Es por éso que decidí escribir este artículo buscando en realidad la acción correcta. El Espiritismo establece claramente que no es una Religión y no debe serlo, pues desvirtúa los propósitos nobles de lograr el Adelantamiento y progreso moral e intelectual del Espíritu mediante el Libre Albedrío y claramente un sistema religioso interrumpe este proceso de Libre Albedrío, por sus dogmas, ritos y liturgias. Y luego de consultar las referencias en cada uno de los Libros se me confirma lo importante de lo que la Oración es en nuestra Filosofía de Bien Común y que no existe justificación a que se relegue la Oración a ni tan siquiera a un segundo plano, aunque la realidad esta en que se ha relegado al lugar más inferior de las prioridades de algunas Casas Espíritas.
La oración es generalmente un poderoso medio para ayudar a libertarse los obsesados; pero no es la oración de palabra, dicha con indiferencia y como una formula trivial, que puede ser eficaz en caso semejante: es necesario una fervorosa oración, que al mismo tiempo sea una especie de Magnetización Mental; por el pensamiento se puede dirigir sobre el paciente una corriente fluídica saludable, cuya potencia está en razón de la intención. La oración no tiene, pues, solamente por efecto el invocar un socorro extraño, sino también el ejercer una acción fluídica.
Cuándo oramos, nuestra mente emite, por el pensamiento, una energía que da una impulsión en el fluido cósmico estableciendo una corriente fluídica que hace la unión entre el suplicante y el “ser a quién se dirige”. El vigor y la calidad de las corrientes fluídica son proporcional a la intensidad de la voluntad y la pureza de intención.
Es así que los Espíritus captan la solicitud, corriendo a sustentar a la criatura en sus buenas resoluciones e inspirarle ideas sanas, a ayudarla a vencer los peldaños del camino y sustentarla en sus pruebas y expiaciones. La oración no sólo proporciona el auxilio de otro ser, sino también funciona como “una especie de magnetización mental”.
En general, la oración es poderoso auxiliar de la liberación de los obsesados; nunca, no obstante, la oración sólo de palabras, dicha con indiferencia y como una fórmula banal, será eficaz en semejante caso.
Se hace menester una oración ardiente, que sea al mismo tiempo como una magnetización mental. Por el pensamiento, se puede dirigir para el paciente una corriente fluídica saludable, cuya potencia guarda relación con la intención. La oración, pues, no tiene apenas por efecto invocar un auxilio extraño, sino ejercer una acción fluídica. Lo que una persona, sola no puede hacer, lo pueden, casi siempre, muchas personas unidas por la intención en una oración colectiva y reiterada, visto que el número aumenta la potencialidad de la acción.
Éste es el enlace de éste artículo, para ser utilizado como referencia para éste tema...
La Oración es como Ondas Expansivas, que llegan a los buenos espíritus y éstos a su vez son llamados a nuestro entorno.
El propósito de la Oración es acercarnos a Dios, comunicar las intensiones de los seres humanos y un imán para los buenos espíritus que acuden al llamado sincero para ayudar en las miserias humanas.
¿Cómo podemos definir la Oración? |
La Oración son Como Ondas Expansivas |
"Cuando oramos, nuestra mente emite, por el pensamiento, una energía que da una impulsión en el fluido cósmico estableciendo una corriente fluídica que hace la unión entre el suplicante y el “ser a quien se dirige”. El vigor y la calidad de las corrientes fluídica son proporcional a la intensidad de la voluntad y la pureza de intención." (Nota añadida por Frank Montañez :cuándo se habla de "Fuerza Moral", o el pensamiento cómo una "Energia", los Espíritus se referian a las intenciones.
"Es así que los Espíritus captan la solicitud, corriendo a sustentar a la criatura en sus buenas resoluciones e inspirarle ideas sanas, a ayudarla a vencer los peldaños del camino y sustentarla en sus pruebas y expiaciones". La Oración no sólo proporciona el auxilio de otro ser, sino también funciona como “una especie de magnetización mental”. En general, la Oración es poderoso auxiliar de la liberación de los obsesados; nunca, no obstante, la Oración sólo de palabras, dicha con indiferencia y como una fórmula banal, será eficaz en semejante caso.
