Puedes economizar cientos de años
a tus pruebas por no Murmurar... |
No todos tienen que estar de acuerdo con lo
que predico, no me molestan las Murmuraciones, pero sé lo que ocasiona ese comportamiento en relación al adelanto Espiritual de cada cual, pues sencillamente no permite adelanto espiritual.
Veamos la definición
y el articulo que había escrito hace unos años sobre este tema.
Murmuración,
nombre femenino
1. Acción de murmurar.
2. Comentario que se hace de una persona que no está presente, tratando de que esta no se entere y con la finalidad de hacerle daño o de molestarla.
"se levantó de su mesa y dando grandes voces pidió que acabaran de una vez con sus murmuraciones, que lo que tuvieran que hacer con él lo hicieran de una vez y se dejaran de maquinaciones".
Déjame ayudarte en esta prueba que crees no
puedes vencer, lograrás reducir cientos de años en tus pruebas presentes y
futuras....pero que no se te ocurra el "Murmurar".
Por lo tanto, los MURMURADORES, se destruyen ellos mismos y su credibilidad e integridad se ponen al descubierto.
Al hombre se le conoce por lo que dice. Mi
mensaje es claro, es de Bien Común. Cuando
alguien se DEDICA a murmurar y a criticar los mensajes de Bien, no es amigo, no
es una persona buena, pues demuestra hipocresía porque la Murmuración, sólo la
practican los hipócritas, que lo hacen para causar daño. Los hipócritas, demuestran que sus
Espíritus no están Moralizados, cuando murmuran. No te preocupes por mí, pues
los que nunca han sido amigos se les reconoce cuándo hacen murmuraciones. Los
que murmuran, hablar en lo oculto de los que dicen apreciar como amigos, no han
dejado las envidias atrás, demuestran no haber leído los libros Codificados. La Moral Espírita se predica sin Murmuración, sino
con los deseos demostrados de querer hacer el bien.
Los amigos de verdad, rechazan la
Murmuración. Los libros Codificados nos advierten sobre la Murmuración, que
sólo le hace daño a los que hablan de las demás personas con hechos no
sustentables.
El murmurador, sabe que hace mal, pero le
da placer hablar en lo oculto, y lo sigue haciendo, porque tiene maldad en su
corazón.
La Murmuración, solo sirve para delatar a
los hipócritas y para dejarnos saber el mal que trata de ocultar un Espíritu
encarnado.
Los amigos, enfrentan a la Murmuración,
indicándole a los murmuradores que no es correcto hablar de otros sin darle la
oportunidad de defenderse.
Por lo tanto, los MURMURADORES, se destruyen ellos mismos y su credibilidad e integridad se ponen al descubierto.
Personalmente, no me afecta que murmuran de
mi, porque los que murmuran nunca han sido mis amigos. Cuando me entero que
alguien murmura de mi divulgación de Bien Común, me motiva a devolver bien por
mal, orando por ellos para que no se endeuden más en sus Espíritus.
¡Viva la amistad Sincera, que no necesita
la hipocresía, para ser apreciada y valorada!
Una gran verdad la vivimos cada instante de nuestra vida orgánica. ¿Quién no ha sufrido por algo en esta vida? Una fina línea nos separa del sufrimiento en carne propia de las vicisitudes de la vida de los ricos que gozan de recursos para vivir sin preocupaciones que tanto hacen sufrir a quienes no los son. Ambos, los ricos y los pobres de este mundo tienen que vivir con lo que el día a día nos tiene preparado vivir. Esta reflexión hoy pretende darte luz en una regla de comportamiento que nos ayuda a ver los problemas, las vicisitudes, los sufrimientos y hasta los goces de esta vida como un modo de espiar por nuestros errores pasados.
Los Afligidos, sufren a tal grado que en ocasiones sucumben en medio de las pruebas o al final de ellas que es lo más triste. Y cuando sucumben en las pruebas, tienen que volver por el mismo proceso de sufrimiento que los llevaron a sucumbir anteriormente y lo tienen que hacer en un momento futuro de la presente existencia o en otra reencarnación. Pareciera que el mundo espiritual tiene todo el tiempo de la eternidad para lidiar con esta realidad, y sí; así es de cierto, no hay tiempo determinado para lograr expiar nuestras faltas cometidas. Y no es hasta que la educación Espírita, es lo útil que se necesita ser para que se pueda entender las reglas de juego espirituales en acción.
Información general sobre la resignación en éste vídeo:
Información general sobre la resignación en éste vídeo:
Me refiero a un término muy repetido en diferentes partes de Los Libros Codificados, me refiero a “La Resignación”. La hemos visto pasar por nuestra mente muchas veces. A mí personalmente me producía como un vértigo en mi estomago cuando veía esta palabra en la codificación. Lo primero que venía a mi mente era sufrimiento, desesperanza, dolor. Y cuando aparecía ante mi esta palabra, mi pensamiento era, el resignarme y decir es como aceptar una derrota. Era como sentir que las oportunidades y las esperanzas se acabaron. OHHHHHHH, cuan equivocado estaba.
Luego de presentar el siguiente vídeo de esta reflexión, realicé lo importante de este término en nuestro caminar Espírita. La Resignación hay que evaluarla, atesorarla, respetarla y tenerla presente en cada una de nuestras pruebas, pues es la responsable de reducir nuestras pruebas y sufrimientos por siglos, siglos en años de nuestro Karma.
Si Murmuramos o acusamos a Dios de nuestras pruebas y sufrimientos, significó que nuestra fe nunca se solidificó, que nuestra paciencia fue derrotada y dimos un paso hacia la rebeldía. Todo esto por el solo hecho de no llegar al punto de la resignación que nada tiene que ver con el ser derrotado en la prueba, sino al contrario, que la superamos, porque al resignarnos hemos logrado agotar todos nuestros esfuerzos para lidiar con esa prueba, y en ese precisamente instante logramos entender el porqué de tan dolorosa prueba.,
115. ¿Algunos de los Espíritus han sido creados buenos, y malos otros?
- Dios creó a todos los Espíritus simples e ignorantes, vale decir, desprovistos de ciencia. Asignó a cada uno una misión con el objeto de iluminarlos y hacerlos acercarse progresivamente a la perfección mediante el conocimiento de la verdad, y a fin de aproximarlos a Él. La dicha eterna pura reside para ellos en esa perfección. Los Espíritus adquieren tales conocimientos al pasar por las pruebas que Dios les impone. Unos las aceptan con sumisión y llegan más pronto a la meta que les ha sido asignada. Otros sólo las soportan de mala gana y quedan así, por su culpa, lejos de la perfección y de la felicidad prometida.
Si Murmuramos o acusamos a Dios de nuestras pruebas y sufrimientos, significó que nuestra fe nunca se solidificó, que nuestra paciencia fue derrotada y dimos un paso hacia la rebeldía. Todo esto por el solo hecho de no llegar al punto de la resignación que nada tiene que ver con el ser derrotado en la prueba, sino al contrario, que la superamos, porque al resignarnos hemos logrado agotar todos nuestros esfuerzos para lidiar con esa prueba, y en ese precisamente instante logramos entender el porqué de tan dolorosa prueba.,
A continuación mi Vídeo complementario sobre este tema, Aquí.
Pruebas, videos aquí
Pruebas, videos aquí
José Raúl Teixeira, opinó lo siguiente en un artículo publicado sobre este tema:
“Pero la resignación no es sinónimo de acomodación, vale repetir, la resignación es el mirar que tenemos para esos fenómenos, es la manera como vemos esos fenómenos. Si no fuese la resignación, entraríamos en la ruta de la desesperación, entraríamos en el circuito de la desolación porque, cuando no comprendemos porque sufrimos, sufrimos dos veces. La primera vez por el sufrimiento en sí, la segunda vez por la ignorancia a respeto de él. Por eso, es la Doctrina de los Espíritus que tiene, en su contexto y en los textos, esas explicaciones, esos recursos para hacernos pensar en la razón por la cual los seres humanos sufrimos y por cual razón los irracionales sufren en la tierra.”.
Sin embargo, mi opinión difiere un poco de la de Raul TEXEIRA de Brasil. Creo que la resignación debe lograrse en cada una de nuestras luchas con las visitudes de la vida. Al llegar a la resignación, nos a pegamos más a Dios. Nos damos cuenta que necesitamos la ayuda de los Espíritus, y de Dios omnipotente. Sólo los Espiritistas Verdaderos estamos en condición de experimentar el momento de la Resignación. Pues llegado ese momento, sabemos que lo hemos tratado todo lo que está a nuestro alcance, tanto en lo material como en la parte espiritual. Aprendemos a ser pacientes, tolerantes y a experimentar compasion. No es un punto de infección, es el momento de descansaré la fe razonada, nos hace ser menos materialistas.
Los Espiritualistas no han llegado todavía a comprender la resignación. De hecho, ellos no creen que se necesite la Resignación ante las pruebas.
Resignación y Fe Razonada van de la mano en el Espiritismo.
La Resignación, sin Murmuración, y sin Culpar a Dios de tus sufrimientos, te ayuda al Adelanto Individual de tú Espíritu, reduciendo cientos de años a tus Pruebas según La Ley de Causa y Efecto... significa que has hecho TODO lo que estuvo a tú alcance, entonces llegó el momento de la Resignación en ese problema que te hace sufrir de desesperación y angustía, pero hazlo con alegría, y Dios y los Buenos Espíritus harán lo que sea necesario en justicia.
Me refiero a un término muy repetido en diferentes partes de los Libros Codificados, me refiero a “La Resignación”. La hemos visto pasar por nuestra mente muchas veces. A mí personalmente me producía como un vértigo en mi estomago cuando veía esta palabra en la codificación. Lo primero que venía a mi mente era sufrimiento, desesperanza, dolor. Y cuando aparecía ante mi esta palabra, mi pensamiento era, el resignarme y decir es como aceptar una derrota. Era como sentir que las oportunidades y las esperanzas se acabaron.
OHHHHHHH, cuán equivocado estaba.
No debemos tener FE ciega, sino fe Razonada. La fe Ciega, es incorrecto porque no tiene raíces, sino una forma CIEGA de creer, se necesita la Fe con razón, con raíces, y en creer en Dios y su Justicia.
La Fe Razonada es creer que las cosas ocurrirán por que es lo correcto, basada en lo justo y razonable. Se llega a la Resignación, para dar lugar a la justicia de Dios, que nunca falla. Es bello sentir que deseaste el bien, que hiciste tu parte, con tu fe razonada, y lo próximo ya no está en tus manos, y te quitas esa carga, esa preocupación pasajera y vives tú vida en el camino de hacer y desear el bien. Entonces, la resignación trae alegría y no tristezas a tu vida.
