Los seres humanos de la actualidad, debido a las
influencias de las redes sociales, Facebook y Youtube, se ha creado un miedo
aterrador por el poder aparente que demuestran tener los “Illuminatis” (los Iluminados), y
las sociedades secretas que infunden temor y que insinúan controlarlo todo.
Sin
embargo ya los Espíritus Superiores y Puros nos anunciaron que La Ley deProgreso siempre prevalecerá.
El siguiente es el enlace de éste contenido
No importa que se crea que éstos poderosos individuos materialistas y orgullosos puedan desviar el curso del progreso de la
humanidad. Es éste articulo sacado del Libro de Los Espíritus, claramente nos
indica que no debemos temer, pues el progreso motivado por el afán de hacer el
bien podrá detener cualquier avance de maldad. Indefectiblemente, tenemos la
victoria asegurada. Dios mismo se encargará de que ese balance que ya se torna
hacia el bien, nunca se detenga. Seremos testigos de que la humanidad camina con
pasos firmes hacia ese progreso que todos añoramos.
No tengáis miedo, disfruta conmigo esta información,
que te demuestra lo importante de leer con detenimiento los libros de la Codificación Espírita.
CAPÍTULO VIII
I.- Estado
natural
776. El
estado natural y la ley natural ¿son una misma cosa?
- No. El estado natural es el primitivo. La
civilización es incompatible con el estado natural, mientras que la ley natural
contribuye al progreso de la humanidad.
El estado natural es la
infancia de la humanidad y el punto de partida de su desarrollo intelectual y
moral. Puesto que el hombre es perfectible y lleva en sí el germen de su mejoramiento, en
modo alguno puede estár destinado a vivir a perpetuidad en el estado natural, como
tampoco ha sido destinado a vivir perpetuamente en la infancia. El estado natural es transitorio y el hombre sale
de él mediante el progreso y la civilización. La ley natural, por el contrario,
rige a la humanidad entera, y el hombre va mejorando conforme comprende y practica mejor
ésta ley.
777. Visto
que en el estado natural tiene el hombre menos necesidades y se halla exento de
todas las tribulaciones que él mismo se crea cuando se encuentra en una
situación más adelantada, ¿qué pensar de la opinión de quienes consideran a ése
estado cómo el de la más completa felicidad en la Tierra?
- ¿Qué quieres que te diga? Es esa la dicha del
animal. Y personas hay que no conciben otra. Es ser feliz a la manera de las
bestias. También los niños
son más felices que los adultos.
778. ¿Puede
el hombre retrogradar hasta el estado natural?
- No, el hombre debe progresar sin tregua, y no le es
posible retornar al estado de niñez. Sí progresa, es porque Dios así lo quiere.
Pensar que pueda retrogradar hasta su condición primitiva sería negar la ley
del progreso.
II.- Marcha del Progreso
779. El
hombre ¿extrae de sí mismo la fuerza del progreso?
- El hombre se desarrolla naturalmente por sí mismo, pero no todos
adelantan al mismo tiempo y de igual manera. Entonces, precisamente, los más evolucionados ayudan al
progreso de los otros por medio del contacto social.
780.
El progreso moral
¿sigue siempre al de la inteligencia?
- En su consecuencia, pero no lo sigue siempre de inmediato. (Ver
parágrafos 192 y 365).
192. ¿Es posible ya,
en esta vida, y por medio de una conducta perfecta, franquear todos los grados
y convertirse en Espíritu puro, sin pasar por los grados intermedios?
- No, porque lo que el hombre considera perfecto está lejos de
serlo. Hay cualidades que desconoce y no puede comprender. Podrá ser tan
perfecto como lo permita su naturaleza terrena, pero ello no será la absoluta
perfección. Sucede lo propio con un niño: por muy precoz que sea, ha de pasar
por la juventud antes de llegar a la edad madura. Así también ocurre con el
enfermo, que pasa por la convalecencia antes de recobrar por entero su salud.
Además, el Espíritu debe progresar en conocimientos y en moralidad. Si sólo avanzó en uno de esos sentidos, precisa
que adelante en el otro para alcanzar el punto más alto de la escala. Pero, cuanto más progrese el hombre en su vida presente, menos largas y penosas resultarán para él las pruebas que
sigan.
365. ¿Por qué hombres muy inteligentes –lo que
denota en ellos un Espíritu
superior- son a veces, al mismo tiempo, profundamente viciosos?
- Porque el
Espíritu encarnado no es lo bastante puro y el hombre cede a la influencia de otros Espíritus que
son peores aún. El Espíritu
progresa por una marcha ascendente insensible, pero su adelanto no se verifica
en forma simultánea en todos los sentidos. En un período puede avanzar en conocimientos. En otro, en moralidad.
780 a. ¿De qué manera puede el progreso del intelecto
conducir al progreso moral?
-Haciendo
comprender el bien y el mal. El hombre puede entonces escoger. El desarrollo del libre albedrío sigue
al de la inteligencia y
aumenta la responsabilidad de los propios actos.
780 b. En tal caso, ¿cómo se explica que los pueblos más
ilustrados sean a menudo los más pervertidos?