Se hace menester una Oración ardiente, que sea al mismo tiempo como una magnetización mental. Por el pensamiento, se puede dirigir para el paciente una corriente fluídica saludable, cuya potencia guarda relación con la intención. La Oración pues, no tiene apenas por efecto invocar un auxilio extraño, sino ejercer una acción fluídica. Lo que una persona, sola no puede hacer, lo pueden, casi siempre, muchas personas unidas por la intención en una Oración colectiva y reiterada, visto que el número aumenta la potencialidad de la acción.
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El Libro de los Espíritus nos indica lo siguiente:
479. ¿La Oración es medio eficiente para la cura de la obsesión? “La oración es en todo un poderoso auxilio. Más, creed que no basta que alguien murmure algunas palabras, para que obtenga lo que desea. Dios asiste a los que obran, no a los que se limitan a pedir. Es, pues, indispensable que el obsesados haga, por su parte, lo que sea necesario para destruir en sí mismo la causa de la Atracción de los malos Espíritus.
Acción de la oración Allan Kardec, Transmisión del pensamiento
Oración Magnética Mental...
El libro del Evangelio según el Espiritismo, capítulo XXVIII.
https://soyespirita.blogspot.com/2021/05/la-oracion-es-una-especie-de.html
CAPÍTULO XXVII.
9. La oración es una invocación; por ella nos ponemos con el pensamiento en relación con el ser a quién nos dirigimos. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos espíritus son transmitidas a Dios. Cuándo se ruega a otros seres que a Dios, sólo es con el título de intermediarios, de intercesores, porque nada puede hacerse sin la voluntad de Dios. (Vea el item #666, libro de los Espíritus, para reconocer las Oraciones Efectivas).
Logica de Pedir Permiso a Dios...
https://soyespirita.blogspot.com/2014/01/permiso-de-dios-la-logica-espiritual-de.html
666. ¿Puede suplicarse en oración a los espíritus? «Puede suplicarse a los espíritus buenos porque son mensajeros de Dios y ejecutores de su voluntad; pero su poder está siempre en proporción de su superioridad y depende siempre del Señor de todas las cosas, sin cuyo permiso nada se hace, y por esto las oraciones que se les dirigen son eficaces únicamente cuando merecen la aprobación de Dios (Permiso de Dios). ».
10. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quién se ruega venga a nuestro llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a él. Para formarse una idea de lo que sucede en ésta circunstancia, es menester representar a todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos con un fluido universal que ocupa el espacio, como aquí lo estamos en la atmósfera. Ése fluido recibe una impulsión de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscritas, mientras que las del fluido universal se extienden hasta el infinito. Luego, cuándo el pensamiento se dirige hacía un ser cualquiera que está en la tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cuál transmite el pensamiento como el aire transmite el sonido. La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es oída por los espíritus en cualquier parte que se encuentren, como los espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Ésta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y efectiva, sin que por esto deje de estár menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción.
11. Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos espíritus que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de éste modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino derecho sí se ha desviado, así como también puede desviar de sí los males que se atrae por sus propias faltas.
Un hombre, por ejemplo, ve su salud deteriorada por los excesos que ha cometido, arrastrando hasta el fin de sus días una vida de sufrimientos; ¿Tiene acaso, derecho a quejarse sí no consigue la curación? No, porque en la oración hubiera podido encontrar la fuerza necesaria para resistir las tentaciones.
12. Sí los males de la vida se dividen en dos partes, una compuesta de aquellos que el hombre no puede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primera causa es él mismo por su incuria y sus excesos (capítulo V, número 4), se verá que ésta sobrepuja de mucho en número a la primera. Es, pues, evidente, que el hombre es el autor de la mayor parte de sus aflicciones, y que se las ahorraría si obrase siempre con moderación y prudencia. No es menos cierto que estas miserias son resultado de nuestras infracciones a las leyes de Dios, y que sí las observásemos puntualmente seríamos felices. Sí no traspasáramos el límite de lo necesario en la satisfacción de nuestras necesidades, no tendríamos las enfermedades que son consecuencia de los excesos y las vicisitudes que conducen a ellos; si pusiéramos límite a nuestra ambición, no temeríamos la ruina; si no quisiéramos subir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer; si fuésemos humildes, no sufriríamos los desengaños del orgullo rebajado; si practicáramos la ley de caridad, no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, y evitaríamos las querellas y las disensiones; si no hiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas, etc.,
Admitamos que el hombre no pueda nada sobre los otros males y que todas las oraciones sean superfluas para preservarse de ellos; ¿No sería ya bastante el que pudiera evitar todo lo que proviene de sus propios hechos? Pues aquí la acción de la oración se concibe perfectamente, porque tiene por objeto solicitar la inspiración saludable de los buenos espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a los malos pensamientos, cuya ejecución puede sernos funesta. En este caso “no desvían el mal, sino que nos desvían a nosotros mismos del pensamiento que puede causarlo; en nada embarazan los decretos de Dios ni suspenden el curso de las leyes de la naturaleza; “sólo nos impiden infringir estas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío”; pero lo hacen sin saberlo nosotros y de una manera oculta, para no encadenar nuestra voluntad. El hombre se encuentra entonces en la posición de aquél que solicita buenos consejos y los pone en práctica, pero siempre es libre de seguirlos o dejarlos de seguir; Dios quiere que así suceda para que tenga la responsabilidad de sus actos dejándole el mérito de la elección entre el bien y el mal. Ésto es lo que el hombre siempre está seguro de obtener sí lo pide con fervor, y a lo que sobre todo pueden aplicarse estas palabras: “Pedid y se os dará”.
