La OBSESIÓN, y sus tres clasificaciones,... Simple, de Fascinación, de Subyugación ...
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El tema de la Obsesión tiene mucho significado en el Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo. Éste contenido abarca la información sobre éste tema. Los enlaces que se incluyen te dará un de temas relacionados a éste tema fundamental del Espiritismo.
Del Libro: QUÉ ES EL ESPIRITISMO, escrito y publicado por Allan Kardec...
Escollos de los Médiums ...
No existen las Enfermedades del Alma...
Te invito a compartir éste contenido con familiares y amigos, recuerda que el Espiritismo Verdadero se sostiene con los contenidos de los Libros Codificados por Allan Kardec, y es ahí que están todas las respuestas a las preguntas e incógnitas de éstos temas... No son las conferencias de Chico Xavier, Divaldo Pereira Franco y los libros apócrifos de Emmanuel, André Luiz, Joanna de Ángelis, León Denís, y ningún otro Espiritualista del pasado, que hoy descubrimos por sus publicaciones en las redes sociales, que no predicaban Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo... sino que todo era Espiritualismo Religioso, Racionalista o Laico.
¡Qué pena que los Espiritualistas no entiendan que las Obsesiones Subyugantes como la llamada Esquizofrenia, no es una patología, no es una enfermedad del Alma y no tiene la posibilidad de ser hereditaria, porque no es provocada por el organismo, sino por la acción de Espíritus externos al organismo!.
https://soyespirita.blogspot.com/2011/04/causa-y-cura-de-la-obsesion-desde-el.html
https://soyespirita.blogspot.com/2017/01/dios-psicografia-dada-el-27-de-octubre.html
Vea ésto en el libro escrito por Allan Kardec, ¿Qué es el Espiritismo?, ítems #73 al #78...
73. La subyugación obsesiva, designada en épocas pasadas con el nombre de la posesión, es una coacción física ejercida siempre por Espíritus de la peor especie, y que puede llegar a neutralizar el libre albedrío de la persona. A menudo se limita a simples impresiones desagradables. no obstante, algunas veces provoca movimientos desordenados, actos insensatos, gritos, palabras incoherentes o injuriosas, cuya ridiculez el subyugado comprende en ocasiones, aunque no puede evitarlo. Éste estado difiere esencialmente de la locura patológica, con la cuál se lo confunde por error, pues en él no hay ninguna lesión orgánica dado que la causa es diferente, los medios para curarla también deben ser otros, no es raro que con la aplicación del método ordinario de las duchas y los tratamientos corporales se llegue a desencadenar una verdadera locura allí donde sólo había una causa moral.
74. En la locura propiamente dicha la causa del mal es interna, y hay que tratar de que el organismo vuelva a su estado normal.
En cambio, en la subyugación la causa es externa, por lo que es preciso liberar al enfermo de un enemigo invisible, sin oponerle remedios, sino una fuerza moral superior a la suya. La experiencia prueba que en ésos casos los exorcismos nunca han producido un resultado satisfactorio, sino que han agravado la situación en lugar de mejorarla. Al indicar la verdadera causa del mal, sólo el espiritismo puede ofrecer los medios para combatirlo. Es necesario, por decirlo así, efectuar la educación MORAL del Espíritu obsesor. A través de consejos sabiamente dirigidos se logra tornarlo mejor y que voluntariamente deje de atormentar al enfermo, que entonces queda libre. (véase El libro de los médiums, §
279; Revista Espírita, febrero, marzo y junio de 1864: “La joven obsesa de Marmande”.)
75. Por lo general, la subyugación obsesiva es individual; pero cuándo un grupo de Espíritus malos se lanza sobre una población, puede presentar un carácter epidémico. Un fenómeno de ése tipo ocurrió en tiempos de cristo; sólo un poder moral superior podía doblegar a ésos seres malignos -designados entonces con el nombre de demonios- y restituir la calma a sus víctimas. 4
4 Una epidemia semejante hizo estragos durante varios años en una población ubicada en la Alta Saboya (Véase la Revista Espírita, abril y diciembre de 1862; enero, febrero, abril y mayo de 1863: “Los poseídos de Morzine”). (N. de Allan Kardec.)
76. Un hecho importante a considerar es que la obsesión, sea cuál fuere su naturaleza, es independiente de la mediumnidad, y que se la encuentra en todos los grados, principalmente en el último, en una gran cantidad de individuos que nunca han escuchado hablar de espiritismo. En efecto, dado que los Espíritus han existido siempre, en todas las épocas han ejercido la misma influencia. La mediumnidad no es una causa, sino un modo de manifestación de la obsesión, de ahí que podamos decir con certeza que todo médium obseso ha sufrido de alguna manera, y a menudo en los actos más comunes de la vida, los efectos de ésa influencia. y sí no existiera la mediumnidad, se manifestaría por otros efectos, a menudo atribuidos a ésas enfermedades misteriosas que escapan a todas las investigaciones de la medicina. A través de la mediumnidad, el ser maligno delata su presencia; sin ella, es un enemigo oculto del que no se sospecha.
77. Los que no admiten nada fuera de la materia no pueden reconocer ésa causa oculta. Sin embargo, cuándo la ciencia haya salido del atolladero materialista reconocerá, en la acción del mundo invisible que nos rodea y en medio del cuál vivimos, un poder que reacciona tanto sobre las cosas físicas como sobre las morales. Será un nuevo camino abierto al progreso, así como la clave de una multitud de fenómenos que han sido mal comprendidos.
78. Cómo la obsesión nunca puede provenir de un Espíritu bueno, es esencial que sepamos reconocer la naturaleza de los que se presentan. El médium que carece de instrucción al respecto puede ser engañado por las apariencias, mientras que el prevenido está atento a las menores señales de sospecha, de modo que el Espíritu termina por retirarse cuándo ve que no tiene nada que hacer. El conocimiento previo de los medios para distinguir a los Espíritus buenos de los malos es, pues, indispensable para el médium que no desea exponerse a caer en la trampa, como lo es también para el simple observador, que puede por ese medio apreciar el valor de lo que ve o escucha. (véase El libro de los médiums, cap. XXIV.)
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Libro : "Qué es Espiritismo", escrito y publicado por Allan Kardec en el año 1859...
79 - 88, Escollos de los Médiums, libro ¿Qué es el Espiritismo? Capítulo II, Cualidades de los médiums. Nociones elementales de espiritismo...
79. La facultad mediúmnica depende del organismo. Es independiente de las cualidades morales del médium, y se la encuentra desarrollada tanto en los más indignos como en los más dignos. No sucede lo mismo con la preferencia que los Espíritus buenos conceden al médium.
Nota de Frank Montañez añadida: "Notese que se refiere a que la facultad mediúmnica depende del organismo, pero no es producida por el organismo, porque no es una condición patológica.
Los Médiums no son, ni deben ser Juguetes de los malos Espíritus...
80. Los Espíritus buenos se comunican con mayor o menor buena voluntad a través de tal o cual médium, según la simpatía que éste les inspire. Lo que constituye la cualidad de un médium no es la facilidad con la cuál obtiene comunicaciones, sino su aptitud para recibir solamente las buenas y para no ser juguete de Espíritus livianos y embusteros.
[Libro :"Qué es el Espiritismo" #80]
Los Médiums no son, ni deben ser Juguetes de los malos Espíritus... 80. Los Espíritus buenos se comunican con mayor o menor buena voluntad a través de tal o cual médium, según la simpatía que éste les inspire. Lo que constituye la cualidad de un médium no es la facilidad con la cuál obtiene comunicaciones, sino su aptitud para recibir solamente las buenas y para no ser juguete de Espíritus livianos y embusteros. [Libro :"Qué es el Espiritismo" #80]
81. Los médiums que más dejan que desear desde el punto de vista moral reciben algunas veces muy buenas comunicaciones, que no pueden provenir más que de Espíritus buenos. Esto no debe ser motivo de asombro, pues a menudo sucede para bien del médium y con el fin de trasmitirle sabios consejos. Si este no losaprovecha, mayor será su culpa, porque de ese modo redacta su propia condena. Dios, cuya bondad es infinita, no puede negar asistencia a aquellos que más la necesitan. El virtuoso misionero que moraliza a los criminales hace lo mismo que los Espíritus buenos con los médiums imperfectos. Por otra parte, los Espíritus buenos, al querer impartir una enseñanza útil a todos, se sirven del instrumento que tienen a su alcance, pero lo dejan tan pronto como encuentran otro que les es más afín y que aprovecha sus lecciones cuando los Espíritus buenos se retiran, queda entonces el campo libre para los inferiores, a quienes poco les importan las cualidades morales, que los fastidian de ahí resulta que los médiums moralmente imperfectos y que no procuran enmendarse, tarde o temprano son víctimas de los Espíritus Malos, que muchas veces los conducen a la ruina y a las mayores desgracias incluso en la vida terrenal. En cuanto a su facultad, tan hermosa que era, y que así debía conservarse, se pervierte debido a que los Espíritus buenos los abandonaron, y acaba por desaparecer.
82. Los médiums más meritorios no están libres de las mistificaciones de los Espíritus embusteros. En primer lugar, porque no existe una persona suficientemente perfecta que no tenga algún lado débil por el cual brinde acceso a los Espíritus malos. En segundo, porque los Espíritus buenos permiten eso, algunas veces, a fin de que ejercitemos nuestra razón, aprendamos a distinguir la verdad del error y no nos confiemos, para no aceptar nada ciegamente y sin control. No obstante, el engaño nunca procede de un Espíritu bueno, y todo nombre respetable con el que se firme un error, es necesariamente apócrifo. Esas mistificaciones además pueden ser una prueba para la paciencia y la perseverancia del espírita, sea médium o no. El que se desanimara por algunas decepciones demostraría a los Espíritus buenos que no pueden contar con él.
