"Los Espíritus imperfectos se alejan de aquellos que los rechazan."
Si no rechazas los malos pensamientos, las tristezas, los miedos que TODO es sugerido e inducido en tu mente por Espíritus Insípidos, estúpidos, embusteros, perversos, charlatanes, vengativos porque serás presa fácil de ellos. Te toca a tí, RECHAZAR con severidad esos malos Espíritus y decirle que tu no eres su juguete.
Si no rechazas los malos pensamientos, las tristezas, los miedos que TODO es sugerido e inducido en tu mente por Espíritus Insípidos, estúpidos, embusteros, perversos, charlatanes, vengativos porque serás presa fácil de ellos. Te toca a tí, RECHAZAR con severidad esos malos Espíritus y decirle que tu no eres su juguete.
El Libro de Los Médiums #518. Dado que los Espíritus son atraídos hacia los individuos por sus simpatías, ¿lo son también hacia las reuniones de individuos por causas particulares?
“Los Espíritus acuden de preferencia a los lugares donde están sus semejantes. Allí se sienten más cómodos y están más seguros de que se les escuchará. El hombre atrae hacia sí a los Espíritus en virtud de sus tendencias, ya sea solo o como parte de un todo colectivo: una sociedad, una ciudad o un pueblo. Por consiguiente, hay sociedades, ciudades y pueblos que son asistidos por Espíritus más o menos elevados, conforme al carácter y las pasiones que imperen allí. Los Espíritus imperfectos se alejan de aquellos que los rechazan. De ahí resulta que el perfeccionamiento moral de un todo colectivo, así como el de los individuos, tiende a alejar a los Espíritus malos y a atraer a los buenos. Estos estimulan y mantienen el sentimiento del bien en las masas, así como los otros pueden inspirar en ellas las pasiones malas.”
El Libro de Los Médiums #249. Los
medios de combatir la obsesión varían de acuerdo con el carácter que esta
adopte. En realidad, no existe peligro para el médium que está persuadido de
que se halla en relación con un Espíritu mentiroso, como ocurre en la obsesión
simple, que no es más que un hecho desagradable para el médium. No obstante, precisamente
porque le resulta desagradable, el Espíritu tiene un motivo más para obstinarse
en molestarlo. En ese caso, debemos hacer dos cosas esenciales:
· Primero, mostrar al Espíritu que no nos
engaña y que le será imposible seducirnos;
·
Segundo, agotar su paciencia,
mostrándonos más pacientes que él. Cuando el Espíritu se haya convencido de que
pierde el tiempo, acabará por retirarse, como hacen los entrometidos a quienes
no se les presta atención.
Sin embargo, esto no siempre es
suficiente, y puede tomar largo tiempo liberarse, pues hay Espíritus
obstinados, para los cuales meses y años poco significan.
·
Además, el médium debe hacer un llamado
fervoroso a su ángel bueno, así como a los Espíritus buenos por los que siente
simpatía, a fin de rogarles que lo asistan.
·
En cuanto al Espíritu obsesor, por malo
que sea, hay que tratarlo con severidad,
pero al mismo tiempo con benevolencia, y derrotarlo mediante un buen
comportamiento, orando por él.
· Si es realmente perverso, al principio se
burlará, pero al moralizarlo
con perseverancia concluirá por enmendarse. Se trata de emprender una
conversión: tarea muchas veces penosa, ingrata, incluso desagradable, pero cuyo
mérito radica en la dificultad que ofrece.
Con todo, si se lleva a cabo de manera
correcta, siempre brindará la satisfacción de haber cumplido con un deber de
caridad y, con frecuencia, la de haber hecho que un alma descarriada vuelva al
camino del bien.
Asimismo, conviene interrumpir toda
comunicación escrita tan pronto como se compruebe que procede de un Espíritu
malo que no quiere entrar en razón, a fin de no darle el placer de que lo escuchen.
