Referencia : Libro de los Médiums, ítems ## 262 - 268.1-28
Distinción de los buenos y de los malos Espíritus...
Item # 262. - Si la identidad absoluta de los Espíritus es, en muchos casos, una cuestión accesoria y sin importancia, no sucede lo
mismo con la distinción de los buenos o malos Espíritus; su
individualidad puede sernos indiferente, su cualidad no lo es
jamás. En todas las comunicaciones instructivas es en donde
debe concentrarse más la atención, porque ésta sola es la que
puede darnos la medida de la confianza que debemos tener
con el Espíritu que se manifiesta, cualquiera que sea el nombre
que tome. ¿El Espíritu que se manifiesta, es bueno o malo? ¿A
qué grado de la escala espiritista pertenece? Aquí está la
cuestión principal. (Véase "Escala Espiritista", Libro de los
Espíritus, número 100).
Ítem 263. - Se juzga a los Espíritus, hemos dicho, como se juzga a
los hombres, por su lenguaje. Supongamos que un hombre
reciba veinte cartas de personas que le son desconocidas; por
el estilo, por los pensamientos, por una multitud de señales
conocerá, en fin, las que son instruidas o ignorantes, finas o
mal educadas, superficiales, profundas, frívolas, orgullosas,
formales, ligeras, sentimentales, etc. Lo mismo sucede con los
Espíritus; debe considerárseles como corresponsales que
jamás han visto, y preguntarse qué es lo que se pensaría del saber y del carácter de un hombre que dijera o escribiera
semejantes cosas. Se puede poner como regla invariable y sin
excepción, "que el lenguaje de los Espíritus está siempre en
razón de su grado de elevación". Los Espíritus realmente
superiores no sólo dicen grandes cosas, sino que las dicen en
término que excluyen, de la manera más absoluta, toda
trivialidad; por buenas que sean estas cosas, si están
empañadas con una sola expresión que resienta la bajeza, es
una señal indudable de su inferioridad y con mucha más razón
si el conjunto de las comunicaciones hiere la decencia por su
grosería. El lenguaje descubre siempre su origen, sea por el
pensamiento que manifiesta, sea por su forma, y aun cuando
un Espíritu quisiera engañarnos sobre su pretendida
superioridad, basta conversar algún tiempo con él para
conocerle.
264. La bondad y benevolencia son también atributos
esenciales de Espíritus depurados; no odian ni a los hombres ni
a los Espíritus; compadecen las debilidades, critican los errores,
pero siempre con moderación, sin aversión ni animosidad. Si se
admite que los Espíritus verdaderamente buenos sólo pueden
querer el bien y decir cosas buenas, se deducirá en
consecuencia que el lenguaje de los Espíritus que manifieste
falta de bondad y benevolencia, no dimana de un Espíritu
bueno.
265. La inteligencia está lejos de ser una señal cierta de
superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre
marchan juntas. Un Espíritu puede ser bueno, benévolo y tener
conocimientos limitados, mientras que un Espíritu inteligente e
instruido puede ser muy inferior en moralidad. Se cree con
bastante generalidad que, preguntando al Espíritu de un
hombre que ha sido sabio en una especialidad sobre la Tierra,
se obtendrá con más facilidad la verdad; esto es lógico y, sin
embargo, no es siempre verdadero. La experiencia demuestra
que los sabios, lo mismo que los otros hombres, sobre todo
aquellos que han dejado la Tierra hace poco, están aún bajo el
imperio de las preocupaciones de la vida corporal; no se
desprenden inmediatamente del Espíritu de sistema. Puede,
pues, suceder, que bajo las influencias de las ideas que
tuvieron cuando vivían y con las cuales se hicieron un título de gloria, vean menos claro de lo que nosotros lo pensamos. No
damos este principio como una regla, mucho le falta; decimos
únicamente que esto se ve, y que por consiguiente su ciencia
humana no siempre es una prueba de infalibilidad como
Espíritu.
