"Dios hiere siempre a los soberbios. Si algunas veces les deja subir, es para darles lugar a reflexionar y enmendarse bajo los golpes que de tiempo entiempo se dirigen a su orgullo para avisarles...", (libro del Evangelio según el Espiritismo, capitulo VII.)
Definicion de" soberbio, soberbia"
1.
[persona] Que se cree superior a los que le rodean por su posición social o económica o por alguna cualidad especial y que lo demuestra con un trato distante o despreciativo hacia los demás.
"era un hombre soberbio con sus inferiores; era demasiado soberbia como para pedirle perdón"
2.
Que es propio o característico de estas personas.
Tú sabes que ya eres una "Fruta Madura" en el Espiritismo. No importa que tus familiares y amigos, traten de minar tú fe razonada, y que traten de que dejes el Espiritismo, o que no sigas con las enseñanzas del Espiritismo, pero eso es atentar contra tú derecho al libre pensar. Es irrespetar nuestras convicciones.
Sugiero que no discutas, ni defiendas el Espiritismo, pero sí defiende tú libre pensar. En mí caso, ni mis familiares cercanos, ni mis amigos les interesa que defienda el Espiritismo, y menos respetan mí derecho a mis creencias y convicciones, pues es eso lo que enseña la Religiosidad de Fe Ciega.
Pero yo los amo, y no discuto nada del tema del Espiritismo con aquellos que ya sé, no son "Fruta Madura", aún. Les doy mí ejemplo, oro por ellos cuándo me lo piden, pero no discuto el tema del Espiritismo con ellos. Allan Kardec y el Espíritu de Verdad nos indicaron en el libro de Los Médiums, ítem §18 al §35, que no predicaramos el Espiritismo a los que no reconocen que el Alma es Inmortal, y que todos somos Espíritus. Pero los cristianos creen el el Espíritu Santo, un sistema de un Único Espiritu.
El Espíritu Santo, no existe como sistema de un sólo Espíritu que se comunica con los hombres, y "El Espiritismo lo que tiene de más dulce: es el consuelo de los afligidos."
Libro de Los Médiums, #48
Libro de Los Médiums, tema los "Sistemas" ... describe al Espíritu Santo y yo lo comparo con Joaquín Trincado Mateos, el supuesto Juez del Universo un dios falso...
48. Sistema uniespiritista o monoespiritista. Una variedad del sistema optimista, consiste en la creencia de que un sólo Espíritu se comunica con los hombres, y que éste Espíritu es Cristo, quién es el protector de la Tierra. Cuándo se ven
comunicaciones de la más baja trivialidad, de una grosería irritante, llenas de malevolencia y de maldad, habría profanación e impiedad en suponer que pudiesen dimanar elEspíritu del bien por excelencia. Además, sí aquellos que lo
creen no hubiesen tenido jamás sino comunicaciones irreprochables, se concebiría su ilusión; pero la mayor parte conviene en haberlas tenido muy malas, lo que explican diciendo, que es una prueba que el buen Espíritu les hace
sufrir, dictándoles cosas absurdas; de éste modo, mientras los unos atribuyen todas las comunicaciones al diablo, quién puede decir cosas buenas para tentar, otros creen que sólo Jesús se manifiesta, y que puede decir cosas malas para probar. Entre éstas dos opiniones tan inversas, ¿quién fallará? El buen sentido y la experiencia. Decimos la experiencia, porque es
imposible que los que profesan ideas tan exclusivas lo hayan visto todo cómo debe verse.
Cuándo se les oponen los hechos de identidad que atestiguan la presencia de parientes, amigos o conocidos por las manifestaciones escritas, visuales u otras, responden que es siempre el mismo Espíritu, el diablo según los unos, Cristo según los otros, que toma todas las formas; pero no nos dicen por qué no pueden comunicarse los otros Espíritus, ni con qué objeto el Espíritu de verdad vendrá a engañarnos presentándose bajo falsas apariencias, a burlarse de una pobre madre, haciéndole creer, mintiendo, que él es el
hijo por quién llora.
