¡Claro que existen las Almas que son Espíritus encarnados. Tú y yo somos Espíritus encarnados !!!
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Espero que éstos enlaces te conduzcan a información que te ayude a lograr activar tú
crecimiento espiritual, a través de la Transformación Moral.
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Cuándo el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna.
El Libro de los Espíritus dice en el ítem §153...
§153. ¿En qué sentido debe entenderse la vida eterna? «La eterna es la vida del espíritu, la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuándo el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna».
Mí propósito es
educar y la primera pregunta que debe surgir de aquél que se percata que
existimos como Espíritus Encarnados y desencarnados, que la Filosofía Espírita de Bien Común o Moral, es contestar claramente
ésta pregunta. ¿Existen los Espíritus, y sí existen, son Inmortales e Inmateriales?
Pues la influencia
religiosa a través de los tiempos se ha encargado de lograr mistificar, rergiversar y cambiar lo que dijeron los Espíritus presididos por el Espíritu de Verdad a Allan Kardec, ésto es nuestra Filosofía Espírita, con absurdos mitos y mentiras.
- Sí; existen los Espíritus, porque al ser las Almas Inmortales, entonces ésas Almas que desencarnan que son Espíritus, es lo mismo, necesitan seguir reencarnando para purificarse, para convertirse en Espiritus Perfectos. Sí el Alma desencarna siendo inmoral o sea no conociendo el bien Común que nos enseñó Jesús en su máxima: “No le hagas a nadie lo que no te gustaría te hicieran a ti”. Éstas almas desencarnadas en ésos términos, serán Espíritus inferiores o impuros que necesitarán de muchas reencarnaciones para limpiar las faltas cometidas a través de expiar y reparar sus malos comportamientos inmorales del pasado, por lo malo que se hizo. Pero sí por el contrario el Alma desencarnada ya comenzó su Transformación Moral o su comportamiento fue modificado hacía el Bien Común, serán entonces Espíritus Buenos en sus diferentes clasificaciones de buenos a Puros.
Pero no vale de
nada tratar de educar a los nuevos allegados sobre el mundo espiritista, sí no
se entiende la naturaleza de los Espíritus. Y ése conocimiento lo expresa muy bien Allan Kardec en el Libro de Los Médiums en el Capítulo primero que lo presento a continuación.
PRIMERA
PARTE
NOCIONES
PRELIMINARES
CAPÍTULO
I
1. La duda concerniente a
la existencia de los Espíritus, tiene como primera causa la ignorancia de su verdadera naturaleza. Se les figura generalmente como seres aparte
en la creación, y cuya necesidad no está demostrada. Muchos sólo los conocen
por los cuentos fantásticos que han oído desde la
cuna, poco más o menos como se conoce la historia por las novelas; sin
investigar sí éstos cuentos, separados los accesorios ridículos, se apoyan sobre
un fondo de verdad, sólo les impresiona lo absurdo; no quieren tomarse el
trabajo de quitar la corteza amarga para descubrir la almendra y rehúsan el
todo, cómo hacen con la religión los que, por ver ciertos abusos, todo lo
confunden en la misma reprobación.
Cualquiera que sea la idea
que se forme de los Espíritus, ésta creencia está necesariamente fundada sobre
la existencia de un princípio inteligente fuera de la materia, y es
incompatible con la negación absoluta de este principio. Tomamos, pues, nuestro
punto de partida en la existencia, la supervivencia y la individualidad del
alma, de lo que el Espiritualismo es la demostración teórica y dogmática, y el Espiritismo
la demostración patente. Hagamos, por un instante, abstracción de las manifestaciones
propiamente dichas, y raciocinando por inducción, veamos a qué consecuencia
llegaremos.
2. Desde el momento que se
admite la existencia del alma y su individualidad después de la muerte, es
menester también admitir:
1º Que es de una naturaleza
diferente del cuerpo, pues una vez separada de éste no tiene ya sus
propiedades;
2º Que goza de la
conciencia de sí misma, puesto que se le atribuyen la alegría o el sufrimiento;
de otro modo sería un ser inerte, y tanto valdría para nosotros no tenerla.
Admitido ésto, el alma va a alguna parte;
¿En qué
se convierte y a dónde va?
Según la creencia común,
va al cielo o al infierno
¿Pero dónde están el cielo y el infierno?
¿Pero
qué es lo que está arriba o abajo en el Universo desde que se conoce la
redondez de la Tierra, el movimiento de los astros que hace que lo que es
arriba en un momento dado venga a ser lo bajo en doce horas, lo infinito del
espacio en el cuál la mirada se sumerge en distancias inconmensurables? Es verdad que por lugares
bajos se entienden también las profundidades de la Tierra;
¿Pero qué han venido a ser éstas profundidades desde que se han ojeado por la Geología?
¿Qué se han hecho éstas esferas
concéntricas llamadas cielo de fuego, cielo de las estrellas, desde que se sabe
que la Tierra no es el centro de los mundos, que nuestro mismo Sol no es más
que uno de los millones de soles que brillan en el espacio, y que cada uno de
ellos es el centro de un torbellino planetario?
¿Qué importancia tiene la Tierra perdida en ésta inmensidad?
¿Qué importancia tiene la Tierra perdida en ésta inmensidad?