266. Sometiendo todas las comunicaciones a un examen
escrupuloso, escudriñando y analizando el pensamiento y las
expresiones, como se hace cuando se trata de juzgar una obra
literaria, rechazando "sin vacilar" todo lo que peca por la lógica
y el buen sentido, todo lo que desmiente el carácter del Espíritu
que se tiene por presentado, desanima a los Espíritus falaces
que acaban por retirarse, bien convencidos de que no pueden
engañarnos. Lo repetimos, este medio es el sólo, pero infalible,
porque no hay malas comunicaciones que puedan resistir a una
crítica rigurosa. Los Espíritus buenos nunca se ofenden por
esto, puesto que ellos mismos lo aconsejan, y porque nada
tienen que temer del examen; sólo los malos son los que se
formalizan y quieren disuadir, porque lo pierden todo y por lo
mismo prueban lo que son. Sobre este asunto aquí está el
consejo dado por San Luis: "Cualquiera que sea la confianza
legítima que os inspiren los Espíritus que presiden vuestros
trabajos, la recomendación que no nos cansaríamos de repetir
y que tendríais que tener siempre en la memoria cuando os
entregáis a vuestros estudios, es que penséis y maduréis, que
sometáis a la prueba de la razón más severa, todas las
comunicaciones que recibís; que no descuidéis, desde que un
punto os parece sospechoso, dudoso u oscuro, el pedir las
explicaciones necesarias para poderos fijar".
267. Se pueden resumir los medios de reconocer la cualidad
de los Espíritus en los principios siguientes:
1º No hay otro criterio para discernir el valor de los Espíritus,
que el buen sentido. Toda fórmula dada a este efecto por los
mismos Espíritus es absurda y, no puede dimanar de Espíritus
superiores.
2º Se juzga a los Espíritus por su lenguaje y por sus
acciones. Las acciones de los Espíritus son los sentimientos
que inspiran y los consejos que dan.
3º Siendo admitido que los Espíritus buenos no pueden
decir ni hacer sino bien, todo lo que es malo no puede venir de un Espíritu bueno.
4º O Los Espíritus superiores tienen un lenguaje siempre
digno, noble, elevado, sin mezcla de ninguna trivialidad; todo lo
dicen con sencillez y modestia; jamás se alaban ni hacen nunca
ostentación de su saber ni de su posición entre los otros. El de
los Espíritus inferiores o vulgares tiene siempre algún reflejo de
las pasiones humanas; toda expresión que resienta la bajeza, la
suficiencia, la arrogancia, la presunción y la acrimonia, es un
indicio característico de inferioridad, o de superchería, si el
Espíritu se presenta bajo un nombre respetable y venerado.
5º No es menester juzgar a los Espíritus bajo la forma
material y la corrección de su estilo, pero si el sondear el
sentido íntimo, examinar sus palabras, pesarías fríamente, con
madurez y sin prevención. Toda separación de la lógica, de la
razón y de la prudencia, no puede dejar duda sobre su origen,
cualquiera que sea el nombre con que se disfrace el Espíritu.
(224).
6º El lenguaje de los Espíritus elevados es siempre idéntico,
sino en la forma, al menos en el fondo. Los pensamientos son
los mismos, cualquiera que sean los tiempos y el lugar, pueden
estar más o menos desarrollados, según las circunstancias, las
necesidades y la facilidad de comunicar, pero no serán
contradictorios. Si dos comunicaciones que llevan el mismo
nombre están en oposición la una con la otra, la una de las dos
es evidentemente apócrifa y la verdadera será aquella en la que
NADA desmiente el carácter conocido del personaje. Entre dos
comunicaciones firmadas, por ejemplo, de San Vicente de Paúl,
que la una predicase la unión y la caridad, y la otra se dirigiese
a sembrar la discordia, no hay persona de sensatez que
pudiese engañarse.
7º Los Espíritus buenos no dicen sino lo que saben; se
callan o confiesan su ignorancia sobre lo que ellos no saben.
Los malos hablan de todo con seguridad, sin cuidarse de la
verdad. Toda herejía científica notoria, todo principio que
choque el buen sentido, manifiesta el fraude si el Espíritu quiere
pasar por un Espíritu ilustrado.
