El Libro de Génesis, uno de los 5 Libros de La Codificación Espírita nos dice:
El Juicio Final definido
La Génesis - Capítulo XVII
No. 62 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (San Mateo, 25:31 a 46 y El Evangelio según el Espiritismo, cap. XV).
No. 63. El bien debe reinar sobre la Tierra, pero para ello es preciso que los espíritus endurecidos en el mal, y que podrían ocasionar disturbios, sean excluidos de ella. Dios les dio el tiempo suficiente en ella para mejorar. Pero habiendo llegado el momento en que este planeta debe elevarse en la jerarquía de los mundos, por el progreso moral de sus habitantes, la estancia como espíritus y como encarnados les será prohibida a quienes no hayan aprovechado las instrucciones que incluso recibieron de él. Serán exiliados en mundos inferiores, como lo fueron en otra época sobre la Tierra los componentes de la raza adámica, al paso que serán reemplazados por espíritus superiores a ellos. Esta división será presidida por Jesús, y ella es descrita por estas palabras del juicio final: “Los buenos pasarán a mi derecha, y los malos a mi izquierda” (cap. XI, n.º 31 y ss.).
No. 64. La doctrina de un juicio final, único y universal, poniendo punto final para siempre a la Humanidad, repugna a la razón, en el sentido de que implicaría la inactividad de Dios durante la eternidad que precedió a la creación de la Tierra y durante la eternidad que seguirá a su destrucción. Surge una pregunta, ¿de qué utilidad sería entonces el Sol, la Luna y las estrellas que, según el Génesis, fueron hechos para iluminar a nuestro mundo? Sorprende que una obra tan inmensa haya sido levantada por tan poco tiempo y en beneficio de seres destinados, en su mayor parte y anticipadamente, a los suplicios eternos.
No. 65. Materialmente, la idea de un juicio único era, hasta cierto punto, admisible para quienes no buscaban la verdad de las cosas, cuando se creía que la Humanidad entera se hallaba exclusivamente sobre la Tierra y que todo, en el Universo, había sido hecho para sus habitantes. Es inadmisible desde que se sabe que hay miles de mundos parecidos que perpetúan a las humanidades por toda la eternidad, y entre los cuales la Tierra es un punto imperceptible de los menos importantes.
Este solo nos hace ver que Jesús tenía razón cuando decía a sus discípulos:
- “Hay muchas cosas que no puedo deciros porque vosotros no las comprenderíais”,
Ya que el progreso de las ciencias era indispensable para una interpretación depurada de ciertas palabras suyas. Seguramente los apóstoles, San Pablo y los primeros discípulos hubieran establecido diferentes dogmas de haber poseído los conocimientos astronómicos, geológicos, físicos, químicos, fisiológicos que hoy se tienen. Por eso Jesús aplazó para después el complemento de sus instrucciones y anunció que todas las cosas serían restablecidas.
66. Moralmente, un juicio definitivo y sin posibilidad de apelar es inconciliable con la bondad infinita del Creador, a quien Jesús nos lo presenta siempre como un buen padre que deja constantemente abierta la puerta para el arrepentimiento y con sus brazos prontos para recibir al hijo pródigo. Si Jesús hubiera entendido el juicio de esa forma, habría desmentido sus propias palabras.
Y además, si el juicio final debiese sorprender a los hombres de improviso, en sus labores habituales y a las mujeres encintas, nos preguntamos: ¿con qué objeto Dios no hace nada injusta ni inútilmente, haría nacer niños y crearía almas nuevas en ese instante supremo, al término fatal de la Humanidad, para hacerlas comparecer en el juicio en el momento de salir del seno materno, es decir, antes de haber tomado conciencia de sí mismas, mientras que otras tuvieron miles de años para reconocerse? ¿De qué lado, izquierdo o derecho, pasarán esas almas que no son aún ni buenas ni malas y a quienes están vedadas todas las vías ulteriores del progreso, ya que la Humanidad dejará de existir? (cap. II, n.º 19).
Quienes satisfacen su razón con tales creencias, que las conserven: es su derecho, nadie intentará violentarlos; pero que tampoco encuentren incorrecto que no todos compartan su opinión.
67. El juicio, por vía emigratoria, tal cual se le definió en el n.º 63, es racional. Se asienta sobre la justicia más rigurosa, ya que deja al espíritu su libre arbitrio por toda la eternidad y no supone privilegios para nadie. Implica que Dios entregó a todas sus criaturas una aptitud idéntica para el progreso y que la destrucción misma de un mundo, que acarrea la destrucción del cuerpo, no interrumpe el avance progresivo del espíritu. Tal es la consecuencia natural de la pluralidad de mundos y de la pluralidad de existencias.
De acuerdo con esta interpretación, la calificación de juicio final no es exacta, ya que los espíritus comparecen ante tribunales semejantes en cada renovación del mundo que habitan, hasta haber alcanzado un cierto grado de perfección. No hay, en realidad, un juicio final, pero hay juicios generales en todas las épocas de renovación parcial o total de la población de los mundos, como consecuencia de los cuales se verifican grandes emigraciones e inmigraciones de espíritus.