La eficacia de la oración, aún reducida a ésta proporción, ¿no tendría, acaso, un resultado inmenso? Estaba reservado al Espiritismo el probarnos su acción por la revelación de las relaciones que existen entre el mundo invisible y el mundo visible. Pero no se limitan únicamente a éstos sus efectos. La oración está recomendada por todos los espíritus; renunciar a la oración es desconocer la bondad de Dios; es renunciar para sí mismo a su asistencia y para los otros al bien que puede hacérseles.
13. Dios, accediendo a la súplica que se le dirige, tiene la mira de recompensar la intención, la sinceridad y la fe del que ruega; por éste motivo la oración del hombre de bien tiene más mérito a los ojos de Dios y siempre más eficacia que la del hombre vicioso y malo, porque éste no puede rogar con el fervor y la confianza que sólo se adquiere por el sentimiento de la verdadera piedad. Del corazón del egoísta, de aquél que ruega sólo con la articulación de la palabra, no pueden salir los impulsos de caridad que dan a la oración todo su poder. De tal modo así se comprende, que, por un movimiento instintivo, nos recomendamos con preferencia a las oraciones de aquellos cuya conducta se cree ser agradable a Dios, porque son más escuchados.
14. Si la oración ejerce una especie de acción magnética, podría creerse que su efecto está subordinado al poder fluídico; pero no sucede así: puesto que los espíritus ejercen esta acción sobre los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del que ora, ya obrando directamente “en su nombre”, ya dándole momentáneamente una fuerza excepcional, cuando se le juzga digno de este favor o cuando la cosa puede ser útil. El hombre que no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, no por esto debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno de ser escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de humildad siempre agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le anima su fervor y su confianza en Dios, son el primer paso de la vuelta al bien, y los buenos espíritus se felicitan de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del “orgulloso que sólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo poder substituirse a la voluntad del Eterno”.
15. El poder de la “oración” está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. “La oración en común tiene una acción más poderosa cuándo todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto”, porque es como sí muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, sí cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento. (Cap. XXVIII. núm. 4 y 5.)
Oraciones inteligibles.
Libro del Evangelio según el Espiritismo, Capítulo XXVIII. Página 411
PEDID Y SE OS DARÁ. 369
16. Pues sí yo no entendiere el valor de la voz, seré bárbaro para aquél a quién hablo: y el que habla, lo será para mí. —Porque sí orare en una lengua, mí espíritu ora, más mí mente queda sin fruto. —Más sí bendijeres con el Espíritu: el que ocupa lugar del simple pueblo, ¿cómo dirá Amen sobre tú bendicion? puesto que no entiende lo que tú dices. —Verdad es que tú das bien las gracias: más el otro no es edificado. (S. Pablo, Epísto la 1." á los CorinJ;., cap. XIV, v. 11, 14, 16 y 17.)
17. La oración sólo tiene valor por el pensamiento que se une a ella, y es imposible unir el pensamiento a lo que no se comprende, porque lo que no se comprende no puede conmover al corazón. Para la inmensa mayoría, las oraciones en un lenguaje incomprensible sólo son un conjunto de palabras que
nada dicen al Espíritu. Para que la oración conmueva es preciso que cada palabra dispierte una idea, y sí no se comprende, no puede despertar ninguna. Se repite como una simple fórmula que tiene más o menos virtud según el número de veces que se repite; muchos oran por deber, y otros por conformarse con los usos; por ésto creen haber cumplido cuándo han dicho una oración un número de veces determinado siguiendo tal o cuál orden. Dios lee en el fondo del corazon, vé el pensamiento y la sinceridad; seria rebajarle creerle más sensible á la forma que al fondo. (Cap. XXVIII, núm. 2.)