8º Se reconocen también los Espíritus ligeros con la
facilidad que profetizan el porvenir y precisan los hechos
materiales que no nos está permitido conocer. Los Espíritus buenos pueden hacer presentir cosas futuras cuando este
conocimiento puede ser útil, pero jamás precisan las fechas;
todo anuncio de un acontecimiento a época fija es indicio de
una mixtificación.
9º Los Espíritus superiores se expresan sencillamente, sin
ser prolijos; su estilo es conciso, sin excluir la poesía de las
ideas y de las expresiones, claro, inteligible para todos, y no
necesita esfuerzos para ser comprendido; tienen el arte de
decir muchas cosas en pocas palabras, porque cada palabra
tiene su comprensión. Los Espíritus inferiores o falsos sabios,
ocultan con palabras huecas y el énfasis vacío de los
pensamientos. Su lenguaje es a menudo pretencioso, ridículo u
oscuro a fuerza de querer parecer profundo.
10º Los Espíritus buenos nunca mandan; no se imponen,
sino que aconsejan, y si no se les escucha, se retiran. Los
malos son imperiosos, dan órdenes, quieren ser obedecidos,
pero no se van aun cuando no lo sean. Todo Espíritu que
quiera hacerse respetar hace traición a su origen. Son
exclusivos y absolutos en sus opiniones y pretenden tener ellos
solos el privilegio de la verdad. Exigen una creencia ciega, y no
quieren sujetarse a la razón, porque saben que la razón les
quitaría la máscara.
11º Los Espíritus buenos no adulan; cuando se hace el bien
lo aprueban, pero siempre con reserva; los malos hacen el
elogio exagerado, estimulan el orgullo y la vanidad predicando
la humildad, y procuran "exaltar la importancia personal" de
aquellos cuya voluntad quieren captarse.
12º Los Espíritus superiores no hacen caso de las
puerilidades de la forma "en todas las cosas". Sólo los Espíritus
vulgares pueden dar importancia a los detalles mezquinos
incompatibles con las ideas verdaderamente elevadas. "Toda
prescripción meticulosa" es una señal cierta de inferioridad y
superchería de parte de un Espíritu que toma un nombre
imponente.
13º Es preciso desconfiar de las palabras extravagantes y
ridículas que toman ciertos Espíritus que quieren imponer a la
credulidad; y seria soberanamente absurdo el tomar estos
nombres por lo serio.
14º Igualmente es preciso desconfiar de los Espíritus que se presentan muy fácilmente bajo nombres extremadamente
venerados y no aceptar sus palabras sino con la más grande
reserva; en esto, sobre todo, se necesita una comprobación
severa, porque a menudo es una máscara que se ponen para
hacer creer sus relaciones íntimas con Espíritus adelantados.
Por este medio adulan la vanidad del médium y se aprovechan
de ella para inducirle muchas veces a cosas extrañas o
ridículas.
15º Los Espíritus buenos son muy escrupulosos sobre las
cosas que puedan aconsejar; en todo caso siempre tienen un
objeto "formal y eminentemente útil". Deben, pues, mirarse
como sospechosas todas aquellas que no tuviesen este
carácter o estuvieron condenados por la razón, y reflexionar
maduramente antes de emprenderlas, porque se expondría
cualquiera a desagradables mixtificaciones.
16º Se reconocen también los buenos Espíritus por su
prudente reserva sobre todas las cosas que pueden
comprometer; repugnan en descubrir el mal; los Espíritus
ligeros o malévolos se complacen en aumentarlo. Mientras que
los buenos procuran endulzar las contrariedades y predican la
indulgencia, los malos las exageran y siembran la cizaña con
insinuaciones pérfidas.
17º Los Espíritus buenos prescriben sólo el bien. Toda
máxima, todo consejo que no esté "estrechamente conforme
con la pura caridad evangélica", no puede ser la obra de
Espíritus buenos.
