Este artículo sobre el tema del "Periespíritu", se citan todas las
referencias en cada uno de los Libros Codificados
y los escritos por Allan Kardec. Debe servir de referencia a los Estudiosos del
Espiritismo, a fin de tener a la mano el tema del Periespíritu en cada uno de
los Libros Codificados. Comenzamos con el Libro de
Los Espíritus…
EL
LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
Introducción
VI
»El lazo o periespíritu que une
el cuerpo y el espíritu es una especie de envoltura semi-material. La muerte es
la destrucción de la envoltura más grosera; pero el espíritu conserva la
segunda, que le constituye un cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal
y que puede hacer visible accidentalmente, y hasta tangible. como sucede en el fenómeno
de las apariciones.
________________________________________________
Cada
espíritu es una unidad indivisible: pero cada uno de ellos puede extender a
diversos puntos el pensamiento, sin dividirse, y sólo en este sentido, debe
entenderse que se atribuye a los espíritus el don de ubicuidad. Tal sucede con
un centro de luz que, proyectando a lo lejos su claridad, puede ser percibida
de todos los puntos del horizonte, y tal asimismo con un hombre que, sin
cambiar de puesto ni dividirse, puede transmitir órdenes, seriales e indicar
los movimientos a lugares diferentes.
PERIESPÍRITU
93.
¿El espíritu propiamente dicho no tiene
envoltura alguna, o como se pretende, está rodeado de una sustancia?
«El espíritu está envuelto en una sustancia, aunque vaporosa para tí, muy grosera aún para nosotros; pero suficientemente ligera empero, para poderse sostener en la atmósfera y trasladarse donde quiere».
Así como el
germen del fruto está rodeado del periespermo, así también el espíritu
propiamente dicho está rodeado de una envoltura, que por comparación puede
llamarse periespíritu.
94. ¿De dónde toma el espíritu la envoltura
semi-material?
«En el fluido universal de cada globo, y por esta razón no es igual en todos los mundos. Al pasar de uno a otro mundo, el espíritu cambia de envoltura, como vosotros de vestido».
-¿De
modo que cuando los espíritus que habitan en los mundos superiores vienen al nuestro,
toman un periespíritu más grosero?
«Ya lo hemos dicho, es preciso que se vistan a vuestro modo».
95.
¿La envoltura semi-material del espíritu afecta formas diferentes, y puede ser perceptible?
«Sí, la forma que plazca al espíritu, y así es como se os aparece de vez en cuando, ora en sueños, ora estando despiertos, y como puede tomar una forma visible y hasta palpable». _______________________________
DEL ALMA
134.
¿Qué es el alma?
«Un espíritu encarnado».
-¿Qué
era el alma antes de unirse al cuerpo?
«Espíritu».
-¿Las
almas y los espíritus son, pues, una misma cosa?
«Sí, puesto que las almas no son más que espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y que toman temporalmente una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse».
135.
Además del alma y del cuerpo, ¿hay alguna otra cosa en el hombre?
«El lazo que une el alma al cuerpo».
-¿Cuál
es la naturaleza de ese lazo?
«Semi-material, y sirve de intermedio entre el espíritu y el cuerpo, y así debe ser, para que puedan comunicarse el uno con el otro. Por medio de este lazo el espíritu obra sobre la materia y viceversa».
Así, pues, el hombre está formado de tres partes
esenciales:
1º El cuerpo o ser material, análogo a los animales y animado por el mismo principio vital;2º El alma, espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo, y3º El principio intermediario o periespíritu, sustancia semi-material que sirve de envoltura primera al espíritu y une el alma al cuerpo. Tales son en el fruto, el germen, el periespermo y la cáscara.
136.
¿El alma es independiente del principio vital?
«Incesantemente lo repetimos, el cuerpo no es más que la envoltura».
-¿Puede
existir el cuerpo sin el alma?
«Sí, y sin embargo, desde que cesa de vivir el cuerpo, el alma lo abandona. Antes del nacimiento, no existe unión definitiva entre el alma y el cuerpo, al paso que, después de establecida la unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma, y ésta lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma; pero ésta no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica».
-Qué
sería de nuestro cuerpo si careciese de alma?
«Un montón de carne sin inteligencia, todo lo que queráis, menos un hombre».
137.
¿Un mismo espíritu puede a la vez encarnarse en dos cuerpos diferentes?
«No; porque el espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos seres diferentes». (Véase en El libro de los médiums, el capitulo «Bicorporeidad y transfiguración».
138.
¿Qué debemos pensar de los que opinan que el alma es el principio de la
vida material?
«Cuestión de palabras en la que no nos fijamos. Empezad por entenderos».
139.
Ciertos espíritus, y. antes que ellos, ciertos filósofos han definido el alma Una chispa anímica emanada del gran Todo. ¿Cómo se explica esta contradicción?
«No existe tal contradicción, y depende aquello de la acepción en que se toman las palabras. ¿Por qué no tenéis una palabra especial para cada cosa?»
La palabra alma se emplea para expresar cosas
muy diferentes. Llaman así unos al principio de la vida, y es exacto decir en
esta acepción y figuradamente, que el alma es una chispa anímica emanada del gran
Todo. Estas últimas palabras expresan el origen universal del principio vital del
que absorbe una parte cada ser, parte que vuelve a la masa, después de la
muerte.
Esta idea no excluye en manera alguna la de un ser
moral distinto, independiente de la materia y que conserva su individualidad. Este es
el ser que se llama igualmente alma; y en esta acepción puede decirse, que el alma es un
espíritu encarnado. Al dar
diferentes definiciones del alma, los espíritus han hablado con arreglo a la
aplicación que hacían de la palabra y a las ideas terrestres de que estaban aún
más o menos dominados. Depende esto de la insuficiencia del lenguaje humano,
que no tiene una palabra para cada idea, y de aquí el origen de una multitud de
equivocaciones y discusiones. Véase por qué los espíritus superiores nos dicen
que ante todo nos entendamos acerca de las palabras.¹
_______________________
¹ Véase, en la «Introducción» la explicación de la
palabra alma, párrafo II.
140.
¿Qué hemos de pensar de la teoría del alma subdividida en tantas partes cuantos músculos
hay, presidiendo de este modo a cada una de las funciones del cuerpo?
«También depende del sentido que se dé a la palabra alma. Si se entiende por ella el fluido vital, la teoría es exacta; pero, si se entiende el espíritu encarnado, es falsa. Lo hemos dicho ya, el espíritu es indivisible, y transmite el movimiento a los órganos por el fluido intermedio, sin dividirse a pesar de ello».
-Sin
embargo, algunos espíritus han dado esa definición.
«Los espíritus ignorantes pueden tomar el efecto por la causa».
El
alma obra por medio de los órganos, que están animados del fluido vital repartido
entre ellos y con más abundancia en los que forman los centros o focos del
movimiento. Pero esta explicación no puede
convenir al alma, considerada como espíritu que habita en el cuerpo
durante la vida, y que lo abandona al morir.
141.
¿Qué hay de verdad en la opinión de los que creen que el alma es exterior y
rodea al cuerpo?
«El alma no está encerrada en el cuerpo, como un pájaro en la jaula, sino que irradia y se manifiesta al exterior, como la luz a través de un globo de cristal, o como el sonido alrededor de un centro sonoro, y así es como puede decirse que es exterior; pero no es empero, la envoltura del cuerpo. El alma tiene dos envolturas: la sutil y ligera que es la primera, a la cual llamas periespíritu, y la otra, que es el cuerpo, grosera, material y pesada. Ya lo hemos dicho, el alma es el Centro de todas esas envolturas, como el germen en el hueso de las frutas».
142.
¿Qué concepto hemos de formar de la otra teoría, según la cual el alma de los
niños se completa en cada periodo de la vida?
«El espíritu es uno, y se encuentra en su totalidad, lo mismo en el niño que en el adulto. Los que se desarrollan y completan son los órganos o instrumentos de manifestación del alma. También aquí se toma el efecto por la causa».
143.
¿Por qué todos los espíritus no definen el alma de un mismo modo?
«Todos los espíritus no están igualmente instruidos sobre estas materias, y los hay limitados aún que no comprenden las cosas abstractas, como sucede entre vosotros con los niños. También hay espíritus de falsa instrucción (falsos sabios) que, para imponerse, hacen alarde de palabrería, lo mismo que entre vosotros ciertos hombres. Además, los mismos espíritus adelantados pueden expresarse en términos diferentes, que en el fondo tienen el mismo valor, sobre todo, tratándose de cosas para cuya clara expresión no basta vuestro lenguaje, pues entonces es preciso recurrir a las figuras y comparaciones que vosotros tomáis por la misma realidad».
144.
¿Qué debe entenderse por el alma del mundo?
«Es el principio universal de la vida y de la inteligencia, de donde nacen las individualidades. Pero con frecuencia los que emplean estas palabras no se entienden. Es tan elástica la palabra alma, que cada uno la interpreta con arreglo a sus teorías. A veces se atribuye también un alma a la tierra, y entonces debe entenderse por ella el conjunto de espíritus solícitos que dirigen vuestras acciones hacia el buen camino, cuando les escucháis, y que vienen a ser como los lugartenientes de Dios en vuestro globo».
145.
¿Cómo tantos filósofos antiguos y modernos han discutido tanto tiempo sobre la ciencia
psicológica, sin llegar a la verdad?
«Esos hombres, que eran los precursores de la doctrina espiritista eterna, han preparado el camino. Eran hombres y pudieron engañarse, porque tomaron sus propias ideas de la verdad; pero sus mismos errores, demostrando el pro y el contra, sirven para poner en claro aquélla. Por otra parte, entre sus errores, se encuentran grandes verdades que os hace comprender el estudio comparativo».
