El siguiente es el enlace de éste contenido sobre el tema de "Los Carácteres de la
"Revelación Espírita"...
_________________________
TRADUCIDO
DE LA. 2.a EDICIÓN FRANCESA Y PUBLICADO POR
LA SOCIEDAD BARCELONESA PROPAGADORA
DEL ESPIRITISMO.
EL GÉNESIS
SEGÚN EL ESPIRITISMO.
CAPÍTULO PRIMERO.
Carácteres de la Revelación
Espírita.
EL GÉNESIS SEGÚN EL ESPIRITISMO.
_____________________________________
CAPÍTULO PRIMERO.
Caracteres de la Revelación
Espírita.
1 . —¿Puede considerarse el Espiritismo como
una revelación? En la afirmativa ¿Cuál
es su carácter? ¿En qué se funda su autenticidad? ¿Es la doctrina espírita una
revelación en el sentido litúrgico de la palabra, es decir, el producto en
todas sus partes de una enseñanza venida de lo alto? ¿Es absoluta o susceptible
de modificarse? Aportando a los hombres la verdad ya descifrada ¿No tendría por
resultado la tal revelación impedir al hombre hacer uso de sus facultades,
puesto que le escusa del trabajo de la investigación? ¿Cuál puede ser la
autoridad de la enseñanza de los Espíritus si no son infalibles y superiores a
la humanidad? ¿Cuál es la utilidad de la moral que predican, si no es diferente
de la cristiana ya conocida? ¿Qué verdades nuevas nos enseñan? ¿Tiene el hombre
necesidad de una revelación, teniendo en sí mismo y en su conciencia cuanto
necesita para conducirse? Tales son las consideraciones sobre que conviene
formarse desde luego una idea fija.
2.—Por lo pronto empecemos por fijar el
sentido de la palabra Revelación.
Revelar,
derivado de la palabra velo (en latín ve-
2 CAPÍTULO I.
lum)
significa literalmente quitar el velo, y en sentido figurado, descubrir, hacer
conocer una cosa secreta o desconocida. En su acepción vulgar más general, se
dice de toda cosa ignorada que es dada a luz, de toda idea nueva que pone en
camino de encontrar lo que estaba oculto.
Bajo este punto de vista, todas las ciencias
que nos hacen conocer los misterios de la naturaleza, son revelaciones, y puede
decirse que hay para nosotros revelaciones incesantes. La Astronomía nos ha
revelado el mundo astral que no conocíamos; La Geología, la formación de la Tierra;
la Química, la ley de las afinidades; la Fisiología, las funciones del
organismo, etc. Copérnico, Galileo, Newton, Laplace, Lavoisier son otros tantos
reveladores.
3.—El carácter esencial de toda revelación
debe ser la verdad. Revelar un secreto es hacer conocer un hecho: si la cosa es
falsa, no es un hecho y por consecuencia no hay revelación. Toda revelación
desmentida por los hechos, deja de serlo, o mejor dicho no es revelación. Si la
tal revelación se ha atribuido a Dios, como que ni puede engañarse ni
engañarnos, no puede proceder de él: hay que considerarla como producto de una
concepción humana.
4. —¿Cuál es el papel de un profesor
respecto a sus discípulos, si no el de un revelador? Les enseña lo que no saben, lo que no
tendrían tiempo ni facultades para descubrir por sí mismos; porque la ciencia
es la obra en común de los siglos y de multitud de hombres, cada uno de los
cuales ha aportado su contingente de observaciones, de que se aprovechan los
que vienen en pos de ellos. La enseñanza es por tanto la revelación
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 3
de
ciertas verdades científicas o morales, físicas o metafísicas, dada por hombres
que las conocen, a los que las ignoran, y que sin eso las hubieran siempre
ignorado o tardado muchísimo tiempo e invertido mucho trabajo en descubrirlas.
5. —Más el profesor no enseña sino lo que él
mismo ha aprendido: es un revelador de segundo orden. El hombre de genio enseña
lo que él mismo ha descubierto, y es el revelador primitivo: trae la luz que
pasa de mano en mano, se vulgariza y se extiende. ¿Dónde estaría aún la
humanidad, o mejor dicho; como se concibe la humanidad sin la revelación de los
hombres de genio que aparecen en ella de tiempo en tiempo para ilustrarla?
Pero ¿qué son los hombres de genio? ¿Porqué
son hombres de genio? ¿De dónde vienen? ¿Qué se hace de ellos cuando
desaparecen? Obsérvese que la mayor parte de entre ellos traen consigo al nacer
facultades trascendentales, y conocimientos innatos que un poco de trabajo
basta para desarrollar. Pertenecen sin duda alguna, como nosotros, a la
humanidad, puesto que como nosotros se forman, nacen, viven y mueren como los
demás hombres. ¿Pero de dónde han sacado esos conocimientos que no han podido
adquirir en su vida? ¿Diremos con los materialistas, que la casualidad les ha
dado masa cerebral más abundante y de mejor calidad? En ese caso, no tendrían
más mérito que una hortaliza más sabrosa y de mayor tamaño que las demás de su
clase. Se dirá con ciertos espiritualistas, que Dios los ha dotado de un alma
más favorecida que la del común de las gentes? Esta suposición no es menos
ilógica, por cuanto impli-
4 CAPÍTULO I.
caría
en Dios parcialidad e inmotivada preferencia. La única solución racional de
este problema está en la preexistencia del alma y en la pluralidad de las
existencias. El hombre de génio es un Espíritu que ha vivido más largo tiempo,
y que, por consecuencia, ha adquirido y progresado más que los que se hallan
menos avanzados. Al encarnarse, aporta lo que sabe; y como sabe mucho más que
los otros sin tener necesidad de aprender, es lo que se llama un hombre de
genio. Lo que sabe, es, en realidad de verdad producto de un trabajo anterior y
no el resultado de un privilegio. Antes de renacer era un Espíritu avanzado, y
se reencarna ya con el objeto de enseñar a los demás, ya con el de adelantar todavía
más en su carrera, si no fuese con uno u otro objeto.
Los hombres progresan incontestablemente por
sí mismos y por los esfuerzos de su inteligencia; más abandonados a sus propias
fuerzas, sus progresos son lentos y penosos, al paso que mucho más prontos y
fáciles, si son auxiliados por buenos maestros, ni más ni menos que sucede a
los escolares. Todos los pueblos han tenido sus genios que han venido en
diversas épocas a dar impulso a su educación y desarrollo y a sacarlos de su
inercia o impotencia.
6.—Cuando se admite la solicitud y amor de
Dios a sus criaturas, no hay porque negar que Espíritus capaces por su energía
y por la superioridad de sus conocimientos, de hacer avanzar a la humanidad,
pueden encarnarse por la voluntad de Dios con objeto de ayudar al progreso en
un sentido determinado, recibiendo al efecto una misión, a la manera que sucede
a un embajador respecto de su soberano. Este es el destino
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 5
de
los grandes genios en el mundo. ¿Qué vienen a hacer más que ha enseñar a los
hombres verdades que se ignoran y que se hubieran ignorado por mucho tiempo a
fin de poner la escala sin cuyo auxilio no podrán salvarse ciertas
dificultades? Estos genios que aparecen a través de los siglos como estrellas radiantes,
dejan tras sí un rastro luminoso que guía a la humanidad, y son misioneros, o
si se quiere mesías que significa, como todos saben, enviados. Sino enseñaran a
los hombres sino lo que estos saben, su presencia sería completamente inútil.
Más las cosas nuevas que enseñan, sea en el orden físico, sea en el orden
filosófico, son revelaciones. Si Dios suscita reveladores para las cosas
científicas, con más razón puede suscitarlos para las verdades morales que son
uno de los elementos esenciales del progreso. Tales son los filósofos cuyas
ideas han sobrevivido al través de los siglos y de los acontecimientos más
extraños.
7.—En el sentido especial de la fe
religiosa, la revelación se dice más particularmente de las cosas espirituales
que el hombre no puede aprender por sí mismo, que no puede descubrir por medio
de sus sentidos, y cuyo conocimiento le es dado por Dios o por sus mensajeros
ya por medio de la palabra directa, o ya por la inspiración. En este caso la
revelación se ha hecho siempre a hombres privilegiados, designados con el
nombre de profetas o mesías, es decir, enviados, misioneros, que tienen misión
de trasmitirla a los hombres: considerada bajo este punto de vista, la
revelación implica la pasividad absoluta: se la acepta sin examen, sin
comprobación, sin discusión.
8.—Todas las religiones tienen sus
reveladores; y
6 Capítulo I.
aunque
estos estén lejos de haber conocido toda la verdad, tenían su razón de ser
providencial; porque eran apropiadas al tiempo y al medio en que vivían, al
genio particular de los pueblos a que hablaban y a que eran relativamente
superiores. No obstante los errores de sus doctrinas, han removido los
espíritus y sembrado gérmenes que más tarde habían de desarrollarse o se
desarrollarán al calor del sol del cristianismo. Sin razón, por tanto, se las
anatematiza en nombre de la ortodoxia; porque ha de llegar el día en que todas
esas creencias, tan diversa en la forma, pero que descansan en realidad sobre
un mismo principio fundamental, han de fundirse en una grande y amplísima
unidad, cuando la razón haya triunfado de todas las preocupaciones. Ese
fundamento común es la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.
Desgraciadamente todas las religiones se han hecho siempre instrumentos
de dominación: el papel de profeta ha tentado a ambiciosos de baja estofa y se
ha visto surgir una multitud de supuestos reveladores o mesías que, a favor del
prestigio de este nombre, han explotado la credulidad de la muchedumbre en
provecho de su orgullo, de su codicia o de su pereza, encontrando más cómodo
que el trabajar, vivir a expensas de sus fanatizados secuaces. La religión
cristiana no se ha visto más que las otras al abrigo de esta plaga de parásitos
impostores, sobre cuyo particular nos remitimos y llamamos muy particularmente
la atención de nuestros lectores, al capítulo XXI de El Evangelio según el
Espiritismo; «Habrá falsos Cristos y falsos profetas.»
9.— ¿Hay revelaciones directas de Dios a los
homb-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 7
res?
Cuestión es esta que no nos atrevemos a resolver de una manera absoluta en
sentido afirmativo ni negativo. La cosa no es esencialmente imposible; pero no
hay de ella una prueba evidente. Más no puede dudarse que hay Espíritus
allegados a Dios por su perfección que se penetran de su pensamiento y pueden
comunicarlo. Por lo que hace a los
reveladores encarnados, pueden tomar sus instrucciones en sí mismos, recibirlas
de Espíritus más elevados, y aún ser mensajeros inmediatos de Dios, según el
orden jerárquico a que pertenecen los últimos, hablando en nombre de Dios, han
podido a veces ser mirados como Dios mismo, a causa de la ingenua piedad de sus
admiradores.