18º Los Espíritus buenos aconsejan siempre cosas
perfectamente racionales; toda recomendación que se apartase
de la "línea recta del buen sentido o de las leyes inmutables de
la naturaleza", indica un Espíritu limitado y por consiguiente
poco digno de confianza.
19º Los Espíritus malos o simplemente imperfectos se
hacen traición a sí mismos aún por señales materiales
con las cuales nadie podría engañarse. Su acción sobre el
médium es algunas veces violenta y provoca en él movimientos
bruscos y sacudimientos, una agitación febril y convulsiva que
hace contraste con la calma y la dulzura de los Espíritus
buenos.
20º Los Espíritus imperfectos aprovechan muchas veces los medios de comunicación, de los cuales disponen para dar
consejos pérfidos; excitan la desconfianza y la animosidad
contra los que les son antipáticos; aquellos que pueden quitar la
máscara a sus imposturas son, sobre todo, el objeto de su
animadversión. Los hombres débiles son su punto de mira para
inducirles al mal. Empleando sucesivamente los sofismas, los
sarcasmos, las injurias y hasta señales materiales de su poder
oculto para convencer mejor, procuran separarles de la senda
de la verdad.
21º El Espíritu de los hombres que han tenido en la Tierra
una preocupación única, moral y material, si no están
separados de la influencia de la materia, están aún bajo el
imperio de las ideas terrestres y llevan consigo una parte de
sus preocupaciones, de las predilecciones y "aun de las
manías" que tenían aquí bajo. Esto es lo que puede muy bien
conocerse en su lenguaje.
22º Los conocimientos que muchas veces ostentan ciertos
Espíritus no son la señal de su superioridad. La inalterable
pureza de sentimientos morales es en cuanto a esto la
verdadera piedra de toque.
23º No es menester preguntar a un Espíritu para conocer la
verdad. Ante todo es necesario saber a quién se dirige uno;
porque los Espíritus inferiores también ignorantes, tratan con
frivolidad las cuestiones más formales. No basta tampoco que
un Espíritu haya sido un gran hombre sobre la Tierra para tener
en el mundo de los Espíritus la soberana ciencia. Sólo la virtud
puede, purificándole, hacerle aproximar a Dios y extender sus
conocimientos.
24º La chanza de los Espíritus superiores es, a menudo, fina
y picante, pero nunca trivial. En los Espíritus burlones que no
son groseros la sátira mordaz es, a menudo, oportuna.
25º Estudiando con cuidado el carácter de los Espíritus que
se presentan, sobre todo al punto de vista moral, se reconocerá
su naturaleza y el grado de confianza que puede
concedérseles. El buen sentido no podría engañar.
26º Para juzgar a los Espíritus, así como para juzgar a los
hombres, antes es preciso saberse juzgar a sí mismo.
Desgraciadamente hay muchas personas que toman su opinión
personal por medida exclusiva de lo bueno y lo malo, de lo verdadero y lo falso; todo lo que contradice su manera de ver,
sus ideas, el sistema que han concebido o adoptado, es malo a
sus ojos. Tales gentes faltan evidentemente a la primera
cualidad para una sana apreciación: la rectitud del juicio; pero
no se lo creen así; es el defecto sobre el cual uno se hace más
ilusión.
Todas estas instrucciones dimanan de la experiencia y de la
enseñanza dada por los Espíritus; nosotros las completamos
con las contestaciones dadas por ellos sobre los puntos más
importantes.
268. Preguntas sobre la naturaleza y la identidad de los
Espíritus
1ª ¿Con qué señales se puede conocer la superioridad o la
inferioridad de los Espíritus? "Con su lenguaje, así como
vosotros distinguís a un atolondrado de un hombre sensato. Ya
lo hemos dicho: los Espíritus superiores no se contradicen
nunca y sólo dicen cosas buenas; sólo quieren el bien, esta es
su preocupación.
Los Espíritus inferiores están aún bajo el Imperio de las
ideas materiales; sus discursos se resienten de su ignorancia y
de su imperfección. Sólo es dado a los Espíritus superiores el
conocer todas las cosas y juzgarlas sin pasión."