146.
¿El alma tiene en el cuerpo un lugar determinado y circunscrito?
«No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho, y en el corazón, en los que sienten mucho y cuyas acciones todas se relacionan con la humanidad».
-¿Qué
debe pensarse de la opinión de los que colocan el alma en un centro vital?
«Es lo mismo que decir que el espíritu habita con preferencia en esta parte de vuestra organización; porque a ella van a parar todas las sensaciones. Los que la sitúan en lo que consideran como centro de la vitalidad, la confunden con el principio o fluido vital. Como quiera que sea, puede decirse que el alma reside más particularmente en los órganos de las manifestaciones intelectuales y morales».
_________________________________
MATERIALISMO
147. ¿Por qué los anatómicos, los fisiólogos y en general los que profundizan las ciencias naturales se inclinan frecuentemente al materialismo?
«El fisiólogo lo refiere todo a lo que ve. Orgullo de los hombres que creen saberlo todo. y que no admiten que algo sea superior a su entendimiento. Su misma ciencia los hace presuntuosos y creen que nada puede ocultarles la naturaleza.»
148.
¿No es lamentable que el materialismo sea consecuencia de estudios que
debieran, por
el contrario, demostrar al. hombre la superioridad de la inteligencia que
gobierna al mundo?
¿Debe deducirse de esto que son peligrosos?
«No es verdad que el materialismo sea consecuencia de esos estudios, sino que el hombre deduce de ellos consecuencias falsas; porque puede abusar de todo, hasta de las cosas mejores. La nada, por otra parte, los horroriza más de lo que quieren aparentar, y los despreocupados son a veces más fanfarrones que valientes. La mayor parte son materialistas solamente; porque no saben cómo llenar aquel vacío, y si ante el abismo que a sus ojos se abre les ofrecéis un áncora de salvación, se asirán solícitos a ella».
149.
¿Qué se hace el alma en el momento de la muerte?
«Vuelve a ser espíritu, es decir, entra de nuevo en el mundo de los espíritus que habla abandonado momentáneamente».
150.
¿El alma conserva su individualidad después de la muerte?
«Si, y no la pierde nunca. ¿Qué sería si no la conservase? »
-¿Cómo
manifiesta el alma su individualidad, careciendo del cuerpo material?
«Tiene un fluido que le es propio, que toma en la atmósfera de su planeta y que representa la apariencia de su última encarnación: su periespíritu».
-¿Nada
se lleva el alma consigo de este mundo?
«Nada más que el recuerdo y el deseo de ir a otro mundo mejor. Aquel recuerdo es grato o desagradable, según el uso que se ha hecho de la vida, y mientras más pura es el alma, mejor comprende la futilidad de lo que deja en la tierra».
151.
¿Qué hemos de pensar de la opinión según la cual el alma vuelve, después de la muerte,
al todo universal?
«¿No forma un todo la reunión de los espíritus? ¿No son todo un mundo? Cuando estás en una reunión, formas parte integrante de ella, y sin embargo, conservas tu individualidad».
152.
¿Qué prueba podemos tener de la individualidad del alma después de la muerte?
«¿No la tenéis en las comunicaciones que obtenéis? Si no sois ciegos, veréis; y oiréis, si no sois sordos; porque a menudo habla una voz que os revela la existencia de un ser que vive fuera de vosotros».
Los que opinan que al morir, el alma entra en el todo universal están equivocados, si entienden decir que, semejante a la gota de agua que cae en el océano, pierde su individualidad, pero están en lo cierto, si por el todo universal entienden la reunión de seres incorporales de la cual forma un elemento cada alma o espíritu; Si las almas estuviesen confundidas con el conjunto, no tendrían otras cualidades que las de éste, y nada las distinguiría entre sí. No tendrían una inteligencia, ni cualidades propias, cuando en todas las comunicaciones revelan la conciencia del yo y una voluntad distinta, siendo infinita la diversidad, que bajo todos aspectos ofrecen. consecuencia también de las individualidades. Si después de la muerte, sólo existiese lo que se llama el gran Todo que absorbe todas las individualidades, este Todo sería uniforme, y por lo tanto, todas las comunicaciones que se recibiesen del mundo invisible serían idénticas. Pero puesto que en él se encuentran seres buenos y malos. sabios e ignorantes. dichosos y desgraciados; puesto que los hay de todos los caracteres, alegres y tristes, ligeros y profundos. etc., es evidente que son seres distintos. La individualidad se hace más palmaria aún, cuando prueban su identidad por medio de signos incontestables, de pormenores personales relativos a su vida terrestre y que pueden comprobarse, y no puede ponerse en duda, cuando se presentan a la vista en las apariciones. La individualidad del alma nos era enseñada teóricamente como un artículo de fe; pero el espiritismo la patentiza, y hasta cierto punto la materializa.
153.
¿En qué sentido debe entenderse la vida eterna?
«La eterna es la vida del espíritu, la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna».
-¿No
sería más exacto llamar vida eterna a la
de los espíritus puros, a la de los que, habiendo
llegado a la cumbre de la perfección, no han de sufrir más pruebas?
«Es más bien es la dicha eterna, pero ésta es cuestión de palabras. Llamad a las cosas del mundo como queráis, con tal de que os entendáis».
SEPARACIÓN
DEL CUERPO Y DEL ALMA
154.
¿Es dolorosa la separación del alma y del cuerpo?
"No, y a menudo sufre más el cuerpo durante la vida que en el momento de la muerte, pues el alma no toma parte alguna. Los sufrimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte, son un placer para el espíritu. que ve llegar el término de su destierro».
En la muerte natural, que proviene de la extinción de los órganos a consecuencia de la edad, el hombre abandona la vida sin notarlo. Es como una lámpara que se apaga por falta de aceite.
155.
¿Cómo se opera la separación del alma y del cuerpo?
«Rotos los lazos que la detenían, se separa del cuerpo».
-¿La
separación se opera bruscamente y en virtud de una transición brusca? ¿Existe
una línea de demarcación claramente trazada entre la vida y la muerte?
«No; el alma se separa gradualmente, y no vuela como un pájaro prisionero al que de súbito se deja en libertad. Los dos estados se tocan y confunden, de modo, que el espíritu se desprende poco a poco de los lazos, que se sueltan y no se rompen».
Durante la vida, el espíritu está ligado al cuerpo por la envoltura semi- material o espíritu, y la muerte no es más que la destrucción del cuerpo; pero no la de la segunda envoltura que se separa de aquél, cuando cesa en él la vida orgánica. La observación prueba que en el instante de la muerte, el desprendimiento del periespíritu no es súbitamente completo; sino que se opera gradualmente y con lentitud muy variable según los individuos. En unos es bastante rápida, y puede decirse que con pocas horas de diferencia, el momento de la muerte es también el de la emancipación; pero en otros, sobre todo en aquellos cuya vida ha sido completamente material y sensual, el desprendimiento es mucho menos rápido, y dura a veces días, semanas y hasta meses, lo que no implica en el cuerpo la menor vitalidad, ni la posibilidad del regreso a la vida, sino entre el cuerpo y el espíritu, la cual está siempre en proporción de la preponderancia que, durante la vida, ha dado el espíritu a la materia. Es, en efecto, racional el concebir que cuanto más se ha identificado el espíritu con la materia, tanto más trabajo ha de tener en separarse, al paso que la actividad intelectual y moral, y la elevación de pensamientos, operan un principio de separación hasta en la duración de la vida del cuerpo, de modo, que al llegar la muerte, es casi instantánea. Tal es el resultado de los estudios hechos en todos los individuos observados en el momento de morir. Estas observaciones prueban también que la afinidad, que en ciertos individuos persiste entre el alma y el cuerpo, es muy penosa a veces, porque el espíritu puede experimentar el horror consiguiente a la descomposición. Este caso es excepcional y peculiar de ciertas clases de vidas y de muertes, y se observa en algunos suicidas.
156.
La separación definitiva del alma y del cuerpo. ¿puede verificarse antes de que
cese completamente la vida orgánica?
«A veces en la agonía el alma ha abandonado ya el cuerpo, no existiendo más que la vida orgánica. El hombre no tiene ya conciencia de sí mismo, y sin embargo, le queda aún un soplo de vida. El cuerpo es una máquina que hace funcionar el corazón. y que existe mientras éste hace que circule la sangre en las venas, no teniendo necesidad para ello del alma».
157.
En el momento de la muerte, ¿siente a veces el alma una aspiración o
éxtasis que le permite entrever el mundo en que va a entrar?
«A menudo el alma siente cómo se rompen los lazos que la unen al cuerpo, y entonces pone todos sus esfuerzos en romperlos completamente. Separada en parte de la materia, ve el porvenir descorrerse ante ella, y goza anticipadamente del estado de espíritu».
158.
El ejemplo del gusano que al principio se arrastra por el suelo y después se
encierra en la crisálida, aparentemente muerto, para renacer a más brillante
existencia, ¿puede darnos una idea de la vida terrestre, de la que sigue a la
muerte y de nuestra nueva existencia?
«Una pequeña idea. La figura es buena; pero no debe, sin embargo, tomarse literalmente, como soléis hacerlo con frecuencia».
159.
¿Qué sensación experimenta el alma en el momento que conoce que está en el
mundo de los espíritus?
«Según y cómo: si has hecho mal por deseo de hacerlo, te avergúenzas en aquel momento de haberlo hecho. Para el justo es muy diferente la cosa, pues se encuentra como aliviado de un gran peso; porque no teme ninguna mirada escudriñadora».
160.