Procura siempre creer en la justicia, y aceptar los resultados con RESIGNACIÓN. La resignación se alcanza cuando sabes que ya hiciste todo lo que tú podías hacer,
EN ESTE MOMENTO, DONDE QUIERA QUE ESTÉS, PIENSA EN TÚ PROTECTOR Y GUÍA. ÉL ESTÁ AHÍ, Y TE TE ESCUCHA. NO PIENSES QUE ESTÁS HACIENDO NADA MAL. Primero pides permiso a Dios, le preguntas sí está a tu lado, y esperas el pensamiento que te dice, estoy aquí. Ese pensamiento que surge en tú mente, es un pensamiento que lo provoca tú Espíritu Protector y Guía. No tienes que verlo, pero lo sientes en tú ser. Así se comunican los Espíritus. Todos, los buenos y los Malos Espíritus se comunican por la mente.
Desde ya, tú crees en eso, y lo puedes llamar en todo momento. Recuerda amigo, las comunicaciones con los Espíritus son en la mente. Es ahí que los malos Espíritus también atacan, en la mente.
No has hecho nada mal o incorrecto. Míralo de modo positivo, y no te eches la culpa de nada.
El Espíritu Protector y Guía de cada cual es una ley natural, TODOS, pero TODOS tenemos un Espíritu Protector y Guía asignado, desde el momento de la concepción. No es privilegio de nadie. Ya seas un Espíritu encarnado bueno o malo, tienes ese mismo derecho.
_______________________
Los Espíritus le dijeron a Allan Kardec en el libro los Médiums, cómo los Espíritus ven a los Espiritualistas.
Un ESPIRITUALISTA es considerado en el Espiritismo como uno que no tiene dignidad interior, no practica la resignación, y no tiene la necesidad de elevarse hacia Dios, porque lo han olvidado y no lo comprenden, lo cual los convierte en criaturas INGRATAS:
Te invito a leer el Libro de Los Médiums, Capitulo XXXI, sección III, veamos como lo dice el original Francés:
"Sí el Espiritismo resucita el espiritualismo dará a la sociedad el impulso que despierte en unos, la dignidad interior, en otros la resignación, y en todos la necesidad de elevarse hacia el Ser supremo, olvidado e incomprendido por sus criaturas ingratas." J. R0USSEAU.
En resumen, los ESPIRITUALISTAS, no son Espiritistas, y por eso en la introducción del Libro de los Espíritus, se crean las palabras:Espiritismo, Espiritistas, Espíritas y Médiums. ¿PORQUÉ?. Porque los Espiritualistas según los, Espíritus, no tienen dignidad interior, no practican la resignación, y no tienen la necesidad de elevarse hacia Dios, porque lo han olvidado y no lo comprenden, lo cual los convierte en criaturas INGRATAS. Son ingratos porque el Espiritismo vino a salvarlos la vida, y lo que hacen es reírse de las creencias del Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo, el Verdadero Espiritismo. Por eso dijo el Espírito que el tratar de sustituir la Palabra Espírita por Espiritualista, eso lo que provocaba era confusión.
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También en el Blog La weblogespirita de Mari El espíritu Rafael dijo lo siguiente:
Los Espiritualistas no han llegado todavía a comprender la resignación. De hecho, ellos no creen que se necesite la Resignación ante las pruebas.
Resignación y Fe Razonada van de la mano en el Espiritismo.
La Resignación, sin Murmuración, y sin Culpar a Dios de tus sufrimientos, te ayuda al Adelanto Individual de tú Espíritu, reduciendo cientos de años a tus Pruebas según La Ley de Causa y Efecto... significa que has hecho TODO lo que estuvo a tú alcance, entonces llegó el momento de la Resignación en ese problema que te hace sufrir de desesperación y angustía, pero hazlo con alegría, y Dios y los Buenos Espíritus harán lo que sea necesario en justicia.
Me refiero a un término muy repetido en diferentes partes de los Libros Codificados, me refiero a “La Resignación”. La hemos visto pasar por nuestra mente muchas veces. A mí personalmente me producía como un vértigo en mi estomago cuando veía esta palabra en la codificación. Lo primero que venía a mi mente era sufrimiento, desesperanza, dolor. Y cuando aparecía ante mi esta palabra, mi pensamiento era, el resignarme y decir es como aceptar una derrota. Era como sentir que las oportunidades y las esperanzas se acabaron.
OHHHHHHH, cuán equivocado estaba.
No debemos tener FE ciega, sino fe Razonada. La fe Ciega, es incorrecto porque no tiene raíces, sino una forma CIEGA de creer, se necesita la Fe con razón, con raíces, y en creer en Dios y su Justicia.
La Fe Razonada es creer que las cosas ocurrirán por que es lo correcto, basada en lo justo y razonable. Se llega a la Resignación, para dar lugar a la justicia de Dios, que nunca falla. Es bello sentir que deseaste el bien, que hiciste tu parte, con tu fe razonada, y lo próximo ya no está en tus manos, y te quitas esa carga, esa preocupación pasajera y vives tú vida en el camino de hacer y desear el bien. Entonces, la resignación trae alegría y no tristezas a tu vida.
Procura siempre creer en la justicia, y aceptar los resultados con RESIGNACIÓN. La resignación se alcanza cuando sabes que ya hiciste todo lo que tú podías hacer,
EN ESTE MOMENTO, DONDE QUIERA QUE ESTÉS, PIENSA EN TÚ PROTECTOR Y GUÍA. ÉL ESTÁ AHÍ, Y TE TE ESCUCHA. NO PIENSES QUE ESTÁS HACIENDO NADA MAL. Primero pides permiso a Dios, le preguntas sí está a tu lado, y esperas el pensamiento que te dice, estoy aquí. Ese pensamiento que surge en tú mente, es un pensamiento que lo provoca tú Espíritu Protector y Guía. No tienes que verlo, pero lo sientes en tú ser. Así se comunican los Espíritus. Todos, los buenos y los Malos Espíritus se comunican por la mente.
Desde ya, tú crees en eso, y lo puedes llamar en todo momento. Recuerda amigo, las comunicaciones con los Espíritus son en la mente. Es ahí que los malos Espíritus también atacan, en la mente.
No has hecho nada mal o incorrecto. Míralo de modo positivo, y no te eches la culpa de nada.
El Espíritu Protector y Guía de cada cual es una ley natural, TODOS, pero TODOS tenemos un Espíritu Protector y Guía asignado, desde el momento de la concepción. No es privilegio de nadie. Ya seas un Espíritu encarnado bueno o malo, tienes ese mismo derecho.
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Los Espíritus le dijeron a Allan Kardec en el libro los Médiums, cómo los Espíritus ven a los Espiritualistas.
Un ESPIRITUALISTA es considerado en el Espiritismo como uno que no tiene dignidad interior, no practica la resignación, y no tiene la necesidad de elevarse hacia Dios, porque lo han olvidado y no lo comprenden, lo cual los convierte en criaturas INGRATAS:
Te invito a leer el Libro de Los Médiums, Capitulo XXXI, sección III, veamos como lo dice el original Francés:
"Sí el Espiritismo resucita el espiritualismo dará a la sociedad el impulso que despierte en unos, la dignidad interior, en otros la resignación, y en todos la necesidad de elevarse hacia el Ser supremo, olvidado e incomprendido por sus criaturas ingratas." J. R0USSEAU.
En resumen, los ESPIRITUALISTAS, no son Espiritistas, y por eso en la introducción del Libro de los Espíritus, se crean las palabras:Espiritismo, Espiritistas, Espíritas y Médiums. ¿PORQUÉ?. Porque los Espiritualistas según los, Espíritus, no tienen dignidad interior, no practican la resignación, y no tienen la necesidad de elevarse hacia Dios, porque lo han olvidado y no lo comprenden, lo cual los convierte en criaturas INGRATAS. Son ingratos porque el Espiritismo vino a salvarlos la vida, y lo que hacen es reírse de las creencias del Espiritismo Moralizador y Consolador al Mundo, el Verdadero Espiritismo. Por eso dijo el Espírito que el tratar de sustituir la Palabra Espírita por Espiritualista, eso lo que provocaba era confusión.
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También en el Blog La weblogespirita de Mari El espíritu Rafael dijo lo siguiente:
“La resignación en la actualidad parece difícil, pero en realidad, la resignación nos enseña a llevar la vida y los problemas de distinta manera, pues cuando en nuestro interior disponemos de la resignación nuestro mundo se vuelve más tranquilo. La resignación también es aceptar todo lo que nos sucede, ya sea dolor, ya sea situación laboral complicada, problemas conyugales o en el hogar, resignación en todo, puesto que en este mundo todo lo que nos pasa es por algún motivo, sabiendo que nada es casual, entonces debemos resignarnos en todo, la paz interior, la tranquilidad, el saber que el Padre nos ayudara, todo eso, aparte de hacer que nuestra resignación crezca en nuestro corazón también nos enseña a tener fe.”
Añado además, lo que Miguel Vives Opinó en un artículo lo siguiente:
“De éstos he visto pocos; pero los que han desencarnado y hemos podido saber de ellos, siempre han demostrado un estado muy feliz en el mundo espiritual, estando muy satisfechos de la calma y serenidad con que supieron sufrir lo dolores de la existencia material. He visto otros espiritistas que, si bien aparentaban resignación en los dolores de la existencia material, los he visto muy tristes y afligidos, les he visto llorar y lamentarse de sus sufrimientos; estos espiritistas, entiendo, que no andan muy bien y están poco seguros de no caer, porque la tristeza engendra mal humor, y esto puede dar lugar a murmurar del destino, y, si se llega a la murmuración, se está en el primer paso de la rebeldía. Cuando un espiritista está en este estado revela atraso moral y un desconocimiento de lo que es la ley divina.”
A eso le añado, que el estado de sufrimiento que describió Miguel Vives de España, es un estado de ser Espiritualista, y no Espiritista. Porque la resignación es un estado de conformidad, de felicidad y de Esperanza. Es entonces que nos damos cuenta que los Espíritus tenían mucha razón en su evaluación de los Espiritualistas. Según lo discutí anteriormente en este artículo. Específicamente en el Capítulo XXXI, sección III, en que se necesitaría que el Espiritismo, resucitará al Espiritualismo.
Es precisamente en este punto en que Miguel Vives dijó que la Murmuración es el primer paso de la rebeldía. Los espíritus dijeron lo mismo, en el Libro de Los Espíritus.
Veamos ahora, lo que La Codificación Espírita nos tiene que decir sobre La Murmuración.
El Libro de Los Espíritus
Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes. Los Espíritus Buenos nos incitan al bien sosteniéndonos en las pruebas a que nos somete la vida, y nos ayudan a soportarlas con valor y resignación. Por el contrario, los Espíritus malos nos empujan al mal: se regocijan cuando nos ven sucumbir y perecer a ellos.
Sabe, además, que los pesares de la vida son pruebas que concurren a su adelanto si las sufre sin murmurar, por cuanto se le recompensará según sea el valor con que las soportó. Así pues, sus convicciones le dan una resignación que le preserva de la desesperación y, por consiguiente, de una de las causas más comunes de locura y suicidio.
