El Método de Validación utilizado por los Espíritus presididos por el Espíritu de Verdad, pasó a ser el de la Doctrina misma, y en su propia sencillez lleva implícita la garantía de su eficiencia. Podemos compendiarlo así:
1º) Elección de colaboradores mediúmnicos insospechables, tanto en su aspecto Moral cuánto en lo que se refiere a la pureza de sus facultades y de la asistencia espiritual que recibían;
2º) Análisis riguroso de las comunicaciones, desde el punto de vista lógico, así como su cotejo con las verdades científicas demostradas, descartándose todo material que no pudiera ser justificado lógicamente;
3º) Contralor de las entidades espirituales comunicantes, por medio de la coherencia de sus comunicaciones y del tenor de su lenguaje, y
4º) Consenso Universal, vale decir, concordancia de varias comunicaciones, obtenidas por Médiums diferentes, en forma simultánea y en lugares diversos, acerca de un mismo tema.
Apoyado en tales principios, escudado con rigor en ése criterio, Kardec pudo poner por obra la difícil tarea de reunir la serie de informaciones que le permitieron organizar El Libro de los Espíritus. E interesa recordar que ése mismo criterio había sido enseñado en parte por El Libro de los Espíritus 14, así como por el apóstol Pablo en su Primera Epístola a los Corintios. De suerte que las raíces del método kardeciano están ya en el Nuevo Testamento.
Kardec expresó lo siguiente:“Apliqué a ésta nueva ciencia, como era mi costumbre, el método experimental. Jamás senté una teoría preconcebida; observé atentamente, comparé y deduje consecuencias. De los efectos procuré remontarme a las causas por la deducción y el encadenamiento lógico de los hechos. […]
Así había procedido en mís trabajos anteriores, desde la edad de quince a dieciséis años. Desde el primer momento me dí cuenta de la gravedad de la exploración que iba a emprender; entreví en aquéllos fenómenos la clave del problema tan oscuro y controvertido sobre el pasado y el porvenir de la humanidad, la solución de lo que había buscado toda mí vida; en una palabra, comprendí que se trataba de una revolución en las ideas y en las creencias; me era preciso proceder con circunspección y no a la ligera; ser positivista y no idealista, para no dejarme llevar de mís propias ilusiones”.
Con todo, Rivail estuvo a punto de abandonar éstos estudios, absorbido por otras ocupaciones; y éso hubiera hecho de no ser las reiteradas solicitudes de los señores Carlotti, destacado lingüista con quien mantenía una amistad de veinticinco años; Taillandier, literato, doctor en letras y más tarde miembro de la Academia Francesa; Tiedman-Manthèse, filósofo holandés y primo hermano de la reina de Holanda; Antonio Leandro Sardou, profesor lexicógrafo y autor de varias obras escolares; su hijo Victoriano Sardou, entonces joven estudiante de medicina y más tarde médium dibujante, famoso dramaturgo y miembro de la Academia Francesa; además de Pedro Pablo Didier, futuro editor de sus obras e impulsor de la famosa Librería Académica, quien seguía desde cinco años el estudio de tales fenómenos. Estas personalidades habían reunido cincuenta cuadernos de comunicaciones diversas que era preciso estudiar y catalogar. Conociendo la capacidad de síntesis de Rivail, entregaron a éste los mismos, pidiéndole analizarlos y cotejarlos en base a un plan orgánico. Rivail puso manos a la tarea: Tomó los cuadernos, los anotó cuidadosamente, suprimió las repeticiones y puso en su lugar los dictados de cada sesión. “Hasta entonces –dice él mismo- las sesiones en casa de la familia Boudin no tenían objeto determinado. Yo me propuse hallar en ellas la solución de los problemas que me interesaban desde el punto de vista de la filosofía, de la psicología y la naturaleza del Mundo Invisible. Llegaba a cada sesión con una serie de preguntas preparadas y ordenadas metódicamente, y siempre me eran contestadas con precisión, profundidad y lógica abundante”. […] “Huelga decir que, precisamente, estas comunicaciones desarrolladas y completadas luego formaron la base de El libro de los Espíritus”.
En 1856 Rivial asistió a reuniones Mediúmnicas que tenían lugar en casa del señor Roustan, con la señorita Japhet, sonámbula, como médium que obtenía interesantes comunicaciones. Por intermedio de ella hizo revisar las obtenidas anteriormente. Kardec manifiesta que no quedó del todo satisfecho con esta revisión, lo que lo motivó a consultar a otros médiums, siendo el caso que en preguntas espinosas de El libro de los Espíritus han llegado a colaborar hasta diez médiums distintos, como manifiesta en dicho libro.
Cuándo todo le pareció ser la expresión clara de la Doctrina, Rivail publicó el libro que salió a la luz el 18 de abril de 1857, en París, con el seudónimo de Allan Kardec, su nombre de otra existencia anterior entre los druidas. Esta primera edición constaba de 501 preguntas. Ella se agotó en pocos días, lo que obligó a reeditarla en su forma actual de 1018 preguntas, es decir, corregida y sumamente aumentada.
Ésta obra madre del Espiritismo forma parte de los 5 Libros Codificados, no existe el mal llamado Pentateuco Espírita, el que se integra con los siguientes libros que le sucedieron a aquél inicial:
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Frank Montanez, ...
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