También Génesis nos dice en el CAPÍTULO XVIII
Los tiempos han llegado Señales de los tiempos
1. Los tiempos señalados por Dios han llegado, nos dicen por doquier, van a cumplir grandes acontecimientos para la regeneración humana. ¿En qué sentido debemos entender estas palabras proféticas? Para los incrédulos, carecen de valor. En su concepto, son sólo la expresión de una creencia pueril y sin fundamento. Para la mayoría de los creyentes, encierran algo de místico y sobrenatural que les parece una señal precursora de cambios en las leyes naturales. Ambas interpretaciones son igualmente erróneas: la primera, en cuanto implica una negación de la Providencia; la segunda, en cuanto esas palabras no anuncian una perturbación de las leyes de la Naturaleza, sino su cumplimiento.
2. Todo es armonía en la Creación. Todo revela una previsión que no se desmiente ni en las cosas pequeñas ni en las grandes. En principio, debemos apartar toda idea caprichosa inconciliable con la sabiduría divina. Y en segundo término, si nuestra época está marcada por el cumplimiento de ciertas cosas, es porque tienen su razón de ser en la marcha general del conjunto.
Una vez sentado este principio, diremos que nuestro planeta, así como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso. Progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen y, moralmente, por la depuración de los espíritus encarnados y desencarnados que lo pueblan. Estos dos progresos se relacionan y avanzan paralelamente, puesto que la perfección de la habitación está en relación con la del habitante. Físicamente el planeta sufrió transformaciones, constatadas por la ciencia, que lo hicieron habitable por seres cada vez más perfeccionados. Moralmente, la Humanidad progresa por el desarrollo de la inteligencia, el sentido moral y la dulcificación de las costumbres. Al mismo tiempo que el mejoramiento del globo se opera bajo el imperio de las fuerzas materiales, los hombres cooperan mediante el empeño de sus inteligencias: sanean las comarcas insalubres, vuelven las comunicaciones más fáciles y la tierra más productiva.
Ese doble progreso se verifica de dos modos: el uno, lento, gradual e insensible. El otro, caracterizado por cambios más bruscos, con cada uno de los cuales se opera un movimiento ascensional más rápido que marca con caracteres ostensibles los períodos progresivos de la Humanidad. Esos movimientos, subordinados en los detalles al libre albedrío de los hombres, son, en cierto modo, fatales en el conjunto, porque se encuentran sometidos a leyes, como los que se operan en la germinación, crecimiento y madurez de las plantas. Por ese motivo el movimiento progresivo es a veces parcial, es decir, limitado a una raza o nación, y otras es general.
El progreso de la Humanidad, de acuerdo con lo dicho, se efectúa en virtud de una ley. Ahora bien, como todas las leyes de la Naturaleza son obra eterna de la sabiduría y presciencia divinas, todo lo que es afecto de esas leyes es el resultado de la voluntad deDios y no de una voluntad accidental y caprichosa.
Es el producto de una voluntad inmutable. Por lo tanto, desde el momento en que la Humanidad está madura para ascender un grado, se puede establecer que los tiempos señalados por Dios han llegado, como se puede decir también que tal estación ha llegado por la madurez que se observa en los frutos.
También el 5to Libro de la Codificación Espirita; El Cielo Y el Infierno, dice lo siguiente:
La Providencia ha querido que la nueva revelación no sea privilegio de nadie, sino que tenga sus órganos por toda la Tierra, en todas las familias, tanto en los grandes como en los pequeños. Según estas palabras que hoy cumplen los médiums de nuestros días: “Y acontecerá en los postreros días -dice el Señor- que yo derramaré de mi espíritu sobre toda carne, profetizarán vuestros hijos, vuestras hijas y vuestros mancebos verán visiones, vuestros ancianos soñarán sueños. Y ciertamente en aquellos días derramaré de mi espíritu sobre mis siervos y sobre mis siervas y profetizarán” (Hechos de los apóstoles, Cáp. II, v. 17 y 18).
Mas declara también: Habrá falsos Cristos y falsos profetas (El Evangelio según el Espiritismo, Cáp. XXI).
Pues estos últimos tiempos han llegado ya. No el fin del mundo material, como se ha creído, sino el fin del mundo moral, es decir, la era de la regeneración.
Vamos a revisar lo que los Espíritus nos revelaron en La Codificación Espírita hace más de 155 años con relación a este tema y como los Espíritus utilizando las referencias de Biblia, nos dan su opinión.
Quiero comenzar diciendo que el Libre Albedrío de los seres humanos que es defendido por las Leyes Morales y con la comunicación obtenida por los espíritus; no acepta estos argumentos en lo absoluto. El tratar de persuadir a las personas que tomen decisiones en sus vidas tan drásticas, atenta contra esta ley moral.
Debemos evaluar lo que se nos dice, no con una fe ciega sino con cordura y con razonamiento lógico.
El Libro de Génesis, uno de los 5 Libros de La Codificación Espírita también nos dice:
Señales Precursoras
47. “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (San Mateo, 24:6 a 8).
50. “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
- Comentario de Allan Kardec: Esta expresión: la abominación desoladora, no sólo no tiene sentido, sino que se presta al ridículo. La traducción de Osterwald dice: “La abominación que causa la desolación”, lo que es muy diferente; el sentido deviene perfectamente claro, ya que se comprende que las abominaciones traigan consigo a la desolación como castigo. Cuando Jesús dice que la abominación llegará al lugar santo, la desolación también allí irá, será una señal de que los tiempos están próximos. [N. de A. Kardec.]
51. “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (San Marcos, 13:32).