Las adversidades de la vida corpórea son a la vez una expiación por pasadas faltas y también pruebas que preparan el futuro. Nos depuran y elevan, según las toleremos con resignación y sin murmurar.
486. ¿Se interesan los Espíritus por nuestros infortunios y por nuestra prosperidad? Aquellos que nos quieren bien ¿se afligen por los males que experimentamos en vida?
486. ¿Se interesan los Espíritus por nuestros infortunios y por nuestra prosperidad? Aquellos que nos quieren bien ¿se afligen por los males que experimentamos en vida?
- Los Espíritus buenos hacen todo el bien que les es posible y se sienten felices por todas vuestras alegrías. Se apenan por vuestros males cuando no los sobrelleváis con resignación, porque en tal caso esas desdichas no os reportan beneficio, y sois iguales al enfermo que rechaza el brebaje amargo que habrá de curarlo.532. ¿Poseen los Espíritus el poder de desviar los males que se ciernen sobre algunas personas, y traerles en cambio la prosperidad?
- No del todo, porque hay males que están dentro de los designios de la Providencia. Pero atenúan vuestros dolores dándoos paciencia y resignación.663. Las oraciones que hacemos por nosotros mismos ¿pueden cambiar la índole de nuestras pruebas y desviar su curso?
- Vuestras pruebas están en manos de Dios, y las hay que deben ser soportadas hasta el final, pero en tal caso Dios siempre toma en cuenta la resignación. La plegaria atrae hacia vosotros a los Espíritus buenos, los cuales os dan fuerza para resistirlas con valor, y entonces os parecen menos duras. Lo hemos dicho ya: nunca es inútil la oración si ha sido bien realizada, porque otorga fuerza y este es, de por sí, un importante resultado.708. ¿No hay situaciones en que los medios de subsistencia no dependen en modo alguno de la voluntad humana, y en que la privación de lo más indispensable es un resultado de la fuerza de las circunstancias?
- Se trata de una prueba, frecuentemente cruel, que debe sufrir, y a la que sabía que iba a estar expuesto. Su mérito estriba en la sumisión a la voluntad de Dios, si su inteligencia no le proporciona ningún medio para salir de la dificultad. Y si ha de venirle la muerte, tiene que someterse a ella sin protestar, pensando que la hora de la verdadera liberación ha llegado para él y que la desesperación de los postreros instantes puede hacerle perder el fruto de su resignación.740. Las plagas ¿no serían asimismo para el hombre pruebas morales que lo enfrentan con las más duras necesidades?
- Las plagas son pruebas que ofrecen al ser humano ocasión de ejercer su inteligencia y poner de relieve su paciencia y resignación a la voluntad de Dios, colocándolo en situación de manifestar sus sentimientos de abnegación, desinterés y amor al prójimo, si no está él dominado por el egoísmo.
741. ¿Es dado al hombre conjurar las calamidades que le afligen?
- En cierto modo, sí, pero no como por regla general se entiende. Muchas calamidades son consecuencia de su propia imprevisión. A medida que va adquiriendo conocimientos y experiencia puede conjurarlas, eso es, prevenirlas, si sabe descubrir sus causas. Pero, entre los males que afligen a la humanidad los hay de un carácter general, que están en los designios de la Providencia, y cuyo efecto cada individuo sufre en mayor o menor grado. A ese tipo de calamidades el hombre sólo puede oponer su resignación a la voluntad de Dios, e incluso dichos males se ven a menudo agravados por su despreocupación.816. Si bien es cierto que el rico está sujeto a más tentaciones, ¿no es verdad asimismo que posee más medios para realizar el bien?
- Precisamente es lo que no siempre hace. Se torna egoísta, orgulloso e insaciable. Sus necesidades aumentan con su fortuna y cree no tener jamás lo bastante para sí. Una alta posición en el mundo y el gozar de autoridad sobre los semejantes son pruebas tan grandes y difíciles como la desgracia. Porque cuanto más rico y poderoso se sea, tanto más obligaciones se tendrán y mayores son los medios disponibles para realizar el bien o cometer el mal. Dios prueba con la resignación al pobre y al rico por medio de uso que haga de sus bienes y de su poder.
862. Existen personas a las cuales nada sale bien y a quienes un genio malo parece perseguir en todas sus empresas. ¿No se puede llamar a esto fatalidad?
- Es fatalidad, si quieres denominarla así, pero resulta de la elección de la clase de existencia, porque tales personas han querido ser probadas mediante una vida de desilusiones, a fin de ejercitar su paciencia y su resignación. No obstante, no creas que esa fatalidad sea absoluta. Es a menudo el resultado del camino erróneo que han tomado y que no está en relación con su inteligencia y aptitudes. El que quiere cruzar a nado un río y no sabe nadar tiene muchas posibilidades de ahogarse. Así sucede en la mayoría de los acontecimientos de la vida. Si el hombre sólo iniciara empresas que estuviesen en relación con sus facultades, casi siempre obtendría buenos resultados. Lo que le pierde es su amor propio y su ambición, que lo desvían de su senda y le hacen tomar por una vocación lo que en realidad es el deseo de satisfacer ciertas pasiones. Fracasa y tiene la culpa, pero en lugar de atribuírselo a sí mismo prefiere acusar de ello a su mala estrella. Uno que hubiese sido un buen operario y que se hubiera ganado honradamente la vida, sería en cambio un mal poeta y moriría de inanición.Para todo el mundo habría lugar si cada cual supiera ocupar el que le corresponde.
VI.- Hastío de la vida.- Suicidio
943. ¿A qué se debe ese disgusto por la vida que se apodera de ciertos individuos sin que tengan para ello motivos valederos?
- Efecto de la ociosidad, de la falta de fe y, con frecuencia, de la saciedad. Para aquel que ejerce sus facultades con un objetivo útil y conforme a sus naturales aptitudes, el trabajo no tiene nada de árido y la vida pasa con mayor rapidez. Soporta sus vicisitudes con tanta más paciencia y resignación cuanto que obra con miigras a la felicidad más firme y duradera que aguarda.
953 a. Se concibe que en circunstancias ordinarias sea censurable el suicidio, pero, supongamos un caso en que la muerte sea inevitable y la vida sólo es acortada en unos pocos momentos…
- Se trata siempre de una falta de resignación y de sumisión a la voluntad del Creador.
- Es fatalidad, si quieres denominarla así, pero resulta de la elección de la clase de existencia, porque tales personas han querido ser probadas mediante una vida de desilusiones, a fin de ejercitar su paciencia y su resignación. No obstante, no creas que esa fatalidad sea absoluta. Es a menudo el resultado del camino erróneo que han tomado y que no está en relación con su inteligencia y aptitudes. El que quiere cruzar a nado un río y no sabe nadar tiene muchas posibilidades de ahogarse. Así sucede en la mayoría de los acontecimientos de la vida. Si el hombre sólo iniciara empresas que estuviesen en relación con sus facultades, casi siempre obtendría buenos resultados. Lo que le pierde es su amor propio y su ambición, que lo desvían de su senda y le hacen tomar por una vocación lo que en realidad es el deseo de satisfacer ciertas pasiones. Fracasa y tiene la culpa, pero en lugar de atribuírselo a sí mismo prefiere acusar de ello a su mala estrella. Uno que hubiese sido un buen operario y que se hubiera ganado honradamente la vida, sería en cambio un mal poeta y moriría de inanición.
- Efecto de la ociosidad, de la falta de fe y, con frecuencia, de la saciedad.
953 a. Se concibe que en circunstancias ordinarias sea censurable el suicidio, pero, supongamos un caso en que la muerte sea inevitable y la vida sólo es acortada en unos pocos momentos…
- Se trata siempre de una falta de resignación y de sumisión a la voluntad del Creador.
126 Nulidad moral, es decir, falta verdadera de libre juicio y acción. [N. del copista]
957. El suicidio, ¿qué consecuencias acarrea, en general, sobre el estado del Espíritu?
- Las consecuencias del suicidio son muy diversas. No existen penas fijas, y en todos los casos son siempre relativas a las causas que lo han ocasionado. Pero una consecuencia a la que el suicida no puede escapar es la contrariedad. Por otra parte, la suerte que corren no es la misma para todos. Depende de las circunstancias. Algunos expían de inmediato su falta, y otros en una nueva existencia, que será peor que aquella cuyo curso natural han interrumpido.
En efecto, muestra la observación que las consecuencias del suicidio no resultan siempre iguales. Pero hay las que son comunes a todos los casos de muerte violenta y resultado de la brusca interrupción de la vida. Está, en primer lugar, la más prolongada y más tenaz persistencia del lazo que une al Espíritu con el cuerpo, puesto que ese vínculo casi siempre se halla en toda su fuerza en el instante en que es roto, mientras que en los casos de muerte natural se ha ido debilitando gradualmente y con frecuencia se halla ya desatado antes que se extinga por entero la vida. Las resultas de tal estado de cosas son la prolongación de la turbación espírita, y luego, el engaño que durante un tiempo más o menos largo induce al Espíritu a creer que se cuenta todavía en el número de lo vivientes. (Ver parágrafos 155 y 165).
Libro Segundo – Capítulo III
155. ¿Cómo se opera la separación del alma y el cuerpo?
“Al romperse los lazos que la retenían, el alma se desprende.”
Turbación Espírita.
165. El conocimiento del espiritismo, ¿ejerce alguna influencia sobre el tiempo que dura la turbación?
-“Ejerce una influencia muy grande, puesto que el Espíritu comprende por anticipado esa situación. No obstante, la prácticadel bien y la conciencia pura ejercen la mayor influencia.”