18. La oracion es solicitada por los Espíritus que sufren; les es útil, porque viendo que se acuerdan de ellos, se sienten ménos abandonados y son ménos desgraciados. Pero la Oración tiene sobre ellos una acción más directa; aumenta su ánimo, excita en ellos el deseo de elevarse por el arrepentimiento y la reparación, y puede desviarles del pensamiento del mal; en este sentido es como puede, no sólo aligerarse sino abreviarse sus sufrimientos. (Véase Cielo é Infier no, 2.a parte: Ejemplos.)
19. Ciertas personas no admiten la Oración para los muertos; porque en su creencia sólo hay para el alma dos alternativas, ser salvada o condenada a las penas eternas, y en uno y otro caso la Oración es inútil. Sin discutir el valor de ésta creencia, admitamos por un instante la realidad de las penas eternas e irremisibles, y que nuestras oraciones sean impotentes para ponerlas un término. Nosotros preguntamos sí en esta hipótesis, ¿es lógico, caritativo, cristiano, el desechar
la «oracion por los réprobos? Éstas oraciones, por impotentes que sean para salvarles, ¿no son para ellos una señal de piedad que puede aliviar sus sufrimientos? En la tierra, cuándo un hombre está condenado para siempre, aún cuándo no tenga ninguna esperanza de obtener gracia, ¿se prohibe a una persona caritativa el ir a sostener sus cadenas para aligerarle de su peso? Cuándo alguno es atacado por un mal incurable, porque no ofrece ninguna esperanza de curación, ¿Ha de abandonársele sin ningun consuelo? Pensad que entre los réprobos, puede encontrarse una persona a
quién habeis amado, un amigo, quizás un padre, una madre o un hijo, y ¿por qué, según vosotros, no podría esperar gracia, le rehusais un vaso de agua para
calmar su sed? un bálsamo para curar sus llagas? ¿No harías por él lo que hariais por un presidiario? ¿No le
darías un testimonio de amor, un consuelo? Nó; ésto no sería cristiano. Una creencia que seca el corazón no puede aliarse con la de un Dios que coloca en el primer lugar de los deberes, el amor al prójimo.
La no eternidad de las penas, no implica la negación de una penalidad temporal, porque Dios en su justicia, no puede confundir el bien con el mal; así, pues, negar en éste caso la eficacia de la oración, sería negar la eficacia del consuelo, de la reanimación y de los buenos consejos; sería negar la fuerza que logramos de la asistencia moral de los que nos quieren bien.
20. Otros se fundan en una razón más especiosa: la inmutabilidad de los decretos divinos, y dicen: Dios no puede cambiar sus decisiones por la demanda de sus criaturas, pues sino, nada habría estable en el mundo. El hombre, pues, nada tiene que pedir a Dios; sólo tiene que someterse y adorarle.
En ésta idea hay una falsa aplicacion de la inmutabilidad de la ley divina, o más bien, ignorancia de la ley en lo que concierne a la penalidad futura. Ésta Ley está revelada por los Espíritus del Señor, hoy que el hombre está en disposición de comprender lo que tocante a la fe, es conforme o contrario a los atributos divinos.
Según el dogma de la eternidad absoluta de las penas, no se le toma en cuenta al culpable, ni sus pesares, ni su arrepentimiento; para el todo deseo de mejorarse es supérfluo, puesto que está condenado al mal perpétuamente. Sí está condenado por un tiempo
determinado, la pena cesará cuándo el tiempo haya expirado. ¿Pero quién dice que entónces tendrá mejores sentimientos? ¿Quién dice que a ejemplo de muchos de los condenados de la tierra a su salida de la cárcel, no será tan malo como antes? En el primer caso sería tener en el dolor del castigo a un hombre que se volviera bueno; en el segundo, agraciar al que continuase culpable. La ley de Dios es más previsora
que ésto; siempre justa, equitativa y misericordiosa, no fija ninguna duración en la pena, cualquiera que sea se resume de éste modo:
21. «El hombre sufre siempre la consecuencia de sus faltas, no hay una sola infracción a la ley de Dios que no tenga su castigo.»