53. “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
Comentario: Y a raíz de lo que se espera para el dia 21 de mayo del 2011, que no ocurrirá, “El Amor de Muchos se Enfriara”
El Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con gran majestad, rodeado por sus ángeles y con sonido de trompetas, les parecía mucho más imponente que un ser investido solamente de poder moral. Por eso, los judíos, que esperaban en el Mesías al rey de la Tierra, al más poderoso de todos los reyes, para colocar a su nación a la cabeza y elevar nuevamente el trono de David y Salomón, no quisieron reconocerlo en el humilde hijo del carpintero, sin autorización material.
Comentario de Allan Kardec: No obstante, ese pobre proletario de Judea se convirtió en el más grande entre los grandes. Conquistó con su autoridad moral más reinos que los potentados más poderosos. Sólo con su palabra y algunos miserables pescadores, revolucionó al mundo y a él deberán los judíos su rehabilitación. Jesús estaba en lo cierto cuando, a la pregunta de Pilato: “¿Eres tú rey?, respondió: “Tú lo dices.”
55. Es notable que, entre los antiguos, los temblores de tierra y el oscurecimiento del Sol eran accesorios obligatorios de todos los acontecimientos y presagios siniestros. Se encuentran estas señales en ocasión de la muerte de Jesús, de César y en una innumerable cantidad de circunstancias de la historia pagana. Si esos fenómenos se hubiesen producido tan frecuentemente como se los relata, no es posible que los hombres no hubieran conservado el recuerdo por tradición. En este relato se agregará que las estrellas caen del cielo, como para testimoniar a las generaciones futuras más cultas de que se trata de una ficción, ya que hoy sabemos que las estrellas no pueden caer.
56. No obstante, bajo esas alegorías se esconden grandes verdades. Primero, se anuncian las calamidades de todo tipo que conmoverán a la Humanidad y la diezmarán. Calamidades engendradas por la lucha suprema entre el bien y el mal, entre la fe y la incredulidad, entre las ideas progresistas y las ideas retrógradas; en segundo término, la difusión, en toda la Tierra, del Evangelio restablecido en su pureza primitiva; y en tercer término, el reino del bien, que será el de la paz y la fraternidad universales y que surgirá del código de moral evangélica puesto en práctica por todos los pueblos. Será verdaderamente el reino de Jesús, ya que él presidirá su establecimiento, pues los hombres vivirán bajo la égida de su ley. Reinado de felicidad, puesto que él dice: “Después de los días de aflicción vendrán los días de alegría.”
57. ¿Cuándo se cumplirán esas cosas? “Nadie lo sabe -dice Jesús-, ni el Hijo. Pero cuando llegue el momento, los hombres lo sabrán por las señales precursoras. Esas señales no se hallarán ni en el Sol, ni en las estrellas, sino en el estado social y en los fenómenos más morales que físicos, que podemos en parte deducir de sus alusiones.
Es muy cierto que ese cambio no podía operarse en vida de los apóstoles, pues de ser así Jesús no lo hubiera ignorado. Por otra parte, tal transformación no podía llevarse a cabo en algunos pocos años. Sin embargo, les habla como si fuesen a ser testigos de ello, puesto que, en efecto, ellos podrán revivir en esa época y trabajar en tal renovación. En una ocasión habla de la suerte próxima de Jerusalén, en otra toma ese hecho como punto de comparación con el porvenir.
58. ¿Será el fin del mundo lo que Jesús anuncia con su segunda venida, así como cuando dice: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, [...] y entonces vendrá el fin”?
No es lógico suponer que Dios destruirá el mundo precisamente en el momento en que éste entrará en la vía del progreso moral por la práctica de las enseñanzas evangélicas. Nada, por otra parte, en las palabras de Cristo, da señales de una destrucción universal, que, bajo tales condiciones, no sería justificable.
La práctica generalizada del Evangelio acarreará una mejora en el estado moral de los hombres, lo cual establecerá el reinado del bien y producirá la caída del reino del mal. Cristo hace alusión al fin del viejo mundo, de ese mundo gobernado por los prejuicios, el orgullo, el egoísmo, el fanatismo, la incredulidad, la rapacidad y todas las malas pasiones, cuando dice: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin.” Pero ese fin ocasionará lucha, y esa lucha generará los males que él profetiza.
“Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán”
59. “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi espíritu, y profetizarán” (Hechos de los Apóstoles, 2:17 y 18; y Joel, 2:28 y 29).
60. Si se considera el estado actual del mundo físico y del mundo moral, las tendencias, las aspiraciones, los presentimientos de las masas, la decadencia de las viejas ideas que se debaten en vano desde hace un siglo contra las ideas nuevas, no podremos dudar de que un nuevo orden de cosas se prepara y que el viejo mundo toca a su fin.
Si hoy, suprimiendo la parte alegórica de ciertos cuadros y escrutando el sentido íntimo de las palabras de Jesús, comparamos la situación actual con los tiempos descritos por él, deduciendo que éstos deben indicar la era de la renovación, no se puede negar que muchas de sus profecías se están cumpliendo, por lo que podemos inferir que nos aproximamos a los tiempos anunciados, suposición confirmada en todos los puntos del planeta por los espíritus que se manifiestan.
61. Tal como ha sido tratado (cap. I, n.º 32) el advenimiento del Espiritismo, coincidiendo con otras circunstancias, lleva adelante una de las más importantes profecías de Jesús, por la influencia que debe forzosamente ejercer sobre las ideas. Por otra parte, él es anunciado claramente en los Hechos de los Apóstoles: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán.”