2ª La ciencia en un Espíritu, ¿es siempre la señal cierta de
su elevación? "No, porque si aún está bajo la influencia de la
materia, puede tener vuestros vicios y vuestras
preocupaciones, Hay personas en este mundo que son
excesivamente celosas y orgullosas. ¿Crees, acaso, que dejan
estas imperfecciones desde que mueren?
Después de la salida de aquí queda una especie de
atmósfera que les envuelve y les deja todas estas cosas malas;
sobre todo aquellas que han tenido pasiones muy marcadas.
"Estos Espíritus medio imperfectos son más temibles que los
Espíritus malos, porque la mayor parte reúnen la astucia y el
orgullo a la inteligencia, Por su pretendido saber imponen a las
gentes sencillas e ignorantes, que aceptan sin comprobar sus
teorías absurdas y mentirosas; aun cuando estas teorías no
pudiesen prevalecer contra la verdad, no por eso dejan de
hacer un mal momentáneo, porque ponen trabas a la marcha
del Espiritismo y los médiums se ciegan voluntariamente sobre el mérito de lo que se les comunica. Esto es lo que requiere un
gran estudio de parte de los espiritistas ilustrados y de los
médiums; toda la atención debe dirigirse a distinguir lo
verdadero de lo falso."
3ª Muchos Espíritus protectores se designan bajo nombres
de santos o personas conocidas; ¿qué debemos creer con
respecto a esto?
"Todos los nombres de santos y personales conocidos no
bastarían para dar a cada hombre un protector; entre los
Espíritus hay pocos que tengan un nombre conocido sobre la
Tierra; por esto muchas veces no se nombran, pero vosotros
casi siempre queréis un nombre; entonces, para satisfaceros,
toman el de un hombre que vosotros conocéis y respetáis."
4ª Este nombre prestado, ¿puede ser considerado como un
engaño?
"Sería un fraude de parte de un Espíritu malo que quisiera
abusar; pero cuando es para el bien, Dios permite que suceda
de este modo entre los Espíritus de un mismo orden, porque
entre ellos hay solidaridad y semejanza de pensamientos."
5ª De este modo, cuando un Espíritu protector dice llamarse
San Pablo, por ejemplo, ¿no es cierto que sea el mismo
Espíritu o el alma del apóstol de este nombre? "De ninguna
manera, porque encontraréis millares de personas a quienes se
ha dicho que su ángel guardián era San Pablo u otro; pero,
¿qué os importa si el Espíritu que os protege está tan elevado
como San Pablo? Ya os lo he dicho: os hace falta un nombre,
toman uno para hacerse llamar y conocer, así como vosotros
tomáis nombres de bautismo para distinguiros de los otros
miembros de vuestra familia. De la misma manera pueden
tomar los de los arcángeles Rafael, San Miguel, etc., sin que
esto tenga consecuencias. "Por lo demás, cuanto más elevado
es un Espíritu tanto más se multiplica su radiación; creed, pues,
que un Espíritu protector de un orden superior puede tener bajo
su tutela a centenares de encarnados. Entre vosotros, sobre la
Tierra, tenéis notarios que se encargan de los negocios de cien
y doscientas familias; ¿por qué quisierais que nosotros,
espiritualmente hablando fuésemos menos aptos para la
dirección moral de los hombres que aquellos para la dirección
material de sus intereses?"
6ª ¿Por qué los Espíritus que se comunican toman a
menudo nombres de santos? "Se identifican con la costumbre
de aquellos a quienes hablan, y toman los nombres que son de
tal naturaleza que puedan hacer sobre el hombre la mayor
impresión en razón de sus creencias."
7ª ¿Ciertos Espíritus superiores que se evocan, vienen
siempre en persona, o bien, como algunos lo creen, no vienen
sino por medio de mandatarios encargados de transmitir el
pensamiento? "¿Por qué no han de venir en persona si pueden
hacerlo? Pero si el Espíritu no puede venir, entonces por fuerza
será un mandatario."