Esta clase de comunicaciones no tienen nada
de extraño para los que conozcan los fenómenos espíritas y la manera con que se
establecen las relaciones entre los encarnados y los desencarnados. Las
instrucciones pueden trasmitirse por diferentes medios, a saber: la inspiración
pura y simple, por el oído o la audición de la palabra, por la vista de los
Espíritus instructores en las visiones y apariciones, ya en sueños, ya en
vigilia, como se vé en muchos ejemplos tanto en la Biblia y en los evangelios,
como en los libros sagrados de todos los pueblos. Es pues, rigurosamente exacto
decir que la mayor parte de los reveladores son médium inspirados, auditivos o
videntes: lo cual no quiere decir que todos los médiums sean reveladores, y
mucho menos intermediarios directos de la Divinidad o de sus mensajeros.
10.—Los Espíritus puros son los únicos que
reciben directamente la Palabra de Dios con encargo de trasmitirla. Pero se
sabe ahora que no todos los Espíritus
8 CAPÍTULO I.
son
perfectos ni mucho menos, y que los hay que revisten falsas apariencias; lo
cual ha hecho decir a San Juan: «No creáis á todo Espíritu; mas ver antes si
son de Dios.» (Epístola. 1. a cap. IV n.° 4.).
Puede haber revelaciones serias y
verdaderas, como las hay apócrifas y engañosas. El carácter esencial de la
revelación Divina es el de la eterna verdad. Ninguna revelación tachada de
error o sujeta a mudanza puede proceder de Dios. Así es como el Decálogo tiene
todos los caracteres de su origen; mientras que las otras leyes mosaicas,
esencialmente transitorias y frecuentemente en contradicción con la ley del
Sinaí, son obra personal y política del legislador hebreo. Las costumbres del
pueblo al dulcificarse, han hecho caer en desuso esas leyes, mientras que el
Decálogo ha quedado en pie como el faro de la humanidad. Cristo ha hecho de él
la base de su doctrina, mientras que ha abolido las otras leyes, lo que no
hubiera hecho, si hubiesen sido obra de Dios. Cristo y Moisés han sido los
grandes reveladores que han cambiado la faz del mundo, y esa es la prueba de su
misión divina: una obra puramente humana nunca hubiera tenido tal poder.
11. —Una revelación importante tiene lugar
en la época presente, y es la que nos muestra la posibilidad de comunicar con
los seres del mundo espiritual. Este conocimiento no es nuevo en verdad; pero
ha quedado hasta ahora en estado de letra muerta, es decir, sin ser de provecho
alguno para la humanidad. La ignorancia de las leyes que rigen esta clase de
relaciones, lo había ahogado bajo el peso de la superstición: el hombre era
incapaz de sacar deducción alguna saludable. Estaba reservado a nuestra época
desembarazar
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 9
La
de sus accesorios ridículos, comprender su alcance y hacer salir de ella la luz
que debía alumbrar el camino del porvenir.
12. —El Espiritismo que nos ha hecho conocer
el mundo invisible que nos rodea, y en medio del cual vivíamos sin darnos
cuenta de ello; las leyes por que se rige; sus relaciones con el mundo visible;
la naturaleza y estado de los seres que lo habitan, y por consecuencia, el
destino del hombre después de la muerte, es una verdadera revelación en la
acepción científica de la palabra.
13. —La revelación espírita tiene un doble
carácter a causa de su naturaleza: tiene el de revelación divina y el de
revelación científica a un mismo tiempo. De la primera, en cuanto su
advenimiento es providencial y no el resultado de la iniciativa y del designio
premeditado del hombre y que los puntos fundamentales de la doctrina son los
hechos de la enseñanza dada por los Espíritus encargados por Dios de instruir a
los hombres sobre cosas que ignoraban, que no podían aprender por sí mismos y
que les importa hoy conocer por estar ya preparados para comprenderlas.
Participa de la segunda especie de revelación, en cuanto esta enseñanza no es
privilegio de ningún individuo, si no que es dada a todos por el mismo medio; y
que los que la transmiten y los que la reciben no son seres pasivos dispensados
del trabajo de observación y de investigación; que no hacen abstracción de su
juicio y de su libre arbitrio; que no les está prohibida la comprobación, y sí
por el contrario muy recomendada; y en fin, que la doctrina no ha sido dictada
de una vez ni impuesta a la credulidad; que es una de-
10 CAPÍTULO I.
ducción
de la observación de los hechos que los Espíritus ponen a la vista de todos, y
de las instrucciones que acerca de ellos dan : hechos e instrucciones que el
hombre estudia, comenta, examina y compara, y de que él mismo saca las
consecuencias y aplicaciones. En una palabra, lo que caracteriza la Revelación
Espírita es que el origen es divino, que la iniciativa pertenece a los
Espíritus, y que la elaboración es el producto del trabajo del hombre.
14. —Como asunto de elaboración, el
Espiritismo procede exactamente lo mismo que las ciencias positivas, es decir,
que aplica el método experimental y analítico. Se presentan hechos de un orden
nuevo que no pueden explicarse por medio de las leyes comunes: los observa, los
compara, los analiza, y remontando de los efectos a las causas, inquiere la ley
a que obedecen, y luego deduce las consecuencias e investiga sus aplicaciones
útiles. No establece a priori ninguna teoría preconcebida el Espiritismo : no
sienta como hipótesis, ni la existencia ni la intervención de los Espíritus, ni
el periespíritu, ni la reencarnación, ni ninguno de los principios
fundamentales de la doctrina.
Ha deducido la existencia de los Espíritus
cuando esta existencia ha resultado con evidencia de la observación de los
hechos, y lo mismo ha sucedido respecto a los demás principios. No son los
hechos los que han venido a confirmar la teoría; más la teoría ha venido a
resultar, como consecuencia indeclinable! para explicar y resumir los hechos.
Puede por tanto, decirse con toda exactitud que el Espiritismo es una ciencia
de observación y no el producto de la imaginación o de una alucinación.
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 1
15.—Citemos un ejemplo. Se ofrece en el
mundo de los Espíritus un hecho muy singular y que nadie hubiera podido
figurarse, y es, que hay Espíritus que no se creen muertos, es decir,
desencarnados. Pues bien, los Espíritus superiores, que los conocen
perfectamente, no han venido a decirnos anticipadamente que hay Espíritus que
se figuran vivir todavía la vida terrestre, y que conservan sus gustos, sus
costumbres y sus instintos; más han provocado la manifestación de Espíritus de
esta categoría para hacérnoslos observar. Habiendo visto Espíritus inciertos de
su estado, o que afirmaban pertenecer aún a este mundo creyéndose ocupados de
sus tareas acostumbradas, hemos deducido del ejemplo la regla. Multitud de
hechos análogos han probado que esto no era una excepción, sino una de las
fases de la vida espirita: nos han permitido estudiar todas las variedades y
causas de esta singular ilusión, y reconocer que esta situación es peculiar de
Espíritus poco adelantados moralmente y subsecuente a ciertos géneros de
muerte: que esta ilusión es pasajera, pero que puede durar días, meses y aún
años. De este modo ha nacido la teoría de la observación , y lo mismo decimos
de todas los demás principios de la doctrina.
16. —Así como la ciencia propiamente dicha
tiene por objeto el estudio de las leyes del principio material, el objeto
principal del Espiritismo es el conocimiento de las leyes del principio
espiritual. Pero como este principio es una de las fuerzas de la naturaleza que
reacciona incesantemente sobre el principio material, y recíprocamente, se
deduce que el conocimiento del uno no puede ser completo sin el cono-
12 CAPÍTULO I.
Cimento
del otro: que el Espiritismo y la ciencia se completan mutuamente: que la
ciencia sin el Espiritismo no puede explicar ciertos fenómenos por las solas
leyes de la materia, y que por haber hecho abstracción del principio
espiritual, se ve detenida en multitud de casos ante dificultades insuperables.
A su vez, el Espiritismo sin la ciencia carecería de apoyo y de contraprueba y
podría extraviarse y degenerar en groseras ilusiones. El Espiritismo, venido
antes de los descubrimientos científicos, hubiera sido o una monstruosidad o
una obra abortiva, como todo lo que viene antes de tiempo o fuera de sazón.
17.—Todas las ciencias se eslabonan o dan la
mano, y se suceden en un orden racional: nacen unas de otras, a medida que
encuentran un punto de apoyo en las ideas y en los conocimientos anteriores. La
Astronomía, una de las primeras que han sido cultivadas, ha vivido en los
limbos de la infancia hasta el momento en que la Física ha venido a revelar la
ley de las fuerzas de los agentes naturales: no pudiendo la Química nada, sin
el auxilio de la Física, debía seguirla de cerca, para luego marchar de
concierto apoyándose la una en la otra.
La Anatomía, la Fisiología, la Zoología, la
Botánica, la Mineralogía no se han constituido como ciencias propiamente
dichas, sino con el auxilio de las nociones aportadas por la Física y la
Química. La Geología, nacida ayer, como quien dice, hubiera carecido de sus
elementos naturales de viabilidad sin la Astronomía, la Física, la Química y
demás ciencias naturales mencionadas; por lo cual debía venir indefectiblemente
después de todas.
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 13
18. —La ciencia moderna ha desvanecido los
cuatro elementos primitivos de los antiguos, y de observación en observación,
ha llegado a la concepción de un solo elemento generador de todas las
transformaciones de la materia. Pero la materia por sí misma es inerte: no
tiene ni vida, ni pensamiento, ni sensibilidad: le es indispensable su unión
con el principio espiritual. El Espiritismo no ha inventado ni aún descubierto
este principio; más sí, es el primero que lo ha demostrado con pruebas
irrecusables: lo ha estudiado, lo ha analizado y hecho su acción evidente. Al
elemento material ha venido a agregar el elemento espiritual. Elemento material y elemento espiritual:
estos son los dos principios, las dos fuerzas vivas de la naturaleza. Por la
unión indisoluble de estas dos fuerzas, de estos dos elementos, se explican sin
gran pena multitud de hechos hasta ahora inexplicables.
Por su esencia misma, y porque tiene por
objeto el estudio de uno de los dos elementos constitutivos del universo, el
Espiritismo se roza forzosamente con casi todas las ciencias: no podía venir
útilmente, sino después de su elaboración y sobre todo cuando hubieran probado
su impotencia para explicarlo todo sólo por las leyes de la materia.