_ «La severidad del castigo es proporcionada a la gravedad de la falta.»
«La duración del castigo por cualquier falta que sea, es indeterminada; está subordinada al arrepentimienio del culpable y a su vuelta al bien; la pena dura tanto como la obstinación en el mal; sería perpétua, sí la obstinación fuese perpétua; es de corta duración, sí el arrepentimiento es pronto.»
«Desde el momento en que el culpable pide misericordia, Dios le oye y le envía la esperanza. Pero el simple remordimiento de haber hecho mal no basta; falta la reparación; por ésto el culpable está sometido a nuevas pruebas en las cuales puede, siempre por su voluntad, hacer bien reparando el mal que ha hecho.»
«El hombre, de éste modo es constantemente árbitro de su propia suerte; puede abreviar su suplicio o
prolongarlo indefinidamente; su felicidad o su desgracia depende de su voluntad en hacer bien.»
Tal es la ley: ley inmutable y conforme a la bondad y a la justicia de Dios.
El Espíritu culpable y desgraciado, puede de éste modo salvarse a sí mismo: la ley de Dios le dice con que condicion puede hacerlo. Lo que mas a menudo le falta es voluntad, fuerza y valor; sí con nuestras
oraciones le inspiramos ésta voluntad, sí le sostenemos y le animamos, y sí con nuestros consejos le damos las luces que le faltan, en lugar de solicitar a
Dios el que derogue su ley, venimos a ser los instrumentos para la ejecución de su ley de amor y de caridad, lo que nos permite practicarla de éste modo, dando nosotros mismos una prueba de caridad. (Véase Cielo y el Infierno, 1ra parte, Cap. IV, VII y VIII.).
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS.
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Vea también...
Allan Kardec, Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”, (Cap. XXVIII, números 4 y 5).
https://soyespirita.blogspot.com/2021/05/la-oracion-es-una-especie-de.html
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Vea también...
Allan Kardec, Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”, (Cap. XXVIII, números 4 y 5).
La Terapéutica de la Oración para el tratamiento de La Obsesión!!!
En el tratamiento de la obsesión, es necesario destacar la terapéutica de la oración como elemento valioso de introducción a la cura (...) millares de almas caen diariamente en los meandros de las propias complicaciones emocionales, entre tanto, sin percibir, en la faja de las fuerzas inferiores que, al surgir de nuestro pasado, nos acechan y generan en nuestro prejuicio dolorosos procesos de obsesión, retardándonos el progreso, por intermedio de los pensamientos desequilibrados con que se yuxtaponen en nuestra vida íntima. Y la técnica de las Inteligencias que nos exploran el patrimonio mento-psíquico se basa, de manera invariable, en la comunión telepática, por la cual implantan en aquellos que les acceden al dominio, las creaciones mentales perturbadoras, capaces de asegurarles el continuismo de la vaporización.
Atentos, así, a la psicogénesis de esos casos de des armonía espiritual, casi siempre formados por la influenciación consciente o inconsciente de las entidades infelices, desencarnadas o encarnadas, que se nos asocian a la experiencia cotidiana, recurramos a la Oración como elemento de unión con los Planos Superiores, exorando el amparo de los Mensajeros Divinos, cuyo pensamiento sublimado puede crear, de improviso, nuevos motivos mentales en nuestro favor o a favor de aquellos que nos proponemos socorrer.
La Oración libera la mente viciada de sus clichés perniciosos y abre la mente para la captación de las energías inspiradoras, que fomentan el entusiasmo por el bien y la conquista de la paz a través del amor. Entre tanto, a fin de que se revista de fuerza desalineante, ella necesita del combustible de la fe, sin la cual no pasa de palabras destituidas de compromiso emocional entre aquél que las enuncia y a quien son dirigidas. También, en ese capítulo, impone una actitud de recogimiento y concentración para que se exteriorice la potencialidad por la voluntad que anhela, dirigida por la certeza de que alcanzará el destino. Una de las primeras actitudes del obsesado con las características a que nos referimos es el desdén a la Oración por creer que no la necesita, dudando de su eficacia o menospreciando su utilidad.
