Los animales no tienen Mediúmnidad, por lo tanto no se pueden comunicar cómo Espíritus pues no tienen lenguaje...
Temas :
LOS TRES REINOS
I.- Los minerales y las plantas...
II.- Los animales y el hombre...
III.- Metempsicosis
DE LA MEDIUMNIDAD DE LOS ANIMALES...
283. Evocaciones de los animales...
Observen La Nobleza de la Mirada del Caballo |
Publicado 11th August 2016 por Frank Montañez
Otra pregunta:
¿Cuándo un caballo o una rata de hace 200 millones de años adquirieron ésa capacidad de pensar y de analizar preguntas que se le hacen y cuándo comenzaron a tener ése intercambio de ideas, y porqué no evolucionaron como especie?
Sí un caballo o un perro no han evolucionado en más de 200 millones de años, ¿Cuándo evolucionó el lenguaje articulado y de raciocinio y libre albedrío tuvo lugar?.
El hecho que usted sienta que se comunica con animales, y que ellos contestan, ¿ha considerado que sean Espíritus los que se comunican y le hacen creer que está hablando con su perro?
Porque los espiritus de los Seres humanos, sí tienen raciocinio, lenguaje y libre albedrío. ¿No será que usted confunde ésas comunicaciones?
Cuándo usted logra comunicarse con un animal, ¿Porqué es exclusivo suyo establecer ésa comunicación y sí para hacer éso posible las personas que les llaman, pagan dinero por la comunicación que usted dice ha establecido?
El Espiritismo nos ha dejado en claro que no pueden existir las comunicaciones con los animales, porque los animales no tienen Mediúmnidad, que se necesitaría raciocinio, pero Espíritus imperfectos se aprovechan de los que no tienen experiencia, y los engañan (puedes leer éso en el Libro de los Espíritus, artículo #518).
Vea EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS...
#518. Siendo atraídos los espíritus por sus simpatías hacía los hombres, ¿lo son
igualmente hacía las reuniones de individuos por causas particulares?
«Los espíritus acuden con preferencia a dónde están sus semejantes, pues allí están más a sus anchas y más seguros de ser escuchados. El hombre atrae a los espíritus en razón de sus tendencias, ya esté sólo, ya forme un todo colectivo, como una sociedad, una ciudad o un pueblo. Hay, pues, sociedades, ciudades y pueblos que están asistidos por espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones que en ellos dominan.
Los espíritus imperfectos se alejan de los que los rechazan y resulta que el perfeccionamiento moral de los todos colectivos, como el de los individuos, tiende a descartar a los espíritus malos y a atraer a los buenos, que excitan y mantienen el sentimiento del bien de las masas, como pueden otros atizar las malas pasiones».
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Así que nos toca confiar en Dios y rechazar los malos Espíritus y sus malas influencias...
También el libro de Los Espíritus nos dicen lo siguiente: Esta pregunta le fue formulada a los Espíritus :
#594. ¿Poseen lenguaje los animales? Así contestaron losxEspiritus: - Si os referís a un lenguaje formado por palabras y sílabas, no. Pero un medio de comunicarse entre ellos, sí. Se expresan recíprocamente muchas más cosas de las que creéis. Pero su lenguaje se limita, igual que las ideas, a sus necesidades.
594 a. Existen animales que no tienen voz. ¿No poseen, entonces, lenguaje?
- Se entienden por otros medios. ¿Acaso los hombres sólo tenéis la palabra para comunicaros? ¿Qué dices de los mudos? Puesto que entre los irracionales existe la vida de relación, disponen de medios para advertirse del peligro y expresar las sensaciones que experimentan. ¿Crees que los peces no se entiendan? El hombre no disfruta, pues, del privilegio exclusivo del lenguaje. Pero el de los animales es instintivo y se halla constreñido al círculo de sus necesidades e ideas, en tanto que el del hombre es perfectible y se presta para expresar todas las concepciones del intelecto.
Comentario de Allan Kardec: "En efecto, los peces, que emigran en masa, así como las golondrinas, que obedecen al guía que las conduce, deben de tener medios para advertirse del peligro, entenderse y ponerse de acuerdo. Quizá sea por una vista más penetrante que les permite distinguir las señales que se hacen. Acaso el agua sea el vehículo que les transmite determinadas vibraciones. Sea como fuere, es incontestable que poseen un medio para comunicarse, lo mismo que todos aquellos animales desprovistos de voz y que realizan tareas en común. Según esto, ¿debemos asombrarnos de que los Espíritus puedan comunicarse mutuamente, sin disponer del recurso de la palabra articulada? (Véase el parágrafo 282)."
También el libro de Los Espíritus nos dicen lo siguiente: Esta pregunta le fue formulada a los Espíritus :
#594. ¿Poseen lenguaje los animales? Así contestaron losxEspiritus: - Si os referís a un lenguaje formado por palabras y sílabas, no. Pero un medio de comunicarse entre ellos, sí. Se expresan recíprocamente muchas más cosas de las que creéis. Pero su lenguaje se limita, igual que las ideas, a sus necesidades.
594 a. Existen animales que no tienen voz. ¿No poseen, entonces, lenguaje?
- Se entienden por otros medios. ¿Acaso los hombres sólo tenéis la palabra para comunicaros? ¿Qué dices de los mudos? Puesto que entre los irracionales existe la vida de relación, disponen de medios para advertirse del peligro y expresar las sensaciones que experimentan. ¿Crees que los peces no se entiendan? El hombre no disfruta, pues, del privilegio exclusivo del lenguaje. Pero el de los animales es instintivo y se halla constreñido al círculo de sus necesidades e ideas, en tanto que el del hombre es perfectible y se presta para expresar todas las concepciones del intelecto.
Comentario de Allan Kardec: "En efecto, los peces, que emigran en masa, así como las golondrinas, que obedecen al guía que las conduce, deben de tener medios para advertirse del peligro, entenderse y ponerse de acuerdo. Quizá sea por una vista más penetrante que les permite distinguir las señales que se hacen. Acaso el agua sea el vehículo que les transmite determinadas vibraciones. Sea como fuere, es incontestable que poseen un medio para comunicarse, lo mismo que todos aquellos animales desprovistos de voz y que realizan tareas en común. Según esto, ¿debemos asombrarnos de que los Espíritus puedan comunicarse mutuamente, sin disponer del recurso de la palabra articulada? (Véase el parágrafo 282)."
#282. ¿Cómo se comunican entre sí los Espíritus?
- Les basta mirarse para comprenderse. La palabra es material, constituye el reflejo de la facultad del Espíritu. El fluido universal establece entre ellos una comunicación constante; es el vehículo de la transmisión del pensamiento, como para vosotros el aire es el vehículo del sonido. Una especie de telégrafo universal, que une a todos los mundos y permite a los Espíritus comunicarse de un globo a otro.