En ciertos casos, puede incluso ser
conveniente que el médium deje de escribir durante algún tiempo, lo que se
determinará de acuerdo con las circunstancias. No obstante, si bien el médium
escribiente puede evitar esas conversaciones absteniéndose de escribir, no
sucede lo mismo con el médium auditivo, a quien el Espíritu obsesor persigue, a
veces, a cada instante, con sus expresiones groseras y obscenas, y que ni
siquiera dispone del recurso de taparse los oídos.
Por lo demás, es preciso reconocer que algunas
personas se divierten con el lenguaje vulgar de esa clase de Espíritus, a los
que alientan y provocan al celebrar sus tonterías, en vez de imponerles
silencio y moralizarlos. Nuestros consejos no pueden aplicarse a los que
quieren ahogarse.
Libro de Los Espíritus: Intervención
de los Espíritus en el Mundo Corporal
Influencia
oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y en nuestras acciones
459. Los Espíritus,
¿influyen en nuestros pensamientos y en nuestras acciones?
“En ese aspecto su influencia es mayor de lo que
creéis, pues muy a menudo son ellos quienes os dirigen.”
460. Además de
nuestros propios pensamientos, ¿tenemos otros que nos son sugeridos?
“Vuestra alma es un Espíritu que piensa. No
ignoráis que muchos pensamientos se os ocurren a la vez sobre un mismo asunto,
y que a menudo son muy contradictorios. Pues bien, los hay siempre vuestros y
nuestros. Eso os genera incertidumbre, porque tenéis en vosotros dos ideas que
se combaten mutuamente.”
461. ¿De qué modo
podemos distinguir nuestros propios pensamientos de aquellos que nos son
sugeridos?
“Cuando se os sugiere un pensamiento, es como una
voz que os habla. Vuestros propios pensamientos son, por lo general, los que se
os ocurren primero. Por otra parte, esa distinción no reviste gran interés para
vosotros, y con frecuencia es útil no saberlo, pues de ese modo el hombre obra
con mayor libertad. Si se decide por el bien, lo hace de buen grado. En cambio,
si toma el camino del mal, mayor será su responsabilidad.”
462. Los hombres
inteligentes y de genio, ¿toman siempre sus ideas de sí mismos?
“A veces las ideas proceden de su propio Espíritu.
Sin embargo, a menudo les son sugeridas por otros Espíritus que los juzgan
capaces de comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en
sí mismos, apelan a la inspiración. En ese caso, se trata de una evocación que hacen
sin sospecharlo.”
Si fuese útil distinguir con claridad
los pensamientos propios de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría
proporcionado los medios para hacerlo, así como nos ha dado los medios que nos
permiten distinguir el día de la noche. Cuando algo se nos presenta de modo
impreciso es porque debe ser así para nuestro bien.
463. A veces se
dice que lo que se nos ocurre primero siempre es bueno. ¿Es esto exacto?
“Puede ser bueno o malo, conforme a la naturaleza
del Espíritu encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha 464. ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos
ha sido sugerido procede de un Espíritu bueno o de uno malo?
“Estudiadlo. Los Espíritus buenos sólo aconsejan el bien. A
vosotros os cabe distinguir.”
465. ¿Con qué
objetivo los Espíritus imperfectos nos impulsan al mal?
“Para haceros sufrir como ellos sufren.”
[465a] – ¿Disminuye
eso sus padecimientos?
“No, pero lo hacen por envidia, al ver seres más
felices.”
[465b] – ¿Qué clase
de padecimientos quieren que experimentemos?
“Los que resultan de pertenecer a un orden
inferior y alejado de Dios.”
466. ¿Por qué Dios
permite que algunos Espíritus nos inciten al mal?