La razón rehúsa admitir que el Espíritu Santo se rebaje, ejecutando semejante comedia. Por otra parte, negar la posibilidad de cualquiera otra comunicación, ¿no es quitar al Espiritismo lo que tiene de más dulce o piadoso: el consuelo de los afligidos? Digamos sencillamente que dicho sistema es irracional, y no puede sostener un examen severo.
_______________________________________
Recuerda que el Adelanto del Espíritu es individual, es voluntario y lo más importante, el Espiritismo NUNCA se impone, se expone. Y la manera de exponer el Espiritismo es con nuestro ejemplo.
Nuestro ejemplo es, no mentir, no murmurar de los que no están presentes, no calumniar a nadie, respetar el libre pensar de los demás, y amar a los que no respetan nuestro pensar con todas las fuerzas de nuestra Alma.
La "Fruta Madura", libro del Evangelio según el Espiritismo, capítulo VII, artículo ·10, (Este es un extracto del Libro del Evangelio Según el Espiritismo en el Original Francés). Que dice así :
10. Se dirá: ¿No podría Dios advertirles personalmente con señales palpables ante las cuales el incrédulo más endurecido se inclinaría? Sin duda que lo podría, ¿pero en dónde estaría el mérito? y por otra parte, ¿para qué serviría esto? ¿No vemos todos los días quién se niega a la evidencia, diciendo: si viese, no creería, porque yo sé que eso es imposible? Si se niegan a conocer la verdad, es porque su Espíritu no está aún en disposición de comprenderla, ni su corazón para sentirla.
(Nota de Frank Montañez , es aquí que se define qué es la "Fruta Madura", en el Espiritismo)
(…). "El orgullo es la catarata que oscurece sin vista, ¿para qué sirve presentar la luz a un ciego? Es, pues, preciso primero curar la causa del mal; por ésto un médico hábil, castiga primero el orgullo. No abandona a sus hijos extraviados, sabe que tarde o temprano se abrirán sus ojos; pero quiere que sea por su propia voluntad, y después vencidos por los tormentos de la incredulidad, se echarán ellos mismos en sus brazos y como el hijo pródigo le pedirán gracia! "...
"Fruta Madura" en el Espiritismo, Qué es eso, explicado en el extracto anterior.
Lo que ha de entenderse por pobres de Espíritu y Fruta
Madura, en el Libro del Evangelio según el Espiritismo, CAPÍTULO VII, ítems 1 al 10.
BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU.
1.
Bienaventurados los pobres de Espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos. (S. Mateo, cap. V. v. 3.)
2.
La incredulidad se ha ensañado en esta máxima. «Bienaventurados los pobres de Espíritu,» como en muchas otras
cosas sin comprenderla. Por pobres de Espíritu, Jesús no entiende los hombres desprovistos
de inteligencia, sino los humildes: dice que el
reino de los cielos es para ellos, y no para los orgullosos. Los hombres de ciencia y de genio,
según el mundo generalmente tienen tan alta opinión formada de sí mismos y de
su superioridad, que miran las cosas divinas como indignas de su atención; sus
miradas concentradas en su persona no pueden elevarse hasta Dios. Esta
tendencia a creerse superiores a todo, les conduce muchas veces a negar la que,
no estando a sus alcances, podría rebajarles, a negar hasta la Divinidad; o si
consienten en admitirla, le disputan uno de sus más hermosos atributos: su acción
providencial sobre las cosas de este mundo, persuadidos de que ellos solos
bastan para gobernarlo bien. Tomando su inteligencia por la
inteligencia universal, y juzgándose aptos para comprenderlo todo, no creen
posible nada de lo que no comprenden; cuando han pronunciado su sentencia, para
ellos no tienen apelación. Si se niegan admitir el mundo invisible y un poder
extrahumano, no es porque no esté a sus alcances, sino porque su orgullo se
subleva a la idea de una cosa que no pueden dominar y les haría bajar de su
pedestal. Este es el motivo porque sólo tienen sonrisas de desdén para todo lo
que no es del mundo, visible y tangible; se atribuyen sobrado genio y ciencia
para creer en cosas buenas como los cándidos, según ellos, teniendo por pobres
de Espíritu a todos los que las toman por lo serio.