#595. ¿Poseen los animales el libre albedrío de sus actos?
- No son simples máquinas, como creéis. Pero su libertad de acción se halla limitada a sus necesidades, y no es posible compararla con la del hombre. Puesto que aquéllos son muy inferiores a éste, no les caben los mismos deberes. Su libertad se restringe a los actos de la vida material.
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Los animales no tienen Mediúmnidad, no pueden comunicarse como Espíritus, pues no tienen lenguaje, no pueden conjugar ideas ya que no tienen raciocinio. Este artículo expone lo que el Espiritismo nos dice sobre este tema de que los animales, no pueden comunicarse ni con los Espíritus, ni con los seres humanos. El que te diga que se comunica con los animales y además te cobra dinero por ello, te está engañando y mistificando.
Animales...
Vemos según ésto que la cuestión está aún poco desarrollada, y que no hay que precipitarse en resolverla. Tras ser leída la carta citada en la Sociedad de París, se recibió la siguiente comunicación sobre el tema en cuestión.París, 21 de abril de 1865.
– Médium, Sr. E. Vézy. "Voy a tocar una grave cuestión esta noche, hablándoos de las relaciones existentes entre la animalidad y la humanidad. Pero en este recinto, cuando, por primera vez, mis instrucciones os enseñaban la solidaridad de todas las existencias y las afinidades que existen entre ellas, un murmullo se escuchó proveniente de una parte de esta asamblea, y me callé. ¿Deberé hacer lo mismo hoy, a pesar de vuestras preguntas? No, porque al fin os veo penetrar en la vía que os indicaba. Pero no basta con detenerse en creer solamente en el progreso incesante del Espíritu, embrión en la materia y desarrollándose pasando por el filtro del mineral, del vegetal, del animal, para llegar a la humanimalidad donde empieza a ensayarse únicamente el alma que se encarnará, orgullosa de su tarea, en la humanidad. Existen entre esas diferentes fases lazos importantes que es necesario conocer y que llamaré periodos intermediarios o latentes; porque es ahí donde se operan las sucesivas transformaciones. Os hablaré en otra ocasión de los vínculos que relacionan el mineral al vegetal, el vegetal al animal; ya que un fenómeno que os sorprende nos lleva a los lazos que relacionan el animal al hombre, os voy a hablar de estos últimos. Entre los animales domésticos y el hombre, las afinidades son producidas por las cargas de los fluidos que os rodean y recaen sobre ellos; es un poco la humanidad que destiñe sobre la animalidad, sin alterar el color de uno o del otro; de ahí esa superioridad intelectual del perro sobre el instinto brutal de la bestia salvaje, y es únicamente debido a esa causa que pueden darse esas manifestaciones que acaban de leeros. Así pues, no se han engañado al escuchar un alegre grito del animal agradecido por los cuidados de su amo, y que venía, antes de pasar al estado intermediario de un desarrollo al otro, a traerle un recuerdo. La manifestación puede pues producirse, pero es pasajera, ya que para el animal, para subir un grado, le es necesario un trabajo latente que aniquila todo signo externo de vida. Ese estado es la crisálida espiritual donde se elabora el alma, periespíritu informe que no tiene ninguna figura con rasgos representativos, quebrándose en un estado de madurez, para dejar escapar, en corrientes que los arrastran, los gérmenes de almas que han eclosionado ahí. Nos sería pues difícil hablaros de los Espíritus de animales del espacio, no existen, o más bien su paso es tan efímero que es casi nulo, y que en estado de crisálida, no pueden ser descritos. Ya sabéis que nada muere de la materia que se descompone; cuando un cuerpo se disuelve, los diversos elementos que lo componen le reclaman la parte que le han donado: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono retornan a su fuente primitiva para alimentar otros cuerpos; ocurre lo mismo con la parte espiritual: los fluidos organizados espirituales toman al pasar colores, perfumes, instintos, hasta la definitiva constitución del alma. ¿Me comprendéis bien? Tendría sin duda que explicarme mejor, pero para terminar por esta noche, y no haceros suponer lo imposible, os aseguro que lo que es del dominio de la inteligencia animal no puede reproducirse por la inteligencia humana, es decir que el animal, sea cual sea, no puede reflejar su pensamiento por el lenguaje humano; sus ideas son muy rudimentarias; para tener la posibilidad de expresarse como lo haría el Espíritu de un hombre, le serían necesarios pensamientos, conocimientos y un desarrollo que no tiene, que no puede tener. Tened pues como certeza que ni perro, ni gato, ni asno, ni caballo o elefante pueden manifestarse por vía medianímica. Los Espíritus llegados al grado de la humanidad son los únicos que pueden hacerlo, y aún dependiendo de su adelanto, porque el Espíritu de un salvaje no podrá hablaros como el de un hombre civilizado. Nota: Estas últimas reflexiones del Espíritu han sido motivadas por la citación hecha en la sesión por personas que pretendían haber recibido comunicaciones de diversos animales. Como explicación del hecho citado, su teoría es racional y concuerda, en el fondo, con las que prevalecen hoy en día en las instrucciones dadas en la mayoría de los centros. Cuando hayamos reunido suficientes documentos, los resumiremos en un cuerpo de doctrina metódica, que será sometido al control universal; hasta ahora sólo son jalones colocados sobre la ruta para señalarla. Allan Kardec
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Los Espiritistas Verdaderos, saben que los animales no tienen Mediumnidad. No existe evidencia científica ni espiritual que pruebe que nos comunicamos con los animales. Este es un disparate desde el punto de vista espiritual. El Espiritismo no enseña que nos comunicamos con los animales, porque en el mundo de los Espíritus no existen Espíritus errantes de animales, sino sólo Espíritus de los seres humanos que tienen raciocinio y libre albedrío, aún ya desencarnados. Todas estas conferencias de que los animales se comunican luego de haber fallecidos, es incorrecto y no puede probarse.
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http://soyespirita.blogspot.com/2015/10/los-animales-no-tienen-mediumnidad-no.html
El Espiritismo da una explicación lógica y razonable sobre el tema de los Animales, por ser ellos tan apegados a los seres humanos.
El Espiritismo da una explicación lógica y razonable sobre el tema de los Animales, por ser ellos tan apegados a los seres humanos.
Los animales y el hombre
- ¿Poseen lenguaje los animales?
- ¿Tienen Alma Los Animales?
Animales Inteligentes |
- ¿La Mediúmnidad de Los Animales?
- ¿Poseen los animales el libre albedrío de sus actos?
- ¿Metempsicosis?
- ¿Los animales pueden ser médiums?
Vídeo Complementario:
Para muchos sus animales son parte esencial en sus vidas, por lo que la preocupación de qué pasará con ellos cuando desencarnen es una preocupación bastante generalizada. Sin embargo La Codificación Espírita, ya había considerado esas incógnitas y preocupaciones, por lo que los espíritus superiores se encargaron de contestar bastante bien lo relacionado a este tema cuando Allan Kardec les preguntó sobre el tema de la Mediúmnidad de los animales.