“Paneles de la Obsesión”
Hemos visto que la oración es un poderoso recurso utilizado para tratar casos de obsesión. Que seriamos si no pudiéramos tener la capacidad de orar. Como nos comunicaríamos con Dios y sus espíritus. Te imaginas como seria eso, seria vano y vacío No puedo creer como un recurso de comunicación tan importante donde el alma se comunica con los espíritus buenos y puros haya sido descartados por muchos, que tratando de presentar la oración como algo arcaico u obsoleto no es útil. Sin oración somos seres áridos sin capacidad de expresar nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos. Jesús es el ejemplo más claro de la importancia de la Oración pues fue él, el que nos enseñó tan sublime recurso. La Oración, eso que hace que vibremos y nos comuniquemos con el mundo espiritual, debe estar presente en todo aquel ser humano sensible que quiera estar comunicado con el mundo espiritual. Dejemos que sea la Oración la que nos sane de las tristezas de esta vida, las que nos sigan dando consuelo y esperanza de un mejor mañana y sea además nuestro más seguro enlace con nuestro espíritu protector.
No te avergüences nunca a lanzar una Oración cuando sea necesario, pues nunca será anticuado orar y hacer plegarias que nos comuniquen con el mundo espiritual, de esa manera se acercan los buenos espíritus a nuestro lado para ayudarnos en lo necesario de nuestro interior y para socorrernos. Frank Montañez.
Presentimientos
Libro de Los Espíritus
522. El presentimiento, ¿es siempre una advertencia del Espíritu protector?
“El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un Espíritu que os quiere bien. No obstante, también está presente en la intuición de la elección que se ha hecho. Es la voz del instinto. Antes de encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de las principales fases que tendrá su existencia, es decir, del género de pruebas a las que se compromete. Una vez encarnado, cuando esas pruebas poseen un carácter relevante, conserva de ellas una especie de impresión en su fuero interior. Esa impresión, que es la voz del instinto, al despertarse cuando se acerca el momento de la prueba, se convierte en presentimiento.”
523. Los presentimientos y la voz del instinto siempre tienen cierta vaguedad. ¿Qué debemos hacer ante la incertidumbre?
“Cuando tengas dudas, invoca a tu Espíritu bueno, o ruégale a Dios, Nuestro Señor, que te envíe uno de sus mensajeros, uno de nosotros.”
524. Las advertencias de nuestros Espíritus protectores, ¿tienen como único objeto la conducta moral, o también la conducta a observar en los asuntos de la vida privada?
“Todo. Ellos tratan de haceros vivir lo mejor posible. No obstante, muchas veces cerráis los oídos a las advertencias saludables y sois desdichados por vuestra culpa.”
Los Espíritus protectores nos ayudan con sus consejos mediante la voz de la conciencia, a la que hacen hablar en nosotros. Sin embargo, como no siempre concedemos a la conciencia la importancia necesaria, los Espíritus nos dan esos consejos de modo más directo, para lo cual se sirven de las personas que nos rodean. Examine cada uno las diversas circunstancias, felices o desdichadas, de su vida, y verá que en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre aprovechó, y que le habrían evitado bastantes disgustos si los hubiese escuchado.
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Los Presentimientos o las Premoniciones son Pensamientos, Secretos de Dios, que no pueden revelarse a terceros, además las Manifestaciones Espontáneas de Espíritus, están prohibidas en el libro de Los Médiums, item #269.
Sin embargo son perfectamente aceptados, cuándo la información que se revela en los pensamientos, aunque sea de lo que va a ocurrir, es para beneficio de la misma persona que los recibe, porque sólo Espíritus Buenos y Espíritus Protectores y Guías revelan el futuro, como forma de protección a sus protegidos.
857. Hay hombres que afrontan los peligros de las batallas con la persuasión de que no ha llegado su hora. ¿Tiene esa confianza algún fundamento?
- Muy a menudo el hombre tiene el presentimiento de su fin, como puede también tenerlo de que no morirá todavía. Ese presentimiento le viene de sus Espíritus protectores, los cuales quieren advertirle que se mantenga preparado para partir, o que levantan su coraje en los momentos en que más lo necesita. También puede provenirle de la intuición que tenga de la existencia que eligió, o de la misión que ha aceptado y que sabe deberá cumplir. (Véanse los parágrafos 411 y 522).
411. El Espíritu encarnado, en los instantes en que se halla desprendido de la materia y obra como Espíritu, ¿sabe cuándo morirá?