Sin embargo, por más que digan,
será preciso que entren como los otros en ese mundo invisible de qué se ríen; entonces
será cuando abrirán los ojos y conocerán su error. Dios, que es justo, no puede
recibir con el mismo título al que ha desconocido su poder y al que se ha
sometido humildemente á sus leyes, ni hacerles una parte igual. Diciendo que el reino de los cielos es para los humildes, Jesús entiende
que no se admite a nadie sin la sencillez del corazón y la humildad de
Espíritu, que el ignorante que poseerá estas cualidades será preferido al sabio
que cree más en sí que en Dios.
En todas las circunstancias coloca la humildad
en la categoría de las virtudes que aproximan a Dios, y el orgullo entre los
vicios que alejan de él; por una razón muy natural,
porque la humildad equivale a un acto de sumisión a Dios, mientras que el orgullo
es rebelarse contra él.
Vale, pues, más, para la futura felicidad
del hombre, ser pobre de Espíritu, en el sentido del mundo, y rico en
cualidades morales. El que se eleva será humillado.
Orgullo
3.
En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién piensas
que es mayor en el reino de los cielos?— Y llamando Jesús a un niño, lo puso en
medio de ellos. —Y dijo: En verdad os digo, que si no os volvieseis, e
hicierais como niños, no entrareis en el reino de los cielos. — Cualquiera, pues,
que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos. —
Y el que recibiere a un niño tal en mi nombre, a mi recibe. (S. Mateo, cap.
XVIII, v. 1 a 5.)
4.
Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo, con sus hijos,
adorándole y pidiéndole alguna cosa, —El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo:
Di que estos mis dos hijos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro
á tu izquierda. —Y respondiendo Jesús dijo: No sabéis lo que pedís; ¿Podéis
beber el cáliz que yo he de beber? Dícenle: podemos.— Díjoles en verdad beberéis
mi caliz; más el estar sentado a mi derecha o a mi izquierda no me pertenece a mí darlo a vosotros, sino a los que está preparado por mi padre. —Y cuando los
diez oyeron esto, se indignaron contra los dos hermanos. —Más Jesús los llamó así, y dijo: ¿Sabéis que los príncipes de las gentes avasallan a sus pueblos; y
que los que son mayores, ejercen potestad sobre ellos?— No será así entre
vosotros: más entre vosotros, todo el que quiera ser mayor, sea vuestro
criado. —Y el que entre vosotros quiere ser primero, sea vuestro siervo.—Así
como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar
su vida en redención por muchos. (S. Mateo, cap. XX, v. de 3 a 28.)
5.
Y aconteció: que entrando Jesús un sábado en casa de uno de los principales
fariseos a comer pan, ellos le estaban acechando. — Y observando también cómo
los convidados recogían los primeros asientos en la mesa, les propuso una
parábola, y dijo: —Cuando fueres convidado a bodas, no te sientes en el primer
lugar, no sea que haya allí
otro convidado más honrado que tú.—Y que venga aquel, que te convidó a tí y a
él, y te diga: Dá el lugar a este: y que entonces tengas que tomar el último
lugar con vergüenza. —Más cuando fueres
llamado, vé, y siéntate en el último puesto: para que cuando venga el que te convirtió,
te diga: Amigo sube más arriba. Entonces serás honrado delante de los que
estuvieran contigo a la mesa.
—Porque
todo aquel que se ensalza, humillado será y el que se humilla, será ensalzado.