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Me gustaría tanto que los que están comenzando en la Educación Espírita pudieran percatarse, que estos y muchos otros temas del conocimiento humano ya están explicados en Los libros codificados, a lo que sugiero a tomar tiempo en la lectura de los Libros que comprenden La Codificación Espírita. Esto les ayudará en el conocimiento que los conducirá a su adelantamiento espiritual.
Comencemos pues, con la discusión de este tema.
El Libro de los Espíritus
CAPÍTULO XI
LOS TRES REINOS
I.- Los minerales y las plantas
585. ¿Qué pensáis de la división de la Naturaleza en tres reinos, o bien en dos clases: los seres orgánicos y los seres inorgánicos? Algunos conceptúan que la especie humana es una cuarta clase. ¿Cuál de tales divisiones es la correcta?
- Todas son buenas. Depende del punto de vista adoptado. En su aspecto material sólo hay seres orgánicos e inorgánicos. Desde el punto de vista moral, en cambio, existen evidentemente cuatro grados.
Esos cuatros grados poseen, en efecto, caracteres bien definidos, aun cuando sus límites parezcan confundirse. La materia inerte, que integra el reino mineral, no posee en sí más que energía mecánica. Las plantas, compuestas de materia inerte, se hallan dotadas de vitalidad. Los animales, formados asimismo de materia inerte y provistos de vitalidad, poseen además una especie de inteligencia instintiva, limitada, pero sin conciencia de su existencia y de su individualidad. Por su parte, el hombre, que tiene cuanto hay en plantas y animales, domina a las otras clases por medio de una inteligencia especial, ilimitada, que le da la conciencia de su porvenir, la percepción de las cosas extra-materiales y el conocimiento de Dios.
586. ¿Tienen las plantas conciencia de su existir?
- No, pues no piensan. Sólo poseen vida orgánica.
587. Las plantas ¿experimentan sensaciones? ¿Sufren cuando se las mutila?
- Las plantas perciben impresiones físicas que actúan sobre la materia, pero no tienen percepciones. En consecuencia, no experimentan la sensación del dolor.
588. La fuerza que atrae a las plantas unas hacia otras ¿es independiente de su voluntad?
- Sí, visto que no piensan. Se trata de una fuerza mecánica de la materia que obra sobre la materia. Las plantas no podrían oponerse a ella.
589. Ciertas plantas, tales como la sensitiva y la dionea, por ejemplo, tienen movimientos que denotan gran sensibilidad, y en ciertos casos una especie de voluntad, como sucede con la segunda de las nombradas, cuyas hojas aprisionan al insecto que acude a posarse en ellas para libar su zumo, y al cual la dionea parece tender una trampa para después matarlo. Esas plantas ¿están dotadas de la facultad de pensar? ¿Poseen voluntad? ¿Constituyen una clase intermedia entre los reinos vegetal y animal? ¿Son una transición de uno a otro de esos reinos?
- En la Naturaleza todo es transición, por el hecho mismo de que nada es semejante y, sin embargo, todo se relaciona. Las plantas no piensan y, por consiguiente, carecen de voluntad. La ostra que se abre, así como todos los zoófitos, están desprovistos de pensamiento. Sólo hay en ellos un instinto ciego y natural.
El organismo humano nos provee ejemplos de movimientos análogos sin participación de la voluntad, como en las funciones digestivas y circulatorias. El píldoro se contrae al contacto de ciertos cuerpos para impedir su paso. Lo propio tiene que suce-der con la sensitiva, cuyos movimientos no implican en manera alguna la necesidad de una percepción, y menos todavía de una voluntad.
590. ¿No hay en las plantas, como en los animales, un instinto de conservación que las mueva a buscar lo que pueda serles útil y a sustraerse de lo que sea capaz de dañarlas?
- Es, si así se quiere, una especie de instinto. Depende de la extensión que se conceda a este vocablo. Pero es puramente mecánico. Cuando en las operaciones químicas veis unirse dos cuerpos, es porque son compatibles, vale decir que hay entre ellos afinidad. Pero no denomináis instinto a esto.
591. En los mundos superiores ¿son las plantas, así como los demás seres, de una naturaleza más perfecta?
«Todo es más perfecto; pero las plantas siempre son plantas, como los animales animales y siempre hombres los hombres».
II.- Los animales y el hombre
592. Si comparamos al hombre con los animales en lo que toca a la inteligencia, la línea de demarcación entre aquél y éstos parece difícil de trazar, porque algunos irracionales tienen, desde este punto de vista, una notoria superioridad sobre ciertos seres humanos. Esa línea fronteriza ¿puede ser establecida de una manera exacta?
- Sobre este punto vuestros filósofos no se hallan muy de acuerdo. Unos pretenden que el hombre es un animal; otros, que el animal es un hombre. Todos se equivocan. El hombre es un ser aparte, que en ocasiones se rebaja demasiado o que puede elevarse muy alto. En lo físico, el hombre es como los animales, y está menos dotado que muchos de ellos. La Naturaleza les ha concedido todo lo que el hombre está obligado a inventar con su inteligencia a fin de proveer a sus necesidades y a su conservación. El cuerpo humano se destruye igual que el de los animales, es cierto, pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender, porque únicamente él es del todo libre. ¡Pobres hombres, que os rebajáis por debajo de la bestia! ¿No sabéis diferenciaros de ella? Reconoced al hombre por el pensamiento de Dios.
593. ¿Se puede afirmar que los animales sólo obran por instinto?
- También en esto hay un prejuicio. Bien es verdad que el instinto predomina en la mayoría de los animales, pero ¿no estás viendo que actúan con una voluntad determinada? Eso es inteligencia, aunque sea limitada.
Comentario de A.K. Además del instinto, no se podría negar a ciertos animales el hecho de que realizan actos deliberados que denotan una voluntad de obrar en determinado sentido y conforme a las circunstancias. Hay en ellos, pues, una especie de inteligencia, pero cuyo ejercicio se concentra con más exclusividad en los medios de satisfacer sus necesidades físicas y de proveer a su conservación. No existe en ellos ninguna creación ni mejora alguna. Por mucho que sea el arte que admiramos en sus trabajos, lo mismo que hacían antaño siguen haciéndolo en la actualidad, ni mejor ni peor, según formas y proporciones constantes e invariables. El ejemplo al que se aísle de su especie a muy temprana edad no deja por eso, cuando llega a adulto, de construir su nido con arreglo al mismo patrón, sin haber recibido al respecto enseñanza ninguna. Si algunos de entre ellos son susceptibles de cierta educación, su desarrollo intelectual, confinado en todos los casos dentro de estrechos límites, se debe a la acción del hombre sobre una naturaleza flexible, porque no hay ningún progreso que realicen por sí mismos. Pero ese adelanto será efímero y meramente individual, por cuanto el animal librado a sus propios recursos no tarda en volver a colocarse dentro de los lindes trazados por la Naturaleza.
594. ¿Poseen lenguaje los animales?
- Si os referís a un lenguaje formado por palabras y sílabas, no. Pero un medio de comunicarse entre ellos, sí. Se expresan recíprocamente muchas más cosas de las que creéis. Pero su lenguaje se limita, igual que las ideas, a sus necesidades.
594 a. Existen animales que no tienen voz. ¿No poseen, entonces, lenguaje?
- Se entienden por otros medios. ¿Acaso los hombres sólo tenéis la palabra para comunicaros? ¿Qué dices de los mudos? Puesto que entre los irracionales existe la vida de relación, disponen de medios para advertirse del peligro y expresar las sensaciones que experimentan. ¿Crees que los peces no se entiendan? El hombre no disfruta, pues, del privilegio exclusivo del lenguaje. Pero el de los animales es instintivo y se halla constreñido al círculo de sus necesidades e ideas, en tanto que el del hombre es perfectible y se presta para expresar todas las concepciones del intelecto.
Comentario de A.K. En efecto, los peces, que emigran en masa, así como las golondrinas, que obedecen al guía que las conduce, deben de tener medios para advertirse del peligro, entenderse y ponerse de acuerdo. Quizá sea por una vista más penetrante que les permite distinguir las señales que se hacen. Acaso el agua sea el vehículo que les transmite determinadas vibraciones. Sea como fuere, es incontestable que poseen un medio para comunicarse, lo mismo que todos aquellos animales desprovistos de voz y que realizan tareas en común. Según esto, ¿debemos asombrarnos de que los Espíritus puedan comunicarse mutuamente, sin disponer del recurso de la palabra articulada? (Véase el parágrafo 282).
282. ¿Cómo se comunican entre sí los Espíritus?
- Les basta mirarse para comprenderse. La palabra es material, constituye el reflejo de la facultad del Espíritu. El fluido universal establece entre ellos una comunicación constante; es el vehículo de la transmisión del pensamiento, como para vosotros el aire es el vehículo del sonido. Una especie de telégrafo universal, que une a todos los mundos y permite a los Espíritus comunicarse de un globo a otro.
595. ¿Poseen los animales el libre albedrío de sus actos?
- No son simples máquinas, como creéis. Pero su libertad de acción se halla limitada a sus necesidades, y no es posible compararla con la del hombre. Puesto que aquéllos son muy inferiores a éste, no les caben los mismos deberes. Su libertad se restringe a los actos de la vida material.
596. ¿A qué se debe la aptitud de ciertos animales de imitar el lenguaje humano, y por qué esa facultad se encuentra más bien en las aves que en el mono, por ejemplo, cuya conformación posee más analogía con la del hombre?
- Conformación particular de los órganos vocales, secundada por el instinto imitativo. El mono imita los gestos; algunos pájaros imitan la voz.
597. Puesto que los animales poseen una inteligencia que les confiere cierta libertad de acción, ¿existe en ellos un principio independiente de la materia?
- Sí, y que sobrevive al cuerpo.
597 a. Ese principio ¿es un alma similar a la humana?- Es también un alma, si así lo queréis. Ello depende del sentido que se dé a esta palabra. Pero es inferior a la del hombre. Hay entre el alma de los irracionales y la humana tanta distancia como la que existe entre el alma del hombre y Dios.
598. El alma de los animales ¿conserva después de la muerte su individualidad y la conciencia de sí?
- Sí su individualidad, pero no la conciencia de su yo. La vida inteligente permanece en estado latente.
599. El alma de los irracionales ¿puede elegir encarnar en un animal más bien que en otro?
- No, no posee libre arbitrio.
600. Visto que el alma del animal sobrevive a su cuerpo ¿se halla después de la muerte en la erraticidad, como la del hombre?
- Es una especie de erraticidad la suya, puesto que no está unida a un cuerpo, pero no es un Espíritu errante. El Espíritu errante es un Ser que piensa y obra por su libre voluntad. El de los animales no posee la misma facultad. El atributo del irracional es clasificado, después de su muerte, por los Espíritus a quienes esta tarea compete, y casi de inmediato se le utiliza. No tiene oportunidad de entrar en relaciones con otras criaturas.
601. ¿Siguen los animales, como los hombres, una ley progresiva?
- En efecto. De ahí que en los mundos superiores, donde los hombres se hallan más evolucionados, los animales lo estén también, poseyendo medios de comunicación más desarrollados. Pero siguen siendo inferiores y continúan sometidos al hombre. Son para él servidores inteligentes.
No hay en esto nada de extraordinario. Supongamos que nuestros animales más inteligentes –el perro, el elefante, el caballo- poseyeran una conformación más apropiada para las tareas manuales: ¿qué no podrían hacer bajo la dirección del hombre?
602. ¿Progresan los animales, igual que el hombre, por su propia voluntad o por la fuerza de las circunstancias?
- Por la fuerza de las circunstancias. De ahí que no haya para ellos expiación.
603. En los mundos superiores ¿conocen los animales a Dios?
- No. El hombre es para ellos un dios, como en lo antiguo los Espíritus eran dioses para los seres humanos.
604. Puesto que los animales (aun los perfeccionados de los mundos superiores) siguen siendo inferiores al hombre, de ello resultaría que Dios habría creado seres inteligentes perpetuamente destinados a la inferioridad, lo cual parecería estar en desacuerdo con la unidad de miras y de progreso que en todas sus obras se observa.
- En la Naturaleza todo se eslabona por vínculos que no podéis aún aprehender, y las cosas que en apariencia son más disparatadas tienen puntos de contacto que el hombre, en su actual estado, no llegará jamás a comprender. Mediante un esfuerzo del intelecto puede entreverlos, pero sólo cuando su inteligencia haya adquirido todo su desarrollo y se vea libre de los prejuicios del orgullo y de la ignorancia podrá ver con claridad en la obra de Dios. En el ínterin, sus limitadas ideas hacen que vea las cosas desde un punto de vista mezquino y estrecho. Sabed bien que Dios no puede contradecirse y que todo en la Naturaleza armoniza por leyes generales que jamás se apartan de la sublime sabiduría del Creador.
604 a. Así pues, ¿la inteligencia es una facultad común, un punto de contacto entre el alma de los irracionales y la humana?
- Sí, pero los animales sólo poseen la inteligencia de la vida material. En el hombre, el intelecto le confiere la vida moral.