- El progreso integral constituye el objetivo, pero los pueblos, como los
individuos, sólo van llegando a él paso a paso. Hasta que se haya desarrollado
en ellos el sentido moral
pueden incluso servirse de su inteligencia para realizar el mal. La moral y la inteligencia son dos fuerzas que sólo a
la larga se equilibran. (Ver parágrafos 365
(Ver arriba) y 751).
751. ¿A qué se debe
que en ciertos pueblos, ya adelantados desde el punto de vista intelectual, el
infanticidio figure entre las costumbres y esté consagrado por la legislación?
- El desarrollo del intelecto no trae consigo la
necesidad del bien. Un Espíritu superior en inteligencia puede ser al mismo
tiempo malvado. Es uno que
ha vivido mucho sin
mejorarse. Él lo sabe.
781. ¿Es
dado al hombre poder detener la marcha del progreso?
- No, pero en ocasiones puede
ponerle impedimentos.
781
a. ¿Qué pensaremos de los hombres que intentan paralizar la marcha del progreso
y hacer retrogradar a la humanidad?
- Pobres seres a quienes Dios
castigará. Serán arrastrados por el torrente que tratan de detener.
Puesto que el progreso es una condición de la humana naturaleza, nadie
tiene poder para oponérsele. Es una fuerza viva que las malas leyes pueden retrasar, pero no ahogar. Cuando esas leyes se tornan incompatibles
con él, el mismo progreso las
arrastra, junto con todos aquellos que se esfuerzan por mantenerlas
vigentes, y así seguirá ocurriendo hasta que el hombre haya puesto sus leyes de
acuerdo con la justicia divina, que desea el bien para todos y no admite leyes sancionadas por el fuerte
en detrimento del débil.
782. ¿No hay
hombres que de buena fe ponen trabas al progreso, creyendo favorecerlo porque
lo ven desde su punto de vista, y con frecuencia allí donde no existe?
- Pequeño
guijarro puesto bajo la rueda de un gran coche, al que no le impide avanzar.
783. El
perfeccionamiento de la humanidad ¿sigue siempre una marcha progresiva y lenta?
- Existe el progreso regular y lento que resulta de la
fuerza de las circunstancias, pero cuando un pueblo no adelanta lo bastante
rápido Dios le imprime de
tiempo en tiempo una sacudida física o moral que lo transforma.
El hombre no puede permanecer para siempre en
la ignorancia, porque debe llegar a la meta que la Providencia le señala. Así
pues, se va ilustrando por la fuerza misma de las circunstancias. Las
revoluciones morales, como las sociales, se infiltran de manera paulatina en
las ideas, germinan
durante siglos y después
estallan de súbito y hacen que se desplome el carcomido edificio del
pasado, que no armoniza ya con las nuevas necesidades y las aspiraciones
también nuevas. Con frecuencia el hombre
no ve en esas conmociones más que la confusión y el desorden momentáneos que
lesionan sus intereses materiales. Pero aquel que eleva el pensamiento por
encima de su propia persona admira los designios de la Providencia, que del mal hace surgir el bien.
Es la tempestad que
purifica la atmósfera después de haberla agitado. 106
106 Según se verá por este comentario de Kardec y por las
explicaciones de los Espíritus a que el mismo se refiere, el Espiritismo
reconoce la necesidad de esos movimientos periódicos de agitación natural, ora
de los elementos, ora de los pueblos, para la realización del progreso. Pero
los admite como hechos naturales y no como creaciones artificiales a las que
los hombres deban dedicarse, obedeciendo a doctrinas revolucionarias. Lo que el Espiritismo enseña es que el hombre debe colocarse, en tales horas,
por encima de sus mezquinos intereses personales, para ver en su amplitud la
irresistible marcha del progreso, contribuyendo a él en la medida de lo
posible. [N. de J. H. Pires.]
784.
Muy grande es la
perversidad del hombre, y ¿no parece retroceder en vez de adelantar, al
menos desde el punto de vista moral?
- Te
equivocas. Observa con atención el conjunto y advertirás que avanza,
puesto que va comprendiendo mejor lo que está mal, cada día que pasa corrige sus abusos de ayer.
Es menester un exceso del mal
para que se comprenda la necesidad del bien y de las reformas.
785. ¿Cuál
es el mayor obstáculo del progreso?
- El
orgullo y el egoísmo. Estoy refiriéndome al progreso moral,
por cuanto el progreso intelectual marcha siempre. Incluso pareciera, a la primera mirada, dar a los
vicios una actividad redoblada al desarrollar la ambición y la afición a las riquezas que, a su vez,
incitan al hombre a investigaciones que ilustran su Espíritu. Así pues, todo se
relaciona en el mundo moral tanto como en el físico, y del mismo mal puede surgir el bien. Pero
esa situación no durará más que un tiempo: irá cambiando a medida que el hombre
comprenda mejor que hay, fuera del disfrute de los bienes terrenales, una
felicidad incomparablemente mayor e infinitamente más duradera. (Ver “Del
egoísmo”, Capítulo XII, parágrafos 913 a 917).
III.- Del egoísmo
913. ¿Cuál es, entre todos los vicios, el que puede considerarse como el más
pernicioso?
