El Modo de "Orar" según lo enseña el Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador...
Muchos son los que niegan las oraciones en el Espiritismo, por
considerarlas sincretismos religiosos. Y son los mismos que no hacen oraciones
en sus reuniones espiritualistas, porque no pueden llamarse Espiritistas Verdaderos,
los que no hacen oraciones, ni al comenzar las reuniones, para pedir que buenos
Espíritus estén presentes, ni al terminar, para dar gracias por el éxito de las
reuniones.
Éstos son los racionalistas del Espiritismo, auto llamados Laicos,
una demarcación en contra de las enseñanzas del Espiritismo. No existe ninguna mención de que el
Espiritismo es Laico, indeferente y hostil hacia los que son religiosos.
Otros, son los religiosos, que hacen oraciones de letanías a Jesús el Cristo.
Ni tan siquiera han identificado la diferencia entre Jesús el nacido en Nazareth en Israel, y el Cristo o Jesucristo Redentor, de los Cristianos, nacido en Belén, más de 71 millas de Nazareth (120 kilómetros) de distancia, uno del otro, Cristo es un título que Jesús rechazó, es considerado el
redentor y perdonador de pecados, el resucitado, el rey de los Judíos, El Mesías
Prometido y Dios de la Trinidad cristiana. Cristo el título no es lo mismo que Jesús el Mesías divino, mensajero divino, es diferente al Cristo de los Judíos.
- [Aquí en éste enlace expreso mís argumentos sobre las diferencias entre Jesús nacido en Nazareth y el título de Cristo nacido en Belén...]
Ninguno de éstos 2 extremos (racionalistas o religiosos), pueden llamarse espiritistas, sino Espiritualistas, ya que renunciaron a las ENSEÑANZAS del Espiritismo y lo sustituyeron con sus propias creencias espirituales. Es decir, n se basan en las creencias del Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador con lo que ellos predican qieves Espiritismo. A nivel personal, sólo podemos y debemos predicar la verdad Eterna Absoluta del Espiritismo, y serán ellos los que puedan librarse de ésas vendas mentales.
Allan Kardec
y los Espíritus, separaron del Espiritismo del Espiritualismo. Por éso las palabras: “Espiritistas,
Espiritismo, Espírita y Médiums”, fueron creadas a partir de la publicación del Libro de Los Espíritus, en el año de 1857, precisamente para separar el Espiritismo del Espiritualismo.
La buena noticia, es que hemos capturados los Libros Codificados por Allan Kardec, con sus Contenidos Originales del idioma francés, así tenemos el sustento necesario para considerar la Oración,
algo esencial con nuestra relación con Dios y el mundo de los Espíritus. Veamos pues el Evangelio según el
Espiritismo, la posición del Espiritismo con relación a la “Oración”:
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS
Libro el Evangelio Según el Espiritismo
Modo de orar
Modo de orar en el Espiritismo… según las instrucciones de los Espíritus. CAP. XXVII, #22 y #23.
Pedid y se os Dará...
Nota añadida por Frank Montañez : "A modo de ir mejorando la traducción del original francés, verán que enfatizó en amarillo sobre las palabras que debemos entender en el lenguaje Español. Por ejemplo, "teneís", debería interpretarse como "tienes". Ésa es mí explicación a las palabras que son enfatizadas en amarillo, pero es para que entendamos en el idioma español. Ésas formas obedecen a traducciones antiguas, utilizando el Español de ésos tiempos."
22. El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe
señalar para ella la vuelta a la vida activa de cada día, es la oración. Casi
todos vosotros rezáis,
pero ¡cuán pocos saben orar! ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente,
porque tenéis
esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os molesta!
La oración del cristiano, del espiritista, de cualquier culto que sea, debe
ser hecha desde que el espíritu ha vuelto a tomar el yugo de la carne; debe
elevarse a los pies de la majestad divina, con humildad, con profundidad,
alentada por el reconocimiento de todos los bienes recibidos hasta el día, y
por la noche que se ha pasado, durante la cuál os
ha sido permitido, aunque sin saberlo vosotros, volver al lado de vuestros amigos, de vuestros guías, para
que con su contacto os
den más fuerza y perseverancia. Debe elevarse humilde a los pies del Señor,
para recomendarle vuestra debilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y su
misericordia. Debe ser profunda, porque vuestra alma es la que debe elevarse hacía el Creador, la que debe
transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante de
esperanza y de amor.