605. Si se consideran todos los puntos de contacto existentes entre el hombre y los irracionales, ¿no cabría pensar que el ser humano posea dos almas, a saber: el alma animal y el alma espírita, y que si no tuviera esta última podría vivir igual que las bestias? Dicho de otro modo: ¿no se puede pensar que el animal es un ser semejante al hombre, excepto que no posee el alma espírita? De lo cual ¿no resultaría que los instintos buenos y malos del hombre serían el efecto del predominio, en él, de una de esas dos almas…?
- No, no tiene el hombre dos almas. Pero el cuerpo posee sus instintos, que son el resultado de las sensaciones de los órganos. Sólo hay en él una doble naturaleza: la naturaleza animal y la espiritual. Por su cuerpo, participa de la naturaleza de los animales y de los instintos que a éstos caracterizan. Por su alma, participa de la naturaleza de los Espíritus.
605 a. De manera que, además de sus propias imperfecciones, de las que debe el Espíritu despojarse, ¿tiene que luchar también contra la influencia de la materia?
- Así es. Y cuanto más imperfecto sea el estado en que se encuentre, tanto más estrechos serán los lazos existentes entre el Espíritu y la materia. ¿Acaso no lo veis? No; el hombre no tiene dos almas, puesto que el alma es en todos los casos única en cada ser. El alma del irracional y la del hombre son distintas una de otra, de modo que el alma de uno no puede animar el cuerpo creado para la otra. Pero, si el ser humano no posee un alma animal que lo ponga, por sus pasiones, al nivel de los irracionales, tiene en cambio su cuerpo, que lo rebaja a menudo hasta ellos, por cuanto su cuerpo es un ser dotado de vitalidad y provisto de instintos, pero instintos no inteligentes y limitados a cuidar de su propia conservación.
El Espíritu, al encarnar en el cuerpo del hombre, aporta a él el principio intelectivo y moral que lo torna superior a los animales. Las dos naturalezas que coexisten en el hombre hacen que sus pasiones tengan dos orígenes diversos: unas proceden de los instintos de la naturaleza animal; otras, de las impurezas del Espíritu encarnado en él, y que simpatizan en mayor o menor grado con los groseros apetitos animales. Al purificarse, el Espíritu se va liberando poco a poco de la influencia de la materia. Hallándose bajo este influjo, se acerca al irracional. Una vez desembarazado de él, se eleva a su verdadero destino.
606. ¿De dónde sacan los animales el principio inteligente que constituye la especie particular de alma de que están dotados?
- Del elemento inteligente universal.
606 a. La inteligencia del hombre y la de los animales ¿emanan, pues, de un principio único?
- A no dudarlo, pero en el hombre ha recibido una elaboración que la eleva por encima de la del animal.
III.- Metempsicosis
611. La comunidad de origen – en el principio inteligente- de los seres vivos ¿no significa la consagración de la doctrina de la metempsicosis?
- Dos cosas pueden tener un mismo origen y no asemejarse en modo alguno más tarde. ¿Quién reconocería al árbol, con sus hojas, flores y frutos, en el germen amorfo contenido en la semilla de donde él salió? Tan pronto como el principio inteligente alcanza el grado necesario para ser Espíritu y entrar en el período de humanidad, deja de tener relación con su primitivo estado, y sólo es, respecto del alma de los animales, lo que el árbol respecto de la simiente.
En el hombre sólo queda animal el cuerpo, así como las pasiones que nacen de la influencia de éste y el instinto de conservación inherente a la materia. No se puede aseverar, pues, que ese hombre sea la encarnación del Espíritu de determinado animal, y por tanto la metempsicosis, tal como se la entiende, no es exacta.
612. El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre ¿podría reencarnar en el de un animal?
- Esto sería retrogradar, y el Espíritu no retrocede. El río no se remonta hacia su fuente. (Ver el párrafo 118).
118. ¿Pueden los Espíritus degenerar?
- No, ya que conforme avanzan van comprendiendo lo que les alejaba de la perfección. Cuando el Espíritu ha superado una prueba, adquiere el conocimiento de ella y no lo echa al olvido. Puede permanecer estacionario, mas no retrocede.
613. Por muy errónea que sea la idea en que se basa la metempsicosis, ¿no será el resultado del sentimiento intuitivo de las diversas existencias del hombre?
- Ese sentimiento intuitivo se encuentra en tal creencia como en otras muchas. Pero, como sucede con la mayor parte de ideas intuitivas, el hombre lo ha desnaturalizado.
La metempsicosis sería verdadera, si se entendiese por ella el progreso del alma de un estado inferior a otro superior, en el que hallaria desarrollos que transformarían su naturaleza; pero es falsa en el sentido de transmigración directa del animal en el hombre y viceversa, lo que implicaria idea de retroceso o fusión, y no pudiendo verificarse semejante fusión entre los seres corporales de las dos especies, es indicio de que están en grados inasímilables, y que lo mismo debe suceder con los espíritus que los aníman. Si el mismo espíritu pudiese animarlos alternativamente, se seguiria de ello una identidad de naturaleza que se traduciría en la posibilidad de la reproducción material. La reencarnación enseñada por los espíritus está fundada, por el contrario, en la marcha ascendente de la naturaleza y en el progreso del hombre en su propia especie, lo que en nada amengua su dignidad. Lo que le rehala, es el mal uso que hace de las facultades que Dios le ha dado para su adelanto. Como quiera que sea, la antigíiedad y universalidad de la doctrína de la metempsicosis, y los hombres eminentes que la han profesado, prueban que el principio de la reencarnación tiene sus raíces en la misma naturaleza, y son por lo tanto argumentos en su favor y no en contra.
El punto de partida del espíritu es una de esas cuestiones que se refieren al principio de las cosas, y pertenece a los secretos de Dios.
No es dado al hombre conocerlo de una manera absoluta, y en este punto, ha de limitarse a suposiciones y a sistemas más o menos probables. Los mismos espíritus están muy lejos de conocerlo todo, y sobre lo que no saben pueden también tener opiniones personales más o menos sensatas.