(S. Lucas, capítulo XIV, v. 1 y de 7 a 11.)
6.
Estas máximas son consecuencia del principio de humildad que Jesús no cesa de
sentar como condición esencial de la felicidad prometida a los elegidos del Señor,
y que ha formulado con estas palabras:* Bienaventurados los pobres de Espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos.» Tomó un niño como tipo de la sencillez de corazón
y dijo: Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste es el mayor en
el reino de los cielos, es decir, el que no tendrá ninguna pretensión a la
superioridad o a la infalibilidad. El
mismo pensamiento fundamental se encuentra en esta otra máxima: Todo el que
quiera ser mayor, sea vuestro criado,» y en esta otra: «Porque aquel que se
ensalza humillado será y el que se humilla será ensalzado. El
Espiritismo viene a sancionar la teoría con el ejemplo, mostrando que son
grandes en el mundo de los Espíritus aquellos que eran pequeños en la tierra, y a menudo, muy pequeños a aquellos que estaban en ella como grandes y poderosos.
Consiste en que los primeros se llevaron al morir, sólo aquello que hace la
verdadera grandeza en el cielo y no se pierde: las virtudes; mientras que los
otros tuvieron que dejar lo que
constituía su grandeza en la tierra y no puede llevarse: la fortuna, los
títulos, la gloria, el nacimiento; no teniendo otra cosa, llegan al otro mundo
desprovistos de todo, como los náufragos que lo perdieron todo, hasta sus
vestidos; sólo conservaron su orgullo,
que hace su nueva posición más humillante, porque ven superiores a ellos y esplandecientes
de gloria, a los mismos que pisotearon en la tierra. El
Espiritismo nos enseña otra aplicación de este principio en las encarnaciones
sucesivas, en las que aquellos que estuvieron más elevados en una existencia,
han bajado a la última clase en una existencia siguiente, si han sido dominados
por el orgullo y la ambición.
No busquéis, pues, el primer puesto en la tierra, ni procuréis poneros más
altos que los otros, si no queréis veros obligados á bajar; buscad, por el contrario,
el más humilde y el más modesto, porque Dios
sabrá daros uno más elevado en el cielo si lo merecéis. Misterios
ocultos a los sabios y a los entendidos.
7.
En aquel tiempo respondiendo Jesús, dijo: Doy gloria a tí, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos,
y las has descubierto a los párvulos. (S. Mateo, cap. XI, v. 25.)
8.
Puede parecer singular el que Jesús dé gracias a Dios por haber querido revelar
estas cosas a los sencillos y a los pequeños, que son los pobres de Espíritu, y haberlas ocultado a los sabios y
a entendidos, más aptos en apariencia, para comprenderlas. Se ha de entender
por los primeros, a los humildes, que se humillan ante Dios, y no se creen
superiores a todo el mundo, y por los segundos, a los orgullosos, envanecidos
con su ciencia mundana, que se creen sabios porque, niegan, tratan a Dios de
igual a igual, cuando no lo desconocen; porque en la antigüedad entendido era
sinónimo de sabio; por esto Dios les ha dejado buscar los secretos de la
tierra, y revela los del cielo a los sencillos y a los humildes que se inclinan
ante él.
9.
Lo mismo sucede hoy con las grandes verdades reveladas por el Espiritismo.
Ciertos incrédulos se admiran de que los Espíritus hagan tan pocos esfuerzos para
convencerles, y es que éstos se ocupan de aquellos que buscan la luz de buena fe
y con humildad, con preferencia a los que creen poseer toda la luz y que creen,
al parecer, que Dios debería recibir como un gran favor el que pudiese
convencerles, probándoles que existe. El poder de Dios se ve tanto en las cosas
más pequeñas como en las más grandes; no pone la luz debajo del celemín, puesto
que la esparce a torrentes por todas partes; ciegos son, pues, los que no la ven.