19.—Se acusa al Espiritismo de cierto
parentesco con la Magia y la Hechicería; más se olvida de que la Astronomía es
la hermana menor de la Astrología judiciaria que no está tan lejana de
nosotros; que la Química es hija de la Alquimia, de que ningún hombre sensato
se ocuparía hoy. Nadie niega, sin embargo, que existían en la Astrología y en
la Alquimia, los gérmenes de las verdades de que proceden las ciencias
14 CAPÍTULO I.
actuales.
A pesar de sus fórmulas ridículas, la Alquimia ha puesto al hombre en el camino
de los cuerpos simples y de la ley de las afinidades. La Astrología se apoyaba
en la posición y movimiento de los astros que había estudiado; más en la
ignorancia de las verdaderas leyes que rigen el mecanismo del universo, los
astros eran para el vulgo seres misteriosos a que la superstición atribuía una
influencia moral y un sentido revelador. Cuando Galileo, Kepler y Newton
hubieron hecho conocer estas leyes, y que el telescopio hubo rasgado el velo y
dejado penetrar en las profundidades de los cielos, por esta mirada que ciertas
gentes calificaron de indiscreta, los planetas nos aparecieron como simples
mundos parecidos al nuestro, y todo el andamiaje de lo maravilloso se vino al
suelo.
Lo mismo sucede al Espiritismo respecto a la Magia y a la Hechicería. Estas se apoyaban también en la manifestación de los
Espíritus, como la Astrología en el movimiento de los astros; más en la
ignorancia de las leyes por que se rige el mundo espiritual, mezclaban a estas
relaciones, prácticas y creencias ridículas, de que el Espiritismo moderno,
fruto de la experiencia y de la observación, haya juzgado. Sin exageración
ninguna, es mucho mayor la distancia que separa al Espiritismo de la Mágia y de
la Hechicería, que la que hay entre la Alquimia y la Química, entre la
Astronomía moderna y la Astrología judiciaria, y querer confundirlas, es
demostrar que no se conoce ni una palabra de ellas.
20. —El solo hecho de la posibilidad de
comunicar con los seres del mundo espiritual tiene consecuencias incalculables
y de la mayor gravedad: es todo un mun-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 15
do
nuevo que se revela y que tiene tanta mayor importancia cuanto que interesa a
todos sin distinción. Este conocimiento no puede menos de producir,
generalizándose, una modificación profunda en las costumbres, carácter, hábitos
y creencias que tanto influyen en las relaciones sociales. Es toda una
revolución que se verifica en las ideas, tanto más radical y potente, cuanto
que no se limita a un pueblo o a una raza, sino que afecta en sus sentimientos
más íntimos a todas las clases, a todas las nacionalidades, a todos los cultos.
Por eso se considera con razón al
Espiritismo como la tercera gran revelación, veamos en que se diferencian y
porque lazos están unidas entre sí.
21 .—Moisés como profeta ha revelado a los
hombres el conocimiento de un solo Dios, Soberano Señor y Creador de todas las
cosas: ha promulgado la ley del Sinaí y echado los cimientos de la verdadera
fé. Como hombre, ha sido el legislador del pueblo por quien esta fé primitiva,
depurándose, debía un día esparcirse por toda la faz de la Tierra.
22. —CRISTO, tomando de la ley antigua lo
que es divino y eterno, y desechando lo que era transitorio, puramente
disciplinario y de concepción humana, añade la revelación de la vida futura, de
que Moisés no había hablado, y la de las penas y recompensas que aguardan al
hombre después de la muerte.
(Véase
la Revista Espirita 1861 p.p. 90 y 280.)
23.—La parte más importante de la revelación
del Cristo, en el sentido de que es el principal distintivo y la piedra angular
de toda su doctrina, es el nuevo punto de vista bajo que hace considerar a la
divinidad.
16 CAPÍTULO 1.
No es el Dios terrible, celoso y vengativo
de Moisés; el Dios cruel e implacable que riega la tierra con sangre humana, y
ordena la matanza y el exterminio de los pueblos, sin exceptuar a las mujeres,
niños, ni ancianos, y que castiga a los que perdonan a las víctimas. No es el
Dios injusto que castiga a todo un pueblo por el pecado de su rey; que se venga
del culpable en la persona del inocente, y que hiere a los hijos por las faltas
de sus padres; sino un Dios clemente, soberanamente justo y bueno, lleno de
mansedumbre y de misericordia, que perdona al pecador arrepentido y da a cada
uno según sus merecimientos. No es el Dios de un solo pueblo privilegiado, el
Dios de los ejércitos que preside los combates para sostener su propia causa
contra el Dios de los otros pueblos ; sino el padre común del género humano que
extiende su protección a todos sus hijos y los llama hacia él. No es tampoco el
Dios que recompensa y castiga con solos los bienes de la tierra, y que hace
consistir la gloria y la felicidad en la dominación y esclavitud de los pueblos
rivales y en la multiplicidad de su progenie; sino que dice a los hombres: «Tu
verdadera patria no está en este mundo, sino en el cielo; allí es donde los
humildes de corazón serán ensalzados, y abatidos los soberbios.» No es el Dios
que hace una virtud de la venganza y manda dar ojo por ojo, y diente por
diente; sino el Dios de misericordia, que dice: «Perdona las injurias, si
quieres que se te perdonen tus pecados: devuelve bien por mal; no hagas a otro
lo que no quieres que te hagan a tí.» No es ya el Dios mezquino y meticuloso
que impone bajo las más rigorosas penas la manera con que quiere ser adorado, y
que se ofende
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 17
por
la no observancia de una fórmula; si no el Dios grande que mira las intenciones
y no se honra con las exterioridades. No es, en fin, el Dios que quiere ser
temido; sino el Dios que desea ser amado.
24; —Siendo Dios el fundamento cardinal de
toda creencia religiosa y el objeto de todo culto, el carácter de toda religión
es conforme a la idea que dan de Dios. Las que hacen de él un Dios vengativo y
cruel, creen honrarle con actos de crueldad, con las hogueras y los tormentos:
las que hacen de él un Dios parcial y celoso, son intolerantes: son más o menos
meticulosas, según que le creen más o menos sujeto a las pequeñeces y
debilidades humanas.
25.—Toda la doctrina del Cristo está fundada
sobre el carácter que atribuye a la divinidad. Con un Dios imparcial,
soberanamente justo, bueno y misericordioso, ha podido hacer del amor de Dios y
de la caridad para con el prójimo, la condición única de salvación y decir:
«esa es toda la ley y los profetas, y no hay otra.» Sobre esa creencia sola ha
podido basar la igualdad de los hombres ante Dios, y la fraternidad universal.
Esta revelación de los verdaderos atributos
de la divinidad unida a la de la inmortalidad del alma y de la vida futura,
modificaba profundamente las relaciones mutuas de los hombres; les imponía
nuevas obligaciones; les hacia mirar la vida presente bajo otro aspecto; y
debía, por consecuencia, modificar profundamente las costumbres y las
relaciones sociales. Este es incontestablemente por sus consecuencias el punto
más capital de la revelación de Jesucristo, cuya importancia no se ha
comprendido lo bastante. Sensi-
18 CAPÍTULO I.
ble
es decirlo, es el punto en que más se han apartado las creencias y que más se
ha desconocido en la interpretación de sus enseñanzas.
26.—En tanto, Cristo dijo: «muchas cosas de
las que os digo, no podéis comprenderlas ahora, y tendría muchas otras que
decirnos que tampoco comprenderíamos, y por eso nos habló en parábolas. Pero
más tarde os enviaré el Consolador, el Espíritu de la verdad que restablecerá
todas las cosas y nos las explicará.
Si Cristo no ha dicho todo lo que hubiera
podido decir, es porque ha creído que deben quedar ciertas verdades teladas
hasta que los hombres se encontrarán en estado de comprenderlas. Según sus
palabras mismas, su enseñanza no era completa, puesto que anuncia la venida de
aquel que debe completarla. Preveía, pues, que no se comprenderían bien sus
palabras, que se apartarían los hombres de su enseñanza, en una palabra, que se
desharía lo que él había hecho, pues que toda cosa había de ser restablecida, y
no se restablece sino lo que se ha deshecho.
27.—¿Por qué llama al nuevo Mesías
Consolador? Este nombre significativo y sin ambigüedad, es toda una revelación.
Preveía que los hombres tendrían necesidad de consuelos, lo que implica la
insuficiencia de los que encontrarían en la creencia que iban a formarse. En ningún caso, quizás, se explicó el Cristo
con más claridad y más explícitamente que en estas últimas palabras, en que
pocas personas han fijado la atención, tal vez porque se ha evitado a propósito
aclararlas y desentrañar su sentido profético.
28. —Si Cristo no ha podido desenvolver su
en-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 19
señanza
de una manera completa, es porque los hombres carecían de los conocimientos
necesarios que no podían adquirir si no con el tiempo, y sin los cuales no
podían comprenderla: hay en ella cosas que hubieran parecido absurdas y sin
sentido en el estado de los conocimientos de entonces. Completar su enseñanza
debe entenderse, pues, en el sentido de explicar y ampliar, más aún que el de
añadir verdades nuevas; porque todo en ella se encuentra en el germen, y sólo
falta la clave para comprender el sentido de sus palabras.
29. —Pero ¿quién es osado a poner la mano en
las Escrituras sagradas con ánimo de interpretarlas?
¿Quién tiene ese derecho? ¿Quién posee las
luces necesarias para ello, sino los teólogos? ¿Quién ha de ser el osado?... En
primer lugar la ciencia que no tiene necesidad del permiso de nadie para dar a
conocer las leyes de la naturaleza, y salta a pies juntos por encima de los
errores y de las preocupaciones.—¿Quién tiene ese derecho?—En este siglo de
emancipación intelectual y de libertad de conciencia, el derecho de examen
pertenece a todo el mundo, y las Escrituras no son ya el arca santa a que nadie
se atrevía a tocar sin exponerse a ser consumido por el fuego del cielo. En
cuanto a las luces necesarias, sin negar la competencia a los teólogos, por
ilustrados que fuesen los de la edad media, y mucho menos a los Padres de la
Iglesia, no lo eran ni lo son bastante aún para condenar como herejía el
movimiento de la tierra y la creencia en los antípodas. Y sin volver ia vista
tan atrás, los de nuestros días ¿no han anatematizado la demostración de los
períodos de la formación de la tierra?
20 CAPÍTULO. I.
Los hombres no han podido explicar las
Escrituras sino con el auxilio de lo que sabían, de las nociones falsas e
incompletas que tenían acerca de las leyes de la naturaleza reveladas
posteriormente por la ciencia. Por esto los teólogos más ilustres han podido
equivocarse de muy buena fe acerca del sentido de ciertas palabras y de ciertos
hechos del Evangelio. Queriendo encontrar a toda costa la confirmación de un
pensamiento preconcebido , giraban siempre en el mismo círculo sin dejar su
punto de vista, de modo que no veían desde él sino lo que querían ver; y siendo
tan sabios teólogos como eran, no podían comprender las causas dependientes de
leyes que no conocían.