En el momento de la muerte todo es confuso al principio. El alma necesita algún tiempo para reconocerse. Está como aturdida, como en el estado de un hombre que acaba de salir de un profundo sueño e intenta percatarse de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado vuelven a ella a medida que se borra la influencia de la materia de la que acaba de desprenderse, y que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos. La relación que persiste entre el Espíritu y el cuerpo produce en algunos suicidas una especie de repercusión del estado del cuerpo sobre el Espíritu, el cual siente así, a pesar suyo, los efectos de la descomposición de la materia, que le hacen experimentar una sensación llena de angustias y de horror, y ese estado podrá prolongarse por tanto tiempo cuanto debiera haber durado la vida que ellos han interrumpido. Tal efecto no es general. Pero en ningún caso el suicida se halla libre de las consecuencias de su falta de valor, y tarde o temprano expiará su culpa, de una manera u otra. Así pues, ciertos Espíritus, que habían sido muy infelices en la Tierra, declararon haberse suicidado en su existencia anterior, y también haberse sometido voluntariamente a nuevas pruebas para intentar sobrellevarlas con más resignación. En algunos, se trata de una especie de apego a la materia, de la que en balde tratan de desembarazarse para volar hacia mundos mejores, pero cuyo acceso les está impedido. En la mayoría de ellos sobreviene la pena de haber hecho algo inútil, puesto que no experimentan con eso más que desilusión.El tiempo que dura la turbación que sigue a la muerte es muy variable:puede extenderse desde algunas horas hasta muchos meses, e incluso muchos años. Es menos prolongado en quienes, cuando vivían, se identificaron con su estado futuro, porque entonces comprenden inmediatamente su situación. Esa turbación presenta circunstancias particulares según el carácter de los individuos y, sobre todo, según el tipo de muerte. En los casos de muerte violenta, producida por suicidio, suplicio, accidente, apoplejía, heridas, etcétera, el Espíritu se halla sorprendido, asombrado. No cree estar muerto y lo sostiene con obstinación. Sin embargo, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo y no comprende que se separó de él. Se acerca a las personas a quienes aprecia, les habla y no entiende por qué no lo oyen. Esa ilusión se mantiene hasta que el periespíritu se desprende por completo. Sólo entonces el Espíritu se reconoce y comprende que ya no forma parte de los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu queda aturdido por el brusco cambio que se operó en él. La muerte todavía es para él sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como piensa, ve y oye, a su entender no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve con un cuerpo semejante al anterior por la forma, pero cuya naturaleza etérea aún no ha tenido tiempo de estudiar. Le parece sólido y compacto como el primero, y cuando se le llama la atención acerca de este punto se asombra de no poder palparse. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos novatos, que no creen estar dormidos. Para ellos el dormir es sinónimo de suspensión de las facultades. Ahora bien, como piensan libremente y pueden ver, suponen que están despiertos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad aunque la muerte no les haya llegado de modo inesperado. No obstante, siempre es más general en los que, aunque estaban enfermos, no pensaban en morirse. Vemos en ese caso el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como si fuese el de un extraño, y que se refiere a ello como si se tratara de algo que no le incumbe, hasta el momento en que comprende la verdad. La turbación que sigue a la muerte no es penosa en absoluto para el hombre de bien. Es calma y en todo semejante a la que acompaña. La religión, la moral y todas las filosofías condenan el suicidio como contrario a la ley natural. Todas ellas nos dicen, en principio, que no nos asiste el derecho de abreviar voluntariamente nuestra propia vida. Pero, ¿por qué no tenemos ese derecho? ¿Por qué no somos libres de poner término a nuestros sufrimientos? Estaba reservado al Espiritismo demostrar, con el ejemplo de los que sucumbieron a él, que el suicidio no es sólo una falta en cuanto constituye infracción a una ley moral, consideración ésta que para algunos individuos es de poco peso, sino un acto estúpido, pues nada se gana con él, sino todo lo contrario. Y no es la teoría la que nos lo enseñe, son los hechos que el Espiritismo pone ante nuestros propios ojos.
982. ¿Es preciso hacer profesión de fe espiritista y creer en las manifestaciones para asegurarnos nuestra suerte en la vida futura?
- Si así fuera, se podría colegir de ello que todos los que no creen en el Espiritismo o no han estado en situación de instruirse a su respecto quedan desheredados, lo cual sería absurdo. El bien es el que nos asegura nuestra suerte venidera. Y el bien es siempre tal, sea cual fuere el camino que hasta él conduzca. (Ver párrafos 165 y 799).
799. ¿De qué modo el espiritismo puede contribuir al progreso?
“Al destruir al materialismo, que es una de las plagas de la sociedad, el espiritismo hace que los hombres comprendan dónde reside su verdadero interés. Dado que la vida futura ya no está velada por la duda, el hombre comprenderá mejor que puede garantizar su porvenir mediante el presente. Al destruir los prejuicios sectarios, de castas y de colores, el espiritismo enseña a los hombres la gran solidaridad que debe unirlos como hermanos.”
La creencia en el Espiritismo ayuda a mejorarse, fijando las ideas acerca de ciertos puntos relativos al porvenir. Acelera el progreso de los individuos tanto como el de las masas, porque permite al hombre darse cuenta de lo que será él algún día. Es un punto de apoyo y una luz que nos guía. El Espiritismo enseña a afrontar las pruebas con paciencia y resignación. Nos aparta de aquellas acciones que puedan retrasar nuestra felicidad venidera. Y de ese modo contribuye a tal dicha, pero no se ha afirmado que sin él no se pueda alcanzarla igualmente.
El Libro de los Médiums.
17. ¿Y habría un medio de abreviar esta prueba?
-La resignación y la oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos, porque sería inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado.
19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones?
-Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir a la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud, vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a suportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en interés de vuestro porvenir no les es permitido el libraros de ella, De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea.
Observación. — Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos. En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción. Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro. Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres. Sin embargo acontece – Dios lo permite algunas veces–, que los malos tengan suerte en sus proyectos de avaricia; pero entonces es una lección que Dios os da a todos; lo que quiere es estimular la previsión humana; es el orden infinito que reina en la naturaleza, es el valor que deben imitar y que deben soportar con resignación los hombres contra los acontecimientos. En cuanto a los que por cálculo se aprovechan de los desastres, creedlo, serán castigados. Dios quiere que todos sus seres vivan; el hombre no debe jugar con la necesidad, ni traficar con lo superfluo. Justo en sus buenas obras, grande en su clemencia, demasiado bueno para nuestra ingratitud, Dios, en sus designios, es impenetrable.
957. El suicidio, ¿qué consecuencias acarrea, en general, sobre el estado del Espíritu?
- Las consecuencias del suicidio son muy diversas. No existen penas fijas, y en todos los casos son siempre relativas a las causas que lo han ocasionado. Pero una consecuencia a la que el suicida no puede escapar es la contrariedad. Por otra parte, la suerte que corren no es la misma para todos. Depende de las circunstancias. Algunos expían de inmediato su falta, y otros en una nueva existencia, que será peor que aquella cuyo curso natural han interrumpido.
En efecto, muestra la observación que las consecuencias del suicidio no resultan siempre iguales. Pero hay las que son comunes a todos los casos de muerte violenta y resultado de la brusca interrupción de la vida. Está, en primer lugar, la más prolongada y más tenaz persistencia del lazo que une al Espíritu con el cuerpo, puesto que ese vínculo casi siempre se halla en toda su fuerza en el instante en que es roto, mientras que en los casos de muerte natural se ha ido debilitando gradualmente y con frecuencia se halla ya desatado antes que se extinga por entero la vida. Las resultas de tal estado de cosas son la prolongación de la turbación espírita, y luego, el engaño que durante un tiempo más o menos largo induce al Espíritu a creer que se cuenta todavía en el número de lo vivientes. (Ver parágrafos 155 y 165).
Libro Segundo – Capítulo III
155. ¿Cómo se opera la separación del alma y el cuerpo?
“Al romperse los lazos que la retenían, el alma se desprende.”
Turbación Espírita.
165. El conocimiento del espiritismo, ¿ejerce alguna influencia sobre el tiempo que dura la turbación?
-“Ejerce una influencia muy grande, puesto que el Espíritu comprende por anticipado esa situación. No obstante, la prácticadel bien y la conciencia pura ejercen la mayor influencia.”
En el momento de la muerte todo es confuso al principio. El alma necesita algún tiempo para reconocerse. Está como aturdida, como en el estado de un hombre que acaba de salir de un profundo sueño e intenta percatarse de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado vuelven a ella a medida que se borra la influencia de la materia de la que acaba de desprenderse, y que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos. La relación que persiste entre el Espíritu y el cuerpo produce en algunos suicidas una especie de repercusión del estado del cuerpo sobre el Espíritu, el cual siente así, a pesar suyo, los efectos de la descomposición de la materia, que le hacen experimentar una sensación llena de angustias y de horror, y ese estado podrá prolongarse por tanto tiempo cuanto debiera haber durado la vida que ellos han interrumpido. Tal efecto no es general. Pero en ningún caso el suicida se halla libre de las consecuencias de su falta de valor, y tarde o temprano expiará su culpa, de una manera u otra. Así pues, ciertos Espíritus, que habían sido muy infelices en la Tierra, declararon haberse suicidado en su existencia anterior, y también haberse sometido voluntariamente a nuevas pruebas para intentar sobrellevarlas con más resignación. En algunos, se trata de una especie de apego a la materia, de la que en balde tratan de desembarazarse para volar hacia mundos mejores, pero cuyo acceso les está impedido. En la mayoría de ellos sobreviene la pena de haber hecho algo inútil, puesto que no experimentan con eso más que desilusión.El tiempo que dura la turbación que sigue a la muerte es muy variable:puede extenderse desde algunas horas hasta muchos meses, e incluso muchos años. Es menos prolongado en quienes, cuando vivían, se identificaron con su estado futuro, porque entonces comprenden inmediatamente su situación. Esa turbación presenta circunstancias particulares según el carácter de los individuos y, sobre todo, según el tipo de muerte. En los casos de muerte violenta, producida por suicidio, suplicio, accidente, apoplejía, heridas, etcétera, el Espíritu se halla sorprendido, asombrado. No cree estar muerto y lo sostiene con obstinación. Sin embargo, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo y no comprende que se separó de él. Se acerca a las personas a quienes aprecia, les habla y no entiende por qué no lo oyen. Esa ilusión se mantiene hasta que el periespíritu se desprende por completo. Sólo entonces el Espíritu se reconoce y comprende que ya no forma parte de los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu queda aturdido por el brusco cambio que se operó en él. La muerte todavía es para él sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como piensa, ve y oye, a su entender no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve con un cuerpo semejante al anterior por la forma, pero cuya naturaleza etérea aún no ha tenido tiempo de estudiar. Le parece sólido y compacto como el primero, y cuando se le llama la atención acerca de este punto se asombra de no poder palparse. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos novatos, que no creen estar dormidos. Para ellos el dormir es sinónimo de suspensión de las facultades. Ahora bien, como piensan libremente y pueden ver, suponen que están despiertos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad aunque la muerte no les haya llegado de modo inesperado. No obstante, siempre es más general en los que, aunque estaban enfermos, no pensaban en morirse. Vemos en ese caso el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como si fuese el de un extraño, y que se refiere a ello como si se tratara de algo que no le incumbe, hasta el momento en que comprende la verdad. La turbación que sigue a la muerte no es penosa en absoluto para el hombre de bien. Es calma y en todo semejante a la que acompaña. La religión, la moral y todas las filosofías condenan el suicidio como contrario a la ley natural. Todas ellas nos dicen, en principio, que no nos asiste el derecho de abreviar voluntariamente nuestra propia vida. Pero, ¿por qué no tenemos ese derecho? ¿Por qué no somos libres de poner término a nuestros sufrimientos? Estaba reservado al Espiritismo demostrar, con el ejemplo de los que sucumbieron a él, que el suicidio no es sólo una falta en cuanto constituye infracción a una ley moral, consideración ésta que para algunos individuos es de poco peso, sino un acto estúpido, pues nada se gana con él, sino todo lo contrario. Y no es la teoría la que nos lo enseñe, son los hechos que el Espiritismo pone ante nuestros propios ojos.