“Los Espíritus imperfectos son los instrumentos destinados a
probar la fe y la constancia de los hombres en el bien. Puesto que tú eres un
Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito. Por eso pasas por las
pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en ponerte en el camino del bien. Cuando las malas influencias actúan sobre
ti es porque tú las llamas con el deseo del mal, pues los Espíritus inferiores
acuden a ayudarte en el mal cuando tienes la voluntad de cometerlo. Ellos sólo
pueden ayudarte en el mal cuando tú quieres el mal. En efecto, si eres propenso
al crimen, tendrás alrededor tuyo una nube de Espíritus que mantendrán en ti
ese pensamiento. Sin embargo, también hay otros Espíritus que tratarán de
infundirte el bien, con lo cual se restablece el equilibrio y entonces eres
dueño de tus actos.”
De ese modo, Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que debemos seguir, así como la libertad de ceder a una u otra de las influencias opuestas que se ejercen sobre nosotros las buenas inspiraciones.”
467. ¿Podemos
liberarnos de la influencia de los Espíritus que nos incitan al mal?
“Sí, porque esos Espíritus sólo se apegan a
quienes los provocan con sus deseos o los atraen con sus pensamientos.”
468. Los Espíritus
cuya influencia rechazamos mediante la voluntad, ¿renuncian a sus tentativas?
“¿Qué quieres que hagan? Cuando no pueden hacer
nada, se retiran. No obstante, aguardan el momento favorable como el gato que
acecha al ratón.”
469. ¿De qué modo
podemos neutralizar la influencia de los Espíritus malos?
“Haced el bien y poned toda vuestra confianza en
Dios para lograrlo. Así rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores y
destruiréis el imperio que ellos quieren ejercer sobre vosotros. Guardaos de
escuchar las sugestiones de los Espíritus que provocan malos pensamientos,
fomentan la discordia entre nosotros y excitan las pasiones malas. Desconfiad,
sobre todo, de los que exaltan vuestro orgullo, porque os atacan por el lado
débil. Por eso Jesús os hace decir en la oración dominical: Señor, no nos dejes caer
en la tentación, más líbranos del mal.79”
79
[San Mateo 6:13.
Vease tambien el §
872.]
470. Los Espíritus
que tratan de inducirnos al mal y que de ese modo ponen a prueba nuestra
firmeza en el bien, ¿han recibido la misión de hacerlo? En caso de que se trate
de una misión, ¿qué responsabilidad les cabe?
“Ningún Espíritu recibe la misión de hacer el mal.
Cuando lo hace, es por su propia voluntad, razón por la cual sufre las
consecuencias. Dios puede permitirle que lo haga para probaros, pero no se lo
ordena. Por otra parte, a vosotros os compete rechazarlo.”
471. Cuando
experimentamos un sentimiento de angustia, de ansiedad indefinible o de
satisfacción interior sin causa conocida, ¿depende eso únicamente de una
disposición física?
“Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que,
sin saberlo, mantenéis con los Espíritus, o que habéis mantenido con ellos
mientras dormíais.”
472. Los Espíritus
que quieren incitarnos al mal, ¿se limitan a sacar provecho de las
circunstancias en que nos encontramos, o pueden provocarlas?
“Sacan provecho de las circunstancias, pero
también suelen provocarlas impulsándoos, sin que lo sepáis, hacia el objeto de
vuestra codicia. Así, por ejemplo, si un hombre encuentra en su camino una suma
de dinero, no creáis que fueron los Espíritus los que la dejaron en ese lugar,
aunque sí pudieron transmitirle al hombre la idea de pasar por allí. En ese
caso, ellos le sugieren la idea de apropiarse del dinero, mientras que otros
Espíritus le sugieren que lo devuelva a su dueño. Lo mismo ocurre con el resto
de las tentaciones.”
Libro de Los Médiums
254. Concluiremos este capítulo con las
respuestas que los Espíritus dieron a nuestras preguntas, y que vienen a
corroborar lo que hemos expresado:
1. ¿Por qué algunos médiums no
consiguen liberarse de los Espíritus malos que se apegan a ellos? Por otra
parte, ¿a qué se debe que los Espíritus buenos, a quienes esos médiums llaman, no
sean lo bastante poderosos para alejar a los otros y comunicarse directamente?