8ª ¿El mandatario es siempre bastante ilustrado para
contestar como lo haría el Espíritu que le envía? "Los Espíritus
superiores ya saben a quién confían el cuidado de
reemplazarles. Por lo demás, cuanto más elevados son los
Espíritus, más se confunden en un pensamiento común, de tal
modo que para ellos la personalidad es una cosa indiferente, y
lo mismo debe ser para vosotros, ¿Creéis, acaso, que en el
mundo de los Espíritus superiores sólo hay los que vosotros
habéis conocido en la Tierra capaces de instruiros?
Estáis de tal modo inclinados a creeros los tipos del
Universo, que siempre pensáis que, fuera de vuestro mundo, no
hay nada. Verdaderamente os parecéis a aquellos salvajes que
no han salido de su isla y creen que el mundo no va más allá."
9ª Comprendemos que sea así cuando se trata de una
enseñanza formal. ¿Pero cómo los Espíritus elevados permiten
a los Espíritus de baja esfera el que tomen nombres
respetables para inducir en error por máximas muchas veces
perversas?
"Lo hacen sin su permiso. ¿No sucede lo mismo entre
vosotros? Los que engañan de este modo serán castigados,
creedlo bien, y su castigo será proporcionado a la gravedad de
su impostura. De otro modo, si vosotros no fueseis imperfectos,
no tendríais alrededor vuestro sino buenos Espíritus; y si sois
engañados, a nadie debéis culpar sino a vosotros mismos. Dios
permite que suceda de este modo para probar vuestra
perseverancia y vuestro juicio y enseñaros a distinguir la verdad
del error; si no lo hacéis, es porque no estáis bastante elevados
y tenéis aun necesidad de lecciones de experiencia."
10ª Los Espíritus poco avanzados, pero animados de
buenas intenciones y del deseo de progresar, ¿están algunas
veces delegados para reemplazar a un Espíritu superior a fin de
proporcionarle la ocasión de ejercitarse en la enseñanza?
"Nunca en los grandes centros; quiero decir en los centros
formales y para una enseñanza general; aquellos que se
presentan lo hacen siempre por su propia cuenta y, como tú
dices, para ejercitarse; por esto sus comunicaciones, aunque
buenas, llevan siempre las marcas de su inferioridad. Cuando
son delegados, lo son únicamente para las comunicaciones
poco importantes, y las que se pueden llamar personales."
11ª Las comunicaciones espiritistas ridículas están algunas
veces mezcladas de máximas muy buenas. ¿Cómo se concilia
esta anomalía que parecería indicar el pensamiento simultáneo
de buenos y malos Espíritus? "Los Espíritus malos o ligeros se
mezclan también en dar sentencias sin reparar mucho en el
fondo o la significación. ¿Todos aquellos que las hacen entre
vosotros, los tenéis por hombres superiores? No; los Espíritus
buenos y malos no se rozan: la presencia de los buen os
Espíritus la reconoceréis en la uniformidad constante de buenas
comunicaciones."
12ª ¿Los Espíritus que inducen en el error, lo hacen siempre
sabiéndolo? "No; hay Espíritus buenos, pero ignorantes y que
pueden engañarse de buena fe, cuando tienen la conciencia de
su insuficiencia se convencen de ello y sólo dicen lo que
saben."
13ª ¿Cuando un Espíritu da una comunicación falsa, lo hace
siempre con una intención malévola? "No, si es un Espíritu
ligero, se divierte mixtificando y no tiene otro objeto."
14ª Puesto que ciertos Espíritus pueden engañar por su
lenguaje, ¿pueden también a la vista de un médium vidente,
tomar una apariencia falsa?
"Esto se hace pero con más dificultad. En todos los casos
nunca tiene lugar sino con un objeto que los mismos Espíritus
malos no conocen. Sirven de instrumentos para dar una
lección. El médium vidente puede ver Espíritus ligeros y
mentirosos, así como otros los oyen o escriben bajo su
influencia. Los Espíritus ligeros pueden aprovecharse de esta
disposición para abusar con apariencias engañosas; esto depende de las cualidades de su propio Espíritu."