- Muchas veces lo dijimos: el egoísmo. De él procede todo el mal. Estudiad cada uno de los
vicios y comprobaréis que en el fondo de todos ellos existe el egoísmo. En
balde los combatiréis, pues no alcanzaréis a extirparlos en tanto no hayáis
atacado el mal en su raíz, destruyendo su causa. Tiendan, pues, todos vuestros
esfuerzos hacia ese objetivo, porque allí está la verdadera plaga de la
sociedad humana. El que quiera acercarse, ya es esta vida, a la perfección
moral, debe arrancar de su corazón todo sentimiento de egoísmo, porque éste es
incompatible con la justicia, el amor y la caridad. Él neutraliza todas las
demás cualidades.
914. Visto que el egoísmo está basado en el interés personal, pareciera muy
difícil desarraigarlo por entero del corazón del hombre. ¿Se llegará a eso?
- Conforme los hombres se van instruyendo en lo
concerniente a las cosas espirituales, atribuyen menos valor a las de la materia.
Además, es preciso reformar las instituciones humanas, que mantienen el egoísmo
y lo fomentan. Esto corresponde a la educación.
915. Siendo el egoísmo inherente a la especie humana, ¿no constituirá
siempre un obstáculo para que reine el bien absoluto en la Tierra?
- Bien es verdad que el egoísmo es el mayor de
vuestros males, pero proviene de la inferioridad de los Espíritus encarnados en
la Tierra, y no de la humanidad en sí. Ahora bien, los Espíritus, al ir
depurándose mediante sucesivas encarnaciones se van despojando del egoísmo, así
como pierden sus otras impurezas. ¿No habéis visto en vuestro mundo a ningún
hombre que no tenga egoísmo y que practique la caridad? Hay más de los que
vosotros creéis, pero les conocéis poco, pues la virtud no busca el brillo de
la plena luz. Si existe uno de ellos, ¿por qué no podría haber diez? Si hay
diez, ¿por qué no podría haber mil? Y así por el estilo.
916. Muy al contrario de disminuir, el egoísmo crece con la civilización,
que parece alimentarlo y promoverlo. ¿Cómo, pues, la causa podrá destruir al
efecto?
- Cuanto mayor es el mal, tanto más aborrecible se
torna. Era menester que el egoísmo hiciera mucho mal para que se comprendiese
la necesidad de extirparlo. Cuando los hombres se hayan desembarazado del
egoísmo que los domina, vivirán como hermanos, sin hacerse mal, ayudándose
mutuamente por el sentimiento recíproco de la solidaridad. Entonces, el fuerte será el apoyo y no el opresor
del débil, y ya no se verán hombres que carezcan de lo necesario, porque todos
practicarán la ley de justicia. Será el reino del bien, que los Espíritus están
encargados de preparar. (Ver párrafo 784).
917. ¿Cuál es el medio de terminar con el egoísmo?
- De todas las imperfecciones humanas, la más difícil
de arrancar de raíz es el egoísmo, porque procede de la influencia de la
materia, de la cual el hombre –todavía
demasiado cerca de su origen- no ha podido liberarse. Y todo contribuye
a mantener ese influjo: sus leyes, su organización social, su educación. El
egoísmo irá debilitándose a medida que prevalezca más la vida moral que la
material. Y, sobre todo, con la comprensión, que el Espiritismo os da, de
vuestro estado futuro real y no
desnaturalizado por ficciones alegóricas. El Espiritismo bien entendido, cuando
se haya identificado con las costumbres y creencias, transformará los hábitos,
usos y relaciones sociales. El egoísmo se funda sobre la importancia de la
personalidad. Pero el Espiritismo bien entendido – lo repito- hace que veamos
las cosas desde tan alto que el sentimiento de la personalidad desaparece en
cierto modo ante la inmensidad. Al destruir esa importancia de la personalidad,
o al menos hacerla ver como lo que de veras es, el Espiritismo combate
necesariamente al egoísmo. El conflicto que el hombre tiene con el egoísmo de
los demás es el que con frecuencia lo torna egoísta a él también, porque siente
la necesidad de mantenerse a la defensiva. Al ver que los otros piensan en sí
mismos y no en él, es impulsado a ocuparse de él más que de sus semejantes. Sea
el principio de la caridad y de la fraternidad la base de las instituciones
sociales, de las relaciones legales de pueblo a pueblo y de hombre a hombre, y
el ser humano pensará menos en su persona cuando vea que otros ya han pensado
en ella. Experimentará el influjo moralizador del ejemplo y del contacto. En
presencia de tal desbordamiento de egoísmo, se necesita verdadera virtud para
hacer renuncia de la propia personalidad en beneficio del prójimo, que a menudo
no lo agradece de ninguna manera. Para los que poseen esa virtud es, sobre
todo, para quienes se halla abierto el reino de los cielos. A ellos
principalmente se reserva la felicidad de los elegidos: porque en verdad os
digo que en el día de la justicia, el que sólo haya pensado en sí mismo será
puesto a un lado y sufrirá por causa de su desamparo. (Ver parágrafo 785).
