defectos y los vicios acerca de los cuales nadie podría equivocarse, ¿cuál es el signo más característico de la imperfección?
“El interés personal. Las cualidades morales suelen ser como el dorado que se aplica sobre un objeto de cobre y que no resiste la piedra de toque. Un hombre puede poseer cualidades reales que hagan que elmundo lo considere un hombre de bien. No obstante, aunque esas cualidades sean un indicio de progreso, no siempre soportan determinadas pruebas, y a veces basta pulsar la cuerda del interés personal para que el fondo quede al descubierto. El verdadero desinterés es algo tan raro en la Tierra que cuando se hace presente se lo admira como a un fenómeno.”El apego a las cosas materiales es un notorio signo de inferioridad, porque cuanto más se aferra el hombre a los bienes del mundo, tanto menos comprende su destino. Mediante el desinterés, en cambio, prueba que contempla el porvenir desde un punto de vistamás elevado.”
896. Hay personas desinteresadas y sin discernimiento, que prodigan sus haberes sin provecho real, pues no los emplean de manera racional. ¿Tienen algún mérito?
“Tienen el mérito del desinterés, pero no el del bien que podrían hacer. Si el desinterés es una virtud, la prodigalidad irreflexiva siempre es, al menos, una falta de juicio. La fortuna no se concede a algunos para que la despilfarren, ni a otros para que la sepulten en una caja fuerte. Se trata de un depósito del que tendrán que dar cuenta, porque habrán de responder del bien que habrían podido hacer y que no hicieron, así como de las lágrimas que habrían podido enjugar con el dinero que han dado a quienes no lo necesitaban.”
897. Quien hace el bien, no con miras a obtener una recompensa en la Tierra, sino con la esperanza de que se le tendrá en cuenta en la otra vida y de que su posición en ella será mucho mejor, ¿es reprensible? Además, esa idea, ¿lo perjudica en su adelanto?
“Hay que hacer el bien por caridad, es decir, con desinterés.”
[897a] - No obstante, cada uno de nosotros tiene el muy natural deseo de adelantar para salir del estado penoso de esta vida. Los propios Espíritus nos enseñan a practicar el bien con ese objetivo. Así pues, ¿es malo pensar que si hacemos el bien podemos esperar algo mejor que en la Tierra?
“No, por cierto. Pero quien hace el bien sin segundas intenciones y por el solo placer de ser grato a Dios, así como a su prójimo que sufre, alcanzó ya cierto grado de adelanto que le permitirá llegar a la felicidad mucho antes que su hermano que, más positivo, hace el bien de manera deliberada y no por el impulso del ardor natural de su corazón.” (Véase el § 894.)
[897b] - ¿No hay que establecer aquí una distinción entre el bien que podemos hacer al prójimo y el cuidado que ponemos en corregir nuestros defectos? Entendemos que hacer el bien con la idea de que habrá de ser tenido en cuenta en la otra vida es poco meritorio. Sin embargo, enmendarse, vencer las pasiones, corregir el carácter con miras a acercarse a los Espíritus buenos y elevarse, ¿es también un signo de inferioridad?
“No, no. Cuando decimos hacer el bien nos referimos a ser caritativo. El que calcula lo que cada una de sus buenas acciones puede reportarle en la vida futura, así como en la vida terrenal, se comporta como egoísta. Con todo, no hay egoísmo alguno en mejorar con miras a acercarse a Dios, puesto que ese es el objetivo al que cada uno debe tender.”
898. Dado que la vida corporal no es más que una residencia temporaria en la Tierra, y que nuestro porvenir debe ser nuestra principal preocupación, ¿es útil esforzarse para adquirir conocimientos científicos, que sólo se refieren a las cosas y necesidades materiales?
“Sin duda. En primer lugar, ese conocimiento os pone en condiciones de aliviar a vuestros hermanos. Por otra parte, vuestro Espíritu se elevará más rápido si ya ha progresado en inteligencia. En los intervalos que hay de una encarnación a otra, aprendéis en una hora lo que en vuestra Tierra os llevaría años. Ningún conocimiento es inútil. Todos contribuyen en mayor o menor medida al adelanto, porque el Espíritu perfecto debe saberlo todo y porque, dado que el progreso debe cumplirse en todo sentido, las ideas adquiridas contribuyen al desarrollo del Espíritu.”
899. De dos hombres ricos, uno nació en la opulencia y nunca conoció la necesidad; el otro debe su fortuna al trabajo. Ambos la emplean exclusivamente en su satisfacción personal. ¿Cuál es el más culpable?
“El que conoció el sufrimiento, porque sabe lo que es sufrir. Conoce el dolor, pero no lo alivia en los demás y muy a menudo ya no se acuerda de él.”
900. El que acumula sin cesar y no hace bien a nadie, ¿encuentra una excusa admisible en la idea de que atesora para dejar más a sus herederos?
“Ese es un compromiso con la conciencia mala.”
901. De dos avaros, el primero se priva de lo necesario y se muere de hambre junto a su tesoro. El segundo sólo es avaro para con los demás y pródigo para consigo mismo; retrocede ante el más leve sacrificio cuando se trata de prestar algún servicio o hacer algo útil, mientras que no le cuesta nada satisfacer sus gustos y pasiones. Si se le pide un favor, nunca tiene recursos; si quiere satisfacer uno de sus caprichos,
siempre tiene lo suficiente. ¿Cuál es el más culpable?