982. ¿Es preciso hacer profesión de fe espiritista y creer en las manifestaciones para asegurarnos nuestra suerte en la vida futura?
- Si así fuera, se podría colegir de ello que todos los que no creen en el Espiritismo o no han estado en situación de instruirse a su respecto quedan desheredados, lo cual sería absurdo. El bien es el que nos asegura nuestra suerte venidera. Y el bien es siempre tal, sea cual fuere el camino que hasta él conduzca. (Ver párrafos 165 y 799).
799. ¿De qué modo el espiritismo puede contribuir al progreso?
“Al destruir al materialismo, que es una de las plagas de la sociedad, el espiritismo hace que los hombres comprendan dónde reside su verdadero interés. Dado que la vida futura ya no está velada por la duda, el hombre comprenderá mejor que puede garantizar su porvenir mediante el presente. Al destruir los prejuicios sectarios, de castas y de colores, el espiritismo enseña a los hombres la gran solidaridad que debe unirlos como hermanos.”
La creencia en el Espiritismo ayuda a mejorarse, fijando las ideas acerca de ciertos puntos relativos al porvenir. Acelera el progreso de los individuos tanto como el de las masas, porque permite al hombre darse cuenta de lo que será él algún día. Es un punto de apoyo y una luz que nos guía. El Espiritismo enseña a afrontar las pruebas con paciencia y resignación. Nos aparta de aquellas acciones que puedan retrasar nuestra felicidad venidera. Y de ese modo contribuye a tal dicha, pero no se ha afirmado que sin él no se pueda alcanzarla igualmente.
El Libro de los Médiums.
17. ¿Y habría un medio de abreviar esta prueba?
-La resignación y la oración. Por lo demás, basta hacer cada día una tentativa de algunos minutos, porque sería inútil perder el tiempo ensayando infructuosamente; la tentativa no tiene otro objeto que el de asegurarse si la facultad se ha recobrado.
19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones?
-Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir a la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud, vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a suportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en interés de vuestro porvenir no les es permitido el libraros de ella, De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea.
Observación. — Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos. En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción. Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro. Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres. Sin embargo acontece – Dios lo permite algunas veces–, que los malos tengan suerte en sus proyectos de avaricia; pero entonces es una lección que Dios os da a todos; lo que quiere es estimular la previsión humana; es el orden infinito que reina en la naturaleza, es el valor que deben imitar y que deben soportar con resignación los hombres contra los acontecimientos. En cuanto a los que por cálculo se aprovechan de los desastres, creedlo, serán castigados. Dios quiere que todos sus seres vivan; el hombre no debe jugar con la necesidad, ni traficar con lo superfluo. Justo en sus buenas obras, grande en su clemencia, demasiado bueno para nuestra ingratitud, Dios, en sus designios, es impenetrable.
Bossuet. Alfredo de Marignac.
Motivos de Resignación... el Libro El Espiritismo Según el Espiritismo.
12. Con estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados", Jesús indica al mismo tiempo la compensación que espera a los que sufren, y la resignación que hace bendecir el sufrimiento como preludio de la curación.
Estas palabras también pueden traducirse de este modo: Vosotros debéis consideraros felices sufriendo, porque vuestros dolores son deudas de vuestras faltas pasadas, y esos dolores sufridos con paciencia en la tierra os ahorran siglos de sufrimientos en la vida futura. Debéis, pues, teneros por felices, viendo que Dios reduce vuestra deuda, permitiéndoos que la pagués ahora, lo que os asegurará la tranquilidad para el porvenir.
El hombre que sufre se parece a un deudor que debe una fuerte cantidad y a quien su acreedor dice: "Si hoy mismo me pagáis la centésima parte, os perdono el resto; quedaréis libre; si no la hacéis, os perseguiré hasta que hayáis pagado el último céntimo". ¿No sería feliz el deudor, aun cuando sufriese toda clase de privaciones para librarse, pagando solamente la centésima parte de lo que debe? En vez de quejarse de su acreedor, ¿no le daría las gracias? Tal es el sentido de estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados"; son felices porque pagan la deuda, y después de pagar, quedaron libres. Pero si pagando por un lado, se contraen nuevas deudas por el otro, nunca se llegará al saldo. Cada nueva falta aumenta la deuda, porque no hay una sola, cualquiera que sea, que no lleve consigo su castigo forzoso, inevitable; si no es hoy, será mañana, y si no en esta vida, será en otra.
Entre estas faltas debería ponerse en primer lugar el defecto de sumisión a la voluntad de Dios; puesi en las aflicciones se murmura si no se aceptan con resignación y como cosa que ha debido merecerse, si se acusa a Dios de injustose contrae una deuda nueva que hace perder el beneficio que podría esperarse del sufrimiento;por esto será preciso empezar de nuevo, absolutamente como si a un acreedor que os atormenta, le dais cantidades a cuenta, y cada vez le pedís prestado de nuevo. A su entrada en el mundo de los espíritus, el hombre es semejante también al obrero que se presenta el día de la paga. A los unos les dice el amo: "Aquí tenéis el precio de vuestros jornales"; a los otros, a los felices de la tierra, a los que hayan vivido en la ociosidad, a los que hayan cifrado su felicidad en la satisfacción del amor propio y los goces mundanos, dirá:
"Nada hay para vosotros, porque habéis recibido vuestro salario en la tierra. Idos y empezad de nuevo vuestra tarea".
Tal es el sentido de estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados"; son felices porque pagan la deuda, y después de pagar, quedaron libres. Pero si pagando por un lado, se contraen nuevas deudas por el otro, nunca se llegará al saldo. Cada nueva falta aumenta la deuda, porque no hay una sola, cualquiera que sea, que no lleve consigo su castigo forzoso, inevitable; si no es hoy, será mañana, y si no en esta vida, será en otra. Entre estas faltas debería ponerse en primer lugar el defecto de sumisión a la voluntad de Dios; pues si en las aflicciones se murmura si no se aceptan con resignación y como cosa que ha debido merecerse, si se acusa a Dios de injusto, se contrae una deuda nueva que hace perder el beneficio que podría esperarse del sufrimiento; por esto será preciso empezar de nuevo, absolutamente como si a un acreedor que os atormenta, le dais cantidades a cuenta, y cada vez le pedís prestado de nuevo. A su entrada en el mundo de los espíritus, el hombre es semejante también al obrero que se presenta el día de la paga. A los unos les dice el amo: "Aquí tenéis el precio de vuestros jornales"; a los otros, a los felices de la tierra, a los que hayan vivido en la ociosidad, a los que hayan cifrado su felicidad en la satisfacción del amor propio y los goces mundanos, dirá:"Nada hay para vosotros, porque habéis recibido vuestro salario en la tierra. Idos y empezad de nuevo vuestra tarea".
13. El hombre puede aliviar o aumentar las amarguras de sus pruebas según el modo como considere la vida terrestre. Sufre tanto más cuanto más larga ve la duración del sufrimiento; así, pues, el que se coloca en el punto de vista de la vida espiritual, abraza de una sola ojeada la vida corporal; la ve como un punto en el infinito, comprende su corta duración, y dice que ese momento penoso pasa muy pronto; la certeza de un porvenir próximo más feliz le sostiene y le anima, y en lugar de quejarse, da gracias al cielo por los dolores que le hacen adelantar. Para el que sólo ve la vida corporal, por el contrario, ésta le parece interminable, y el dolor pesa sobre él con toda su fuerza. Es resultado de ese modo de considerar la vida el disminuir la importancia de las cosas de este mundo, conducir al hombre a moderar sus deseos y a contentarse con su posición sin envidiar la de los otros; atenuando la impresión moral de los reveses y de los desengaños que experimenta, adquiere una calma y una resignación tan útiles a la salud del cuerpo como a la del alma; mientras que con la envidia, los celos y la ambición, él mismo se pone voluntariamente en el tormento y aumenta de este modo las miserias y las angustias de su corta existencia.
Tal es el sentido de estas palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados"; son felices porque pagan la deuda, y después de pagar, quedaron libres. Pero si pagando por un lado, se contraen nuevas deudas por el otro, nunca se llegará al saldo. Cada nueva falta aumenta la deuda, porque no hay una sola, cualquiera que sea, que no lleve consigo su castigo forzoso, inevitable; si no es hoy, será mañana, y si no en esta vida, será en otra. Entre estas faltas debería ponerse en primer lugar el defecto de sumisión a la voluntad de Dios; pues si en las aflicciones se murmura si no se aceptan con resignación y como cosa que ha debido merecerse, si se acusa a Dios de injusto, se contrae una deuda nueva que hace perder el beneficio que podría esperarse del sufrimiento; por esto será preciso empezar de nuevo, absolutamente como si a un acreedor que os atormenta, le dais cantidades a cuenta, y cada vez le pedís prestado de nuevo. A su entrada en el mundo de los espíritus, el hombre es semejante también al obrero que se presenta el día de la paga. A los unos les dice el amo: "Aquí tenéis el precio de vuestros jornales"; a los otros, a los felices de la tierra, a los que hayan vivido en la ociosidad, a los que hayan cifrado su felicidad en la satisfacción del amor propio y los goces mundanos, dirá:"Nada hay para vosotros, porque habéis recibido vuestro salario en la tierra. Idos y empezad de nuevo vuestra tarea".
13. El hombre puede aliviar o aumentar las amarguras de sus pruebas según el modo como considere la vida terrestre. Sufre tanto más cuanto más larga ve la duración del sufrimiento; así, pues, el que se coloca en el punto de vista de la vida espiritual, abraza de una sola ojeada la vida corporal; la ve como un punto en el infinito, comprende su corta duración, y dice que ese momento penoso pasa muy pronto; la certeza de un porvenir próximo más feliz le sostiene y le anima, y en lugar de quejarse, da gracias al cielo por los dolores que le hacen adelantar. Para el que sólo ve la vida corporal, por el contrario, ésta le parece interminable, y el dolor pesa sobre él con toda su fuerza. Es resultado de ese modo de considerar la vida el disminuir la importancia de las cosas de este mundo, conducir al hombre a moderar sus deseos y a contentarse con su posición sin envidiar la de los otros; atenuando la impresión moral de los reveses y de los desengaños que experimenta, adquiere una calma y una resignación tan útiles a la salud del cuerpo como a la del alma; mientras que con la envidia, los celos y la ambición, él mismo se pone voluntariamente en el tormento y aumenta de este modo las miserias y las angustias de su corta existencia.
El suicidio y la locura
14. La calma y la resignación resultantes de la manera de considerar la vida terrestre y de la fe del porvenir, dan al espíritu una serenidad que es el mejor preservativo contra "la locura y el suicidio". En efecto, es cierto que la mayor parte de los casos de locura son debidos a la conmoción producida por las vicisitudes que el hombre no tiene fuerza para soportar; si, pues, por la manera como el Espiritismo le hace ver las cosas de este mundo, toma con indiferencia, y aún con alegría, los reveses y los desengaños que le hubieran desesperado en otras circunstancias, es evidente que esa fuerza que le coloca por encima de los acontecimientos, preserva su razón de las sacudidas, que sin esto le hubieran quebrantado.
16. La incredulidad, la simple duda acerca del porvenir, las ideas materialistas, en una palabra, son los más grandes excitantes para el suicidio: engendran la "cobardía moral". Y cuando se ven hombres de ciencia apoyarse en la autoridad de su saber para esforzarse en probar a sus oyentes o a sus lectores que nada tienen que esperar después de la muerte, ¿no equivale a conducirles a esta consecuencia, es a saber: que si son desgraciados, nada pueden hacer mejor que matarse? ¿Qué podrían decirles que les desviara de esa idea? ¿Qué compensación pueden ofrecerles? ¿Qué esperanza pueden darles? Nada absolutamente, sino la nada. De donde se sigue, que si la nada es el solo remedio heroico, la sola perspectiva, más vale caer en ella en seguida que más tarde y sufrir de este modo menos tiempo. La propagación de las ideas materialistas es, pues, el veneno que inocula en un gran numero el pensamiento del suicidio, y aquellos que se proclaman sus apóstoles, asumen una grande responsabilidad. No siendo permitida la duda con el Espiritismo, el aspecto de la vida cambia, el creyente sabe que la vida se prolonga indefinidamente más allá de la tumba, pero en diferentes condiciones; de aquí nace la paciencia y la resignación, que naturalmente desvían el pensamiento del suicidio; en una palabra, de aquí viene el "valor moral".
31. "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?" Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que ellos se imponen, han contribuido al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espiritista puede excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles de la desesperación y de sus funestas consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860).
6. Vengo a enseñar y a consolar a los pobres desheredados; vengo a decirles que eleven su resignación al nivel de sus pruebas; que lloren, porque el dolor fué consagrado en el Huerto de los Olivos; pero que esperen, porque los ángeles consoladores vendrán también a enjugar las lágrimas. Trabajadores, trazad vuestro surco; por la mañana continuad el trabajo rudo de la víspera; el trabajo de vuestras manos proporciona el pan terrestre a vuestro cuerpo, pero vuestras almas no están olvidadas: y yo, el divino jardinero, las cultivo en el silencio de vuestros pensamientos. Cuando haya sonado la hora del descanso, cuando el estambre se escape de vuestras manos y cuando vuestros ojos se cierren a la luz, sentiréis brotar y germinar en vosotros mi preciosa semilla. Nada se pierde en el reino de mi Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas superiores, en donde la luz reemplaza a las tinieblas y en donde el más desnudo de vosotros puede que sea el más radiante de luz.
14. La calma y la resignación resultantes de la manera de considerar la vida terrestre y de la fe del porvenir, dan al espíritu una serenidad que es el mejor preservativo contra "la locura y el suicidio". En efecto, es cierto que la mayor parte de los casos de locura son debidos a la conmoción producida por las vicisitudes que el hombre no tiene fuerza para soportar; si, pues, por la manera como el Espiritismo le hace ver las cosas de este mundo, toma con indiferencia, y aún con alegría, los reveses y los desengaños que le hubieran desesperado en otras circunstancias, es evidente que esa fuerza que le coloca por encima de los acontecimientos, preserva su razón de las sacudidas, que sin esto le hubieran quebrantado.
16. La incredulidad, la simple duda acerca del porvenir, las ideas materialistas, en una palabra, son los más grandes excitantes para el suicidio: engendran la "cobardía moral". Y cuando se ven hombres de ciencia apoyarse en la autoridad de su saber para esforzarse en probar a sus oyentes o a sus lectores que nada tienen que esperar después de la muerte, ¿no equivale a conducirles a esta consecuencia, es a saber: que si son desgraciados, nada pueden hacer mejor que matarse? ¿Qué podrían decirles que les desviara de esa idea? ¿Qué compensación pueden ofrecerles? ¿Qué esperanza pueden darles? Nada absolutamente, sino la nada. De donde se sigue, que si la nada es el solo remedio heroico, la sola perspectiva, más vale caer en ella en seguida que más tarde y sufrir de este modo menos tiempo. La propagación de las ideas materialistas es, pues, el veneno que inocula en un gran numero el pensamiento del suicidio, y aquellos que se proclaman sus apóstoles, asumen una grande responsabilidad. No siendo permitida la duda con el Espiritismo, el aspecto de la vida cambia, el creyente sabe que la vida se prolonga indefinidamente más allá de la tumba, pero en diferentes condiciones; de aquí nace la paciencia y la resignación, que naturalmente desvían el pensamiento del suicidio; en una palabra, de aquí viene el "valor moral".
31. "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?" Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que ellos se imponen, han contribuido al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espiritista puede excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles de la desesperación y de sus funestas consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860).
6. Vengo a enseñar y a consolar a los pobres desheredados; vengo a decirles que eleven su resignación al nivel de sus pruebas; que lloren, porque el dolor fué consagrado en el Huerto de los Olivos; pero que esperen, porque los ángeles consoladores vendrán también a enjugar las lágrimas. Trabajadores, trazad vuestro surco; por la mañana continuad el trabajo rudo de la víspera; el trabajo de vuestras manos proporciona el pan terrestre a vuestro cuerpo, pero vuestras almas no están olvidadas: y yo, el divino jardinero, las cultivo en el silencio de vuestros pensamientos. Cuando haya sonado la hora del descanso, cuando el estambre se escape de vuestras manos y cuando vuestros ojos se cierren a la luz, sentiréis brotar y germinar en vosotros mi preciosa semilla. Nada se pierde en el reino de mi Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas superiores, en donde la luz reemplaza a las tinieblas y en donde el más desnudo de vosotros puede que sea el más radiante de luz.
Obediencia y Resignación
8. La doctrina de Jesús enseña por todas partes la obediencia y la resignación, dos virtudes compañeras de la dulzura, muy militantes, aunque los hombres las confunden sin razón con la negación del sentimiento y de la voluntad. "La obediencia es el consentimiento de la razón, y la resignación es el consentimiento del corazón"; las dos son fuerzas activas, porque llevan la carga de las pruebas que la insensata rebeldía vuelve a dejar caer. El cobarde no puede ser resignado, de la misma manera que el orgulloso y el egoísta no puede ser obediente. Jesús fué la encarnación de estas virtudes, despreciadas por la materialista antigüedad. Llegó el momento en que la sociedad romana perecía en el desfallecimiento de la corrupción, y aquél vino a hacer brillar en el seno de la humanidad agobiada los triunfos del sacrificio y del desprendimiento carnal. Cada época lleva de este modo el sello de la virtud o del vicio que debe salvarla o perderla. La virtud de vuestra generación es la actividad intelectual; su vicio es la indiferencia moral. Digo sólo actividad, porque el genio se eleva de repente y descubre de una sola ojeada los horizontes que la multitud verá después de él, mientras que la actividad es la reunión de los esfuerzos de todos para alcanzar un objeto menos brillante, pero que prueba la elevación intelectual de una época. Someteos al impulso que venimos a dar a vuestros espíritus; obedeced a la gran ley del progreso, que es la palabra de vuestra generación. ¡Desgraciado el espíritu perezoso cuyo entendimiento se embota!. ¡Desgraciado! porque nosotros, que somos los guías de la humanidad que marcha, les daremos con el látigo y forzaremos su voluntad rebelde con el doble esfuerzo del freno y la espuela; toda resistencia orgullosa deberá ceder tarde o temprano; pero felices aquellos que son humildes, porque prestarán oído dócil a las enseñanzas. (Lázaro. París, 1863).
8. La doctrina de Jesús enseña por todas partes la obediencia y la resignación, dos virtudes compañeras de la dulzura, muy militantes, aunque los hombres las confunden sin razón con la negación del sentimiento y de la voluntad. "La obediencia es el consentimiento de la razón, y la resignación es el consentimiento del corazón"; las dos son fuerzas activas, porque llevan la carga de las pruebas que la insensata rebeldía vuelve a dejar caer. El cobarde no puede ser resignado, de la misma manera que el orgulloso y el egoísta no puede ser obediente. Jesús fué la encarnación de estas virtudes, despreciadas por la materialista antigüedad. Llegó el momento en que la sociedad romana perecía en el desfallecimiento de la corrupción, y aquél vino a hacer brillar en el seno de la humanidad agobiada los triunfos del sacrificio y del desprendimiento carnal. Cada época lleva de este modo el sello de la virtud o del vicio que debe salvarla o perderla. La virtud de vuestra generación es la actividad intelectual; su vicio es la indiferencia moral. Digo sólo actividad, porque el genio se eleva de repente y descubre de una sola ojeada los horizontes que la multitud verá después de él, mientras que la actividad es la reunión de los esfuerzos de todos para alcanzar un objeto menos brillante, pero que prueba la elevación intelectual de una época. Someteos al impulso que venimos a dar a vuestros espíritus; obedeced a la gran ley del progreso, que es la palabra de vuestra generación. ¡Desgraciado el espíritu perezoso cuyo entendimiento se embota!. ¡Desgraciado! porque nosotros, que somos los guías de la humanidad que marcha, les daremos con el látigo y forzaremos su voluntad rebelde con el doble esfuerzo del freno y la espuela; toda resistencia orgullosa deberá ceder tarde o temprano; pero felices aquellos que son humildes, porque prestarán oído dócil a las enseñanzas. (Lázaro. París, 1863).
La Piedad
17. La piedad es la virtud que más se aproxima a los ángeles, es la hermana de la caridad que os conduce hacia Dios. ¡Ah! dejad que vuestro corazón se enternezca al aspecto de las miserias y de los sufrimientos de vuestros semejantes; vuestras lágrimas son bálsamo que derramáis sobre sus heridas, y cuando por una dulce simpatía, conseguís volverles la esperanza y la resignación, ¡qué satisfacción no experimentáis! Es verdad que este encanto tiene cierta amargura, porque nace al lado de la desgracia; pero si no tiene la acritud de los goces mundanos, ni las punzantes decepciones del vacío que éstas dejan en pos de sí, tiene una suavidad penetrante que alegra el alma. La piedad, la piedad bien sentida, es amor; el amor es afecto; el afecto es el olvido de sí mismo, y este olvido es la abnegación en favor del desgraciado, es la virtud por excelencia, es la que practicó toda su vida el divino Mesías, y que enseñó en su doctrina tan sublime y tan santa; cuando esta doctrina llegue a su pureza primitiva, cuando sea admitida por todos los pueblos, dará la felicidad a la Tierra, haciendo, al fin, reinar en ella la concordia, la paz y el amor.