¿Por qué privilegio
injustificable éste grano de arena imperceptible, que no se distingue por su
volumen ni por su posición, ni por un objeto particular, estaría sólo él
poblado de seres racionales?
La razón rehúsa admitir esta inutilidad de lo Infinito, y todo nos dice que ésos mundos están habitados. Sí están poblados, suministran pues su contingente al mundo de las almas; pero repetimos,
La razón rehúsa admitir esta inutilidad de lo Infinito, y todo nos dice que ésos mundos están habitados. Sí están poblados, suministran pues su contingente al mundo de las almas; pero repetimos,
¿Qué es de éstas almas, puesto
que la Astronomía y la Geología han destruido las moradas que les estaban
señaladas, y sobre todo desde que la teoría tan racional de la pluralidad delos mundos, las ha multiplicado hasta el infinito?
La doctrina de la
localización de las almas, no pudiendo ponerse de acuerdo con los datos de la ciencia,
otra doctrina más lógica les señala por dominio, no un lugar determinado, y
circunscripto, sino el espacio universal: es todo un mundo invisible en medio
del cuál vivimos, que nos circuye y nos rodea sin cesar.
¿Hay en ésto una imposibilidad, alguna cosa que repugne a la razón?
¿Pero entonces qué vienen a
ser las penas y las recompensas futuras, sí les quitas los lugares especiales?
Observa que la incredulidad, respecto a ésas penas y recompensas, generalmente, es
provocada, porque se las presenta con condiciones inadmisibles; pero decid en
lugar de ésto que las almas sacan su dicha o su desgracia de sí mismas; que su
suerte está subordinada a su estado moral; que la reunión de las almas simpáticas
y buenas es una fuente de felicidad; que según su grado de depuración, penetran
y ven cosas que se borran ante las almas groseras, y todo el mundo lo
comprenderá sin trabajo; decid además que las almas sólo llegan al grado
supremo por medio de los esfuerzos que hacen para mejorarse y después de una
serie de pruebas que sirven a su depuración; que los ángeles son las almas que
han llegado al último grado, el que todas pueden alcanzar con buena voluntad;
que los ángeles son los mensajeros de Dios encargados de velar en la ejecución
de sus designios en todo el Universo; que son dichosos de éstas misiones
gloriosas, y daréis a su felicidad un fin más útil y más atractivo que el de
una contemplación perpetua, que no sería otra cosas que una inutilidad perpetua;
decid, en fin, que los demonios no son otros que las almas de los malvados,
todavía no depuradas, pero que pueden llegar a serlo como las otras, y ésto
parecerá más conforme a la justicia y a la bondad de Dios, que la doctrina de
seres creados para el mal y perpetuamente dedicados a él.
¿Qué son los Angeles, existen los Angeles?
"Los Ángeles son los mensajeros de Dios encargados de velar en la ejecución de sus designios en todo el Universo, son los Espíritus Puros y Perfectos, que ya alcanzaron la perfeccion..." [Comentario de Frank Montañez, SEPC, Soy Espírita por Convicción...]
He aquí, repetimos, lo
que la razón más severa, la lógica más rigurosa, en una palabra, el buen
sentido, pueden admitir. Las almas que pueblan el espacio son precisamente lo
que se llaman Espíritus; los Espíritus no son, pues, otra cosa que las almas de
los hombres despojadas de su envoltura corporal. Sí los Espíritus fuesen seres
aparte, su existencia sería más hipotética; pero sí admitimos que hay almas, es
necesario también admitir los Espíritus que no son otros que las almas; sí se
admite que las almas están por todas partes, es necesario admitir igualmente
que los Espíritus están por todo. No se podría, pues, negar la existencia de
los Espíritus sin negar la de las almas.
Referencia:
Frank Montañez
3. Ésto no es, en verdad,
sino una teoría más racional que la otra; pero ya es mucho una teoría que no
contradiga ni a la razón ni a la ciencia; sí además está corroborada por los
hechos, tiene para sí la sanción del razonamiento y de la experiencia. Éstos hechos,
nosotros los encontramos en el fenómeno de las manifestaciones espiritistas,
que son así la prueba patente de la existencia y de la supervivencia del alma.
Pero para muchas gentes, su creencia no va más allá, admiten la existencia de
las almas y como consecuencia la de los Espíritus pero niegan la posibilidad de
comunicarse con ellos, por la razón, dicen, que seres inmateriales, no pueden
obrar sobre la materia. Esta duda está fundada sobre la ignorancia de la
verdadera naturaleza de los Espíritus, de la cual se forma generalmente una
idea muy falsa, que se les considera sin razón como seres abstractos, vagos e
indefinidos, lo que no es así. Figurémonos desde luego al Espíritu en su unión
con el cuerpo; el Espíritu es el ser principal, puesto, que es el ser pensador y superviviente; el cuerpo
no es, por consiguiente, más que un accesorio del Espíritu, una envoltura, un
vestido que deja cuando está usado. Además de esta envoltura material, el
Espíritu tiene una segunda, semi material que le une a la primera; en la muerte,
el Espíritu se despoja de ésta, pero no de la segunda a la que nosotros damos
el nombre de periespíritu. Esta envoltura semi material que afecta la forma
humana, constituye para él un cuerpo fluídico, vaporoso, pero que, por ser
invisible para nosotros en su estado normal no
deja de poseer algunas de las propiedades de la materia. El Espíritu no es,
pues, un punto, una abstracción, sino un ser limitado y circunscrito, al cual
sólo falta ser visible y palpable para parecerse a los seres humanos. ¿Por qué
no obraría sobre la materia? ¿Por qué su cuerpo es fluídico? ¿Pero no es entre
los fluidos más rarificados, los mismos que se miran como imponderables, la
electricidad, por ejemplo, que el hombre encuentra sus más poderosos motores?