- Muchas veces lo presiente. En ocasiones tiene de ello muy clara conciencia, y es esto lo que en estado de vigilia la da la intuición del hecho. De ahí procede que ciertas personas prevean a veces su muerte con gran exactitud.
VII.- Presentimientos
522. ¿Es siempre el presentimiento una advertencia del Espíritu protector?
- El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un Espíritu que os quiere bien. Está asimismo en la intuición de la elección que se ha hecho. Es la voz del instinto. Antes de encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de las principales fases de su existencia, esto es, del género de pruebas a las que se compromete. Cuando éstas poseen un carácter evidente, guarda de ellas en su fuero interno una especie de impresión, y esa impresión, que constituye la voz del instinto, al revelarse cuando se acerca el instante, se convierte en presentimiento.
521. Ciertos Espíritus ¿pueden coadyuvar al progreso de las artes al proteger a los seres humanos que de ellas se ocupan?
- Hay Espíritus protectores especiales y que asisten a aquellos que los invocan, cuando los juzgan dignos de esto. Pero ¿qué queréis que hagan con los que creen ser lo que no son? No pueden lograr que los ciegos vean ni que los sordos oigan.
858. ¿A qué se debe que aquellos que presienten su muerte la teman, por lo general, menos que los otros?
- El que teme la muerte es el hombre y no el Espíritu. Y el que la presiente, piensa más como Espíritu que como hombre. Comprende su liberación, y la aguarda.
859. Si la muerte no puede evitarse cuando ha de llegarnos, ¿sucede lo mismo con todos los accidentes que sufrimos en el transcurso de la vida?
- Son con frecuencia cosas lo bastante insignificantes para que podamos prevenirnos de ellas, y en ocasiones hacer que las evitéis dirigiendo vuestro pensamiento. Porque no nos agrada el sufrimiento material. Pero esto es poco importante para la vida que habéis elegido. Realmente, la fatalidad sólo consiste en la hora en que debéis aparecer en la Tierra y la hora en que tenéis que marcharos de ella.
859 a. ¿Hay hechos que deban por fuerza suceder y que la voluntad de los Espíritus no pueda evitar?
- Sí, pero que tú, en el estado de Espíritu, has visto y presentido cuando hiciste tu elección. Mas no vayas a creer que cuanto sucede esté ya escrito, como dicen. Un acontecimiento suele ser a menudo la consecuencia de algo que tú has realizado mediante un acto de tu libre voluntad, de manera que si tú no hubieras hecho eso no se habría operado aquel acontecimiento. Si te quemas un dedo, se trata del resultado de tu imprudencia y también de la condición de la materia. Sólo los grandes dolores, los sucesos importantes, que pueden influir sobre lo moral, han sido previstos por Dios, porque resultan útiles para tu instrucción y purificación.
860. ¿Puede el hombre, por su voluntad y por sus actos, hacer que ciertos acontecimientos que debían suceder no ocurran, y a la inversa?
- Le es posible, si esa desviación aparente puede ajustarse a la vida que ha escogido. Por otra parte, para hacer el bien, como debe serlo y en cuanto es ese el único objetivo de la existencia, puede impedir el mal, sobre todo aquel que pudiera contribuir a un mal mayor.
861. El hombre que comete un homicidio ¿sabía, al elegir su vida, que se convertiría en criminal?
- No. Conocía que al optar por una existencia de luchas había posibilidades para él de dar muerte a un semejante, pero ignoraba si lo haría, porque casi siempre hay en el hombre deliberación antes de cometer el crimen. Ahora bien, el que delibera sobre algo es en todos los casos libre de hacerlo o de no hacerlo. Si el Espíritu supiera por anticipado que, ya en su condición de hombre, debía ser autor de un homicidio, estaría entonces predestinado a ello… Y sabed que no hay nadie que se halle predestinado al crimen, y que todo asesinato, como cualquier otro acto, es siempre el resultado de la voluntad y del libre albedrío.
Comentario atribuido a Allan Kardec: Por otro lado, confundís continuamente dos cosas muy diversas: los sucesos materiales de la existencia y los actos de la vida moral. Si en ocasiones hay fatalidad, es en esos acontecimientos materiales cuya causa está fuera de vosotros y que son independientes de vuestra voluntad. En cuanto a los actos de la vida moral, ellos emanan siempre del hombre mismo, que en todos los casos tiene, por tanto, la libertad de elegir. Para esos actos, pues, no hay jamás fatalidad.