¿El espíritu encuentra inmediatamente a los que ha conocido en la tierra, y qué
han muerto antes que él?
«Sí, según el afecto que les profesaba y el que ellos sentían respecto de él, y a menudo salen a recibirle a su entrada en el mundo de los espíritus, y le ayudan a separarse de las mantillas de la materia. Ve también a muchos a quienes había perdido de vista durante su permanencia en la tierra, a los que están en la erraticidad y a los encarnados, a quienes visita».
161.
¿En la muerte violenta y accidental, no estando aún debilitados los órganos por
la edad
o las enfermedades. la separación del alma y la cesación de la vida se
verifican simultáneamente?
«Así sucede generalmente; pero en todos los casos es muy corto el instante que los separa».
162.
¿Después de la decapitación por ejemplo, conserva el hombre por algunos instantes conciencia
de sí mismo?
«A menudo la conserva durante algunos minutos, hasta que se extingue completamente la vida orgánica. Pero a menudo también el temor a la muerte se la hace perder, antes del instante del suplicio».
Trátese aquí únicamente de la conciencia que el ajusticiado puede tener de sí mismo como hombre y por mediación de los órganos, no como espíritu. Si no ha perdido esa contienda antes del suplicio, puede conservarla durante algunos instantes de muy corta duración. y cesa necesariamente con la vida orgánica del cerebro. lo que no implica que el periespíritu esté completamente separado del cuerpo. Por el contrarío, en todos los casos de muerte violenta, cuando no es resultado de la extinción gradual de las fuerzas vitales, los lazos que unen el cuerpo al periespíritu son más tenaces, y la separación completa es más lenta.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
163.
¿El alma, al abandonar el cuerpo, tiene inmediatamente conciencia de sí misma?
«Conciencia inmediata no es la palabra, pues por algún tiempo está turbada».
164.
¿Todos los espíritus experimentan con la misma intensidad y duración la
turbación, que sigue a la separación del alma y el cuerpo?
«No, puesto que depende de su elevación. El que está ya purificado se reconoce inmediatamente; porque se ha separado de la materia, durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva por mucho más tiempo la impresión de la materia».
165.
¿El conocimiento del espiritismo tiene alguna influencia en la duración más o menos
larga de la turbación?
«Muy grande; porque el espíritu comprende de antemano su situación; pero la práctica del bien y la pureza de la conciencia son las que más influyen».
En el momento de la muerte, todo es al principio confuso, y el alma necesita algún tiempo para reconocerse, pues está como aturdida y en el mismo estado del hombre que, despertándose de un sueño profundo, procuro explicarse su situación, La lucidez de las ideas y la memoria del pasado le vuelven a medida que se extingue la influencia de la materia, de que acabo de separarse. y se disipa la especie de bruma que anubla sus pensamientos.
La duración de la turbación subsiguiente a la muerte es muy variable, puede ser de algunas horas, de muchos meses y hasta de muchos años. Es menos larga en las personas que, desde esta vida, se han identificado con su estado futuro; porque entonces comprenden inmediatamente su posición.
La turbación presenta circunstancias especiales, según el carácter de los individuos, y sobre todo según la clase de muerte. En las violentas, ocasionadas por suicidio, suplicio, accidente, apoplejía, heridas, etc., el espíritu está sorprendido, admirado y no cree estar muerto; lo sostiene con terquedad; ve, sin embargo. su cuerpo, sabe que es el suyo, y no comprende que esté separado de él; se acerca a las personas a quienes aprecia, y no comprende por qué no le oyen. Semejante ilusión duro hasta la completa separación del periespíritu, y hasta entonces no se reconoce el espíritu, ni comprende que ha dejado de pertenecer a los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el espíritu queda aturdido con el cambio brusco que en él se ha verificado; para él la muerte continúa siendo sinónimo de destrucción, de anonadamiento, y como piensa, ve y oye, no se considera muerto. Lo que aumenta su ilusión es el verse con un cuerpo semejante al anterior, en cuanto a la forma, cuya naturaleza etérea no ha tenido tiempo de estudiar aun; lo cree sólido y compacto como el primero que tenia, y cuando sobre este punto se llama su atención, se sorprende de no poderse palpar. Este fenómeno es semejante al de los sonámbulos novicios que creen que no duermen. Para ellos el sueño es sinónimo de suspensión de facultades, y como piensan libremente y ven, se figuran estar despiertos.
Ciertos espíritus ofrecen esta particularidad, aunque la muerte no haya sobrevenido repentinamente; pero siempre es más general en los que, aunque estaban enfermos, no creían morirse. Véase entonces el raro espectáculo de un espíritu que asiste a su entierro como al de un extraño, y que habla de él como si no le incumbiera; hasta que comprende la realidad.
La turbación subsiguiente a la muerte no es nada penosa para el hombre honrado; sino tranquila y semejante en todo al que se despierta apaciblemente. Para el que no es puro de conciencia, la turbación abunda en congojas y angustias, que aumentan a medida que se reconoce.
En los casos de muerte colectiva, se ha observado que todos los que mueren a un mismo tiempo no se vuelven a ver inmediatamente. En la turbación subsiguiente a la muerte, cada uno toma por su lado, o no se ocupa más que de lo que le interesa.
________________________________
Así, pues, las razas que en la actualidad pueblan la tierra desaparecerán un día. siendo reemplazadas por seres más y más perfectos, y esas razas transformadas sucederán a la actual, como ésta ha sucedido a otras más groseras aún.
186.
¿Existen mundos en los cuales el espíritu, dejando de habitar en un cuerpo
material, no tiene otra envoltura que el periespíritu?
«Sí, y esta misma envoltura se hace tan etérea, que para vosotros es como si no existiese, y tal es el estado de los espíritus puros».
-¿Parece
resultar de esto que no hay una demarcación clara entre el estado de las
últimas encarnaciones y el del espíritu puro?
«Esa demarcación no existe, y desapareciendo gradualmente la diferencia, se hace insensible, como desaparece la noche a los primeros fulgores del día».
187.
La sustancia del periespíritu,
¿es la misma en todos los globos?
«No, es más o menos etérea. Al pasar de un mundo a otro, el espíritu reviste la materia propia a cada uno de ellos, operación que dura tan poco tiempo como un relámpago».
188.
¿Los espíritus puros habitan en mundos especiales, o están en el espacio
universal sin predilección de un globo sobre los otros?
«Los espíritus puros habitan en ciertos mundos, pero no están confinados en ellos como los hombres en la tierra, y más fácilmente que los otros pueden estar en todas partes».¹
________
¹ Según los espíritus, entre todos los globos que
componen nuestro sistema planetario, la Tierra es uno de aquellos cuyos
habitantes están menos adelantados física y moralmente, Marte es inferior, y
Júpiter mucho más superior en todos conceptos. El Sol no es un mundo
habitado por seres corporales, sino un punto de reunión de los espíritus
superiores, que desde ahí irradian por medio del pensamiento a los otros mundos
que dirigen por mediación de espíritus menos elevados, con los cuales comunican
merced al fluido universal. Como constitución física, el Sol es un foco de
electricidad. Parece que todos los soles se encuentran en posición idéntica.
El, volumen
y distancia que separa a los planetas del Sol no tienen ninguna relación
necesaria con el grado de adelanto de los mundos, puesto que parece que Venus
está más adelantado que la Tierra, y Saturno menos que Júpiter.
Muchos
espíritus que han animado a personas conocidas en la Tierra, han dicho que
estaban reencarnadas en Júpiter, uno de los mundos más próximos a la
perfección, y ha podido causar admiración ver en este mundo tan adelantado a
hombres que la opinión en la Tierra no conceptuaba dignos de tanto.
Nada debe
sorprender esto, si se considera que ciertos espíritus que habitan en este
planeta, pudieron ser enviados a la Tierra para desempeñar una misión, que a
nuestros ojos no les hacia dignos del primer puesto. En segundo lugar, entre su
existencia terrestre y la que viven en Júpiter. pueden haber vivido otras
intermediarias, durante las cuales se hayan mejorado; y en tercer lugar, en
este mundo, como en el nuestro, hay diferentes grados de desenvolvimiento,
entre los cuales puede haber la distancia que separa entre nosotros al salvaje
del hombre civilizado. Así, pues, del hecho de habitar en Júpiter, no se sigue
que ha de estarse al nivel de los seres más adelantados, del mismo modo que no
por vivir en Paris se ha de estar a la altura de uno de los sabios del Instituto.
Las
condiciones de longevidad tampoco son las mismas en todas partes que en la
Tierra, y la edad no puede compararse. Una persona que había muerto hacia
algunos años, fue evocada, 'y dijo que estaba encarnada hacia ya seis meses, en
un mundo cuyo nombre es desconocido. Preguntada acerca de la edad que en aquel mundo
tenía contestó: «No puedo precisarla; porque no contamos como vosotros; además.
el modo de vivir no es el mismo, pues aquí nos desarrollamos mucho más pronto,
y sin embargo, aunque sólo hace seis de vuestros meses que me encuentro en este
mundo, puedo decir, que, en punto a inteligencia, tengo treinta años de la edad
que contaba en la Tierra».
Muchas
respuestas análogas han sido dadas por otros espíritus, y esto no es nada
Inverosímil. ¿No vemos en la Tierra que una multitud de animales llegan en pocos
meses a su desarrollo normal? ¿Por qué no ha de suceder lo mismo con el hombre
en otras esferas? Obsérvese, por otra parte, que el desarrollo a que llega el
hombre en la Tierra a la edad de treinta años, no pasa quizá de ser una especie
de infancia, comparado con el que está llamado a alcanzar. Se necesita ser muy
miope de inteligencia para tomarnos en todo por tipos de la creación, y se
rebaja mucho a la Divinidad. creyendo que, fuera de nosotros, nada hay que le
sea posible.