¿Pero quién será el juez competente entre
las diversas, y a veces contradictorias interpretaciones, dadas fuera de la
Teología? El porvenir, la lógica y el buen sentido, los hombres cada vez más
ilustrados a medida que nuevos hechos y nuevas leyes vengan a revelarse, sabrán
dar lo que corresponde a los extravíos de la imaginación y a la realidad. La
ciencia hace conocer ciertas leyes; el Espiritismo hace conocer otras: unas y
otras son indispensables para la inteligencia de los textos sagrados de todas
las religiones, desde Confucio y Buda hasta el cristianismo. En cuanto a la
Teología, no le es permitido en buena ley alegar por vía de excepción y causa
de incompetencia, las contradicciones de la ciencia, no estando ella misma
conforme siempre consigo.
30. —El Espiritismo, tomando su punto de
partida de las palabras mismas de Cristo, como éste lo tomó de Moisés, es una
continuación de su doctrina. El define los lazos que unen el alma y el cuerpo y
le-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 21
vanta
el velo que ocultaba a los hombres los misterios del nacimiento y de la muerte.
Por el Espiritismo sabe el hombre de donde viene, a donde va, para qué está
sobre la tierra, porque sufre en ella temporalmente y ve por todas partes la
justicia de Dios. Sabe que el alma progresa sin cesar a través de una serie de
existencias sucesivas hasta que alcanza el grado de perfección que baste a
unirla con Dios.
Sabe que teniendo todas las almas un mismo
punto de partida, son creadas iguales, con la misma aptitud para progresar en
virtud de su libre albedrío: que todas son de una misma esencia, y que no hay
entre ellas otra diferencia que la de los progresos hechos: que todas tienen el
mismo destino y han de alcanzar el mismo objeto más o menos pronto según su
trabajo y buena voluntad.
Sabe que no hay criaturas desheredadas, ni
más favorecidas unas que otras; que Dios no ha creado ninguna dispensada del
trabajo necesario para progresar, ni con medios que se lo faciliten a unas más
que a otras; que no las hay, tampoco, condenadas perpetuamente al mal y al
dolor, y que las designadas con el nombre de demonios , son espíritus aún
atrasados e imperfectos que hacen el mal en estado de espíritus
como
lo hacían en estado de hombres, pero que han de avanzar y mejorar; que los
ángeles o Puros Espíritus no son seres
especiales en la creación, sino Espíritus que han alcanzado su objeto después
de haber pasado por los tamices del progreso, y por tanto, que no hay
creaciones múltiples de diferentes categorías entre los seres inteligentes;
sino que toda la creación depende de la gran ley de unidad que rige al Universo
, y que
22 Capítulo, I.
todos
los seres gravitan hacia un fin común que es la perfección, sin que los unos
sean favorecidos a expensas de los otros, siendo todos hijos de sus obras.
31 . —Por las relaciones que el hombre puede
establecer ahora con los que han dejado la tierra, tiene no sólo la prueba de
la existencia y de la individualidad del alma, sino que comprende la
solidaridad que une a los vivos y a los muertos de este mundo, y a los de este
mundo con los de los restantes. Conoce
su situación en el mundo de los Espíritus; los sigue en sus emigraciones; es
testigo de sus goces y de sus penas; sabe porque son felices o desgraciados y
la suerte que a él mismo le espera según el bien o el mal que haya hecho. Estas
relaciones le inician en la vida futura, que puede observar y estudiar en todas
sus fases, en todas sus peripecias. El porvenir no es ya una vaga esperanza: es
un hecho positivo, una certidumbre matemática; y así la muerte no tiene ya nada
de espantoso, porque para él es la manumisión, la puerta de la verdadera vida.
32.—Por el estudio de la situación de los
Espíritus, el hombre sabe que la felicidad y la desgracia en la vida
espiritual, son inherentes al grado de perfección o imperfección en que se
encuentra; que cada cual sufre las consecuencias directas y naturales de sus
faltas; dicho de otro modo, que es castigado por donde ha pecado; que estas
consecuencias duran tanto como la causa que las ha producido; y que el culpable
sufriría eternamente, si eternamente persistiera en el mal; pero que el mal
cesa con el arrepentimiento y la reparación. Y como depende de cada cual el
mejorarse, puede en virtud de su libre albedrío, prolongar o
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 23
acortar
sus padecimientos, como el enfermo que lleva las molestias consiguientes a los
excesos que ha cometido, mientras no se enmienda y no pone coto a los mismos.
33.—Si la razón repugna, como incompatible
con la bondad de Dios, la idea de las penas irremisibles, perpetuas y
absolutas, impuestas a menudo por una sola falta, las penas del infierno que no
puede dulcificar el arrepentimiento más ferviente y sincero; se inclina, en
cambio, ante esa justicia distributiva e imparcial que todo lo pesa, que no
cierra la puerta al arrepentimiento y tiende sin cesar la mano al náufrago en
vez de rechazarle hacia el abismo.
34. —La pluralidad de las existencias cuya
idea ha indicado Cristo en el Evangelio, aunque sin definirla, como con tantas
otras ha sucedido, es una de las leyes más importantes reveladas por el
Espiritismo, en cuanto demuestra que era una necesidad y es una condición real
del progreso. Por medio de esa ley el hombre se explica todas las anomalías
aparentes que ofrece la vida humana: las diferencias de posición social; las
muertes prematuras, que sin la reencarnación harían inútiles para el alma las
existencias abreviadas; la desigualdad de las aptitudes intelectuales y
morales, por la antigüedad del Espíritu que ha vivido más o menos, aprendido o
progresado poco o mucho y que aporta, al renacer, lo adquirido en sus
existencias anteriores. (N.°5.)
35. —Con la doctrina de la creación del alma
a cada nacimiento, se recae en el sistema de las creaciones privilegiadas; los
hombres son extraños unos a otros; nada los une; los lazos de familia son
pura-
24 CAPÍTULO I.
mente
carnales; no son los hombres solidarios de un pasado en que no existían. Con la
idea de la nada después de la muerte, toda relación cesa con los que viven, no
son solidarios del porvenir. Por la reencarnación son solidarios de lo pasado y
para lo porvenir: sus relaciones se continúan y perpetúan, tanto en el número
espiritual como en el corporal; la fraternidad tiene por base las leyes mismas
de la naturaleza; el bien tiene un objeto, y el mal, sus consecuencias
inevitables.
36. —Con la reencarnación se desvanecen las
preocupaciones de razas y castas, puesto que el mismo Espíritu puede renacer
rico o pobre, gran señor o proletario, amo o criado, libre o esclavo, hombre o
mujer. Entre los argumentos aducidos contra la injusticia de la esclavitud,
contra la sujeción incondicional de la mujer a la ley del más fuerte, ninguno
hay tan fundado en lo lógico y decisivo como el hecho material de la
reencarnación; porque si esta funda en una ley de la naturaleza el principio de
la fraternidad universal, resulta establecida sobre la misma ley el de la
igualdad de las relaciones sociales y por consecuencia, el de la libertad.
Los hombres no nacen inferiores y
subordinados si no por el cuerpo: por el Espíritu son iguales y libres; y de
ahí el deber de tratar a los inferiores con bondad, benevolencia y humanidad;
porque el que es nuestro subordinado hoy, puede haber sido nuestro igual o
nuestro superior, tal vez un pariente o un amigo, y nosotros a nuestra vez los
dependientes o subordinados de aquel a quien mandamos.
37.—Si se quita al hombre el Espíritu libre,
inde-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 25
pendiente,
progresivo y sobreviviendo a la materia, se hará de él una máquina organizada
sin objeto propio, sin responsabilidad, sin otro freno que el de la ley civil,
y bueno para ser explotado como un animal inteligente. Como que nada espera
para después de la muerte, nada le contiene para aumentar los goces del
presente; si sufre, no tiene otra perspectiva que la desesperación y para el
porvenir, la nada. Con la certidumbre del porvenir, la de encontrar a los que
ha amado y con el temor de volver a ver a los que ha ofendido, todas sus ideas cambian.
Aún cuando el Espiritismo no hubiera. hecho más que sacar al hombre de la duda
respecto a la vida futura , habría hecho, más para su mejoramiento moral, que
todas las leyes disciplinarias, que le contienen tal vez, pero no le mejoran.
38.—Sin la preexistencia del alma, la
doctrina del pecado original, no solo es inconciliable con la justicia de Dios,
que hace a todos los hombres responsables de la culpa de uno solo, sino que
sería un absurdo incomprensible, tanto menos justificable cuanto que el alma no
existía en la época a que se pretende hacer remontar su responsabilidad. Con la preexistencia y la
reencarnación, el hombre aporta al renacer el germen de sus imperfecciones
pasadas, de los defectos de que no se ha corregido y que se traducen por sus
inclinaciones nativas y sus tendencias a tal o cual vicio. Ese es su pecado
original verdadero, cuyas consecuencias sufre, aunque con esta diferencia
capital: que sufre la pena de sus propias faltas, y no las de !a falta; de
otro; y además, esta circunstancia, a un mismo tiempo consoladora, estimulante
y eminente-
26 CAPÍTULO I.
mente
equitativa de que cada existencia le ofrece los medios de redimirse por la
enmienda y la reparación de los daños que hubiere hecho, y de progresar, ya
despojándose de alguna imperfección, ya adquiriendo nuevos conocimientos y
virtudes, y esto, hasta que suficientemente purificado, no tenga necesidad de
la vida corporal, y pueda vivir exclusivamente la vida espiritual, eterna y
bienaventurada del Espíritu.
Por la misma razón el que ha progresado
moralmente, aporta al renacer cualidades nativas, como el que ha progresado
intelectualmente aparta ideas innatas: está identificado con el bien, lo
practica sin esfuerzo, sin mira ulterior, y por decirlo así, sin pensar en ella.
El que está obligado a combatir sus tendencias, está todavía en guerra: el
primero ha vencido ya, el segundo se encuentra en disposición de vencer. Hay,
pues, virtud original, como hay saber original; y pecado, o mejor dicho, vicio
original, el decir, inclinación, disposición, tendencia natural o mejor dicho,
el vicio original es decir, inclinación, disposición, tendencia natural.