Es el anuncio inequívoco de la vulgarización de la Mediúmnidad, que se revela en nuestros días en individuos de toda edad, sexo y condición y, en consecuencia, de la manifestación universal de los espíritus, ya que sin espíritus no habría médiums. Tal cosa, se dice: llegará en los postreros días. Ahora bien, ya que no llegamos al fin del mundo, sino, por el contrario, a su regeneración, debemos entender tales palabras como: los postreros días del mundo moral que termina (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXI).
A la luz de los acontecimientos de lo predicho por los Mercaderes Espirituales durante el 2011 y que nada ocurrió, y lo que los que dicen que el 2012 es el Final del Mundo equivocándose del mismo modo de los que lo hicieron en el 2011, presento primero a continuación, que ocurrió en el 2011:
Eso evitarás que actúes mal sin quererlo hacer, de eso se trata la Educación Espírita.
Ya ha llegado el tiempo de la Regeneración de La Humanidad. Ya pasó el primer siglo que dijeron los Espíritus Superiores y ya estamos a mitad del próximo siglo, a 46 años de este segundo siglo. Los signos de los tiempos que han de venir no serán mediante un nuevo diluvio, ni un cataclismo, ni una revuelta general, estos no son los signos de los tiempos.
“Todo sigue el orden natural de las cosas, y las leyes inmutables deDios no serán por ningún concepto interrumpidas. No veréis, por consiguiente, ni milagros, ni prodigios, ni nada sobrenatural en el sentido vulgar que se da a estas palabras. No miréis al cielo para buscar los signos precursores, porque no los hallaréis, y aquellos que os los anuncien os engañarán; pero mirad en torno de vosotros, entre los hombres, y aquí los hallareis.”,
según dicho por los mismos espíritus de La Codificación Espírita, el Libro El Cielo y El Infierno, escrito por Allan Kardec, y luego muy bien resumido en EL Libro Obras Póstumas, también escrito por Allan Kardec.
Lo siguiente es literalmente lo que dijeron los Espíritus Superiores sobre la Regeneración de La Humanidad, que bajo ninguna circunstancias deberá interpretarse con lo que muchos pronostican sobre las catástrofes y el fin del mundo ocurrirá en el 2012. Ya estamos a casi al final del año 2012 y nada ha ocurrido ni ocurrirá jamas. Eso si; los falsos profetas están por doquier, en todas partes tratando de adjudicarse crédito por lo que no han interpretado lo que la Regeneración de la Humanidad deberá ser. Pues esta Regeneración de La Humanidad se refiere al comportamiento Moral y no de destrucción física de los seres humanos, ni del mundo que Dios nos ha dado para vivir.
Les exhorto a evaluar lo dicho por Los Espíritus Superiores, muy bien explicado, hace 146 años, ellos dijeron lo siguiente hace 146 años luego de publicados 4 libros de la Codificación Espirita, solo faltaba la publicación del Libro de Génesis.
“Los Espíritus anuncian que son llegados los tiempos que la Providencia señaló para que se produjera una manifestación universal, y siendo ellos los ministros de Dios y agentes de su voluntad, su misión consiste en instruir e iluminar a los hombres, inaugurando una nueva era para la regeneración del género humano.”
Mi opinión al respecto es lo siguiente:
NO CREAS NI A FALSOS PROFETAS, NI A
MERCADERES ESPIRITUALES, QUE LO ÚNICO QUE BUSCAN ES EL BENEFICIO
PROPIO, NI A NINGUNA PREDICCIÓN ADIVINATORIA QUE
LO ÚNICO QUE HACEN ES CREAR EXPECTATIVAS PARA EL PROPIO
BENEFICIO MATERIAL DE LOS QUE SE PRESTAN PARA ESTAS TONTERÍAS.
DEBEMOS VER LA INFORMACIÓN QUE NOS DIERON
LOS ESPÍRITUS COMO LO QUE HA DE OCURRIR SIN PONER EN DUDA LO QUE UN
DIOS TODO PODEROSO, QUE ES INMUTABLE AUTORIZO A QUE SE NOS COMUNICARA.
CUALQUIER MENSAJE PSICOGRAFICO QUE CONTRADIGA LO AQUÍ EXPUESTO, TENDRÁ A
SER CONSIDERADO ADIVINATORIO Y NO AVALADO POR
LA CODIFICACIÓN ESPIRITA"
Frank Montañez".
Libro Obras Póstumas de Allan Kardec
25 de abril de 1866
(Paris. - Resumen de las comunicaciones dadas por monsieures
M y T, en Sonambulismo)
Regeneración De La Humanidad
Los acontecimientos se precipitan con rapidez, y por lo tanto, no os decimos como otras veces: "Los tiempos están próximos", sino que os decimos: "Los tiempos han llegado".
Por estas palabras no entendáis un nuevo diluvio, ni un cataclismo, ni una revuelta general. Las convulsiones parciales del globo han tenido lugar en todas las épocas y se producen aún, porque tienden a su constitución; pero estos no son los signos de los tiempos. Y no obstante, todo lo que fue predicho en el Evangelio, debe cumplirse y se cumple en este instante, como vosotros lo conoceréis más tarde; más no toméis los signos anunciados sino como figuras de las que es necesario buscar el Espíritu y no la letra.Todas las Escrituras contienen grandes verdades bajo el velo de la alegaría, y por esto los comentaristas que se han aferrado a la letra, se han equivocado. Les faltaba la clave para descifrar el sentido verdadero. Esta clave se halla en los descubrimientos de las ciencias y en las leyes del mundo invisible que os revela el Espiritismo. De hoy en adelante, con la ayuda de estos nuevos conocimientos, lo que está oscuro se hará claro e inteligible.