17. La piedad es la virtud que más se aproxima a los ángeles, es la hermana de la caridad que os conduce hacia Dios. ¡Ah! dejad que vuestro corazón se enternezca al aspecto de las miserias y de los sufrimientos de vuestros semejantes; vuestras lágrimas son bálsamo que derramáis sobre sus heridas, y cuando por una dulce simpatía, conseguís volverles la esperanza y la resignación, ¡qué satisfacción no experimentáis! Es verdad que este encanto tiene cierta amargura, porque nace al lado de la desgracia; pero si no tiene la acritud de los goces mundanos, ni las punzantes decepciones del vacío que éstas dejan en pos de sí, tiene una suavidad penetrante que alegra el alma. La piedad, la piedad bien sentida, es amor; el amor es afecto; el afecto es el olvido de sí mismo, y este olvido es la abnegación en favor del desgraciado, es la virtud por excelencia, es la que practicó toda su vida el divino Mesías, y que enseñó en su doctrina tan sublime y tan santa; cuando esta doctrina llegue a su pureza primitiva, cuando sea admitida por todos los pueblos, dará la felicidad a la Tierra, haciendo, al fin, reinar en ella la concordia, la paz y el amor.
Acto de sumisión y resignación
30. Prefacio. Cuando tenemos un motivo de aflicción, si buscamos la causa encontraremos muchas veces que es consecuencia de nuestra imprudencia, de nuestra impresión, o de una acción anterior; en este caso, a nadie debemos culpar sino a nosotros mismos. Si la causa de una desgracia es independiente de toda participación nuestra, es una prueba para esta vida o la expiación de una existencia pasada, y en este último caso, la naturaleza de la expiación puede hacernos conocer la naturaleza de la falta, porque siempre somos castigados por donde hemos pecado. (Cap. V, núms. 4, 6 y siguientes.)
En lo que nos aflige, en general, sólo vemos el mal presente, y no las consecuencias ulteriores favorables que esto puede tener. El bien es muchas veces consecuencia del mal pasajero, como la curación de un enfermo es resultado de los medios dolorosos que se han empleado para obtenerla. En todos los casos debemos someternos a la voluntad de Dios y soportar con valor las tribulaciones de la vida, si queremos que se nos tome en cuenta y que se nos apliquen estas palabras de Cristo:
30. Prefacio. Cuando tenemos un motivo de aflicción, si buscamos la causa encontraremos muchas veces que es consecuencia de nuestra imprudencia, de nuestra impresión, o de una acción anterior; en este caso, a nadie debemos culpar sino a nosotros mismos. Si la causa de una desgracia es independiente de toda participación nuestra, es una prueba para esta vida o la expiación de una existencia pasada, y en este último caso, la naturaleza de la expiación puede hacernos conocer la naturaleza de la falta, porque siempre somos castigados por donde hemos pecado. (Cap. V, núms. 4, 6 y siguientes.)
En lo que nos aflige, en general, sólo vemos el mal presente, y no las consecuencias ulteriores favorables que esto puede tener. El bien es muchas veces consecuencia del mal pasajero, como la curación de un enfermo es resultado de los medios dolorosos que se han empleado para obtenerla. En todos los casos debemos someternos a la voluntad de Dios y soportar con valor las tribulaciones de la vida, si queremos que se nos tome en cuenta y que se nos apliquen estas palabras de Cristo:
Bienaventurados los que sufren. (Cap. V, núm. 18.)
31. Oración. Dios mio, vos sois soberanamente justo; todo sufrimiento en la tierra, debe, pues, tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de aflicción que acabo de experimentar como una expiación de mis faltas pasadas y como una prueba para el porvenir. Espíritus buenos que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced que sea para mí una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición, la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuya a mi adelantamiento.
31. Oración. Dios mio, vos sois soberanamente justo; todo sufrimiento en la tierra, debe, pues, tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de aflicción que acabo de experimentar como una expiación de mis faltas pasadas y como una prueba para el porvenir. Espíritus buenos que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced que sea para mí una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición, la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuya a mi adelantamiento.
Artículos referidos en esta reflexión que merecen ser incluidos.
**La Resignación**
La resignación en la actualidad parece difícil, pero en realidad, la resignación nos enseña a llevar la vida y los problemas de distinta manera, pues cuando en nuestro interior disponemos de la resignación nuestro mundo se vuelve más tranquilo. La resignación también es aceptar todo lo que nos sucede, ya sea dolor, ya sea situación laboral complicada, problemas conyugales o en el hogar, resignación en todo, puesto que en este mundo todo lo que nos pasa es por algún motivo, sabiendo que nada es casual, entonces debemos resignarnos en todo, la paz interior, la tranquilidad, el saber que el Padre nos ayudará, todo eso, aparte de hacer que nuestra resignación crezca en nuestro corazón también nos enseña a tener fe.
Si hacemos todo lo contrario y lo que hacemos es luchar por cambiar una situación que ya es difícil de llevar, nos hace perder la fe, nos hace perder la tranquilidad y no ver las cosas con su objetivo más claro, pues los obsesores, estos hermanos que no quieren que avancemos, nos harán que todo sea más difícil y por lo tanto hará que perdamos esa paz que tenemos dentro de nosotros, y es ahí cuando todo se verá más difícil y con mayor dificultad.
Por eso, tenemos que ser pacientes y resignados, tener la certeza de que nada es casual, que tenemos que saber y creer que lo que nos pasa lo sabe el Padre, y El sabe hasta dónde podemos aguantar y todo lo que nos hace falta para mejorar.
Todo esto, toda esta maravilla, el querer y confiar en el Padre nos hace sentir más calmados y tranquilos, pero para ello, necesitamos tener la resignación y la tranquilidad confiando en el Padre, siempre.
¡Hay hermanos!, si supierais lo importante que es tener resignación en las cosas, no rebeldía sino fe en todo, vuestro mundo interior seria más bello y os acercaríais a los ángeles del cielo, pues veríais que todo pasa por algún motivo, y eso os daría paz y confianza en Dios, y que nada es casual, pues todo lo sabe el Padre.
Hermanos, sed fuertes para cultivar esa bella doctrina espirita dentro de vosotros, confiando en el Padre y luchando por mejorar.
Tener resignación y amar al Padre.
Espíritu Rafael
Vida espiritual
Lunes, 24 de enero de 2011
Sufrimientos en el área social. Hay individuos que nacen, que viven en estado de máxima pobreza, de miseria sociológicamente dicho, debajo de la línea de la pobreza, económicamente también entendido así. Y nos estamos preguntando: ¿Cómo es que en el mundo donde se excede, donde hay basura rica en las grandes ciudades, puede existir tanta hambre? Encontramos criaturas que, desde que nacen son marcadas por enfermedades groseras, individuos que son autistas, hidrocéfalos, microcéfalos, macrocéfalos, ciegos, sordos-mudos, criaturas que nacen con lesiones insuperables como los anencéfalos, sin cerebro; niños que nacen con parte del tronco cerebral apenas y, por eso, la vida orgánica no puede avanzar. Miramos para otro lado de este mismo mundo y hayamos criaturas que nacen en cunas de oro, ricas, de familias poderosas, pero marcadas por insidiosas parálisis, lesiones cerebrales, como esquizofrenias, tormentas en el campo psicológico, en el campo psiquiátrico. Entonces pensamos: ¿Qué mundo es este? Un mundo de pruebas y expiaciones. De esta manera, tenemos dos caminos: o entendemos por qué vivimos en este mundo y porque este mundo tiene esas características o nos desarbolamos o nos perdemos en la revuelta.
Este segundo camino es completamente inhábil. No nos sirve, no nos llevara a lugar alguno que no sea el enloquecimiento mayor. Nos resta la primera posibilidad: tratar de comprender porque en ese mundo se sufre tanto. Ahora, en la medida que entendemos que ese es un mundo de pruebas y de expiaciones está claro porque todos sufrimos, de una manera o de otra. No existe una sola criatura que no tenga sus lecciones. Personas bonitas, bien puestas mas, cuando conversamos con ellas, son dadas a jaquecas, tienen problemas de columna, tienen crisis hepáticas, tienen mil y un problemas que en el rostro no muestran.
Pensamos en las condiciones de este mundo. Si es un mundo donde el mal aun predomina, que estamos aquí aun cargamos muchas marcas de ese mal que en la tierra predomina. ¿Por qué cargamos esas marcas? Porque provenimos de otras existencias donde esas cosas fueron realizadas y Cristo afirmo que no saldríamos de aquí hasta pagar el último cuadrante, la ultima moneda, para usar un lenguaje figurado del mundo. Por causa de eso, vale la pena pensar en una salida para toda esa gama de sufrimientos, de males, que encontramos a lo largo de nuestro planeta. ¿Huir de ellos? Imposible. Para donde quiera que vayamos, allá estará el problema, la dificultad, el acicate de la Ley Divina, Leyes naturales funcionando. Y cada cual de nosotros precisara acostumbrarse con esas ocurrencias del planeta tierra, a driblar ese mal que exacerba en nuestro mundo y procuramos, a lo largo de los días, trabajar para que la tierra sea más feliz de lo que es hoy.
* * *
Cuando pensamos en esa gama de sufrimientos de nuestro planeta, muchas veces nos estamos preguntando al respecto del sufrimiento de los animales. ¿Por qué sufren? Llegamos a comprender porque es que nosotros, seres humanos, sufrimos. Nuestros errores, nuestros delitos, nuestros crímenes cometidos en otras existencias, en otras experiencias aquí en el mundo, en esta misma vida, en vidas pasadas. ¿Pero y los animales? Los animales no erran, ellos no cometen errores. Los animales siguen la Ley del determinismo y, dentro de la Ley del determinismo, ellos no erran nunca. Jamás una serpiente ataca a alguien porque no le gusto su rostro, porque no simpatizo con la persona. Ataca para defenderse, porque se siente arrinconada. Así hacen todos los demás animales para defenderse.
Cuando pensamos en el sufrimiento de los animales tenemos que percibir que, cada ser que sufre en este mundo, tiene un objetivo determinado por la Ley Divina. Los animales sufren no para rescatar los errores cometidos. Es para despertarles los centros psíquicos. Los animales son principios espirituales, son Espíritus en evolución y, ciertamente, precisas del dolor, del sufrimiento para acostumbrarse a buscar en el planeta los recursos salvadores. Jamás la Humanidad supo existir veterinarios, en los bosques. No en tanto, los animales sufrían y buscaban recursos en el bosque. Sufren y buscan recursos en el bosque.
Naturalmente que todo eso se debe a ese proceso evolutivo. Al dolor, en los irracionales, no tiene el mismo objetivo que el dolor en el ser humano.