Vuestra oración debe encerrar la súplica de las gracias que os sean necesarias, pero
de una necesidad real. Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestras pruebas y que
os dé los goces y las riquezas; pedirle que os conceda los bienes más preciosos
de la paciencia, de la resignación y de la fe.
No digáis lo que muchos de entre vosotros: "No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha". La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios? ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado: "Dios no se ocupa de nosotros; sí se ocupara no habría tantas injusticias". ¡Insensatos! ¡Ingratos! Sí descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros. (Capítulo V, número 4).
No digáis lo que muchos de entre vosotros: "No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha". La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios? ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado: "Dios no se ocupa de nosotros; sí se ocupara no habría tantas injusticias". ¡Insensatos! ¡Ingratos! Sí descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros. (Capítulo V, número 4).
Debéis rogar sin cesar, sin que por esto os retiréis a vuestro oratorio o que os pongáis de rodillas
en las plazas públicas. La oración del día es el cumplimiento de vuestros deberes
sin excepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es un acto de amor hacia
el Señor el que asistáis
a vuestros
hermanos en cualquier necesidad moral o física? ¿No es hacer un acto de reconocimiento
elevar vuestra
alma hacía El cuándo soís
felices, cuando se evita un percance, cuando una contrariedad pasa rozando con vosotros, si decís con el
pensamiento:
"¡Bendito seáis, Padre mío!". ¿No es un acto de contrición el humillaros ante el Juez Supremo cuando sentís que habéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento? , al decirle:
"¡Perdonadme, Dios mío, porque he pecado (por orgullo, por egoísmo o por falta de caridad); dadme fuerza para que no falte más y el valor necesario para reparar la falta!".
Esto es independiente de las oraciones regulares de la mañana y de la
noche, y de los días que a ella consagréis; pero, como veis, la oración puede hacerse siempre sin interrumpir
en lo más mínimo vuestros
trabajos; decid,
por el contrario, que los santifica.
Y creed
bien que uno solo de estos pensamientos, saliendo del corazón, es más escuchado
de vuestro
padre celestial que largas oraciones dichas por costumbre, a menudo sin causa
determinada, y "a las cuales conduce maquinalmente la hora convenida".
(V. Monod. Burdeos, 1868).
Felicidad de la oración
23. Venid los que queréis
creer: los espíritus celestes corren y vienen a deciros cosas grandes; Dios, hijos
míos, abre su ancho pecho para daros sus bienes. ¡Hombres incrédulos! ¡Si supieseis de qué modo
la fe hace bien al corazón y conduce el alma al arrepentimiento, a la oración!
La oración, ¡ah! ¡Cuán tiernas son las palabras que salen de la boca en el
momento de orar! La oración es el rocío divino que destruye, el excesivo calor de las
pasiones; hija primogénita de la fe, nos lleva al sendero que conduce a Dios.
En el recogimiento y la soledad, estáis con Dios; para vosotros no hay ya misterio, él se os
descubre. Apóstoles del pensamiento, para vosotros es la vida; vuestra alma se desprende
de la materia y recorre esos mundos infinitos y etéreos que los pobres humanos
desconocen.
_________________
La Oración, no es sincretismo, es el idioma oficial donde nos comunicamos con Dios y los Espíritus.
El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero ¡cuán pocos saben orar! ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os molesta!
Aprendamos a orar:
No digáis lo que muchos de entre vosotros: "No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha". La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios? ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado: "Dios no se ocupa de nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias". ¡Insensatos! ¡Ingratos! Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros. (Capítulo V, número 4).
El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos vosotros rezáis, pero ¡cuán pocos saben orar! ¡Qué importan al Señor las frases que juntáis maquinalmente, porque tenéis esta costumbre, que es un deber que llenáis y que, como todo deber, os molesta!
Aprendamos a orar:
No digáis lo que muchos de entre vosotros: "No vale la pena de orar, porque Dios no me escucha". La mayor parte del tiempo ¿qué es lo que pedís a Dios? ¿Habéis pensado muchas veces en pedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! no, muy pocas; más bien pensáis en pedirle el buen éxito de vuestras empresas terrestres, y habéis exclamado: "Dios no se ocupa de nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias". ¡Insensatos! ¡Ingratos! Si descendieseis al fondo de vuestra conciencia, casi siempre encontraríais en vosotros mismos el origen de los males de que os quejáis; pedid, pues, ante todo, vuestro mejoramiento y veréis qué torrente de gracias y consuelos se esparcirá entre vosotros. (Capítulo V, número 4).
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