EL GÉNESIS,
LOS MILAGROS Y LAS PREDICCIONES
SEGÚN EL ESPIRITISMO,
POR
ALLAN
KARDEC,
Autor del Libro de los Espíritus.
La doctrina espirita es el resultado
de la enseñanza colectiva y
concordante de los Espíritus.
La ciencia está llamada á constitituir
el Génesis segun las lev es de
la naturaleza.
Dios prueba su grandeza y su yo
de? por la inmutabilidad de sus le
yes y no por su suspension.
Para Dios, lo pasado y lo porve
nir son lo presente.
TRADUCIDO DE LA. 2.a
EDICIÓN FRANCESA
Y PUBLICADO POR LA
SOCIEDAD BARCELONESA
PROPAGADORA DEL ESPIRITISMO.
PRECIO 12 REALES.
BARCELONA.
IMPRENTA DE LEOPOLDO DOMENECH, BASEA,
30.
1871
OBRAS
DE ALLAN KARDEC,
PUBLICADAS POR LA SOCIEDAD
BARGELONESA PROPAGADORA DEL
ESPIRITISMO.
REVISTA ESPIRITISTA, periódico
mensual.
Precio de suscricion,
20 rs. al año. Extranjero y America,
40 rs. Las suscriciones se
hacen por un año, empezando en Enero.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. Un vol. de
500 págs. en 8.° mayor, 12 rs. rústica.
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PROFECIAS.—
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Cárlos Alou, calle de Sto. Domingo del Cali, núm. 13:
en la Palma de San Justo, núm. 9,
tienda,
y en las principales librerías.
EL GÉNESIS
SEGÚN EL ESPIRITISMO.
CAPÍTULO PRIMERO.
Caractéres de la Revelación
Espírita.
1
. —¿Puede considerarse el Espiritismo como una revelación? En la afirmativa
¿Cuál es su carácter? ¿En qué se funda su autenticidad? ¿Es la doctrina
espírita una revelación en el sentido litúrgico de la palabra, es decir, el
producto en todas sus partes de una enseñanza venida de lo alto? ¿Es absoluta o
susceptible de modificarse? Aportando a los hombres la verdad ya descifrada ¿No
tendría por resultado la tal revelación impedir al hombre hacer uso de sus
facultades, puesto que le escusa del trabajo de la investigación? ¿Cuál puede
ser la autoridad de la enseñanza de los Espíritus si no son infalibles y
superiores a la humanidad? ¿Cuál es la utilidad de la moral que predican, si no
es diferente de la cristiana ya conocida? ¿Qué verdades nuevas nos enseñan?
¿Tiene el hombre necesidad de una revelación, teniendo en sí mismo y en su
conciencia cuanto necesita para conducirse? Tales son las consideraciones sobre
que conviene formarse desde luego una idea fija.
2.—Por
lo pronto empecemos por fijar el sentido de la palabra Revelación. Revelar,
derivado de la palabra velo (en latin velum).
2
CAPÍTULO I.
significa
literalmente quitar el velo, y en sentido figurado, descubrir, hacer conocer
una cosa secreta o desconocida. En su acepción vulgar más general, se dice de
toda cosa ignorada que es dada a luz, de toda idea nueva que pone en camino de
encontrar lo que estaba oculto.
Bajo
este punto de vista, todas las ciencias que nos hacen conocer los misterios de
la naturaleza, son revelaciones, y puede decirse que hay para nosotros
revelaciones incesantes. La Astronomía nos ha revelado el mundo astral que no
conociamos; La Geología, la formación de la Tierra; la Química, la ley de las
afinidades; la Fisiología, las funciones del organismo, etc. Copérnico,
Galileo, Newton, Laplace, Lavoisier son otros tantos reveladores.
3.—El
carácter esencial de toda revelación debe ser la verdad. Revelar un secreto es
hacer conocer un hecho: si la cosa es falsa, no es un hecho y por consecuencia
no hay revelación. Toda revelación desmentida por los hechos, deja de serlo, o
mejor dicho no es revelación. Si la tal revelación se ha atribuido a Dios, como
que ni puede engañarse ni engañarnos, no puede proceder de él: hay que
considerarla como producto de una concepción humana.
4.
—¿Cuál es el papel de un profesor respecto a sus discípulos, si no el de un
revelador? Les enseña lo que no saben,
lo que no tendrían tiempo ni facultades para descubrir por sí mismos; porque la
ciencia es la obra en común de los siglos y de multitud de hombres, cada uno de
los cuales ha aportado su contingente de observaciones, de que se aprovechan
los que vienen en pos de ellos. La enseñanza es por tanto la revelación
CARÁCTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 3
de
ciertas verdades científicas o morales, físicas o metafísicas, dada por hombres
que las conocen, a los que las ignoran, y que sin eso las hubieran siempre
ignorado o tardado muchísimo tiempo e invertido mucho trabajo en descubrirlas.
5.
—Más el profesor no enseña sino lo que él mismo ha aprendido: es un revelador
de segundo orden. El hombre de genio enseña lo que él mismo ha descubierto, y
es el revelador primitivo: trae la luz que pasa de mano en mano, se vulgariza y
se extiende. ¿Dónde estaría aún la humanidad, o mejor dicho; como se concibe la
humanidad sin la revelación de los hombres de genio que aparecen en ella de
tiempo en tiempo para ilustrarla?
Pero
¿qué son los hombres de genio? ¿Porqué son hombres de genio? ¿De dónde vienen?
¿Qué se hace de ellos cuando desaparecen? Obsérvese que la mayor parte de entre
ellos traen consigo al nacer facultades trascendentales, y conocimientos
innatos que un poco de trabajo basta para desarrollar. Pertenecen sin duda
alguna, como nosotros, a la humanidad, puesto que como nosotros se forman,
nacen, viven y mueren como los demás hombres. ¿Pero de dónde han sacado esos
conocimientos que no han podido adquirir en su vida? ¿Dirémos con los
materialistas, que la casualidad les ha dado masa cerebral más abundante y de
mejor calidad? En ese caso, no tendrían más mérito que una hortaliza más
sabrosa y de mayor tamaño que las demás de su clase. Se dirá con ciertos
espiritualistas, que Dios los ha dotado de un alma más favorecida que la del
común de las gentes? Esta suposición no es menos ilógica, por cuanto implicaría
4 CAPÍTULO I.
en
Dios parcialidad e inmotivada preferencia. La única solución racional de este
problema está en la preexistencia del alma y en la pluralidad de las
existencias. El hombre de genio es un Espíritu que ha vivido más largo tiempo,
y que, por consecuencia, ha adquirido y progresado más que los que se hallan
menos avanzados. Al encarnarse, aporta lo que sabe; y como sabe mucho más que
los otros sin tener necesidad de aprender, es lo que se llama un hombre de
genio. Lo que sabe, es, en realidad de verdad producto de un trabajo anterior y
no el resultado de un privilegio. Antes de renacer era un Espíritu avanzado, y
se reencarna ya con el objeto de enseñar a los demás, ya con el de adelantar
todavía más en su carrera, si no fuese con uno u otro objeto.
Los
hombres progresan incontestablemente por sí mismos y por los esfuerzos de su
inteligencia; más abandonados a sus propias fuerzas, sus progresos son lentos y
penosos, al paso que mucho más prontos y fáciles, si son auxiliados por buenos
maestros, ni más ni menos que sucede a los escolares. Todos los pueblos han
tenido sus genios que han venido en diversas épocas a dar impulso a su
educación y desarrollo y a sacarlos de su inercia o impotencia.
6.—Cuando
se admite la solicitud y amor de Dios a sus criaturas, no hay porque negar que
Espíritus capaces por su energía y por la superioridad de sus conocimientos, de
hacer avanzar a la humanidad, pueden encarnarse por la voluntad de Dios con
objeto de ayudar al progreso en un sentido determinado, recibiendo al efecto una
misión, a la manera que sucede a un embajador respecto de su soberano. Este es
el destino
CARÁCTERES DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 5
de
los grandes genios en el mundo. ¿Qué vienen hacer más que a enseñar a los
hombres verdades que se ignoran y que se hubieran ignorado por mucho tiempo a
fin de poner la escala sin cuyo auxilio no podrán salvarse ciertas
dificultades? Estos genios que aparecen a través de los siglos como estrellas
radiantes, dejan tras si un rastro luminoso que guía a la humanidad, y son misioneros,
o si se quiere mesías que significa, como todos saben, enviados. Sino enseñaran
a los hombres sino lo que estos saben, su presencia sería completamente inútil.
Más las cosas nuevas que enseñan, sea en el orden físico, sea en el orden
filosófico, son revelaciones. Si Dios suscita reveladores para las cosas
científicas, con más razón puede suscitarlos para las verdades morales que son
uno de los elementos esenciales del progreso. Tales son los filósofos cuyas
ideas han sobrevivido al través de los siglos y de los acontecimientos más
extraños.
7.—En
el sentido especial de la fe religiosa, la revelación se dice más
particularmente de las cosas espirituales que el hombre no puede aprender por
sí mismo, que no puede descubrir por medio de sus sentidos, y cuyo conocimiento
le es dado por Dios o por sus mensajeros ya por medio de la palabra directa, o
ya por la inspiración. En este caso la revelación se ha hecho siempre a hombres
privilegiados, designados con el nombre de profetas o mesías, es decir, enviados,
misioneros, que tienen misión de trasmitirla a los hombres: considerada bajo
este punto de vista, la revelación implica la pasividad absoluta: se la acepta
sin examen, sin comprobación, sin discusión.
8.—Todas
las religiones tienen sus reveladores; y
6
Capítulo I.
aunque
estos estén lejos de haber conocido toda la verdad, tenían su razón de ser
providencial; porque eran apropiadas al tiempo y al medio en que vivían, al
genio particular de los pueblos a que hablaban y a que eran relativamente
superiores. No obstante los errores de sus doctrinas, han removido los
espíritus y sembrado gameness que más tarde habían de desarrollarse o se
desarrollarán al calor del sol del cristianismo. Sin razón, por tanto, se las
anatematiza en nombre de la ortodoxía; porque ha de llegar el día en que todas
esas creencias, tan diversa en la forma, pero que descansan en realidad sobre
un mismo principio fundamental, han de fundirse en una grande y amplísima
unidad, cuando la razón haya triunfado de todas las preocupaciones. Ese
fundamento común es la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.
Desgraciadamente
todas las religiones se han hecho siempre instrumentos de dominación: el papel de
profeta ha tentado a ambiciosos de baja estofa y se ha visto surgir una
multitud de supuestos reveladores o mesías que, a favor del prestigio de este
nombre, han explotado la credulidad de la muchedumbre en provecho de su
orgullo, de su codicia o de su pereza, encontrando más cómodo que el trabajar,
vivir a espesas de sus fanatizados secuaces. La religión cristiana no se ha visto
más que las otras al abrigo de esta plaga de parásitos impostores, sobre cuyo
particular nos remitimos y llamamos muy particularmente la atención de nuestros
lectores, al capítulo XXI de El Evangelio según el Espiritismo; «Habrá falsos
Cristos y falsos profetas.»
9.—
¿Hay revelaciones directas de Dios a los hombres?
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 7
La
consideración es esta que no nos atrevemos a resolver de una manera absoluta en
sentido afirmativo ni negativo. La cosa no es esencialmente imposible; pero no
hay de ella una prueba evidente. Más no puede dudarse que hay Espíritus
allegados a Dios por su perfección que se penetran de su pensamiento y pueden
comunicarlo.
Por
lo que hace a los reveladores encarnados, pueden tomar sus instrucciones en sí
mismos, recibirlas de Espíritus más elevados, y aún ser mensajeros inmediatos
de Dios, según el orden jerárquico a que pertenecen los últimos, hablando en
nombre de Dios, han podido a veces ser mirados como Dios mismo, a causa de la
ingenua piedad de sus admiradores.
Esta
clase de comunicaciones no tienen nada de extraño para los que conozcan los
fenómenos espíritas y la manera con que se establecen las relaciones entre los
encarnados y los desencarnados. Las instrucciones pueden trasmitirse por diferentes
medios, a saber: la inspiración pura y simple, por el oído o la audición de la palabra,
por la vista de los Espíritus instructores en las visiones y apariciones, ya en
sueños, ya en vigilia, como se vé en muchos ejemplos tanto en la Biblia y en los
evangelios, como en los libros sagrados de todos los pueblos. Es pues,
rigorosamente exacto decir que la mayor parte de los reveladores son médium
inspirados, auditivos o videntes: lo cual no quiere decir que todos los médiums
sean reveladores, y mucho menos intermediarios directos de la Divinidad o de
sus mensajeros.
10.—Los
Espíritus puros son los únicos que reciben directamente la Palabra de Dios con
encargo de trasmitirla. Pero se sabe ahora que no todos los Espíritus
8
CAPÍTULO I.
son
perfectos ni mucho menos, y que los hay que revisten falsas apariencias; lo
cual ha hecho decir a San Juan: «No creáis á todo Espíritu; mas ver antes si
son de Dios.» (Epís. 1. a cap. IV n.° 4.).
Puede
haber revelaciones serias y verdaderas, como las hay apócrifas y engañosas. El
carácter esencial de la Revelación Divina es el de la eterna verdad. Ninguna
revelación tachada de error o sujeta a mudanza puede proceder de Dios. Así es
como el Decálago tiene todos los Carácteres de su origen; mientras que las
otras leyes mosaicas, esencialmente transitorias y frecuentemente en
contradicción con la ley del Sinaí, son obra
personal y política del legislador hebreo. Las costumbres del pueblo al
dulcificarse, han hecho caer en desuso esas leyes, mientras que el Decálogo ha
quedado en pie como el faro de la humanidad. Cristo ha hecho de él la base de
su doctrina, mientras que ha abolido las otras leyes, lo que no hubiera hecho,
si hubiesen sido obra de Dios. Cristo y Moisés han sido los grandes reveladores
que han cambiado la faz del mundo, y esa es la prueba de su misión divina: una
obra puramente humana nunca hubiera tenido tal poder.
11.
—Una revelación importante tiene lugar en la época presente, y es la que nos
muestra la posibilidad de comunicar con los seres del mundo espiritual. Este conocimiento
no es nuevo en verdad; pero ha quedado hasta ahora en estado de letra muerta,
es decir, sin ser de provecho alguno para la humanidad. La ignorancia de las
leyes que rigen esta clase de relaciones, lo había ahogado bajo el peso de la
superstición: el hombre era incapaz de sacar deducción alguna saludable. Estaba
reservado a nuestra época desembarazarla
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 9
de
sus accesorios ridículos, comprender su alcance y hacer salir de ella la luz
que debía alumbrar el camino del porvenir.
12.
—El Espiritismo que nos ha hecho conocer el mundo invisible que nos rodea, y en
medio del cual vivíamos sin darnos cuenta de ello; las leyes por que se rige;
sus relaciones con el mundo visible; la naturaleza y estado de los seres que lo
habitan, y por consecuencia, el destino del hombre después de la muerte, es una
verdadera revelación en la acepción científica de la palabra.
13.
—La revelación espírita tiene un doble carácter a causa de su naturaleza: tiene
el de revelación divina y el de revelación científica a un mismo tiempo. De la
primera, en cuanto su advenimiento es providencial y no el resultado de la
iniciativa y del designio premeditado del hombre y que los puntos fundamentales
de la doctrina son los hechos de la enseñanza dada por los Espíritus encargados
por Dios de instruir a los hombres sobre cosas que ignoraban, que no podían
aprender por sí mismos y que les importa hoy conocer por estar ya preparados
para comprenderlas. Participa de la segunda especie de revelación, en cuanto
esta enseñanza no es privilegio de ningún individuo, si no que es dada a todos
por el mismo medio; y que los que la transmiten y los que la reciben no son
seres pasivos dispensados del trabajo de observación y de investigación; que no
hacen abstracción de su juicio y de su libre arbitrio; que no les está
prohibida la comprobación, y sí por el contrario muy recomendada; y en fin, que
la doctrina no ha sido dictada de una vez ni impuesta a la credulidad; que es
una deducción
10
CAPÍTULO I.
de
la observación de los hechos que los Espíritus ponen a la vista de todos, y de
las instrucciones que acerca de ellos dan : hechos e instrucciones que el
hombre estudia, comenta, examina y compara, y de que él mismo saca las consecuencias
y aplicaciones.
En
una palabra, lo que caracteriza la Revelación Espírita es que el origen es
divino, que la iniciativa pertenece a los Espíritus, y que la elaboración es el
producto del trabajo del hombre.
14.
—Como asunto de elaboración, el Espiritismo procede exactamente lo mismo que
las ciencias positivas, es decir, que aplica el método experimental y
analítico. Se presentan hechos de un orden nuevo que no pueden explicarse por
medio de las leyes comunes: los observa, los compara, los analiza, y remontando
de los efectos a las causas, inquiere la ley a que obedecen, y luego deduce las
consecuencias e investiga sus aplicaciones útiles. No establece a priori
ninguna teoría preconcebida el Espiritismo : no sienta como hipótesis, ni la
existencia ni la intervención de los Espíritus, ni el periespíritu, ni la reencarnación,
ni ninguno de los principios fundamentales de la doctrina.
Ha
deducido la existencia de los Espíritus cuando esta existencia ha resultado con
evidencia de la observación de los hechos, y lo mismo ha sucedido respecto a
los demás principios. No son los hechos los que han venido a confirmar la
teoría; más la teoría ha venido a resultar, como consecuencia indeclinable!
para explicar y resumir los hechos. Puede por tanto, decirse con toda exactitud
que el Espiritismo es una ciencia de observación y no el producto de la
imaginación o de una alucinación.
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 1 1
15.—Citemos
un ejemplo. Se ofrece en el mundo de los Espíritus un hecho muy singular y que
nadie hubiera podido figurarse, y es, que hay Espíritus que no se creen
muertos, es decir, desencarnados. Pues bien, los Espíritus superiores, que los
conocen perfectamente, no han venido a decirnos anticipadamente que hay
Espíritus que se figuran vivir todavía la vida terrestre, y que conservan sus
gustos, sus costumbres y sus instintos; más han provocado la manifestación de
Espíritus de esta categoría para hacérnoslos observar. Habiendo visto Espíritus
inciertos de su estado, o que afirmaban pertenecer aún a este mundo creyéndose
ocupados de sus tareas acostumbradas, hemos deducido del ejemplo la regla.
Multitud de hechos análogos han probado que esto no era una excepción, sino una
de las fases de la vida espirita: nos han permitido estudiar todas las
variedades y causas de esta singular ilusión, y reconocer que esta situación es
peculiar de Espíritus poco adelantados moralmente y subsecuente a ciertos
géneros de muerte: que esta ilusión es pasajera, pero que puede durar días,
meses y aún años. De este modo ha nacido la teoría de la observación , y lo
mismo decimos de todas los demás principios de la doctrina.
16.
—Así como la ciencia propiamente dicha tiene por objeto el estudio de las leyes
del principio material, el objeto principal del Espiritismo es el conocimiento
de las leyes del principio espiritual. Pero como este principio es una de las
fuerzas de la naturaleza que reacciona incesantemente sobre el principio material,
y recíprocamente, se deduce que el conocimiento del uno no puede ser completo
sin el conocimiento
12
CAPÍTULO I.
del
otro: que el Espiritismo y la ciencia se completan mutuamente: que la ciencia
sin el Espiritismo no puede explicar ciertos fenómenos por las solas leyes de
la materia, y que por haber hecho abstracción del principio espiritual, se ve
detenida en multitud de casos ante dificultades insuperables. A su vez, el
Espiritismo sin la ciencia carecería de apoyo y de contraprueba y podría extraviarse
y degenerar en groseras ilusiones. El Espiritismo, venido antes de los
descubrimientos científicos, hubiera sido o una monstruosidad o una obra
abortiva, como todo lo que viene antes de tiempo o fuera de sazón.
17.—Todas
las ciencias se eslabonan o dan la mano, y se suceden en un orden racional:
nacen unas de otras, a medida que encuentran un punto de apoyo en las ideas y
en los conocimientos anteriores. La Astronomía, una de las primeras que han
sido cultivadas, ha vivido en los limbos de la infancia hasta el momento en que
la Física ha venido a revelar la ley de las fuerzas de los agentes naturales:
no pudiendo la Química nada, sin el auxilio de la Física, debía seguirla de
cerca, para luego marchar de concierto apoyándose la una en la otra. La Anatomía,
la Fisiología, la Zoología, la Botánica, la Mineralogía no se han constituido
como ciencias propiamente dichas, sino con el auxilio de las nociones aportadas
por la Física y la Química. La Geología, nacida ayer, como quien dice, hubiera
carecido de sus elementos naturales de viabilidad sin la Astronomía, la Física,
la Química y demás ciencias naturales mencionadas; por lo cual debía venir
indefectiblemente después de todas.
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 13
18.
—La ciencia moderna ha desvanecido los cuatro elementos primitivos de los
antiguos, y de observación en observación, ha llegado a la concepción de un
solo elemento generador de todas las transformaciones de la materia. Pero la
materia por sí misma es inerte: no tiene ni vida, ni pensamiento, ni
sensibilidad: le es indispensable su unión con el principio espiritual. El
Espiritismo no ha inventado ni aún descubierto este principio; más sí, es el
primero que lo ha demostrado con pruebas irrecusables: lo ha estudiado, lo ha
analizado y hecho su acción evidente. Al elemento material ha venido a agregar
el elemento espiritual. Elemento
material y elemento espiritual: estos son los dos principios, las dos fuerzas
vivas de la naturaleza. Por la unión indisoluble de estas dos fuerzas, de estos
dos elementos, se explican sin gran pena
multitud
de hechos hasta ahora inexplicables. Por su esencia misma, y porque tiene por
objeto el estudio de uno de los dos elementos constitutivos del universo, el
Espiritismo se roza forzosamente con casi todas las ciencias: no podía venir
útilmente, sino después de su elaboración y sobre todo cuando hubieran probado
su impotencia para explicarlo todo sólo por las leyes de la materia.
19.—Se
acusa al Espiritismo de cierto parentesco con la Mágia y la Hechicería; más se
olvida de que la Astronomía es la hermana menor de la Astrología judiciaria que
no está tan lejana de nosotros; que la Química es hija de la Alquimia, de que
ningún hombre sensato se ocuparía hoy. Nadie niega, sin embargo, que existían
en la Astrología y en la Alquimia, los gérmenes de las verdades de que proceden
las ciencias
14
CAPÍTULO I.
actuales.
A pesar de sus fórmulas ridículas, la Alquimia ha puesto al hombre en el camino
de los cuerpos simples y de la ley de las afinidades. La Astrología se apoyaba
en la posición y movimiento de los astros que había estudiado; más en la
ignorancia de las verdaderas leyes que rigen el mecanismo del universo, los
astros eran para el vulgo seres misteriosos a que la superstición atribuía una
influencia moral y un sentido revelador. Cuando Galileo, Kepler y Newton
hubieron hecho conocer estas leyes, y que el telescopio hubo rasgado el velo y
dejado penetrar en las profundidades de los cielos, por esta mirada que ciertas
gentes calificaron de indiscreta, los planetas nos aparecieron como simples
mundos parecidos al nuestro, y todo el andamiaje de lo maravilloso se vino al
suelo. Lo mismo sucede al Espiritismo respecto a la Magia y
a la Hechicería. Estas se apoyaban también en la manifestación de los
Espíritus, como la Astrología en el movimiento de los astros; más en la
ignorancia de las leyes por que se rige el mundo espiritual, mezclaban a estas
relaciones, prácticas y creencias ridículas, de que el Espiritismo moderno,
fruto de la experiencia y de la observación, haya juzgado. Sin exageración
ninguna, es mucho mayor la distancia que separa al Espiritismo de la Mágia y de
la Hechicería, que la que hay entre la Alquimia y la Química, entre la
Astronomía moderna y la Astrología judiciaria, y querer confundirlas, es demostrar
que no se conoce ni una palabra de ellas.
20.
—El solo hecho de la posibilidad de comunicar con los seres del mundo
espiritual tiene consecuencias incalculables y de la mayor gravedad: es todo un
mundo
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 15
nuevo
que se revela y que tiene tanta mayor importancia cuanto que interesa a todos
sin distinción. Este conocimiento no puede menos de producir, generalizándose,
una modificación profunda en las costumbres, carácter, hábitos y creencias que
tanto influyen en las relaciones sociales. Es toda una revolución que se
verifica en las ideas, tanto más radical y potente, cuanto que no se limita a
un pueblo o a una raza, sino que afecta en sus sentimientos más íntimos a todas
las clases, a todas las nacionalidades, a todos los cultos. Por eso se
considera con razón al Espiritismo como la tercera gran revelación, veamos en
que se diferencian y porque lazos están unidas entre sí.
21
.—Moisés como profeta ha revelado a los hombres el conocimiento de un solo
Dios, Soberano Señor y Creador de todas las cosas: ha promulgado la ley del
Sinaí y echado los cimientos de la verdadera fé. Como hombre, ha sido el
legislador del pueblo por quien esta fé primitiva, depurándose, debía un día
esparcirse por toda la faz de la Tierra.
22.
—Cristo, tomando de la ley antigua lo que es divino y eterno, y desechando lo
que era transitorio, puramente disciplinario y de concepción humana, añade la
revelación de la vida futura, de que Moisés no había hablado, y la de las penas
y recompensas que aguardan al hombre después de la muerte.
(Véase
la Revista Espirita 1861 p.p. 90 y 280.)
23.—La
parte más importante de la revelación del Cristo, en el sentido de que es el
principal distintivo y la piedra angular de toda su doctrina, es el nuevo punto
de vista bajo que hace considerar a la divinidad.
16
CAPÍTULO 1.
No
es el Dios terrible, celoso y vengativo de Moisés; el Dios cruel e implacable
que riega la tierra con sangre humana, y ordena la matanza y el exterminio de
los pueblos, sin exceptuar a las mujeres, niños, ni ancianos, y que castiga a
los que perdonan a las víctimas. No es el Dios injusto que castiga a todo un
pueblo por el pecado de su rey; que se venga del culpable en la persona del
inocente, y que hiere a los hijos por las faltas de sus padres; sino un Dios
clemente, soberanamente justo y bueno, lleno de mansedumbre y de misericordia,
que perdona al pecador arrepentido y da a cada uno según sus merecimientos. No
es el Dios de un solo pueblo privilegiado, el Dios de los ejércitos que preside
los combates para sostener su propia causa contra el Dios de los otros pueblos
; sino el padre común del género humano que extiende su protección a todos sus
hijos y los llama hacia él. No es tampoco el Dios que recompensa y castiga con
solos los bienes de la tierra, y que hace consistir la gloria y la felicidad en
la dominación y esclavitud de los pueblos rivales y en la multiplicidad de su
progenie; sinó que dice a los hombres: «Tu verdadera patria no está en este
mundo, sino en el cielo; allí es donde los humildes de corazón serán
ensalzados, y abatidos los soberbios.» No es el Dios que hace una virtud de la
venganza y manda dar ojo por ojo, y diente por diente; sino el Dios de
misericordia, que dice: «Perdona las injurias, si quieres que se te perdonen
tus pecados: devuelve bien por mal; no hagas a otro lo que no quieres que te
hagan a tí.» No es ya el Dios mezquino y meticuloso que impone bajo las más
rigorosas penas la manera con que quiere ser adorado, y que se ofende
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 17
por
la no observancia de una fórmula; si no el Dios grande que mira las intenciones
y no se honra con las exterioridades. No es, en fin, el Dios que quiere ser
temido; sino el Dios que desea ser amado.
24;
—Siendo Dios el fundamento cardinal de toda creencia religiosa y el objeto de
todo culto, el carácter de toda religión es conforme a la idea que dan de Dios.
Las que hacen de él un Dios vengativo y cruel, creen honrarle con actos de
crueldad, con las hogueras y los tormentos: las que hacen de él un Dios parcial
y celoso, son intolerantes: son más o menos meticulosas, según que le creen más
o menos sujeto a las pequeñeces y debilidades humanas.
25.—Toda
la doctrina del Cristo está fundada sobre el carácter que atribuye á la
divinidad. Con un Dios imparcial, soberanamente justo, bueno y misericordioso,
ha podido hacer del amor de Dios y de la caridad para con el prójimo, la
condición única de salvación y decir: «esa es toda la ley y los profetas, y no
hay otra.» Sobre esa creencia sola ha podido basar la igualdad de los hombres
ante Dios, y la fraternidad universal. Esta revelación de los verdaderos
atributos de la divinidad unida a la de la inmortalidad del alma y de la vida
futura, modificaba profundamente las relaciones mutuas de los hombres; les
imponía nuevas obligaciones; les hacia mirar la vida presente bajo otro
aspecto; y debía, por consecuencia, modificar profundamente las costumbres y
las relaciones sociales. Este es incontestablemente por sus consecuencias el
punto más capital de la revelación de Cristo cuya importancia no se ha
comprendido lo bastante. Sensible
18
CAPÍTULO I.
es
decirlo, es el punto en que más se han apartado las creencias y que mas se ha
desconocido en la interpretación de sus enseñanzas.
26.—En
tanto, Cristo dijo: «muchas cosas de las que os digo, no podéis comprenderlas
ahora, y tendría muchas otras que decirnos que tampoco comprenderíamos, y por
eso nos habló en parábolas. Pero más tarde os enviaré el Consolador, el
Espíritu de la verdad que restablecerá todas las cosas y nos las explicará.
Si
Cristo no ha dicho todo lo que hubiera podido decir, es porque ha creído que
deben quedar ciertas verdades teladas hasta que los hombres se encontrarán en
estado de comprenderlas. Según sus palabras mismas, su enseñanza no era
completa, puesto que anuncia la venida de aquel que debe completarla. Preveía,
pues, que no se comprenderían bien sus palabras, que se apartarían los hombres
de su enseñanza, en una palabra, que se desharía lo que él había hecho, pues
que toda cosa había de ser restablecida, y no se restablece sino lo que se ha
deshecho.
27.—¿Por
qué llama al nuevo Mesías Consolador? Este nombre significativo y sin
ambigüedad, es toda una revelación. Preveía que los hombres tendrían necesidad
de consuelos, lo que implica la insuficiencia de los que encontrarían en la
creencia que iban a formarse. En ningún
caso, quizás, se explicó el Cristo con más claridad y más explícitamente que en
estas últimas palabras, en que pocas personas han fijado la atención, tal vez
porque se ha evitado a propósito aclararlas y desentrañar su sentido profético.
28.
—Si Cristo no ha podido desenvolver su enseñanza
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 19
de
una manera completa, es porque los hombres carecían de los conocimientos
necesarios que no podían adquirir si no con el tiempo, y sin los cuales no podían
comprenderla: hay en ella cosas que hubieran parecido absurdas y sin sentido en
el estado de los conocimientos de entonces. Completar su enseñanza debe entenderse,
pues, en el sentido de explicar y ampliar, más aún que el de añadir verdades
nuevas; porque todo en ella se encuentra en el germen, y sólo falta la clave
para comprender el sentido de sus palabras.
29.
—Pero ¿quién es osado a poner la mano en las Escrituras sagradas con ánimo de
interpretarlas? ¿Quién tiene ese derecho? ¿Quién posee las luces necesarias
para ello, sino los teólogos? ¿Quién ha de ser el osado?... En primer lugar la
ciencia que no tiene necesidad del permiso de nadie para dar a conocer las
leyes de la naturaleza, y salta a
pies juntos por encima de los errores y de las preocupaciones.—¿Quién tiene ese
derecho?—En este siglo de emancipación intelectual y de libertad de conciencia,
el derecho de examen pertenece a todo el mundo, y las Escrituras no son ya el
arca santa a que nadie se atrevía a tocar sin exponerse a ser consumido por el
fuego del cielo. En cuanto a las luces necesarias, sin negar la competencia a
los teólogos, por ilustrados que fuesen los de la edad media, y mucho menos a
los Padres de la Iglesia, no lo eran ni lo son bastante aún para condenar como
herejía el movimiento de la tierra y la creencia en los antípodas. Y sin volver
ia vista tan atrás, los de nuestros días ¿no han anatematizado la demostración
de los períodos de la formación de la tierra?
20
CAPÍTULO. I.
Los
hombres no han podido explicar las Escrituras sino con el auxilio de lo que sabían
, de las nociones falsas e incompletas que tenían acerca de las leyes de la
naturaleza reveladas posteriormente por la ciencia. Por esto los teólogos más
ilustres han podido equivocarse de muy buena fe acerca del sentido de ciertas
palabras y de ciertos hechos del Evangelio. Queriendo encontrar a toda costa la
confirmación de un pensamiento preconcebido , giraban siempre en el mismo
círculo sin dejar su punto de vista, de modo que no veían desde él sino lo que
querían ver; y siendo tan sabios teólogos como eran, no podían comprender las
causas dependientes de leyes que no conocían.
¿Pero
quién será el juez competente entre las diversas, y a veces contradictorias
interpretaciones, dadas fuera de la Teología? El porvenir, la lógica y el buen
sentido, los hombres cada vez más ilustrados a medida que nuevos hechos y
nuevas leyes vengan a revelarse, sabrán dar lo que corresponde a los extravíos
de la imaginación y a la realidad. La ciencia hace conocer ciertas leyes; el
Espiritismo hace conocer otras: unas y otras son indispensables para la
inteligencia de los textos sagrados de todas las religiones, desde Confucio y
Buda hasta el cristianismo. En cuanto a la Teología, no le es permitido en
buena ley alegar por vía de excepción y causa de incompetencia, las
contradicciones de la ciencia, no estando ella misma conforme siempre consigo.
30.
—El Espiritismo, tomando su punto de partida de las palabras mismas de Cristo,
como éste lo tomó de Moisés, es una continuación de su doctrina. El define los
lazos que unen el alma y el cuerpo y levanta
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 21
el
velo que ocultaba a los hombres los misterios del nacimiento y de la muerte.
Por el Espiritismo sabe el hombre de donde viene, a donde va, para qué está
sobre la tierra, porque sufre en ella temporalmente y ve por todas partes la
justicia de Dios. Sabe que el alma progresa sin cesar a través de una serie de
existencias sucesivas hasta que alcanza el grado de perfección que baste a
unirla con Dios. Sabe que teniendo todas las almas un mismo punto de partida,
son creadas iguales, con la misma aptitud para progresar en virtud de su libre
albedrío: que todas son de una misma esencia, y que no hay entre ellas otra diferencia
que la de los progresos hechos: que todas tienen el mismo destino y han de
alcanzar el mismo objeto más o menos pronto según su trabajo y buena voluntad.
Sabe
que no hay criaturas desheredadas, ni más favorecidas unas que otras; que Dios
no ha creado ninguna dispensada del trabajo necesario para progresar, ni con
medios que se lo faciliten a unas más que a otras; que no las hay, tampoco,
condenadas perpetuamente al mal y al dolor, y que las designadas con el nombre
de demonios , son espíritus aún atrasados e imperfectos que hacen el mal en
estado de espíritus como
lo hacían en estado de hombres, pero que han de avanzar y mejorar; que los
ángeles o Espíritus Puros no son seres
especiales en la creación, sino Espíritus que
han alcanzado su objeto después de haber pasado por los tamices del progreso, y
por tanto, que no hay creaciones múltiples de diferentes categorías entre los
seres inteligentes; sino que toda la creación depende de la gran ley de unidad
que rige al Universo, y que
22
Capítulo, I.
todos
los seres gravitan hacia un fin común que es la perfección, sin que los unos
sean favorecidos a expensas de los otros, siendo todos hijos de sus obras.
31
. —Por las relaciones que el hombre puede establecer ahora con los que han
dejado la tierra, tiene no sólo la prueba de la existencia y de la
individualidad del alma, sino que comprende la solidaridad que une a los vivos
y a los muertos de este mundo, y a los de este mundo con los de los
restantes. Conoce su situación en el
mundo de los Espíritus; los sigue en sus emigraciones; es testigo de sus goces
y de sus penas; sabe porque son felices o desgraciados y la suerte que a él
mismo le espera según el bien o el mal que haya hecho.
Estas
relaciones le inician en la vida futura, que puede observar y estudiar en todas
sus fases, en todas sus peripecias. El porvenir no es ya una vaga esperanza: es
un hecho positivo, una certidumbre matemática; y así la muerte no tiene ya nada
de espantoso, porque
para él es la manumisión, la puerta de la verdadera vida.
32.—Por
el estudio de la situación de los Espíritus, el hombre sabe que la felicidad y
la desgracia en la vida espiritual, son inherentes al grado de perfección o
imperfección en que se encuentra; que cada cual sufre las consecuencias
directas y naturales de sus faltas; dicho de otro modo, que es castigado por
donde ha pecado; que estas consecuencias duran tanto como la causa que las ha
producido; y que el culpable sufriría
eternamente, si eternamente persistiera en el mal; pero que el mal cesa con el
arrepentimiento y la reparación. Y como depende de cada cual el mejorarse,
puede en virtud de su libre albedrío , prolongar o
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 23
acortar
sus padecimientos, como el enfermo que lleva las molestias consiguientes a los
excesos que ha cometido, mientras no se enmienda y no pone coto a los mismos.
33.—Si
la razón repugna, como incompatible con la bondad de Dios, la idea de las penas
irremisibles, perpetuas y absolutas, impuestas a menudo por una sola falta, las
penas del infierno que no puede dulcificar el arrepentimiento más ferviente y
sincero; se inclina, en cambio, ante esa justicia distributiva e imparcial que
todo lo pesa, que no cierra la puerta al arrepentimiento y tiende sin cesar la
mano al náufrago en vez de rechazarle hacia el abismo.
34.
—La pluralidad de las existencias cuya idea ha indicado Cristo en el Evangelio,
aunque sin definirla, como con tantas otras ha sucedido, es una de las leyes
más importantes reveladas por el Espiritismo, en cuanto demuestra que era una
necesidad y es una condición real del progreso. Por medio de esa ley el hombre
se explica todas las anomalías aparentes que ofrece la vida humana: las
diferencias de posición social; las muertes prematuras, que sin la
reencarnación harían inútiles para el alma las existencias abreviadas; la
desigualdad de las aptitudes intelectuales y morales, por la antigüedad del
Espíritu que ha vivido más o menos, aprendido o progresado poco o mucho y que
aporta, al renacer, lo adquirido en sus existencias anteriores. (N.°5.)
35.
—Con la doctrina de la creación del alma a cada nacimiento, se recae en el
sistema de las creaciones privilegiadas; los hombres son extraños unos a otros;
nada los une; los lazos de familia son puramente
24
CAPÍTULO I.
carnales;
no son los hombres solidarios de un pasado en que no existían. Con la idea de
la nada después de la muerte, toda relación cesa con los que viven, no son
solidarios del porvenir. Por la reencarnación son solidarios de lo pasado y
para lo porvenir: sus relaciones se continúan y perpetúan, tanto en el número
espiritual como en el corporal; la fraternidad tiene por base las leyes mismas
de la naturaleza; el bien tiene un objeto, y el mal, sus consecuencias
inevitables.
36.
—Con la reencarnación se desvanecen las preocupaciones de razas y castas,
puesto que el mismo Espíritu puede renacer rico o pobre, gran señor o
proletario, amo o criado, libre o esclavo, hombre o mujer. Entre los argumentos
aducidos contra la injusticia de la esclavitud, contra la sujeción incondicional
de la mujer a la ley del más fuerte, ninguno hay tan fundado en lo lógico y
decisivo como el hecho material de la reencarnación; porque si esta funda en
una ley de la naturaleza el principio de la fraternidad universal, resulta
establecida sobre la misma ley el de la igualdad de las relaciones sociales y
por consecuencia, el de la libertad.
Los
hombres no nacen inferiores y subordinados si no por el cuerpo: por el Espíritu
son iguales y libres; y de ahí el deber de tratar a los inferiores con bondad,
benevolencia y humanidad; porque el que es nuestro subordinado hoy, puede haber
sido nuestro igual o nuestro superior, tal vez un pariente o un amigo, y
nosotros a nuestra vez los dependientes o subordinados de aquel a quien
mandamos.
37.—Si
se quita al hombre el Espíritu libre, independiente,
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 25
progresivo
y sobreviviendo a la materia, se hará de él una máquina organizada sin objeto
propio, sin responsabilidad, sin otro freno que el de la ley civil, y bueno
para ser explotado como un animal inteligente. Como que nada espera para después
de la muerte, nada le contiene para aumentar los goces del presente; si sufre,
no tiene otra perspectiva que la desesperación y para el porvenir, la nada. Con
la certidumbre del porvenir, la de encontrar a los que ha amado y con el temor
de volver a ver a los que ha ofendido, todas sus ideas cambian. Aún cuando el
Espiritismo no hubiera. hecho más que sacar al hombre de la duda respecto a la
vida futura , habría hecho, más para su mejoramiento moral, que todas las leyes
disciplinarias, que le contienen tal vez, pero no le mejoran.
-
38.—Sin la preexistencia del alma, la doctrina del pecado original, no solo es
inconciliable con la justicia de Dios, que hace a todos los hombres
responsables de la culpa de uno solo, sino que sería un absurdo incomprensible,
tanto menos justificable cuanto que el alma no existía en la época a que se
pretende hacer remontar su
responsabilidad. Con la preexistencia y la reencarnación, el hombre
aporta al renacer el germen de sus imperfecciones pasadas, de los defectos de
que no se ha corregido y que se traducen por sus inclinaciones nativas y sus
tendencias a tal o cual vicio. Ese es su pecado original verdadero, cuyas
consecuencias sufre, aunque con esta diferencia capital: que sufre la pena de
sus propias faltas, y no las de !a falta; de otro; y además, esta
circunstancia, a un mismo tiempo consoladora, estimulante y eminentemente
26
CAPÍTULO I.
equitativa
de que cada existencia le ofrece los medios de redimirse por la enmienda y la
reparación de los daños que hubiere hecho, y de progresar, ya despojándose de
alguna imperfección, ya adquiriendo nuevos conocimientos y virtudes, y esto,
hasta que suficientemente purificado, no tenga necesidad de la vida corporal, y
pueda vivir exclusivamente la vida espiritual, eterna y bienaventurada del
Espíritu. Por la misma razón el que ha progresado moralmente, aporta al renacer
cualidades nativas, como el que ha progresado intelectualmente aparta ideas
innatas: está identificado con el bien, lo practica sin esfuerzo, sin mira
ulterior, y por decirlo así, sin pensar en ella. El que está obligado a
combatir sus tendencias, está todavía en guerra: el primero ha vencido ya, el
segundo se encuentra en disposición de vencer. Hay, pues, virtud original, como
hay saber original; y pecado, o mejor dicho, vicio original, el decir,
inclinación, disposición, tendencia natural o mejor dicho, el vicio original.
39.—El
Espiritismo experimental ha estudiado las propiedades de los fluidos
espirituales y su acción sobre la materia: ha demostrado la existencia del
periespíritu, sospechado desde la antigüedad, y designado por S. Pablo con el
nombre de Cuerpo espiritual, es decir, de cuerpo fluídico del alma, después de
la destrucción del Cuerpo tangible. Se sabe hoy que esta envoltura es
inseparable del alma, que es uno de los elementos constitutivos del ser humano,
el vehículo para la transmisión del pensamiento, y que durante su unión con el
cuerpo, sirve de lazo entre el espíritu y la materia. El periespíritu hace un
papel tan importante
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 27
en
el organismo y en multitud de afecciones, que se relaciona con la Fisiología
tanto como con la Psicología.
40.—El
estudio de las cualidades del periespíritu, de los fluidos espirituales, y de
los atributos fisiológicos del alma, abre nuevos horizontes a la ciencia, y dá
la clave de multitud de fenómenos inexplicables hasta ahora por no conocerse
las leyes que los rigen: fenómenos negados por los materialistas, porque se
refieren a la espiritualidad, y calificados por otros de milagros o
sortilegios, según sus creencias. Tales son entre otros, los fenómenos de la
doble vista, de la vista telescópica, del sonambulismo natural y artificial, de
los efectos psíquicos de la catalepsia y de la letargía, de la presciencia, del
presentimiento, de las apariciones, de las transfiguraciones, de la transmisión
del pensamiento, de la fascinación, de las curaciones instantáneas, de las
obsesiones y posesiones, etc. Al demostrar que estos fenómenos descansan sobre
leyes tan naturales como los fenómenos eléctricos, y las condiciones normales
en que pueden reproducirse, el Espiritismo destruye el imperio de lo
maravilloso y sobrenatural, y por consecuencia, la fuente de las
supersticiones. Se hace creer en la posibilidad de ciertas cosas reputadas por
algunos como quiméricas, impide creer en muchas otras supersticiosas, cuya
imposibilidad e irracionalidad demuestra.
41.—El
Espiritismo, lejos de negar o destruir el Evangelio, viene por el contrario a
explicar, confirmar y desenvolver por las nuevas leyes naturales que revela,
todo lo que el Cristo ha dicho y hecho; esclarece los pasajes oscuros de la
enseñanza, de modo que
28-
capítulo I
aquellos
para quienes ciertos pasajes del Evangelio eran ininteligibles e inadmisibles,
los comprenden fácilmente con auxilio del Espiritismo y los admiten; ven mejor
su alcance, y saben distinguir lo que es real de lo que es puramente alegórico:
Cristo aparece más grande; deja de ser un filósofo, y resulta un Mesías divino.
42.
—Si por otra parte se considera el poder Moralizador del Espiritismo, por el objeto que asigna a todas las acciones
de la vida, por las consecuencias de bien y de mal, que hace palpables, por la
fuerza moral, el valor y los consuelos que proporciona en las aflicciones; por
una inalterable confianza en el porvenir; por el pensamiento de tener a su lado
las personas amadas, por la seguridad de volverlas a ver, por la posibilidad de
conversar con ellas; en fin, por la certidumbre de que todo lo que se hace,
todo lo, que. se adquiere, en inteligencia, en saber, en moralidad hasta la
última hora de la vida, queda adquirido, y aprovecha al adelantamiento, se reconoce
que el Espiritismo realiza todas las promesas de Cristo relativas al Consolador
anunciado. Pero como es el Espíritu de Verdad el que preside al gran movimiento
de la regeneración la promesa de su advenimiento se encuentra asimismo
realizada, porque de hecho Él es el verdadero consolador (1)
(1)
Muchos padres de familia deploran la muerte prematura de hijos por cuya
educación han hecho grandes sacrificios, y se dicen que todo ha sido en pura
perdida. Con el Espiritismo no tienen que sentir estos sacrificios y se
sentirían dispuestos a hacerlos aún con la certidumbre de ver morir a sus
hijos; porque saben que, si no aprovechan esta educación por el momento, les ha
de servir sin embargo, primero para su adelantamiento como Espíritus, porque
otro tanto llevarán para su nuevo estado, y segundo, porque tendrán una
provisión intelectual que los hará más aptos para adquirir nuevos
conocimientos. Tales son esos niños que traen ideas innatas, que saben por
decirlo así y aprenden sin necesidad casi de que se les enseñe. Si como padres
no tienen la satisfacción inmediata de ver a sus hijos aprovecharse de la
educación que les han procurado, saben sin embargo que les ha de servir
muchísimo, ya como Espíritus ya también como hombres. Quizás sean de nuevo
padres de esos mismos niños de quienes se dice felizmente dotados por la
naturaleza, y quede en sus aptitudes y felices disposiciones a una aducción
precedente. Del mismo modo, si los jóvenes se pervierten o malogran por
negligencia de los padres, estos tal vez tendrán que sufrir después los
disgustos y pesares que les susciten en otra existencia. (Evang. según el
Espiritismo, cap. V, n." 21. Muertes prematuras),
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 29
43.—Si
a estos resultados se añade la rapidez inaudita de la propagación del
Espiritismo a pesar de todo lo que se ha hecho por desacreditado, no se puede
menos de convenir en que su advenimiento es providencial, puesto que triunfa de
todas las fuerzas y obstáculos que le oponen las malas voluntades. La facilidad
con que es aceptado por tan gran número sin coacción de ningún género, sin
otros medios que el poder
de la idea, prueba que responde a una necesidad: la de creer en algo después
del vacío abierto por la incredulidad, y por consecuencia, que ha venido a su
tiempo.
44.
—Muchos son los afligidos : no es sorprendente, pues, que tantas gentes acojan
una doctrina que consuela, con preferencia a otras que desesperan; porque es a
los desheredados más que a los felices de la tierra a quienes se dirige el
Espiritismo. El enfermo ve venir al médico con más alegría que el que se siente
bueno. Más los afligidos son los enfermos y el consolador el médico
30
CAPÍTULO I.
İ
Oh ustedes, los detractores del Espiritismo, si quieren que se le abandone y te
sigan sus partidarios, darles más y mejor que él: curar con más certidumbre,
prontitud y dulzura las incertidumbres del alma. Dales más consuelos, más
satisfacciones, esperanzas más legitimas, afirmaciones más racionales y
atractivas. Hacer del porvenir un cuadro más seductor y más racional, no
piensen prevalecer contra Él con la perspectiva de la nada los unos, y los
otros, con la alternativa de las penas del infierno o de una beatitud inútil y
de una contemplación perpetua.
45.
—La primera revelación estuvo personificada en Moisés; la segunda en Cristo; la
tercera no lo está en individuo alguno: las dos primeras son individuales; la
tercera es colectiva, lo que le da un carácter distintivo de suma importancia.
Es colectiva, porque no se ha confiado por privilegio a nadie, y nadie; por
consecuencia puede decirse el profeta de ella. Ha sido hecha simultáneamente en
toda la tierra, a millares de personas de toda edad, de toda condición, estado
y sexo, desde los más humildes hasta los más elevado de la escala social, con
arreglo a la profecía de Micheas, citada por el autor de los actos de los
apóstoles: «En aquellos días, dice el Señor, esparciré mi Espíritu sobre toda
carne: profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; los jóvenes tendrán
visiones y los ancianos sueños.» Además, no ha salido de ningún culto especial:
todos, por el contrario, la rechazan, y así debía ser para que pueda servir a
todos de campo de conciliación (1).
(1)
Nuestro papel personal en el gran movimiento que se prepara por el Espiritismo,
y que principia ya a verificarse, es el de un observador atento que estudia los
hechos para investigar la causa deducir las consecuencias. Hemos confrontado y
comprobado todos los que hemos podido recoger, hemos parado y comentado Las
instrucciones dadas por los Espíritus en todos los puntos del globo y luego los
hemos coordinado metódicamente. En una palabra, hemos estudiado y dado al
público el fruto de nuestras investigaciones sin atribuir a nuestros trabajos
otro valor que el de una obra filosófica deducida de la observación y de la
experiencia, sin pretensión alguna, ni aspiración a pasar por jefe de escuela
ni a imponer a nadie nuestras ideas. Al publicarlas hemos usado de un derecho
común a todos, y los que las han aceptado, lo han hecho libremente. Si estas
ideas han encontrado muchas simpatías, es porque han tenido la ventaja de
responder a las aspiraciones de muchos, de lo cual haríamos muy mal en
envanecernos, porque, en su origen, no nos pertenecen. Nuestro único mérito, si
puede serlo, es el de la perseverancia y la adhesión a la causa que hemos
abrazado. Hemos hecho lo que otros muchos hubieran podido hacer del mismo modo,
y por tanto jamás ha pasado por nuestra mente la idea de ser tenidos por
profetas o mesías y muchísimo menos, la de atribuirnos este carácter.
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 31
46.—Como
que las dos primeras revelaciones han sido personales, forzosamente tuvieron
que localizarse; es decir, que tuvieron lugar en un sólo punto, desde donde la
idea se ha ido propagando. Pero por eso han sido precisos muchos siglos para
que llegaran a las últimas extremidades del mundo, sin invadirlo por completo.
La tercera tiene esto de particular: que no habiéndose personificado en ningún
individuo, se ha producido simultáneamente en millares de puntos diferentes, que todos se han hecho centros o
focos de irradiación. Multiplicándose estos centros, sus rayos se han reunido,
como los círculos formados por una multitud de piedras caídas a un mismo tiempo
en un lago, de modo que en un tiempo dado, acabarán por cubrir la superficie
toda. Esta es una de las causas de la rápida propagación de la doctrina
espiritista.
Si
hubiera
32
CAPÍTULO I
surgido
en un sólo punto, si hubiera sido obra exclusiva de un hombre, hubiera formado
una secta en torno suyo, pero medio siglo no hubiera bastado, quizás; para salir
de los límites del país en que hubiera nacido mientras que así, en solos diez
años tiene esta adeptos organizados en todos los puntos del globo.
47.
—Esta circunstancia inaudita en la historia de las doctrinas, da a la
espiritista una fuerza excepcional y un poder irresistible. En efecto, si se la
comprime en un país, en un punto, es imposible comprimirla en todos; y así,
para un sitio que se vea cohibida, habrá ciento en que florezca. Aún más: si se
la alcanza y comprime en un individuo, no se la puede sorprender ni comprimir
en los espíritus, que es de quienes procede. Y como los espíritus están en
todas partes, y los ha de haber siempre; si, lo que no es posible, se llegará a
comprimir en todo el globo, reaparecería: al poco tiempo; porque está fundada
sobre un hecho que está en la naturaleza; y las leyes de la naturaleza podrán
ser ignoradas más o menos tiempo, pero nunca suprimidas, y sus efectos no
dejarán de producirse. He aquí lo de que deben estar persuadidos los que
nieguen su asentimiento al Espiritismo. (Revista Espírita, febrero de 1865, p.
38. Perpetuidad del Espiritismo.) .
48.
—Esto no obstante, los centros espiritistas hubieran podido estar mucho tiempo
aislados y sin conexión alguna entre sí, confinados como se hallan muchos en
países muy lejanos. Necesitaban un lazo de unión que los pusiese en comunidad
de pensamientos con sus correligionarios y los instruyese de lo que en otras
partes se hace. Este lazo de unión que en lo
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA, 33
antiguo
no hubiera tenido el Espiritismo, se encuentra en las publicaciones que
circulan por todas partes, y que condensan bajo una sola forma concisa y
metódica, la enseñanza dada por todas partes bajo formas múltiples y en todos
los idiomas.
49.
—Las dos primeras revelaciones no podían menos de ser el resultado de una
enseñanza de secta: debían imponerse a la fe por la autoridad de la palabra del
maestro, puesto que los hombres no estaban bastante adelantados para cooperar
eficazmente a la elaboración.
Observamos
entre ellas, sin embargo, una diferencia muy característica, que depende de los
progresos de las costumbres y de las ideas, aún cuando hechas en un mismo
pueblo y en un mismo medio, y a diez y ocho siglos de distancia. La doctrina de
Moisés es absoluta, despótica: no consiente discusión y se impone a todo el
pueblo por la fuerza; la de Jesús es
esencialmente conciliaria, se acepta o no se acepta libremente, y no se impone
sino por la persuasión: es-oontrovertible, aún viviendo su fundador, que no
desdeña discutir con sus adversarios.
50.—La
tercera revelación, venida en una época de emancipación y de madurez
intelectual, en que la inteligencia desarrollada no puede reducirse a un papel
pasivo, en que el hombre no acepta nada a ciegas y sin examen, si no que quiere
ver a donde se le lleva, saber el cómo y porqué de cada cosa; debía ser el
producto de una enseñanza, y al mismo tiempo el fruto del trabajo de la
investigación y del libre examen: los Espíritus no enseñan sino lo preciso para
ponernos en el camino de la verdad , y se abstienen de revelar lo
34
CAPÍTULO I.
que
el hombre puede encontrar por sí mismo, dejándola el cuidado de discutir, de
comprobar y de someterlo todo al crisol de la razón, y aún dejándola a veces
adquirir la experiencia a su costa. Le dan el principio, la base y los
materiales, y le dejan el cuidado de aprovecharlos y ponerlos en obra (n.° 15).
51.—
Habiéndose dado los elementos de la revelación espírita en una porción de
puntos a un mismo tiempo y a hombros de todas las condiciones sociales y de muy
diferentes grados de instrucción; es evidente que las observaciones no podían
hacerse por todos y en todas partes con el mismo fruto. Lo es también que las
deducciones que sacan de los hechos, la inducción de las leyes que rigen a esta
clase de fenómenos, en una palabra, que la conclusión que debía sentar y
resumir las ideas, no podían salir sino del conjunto y de la correlación de los
hechos. Más cada centro aislado, reducido a un círculo estrecho, no observando
las más veces si no un orden particular de hechos a menudo contradictorios en
la apariencia; no teniendo generalmente relación sino con una categoría de
espíritus, y preocupado además por las influencias locales y el espíritu de
partido, se encontraba en la imposibilidad material de abrazar el conjunto, y
por lo mismo, de referir a un principio común los hechos y observaciones
aisladas. Apreciando cada cual los hechos bajo el punto de vista de sus
conocimientos y creencias anteriores o de la opinión particular de los
Espíritus que se manifiestan, habría pronto tantas teorías y sistemas como
centros, ninguno de los cuales hubiera podido ser completo, por falta de
elementos de comparación y de comprobación. Todos se hubieran
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 35
inmovilizado
en su revelación parcial por no saber que en otros cientos de lugares se
obtenía más y mejor.
52.—Es
de notar, además , que en ninguna parte se ha dado la enseñanza espírita de una
manera completa: toca a tan gran número de observaciones, en asuntos tan
diversos, que exigen tantos y tan variados conocimientos y aptitudes
medianímicas especiales, que hubiera sido imposible hallar reunidos en un mismo
punto todas las condiciones necesarias. Debiendo ser, además, la enseñanza
colectiva y no individual, los espíritus han dividido el trabajo, diseminando
los asuntos o materias de estudio y de observación, como en ciertas fábricas se
reparte entre muchos obreros la confección de cada parte de un mismo objeto.
De
este modo la revelación resulta hecha parcialmente en diversos lugares y por
diferentes conductos, y así se prosigue en estos momentos, porque todavía no
está todo revelado. Cada centro encuentra en los otros el complemento de lo que
obtiene, y el conjunto, la coordinación de todas las enseñanzas parciales, es
lo que constituye la Doctrina Espírita.
Era
necesario, pues, agrupar los hechos esparcidos para ver su correlación, recoger
los documentos diversos, las instrucciones dadas por los Espíritus sobre todos
los puntos y todos los asuntos, para compararlos, analizarlos, y estudiar las
analogías y las diferencias. Dadas las comunicaciones por Espíritus de todas
categorías, más y menos ilustrados, había que apreciar el grado de confianza
que la razón permitía concederles; distinguir las ideas sistemáticas
individuales y aisladas, de las que tenían la sanción de la enseñanza general
de los Espíritus, las elucubraciones y las
36
CAPÍTULO I.
utopías,
de las ideas racionales y prácticas: había que entresacar las que eran
notoriamente desmentidas por los datos de la ciencia positiva y la sana lógica,
utilizar los errores mismos y las reseñas suministradas por los Espíritus aún de
inferior jerarquía, para deducir de ello el estado y modo de ser del mundo
invisible, y formar con los diferentes materiales un todo homogéneo. Se
necesitaba, por decirlo de una vez, un centro de elaboración, independiente de
toda idea preconcebida, de toda preocupación de secta, resuelto a aceptar la
verdad hecha evidente, aún cuando fuera contraria a sus opiniones personales.
Este centro se ha formado por sí mismo, por la fuerza misma de las cosas y sin
designio premeditado (1).
(1)
. El libro de los Espíritus, la primera obra que condujo al espiritismo hacia
el camino de la filosofía, mediante la deducción de las consecuencias morales a
partir de los hechos, y que abordó todas las partes de la doctrina, pues trató
las cuestiones más importantes que ella suscita,
fue desde su aparición el punto hacia el cual convergieron espontáneamente los trabajos
individuales. Es notorio que de la publicación de ese libro data la era del
espiritismo filosófico, pues hasta entonces el espiritismo se conservaba en el
dominio de las experiencias curiosas.
Si ese libro conquistó las simpatías de la mayoría, se debió a que expresaba los
sentimientos de dicha mayoría y correspondía a sus aspiraciones, y a que
representaba también la confirmación y la explicación racional de lo que cada
uno obtenía de modo particular. Si hubiera estado en desacuerdo con la
enseñanza general de los Espíritus, de inmediato habría caído en el descrédito
y en el olvido. Ahora bien, ¿cuál ha sido ese punto de convergencia? Por
cierto, no fue el hombre, que no vale nada por sí mismo, que muere y desaparece,
sino la idea, que no perece cuando emana de una fuente superior al hombre.
Esa
espontánea concentración de fuerzas dispersas suscitó una amplísima
correspondencia, monumento único en el mundo, panorama vivo de la verdadera
historia del espiritismo moderno, donde se reflejan al mismo tiempo los
trabajos parciales, los sentimientos múltiples que la doctrina ha dado a luz,
las consecuencias morales, la dedicación y las deserciones;
archivos valiosos para la posteridad, que podrá juzgar a los hombres y las cosas
a través de documentos auténticos. Ante esos testimonios irrecusables, ¿a qué
se reducirán con el tiempo los falsos alegatos, las difamaciones de la envidia
y de los celos?
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 37
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del original de Bruno #53 al #62
53.—
De este estado de cosas ha resultado una doble corriente de ideas: la una que
viene de las extremidades al centro; la otra que va del centro a la circunferencia.
Así es como la doctrina ha marchado prontamente hacia la unidad a pesar de la
diversidad de las fuentes de que procede; como los sistemas divergentes se han
desvanecido a consecuencia del aislamiento y ante el ascendiente de las
opiniones de la mayoría,
Por
no haber encontrado ecos simpáticos. Desde entonces se ha establecido una
comunión de pensamientos entre los diferentes centros parciales, que hablando
el mismo lenguaje espiritual se comprenden y simpatizan desde un extremo del
mundo al otro.
Los
adeptos espíritas se han encontrado más fuertes; han luchado con más valor o
coraje; han marchado con paso más seguro, cuando no se han visto aislados,
cuando han contado con un punto de apoyo y un vínculo que los unía a la gran
familia; los fenómenos de que eran testigos, no les parecían ya extraños,
anormales, contradictorios, pudiéndolos referir a leyes generales de armonía y
abrazar de un golpe de vista el edificio, viendo en todo este conjunto un gran
objeto esencialmente humanitario. (1).
(1)
Un testimonio significativo, tan notable como conmovedor, de esta comunión de
pensamientos que se establece entre los espiritistas por la conformidad de
creencias, son las peticiones que se nos dirigen de países muy lejanos, del
Perú y de las extremidades del Asia, por personas de religiones y
nacionalidades diversas, a quienes jamás hemos visto ni con ellos tenido
relación de ninguna clase. Se nos han pedido plegarias y fórmulas de evocación
de los Espíritus. ¿No es ese un indicio de la grande unificación que se
elabora, y la prueba de las raíces que por todas partes va echa nido el
Espiritismo?
Es
cosa también de notar que de todos los grupos que se han formado con la
intención premeditada de provocar una escisión, proclamando principios
divergentes, lo mismo que los que por razones de amor propio u otras, queriendo
sustraerse a 1a ley común, se han creído bastante fuertes para marchar solos, y
con bastantes luces para poderse pasar sin consejos; ninguno ha llegado a
constituir una idea preponderante y viable todos se han extinguido o han vegetado
en la sombra. ¿Como podía ser de otro modo, cuando para distinguirse, en vez de
esforzarse por dar mayor suma de satisfacciones, desechaban de los principios
de la doctrina lo que tienen de más consolador, más atractivo y racional, si
hubiesen comprendido el poder de los elementos morales que han constituido
unidad no se habrían forjado una ilusión quimérica; pero tomando su pequeño
círculo por el universo, no han visto en sus adeptos sino un bando que
fácilmente podía ser reemplazado por otro. Se equivocaron lastimosamente en la apreciación
de los Carácteres esenciales de la
doctrina, y este error no podía acarrearles sino decepciones: en lugar
de romper la unidad, han roto el vínculo que les daba fuerza y vida. (Véase la
Revista Espírita. Abril 1866, pág. 106 y 111. El Espiritismo sin los Espíritus:
A Espiritismo independiente.
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA 35.
Sin
embargo, ¿cómo podemos saber si un principio se enseña en todas partes o si
sólo es el resultado de una opinión individual? Dado que los grupos aislados no
estaban en condiciones de saber lo que se sostenía fuera de ellos, era
necesario que un centro reuniese todas las instrucciones, para proceder a una
especie de depuración de las voces y transmitir a todos la opinión de la
mayoría (1).
(1)
Ese es el objetivo de nuestras publicaciones, que pueden ser consideradas como
el resultado de dicha depuración. En ellas todas las opiniones son discutidas,
pero las cuestiones solamente son presentadas en forma de principios después de
que han recibido la consagración de todos los exámenes, pues sólo ellos pueden
otorgar a esos principios fuerza de ley y dar lugar a afirmaciones categóricas.
Por esa razón no preconizamos apresuradamente ninguna teoría, y es precisamente
por eso que la doctrina, al ser consecuencia de la enseñanza general, no
representa el producto de un sistema preconcebido. También es eso lo que la
hace fuerte y garantiza su porvenir.
54.
-- No existe ninguna ciencia que haya salido concluida del cerebro de un
hombre. Todas, sin excepción, son el fruto de observaciones sucesivas, apoyadas
en observaciones precedentes, como en un punto conocido para llegar a lo
desconocido. Así han procedido los Espíritus con respecto al espiritismo, razón
por la cual la enseñanza que impartieron es gradual. Ellos no abordan las
cuestiones sino a medida que los principios en que se apoyan estén
suficientemente elaborados, y la opinión haya alcanzado la madurez necesaria
para asimilarlos. También debemos tomar en cuenta que todas las veces que los
centros particulares han intentado tratar de modo prematuro algunas cuestiones,
no han obtenido más que respuestas contradictorias, nada concluyentes. En
cambio, cuando llega el momento oportuno, la enseñanza se generaliza y se
unifica en casi todos los centros.
Con
todo, existe una diferencia sustancial entre el avance del espiritismo y el de
las ciencias: la de que estas no han alcanzado el punto al que llegaron sino
después de largos intervalos, mientras que al espiritismo le bastaron unos
pocos años, si no para subir hasta el punto culminante, al menos para recoger
una cantidad importante de observaciones para constituir una doctrina. Ese
hecho resulta de la inmensa multitud de Espíritus que, por voluntad de Dios, se
manifestaron simultáneamente, aportando cada uno el caudal de sus
conocimientos. De ahí resultó que todas las partes de la doctrina, en vez de
que fueran elaboradas sucesivamente a lo
Génesis
- Capítulo I
largo
de muchos siglos, lo han sido casi al mismo tiempo, en unos pocos años, y bastó
con reunirlas para que conformaran un todo. Dios quiso que fuese así, en primer
término, para que el edificio llegase más rápidamente a su culminación; y
luego, para que se pudiera, por medio de la comparación, tener un control de
alguna manera inmediato y permanente de la universalidad de la enseñanza. Dado
que ninguna de sus partes tiene valor ni autoridad más que por su conexión con
el conjunto, todas deben armonizarse, luego de que cada una llegue en su
momento y se ubique en el lugar que le corresponde.
Como
Dios no confió a un solo Espíritu el encargo de promulgar la doctrina espírita,
quiso asimismo que tanto el pequeño como el grande, fuera entre los Espíritus
como entre los hombres, aportase su piedra al edificio, a fin de que se
estableciera entre ellos un lazo de solidaridad cooperativa que le faltó a
todas las doctrinas provenientes de una fuente única. Por otro lado, dado que
los Espíritus, al igual que los hombres, sólo disponen de una limitada porción
de conocimientos, individualmente no tenían aptitudes para tratar ex profeso
las numerosas cuestiones inherentes al espiritismo. A eso se debe también que
la doctrina, en cumplimiento de los designios del Creador, no podía ser obra ni
de un solo Espíritu ni de un solo médium. Debía salir del conjunto de los
trabajos, corroborados los unos con los otros (1).
(1)-
Véase, en El Evangelio según el Espiritismo, “Introducción”, pág. 27 y la
Revista Espiritista, abril 1S64,' pág.;. 90. Autoridad de la doctrina espirita!
comprobación universal de' la enseñanza los Espíritus.
55.—Otro
carácter de la revelación espirita que resulta de las condiciones mismas en que
se hace, es que apoyándose en hechos, no puede menos de ser esencialmente
progresiva, como todas las ciencias de observación. Por su esencia es aliada de
la ciencia , que siendo la exposición de las leyes de la naturaleza en un
cierto orden de fenómenos, no puede ser contraria a
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 41
la
voluntad de Dios, autor de esas leyes. Los descubrimientos de las ciencias
glorifican a Dios en vez de rebajarle: no destruyen sino la que los hombres han
imaginado y las falsas ideas que fundado de Dios.
El
Espiritismo no sienta como principio absoluto si no lo que está demostrado con
evidencia, o lo que resulta lógicamente de la observación. En lo concerniente a
los diferentes ramos de la economía social a que presta el apoyo de sus propios
descubrimientos, se asimilará siempre todas las doctrinas progresivas, sean del
orden que quieran , llegado que hayan a la categoría de verdades prácticas y
salido del dominio de la especulación científica; de otro modo se suicidaría:
Dejando de ser lo que es, se pondría en contradicción con su origen, y faltaría
a su objeto providencial.
El
Espiritismo, marchando con el progreso, nunca se verá arrollado ni quedará
rezagado; porque si nuevos descubrimientos le demostraran que está en el error
en un punto dado, se modificaría en ese punto , y si una nueva verdad se
revelara,la aceptaría. (1)
(1)
Ante declaraciones tan precisas y categóricas como las contenidas en este
capítulo, se desvanecen todas las acusaciones de tendencia al absolutismo y á
la autocracia de los principios, así como todas las falsas asimilaciones que
gentes prevenidas o mal informadas atribuyen a la doctrina. Estas
declaraciones, por lo demás, no son de ahora: las hemos hecho reiteradas veces
en nuestros escritos para alejar y desvanecer toda duda en este punto. Nos
asignan, además, nuestro verdadero papel en la escena del mundo, único que
ambicionamos, y es el de simple trabajador.
56.
—¿Cual es la utilidad de la doctrina moral de los Espíritus, puesto que no es
otra cosa que la del Cristo?
42
CAPÍTULO I.
¿Tiene
el hombre necesidad de una nueva revelación, pudiendo encontrar en las
anteriores y en sí mismo lo que necesita para conducirse honestamente? Bajo el punto de vista moral no hay duda en
que Dios ha dado al hombre en su conciencia un guía que le dice:
«lo
que no quieras para tí no lo hagas a otro.» «La moral natural está realmente
inscrita en el corazón de los hombres; pero no todos saben leer en él. ¿No se
han desconocido nunca sus sabios preceptos? ¿Qué han hecho de la moral de
Cristo? ¿Cómo la practican los mismos que la enseñan ? ¿No ha llegado A ser
letra muerta, una bella teoría para los otros, y no para sí? No se puede
inculpar a un padre después de repetir diez y cien veces A sus hijos las mismas
instrucciones, si ve que
no las aprovechan. ¿Porqué Dios ha de hacer menos que un padre de familia?
¿Porqué no ha de enviar de tiempo en tiempo a los hombres mensajeros especiales
encargados de recordarles sus deberes, y de traerlos a buen camino cuando se extrañan;
y de abrir los ojos del entendimiento a los que los tienen cerrados, del mismo
modo que los hombres más adelantados envían misioneros a las regiones salvajes
y bárbaras?
Los
Espíritus no enseñan otra moral que la de Cristo por la excelente razón de que
no la hay mejor ni más propia para hacer la felicidad humana. Mas entonces, ¿á
qué su enseñanza, puesto que no dicen si no lo que ya sabemos? Lo mismo podría haberse dicho de la moral de
Cristo que enseñaron antes Sócrates y Platón en términos casi idénticos, y de
todos los moralistas que después de él repiten la misma cosa en todos los tonos
y bajo todas formas. Pues bien, los Espíritus vienen simplemente a aumentar el
número
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 43
de
los moralistas, con la diferencia de que, manifestándose por todas partes, se
hacen oír en la choza lo mismo que en el palacio, y por los ignorantes, lo
mismo que por las personas instruidas. Lo que la enseñanza de los Espíritus
añade a la moral del Cristo, es el conocimiento de los principios que unen a
los vivos y a los muertos , que completan las nociones vagas que se tenían del
alma, de su pasado y de su porvenir, y que dan por sanción a su doctrina las
leyes mismas de la naturaleza. Con auxilio de las nuevas luces aportadas por el
Espiritismo y los Espíritus, comprende el hombre la solidaridad que une a todos
los seres: la caridad y la fraternidad se hacen una necesidad social, y ejecuta
por convicción, lo que no hacía sino por temor y lo hace mejor.
Cuando
los hombres practiquen la moral de Cristo, podrá decirse con razón que no
tienen necesidad de moralistas encarnados ni desencarnados; más entonces,
tampoco Dios los enviará.
57.—Una
de las cuestiones más importantes entre las que se han propuesto al frente de
este capítulo es la siguiente: ¿cuál es la autoridad de la revelación espírita,
puesto que emana de seres cuyos conocimientos son limitados y que no son
infalibles?
La
objeción sería grave, si la revelación no consistiera sino en la enseñanza de
los Espíritus; si debiéramos tenerla de ellos exclusivamente, y aceptarla a
ojos cerrados. Más no tiene valor alguno desde que el hombre aporta el concurso
de su inteligencia y de su juicio, y que los Espíritus se limitan a ponerle en
el camino de las deducciones que puede sacar de la observación de los hechos.
Las manifestaciones, en
44
CAPÍTULO I.
sus
innumerables variedades, son hechos: el hombre los estudia y busca su ley: los
Espíritus le auxilian en este trabajo y son Espíritus de todas clases, más bien
colaboradores que reveladores en el sentido usual de la palabra: somete lo que
dicen al crisol de la lógica y del buen sentido, da cuyo modo beneficia los
conocimientos especiales que los Espíritus deben a su posición sin abdicar el
uso de su propia razón.
No
siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los hombres, al comunicar con
ellos no nos salimos de la humanidad, circunstancia de sumo interés que nunca
debe perderse de vista. Los hombres de genio que han sido las lumbreras de la
humanidad, han salido del mundo de los Espíritus y a él han vuelto al dejar la tierra.
Puesto que los Espíritus pueden ponerse en comunicación con los hombres, esos
mismos genios pueden darles instrucciones bajo la forma espiritual, como lo
hicieron bajo la forma corporal; pueden instruirnos después de su muerte como
lo hicieron mientras vivían, no habiendo otra diferencia que la de ser
invisibles en lugar de ser visibles. A eso se reduce todo. Su ciencia y su
experiencia no deben ser menores, y si su palabra como hombres tenía autoridad,
no debe tenerla menos ahora por hallarse en el mundo de los Espíritus.
58.
—Pero no son los Espíritus superiores los únicos que se comunican; si no que lo
hacen también los de todas las órdenes , y así debe ser para iniciarnos en el
verdadero carácter del mundo espiritual, mostrándonoslo bajo todas sus fases.
De este modo las relaciones del mundo visible e invisible son más íntimas, y la
conexidad entre ellos, más evidente; vemos
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 45
así
más claramente a donde vamos y de dónde venimos. Tal es el objeto esencial de
estas manifestaciones. Todos los Espíritus, pues , sea el que quiera el orden a
que pertenecen, nos enseñan algo; pero como son más o menos ilustrados, queda
reservado para nosotros el discernir lo que tienen de bueno o de malo, y sacar
el provecho de que sea susceptible su enseñanza. Todos, por lo demás, pueden
enseñarnos o revelarnos algo que ignoramos y que sin ellos no podríamos saber.
59.—Los
grandes Espíritus encarnados son individualidades poderosas sin duda alguna;
más su acción es por necesidad muy limitada y tardía su propaganda. Si uno solo
de entre ellos, Moisés, Elías, Sócrates o Platón, hubiese venido en estos
últimos tiempos a revelar a los hombres el estado del mundo espiritual ¿qué
habría logrado la verdad de sus aserciones en esta época de escepticismo? ¿No
se le habría tenido por un soñador o un utopista? Suponiendo que estuviesen sus instrucciones
en la verdad absoluta, hubieran pasado aún algunos siglos antes que sus ideas
hubiesen sido aceptadas por las masas. Dios, en su sabiduría, no ha querido que
fuera así, sino que la enseñanza se diese por los Espíritus mismos, y no por
encarnados, a fin de convencer de su existencia, y que tuviese lugar en toda la
tierra, ya para propagarla más rápidamente, ya para que se encontrase en la
coincidencia de la enseñanza una prueba de la verdad, teniendo al mismo tiempo
cada uno los medios de convencerse por sí mismo.
60.—Los
Espíritus no vienen a emancipar al hombre del trabajo, del estudio y de las
investigaciones:
46
CAPÍTULO I.
no
le comunican ninguna ciencia ya formada : sobre lo que el hombre puede
procurarse por sí mismo , le dejan abandonado a sus propias fuerzas: lo cual es
bien sabido ya por todos los espiritistas. Hace mucho tiempo que la experiencia
ha demostrado el error de la opinión que atribuía a los Espíritus todo saber y
toda ciencia, y que bastaba preguntar al primero que se presentase para
aprenderlo todo. Salidos los Espíritus de la humanidad son una de las fases de
la misma: como en la tierra, los hay superiores y vulgares, y por consecuencia
los hay que , científica y filosóficamente, saben menos que ciertos hombres:
dicen lo que saben, ni más ni menos; y como entre los hombres, los más
adelantados pueden instruirnos sobre más cosas, y darnos mejores consejos, que
los más atrasados. Pedir consejos a los Espíritus, no es, por lo tanto,
dirigirse a inteligencias superiores o sobrenaturales, sino a sus iguales, a
los mismos a quienes se habría dirigido si viviesen; a sus padres, a sus amigos
o a individuos más ilustrados que nosotros. He aquí lo que conviene no olvidar,
y lo que ignoran los que, no habiendo estudiado el Espiritismo, se forman una
idea completamente errónea acerca de la naturaleza del mundo de los Espíritus y
de las relaciones de ultra-tumba.
61.
—¿Cuál es, entonces, la utilidad de estas manifestaciones o si se quiere, de
esta revelación, si los Espíritus no saben más que nosotros, o si no nos dicen
todo lo que saben?
En
primer lugar, como ya lo hemos indicado, se abstienen de darnos lo que podemos
adquirir por nosotros mismos con el estudio o el trabajo; y en segundo
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 47
lugar,
hay cosas que no les es permitido revelar porque nuestro grado de adelanto no
lo consiente. Pero fuera de esto, las condiciones de su nueva existencia,
extienden el círculo de sus percepciones: ven lo que no veían en la tierra.
Libres de las trabas de la materia y de los cuidados de la vida corporal,
juzgan de las cosas bajo un punto de vista más elevado y por consecuencia más
juiciosamente: su perspicacia abraza un horizonte más extenso; comprenden sus errores,
rectifican sus ideas y se desembarazan de los prejuicios humanos.
En
esto consiste la superioridad de los Espíritus en la humanidad corporal, y sus
consejos puedan ser, atendido su grado de adelanto, más juiciosos y
desinteresados que los de los encarnados. La posición en que se hallan, les
permite además iniciarnos en las cosas de la vida futura que nosotros ignoramos,
y que no podemos aprender por nosotros mismos en la presente. Hasta ese día el
hombre no había podido crear sino hipótesis acerca de su porvenir; y hé aquí porque
sus creencias en esta materia estaban divididas en sistemas tan numerosos y tan
opuestos, desde el nihilismo o aniquilamiento, hasta las fantásticas
descripciones del paraíso y del infierno. Hoy son testigos presenciales, los
actores mismos de la vida de ultratumba, los que vienen a decirnos lo que en
eso hay, lo cual solo ellos podrán hacerlo. Esas manifestaciones han servido,
pues, para darnos a conocer el mundo invisible que nos rodea y que ni siquiera
sospechábamos; cuyo conocimiento, por sí sólo, es de una importancia capital, aun
suponiendo que los Espíritus no pudieran enseñarnos otra cosa. ¿Quién, si se encontrará
48
CAPÍTULO I.
en
un país desconocido, despreciaría las señas que pudiera darle el campesino más
humilde que al paso encontrará? ¿Rehusaría preguntarle, siquiera acerca del
estado del camino, porque fuera un pobre labriego? En verdad que no habría que
esperar de él profundas instrucciones; más en su esfera y por ser lo que es,
podría en ciertos puntos guiaros mejor que un sabio muy distinguido que no
conociera el país.
Se
sacarían de sus indicaciones consecuencias que quizás él mismo no podría sacar,
sin que por eso hubiese dejado de ser un medio muy útil para hacer ciertas
observaciones, siquiera no hubiese servido sino para darnos a conocer las
costumbres de los habitantes del país. Lo mismo puede decirse de las relaciones
de los Espíritus, de los cuales el más humilde, puede darnos muy útiles
instrucciones.
62.
—Una comparación vulgar hará comprender mejor todavía la situación.
Un
navío cargado de emigrantes parte para un país lejano: lleva gentes de todas
condiciones, que dejan parientes y amigos numerosos. Corre la voz de que el navío
ha naufragado: no queda de él rastro, ni llega noticia alguna de su suerte, por
lo que se cree que todos los pasajeros han perecido, y se esparcen el luto y la
consternación en todas las familias. Sin embargo, todos sin exceptuar uno solo,
han arribado a una tierra desconocida, pero abundante y fértil, donde viven
bajo un hermoso cielo, alegres y felices. Pero esto se ignora. Más un día otro
navío llega a dicha tierra y encuentra a los náufragos sanos y salvos: la
noticia circula con la rapidez del rayo, y cada cual felicita a los demás
diciendo : « nuestros amigos
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 49
viven»
y dan gracias a Dios. No pueden verse, más están en correspondencia regular, se
cruzan los testimonios de afecto, y la alegría sucede a la tristeza. Tal es la imagen
de la vida terrestre y de la vida de ultratumba antes y después de la
revelación moderna; esta, semejante al segundo navío nos trae la buena noticia
de la supervivencia de los que nos son queridos, y la certidumbre de irnos a
reunir con ellos algún día: la duda acerca de su suerte y de la nuestra ya no
existe; y la tristeza y el desaliento ceden su puesto a una risueña esperanza.
Pero otros resultados vienen a fecundar esta revelación. Juzgando Dios a la
humanidad dispuesta para penetrar los misterios de su doctrina y contemplar a
sangre fría nuevas maravillas ha permitido que se descorriese el velo que
separaba el mundo visible del invisible. El hecho de las manifestaciones no
tiene nada de extrahumano: es la humanidad espiritual que viene a conversar con
la humanidad corporal y a decirle: «Nosotros existimos, luego la nada no
existe; mirar ahora lo que somos y lo que vas a ser; este es tu porvenir, así
como el nuestro. Ustedes marchaban en las tinieblas, venimos a ilustrarte y a
mostrarte el camino; marchabas sin rumbo y a la ventura, y te enseñamos el
puerto. La vida terrestre lo era todo para ustedes, porque nada veían después
de ella, y nosotros les decimos, manifestando la vida espiritual que gozamos:
la vida terrestre es nada. Tu vista se detenía en los bordes de la tumba, y del
lado de allá existen horizontes espléndidos e interminables. No se daban cuenta
de la causa de tus sufrimientos, y
50
CAPÍTULO I.
ahora
verás en ellos la justicia de Dios; el bien, existía sin frutos aparentes para
lo futuro, más en lo sucesivo tendrá un gran objeto presente y será una
necesidad; la fraternidad es una utopía generosa, mira ahora como es una
realidad espléndida fundada en las leyes de la naturaleza. Bajo el influjo de
la creencia de que todo acaba con la vida del cuerpo, la inmensidad es el
vacío, el egoísmo impera entre ustedes y el mote de tu escudo y la última
palabra de tu moral es «cada uno para sí»; con la certidumbre del porvenir, los
espacios infinitos se pueblan al infinito, el vacío y la soledad no existen en
ninguna parte: la solidaridad une a todos los seres del lado de allá de la
tumba; y existe el reinado de la caridad con el mote en su escudo «cada uno
para todos y todos para cada uno.» En fin, al terminar la vida, darás un eterno
adiós de despedida a los que amas, y en lo sucesivo les dirás: «hasta la
vista.»
Tales
son, en resumen, los resultados de la nueva revelación. Ha venido a cegar el
vacío formado por la incredulidad; a reanimar los espíritus abatidos por la
duda o por la perspectiva de la nada, y dar a todo su razón de ser. ¿Dejará de
ser importante este resultado, porque los Espíritus no vengan a resolver estos
o los otros problemas de la ciencia y a regalar el saber a los ignorantes , y a
los perezosos el medio de enriquecerse sin trabajar? Sin embargo, los frutos que el hombre debe
reportar de ella, no solo se refieren a la vida futura: él los recogerá en la
tierra misma por la transformación que estas nuevas creencias deben realizar en
su carácter, en sus gustos, sus tendencias e inclinaciones, y por consecuencia,
en las costumbres
CARÁCTERES
DE LA REVELACIÓN ESPÍRITA. 51
y
en las relaciones sociales. Poniendo fin al reinado del egoísmo, del orgullo y
de la incredulidad, preparan el del bien, que es el reinado de Dios. La
revelación tiene, pues, por objeto poner al hombre en posesión de ciertas
verdades que no habría podido adquirir por sí mismo y esto con el objeto de
activar el progreso. Estas verdades se limitan en general a principios
fundamentales destinados a ponerlo en la vía de las investigaciones, y no a
llevarle como con andadores: son los jalones que determinan la extensión de su
tarea y le muestran su objeto. Queda a su cargo estudiarlos, sacar las
consecuencias y hacer sus aplicaciones: En vez de emanciparle del trabajo, son
nuevos elementos y medios que se proporcionan a su actividad.