Así, por ejemplo, no todos piensan lo mismo respecto de las relaciones que existen entre el hombre y los animales. Según algunos, el espíritu no llega al período humano sino después de haberse elaborado e individualizado en los diferentes grados de los seres inferiores de la creación. Según otros, el espíritu del hombre ha pertenecido siempre a la raza humana, sin haber pasado por la serie animal. El primero de estos sistemas tiene la ventaja de dar un objeto al porvenir de los animales, que formarían de este modo los primeros eslabones de la cadena de los seres pensantes; el segundo está más conforme con la dignidad humana, y puede resumirse de la manera siguiente:
Las diferentes especies de animales no proceden intelectualmente las unas de las otras por via de progresión, y así el Espíritu de la ostra no pasa a ser sucesivamente el del pez, del ave, del cuadrúpedo y del cuadrumano. Cada especie es un tipo absoluto física y moralmente, cada uno de cuyos individuos toma en la fuente universal la suma de principio inteligente que le es necesario, según la perfécción de sus órganos, y el trabajo que ha de realizar en los fenómenos de la naturaleza, suma de principio vital que a la muerte, vuelve a la masa. Las de los mundos más adelantados que el nuestro (véase el 188) son igualmente razas distintas, apropiadas a las necesidades de aquellos mundos y al grado de adelanto de los hombres cuyos auxiliares son; pero que, espíritualmente hablando, no proceden en modo alguno de los de la tierra. No sucede lo mismo en el hombre. Bajo el punto de vista fijo, forma evidentemente un eslabón de la cadena de los seres vivientes; pero bajo el punto de vista moral, entre el animal y el hombre, existe solución de continuidad. El hombre posee en propiedad el alma o espíritu, destello divino que le da el sentido moral y un alcance intelectual que falta a los animales; es para él un ser principal preexistente, que sobrevive al cuerpo y que conserva su individualidad. ¿Cuál es el origen del espíritu? ¿Dónde está su punto de partida? ¿Se forma del principio inteligente individualizado? Este es un misterio que en vano trataríamos de penetrar, y acerca del cual, según tenemos dicho, sólo podemos emitir sistemas.
Lo que es constante y resulta del raciocinio y de la experiencia, es la supervivencia del espíritu, la conservación de su individualidad después de la muerte. su facultad progresiva, su estado feliz o desgraciado proporcional a su adelanto en el camino del bien, y todas las verdades morales, que son consecuencías de este principio.
En cuanto a las relaciones misteriosas que existen entre el hombre y los animales, volvemos a repetir que son un secreto de Dios, como muchas otras cosas cuyo conocimiento actual no importa a nuestro progreso, y sobre las cuales seria inútil insistir.
30. ¿Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales?
Puede suceder; pero los que tomen estas apariencias son siempre Espíritus muy inferiores. En todos los casos esto sólo sería una apariencia momentánea; porque sería absurdo el creer que un animal cualquiera pudiese ser la encarnación real de un Espíritu. Los animales son siempre animales y no otra cosa.
Observación. – Sólo la superstición puede hacer creer que ciertos animales están animados por Espíritus; es preciso una imaginación muy complaciente, o bien afectada, para ver alguna cosa sobrenatural en circunstancias un tanto extravagantes, con las cuales se presentan algunas veces; pero el miedo hace ver con frecuencia lo que no existe. El miedo no siempre es el origen de esta idea; hemos conocido una señora muy inteligente por cierto, que se aficionó más de lo regular a un gatazo negro, porque le creía de una naturaleza “sobre-animal”; pero no había oído jamás hablar del Espiritismo; si lo hubiera conocido, le habría hecho comprender lo ridículo de la causa de su predilección, probándole la imposibilidad de semejante metamorfosis.
Libro de los Médiums
CAPÍTULO XXII
CAPÍTULO XXII
DE LA MEDIUMNIDAD DE LOS ANIMALES
234. ¿Los animales pueden ser médiums?
- Muchas veces se ha hecho esta pregunta y ciertos hechos parece que responden afirmativamente. Lo que sobre todo ha podido acreditar esta opinión son los signos notables de inteligencia de algunos pájaros adiestrados, que parece que adivinan el pensamiento y sacan de un paquete de cartas las que pueden contener la respuesta exacta a una pregunta hecha. Hemos observado estos experimentos con un cuidado muy particular, y lo que hemos admirado más es el arte que ha sido preciso desplegar para instruir a estos pájaros.
Sin duda no se les puede negar cierta dosis de inteligencia relativa, pero sería preciso convenir que en esta circunstancia su perspicacia sobrepujaría de mucho a la del hombre, porque no hay nadie que pueda vanagloriarse de hacer lo que ellos hacen; aún sería preciso para ciertos experimentos suponerles un don de doble vista superior a los sonámbulos, que ven más claro. En efecto, se sabe que la lucidez es esencialmente variable y que está sujeta a frecuentes intermitencias, mientras que en los pájaros sería permanente y funcionaría a punto fijo con una regularidad y una precisión que no se ve en ningún sonámbulo; en una palabra, nunca les haría falta. La mayor parte de los experimentos que hemos visto son de la misma naturaleza de los que hacen los prestidigitadores y no pueden dejarnos duda sobre el empleo de alguno de sus medios, particularmente el de las cartas forzadas. El arte de los prestidigitadores consiste en disimular estos medios, sin lo cual el hecho no tendría ningún atractivo. El fenómeno, aún reducido a esta proporción, nos es menos interesante queda siempre para admirar el talento del instructor lo mismo que la inteligencia del discípulo, porque la dificultad que queda por vencer es mucho más grande si el pájaro no obra sino en virtud de sus propias facultades; así, pues, haciendo que éste haga cosas que pasen los límites de lo imposible para la inteligencia humana, es probar, por esto sólo, el empleo de un proceder secreto. Por lo demás es un hecho constante que estos pájaros solo llegan a este grado de habilidad al cabo de cierto tiempo y con la ayuda de cuidados particulares y perseverantes, lo que no sería necesario si únicamente su inteligencia tomase parte. No es más extraordinario el adiestrarles en escoger cartas que el acostumbrarles a repetir aires musicales o palabras. Lo mismo ha sucedido cuando la prestidigitación ha querido imitar la doble vista; se hacía demasiado con este objeto para que la ilusión fuese de larga duración. Desde la primera vez que nosotros asistimos a una reunión de esta clase, no vimos en ello sino una imitación muy imperfecta del sonambulismo, revelando la ignorancia de las condiciones más esenciales de esta facultad.
235. Sea lo que quiera de los experimentos citados más arriba, la cuestión principal no por esto queda menos intacta desde otro punto de vista: porque de la misma manera que la imitación del sonambulismo no impide que la facultad exista, la imitación de Mediúmnidad por medio de los pájaros nada probaría contra la posibilidad de una facultad análoga entre ellos o entre otros animales. Se trata, pues, de saber, si los animales son aptos como los hombres, para servir de intermediarios a los Espíritus para sus comunicaciones inteligentes. Parece bastante lógico el suponer que un ser viviente, dotado de cierta dosis de inteligencia, sea más propio a este efecto que un cuerpo inerte sin vitalidad como una mesa, por ejemplo; sin embargo, esto no tiene lugar.
236. La cuestión de la Mediúmnidad de los animales se halla completamente resuelta en la disertación siguiente dada por un Espíritu, cuyo fondo y sagacidad se ha podido apreciar por las citas que hemos tenido la ocasión de hacer. Para conocer bien el valor de su demostración, es esencial referirse a la explicación que ha dado del papel u oficio del médium en las comunicaciones que hemos reproducido anteriormente (Núm. 225).
Esta comunicación ha sido dada a consecuencia de una discusión que tuvo lugar sobre este objeto en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas.
Hoy abordo la cuestión de la Mediúmnidad de los animales, promovida y sostenida por uno de vuestros más fervientes adeptos.