Dios no quiere abrirles los ojos a la fuerza, puesto que se complacen en
tenerlos cerrados. Ya les vendrá su hora, pero antes es menester que sientan
las angustias de las tinieblas y reconozcan a Dios y no a la casualidad en la
mano que hiere su orgullo. Emplea para vencer la incredulidad, los medios que
le convienen según los individuos; no hay necesidad de que la incredulidad le
prescriba lo
que debe hacer y decirle: si quieres convencerme, es preciso que lo hagas de
este o del otro modo, en tal momento más bien que en tal otro, porque éste me
conviene más. Que no se maravillen, pues, los incrédulos si Dios, y los
Espíritus que son los agentes de su voluntad, no se someten a sus exigencias.
Que se pregunten qué es lo que diría en sí el último de sus servidores quisiera
imponérseles. Dios impone sus condiciones
y no las recibe; escucha con bondad a los que se dirigen a él con humildad y no
a los que se creen ser más que él.
La "Fruta Madura", libro del Evangelio según el Espiritismo,
capítulo VII, articulo ·10, (Este un extracto del Libro del Evangelio Según el
Espiritismo Original Francés)
10.
Se dirá: ¿No podría Dios advertirles personalmente con señales palpables ante
las cuales el incrédulo más endurecido se inclinaría? Sin duda que lo podría,
¿pero en dónde estaría el mérito? y por otra parte, ¿para qué serviría esto?
¿No vemos todos los días quién se niega a la evidencia, diciendo: si viese, no
creería, porque yo sé que eso es imposible? Si se niegan a conocer la verdad, es
porque su Espíritu no está aún en disposición de comprenderla, ni su corazón
para sentirla.
(Nota de Frank Montañez , es aquí que se define qué es la "Fruta Madura", en el Espiritismo)
(…).
"El orgullo es la catarata que oscurece sin vista, ¿para qué sirve
presentar la luz a un ciego? Es, pues, preciso primero curar la causa del mal;
por esto un médico hábil, castiga primero el orgullo. No abandona a sus hijos
extraviados, sabe que tarde o temprano se abrirán sus ojos; pero quiere que sea
por su propia voluntad, y después vencidos por los tormentos de la
incredulidad, se echarán ellos mismos en sus brazos y como el hijo pródigo le
pedirán gracia! "
"Fruta Madura" en el Espiritismo, Qué es eso, explicado en el extracto anterior.
100 CAPÍTULO VII.
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS.
Orgullo y humildad.
11. ¡ La paz del Señor sea con vosotros, queridos amigos! Vengo a animaros para que sigais el buen camino!
A los pobres Espíritus, que en otro tiempo habitaban la tierra, Dios les dá la misión de ilustraros. Bendito sea por la gracia que nos concede de poder favorecer vuestro mejoramiento. Que el Espíritu Santo
me ilumine y me ayude para que mi palabra sea comprensible, y me haga la gracia de que esté al alcance de todos! Vosotros encarnados, que padeceis y buscais la luz, que la voluntad de Dios venga en mi ayuda para hacerla brillar a vuestros ojos!
La humildad es una virtud muy olvidada entre vosotros; los grandes ejemplos que se os han dado se han seguido muy poco, y sin embargo, sin humildad, ¿podeis acaso ser caritativos con vuestro prójimo? Oh! NO, porque ese sentimiento nivela a los hombres; él les dice que son hermanos, que deben ayudarse entre sí, y les conduce al bien. Sin humildad, haceis gala de virtudes que no teneis, como si lleváseis un vestido para ocultar las deformidades de vuestro cuerpo.
Acordaos de Aquél que nos salvó, recordad su humildad que tan grande le hizo, y le elevó más que a todos los profetas.