___________________________________
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
TRANSMIGRACIÓN
PROGRESIVA
189.
Desde el principio de su formación, ¿goza el espíritu de la plenitud de sus
facultades?
«No; porque el espíritu, como el hombre, tiene también su infancia. En su origen, no tienen los espíritus más que una existencia instintiva, y apenas tienen conciencia de si mismos y de sus actos. Sólo poco a poco se desarrolla la inteligencia».
190.
¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación?
«El estado de infancia en la vida corporal, y apenas se desarrolla su inteligencia; se ensaya en la vida».
191.
¿Las almas de nuestros salvajes son almas en estado de infancia?
«Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones».
-¿Las
pasiones son, pues, una señal de desarrollo?
«De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen».
____________
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.
192.
¿Se puede desde esta vida, observando una conducta perfecta. franquear todos
los grados y llegar a ser espíritu puro, sin pasar por otros intermediarios?
«No; porque lo que el hombre cree perfecto está muy lejos de la perfección, y hay cualidades que le son desconocidas y no puede comprender. Puede ser tan perfecto como lo permita su naturaleza terrestre; pero ésta no es la perfección absoluta. Así como el niño, por mucha que sea su precocidad, ha de pasar por la juventud antes de llegar a la madurez, así también el enfermo pasa por la convalecencia antes de recobrar toda la salud. Y además, el espíritu ha de progresar en ciencia y moralidad, y si sólo en un sentido ha progresado, es preciso que progrese en el otro para llegar a lo alto de la escala. Pero mientras más adelanta el hombre en la vida presente, menos largas y penosas son las pruebas siguientes».
-¿Puede
el hombre, por lo menos asegurarse desde esta vida una existencia futura menos sobrecargada
de amarguras?
«Sin duda que Sí, pues puede abreviar la extensión y dificultades del camino. Sólo el indolente se encuentra siempre en el mismo punto».
193.
En sus nuevas existencias, ¿puede el hombre descender a más baja condición de
la que ocupaba?
«Respecto de la posición social, sí; pero no considerado como espíritu».
194.
¿El alma de un hombre de bien puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo
de un malvado?
«No; porque no puede degenerar».
-¿El
alma de un perverso puede llegar a ser la de un hombre de bien?
«Sí, si se arrepiente, y entonces la transformación es una recompensa».
La marcha de los espíritus es progresiva y nunca retrógrada; se elevan gradualmente en la jerarquía, y no descienden de la altura a que han llegado. En sus diferentes existencias corporales pueden descender como hombres; pero no como espíritus. Así el alma de un potentado de la tierra puede más tarde animar al más humilde artesano, y viceversa; porque los rangos entre los hombres están con frecuencia en razón inversa de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero.
195.
La posibilidad de mejorarse en otra existencia, ¿no puede inducir a ciertas
personas a perseverar en el mal camino, creídos de que más tarde podrán
corregirse?
«El que así piensa no cree en nada, y tampoco le contiene la idea de un castigo eterno, porque su razón la rechaza, y semejante idea conduce a la incredulidad sobre todas las cosas. Si sólo medios razonables se hubiesen empleado en la dirección de los hombres, no habría tantos escépticos. Un espíritu imperfecto puede, en efecto, pensar lo que tú dices durante su vida corporal; pero una vez desprendido de la materia, piensa de muy distinto modo, porque pronto comprende que ha calculado mal, y entonces es cuando trae un sentimiento contrario en una nueva existencia. Así es como se realiza el progreso, y he aquí por qué tenéis en la tierra hombres más adelantados que Otros. Unos tienen aquella experiencia de que carecen otros; pero que adquirirán paulatinamente. De ellos depende precipitar su progreso o retardarlo indefinidamente».
El hombre que ocupa una mala posición desea cambiarla lo más pronto posible. El que está persuadido de que las tribulaciones de esta vida son consecuencia de sus imperfecciones, procurará proporcionarse una nueva existencia menos penosa, y este pensamiento, más que el del fuego eterno, en el que no cree, le alejará del camino del mal.
196.
No pudiendo los espíritus mejorarse más que sufriendo las tribulaciones de la
vida corporal, ¿se deduce que la vida
material es una especie de tamiz o depuratorio, por el que deben
pasar los seres del mundo espiritista para llegar a la perfección?
«Sí; exactamente, es así. Se mejoran en esas pruebas evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o purificaciones sucesivas, alcanzan el objeto hacia el cual se dirigen en un tiempo más o menos largo, según sus esfuerzos».
-¿Es el cuerpo el que influye en el
espíritu para mejorarle, o el espíritu en el cuerpo?
«Tu espíritu lo es todo; el cuerpo es una vestidura que se pudre; todo se reduce a esto».
El jugo de la vid nos ofrece una comparación material de los diferentes grados de la purificación del alma. Contiene el licor llamado espíritu de vino o alcohol, pero debilitado por una multitud de materias extrañas que alteran su esencia, y no se obtiene su pureza absoluta sino después de muchas destilaciones en cada una de las cuales se desprende de alguna impureza. El alambique es el cuerpo en que ha de entrar para purificarse, y las materias extrañas vienen a ser como el periespíritu, el cual se purifica a medida que el espíritu se aproxima a la perfección.
_______________________________
ENSAYO
TEÓRICO SOBRE LA SENSACIÓN EN LOS ESPÍRITUS
257. El cuerpo, instrumento del dolor, es, si no su causa
primera, por lo menos, su causa inmediata. El alma tiene la percepción del
dolor, percepción que es el efecto. El recuerdo que de él conserva, aunque
puede ser muy penoso, no puede tener acción física. El frío y el
calor no pueden, en efecto, desorganizar los tejidos del alma, que no puede
helarse, ni abrasarse. ¿Por ventura no vemos cada día que el recuerdo o temor
de un mal físico produce el mismo efecto que la realidad, ocasionando hasta la
muerte? Todos sabemos que las personas a quienes se ha amputado un miembro
continúan sintiendo el dolor en él, aunque no exista el miembro. Ciertamente que no está localizado el dolor en aquel miembro
ni que de él parte, sino que es el cerebro el que conserva la impresión.
Puede creerse, pues, que sucede algo análogo en los sufrimientos del espíritu
después de la muerte. Un estudio más profundo del periespíritu, que tan importantes funciones desempeña en todos
los fenómenos espiritistas, las apariciones vaporosas o tangibles, el estado
del espíritu en el acto de la muerte, la idea tan frecuente de que vive aún, el
sorprendente espectáculo de los suicidas, de los ajusticiados, de las personas
que se han entregado a los goces materiales y otros muchos hechos, han venido a
hacer luz en este asunto,
dando lugar a las explicaciones cuyo resumen pasamos a dar.
El periespíritu
es el lazo que une el espíritu a la materia del cuerpo; lo tomamos del medio
ambiente, del fluido universal, y
participa a la vez de la electricidad, del fluido magnético y hasta cierto
punto de la materia inerte. Pudiera decirse que
es la quintaesencia de la materia. Es el principio de la vida orgánica; pero no el de la intelectual,
ya que ésta reside en el espíritu. Es, por otra parte, el agente
de las sensaciones externas. Semejantes sensaciones están localizadas, en el
cuerpo, en los órganos que les sirven de conductos. Destruido el cuerpo, las sensaciones se
hacen generales, y he aquí por qué no dice el espíritu que la cabeza le duela
más que los pies. Es preciso, además, no confundir las sensaciones
del periespíritu independiente ya, con las del cuerpo,
que sólo podemos tomar como término de comparación y no como analogía. Desprendido el cuerpo, el espíritu puede
sufrir, pero este sufrimiento no es el del cuerpo, y sin embargo, no es un sufrimiento exclusivamente moral
como el remordimiento, puesto que se queja de frío y de calor. La temperatura no les impresiona,
puesto que no sufren más en invierno que en verano y puesto que hemos visto a
algunos atravesar las llamas, sin experimentar sufrimiento alguno.
El dolor que sienten no es, pues, físico
propiamente dicho,
sino un vago sentimiento íntimo del que no siempre se da perfecta explicación
el mismo espíritu, precisamente porque el dolor no está localizado, ni es
producido por agentes externos, Es más bien un recuerdo
de la realidad; pero recuerdo tan penoso como ésta. A veces, sin
embargo, es más que un recuerdo, según vamos a ver.
La experiencia nos enseña que, en el acto de
la muerte, el periespíritu se desprende más o menos
lentamente del cuerpo. Durante los primeros momentos, el espíritu no se explica
su situación; no se cree muerto; se siente vivo; ve su cuerpo a un lado, sabe
que le pertenece y no comprende que esté separado de él. Semejante estado dura
mientras existe un lazo entre el cuerpo y el periespíritu. Un suicida nos
decía: «No, no estoy muerto», y añadía: «Y, sin embargo, siento cómo me roen
los gusanos». Ciertamente que los gusanos no roían el periespíritu
y menos aún el espíritu, sino el cuerpo. Pero
como no era aún completa la separación del cuerpo y del periespíritu,
resultaba una especie de repercusión moral que le transmitía la sensación de lo
que en el cuerpo se realizaba. Quizá repercusión no sea la palabra, porque
podría dar la idea de un efecto demasiado material, y más bien la vista de lo que
ocurría en su cuerpo, al que le ligaba el periespíritu,
le producía una ilusión que tomaba por la misma realidad. Así, pues, no era un
recuerdo, porque, durante la vida, no había sido roído de gusanos, sino el
sentimiento de su estado actual. De este modo se comprenderán las deducciones
que pueden hacerse de, los hechos, cuando atentamente se les observa. Durante la vida, el
cuerpo recibe las impresiones externas y las transmite al espíritu por
mediación del periespíritu, que
probablemente constituye lo que se llama fluido nervioso. Muerto el
cuerpo, nada siente, porque carece de espíritu y de periespíritu.