83. no es asombroso ver Espíritus malos que obsesionan a personas meritorias, pues también vemos en la Tierra sujetos malvados que se ensañan con hombres de bien. Es digno de notar que, después de la publicación de El libro de los médiums, la cantidad de médiums obsesos disminuyó mucho, porque al estar prevenidos se mantienen vigilantes y descubren las menores señales que pudieran denunciar la presencia de un Espíritus engañador. La mayoría de los que están obsesos no han hecho el estudio previo recomendado, o no aprovecharon los consejos que recibieron.
84. Lo que constituye al Médium propiamente dicho es la facultad. En ese aspecto puede estar más o menos formado, más o menos desarrollado. Lo que constituye al médium seguro, a aquel que puede realmente ser calificado de buen médium, es la aplicación de la facultad, la aptitud para servir de intérprete a los Espíritus buenos. Si se deja de lado la facultad, el poder del médium para atraer a los Espíritus buenos y rechazar a los malos está en razón de su superioridad moral; esa superioridad es proporcional a la suma de las cualidades que hacen al hombre de bien. Por ella se gana la simpatía de los buenos y ejerce ascendiente sobre los malos.
Lugar
85. Por el mismo motivo, la suma de las imperfecciones morales del médium, al aproximarlo a la naturaleza de los Espíritus malos, le quita la influencia necesaria para apartarlos de sí. En vez de imponerse a ellos, ellos se imponen a él. Esto se aplica no sólo a los médiums, sino a todas las personas indistintamente, dado que no hay nadie que no esté sometido a la influencia de los Espíritus.
(véanse los §§ 74 y 75.)
86. Para imponerse al médium, los Espíritus malos saben explotar hábilmente todos sus defectos morales. Se aprovechan
preferentemente del orgullo, sentimiento que predomina en la mayoría de los médiums obsesos, y sobre todo en los fascinados. El orgullo los lleva a que se consideren infalibles y a rechazar las advertencias. Ese sentimiento es, lamentablemente, excitado por los elogios de que son objeto; basta que un médium presente una facultad un tanto trascendente para que las personas lo busquen y lo adulen. Entonces acaban por considerarse importantes y juzgarse indispensables, lo que constituye su perdición.
87. Mientras que el médium imperfecto se enorgullece de los nombres ilustres -por lo general apócrifos- que ostentan las comunicaciones que recibe, y que lo llevan a que se considere un intérprete privilegiado de las potencias celestiales, el buen Médium nunca se cree suficientemente digno de semejante favor: tiene siempre una saludable desconfianza acerca de la calidad de lo que recibe, y no se fía de su propio juicio. como no es más que un instrumento pasivo, comprende que una buena comunicación no es fruto de su mérito personal, como tampoco es responsable si lo que recibe es malo, y que sería ridículo confiar en la identidad absoluta de los Espíritus que se manifiestan a través de él. deja que terceros desinteresados juzguen la cuestión, sin que su amor propio se ofenda por alguna opinión desfavorable, del mismo modo que un actor no sufre por la censura dirigida a la pieza que interpreta. El carácter distintivo del buen médium es la simplicidad y la modestia. Se considera feliz con la facultad que posee, no para envanecerse de ella, sino porque le ofrece un medio de ser útil, lo que hace de buen grado cuando se le da la ocasión; y nunca se molesta cuando no lo ubican en primera fila, como los médiums son intermediarios e intérpretes de los Espíritus, corresponde al evocador, e incluso al simple observador, apreciar el mérito del instrumento.
88. La facultad mediúmnica es un don de dios, como todas las otras facultades, que se puede emplear tanto para el bien como para el mal, y de la cual se puede abusar. Tiene por objeto ponernos en relación directa con las almas de los que han vivido, a fin de que recibamos sus enseñanzas y seamos iniciados en la vida futura. Así como la vista nos pone en relación con el mundo visible, la mediumnidad nos pone en relación con el mundo invisible. Aquel que se vale de ella con un fin útil, para su propio adelanto y el de sus semejantes, cumple una verdadera misión, por la que será recompensado. El que abusa de esa facultad y la emplea en cosas fútiles o para satisfacer intereses materiales, la desvía de su fin providencial, y tarde o temprano sufrirá su castigo, como todo aquel que hace mal uso de cualquier otra facultad.
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La llamada "Esquizofrenia" Sí; PUEDE SER Erradicada SU INFLUENCIA EN LOS INDIVIDUOS, NO DIGO QUE PUEDE SER CURADA PORQUE LAS OBSESIONES SUBYUGANTES NO SON ENFERMEDADES DEL ESPÍRITU. TODAS LAS OBSESIONES SUBYUGANTES SON PROVOCADAS POR ESPÍRITUS FUERA DEL CUERPO FÍSICO, NO SON de Origen ORGÁNICOS O PATOLÓGICOS, SEGÚN EL ESPIRITISMO. ¡Que pena que un tema tan importante en el Espiritismo como lo es la Obsesión Subyugante, llamada ESQUIZOFRENIA, es tratada por los Espiritualistas, como enfermedades del Alma, por no tener EDUCACIÓN ESPÍRITA.
Este artículo no aporta nada, para lograr ayudar a los Esquizofrenicos. Pues no hace nada en la elaboración que el Espiritismo propone en el libro de Génesis para explicar en los temas de Obsesiones Espirituales.
Quisiera que mi mensaje le llegue a Maricarmen, a Jacobo SANCHEZ, a Merchita y a Jorge Hessen de Brasil. Este mensaje, para mí entender es uno de corte Espiritualista y no del Espiritismo. No aporta nada a nadie.
Allan Kardec en el Libro de "Que es el Espiritismo", nos da información relevante sobre las obsesiones Subyugantes. El Libro de Los Médiums, aporta importante información para la desobsesion espiritual. No he visto ninguna mención de la Cura de la Esquizofrenia en este artículo, de acuerdo a las enseñanzas del Espiritismo. Reconozco que este artículo de Jorgr Hansen, que leo sus escritos por más de 8 años, es uno de los pocos aportes del Espiritismo a este tema.
Aunque no tengo la experiencia, ni el conocimiento que ustedes tienen, he logrado que todos mis lectores, Espíritas y no Espiritas, y que se han permitido recibir educación Espírita, han logrado vencer esta condición que no es "Patológica", por lo cual no puede considerarse una enfermedad biológica, sencillamente logrando que cada uno, ejerza su "Voluntad" .
Espero que lean los libros codificados por Allan Kardec y se dejen de estar por ahí publicando espiritualismo religioso. Ustedes, todavía confunden a Cristo con Jesús el Nazareno, y no dedican tiempo a ver las diferencias según los Espíritus de la Codificación Espírita. No han evaluado ni entendido el contenido del libro "Que es el Espiritismo", y el libro de "Los Médiums", a partir del artículo 237 hasta el 254.5.
Dejen de decir que son Espiritistas, son meramente Espiritualistas que no ayudan en nada a la Elaboración de Espiritismo (Libro de Génesis, capítulo 1, artículo #14).
La Esquizofrenia, SÍ PUEDE SER ERRADICADA, NO CURADA, NO ES UNA ENFERMEDAD PATOLOGICA, NI UN TRASTORNO MENTAL, ES A LO SUMO, Una OBSESIÓN SUBYUGANTE, SEGÚN LO EXPRESARON LOS ESPÍRITUS Y ALLAN KARDEC.
Se requiere la EDUCACIÓN ESPÍRITA, que es contenida en los libros del Espiritismo. Se requiere lograr educar en el sentido de tomar control de la voluntad del obsesado, dependiendo del estado, se requerirá más o menor tiempo, pero cuando se logra que el obsesado enfrente a su Obsesor, 100% de los casos son erradicados por ellos mismos. Si no fuera así, nunca podrá un obsesado curarse de la influencia de Espíritus Obsesores.
El problema mayor es que los mismos Espiritualistas que no conocen el Espiritismo, recomiendan las drogas psicotrópicos que hace adictos y ocasiona enfermedades adicionales, a los obsesados, y logran crear entonces, enfermedades patológicas.
La buena noticia, todos los que hemos educado el Espíritu, basado en los contenidos de los libros codificados hemos ayudado a lograr la erradicación de esta "Obsesión Subyugante".
Pero es difícil lograr mejores resultados, cuando escritos o artículos como este no aportan nada a la Educación Espírita. Ya sé que se reirán de mis argumentos, pero eso ya lo sabemos, a que algunos Espiritualistas se ríen de las creencias Espiritistas. (Libro de los Médiums, capítulo XXXII, Vocabulario Espírita, definición de Espiritualistas).
Este es mi aporte a este temaé
http://soyespirita.blogspot.com/2013/07/esquizofrenia-metodo-para-curar-esta.html.
La definición errónea de un artículo publicado en Luz Espiritual de España.
http://www.akardec.com/?p=2732&cpage=1#comment-243873
Veamos el Libro ¿Que es el Espiritismo?, lo que nos dice Allan Kardec, sobre la diferencia entre locura patológica y la Obsesión SUBYUGANTE. Y cito:
"El diablo, se dice, sólo asusta a los niños; es un freno para que se tranquilicen. En efecto, como el cuco y el hombre lobo, y cuando les han perdido el miedo se comportan peor que antes. A fin de obtener ese hermoso resultado no se tiene en cuenta la cantidad de epilepsias causadas por la conmoción de un cerebro delicado. no se debe confundir la locura patológica con la obsesión.
Esta no proviene de ninguna lesión cerebral, sino de la subyugación que Espíritus malévolos ejercen sobre ciertos individuos, y que a veces tiene la apariencia de la locura propiamente dicha. Esta afección, muy frecuente, no depende de la creencia en el espiritismo, y ha existido en todos los tiempos. En ese caso, la medicación común es impotente, e incluso perjudicial. El espiritismo, al dar a conocer esta nueva causa de perturbación en el organismo, nos ofrece al mismo tiempo el único medio para derrotarla, al actuar no sobre el enfermo sino sobre el Espíritu obsesor. El espiritismo es el remedio y no la causa del mal. termino la cita. Entonces.: cierro cita...
Más claro no canta un gallo. En el tiempo de Allan Kardec, el Espiritismo ya hacía una diferencia entre una locura patológica y la Obsesión SUBYUGANTE. El Espiritismo siempre ha sido consciente de que las OBSESIONES tienen cura sin medicación Psicotrópica. Los Espiritistas de Verdad pueden hacer mucho indicándole a la ciencia esta diferencia. Pero cuando a un esquizofrénico se le somete a medicación temprana, es que se logra que una obsesión SUBYUGANTE completamente curable, se convierta a un problema patológico causando desorganización en las químicas del cerebro. Entonces es que se logra un desorden patológico inducido no por la obsesión SUBYUGANTE, sino por la medicación psicotrópica aplicada al paciente. Pues se ha probado científicamente que estas Drogas, Psicotrópicas ni sanan ni curan las OBSESIONES SUBYUGANTES.
Si logramos como Espiritistas de Verdad, llevar un mensaje contundente en definir esos llamados trastornos mentales, en sus etapas iniciales, evitando la medicación automática de psicotrópicos con educación Espírita y trabajando en fortalecer la VOLUNTAD del obsesado, mediante la educación Espírita, logramos aliviar estas Obsesiones en la gran mayoría de los afectados. Pero esta solución no es opción para los profesionales de la salud, pues al no necesitar usar drogas dañinas a la salud del paciente, no es rentable a sus intereses. Y es ahí donde el Espiritismo puede ayudar mucho.
Es más difícil ayudar a un enfermo mental ya medicado que alguien que presenta un cuadro de obsesión SUBYUGANTE en su etapa inicial, pero aunque es siempre reversible cuando media la “Voluntad” del obsesado. Es aquí en este escrito del Libro de Allan Kardec, que se demuestra la posición del Espiritismo en cuanto a las OBSESIONES SUBYUGANTES.
Personalmente me consta el conocimiento de casos de los “Llamados trastornos mentales”, que con educación han logrado zafarse de las drogas psicotrópicas a veces a la fuerza por no haber recursos económicos del afectado para la medicación y otros por propia voluntad, y hoy están libres de esas falsas enfermedades mentales inventadas para propósitos comerciales casi exclusivamente. Así que medicar primero y tratar después no es la estrategia, sino Educar primero para lograr la “Voluntad del obsesado” y luego tratar con lo que el Espiritismo ofrece que es en la auto cura de la obsesión. Y reitero, los llamados "Trastornos mentales", que resultan ser "Obsesiones Subyugantes", Sí; tienen Cura y auto-cura.
Voluntad y Libre Albedrío es ejercer la Libertad de Conciencia, son derechos inalienables del ser humano, para así lograr adelantar el Espíritu Encarnado.
http://soyespirita.blogspot.com/2014/02/voluntad-y-libre-albedrio-es-ejercer-la.html
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No existen las Enfermedades del Alma...
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¡Qué pena que los Espiritualistas no entiendan que las Obsesiones Subyugantes como la llamada Esquizofrenia, no es una patología, no es una enfermedad del Alma y no tiene la posibilidad de ser hereditaria, porque no es provocada por el organismo, sino por la acción de Espíritus externos al organismo!.
https://soyespirita.blogspot.com/2011/04/causa-y-cura-de-la-obsesion-desde-el.html
https://soyespirita.blogspot.com/2017/01/dios-psicografia-dada-el-27-de-octubre.html
Vea ésto en el libro escrito por Allan Kardec, ¿Qué es el Espiritismo?, ítems #73 al #78...
73. La subyugación obsesiva, designada en épocas pasadas con el nombre de la posesión, es una coacción física ejercida siempre por Espíritus de la peor especie, y que puede llegar a neutralizar el libre albedrío de la persona. A menudo se limita a simples impresiones desagradables. no obstante, algunas veces provoca movimientos desordenados, actos insensatos, gritos, palabras incoherentes o injuriosas, cuya ridiculez el subyugado comprende en ocasiones, aunque no puede evitarlo. Éste estado difiere esencialmente de la locura patológica, con la cuál se lo confunde por error, pues en él no hay ninguna lesión orgánica dado que la causa es diferente, los medios para curarla también deben ser otros, no es raro que con la aplicación del método ordinario de las duchas y los tratamientos corporales se llegue a desencadenar una verdadera locura allí donde sólo había una causa moral.
74. En la locura propiamente dicha la causa del mal es interna, y hay que tratar de que el organismo vuelva a su estado normal.
En cambio, en la subyugación la causa es externa, por lo que es preciso liberar al enfermo de un enemigo invisible, sin oponerle remedios, sino una fuerza moral superior a la suya. La experiencia prueba que en ésos casos los exorcismos nunca han producido un resultado satisfactorio, sino que han agravado la situación en lugar de mejorarla. Al indicar la verdadera causa del mal, sólo el espiritismo puede ofrecer los medios para combatirlo. Es necesario, por decirlo así, efectuar la educación MORAL del Espíritu obsesor. A través de consejos sabiamente dirigidos se logra tornarlo mejor y que voluntariamente deje de atormentar al enfermo, que entonces queda libre. (véase El libro de los médiums, §
279; Revista Espírita, febrero, marzo y junio de 1864: “La joven obsesa de Marmande”.)
75. Por lo general, la subyugación obsesiva es individual; pero cuándo un grupo de Espíritus malos se lanza sobre una población, puede presentar un carácter epidémico. Un fenómeno de ése tipo ocurrió en tiempos de cristo; sólo un poder moral superior podía doblegar a ésos seres malignos -designados entonces con el nombre de demonios- y restituir la calma a sus víctimas. 4
4 Una epidemia semejante hizo estragos durante varios años en una población ubicada en la Alta Saboya (Véase la Revista Espírita, abril y diciembre de 1862; enero, febrero, abril y mayo de 1863: “Los poseídos de Morzine”). (N. de Allan Kardec.)
76. Un hecho importante a considerar es que la obsesión, sea cuál fuere su naturaleza, es independiente de la mediumnidad, y que se la encuentra en todos los grados, principalmente en el último, en una gran cantidad de individuos que nunca han escuchado hablar de espiritismo. En efecto, dado que los Espíritus han existido siempre, en todas las épocas han ejercido la misma influencia. La mediumnidad no es una causa, sino un modo de manifestación de la obsesión, de ahí que podamos decir con certeza que todo médium obseso ha sufrido de alguna manera, y a menudo en los actos más comunes de la vida, los efectos de ésa influencia. y sí no existiera la mediumnidad, se manifestaría por otros efectos, a menudo atribuidos a ésas enfermedades misteriosas que escapan a todas las investigaciones de la medicina. A través de la mediumnidad, el ser maligno delata su presencia; sin ella, es un enemigo oculto del que no se sospecha.
77. Los que no admiten nada fuera de la materia no pueden reconocer ésa causa oculta. Sin embargo, cuándo la ciencia haya salido del atolladero materialista reconocerá, en la acción del mundo invisible que nos rodea y en medio del cuál vivimos, un poder que reacciona tanto sobre las cosas físicas como sobre las morales. Será un nuevo camino abierto al progreso, así como la clave de una multitud de fenómenos que han sido mal comprendidos.
78. Cómo la obsesión nunca puede provenir de un Espíritu bueno, es esencial que sepamos reconocer la naturaleza de los que se presentan. El médium que carece de instrucción al respecto puede ser engañado por las apariencias, mientras que el prevenido está atento a las menores señales de sospecha, de modo que el Espíritu termina por retirarse cuándo ve que no tiene nada que hacer. El conocimiento previo de los medios para distinguir a los Espíritus buenos de los malos es, pues, indispensable para el médium que no desea exponerse a caer en la trampa, como lo es también para el simple observador, que puede por ese medio apreciar el valor de lo que ve o escucha. (véase El libro de los médiums, cap. XXIV.)
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Libro : "Qué es Espiritismo", escrito y publicado por Allan Kardec en el año 1859...
79 - 88, Escollos de los Médiums, libro ¿Qué es el Espiritismo? Capítulo II, Cualidades de los médiums. Nociones elementales de espiritismo...
79. La facultad mediúmnica depende del organismo. Es independiente de las cualidades morales del médium, y se la encuentra desarrollada tanto en los más indignos como en los más dignos. No sucede lo mismo con la preferencia que los Espíritus buenos conceden al médium.
Nota de Frank Montañez añadida: "Notese que se refiere a que la facultad mediúmnica depende del organismo, pero no es producida por el organismo, porque no es una condición patológica.
Los Médiums no son, ni deben ser Juguetes de los malos Espíritus...
80. Los Espíritus buenos se comunican con mayor o menor buena voluntad a través de tal o cual médium, según la simpatía que éste les inspire. Lo que constituye la cualidad de un médium no es la facilidad con la cuál obtiene comunicaciones, sino su aptitud para recibir solamente las buenas y para no ser juguete de Espíritus livianos y embusteros.
[Libro :"Qué es el Espiritismo" #80]
Los Médiums no son, ni deben ser Juguetes de los malos Espíritus... 80. Los Espíritus buenos se comunican con mayor o menor buena voluntad a través de tal o cual médium, según la simpatía que éste les inspire. Lo que constituye la cualidad de un médium no es la facilidad con la cuál obtiene comunicaciones, sino su aptitud para recibir solamente las buenas y para no ser juguete de Espíritus livianos y embusteros. [Libro :"Qué es el Espiritismo" #80]
81. Los médiums que más dejan que desear desde el punto de vista moral reciben algunas veces muy buenas comunicaciones, que no pueden provenir más que de Espíritus buenos. Esto no debe ser motivo de asombro, pues a menudo sucede para bien del médium y con el fin de trasmitirle sabios consejos. Si este no losaprovecha, mayor será su culpa, porque de ese modo redacta su propia condena. Dios, cuya bondad es infinita, no puede negar asistencia a aquellos que más la necesitan. El virtuoso misionero que moraliza a los criminales hace lo mismo que los Espíritus buenos con los médiums imperfectos. Por otra parte, los Espíritus buenos, al querer impartir una enseñanza útil a todos, se sirven del instrumento que tienen a su alcance, pero lo dejan tan pronto como encuentran otro que les es más afín y que aprovecha sus lecciones cuando los Espíritus buenos se retiran, queda entonces el campo libre para los inferiores, a quienes poco les importan las cualidades morales, que los fastidian de ahí resulta que los médiums moralmente imperfectos y que no procuran enmendarse, tarde o temprano son víctimas de los Espíritus Malos, que muchas veces los conducen a la ruina y a las mayores desgracias incluso en la vida terrenal. En cuanto a su facultad, tan hermosa que era, y que así debía conservarse, se pervierte debido a que los Espíritus buenos los abandonaron, y acaba por desaparecer.
82. Los médiums más meritorios no están libres de las mistificaciones de los Espíritus embusteros. En primer lugar, porque no existe una persona suficientemente perfecta que no tenga algún lado débil por el cual brinde acceso a los Espíritus malos. En segundo, porque los Espíritus buenos permiten eso, algunas veces, a fin de que ejercitemos nuestra razón, aprendamos a distinguir la verdad del error y no nos confiemos, para no aceptar nada ciegamente y sin control. No obstante, el engaño nunca procede de un Espíritu bueno, y todo nombre respetable con el que se firme un error, es necesariamente apócrifo. Esas mistificaciones además pueden ser una prueba para la paciencia y la perseverancia del espírita, sea médium o no. El que se desanimara por algunas decepciones demostraría a los Espíritus buenos que no pueden contar con él.
83. no es asombroso ver Espíritus malos que obsesionan a personas meritorias, pues también vemos en la Tierra sujetos malvados que se ensañan con hombres de bien. Es digno de notar que, después de la publicación de El libro de los médiums, la cantidad de médiums obsesos disminuyó mucho, porque al estar prevenidos se mantienen vigilantes y descubren las menores señales que pudieran denunciar la presencia de un Espíritus engañador. La mayoría de los que están obsesos no han hecho el estudio previo recomendado, o no aprovecharon los consejos que recibieron.
84. Lo que constituye al Médium propiamente dicho es la facultad. En ese aspecto puede estar más o menos formado, más o menos desarrollado. Lo que constituye al médium seguro, a aquel que puede realmente ser calificado de buen médium, es la aplicación de la facultad, la aptitud para servir de intérprete a los Espíritus buenos. Si se deja de lado la facultad, el poder del médium para atraer a los Espíritus buenos y rechazar a los malos está en razón de su superioridad moral; esa superioridad es proporcional a la suma de las cualidades que hacen al hombre de bien. Por ella se gana la simpatía de los buenos y ejerce ascendiente sobre los malos.
Lugar
85. Por el mismo motivo, la suma de las imperfecciones morales del médium, al aproximarlo a la naturaleza de los Espíritus malos, le quita la influencia necesaria para apartarlos de sí. En vez de imponerse a ellos, ellos se imponen a él. Esto se aplica no sólo a los médiums, sino a todas las personas indistintamente, dado que no hay nadie que no esté sometido a la influencia de los Espíritus.
(véanse los §§ 74 y 75.)
86. Para imponerse al médium, los Espíritus malos saben explotar hábilmente todos sus defectos morales. Se aprovechan
preferentemente del orgullo, sentimiento que predomina en la mayoría de los médiums obsesos, y sobre todo en los fascinados. El orgullo los lleva a que se consideren infalibles y a rechazar las advertencias. Ese sentimiento es, lamentablemente, excitado por los elogios de que son objeto; basta que un médium presente una facultad un tanto trascendente para que las personas lo busquen y lo adulen. Entonces acaban por considerarse importantes y juzgarse indispensables, lo que constituye su perdición.
87. Mientras que el médium imperfecto se enorgullece de los nombres ilustres -por lo general apócrifos- que ostentan las comunicaciones que recibe, y que lo llevan a que se considere un intérprete privilegiado de las potencias celestiales, el buen Médium nunca se cree suficientemente digno de semejante favor: tiene siempre una saludable desconfianza acerca de la calidad de lo que recibe, y no se fía de su propio juicio. como no es más que un instrumento pasivo, comprende que una buena comunicación no es fruto de su mérito personal, como tampoco es responsable si lo que recibe es malo, y que sería ridículo confiar en la identidad absoluta de los Espíritus que se manifiestan a través de él. deja que terceros desinteresados juzguen la cuestión, sin que su amor propio se ofenda por alguna opinión desfavorable, del mismo modo que un actor no sufre por la censura dirigida a la pieza que interpreta. El carácter distintivo del buen médium es la simplicidad y la modestia. Se considera feliz con la facultad que posee, no para envanecerse de ella, sino porque le ofrece un medio de ser útil, lo que hace de buen grado cuando se le da la ocasión; y nunca se molesta cuando no lo ubican en primera fila, como los médiums son intermediarios e intérpretes de los Espíritus, corresponde al evocador, e incluso al simple observador, apreciar el mérito del instrumento.
88. La facultad mediúmnica es un don de dios, como todas las otras facultades, que se puede emplear tanto para el bien como para el mal, y de la cual se puede abusar. Tiene por objeto ponernos en relación directa con las almas de los que han vivido, a fin de que recibamos sus enseñanzas y seamos iniciados en la vida futura. Así como la vista nos pone en relación con el mundo visible, la mediumnidad nos pone en relación con el mundo invisible. Aquel que se vale de ella con un fin útil, para su propio adelanto y el de sus semejantes, cumple una verdadera misión, por la que será recompensado. El que abusa de esa facultad y la emplea en cosas fútiles o para satisfacer intereses materiales, la desvía de su fin providencial, y tarde o temprano sufrirá su castigo, como todo aquel que hace mal uso de cualquier otra facultad.
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La llamada "Esquizofrenia" Sí; PUEDE SER Erradicada SU INFLUENCIA EN LOS INDIVIDUOS, NO DIGO QUE PUEDE SER CURADA PORQUE LAS OBSESIONES SUBYUGANTES NO SON ENFERMEDADES DEL ESPÍRITU. TODAS LAS OBSESIONES SUBYUGANTES SON PROVOCADAS POR ESPÍRITUS FUERA DEL CUERPO FÍSICO, NO SON de Origen ORGÁNICOS O PATOLÓGICOS, SEGÚN EL ESPIRITISMO. ¡Que pena que un tema tan importante en el Espiritismo como lo es la Obsesión Subyugante, llamada ESQUIZOFRENIA, es tratada por los Espiritualistas, como enfermedades del Alma, por no tener EDUCACIÓN ESPÍRITA.
Este artículo no aporta nada, para lograr ayudar a los Esquizofrenicos. Pues no hace nada en la elaboración que el Espiritismo propone en el libro de Génesis para explicar en los temas de Obsesiones Espirituales.
Quisiera que mi mensaje le llegue a Maricarmen, a Jacobo SANCHEZ, a Merchita y a Jorge Hessen de Brasil. Este mensaje, para mí entender es uno de corte Espiritualista y no del Espiritismo. No aporta nada a nadie.
Allan Kardec en el Libro de "Que es el Espiritismo", nos da información relevante sobre las obsesiones Subyugantes. El Libro de Los Médiums, aporta importante información para la desobsesion espiritual. No he visto ninguna mención de la Cura de la Esquizofrenia en este artículo, de acuerdo a las enseñanzas del Espiritismo. Reconozco que este artículo de Jorgr Hansen, que leo sus escritos por más de 8 años, es uno de los pocos aportes del Espiritismo a este tema.
Aunque no tengo la experiencia, ni el conocimiento que ustedes tienen, he logrado que todos mis lectores, Espíritas y no Espiritas, y que se han permitido recibir educación Espírita, han logrado vencer esta condición que no es "Patológica", por lo cual no puede considerarse una enfermedad biológica, sencillamente logrando que cada uno, ejerza su "Voluntad" .
Espero que lean los libros codificados por Allan Kardec y se dejen de estar por ahí publicando espiritualismo religioso. Ustedes, todavía confunden a Cristo con Jesús el Nazareno, y no dedican tiempo a ver las diferencias según los Espíritus de la Codificación Espírita. No han evaluado ni entendido el contenido del libro "Que es el Espiritismo", y el libro de "Los Médiums", a partir del artículo 237 hasta el 254.5.
Dejen de decir que son Espiritistas, son meramente Espiritualistas que no ayudan en nada a la Elaboración de Espiritismo (Libro de Génesis, capítulo 1, artículo #14).
La Esquizofrenia, SÍ PUEDE SER ERRADICADA, NO CURADA, NO ES UNA ENFERMEDAD PATOLOGICA, NI UN TRASTORNO MENTAL, ES A LO SUMO, Una OBSESIÓN SUBYUGANTE, SEGÚN LO EXPRESARON LOS ESPÍRITUS Y ALLAN KARDEC.
Se requiere la EDUCACIÓN ESPÍRITA, que es contenida en los libros del Espiritismo. Se requiere lograr educar en el sentido de tomar control de la voluntad del obsesado, dependiendo del estado, se requerirá más o menor tiempo, pero cuando se logra que el obsesado enfrente a su Obsesor, 100% de los casos son erradicados por ellos mismos. Si no fuera así, nunca podrá un obsesado curarse de la influencia de Espíritus Obsesores.
El problema mayor es que los mismos Espiritualistas que no conocen el Espiritismo, recomiendan las drogas psicotrópicos que hace adictos y ocasiona enfermedades adicionales, a los obsesados, y logran crear entonces, enfermedades patológicas.
La buena noticia, todos los que hemos educado el Espíritu, basado en los contenidos de los libros codificados hemos ayudado a lograr la erradicación de esta "Obsesión Subyugante".
Pero es difícil lograr mejores resultados, cuando escritos o artículos como este no aportan nada a la Educación Espírita. Ya sé que se reirán de mis argumentos, pero eso ya lo sabemos, a que algunos Espiritualistas se ríen de las creencias Espiritistas. (Libro de los Médiums, capítulo XXXII, Vocabulario Espírita, definición de Espiritualistas).
Este es mi aporte a este temaé
http://soyespirita.blogspot.com/2013/07/esquizofrenia-metodo-para-curar-esta.html.
La definición errónea de un artículo publicado en Luz Espiritual de España.
http://www.akardec.com/?p=2732&cpage=1#comment-243873
Veamos el Libro ¿Que es el Espiritismo?, lo que nos dice Allan Kardec, sobre la diferencia entre locura patológica y la Obsesión SUBYUGANTE. Y cito:
"El diablo, se dice, sólo asusta a los niños; es un freno para que se tranquilicen. En efecto, como el cuco y el hombre lobo, y cuando les han perdido el miedo se comportan peor que antes. A fin de obtener ese hermoso resultado no se tiene en cuenta la cantidad de epilepsias causadas por la conmoción de un cerebro delicado. no se debe confundir la locura patológica con la obsesión.
Esta no proviene de ninguna lesión cerebral, sino de la subyugación que Espíritus malévolos ejercen sobre ciertos individuos, y que a veces tiene la apariencia de la locura propiamente dicha. Esta afección, muy frecuente, no depende de la creencia en el espiritismo, y ha existido en todos los tiempos. En ese caso, la medicación común es impotente, e incluso perjudicial. El espiritismo, al dar a conocer esta nueva causa de perturbación en el organismo, nos ofrece al mismo tiempo el único medio para derrotarla, al actuar no sobre el enfermo sino sobre el Espíritu obsesor. El espiritismo es el remedio y no la causa del mal. termino la cita. Entonces.: cierro cita...
Más claro no canta un gallo. En el tiempo de Allan Kardec, el Espiritismo ya hacía una diferencia entre una locura patológica y la Obsesión SUBYUGANTE. El Espiritismo siempre ha sido consciente de que las OBSESIONES tienen cura sin medicación Psicotrópica. Los Espiritistas de Verdad pueden hacer mucho indicándole a la ciencia esta diferencia. Pero cuando a un esquizofrénico se le somete a medicación temprana, es que se logra que una obsesión SUBYUGANTE completamente curable, se convierta a un problema patológico causando desorganización en las químicas del cerebro. Entonces es que se logra un desorden patológico inducido no por la obsesión SUBYUGANTE, sino por la medicación psicotrópica aplicada al paciente. Pues se ha probado científicamente que estas Drogas, Psicotrópicas ni sanan ni curan las OBSESIONES SUBYUGANTES.
Si logramos como Espiritistas de Verdad, llevar un mensaje contundente en definir esos llamados trastornos mentales, en sus etapas iniciales, evitando la medicación automática de psicotrópicos con educación Espírita y trabajando en fortalecer la VOLUNTAD del obsesado, mediante la educación Espírita, logramos aliviar estas Obsesiones en la gran mayoría de los afectados. Pero esta solución no es opción para los profesionales de la salud, pues al no necesitar usar drogas dañinas a la salud del paciente, no es rentable a sus intereses. Y es ahí donde el Espiritismo puede ayudar mucho.
Es más difícil ayudar a un enfermo mental ya medicado que alguien que presenta un cuadro de obsesión SUBYUGANTE en su etapa inicial, pero aunque es siempre reversible cuando media la “Voluntad” del obsesado. Es aquí en este escrito del Libro de Allan Kardec, que se demuestra la posición del Espiritismo en cuanto a las OBSESIONES SUBYUGANTES.
Personalmente me consta el conocimiento de casos de los “Llamados trastornos mentales”, que con educación han logrado zafarse de las drogas psicotrópicas a veces a la fuerza por no haber recursos económicos del afectado para la medicación y otros por propia voluntad, y hoy están libres de esas falsas enfermedades mentales inventadas para propósitos comerciales casi exclusivamente. Así que medicar primero y tratar después no es la estrategia, sino Educar primero para lograr la “Voluntad del obsesado” y luego tratar con lo que el Espiritismo ofrece que es en la auto cura de la obsesión. Y reitero, los llamados "Trastornos mentales", que resultan ser "Obsesiones Subyugantes", Sí; tienen Cura y auto-cura.
Voluntad y Libre Albedrío es ejercer la Libertad de Conciencia, son derechos inalienables del ser humano, para así lograr adelantar el Espíritu Encarnado.
http://soyespirita.blogspot.com/2014/02/voluntad-y-libre-albedrio-es-ejercer-la.html
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Te invito a compartir éste contenido con familiares y amigos, recuerda que el Espiritismo Verdadero se sostiene con los contenidos de los Libros Codificados por Allan Kardec, y es ahí que están todas las respuestas a las preguntas e incognitas de éstos temas... No son las conferencias de Chico Xavier, Divaldo Pereira Franco y los libros apócrifos de Emmanuel, André Luiz, Joanna de Ángelis, León Denís, y ningún otro Espiritualista del pasado, que hoy descubrimos por sus publicaciones en las redes sociales, que no predicaban Espiritismo Verdadero, que es Moralizador y Consolador al Mundo... sino que todo era Espiritualismo Religioso, Racionalista o Laico.
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Libro de Los Mediums:
Ítem #237. En el número de escollos que presenta la práctica del Espiritismo, es menester poner en primera línea la obsesión, es decir, el imperio que algunos Espíritus saben tomar sobre ciertas personas. Esta nunca tiene lugar sino por Espíritus inferiores que procuran dominar; los Espíritus buenos no hacen experimentar ninguna contrariedad; aconsejan, combaten las influencias de los malos, y si no se les escucha se retiran. Los malos, por el contrario, se unen a aquellos sobre los cuales pueden hacer presa; si llegan a tomar imperio sobre alguno, se identifican con su propio Espíritu y le conducen como a un verdadero niño.
La obsesión presenta caracteres diversos que es muy necesario distinguir, y que resultan del grado de opresión y de la naturaleza de los efectos que produce. La palabra obsesión es de algún modo un término genérico por el cual se designa esta especie de fenómeno cuyas principales variedades son: la obsesión simple, la fascinación y la subyugación.
Ítem #238. La obsesión simple tiene lugar cuando un Espíritu malhechor engaña a un médium, se mezcla contra su voluntad en las comunicaciones que recibe, le impide comunicarse con otros Espíritus y sustituye a aquellos que se evocan. No se está obseso por el sólo hecho de ser engañado por un Espíritu mentiroso; el mejor médium está expuesto a esto, sobre todo al principio, cuando aun la falta la experiencia necesaria, de la misma manera que entre nosotros las gentes más honradas pueden ser engañadas por los tunantes. Se puede, pues, ser engañado sin estar obseso; la obsesión está en la tenacidad del Espíritu, del cual no se puede desembarazar.
En la obsesión simple, el médium sabe muy bien que tiene que habérselas con un Espíritu mentiroso, y éste no se oculta, no disimula sus malas intenciones y su deseo de contrariar. El médium reconoce sin pena la artimaña, y como está preparado, rara vez es engañado. Ésta especie de obsesión es simplemente desagradable, y no tiene otro inconveniente que el oponer un obstáculo a las comunicaciones que se quisieron tener con espíritus formales o con aquellos por quienes se tiene afección. Se pueden colocar en esta categoría los casos de obsesión física, es decir, la que consiste en las manifestaciones ruidosas y obstinadas de ciertos Espíritus que hacen oír espontáneamente golpes u otros ruidos. Nos remitimos sobre este fenómeno al capítulo de las “Manifestaciones físicas espontáneas”. (Núm. 82).
Ítem #239. La fascinación tiene consecuencias mucho más graves. Es una ilusión producida por la acción directa del Espíritu sobre el pensamiento del médium, y que de algún modo paraliza su juicio, con respecto a las comunicaciones. El médium fascinado no se cree engañado; el Espíritu tiene la maña de inspirarle una confianza ciega que le impide ver la superchería y comprender cuán absurdo es lo que escribe, aun cuando todo el mundo lo conozca; la ilusión puede ir hasta hacerle ver lo sublime en el lenguaje más ridículo.
Se estaría en error si se creyera que este género de obsesión no puede alcanzar sino a personas sencillas, ignorantes y desprovistas de juicio; los hombres más discretos, más instruidos y más inteligentes bajo otros conceptos no están exentos de esto, lo que prueba que esta aberración es efecto de una causa extraña, de la que sufren la influencia. Ya hemos dicho que las consecuencias de la fascinación son mucho más graves; en efecto, a favor de esta ilusión que es el resultado, el Espíritu conduce aquel a quien ha logrado dominar como lo haría con un ciego, y puede hacerle aceptar las doctrinas más extravagantes y las teorías más falsas como si fuesen la única expresión de la verdad; aún más: puede excitarle a que haga
acciones ridículas, de compromiso y aun perniciosas.
Se comprende fácilmente toda la diferencia que hay entre la obsesión simple y la fascinación; se comprende también que los Espíritus que producen estos dos efectos deben diferir de carácter. En la primera, el Espíritu que se une a vosotros sólo es
un ser importuno por su tenacidad, y se desea con impaciencia poderse desembarazar de él. En la segunda es otra cosa; para llegar a tales fines es necesario un Espíritu hábil, vivo y profundamente
hipócrita, porque no puede chasquear y hacerse aceptar sino con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como credenciales; pero a través de todo esto
deja penetrar las señales de inferioridad, que es necesario estar fascinado para no ver, teme también a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de tener razón.
240. La subyugación es una restricción que paraliza la
voluntad del que la sufre y le hace obrar a pesar suyo. En una palabra, es su verdadero yugo.
La subyugación puede ser moral o corporal. En el primer caso, el subyugado es solicitado a tomar determinaciones muchas veces absurdas y comprometidas, que por una especie de ilusión
las cree sensatas; es una especie de fascinación. En el segundo caso el Espíritu obra sobre los órganos materiales y provoca los movimientos involuntarios. Se traduce en el médium escribiendo por una necesidad incesante de escribir, aun en los momentos más inoportunos. Nosotros los hemos visto que, a falta de pluma o de lápiz, escribían con el dedo por todas partes en donde se encontraban, en las mismas calles, en las puertas y en las paredes.
La subyugación corporal va algunas veces más lejos; puede conducir a los actos más ridículos. Hemos conocido a un hombre que no era joven ni hermoso, que bajo el imperio de una obsesión de esta naturaleza se veía obligado por una fuerza irresistible a ponerse de rodillas ante una joven, con la cual no había tenido
ninguna intención y pedirla en matrimonio. Otras veces sentía en las espaldas y en las piernas una presión enérgica, que los forzaba contra su voluntad a pesar de la resistencia que hacía al ponerse de rodillas y besar el suelo en los parajes públicos y en presencia de la multitud. Este hombre pasaba por loco entre sus relaciones; pero nosotros nos hemos convencido de que no lo era, porque tenía el pleno convencimiento del ridículo, de lo que hacía contra su voluntad, por lo que sufría horriblemente.
Ítem # 241. En otro tiempo se daba el nombre de posesión al imperio ejercido por malos Espíritus, cuando su influencia llegaba hasta la aberración de las facultades. La posesión sería para nosotros sinónima de subyugación. Si no adoptamos éste término es por dos razones: la primera porque implica la creencia
de seres creados para el mal entregados perpetuamente a él, mientras que sólo hay seres más o menos imperfectos y que todos pueden mejorarse. La segunda, porque implica igualmente la idea da la toma de posesión de un cuerpo por un Espíritu extraño, de una especie de cohabitación, mientras que sólo hay una sujeción, la palabra subyugación expresa perfectamente el pensamiento. De éste modo para nosotros no hay poseídos en el sentido vulgar de la palabra: sólo hay obsesos, subyugados y fascinados.
Ítem #242. La obsesión, como ya lo hemos dicho, es uno de los más grandes escollos de la mediumnidad; es también uno de los más frecuentes; así es que todos los cuidados serían pocos para combatirla, porque además de los inconvenientes personales que pueden resultar de esto, es un obstáculo absoluto para la bondad y la veracidad de las comunicaciones. La obsesión, en cualquier grado que esté, es siempre el efecto de una sujeción y esta sujeción, no pudiendo nunca ser ejercida por un Espíritu bueno, resulta de ésto que toda comunicación dada por un Médium Obseso es de origen sospechoso y no merece ninguna confianza. Sí alguna vez se encuentra algo bueno, es menester tomarlo y arrojar todo lo que es simplemente dudoso.
Ítem # 243. Se conoce la obsesión con los caracteres siguientes:
1.º Persistencia de un Espíritu en comunicarse contra la voluntad del Médium, por la escritura, el oído, la typtología, etc., oponiéndose a que otros Espíritus puedan hacerlo.
2.º Ilusión, que no obstante la inteligencia del médium, le impide reconocer la falsedad y la ridiculez de las comunicaciones que recibe.
3.º Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas.
4.º Confianza del médium en los elogios que hacen de él los Espíritus que se le comunican.
5.º Propensión a separarse de las personas que pueden darle avisos útiles.
6.º Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que reciben.
7.º Necesidad incesante e inoportuna de escribir.
8.º Sujeción física dominando la voluntad de cualquiera y forzándole a obrar o a hablar a pesar suyo.
9.º Ruidos y trastornos de cosas persistentes a su alrededor y de los que se es la causa o el objeto.
Ítem # 244. En presencia del peligro de la obsesión se dice uno que el ser médium será una cosa desagradable; ¿no es esta facultad la que la provoca, en una palabra, no es esto una prueba inconveniente de las comunicaciones espíritas? Nuestra contestación es fácil y rogamos que se medite con cuidado. No son los médiums ni los espiritistas los que han creado a los Espíritus, sino que los Espíritus son la causa de que haya espiritistas y médiums; no siendo los Espíritus otra cosa que las almas de los hombres, hay, pues, Espíritus desde que hay hombres, y por consiguiente han ejercido en todo tiempo su influencia saludable o perniciosa sobre la Humanidad. La facultad medíanímica solo es para ellos un medio para manifestarse; en defecto de esta facultad lo hacen de mil maneras distintas más o menos ocultas. Sería, pues, un error creer que los Espíritus ejercen su influencia sólo por las comunicaciones escritas o verbales; esta influencia es de todos los instantes, y aquellos que no se ocupan de los Espíritus que ni creen en ellos están expuestos como los otros y aún más porque no tienen contrapeso. La mediumnidad es para el Espíritu un medio de hacerse conocer; si es malo se hace siempre traición por hipócrita que sea; puede, pues, decirse, que la mediumnidad permite que se vea a su enemigo frente a frente si uno puede expresarlo así, y combatirle con sus propias armas; sin esta facultad obra en la oscuridad y al favor de su invisibilidad puede hacer, y hace en realidad, mucho mal. ¡A cuántos actos no está uno impulsado por su desgracia, y que se hubieron evitado si hubiese habido un medio de ilustrarse! Los incrédulos no creen decir tanta verdad cuando dicen de un hombre que se extravía con obstinación: “Un mal genio le empuja hacia la perdición”. De este modo el conocimiento del Espiritismo, lejos de dar imperio a los malos Espíritus, debe tener por resultado en un tiempo más o menos próximo, cuando se habrá propagado, el destruir este imperio dando a cada uno los medios de ponerse en guardia contra sus sugestiones, y el que sucumba a nadie podrá culpar sino sí mismo. Regla general: cualquiera que tenga malas comunicaciones espiritistas, escritas o verbales, está bajo una mala influencia; esta influencia se ejerce sobre él, que escriba o deje escribir, es decir, que sea o no médium, que crea o no crea. La escritura da el medio de asegurarse de la naturaleza de los Espíritus que obran sobre él y de combatirles si son malos, lo que se hace aún con más éxito cuando viene a conocer el motivo que les hace obrar. Si es demasiado ciego para comprenderle, otros podrán hacerle abrir los ojos.
En resumen, el peligro no está en el mismo Espiritismo, puesto que puede, por el contrario, servir de comprobante y preservarnos del que corremos sin cesar, sin que los sepamos; está en la orgullosa propensión de ciertos médiums en creerse, con demasiada ligereza, los instrumentos exclusivos de Espíritus superiores, y en la especie de fascinación que no les permite comprender las tonterías de las que son los intérpretes. Aquellos mismos que no son médiums pueden dejarse engañar. Citemos una comparación. Un hombre tiene un enemigo secreto que no conoce y que esparce contra el, por bajo mano, la calumnia y todo lo que la más negra maldad puede inventar; ve perder su fortuna, alejarse sus amigos, turbada su felicidad interior, no pudiendo descubrir la mano que le hiere, no puede defenderse y sucumbe; pero viene un día que este enemigo secreto le escribe, y a pesar de su astucia se hace traición. He aquí, pues, a su enemigo descubierto y puede confundirle y remontarse. Tal es el papel de los malos Espíritus, que el Espiritismo nos da la posibilidad de conocer y descubrir.
Ítem # 245. Los motivos de la obsesión varían según el carácter del Espíritu; muchas veces es una venganza que ejerce sobre un individuo de quien ha tenido que quejarse durante su vida o en otra existencia; a menudo no tienen otra razón que el deseo de hacer mal; como sufre, quiere hacer sufrir a los demás; halla una especie de gozo en atormentarles, en vejarles; de este modo la impaciencia que se demuestra le excita, porque tal es su objeto, mientras que se le cansa por la paciencia; irritándose, demostrando despecho, se hace precisamente lo que él quiere. Estos Espíritus obran algunas veces por ira y por celos del bien; por esto dirigen sobre las gentes honradas sus intenciones maléficas. Uno de ellos se ha unido como una polilla a una honrada familia conocida nuestra, que por lo demás no tiene la satisfacción de tomarla por juguete; preguntando por el motivo que tenía para atacar a las
buenas gentes, más bien que a los hombres malos como él, contestó: estos no me causan envidia. Otros están guiados por un sentimiento de maldad que les conduce a aprovecharse de la debilidad moral de ciertos individuos que saben que son incapaces de resistirles. Uno de estos últimos que subyugaba a un joven de inteligencia muy limitada, preguntando por los motivos de la elección, nos contestó: Tengo una necesidad muy grande de atormentar a alguno; una persona razonable me rechazaría; me arrimo a un idiota que no me opone ninguna virtud.
Ítem #246. Hay Espíritus obsesores sin malicia, que son algo buenos, pero que tienen el orgullo del falso saber; tienen sus ideas y sus sistemas sobre la ciencia, la economía social, la moral, la religión, la filosofía; quieren hacer prevalecer su opinión y al efecto buscan médiums bastante crédulos para que les acepten con los ojos cerrados, a quienes fascinan para impedirles que puedan distinguir lo verdadero de lo falso. Estos son los más perjudiciales, porque los sofismas no les cuestan nada y de este modo pueden acreditar las utopías más ridículas; cómo conocen el prestigio de los grandes nombres no tienen ningún escrúpulo en servirse de aquéllos ante los cuales uno se inclina con respeto, y tampoco retroceden por el sacrilegio de nombrarse Jesús, Virgen María o un santo venerado. Procuran deslumbrar por un lenguaje pomposo, más pretencioso que profundo, erizado de términos técnicos y adornado de grandes palabras de caridad y de moral: se guardarán de dar un mal consejo, porque saben bien que serían despedidos; además, los que son sus víctimas les defienden porfiadamente diciendo: ya veis que nada dicen de malo. Pero la moral no es para ellos sino un pase; es el menor de sus cuidados; lo que quieren ante todo es dominar e imponer sus ideas aunque estén desprovistas de razón.
247. Los Espíritus sistemáticos generalmente son bastante aficionados a escribir; por esto buscan los médiums que escriben con facilidad y de los que procuran hacerse instrumentos dóciles y sobre todo entusiastas, fascinándoles. Son casi siempre habladores, muy prolijos, procurando compensar la calidad por la cantidad. Se complacen en dictar a sus intérpretes escritos voluminosos e indigestos y a menudo poco inteligibles, que felizmente tienen por antídoto la imposibilidad material de ser leídos por las masas. Los Espíritus verdaderamente superiores son sobrios de palabras; escriben poco y dicen mucho; además esta prodigiosa fecundidad debe ser siempre sospechosa. No podríamos ser bastante circunspectos cuando se trata de publicar estos escritos; las utopías y las excentricidades, de las que abundan mucho, y que chocan con el buen sentido, producen una molesta impresión sobre las personas novicias, dándoles una idea falsa del Espiritismo, sin contar que estas son armas de las cuales se sirven sus enemigos para ponerlo en ridículo. Entre estas publicaciones las hay que sin ser malas y sin dimanar de una obsesión pueden ser miradas como imprudentes, intempestivas o poco hábiles.
Ítem # 248. Acontece muchas veces que un médium solo puede comunicarse con un Espíritu, que se une a él y responde por aquellos que son llamados por su mediación. Esta no es siempre una obsesión, porque puede dimanar de una falta de flexibilidad del médium y de una afinidad especial de su parte por tal o cuál Espíritu. No hay obsesión propiamente dicha sino cuando el Espíritu impone y aleja a los otros por su voluntad; lo que nunca es el hecho de un Espíritu bueno. Generalmente el Espíritu que se apodera del médium con la idea de dominarle, no sufre el examen. crítico de sus comunicaciones; cuando ve que no son aceptadas y que se discuten, no se retira pero inspira al médium el pensamiento de aislarse y muchas veces se lo manda. Todo médium que se resiente de la crítica de las comunicaciones que recibe es el eco del Espíritu que le domina, y este Espíritu no puede ser bueno desde el momento que le inspira un pensamiento ilógico, el de rehusar su examen. El aislamiento del médium es siempre una cosa mala para él, porque no tiene ninguna comprobación para sus comunicaciones. No solamente debe cerciorarse por el aviso de un tercero, sino que le es necesario estudiar todas las clases de comunicaciones para compararlas; aislándose en las que obtiene, por muy buenas que les parezcan, se expone a hacerse ilusión sobre su valor sin contar que no puede conocerlo todo y que versan siempre, poco más o menos, sobre un mismo asunto. (Núm. 192; “Médiums exclusivos”).
Ítem #249. Los medios de combatir la obsesión varían según el carácter que reviste. El peligro, realmente, no existe para todo Médium que está bien convencido de que debe habérselas con un Espíritu mentiroso, como ésto tiene lugar en la obsesión simple; para él no es más que una cosa desagradable. Pero por lo mismo que esto le es desagradable con tanta más razón el Espíritu se encarniza con él para vejarle. Dos cosas esenciales deben hacerse en este caso. Primero, probar al Espíritu que uno no es su juguete, y que le es imposible el engañarnos; segundo, gastar su paciencia, mostrándose más paciente que él; si está bien convencido que pierde el tiempo, concluirá por retirarse, como lo hacen los importunos cuándo no se les escucha. Pero no siempre basta esto, y el proceso puede ser largo porque los hay que son tenaces, y para ellos los meses y los años son poca cosa. En tal caso el médium debe hacer una evocación ferviente a su buen ángel guardián, lo mismo que a los buenos Espíritus que le son simpáticos, y rogarles que le asistan. Con respecto al Espíritu obsesor, por malo que sea, es menester tratarle con severidad, pero con benevolencia, y vencerle con buenos procederes, rogando por él. Sí realmente es perverso, se burlará al principio; pero moralizándole con perseverancia, finalizará por enmendarse: es la empresa de una conversión, tarea muy a menudo penosa, ingrata, aun repugnante, pero cuyo mérito está en la dificultad, y que si se cumple bien queda siempre la satisfacción de haber llenado un deber de caridad y muchas veces el haber conducido al buen camino a un alma perdida. Conviene igualmente interrumpir toda comunicación escrita desde el momento que se reconoce que viene de un Espíritu malo que no quiere entender la razón, a fin de no darle el placer de ser escuchado. Aun en ciertos casos puede ser útil el dejar de escribir por algún tiempo; cada uno debe conducirse según las circunstancias. Pero si el Médium escribiente puede evitar éstas conversaciones, absteniéndose de escribir, no sucede lo mismo con el Médium auditivo que el Espíritu obsesor persigue algunas veces a cada momento con sus palabras groseras u obscenas, y que ni siquiera tiene el recurso de taparse los oídos. Por lo demás es menester reconocer que ciertas personas se divierten con el lenguaje trivial de esta clase de Espíritus, que animan y provocan, riéndose de sus necesidades en lugar de imponerles silencio y
Ítem # 250. No hay, pues, peligro, sino fastidio, para todo médium que no se deja dominar, porque no puede ser engañado; todo lo contrario sucede en la fascinación, porque entonces el imperio que toma el Espíritu sobre aquel de quien se apodera no tiene límites. Lo único que puede hacerse con él es procurar convencerle porque está supeditado, y hacer que su obsesión venga a ser simple; pero esto no es siempre fácil, y algunas veces es imposible. El
ascendiente del Espíritu puede ser tal que haga sordo al fascinado a toda clase de reflexiones y puede llegar hasta hacerle dudar, cuando el Espíritu comete alguna grosera herejía científica, si no se engaña la ciencia. Como lo hemos dicho ya, generalmente acoge muy mal los consejos; la crítica le fastidia, le irrita y le hace aborrecer a los que no toman parte en su admiración. Sospechar de su Espíritu es casi una profanación a sus ojos y esto es, precisamente, lo que quiere el Espíritu; porque lo que él desea es que doblen la rodilla ante su palabra. Uno de ellos ejercía una fascinación extraordinaria sobre una persona de nuestras relaciones; lo evocamos, y luego después de algunas farsas, viendo que no podía negar o disfrazar su identidad, concluyó por confesar que no era aquel cuyo nombre tomaba. Habiéndole preguntado por qué abusaba de esta persona, contestó estas palabras que pintan claramente el carácter de esta clase de Espíritus: Buscaba un hombre que pudiera conducir; lo he encontrado y me quedo con él. – Pero si se le hace ver claro os echará fuera. - ¡Esto lo veremos” Como no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, cuando se reconoce la inutilidad de toda tentativa para abrir los ojos del fascinado, lo mejor es dejarle en sus ilusiones. No puede curarse un enfermo que se obstina en conservar su enfermedad y se complace en ella.
Ítem # 251. La subyugación corporal quita a menudo al obseso la energía necesaria para dominar al Espíritu malo; por esto es necesaria la intervención de una tercera persona, obrando sea por el magnetismo, sea por el imperio de su voluntad. En defecto del concurso del obseso, esta persona debe tomar el ascendiente sobre el Espíritu; pero como este ascendiente no puede ser sino moral, sólo es dado el ejercerlo a un ser moralmente superior al Espíritu, y su poder será tanto más grande cuanto mayor será su superioridad moral, porque impone al Espíritu que se ve forzado a inclinarse ante él; por esto Jesús tenía tan grande poder para sacar lo que entonces llamaban demonios, es decir, los malos Espíritus obsesores.
Nosotros no podemos dar aquí sino consejos generales, porque no hay ningún proceder material, sobre todo ninguna fórmula, ni menos ninguna palabra sacramental que tenga el poder de echar a los Espíritu obsesores. Lo que le falta muchas veces al obseso, es una fuerza fluídica suficiente; en este caso la acción magnética de un buen magnetizador puede serle útil y servirle de ayuda. Por otra parte, siempre es bueno tomar por la mediación de un médium seguro, los consejos de un Espíritu superior o de su ángel de la guarda.
Ítem # 252. Las imperfecciones morales del obseso son, a menudo, un obstáculo para su libertad. He aquí un ejemplo notable que puede servir de instrucción para todos: Hacía ya algunos años que varias hermanas eran víctimas de depredadores muy desagradables. Dispersados sin cesar sus vestidos por todos los rincones de la casa, hasta por el tejado, cortados, rotos y acribillados de agujeros, por más que tuviesen buen cuidado de encerrarlos bajo llave. Estas señoras, relegadas en una pequeña localidad de provincia, nunca habían oído hablar de Espiritismo. Naturalmente su primer pensamiento fue que eran el blanco de burlas de mal género; pero esta persistencia y las precauciones que tomaban les quitaron esta idea. Después de mucho tiempo, con motivo de algunas indicaciones, creyeron oportuno dirigirse a nosotros para conocer la causa de estas desgracias y los medios de remediarlas si era posible. La causa no
era dudosa; el remedio era más difícil. El Espíritu que se manifestaba por actos semejantes era evidentemente malévolo. Se mostró en la evocación de una grande perversidad e inaccesible a todo buen sentimiento. La oración pareció, sin embargo, ejercer una influencia saludable; pero después de algún tiempo de descanso, el pillaje empezó de nuevo. Aquí está el consejo que con éste motivo dio un Espíritu superior. Lo mejor que pueden hacer estas señoras es rogar a sus Espíritus protectores que no las abandonen; no tengo otro consejo mejor para darles; que examinen su conciencia para confesarse a sí mismas y ver sí han practicado siempre el amor al prójimo y la caridad; no quiero decir la caridad que da y distribuye, sino la caridad de la lengua; porque desgraciadamente ellas no saben retener la suya, y no justifican, por su actos piadosos, el deseo que tienen de quedar libres del que les atormenta. Les gusta mucho decir mal del prójimo, y él Espíritu que les obsesa se venga, porque le hicieron padecer mucho cuando vivía. Que repasen su memoria y verán muy pronto con quién tienen que habérselas. Sin embargo, si consiguen mejorarse, sus ángeles guardianes se les acercarán, y su sola presencia bastará para echar fuera al Espíritu malo que se ha apoderado de una de ellas sobre todo, porque su ángel de la guarda ha tenido que alejarse en vista de los actos reprensibles o de los pensamientos malos. Lo que les falta son fervientes oraciones por los que sufren, y sobre todo la práctica de las virtudes impuestas por Dios a cada uno, según su condición.
Sobre la observación que hicimos de que estas palabras nos parecían un poco severas, y que quizá sería necesario endulzarlas para transmitirlas, el Espíritu añadió:
Yo debo decir lo que he dicho y del modo como lo digo, porque las personas en cuestión tienen la costumbre de creer que no hacen mal con la lengua, y hacen mucho. Por esto es menester impresionar su Espíritu de manera que sea para ellos una advertencia formal. De esto se desprende una enseñanza de una gran importancia, y es que las imperfecciones morales dan lugar a los Espíritus obsesores, y que el medio más seguro de desembarazarse de ellos es el atraer a los buenos por la práctica del bien. Los Espíritus buenos tienen, sin duda, más poder que los malos, y su
Ítem # 253. Por lo demás, es menester guardarse de atribuir a la acción directa de los Espíritus todos los disgustos que pueden ocurrir; estos disgustos son, a menudo, la consecuencia de la incuria o de la imprevisión. Un labrador nos hizo escribir que hacía doce años era víctima de toda suerte de desgracias con respecto a su ganado; tan pronto se le morían las vacas como no daban leche; lo mismo le sucedía con los caballos, los carneros o los cerdos. Hizo muchos novenarios que no remediaron el mal, lo mismo que las misas que hizo celebrar, ni los exorcismos que hizo practicar. Entonces, según las preocupaciones de los campesinos, se persuadió que se había echado una maldición sobre sus animales. Creyéndonos, sin duda, dotados de un poder para conjurar, mayor que el del sacerdote de su lugar, nos consultó. Aquí está la contestación que obtuvimos: La mortalidad o las enfermedades de los ganados de este hombre provienen de que sus cuadras están infestadas y no las hace reparar porque esto cuesta dinero.
Ítem # 254. Terminaremos este capítulo con las respuestas dadas por los Espíritus a algunas preguntas, viniendo en apoyo de lo que hemos dicho.
1. ¿Por qué ciertos médiums no pueden desembarazarse de los Espíritus malos que se unen a ellos, y cómo los Espíritus buenos que evocan no son bastante poderosos para alejar a los otros y
comunicarse directamente?
No es el poder el que falta al Espíritu bueno; muchas veces es el médium que no es bastante fuerte para secundarle; su naturaleza se presta mejor a ciertas relaciones; su fluido se identifica más bien con un Espíritu que con otro; esto es lo que da mucho imperio a los que quieren mortificar.
2. ¿Nos parece, sin embargo, que hay personas muy meritorias, de una moralidad irreprochable, y con todo se ven imposibilitadas de comunicarse con los Espíritus buenos?
Ésta es una prueba; ¿y quién os ha dicho que su corazón no esté manchado con un poco de mal, que el orgullo no domine un poco la apariencia de bondad? Estas pruebas, mostrando al obseso su debilidad, deben conducirle a la humildad. ¿Hay alguno sobre la Tierra que pueda llamarse perfecto? Habrá quién tenga todas las apariencias de la virtud, y aun puede tener muchos defectos ocultos, un antiguo germen de imperfección. Por ejemplo, vosotros decís de aquel que no hace mal y que es leal en sus relaciones sociales: es un hombre bueno y digno. ¿Pero sabéis vosotros si sus buenas cualidades están empañadas por el orgullo, si no hay en él un fondo de egoísmo, si es avaro, celoso, rencoroso, maldiciente y cien otras cosas que vosotros no apercibís, porque vuestras relaciones con él no os han puesto en este caso? El medio más poderoso para poder combatir la influencia de los Espíritus malos es el acercarse todo lo posible a la naturaleza de los buenos.
3. La obsesión que se opone a que un médium obtenga las comunicaciones que desea, ¿es siempre una señal de ser indigno por su parte?
Yo no he dicho que esta fuese una señal de poca dignidad, sino que puede ponerse un obstáculo a ciertas comunicaciones; lo que debe procurar es quitar el obstáculo que está en él; sin esto, sus oraciones y sus súplicas nada hacen. No basta que un enfermo diga a su médico: Dadme la salud, yo quiero estar bueno; el médico no puede nada si el enfermo no hace lo que es necesario.
4. ¿La privación de comunicarse con ciertos Espíritus sería, acaso, una especie de castigo?
En ciertos casos esto podría ser un verdadero castigo, así como la posibilidad de comunicarse con ellos es una recompensa que debéis esforzaros en merecer. (Véase “Pérdida y suspensión de la mediumnidad”, número 220).
5. ¿Pueden combatirse las influencias de los Espíritus malos, moralizándoles?
--Sí, esto es lo que no se hace y es lo que no debe olvidarse de hacer, porque a menudo es una tarea que se os ha dado y que vosotros debéis cumplir caritativa y religiosamente. Por sabios consejos puede excitarse al arrepentimiento y activar su adelantamiento.
— ¿Cómo puede un hombre, con relación a ésto, tener una influencia que no tienen los mismos Espíritus?
Los Espíritus perversos se aproximan más bien a los hombres que procuran atormentar, que a los Espíritus, de los que se alejan todo lo posible. En este contacto con los humanos, cuando encuentran quien los moraliza, en un principio no le escuchan, se ríen; después, si se les sabe conducir, concluyen por dejarse conmover. Los Espíritus elevados no pueden hablarle sino en nombre de Dios, y esto les asusta. El hombre no tiene, ciertamente, más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica mejor con su naturaleza, y viendo el ascendiente que puede ejercer en los Espíritus inferiores, comprende mejor la solidaridad que existe entre el Cielo y la Tierra.
Por lo demás, el ascendiente que el hombre puede ejercer sobre los Espíritus está en razón de su superioridad moral. No domina a los Espíritus superiores, ni aun a aquellos que, sin ser superiores, son buenos o benévolos, pero puede dominar a los Espíritus que le son inferiores en moralidad. (Véase número 279).
Ítem #279. El ascendiente sólo se ejerce sobre los Espíritus inferiores por la superioridad moral. Los Espíritus perversos reconocen a los hombres de bien como sus señores; frente a frente de aquellos que no les oponen sino la energía de la voluntad, especie de fuerza brutal, luchan y a menudo son los más fuertes. Uno que quería de este modo dominar a un Espíritu rebelde, por su voluntad, el Espíritu le contestó: Déjame tranquilo con tu aspecto de matamoros; tú, que no vales más que yo, ¿no se diría que un ladrón moraliza a otro ladrón? Nos asombramos de que el nombre de Dios que se invoca contra ellos sea, a menudo, impotente; San Luis ha dado la razón en la respuesta siguiente:El nombre de Dios no tiene influencia sobre los Espíritus imperfectos sino en la boca de aquel que puede servirse de él con autoridad por sus virtudes; en la boca del hombre que no tuviera sobre el Espíritu ninguna superioridad moral, es una palabra como otra cualquiera. Lo mismo sucede con las cosas santas que se les opone. El arma más terrible es inofensiva cuando está en manos inhábiles para poderse servir de ella o incapaces de llevarla.6. ¿La subyugación corporal, llevada hasta cierto grado,
podría tener por consecuencia la locura?
Sí, una especie de locura cuya causa no es conocida de la gente, pero que no tiene relación con la locura ordinaria. Entre los que se tienen por locos hay muchos que no son más que subyugados; les sería necesario un tratamiento moral, mientras que se les vuelve verdaderamente locos con los tratamientos
corporales. Cuando los médicos conozcan bien el Espiritismo, sabrán hacer esta distinción y curarán más enfermos que con los baños de chorro (221).
7. ¿Qué debemos pensar de aquellos que, viendo algún peligro en el Espiritismo, creen que el medio de evitarlos es prohibir las comunicaciones espiritistas?
Si pueden impedir a ciertas personas el comunicarse con los Espíritus, no pueden impedir las manifestaciones espontáneas, hechas a estas mismas personas, porque no pueden suprimir los Espíritus ni impedir su influencia oculta. Esto se parece a los niños que se tapan los ojos y creen que nadie les ve. Sería locura el querer suprimir una cosa que ofrece grandes ventajas, porque los imprudentes pueden abusar; el medio de evitar éstos inconvenientes, es al contrario, el hacer conocer el fondo de ésta cosa.
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Introducción
- Squizofrenia Según una Perspectiva Espirita
- Esquizofrenia – Método para Curar esta enfermedad
- ¿Es un Trastorno Mental o es una Obsesión Espiritual?
- Manual DSM-V
- El Espiritismo y la Oración
- La Resignación
- No a la Incorporación de Espíritus Impuros
- Libre Incorporación de Espíritus Impuros
- Obsesión Subyugante puede ser Curada
- Influencia oculta de los Espiritus
- ¿Qué es la ZOANTROPIA? ¿Qué tiene que decir el Espiritismo sobre esto?
- ¿Qué sensación sientes cuando se acerca un espíritu?
- La Obsesión desde la Perspectiva Espírita
- Pases Magnéticos
- Médiums
- El Diablo no Existe
- ¿Podemos orar directamente a los Espíritus? No, solo a Dios primero para pedir permiso.
- Probad los Espíritus si son Buenos y Nobles o Malos y Perversos
- Descarga de Libros Digitales Gratis
- Estos libros son digitales y son gratuitos.
- Obsesión en la Mediúmnidad
- Mediúmnidad
- Videos de Mediúmnidad
- ¿Puede el Hombre Malo con la ayuda de un mal espíritu hacerte mal?
- Anorexia Nerviosa según la Perspectiva Espírita
REFERENCIAS PARA ESCRIBIR ESTA REFLEXIÓN
- El Evangelio Según El Espiritismo, Allan Kardec
- El Libro de Los Espíritus, Allan Kardec
- Obras Póstumas, Allan Kardec
- Génesis – Allan Kardec
- El Cielo Y el Infierno – Allan Kardec
- El Libro de Los Médiums – Allan Kardec