Todo sigue el orden natural de las cosas, y las leyes inmutables de Dios no serán por ningún concepto interrumpidas. No veréis, por consiguiente, ni milagros, ni prodigios, ni nada sobrenatural en el sentido vulgar que se da a estas palabras. No miréis al cielo para buscar los signos precursores, porque no los hallaréis, y aquellos que os los anuncien os engañarán; pero mirad en torno de vosotros, entre los hombres, y aquí los hallareis. ¿No sentís un viento que sopla sobre la tierra y agita todos los Espíritus? El mundo está atento y como en expectativa de un presentimiento vago acerca la proximidad de la tormenta.
No creáis por esto que venga el fin del mundo material: la tierra ha progresado después de su transformación, debe progresar aún y no puede ser destruida; pero la humanidad ha llegado a uno de esos períodos de transformación, y la tierra va a elevarse en la jerarquía de los mundos. No es, pues, el fin del mundo material lo que se prepara; es el fin del mundo moral,esto es, del viejo mundo, del viejo mundo de los prejuicios, del egoísmo, del orgullo y del fanatismo. Cada día se lleva algunos restos. Todo concluirá para él con la generación que se va, y la generación nueva elevará el nuevo edificio que las generaciones siguientes consolidaran y completaran.
De mundo de expiación, la tierra está llamada a ser un día un mundo de felicidad, y su habitación será una recompensa en lugar de ser un castigo. El reinado del bien debe suceder-al reinado del mal.
Para que los hombres sean felices sobre la tierra, se hace preciso que no sea poblada más que porEspíritus encarnados y desencarnados que sólo quieran el bien. Este tiempo ha llegado ya. Una grande emigración, de entre los que la habitan se está realizando en este momento. Aquellos que hacen el mal por el mal y a los que el sentimiento del bien no les atañe, son indignos de la tierra transformada y serán excluidos, porque le llevarían de nuevo las revueltas y confusiones, siendo un obstáculo a su progreso. Irán a espiar su endurecimiento en mundos inferiores, donde portarán el caudal de sus conocimientos y servirán a la causa del perfeccionamiento. En la tierra serán reemplazados por Espíritus mejores, que harán reinar entre ellos la justicia, la paz y la fraternidad.
La tierra, hemos dicho ya, no debe ser transformada por un cataclismo que acabe súbitamente con una generación. La actual desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá del mismo modo, sin que nada se altere en el orden ordinario de las cosas. Exteriormente todo pasará en su forma habitual con la sola y esencialísima diferencia de que una parte de los Espíritus que en ella se encarnaban, no volverán a encarnarse. En el niño que nazca, en vez de encarnar un Espíritu atrasado y con tendencias al mal,encarnará un Espíritu adelantado y portador del bien. Se trata, por lo tanto, menos de una generación corporal que de una nueva generación de Espíritus; y aquellos que esperan ver operarse esta transformación por efectos sobrenaturales y maravillosos, sufrirán una decepción.
La época actual es de transición: los elementos de dos generaciones se confunden. Colocados en el punto intermedio, asistís a la partida de una y a la llegada de otra, y cada cual se manifiesta en el mundo por los caracteres que le son propios.
Las dos generaciones tienen ideas y puntos de vista diametralmente opuestos. En la naturaleza de las disposiciones morales, y, sobre todo, de las intuitivas e innatas, es fácil distinguir a cuál de las dos pertenece cada individuo.
La nueva generación, debiendo fundar la era del progreso moral, se distingue por una inteligencia y una razón generalmente precoces, aunadas a un sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas; todo lo cual es signo indubitable de cierto grado de progreso anterior. No se crea por esto que toda ella la compongan Espíritus eminentemente superiores, pero sí de aquellos que habiendo progresado lo bastante, están predispuestos a asimilarse todas las ideas progresivas y sean aptos para secundar el movimiento regenerador.
Se distingue, por el contrario, a los Espíritus atrasados, por su rebelión desde el primer instante contra Dios, negando la providencia y todo poder superior a la humanidad; y después, por la propensión instintiva a las pasiones degradantes, a los sentimientos anti-fraternales del orgullo, la malevolencia, los celos, la lujuria, en fin, por el predominio, por el deseo vehemente en ellos hacia todo lo que es material. De estos vicios debe la tierra purgarse por el alejamiento de aquellos que rehúsan su enmienda y son incompatibles, por lo mismo, con el reino de la fraternidad y con los hombres de bien, que sufrirían con su contacto. La tierra será libertada y los hombres marcharán sin trabas hacia el porvenir mejor, que les está reservado en ese planeta como premio a sus esfuerzos y perseverancia, en tanto que una depuración más completa les abre la entrada en los mundos superiores.
Por esta emigración de los Espíritus no debéis entender que todos los retardatarios serán expulsados de la tierra y relegados a mundos inferiores. Muchos, por el contrario, reencarnarán para ceder al empuje de las circunstancias y del ejemplo, porque su corteza era peor todavía que el fondo. Una vez sustraídos a la influencia de la materia y de los prejuicios del mundo corporal, la mayor parte, y de esto lograréis muchos ejemplos, verán las cosas de una manera totalmente diferente de cuando vivan. En esto serán ayudados por los Espíritus buenos que se interesan por su bien y que se prestan a mostrarles el falso camino que habían seguido. Por vuestras preces y vuestras exhortaciones podéis también contribuir a su mejoramiento, estableciendo de este modo la solidaridad perpetua entre los muertos y los vivos.