FENELÓN
No cabe duda de que se
realizan esfuerzos loables para lograr que la humanidad progrese. Más que en
ninguna otra época alentamos, estimulamos y honramos los buenos senti-mientos
y, sin embargo, el gusano devorador del egoísmo sigue siendo aún la plaga
social. Se trata de un mal real, que redunda en perjuicio de todos y del que
cada cual es víctima en mayor o menor grado. Hay que combatirlo, pues, del modo
que se combate una enfermedad epidémica. Y para ello debemos proceder como
hacen los médicos: remontarnos al origen de la dolencia. Busquemos, pues, en
todos los sectores de la organi-zación social –desde el núcleo familiar hasta
los pueblos, desde la choza hasta el palacio-, todas las causas, todas las
influencias evidentes u ocultas que mantienen, fomentan y desarrollan el
egoísmo. Una vez que hayamos sabido cuáles son sus causas, el remedio será
obvio. Sólo se tratará de combatir esas causas, si no todas a la vez, al menos
por partes. Así, poco a poco se extirpará el veneno. Larga podrá resultar la
curación, porque las causas del mal son numerosas, pero no es imposible
obtenerla. Por otra parte, sólo se logrará si se arranca el mal de raíz,
esto es, por medio de la educación. Pero no esa clase de educación que sólo
tiene a formar hombres instruidos, sino la otra, la que mira a hacer hombres de
bien. La educación, si se la entiende como es debido, constituye la clave del
progreso moral. Cuando se conozca el arte de manejar los caracteres, así como
se conoce e de manejas las inteligencias, se podrá enderezarlos, del modo que
se enderezan las plantas jóvenes. Pero ese arte requiere mucho tacto, gran
experiencia y observación profunda. Grave error es creer que baste tener
ciencia para ejercerlo con provecho. Cualquiera que siga al hijo del rico, o al
del pobre, desde el instante de su nacimiento, y observe todas las influencias
dañosas que actúan sobre él de resultas de la debilidad, la incuria y la
ignorancia de aquellos que lo dirigen, y con cuánta frecuencia fracasan los
medios que se usan para moralizarlo, no podrá extrañarse de encontrar en el
mundo tantos errores. Hágase por la moral lo que se está haciendo por la
inteligencia y se verá que, si hay naturalezas humanas refractarias, existen
también, en mayor número del que se cree, aquellas otras que sólo requieren un
buen cultivo para dar buenos frutos. (Ver párrafo 872).
El hombre anhela ser feliz,
y es éste un sentimiento natural. De ahí que trabaje sin pausa por mejorar su
situación en el mundo. Busca las causas de los males que le aquejan a fin de
ponerles remedio. Cuando llegue a comprender bien que el egoísmo es una de esas
causas, la que engendra el orgullo y la ambición, la codicia y la envidia, el
odio y los celos, de los cuales es víctima el hombre en todo momento; que
perturba todas las relaciones sociales, provoca disensiones, mina la confianza,
le obliga a mantenerse continuamente a la defensiva para con el vecino; que,
por último, hace del amigo un enemigo; cuando llegue a comprender todo esto
–repetimos- entenderá también que el vicio del egoísmo es incompatible con su
propia ventura y diremos incluso: con su propia seguridad. Cuanto más lo haya
sufrido, tanto más sentirá la necesidad de batallar contra él, así como lucha
contra la peste, los animales destructores y todas las otras calamidades. Será
inducido a ello por su propio interés. (Véase el parágrafo 784).
El egoísmo es la fuente de todos los vicios, así como la caridad lo es de todas las
virtudes. Eliminar aquél y desarrollar ésta, tal debe ser la meta de todos los
esfuerzos del hombre, si desea afianzar su dicha en la Tierra tanto como en el
porvenir.
Hay dos clases de progreso que se prestan
mutuo apoyo y, sin embargo, no avanzan el uno junto al otro: el progreso
intelectual y el progreso moral. En los pueblos civilizados, el primero de
ellos recibe en este siglo107
todos los estímulos deseables. Por eso ha alcanzado un grado de adelanto
que hasta nuestros días era desconocido. Falta mucho al segundo para estar al
mismo nivel, y, sin embargo, si se comparan los hábitos sociales de algunos
siglos atrás con los de hoy, habría que ser ciego para negar el progreso moral
alcanzado. ¿Por qué, pues, la marcha ascendente debe detenerse más bien por lo moral que por el
intelecto? ¿Por qué no habría de haber entre los siglos diecinueve y
veinticuatro tanta diferencia como la que se advierte entre el catorce y el
diecinueve? Dudar de ello sería pretender que la humanidad esté en el apogeo de
la perfección, lo cual sería absurdo, o que no es perfectible moralmente, lo
que la experiencia desmiente.
107 El autor se está refiriendo, naturalmente, al siglo diecinueve. [N.
del T. al cast.]
III.-
Pueblos Degenerados
786. La
historia nos muestra a una multitud de pueblos que, tras las sacudidas que los
trastornaron han vuelto a sumergirse en la barbarie. En casos así, ¿dónde está
el progreso?
- Cuando a tu casa la amenaza la ruina la haces
demoler para reconstruirla más sólida y cómoda. Pero, hasta que esté terminada
habrá molestias y confusión en tu morada. Comprende además esto: eras pobre y vivías en una
casucha. Te haces rico y la dejas para pasar a residir en un palacio. Después,
un pobre, como lo eras antes tú, se instala en tu antigua choza e inclusive
está muy contento, porque hasta entonces había vivido al raso. Pues bien, sabe
que los Espíritus que han encarnado en ese pueblo degenerado no son los mismos
que lo constituían en sus tiempos de esplendor. Los de entonces, que eran
adelantados, han ido a ocupar habitaciones más perfectas, progresando, mientras
otros menos evolucionados tomaron su lugar, el que a su vez dejarán más tarde.