¿Es que la luz imponderable no ejerce una acción química sobre la materia
ponderable? Nosotros no conocemos la naturaleza íntima del periespíritu; pero supongámosle
formado de materia eléctrica, o de otra tan sutil como ésta, ¿por qué no
tendría la misma propiedad siendo dirigida por una voluntad?
4. La existencia del alma
y la de Dios, que son consecuencia una de la otra, siendo la base de todo el
edificio, antes de entablar alguna discusión espiritista, importa asegurarse si
el interlocutor
admite esta base. Si a
estas preguntas:
-¿Creéis en Dios?
-¿Creéis
tener un alma?
-¿Creéis
en la supervivencia del alma después de la muerte?
– si responde negativamente, o si dice
simplemente: Yo no sé; querría que fuese así, pero no estoy seguro de ello, lo
que, las más veces, equivale a una cortés negativa, disfrazada bajo una forma
menos
explícita a fin de no
chocar muy bruscamente lo que él llama preocupaciones respetables, sería tan
inútil ir más allá, como el pretender demostrar las propiedades de la luz al
ciego que no la admitiese, porque en definitiva, las manifestaciones
espiritistas no son otra cosa que los efectos de las propiedades del alma; con aquél
es necesario seguir otro orden de ideas si no se quiere perder el tiempo. Si se
admite la base, no a título de probabilidad, si no como cosa segura,
incontestable, la existencia de los Espíritus, se deduce naturalmente.
5. Resta ahora la cuestión
de saber sí el Espíritu puede comunicarse al hombre, ésto es, sí puede hacer
con él intercambio de pensamientos. ¿Y por qué no? ¿Qué es el hombre si no un Espíritu
encarcelado en un cuerpo? ¿Por qué el Espíritu libre no podría comunicarse con
el Espíritu en prisión, como el hombre libre con el que está entre cadenas?
Desde luego que admitís la supervivencia del alma, ¿es racional no admitir la
supervivencia de los afectos? Puesto que las almas están por todas partes, ¿no es natural el pensar que
la de un ser que nos ha amado durante su vida, venga cerca de nosotros, que
desee comunicarse, y que se sirva para esto de los medios que están a su
disposición? ¿Durante su vida no obraba sobre la materia de su cuerpo? ¿No era ella
quién dirigía sus movimientos? ¿Por qué, pues, después de su muerte, de acuerdo
con otro Espíritu ligado a un cuerpo, no tomaría este cuerpo vivo para
manifestar su pensamiento, como un mudo puede servirse de uno que hable para hacerse
comprender?
6. Hagamos por un instante
abstracción de los hechos que, para nosotros, hacen la cosa incontestable;
admitámoslos a título de simple hipótesis; pidamos que los incrédulos nos
prueben, no por una simple negativa,
porque su dictamen personal no puede hacer ley, sino por razones perentorias,
que ésto no puede ser. Nosotros nos colocaremos sobre su terreno, y puesto que
quieren apreciar los hechos espiritistas con ayuda de las leyes de la materia, que
tomen, por consiguiente, en este arsenal, alguna demostración matemática,
física, química, mecánica, y fisiológica, y prueben por a más b, partiendo
siempre del principio de la existencia y supervivencia del alma:
1º Que el ser que piensa
en nosotros durante la vida no debe pensar más después de la muerte.
2º Que, sí piensa, no debe
pensar más en los que ha amado.
3º Que sí piensa en
aquéllos que ha amado, no debe querer ya comunicarse con ellos.
4º Qué sí puede estár por
todas partes, no puede estár a nuestro lado.
5º Qué sí está a nuestro
lado, no puede comunicarse con nosotros.
6º Qué por su envoltura
fluídica no puede obrar sobre la materia inerte.
7º Qué sí puede obrar
sobre la materia inerte, no puede obrar sobre un ser animado.
8º Que sí puede obrar
sobre un ser animado, no puede dirigir su mano para hacerle escribir.
9º Qué pudiendo hacerlo
escribir, no puede responder a sus preguntas y trasmitirle su pensamiento.
Cuándo los adversarios del Espiritismo nos hayan demostrado que
ésto no puede ser, por razones tan patentes como aquellas por las cuales
Galileo demostró que no es el Sol el que da vueltas alrededor de la Tierra,
entonces podremos decir que sus dudas son fundadas; desgraciadamente hasta éste
día toda su argumentación se resume en
éstas palabras: Yo no creo, luego esto es imposible. Nos
dirán sin duda que toca a nosotros probar la realidad de las manifestaciones;
nosotros se la probamos por los hechos y el raciocinio; si no admiten ni lo uno
ni lo otro, si aún niegan lo que ven, corresponde a ellos el probar que nuestro
raciocinio es falso y que los hechos son imposibles.
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DEL ALMA
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS Items 134 - 162, Del Alma,
134. ¿Qué es el alma?
«Un espíritu encarnado».