Para aquellos, pues, que puedan volver de nuevo, esta vuelta les será un bien, porque será una recompensa. ¿Qué importa lo que ellos hayan sido ni lo que hayan hecho, si están animados de mejores sentimientos? Lejos de ser hostiles a la sociedad y al progreso, serán auxiliares útiles porque pertenecerían a la nueva generación.
No habrá, pues, exclusión definitiva más que para los Espíritus profundamente rebeldes, para aquellos a quienes el orgullo y el egoísmo, más que la ignorancia, les tiene sordos a la voz del bien y de la razón. Y aun estos mismos no serán condenados a una inferioridad perpetua, sino que vendrá un día en que repudiarán su pasado y abrirán los ojos a la luz.
Rogad por estos endurecidos a fin de que se enmienden ahora que es tiempo, porque el día de la expiación se les aproxima. Desgraciadamente, desconociendo la voz de Dios, la mayor parte de ellos persistirán en su ceguera, y su resistencia señalará el fin de su reinado por el de las luchas terribles. En su error correrán presurosos a su propia perdición. Apelarán a la destrucción que engendra multitud de males y de calamidades; y de este modo, sin quererlo, precipitarán el advenimiento de la nueva era, pero como la destrucción no será tan rápida como sus deseos, se multiplicarán los suicidios hasta en los niños, en una proporción desconocida. La locura no habrá arrebatado jamás tan gran número de hombres al libro, de los vivos aún antes de que estén muertos. Estas serán las verdaderas señales de los tiempos. Y todo se cumplirá por el encadenamiento de las circunstancias, sin que nada se derogue en las leyes de la naturaleza, tal como os lo llevamos dicho.
Entretanto, a través de la densa sombra que os envuelve y en medio de la grande tempestad que os amenaza, ¡ved aparecer los primeros fulgores de la era nueva! La fraternidad sienta sus fundamentos en todos los puntos del globo y los pueblos se tienden la mano; la barbarie se familiariza al contacto de la civilización; los prejuicios de razas y sectas, que han hecho derramar lagos de sangre, se extinguen; el fanatismo y la intolerancia pierden terreno, mientras que la libertad de conciencia se abre paso entre los buenos y se proclama como un derecho. Por todas partes las ideas fermentan: se ve el mal y se ensaya remediarlo, pero muchos caminan sin brújula y se engolfan en utopías. El mundo se halla empecinado en un inmenso trabajo de transformación que durará un siglo; en este trabajo, todavía confuso, se ve, no obstante, dominar una tendencia desde el principio: la de la unidad y uniformidad que predispone a la fraternidad. Éstos serán los signos de los tiempos que han de venir, bien contrarios, por cierto, a los precedentes, pues mientras estos son los de la agonía del pasado, aquellos son los primeros lamentos del niño que nace, los precursores de la aurora que lucirá sus galas en el siglo próximo, porque entonces la nueva generación estará en todo su apogeo. Mientras, el aspecto del siglo decimonono diferirá del aspecto del decimoctavo desde ciertos puntos de vista, como el siglo vigésimo diferir del actual por otros que le serán propios.
Uno de los caracteres distintivos de la nueva generación será la fe innata; no la fe exclusivista y ciega que divide a los hombres, sino la fe razonada que esclarece y fortifica, que une y confunde en un común sentimiento de amor a Dios y al prójimo. Con la generación que se extingue desaparecerán los últimos vestigios que la incredulidad y del fanatismo; contrarios por igual al progreso moral que al social.
El Espiritismo es el camino que conduce a la renovación, porque derroca los dos más grandes obstáculos que a ella se oponen: la incredulidad y el fanatismo. Como innato o en estado de intuición en el corazón de sus representantes, desenvuelve todos los sentimientos e ideas que corresponden a la nueva generación y da una fe sólida y esclarecida. La era nueva le vera engrandecer y prosperar por la fuerza misma de las cosas; viniendo a ser la base de todas las creencias y el punto de apoyo de todas las instituciones.
Pero hasta entonces, ¡que de luchas no habrá de sostener contra sus dos más encarnizados enemigos, la incredulidad y el fanatismo! Aunque parezca extraño, estos principios tan antitéticos, estos polos tan opuestos, se dan la mano para no ser vencidos en la lucha. Presienten el porvenir y su muerte, y no quieren dejar ondear sobre las ruinas del egoísta viejo mundo la bandera que ha de unir a todos los pueblos.
En la divina máxima: Fuera de la caridad no hay salvación, ellos leen su propia condenación, porque es el símbolo de la nueva alianza fraternal proclamada por Cristo, símbolo que se les presenta como la sentencia fatal del festín de Baltasar. Y sin embargo, esta máxima les garantiza que no han de ser víctimas de las represalias de aquellos a quienes hoy persiguen; esta máxima debieran hacerla objeto de su culto. Pero no, una fuerza ciega les impele a rechazar lo único que pudiera salvarles.
¿Qué podrán contra el ascendiente de la opinión que les repudia? El Espiritismo saldrá triunfante de la lucha, no lo dudéis, porque está en las leyes de la naturaleza, y es por eso mismo imperecedero. Ved porque multitud de medios, la idea se esparce y penetra en todas partes; estos medios, creedlo, no son fortuitos, sino providenciales, y si al principio parece deben servirles de obstáculo, es precisamente porque así ayudan a su propagación.