15ª ¿Para no ser engañado basta estar animado de buenas
intenciones, y los hombres verdaderamente formales, que no
mezclan en sus estudios ningún sentimiento de vana
curiosidad, están expuestos a ser engañados?
"Evidentemente menos que los otros; pero el hombre tiene
siempre algunas extravagancias que atraen a los Espíritus
burlones; se cree fuerte y muchas veces no lo es; debe, pues,
desconfiar de la debilidad que nace del orgullo y de las
preocupaciones.
Nunca se toman bastante en cuenta estas dos causas, de
las que los Espíritus se aprovechan; adulando las manías,
están seguros de salir con la suya."
16ª ¿Por qué permite Dios que los Espíritus malos se
comuniquen y digan cosas malas? "Aun en aquello que es muy
malo hay una enseñanza; a vosotros toca el sacar provecho de
ello es muy necesario que haya comunicaciones de todas
clases para aprender a distinguir los Espíritus buenos de los
malos y serviros a vosotros mismos de espejo."
17ª ¿Pueden los Espíritus, por medio de las comunicaciones
escritas, inspirar desconfianza injusta sobre ciertas personas y
hacer que riñan los amigos? "Los Espíritus perversos y celosos,
en cuanto a mal pueden hacer lo que hacen los hombres; por
esto es menester tener cuidado. Los Espíritus superiores son
siempre prudentes y reservados cuando tienen que reprender;
no dicen mal; advierten con miramiento. Si quieren que, en su
interés, dos personas dejen de verse, harán nacer incidentes
que les separarán de una manera natural. Un lenguaje propio
para sembrar la turbación y la desconfianza es siempre el
hecho de un Espíritu malo, cualquiera que sea el nombre que
tome. Así, pues, no acojáis sino con circunspección el mal que
un Espíritu puede decir de cualquiera de vosotros, sobre todo
cuando un Espíritu bueno os ha hablado bien de él, y
desconfiad de vosotros mismos y de vuestras propias
prevenciones. En las comunicaciones de los Espíritus no toméis
sino lo que tengan de bueno, de grande, de racional, y lo que
vuestra conciencia apruebe."
18ª Por la facilidad con la cual los Espíritus malos se
mezclan en las comunicaciones, ¿parece que nunca debe uno estár cierto de obtener la verdad?
"Sí, puesto que tenéis un juicio para apreciarlas. Al leer una
carta sabéis conocer si es un grosero o un hombre bien
educado, un zote o un sabio aquel que os escribe; ¿por qué no
podríais hacerlo cuando los Espíritus os escribe? Si recibís una
carta de un amigo que está lejos, ¿qué es lo que os prueba que
es suya? Su escritura, diréis vosotros; ¿pero no hay falsarios
que imitan todas las escrituras, y tunantes que pueden conocer
vuestros negocios? Sin embargo hay señales con las cuales no
os engañaréis; lo mismo sucede con los Espíritus. Figuraos,
pues, que un amigo es el que os escribe, o que leéis la obra de
un escritor, y juzgad por los mismos medios."
19ª ¿Podrían los Espíritus superiores impedir que los
Espíritus malos tomasen nombres falsos? "Ciertamente lo
pueden; pero cuando peores son los Espíritus, más testarudos
son, y a menudo se resisten a las órdenes. Es muy necesario
también que sepáis que los Espíritus superiores se interesan
por unas personas más que por otras, y cuando lo juzgan
necesario saben preservarlas de la mentira; contra estas
personas los Espíritus mentirosos son impotentes."
20ª ¿Cuál es el motivo de esta parcialidad? "No es
parcialidad, es justicia; los Espíritus buenos se interesan por
aquellos que hacen caso de sus avisos, y trabajan formalmente
para su propia mejora; son sus preferidos y les secundan, pero
se cuidan poco de aquellos con los cuales pierden su tiempo
con hermosas palabras." 21ª ¿Por qué permite Dios a los
Espíritus malos cometer el sacrilegio de tomar falsamente
nombres venerados?