Naturalmente que todo eso se debe a ese proceso evolutivo. Al dolor, en los irracionales, no tiene el mismo objetivo que el dolor en el ser humano.
En el ser humano, el dolor nos fustiga al lado moral para que la gente aprenda a perdonar, a ser humilde, a bajar la cresta del orgullo. Más, en los irracionales no, el dolor tiene otro sentido. Los hacen crecer, los hacen progresar. Miramos nuestro gato en casa, nuestro perro y, de repente, ellos van a comer grama, comen capín. La gente no saben lo que estaban sintiendo. Salen afuera, vomitan y se encuentran bien. ¿Quién fue que les enseño a esos animales a buscar en la naturaleza vegetal el remedio para sus problemas? Así pasa con las aves, con las fieras, en la intimidad de los bosques y, naturalmente, tenemos que convenir que hay un camino importantísimo que andar, es lo que da comprensión.
En la medida en que sabemos de eso, encaramos mejor los dolores del mundo, los dolores de la tierra, con una virtud que se llama resignación. La resignación, de manera alguna, será acomodación. No tenemos que cruzar los brazos porque sufrimos delante de los dolores y dejar que Dios lo resuelva. Si estamos desempleados, tenemos que buscar trabajo. Si estamos enfermos, tenemos que buscar medicina, la medicación, el tratamiento. Si tenemos cualquier problema en este mundo, en este mundo tendremos que resolverlo.
Pero la resignación no es sinónimo de acomodación, vale repetir, la resignación es el mirar que tenemos para esos fenómenos, es la manera como vemos esos fenómenos. Si no fuese la resignación, entraríamos en la ruta de la desesperación, entraríamos en el circuito de la desolación porque, cuando no comprendemos porque sufrimos, sufrimos dos veces. La primera vez por el sufrimiento en sí, la segunda vez por la ignorancia a respeto de él. Por eso, es la Doctrina de los Espíritus que tiene, en su contexto y en los textos, esas explicaciones, esos recursos para hacernos pensar en la razón por la cual los seres humanos sufrimos y por cual razón los irracionales sufren en la tierra.
Vale la pena pensar que los animales sufren por un sentido: para despertarles la vida psíquica, el despertar de sus valores psíquicos, en cuanto el ser humano sufre para rescatar sus débitos y realizar aprendizajes en el campo moral. De ahí comenzamos a percibir como es importante esa virtud de la resignación. El evangelio según el espiritismo, la tercera obra de la Codificación de la Doctrina Espirita, hecha por Allan Kardec nos explica que, en cuanto la obediencia corresponde al consentimiento del raciocinio, de la razón, la resignación corresponde al consentimiento del corazón. Es nuestro sentimiento que nos da la oportunidad de la resignación. Ser resignado no es ser paralizado, estancado, acomodado, inerme, inerte. Resignado es tener el entendimiento de la razón de las cosas, lo que no nos impide de sufrir, ni el de llorar, pero que nos da la alegría de saber que estamos dando cuenta de nuestro recado en el mundo.
José Raúl Teixeira
Transcrição do Programa Vida e Valores, de número 172, apresentado por Raul Teixeira, sob coordenação da Federação Espirita do Paraná. Programa gravado em setembro de 2008. Exibido pela NET, Canal 20, Curitiba, no dia 15.11.2009. Em 31.01.2010.
Traducido por Jacob
Luz Espiritual
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Reflexión Final, mis comentarios al respecto:
Tanto Raúl Texeira como Miguel Vives en sus argumentos del sufrimiento, no logran explicar la razón del sufrimiento. El libro del Cielo y el Infierno, nos explica la razón del sufrimiento.
La expiación consiste en los sufrimientos físicos y morales, que son consecuencia de la falta cometida, sea en esta vida, o después de la muerte en la vida espiritual, sea en una nueva existencia corporal hasta que queden borradas las huellas de la falta. La reparación consiste en hacer bien a aquel a quién se hizo daño.
“S o y . E s p í r i t a” comenta: "La expiación consiste en los sufrimientos físicos y morales, que son consecuencias de las faltas cometidas, sea en esta vida, o después de la muerte en la vida del mundo de los Espíritus, sea en una nueva existencia corporal hasta que queden borradas las huellas de la falta."
El Código penal de la vida futura, tema discutido en el libro del Cielo y el Infierno escrito por Allan Kardec, dice lo siguiente :
- Las penas futuras según el Espiritismo. Debes entender que ninguna falta cometida por el hombre en ésta o en previas existencias, será olvidada. Todas las faltas cometidas consciente o inconscientemente deberán ser necesario ser expiadas.
- Las penas futuras según el Espiritismo. Debes entender que ninguna falta cometida por el hombre en ésta o en previas existencias, será olvidada. Todas las faltas cometidas consciente o inconscientemente deberán ser necesario ser expiadas.
El Espiritismo enseña la reparación de faltas cometidas a través de la Expiación que no es lo mismo a la llamada Redención de los pecados cristianos que los Espiritualistas cristianos predican y enseñan. Porque si no es así, el Espíritu, detiene el progreso de su Espíritu, ya que las faltas cometidas no se perdonan o se redimen, sino que se tienen que expiar, es decir reparar a través de sufrir lo mismo que se hizo sufrir a otros.
Es mejor resignarse ante las calamidades, y entender que lo justo es reparar con sufrimientos iguales a los que su falta ocasionó a otros, previamente. No hay escape posible a esta Ley Natural, establecida por Dios. Y esos otros Espíritus agraviados, son los mismos Espíritus a los cuales se les debe reparar las faltas cometidas. Puedes leer el ítem #17, del Código Penal del Espiritismo al que hacemos referencias. La esencia de este ítem nos da una mirada de Temas de reflexión en el Espiritismo.
Sí sólo te dedicas a evaluar las calamidades, y te olvidas que las víctimas sufren porque hicieron sufrir a otros, no podrás entender el proceso evolutivo del Espíritu. Cada muerte física indica que ese Espíritu encarnado tiene, es el fin o propósito de su misión en cada existencia.
El dolor provocado por su pérdida, indica que los familiares y amigos que sufren esa pérdida, están en una prueba en esta existencia. Los sufrimientos no son eternos, ni tampoco son perdonados por una redención de Jesús, que no existe, entre las enseñanzas del Espiritismo ¿porque, entonces, no asumes ninguna responsabilidad por el agravio incurrido en otros? La ley de Causa y Efecto en el Espiritismo, se explica en que toda acción buena o mala tiene sus consecuencias.
Hacer el bien, ocasiona que la acción sea resultante en el adelanto del Espíritu. Hacer el mal, resulta en no progresar o adelantar el Espíritu, en detener el adelanto individual del Espíritu, hasta que la falta haya sido reparada a través de la Expiación. Las penas futuras según el Espiritismo, te ilustra el proceso para llegar hasta la reparación de las faltas cometidas. Este es un tema de suma importancia para los Espiritistas, porque saben de antemano, qué ocurre cuando se cometen faltas que deberán ser reparadas, para lograr progreso del Espíritu.
El Libro el Cielo y el Infierno, dice:
Las penas futuras según el Espiritismo La carne es débil • Bases de la doctrina espírita acerca de las penas futuras • Código penal de la vida futura.
El Capítulo VII, Ítem #17, explícitamente expone:
17. ° El arrepentimiento puede tener lugar en todas partes y en cualquier tiempo; si es tardío, el culpable sufre mucho más tiempo. Consiste la Expiación en los sufrimientos físicos y morales, que son consecuencia de la falta cometida, sea en esta vida, o después de la muerte en la vida espiritual, sea en una nueva existencia corporal hasta que queden borradas las huellas de la falta. La reparación consiste en hacer bien a aquel a quién se hizo daño. Aquél que no repare en esta vida las faltas cometidas, por impotencia o falta de voluntad, en una existencia ulterior, se hallará en contacto con las mismas personas a quienes habrá perjudicado y en condiciones escogidas por él mismo, que le faciliten probarles la buena voluntad de hacerles tanto bién como mal les había hecho antes. Todas las faltas no ocasionan siempre un perjuicio directo y efectivo; en este caso, la reparación se verifica, haciendo aquello que debía hacerse y no se ha hecho, cumpliendo los debares descuidados o desconocidos, las misiones en que se ha faltado; practicando el bién en contra del mal hecho anteriormente, esto es, siendo humilde, si antes era orgulloso, dulce si fue duro, caritativo si fue egoísta, benévolo si fue malévolo, laborioso si fue perezoso, útil si fue, inútil, sobrio si fue disoluto, de buen ejemplo, si fue malo, etc. Así es cómo el espíritu progresa, aprovechando su pasado (1).
(1) La necesidad de la reparación es un principio de rigurosa justicia, que puede considerarse como la verdadera ley de rehabilitación moral de los Espíritus. Es una doctrina que ninguna religión ha proclamado aún. Sin embargo, algunas personas la rechazan; porque hallarían más cómodo borrar sus malas acciones con un sencillo arrepentimiento, que no cuesta más que palabras ayudadas por algunas fórmulas; libres son de creerse satisfechas; más tarde verán si esto les basta.
Pregunteseles si ese principio no está consagrado por la ley humana, y si la justicia de Dios es inferior a la de los hombres. ¿Se darían por satisfechos de un individuo que, habiéndoles arruinado por abuso de confianza, se limitase a decir que lo siente infinitamente? ¿Por qué retroceden ante una obligación, que todo hombre honrado se cree en el deber de cumplir en la medida de sus fuerzas? Cuando esta perspectiva de la reparación se inculque en la creencia de las masas, será un freno mucho más poderoso que el del infierno y de las penas eternas; porque se refiere a la actualidad de la vida, y el hombre comprenderá la razón de ser de las circunstancias penosas en que se encuentra colocado.
La expiación consiste en los sufrimientos físicos y morales, que son consecuencia de la falta cometida, sea en esta vida, o después de la muerte en la vida espiritual, sea en una nueva existencia corporal hasta que queden borradas las huellas de la falta. La reparación consiste en hacer bien a aquel a quién se hizo daño.
Es decir que todas las faltas se expian o reparan precisamente con los Espíritus de otras existencias agraviados, lo cual es difícil de entender, y se sale de nuestra comprensión, pero no hay nada imposible para los Espíritus. Entonces, es además justo que se reparen las faltas con aquellos Espíritus que sufrieron
La ley de Causa y Efecto en el Espiritismo, se explica en que toda acción buena o mala tiene sus consecuencias. Hacer el bien, ocasiona que la acción sea resultante en el adelanto del Espíritu. Hacer el mal, resulta en no progresar en el Espíritu. Las penas futuras según el Espiritismo, te ilustra el proceso para llegar hasta la reparación de las faltas cometidas. Este es un tema de suma importancia para los Espiritistas, porque saben de antemano, qué ocurre cuando se comenten faltas que deberán ser reparadas, para lograr progreso del Espíritu.
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