Éste, separado del cuerpo, experimenta la sensación; pero, como no la
recibe por conducto limitado, se hace general la sensación. Luego, como en
realidad no es más que un agente de transmisión, pues
que el espíritu es el que siente, resulta que, si
pudiese existir un periespíritu sin espíritu, no seria más sensible que el
cuerpo después de muerto, del mismo modo que, si el espíritu careciese de periespíritu,
seria inaccesible a las sensaciones penosas, lo cual tiene lugar en los
espíritus totalmente purificados. Sabemos que, mientras más se purifican, más
etérea se hace la esencia del periespíritu, de donde se sigue que la influencia
material disminuye a medida que el espíritu progresa, es decir, a medida que el
mismo periespíritu se hace menos grosero.
Pero, se dirá, las sensaciones gratas, como las desagradables, son
transmitidas al espíritu por el periespíritu, y
si el espíritu puro es inaccesible a las unas, debe serlo igualmente a las otras.
Indudablemente que sí, respecto de las que
provienen únicamente de la materia que conocemos. El sonido de nuestros instrumentos y el perfume
de nuestras flores no le causan impresión alguna, y, sin embargo, existen en él
sensaciones íntimas y de un indefinible encanto del cual ninguna idea podemos
formarnos; porque en este punto somos como los ciegos de nacimiento respecto de
la luz. Sabemos que existe; pero, ¿de qué modo? Hasta aquí llega nuestra
ciencia. Sabemos que existen en ellos percepciones, sensaciones,
audición y visión; que estas facultades son atributos de todo el ser, y no de
una parte de éste, como sucede en el hombre; pero volvemos a preguntarlo: ¿por
qué medio? No lo sabemos. Los mismos
espíritus no pueden explicarlo, porque nuestro idioma no está creado
de modo que con él se expresen ideas de que carecemos, como en el de los
salvajes no se encuentran términos para expresar las de nuestras artes,
ciencias y doctrinas filosóficas.
Al decir que los espíritus son inaccesibles a las impresiones de nuestra materia,
queremos hablar de espíritus muy elevados cuya envoltura etérea no tiene
análoga en la tierra. No sucede lo mismo en los espíritus que tienen más denso
el periespíritu, los cuales perciben los
sonidos y olores terrestres, pero no por una parte limitada de su individuo,
como cuando vivían. Podría decirse que las vibraciones moleculares
se hacen sentir en todo el ser, llegando así al sensorio común, que es
el mismo espíritu, aunque de un modo diferente y quizá con diferente impresión,
lo que produce
una modificación en la percepción. Oyen el sonido de nuestra voz y
nos entienden sin embargo, sin el auxilio de la palabra, por la
sola transmisión del pensamiento. Y viene en apoyo de lo que
decimos. el hecho de que la penetración es tanto más fácil cuanto más desmaterializado está el espíritu. En cuanto a la vista. es independiente de nuestra luz. La
facultad de ver es atributo esencial del alma, para la cual no existe
oscuridad; pero es más vasta y penetrante en 'los que están más purificados.
El alma o espíritu tiene, pues, en sí mismo la facultad de todas las
percepciones. Durante la vida corporal están entorpecidas por la imperfección
de nuestros órganos, y en la extra corporal disminuye semejante
entorpecimiento, a medida que se hace más transparente la envoltura
semimaterial.
Esta envoltura que tomamos en el medio ambiente, varía según la
naturaleza de los mundos. Al pasar de uno
a otro, los espíritus cambian de envoltura como nosotros de vestido, al pasar
del invierno al verano, o del polo al ecuador. Cuando los espíritus más
elevados vienen a visitarnos, revisten, pues, el periespíritu
terrestre, realizándose entonces sus percepciones como las de
los espíritus vulgares; pero todos ellos, así los inferiores, como los superiores,
no oyen y sienten más que lo que quieren. Sin tener órganos sensitivos, pueden
a su gusto hacer que sus percepciones sean nativas o nulas, y sólo se ven
obligados a oír una cosa: los consejos de los
espíritus buenos. La vista es siempre activa en ellos; pero mutuamente
pueden hacerse invisibles los unos a los otros. Según el
lugar que ocupan, pueden ocultarse a los que les son inferiores; pero no a los
superiores. En los momentos subsiguientes a la muerte, la vista del espíritu está siempre turbada y confusa,
aclarándose a medida que se desprende y puede adquirir la misma lucidez que
durante la vida, independientemente de su penetración a través de los cuerpos
que son opacos para nosotros.
En cuanto a su extensión a través del
espacio indefinido, así para el porvenir como para el pasado, depende del grado
de pureza y elevación del espíritu.
Toda esta teoría, se dirá, no es muy
tranquilizadora. Nosotros creíamos que una vez desprovistos de nuestra grosera
envoltura, instrumento de nuestros dolores, no sufriríamos más, y ahora nos
venís con que aún habremos de sufrir, puesto que poco importa que sea de
este
o de aquel modo, si al fin y al cabo sufrimos. ¡Ah! Sí,
aún podemos sufrir, y mucho y por mucho tiempo; pero también podemos dejar de
sufrir, hasta desde el momento de terminar esta vida corporal.
Las
sufrimientos de la tierra son a veces independientes de nosotros; pero en
muchas ocasiones son consecuencia de nuestra voluntad. Remontémonos a su
origen, y se verá que el mayor número es consecuencia de
causas que hubiésemos podido evitar. ¿Cuántos males, cuántas dolencias no
debe el hombre a sus excesos, a su ambición, a sus
pasiones, en una palabra? El hombre que siempre viviese sobriamente, que
hubiese sido siempre sencillo en sus gustos modesto en sus deseos, se evitaría
no pocas tribulaciones. Lo mismo sucede al espíritu,
cuyos sufrimientos son siempre producto del modo cómo ha vivido en la tierra.
Ciertamente no padecerá de gota y
reumatismo; pero tendrá otros sufrimientos que no le van en zaga. Hemos visto
que éstos son resultados de los lazos que aún existen entre él y la materia;
que mientras más se desprende de ella, o de otro modo, que mientras más desmaterializado
está, menos sensaciones penosas experimenta, dependiendo de él, por lo tanto,
librarse de semejante influencia desde esta vida. Tiene su libre
albedrío, y, por consiguiente, la elección de hacer o dejar de hacer. Que domine sus pasiones animales; que no tenga odio, ni envidia, ni
celos, ni orgullo; que no se deje dominar por el egoísmo; que purifique su alma
con buenos sentimientos; que practique el bien y que no dé a las cosas de este
mundo más importancia de la que merecen, y entonces, hasta bajo la envoltura
corporal, estará purificado y desprendido de la materia, y al separarse de ella
no sufrirá su influencia.
Los padecimientos físicos que haya experimentado no le dejarán
recuerdo alguno penoso, no le quedará de ellos impresión alguna desagradable;
porque sólo al cuerpo, y no al espíritu, habrán
afectado. Se
considerará feliz al verse libre de aquella envoltura, y la tranquilidad de la
conciencia le emancipará de todo sufrimiento moral.
Hemos interrogado sobre el particular a mil y mil, que han pertenecido a todos
los órdenes sociales, a todas las posiciones de la sociedad; los hemos
estudiado en todos los períodos de su vida espiritista, desde el acto de la muerte;
paso a paso los hemos seguido en la vida de ultratumba para observar los
cambios que en ellos se operan, así en sus ideas como en sus sensaciones, y
sobre semejante asunto, no son los hombres vulgares los que nos han
proporcionado los puntos de estudio menos preciosos. Y siempre
hemos observado que los sufrimientos están en relación de la conducta, cuyas
consecuencias experimentan, y qué aquella nueva existencia es origen de
inefable dicha para los que han seguido el buen camino, de donde se deduce que
los que padecen, es porque así lo han querido y que sólo a ellos debe culparse,
así en éste como en el otro mundo.
______________________________________
284. ¿Cómo los espíritus, no teniendo
cuerpo, pueden evidenciar su individualidad y distinguirse de los otros seres
espirituales que los rodean?
«Por medio del periespíritu, que los constituye en
seres distintos unos de otros, como el cuerpo entre los hombres».
__________________________________________
RESUMEN
TEÓRICO DEL SONAMBULISMO, DEL ÉXTASIS
Y DE
LA DOBLE VISTA
455.
Los fenómenos del sonambulismo natural se producen espontáneamente y son independientes
de toda causa externa conocida; pero en ciertas personas dotadas de una organización
especial, pueden ser provocados artificialmente por la acción del agente magnético.
El estado designado con el nombre de
sonambulismo magnético no difiere del sonambulismo natural
más que, en que el uno es provocado al paso que el otro es espontáneo.
El sonambulismo natural
es un hecho notorio que nadie piensa poner en duda, a pesar de los maravillosos
fenómenos que ofrece. ¿Qué tiene, pues, de
más extraordinario o de más irracional el sonambulismo magnético, porque es
producido artificialmente como otras tantas cosas? Se dice que
los charlatanes lo han explotado; razón de más para no abandonarlo en sus
manos. Cuando la ciencia se lo haya apropiado, el charlatanismo tendrá mucho
menos crédito en las masas; pero en el ínterin como el sonambulismo
natural o artificial es un
hecho, y como contra éste no son posibles razonamientos, se
acredita a pesar de la mala voluntad de algunos, y hasta en la misma ciencia,
en la cual entra por una multitud de puertecillas, en vez de hacerlo por la
principal. Más cuando haya penetrado del todo, preciso será concederle derecho
de ciudadanía.