134a. -¿Qué era el alma antes de unirse al cuerpo?
«Espíritu».
134b. -¿Las almas y los espíritus son, pues, una misma cosa?
«Sí, puesto que las almas no son más que espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y que toman temporalmente una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse».
135. Además del alma y del cuerpo, ¿hay alguna otra cosa en el hombre?
«El lazo que une el alma al cuerpo».
135a. -¿Cuál es la naturaleza de ese lazo?
«Semimaterial, y sirve de intermedio entre el espíritu y el cuerpo, y así debe ser, para que
puedan comunicarse el uno con el otro. Por medio de este lazo el espíritu obra sobre la
materia y viceversa».
Así, pues, el hombre está formado de tres partes esenciales:
1º El cuerpo o ser material, análogo a los animales y animado por el mismo principio vital;
2º El alma, espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo, y
3º El principio intermediario o periespíritu, sustancia semimaterial que sirve de envoltura primera al espíritu y une el alma al cuerpo. Tales son en el fruto, el germen, el periespermo y la cáscara.
136. ¿El alma es independiente del principio vital?
«Incesantemente lo repetimos, el cuerpo no es más que la envoltura».
136a. -¿Puede existir el cuerpo sin el alma?
«Sí, y sin embargo, desde que cesa de vivir el cuerpo, el alma lo abandona. Antes del
nacimiento, no existe unión definitiva entre el alma y el cuerpo, al paso que, después de
establecida la unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma, y ésta lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma; pero ésta no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica».
136b. -Qué sería de nuestro cuerpo si careciese de alma?
«Un montón de carne sin inteligencia, todo lo que queráis, menos un hombre».
137. ¿Un mismo espíritu puede a la vez encarnarse en dos cuerpos diferentes?
«No; porque el espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos seres
diferentes». (Véase en El libro de los médiums, el capitulo «Bicorporeidad y transfiguración».
138. ¿Qué debemos pensar de los que opinan que el alma es el principio de la vida
material?
«Cuestión de palabras en la que no nos fijamos. Empezad por entenderos».
139. Ciertos Espiritus, y antes que ellos, ciertos filósofos han definido el alma es una
chispa anímica emanada del gran TODO. ¿Cómo se explica esta contradicción?
«No existe tal contradicción, y depende aquello de la acepción en que se toman las
palabras. ¿Por qué no tenéis una palabra especial para cada cosa?»
La palabra alma se emplea para expresar cosas muy diferentes. Llaman asi unos al principio de la vida, y es exacto decír en esta acepción y figuradamente, que el alma es una chispa anímica emanada del gran Todo. Estas últimas palabras expresan el origen universal del principio vital del que absorbe una parte cada ser, parte que vuelve a la masa, después de la muerte. Esta idea no excluye en manera alguna la de un ser moral distinto, independiente de la materia y que conserva su indivídualidad. Este es el ser
que se llama igualmente alma; y en esta acepción puede decirse, que el alma es un espíritu encarnado. Al dar diferentes definiciones del alma, los espíritus han hablado con arreglo a la aplicación que hacían de la palabra y a las ideas terrestres de que estaban aún más o menos dominados. Depende esto de la
insuficiencia del lenguaje humano, que no tiene una palabra para cada idea, y de aquí el origen de una multitud de equivocaciones y discusiones. Véase por qué los espíritus superiores nos dicen que ante todo
nos entendamos acerca de las palabras.¹
_______________________
¹ Véase, en la «Introducción» la explicación de la palabra alma, párrafo II.
140. ¿Qué hemos de pensar de la teoría del alma subdividida en tantas partes cuantos
músculos hay, presidiendo de este modo a cada una de las funciones del cuerpo?
«También depende del sentido que se dé a la palabra alma. Si se entiende por ella el
fluido vital, la teoría es exacta; pero, si se entiende el espíritu encarnado, es falsa. Lo hemos dicho ya, el espíritu es indivisible, y transmite el movimiento a los órganos por el fluido intermedio, sin dividírse a pesar de ello».
140a. -Sin embargo, algunos espíntus han dado esa definición.
«Los espíritus ignorantes pueden tomar el efecto por la causa».
El alma obra por medio de los órganos, que están animados del fluido vital repartido entre ellos y con más abundancia en los que forman los centros o focos del movimiento. Pero esta explicación no puede convenir al alma, considerada como espirítu que habita en el cuerpo durante la vida, y que lo abandona al morir.
141. ¿Qué hay de verdad en la opinión de los que creen que el alma es exterior y rodea al
cuerpo?
«El alma no está encerrada en el cuerpo, como un pájaro en la jaula, sino que irradia y se manifiesta al exterior, como la luz a través de un globo de cristal, o como el sonido alrededor de un centro sonoro, y así es como puede decirse que es exterior; pero no es empero, la envoltura del cuerpo. El alma tiene dos envolturas: la sutil y ligera que es la primera, a la cual llamas periespíritu, y la
otra, que es el cuerpo, grosera, material y pesada. Ya lo hemos dicho, el alma es el centro de todas esas envolturas, como el germen en el hueso de las frutas».
142. ¿Qué concepto hemos de formar de la otra teoría, según la cual el alma de los niños se completa en cada período de la vida?
«El espíritu es uno, y se encuentra en su totalidad, lo mismo en el niño que en el ádulto. Los que se desarrollan y completan son los órganos o instrumentos de manifestación del alma. También aquí se toma el efecto por la causa».
143. ¿Por qué todos los espíritus no definen el alma de un mismo modo?
«Todos los espíritus no están igualmente instruidos sobre estas materias, y los hay
limitados aunque no comprenden las cosas abstractas, como sucede entre vosotros con los niños. También hay espíritus de falsa instrucción (falsos sabios) que, para imponerse, hacen alarde de palabrería, lo mismo que entre vosotros ciertos hombres. Además, los mismos espíritus adelantados pueden expresarse en términos diferentes, que en el fondo tienen el mismo valor, sobre todo, tratándose de cosas para cuya clara expresión no basta vuestro lenguaje, pues entonces es preciso recurrir a las figuras y comparaciones que vosotros tomáis
por la misma realidad».
144. ¿Qué debe entenderse por el alma del mundo?
«Es el principio universal de la vida y de la inteligencia, de donde nacen las
individualidades. Pero con frecuencia los que emplean estas palabras no se entienden. Es tán elástica la palabra alma, que cada uno la interpreta con arreglo a sus teorías. A veces se atribuye también un alma a la tierra, y entonces debe entenderse por ella el conjunto de espíritus solícitos que dirigen vuestras acciones hacia el buen camino, cuando les escucháis, y que vienen a ser como los lugartenientes de Dios en vuestro globo».
145. ¿Cómo tantos filósofos antiguos y modernos han discutido tanto tiempo sobre la ciencia psicológica, sin llegar a la verdad?
«Esos hombres, que eran los precursores de la doctrina espiritista eterna, han preparado
el camino. Eran hombres y pudieron engañarse, porque tomaron sus propias ideas de la verdad; pero sus mismos errores, demostrando el pro y el contra, sirven para poner en claro aquélla. Por otra parte, entre sus errores, se encuentran grandes verdades que os hace comprender el estudio comparativo».
146. ¿El alma tiene en el cuerpo un lugar determinado y circunscrito?
«No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho, y en el corazón, en los que sienten mucho y cuyas acciones todas se relacionan con la humanidad».
146a. -¿Qué debe pensarse de la opinión de los que colocan el alma en un centro vital?
«Es lo mismo que decir que el espíritu habita con preferencia en esta parte de vuestra
organización; porque a ella van a parar todas las sensaciones. Los que la sitúan en lo que
consideran como centro de la vitalidad, la confunden con el principio o fluido vital. Como quiera que sea, puede decirse que el alma reside más particularmente en los órganos de las manifestaciones intelectuales y morales».
MATERIALISMO
147. ¿Por qué los anatómicos, los fisiólogos y en general los que profundizan las ciencias
naturales se inclinan frecuentemente al materialismo?
«El fisiólogo lo refiere todo a lo que ve. Orgullo de los hombres que creen saberlo todo. yque no admiten que algo sea superior a su entendimiento. Su misma ciencia los hacepresuntuosos y creen que nada puede ocultarles la naturaleza.»
148. ¿No es lamentable que el materialismo sea consecuencia de estudios que debieran,
por el contrario, demostrar al. hombre la superioridad de la inteligencia que gobierna al mundo? ¿Debe deducirse de esto que son peligrosos?
«No es verdad que el materialismo sea consecuencia de esos estudios, sino que el hombre deduce de ellos consecuencias falsas; porque puede abusar de todo, hasta de las cosas mejores. La nada, por otra parte, los horroriza más de lo que quieren aparentar, y los despreocupados son a veces más fanfarrones que valientes. La mayor parte son materialistas solamente; porque no saben cómo llenar aquel vacío, y sí ante el abismo que a sus ojos se abre les ofrecéis un áncora de salvación, se asirán solícitos a ella».
Por una aberración de la inteligencia, hay personas que no ven en los seres orgánicos más que la acción de la materia, y que refieren a ella todos nuestros actos. No han visto en el cuerpo humano más que una máquina eléctrica; no han estudiado el mecanismo de la vida más que en el funcionamiento de los órganos; la han visto cesar con frecuencia por la ruptura de uno de sus hilos y no han visto otra cosa más que ese mismo hilo; han indagado sí quedaba aún algo, y como sólo han encontrado la materia inerte ya y no han podido distinguir el alma que se desprendía, ni han podido apoderarse de ella, han deducido que todo estribaba en las propiedades de la materia, y que por lo tanto, después de la muerte. sólo la NADA del pensamiento existe. Triste consecuencia, si así fuese; porque entonces no tendrían objeto el mal y el bien; el hombre obraría cuerdamente no pensando más que en sí mismo y en sobreponer a todo la satisfacción
de sus goces materiales; se romperían los lazos sociales y rotos quedarían para siempre los más santos afectos. Afortunadamente, semejantes ideas están muy lejos de ser generales, puede muy bien decirse que
están muy circunscritas y que sólo constituyen opiniones individuales; porque en ninguna parte han sido erigidas en doctrina. Una sociedad fundada en tales bases, llevaría en sí misma el germen de disolución, y sus miembros se despedazarían como fieras.
El hombre tiene instintivamente la creencia de que todo no concluye para él con la vida; tiene horror a la NADA, y en vano se resiste a la idea del porvenir, pues cuando llega el momento supremo, pocos son los que dejan de preguntarse qué será de ellos; porque el pensamiento de cesar absolutamente en la vida es desconsolador. ¿Quién podrá, en efecto, mirar con indiferencia la separación absoluta y eterna de todo lo que se ha amado? ¿Quién podrá, sin horrorizarse, ver cómo se abre a su vista el inmenso abismo de la nada, donde irían a sepultarse para siempre todas nuestras facultades, todas nuestras esperanzas?, y decirse: «¡Qué, después de mí nada, nada más que el vacío; todo acaba para siempre; dentro de algunos
días, mi recuerdo se borrará de la memoria de todos los que me sobreviven; pronto no quedará vestigio de mí tránsito por el mundo, basta el bien que he hecho será dado al olvido por los ingratos que he creado y
nada hallaré en recompensa, nada más que la perspectiva de mi cuerpo roído por los gusanos!»
¿No es horroroso, no es glacial semejante cuadro? La religión nos enseña que no puede suceder así, y la razón viene en su apoyo. Pero esa existencia futura, vaga e indefinida, nada tiene que satisfaga nuestro
positivismo, lo cual engendra dudas en muchos. Tenemos un alma, cierto; pero, ¿qué es nuestra alma?
¿Tiene una forma, una apariencia cualquiera? ¿Es un ser limitado o indefinido? Unos dicen que es un soplo de Dios; otros, una chispa; éstos, una parte del gran Todo, el principio de la vida y de la inteligencia; pero ¿qué nos enseña todo eso? ¡De qué nos vale tener un alma, sí al morir nosotros, se pierde en la inmensidad como las gotas de agua en el océano! ¿La pérdida de la individualidad no es lo mismo para nosotros que la nada? Se dice también que el alma es inmaterial; pero lo inmaterial no puede tener proporciones definidas, y para nosotros es nada. La religión nos enseña también que seremos felices
o desgraciados. según el bien o el mal que hayamos hecho; pero ¿qué dicha es la que nos espera en el seno de Dios? ¿Es una
beatitud, una contemplación eterna, sin más ocupación que la de cantar alabanzas al Creador? ¿Las llamas del Infierno son una realidad o un símbolo? La misma Iglesia ⛪ las toma en este último sentido, pero
¿qué sufrimientos son estos? ¿Dónde está ese sitio de suplicio? En una palabra, ¿qué se hace y qué se ve en ese mundo que nos espera a todos? Nadie, se dice, ha vuelto de él para traernos noticias. Esto es falso, y precisamente la misión del espiritismo es la de ilustrarnos acerca de ese porvenir, haciéndonoslo, hasta cierto punto, tocar con los dedos y ver con los ojos, no por medio de raciocinios, sino por medio de hechos.
Gracias a las comunicaciones espiritistas, no es ya el porvenir una presunción, una probabilidad que cada uno compone a su modo, y que los poetas embellecen con sus ficciones o siembran de imágenes alegóricas
y engañadoras, sino la realidad que sale a nuestro encuentro; porque los mismos seres de ultratumba vienen a pintarnos su situación, a decirnos lo que hacen permitiéndonos, por decirlo así, asistir a todas las peripecias de su nueva vida y patentizándonos de este modo la suerte inevitable que nos está reservada, según nuestros méritos y faltas. ¿Hay nada de irreligioso en esto? Todo lo contrario; porque
en ello encuentran fe los incrédulos, y los indiferentes una renovación de fervor y confianza. El espiritismo es por lo tanto, el auxiliar más poderoso de la religión. Puesto que los hechos existen, es porque Dios los permite, y los permite para alentar nuestras vacilantes esperanzas y conducirnos al
camino del bien por medio de la perspectiva del porvenir.
CAPITULO III
REGRESO DE LA VIDA MATERIAL A LA ESPIRITUAL
El alma después de la muerte; su individualidad. Vida eterna.
- Separación del cuerpo y del alma.
- Turbación espiritista...
EL ALMA DESPUES DE LA MUERTE; SU INDIVIDUALIDAD. VIDA ETERNA
149. ¿Qué se hace el alma en el momento de la muerte?
«Vuelve a ser espíritu, es decir, entra de nuevo en el mundo de los espíritus que había
abandonado momentáneamente».
150. ¿El alma conserva su individualidad después de la muerte?
«Si, y nó la pierde nunca. ¿Qué sería si no la conservase? »
150a. -¿Cómo manifiestá el alma su individualidad, careciendo del cuerpo material?
«Tiene un fluido que le es propio, que toma en la atmósfera de su planeta y que
representa la apariencia de su última encarnación: su periespíritu».
150b. -¿Nada se lleva el alma consigo de este mundo?
«Nada más que el recuerdo y el deseo de ir a otro mundo mejor. Aquél recuerdo es grato
o desagradable, según el uso que se ha hecho de la vida, y mientras más pura es el alma, mejor comprende la futilidad de lo que deja en la tierra».
151. ¿Qué hemos de pensar de la opinión según la cual el alma vuelve, después de la
muerte, al todo universal?
«¿No forma un todo la reunión de los espíritus? ¿No son todo un mundo? Cuando estás en una reunión, formas parte integrante de ella, y sin embargo, conservas tú individualidad».
152. ¿Qué prueba podemos tener de la individualidad del alma después de la muerte?
«¿No la tenéis en las comunicaciones que obtenéis? Sí no sois ciegos, veréis; y oiréis, sí
no sois sordos; porque a menudo habla una voz que os revela la existencia de un ser que vive fuera de vosotros".
Los que opinan que al morir, el alma entra en el todo universal están equivocados, si entienden decir que, semejante a la gota de agua que cae en el océano, pierde su individualidad, pero están en lo cierto, sí
por el todo universal entienden la reunión de seres incorporales de la cual forma un elemento cada alma o ser espíritu; Si las almas estuviesen conlundidas con el conjunto, no tendrian otras cualidades que las de éste, y nada las distinguiría entre sí. No tendrían una inteligencia, ni cualidades propias, cuando en todas las comunicaciones revelan la conciencia del yo y una voluntad distinta, siendo infinita la diversidad, que
bajo todos aspectos ofrecen consecuencia también de las individualidades. Sí después de la muerte, sólo existiese lo que se llama el gran Todo que absorbe todas las individualidades, este Todo sería uniforme, y
por lo tanto, todas las comunicaciones que se recibiesen del mundo invisible serían idénticas. Pero puesto que en él se encuentran seres buenos y malos. sabios e ignorantes, dichosos y desgraciados; puesto que los hay de todos los carácteres, alegres y tristes, ligeros y profundos. etc., es evidente que son seres distintos.
La individualidad se hace más palmaria aún, cuando prueban su identidad por medio de signos incontestables, de pormenores personales relativos a su vida terrestre y que pueden comprobarse, y no puede ponerse en duda, cuándo se presentan a la vista en las apariciones. La individualidad del alma nos era enseñada teóricamente como un artículo de fe; pero el espiritismo la patentiza, y hasta cierto punto la materializa.
153. ¿En qué sentido debe entenderse la vida eterna?
«La eterna es la vida del espíritu, la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna».
153a. -¿No sería más exacto llamar vida eterna a la de los espíritus puros, a la de los que, habiendo llegado a la cumbre de la perfección, no han de sufrir más pruebas?
«Esa más bien es la dicha eterna, pero ésta es cuestión de palabras. Llamad a las cosas
del mundo como queráis, con tal de que os entendáis».
SEPARACIÓN DEL CUERPO Y DEL ALMA...
154. ¿Es dolorosa la separación del alma y del cuerpo?
"No, y a menudo sufre más el cuerpo durante la vida que en el momento de la muerte, pues el alma no toma parte alguna. Los sufrimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte, son un placer para el espíritu. que ve llegar el término de su
destierro».
En la muerte natural, que proviene de la extinción de los órganos a consecuencia de la edad, el hombre abandona la vida sin notarlo. Es como una lámpara que se apaga por falta de aceite.
155. ¿Cómo se opera la separación del alma y del cuerpo?
«Rotos los lazos que la detenían, se separa del cuerpo».
155a. -¿La separación se opera bruscamente y en virtud de una transición brusca? ¿Existe una línea de demarcación claramente trazada entre la vida y la muerte?
«No; el alma se separa gradualmente, y no vuela como un pájaro prisionero al que de súbito se deja en libertad. Los dos estados se tocan y confunden, de modo, que el espíritu se desprende poco a poco de los lazos, que se sueltan y no se rompen».
Durante la vida, el espíritu está ligado al cuerpo por la envoltura semimaterial o espíritu, y la muerte no es más que la destrucción del cuerpo; pero no la de la segunda envoltura que se separa de aquél, cuando cesa en él la vida orgánica. La
observación prueba que en el instante de la muerte, el desprendimiento del periespíritu no es súbitamente completo; sino que se opera gradualmente y con lentitud muy variable según los individuos. En unos es
bastante rápida, y puede decirse que con pocas horas de diferencia, el momento de la muerte es también el de la emancipación; pero en otros, sobre todo en aquellos cuya vida ha sido completamente material y
sensual, el desprendimiento es mucho menos rápido, y dura a veces dias, semanas y hasta meses, lo que no implica en el cuerpo la menor vitalidad, ni la posibilidad del regreso a la vida, sino una simple afinidad entre el cuerpo y el espíritu, la cual está siempre en proporción de la preponderancia que, durante la vida, ha dado el espíritu a la materia. Es, en efecto, racional el concebir que cuanto más se ha identificado el espíritu con la materia, tanto más trabajo ha de tener en separarse, al paso que la actividad intelectual moral, y la elevación de pensamientos, operan un principio de separación hasta en la duración de la vida del cuerpo, de modo, que al llegar la muerte, es casi instantánea. Tal es el resultado de los estudios hechos en todos los individuos observados en el momento de morir. Estas observaciones prueban también que la afinidad, que en ciertos individuos persiste entre el alma y el cuerpo, es muy penosa a veces, porque el espíritu puede experimentar el horror consiguiente a la descomposición. Este caso es excepcional y
peculiar de ciertas clases de vidas y de muertes, y se observa en algunos suicidas.
156. La separación definitiva del alma y del cuerpo. ¿puede verificarse antes de que cese
completamente la vida orgánica?
«A veces en la agonía el alma ha abandonado ya el cuerpo, no existiendo más que la vida
orgánica. El hombre no tiene ya conciencia de si mismo, y sin embargo, le queda aún un
soplo de vida. El cuerpo es una máquina que hace fun cionar el corazón. y que existe mientras
éste hace que circule la sangre en las venas, no teniendo necesidad para ello del alma».
157. En el momento de la muerte, ¿siente a veces el alma una aspiración o éxtasis que le
permite entrever el mundo en que va a entrar?
«A menudo el alma siente cómo se rompen los lazos que la unen al cuerpo, y entonces
pone todos sus esfuerzos en romperlos completamente. Separada en parte de la materia, ve el
porvenir descorrerse ante ella, y goza anticipadamente del estado de espíritu».
158. El ejemplo del gusano que al principio se arrastra por el suelo y después se encierra
en la crisálida, aparentemehte muerto, para renacer a más brillante existencia, ¿pue
102
ALLAN KARDEC
de darnos una idea de la vida terrestre, de la que sigue a la muerte y de nuestra nueva
existencia?
«Una pequeña idea. La figura es buená; pero no debe, sin embargo, tomarse literalmente,
como soléis hacerlo con frecuencia».
159. ¿Qué sensación experimenta el alma en el momento que conoce que está en el mundo de los espíritus? (Tránsito).
«Según y cómo: sí has hecho mal por deseo de hacerlo, te avergúenzas en aquel momento
de haberlo hecho. Para el justo es muy diferente la cosa, pues se encuentra como aliviado de un gran peso; porque no teme ninguna mirada escudriñadora».
160. ¿El espíritu encuentra inmediatamente a los que ha conocido en la tierra, y qué han
muerto antes que él?
«Sí, según el afecto que les profesaba y el que ellos sentían respecto de él, y a menudo
salen a recibirle a su entrada en el mundo de los espíritus, y le ayudan a separarse de las
mantillas de la materia. Ve también a muchos a quienes había perdido de vista durante su
permanencia en la tierra, a los que están en la erraticidad y a los encarnados, a quienes visita».
161. ¿En la muerte violenta y accidental, no estando aún debilitados los órganos por la
edad o las enfermedades. la separación del alma y la cesación de la vida se verifican
simultáneamente?
«Así sucede generalmente; pero en todos los casos es muy corto el instante que los
separa».
162. ¿Después de la decapitación por ejemplo, conserva el hombre por algunos instantes conciencia de si mismo?
«A menudo la conserva durante algunos minutos, hasta que se extingue completamente la vida orgánica. Pero a menudo también el temor a la muerte se la hace perder, antes del instante del suplicio».
Trátase aquí únicamente de la conciencia que el ajusticiado puede tener de si mismo como hombre y por mediación de los órganos, no como espíritu. Si no ha perdido esa contienda antes del suplicio, puede conservarla durante algunos instantes de muy corta duración. y cesa necesariamente con la vida orgánica
del cerebro, lo que no implica que el periespíritu este completamente separado del cuerpo. Por el contrarío, en todos los casos de muerte violenta, cuando no es resultado de la extinción gradual de las
fuerzas vitales, los lazos que unen el cuerpo al periespíritu son más tenaces, y la separación completa es más lenta.
Reflexión Final:
Kardec explica esto muy lo que se refiere a la
existencia de los Espíritus. Esta argumentación
heroica, se sustenta con El Libro de Los Espíritus en que se desarrolla hasta
la saciedad este tema de los Espíritus.
Para los nuevos allegados a este conocimiento desplegado por Allan Kardec, nos hace la vida más fácil a los estudiosos de la Codificación Espírita
y a los estudiantes que tienen grandes deseos de conocer el mundo espiritual.
Siempre hay y han de existir incrédulos, escépticos y
ateos. Para ellos esta argumentación y
defensa de la existencia de Los Espíritus es meridianamente clara y vital. Si
luego de esta explicación se siguen teniendo tropiezos por los que no creen ni
en la luz eléctrica, pues hay que sacudirse las sandalias y seguir nuestro
camino. Para discutir siempre se necesitan 2.
Referencia:
- El Libro de Los Médiums y el Libros de Los Espíritus de Allan Kardec
Frank Montañez
“Soy
Espírita”
Director de la Página
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la información de un articulo nuestro ya publicado. Eso es actuar en Moral y bien común.
No permitas que el atribuirte consciente o inconscientemente crédito por algo
que copiaste de otro autor, afecte tu espiritualidad, y que cometas faltas que
se han de acumulan a las que ya tienes.
Si me mencionas o no,
no es importante para mí, pero sí; es una falta el atribuirte que la
información publicada es de tu autoría al no hacer mención alguna del autor
original, si no das el crédito al que originalmente lo creo, eso es propiedad
intelectual y al no dar el crédito, constituye una falta de moralidad.
Recomiendo que añadas al final de tu reflexión algo así:
Partes de esta
reflexión ha sido tomada de un artículo publicado por Frank Montañez de “Soy
Espírita” en su blog: www.soyespirita.blogspot.com
Nombre del Artículo:
Fecha Publicado:
Eso evitarás que actúes mal
sin quererlo hacer, de eso se trata la Educación Espírita.
Los siguientes enlaces te conducen a estos temas ya
publicados para ayudarte en tu desarrollo de educación espiritual:
Espero estos enlaces te conduzcan a
información que te ayude a lograr activar tu crecimiento espiritual, a través
de la Transformación Moral.
Me gusta esta teoría, fran pero hay que luchar más sobre estos temas. Por que a mi me llaman loco por hablar con los espíritus soy medium
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