787. ¿No
existen razas que de por sí son reacias al progreso?
- Sí, pero éstas
se aniquilan a
diario corporalmente.
787
a. ¿Cuál será el destino futuro de las almas que animan esas razas?
- Como todas las otras,
arribarán a la perfección, pasando por diferentes existencias. Dios no deshereda a nadie.
787
b. Así pues, los hombres más civilizados ¿han podido ser salvajes y
antropófagos?
- Tú mismo lo has sido más de una vez, antes de ser lo que eres. (¿Jesús?)
788. Los
pueblos son individualidades colectivas que, como los individuos, pasan por la
infancia, la edad madura y la decrepitud. Esta verdad, reafirmada por la
historia, ¿no puede inducirnos a pensar que los pueblos más adelantados de este
siglo tendrán su declinación y su fin, como los de la antigüedad?
- Los
pueblos que sólo viven la existencia del cuerpo, aquellos cuya grandeza sólo se
funda sobre la fuerza y la extensión de su territorio, nacen, crecen y mueren,
porque la fuerza de un pueblo se agota igual que la de un hombre.
Aquellos cuyas leyes egoístas atentan contra el progreso de las luces y de la
caridad mueren porque la luz mata las tinieblas
y la caridad abate al egoísmo.
Pero hay para los pueblos, como para los individuos, la vida del alma. Aquellos otros, en cambio, cuyas leyes
armonizan con las leyes eternas del Creador, vivirán y serán la
antorcha de los demás pueblos.
789.
¿Reunirá algún día el progreso a todos los pueblos de la Tierra en una sola
nación?
- No,
no en una sola nación, pues resulta imposible. Porque de la diversidad de los
climas nacen costumbres y necesidades diferentes, que constituyen las
nacionalidades. De ahí que requieran siempre leyes apropiadas a tales
necesidades y costumbres. Pero la caridad no conoce latitudes y no hace
distinción entre los hombres por el color de su piel. Cuando la ley de Dios sea
en todas partes la base de la ley humana, los pueblos practicarán la caridad
recíproca, así como los individuos lo hacen de hombre a hombre. Entonces
vivirán dichosos y en paz, porque nadie tratará de agraviar a su vecino ni de
vivir a sus expensas.
La humanidad va progresando por medio de los
individuos, que poco a poco se mejoran e ilustran. Entonces, cuando éstos se
convierten en mayoría, toman la delantera y arrastran a los demás. De tiempo en
tiempo surgen entre ellos hombres geniales que imprimen a la humanidad un
impulso, después otros que poseen autoridad y son instrumentos de Dios, los
cuales en pocos años la hacen adelantar en varios siglos. El progreso de los
pueblos hace inclusive resaltar la justicia de la reencarnación. Los hombres de
bien realizan loables esfuerzos para llevar adelante a una nación, moral e
intelectualmente. Admitamos que esa nación, transformada, será más dichosa en
este mundo y en el otro. Pero, durante su lenta marcha a través de los siglos,
millares de individuos mueren a diario. ¿Qué suerte cabe a todos aquellos que
en el trayecto sucumben? Su inferioridad relativa ¿los priva de la dicha reservada
a los recién llegados? ¿O su felicidad también es relativa? La justicia divina
no podría consagrar semejante injusticia. Mediante la pluralidad de existencias
el derecho a ser feliz es el mismo para todos, porque nadie ha quedado
des-heredado del progreso. Puesto que los que han vivido en tiempos de barbarie
pueden regresar en épocas civilizadas, ya sea en el seno del mismo pueblo o en
otro, de ello resulta que todos se benefician con la marcha hacia lo alto. Pero
la tesis de una existencia única presenta aquí otra dificultad. Según esta
concepción, el alma es creada en el instante del nacimiento. Por tanto, si un
hombre es más adelantado que otro lo será porque Dios creó para él un alma más
evolucionada. ¿Cómo se explica este favor? ¿Qué mérito tiene ese hombre, que no
ha vivido más que otro y que con frecuencia vivió menos, para que se le haya
dotado de un alma superior? Mas la dificultad principal no reside ahí. En un
milenio, una nación pasa de la barbarie a la civilización. Si los hombres
vivieran mil años se concebiría que en ese lapso tuviesen tiempo suficiente
para progresar. Pero todos los días muere alguno de ellos y a cualquier edad.
Se van renovando sin cesar, de manera que a diario se les ve aparecer y extinguirse.
Al cabo de un milenio no queda ya vestigio de los antiguos habitantes de ese
país. De bárbaro que era, se ha tornado culto. ¿Qué es lo que progresó? ¿Los
individuos, bárbaros de antaño? ¡Pero si están muertos desde hace tanto tiempo!
¿Los que han llegado últimamente, entonces? No, puesto que sus almas han sido
creadas en el momento en que nacieron y no existían en tiempos de barbarie. Hay
que admitir, pues, que los esfuerzos que se realizan para civilizar a un pueblo tienen el
poder, no de mejorar sus almas imperfectas, sino de hacer que Dios cree almas
más perfectas. Comparemos esta teoría
del progreso con la que los Espíritus enseñan. Las almas llegadas a la vida en
época de civilización tuvieron su infancia, igual que todas las demás, pero han
vivido ya y han venido en un estado de
adelanto que es consecuencia de un progreso anterior. Llegan atraídas por un
ambiente que les es simpático y que se halla en relación con su actual estado.