El orgullo es el terrible adversario de la humildad. Si Cristo prometió el reino de los cielos á los más pobres, fué porque los grandes de la tierra se figuran que los títulos y las riquezas son recompensas dadas a su mérito, y que su esencia es más pura que la del pobre; créen que esto se les debe y por lo mismo cuando Dios se las quita, le acusan de injusto. Oh! irrision y ceguedad! ¿Acaso Dios hace distincion entre vosotros por el cuerpo? La envoltura del pobre, ¿no es igual a la del rico? ¿Ha hecho el Creador dos
especies de hombres? Todo lo que Dios ha hecho es grande y sábio; no le atribuyais las ideas que surgen de vuestros cerebros orgullosos.
¡Oh rico, miéntras tú duermes bajo tus artesonados dorados al abrigo del frio, no sabes cuántos millares de hermanos, que valen tanto como tú, están echados en la paja! El desgraciado que sufre hambre, ¿no
es acaso tú igual? A esta palabra, tu orgullo se subleva, lo sé muy bien; tú consentirás en darle limosna, pero darle la mano y estrechársela, nunca! «¡Qué dices; yo de noble estirpe, grande de la tierra, seré
igual a ese pordiosero andrajoso! ¡Vana utopia de los que se llaman filósofos! Si fuésemos iguales, por qué
Dios les hubiera colocado tan bajo y á mí tan alto?»
Ea verdad que vuestros vestidos no se parecen mu
cho, pero desnudos los dos, ¿qué diferencia habrá en
tre vosotros? Dirás que la nobleza de la sangre; pero
la química no ha encontrado diferencia entre la san
gre de un gran señor y la de un plebeyo: entre la del
amo y la del esclavo. ¿Quién te ha dicho que tú mis
mo no fuiste un miserable y desgraciado como él?
¿Que no pediste limosna? ¿Que no la pedirás un dia al
mismo que desprecias hoy? ¿Acaso son eternas las ri
quezas? ¿No acaban con el cuerpo, envoltura perece
dera de tu Espíritu? Oh! vuelve á la humildad! echa
en fin una mirada sobre la realidad de las cosas da
este mundo, sobre lo que constituye tu grandeza y el
102 CAPITULO vh.
abatiriiiento del otro; piensa que la muerte no te fes-
petará más que á él; que tus títulos no te preserva
rán de ella; que puede herirte mañana, hoy, dentro
de una hora; y si te sepultas con tu orgullo, oh! en
tonces te compadezco, porque serás digno de piedad!
Orgullosos! ¿Qué erais vosotros ántes de ser nobles
y poderosos? Puede muy bien que fueseis más bajos
que el último de vuestros criados. Doblad, pues, vues
tras altivas frentes, que Dios puede humillar en el
mismo momento qire más las levantais. Todos los hom
bres son iguales eh la balanza Divina; sólo las virtu
des los distinguen á los ojos de Dios. Todos los Espí
ritus son de una misma esencia y todos los cuerpos
están amasados de una misma pasta; vuestros títulos
y vuestros nombres en nada la alteran; quedan en la
tumba, y no son ellos los que dan la felicidad prome
tida á los elegidos; la caridad y la humildad son sus
títulos de nobleza.
Pobre criatura! tú eres madre; tus hijos sufren;
tienen frio, tienen hambre; vas abrumada bajo el pe
so de tu cruz á humillarte para buscarles un pedazo
de pan. Oh! yo me inclino ante tí; ¡cuan noble, santa
y grande eres á mis ojos! Espera, y ruega; la felici
dad aún no es de este mundo. A los pobres oprimidos
y que confian en Dios, les dá el reino de los cielos.
Y tú, mujer pobre y jóven, entregada al trabajo y
á las privaciones; ¿por qué lloras? Que tu mirada, pia
dosa y serena, se eleve hácia Dios; á las avecillas les
dá el pasto; ten confianza en él, no te abandonará.