39.—El Espiritismo experimental ha estudiado
las propiedades de los fluidos espirituales y su acción sobre la materia: ha
demostrado la existencia del periespíritu, sospechado desde la antigüedad, y
designado por S. Pablo con el nombre de Cuerpo espiritual, es decir, de cuerpo
fluídico del alma, después de la destrucción del Cuerpo tangible. Se sabe hoy
que esta envoltura es inseparable del alma, que es uno de los elementos
constitutivos del ser humano, el vehículo para la transmisión del pensamiento,
y que durante su unión con el cuerpo, sirve de lazo entre el espíritu y la
materia. El periespíritu hace un papel tan importan-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 27
te
en el organismo y en multitud de afecciones, que se relaciona con la Fisiología
tanto como con la Psicología.
40.—El estudio de las cualidades del
periespíritu, de los fluidos espirituales, y de los atributos fisiológicos del
alma, abre nuevos horizontes a la ciencia, y dá la clave de multitud de
fenómenos inexplicables hasta ahora por no conocerse las leyes que los rigen:
fenómenos negados por los materialistas, porque se refieren a la
espiritualidad, y calificados por otros de milagros o sortilegios, según sus
creencias. Tales son entre otros, los fenómenos de la doble vista, de la vista
telescópica, del sonambulismo natural y artificial, de los efectos psíquicos de
la catalepsia y de la letargía, de la presciencia, del presentimiento, de las
apariciones, de las transfiguraciones, de la transmisión del pensamiento, de la
fascinación, de las curaciones instantáneas, de las obsesiones y posesiones,
etc. Al demostrar que estos fenómenos descansan sobre leyes tan naturales como
los fenómenos eléctricos, y las condiciones normales en que pueden
reproducirse, el Espiritismo destruye el imperio de lo maravilloso y
sobrenatural, y por consecuencia, la fuente de las supersticiones. Se hace
creer en la posibilidad de ciertas cosas reputadas por algunos como quiméricas,
impide creer en muchas otras supersticiosas, cuya imposibilidad e
irracionalidad demuestra.
41.—El Espiritismo, lejos de negar o
destruir el Evangelio, viene por el contrario a explicar, confirmar y desenvolver
por las nuevas leyes naturales que revela, todo lo que el Cristo ha dicho y
hecho; esclarece los pasajes oscuros de la enseñanza, de modo que
28 - capítulo I
aquellos
para quienes ciertos pasajes del Evangelio eran ininteligibles e inadmisibles,
los comprenden fácilmente con auxilio del Espiritismo y los admiten; ven mejor
su alcance, y saben distinguir lo que es real de lo que es puramente alegórico:
Cristo aparece más grande; deja de ser un filósofo, y resulta un Mesías divino.
42. —Si por otra parte se considera el poder
Moralizador del Espiritismo, por el
objeto que asigna a todas las acciones de la vida, por las consecuencias de
bien y de mal, que hace palpables, por la fuerza moral, el valor y los
consuelos que proporciona en las aflicciones; por una inalterable confianza en
el porvenir; por el pensamiento de tener a su lado las personas amadas, por la
seguridad de volverlas a ver, por la posibilidad de conversar con ellas; en
fin, por la certidumbre de que todo lo que se hace, todo lo, que. se adquiere,
en inteligencia, en saber, en moralidad hasta la última hora de la vida, queda
adquirido, y aprovecha al adelantamiento, se reconoce que el Espiritismo
realiza todas las promesas de Cristo relativas al Consolador anunciado. Pero
como es el Espíritu de Verdad el que preside al gran movimiento de la
regeneración la promesa de su advenimiento se encuentra asimismo realizada,
porque de hecho Él es el verdadero consolador (1)
(1) Muchos padres de familia deploran la
muerte prematura de hijos por cuya educación han hecho grandes sacrificios, y
se dicen que todo ha sido en pura perdida. Con el Espiritismo no tienen que
sentir estos sacrificios y se sentirían dispuestos a hacerlos aún con la
certidumbre de ver morir a sus hijos; porque saben que, si no aprovechan esta
educación por el momento, les ha de servir sin embargo, primero para su
adelantamiento como Espíritus, porque otro
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 29
43.—Si a estos resultados se añade la
rapidez inaudita de la propagación del Espiritismo a pesar de todo lo que se ha
hecho por desacreditado, no se puede menos de convenir en que su advenimiento
es providencial, puesto que triunfa de todas las fuerzas y obstáculos que le
oponen las malas voluntades. La facilidad con que es aceptado por tan gran
número sin coacción de ningún género, sin otros medios que el
poder
de la idea, prueba que responde a una necesidad: la de creer en algo después
del vacío abierto por la incredulidad, y por consecuencia, que ha venido a su
tiempo.
44.
—Muchos son los afligidos : no es sorprendente, pues, que tantas gentes acojan una doctrina que
consuela, con preferencia a otras que desesperan; porque es a los desheredados
más que a los felices de la tierra a quienes se dirige el Espiritismo. El enfermo
ve venir al médico con más alegría que el que se siente bueno. Más los
afligidos son los enfermos y el consolador el médico tanto llevarán para su
nuevo estado, y segundo, porque tendrán una provisión intelectual que los hará
más aptos para adquirir nuevos conocimientos. Tales son esos niños que traen
ideas innatas, que saben por decirlo así y aprenden sin necesidad casi de que
se les enseñe. Si como padres no tienen la satisfacción inmediata de ver a sus
hijos aprovecharse de la educación que les han procurado, saben sin embargo que
les ha de servir muchísimo, ya como Espíritus ya también como hombres. Quizás
sean de nuevo padres de esos mismos niños de quienes se dice felizmente dotados
por la naturaleza, y que de en sus aptitudes y felices disposiciones a una
educción precedente. Del mismo modo, si los jóvenes se pervierten o malogran
por negligencia de los padres, estos tal vez tendrán que sufrir después los
disgustos y pesares que les susciten en otra existencia. (Evang. según el
Espiritismo, cap. V, n." 21. Muertes prematuras),
30 CAPÍTULO I.
O vosotros, los detractores del Espiritismo,
si quieren que se le abandone y te sigan sus partidarios, darles más y mejor
que él: curar con más certidumbre, prontitud y dulzura las incertidumbres del
alma. Dales más consuelos, más satisfacciones, esperanzas más legitimas,
afirmaciones más racionales y atractivas. Hacer del porvenir un cuadro más
seductor y más racional, no piensen prevalecer contra Él con la perspectiva de
la nada los unos, y los otros, con la alternativa de las penas del infierno o
de una beatitud inútil y de una contemplación eterna.
45. —La primera revelación estuvo
personificada en Moisés; la segunda en Cristo; la tercera no lo está en
individuo alguno: las dos primeras son individuales; la tercera es colectiva,
lo que le da un carácter distintivo de suma importancia. Es colectiva, porque
no se ha confiado por privilegio a nadie, y nadie; por consecuencia puede
decirse el profeta de ella. Ha sido hecha simultáneamente en toda la tierra, a
millares de personas de toda edad, de toda condición, estado y sexo, desde los
más humildes hasta los más elevado de la escala social, con arreglo a la
profecía de Micheas, citada por el autor de los actos de los apóstoles: «En
aquellos días, dice el Señor, esparciré mi Espíritu sobre toda carne: profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; los jóvenes tendrán visiones y los ancianos
sueños.» Además, no ha salido de ningún culto especial: todos, por el
contrario, la rechazan, y así debía ser para que pueda servir a todos de campo
de conciliación (1).
(1) Nuestro papel personal en el gran
movimiento que se prepara por el Espiritismo, y que principia ya a verificarse,
es el de un ob-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 31
46.—Como que las dos primeras
revelaciones han sido personales, forzosamente tuvieron que localizarse; es
decir, que tuvieron lugar en un sólo punto, desde donde la idea se ha ido
propagando. Pero por eso han sido precisos muchos siglos para que llegaran a
las últimas extremidades del mundo, sin invadirlo por completo. La tercera
tiene esto de particular: que no habiéndose personificado en ningún individuo,
se ha producido simultáneamente en millares de puntos diferentes, que todos se han hecho centros o
focos de irradiación. Multiplicándose estos centros, sus rayos se han reunido,
como los círculos formados por una multitud de piedras caídas a un mismo tiempo
en un lago, de modo que en un tiempo dado, acabarán por cubrir la superficie
toda. Esta es una de las causas de la rápida propagación de la doctrina
espiritista. Si hubiera
servador atento que estudia los hechos para
investigar la causa deducir las consecuencias. Hemos confrontado y comprobado
todos los que hemos podido recoger, hemos parado y comentado Las instrucciones
dadas por los Espíritus en todos los puntos del globo y luego los hemos
coordinado metódicamente. En una palabra, hemos estudiado y dado al público el
fruto de nuestras investigaciones sin atribuir a nuestros trabajos otro valor
que el de una obra filosófica deducida de la observación y de la experiencia,
sin pretensión alguna, ni aspiración a pasar por jefe de escuela ni a imponer a
nadie nuestras ideas. Al publicarlas hemos usado de un derecho común a todos, y
los que las han aceptado, lo han hecho libremente. Si estas ideas han
encontrado muchas simpatías, es porque han tenido la ventaja de responder a las
aspiraciones de muchos, de lo cual haríamos muy mal en envanecernos, porque, en
su origen, no nos pertenecen. Nuestro único mérito, si puede serlo, es el de la
perseverancia y la adhesión a la causa que hemos abrazado. Hemos hecho lo que
otros muchos hubieran podido hacer del mismo modo, y por tanto jamás ha pasado
por nuestra mente la idea de ser tenidos por profetas o mesías y muchísimo
menos, la de atribuirnos este carácter. (Nota del autor.)
32 CAPÍTULO I
surgido
en un sólo punto, si hubiera sido obra exclusiva de un hombre, hubiera formado
una secta en torno suyo, pero medio siglo no hubiera bastado, quizás; para
salir de los límites del país en que hubiera nacido mientras que así, en solos
diez años tiene esta adeptos organizados en todos los puntos del globo.
47. —Esta circunstancia inaudita en la
historia de las doctrinas, da a la espiritista una fuerza excepcional y un
poder irresistible. En efecto, si se la comprime en un país, en un punto, es
imposible comprimirla en todos; y así, para un sitio que se vea cohibida, habrá
ciento en que florezca. Aún más: si se la alcanza y comprime en un individuo,
no se la puede sorprender ni comprimir en los espíritus, que es de quienes
procede. Y como los espíritus están en todas partes, y los ha de haber siempre;
si, lo que no es posible, se llegará a comprimir en todo el globo,
reaparecería: al poco tiempo; porque está fundada sobre un hecho que está en la
naturaleza; y las leyes de la naturaleza podrán ser ignoradas más o menos
tiempo, pero nunca suprimidas, y sus efectos no dejarán de producirse. He aquí
lo de que deben estar persuadidos los que nieguen su asentimiento al
Espiritismo. (Revista Espírita, febrero de 1865, p. 38. Perpetuidad del
Espiritismo.) .