De esta manera, los esfuerzos realizados para civilizar a un pueblo no tienen
por efecto hacer que se creen en el porvenir almas más perfectas, sino que sean
atraídas hacia él aquellas almas que ya han progresado, o por haber vivido en
esa misma nación en épocas de barbarie, o porque procedan de otra parte. Allí
reside la clave del progreso de la humanidad entera. Cuando todos los pueblos
hayan llegado a un mismo nivel mediante el sentimiento del bien, la Tierra sólo
será el punto de reunión de Espíritus buenos, que vivirán juntos en fraternal
unión, y puesto que los malos se verán rechazados y desubicados, irán a buscar
en mundos inferiores el medio que más les convenga, hasta que sean dignos de
volver al nuestro, ya transformados.La teoría vulgar tiene todavía esta otra consecuencia:
los trabajos de mejoramiento social sólo benefician a las genera-ciones
presentes y futuras, y tales conquistas les fueron vedadas a las generaciones
anteriores, que cometieron el error de llegar demasiado temprano y que
alcanzaron a ser lo que pudieron, cargadas como se hallaban con sus actos de
barbarie. Según la Doctrina de los Espíritus, los progresos ulteriores
benefician también a esas generaciones, que reencarnan en medio de condiciones mejores y pueden así
perfeccionarse en el seno de la civilización. (Ver párrafo 222).
IV.- Civilización
790.
¿Representa un progreso la civilización o es, según algunos filósofos piensan,
una decadencia de la humanidad?
- Progreso incompleto.
El hombre no pasa súbitamente de la niñez a la edad madura.
790
a. ¿Es razonable condenar a la civilización?
- Condenad más bien a quienes
de ella abusan, y no a la obra de Dios.
791. ¿Se
depurará algún día la civilización, hasta liberarse de los males que ha
engendrado?
- Sí, cuando el desarrollo moral lo esté tanto como la
inteligencia. No puede el fruto venir antes de la flor.
792. ¿Por
qué no realiza de inmediato la civilización todo el bien que podría producir?
- Porque
los hombres no están todavía en condiciones ni dispuestos a obtener ese bien.
792
a. ¿No será asimismo porque, al crear nuevas necesidades, suscita pasiones
también nuevas?
- Sí, porque todas las facultades del Espíritus no
progresan a la par. Para todo es menester tiempo. No podéis esperar frutos
perfectos de una civilización incompleta. (Ver parágrafos 751 y 180).
793. ¿Por
cuáles signos podemos reconocer a una civilización completa?
- La reconoceréis por su desarrollo moral. Os creéis muy adelantados porque habéis hecho
grandes descubrimientos y maravillosas invenciones; porque estáis más
confortablemente alojados y mejor vestidos que los salvajes; pero sólo tendréis
de veras el derecho de llamaron civilizados cuando hayáis desterrado de vuestra
sociedad los vicios que la deshonran, y cuando viváis juntos como hermanos,
practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, no seguiréis siendo otra cosa
que pueblos instruidos que sólo recorrieron la primera fase de la civilización.
Como todas las cosas, la civilización tiene sus grados. Una civilización
incompleta es un estado de transición que engendra males particulares,
desconocidos en el estado primitivo. Pero no por eso deja de ser un progreso
natural y necesario, que lleva consigo el remedio para los males que engendra.
Conforme la civilización se va perfeccionando elimina algunos de los males que
ha engendrado, y con el progreso moral desaparecerán esos males por completo. De
dos pueblos llegados a la cumbre de la escala social, sólo podrá considerarse
el más civilizado, en la verdadera significa-ción de la palabra, aquel de ellos
en que se encuentre menos egoísmo, avidez y orgullo. Aquel cuyos hábitos sean
más intelectuales y morales que materiales. Aquel donde la inteli-gencia pueda
desarrollarse con mayor libertad. Donde haya más bondad y buena fe, más
benevolencia y generosidad recíprocas. Donde los prejuicios de casta y de
nacimiento estén menos arraigados, puesto que son ellos incompatibles con el
verdadero amor al prójimo. Donde las leyes no consagren privilegio alguno y
sean las mismas para el último que para el primero de los hombres. Donde la
justicia sea ejercida con la menor parcialidad posible. Donde el débil
encuentre siempre apoyo del fuerte, y la vida del hombre, sus creencias y
opiniones sean mejor respetadas. Donde, por último, haya menos desdichados y
todo hombre de buena voluntad esté siempre seguro de no carecer de lo
necesario. 108
108 Ésa habrá de ser la civilización cristiana que el
Espiritismo establecerá en la Tierra. Como se ve, por las explicaciones de los
Espíritus y los comentarios de Kardec, la civilización incompleta en que
vivimos constituye sólo una fase de transición entre el mundo pagano de la
antigüedad y el cristiano del futuro. En las costumbres y en la legislación, en
la religión y en la práctica de los cultos religiosos vemos la mezcla constante
de los elementos del paganismo con los principios renovadores del Cristianismo.
Al Espiritismo cabe la misión de remover esos elementos paganos para hacer que
brille el espíritu cristiano en toda su pureza. Véase, a este propósito, todo
el Capítulo I de El Evangelio según el Espiritismo. [N. de J. H.