El ruido de las fiestas y de los placeres del mundo ha
cen latir tu corazon; tú quisieras tambien adornar tu
frente con flores y reunirte con los felices de la tier
BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU. 103
fa; dices, que podrias tambien ser rica, como esas mu
jeres que ves pasar alegres y risueñas. Oh! cállate,
hija mia! Si supieses cuántas lágrimas y dolores sin
húmero se ocultan bajo esos vestidos bordados, cuán-1-
tos suspiros se ahogan bajo el ruido de esa orquesta
alegre, preferirias tu humilde retiro y tu pobreza.
Mantente pura á has ojos de Dios, sino quieres que tu
ángel guardian- remonte hácia él, ocultando su rostro
bajo sus blancas alas y te deje con tus remordimien
tos, sin guia, sin sosten, en ese mundo en que te per
derias, esperando sor castigada en el otro.
Y lodos vosotros, los que sufrís por la injusticia de
los hombres, sed indulgentes con las faltas de vues
tros hermanos, considerando que tambien las teneis
vosotros; ésta es la caridad, y tambien es la humil
dad. Si sufrís por las calumnias, dobladla frente bajo
esta prueba. ¿Qué os importan las calumnias del mun
do? Si vuestra conducta es pura, ¿acáso Dios no pue
de recompensaros? Sobrellevar con valor las humilla
ciones de los hombres, es ser humilde y reconocer que
sólo Dios es grande y poderoso.
Oh! Dios mio; ¿será preciso que Cristo vuelva otra
vez á la tierra para enseñar á los hombres tus leyes
que olvidan? ¿Deberá quizás echar otra vez del templo
á los mercaderes que manchan tu casa, que solo es
lugar de oracion? Y quién sabe? ó hombres! si Dios os
concediese esa gracia, si le negariais como la otra
vez; le llamariais blasfemo, porque abatiria el orgullo
de los fariseos modernos; quizás le hicieseis empren
der otra vez el camino del Gól gota.
Cuando Moisés estuvo sobre el monte Sinaí á reci
bir los mandamientos de Dios, el pueblo de Israel en
104 CAPÍTULO VII.
tregado á sí mismo, abandonó á su verdadero Dios;
hombres y mujeres dieron su oro y sus alhajas, para
hacer un ídolo que adoraban. Hombres civilizados,
vosotros haceis como ellos; Cristo os dejó su doctrina;
os dió el ejemplo de todas las virtudes, y habeis aban
donado ejemplos y preceptos; cada uno de vosotros,
teniendo sus pasiones, os habeis hecho un Dios á vues
tro gusto: segun los unos, terrible y sanguinario; se
gun los otros, indiferente á los intereses del mundo;
el Dios que os habeis hecho es aún el becerro de oro
que cada uno aprópia á sus gustos y á sus ideas.
Meditad, ó hermanos mios y amigos; que la voz de
los Espíritus conmueva vuestros corazones, sed gene
rosos y caritativos sin ostentacion, es decir, haced el
bien con humildad; que cada uno destruya poco á po
co los altares que habeis levantado al orgullo; en una
palabra, sed verdaderos cristianos, y alcanzareis el
reino de la verdad. No dudeis mas de la bondad de
Dios, cuando os envia tantas pruebas. Venimos á pre
parar el camino para el cumplimiento de las profecías.
Cuando el Señor os dé una manifestacion mas resplan
deciente de su clemencia, que el enviado celeste en
cuentre en vosotros sólo una gran familia; que vues
tros corazones afables y humildes, sean dignos de oir
la palabra divina que os traerá; que el elegido no en
cuentre en su camino sino palmas dispuestas para
vuestra vuelta al bien, á la caridad, a la fraternidad,
y entonces vuestro mundo será el paraíso terrestre.
Más sí sois insensibles a la voz de los Espíritus envia
dos para purificar y renovar vuestra sociedad civilizada, rica en ciencia, y con todo tan pobre en buenos sentimientos, entónces, oh! sólo nos quedará el recurso
de llorar y gemir por vuestra suerte. Pero no, no sucederá de ése modo; volved a Dios, vuestro padre, y
entónces todos nosotros, que habremos contribuido
al cumplimiento de su voluntad, entonaremos el cántico de acción de gracias, para agradecer al Señor su
inagotable bondad y para glorificarle por todos los siglos de los siglos. Así sea. (LAGORDAIRE. Constanti-
na, 1863.)