“No se trata de que al Espíritu bueno le falte
poder. Sucede que, por lo general, el médium no tiene suficiente fuerza para
ayudarlo. La naturaleza del médium se presta mejor a ciertas relaciones, y su fluido
se identifica más con un Espíritu que con otro. Eso es lo que confiere tan
amplio dominio a los Espíritus que quieren engañarlo.”
2. Sin embargo, nos parece que hay
personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, que a pesar de eso se
ven impedidas de comunicarse con los Espíritus buenos.
“Se trata de una prueba. Además, ¿quién podría
garantizaros que su corazón no está manchado con algo de mal, o que su orgullo no
se oculta tras una apariencia de bondad? Esas pruebas, al mostrar al obseso su
debilidad, deben hacer que se encamine hacia la humildad.”
“¿Acaso hay alguien, en la Tierra, que pueda
considerarse perfecto? El que tiene todas las apariencias de la virtud puede
tener también muchos defectos ocultos, un antiguo fermento de imperfección. Así,
por ejemplo, vosotros decís que aquel que no hace daño y es leal en sus
relaciones sociales es un hombre bueno y digno. Pero ¿sabéis si sus cualidades
buenas no están empañadas por el orgullo? ¿Sabéis si no hay en él un trasfondo
de egoísmo? ¿Sabéis
si no es avaro, celoso, rencoroso, malediciente y
otras mil cosas que no percibís, porque vuestras relaciones con él no os han permitido
descubrirlas? El medio más efectivo para combatir la influencia de los
Espíritus malos consiste en acercarse todo lo posible a la naturaleza de los
buenos.”
3. La obsesión que impide a un médium
obtener las comunicaciones que desea, ¿es siempre un signo de indignidad de su
parte?
“No he dicho que se trate de un signo de
indignidad, sino que puede haber algún obstáculo que se oponga a determinadas comunicaciones.
El médium debe, pues, remover el obstáculo que se encuentra en sí mismo. Si no
lo hace, sus plegarias y sus súplicas de nada le valdrán. No basta con que un
enfermo le diga a su médico: ‘Devuélvame la salud, pues quiero estar sano’. El
médico no podrá hacer nada si el enfermo no hace lo que le corresponde.”
4. Así pues, la imposibilidad de comunicarse
con determinados Espíritus, ¿constituiría una especie de castigo?
“En determinados casos puede constituir un
verdadero castigo, así como la posibilidad de comunicarse con ellos es una
recompensa que debéis esforzaros por merecer.” (Véase “Pérdida y suspensión de
la Mediúmnidad”, § 220.)
5. ¿No se puede también combatir la
influencia de los Espíritus malos mediante su moralización?
“Sí, pero eso nunca se hace, a pesar de que no hay
que dejar de hacerlo, porque en muchas ocasiones constituye una tarea que se os
ha confiado, y que debéis cumplir de manera caritativa y con religiosidad. Por
medio de sabios consejos se puede inducir a los Espíritus malos al
arrepentimiento, a fin de acelerar su progreso.”
[5a] – En ese caso, ¿cómo puede un hombre ejercer más influencia
que los propios Espíritus?
“Los Espíritus perversos se acercan a los hombres, a quienes
tratan de atormentar, antes que a los otros Espíritus, de los cuales se alejan
todo lo posible. En esa aproximación a los humanos, cuando encuentran a alguien
que los moraliza, al principio no lo escuchan, e incluso se burlan de él.
Posteriormente, si este sabe interesarlos, terminan por dejarse impresionar.
Los Espíritus elevados sólo pueden hablarles en nombre de Dios, y eso los
espanta. Es evidente que el hombre no tiene más poder que los Espíritus superiores,
pero su lenguaje se identifica mejor con la naturaleza de los Espíritus
inferiores, y cuando él comprueba el influjo que puede ejercer sobre ellos, comprende
mejor la solidaridad que existe entre el Cielo y la Tierra. “Además, el influjo
que el hombre puede ejercer sobre los Espíritus guarda relación con su
superioridad moral. Él no domina a los Espíritus superiores, ni siquiera a los
que, sin ser superiores, son buenos y benévolos, pero sí puede dominar a los
Espíritus que son inferiores a él en moralidad.” (Véase el § 279.)