Para el espiritismo, el sonambulismo es algo
más que un fenómeno fisiológico, es una luz que refleja en la psicología. En él se puede estudiar el alma; porque se presenta a las claras,
y uno de los fenómenos que la caracterizan es la clarividencia independiente de
los órganos ordinarios de la vista. Los que impugnan el fenómeno, se fundan en
que el sonámbulo no ve siempre y a voluntad del experimentador, como con los
ojos. Pero, ¿hemos de admirarnos de que, siendo diferentes los
medios, no sean los mismos los efectos? ¿Es racional el pedir efectos
idénticos, no existiendo el instrumento? El alma tiene sus propiedades como el
ojo las suyas, y debe juzgárselas en sí mismas y no por analogía.
La causa de la
clarividencia
del sonámbulo magnético y del sonámbulo natural es idénticamente la misma:
es un atributo del alma, una facultad
inherente a todas las partes del ser incorporal que reside en nosotros y que no
tiene más limites que los señalados a la misma alma. Ve todos
los puntos a donde puede transportarse su alma, cualquiera que sea la
distancia.
En la vista a distancia el sonámbulo no ve
las cosas desde el punto donde está su cuerpo, y como por un efecto
telescópico. Las ve presentes, y como si estuviese
en el lugar donde se encuentran; porque allí está en realidad su alma, y por
esto su cuerpo está como anonadado y parece hallarse privado de sentimiento
hasta que el alma vuelve a posesionarse de él. Esta separación parcial del alma
y del cuerpo es un estado anormal que puede durar más o menos, pero no indefinidamente;
motivo por el cual el cuerpo experimenta fatiga después de cierto tiempo, sobre
todo cuando el alma se consagra a un trabajo activo.
No estando circunscrita la vista del alma o
del espíritu y no teniendo lugar determinado, queda explicado el por qué los
sonámbulos no pueden señalarle órgano especial. Ven, porque ven, sin saber cómo
ni por qué, no teniendo para ello como espíritus lugar determinado la vista. Si
se refiere a su cuerpo, paréceles que ese lugar está en los centros en que es
mayor la actividad vital, principalmente
en el cerebro, en la región epigástrica, o en el
órgano que, según ellos, es el punto de unión más tenaz entre el espíritu y el cuerpo.
La potencia de la lucidez sonambúlica no es
indefinida. Hasta el espíritu completamente libre está limitado en sus
facultades y en sus conocimientos según el grado de perfección a que ha
llegado, y lo está más, cuando está ligado a la materia cuya influencia siente.
Esta es la causa de que la clarividencia sonambúlica no es universal, ni
infalible. Menos puede aún fiarse en su infalibilidad, cuando se la aparta del
fin que se ha propuesto la naturaleza, y se la constituye en objeto de
curiosidad y de experimentación.
En el estado de desprendimiento en que se
encuentra el espíritu del sonámbulo entra más fácilmente en comunicación con
los otros espíritus desencarnados o encarnados.
Estableciese esta comunicación por medio del contacto de los fluidos que
componen los periespíritu y sirven de
conductores al pensamiento como el hilo eléctrico. El sonámbulo no necesita,
pues, de que el pensamiento sea articulado por la palabra: lo siente y lo
adivina, lo cual le hace eminentemente impresionable y accesible a las
influencias de la atmósfera moral en que se halla colocado. Por esto también un
concurso numeroso de espectadores, y especialmente de curiosos más o menos
malévolos, perjudica esencialmente el desarrollo de sus facultades, que se
repliegan, por decirlo así, en sí mismas, y no se despliegan con completa libertad
más que en la intimidad y en un centro simpático. La presencia de personas
malévolas o antipáticas produce en él, el mismo efecto del contacto de la mano
en la sensitiva.
El sonámbulo ve a la
vez su espíritu y su cuerpo. Son, por decirlo así, dos seres que le representan
la doble existencia espiritual y corporal que se confunden, por lo tanto, por
los lazos que los unen. No siempre se da el sonámbulo cuenta de
esta situación, y semejante dualismo hace
que hable a menudo de él como de un extraño, y es que tan pronto el ser corporal
habla al espiritual, como el espiritual al corporal.
El espíritu adquiere un aumento de
conocimientos y de experiencia en cada una de sus existencias corporales. Los
olvida parcialmente durante su encarnación en una materia demasiado grosera;
pero los recuerda como espíritu. Por esto ciertos sonámbulos revelan conocimientos
superiores a su grado de instrucción y hasta su aparente capacidad intelectual.
La inferioridad intelectual y científica del
sonámbulo estando despierto, nada prejuzga, pues, sobre los conocimientos que
pueda revelar en estado lúcido. Según las circunstancias y el fin que nos
propongamos, puede tomarlos de su propia experiencia. de la clarividencia de las cosas presentes o
de los consejos que de otros espíritus recibe; pero como el suyo puede estar
más o menos adelantado, puede decir cosas más o menos exactas.
Por los fenómenos
del sonambulismo ya natural, ya magnético, la providencia nos da la prueba
irrecusable de la existencia e independencia del alma, y nos hace asistir al
sublime espectáculo de su emancipación, abriéndonos de este modo el libro de
nuestro destino.
Cuando el sonámbulo describe lo que ocurre a
distancia, es evidente que lo ve, y no con los ojos del cuerpo; se ve a sí
mismo, se siente transportado, hay, pues, allí algo suyo, y no siendo este algo
su cuerpo, no puede ser otra cosa que su alma o su espíritu. Mientras el hombre
se extravía entre las sutilezas de una metafísica abstracta e ininteligible,
corriendo en busca de las causas de nuestra existencia moral, Dios pone
diariamente en sus manos y ante sus ojos, los más sencillos y patentes medios
para el estudio de la psicología experimental.
El éxtasis
es el estado en que la independencia del alma y del cuerpo se manifiesta del modo
más sensible y se hace hasta cierto punto
palpable.
En el sueño y en el sonambulismo el alma
vaga por los mundos terrestres; en el éxtasis penetra
en un mundo desconocido, en el de los espíritus etéreos
con los cuales se comunica, sin poder, empero, salvar ciertos límites que no
podría franquear sin romper completamente los lazos que le unen al cuerpo. Un
brillo resplandeciente, nuevo del todo la rodea, armonías desconocidas en la
tierra la arrebatan, y la penetra un
bienestar indefinible: goza anticipadamente
de la beatitud celeste y puede decirse que pone un pie en el umbral de la
eternidad.
En el estado de éxtasis es casi completo el
anonadamiento del cuerpo, no goza, por decirlo así que de la vida orgánica, y
se conoce que no está unida a él el alma más que por un hilo que bastaría a
romper definitivamente un esfuerzo más.
En semejante estado desaparecen todos los
pensamientos terrestres para ceder su puesto al sentimiento puro que es la
misma esencia de nuestro ser inmaterial. Entregado totalmente a esta sublime contemplación,
el extático considera la vida como una parada momentánea. Los bienes y los
males, las alegrías groseras y las miserias de este mundo no son más que incidentes
fútiles de un viaje, de cuya terminación se consideraría feliz.
Sucede con los extáticos lo mismo que con
los sonámbulos: su lucidez puede ser más o menos perfecta y su mismo espíritu
es más o menos apto para conocer y comprender las cosas, según que sea más o
menos elevado. A veces es en ellos mayor la exaltación que la lucidez
verdadera, o por mejor decir, su exaltación perjudica a la lucidez, y por esto
sus revelaciones son con frecuencia una mezcla de verdades y errores, de cosas
sublimes y de cosas absurdas y hasta ridículas. Los espíritus inferiores se
aprovechan a menudo de esa exaltación, que siempre es causa de debilidad,
cuando no se sabe dominarla para gobernar al extático, y a este fin toman a sus
ojos apariencias que mantienen sus ideas y preocupaciones vulgares. Este es un
escollo; pero todos los extáticos no son iguales, y tócanos a nosotros juzgar
fría-mente y pesar sus revelaciones en la balanza de la razón.
La emancipación del alma se manifiesta a
veces en estado de vela, y produce el fenómeno
designado con el nombre de doble vista, que da a los que de ella están dotados
la facultad de ver, de oír o sentir más allá del límite de nuestros sentidos.
Perciben las cosas de todos los puntos a que el alma extiende su acción, y las
ven, por decirlo así, a través de la vista ordinaria y como por una especie de
espejismo.
En el momento en que se produce el fenómeno
de la. doble vista, el estado físico esta sensiblemente modificado, hay algo de
vaguedad en los ojos, miran sin ver, y toda la fisonomía refleja una especie de
exaltación. Se prueba que los órganos de la vista son extraños al fenómeno;
porque la visión persiste, a pesar de cerrar los ojos.
Esta facultad parece a los que de ella
gozan, natural como la de ver, y es para ellos un atributo de un ser que no les
parece excepcional. Sucede lo más comúnmente el olvido a esta lucidez pasajera,
cuyo recuerdo más y más vago, concluye por borrarse como el de un sueño.
La potencia de la doble vista varía desde la
sensación confusa, hasta la percepción clara y neta de las cosas presentes o
ausentes. En estado rudimentario da a ciertas personas el tacto, la perspicacia
y una especie de seguridad en sus actos, que puede llamarse la exactitud del golpe
de vista moral. Más desarrollada, despierta el presentimiento, y más aún,
ofrece los acontecimientos realizados o a punto de realizarse.