Pires.]
V.- Progreso
de la legislación humana
794. ¿Podría
la sociedad ser regida exclusivamente por las leyes naturales, sin ayuda de las
leyes humanas?
- Podría, si se las comprendiera bien; y si hubiese
voluntad de llevarlas a la práctica bastarían por sí solas. Pero la sociedad
tiene sus exigencias, necesita leyes particulares.
795. ¿Cuál
es la causa de la inestabilidad
de las leyes humanas?
- En épocas de barbarie eran los más fuertes los que
elaboraban las leyes, y las hicieron para ellos. Ha habido que ir
modificándolas a medida que los hombres iban comprendiendo mejor la justicia.
Las leyes humanas son tanto más estables conforme se acercan a la justicia
verdadera, esto es, a medida que van siendo hechas por todos y se identifican
con la ley natural.
La civilización ha creado en el hombre nuevas necesidades, y tales
necesidades están en relación con la posición social que él se ha labrado.
Debió regular los derechos y deberes de esa posición mediante las leyes
humanas, pero, bajo la influencia de sus pasiones, ha creado a menudo derechos
y deberes imagi-narios que la ley natural condena y que los pueblos van
borrando de sus códigos conforme progresan. La ley natural es inmutable y una
misma para todos. La ley humana es variable y progresiva. Y en la infancia de
las sociedades sólo pudo consagrar el derecho del más fuerte.
796. La
severidad de las leyes penales ¿no es necesaria en el actual estado de la
sociedad humana?
- Por cierto que una sociedad depravada tiene
necesidad de leyes más severas. Por desgracia, esas leyes se dedican más a
castigar el mal cuando ya fue cometido que a anular la fuente de ese mal. Sólo
la educación puede reformar a los hombres. Entonces no necesitarán ya leyes tan
rigurosas.
797. ¿Cómo
podrá ser inducido el hombre a reformar sus leyes?
- Ello ocurre de una manera natural, por la fuerza de
las circunstancias y por la influencia que ejercen las personas de bien, que lo
conducen por la senda del progreso. El hombre ya ha reformado bastantes de
ellas y reformará otras muchas. ¡Aguarda!
VI.-
Influencia del Espiritismo en el progreso
798.
¿Llegará el Espiritismo a ser una creencia común, o continuará siendo sólo el
patrimonio de algunas personas?
- Por cierto que llegará a ser una creencia común y
señalará una nueva era en la historia del género humano, porque está en la
Naturaleza y también porque han venido los tiempos en que debe tomar su puesto
entre los conocimientos humanos. Sin embargo, habrá que sostener grandes
luchas, más aún contra los intereses que contra la convicción, porque no hemos
de ocultar que existen personas interesadas en combatirlo, unas por amor propio
y otras por causas enteramente materiales. Pero, puesto que sus contradictores
se van quedando cada vez más solos, pronto se verán obligados a pensar como
todo el mundo, so pena de ponerse en ridículo.
Sólo a la larga se transforman las ideas y
nunca lo hacen de súbito. Se debilitan con el paso de las generaciones y
concluyen por ir desapareciendo poco a poco junto con quienes las profesa-ban,
y que son reemplazados por otros individuos imbuidos de principios diferentes,
tal como acontece con las ideas políticas. Ved, por ejemplo, el paganismo. Por
cierto que no hay nadie que hoy profese las ideas religiosas de aquellos
tiempos. No obstante, muchos siglos después del advenimiento del Cristianismo
dejó huellas que sólo la completa renovación de las generaciones pudo borrar.
Lo propio ocurrirá con el Espiritismo. Está realizando muchos progresos, pero
habrá todavía, durante dos o tres generaciones, un fermento de incredulidad que
sólo el tiempo logrará disipar. A pesar de esto, su marcha será más rápida que
la del Cristianismo, porque éste le va abriendo camino y el Espiritismo se
apoya en él. El Cristianismo tenía que destruir. El Espiritismo sólo ha de
edificar.109
109 El transcurso del primer siglo del Espiritismo, cumplido el 18 de
abril de 1957, vino a confirmar plenamente esta extraordinaria previsión de
Kardec. En la primera centuria de su desarrollo el Cristianismo era todavía una
oscura secta terriblemente perseguida. Sólo en las postrimerías del tercer
siglo alcanzó el desarrollo y la universalización que el Espiritismo presenta
en sus primeros cien años. La marcha del Espiritismo se ha hecho con rapidez
mucho mayor y su victoria brillará más pronto de lo que se espera. [N. de J.
H. Pires.]
* El Espiritismo es la continuación lógica de la enseñanza moral dada
por Jesús, puesto que es el Paráclito o Espíritu de Verdad que nos prometió
(Juan 14:26), y que viene a esclarecer aquello que no fue bien comprendido y a
restituir el sentido original de sus enseñanzas; por esto es cristiana su
moral, con pleno sentido universal. [N. del copista.]
799. ¿Cómo
puede el Espiritismo contribuir al progreso?
- Destruyendo
al materialismo, que es una de las plagas de la sociedad, hace él
comprender a los hombres dónde está su verdadero interés. No estando ya la vida
futura velada por la duda, el hombre comprenderá mejor que puede asegurarse el
porvenir mediante su presente. Al destruir los prejuicios de sectas, castas y colores,
enseña a los hombres la gran solidaridad que debe unirlos como hermanos.