Acerca de las evocaciones
279. El
ascendiente sobre los Espíritus inferiores sólo se ejerce a través de la superioridad moral. Los Espíritus perversos reconocen la
autoridad de los hombres de bien. En cambio, contra quien sólo les opone la
energía de la voluntad, que es una especie de fuerza bruta, los Espíritus
perversos luchan y suelen ser los más fuertes. En cierta ocasión, alguien trataba
de dominar a un Espíritu rebelde mediante la exclusiva acción de su voluntad, y
recibió la siguiente respuesta: Déjame en paz con esos aires de
fanfarrón, pues no vales más que yo. ¿Qué se diría de un ladrón que predicase moral
a otro ladrón? Algunos se asombran de que el nombre de Dios, invocado contra
los Espíritus malos, por lo general no produzca ningún efecto. San Luis explicó
la causa de ese hecho en la respuesta siguiente:
“El nombre de Dios sólo ejerce influencia sobre
los Espíritus imperfectos cuando aquel que lo pronuncia puede valerse de ese
nombre con autoridad, en función de las virtudes que posee. Cuando lo pronuncia alguien que no tiene ninguna
superioridad moral, es una palabra como cualquier otra. Lo mismo sucede con las
cosas sagradas, con las que se trata de dominar a esos Espíritus. El arma más
poderosa se vuelve inofensiva en manos inexpertas o incapaces de manejarla.”
6. La subyugación corporal, llevada a
cierto grado, ¿puede causar la locura?
“Sí, una especie de locura cuya causa el mundo no
conoce, pero que no tiene relación con la locura común. Entre aquellos a quienes
se considera locos, muchos son apenas subyugados. Les haría falta un tratamiento moral, porque con los
tratamientos corporales se los vuelve realmente locos. Cuando los médicos
conozcan bien el espiritismo, sabrán hacer esa distinción y curarán más enfermos
que con las duchas.” (Véase el § 221.)
Inconvenientes y peligros
de la Mediúmnidad
Influencia del ejercicio
de la Mediúmnidad en la salud, en el cerebro y en los niños.
221. 1. La facultad Mediúmnica, ¿es el indicio de algún
estado patológico, o simplemente de un estado anómalo?
“Anómalo, a veces, pero no patológico. Hay
médiums cuya salud es muy firme. Los que están enfermos se hallan así por otras
causas.”
2. El ejercicio de la facultad Mediúmnica, ¿puede
producir cansancio?
“El ejercicio demasiado prolongado de cualquier
facultad provoca cansancio. La Mediúmnidad se encuentra en la misma situación,
en especial la que se aplica a los efectos físicos. Este tipo de Mediúmnidad
ocasiona forzosamente un consumo de fluido que provoca cansancio, y que se repara mediante el descanso.”
7. ¿Qué debemos pensar de los que,
viendo algún peligro en el espiritismo, creen que el medio de evitarlo sería
prohibir las comunicaciones espíritas?
“Si bien pueden prohibir a ciertas personas que se
comuniquen con los Espíritus, no pueden impedir que esas mismas personas reciban
manifestaciones espontáneas, dado que no les resultar posible suprimir a los
Espíritus, ni impedir que ejerzan su influencia oculta. Actúan como esos niños
que cierran los ojos y por eso creen que nadie los ve. Sería una locura
pretender suprimir un fenómeno que ofrece grandes ventajas, sólo porque algunos
imprudentes pueden abusar de él. El medio de prevenir esos inconvenientes consiste,
por el contrario, en hacer que ese fenómeno se conozca en profundidad.”
No cedas ante ningún Espíritus Impuro, tú no eres su
juguete, date a valer en esta vida.