12. Hombres, ¿por qué os quejais de las calamidades que vosotros mismos habeis amontonado sobre
vuestras cabezas? Habeis desconocido la santa y divina moral de Cristo, no os maravilleis, pues, que la
copa de la iniquidad se haya desbordado por todas
partes.
El malestar se hace general, ¿quién tiene la culpa
sino vosotros mismos, que sin cesar procurais destruiros unos a otros? No podeis ser felices sin mútua
benevolencia. ¿Y cómo puede existir esta con el
orgullo? El orgullo, he ahí el origen de todos los males, trabajad para destruirlo, si no quereis ver cómo
se perpetúan sus funestas consecuencias. Un sólo medio se os Ofrece para esto, pero es infalible; el de tomar por regla invariable de vuestra conducta la ley
de Cristo, ley que habeis rechazado o falseado en su
interpretación.
¿Por qué teneis en tan gran estima lo que brilla y
encanta a la vista, más bien que lo que toca al corazón ♥? ¿Por qué el vicio de la opulencia es el objeto de
vuestras adulaciones, cuándo sólo teneís una mirada
de desdén para el verdadero mérito en la oscuridad?
Cuándo un rico pervertido, perdido de cuerpo y alma,
se presenta en alguna partes se le abren todas las
puertas, todas las consideraciones son para él, miéntras que se saluda con desdén y se niega protección al hombre de bien que vive con su trabajo. Cuando
la consideración que se concede a las personas se
aprecia por el peso del oro que poséen o por el nombre que llevan, ¿qué interés pueden tener en corregirse de sus defectos?
Otra cosa sería si se castigara el vicio, que se oculta con el oro, con la reprobación pública, como se
desprecia el vicio andrajoso; pero el orgulloso es indulgente para todo el que le adula. Siglo de codicia y
de dinero, decís; sin duda que lo es, pero ¿porqué habeis dejado que las necesidades materiales tomasen
imperio sobre el buen sentido y la razón? ¿Por qué
quiere cada cual sobreponerse a su hermano? Por eso
la sociedad sufre hoy las consecuencias de todo esto.
No olvideis que tal estado de cosas es siempre una
señal de decadencia moral. Cuando el orgullo llega a
los últimos límites, es indicio de una caída próxima,
porque Dios hiere siempre a los soberbios. Si algunas
veces les deja subir, es para darles lugar a reflexionar y enmendarse bajo los golpes que de tiempo en
tiempo se dirigen a su orgullo para avisarles; pero
en vez de humillarse se rebelan; entonces, cuando
está llena la medida, les abate y su caída es tanto
más terrible cuanto más alto han subido. ¡Pobre raza
humana, cuyo egoismo ha corrompido todos los senderos! reanímate sin embargo; Dios en su misericordia infinita envia un poderoso remedio a tus males,
un socorro inesperado a tú necesidad. Abre los ojos a
la luz: leé aquí que las almas de los que no existen vienen a recordarte tus verdaderos deberes; ellas te
dirán con la autoridad de la experiencia, cuán poca
cosa son las vanidades y las grandezas de vuestra pasajera existencia con respecto a la eternidad; te dirán
que el más grande será el que fué el más humilde entre los pequeños de la tierra; que el que ha amado
más a sus hermanos, es también el que será más amado en el cielo; que los poderosos de la tierra, sí abusaron de su autoridad, serán obligados a obedecer a sus servidores; que la caridad y la humildad, en fin,
esas dos hermanas, que se dan la mano, son los títulos más eficaces para obtener gracia ante el Eterno.
(ADOLFO, obispo de Argel. Marmande, 1862.)