Él pretende, en virtud de este axioma: “Quien puede lo más puede lo menos”, que nosotros podemos mediumnizar a los pájaros y a los otros animales y servirnos de ellos en nuestras comunicaciones con la especie humana. Esto es lo que vosotros llamáis en filosofía, o más bien en lógica, pura y simplemente un sofisma. “Vosotros animáis, dice él, la materia inerte, es decir, una mesa, una silla, un piano; a fortiori debéis animar la materia ya animada de los pájaros”. Pues bien; en el estado normal del Espiritismo no sucede esto, no puede ser.
En primer lugar convengamos bien en nuestros hechos.
¿Qué es un médium? Es el ser, es el individuo, que sirve de trazo de unión a los Espíritus para que éstos puedan comunicar con facilidad con los hombres: Espíritus encarnados. Por consiguiente, sin médium no hay comunicaciones tangibles, mentales, escritas, físicas ni de ninguna clase. Hay un principio que, estoy seguro, es admitido por todos los espiritistas: este es que los semejantes obran sobre sus semejantes y como sus semejantes. Así, pues, ¿cuáles son los semejantes de los Espíritus sino los Espíritus, encarnados o no encarnados? ¿Es menester repetíroslo sin cesar? Pues bien, yo os lo repetiré otra vez: vuestro periespíritu y el nuestro están sacados del mismo ambiente, son de una naturaleza idéntica, son semejantes en una palabra; poseen una propiedad de asimilación más o menos desarrollada, de imitación más o menos vigorosa, que nos permite a Espíritus y encarnados ponernos con mucha prontitud y con mucha facilidad en relación. En fin, lo que pertenece en propiedad a los médiums, lo que es de la misma esencia de su individualidad, es una afinidad especial, y al mismo tiempo una fuerza de expansión particular que aniquila en ellos toda refractibilidad y establecen entre ellos y nosotros una especie de corriente y de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Por otra parte, esta refractibilidad de la materia es la que se opone al desarrollo de la Mediúmnidad en la mayor parte de aquellos que no son médiums.
Los hombres siempre tienen propensión a exagerarlo todo; los unos, no hablo ahora de los materialistas, niegan un alma a los animales y otros quieren darles una, por decirlo así, semejante a la nuestra. ¿Por qué queréis confundir de este modo lo perfectible con lo imperfectible? No, no, estad bien convencidos, el fuego que anima a las bestias, el soplo que les hace obrar, mover, y hablar en su lengua, no tiene en cuanto al presente, ninguna disposición para mezclarse, para unirse, para confundirse con el soplo divino, el alma etérea, el Espíritu en una palabra, que anima el ser esencialmente perfectible: el hombre, este rey de la Creación. Por lo demás, ¿no es esta condición esencial de perfectibilidad lo que constituye la superioridad de la especie humana, sobre las otras especies terrestres? Pues bien, reconoced que no puede asimilarse al hombre, sólo perfectible en sí mismo y en sus obras, ningún individuo de las otras razas vivientes sobre la Tierra.
El perro, que por su inteligencia superior entre los animales, se tornó amigo y comensal del hombre, ¿es perfectible por sí mismo y por su iniciativa personal? Nadie se atrevería a sostenerlo, porque el perro no hace progresar al perro; y aquel de entre ellos que mejor adiestrado está, lo es siempre por su adiestrador. Desde que el mundo es mundo, la nutria construye su choza sobre las aguas; con las mismas proporciones, y siguiendo una regla invariable; los ruiseñores y golondrinas jamás construyen sus nidos de otro modo que lo hicieron sus padres. Un nido de gorriones antes del diluvio, así como un nido de gorriones de la época moderna, siempre es un nido de gorriones edificado con las mismas condiciones y por el mismo sistema de entrelazamiento de hebras de yerbas y desperdicios recogidos en primavera, en la época de los amores. Las abejas y las hormigas, estas pequeñas repúblicas caseras, nunca han variado en sus costumbres de provisiones, en su modo de andar, en sus hábitos y en sus producciones. En fin, la araña teje siempre su tela del mismo modo.
Por otra parte, si buscáis las cabañas de follaje y las tiendas de las primeras edades de la Tierra, encontraréis en su lugar los palacios y las mansiones de la civilización moderna; los vestidos de sucia piel han sido reemplazados por tejidos de oro y seda; en fin, a cada paso encontraréis la prueba de esta marcha incesante de la Humanidad hacia el progreso.
De este progreso constante, invencible, irrecusable de la especie humana y del modo de estacionarse indefinido de las otras especies animadas, convenid conmigo que si existen principios comunes en lo que vive y se mueve sobre la tierra, el aliento y la materia, no es menos verdad que vosotros, sólo Espíritus encarnados, estáis sometidos a esta inevitable ley del progreso que os empuja fatalmente hacia delante y siempre adelante. Dios ha puesto los animales a vuestro lado como auxiliares para alimentaros, para vestiros, para secundaros. Les ha dado cierta dosis de inteligencia porque para ayudaros le es necesaria la comprensión, y ha proporcionado su inteligencia a los servicios que están llamados a prestaros; pero en su sabiduría no ha querido que estuviesen sometidos a la misma ley del progreso; tales como fueron creados, tales han quedado y quedarán hasta la extinción de sus razas.
Se ha dicho: los Espíritus Mediúmnizan y hacen mover la materia inerte, las sillas, las mesas, los pianos; hacen mover, sí, pero, ¿Mediúmnizan? ¡No! Porque, lo repito, sin médium ninguno de estos fenómenos puede producirse. ¿Qué tiene de extraordinario el que con el auxilio de uno o de muchos médiums, hagamos mover la materia inerte, pasiva, que justamente en razón de ser pasiva e inerte es, por lo mismo, propia para sufrir los movimientos y las impulsiones que deseamos imprimirle? Para esto tenemos necesidad de los médiums, es positivo, pero no es necesario que el médium esté presente o tenga conciencia de ello, porque nosotros podemos obrar con los elementos que nos proporciona, sin él saberlo y fuera de su presencia sobre todo en los hechos tangibles y de los aportes. Nuestra capa fluídica, más imponderable y más sutil que el más sutil y más imponderable de vuestros gases, uniéndose, casándose, combinándose con la capa fluídica más animalizada del médium y cuya propiedad de expansión y de penetración es impalpable para vuestros sentidos groseros y casi inexplicable para vosotros, nos permite mover los muebles y aun romperlos, en piezas o cuartos que no están habitados.