48.
—Esto no obstante, los centros espiritistas hubieran podido estar mucho tiempo
aislados y sin conexión alguna entre sí, confinados como se hallan muchos en
países muy lejanos. Necesitaban un lazo de unión que los pusiese en comunidad
de pensamientos con sus correligionarios y los instruyese de lo que en otras
partes se hace. Este lazo de unión que
en lo
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA, 33
antiguo
no hubiera tenido el Espiritismo, se encuentra en las publicaciones que
circulan por todas partes, y que condensan bajo una sola forma concisa y
metódica, la enseñanza dada por todas partes bajo formas múltiples y en todos
los idiomas.
49. —Las dos primeras revelaciones no podían
menos de ser el resultado de una enseñanza de secta: debían imponerse a la fé
por la autoridad de la palabra del maestro, puesto que los hombres no estaban
bastante adelantados para cooperar eficazmente a la elaboración.
Observamos entre ellas, sin embargo, una
diferencia muy característica, que depende de los progresos de las costumbres y
de las ideas, aún cuando hechas en un mismo pueblo y en un mismo medio, y a
diez y ocho siglos de distancia. La doctrina de Moisés es absoluta, despótica:
no consiente discusión y se impone a todo el pueblo por la fuerza; la de Jesús es esencialmente consiliaria, se
acepta o no se acepta libremente, y no se impone sino por la persuasión:
es-controvertible, aún viviendo su fundador, que no desdeña discutir con sus
adversarios.
50.—La tercera revelación, venida en una
época de emancipación y de madurez intelectual, en que la inteligencia
desarrollada no puede reducirse a un papel pasivo, en que el hombre no acepta
nada a ciegas y sin examen, si no que quiere ver a donde se le lleva, saber el
cómo y porqué de cada cosa; debía ser el producto de una enseñanza, y al mismo
tiempo el fruto del trabajo de la investigación y del libre examen: los
Espíritus no enseñan sino lo preciso para ponernos en el camino de la verdad ,
y se abstienen de revelar lo
34 CAPÍTULO I.
que
el hombre puede encontrar por sí mismo, dejándole el cuidado de discutir, de
comprobar y de someterlo todo al crisol de la razón, y aún dejándole a veces
adquirir la experiencia a su costa. Le dan el principio, la base y los
materiales, y le dejan el cuidado de aprovecharlos y ponerlos en obra (n.° 15).
51.— Habiéndose dado los elementos de la
revelación espírita en una porción de puntos a un mismo tiempo y a hombros de
todas las condiciones sociales y de muy diferentes grados de instrucción; es
evidente que las observaciones no podían hacerse por todos y en todas partes
con el mismo fruto. Lo es también que las deducciones que sacan de los hechos,
la inducción de las leyes que rigen a esta clase de fenómenos, en una palabra,
que la conclusión que debía sentar y resumir las ideas, no podían salir sino del
conjunto y de la correlación de los hechos. Más cada centro aislado, reducido a
un círculo estrecho, no observando las más veces si no un orden particular de
hechos a menudo contradictorios en la apariencia; no teniendo generalmente
relación sino con una categoría de espíritus, y preocupado además por las
influencias locales y el espíritu de partido, se encontraba en la imposibilidad
material de abrazar el conjunto, y por lo mismo, de referir a un principio
común los hechos y observaciones aisladas. Apreciando cada cual los hechos bajo
el punto de vista de sus conocimientos y creencias anteriores o de la opinión
particular de los Espíritus que se manifiestan, habría pronto tantas teorías y
sistemas como centros, ninguno de los cuales hubiera podido ser completo, por
falta de elementos de comparación y de comprobación. Todos se hu-
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 35
bieran
inmovilizado en su revelación parcial, por no saber que en otros cientos de
lugares se obtenía más y mejor.
52.—Es de notar, además , que en ninguna
parte se ha dado la enseñanza espírita de una manera completa: toca a tan gran
número de observaciones, en asuntos tan diversos, que exigen tantos y tan
variados conocimientos y aptitudes medianímicas especiales, que hubiera sido imposible
hallar reunidos en un mismo punto todas las condiciones necesarias. Debiendo
ser, además, la enseñanza colectiva y no individual, los espíritus han dividido
el trabajo, diseminando los asuntos o materias de estudio y de observación,
como en ciertas fábricas se reparte entre muchos obreros la confección de cada
parte de un mismo objeto.
De este modo la revelación resulta hecha
parcialmente en diversos lugares y por diferentes conductos, y así se prosigue
en estos momentos , porque todavía no está todo revelado. Cada centro encuentra
en los otros el complemento de lo que obtiene, y el conjunto, la coordinación
de todas las enseñanzas parciales, es lo que constituye la Doctrina Espírita.
Era necesario, pues, agrupar los hechos
esparcidos para ver su correlación, recoger los documentos diversos, las
instrucciones dadas por los Espíritus sobre todos los puntos y todos los
asuntos, para compararlos, analizarlos, y estudiar las analogías y las
diferencias. Dadas las comunicaciones por Espíritus de todas categorías, más y
menos ilustrados, había que apreciar el grado de confianza que la razón
permitía concederles; distinguir las ideas sistemáticas individuales y
aisladas, de las que tenían la sanción de la enseñanza general de los
Espíritus, las elucubraciones y las
36 CAPÍTULO I.
utopías,
de las ideas racionales y prácticas: había que entresacar las que eran
notoriamente desmentidas por los datos de la ciencia positiva y la sana lógica,
utilizar los errores mismos y las reseñas suministradas por los Espíritus aún
de inferior jerarquía, para deducir de ello el estado y modo de ser del mundo
invisible, y formar con los diferentes materiales un todo homogéneo. Se
necesitaba, por decirlo de una vez, un centro de elaboración, independiente de
toda idea preconcebida, de todo prejuicio de secta, resuelto a aceptar la
verdad hecha evidente, aún cuando fuera contraria a sus opiniones personales.
Este centro se ha formado por sí mismo, por la fuerza misma de las cosas y sin
designio premeditado (1).
(1) Un testimonio significativo, tan notable
como conmovedor, de esta comunión de pensamientos que se establece entre los
espiritistas por la conformidad de creencias, son las peticiones que se nos
dirigen de países muy lejanos, del Perú y de las extremidades del Asia, por
personas de religiones y nacionalidades diversas, a quienes jamás hemos visto
ni con ellas tenido relación de ninguna clase. Pídansenos plegarias y fórmulas de evocación de los Espíritus. ¿No es ese un indicio de la grande unificación
que se elabora, y la prueba de las raíces que por todos partes va echando el
Espiritismo?
Es cosa también de notar que de todos los
grupos que se han formado con 1a intención premeditada de provocar una
escisión, proclamando principios divergentes, lo mismo que los que por razones
de amor propio u otras, queriendo sustraerse a la ley común, se han creído
bastante fuertes para marchar solos, y con bastantes luces para poderse pasar
sin consejos; ninguno ha llegado a constituir una idea preponderante y viable.
Todos se han extinguido o han vegetado la sombra. ¿Cómo podía ser de otro modo,
cuando para distinguirse, en vez de esforzarse por dar mayor suma de
satisfacciones, desechaban de los principios de la doctrina lo que tienen de
más consolador, más atractivo y racional?
Si hubiesen comprendido el poder de los elementos morales que han
constituido la unidad. no se habrían forjado una ilusión quimérica; pero
tomando su pequeño círculo por el universo, no han visto en sus adeptos sino un
bando que fácilmente podía ser reemplazado por otro. Se equivocaron
lastimosamente en la apreciación de los caracteres esenciales de la doctrina, y
este error no podía acarrearles sino decepciones: en lugar de romper la unidad,
han roto el vínculo que les daba fuerza y vida. (Véase la Revista espírita.
Abril 1866, pág. 106 y 111. El Espiritismo sin los Espíritus: el Espiritismo
independiente.
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 37
Verificar
del original de Bruno #53 al #62 - Ojo brinca página 35 al 40 falta ítem #54 en
la Barcelonesa.
53.— De este estado de cosas ha resultado
una doble corriente de ideas: la una que viene de las extremidades al centro;
la otra que vá del centro a la circunferencia. Así es como la doctrina ha
marchado prontamente hacia la unidad a pesar de la diversidad de las fuentes de
que procede; como los sistemas divergentes se han desvanecido a consecuencia
del aislamiento y ante el ascendiente de las opiniones de la mayoría, por no
haber encontrado ecos simpáticos. Desde entonces se ha establecido una comunión
de pensamientos entre los diferentes centros parciales, que hablando el
mismo
lenguaje espiritual se comprenden y simpatizan desde un extremo del mundo al
otro.
Los adeptos se han encontrado más fuertes;
han luchado con más valor; han marchado con paso más seguro, cuando no se han
visto aislados, cuando han
contado
con un punto de apoyo y un vínculo que los unía a la gran familia; Los
fenómenos de que eran testigos, no les parecían ya extraños, anormales,
contradictorios, pudiéndolos referir a leyes generales de armonía y abrazar de
un golpe de vista el edificio viendo en todo este conjunto un gran objeto
esencialmente humanitario. (1)
(1) .El libro de los Espíritus, la primera
obra que ha producido el Espiritismo en la vía filosófica, por la deducción de
las consecuencias morales resultante de los hechos, que ha abordado todas las
partes de la doctrina, toe ndo las cuestiones más importantes que ella suscita,
ha sido desde su aparición el punto de unión hacia que espontáneamente se han
hecho convergentes los trabajos individuales. Es notorio que de 1 1 publicación
de este libro data la era del Espiritismo filosófico, reducido hasta entonces»
al dominio de los experimentos de pura curiosidad. i>i este libro ha
conquistado la» simpatías de la mayoría, consiste en que era la expresión do
los sentimientos de esa mejoría y que respondía á sus aspiraciones: es tam
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 35. ?????
Sin
embargo, ¿cómo podemos saber si un principio se enseña en todas partes o si
sólo es el resultado de una opinión individual? Dado que los grupos aislados no
estaban en condiciones de saber lo que se sostenía fuera de ellos, era
necesario que un centro reuniese todas las instrucciones, para proceder a una
especie de depuración de las voces y transmitir a todos la opinión de la
mayoría (1).
(1) Ese es el objetivo de nuestras
publicaciones, que pueden ser consideradas como el resultado de dicha
depuración. En ellas todas las opiniones son discutidas, pero las cuestiones
solamente son presentadas en forma de principios después de que han recibido la
consagración de todos los exámenes, pues sólo ellos pueden otorgar a esos
principios fuerza de ley y dar lugar a afirmaciones categóricas. Por esa razón
no preconizamos apresuradamente ninguna teoría, y es precisamente por eso que
la doctrina, al ser consecuencia de la enseñanza general, no representa el
producto de un sistema preconcebido. También es eso lo que la hace fuerte y
garantiza su porvenir.