Dentro de poco surgirán campeones acreditados que apoyarán su autoridad en su nombre y en su ejemplo e impondrán silencio a los detractores, quienes no osarán calificarles de locos. Estos hombres harán sus estudios en el silencio y no se mostrarán hasta el momento propicio. Hasta entonces, es útil que permanezcan ignorados.
Dentro de poco veréis a las artes acudir al Espiritismo como una mina fecunda, y traducir sus pensamientos y los horizontes que descubre por la pintura, la música, la poesía y la literatura. Ya se os ha dicho que habrá un día para el arte espírita, como lo hubo para el arte pagano y para el arte cristiano, en que los más grandes genios se inspirarán en esta verdad. Pronto veréis los primeros resplandores y más tarde alcanzará el apogeo que debe alcanzar. Espiritistas, el porvenir es vuestro y de todos los hombres de corazón, y de confianza. No os arredren los obstáculos, porque no hay ninguno que pueda obstruir los designios de la Providencia. Trabajad sin interrupción y dad gracias a Dios por haberos colocado a la vanguardia de la nueva falange. Este es un puesto de honor que habéis pedido y del que os haréis dignos por vuestro valor, vuestra perseverancia y vuestro desinterés. Aquellos que sucumban valerosamente en esta lucha contra la fuerza, obtendrán su galardón; a los que sucumban por debilidad o miedo, la confusión les rodeará en el mundo de los Espíritus. Las luchas son necesarias para fortificar el alma; el contacto del mal hace apreciar mejor las ventajas del bien. Sin las luchas que estimulan las facultades, el Espíritu se entregaría a una apatía funesta para su progreso. Las luchas contra los elementos desarrollan las fuerzas físicas e inteligentes; las luchas contra el mal desenvuelven las fuerzas morales.
Libro de Los Espíritus también nos habla:
….Todos vosotros, hombres de fe y de buena voluntad, trabajad pues, con celo y valor en la gran obra de la regeneración, por cuanto cosecharéis centuplicado el grano que hayáis sembrado. Desventurados los que cierren los ojos a la luz, porque se están preparando para sí mismos largos siglos de tinieblas y decepciones. Desventurados los que cifren todas sus alegrías en los bienes del mundo, porque soportarán más privaciones que goces hayan tenido. Y desventurados, sobre todo, los egoístas, porque no encontrarán a nadie que les ayude a cargar el fardo de sus miserias…
SAN LUIS
Conclusión:
Allan Kardec le fue revelado su misión y también le fue revelado los acontecimientos futuros. Los Espíritus fueron claros en su mensaje. De existir cualquier prodigio, o adivinación, anunciando una destrucción de la humanidad, ha de ser por espíritus ligeros o impuros que no saben nada del plan de Dios para la humanidad en términos en lo referente a la destrucción del mundo.
Todos los que han pronosticado cataclismos, diluvios, 3 días de oscuridad, destrucción del mundo de acuerdo a profecías mayas o de los Indios Hopis. O que unos extraterrestres se comunicaron con la Princesa de Japón. TODAS ESAS COMUNICACIONES HAN SIDO por ESPÍRITUS LIGEROS, sin autoridad espiritual.
Los que infieren una segunda venida de Jesús, también se equivocan y se han equivocado siempre. El Alma es Inmortal y no necesita ningún arrebatamiento para cumplir con su proceso evolutivo. Es tiempo de que los religiosos reconozcan que han estado basándose en conceptos erróneos que a clara luz, presentan a Dios como uno Ruin, Perverso, Vengativo, Mutable que quiere castigar a la humanidad, todo eso es falso de toda falsedad.¿Pero Frank la Biblia lo dice?. La Biblia se equivocó, pues los hombres que la escribieron fueron influenciados por espíritus ligeros que no sabían los acontecimientos futuros y que no tenían permiso de Dios de revelar nada que no fuera que Dios ama la humanidad y que no castigara a nadie. El Espiritismo no cree en la adivinación y no es permitido a ningún espíritu a dar noticias del porvenir de la humanidad.
Ninguna profecía del fin del mundo se ha cumplido jamás. Los Espíritus Superiores y Puros dijeron lo siguiente:
El cataclismo que se os anunció será un cataclismo Moral, del que todos los hombres seréis instrumentos.
Libro de Obras Póstumas
Revoluciones del globo
La Génesis - Capítulo IX
Cataclismos futuros
11. Las grandes conmociones de la Tierra se han producido en épocas en las que la corteza sólida del planeta, debido a su escaso espesor, ofrecía una débil resistencia a la actividad de las materias incandescentes de su interior. Esas conmociones fueron disminuyendo de intensidad a medida que la corteza se consolidaba. Numerosos volcanes se encuentran actualmente extinguidos, mientras que otros fueron sepultados por los terrenos de formación posterior.Por cierto, todavía podrán producirse perturbaciones locales a consecuencia de erupciones volcánicas provenientes de algunos volcanes nuevos, y a raíz de inundaciones repentinas de determinadas regiones; algunas islas podrán surgir del mar y otras ser devoradas por él, pero la época de los cataclismos generales, como los que caracterizaron los grandes períodos geológicos, ya pasó. La Tierra consiguió una estabilidad que, sin ser absolutamente invariable,
mantiene en adelante al género humano a resguardo de las perturbaciones generales, a menos que intervengan causas desconocidas, ajenas a nuestro globo, que de ningún modo se pueden prever.