El sonambulismo natural y artificial, el éxtasis y la doble
vista son variedades o modificaciones de una misma causa. Estos fenómenos, lo
mismo que los sueños, son naturales, y por esto han existido en todas las
épocas. La historia nos dice que fueron conocidos, y hasta
explotados, desde la más remota antigüedad, y en ellos se encuentra la explicación
de una multitud de hechos que las preocupaciones han hecho considerar como sobrenaturales.
_______________________________________
668. Habiéndose producido los fenómenos
espiritistas en todos los tiempos y siendo conocidos desde las primeras edades
del mundo, ¿no han podido hacer creer en la pluralidad de los dioses?
«Indudablemente; porque llamando los hombres dios a todo lo que era sobrehumano, los espíritus eran dioses para ellos, y por esto cuando un hombre se distinguía por sus acciones de todos los otros, por su genio, o por un poder
________________
¹
Respuesta dada por el espíritu de M. Monod, pastor protestante de París, muerto
en abril de 1856. La precedente respuesta, número 664, es del espíritu de San
Luis.
oculto incomprensible para el vulgo, se le hacía un dios y se le tributaba culto después de muerto». (603)
La palabra dios tenía entre los antiguos una acepción muy alta. No era, como en nuestros días, una personificación del autor de la naturaleza, sino una calificación genérica dada a todo ser que estuviese fuera de las condiciones de la humanidad. Habiéndoles, pues, revelado las manifestaciones espiritistas la existencia de seres incorporales que obraban como fuerzas de la naturaleza, los habían llamado dioses, así como nosotros los llamamos espíritus, - simple cuestión de palabra, aunque con la diferencia de que en su ignorancia, sostenida expresamente por los que tenían interés en ello, les elevaban templos y altares muy lucrativos, al paso que para nosotros no son más que simples criaturas más o menos perfectas, despojadas de su envoltura terrestre. Si se estudian con atención los diversos atributos de las divinidades paganas, sin trabajo se reconocerán en ellos todos los de los espíritus que ocupan los grados de la escala espiritista, su estado físico en los mundos superiores, todas las propiedades del periespíritu y la parte que toman en las cosas de la tierra.
El cristianismo, al derramar sobre el mundo su divina luz, no pudo destruir una cosa que está en la naturaleza; pero hizo que se dirigiese la adoración a Aquél a quien pertenece. Respecto de los espíritus, su recuerdo se ha perpetuado bajo diferentes nombres, según los pueblos, y sus manifestaciones, que jamás han faltado, han sido diversamente interpretadas y explotadas con frecuencia bajo el prestigio de lo misterioso, y al paso que la religión ha visto en ellas fenómenos milagrosos, los incrédulos han visto supercherías. Hoy. gracias a un estudio más serio, hecho públicamente, el espiritismo, libre de las ideas supersticiosas que lo han oscurecido durante muchos siglos nos revela uno de los más grandes y sublimes principios de la naturaleza.
____________________________________________________
Ahora
el Libro de Génesis: La Génesis - Capítulo I, Debe ser El
Génesis y no El Génesis Traducción de Gustavo Martínez.
Capitulo 1,
14. Como medio de elaboración, el
espiritismo procede exactamente de la misma manera que las ciencias positivas,
es decir, aplica el método experimental. Cuando se presentan hechos nuevos que
no se pueden explicar a través de las leyes conocidas, él los observa, los
compara y analiza, y remontándose de los efectos a las causas, llega a la ley
que los rige; después deduce sus consecuencias y busca las aplicaciones útiles.
No establece ninguna teoría preconcebida; por eso no presentó como hipótesis la existencia y la
intervención de los Espíritus, como tampoco del periespíritu,
la reencarnación ni ningún otro
principio de la doctrina. Concluyó por la existencia de los Espíritus cuando
esa existencia resultó evidente a partir de la observación de los hechos, y ha
procedido de igual manera en cuanto a los otros principios. No han sido los
hechos los que vinieron con posterioridad a confirmar a la teoría, sino que la
teoría vino a continuación para explicar y resumir los hechos. Es, pues,
rigurosamente exacto que se diga que el espiritismo es una ciencia
de observación y no un producto de la imaginación. Las ciencias
sólo hicieron progresos importantes después de que sus estudios se basaron en
el método experimental; hasta entonces se creía que ese método sólo era
aplicable a la materia, mientras que también se aplica a las cosas metafísicas.
_________________________________________
39. El espiritismo experimental estudió las propiedades de los fluidos espirituales y su acción sobre
la materia. Ha demostrado la
existencia del periespíritu, sobre el cual había sospechas desde
la Antigüedad, y que San Pablo denominó cuerpo espiritual, es decir,
cuerpo fluídico del alma después de la destrucción del cuerpo
tangible.
Se sabe hoy que esa envoltura es inseparable del alma; que forma uno de los elementos
constitutivos del ser humano; que es el vehículo de la
transmisión del pensamiento y que, durante la vida del cuerpo, sirve de lazo entre
el Espíritu y la materia. El periespíritu representa
un rol tan importante en el organismo y en una cantidad de afecciones, que se
liga a la fisiología tanto como a la psicología.
40. El estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos
espirituales
y de los atributos fisiológicos del alma, abre nuevos
horizontes
a la ciencia y aporta la clave de una infinidad de fenómenos
incomprensibles
hasta hoy, pues faltaba el conocimiento de la ley que los rige; fenómenos que
el materialismo niega, debido a que se hallan vinculados con la espiritualidad,
y que otras creencias califican como milagros o sortilegios. Tales son, entre
otros, el fenómeno de la doble vista, la visión a distancia, el sonambulismo
natural y artificial, los efectos físicos de la catalepsia y la letargía, la
presciencia, los presentimientos, las apariciones, las transfiguraciones, la
transmisión del
pensamiento, la fascinación, las curas instantáneas, las obsesiones y
posesiones, etc. Al demostrar que esos fenómenos reposan en leyes tan naturales
como las de los fenómenos eléctricos, y en qué
condiciones
normales se pueden reproducir, el espiritismo destruye
el
imperio de lo maravilloso y lo sobrenatural y, por consiguiente,
la
fuente de la mayor parte de las supersticiones. Así como lleva a
la
creencia en la posibilidad de ciertas cosas que algunos consideran
quiméricas,
también impide que se crea en muchas otras, pues comprueba su imposibilidad e
irracionalidad.
_______________________________
Veamos El Libro de Obras Póstumas
1. El Periespíritu - Principio de
las Manifestaciones
9. Los Espíritus, según hemos dicho, tienen
un cuerpo fluídico al que se da el nombre de periespíritu. Su sustancia es
tomada en el fluido universal o cósmico, que lo forma y alimenta, como el aire
forma y alimenta el cuerpo material del hombre. El periespíritu
es más o menos etéreo según los mundos y el grado de depuración del Espíritu.
En los mundos y en los Espíritus inferiores, su naturaleza es más grosera y se
acerca mucho a la materia bruta.
10. En la encarnación, el Espíritu conserva
su periespíritu, que es el órgano de transmisión de todas las sensaciones. Para
las que vienen del exterior, puede decirse que el cuerpo recibe la impresión,
el periespíritu la transmite, y el Espíritu, el
ser sensible e inteligente, la siente. Cuando el acto parte de la iniciativa
del Espíritu, puede decirse que este quiere, el periespíritu
transmite y el cuerpo ejecuta.
11. El periespíritu
no está encerrado en los límites del cuerpo como en una caja. Por su naturaleza
fluídica es expansible; irradia al exterior y forma alrededor del cuerpo una
especie de atmósfera, que el pensamiento y la fuerza de voluntad pueden
extender más o menos. De aquí se sigue, que personas que no están en contacto
corporal, pueden estarlo por medio del periespíritu
y transmitirse, aún a pesar suyo, las impresiones y a veces hasta la intuición
de sus pensamientos.
12. Siendo el periespíritu uno de los
elementos constitutivos del hombre, desempeña un papel importante en todos los
fenómenos psicológicos, y hasta cierto punto en los fisiológicos y patológicos.
Cuando las ciencias médicas tomen en consideración la influencia del elemento
espiritual en la economía, habrán dado un gran paso y nuevos horizontes se
abrirán ante ellas; muchas causas de las enfermedades serán explicadas entonces
y se encontrarán poderosos medios de combatirlas.
13. Por medio del periespíritu obran los
Espíritus sobre la materia inerte y producen los diferentes fenómenos de las
manifestaciones. Su naturaleza etérea, no podría ser obstáculo para ello,
puesto que se sabe que los más poderosos motores se hallan en los fluidos más rarificados y en los imponderables. No
hay, pues, que maravillarse de ver que con ayuda de semejante palanca, los Espíritus producen ciertos
efectos físicos, tales como golpes y ruidos de toda clase; elevación,
transporte, lanzamiento de objetos en el espacio, etc. Para explicarse esto,
ninguna necesidad hay de acudir a lo maravilloso a los efectos sobrenaturales.
14. Obrando los Espíritus sobre la materia,
pueden manifestarse de muchas maneras diferentes: por medio de efectos físicos,
tales como los ruidos y movimientos de objetos; por la transmisión del
pensamiento, por la vista, el oído, la palabra, el tacto, la escritura, el
dibujo, la música, etc., en una palabra, por todos los medios que pueden servir
para ponerles en relación con los hombres.
15. Las manifestaciones de los Espíritus
pueden ser espontáneas o
provocadas.
Las primeras tienen lugar inopinadamente y de improviso;
con frecuencia se producen en las personas más extrañas a las ideas
espiritistas. En ciertos casos y bajo la acción de ciertas circunstancias, las
manifestaciones pueden ser provocadas por la voluntad, bajo la influencia de
las personas dotadas al efecto de facultades especiales.