54. -- No existe ninguna ciencia que haya
salido concluida del cerebro de un hombre. Todas, sin excepción, son el fruto
de observaciones sucesivas, apoyadas en observaciones precedentes, como en un
punto conocido para llegar a lo desconocido. Así han procedido los Espíritus
con respecto al espiritismo, razón por la cual la enseñanza que impartieron es
gradual. Ellos no abordan las cuestiones sino a medida que los principios en
que se apoyan estén suficientemente elaborados, y la opinión haya alcanzado la
madurez necesaria para asimilarlos. También debemos tomar en cuenta que todas
las veces que los centros particulares han intentado tratar de modo prematuro
algunas cuestiones, no han obtenido más que respuestas contradictorias, nada
concluyentes. En cambio, cuando llega el momento oportuno, la enseñanza se
generaliza y se unifica en casi todos los centros.
Con todo, existe una diferencia sustancial
entre el avance del espiritismo y el de las ciencias: la de que estas no han
alcanzado el punto al que llegaron sino después de largos intervalos, mientras
que al espiritismo le bastaron unos pocos años, si no para subir hasta el punto
culminante, al menos para recoger una cantidad importante de observaciones para
constituir una doctrina. Ese hecho resulta de la inmensa multitud de Espíritus
que, por voluntad de Dios, se manifestaron simultáneamente, aportando cada uno
el caudal de sus conocimientos. De ahí resultó que todas las partes de la
doctrina, en vez de que fueran elaboradas sucesivamente a lo
36 Génesis - Capítulo I
largo
de muchos siglos, lo han sido casi al mismo tiempo, en unos pocos años, y bastó
con reunirlas para que conformaran un todo. Dios quiso que fuese así, en primer
término, para que el edificio llegase más rápidamente a su culminación; y
luego, para que se pudiera, por medio de la comparación, tener un control de
alguna manera inmediato y permanente de la universalidad de la enseñanza. Dado
que ninguna de sus partes tiene valor ni autoridad más que por su conexión con
el conjunto, todas deben armonizarse, luego de que cada una llegue en su
momento y se ubique en el lugar que le corresponde.
Como Dios no confió a un solo Espíritu el
encargo de promulgar la doctrina espírita, quiso asimismo que tanto el pequeño
como el grande, fuera entre los Espíritus como entre los hombres, aportase su
piedra al edificio, a fin de que se estableciera entre ellos un lazo de
solidaridad cooperativa que le faltó a todas las doctrinas provenientes de una
fuente única. Por otro lado, dado que los Espíritus, al igual que los hombres,
sólo disponen de una limitada porción de conocimientos, individualmente no tenían
aptitudes para tratar ex profeso las numerosas cuestiones inherentes al
espiritismo. A eso se debe también que la doctrina, en cumplimiento de los
designios del Creador, no podía ser obra ni de un solo Espíritu ni de un solo
médium. Debía salir del conjunto de los trabajos, corroborados los unos con los
otros (1).
55.—Otro carácter de la revelación espirita
que resulta de las condiciones mismas en que se hace, es que apoyándose en
hechos, no puede menos de ser esencialmente progresiva, como todas las ciencias
de observación. Por su esencia es aliada de la ciencia , que siendo la
exposición de las leyes de la naturaleza en un cierto orden de fenómenos, no
puede ser contraria a
(1)- Véase, en El Evangelio según el
Espiritismo, “Introducción”, pág. 27 y la Revista Espiritista, abril 1S64,'
pág.;. 90. Autoridad de la doctrina espirita! comprobación universal de' la
enseñanza los Espíritus.
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 41
la
voluntad de Dios, autor de esas leyes. Los descubrimientos de las ciencias
glorifican a Dios en vez de rebajarle: no destruyen sino la que los hombres han
imaginado y las falsas ideas que fundado de Dios.
El Espiritismo no sienta como principio
absoluto si no lo que está demostrado con evidencia, o lo que resulta
lógicamente de la observación. En lo concerniente a los diferentes ramos de la
economía social a que presta el apoyo de sus propios descubrimientos, se
asimilará siempre todas las doctrinas progresivas, sean del orden que quieran ,
llegado que hayan a la categoría de verdades prácticas y salido del dominio de
la especulación científica; de otro modo se suicidaría: Dejando de ser lo que
es, se pondría en contradicción con su origen, y faltaría a su objeto
providencial.
El Espiritismo, marchando con el progreso,
nunca se verá arrollado ni quedará rezagado; porque si nuevos descubrimientos
le demostraran que está en el error en un punto dado, se modificaría en ese
punto , y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría. (1)
(1) Ante declaraciones tan precisas y
categóricas como las contenidas en este capítulo, se desvanecen todas las
acusaciones de tendencia al absolutismo y á la autocracia de los principios,
así como todas las falsas asimilaciones que gentes prevenidas o mal informadas
atribuyen a la doctrina. Estas declaraciones, por lo demás, no son de ahora:
las hemos hecho reiteradas veces en nuestros escritos para alejar y desvanecer
toda duda en este punto. Nos asignan, además, nuestro verdadero papel en la
escena del mundo, único que ambicionamos, y es el de simple trabajador.
56. —¿Cual es la utilidad de la doctrina
moral de los Espíritus, puesto que no es otra cosa que la del Cristo?
42 CAPÍTULO I.
¿Tiene
el hombre necesidad de una nueva revelación, pudiendo encontrar en las
anteriores y en sí mismo lo que necesita para conducirse honestamente? Bajo el punto de vista moral no hay duda en
que Dios ha dado al hombre en su conciencia un guía que le dice:
«lo
que no quieras para tí no lo hagas a otro.» «La moral natural está realmente
inscrita en el corazón de los hombres; pero no todos saben leer en él. ¿No se
han desconocido nunca sus sabios preceptos? ¿Qué han hecho de la moral de
Cristo? ¿Cómo la practican los mismos que la enseñan ? ¿No ha llegado A ser
letra muerta, una bella teoría para los otros, y no para sí? No se puede
inculpar a un padre después de repetir diez y cien veces A sus hijos las mismas
instrucciones, si ve que no las aprovechan. ¿Porqué Dios ha de hacer menos que
un padre de familia? ¿Porqué no ha de enviar de tiempo en tiempo a los hombres
mensajeros especiales encargados de recordarles sus deberes, y de traerlos a
buen camino cuando se extravíen; y de abrir los ojos del entendimiento a los
que los tienen cerrados, del mismo modo que los hombres más adelantados envían
misioneros a las regiones salvajes y bárbaras?
Los Espíritus no enseñan otra moral que la
de Cristo por la excelente razón de que no la hay mejor ni más propia para
hacer la felicidad humana. Más entonces, ¿á qué su enseñanza, puesto que no
dicen si no lo que ya sabemos? Lo mismo
podría haberse dicho de la moral de Cristo que enseñaron antes Sócrates y
Platón en términos casi idénticos, y de todos los moralistas que después de él
repiten la misma cosa en todos los tonos y bajo todas formas. Pues bien, los Espíritus
vienen simplemente a aumentar el número
CARACTÉRES DE LA REVELACIÓN ESPIRÍTA. 43
de
los moralistas, con la diferencia de que, manifestándose por todas partes, se
hacen oír en la choza lo mismo que en el palacio, y por los ignorantes, lo
mismo que por las personas instruidas. Lo que la enseñanza de los Espíritus
añade a la moral del Cristo, es el conocimiento de los principios que unen a
los vivos y a los muertos , que completan las nociones vagas que se tenían del
alma, de su pasado y de su porvenir, y que dan por sanción a su doctrina las
leyes mismas de la naturaleza. Con auxilio de las nuevas luces aportadas por el
Espiritismo y los Espíritus, comprende el hombre la solidaridad que une a todos
los seres: la caridad y la fraternidad se hacen una necesidad social, y ejecuta
por convicción, lo que no hacía sino por temor y lo hace mejor.
Cuando los hombres practiquen la moral de
Cristo, podrá decirse con razón que no tienen necesidad de moralistas
encarnados ni desencarnados; más entonces, tampoco Dios los enviará.
57.—Una de las cuestiones más importantes
entre las que se han propuesto al frente de este capítulo es la siguiente:
¿cuál es la autoridad de la revelación espírita, puesto que emana de seres
cuyos conocimientos son limitados y que no son infalibles?
La objeción sería grave, si la revelación no
consistiera sino en la enseñanza de los Espíritus; si debiéramos tenerla de
ellos exclusivamente, y aceptarla a ojos cerrados. Más no tiene valor alguno
desde que el hombre aporta el concurso de su inteligencia y de su juicio, y que
los Espíritus se limitan a ponerle en el camino de las deducciones que puede
sacar de la observación de los hechos. Las manifestaciones, en
44 CAPÍTULO I.
sus
innumerables variedades, son hechos: el hombre los estudia y busca su ley: los
Espíritus le auxilian en este trabajo y son Espíritus de todas clases, más bien
colaboradores que reveladores en el sentido usual de la palabra: somete lo que
dicen al crisol de la lógica y del buen sentido, da cuyo modo beneficia los
conocimientos especiales que los Espíritus deben a su posición sin abdicar el
uso de su propia razón. No siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los
hombres, al comunicar con ellos no nos salimos de la humanidad, circunstancia
de sumo interés que nunca debe perderse de vista. Los hombres de genio que han
sido las lumbreras de la humanidad, han salido del mundo de los Espíritus y a
él han vuelto al dejar la tierra. Puesto que los Espíritus pueden ponerse en
comunicación con los hombres, esos mismos genios pueden darles instrucciones
bajo la forma espiritual, como lo hicieron bajo la forma corporal; pueden
instruirnos después de su muerte como lo hicieron mientras vivían, no habiendo
otra diferencia que la de ser invisibles en lugar de ser visibles. A eso se
reduce todo. Su ciencia y su experiencia no deben ser menores, y si su palabra
como hombres tenía autoridad, no debe tenerla menos ahora por hallarse en el
mundo de los Espíritus.
58. —Pero no son los Espíritus superiores
los únicos que se comunican; si no que lo hacen también los de todas las
órdenes , y así debe ser para iniciarnos en el verdadero carácter del mundo
espiritual, mostrándonoslo bajo todas sus fases. De este modo las relaciones del mundo visible e invisible son más íntimas, y la conexidad entre ellos, más
evidente; vemos
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 45
así
más claramente a donde vamos y de dónde venimos. Tal es el objeto esencial de
estas manifestaciones. Todos los Espíritus, pues , sea el que quiera el orden a
que pertenecen, nos enseñan algo; pero como son más o menos ilustrados, queda
reservado para nosotros el discernir lo que tienen de bueno o de malo, y sacar
el provecho de que sea susceptible su enseñanza. Todos, por lo demás, pueden
enseñarnos o revelarnos algo que ignoramos y que sin ellos no podríamos saber.