Ciertamente los Espíritus pueden hacerse visibles y tangibles para los animales, y a menudo el espanto repentino de que se ven poseídos y que os parece sin motivo, está causado por la vista de uno o de muchos de estos Espíritus mal intencionados para los individuos presentes o para aquellos a quienes pertenecen estos animales. Muy a menudo veis caballos que no quieren avanzar ni retroceder, o que se encabritan ante un obstáculo imaginario; pues bien: tened por cierto que el obstáculo imaginario es muchas veces un Espíritu o un grupo de Espíritus que se complacen impidiéndoles adelantar. Acordaos de la mula de Balaam, que viendo un ángel delante de ella blandiendo su brillante espada, se obstinaba en no moverse del puesto; es que antes de manifestarse visiblemente a Balaam, el ángel quiso hacerse visible al animal; pero, lo repito, nosotros no mediúmnizamos directamente ni a los animales ni a la materia inerte; siempre nos hace falta de concurso consciente o inconsciente de un médium humano,
El Sr. T. . . dijo haber magnetizado a su perro; 11 superior a la esencia especial de su naturaleza, lo ha aplastado y ha obrado sobre él, aunque más lentamente, de la misma manera que el rayo. Pues como que no hay homogeneidad posible entre nuestro periespíritu y la capa fluídica de los animales propiamente dichos les aplastaríamos instantáneamente mediumnizándolos. Establecido esto, reconozco perfectamente que en los animales existen aptitudes diversas; que ciertos sentimientos, ciertas pasiones idénticas a las pasiones y a los sentimientos humanos se desarrollan en ellos; que son sensibles y reconocidos, vengativos e iracundos, según se les trata. Es que Dios, que no hace nada incompleto, ha dado a los animales compañeros o servidores del hombre, cualidades de sociabilidad que faltan completamente a los animales salvajes que habitan los desiertos.
Pero de esto a poder servir de intermediarios para la transmisión del pensamiento de los Espíritus, hay un abismo: la diferencia de las naturalezas. Vosotros sabéis que sacamos del cerebro de los médiums los elementos necesarios para dar a nuestra idea una forma sensible y comprensible para vosotros; con auxilio de los materiales que posee, el médium traduce nuestro pensamiento a la lengua vulgar; pues bien: ¿qué elementos encontraríamos en el cerebro de un animal? ¿Hay en él palabras, nombres, letras, cualquiera de las señales parecidas a las que existen en el hombre, aun en el menos inteligente? Sin embargo, vosotros diréis que los animales comprenden el pensamiento del hombre, aun lo adivinan; sí, los animales adiestrados comprenden ciertos pensamientos. Pero ¿nunca habéis visto que los reproduzcan? No; concluid, pues, de esto, la consecuencia de que los animales no pueden servirnos de intérpretes.
Para resumir: los hechos mediúmnicos no pueden manifestarse sin el concurso sabido o ignorado de los médiums; y sólo entre los encarnados, Espíritus como nosotros, podemos encontrar los que pueden servirnos de médiums. En cuanto a adiestrar a los perros, a los pájaros y a otros animales para que hagan tales o cuales ejercicios, es tarea vuestra y no nuestra.
ERASTO.
Nota – Se encontrarán en la Revista Espírita de septiembre de 1861, los detalles de un proceder empleado por adiestradores de pájaros sabios, para hacerles sacar de un paquete las cartas perdidas.
283. Evocaciones de los animales
36. ¿Puede evocarse el Espíritu de un animal? Después de la muerte del animal, el principio inteligente que estaba en él, está en un estado latente; al momento es utilizado por ciertos Espíritus encargados de este cuidado para animar nuevos seres, en los cuales continúa la obra de su elaboración.
De este modo en el mundo de los Espíritus no hay Espíritus de animales errantes, sino únicamente Espíritus humanos. Esto contesta a vuestra pregunta.
– ¿En qué consiste, pues, que ciertas personas, habiendo evocado a los animales han obtenido contestación?
Evocad a una peña y os responderá. Hay siempre una turba de Espíritus dispuestos a tomar la palabra para todo.
Observación. – Por la misma razón si se evoca un mito, o un personaje alegórico, responderá, es decir, responderán por él, y el Espíritu que se presentará tomará el carácter y las maneras. Uno tuvo un día la idea de evocar a Tartufo y Tartufo vino en seguida; hizo más, habló de Orgón, de Elmira, de Damis y de Valeria, de quienes dio noticias; en cuanto a él, imitó al hipócrita con tanto arte como si Tartufo hubiese sido un personaje real. Más tarde dijo ser el Espíritu de un actor que había hecho este papel. Los Espíritus ligeros se aprovechan siempre de la inexperiencia de los que preguntan; pero se guardan de dirigirse a aquellos que saben que son ilustrados para descubrir sus imposturas y que no creerían sus cuentos. Lo mismo sucede entre los hombres. Un caballero tenía en su jardín un nido de jilgueros por los que se interesaba mucho; un día desapareció el nido; persuadido de que nadie de su casa era culpable de este delito, como él era médium, tuvo la idea de evocar a la madre de los pequeñuelos; vino, y le dijo en muy buen francés:
“No culpes a nadie, y sosiégate sobre la suerte de mis pequeños; ha sido el gato que saltando ha hecho caer el nido; lo encontrarás en la yerba, lo mismo que los pequeños que no han sido comidos”. Averiguado, se encontró exacto, ¿Es menester por esto sacar en consecuencia que fue el pájaro el que contestó? Seguramente que no; sino un Espíritu que conocía la historia.
Ésto prueba cuanto debe uno desconfiar de las apariencias y cuán justa es la respuesta anterior: “Evocad una roca y os responderá”. – (Véase el capítulo de la Mediúmnidad en los animales, núm. 234).
Reflexión Final:
Creo que aunque es mucha la información que presento en este articulo, nos ayuda a entender un poco mejor el mundo animal de acuerdo a la Perspectiva Espírita. Las preguntas que me propuse contestar fueron evaluadas y discutidas. Aunque el video complementario es de larga duración, pueden verlo con calma, pero el tema de los animales es muy importante en muchas personas que aman sus animales.
Hay que ser realista y entender el plan de Dios que es lo que domina todo este tema. Pero tratemos de entender cada día más el mundo espiritual y sus reglas, leamos Los Libros Codificados, y mantengámonos conectados con los buenos espíritus. Pues de eso se trata y mi esfuerzo en esta educación pretende ayudarte a continuar adelante, y darte fuerzas para que puedas liderar con tanto prejuicio en contra de nuestra Filosofía de Bien.
Verá que venceremos y lograremos adelantar nuestro espíritu, como debe ser y que es el propósito de esta existencia. Si tienes alguna duda con relación a este tema, no vaciles en dejarme saber, me puedes escribir a mi email: soyespirita1@gmail.com
________________________________________
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
El Libro de Los Espíritus, Allan Kardec
Génesis – Allan Kardec
El Libro de Los Médiums – Allan Kardec
Frank Montañez
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original, si no das el crédito al que originalmente lo creo, eso es propiedad
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Partes de esta
reflexión ha sido tomada de un artículo publicado por Frank Montañez de “Soy
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la Educación Espírita.
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