Frank Montañez Soy Espírita por Convicción
188. ¿Los espíritus puros habitan en
mundos especiales, o están en el espacio universal sin predilección de un globo sobre los otros?
«Los espíritus puros habitan en ciertos mundos, pero no están
confinados en ellos como los hombres en la tierra, y más fácilmente que los
otros pueden estar en todas partes».¹
________
¹ Según los espíritus, entre todos los globos que componen nuestro sistema planetario, la Tierra es uno de aquellos cuyos habitantes están menos adelantados física y moralmente, Marte es inferior, y Júpiter mucho más superior en todos conceptos.
El Sol no es un mundo habitado por seres corporales, sino un punto de reunión de los espíritus superiores, que desde
allí irradian por medio del pensamiento a los otros mundos que dirigen por mediación de espíritus menos elevados, con los cuales comunican merced al fluido universal. Como constitución física, el Sol es un foco de electricidad.
Parece que todos los soles se encuentran en posición idéntica.
El volumen y distancia que separa a los planetas del Sol no tienen ninguna relación necesaria con el grado de adelanto de los mundos, puesto que parece que Venus está más adelantado que la Tierra,
y Saturno menos que Júpiter.
Muchos espíritus que han animado a personas conocidas en
la Tierra, han dicho que estaban reencarnadas en Júpiter, uno de los mundos más próximos a la perfección, y ha podido causar admiración ver en este mundo tan adelantado a hombres que la opinión en la Tierra no conceptuaba dignos de
tanto.
Nada debe sorprender esto, si se considera que ciertos espíritus que habitan en este planeta, pudieron ser enviados a la Tierra para desempeñar una misión, que a nuestros ojos no les hacia dignos del primer puesto. En segundo lugar, entre su existencia terrestre y la que viven en Júpiter. pueden haber vivido otras intermediarias, durante las cuales se hayan mejorado; y en tercer lugar, en este mundo, como en el nuestro, hay diferentes grados de ese envolvimiento, entre los cuales puede haber la distancia que separa entre nosotros al salvaje del hombre civilizado. Así, pues, del hecho de habitar en Júpiter, no se sigue que ha de estarse al nivel de los seres más adelantados,111 del mismo modo que no por vivir en París se ha de estar a la altura de uno de los sabios del Instituto.
Las condiciones de longevidad tampoco son las mismas en todas partes que en la Tierra, y la edad no puede compararse. Una persona que había muerto hacía algunos años, fue evocada, y dijo que estaba encarnada hacia ya seis meses, en un mundo cuyo nombre nos es desconocido. Preguntada acerca de la edad que en aquel mundo tenía contestó: «No puedo precisarla; porque no contamos como vosotros; además. el modo de vivir no es el mismo, pues aquí nos desarrollamos mucho más pronto, y sin embargo, aunque sólo hace seis de vuestros meses que me encuentro en este mundo, puedo decir, que, en punto a inteligencia, tengo treinta años de la
edad que contaba en la Tierra».
Muchas respuestas análogas han sido dadas por otros espíritus, y esto no es nada Inverosímil. ¿No vemos en la Tierra que una multitud de animales llegan en pocos meses a su desarrollo normal? ¿Por qué no ha de suceder lo mismo con el hombre en otras esferas? Obsérvese, por otra parte, que el desarrollo a que llega el hombre en la Tierra a la edad de treinta años, no pasa quizá de ser
una especie de infancia, comparado con el que está llamado a alcanzar. Se necesita ser muy miope de inteligencia para tomarnos en todo por tipos de la creación, y se rebaja mucho a la Divinidad. creyendo que, fuera de nosotros, nada hay que le sea posible.
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida
corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de
existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.
Publicado el 20 ago. 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario