La lógica espiritual de Pedir Permiso a Dios SIEMPRE, en nuestra Oración Magnética Mental Grupal y en todo momento en cualquier actividad Mediúmnica.
Por el otro lado tenemos a los Espiritualistas Racionalistas que reclaman ser Laicos, son también idólatras de imágenes, porque las aceptan de los Espiritualistas Religiosos de fe ciega.
Ésta es la razón de que siempre debemos Pedir permiso a Dios, eso define la Oración Magnética Mental Grupal que hacemos en nuestros grupos.
http://soyespirita.blogspot.com/2014/01/permiso-de-dios-la-logica-espiritual-de.html
Ésta explicación a la Oración Magnética Mental Grupal, es para avergonzar a los orgullosos que les repugna orar por los demás, a los hipócritas racionalistas laicos del Espiritismo, que reusan orar a Dios, porque para ellos eso es religioso y dogmático, pero según Allan Kardec,en la Revista Espírita de 1866, éso es un derroche de Orgullo.
La Oración Magnética Mental Grupal de nuestro grupo nos une con el interés al bien común. Los Racionalistas Laicos que dicen ser Espiritistas, rechazan la Oración, porque dicen que es un dogmatismo religioso. Pero Allan Kardec, dejó claro en la contestacion del articulo del Periodico el Porvenir, año 1859/abril, que el Espiritismo no es Dogmático.
Acción de la oración, Transmisión del pensamiento,
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”, (Cap. XXVIII, artículos del 9 al 15).
9. La oración es una invocación; por ella nos ponemos con el pensamiento en relación con el ser a quién nos dirigimos. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos espíritus son transmitidas a Dios. Cuándo se ruega a otros seres que a Dios, sólo es con el título de intermediarios, de intercesores, porque nada puede hacerse sin la voluntad de Dios.
10. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quién se ruega venga a nuestro llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a él. Para formarse una idea de lo que sucede en ésta circunstancia, es menester representar a todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos con un fluido universal que ocupa el espacio, como aquí lo estamos en la atmósfera. Ése fluido recibe una impulsión de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscritas, mientras que las del fluido universal se extienden hasta el infinito. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacía un ser cualquiera que está en la tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual transmite el pensamiento como el aire transmite el sonido. La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad. Así es como la oración es oída por los espíritus en cualquier parte que se encuentren, como los espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Ésta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y efectiva, sin que por ésto deje de estar menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción.
11. Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos espíritus que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de este modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí los males que se atrae por sus propias faltas. Un hombre, por ejemplo, ve su salud deteriorada por los excesos que ha cometido, arrastrando hasta el fin de sus días una vida de sufrimientos; ¿tiene acaso, derecho a quejarse si no consigue la curación? No, porque en la oración hubiera podido encontrar la fuerza necesaria para resistir las tentaciones.
12. Si los males de la vida se dividen en dos partes, una compuesta de aquellos que el hombre no puede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primera causa es él mismo por su incuria y sus excesos (capítulo V, número 4), se verá que ésta sobrepuja de mucho en número a la primera. Es, pues, evidente, que el hombre es el autor de la mayor parte de sus aflicciones, y que se las ahorraría si obrase siempre con moderación y prudencia. No es menos cierto que estas miserias son resultado de nuestras infracciones a las leyes de Dios, y que si las observásemos puntualmente seríamos felices. Si no traspasáramos el límite de lo necesario en la satisfacción de nuestras necesidades, no tendríamos las enfermedades que son consecuencia de los excesos y las vicisitudes que conducen a ellos; si pusiéramos límite a nuestra ambición, no temeríamos la ruina; si no quisiéramos subir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer; si fuésemos2 humildes, no sufriríamos los desengaños del orgullo rebajado; si practicáramos la ley de caridad, no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, y evitaríamos las querellas y las disensiones; si no hiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas, etc.,
Admitamos que el hombre no pueda nada sobre los otros males y que todas las oraciones sean superfluas para preservarse de ellos; ¿no sería ya bastante el que pudiera evitar todo lo que proviene de sus propios hechos? Pues aquí la acción de la oración se concibe perfectamente, porque tiene por objeto solicitar la inspiración saludable de los buenos espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a los malos pensamientos, cuya ejecución puede sernos funesta.
En éste caso “no desvían el mal, sino que nos desvían a nosotros mismos del pensamiento que puede causarlo; en nada embarazan los decretos de Dios ni suspenden el curso de las leyes de la naturaleza; “sólo nos impiden infringir estas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío”; pero lo hacen sin saberlo nosotros y de una manera oculta, para no encadenar nuestra voluntad. El hombre se encuentra entonces en la posición de aquél que solicita buenos consejos y los pone en práctica, pero siempre es libre de seguirlos o dejarlos de seguir; Dios quiere que así suceda para que tenga la responsabilidad de sus actos dejándole el mérito de la elección entre el bien y el mal.
Ésto es lo que el hombre siempre está seguro de obtener si lo pide con fervor, y a lo que sobre todo pueden aplicarse estas palabras: “Pedid y se os dará”. La eficacia de la oración, aún reducida a esta proporción, ¿no tendría, acaso, un resultado inmenso? Estaba reservado al Espiritismo el probarnos su acción por la revelación de las relaciones que existen entre el mundo invisible y el mundo visible. Pero no se limitan únicamente a éstos sus efectos.
La oración está recomendada por todos los espíritus; renunciar a la oración es desconocer la bondad de Dios; es renunciar para sí mismo a su asistencia y para los otros al bien que puede hacérseles.
13. Dios, accediendo a la súplica que se le dirige, tiene la mira de recompensar la intención, la sinceridad y la fe del que ruega; por este motivo la oración del hombre de bien tiene más mérito a los ojos de Dios y siempre más eficacia que la del hombre vicioso y malo, porque éste no puede rogar con el fervor y la confianza que sólo se adquiere por el sentimiento de la verdadera piedad. Del corazón del egoísta, de aquél que ruega sólo con la articulación de la palabra, no pueden salir los impulsos de caridad que dan a la oración todo su poder. De tal modo así se comprende, que, por un movimiento instintivo, nos recomendamos con preferencia a las oraciones de aquellos cuya conducta se cree ser agradable a Dios, porque son más escuchados.
14. Sí la oración ejerce una especie de acción magnética, podría creerse que su efecto está subordinado al poder fluídico; pero no sucede así: puesto que los espíritus ejercen esta acción sobre los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del que ora, ya obrando directamente “en su nombre”, ya dándole momentáneamente una fuerza excepcional, cuando se le juzga digno de este favor o cuando la cosa puede ser útil. El hombre que no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, no por esto debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno de ser escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de humildad siempre agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le anima su fervor y su confianza en Dios, son el primer paso de la vuelta al bien, y los buenos espíritus se felicitan de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del “orgulloso que sólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo poder substituirse a la voluntad del Eterno”.
15. El poder de la “oración” está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, rogar en todas partes y a todas horas, estando sólo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. “La oración en común tiene una acción más poderosa cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto”, porque es como si muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero ¡qué importaría estar unidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en una común aspiración, rogarán como verdaderos hermanos en Dios, y su oración tendrá más poder que la de los otros ciento.
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Allan Kardec se encontró con estos Espiritualistas en el camino. Precisamente en la Revista Espírita de enero del 1866, en la página #5, aparece publicado la Opinión de Los Espíritus con aquellos que no oran en el Espiritismo. Veamos, y cito entre paréntesis :
CONSIDERACIONES PARA LA ORACIÓN EN EL ESPIRITISMO.
"Cada uno es libre para enfrentar las cosas en su propio camino y que se quejan de libertad para nosotros, no podemos negarnos a los demás. Pero, el hecho de que una opinión sea libre, no sigue que no puede discutir, examinar los fuertes y los débiles, y pesar las ventajas o desventajas.
Decimos esto con respecto a la negación de la utilidad de la oración, que algunas personas: ¿Cómo erigir en su sistema, para hacer la bandera de una escuela de disidente. Esta opinión puede resumirse así:
"Dios estableció leyes eternas, a las que son sometidos todos los seres; No podemos nada que preguntar y no tienes que estar agradecido por favores especiales, por lo tanto, es inútil el ruego."
Página #4, de la Revista Espirita 1866/Enero
"La suerte de los espíritus está trazada; Por lo tanto, es inútil orar por ellos. No se puede cambiar el orden inmutable de las cosas, por lo tanto, es inútil orar por ellos" .
- (nota añadida: "Se refiere al destino de los Espíritus desencarnados, que tuvieron su oportunidad de decidir por el camino del bien común y adelantar sus Espíritus, mientras estaban encarnados, pero ya en el mundo Espiritista de la ERRATICIDAD, su suerte está trazada, necesitarán continuar reencarnando como cualquier espíritu, y lograr su adelanto, a través de la Expiación de faltas cometidas y mediante su Moralización y las oraciones que se les haga, no pueden cambiar su destino.
>Opinión Personal de Frank Montanez, 24 de noviembre del 2019<.")
"El Espiritismo es una ciencia puramente filosófica; No sólo no es una religión, y NO debe tener ningún carácter religioso. Cada oración aceptada y cada deseo dictado en las reuniones tiende a mantener la superstición y la religión".
El tema de la oración, hace mucho tiempo, se hablaba de que es inútil repetir a ese respecto. Si el Espiritismo proclama la utilidad, no por un sistema espiritual, sino porque la observación le ha demostrado la eficacia y el modo de acción.
Desde entonces, en el sistema de leyes, entender, es el poder del pensamiento, entendemos también la oración, es decir, ella misma, un pensamiento dirigido a una meta determinada.
Para algunos, la palabra oración no revela una idea de una reclamación; grave error.
Con respecto a la Deidad es un acto de adoración, la humildad y sumisión a los que uno no puede rechazar sin desconocer el poder y la bondad del creador.
"Negar la oración a Dios", es que (ellos), reconocen a Dios como un hecho, pero se niegan a rendir homenaje a Él; aún hay un derroche de orgullo humano, en los que así lo hacen".
Nota añadida por Frank Montañez: "El que no ora a Dios, es un ORGULLOSO, EGOISTA Y MATERIALISTA. Por seguro es un mal Espírita, o no es Espiritista, sino un Espiritualista que utiliza el tema de de los Espíritus para esconder su verdadera vocación al materialismo puro y Panteísta."
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https://youtu.be/dJnUw5ICH2c 👌ok♥️
https://youtu.be/8HOHZuMkEkE 👌okp21♥️
El que ora a imágenes religiosas o simplemente no ora, esta en contra de las enseñanzas del Espiritismo Verdadero. Y le da la espalda a Dios, cuando le ora a imágenes religiosas. El supuesto Espíritu de Francisco de Asís, es un Espíritu desencarnado NO EVOLUCIONADOS contradictorio de las enseñanzas que Dios reveló en los Libros Codificados, ese Espíritu religioso, NO EVOLUCIONADO, que contradice las enseñanzas del Espiritismo es sin duda un Espíritu INFERIOR, IMPERFECTO NO EVOLUCIONADOS . Éste Espíritu, todavía cree en la Resurrección del Espíritu y que Cristo es Dios, parte de la Santísima Trinidad Católica. Este Espíritu llamado Francisco de Asia, NO ha entendido aún que Cristo que nacio en Belén, no es el mismo Jesús que nació en Nazareth, Israel.