¿Cuál ocupará el lugar más desfavorable en el mundo
de los Espíritus?
“El que goza: es más egoísta que avaro. El otro ya recibió parte de su castigo.”
902. ¿Es reprensible codiciar la riqueza cuando existe el deseo de hacer el bien?
“El sentimiento es loable, sin duda, cuando es puro. No obstante, ese deseo, ¿es siempre absolutamente desinteresado? ¿No oculta alguna segunda intención personal? La primera persona a quien se desea hacer el bien, ¿no suele ser uno mismo?”
903. ¿Somos culpables si estudiamos los defectos de los demás?
“Si lo hacéis para criticar y divulgar esos defectos sois muy culpables, pues eso implica falta de caridad. En cambio, si se trata de aprovechar ese estudio para evitarlos en vosotros mismos, en ocasiones puede ser útil. Con todo, no hay que olvidar que la indulgencia para con los defectos del prójimo es una de las virtudes que forman parte de la caridad. Antes de hacer un reproche a los demás por sus imperfecciones, ved si no se puede decir lo mismo de vosotros. Tratad, pues, de cultivar las cualidades opuestas a los defectos que criticáis en el prójimo, pues ese es el modo de haceros superiores. Si le reprocháis su avaricia, sed generosos. Si le echáis en cara su orgullo, sed humildes y modestos. Si lo culpáis por su rudeza, sed tiernos. Si lo acusáis de obrar con mezquindad, sed generosos en todas vuestras acciones.En una palabra, procurad que no se pueda aplicaros esta frase de Jesús: Ve una paja en el ojo de su prójimo, pero no ve una viga en el suyo 119.”119 [Véanse San Mateo 7:3 y San Lucas 6:41 y 42.]
904. ¿Somos culpables de sondear las llagas de la sociedad y ponerlas al descubierto?
“Eso depende del sentimiento que os conduce a hacerlo. Si el escritor sólo pretende generar escándalo, se trata de un goce personal que seprocura al presentar esas escenas, que suelen ser un mal ejemplo en vez de uno bueno. El Espíritu juzga, pero puede ser castigado por esa especie de placer que experimenta al revelar el mal.”
[904b] - En ese caso, ¿cómo podemos juzgar la pureza de las intenciones, así como la sinceridad del escritor?
“Eso no siempre es útil. Si escribe cosas buenas, aprovechadlas. Si hace mal, es una cuestión de conciencia que sólo a él atañe. Por lo demás, si quiere demostrar su sinceridad, tendrá que respaldar sus preceptos con su propio ejemplo.”
905. Algunos autores han publicado obras muy bellas y morales que contribuyen al progreso de la humanidad, pero de las que ellos mismos han sacado poco provecho. ¿Se les toma en cuenta, como Espíritus, el bien que sus obras han hecho?
“La moral sin acciones es como semilla sin fruto. ¿De qué os sirve la semilla si no hacéis que fructifique para alimentaros? Esos hombres son más culpables, porque tenían inteligencia para comprender. Dado que no practicaron las máximas que recomendaban a los demás, renunciaron a cosechar los frutos.”
906. Quien hace el bien, ¿es reprensible por tener conciencia
de ello y confesárselo a sí mismo?
“Puesto que puede tener conciencia del mal que hace, también debe tenerla acerca del bien que hace, a fin de saber si obra bien o mal. Si pesa todas sus acciones en la balanza de la ley de Dios, y sobre todo en la de la ley de justicia, amor y caridad, podrá comprender si esas acciones son buenas o malas, aprobarlas o desaprobarlas. Por consiguiente, no es reprensible por reconocer que ha triunfado sobre las malas tendencias y por estar satisfecho de ello, con tal de que eso no lo envanezca, pues entonces incurriría en otra falta.” (Véase el § 919.)
118. Los Espíritus, ¿pueden degenerar?
“No. A medida que avanzan comprenden lo que los alejaba de la perfección. Cuando el Espíritu ha concluido una prueba, adquirió el conocimiento de ella y no lo olvida. Puede permanecer estacionario, pero no retrocede.”
Ahora bien, hay una diferencia entre la vida social y la vida espiritual: la primera es limitada y no siempre permite ascender todos los grados, mientras que la segunda es ilimitada y deja a cada uno la posibilidad de elevarse al grado supremo.
Libro de los Espíritus: #119. ¿No podría Dios eximir a los Espíritus de las pruebas que deben sufrir para llegar a la primera categoría?
“Si hubiesen sido creados perfectos no tendrían el mérito para gozar de los beneficios de esa perfección. ¿Cuál sería el mérito si no hubiera lucha? Por otra parte, la desigualdad que existe entre ellos es necesaria para su personalidad. Además, la misión que cumplen en los diferentes grados está dentro de los designios de la Providencia en relación con la armonía del universo.”
Puesto que en la vida social todos los hombres pueden llegar a los primeros puestos, valdría preguntarse por qué el soberano de un país no asciende a general a cada uno de sus soldados, por qué todos los empleados subalternos no llegan a ser funcionarios superiores, o por qué todos los escolares no se convierten en maestros. Ahora bien, hay una diferencia entre la vida social y la vida espiritual: la primera es limitada y no siempre permite ascender todos los grados, mientras que la segunda es ilimitada y deja a cada uno la posibilidad de elevarse al grado supremo.
La Religión no tiene concordancia con las enseñanzas del Espiritismo. Las demarcaciones y la segregación en las religiones no es conforme a las enseñanzas del Espiritismo.