Las manifestaciones espontáneas han tenido
lugar en todas las épocas y países. Sin duda alguna el medio de provocarlas era
también conocido en la antigüedad, pero constituía el privilegio de ciertas
castas que no lo revelaban más que a escasos iniciados bajo rigurosas
condiciones, ocultándolo al vulgo a fin de dominarlo con el prestigio de una fuerza
oculta. Se ha perpetuado, empero, a través de las edades, hasta nosotros, en
algunos individuos; pero desfigurado casi siempre por la superstición o
confundido con las prácticas ridículas de la magia, lo que había contribuido a
desacreditarlo. Hasta entonces, no habían pasado de ser gérmenes plantados aquí
o allá. La Providencia había reservado a nuestra época el conocimiento completo
y la vulgarización de esos fenómenos, para purificarlos de la mala liga y
hacerlos servir en pro del mejoramiento de la humanidad, en disposición hoy de
comprenderlos y deducir sus consecuencias.
2. Manifestaciones visuales (Marcas
o cicatrices de nacimiento)
16-21, Marcas o cicatrices de
nacimiento, las produce el Espíritu Encarnado a través del Periespíritu…
16. Por su naturaleza y estado normal el
periespíritu es invisible, lo que tiene de común con una porción de fluidos que
sabemos que existen y que nunca, sin embargo, hemos visto. Pero, lo mismo que
ciertos fluidos, puede también sufrir modificaciones que le hacen perceptible a
la vista, sea por una especie de condensación, sea por un cambio en su
disposición molecular. Hasta puede adquirir las propiedades de un cuerpo sólido
y tangible, pero puede súbitamente volver a su estado etéreo o invisible. Se
puede formar idea de este efecto, por el del vapor, que es susceptible de pasar
de la invisibilidad al estado brumoso, después
liquido, luego sólido y viceversa.
Estos diferentes estados del periespíritu
son resultado de la voluntad del Espíritu, no de una causa física exterior,
como en el gas. Cuando un Espíritu aparece, es porque pone su periespíritu en
el estado referido para hacerlo visible.
Más no basta siempre su voluntad; se
necesita, para que pueda operarse esta modificación del periespíritu,
un concurso de circunstancias
independientes de él.
Se necesita, además, que el Espíritu tenga
permiso para hacerse ver por una determinada persona, lo que no siempre le es
concedido, o no lo es más que en ciertas circunstancias por motivos que no
podemos apreciar. (Véase El Libro de los Médiums, cap. VI).
Otra propiedad del periespíritu
que depende de su naturaleza etérea, es la penetrabilidad.
Ninguna materia le es obstáculo, las atraviesa todas, como atraviesa la luz los
cuerpos transparentes. De aquí que no haya clausura que pueda oponerse a la
entrada de los Espíritus, quienes van a visitar al prisionero en su calabozo
con la misma facilidad que al hombre que está en medio del campo.
17. Las manifestaciones visuales más comunes
tienen lugar durante el sueño; estas son las visiones. Las apariciones
propiamente dichas tienen lugar en estado de vigilia, cuando se disfruta de la
plenitud y completa libertad de las facultades. Se presentan generalmente bajo
una forma vaporosa, diáfana, a veces vaga e indecisa; al principio, se ofrecen
con frecuencia como un reflejo blanquecino cuyos contornos se dibujan poco a
poco; otras veces, las formas están claramente acentuadas y se distinguen los
más tenues rasgos de la cara, hasta el extremo de poder dar una muy precisa
descripción. Los movimientos y el aspecto son semejantes
a los del Espíritu durante su vida.
18. Pudiendo tomar todas las apariencias, el
Espíritu se presenta bajo aquella que mejor pueda darle a conocer, si tal es su
deseo. Así es que, aunque como Espíritu no tenga
ningún defecto corporal, se presenta defectuoso, cojo, herido, con cicatrices, si esto es menester para
patentizar su identidad. Otro tanto sucede con el vestido. El de los Espíritus,
que nada han conservado de los apetitos terrenales, se compone ordinariamente
de un ropaje de largos pliegues flotantes y su cabellera es ondulante y
graciosa.
Los Espíritus se presentan a menudo con los atributos característicos de su elevación,
como una aureola, alas los
que pueden considerarse como ángeles, un aspecto luminoso y
resplandeciente, mientras otros tienen los que recuerdan sus ocupaciones
terrestres. Así, un guerrero podrá aparecer con su armadura, un sabio con un
libro, un asesino con un puñal, etc. Los Espíritus superiores tienen una fisonomía
hermosa, noble y tranquila; los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y en ciertas ocasiones conservan las huellas de los crímenes
que han cometido o de los suplicios que han sufrido. Esta
apariencia es real para ellos, es decir, que se creen ser lo que parecen, lo
cual es un castigo.
19. El Espíritu que quiere o puede
aparecerse, toma a veces una forma mas precisa aún, teniendo todas las
apariencias de un cuerpo sólido, hasta el punto de producir una ilusión
completa y de hacer creer que se tiene delante un ser corporal.
En ciertos casos y bajo el influjo de
ciertas circunstancias, la tangibilidad puede
hacerse real, es decir, que se puede tocar, palpar, sentir la misma resistencia,
el mismo calor de un cuerpo vivo, lo que no es óbice a que desaparezca con la
rapidez del rayo. Se podría pues, estar en presencia de un Espíritu con el que
se cambiase palabras y actos de la vida, creyendo tratar con un mortal, sin
sospechar que es un Espíritu.
20. Cualquiera que sea el aspecto bajo el
que se presente un espíritu, aún bajo la forma tangible,
puede en el mismo instante, no ser visible más que para unos cuantos. En una
reunión, podría, pues, presentarse sólo a uno o varios miembros; y de dos
personas que estuviesen juntas, puede una verle y tocarle y la otra no puede ver ni
sentir nada’.
El fenómeno de la aparición a una sola
persona entre muchas que se hallan reunidas, se explica por la necesidad de una
combinación entre el fluido periespiritual del Espíritu y el de la persona,
para que se produzca. Para esto es preciso que haya entre esos fluidos una
especie de afinidad que favorezca la combinación. Si el Espíritu no encuentra
la aptitud orgánica necesaria, dicho fenómeno no puede producirse; pero si
existe, el Espíritu es libre de aprovecharla o no, de donde resulta que, si dos
personas igualmente favorecidas bajo este aspecto se encentran juntas, el
Espíritu puede realizar la combinación fluídica con aquella a quien quiere
presentarse; no haciéndolo con la otra, esta no lo verá. Lo mismo
pasaría con dos individuos que tuviesen un velo ante los ojos. Si un tercer individuo
quiere hacerse ver solo a uno de los dos, solo a él levantaría el velo; pero si
el tal individuo fuera ciego, ya podría levantársele el velo, que no le sería
por ello dada la facultad de ver.
21. Las apariciones
tangibles son muy raras, pero las vaporosas son frecuentes, sobre todo en el
momento de la muerte. Parece que el Espíritu libre se apresura a
volver a ver a sus parientes y amigos como para advertirles que acaba de dejar
la tierra, y decirles que vive a pesar de ello. Evoque cada cual sus recuerdos,
y se verá cuantos hechos auténticos de este género, de los cuales no se daba
cuenta, han tenido lugar no solo de noche, durante el sueño, sino en pleno día
y en estado de la mis completa vigilia.
3. Transfiguración - Invisibilidad
22. El periespíritu
de las personas vivas aún goza de las mismas propiedades que el de los
Espíritus. Según se deja dicho, no está confinado en el cuerpo, sino que
irradia y forma alrededor de él una especie de atmósfera fluídica. Puede suceder,
pues, que en un determinado caso y bajo el influjo de las mismas circunstancias,
sufra una transformación análoga a la que hemos descrito. La forma real y
material del cuerpo puede desaparecer bajo esa envoltura fluídica, si así
podemos expresarnos, y tomar momentáneamente una apariencia del todo diferente;
la de otra persona o la del Espíritu que combina su fluido con el del individuo,
o bien dar a un rostro feo un aspecto bello y radiante. Tal es el
fenómeno designado bajo el nombre de transfiguración,
fenómeno bastante frecuente, y que se produce principalmente cuando las
circunstancias provocan una expansión, más abundante de fluido.
El fenómeno de la transfiguración puede manifestarse con una intensidad muy diferente, según el grado de depuración del periespíritu, grado que
corresponde siempre al de elevación moral del Espíritu. A
veces, se reduce a un simple cambio en el aspecto de la fisonomía, y puede en
otras, dar al periespíritu un aspecto luminoso y resplandeciente.
La forma material puede, pues, desaparecer
bajo el fluido periespiritual, pero no
es de necesidad para este fluido el tomar otro aspecto. A veces puede limitarse
a velar un cuerpo inerte o vivo, y hacerlo invisible para una o varias
personas, como lo haría una capa de vapor.
Las cosas actuales solo las tomamos como
puntos de comparación y no con la mira de establecer una analogía absoluta que
no existe.
23.
Estos fenómenos, no parecen extraños más que todo, porque no se conocen las
propiedades del fluido periespiritual. Es este un cuerpo nuevo que debe tener propiedades
nuevas y que no pueden estudiarse por los procedimientos ordinarios de la
ciencia; pero que no dejan de ser propiedades naturales, que solo la novedad tiene
de maravilloso.
__________________________________
Hasta
aquí las referencias del Libro de Los Espíritus del término "Periespíritu", en todos los Libros
Codificados los escritos por Allan Kardec
No hay comentarios:
Publicar un comentario