12. En cuanto a los cometas, en la actualidad tenemos plena certeza de la influencia que ejercen, más saludable que nociva. Parecieran destinados a reabastecer a los mundos, si así podemos decirlo,
aportándoles los principios vitales que almacenaron durante su trayectoria a través del espacio y en la vecindad de los soles. Así pues, serían fuentes de prosperidad y no mensajeros de desgracias.
A consecuencia de su naturaleza fluídica, hoy debidamente comprobada (Véase el Capítulo VI, § 28 y siguientes), ya no hay que temer un choque violento de un cometa con nuestro planeta, porque si alguno de ellos se encontrase con la Tierra, sería esta la que lo atravesaría como si pasase por un banco de niebla.
Menos temible aún es la cola que arrastran, pues no es otra cosa que la reflexión de la luz solar en la inmensa atmósfera que los circunda, al punto que se la ve constantemente dirigida hacia el lado opuesto al Sol y cambia de dirección de acuerdo con la posición de ese astro.
Esa materia gaseosa puede también, a consecuencia de la velocidad de su desplazamiento, formar una especie de cabellera semejante al rastro que deja en el mar un barco en movimiento, o al humo de una locomotora.
Por otra parte, numerosos cometas ya se han aproximado a la Tierra sin que causaran daño alguno; y a consecuencia de sus respectivas
densidades, la Tierra ejercería sobre el cometa una atracción mayor que la del cometa sobre ella. Solamente algún resto de viejos prejuicios
puede influir para que la presencia de un cometa inspire terror.47
Sin embargo, la Tierra tendrá un final. ¿De qué manera? Eso todavía pertenece al dominio de las conjeturas; pero como aún se halla lejos de la perfección que puede alcanzar, así como de la
antigüedad que indicaría su declinación, sus habitantes actuales pueden tener la seguridad de que ese fenómeno no se producirá mientras ellos vivan. (Véase el Capítulo VI, § 48 y siguientes.)
14. Físicamente, la Tierra ha pasado por las convulsiones de su infancia; ingresó ahora en un período de relativa estabilidad: en el del progreso pacífico, que se realiza mediante la repetición regular de los mismos fenómenos físicos y por el concurso inteligente del hombre.
Pero está aún en pleno trabajo de gestación del progreso moral. Allí residirá la causa de sus mayores conmociones. Hasta que la humanidad haya crecido lo suficiente en perfección, tanto por la inteligencia como por la práctica de las leyes divinas, las mayores perturbaciones serán causadas más por los hombres que por la naturaleza, es decir, serán más morales y sociales que físicas.
Veremos que los Espíritus siempre han tenido la razón.
Menos temible aún es la cola que arrastran, pues no es otra cosa que la reflexión de la luz solar en la inmensa atmósfera que los circunda, al punto que se la ve constantemente dirigida hacia el lado opuesto al Sol y cambia de dirección de acuerdo con la posición de ese astro.
Esa materia gaseosa puede también, a consecuencia de la velocidad de su desplazamiento, formar una especie de cabellera semejante al rastro que deja en el mar un barco en movimiento, o al humo de una locomotora.
Por otra parte, numerosos cometas ya se han aproximado a la Tierra sin que causaran daño alguno; y a consecuencia de sus respectivas
densidades, la Tierra ejercería sobre el cometa una atracción mayor que la del cometa sobre ella. Solamente algún resto de viejos prejuicios
puede influir para que la presencia de un cometa inspire terror.47
47 El cometa de 1861 atravesó la órbita de la Tierra a 20 horas de distancia del punto donde esta se encontraba, razón por la cual la Tierra estuvo sumergida en su atmósfera sin que de ello resultara ningún accidente. (N. de Allan Kardec.)13. También es preciso relegar entre las hipótesis quiméricas la posibilidad del encuentro de la Tierra con otro planeta. La regularidad y la invariabilidad de las leyes que rigen los movimientos de los cuerpos celestes hacen que sea imposible semejante encuentro.
Sin embargo, la Tierra tendrá un final. ¿De qué manera? Eso todavía pertenece al dominio de las conjeturas; pero como aún se halla lejos de la perfección que puede alcanzar, así como de la
antigüedad que indicaría su declinación, sus habitantes actuales pueden tener la seguridad de que ese fenómeno no se producirá mientras ellos vivan. (Véase el Capítulo VI, § 48 y siguientes.)
14. Físicamente, la Tierra ha pasado por las convulsiones de su infancia; ingresó ahora en un período de relativa estabilidad: en el del progreso pacífico, que se realiza mediante la repetición regular de los mismos fenómenos físicos y por el concurso inteligente del hombre.
Pero está aún en pleno trabajo de gestación del progreso moral. Allí residirá la causa de sus mayores conmociones. Hasta que la humanidad haya crecido lo suficiente en perfección, tanto por la inteligencia como por la práctica de las leyes divinas, las mayores perturbaciones serán causadas más por los hombres que por la naturaleza, es decir, serán más morales y sociales que físicas.
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Es una Transformación Moral lo que esperamos, como cataclismos, y no una destrucción física, pues la tierra no ha crecido lo suficiente en perfección. Veremos que los Espíritus siempre han tenido la razón.
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
- Obras Póstumas, Allan Kardec
- Libro de Genesis Espiritual, Allan Kardec
- http://soyespirita.blogspot.com/2015/12/el-espiritu-de-verdad-ya-indico-que-no.html