59.—Los grandes Espíritus encarnados son
individualidades poderosas sin duda alguna; más su acción es por necesidad muy
limitada y tardía su propaganda. Si uno solo de entre ellos, Moisés, Elías,
Sócrates o Platón, hubiese venido en estos últimos tiempos a revelar a los
hombres el estado del mundo espiritual ¿qué habría logrado la verdad de sus
aserciones en esta época de escepticismo? ¿No se le habría tenido por un
soñador o un utopista? Suponiendo que
estuviesen sus instrucciones en la verdad absoluta, hubieran pasado aún algunos
siglos antes que sus ideas hubiesen sido aceptadas por las masas. Dios, en su
sabiduría, no ha querido que fuera así, sino que la enseñanza se diese por los
Espíritus mismos, y no por encarnados, a fin de convencer de su existencia, y
que tuviese lugar en toda la tierra, ya para propagarla más rápidamente, ya
para que se encontrase en la coincidencia de la enseñanza una prueba de la
verdad, teniendo al mismo tiempo cada uno los medios de convencerse por sí
mismo.
60.—Los Espíritus no vienen a emancipar al
hombre del trabajo, del estudio y de las investigaciones:
46 CAPÍTULO I.
no
le comunican ninguna ciencia ya formada : sobre lo que el hombre puede
procurarse por sí mismo , le dejan abandonado a sus propias fuerzas: lo cual es
bien sabido ya por todos los espiritistas. Hace mucho tiempo que la experiencia
ha demostrado el error de la opinión que atribuía a los Espíritus todo saber y
toda ciencia, y que bastaba preguntar al primero que se presentase para
aprenderlo todo. Salidos los Espíritus de la humanidad son una de las fases de
la misma: como en la tierra, los hay superiores y vulgares, y por consecuencia
los hay que , científica y filosóficamente, saben menos que ciertos hombres:
dicen lo que saben, ni más ni menos; y como entre los hombres, los más adelantados
pueden instruirnos sobre más cosas, y darnos mejores consejos, que los más
atrasados. Pedir consejos a los Espíritus, no es, por lo tanto, dirigirse a
inteligencias superiores o sobrenaturales, sino a sus iguales, a los mismos a
quienes se habría dirigido si viviesen; a sus padres, a sus amigos o a
individuos más ilustrados que nosotros. He aquí lo que conviene no olvidar, y
lo que ignoran los que, no habiendo estudiado el Espiritismo, se forman una
idea completamente errónea acerca de la naturaleza del mundo de los Espíritus y
de las relaciones de ultra-tumba.
61. —¿Cuál es, entonces, la utilidad de
estas manifestaciones o si se quiere, de esta revelación, si los Espíritus no
saben más que nosotros, o si no nos dicen todo lo que saben?
En primer lugar, como ya lo hemos indicado,
se abstienen de darnos lo que podemos adquirir por nosotros mismos con el
estudio o el trabajo; y en segundo
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 47
lugar,
hay cosas que no les es permitido revelar porque nuestro grado de adelanto no
lo consiente. Pero fuera de esto, las condiciones de su nueva existencia,
extienden el círculo de sus percepciones: ven lo que no veían en la tierra.
Libres de las trabas de la materia y de los cuidados de la vida corporal,
juzgan de las cosas bajo un punto de vista más elevado y por consecuencia más
juiciosamente: su perspicacia abraza un horizonte más extenso; comprende sus
errores, rectifican sus ideas y se desembarazan de los prejuicios humanos.
En esto consiste la superioridad de los Espíritus
en la humanidad corporal, y sus consejos puedan ser, atendido su grado de
adelanto, más juiciosos y desinteresados que los de los encarnados. La posición
en que se hallan, les permite además iniciarnos en las cosas de la vida futura
que nosotros ignoramos, y que no podemos aprender por nosotros mismos en la
presente. Hasta ese día el hombre no había podido crear sino hipótesis acerca
de su porvenir; y he aquí porque sus creencias en esta materia estaban
divididas en sistemas tan numerosos y tan opuestos, desde el nihilismo o
aniquilamiento, hasta las fantásticas descripciones del paraíso y del infierno.
Hoy son testigos presenciales, los actores mismos de la vida de ultratumba, los
que vienen a decirnos lo que en eso hay, lo cual solo ellos podrán hacerlo.
Esas manifestaciones han servido, pues, para darnos a conocer el mundo
invisible que nos rodea y que ni siquiera sospechábamos ; cuyo conocimiento,
por sí sólo, es de una importancia capital, aun suponiendo que los Espíritus no
pudieran enseñarnos otra cosa. ¿Quién, si se encontrara
48 CAPÍTULO I.
en
un país desconocido, despreciaría las señas que pudiera darle el campesino más
humilde que al paso encontrará? ¿Rehusaría preguntarle, siquiera acerca del
estado del camino, porque fuera un pobre labriego? En verdad que no habría que
esperar de él profundas instrucciones; más en su esfera y por ser lo que es,
podría en ciertos puntos guiaros mejor que un sabio muy distinguido que no
conociera el país.
Se sacarían de sus indicaciones consecuencias
que quizás él mismo no podría sacar, sin que por eso hubiese dejado de ser un
medio muy útil para hacer ciertas observaciones, siquiera no hubiese servido
sino para darnos a conocer las costumbres de los habitantes del país. Lo mismo
puede decirse de las relaciones de los Espíritus, de los cuales el más humilde,
puede darnos muy útiles instrucciones.
62. —Una comparación vulgar hará comprender
mejor todavía la situación.
Un
navío cargado de emigrantes parte para un país lejano: lleva gentes de todas condiciones,
que dejan parientes y amigos numerosos. Corre la voz de que el navío ha
naufragado: no queda de él rastro, ni llega noticia alguna de su suerte, por lo
que se cree que todos los pasajeros han perecido, y se esparcen el luto y la
consternación en todas las familias. Sin embargo, todos sin exceptuar uno solo,
han arribado a una tierra desconocida, pero abundante y fértil, donde viven
bajo un hermoso cielo, alegres y felices. Pero esto se ignora. Más un día otro
navío llega a dicha tierra y encuentra a los náufragos sanos y salvos: la
noticia circula con la rapidez del rayo, y cada cual felicita a los demás
diciendo : « nuestros amigos
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPİRITA. 49
viven»
y dan gracias a Dios. No pueden verse, más están en correspondencia regular, se
cruzan los testimonios de afecto, y la alegría sucede a la tristeza. Tal es la
imagen de la vida terrestre y de la vida de ultratumba antes y después de la
revelación moderna; esta, semejante al segundo navío nos trae la buena noticia
de la supervivencia de los que nos son queridos, y la certidumbre de irnos a
reunir con ellos algún día: la duda acerca de su suerte y de la nuestra ya no
existe; y la tristeza y el desaliento ceden supuesto a una risueña esperanza.
Pero otros resultados vienen a fecundar esta revelación. Juzgando Dios a la
humanidad dispuesta para penetrar los misterios de su doctrina y contemplar a
sangre fría nuevas maravillas ha permitido que se descorriese el velo que
separaba el mundo visible del invisible. El hecho de las manifestaciones no
tiene nada de extrahumano: es la humanidad espiritual que viene a conversar con
la humanidad corporal y a decirle: «Nosotros existimos, luego la nada no
existe; mirar ahora lo que somos y lo que vas a ser; este es tu porvenir, así
como el nuestro. Ustedes marchaban en las tinieblas, venimos a ilustrarte y a
mostrarte el camino; marchabas sin rumbo y a la ventura, y te enseñamos el
puerto. La vida terrestre lo era todo para ustedes, porque nada veían después
de ella, y nosotros les decimos, manifestando la vida espiritual que gozamos:
la vida terrestre es nada. Tu vista se detenía en los bordes de la tumba, y del
lado de allá existen horizontes espléndidos e interminables. No se daban cuenta
de la causa de tus sufrimientos, y
50 CAPÍTULO I.
ahora
verás en ellos la justicia de Dios; el bien, existía sin frutos aparentes para
lo futuro, más en lo sucesivo tendrá un gran objeto presente y será una
necesidad; la fraternidad es una utopía generosa, mira ahora como es una
realidad espléndida fundada en las leyes de la naturaleza. Bajo el influjo de
la creencia de que todo acaba con la vida del cuerpo, la inmensidad es el
vacío, el egoísmo impera entre ustedes y el mote de tu escudo y la última
palabra de tu moral es «cada uno para sí»; con la certidumbre del porvenir, los
espacios infinitos se pueblan al infinito, el vacío y la soledad no existen en
ninguna parte: la solidaridad une a todos los seres del lado de allá de la
tumba; y existe el reinado de la caridad con el mote en su escudo «cada uno para
todos y todos para cada uno.» En fin, al terminar la vida, darás un eterno
adiós de despedida a los que amas, y en lo sucesivo les dirás: «hasta la
vista.»
Tales
son, en resumen, los resultados de la nueva revelación. Ha venido a cegar el
vacío formado por la incredulidad; a reanimar los espíritus abatidos por la
duda o por la perspectiva de la nada, y dar a todo su razón de ser. ¿Dejará de
ser importante este resultado, porque los Espíritus no vengan a resolver estos
o los otros problemas de la ciencia y a regalar el saber a los ignorantes , y a
los perezosos el medio de enriquecerse sin trabajar? Sin embargo, los frutos que el hombre debe
reportar de ella, no solo se refieren a la vida futura: él los recogerá en la
tierra misma por la transformación que estas nuevas creencias deben realizar en
su carácter, en sus gustos, sus tendencias e inclinaciones, y por consecuencia,
en las costumbres
CARACTERES DE LA REVELACIÓN ESPIRÍTA. 51
y en las relaciones sociales. Poniendo fin al reinado
del egoísmo, del orgullo y de la incredulidad, preparan el del bien, que es el
reinado de Dios. La revelación tiene, pues, por objeto poner al hombre en
posesión de ciertas verdades que no habría podido adquirir por sí mismo y esto
con el objeto de activar el progreso. Estas verdades se limitan en general a
principios fundamentales destinados a ponerlo en la vía de las investigaciones,
y no a llevarle como con andadores: son los jalones que determinan la extensión
de su tarea y le muestran su objeto. Queda a su cargo estudiarlos, sacar las
consecuencias y hacer sus aplicaciones: En vez de emanciparle del trabajo, son
nuevos elementos y medios que se proporcionan a su actividad.
Añadir un comentario
____________________________