800. ¿No es
de temer que el Espiritismo no pueda triunfar sobre la indiferencia de los
hombres y su apego a las cosas materiales?
- Sería conocer
muy poco al ser humano si se pensara que cualquier motivo podría transformarlo
como por arte de encantamiento. Las ideas se modifican de una manera paulatina, con
los individuos, y hacen falta generaciones para que se borren por completo las
huellas de viejos hábitos. Por tanto, sólo con el tiempo puede operarse la transformación,
gradualmente y paso a paso. En cada generación, una parte del velo se levanta. El Espiritismo viene a quitarlo
por completo. Pero en el ínterin, aunque únicamente lograra enmendar un
solo defecto de un hombre, le habría hecho dar un paso adelante, y por lo mismo
sería ese un gran bien, pues ese primer paso haría que los siguientes le
resultaran más fáciles.
801. ¿Por
qué los Espíritus no han enseñado en todos los tiempos lo que hoy enseñan?
- Vosotros no enseñáis a los niños lo que a los
adultos, como tampoco dais al recién nacido un alimento que no pueda digerir.
Cada cosa a su tiempo. Los Espíritus enseñaron muchas cosas que los hombres no
comprendieron o que tergiversaron, pero que ahora sí están en condiciones de
asimilar. Mediante su enseñanza, aún incompleta, prepararon el terreno para
recibir la simiente que hoy va a fructificar.
802. Puesto
que el Espiritismo debe señalar un progreso para la humanidad, ¿por qué razón
los Espíritus no apresuran ese progreso por medio de manifestaciones de tal
modo generales y evidentes que la convicción alcance aun a los más incrédulos?
- Querríais milagros.
Dios los siembra a manos llenas y tenéis todavía hombres que de Él reniegan. Cristo mismo ¿convenció acaso a
sus contemporáneos con los prodigios que realizaba? ¿No veis hoy mismo a hombres que
niegan los hechos más manifiestos que ocurren ante sus propios ojos? ¿No tenéis
quienes afirman que no creerían aunque vieran? No, Dios no quiere guiar a los
hombres valiéndose de prodigios. En su bondad, desea Él dejarles el mérito de que se convenzan por su propia razón.
Reflexión Final:
Si no conoces nuestra Filosofía Espírita, te invito a
que conozcas lo que los Espíritus Superiores y Puros ya nos habían comunicado
sobre todo lo relacionado a nuestro adelantamiento Espiritual. Dios ya tiene un Plan preconcebido hacia el
futuro de la humanidad. No habrá cataclismos, ni catástrofes que amenacen a la
humanidad. En este articulo has podido leer que Dios estará dispuesto a
asegurarse que la humanidad continúe con su progreso. Precisamente esta Ley De
Progreso está bien definida y nos conduce a que tengamos como objetivo el hacer
el Bien Común, que nos garantiza el progreso espiritual y que el mal nunca prevalecerá.
Los llamados “Illuminatis’ (Los Iluminados), ni ningún
grupo oculto logrará detener el progreso de la humanidad, y nuestro compromiso es
el educar y dar a conocer lo que Dios a través de los buenos espíritus debemos
saber para continuar en el progreso.
Por millones de años se ha experimentado progreso
espiritual, los espíritus encarnados y desencarnados no será interrumpido su
progreso y menos por aquellos que practican el mal con propósitos de egoísmo,
orgullo y materialismo. No importa lo
que tramen en lo secreto, todos perecerán en el intento. Todos desaparecerán y serán
parte del plan divino, si son espíritus obstinados en el mal, serán desarraigados
de su herencia en la humanidad hacia el progreso de sus almas y se detendrán en
ese progreso siendo asignados a otros mundos menos desarrollados. La Regeneración de La Humanidad ya está en
progreso y no se detendrá por un puñado de hombre orgullos y materialistas.
No temas, eres parte del plan de progreso y claramente
definido por la Ley de Progreso Espiritual.
Camines juntos hacia el progreso siendo mejores hoy de lo que fuimos
ayer, poco a poco alcanzaremos esa meta sin miedo y enfocados hacia el Bien Común.
|
Nada Detendrá El Progreso de La Humanidad |
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
·
El Libro de Los Espíritus, Allan Kardec
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se han de acumulan a las que ya tienes.
Si me mencionas o no, no
es importante para mí, pero sí; es una falta el atribuirte que la información
publicada es de tu autoría al no hacer mención alguna del autor original, si no
das el crédito al que originalmente lo creo, eso es propiedad intelectual y al
no dar el crédito, constituye una falta de moralidad. Recomiendo que añadas al
final de tu reflexión algo así:
Partes de esta
reflexión ha sido tomada de un artículo publicado por Frank Montañez de “Soy
Espírita” en su blog: www.soyespirita.blogspot.com
Nombre del Artículo:
Fecha Publicado:
Eso evitarás que actúes mal
sin quererlo hacer, de eso se trata la Educación Espírita.
Los siguientes enlaces te conducen a estos temas ya
publicados para ayudarte en tu desarrollo de educación espiritual:
Espero estos enlaces te conduzcan a información que te
ayude a lograr activar tu crecimiento espiritual, a través de la Transformación Moral.