"También podríais preguntar por qué Dios permite a los
hombres mentir y blasfemar. Los Espíritus, así como los
hombres, tienen su libre albedrío, tanto en el bien como en el
mal; pero ni a los unos ni a los otros les hará falta la justicia de
Dios."
22ª ¿Hay fórmulas eficaces para echar fuera a los Espíritus
mentirosos? "Fórmula es la materia; buen pensamiento hacia
Dios, vale más."
23ª Ciertos Espíritus han dicho que tenían señales gráficas
inimitables, especie de emblemas que pueden hacerles
reconocer y hacer constar su identidad. ¿Esto es verdad? "Los Espíritus superiores no tienen otras señales para hacerse
reconocer que la superioridad de sus ideas y de su lenguaje.
Todos los Espíritus pueden imitar una señal material. En cuanto
a los inferiores, se hacen traición de tantos modos, que es
menester ser ciego para dejarse engañar."
24ª ¿Los Espíritus mentirosos pueden también fingir el
pensamiento? "Fingen el pensamiento como las decoraciones
del teatro fingen la naturaleza."
25ª ¿Parece de este modo que siempre es fácil el descubrir
la falsificación por medio de un estudio atento? "No lo dudéis;
los Espíritus no engañan sino a los que se dejan engañar. Pero
es necesario tener los ojos de comerciante de diamantes para
distinguir la verdadera piedra de la falsa; así pues, el que no
sepa distinguir la piedra fina de la falsa, que se dirija al
lapidario." 26ª Hay personas que se dejan seducir por un
lenguaje enfático; que se pagan de palabras más que de ideas;
que toman también las ideas falsas y vulgares por ideas
sublimes; ¿cómo estas personas, que ni siquiera son aptas
para juzgar las obras de los hombres, pueden juzgar las de los
Espíritus?
"Cuando estas personas tienen bastante modestia para
reconocer su insuficiencia, no se fían de ellas mismas; cuando
por el orgullo se crean más capaces de lo que son, sufren la
pena de su tonta vanidad. Los Espíritus mentirosos saben a
quién se dirigen; hay personas sencillas y poco instruidas que
son más difíciles de engañar que otras que tienen genio y
saber. Adulando las pasiones hacen del hombre todo lo que
quieren.
27ª En la escritura, ¿los Espíritus malos se hacen traición
algunas veces por señales materiales involuntarias? "Los
hábiles no lo hacen; los torpes se descubren. Toda señal inútil y
pueril es un indicio cierto de inferioridad; los Espíritus elevados
nada hacen inútil."
28ª Muchos médiums reconocen los buenos y los malos
Espíritus con la impresión agradable o desagradable que
resienten al acercarse. Preguntamos si la impresión
desagradable, la agitación convulsiva, el malestar, en una
palabra, ¿son siempre indicios de la mala naturaleza de los
Espíritus que se manifiestan? "El médium experimenta las sensaciones del estado en que se encuentra el Espíritu que
viene a él. Cuando el Espíritu es feliz, está tranquilo, ligero,
sosegado; cuando es desgraciado, está agitado, febril, y esta
agitación pasa, naturalmente, al sistema nervioso del médium.
Por lo demás, lo mismo sucede al hombre en la Tierra: el que
es bueno está sereno y tranquilo; el que es malo, sin cesar está
agitado. Observación. Hay médiums de una impresión
nerviosa más o menos grande; por esto la agitación no podría
ser mirada como una regla absoluta; en esto como en todas las
cosas es menester tomar en cuenta las circunstancias. El
carácter penoso y desagradable de la impresión es un efecto de
contraste, porque si el Espíritu del médium simpatiza con el
Espíritu malo que se manifiesta, estará poco o nada afectado.
Por lo demás, es preciso no confundir la rapidez de la escritura,
que tiende a la extrema flexibilidad de ciertos médiums, con la
agitación convulsiva que los médiums más lentos pueden
experimentar al contacto de los Espíritus imperfectos.






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